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ALGUNOS TEÓLOGOS MODERNOS.

Entre los que han reflexionado modernamente sobre el misterio trinitario vamos a elegir tres por la
trascendencia de su pensamiento. Haremos Una presentación esquemática destacando lo esencial.

KARL RAHNER.
Parte de la afirmación de que Dios posee en sí mismo la cualidad de siendo infinito expresarse en la
historia.
“esta unidad, que es la última y la más originaria, que todo lo sostiene, siendo infinita y todo
poderosa, no habita en una soledad simplemente lejana y básicamente separada del hombre, sino
que, sin que se divida su carácter único, puede introducirse y estar presente e incluso concretizarse
como tal en la pluralidad del mundo… Por eso el monoteísmo cristiano puede entenderse como un
“monoteísmo universal”. Xabier Pikaza, Enchiridion Trinitatis. Pag. 650
Rahner hará famosa su frase: la trinidad económica es la trinidad inmanente. Por Trinidad
económica entiende el modo y la manera tal y como Dios se nos ha dado a conocer, la revelación.
Por Trinidad inmanente a la Trinidad tal cual es, es decir a la Trinidad en sí.
“En la historia de la salvación, tal como alcanza su punto culminante en Jesús, Dios se revela
como aquel que no tiene origen y que es incomprensible y así se le llama Padre. Él se revela como
aquel que, a pesar de su permanente incomprensibilidad, y de su carencia de origen, puede
expresarse verdaderamente a sí mismo en su “Hijo” Jesús. Él se revela como aquel que,
llamándose Espíritu de sí mismo, puede introducirse en el centro más íntimo de nuestra existencia,
sin renunciar a su más íntima y propia divinidad y sin destruir en su auto comunicación a la
creatura finita.(…) en todo eso, nosotros vemos claramente que, esos tres aspectos de la
comunicación de Dios a nosotros constituyen el verdadero Dios, tal como es en sí; vemos que esas
tres “modalidades” de la auto comunicación de Dios no pueden ser simplemente tres modalidades
o formas en las que nosotros recibimos a ese Dios que se comunica a sí mismo, porque de ese modo
se trataría de tres modalidades creadas y la auto comunicación de Dios vendría mediada a través
de unas propiedades finitas que provienen de nosotros; debemos afirmar por tanto que esas tres
modalidades de la donación histórico – salvífica de Dios le pertenecen a Él mismo, tal como es Él
mismo desde toda la eternidad y en sí mismo y que esta trinidad salvífica o económica es también y
necesariamente una trinidad inmanente de tal manera que Dios (si es que lo queremos decir así
para evitar la palabra persona que hoy se ha vuelto equívoca) existe en tres formas de
subsistencia, que expresan de forma unitaria la propiedad de su misma vida eterna y de la
posibilidad de su donación a nosotros, en la que Él se da a sí mismo”. Idem. 651-652.
Afirma que Dios fundamentalmente no es una esencia, sino tres persona; no es un Dios-Uno, sino
un Dios-Trino; donde cada persona actúa según su particularidad.
Dios es:
- Padre: origen no originado.
- Hijo: mediador histórico, autocomunicación de la Verdad.
- El Espíritu: es autocomunicación del amor.
Un aspecto importante de la reflexión de Rahner es el uso del concepto de persona. Hoy
entendemos una persona como una subjetividad independiente, lo cual nos puede llevar a concebir
la existencia de tres conciencias en Dios, un triteísmo. Propone el concepto de subsistencia en ves
de persona. De este modo Dios Uno existe en tres modos distintos de subsistencia.
“En la lógica normal del lenguaje cotidiano sólo se puede contar con número aquello que se repite
diversas veces como semejante, no aquello que es distinto y que se distingue en cuanto tal de un
modo fuerte.
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Cuando alguien habla, por tanto, de tres personas en Dios está insinuando de una forma estricta
(no arbitraria) que el concepto de persona, que se aplica de un modo igual y fuerte al Padre, al
Logos y al Espíritu, es único e igual, de manera que se aplica de la misma forma.
Pero esto va en contra de la doctrina dogmática de la trinidad, porque allí donde Padre, Logos y
Espíritu son lo mismo, ellos son absolutamente idénticos, de tal manera que, en sentido fuerte, esta
unidad solo viene dada una vez; y porque allí donde se distinguen entre sí ellos se distinguen sin
más (totalmente) de tal manera que estrictamente hablando no se puede contar por medio de
número
El Dios sin principio (llamado Padre) tiene desde la eternidad la posibilidad de expresarse
históricamente y también la posibilidad de introducirse en el centro más íntimo de la creatura
espiritual como Dinamismo y Meta de esa creatura. Estas dos posibilidades eternas, que son pura
actualidad, son Dios y se distinguen entre sí y de esa forma, a través de esa distinción, se
distinguen también del Dios sin principio.
En la medida en que pertenecen al mismo Dios, pues de otra manera no podrían ser el mismo Dios,
ellas pueden llamarse modos de subsistencia; de esa forma se expresa claramente el hecho de que
esos dos modos de darse de Dios en sí mismo, frente al mundo, pertenecen verdaderamente al
mismo Dios y no significan una pura modalidad que sólo vendrían a constituirse a través de la
libre decisión de Dios, pues en ese caso ellas pertenecerían solamente al ámbito de la finitud
creada no al mismo Dios”. Idem. 652.
De este modo debemos decir que:
“El Dios-Uno subsiste en tres formas distintas de subsistencia; las formas de subsistencia del
Padre-Hijo-Espíritu son distintas como relaciones opuestas y por eso estos “tres” no son el mismo;
el Padre-Hijo-Espíritu son el Dios-Uno en formas diferentes de subsistencia, y en ese sentido se
pueden contar “tres” en Dios.
Dios es “trino” por sus tres formas de subsistencia; Dios en cuanto subsiste en una forma
determinada de subsistencia (por ejemplo el Padre) es “diferente” del Dios que subsiste en otra
forma de subsistencia, pero no es algo distinto; la forma de subsistencia es distinta gracias a su
oposición relativa a otra, y es real gracias a su identidad con la esencia divina; por eso el que
subsiste en semejante forma de subsistencia es verdaderamente Dios”. (MS)
(Para completar se puede leer en el Mysterium Salutis T. II Págs. 330-331).

