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El documento concluye que (1) la libertad de trabajo es un derecho natural de los seres humanos, (2) la libertad de contratación permite acordar condiciones contractuales de forma voluntaria dentro del marco legal, y (3) el trabajo es un deber social del Estado para crear condiciones que generen empleo e incentiven la inversión.
El documento concluye que (1) la libertad de trabajo es un derecho natural de los seres humanos, (2) la libertad de contratación permite acordar condiciones contractuales de forma voluntaria dentro del marco legal, y (3) el trabajo es un deber social del Estado para crear condiciones que generen empleo e incentiven la inversión.
El documento concluye que (1) la libertad de trabajo es un derecho natural de los seres humanos, (2) la libertad de contratación permite acordar condiciones contractuales de forma voluntaria dentro del marco legal, y (3) el trabajo es un deber social del Estado para crear condiciones que generen empleo e incentiven la inversión.
Además de poner en ejercicio útil nuestras facultades la libertad de trabajar, es
un derecho que pertenece naturalmente a todos los seres humanos, puesto que comprende la propiedad de nuestras aptitudes individuales, que son por naturaleza, propias, exclusivas e intransmisibles, y no hay por lo tanto poder capaz de despojarnos de lo que nos dio la naturaleza y forma parte de nuestro ser. La libertad de contratación es el derecho de las personas a adquirir compromisos de forma voluntaria, sin presión, para acordar las condiciones contractuales, teniendo como marco la Constitución, la ley y fundamentándose en la autonomía de la voluntad de los contratantes. El trabajo es deber social para el Estado, en su obligación de expedir leyes que creen condiciones jurídicas, políticas y económicas que incentiven la inversión nacional y/o extranjera, como fuente de generación de empleo. El trabajo es el derecho que permite a las personas procurar una vida digna para sí y su familia, a través de la remuneración como contraprestación por sus servicios lícitos y personales en favor del empleador. En fin, el obrero sin libertad, no puede asociarse con quien quiera, cuando quiera y como quiera; carece de crédito porque sus miserias no pueden ser base de confianza; no tiene interés en estudiar la naturaleza para utilizar mejor sus fuerzas, haciéndolas más productivas; no siente el deseo de capitalizar el producto de su trabajo, porque se persuade de que cuanto más pone más pierde, y por más que sienta el rigor del látigo, se hace en la obra de la producción indiferente, apático y perezoso.