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Deán Gregorio Funes

Antecedentes teóricos: Pensar la soberanía como instancia separada del soberano es algo que
tímidamente empieza a hacer Suárez con el doble pacto. Suárez plantea cómo justificar la autoridad
real, y por esto postula esta idea de doble pacto, un pacto de sujeción y un pacto de asociación previa,
que es como punto ciego porque deben ser postulado teóricamente para que sus ideas funcionen y al
mismo tiempo no puede pensarse en términos específicamente históricos. Es decir que la
fundamentación teórica de la soberanía está en el pueblo y al mismo tiempo el pueblo es impensable
como soberano. También había en Suárez una idea que va a reaparecer en Moreno y Funes, que es una
cierta idea de límites del poder (la justicia) y la idea de la finalidad que tiene el poder político (el
bien común).

Contexto histórico: segunda mitad del siglo XVIII en América.

● Surgen las reformas borbónicas, debidas fundamentalmente a Carlos III (el rey que va a elogiar
Funes) y el paso de la monarquía estamental a la monarquía ilustrada. Esta última
procura buscar el bien común frente al ideal de justicia del Antiguo Régimen (monarquía
estamental) en el cual la función del monarca era la de mantener el equilibrios entre estamentos,
lograr que ningún cuerpo se impusiera sobre otro. Las reformas borbónicas constituyen un enorme
intento de racionalización del ejercicio del poder y van a procurar una homogeneización de la
población a cargo del monarca. Por lo tanto, van a atacar sistemáticamente todos los derechos
particulares de cada “cuerpo”, porque en la monarquía estamental cada cuerpo se regía por sus
propias normas. Los pueblos indígenas tenían sus propias normas, los cuerpos del ejército, la
Iglesia y las órdenes. Cada uno con sus propios tribunales y derechos particulares. Esto genera un
enorme malestar en la población americana, de manera tal que más allá de los cambios
conceptuales, hay un terreno preparado para la revolución y en el caso porteño aún más, debido a
las invasiones inglesas.
● En las invasiones inglesas, un grupo de vecinos de la ciudad de Buenos Aires constituye milicias
y defiende este bastión del imperio español contra los invasores ingleses. A nadie se le ocurre
pensar allí la posibilidad de una revolución o de una independencia, pero se produce el
desplazamiento del virrey. Se reemplaza a Sobremonte por Santiago de Liniers.
● Carlos IV abdica y casi automáticamente Fernando VII es obligado a abdicar. Caído el rey, en
España se va a dar la formación de distintas juntas locales que finalmente van a confluir en una
Junta central que va a estar primero en Sevilla y luego se va a trasladar a Cádiz, que es el único
lugar que resiste la invasión francesa. En un momento en 1810 van a llamar a una institución
bastante olvidada de la tradición política que son las cortes. Se llama a cortes generales del reino
para establecer una nueva constitución. En 1810, cuando se convoca a las cortes de Cádiz, se va a
convocar a representantes de la nación española en su conjunto. No va a haber representantes de
los nobles o del clero o de los cuerpos militares sino que va a estar representada la nación española
en su conjunto y de hecho la representación va a ser proporcional y va a incluir a las provincias
americanas. Hay un enorme debate porque en el conteo de la población, no entran indígenas,
negros, mulatos y mestizos. Entraban solamente los blancos. Por lo tanto, América está
absolutamente sub-representada en esas cortes y además se nombra una serie de diputados
suplentes “hasta que lleguen” los diputados americanos. En Buenos Aires nunca se eligen esos
diputados, porque se desencadena el movimiento de Mayo antes, pero en algunos lugares de
América como México se llegan a enviar diputados y cuando llegan ya las cortes han caído. En esas
cortes que caen, que son el interlocutor polémico que eligen tanto Moreno como Funes, hay un
proyecto de dictar una nueva constitución a partir de la propuesta política de Melchor Gaspar de
Jovellanos.
● Entre las reformas borbónicas, se produce la creación del Virreinato del Río de la Plata en
1776-1777, que obedece a una mayor racionalidad administrativa. En busca de consolidar el
ejercicio del poder colonial se crea (y teniendo en cuenta sobre todo la amenaza permanente que
había sobre el Río de la Plata de los portugueses) el Virreinato del Río de la Plata.
● La expulsión de los jesuitas en 1767, la orden con el mayor poder territorial sobre los distintos
espacios coloniales de América. Esto muestra que se procura restarle poder a todo el clero regular.
Todas las órdenes se ven afectadas por las reformas borbónicas. Hay una idea de los sacerdotes y
párrocos rurales como funcionarios públicos, que en consecuencia deben no sólo procurar
el bienestar espiritual de la gente a su cargo sino también operar siguiendo las órdenes específicas
del poder civil.
● La gradual liberalización del comercio.
● Algo que también va a hacer historia como una justificación bastante concreta de los movimientos
de emancipación, es que los principales cargos de la organización colonial van a ser
ocupados por peninsulares, no por españoles americanos. Hay entonces una intervención muy
fuerte sobre el territorio que genera una gran cantidad de rispideces con las oligarquías locales, con
grupos criollos que estaban asentados hace dos, tres siglos y que estaban acostumbrados a ser los
estamentos dominantes de las colonias. Este ejercicio concreto del poder va en el sentido de
centralizar el poder en la metrópoli.
● Van a aparecer los primeros letrados con una formación laica, que van a tener una formación
eminentemente legal frente a los letrados de antes del último cuarto del siglo XVIII, que eran
centralmente sacerdotes (ejemplos: Moreno, Belgrano, Funes es cura y doctor en leyes).

