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Ahora, con la inversión hay que saber tratar, negociar es imprescindible; porque el
capital es la tecnificación y la modernidad. La inversión extranjera depende de la
capacidad de negociación y de defensa de los intereses del estado. Un gobierno
debe comprender que la inversión extranjera es ambivalente, que es negativa
cuando se permite el abuso, pero puede generar desarrollo y progreso cuando se
negocia correctamente. Haya de la Torre señaló que no es necesario tomar la
riqueza de quienes la tienen, sino crear nueva riqueza.
De este modo, él manifestó que "necesitábamos del capital, pero en condiciones
iguales". No se negó a la inversión, pero rechazó la desigualdad de condiciones
para negociar. La unión económica de Indoamérica es fundamental para crear un
estado que haga frente al enorme poder económico de los países desarrollados.
Este proyecto político de Haya de la Torre, estaba dirigido contra los EE.UU. Se
inspira en él, pero va contra él en torno al imperialismo. La unión de Indoamérica
sirve para que los países integrantes tengan un papel decisivo. Por ejemplos, los
Estados Unidos son estados que se unieron para alcanzar la fuerza que tienen
actualmente. Los “Estados Desunidos” del Sur son naciones que han sido
envenenadas por odios de viejas heridas, atadas a las culpas históricas de los
oligarcas que empujaron a los pueblos a guerras fratricidas. Por eso, según Haya
de la Torre, el APRA levanta su bandera de hermandad para la unión de los
países, para crear la Indoamérica poderosa con la que soñó Bolívar.
Esta unión continental formaba parte del antiimperialismo del APRA y de Haya de
la Torre. Los pueblos debían emanciparse del imperialismo, cualquiera que fuese
su bandera. Debían unirse para transformar sus fronteras en “simples” límites
administrativos y debían nacionalizar progresivamente su riqueza bajo un nuevo
tipo de Estado. Encaminar a la unificación de los países indoamericanos para
formar un gran organismo político y económico que se enfrente al imperialismo,
era la tarea inicial y necesaria del APRA. Para Haya de la Torre, ningún estado
indoamericano podría cumplir una transformación socio-económica eficaz
aisladamente. La unidad política de Indoamérica va acompañada de la unidad
económica. No podría realizarse por los estados de ese entonces, pues las clases
dominantes son pertenecientes a la internacional del capitalismo. Debería ser obra
de la acción conjunta de los pueblos, de las clases oprimidas, en defensa de la
opresión de fuera y de dentro.
En este sentido, se puede observar lo que sucede en Europa: Antes eran decenas
de países al oeste frente a un bloque al este, hoy son un bloque al oeste frente a
decenas de países al este. Siempre los bloques son más sólidos. La meta era
crear una propia unidad desde nuestra perspectiva y adaptada a Indoamérica. La
razón va más lejos que el antimperialismo, está en la alianza de los pueblos en
beneficio de los propios pueblos, para redistribuir uniformemente la riqueza,
formando Estados que nunca más se miren con desigualdad, lo que contribuiría a
la paz. Muchos conflictos xenófobos existen entre pueblos indoamericanos, como
los problemas entre nicaragüenses y costarricenses; entre peruanos y chilenos;
entre bolivianos y chilenos y entre ecuatorianos y peruanos.
El objetivo de convertir al APRA en una fuerza continental lo llevó con el tiempo a
establecer vínculos cercanos con partidos extranjeros, como Acción Democrática
de Venezuela o el PRI de México. También tuvo como referentes al Partido del
Congreso de la India. Mantuvo una especial admiración por los fundadores
socialistas del Estado de Israel.
Segunda etapa
Con tal experiencia de vida, concurre en 1927, al Congreso de La Liga contra el
Imperialismo y la Opresión Colonial, convocado en Bruselas. La Liga formaba
parte de las organizaciones fomentadas por la Internacional Comunista. El interés
de la dirigencia soviética se centraba en el apoyo al proceso revolucionario chino,
que hasta ese momento se daba bajo el liderazgo del Kuo Ming Tang. La agenda
incluía la solidaridad con otras luchas anticoloniales.
