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TEORÍA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN

Encabezado: TEORÍA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN

Axel Honneth y la Renovación Educativa de la Teoría Crítica

Mag. WILBER GUSTAVO LOBO RINCON

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR – UPEL

Presentado a:
Dr. JOSE ARMANDO SANTIAGO

SUBDIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO


DOCTORADO EN EDUCACIÓN

RUBIO, ESTADO TÁCHIRA


VENEZUELA

17 DE DICIEMBRE DE 2018

Notas del autor: Informe a manera de Ensayo sobre el Capítulo de un Libro.

Mag. Wilber Gustavo Lobo Rincon


TEORÍA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN

CAPITULO 42
Honneth, Axel (2017). “La educación y la teoría del reconocimiento”.

Revista Educação & Realidade


PÁGINAS 395 A 426

AXEL HONNETH Y LA RENOVACION EDUCATIVA DE LA TEORÍA CRÍTICA

El objetivo del presente ensayo es poder vislumbrar de manera clara un panorama general

de la teoría de Axel Honneth, indicando ciertos puntos fundamentales de sus aportes y propuestas.

A través de este escrito muestro mi interpretación hermenéutica del Capítulo en mención y

así mismo, busco sintetizar de la forma más sencilla posible el conjunto de la teoría de Axel

Honneth y que, sin ahondar en ningún elemento especifico, pueda servir para poder tener mejor

dilucidada la propuesta teórica de Honneth. Así mismo, realizo un análisis de su pensamiento y

propuesta, guardando el respectivo respeto por los diversos condicionantes y aspectos planteados

por el autor. En última instancia hago un análisis de la relación que introdujo este autor entre el

reconocimiento y la educación, específicamente en el ámbito de la sociología de la educación.

Para comenzar podemos afirmar que Honneth planteo un proyecto de reformulación de una

teoría de la justicia, también caracterizada por una actualización del pensamiento hegeliano.

De igual forma el psicoanálisis para este teórico volvió a ocupar un papel preponderante

en la Teoría Crítica; por un lado, en la discusión del papel intersubjetivo de relaciones afectivas

en el ámbito de la familia y, por otro, en la comprensión de patologías sociales. Igualmente,

Honneth viene trabajando en el esfuerzo por ubicar categóricamente el reconocimiento en una

perspectiva más amplia comprendida por una epistemología moral y su dimensión ontológica,

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destacándose una reinterpretación de la tradición de la Teoría Crítica en el marco entre filosofía

práctica y filosofía teórica. A partir de ese amplio cuadro esbozo como conclusión lo que se

considera como probable desarrollo de la Teoría Crítica a partir de la renovación propuesta

por Honneth.

De la comunicación al reconocimiento: Cambio de paradigma de Habermas a Honneth

Bajo el paradigma de una transformación lingüístico-comunicativa, Habermas propuso una

revisión del proyecto inicial de la Teoría Crítica que se caracterizó por establecer los cambios comunicativos

como el norte de su planteamiento, donde déficit social significaba fundamentalmente

déficit comunicativo o acceso limitado a esferas de comunicación y participación pública. Las

relaciones sociales se determinan en los cambios comunicativos, estableciéndose el proceso de

validación de las normas en el interior de las relaciones mediadas intersubjetivamente. Ese

movimiento - propuesto por Habermas sobre los patrones de un pensamiento post-metafísico – va

a guiar el proceso de inter subjetivación de la razón, inscrita en un marco comunicativo. La teoría

del reconocimiento de Axel Honneth tomará como punto de partida este modelo habermasiano, pero lo

radicalizará subrayando el carácter conflictivo de la inter subjetividad, la cual se halla siempre

condicionada por una lógica subyacente a los conflictos sociales y marcada por reivindicaciones

de reconocimiento.

Centrándose en lo que él denomina un “déficit sociológico” de la Teoría Crítica, Honneth,

da cuenta de un modo eficiente de un proyecto normativo que explique las patologías sociales y

sea capaz de solucionarlas satisfactoriamente.