Oración fúnebre a Carlos III (1789)

Objetivo del texto: Esta oración fúnebre es en cumplimiento de una obligación ritual (exequias del
monarca muerto) pero también aprovecha esta oportunidad para hacer otra cosa. Contrastando esta
oración fúnebre con otras, como aquella del arzobispo de Charcas, vemos que son muy diferentes. En
esta última, Carlos III aparece como un santo, como un hombre extremadamente piadoso,
absolutamente entregado a la religión y a la devoción y en suma, parece que su gobierno hubiera
estado en manos de sus ministros y no de él, porque de su obra de gobierno no dice nada. En cambio,
Funes construye una imagen del monarca ilustrado reformador, y así mismo construye una
imagen distinta de su propia figura como letrado erudito e ilustrado, que tiene que ver con el
tipo de fuentes que usa (autoridades eclesiásticas, la patrística y el Antiguo Testamento, pero también
autores del derecho canónico y del derecho civil).

Organización retórica del texto: al principio y al final hay una apelación afectiva a los lectores
(humillitas) propia del género de oración fúnebre. Recurre a la fuerte ligazón afectiva del vasallo con
el monarca que la teoría política barroca sostiene. Empieza así:

“Yo no pienso, señores, defraudar vuestra esperanza, si en el mismo día que habéis destinado
para hacer ostentación de vuestros duelos por la muerte del Muy Alto, Muy Poderoso y Muy
Excelente Rey Don Carlos III, Monarca de Dos Mundos, me presento en este sagrado puesto
sin designio de ponderar la grandeza de vuestro sentimiento. No es la lengua el instrumento
más expresivo cuando pueden hablar las acciones y los ojos, y las mías qué podrían añadir a
las demostraciones de dolor de estas lúgubres ceremonias, de ese Túmulo elocuente, de esos
semblantes melancólicos, de esas vestiduras de luto, ni de esas acciones que retrataron
fielmente vuestra interior aflicción al oír decir ‘el rey es, es muerto el rey’”.

En lo que se va a centrar él a lo largo del texto es en presentar con ánimos de objetividad la obra de
gobierno del monarca, por eso dice que “no es la lengua el instrumento más expresivo cuando pueden
hablar las acciones y los ojos”.

“Qué importa que el hombre haya nacido independiente, soberano, árbitro y juez de sus
acciones. Estos privilegios del género humano en su infancia debieron cesar en su adolescencia,
no viendo en este estado más ley que la que imponía el más fuerte. Qué venía a ser la vida, el
honor y la ascienda si no vienen contingentes de que podía ser privada impunemente. Para
ocurrir a estos malos fue necesario renunciar la igualdad de las condiciones y levantar por
medio de un pacto social un personaje moral, que uniendo en sus manos y en su espíritu la
fuerza y la razón de todos nos pusiese en estado de seguridad y defensa y mantuviese la paz,
terminando las contiendas que de ciudadano en ciudadano habían de suscitar sus diferentes
pretensiones.”

Era necesaria una autoridad para establecer la idea de justicia (justicia en el sentido del
antiguo régimen, de equilibrio entre individuos o entre cuerpos, de evitar o de zanjar los conflictos que
aparecen en una sociedad).

“Y si éstos son los fines de la soberanía ¿quién no ve descender del trono estas dos esenciales
obligaciones, defender al Estado con la fuerza de las armas y gobernarlo con el imperio de la
razón?”

“La vida del héroe a quien lloramos es el mejor tratado práctico que ha dado a luz el siglo XVIII
sobre estas dos inseparables obligaciones del reinar.”

En la Oración él va a concebir el fin del poder como doble. Las dos obligaciones del reinar son (1)
defender la paz interna del reino, mantener el equilibrio entre los individuos y los cuerpos que
forman el reino, en el ideal del antiguo régimen, y (2) buscar el bien común. La (1) involucra la
soberanía (ser fundamento de la comunidad, el fin propiamente político) y la (2) involucra el gobierno
(Halperín Donghi → la innovación del pensamiento ilustrado respecto del barroco es empezar a pensar como
único fin del poder el bien común.) Eso que era problemático en Finestrad, convive de manera aproblemática en
la figura de Carlos III que elabora Funes. Son dos obligaciones distintas que se imponen al soberano, y la que él
va a elogiar va a ser (2), aunque en ningún momento se va a derivar ninguna consecuencia crítica a partir de
postular esta ficción del pacto social.

“Dios, a quién pertenece el derecho de hacer pasar las coronas de una cabeza a otra, ciñe su
frente con la de España y lo hace sentar sobre un trono tan justamente merecido.”

El origen del poder es divino en última instancia, más allá de la existencia de un pacto social. Va a
afirmar otra idea finestradeana (p. 311): que en tanto el origen del poder es divino sólo compete a
Dios, solo Él puede juzgar a los monarcas.

“Son tan del príncipe los males que afligen a nuestro pueblo como del alma los que molestan
nuestros cuerpos. Sólo la desunión de estos admirables compuestos puede conceder a sus
formas el privilegio de la apatía. Si el príncipe mientras reina no recibe las sensaciones
desagradables de sus vasallos hay en él un trastorno moral, en efecto, el príncipe puede
equivocarse. Que formará su proceso ante Dios, que lo puso y sólo puede juzgarlo.”

Pero inmediatamente después limita los alcances de cualquier equivocación del monarca. Si un
monarca se equivoca, lo va a juzgar Dios. Pero estamos hablando de Carlos, obviamente no se
equivocó.

