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1.

Introducción
Nuestro objetivo prioritario es fechar lo más estrechamente posible el presente
texto, así como adscribirlo a una zona geográfica, a partir de las características
histórico-filológicas que presenta.
Para ello, seguimos un método inductivo; esto es, a partir de los rasgos que
observemos en el texto, iremos concluyendo la época en que el texto pudo ser escrito.
Procederemos al análisis por niveles lingüísticos, a fin de que nuestra exposición sea
clara y ordenada. Con ello pretendemos no ofrecer una nómina de datos filológicos sin
norte alguno, sino seleccionar y comentar aquellos que sean útiles para nuestro
propósito: datar el texto y caracterizarlo geográficamente.

2. Caracterización del texto


El texto objeto de nuestro análisis es un texto
a) en prosa literaria de 15 líneas y que parece narrar un episodio del Antiguo
Testamento. De todas maneras, al no tratarse de poesía o teatro, lo único que podemos
indicar es que tiene que ser posterior inevitablemente a las primeras obras en prosa
medieval, datadas a inicios del siglo XIII, coincidiendo con el reinado de Fernando III.
b) en prosa de 15 líneas, aparentemente un texto jurídico o documento notarial,
lo cual imprime un carácter culto y conservador al mismo, puesto que hasta la labor de
Alfonso X no existe un deseo consciente de normalizar la lengua castellana. No
obstante, no faltan datos que son testigo de su localización diacrónica.
Recordemos que la mezcla de latín y romance en el texto es un primer indicio de
que es anterior a 1250, fecha en que Alfonso X, todavía siendo príncipe, ordenó que los
documentos reales se escribiesen en castellano, eliminando el empleo del latín.
c) religioso, escrito en lengua romance, posiblemente destinado a la práctica de la
catequesis y la predicación.
Podemos asegurar que es un texto posterior a la época de Orígenes, es decir, al siglo
XI, puesto que se han realizado los siguientes reajustes:
1. Desfonologización de la cantidad y fonologización del acento, con lo que el
rasgo de cantidad deja de ser pertinente
2. Monoptongación de los diptongos latinos AU y AY, que dan respectivamente o y
e: cosa>causa, poco>paucus
3. Sonorización de las consonantes oclusivas sordas intervocálicas. Ejemplos:
paredes>parete, sobre>supra, saber>sapere, verdad>veritas, fagades>facere,
todo>totus, traidor> traditor
4. La síncopa de vocales intertónicas, como palabres>parabola