Heribert Mühlen.
Parte de las categorías de una metafísica de la comunión tal y como la presenta la filosofía. En el
ámbito de la conducta humana se dan dos modos originarios distintos que se expresan mediante los
pronombres personales yo-tu y nosotros.
Yo-tu nos refiere intercambiabilidad; si existe una relación de yo hacia el tú y viceversa. El nosotros
nos refiere una comunión de relaciones. Los pronombres no implican conciencia, ya que esto nos
conduce a un triteismo. Los pronombres son tres maneras distintas de existir Dios.
- El Padre es un Yo intratrinitario. Es origen no originado, expresa una relación con el Hijo de
Yo a Tu.
- El Hijo es un Tu intratrinitario. Se trata de una segunda persona a la que se dirige la primera,
animándola e invitándola a entrar en díalogo.
- El Espíritu es un Nosotros intratrinitario. Pues procede de una espiración activa del Padre y
del Hijo, los cuales se presentan como dos principios espirantes, pero un solo principio
espirado. De este modo el Padre y el Hijo se constituyen en un Yo para el espíritu, el cual es
un Tú.

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La Teología Latinoamericana de la Liberación.
Presenta una sistematización de la doctrina trinitaria a partir de la interpelación que produce la
realidad de América Latina, marcada por la opresión y anhelo de liberación.
Profundiza el Misterio a partir de las relaciones que se dan entre las divinas personas. Afirmando la
fe en la trinidad, lo cual se constituye en su punto de partida.
Tres conceptos Claves: Vida, comunión, perijóresis.
Dios es el Viviente.
Dios sobre todo es el Dios de la vida y la mayor realización del ser humano es la participación en
esa vida de Dios. Así lo vemos en el Antiguo Testamento Ej. Salmo 115,48; 36,10. De él viene la
Vida Salmo 104,3; Is. 42,5; Gén. 2,7. Es el defensor de la vida: 1sam. 17,26-36; Dt. 6,21. Es la
Vida: Jn. 11,25; 14,6; 5,26; y sobre todo 10,10. La resurrección es la señal de que es el Señor de la
vida y de la muerte.
¿Qué es la vida? Es autorrealización de un ek-sistente.
Auto: La vida saca vida de sí misma, de su propio ser. Aristóteles la llama entelechia; aquello que
tiene un fin y un sentido en sí mismo.
Realización: fuerza que transforma en real lo que es potencial.
Ek-sistencia: Propiedad del ser que ha partir desde dentro se relaciona hacia fuera con otros seres
estableciendo una comunión y unas relaciones de dar y recibir.
Dios es autorrealización eterna.
Cuando decimos Dios, queremos expresar a aquel que es la vida eterna y vive eternamente (Ap. 4,9;
10,6; 15,7) y que por eso mismo, es de suyo inmortal, es el viviente. Dios, más que vida es el vivir
absoluto, pues Él permanece en la vida por siempre.
La vida de Dios es autorrealización del ek-sistente eterno, es un viviente Trino. El Padre, el Hijo y
el Espíritu son tres vivientes eternos donde cada uno brota hacia el otro, se auto entrega sin
reservas.
Las características de las personas son:
- Ser para la otra.
- Por la otra.
- Con la otra.
- En la otra.
Toda persona no vive en sí – para sí, sino en sí misma – para la otra. La interpenetración y la
cohabitación de los tres son un proceso de autorrealización de la trinidad. Así podemos repetir la
fórmula: El Padre está todo en el Hijo y todo en el Espíritu; El Hijo está todo en el Padre y en el
Espíritu; El Espíritu está todo en el Padre y todo en el Hijo. Todos son igualmente eternos, infinitos
y amables en comunión.
Dios es un comulgar infinitos.
Comulgar con-vivir, hacerse uno con el otro. Implica entrar en relación, socializar, que implica
presencia del uno en el otro, reciprocidad, inmediatez. Presupone la existencia de un Ser en
apertura, Ser en trascendencia, Ser nosotros.
Para expresar este comulgar infinito usa el concepto de perijóresis, que los latinos traducen por
circumincessio y circuminsessio. Este concepto tiene dos significados uno dinámico y otro estático.
Circumincessio: señala que una persona contiene a la otra, inhabita, mora uno en el otro. Es una