Funes va a hacer mención de los méritos militares del monarca, de las reformas en los cuerpos de
milicia, de los avances diplomáticos, las reformas ilustradas, el combate a la pobreza y a la ignorancia
(p. 307) y las reformas económicas, en una tríada típica del pensamiento de fines del siglo XVIII y
XIX, las reformas del agro, del comercio y la industria, en donde se cuela también bastante el discurso
ilustrado de la economía política.

"A nosotros pertenece la afrenta del abuso de la abundancia, a los reyes la obligación y la gloria
de procurarnos por todos los medios la más sólida felicidad. Esto hizo Carlos vivificando la
agricultura y las artes, y esto hizo también restituyendo al comercio de la nación la elasticidad
de sus resortes. Las pingues cosechas de la industria odaban al reino en su propia abundancia."

La obligación del monarca de procurar la felicidad del pueblo. Esto es todo lo que Carlos
hizo bien, pero más allá de que lo haya hecho bien o mal, subraya la obligación de hacerlo como
concepción del poder ligada al gobierno, que va mucho más allá de la economía. Por eso hablaba de
intervenir sobre la población y el territorio, porque los otros monumentos que va a dejar Carlos y que
Funes va a nombrar como parte de su legado, son las leyes, las artes, la renovación de las
universidades, la renovación de las ciencias, la fundación de academias, la redacción del primer
diccionario usual de la lengua castellana, y menciona en particular y en último lugar (que hace a la
sutileza del orador) la creación del virreinato del Río de la Plata.
En la segunda parte de la obra se va a concentrar en el carácter piadoso del monarca. Va a
hablar de todos los sufrimientos que tuvo que padecer por sus desgracias personales y también va
nombrar todas las obras piadosas en términos concretos: la fundación de seminarios, la
creación de obispados y de iglesias, para terminar refiriéndose a su lugar de la enunciación, la catedral
cordobesa.

"Levantar templos, dotar iglesias, condecorarlas. Esto ha querido ser rey, ser príncipe, ser padre
de la patria. Oh Carlos, qué glorioso es vuestro reinado por este aspecto. Yo tengo miedo de
entrar en la relación individual de los hechos, [...] hablad por mí, santo templo, que hoy nos
junta a rociar sus cenizas con lágrimas. Tú lo habéis visto mejor que otro alguno tapar con una
mano los ojos para no ver las necesidades del Estado, entre tanto que alargaba la otra para
adornarte y hermosearte." (p. 366)

Carlos había dispuesto una parte del presupuesto para reparar la catedral cordobesa. Esto obliga a
pensar la pragmática del texto y sus modos de circulación que tiene, porque el lector porteño
no tenía el “santo templo” sobre su cabeza. Por un lado, tenemos esa circulación restringida en el
ámbito de la oralidad, un ámbito cerrado dentro de la propia catedral, en cumplimiento de una
obligación ritual como tantas otras y que, sin embargo, es aprovechada por Funes para establecerse a
sí mismo como un erudito ilustrado que, por otro lado, va a aprovechar las oportunidades que le da la
imprenta porteña para lograr circular en la capital del virreinato. Buenos Aires se presentaba como la
ciudad más ilustrada del virreinato, como la ciudad más "moderna", sobre todo en contraste con la
conservadora Córdoba. Entonces, la posibilidad de publicar en Buenos Aires le permitió circular en
otro ámbito y empezar a crear una figura de erudito ilustrado allí.
Lectura historiográfica de Funes
Para 1810, Funes es considerado un erudito, pero era evidente que su carrera eclesiástica se había
estancado. La revolución aparece para él como una enorme oportunidad de encontrar otra carrera
dentro de la política. Entonces, para la historiografía liberal y de izquierda, Funes era
conservador, alguien que adhiere a un evento revolucionario, pero adhiere de modo
timorato e incluso hay gente que va a decir que adhiere por conveniencia personal o
porque no le queda otra (cuestionable). Y por otro lado, para la historiografía católica, es
un cura demasiado ilustrado, pero es un cura que afirma el derecho de patronato (es
decir, el derecho del monarca a meterse en la vida de la Iglesia). Por eso Funes es una figura que no
tiene muchos defensores.