Honneth abre un espacio para la elaboración de una lógica moral de los conflictos sociales, que,

en su interpretación, se había mostrado insuficiente en los análisis propuestos por la Teoría Crítica

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hasta entonces. Este proyecto es llevado a cabo en la lucha por el reconocimiento, resultado de su

tesis de habilitación elaborada en Frankfurt como profesor asistente de Habermas, donde Honneth

avanza en su propia respuesta a los problemas planteados en Kritik der Macht. Al desplazar el foco

de la tensión entre sistema y mundo de la vida, propuesto por Habermas, hacia la violación

sistemática de las condiciones de reconocimiento, Honneth pretende superar el déficit sociológico

de la teoría habermasiana. La idea básica es pensar las configuraciones de la sociedad como

resultado de una lógica de los conflictos sociales, retomando el fundamento social de la Teoría

Crítica cuya orientación será nuevamente guiada por el pensamiento de Hegel. El marco teórico

de la propuesta de Honneth asume así rasgos hegelianos, donde la elaboración del concepto de

reconocimiento en los escritos hegelianos del periodo de Jena será clave para la comprensión e

interpretación de los conflictos sociales. De un modo similar al que Habermas había sugerido en

la década de los años 60 en su admirable texto Arbeit und Interaktion, Honneth

encuentra en los escritos hegelianos de Jena los vestigios de una consistente teoría social, en

cuanto a la función generadora de la sociedad y permite entender el desarrollo de la

individualización mediante la interacción con la comunidad ética. De ese modo, Honneth extrae

dela filosofía de Hegel la inspiración para una teoría del reconocimiento, complementando la

propuesta habermasiana de la intersubjetividad comunicativa con la lucha y el conflicto social, las

cuales son, como en Hegel, constitutivas de las relaciones intersubjetivas. La idea básica es que el

factor motivador de los conflictos sociales reside en la ausencia o insuficiencia de relaciones de

reconocimiento recíproco. Esta apuesta conduce a Honneth a analizar los conflictos resultantes de

la ausencia de reconocimiento o de sus relaciones, para comprender los elementos normativos

aptos a regular las relaciones intersubjetivas. Para esta empresa, trata de verificar si la secuencia

de etapas propuestas por Hegel resiste a consideraciones empíricas y si ellas corresponden a formas

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de falta de respeto social. Esta estrategia se propone detectar pruebas históricas y sociológicas que

muestren si esas formas de irrespeto social fueron de hecho fuente motivacional de confrontaciones

sociales.

Al comienzo de la lucha por el reconocimiento, Honneth entiende la filosofía política de

Hegel como una respuesta a la intención de la filosofía social moderna de reducir la política a la

imposición del poder, observando que el joven Hegel tenía presente todavía el modelo conceptual

hobbesiano de la lucha interhumana, pero liberándola de premisas atomistas. Honneth articula, de

esa manera, el planteamiento que Hegel encontrará en Fichte para componer el modelo de una teoría del

reconocimiento, al mismo tiempo que Hegel lo dinamiza subrayando el papel del conflicto como

elemento estructural de la relación. La vida ética de una sociedad representa las formas de una

intersubjetividad práctica en la cual la vinculación entre los sujetos y, con ello, la comunidad de

individuos interrelacionados se aseguran por un movimiento de reconocimiento. El conflicto por

el reconocimiento comprende un momento negativo inscrito en el ámbito social, que significa no

el resultado sino la experiencia originaria de subjetivación que debe mantenerse a lo largo del

proceso de afirmación de la identidad individual.