En la cita participaron intelectuales destacados que luego tendrían gran relevancia
internacional. Haya concurrió acompañado por Eudocio Ravines, más tarde
secretario general del Partido Comunista Peruano. Participaron dirigentes como la
viuda de Sun Yat Sen, el líder indio Jawarhalal Nehru, Ho Chi Minh, entre otros.
Intelectuales de izquierda como el físico y premio Nobel Albert Einstein, a quien
trató personalmente dos años después, simpatizaban con la Liga.
Tras la batalla ideológica, prepara el que sería el texto clave de su pensamiento
auroral, El Antiimperialismo y el Apra. Allí deslinda con el marxismo ortodoxo,
confrontando las enseñanzas de Marx con la realidad indoamericana. Sus ideas
ya están lo suficientemente maduras como para intentar la vuelta al Perú,
buscando una activa participación política.
En el Perú, el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, pone fin a la larga
dictadura de Leguía. Tras unos meses en el poder, se aleja para dar paso a una
junta de gobierno provisional que convoca elecciones generales. Por primera vez,
se organiza un jurado electoral independiente, que amplía el padrón electoral,
reconociendo el sufragio masculino para los alfabetos mayores de 21 años.
En tales circunstancias, Haya regresa al país. Poco antes se forma el Partido
Aprista Peruano, que lanza su candidatura a la presidencia de la República.
El 23 de agosto de 1931, en la Plaza de Acho, pronuncia un discurso programático
que plantea los fundamentos ideológicos del plan de gobierno aprista. El discurso
programa, en un contexto de intensa expectativa política, propone como ejes la
democracia, la libertad, el rol decisivo del Estado, la comprensión de la política
desde un sustento económico. Allí propone el frente único de las tres clases que
sustentan la nación, para impulsar desde el Estado, un proceso de
industrialización que aproveche las ventajas del capitalismo mundial.
Resalta en su programa mínimo la educación mediante la escuela única, así como
reivindica el papel del trabajador.
El discurso programa es una propuesta innovadora, con ideas claras, que
resumen muy bien el nuevo proyecto político, que no quiere limitarse a un
momento electoral sino representar una fuerza moral y de cultura.
En el artículo “El aprismo no es comunismo” escrito en esos años, deslinda con la
dicotomía que atravesó por décadas al movimiento internacional de los
trabajadores. En octubre de 1945, a las pocas semanas de inaugurado el gobierno
de José Luis Bustamante y Rivero, el líder aprista da una serie de conferencias en
el Teatro Municipal de Lima.
Culminaba la II Guerra Mundial, triunfante el Frente Democrático Nacional, el
aprismo salía de la clandestinidad. Explica entonces, desde la filosofía política, los
principios de la democracia.
El Frente Democrático no logró consolidarse. La presión de masas del aprismo
terminó por arrinconar al gobierno, exacerbando las contradicciones con la
derecha oligárquica. Pronto, una inusual parálisis del Parlamento, sumada a la
actividad insurreccional de facciones apristas, devinieron en el golpe militar del
general Manuel Odría.
Tercera etapa
La misión del aprismo quedó definida ideológicamente como el gran partido de la
democracia, del sufragio universal y la justicia social. La crisis del gobierno
frentista que acabó siendo el pretexto de una nueva dictadura militar, llevó de
nuevo al partido a la clandestinidad.
Haya de la Torre terminó asilado en la embajada de Colombia, de donde no pudo
salir durante cinco años. En dicho lapso, la tiranía le retiró la nacionalidad. Solo
pudo salir del país, gracias a un fallo de la Corte Internacional de La Haya.
La dilatada permanencia en la embajada, le permitió revisar nuevamente sus
planteamientos.