3. Sistema gráfico y análisis fonético


a) Vocalismo
En cuanto a la evolución de las vocales, cabe destacar el fenómeno de la
diptongación, que en este texto presenta/no presenta vacilaciones, en los resultados de e
y o breves tónicas latinas como observamos en los siguientes ejemplos: tierra>terram,
siete>septem, puerto>portum, cuerpo>corpus.
El análisis de la diptongación nos sirve para deducir que el texto no/puede
pertenecer al espacio geográfico leonés que, como bien sabemos, presenta vacilaciones
constantes en su diptongación en todas sus fases históricas (incluida la actual). También
en este análisis descartamos/corroboramos la posibilidad de que el texto sea del siglo
XII o posterior, pues en la etapa de orígenes (IX-XI), período en que la diptongación
todavía oscila.
NOTA si fuese un texto anterior al XIII: el hecho principal es que los escribas en
un primer momento no tienen tradición para representar el sonido del diptongo, por lo
que gráficamente se expresa el elemento más diferenciado y más enérgicamente
articulado (vocales cerradas). Así, hasta el siglo XIII (con el Auto de los Reyes Magos)
se representa únicamente la grafía de uno de los elementos del diptongo (cilo>cielo).
Como fenómeno destacado, llamamos la atención sobre la apócope o tendencia
a la reducción de vocales átonas finales. Esta tendencia comienza en el siglo XI, por
influjo popular e influencia francesa. La primera vez que aparece un caso de apócope
documentada, según Menendez Pidal, es en León en 1059 (remax).
- Apócope extrema, entre 1200 y 1225, momento en que Lapesa sitúa su
retroceso (pérdida también tras grupos consonánticos y ante consonante que no
sea cdnlrs).
- En 1276 Alfonso X censura su uso con la publicación de la Ochava Esfera y
recupera la –e y la –o finales para el buen uso del castellano derecho.
- Apócope pronominal: XIV se/ le alternan con formas apocopadas. Hasta bien
entrado el XV continúa apócope 3ª persona.
- Si no encontramos en el texto apócope documentada ni finales ensordecidos
como consecuencia de la misma, podemos concluir que el presente texto es
posterior a 1474, según Lapesa.
Continuando con el vocalismo, atenderemos a la representación de las vocales
i y u. En cuanto a la distribución de la u y de la v, sabemos que su alternancia gráfica
no estuvo regulada hasta que Alfonso X establece la norma para el empleo de la v en
posición inicial y de la u en posición intervocálica. Puesto que en el texto se sigue la
norma alfonsí, podemos deducir que estamos en un momento posterior al siglo XIV.
En cuanto a la representación de la i, Alfonso X y Nebrija admiten 3 posibles
grafías: i corta, j baja o y griega (no confundir con I alta). Para Alvar, la j funciona
como semiconsonante o vocal tónica. Ariza indica que en la 2/2 del XIV la y aparece
como segundo elemento del hiato o el diptongo.
Las vacilaciones a la hora de representar los fonemas vocálicos sirven para
manifestar la inseguridad del autor, lo que nos hace deducir que el texto es anterior a la
reforma ortográfica del Siglo de oro, llevada a cabo por Juan Valdés en su Diálogo de la
lengua (1535), en donde propone la disposición actual que fue adoptándose
paulatinamente hasta la reforma definitiva de la RAE en el XVIII.
- Diptongo –iello (común en XIII) pasa a –illo en XIV
- Numcua, cuemo: siglo XIII, casos de wau que marcan anterior XIV

b) Consonantismo