La lógica que se da en la estructura del reconocimiento se liga a la idea honnethiana de una

“gramática moral”, según la cual las experiencias morales mediadas por el reconocimiento intersubjetivo

conducen a los individuos a la afirmación de su identidad, con vistas a un nivel cada vez más

consolidado de marcada y escueta individualidad, que conlleva a una necesraia

autonomía. Al apoyarse la propuesta metodológica característica de laTeoría Crítica en el diálogo

con las ciencias particulares, Honneth le inyecta una inflexión empírica al planteamiento

hegeliano, inspirándose en la psicología social de G.H. Mead. Su objetivo es encontrar la gramática

moral propia de la familia, la sociedad civil y el Estado. En líneas generales, la tesis honnethiana

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muestra que a la familia le compete la experiencia del amor; al Estado, la del reconocimiento

jurídico; y a la sociedad civil le conviene la experiencia de la solidaridad.

La parte final del capítulo del libro está dedicada a la propuesta de un modelo formal de

eticidad, orientada a una concepción de la vida buena. Explica Honneth:

“El concepto de eticidad se refiere al todo de las condiciones intersubjetivas, de las cuales se

puede demostrar que sirven a la auto-realización individual en la calidad y presupuestos

normativos” (Honneth 2003: 271-272). Honneth, así, intenta evitar formas particulares de la vida

buena circunscritas a contextos singulares: por un lado, se propone una concepción de eticidad que

sea planteada de manera abierta, concediendo espacio a una configuración particular variable

de acuerdo con características espacio-temporales. En su concepción – semejante a la de Habermas

- Honneth extrae del proyecto kantiano la propuesta de un modelo universal normativo, al mismo

tiempo que encuentra en Hegel las ventajas de un modelo intersubjetivo de eticidad. El sentido de

universalidad permanece, en cuanto por gramática se entiende una estructura compartida por todos

los miembros de la sociedad, aplicada, en el caso de la teoría del reconocimiento, a las formas

de reconocimiento y patologías generadas cuando estas formas son deficientes o inexistentes. Al

mismo tiempo, el formato que tales relaciones adquieren permanece variable. Con ello Honneth

pretende fortalecer un modelo “pos-tradicional de eticidad”, un modelo que está anclado en la historia,

abierto a cambios, pero que no pierda su tenor normativo. Una vez dibujados los contornos de su

forma, los contenidos morales (que requieren formas específicas de reconocimiento) se inspiran

en ella, pero el formato de estas relaciones no está predeterminado. El desarrollo de esa relación entre forma

y contenido es el núcleo sobre el que los escritos posteriores centran las respuestas a las críticas e

imprecisiones de este proyecto sistemático originario.

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La justicia y su otro: normatividad reinterpretada

El proyecto originario de Honneth presentado en la lucha por el reconocimiento ha sido desarrollado

en diferentes aspectos, en los que se destaca la importancia que las directrices para una teoría de

la justicia han adquirido en los escritos posteriores.

En la interpretación de Honneth, las esferas de la eticidad (Familia, Sociedad Civil y Estado) representan

un creciente grado de satisfacción de carencias posibilitadas por relaciones de reconocimiento- cuyas

características varían en cada una de ellas - donde se revela una jerarquización de esas esferas a

partir de la concepción de niveles más complejos de individualidad.

La intención del autor es concebir un proyecto de ampliación de la estructura normativa

además de aquella proporcionada por el derecho en sentido estricto, desarrollado sobre la idea de

un otro de la Justicia, procurando no restringir -como fue la tendencia de las últimas décadas - la

normatividad a las formas jurídicamente institucionalizadas, pero ampliarlas a relaciones afectivas

y que involucren otras experiencias cotidianas – como en el amor, la amistad o incluso en

consideración a las relaciones de mercado - cuyo desarrollo bajo una forma más precisa de teoría

de la justicia viene trabajando recientemente.

El retorno del psicoanálisis en la Teoría Crítica

Aunque Habermas había destacado el papel de Freud para un análisis crítico de la sociedad, opta

posteriormente por recurrir a la psicología social de Mead y a la psicología moral de Kohlberg y

Piaget como modelo para su teoría de la acción comunicativa, abandonando así la importancia que

el psicoanálisis tenía en el proyecto original de la Teoría Crítica. Una clave interpretativa de

orientación psicoanalítica vuelve a ocupar un papel importante en el proyecto de Honneth, que ya

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en la lucha por el reconocimiento recurre a los trabajos del psicoanalista inglés Donald Winnicott

para la discusión sobre el amor.