De allí salió su reflexión sobre “Treinta años de aprismo”, que lo acercó a una
valoración actualizada de la evolución política. Afianzó la tesis del
“interamericanismo democrático sin imperio”, subrayando el papel del capitalismo,
al que debía regularse desde el Estado. En el “Mensaje de la Europa nórdica”,
transmite sus reflexiones sobre una larga gira por la Europa de la posguerra, en
particular, por los países escandinavos. Constata in situ los logros de la social
democracia, cuyas realizaciones sociales resultan muy avanzadas, así como el
desarrollo de empresas cooperativas. Cree encontrar en las sociedades nórdicas y
su estado de bienestar que respeta los derechos fundamentales, una aplicación de
las tesis políticas que postulara desde tiempos atrás, diferenciadas tanto del
capitalismo frustrado, que no supera la desigualdad, como del comunismo que
impone una dictadura totalitaria.
Al revisar la situación peruana, promovió una salida conciliadora frente al
agotamiento de la dictadura odriísta. La resistencia popular, las movilizaciones de
la juventud arequipeña en 1950 y 1954, obligaron al régimen a una salida
democrática. La convocatoria a elecciones en 1956 tomó a la dirección aprista en
un talante concertador, distinto al ánimo beligerante de la resistencia anti
dictatorial.
Prado cumplió su promesa apenas ganó las elecciones, restituyendo a la vida
legal al partido, aunque sin modificar el artículo 53 de la Constitución, que prohibía
la actuación de partidos con vínculos internacionales.
La “convivencia”, como quedó calificada la alianza del PAP con la derecha
pradista, de cierto aliento desarrollista, le facilitó al aprismo reorganizarse para las
elecciones de 1962.
Después de tres décadas, podría lanzar nuevamente a su líder máximo. Sin
embargo, la planificada estrategia electoral no logró controlar el ascenso de la
lucha social ni la creciente impaciencia de los nuevos grupos políticos.
La confrontación por el control de los sindicatos así como de importantes
organizaciones de masas, con los nuevos actores políticos, se agudizó. El Apra
andaba entrampada entre la defensa de su conciliación con la derecha y sus
viejas banderas de transformación.
Pese a las muestras de conciliación democrática, la candidatura del líder aprista
no pudo vencer el veto de los militares. El propio resultado electoral de 1962, lo
dejó apenas a dos décimas del tercio exigido para ganar directamente. Al
trasladarse al Congreso la elección entre los tres primeros, lo que incluía a
Belaúnde y Odría, la tensión generada ante la anunciada cesión de votos apristas
para elegir al ex dictador, terminó en un nuevo golpe militar.
En América Latina, el suceso más relevante fue la revolución cubana, que
despertó enorme expectativa en los sectores populares.
En un artículo sobre Cuba, de 1961, Haya censura sin dudar el grave error que
Fidel Castro comete, al poco tiempo de llegar al poder. El líder revolucionario
prometió elecciones libres cuando triunfó, mas al subordinarse luego al régimen
soviético, abjuró. Pese al innegable atractivo de la gesta, Víctor Raúl toma nota de
inmediato que repudiar el voto, la saca por completo del trayecto de las
revoluciones latinoamericanas. Desde la Revolución Mexicana hasta la boliviana
en 1952, la bandera de la libertad, del ejercicio pleno del sufragio universal,
caracterizaron los procesos de cambio en la región.
Cuba, valora Haya de la Torre, al rechazar el sufragio universal se pone en contra
de la tradición revolucionaria. El castrismo camina a la dictadura del partido único,
fórmula que finalmente queda agotada con el posterior hundimiento de la propia
Unión Soviética.
Cuarta etapa
El golpe del general Juan Velasco Alvarado, que adquirió un singular carácter
institucional, promovió reformas económicas anti oligárquicas. El propósito de los
militares apuntaba a un proceso de modernización capitalista con participación
social en determinados sectores de la economía.
Medidas como la nacionalización de la IPC, la petrolera estadounidense que
durante décadas gozó de un régimen de privilegios, pero sobre todo de la reforma
agraria, que expropió los grandes latifundios, alteraron el curso de la política
tradicional.
Los militares avanzaron en el proceso de estatizar la banca, ciertas industrias, el
comercio de productos alimenticios, la gran minería, alterando como nunca antes
las estructuras del poder económico. Sus reformas no contemplaban la
democracia. Al contrario, suspendieron la Constitución, cerraron el Congreso,
anularon el ejercicio del sufragio universal a todo nivel, eliminaron la
independencia de poderes, es decir, todo el poder se concentraba en la cúpula
militar, en particular en el propio general Velasco.