I. Palatales (nasal, lateral, africada)
En cuanto a la representación de las palatales, la nasal palatal aparece
representada como ñ, solución moderna cuya falta de vacilación nos remite al siglo XV;
o nn, solución fijada por Alfonso X. Mientras que la lateral palatal aparece como ll, por
lo que observamos que se ha fijado una solución estable a esta yod segunda,
generalizada con Alfonso X.
Por su parte, la africada aparece grafiada como ch, solución para la yod cuarta
propia del siglo XIII y que se estabilizará con Alfonso X (aparece en torcha, 1084 y en
barbecho en 1196).
II. Sibilantes (africada, fricativa alveolar, fricativa palatal)
El sistema fonológico que aparece en el texto es denominado por Rafael Lapesa en
su Historia del español como español medieval y por tanto presenta evidentes
diferencias con el español actual. El español medieval, que Lapesa sitúa entre el inicio
del reinado de Alfonso X (1252) y el inicio de la crisis del sistema de sibilantes
(alrededor de 1350), se caracterizaba por la presencia de una serie de seis fonemas
sibilantes organizados en tres parejas opuestas por el rasgo sonoro/sordo. Los seis
fonemas se articulaban en puntos muy cercanos a la zona alveolar lo que tuvo decisiva
influencia en su posterior evolución.
Así, existía una primera pareja formada por los fonemas africados dorsodental
sordo|ŝ| y sonoro |ẑ|) representados respectivamente por las grafías ç o c y z (s. XV).
Por otro lado, había una segunda pareja del sistema: las fricativas alveolares sorda |
s| y sonora |z| que el sistema gráfico de la época representa con las grafías ss y s (1350).
Finalmente, existió la oposición en la pareja de fricativas palatales sorda |š| y
sonora |ž|, representados por la grafía x y g/j/i respectivamente (XVI).
Si existe oposición fonológica en todos los pares y carecemos de vacilaciones a
nivel gráfico, concluimos que el texto es:
- posterior a la época de orígenes
- se ajusta plenamente a la distinción establecida en época alfonsí
- al diferenciar la fricativa alveolar sorda de la sonora de la sonora (ss/s)
sabemos con seguridad que no puede pertenecer a la zona norte, ya que
dicha zona jamás diferenció esa oposición.
III. Labiales (f- inicial y betacismo)
En otro orden de cosas, todavía se mantiene la f- inicial latina. Esta grafía
aparece hasta 1499, fecha de publicación de la primera edición de la Celestina, en la que
el predominio de la f inicial es absoluto; se estudia en contraposición con la edición de
1501, donde domina completamente la h inicial.
Finalmente, llamamos la atención sobre el fenómeno del betacismo que nos
remite a los siglos XIV o XV, puesto que en el siglo XVI se soluciona.
Nos fijamos ahora en los grupos consonánticos:
- grupo CL: localiza el texto de nuevo en Aragón o Cataluña
- grupo GN: indica que estamos ante un texto anterior al siglo XIV.
- grupo DG evoluciona a ZG, en el siglo XIV o posterior.
- grupo culto NS (monstrado, l.12) de carácter conservador
- grafía qu-:gusto latinizante, que pervive hasta 1815.
Otros datos de interés:
- Siglos XIII y XIV, usual la duplicación de la f- en posición inicial (ff-) y de la
vibrante múltiple (rrey). Gusto latino antietimológica. Nebrija propone actual.
- H- etimológica recuperada y antietimológica, 2/2 del XIV
- PL, KL, FL: conservación por cultismo. Si no, en castellano pasa a ll, en gallego
a ch y en aragonés (zona oriental) se conserva