situación estática. Significa que una persona está dentro de la otra, la envuelve por todas partes,
ocupando el mismo espacio, llenándola de su presencia.
Circuminsessio: tiene un sentido activo, dinámico. Indica interpenetrar, impregnar, compenetrar, de
las personas una con las otras.
“Leyendo la gesta de salvación de los divinos tres tal como nos la narran las Escrituras, se ve que
se trata de tres sujetos que dialogan entre sí, se aman, se relacionan íntimamente. Cada persona es
para las otras, nunca solamente para sí; es con las otras personas y en las otras personas. El amor
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eterno que las impregna y constituye, las une en una corriente vital tan infinita y completa que
surge la unidad entre ellas.
La unidad trinitaria, como ya señalamos anteriormente, es siempre la unión de las personas. No es
posterior a ellas, sino simultánea, ya que las personas están siempre unas con otras, y en las otras.
Las personas no son el resultado de la relación de la naturaleza consigo misma, sino que son
originales, ya que son co-eternas y co-iguales. No aparecen como concreciones del uno (naturaleza
o substancia o Espíritu absoluto o Sujeto absoluto), sino como tres sujetos en comunión eterna (y
por eso esencial), unidos siempre e interpenetrados entre sí”.

La unidad de los divinos tres en virtud de su comunión-perijóresis, se aprecia:


1. “El dato Bíblico, base de toda nuestra reflexión trinitaria, nos asegura: existe el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo, que en las profesiones de fe, en el culto y en la piedad de cada día son adorados
como Dios. Esto significa: la experiencia cristiana integra la diferencia en Dios sin multiplicar por
ello a Dios ni caer en el triteísmo o politeísmo. Esta profesión de fe está cargada de consecuencias
antropológicas y sociales, ya que supone que el fundamento último de la realidad no está en la
soledad del uno, sino en la co-existencia y en la comunión de los tres. Las visiones del mundo que
tienen como horizonte y como punto de partida de todo la unidad y la identidad tienen especiales
dificultades para convivir con las diferencias. En general, no las toleran; hacen todo lo posible
para someterla o reducirlas al imperio de lo uno y de la identidad…”
2. “El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no solamente son diferentes entre sí; son también
irreductibles los unos a los otros. Esto quiere decir que cada uno es único e impermutable. (…) La
impermutabilidad de las personas divinas se muestra en las características y acciones propias de
cada una de ellas, como nos revelan las Escrituras. El Padre se presenta como misterio abismal y
acogedor y como origen último de todo. Envía al Hijo al mundo y, junto con Él, al Espíritu Santo
como Espíritu del Hijo. El Hijo actúa de forma liberadora en medio de los hombres, instaurando el
plan del Padre, que es el Reino de la vida y la libertad. El Espíritu aparece como fuerza divina que
se vislumbra en la actuación del Hijo, y como entusiasmo que lleva a las personas a reconocerlo
como señor y descubrir el rostro del Padre”.
3. “Los tres diferentes e irreductibles se encuentran siempre y eternamente en comunión. Los
mismos nombres divinos designan relaciones. Así, el Padre es Padre en relación con el Hijo. El
Hijo es siempre Hijo del Padre. El Espíritu Santo es espirado por el Padre al proferir la Palabra
(el Hijo), ya que la Palabra (Hijo) y el Soplo (Espíritu) siempre vienen juntos. La diferencia no
significa oposición (uno no es el otro), ni la irreductibilidad quiere decir separación pura y simple.
Es la diversidad lo que permite la comunión, la reciprocidad y la mutua revelación”.
4. “Según las Escrituras hay un orden en las relaciones. Primero viene siempre el Padre. Segundo
el Hijo, como engendrado por el Padre. Tercero es el Espíritu Santo como aquel que procede y que
une por el amor…” (Para él éste no es un proceso de causa y efecto, sino descriptivo para marcar, al
mismo tiempo, la diferencia y la reciprocidad de las co-eternas personas)