El amor en la familia constituye relaciones primarias de reconocimiento: en la experiencia

del amor el niño desarrolla el sentimiento de auto-confianza fundamental para la ulterior

participación en las otras esferas sociales.

Para explicar el tipo de relación de reconocimiento específico de la familia, el planteamiento

psicoanalítico sustentado empíricamente se mostrará eficaz para la propuesta teórica que Honneth encontrará

entre Hegel y Mead.

Si inicialmente el psicoanálisis apoyaba la discusión específica sobre la constitución

fundamental del amor en las relaciones primarias, ella es desarrollada bajo otros parámetros a lo

largo de los demás escritos de Honneth.

En otros diversos y pertinentes trabajos posteriores sobre diferentes aspectos holísticos, el

autor va a discutir aspectos de Freud y de la teoría de las relaciones deobjetos para explicar una

dimensión más amplia de un análisis social y sus patologías. Con esa reconstrucción

se articula una crítica de la sociedad y sus patologías, en la tentativa de comprensión del desarrollo

de la identidad subjetiva.

En el ámbito de una Teoría Crítica de la sociedad –sugiere una interpretación tanto para problemas

de subjetivación sea en un nivel primario - en las relaciones afectivas en la familia- como en una

dimensión más amplia de modos de constitución social que resultan en relaciones intersubjetivas

deficientes. En último análisis, la pregunta sobre patologías subjetivas conduce a su vínculo con

modelos deficientes de racionalidad, de donde Honneth parte para otros desdoblamientos a partir de la

categoría del reconocimiento.

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La Teoría Crítica, escribe Honneth, se distingue de otras teorías sociales en cuanto ellas

pueden dar “un contenido objetivo a los patrones de la crítica en la praxis pre-teórica” (Honneth

2000b:92), uniendo explicación teórica y praxis normativa. Ya en su revisión de la teoría hegeliana

de la eticidad, Honneth se pregunta por el “nivel cognitivo de los juegos de lenguaje”, donde se subraya “la

relación estrecha que Hegel acredita siempre existir entre modo cognitivo, forma de reconocimiento y

auto-realización”, sugiriendo el entrelazamiento entre “los niveles de individualidad y determinadas

formas de conocimiento” (Honneth 2007: 213-124). Siguiendo esa línea, en los últimos años el

autor desarrolló el concepto de reconocimiento como categoría fundamental no sólo en el cuadro

dela filosofía práctica, sino también en cuanto propuesta de respuesta a preguntas tanto ontológicas

como epistemológicas.

No se trata por tanto de la “instrumentalización” de personas, sino apunta a algo más

radical: a una dimensión afectiva – que constituye más originariamente la subjetividad – donde

prevalece un modelo de racionalidad que sale al paso de la distorsión de prácticas de

reconocimiento básicas para la integridad del individuo. En discusión con un vasto abanico de autores

como Heidegger, John Dewey, Stanley Cavell, Adorno y Michael Tomasello, Honneth describe como la

experiencia del reconocimiento apunta que a una relación teórico-cognitiva le precede siempre una

relación intersubjetivo-afectiva. El reconocimiento deja de cumplir ese papel de relación originaria

comprendida en los aspectos afectivos de la racionalidad. De ese modo, el cambio de orientación

del modelo comunicativo al de reconocimiento apunta - en gran parte todavía implícitamente- la

revisión de un modelo de racionalidad que comprenda una interpretación peculiar de la praxis pre-

teórica, como un retorno a algunos aspectos del inicio de la Teoría Crítica.