Tras nuestro análisis, podemos señalar que el texto se puede situar


cronológicamente en xxxx. En cuanto a la localización geográfica, sabemos que no es
un texto leonés, porque no hay alternancia de diptongos, ni aragonés (en donde las
palatales se representarían con otras grafías como ny, yn, ly, yl). Por tanto, es un texto
castellano que no pertenece a la zona más norteña, ya que distingue la oposición de
fricativas alveolares (ss/s).
4. Nivel morfosintáctico
Comenzamos el nivel morfosintáctico repasando los sustantivos, pues el latín
vulgar redujo a tres las cinco declinaciones clásicas (Gili Gaya, 1970), incorporando a la
3ª los sustantivos de la 5ª y a la 2ª los de la 4ª. Así, los sustantivos castellanos quedaron
repartidos en tres grupos: jura (l.13), tío (l.6) y razón (l.17).
Las desinencias de los sustantivos se fueron oscureciendo en latín vulgar y en
romance (Gili Gaya, 1970), provocando que muchos casos se confundieran y que fuera
preciso el empleo de nuevos procedimientos, tales como:
a. Uso de preposiciones: temestes por la justicia (l.7)
b. Orden de los elementos: morio el Rey (l.6)
Con la caída del uso de las declinaciones, ya en latín vulgar, lo general es que el
acusativo con preposición ocupe los usos de los otros casos. No obstante, se pueden
señalar restos de declinación que debemos señalar como el ablativo en algunos
sintagmas de carácter adverbial (agora, Auila) o el genitivo en Domingo.
Por su parte recordamos que el artículo determinado es una novedad de las
lenguas romances, pues en latín no existía como clase de palabra (Gili Gaya, 1970). El
artículo aparece en las lenguas románicas a causa de la debilitación de los
demostrativos. Aquí lo encontramos ya con aféresis de la e- inicial (s.XI).
Las formas elo, ela, elos, elas, propias de la zona navarroaragonesa proceden
del acusativo latino illum, mientras que la forma ile, típica de la zona leonesa, procede
del latino ille.
Continuando con el paradigma de los posesivos, observamos que no existe ya
distinción genérica, pérdida que comienza en 1250 (según Cano Aguilar) y que se
estabiliza en 1300, por lo que nos invita a pensar que el texto es posterior a esa fecha.
Observando los pronombres:
- pronombre nos, forma para el sujeto de primera persona de plural que se
mantiene hasta el siglo XV. En el siglo XIII empieza a alternar con la moderna
forma nosotros, recogida por primera vez en el Libro de Alexandre.
- Igualmente, el pronombre vos alterna con el moderno vosotros indicándonos que
estamos ante un texto posterior al XIII. Se generaliza en XV
- Paso de vos a os en XV (vos digo>os digo)
- Forma gelo pasa a se lo en 1530
- Aglutinación pronombres (XIII) y metátesis (hasta XIV)
Relativos: qui usual en XIII, en XIV alterna con quien y en XV se consolida la última
Indefinidos: algund/algunt hasta alfonsí. En XIV negun es sustituido por
nengun/ningun. En XV alguien y nadie.
Adjetivos: positivo en –or hasta XIV. En XV (priora, superiora)
En cuanto al estudio de las formas verbales, resulta fundamental señalar los
imperfectos y condicionales en –ía ya establecidos sin vacilación, lo que indica que nos
encontramos a finales del siglo XIV o más adelante (ie en XIII, ie/ia ½ XIV).
También encontramos la antigua terminación verbal en –edes (prestedes, l.15), lo
que nos indica que el texto es del siglo XV o anterior.
Tiempos de formación romance (Gili Gaya, 1970, p.92): «Los futuros latinos
en –bo y en –am (amabo, audiam) desaparecieron y fueron sustituidos, ya en latín
vulgar, por el infinitivo seguido del presente de habere: amare+habeo. El futuro
castellano es en su origen un tiempo compuesto, que después soldó en una forma única
de los dos elementos que lo componían (amar+he>amaré)». Es decir, los futuros latinos
se renuevan, surgiendo una conjugación perifrástica. Fijarnos futuro sin resolver, desde
orígenes hasta XIV.
Del mismo modo, se renuevan los tiempos compuestos, creados con perífrasis a
partir de esse y habere.
El pretérito perfecto compuesto (as andado) se produce en el XIII
Facio es un perfecto especial, por ser le único perfecto fuerte sin reduplicación
(y, por lo tanto, con alternancia vocálica) conservado
El uso de perfectos fuertes en el texto (como prisiéssemos) fue productivo a los
largo del siglo XIII, mientras que fue desapareciendo en los siglos XIV y XV.
La desinencia de segunda persona del plural del presente de subjuntivo hasta el