“Tesis épica” de la Revolución: Versión según la cual las revoluciones de la emancipación americana
tienen su origen principalmente en sus actores. Los revolucionarios adoptaron ideas liberales y
pusieron en marcha una revolución en nombre de un sujeto que todavía no existía, la nación, para
emanciparse del poder imperial español. El programa liberal aparece acabado y completo desde las
primeras revoluciones, desde los primeros movimientos revolucionarios, e incluso se construye para
atrás: a partir de la revolución de Mayo se van a pensar las revueltas de Tupac Amaru, las revueltas de
los comuneros o el levantamiento de La Paz en 1809 como antecedentes de las revoluciones
americanas en general (y de la Revolución de Mayo en particular). Frente a eso hay un enorme cambio
historiográfico que tiene lugar a partir de la década del 80’ en México, que fue denominado "tesis
revisionista"1. Su figura principal fue François Xavier Guerra. Se trató de un cambio que afectó al
consenso historiográfico de toda Hispanoamérica (y también del mundo español). La tesis revisionista
entendió a la independencia no como resultado de un programa de emancipación previamente
asumido por las élites criollas sino como una consecuencia de la vacancia real de 1808. El título
irónico de tesis “épica” (puesto por Palti en El tiempo de la política) tiene que ver con esto: para la
tesis revisionista, lo que da origen a las revoluciones americanas no es un afán de libertad e igualdad
sino el hecho casi fortuito de que Napoleón invade España, Carlos IV abdica a favor de su hijo
Fernando VII, Napoleón obliga a Fernando VII a devolver la corona a Carlos y, en el mismo acto, este
abdica a favor de José Bonaparte, el hermano de Napoleón y queda preso, en unas cortes que están en
Bayona, que para los españoles se llaman "la farsa de Bayona", porque en realidad Napoleón ya tenía
todo preparado. Él instala en todo el imperio español la vacancia real, el rey está preso de una
potencia extranjera y básicamente si bien la estructura del Estado continúa su funcionamiento,
empiezan preguntas muy serias respecto de quién manda en este momento. Problema: hubo otros
momentos de vacancia real en la historia española, de hecho hubo un período largo en el que España
no tiene un rey legitimado: la Guerra de sucesión entre Hasburgos y Borbones (1700-1713).
Finalmente ganan los borbones, pero hay un período largo en el que la maquinaria colonial sigue
funcionando perfectamente, incluso dentro de la propia península no se cuestionan las bases del
poder real. En ese sentido yo decía antes que la crisis es previa a la revolución, la crisis es la del
lenguaje político de la neoescolástica y de la teoría política del barroco. Fundamentalmente, porque
eso que aparecía como problemas insolubles en Suárez, ahora van a ser evidentes y va a ser necesario
darles una respuesta. Una vez que se acepta la tesis de la soberanía popular en el sentido de que tiene
su origen en el pueblo, la posibilidad de que esa soberanía vuelva al pueblo, vuelva a su origen, está
latente y permanece latente durante dos siglos y en algún momento se vuelve evidente.

Constitucionalismo
Melchor Gaspar de Jovellanos elabora ya en 1780 la primera piedra del enorme edificio que se conoce
como constitucionalismo histórico. El constitucionalismo histórico va a ver en la antigua
constitución española las bases de la monarquía, porque va a decir que España nunca fue un país
absolutista. Los monarcas borbones han traicionado a la constitución española, porque en España
siempre hubo una monarquía compuesta en la que los derechos provenían del pueblo.
El término clave es el de constitución. El mismo concepto de constitución está tensionado por dos
formas de pensarlo. (1) La “antigua constitución” es la acumulación de leyes y disposiciones, incluso
de costumbres, desde tiempos inmemoriales. Esto es lo que habitualmente se llama constitución
histórica o constitución material, al estilo de Gran Bretaña, país que no tiene una constitución sino
una Bill of Rights, una serie de elementos jurídicos acumulados a lo largo de la historia aprox. desde el
1200 hasta hoy, pero que no tiene un texto constitucional como tenemos nosotros. (2) Otra idea de
constitución es la idea de una ley fundamental otorgada por un cuerpo convocado a los efectos de
dictar esa ley fundamental. De hecho eso es lo que va a terminar haciendo en las cortes de Cádiz en
1812, dictando la constitución de Cádiz que va a ser un enorme experimento político. Luego va a ser

1
Nada que ver con lo que entendemos por revisionismo en Argentina.
anulada cuando vuelve Fernando VII en 1815, pero como texto político va a tener un enorme peso en
todos los modelos constitucionales de América y también en otros lugares de Europa que están
tentando alternativas republicanas.

Para Moreno y para Funes, la vacancia real es vacancia legal. C/u va a tratar de responder a eso.

Funes en la Gaceta (1810)

La Gaceta de Buenos Aires: Prensa y órgano oficial de propaganda. Es una especie de boletín oficial
del gobierno que hace propaganda de la acción de gobierno. Eran incluidos en ella aquellos que
estaban de acuerdo con el gobierno revolucionario que ha surgido el 25 de mayo.

La noticia de la Revolución de Mayo llega a Córdoba el 30 de mayo. Se llama a una junta a el


gobernador de Córdoba, al obispo y a algunos miembros de la aristocracia cordobesa (incluido Funes)
para ver cómo proseguir. La orden es esperar. Se espera hasta el 4 de junio, que llega la confirmación
oficial de la junta y el pedido de que las autoridades cordobesas adhieran a esa junta. Entonces, Funes
redacta este texto que expresa su parecer y que después va a ser publicado en la prensa porteña el 7 de
agosto de 1810. Se trata de la primera intervención de Funes en la Gaceta de Buenos Aires.

"Si por el orden gradual de los acontecimientos desde la prisión de nuestro Rey Fernando
había venido a encontrarse el reino, y principalmente la América en el lamentable estado de
una orfandad política. Partiendo de este principio, nada parecía más en el orden, como
apresurarse a dar a la patria desamparada, esa autoridad tutelar, sin la que la razón del
hombre siempre niño solo habla a sus pasiones en un lenguaje tímido y balbuceante." (p. 260)

Acá aparece esta idea de vacancia real = vacancia legal. Dice acá que la ausencia del rey implica
una ausencia de todo el orden legal y una especie de horror vacui. Por lo tanto, dice Funes, es
imprescindible constituir una autoridad o, caso contrario, la patria permanecerá desamparada sin esa
autoridad tutelar. La argumentación de esta primera intervención respecto de la validez de la junta es
absolutamente pragmática, no resuelve para nada la cuestión filosófica de fondo. Más adelante, va a
sostener que la tranquilidad pública es el bien supremo (nuevamente, eso no es respuesta a este
problema):

"En efecto el reposo interior de una república es un bien que a ningún otro se subordina. Su
utilidad costó al hombre todo el precio de su primitiva libertad y va siempre unida al objeto
primario de la sociedad. Los magistrados mismos se establecieron en su obsequio y es gloria
suya ser los siervos de la república. " (p. 263)

"Por otra vía más breve y más segura, creyó el deán Funes2 que debía encaminar su consejo.
Este fue, como se ha visto la de evitar las consecuencias funestas de una guerra civil. La
imbecilidad de este pueblo para poderla sostener y la de que siendo este asunto de primera
entidad, debía tratarse común."