Su mayor aporte es el poner de manifiesto las implicaciones sociales, económicas, políticas y


culturales que tiene la fe trinitaria. Si Dios es igualdad en diversidad, es comunión, las relaciones
sociales y personales del creyente deben ser iguales. Veamos algunas.

LA COMUNIÓN TRINITARIA COMO CRÍTICA E INSPIRACIÓN DE LA SOCIEDAD


HUMANA.
Los seres humanos, su ser y quehacer, debe inspirarse en el Dios Trino, de ahí que la fe trinitaria
debe servir de referencia para el análisis de la vida de los individuos y sociedades, al mismo tiempo
que inspiración para lograr la ortopraxis. Desde este punto de vista someterá a análisis a la sociedad
moderna.

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“La sociedad moderna, en las dos versiones que ha asumido históricamente en el socialismo y en
el capitalismo, presenta grandes desviaciones cuando se ve enfrentada con el ideal de la comunión
trinitaria.
Bajo el régimen liberal-capitalista se vive realmente una dictadura de la clase burguesa con sus
intereses individualistas y empresariales, resguardados siempre a partir del control del aparato del
Estado. Las sociedades en régimen socialista se estructuran según un principio verdadero, el de la
comunión entre todos, el de la participación de todos en la producción y reproducción de la vida.
Han captado la relevancia fundamental de lo social para la sociedad. Pero este elemento social es
comprendido y es actuado históricamente de una manera colectivista, es decir, no pasa por la
mediación indispensable de la acogida de las diferencias personales y de la comunidad de las
personas. Hemos de ver en el socialismo una especie de imposición de lo social de arriba abajo, a
partir del partido, que se entiende como vanguardia de la revolución social y como intérprete del
sentido de la historia.
“La sociedad que puede surgir bajo la inspiración del modelo trinitario tiene que ser fraternal,
igualitaria, rica por el espacio de expresión que concede a las diferencias personales y grupales.
Sólo una sociedad de hermanos y hermanas cuyo entramado social esté urdido por la participación
y la comunión de todos en todo podrá reivindicar la posibilidad de ser una pálida imagen y
semejanza de la Trinidad, el fundamento y el bienestar último del universo”.

LA IGLESIA, imagen de la Trinidad.


El misterio de la comunión trinitaria nos ayuda a comprender mejor como se ha de organizar la
Iglesia. Pues ella misma es un misterio, “ya que en su seno se encuentran el Hijo encarnado y el
Espíritu Santo como su principio de animación, de santificación y de comunión. Ella es el gran
sacramento del resucitado y del Espíritu…”
Cuestiona una organización eclesiástica centrada en lo uno, aferrada “a una visión del monoteísmo
pre-trinitario o a-trinitario”, favoreciendo una “Iglesia comunidad de los fieles”.
“La comunión perijorética de la comunidad, misterio solar, ilumina el misterio lunar de la Iglesia.
La Iglesia es un misterio derivado (mysterium derivatum, como decían los padres de la Iglesia) de
otros misterios más fundamentales, especialmente del misterio del amor y de la comunión entre los
divinos tres. Lo mismo que hay una koinonía trinitaria, también hay una koinonía eclesial. La
definición primera de la Iglesia es la siguiente: la comunidad de los fieles que están en comunión
con el Padre, por el Hijo encarnado, en el Espíritu Santificador, en comunión entre sí y con sus
coordinadores”.
Presenta la colegialidad episcopal como un signo de esa Iglesia-comunidad y a la comunión
trinitaria como fundamento teológico de la misma.
Leonardo Boff termina sus reflexiones afirmando que “este modelo perijorético de la Iglesia
somete todos los servicios eclesiales (el episcopado, el presbiterado, los ministerios laicales, etc.)
al imperativo de la comunión y de la participación de todos en todo lo que se refiere al bien de
todos. Entonces la Iglesia es de hecho “el pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”(LG4)”. Tomado de: La Trinidad, la mejor comunidad”.

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