XIV era en –ades, -edes e –ides (llanas y exdrújulas). Final XIV empieza a desaparecer
en llanas. XVI se pierde en esdrújulas.
Gusto por el verbo ser: asume empleos del verbo estar, XIII. Stare fue sustituido
por sum en toda la Romania menos en España, donde se sustituyó mayoritariamente por
sedere. Pero también stare acaparó algún uso. El primero de ellos fue el de localización,
como extensión de su significado primitivo “estar de pie” y debido a la costumbre de
precisar con adverbios la posición designada (de pie, en el suelo, en alto…). Así, en la
Edad Media, ser y estar se reparten sus dominios: estar para estado susceptible de
mudanza y ser para estado permanente o cualidad. En el siglo XIII encontramos valores
temporales expresados con ser y viceversa.
Hasta XV, alterna so, esto, do con soy, estoy, doy resultado de la analogía de hay
ha+y (ibi) o como posposición enfática del pronombre personal so yo>soy
Uso de seyer y yazer hasta finales del XIV
Perífrasis haber a+infinitivo muy prestigiosa XIII. A partir XIV, aver de
Inclusión de formas entre miembros de la perífrasis, hasta el XIV
Cambio paradigma verbal. Amaveram era pluscuamperfecto de indicativo (había
amado); pero hoy amara, su descendiente morfológico, es imperfecto de subjuntivo. En
español antiguo conservaba todavía su significado latino, como actualmente en
portugués y gallego: las casas que vieran equivalía a las casas que habían visto.
Algunos escritores arcaizantes lo emplean todavía con esta designación. Amavissem,
pluscuamperfecto de subjuntivo en latín, ha dado amase, que ahora tiene el valor de
imperfecto de subjuntivo coincidiendo con amara. En cambio, el imperfecto latino
amarem ha desaparecido.
En cuanto a los verbos copulativos, en la Edad Media había tres: yazer (estar
tendido), sedere/ese (estar sentado/ser) y stare (estar de pie). Yazer y seyer se utilizan
hasta fines del XIV. En el XV solo perduran ser y estar.
Como verbos posesivos, haber contendía con tener hasta el XVI. Haber marcaba
la posesión de objeto abstracto y tener marcaba la posesión durativa (mantener, retener)
con objetos concretos. En el siglo XV ya haber está en franca decadencia.
Continuamos estudiando los adverbios:
- aparición de las formas non y nin, empiezan a perder la –n en el preclásico.
- Adverbio cuemo (XIII), commo (XIV) y como (XV)
- si en lugar de así (ad+sic latino) nos sirve para datar XII, XIII y principios
del XIV
- Adverbios típicamente medievales: suso (abajo), yuso (arriba), aína
(deprisa), lueñe (lejos).
- Los adverbios de modo se formaban con guisa (manera)
Pasando al estudio de las conjunciones:
- Copulativa: en español preclásico desaparece e en favor de la moderna y. El
signo tironiano T descarta finales del siglo XV.
- Desaparición de la conjunción adversativa latina sed en favor de la
construcción per+hoc (pero), con el sentido de ‘sin embargo’ que se conservó
hasta el XIV
- Gili Gaya (1970, p. 98): otras conjunciones latinas conservadas: nec>
antiguas nec, nin, moderna ni; aut>o; si>si. Contrastando con el gran número
de adverbios y preposiciones heredados del latín, son muy pocas las
conjunciones que se han conservado. La mayor parte de las que hoy
empleamos son de formación romance.
Sintaxis
Hay que observar en este sentido tres períodos:
1. En los textos de español medieval prealfonsí destaca la supresión de nexos, hay
muy pocos. Incluso se suprime el verbo dicendi. Lenguaje escrito muy similar al
oral, basado en la entonación y sin afán de puntualizar.
o Las conjunciones son plurivalentes: cuando (causal), como (final), que (causal,
final, concesiva…)
o Complementos circunstanciales de tiempo sin preposición, restos del ablativo
2. A partir de Alfonso X se da un mayor número de nexos, aunque se sigue
produciendo reiteración. El sistema de nexos se amplía, pues se generalizan los
antiguos (que, porque, otrosí, maguer) y se añaden otros (aun que, como quier). Se
siguen repitiendo demasiado et y que. La reiteración de e y et es frecuente entre
1250 y 1350.
3. A partir del XV, sobre todo de 1425, el sistema de nexos se ensancha muchísimo y
se produce una sintáis más sutil y compleja. Se calcan formas latinas, hipérbaton
forzados, participio de presente (oh dubitantes). El verbo se sitúa al final de la frase
y se usa el infinitivo pendiente de otro verbo, al estilo romano.