2
Por qué habla en tercera persona!?
Lo que hace Funes de vuelta es autorizarse a sí mismo como el primer revolucionario cordobés.
Apenas conoce la noticia de la revolución, va a adherir al nuevo orden y va a preocuparse en agosto
por señalar eso en la prensa porteña.

En el segundo de los textos (Octubre 1810) la argumentación de Funes es mucho más política,
porque la junta decide consultarle respecto del derecho de patronato. Se trata del derecho que
tenían los monarcas españoles a nombrar a los distintos eclesiásticos que iban a ocupar los puestos en
la Iglesia). Era un derecho especial concedido por el papa solamente a los monarcas españoles. Había
que cubrir un puesto menor en la estructura eclesiástica y la junta consulta a dos doctores en derecho
canónico (Funes y Aguirre).
"Es una obligación de los gobiernos consultar al consejo de varones sabios y prudentes que
escuchan la razón [...] Entre el inmenso cúmulo de asuntos graves que agobian esta junta, se
presentan algunos de urgente despacho cuyo acierto pende de la resolución de dos cuestiones:
primera, si el patronato real es una regalía afecta a una soberanía o a una persona de los reyes
que la han ejercido. Segunda: si residiendo de esta junta una representación legítima de la
voluntad general de estas provincias, debe suplir las incertidumbres de un legítimo
representante de nuestro rey cautivo presentando para una canonjía magistral que se haya
vacante." (p. 451)

Con "consejo de varones sabios y prudentes" se refiere a sí mismo (para 1810 tiene 60 años, es rector
de la universidad y ha publicado numerosos textos que le habían valido su prestigio). Esta es la
imagen de Funes, la de un erudito al cual la junta requiere un dictamen respecto del derecho de
patronato. En última instancia, lo que se está preguntando es si la junta tiene el ejercicio pleno
de esa soberanía real, incluyendo el patronato, dado que el patronato es una más de las
prerrogativas de la soberanía. El patronato es una de las marcas más fuertes del poder político en el
siglo XVIII frente al poder papal.

La respuesta de Funes es igualmente pragmática: el patronato es una prerrogativa de la


soberanía, porque la concesión del patronato fue concedida por la bula de los papas Alejandro VI y
Julio II para premiar la liberalidad de los reyes españoles que han evangelizado América, pero, dice él

"esa liberalidad de nuestros reyes no fue ejercida con bienes patrimoniales suyos sino con los
fondos públicos del Estado, cuya fiel administración les prohibía otro destino que no fuera la
utilidad común. En consecuencia, el patronato pertenece a la soberanía y no a los reyes como
personas. [...] El reino patrimonial se distingue del usufructuario, en que aquel es adquirido en
su origen por bienes propios del que lo formó o conquistó; siendo así que éste no reconoce otro
origen que la espontánea voluntad de los pueblos." (p. 452-3)

Aparece nuevamente el imperativo de la utilidad común y va a suponer que son los pueblos
los que otorgan la legitimidad a los reyes, sin embargo, poco más adelante va a afirmar que esa
autoridad siempre es necesaria (p. 454). Funes pone límites y concibe como imposible una vuelta al
estado natural. La respuesta respecto del patronato es secundaria en nuestra discusión, más allá de la
respuesta específica a la consulta de la junta, lo que está afirmando de manera tajante con su dictamen
es que efectivamente la Junta ha recibido el poder de soberanía a partir de la
retroversión de los derechos del monarca. Sin embargo, no los recibió de modo pleno y por eso
es que aboga al final de su texto por el congreso general al que la nación ha sido citada.

Justamente de eso es lo que va a hablar Moreno en su serie de textos. Ambos van a discutir lo mismo:
(1) ¿Cuál va a ser la naturaleza del congreso a convocarse? (2) ¿Cuál debe ser el proyecto político de la
constitución a dictarse? (3) ¿Cuál es el sujeto de la soberanía? ¿Cuál es el sujeto al que ese congreso
debe representar?

Moreno y la opinión pública: Moreno habla desde un lugar de legitimación (era funcionario estatal).
Él habla, por un lado, desde una enunciación estatal, y por otro lado, va a sostener la fundamentación
de lo que está diciendo en la opinión pública, a través de la Gaceta. La misma empieza con la
necesidad de dar publicidad a los actos de gobierno para que la opinión pública pueda juzgar eso que
está haciendo una entidad soberana nueva, que es la junta provisoria de gobierno. Sin embargo, está
empezando a operar aquí un concepto distinto de opinión pública, que Palti llama "concepto
forense" de opinión pública, que es la idea de la opinión pública construida en el debate racional
de ideas, no como “verdades compartidas” o una verdad autoevidente y transparente para toda la
población, sino que una verdad a la que se llega a partir del debate y de la participación en la arena
pública. Moreno (p. 556) dice que la legitimidad de la junta está dada por la opinión pública: éste el
órgano “por donde conozcamos el mérito de nuestros procedimientos”. Él dice: "todos discurren ya
sobre la felicidad pública. Todos experimentan cierto presentimiento de que van a alcanzarla
prontamente. Todos juran allanar con su sangre los embarazos que se opongan a su consecución" (p.
555). Todos pueden intervenir en esta disputa, todos pueden discurrir sobre la felicidad pública. "Pero
quizás no todos conocen en qué consiste esa felicidad general al que consagran sus votos y sus
sacrificios. Desviados por preocupaciones funestas de los verdaderos principios a los que está
vinculada la prosperidad de los Estados, corren el riesgo de muchos pueblos". Es decir, contrapone
la idea de la discusión y la politización generalizada a un conocimiento de pocos, que es
el conocimiento de los publicistas, es decir, quienes pueden enunciar esa opinión pública.
Obviamente, él mismo.