A través del amor, del sufrimiento, de experiencias de humillación y de falta de respeto, se

revelan prácticas cotidianas que no se dejan reducir a aspectos comunicativo-argumentativos, lo

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cual conduce a la revisión de un modelo de racionalidad comunicativa. Honneth se identifica con

el hecho de que un recuerdo del origen de su pensamiento de momentos anteriores de empatía y

afecto” posibilitan que “los sujetos, a pesar de todo el deslumbramiento, continúen interesados en

la liberación de su razón. Esa problematización de la dimensión estrictamente comunicativa de la

racionalidad conduce a la revisión de una teoría de la intersubjetividad a la que se complementa

con un aspecto no presente en la comunicación meramente argumentativa.

Ese sentido revalidado del reconocimiento apunta a nuevas formas de aplicación, al mismo

tiempo que revela aspectos que requieren un complemento categórico que extrapola el enunciado

en el proyecto inicial de la teoría del reconocimiento.

En el campo de la filosofía social y práctica, Honneth está actualmente asociado con el proyecto

de revitalizar la teoría crítica por medio de una teoría del reconocimiento o teoría del

reconocimiento recíproco, cuyo primer bosquejo fue esbozado en su obra La lucha por el

reconocimiento (edición original alemana de 1992, traducción al castellano de 1997). El trabajo

de Honneth consiste en articular la dimensión descriptiva de una teoría del reconocimiento con la

descripción prescriptiva de una teoría moral. Para ello, se apoya en la premisa antropológica según

la cual "el hombre solamente es hombre entre los hombres" (Fichte), es decir que la relación

práctica consigo se constituye en una relación con el otro.

La teoría del reconocimiento de Honneth y la sociología de la educación

El objeto de la sociología de la educación puede ser considerado de maneras distintas. La

educación es un derecho, un sistema o un conjunto de cambios en las personas. Frecuentemente,

la sociología de la educación reduce su objeto al análisis de un sistema social y, más aún, al estudio

del dispositivo escolar, y todavía más, a la crítica del carácter ideológico del currículum. La

perspectiva del reconocimiento tiene, en primer lugar, la virtualidad de recuperar un enfoque

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amplio, casi cenital, que pretende combinarlo descriptivo con lo normativo y lo general con lo

particular, por lo que es adecuada para obtener una indicada y adecuada noción de educación. La

aplicación de la teoría del reconocimiento a la sociología de la educación tiene que evitar los

simplismos. Por ejemplo, identificar los modos de reconocimiento del amor, el derecho y la

solidaridad o el reconocimiento de la aportación a lo colectivo, con los niveles educativos

centrados en el cuidado (educación infantil y primaria), la socialización de la ciudadanía

(secundaria) y la instrucción para el beneficio colectivo (secundaria postobligatoria o terciaria). El

mismo Honneth ha defendido que la educación no coincide con un modo de reconocimiento

concreto.

Citaremos en extenso las propias palabras de Honneth en una entrevista que le realizaron

en el año 2016 y que se ha publicado recientemente (Honneth 2017):

«La idea que en nuestras sociedades las escuelas están determinadas por dos normas que

compiten mutuamente, la adopté del sociólogo francés François Dubet; este ha querido

mostrar en una investigación muy bella que en las escuelas predomina tanto la norma de la

“igualdad” como la norma del “rendimiento”, sin que quede establecido de una vez por todas de

forma institucional cómo se deben relacionarla una con la otra. Esto me parece una idea

altamente fructífera, que naturalmente se podría traducir con facilidad a mi teoría de

reconocimiento: en nuestro sistema escolar se dirige a las alumnas y los alumnos o bien como a

futuros ciudadanos, con la pretensión de que tengan las mismas posibilidades de participación y

colaboración, o bien como a portadores de rendimientos en el mercado de trabajo, con todas las

diferencias ya existentes en el correspondiente perfil del rendimiento. La misma distinción entre

las dos formas de reconocimiento se puede describir también de manera que en el primer caso se

comprende la enseñanza escolar como preparación a la formación de la voluntad democrática,