- A nivel sintáctico, pocos adjetivos y pospuestos, hasta XIII incluido. La


anteposición de los adjetivos (ejemplos) nos lleva a aventurar que el texto sea
del siglo XIV o XV momento en el que el influjo retórico y latinizante fomenta
la anteposición del adjetivo en todas las ocasiones
- Gradación, en el texto encontramos grado positivo, comparativo, superlativo
(analítica o perifrástica, hasta el XV se hace con adverbios)
- Superlativo –isimo a finales de la E. Media, ff XIV o pp XV
- Sintaxis posesivos: construcción de artículo+posesivo, frecuente en español
medieval y desechada a partir del XVI. Según Lapesa, dichas construcciones
aparecen cuando se trata de expresar intensa emoción, reverencia o halago.
- En cuanto a la sintaxis pronominal, recordemos que hasta el siglo XIV existe la
énclisis. En este texto encontramos tanto pronombres colocados tras el verbo,
como es el caso de recebir uos (l.13) como en posición proclítica, en vos
dixemos (l.2), vos hauemos (l.15) o nos prestedes (l.15) por lo que la proclisis
está en auge, lo que nos hace pensar que estamos en un momento de cambio de
siglo.
- Fundamental para la datación es el hecho de que aparezca el verbo haber como
auxiliar, estructura que comienza a emplearse en el siglo XIV.
- También encontramos perífrasis modal formada con el verbo haber (hauiestes
nos seyer), construcción que se emplea hasta el siglo XIV. Por su parte, la
aparición de un complemento en medio de la perífrasis se mantiene hasta finales
del XV.

5. Nivel léxico semántico


a) En el español prealfonsí se produce la introducción de galicismos y occitanismos:
ligero, doncel, follaje, nobleza, paraje, etc. Aparecen riojanismos y aragonesismos en
Berceo y Mío Cid: senyor, duennya, aqueixa, semellar. Indecisión entre formas
patrimoniales y cultas o semicultas: omecidio, vertud, laudar, vigilia. Especialmente
empiezan a predominar los cultismos en textos escolares y científicos.
b) En la época alfonsí se introducen neologismos y tecnicismos procedentes del árabe,
latín o griego. Muchos de estos vocablos aparecen explicados. También hay una
tendencia hacia los cultismos (theremotu, ornado) que puede ser alterada por
ultracorrecciones. Se producen grupos como PH, TH, CH.
c) En el siglo XV se da una enorme influencia latina aunque prosigue la francesa y
sobre todo entran italianismos: bonanza, mesana, tramontanas, piloto, nave. Se dan
también los primeros casos de dobletes de cultismo y patrimonial (flama, llama)

7. Conclusión
Tras los datos analizados en el comentario podemos determinar que nos
encontramos ante un texto de la zona castellana central, integrado dentro de la reforma
ortográfica alfonsí y podemos aventurar con bastantes posibilidades de acierto,
basándonos en datos como la apócope o la terminación –ía para el imperfecto, que su
datación oscila entre finales del XIII y primera mitad del XIV
Y por todos los rasgos que hemos señalado pertenecientes a los diferentes
niveles del lenguaje, podemos adscribir el texto a la época…1, siguiendo la terminología
que plantea Rafael Lapesa en su Historia de la lengua española.

Siguiendo a Echenique (2005), en historias de la lengua como las de Rafael


Lapesa o Rafael Cano, se establecen una serie de capítulos en los que abordan tanto
cuestiones de gramática histórica como aspectos relativos al contexto histórico, a la
producción literaria o a tratados sobre la lengua. Este tipo de periodización ha sido
puesta en cuestión por estimarse que atiende, fundamentalmente, a criterios históricos y
culturales que pueden considerarse externos a la propia lengua.
Eberenz, basándose en los cambios propiamente lingüísticos, propone:
a) Fase antigua, entre 1200 y 1450, caracterizada por una relativa estabilidad de las
estructuras esenciales dentro de los moldes creados por la reforma de la etapa alfonsí.
b) Fase media, entre 1450 y 1650, en la que se percibe una transformación más rápida
de los parámetros fonológicos y morfosintácticos.
c) Fase moderna, desde 1650 hasta la actualidad, que mostraría un sistema
esencialmente estable. (Echenique, 2005: 29-30).

1
Español arcaico (hasta 1250), La época alfonsí (1250 a 1400), La transición del español medieval al
clásico (1400 a 1474), El español preclásico (1475 a 1525), El español clásico (1525 a 1700)

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