(1) ¿Cuál va a ser la naturaleza del congreso a convocarse? = Congreso constituyente


Moreno afirma la necesidad de una constitución y esa debe ser la función del congreso. Él va a hacer
una historización efectiva del pacto social, ya no una postulación teórica. Va argumentar que en
América la vacancia real implica una vacancia legal, porque en América nunca se celebró un pacto
social. Lo que hubo fue conquista. El monarca español conquistó América y nunca esperó la
celebración de un pacto con la población de ese territorio. Por otra parte, sí supone la celebración de
un pacto: dice que si bien no hay un pacto social, estamos unidos por el amor que le tenemos a un rey
tan bueno (Fernando VII), pero eventualmente América podría separarse del rey. Y como podría
separarse del rey, claramente puede separarse de Cádiz, que no tiene ninguna legitimidad más allá del
derecho de conquista para decidir nada respecto de los territorios americanos.
“Máscara de Fernando VII”: También va a haber una definición polémica de qué es la revolución.
Van a decir "no la hicimos ni por la diferencia que hay entre criollos y españoles a la hora de otorgar
empleos, sino que se hizo en última instancia, buscando la afirmación de la independencia", que es
algo que Funes va a sostener también en 1810. Por eso, que “el verdadero monarca es Fernando VII”
en algún punto es una descripción falsa de la situación, porque si bien la revolución de Mayo fue hecha
en nombre de Fernando VII y durante un par de años van a seguir defendiendo los derechos del
monarca cautivo, también sus derechos van a ser limitados fuertemente a una ligazón de carácter
afectivo y no a una sociedad política establecida por un pacto de una comunidad y un soberano.

De modo tal que cuando se pregunta quiénes deben formar ese congreso, se va a enfrentar a una
de esas conocidas aporías de Rosanvallon, (3) ¿cuál es el sujeto de esta soberanía popular? ¿Cuál es el
pueblo? ¿Es el pueblo de toda la nación española, incluyendo la península y América? ¿Es el pueblo de
todas las colonias americanas? Y él dice que debería ser América: por motivos prácticos, lo ideal sería
reunir a diputados de toda América pero esa organización debe ser por provincias (virreinatos).
Entonces, rechaza la idea de nación española por dos vías: por un lado, rechaza la idea de Cádiz
justamente por la discriminación que han sufrido los diputados americanos en las cortes. A partir de
esa discriminación a los diputados americanos es que Moreno sostiene la ilegitimidad de Cádiz como
representante de toda la nación española. Por otro lado, lo hace señalando la ausencia de un pacto
explícito con el monarca.

Lo que está puesto en discusión acá es el sujeto de la soberanía y su carácter aporético. La solución
que todavía Moreno no puede postular, que va a ser la solución que va a postular el romanticismo, es
la Nación como entidad de carácter natural y no político. Es decir, el problema que ha surgido y no va
a encontrar solución durante medio siglo en el Río de la Plata es el carácter problemático y ambiguo y
abierto del nuevo sujeto de la soberanía.

Asimismo, eso trae otra de esas aporías: cuál es la sede de la soberanía, cuáles son las
instituciones adecuadas para el ejercicio de esa soberanía del pueblo y cómo debe llamarse ese
congreso. En un momento de su argumentación Moreno también usa el recurso de la humildad del
orador y dice que responder a todas estas preguntas respecto de cómo llamar al congreso, cuál debe
ser la forma de la constitución, qué alcance puede tener ese congreso, es demasiado para él.

"Semejante obra requiere otros tiempos y otros talentos. Estoy muy distante de incurrir en la
ridícula manía de dirigir consejos a mis ciudadanos. Mi buena intención debe escudarme contra
los que acusen mi osadía y mi discurso no llevan otro fin que excitarlos de aquellos que poseen
grandes conocimientos y a quienes su propia moderación reduce un silencio que en las
presentes circunstancias pudiera hacernos pernicioso."