Si bien la vieja oligarquía terrateniente quedó severamente golpeada, el intento
militar
de generar una moderna burguesía industrial, no prosperó. El impacto, sin
embargo, resultó de tal envergadura, que llevó al líder aprista a considerar que las
fuerzas armadas aplicaban en buena parte sus propuestas programáticas.
En ese contexto, el líder aprista autoriza la reedición de El Antiimperialismo y el
Apra. Reclamada durante la alianza con las derechas como el libro más
importante de su producción ideológica. Trabaja la primera edición de sus obras
completas, cuya publicación reivindica su postura de transformación social,
propuesta desde los orígenes del partido.
El jefe aprista no puede descuidar que el mundo vive en plena Guerra Fría, ni que
el gobierno velasquista mira con simpatía al bloque soviético. En estos años, el
peso de sus intervenciones se centra en el reclamo de la paternidad de las
reformas económicas en curso, a tiempo que insiste en la vigencia del sufragio y el
retorno a la democracia.
El aprismo orienta su acción hacia una salida política, opción que empieza a
perfilarse con mayor claridad con el derrocamiento de Velasco por su socio, el
general Francisco Morales Bermúdez.
El escenario latinoamericano está marcado por las dictaduras militares del Cono
Sur. La caída de Salvador Allende, dirigente del Partido Socialista, afín en sus
orígenes al aprismo, repercutió desfavorablemente durante un tiempo, frenando
los intentos democratizadores.
En la propia Europa, aún permanecían las viejas dictaduras de Franco y Salazar,
además de los coroneles griegos. Washington apoyaba abiertamente a los
regímenes militares, salvo al peruano, al que veía con reserva.
Cuando vuelve a asumir su línea histórica, admite que sus alianzas con Prado y
Odría resultaron de una sobrestimación de la derecha. Decide incluso dar un paso
más, cuando participa en 1976 en una reunión de la Internacional Socialista
realizada en Caracas.
Hasta entonces su internacionalismo acentuaba la dimensión latinoamericana en
términos partidarios. El objetivo de convertir al Apra en una fuerza continental lo
llevó con el tiempo a establecer vínculos cercanos con partidos como Acción
Democrática de Venezuela, Liberación Nacional de Costa Rica, el MNR boliviano,
los partidos socialistas del Cono Sur o el PRI mexicano. También tuvo como
referentes al Partido del Congreso de la India, fundado en 1885, así como del Kuo
Ming Tang chino, surgido en 1911. Mantuvo una especial admiración por los
fundadores socialistas del Estado de Israel, de una de cuyas más importantes
lideresas, Golda Meir, fue amigo.
El logro final de su prolongada carrera política, fue la Constitución de 1979.
Fundada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas. La crisis de la llamada “segunda fase” de la dictadura, ante las dificultades
económicas y sociales, la llevó a buscar una salida política, que devino en la
convocatoria de una asamblea constituyente. Las elecciones se realizan en mayo
de 1979, no exentas de serias tensiones, que incluyeron la captura y deportación
de candidatos izquierdistas y apristas, así como periodistas de derecha, críticos al
régimen.
El Partido Aprista gana las elecciones, obteniendo para su jefe, que encabezó la
lista, más de un millón de votos preferenciales. Los militares pretendían que la
carta política constitucionalizara las medidas aplicadas desde 1968, lo que Haya,
ungido presidente de la Asamblea, rechazó con firmeza al proclamar su carácter
soberano .
La Constitución aprobada reconoció como el sustento de la organización estatal a
los derechos fundamentales, inscribiendo al país en la corriente más avanzada del
constitucionalismo. Agónico, logró estampar su firma, en un acto que consagró su
larga trayectoria política.
Su compromiso con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, surge cuando el gobierno del Frente Democrático Nacional le
encarga la representación del Perú, compenetrándose así con la gran corriente de
universalización de los derechos humanos y la democracia.