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mientras que en el segundo caso la enseñanza es entendida como cualificación pedagógica para

el mercado laboral capitalista; en un caso, la escuela forma la bisagra institucional entre la

socialización familiar y el Estado democrático de derecho, en el otro caso es la bisagra

institucional entre la familia y el sistema económico. Sobre cuál de las dos principios

de reconocimiento domina en la escuela en cada momento, deciden siempre, tal como lo veo yo,

las disputas político-morales dentro del ámbito público acerca del papel y de la tarea de la

educación escolar; y, según mi impresión, no hay duda de que hoy en día, en la ejecución de la

llamada trasformación “neoliberal” del capitalismo occidental, el segundo principio de

reconocimiento ha alcanzado el predominio, fuertemente apoyado por parte de los padres de las

capas sociales más altas que así esperan ventajas competitivas para sus hijas e hijos en el mercado

laboral. Por regla general quizá se podría decir que en épocas de reformas democráticas y de un

mercado contraído siempre alcanza el predominio en el sistema escolar el primer principio de

reconocimiento –como en los años 60 y 70–, mientras que en épocas del retroceso se impone el

principio de rendimiento. Pero desde luego hay que tener cuidado con tales generalizaciones

históricas».

Al hilo de la exposición del autor, se logra entender fácilmente que una

primera gran consecuencia de la aplicación de la teoría del reconocimiento a la sociología de la

educación es la superación de las perspectivas de la acción comunicativa, que han gozado de gran

predicamento. La teoría del reconocimiento cercena el vínculo entre universalidad discursiva y

primacía moral, que Habermas (2010) creyó ver ratificado en la aplicación que Lawrence Kohlberg

hizo de las teorías de Piaget. Cortado ese nexo no con la navaja de Ockham, sino más bien con el

estilete de Foucault y Bourdieu, tendría que disolverse aquella noche dialógica en la que todos

los gatos son pardos, que hubiera dicho Hegel.

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De todas formas, como consecuencia de esta pluralización también la teoría del

reconocimiento ganó importancia de forma notable en las ciencias de educación, sobre todo, si lo

contemplo de manera adecuada, en la pedagogía general, pero también en la investigación empírica

sobre la escuela. En la medida en la que soy capaz de abarcar este interesante campo, se realizan

desde hace algunos años investigaciones fascinantes sobre la negociación de reconocimiento entre

profesores y alumnos por un lado y entre diferentes grupos de alumnos por el otro: en ello se sigue

naturalmente la idea de que tales conflictos de reconocimiento se efectúan al principio por debajo

del umbral de la articulación verbal y que giran alrededor de definiciones y atribuciones de

“rendimiento”, “competencia” y “éxito”. Así se hace visible de repente la enseñanza escolar e

incluso toda escuela como institución un trasfondo hasta ahora desatendido en buena medida, a

saber la pugna de las personas implicadas –profesorado, alumnado y, lamentablemente también,

padres y madres– por disponer de la autoridad para establecer criterios de rendimiento, objetivos

de la enseñanza e incluso las tareas más generales de la escuela como tal. Todo ello está cambiando

constantemente, pero solo se puede apreciar cuando se deja el nivel de la comunicación oficial y

se enfoca al intercambio de gestos corporales, de señales silenciosas y del currículo“oculto”, como

se denomina en las investigaciones.

En conclusión, la teoría del reconocimiento ha realizado aportes significativos a una

sociología dela educación que esté a la altura de la teoría sociológica más reciente y, al mismo

tiempo, puede beneficiarse de múltiples aportaciones sobre la educación y el aprendizaje, algunas

de las cuales proceden de la sociología de la educación.

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Para terminar podemos afirmar categóricamente que en relación con el tema de la educación, no se puede

entender la Escuela Nueva, por ejemplo, sin el nexo con aquella hermenéutica formativa de Hegel,

pero Honneth no ha dado ese paso. Si adoptáramos esa perspectiva dialéctica, cobraría unos enormes avances en el

proceso enseñanza-aprendizaje.

Elaborado por: Mag. WILBER GUSTAVO LOBO RINCON

“La Educación no es la respuesta a la pregunta.


La Educación es el medio para encontrar
la respuesta a todas las preguntas”
William Allin

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