Funes va a responder a esto con tres cartas (forma típica del discurso letrado) firmadas por “un
ciudadano”. Allí va a buscar responder a estas mismas preguntas (1)-(3). La primera de esas cartas
(20 noviembre de 1810) elige como interlocutor directo al editor de la Gaceta y señala cómo la
opinión pública es la vara de legitimidad de los gobiernos pero al mismo tiempo puede
ser arbitraria.
“Todo ha ocurrido en América a entronizar el poder absoluto y arbitrario. La opinión pública es
la soberana de los hombres, aún con perjuicios muchas veces de la razón. [...] No hay sacrificios
que no se les encuentren dispuestos cuando lo pide la opinión.” (p. 629-630)

A continuación, sostiene que se presenta en América una oportunidad absolutamente única que es la
de una nueva constitución, para hacer borrón y cuenta nueva. Postula la constitución en un sentido
moderno, en un sentido de “ley fundamental”, de texto constitucional:

"Sr. Editor, demos gracia al dios vengador de sus hechuras [de la de los monarcas] porque ha
querido ponernos en estado de que una nueva constitución enmiende sus agravios. En efecto,
con ella acabará la degradación de la América y cayendo de sus manos las esposas que la
oprimían, las levantarán al cielo en acción de bendecirlo. La libertad de la América será la piedra
angular de este edificio político. No hablamos aquí solamente de la libertad individual, que debe
gozar cada ciudadano en cualquier forma de gobierno, donde las pasiones están sujetas al
imperio de la ley, sino también de aquella que caracteriza los pueblos libres, porque menos
expuestos al yugo del despotismo, merecen propiamente ese nombre." (p. 630-1)

Acá hay un cambio importante respecto del lenguaje de la neoescolástica: está hablando de
los pueblos como personajes morales. La libertad ya no se predica sólo de los individuos sino
de los pueblos libres. Para Funes, el nuevo sujeto de la soberanía (3) son los pueblos, que ya
aparecen dotados de una entidad propia. En la carta siguiente va a identificar esos pueblos también, al
igual que Moreno, con las provincias. En la segunda de las cartas (29 de Noviembre 1810), Funes
va a sostener el derecho del pueblo a darse una constitución:

"No hay medio, señor editor, es preciso votar dos cosas: o no tenemos obligación de conservar
nuestra unión social, o tenemos derecho a formar una constitución. [...] ¿Qué resulta pues de
aquí, sino que el mayor interés de nuestro cuerpo político, y la mayor obligación, que debe así
mismo, consiste en formarse por la intervención del congreso en una constitución que sea la
base de la tranquilidad pública, el más firme apoyo de la autoridad política, el gaje de la libertad
nacional y el garante de la felicidad pública y privada. Toda soberanía reside
originalmente en los pueblos." (p. 668-9)

O somos soberanos o no lo somos: no hay posibilidad intermedia, porque lo que está en discusión aquí
es la soberanía.

"Es regla fundamental dictada por el autor de la naturaleza que todo ser moral tiene unas
obligaciones para consigo mismo, que no le es lícito renunciar. [...] Las provincias que forman
nuestra sociedad civil son unos de esos personajes morales cuya vitalidad debe emplearse en
asegurar tan altos bienes. Así es, que penetrado en el más vivo deseo de llenar sus obligaciones,
se han puesto de acuerdo en la celebración de un congreso." (p. 668)

No solo es un derecho de las provincias darse una constitución sino que se vuelve obligación moral. Se
vuelve obligación por derecho natural, por derecho divino. Finalmente, en la tercera carta
(Diciembre de 1810) se plantea la pregunta respecto del sujeto de la soberanía: ¿debe ser toda
América o si en una parte de América puede darse una constitución?

Figura del negotiorum gestor


¿Podrá una parte de América, por medio de sus legítimos representantes establecer el sistema legal
del que carece y que necesita con tanta urgencia? ¿O deberá esperar una nueva asamblea en la que
toda América se de leyes a sí misma o convenga en aquella división de territorios que la naturaleza
misma ha preparado? Buenos Aires utiliza una institución del antiguo régimen en el Cabildo Abierto
que es la idea del negotiorum gestor, “gestor de negocios”: se trata de una figura que permite
tomar decisiones por aquellas ciudades que de ella dependen. Esto fue el Cabildo Abierto del 22 de
mayo, pero justamente Moreno en sus textos va a combatir esta idea, porque se da cuenta de que si
Buenos Aires puede tomar decisiones por Córdoba, por ejemplo, entonces perfectamente Cádiz puede
tomar decisiones por Buenos Aires. Por eso va a buscar separarse de toda legitimación en términos de
ciudad capital o de ciudad principal de la que las otras dependen:

“Ya en otra gazeta discurriendo sobre la instalación de las Juntas de España, manifesté, que
disueltos los vínculos que ligaban los pueblos con el Monarca , cada provincia era dueña de sí
misma, por cuanto el pacto social no establecía relación entre ellas directamente, sino entre el
Rey y los pueblos.” (Moreno, p. 693)

Finalmente los pueblos soberanos, por motivos prácticos, van a designar a cada provincia dueña de sí
misma. Acá está de vuelta ese argumento de la asociación directa con el monarca:

"Si consideramos el diverso origen de la asociación de los estados que formaba la monarquía
española, no descubriremos un solo título donde deban continuar unidos, faltanto el rey, que era
el centro de su anterior unidad.” (p. 693-4)

Hay otro argumento interesante que es el siguiente: los pueblos conquistados fueron otros, por lo
tanto el derecho de conquista es disparejo por parte del monarca. No es lo mismo los dos grandes
imperios americanos, los aztecas y los incas, que las diversas tribus nómades que fueron conquistadas
por los españoles. Por lo tanto, cuando retrovierten esos derechos, también quienes los reciben son
variados.

¿Qué tienen en común Moreno y Funes? ¿Qué cosas no comparten?


Coinciden en que ambos buscan legitimarse en la opinión pública y al mismo tiempo suponen que la
están enunciando, aparte de que el lugar de esa enunciación es estatal. No estamos frente al concepto
moderno “forense” de opinión pública como “libre concurrencia a una discusión”, de llegar a una idea
compartida a partir de un debate. No se trata de eso, sino que la opinión pública se piensa como un
conjunto de verdades autoevidentes; sin embargo, hay algunos sujetos mejor dotados que otros, esos
sabios de los que habla tanto Funes como Moreno, para enunciarlas. Como decía antes, van a ser ellos
mismos, esta primera generación de publicistas de la Revolución de Mayo, los que va a estar en
condiciones de enunciar eso.
Ambos construyen figuras retóricas distintas: en el caso de Funes, es esa figura del letrado
erudito. En el caso de Moreno, es la del publicista que enuncia la opinión pública.
No hay tanto disenso entre ellos, lo que hay son distintas formas de argumentar. Ambos
dicen que el congreso tiene el derecho a dictar una constitución, que el sujeto de la soberanía es el
pueblo de las provincias. Ese congreso además debe poner en marcha una constitución que pretenda
alcanzar la independencia absoluta. Lo que nosotros llamamos independencia es lo que se
denominaba “independencia total” o “absoluta”, y lo que ellos llaman independencia era un marco de
mayor autonomía dentro de la monarquía española. Los dos tienen muy claro que el objetivo final es
la independencia total y los dos tienen muy claro que el sujeto posible de esa soberanía son los pueblos
del virreinato.

Mariano Moreno
Lección 2, Terán

La Revolución de Mayo fue un desafío político intelectual para sus contemporáneos. Se trata de una
revolución que nació sin teoría, de un acontecimiento que no tuvo sujetos políticos que lo
programaran y ejecutaran. Pero como ocurrió, fue necesario legitimarla, explicarla, es decir, volverla
pensable. Esa fue la tarea que emprendió Moreno.
Terán, al igual que Guerra, se propone develar el “entrelazamiento” entre categorías tradicionales y
modernas en el ideario morenista. (Esta idea de “mezcla de lenguajes” no le cierra a Palti).

Buenos Aires colonial: sociedad de castas. Diferencias entre españoles europeos y criollos. Aversión de
los criollos hacia los españoles europeos. Rápido crecimiento poblacional.

Disertación jurídica (1802): Texto de corte iusnaturalista, que defiende ciertos derechos innatos a
todos los seres humanos, derechos anteriores a todo estado o sociedad. Moreno defiende la “nativa
libertad” de los indios, pero permanece en el pensamiento politico tradicional ya que alaba a la
monarquía española y reconoce la legitimidad del poder del rey basada en su capacidad de garantizar
el bien común. La reprobación no cae sobre el soberano sino sobre sus delegados en tierras
americanas, que distorsionaron las justas leyes e impusieron a los indios encomiendas injustas.
Moreno no se opone a la explotacion de las minas pero sí al trabajo forzado. Cree que los indios deben
ser exonerados y que dicho trabajo debe pasar a ser voluntario.
Primera invasión inglesa (1806): De nuevo, en sus escritos muestra desprecio hacia los jefes militares
“por su estupidez y desidia” pero a su vez señala que “el pueblo se hallaba entusiasmado del amor al
Rey y a la patria”. Los enemigos de Buenos Aires son los enemigos de España y viceversa, Buenos
Aires es un fragmento del imperio español. La ruptura del lazo colonial todavía es imprevisible.

Abdicación de Fernando VII (1808)

Representación (7 meses antes de la Revolución): Hasta Representación, se presenta como un súbdito


crítico pero súbdito al fin. Todavía no hay un proyecto independentista. Adhesión al monarca y
protestas hacia los poderes locales. Reclamos hacia el gobierno local que “burla las generosas leyes de
la Corona”. Todo el documento da cuenta de una situación de emergencia planteada en las colonias
por la vacancia real a causa de la invasión francesa y el cautiverio real.
La nación es la totalidad del imperio español, incluido el Río de la Plata. Pero además de la aceptación
del pacto colonial, Moreno argumenta en favor de la igualdad de los territorios americanos con las
provincias europeas. Coloca al Río de la Plata dentro del imperio español y por eso deben gozar de los
mismos derechos (libre comercio con ingleses, por ejemplo). En el reclamo de estos beneficios no hay
vocación rupturista.
En la Representación aparece la distinción entre ética de la virtud y ética del interés (vinculada con la
riqueza). En el ideario republicano, se coloca como valor central el ejercicio de la virtud, entendida
como la cualidad que conduce a ceder una parte del interés personal en pos del bien público. “Jamás
una república será bien ordenada mientras sus miembros no hagan comunes aquellos trabajos que
son necesarios para la conservación y subsistencia del Estado”. Referencia a “lo común” y la
comunidad. Ideas comunalistas y holistas predominan por sobre ideas individualistas. La virtud es el
cemento que une a todas las partes de este cuerpo estatal. Reprobación moral (del egoísmo) de los
comerciante y moralización positiva (de la virtud) del agricultor.
Este ideal republicano, el privilegiamiento de la vida cívica, la exaltación de valores como la
simplicidad y la laboriosidad, se van extremar en los textos de Moreno posteriores a 1810.

Hasta ahora, vemos avalada la tesis que dice que las revoluciones hispanoamericanas no fueron
producto exclusivamente de causas endógenas de las colonias, sino que formaron parte del colapso de
la monarquía española determinado por las disputas políticas y las guerras europeas. La Revolución
de Mayo se produce en el marco de la crisis del imperio español. “El dilema planteado a los actores de
esos sucesos consistió en elegir entre una independencia riesgosa o una autoridad inexistente”
(Romero). Los acontecimientos europeos movilizaron la vida política en Buenos Aires y tuvieron su
primer epicentro el 22 de mayo de 1810 (Cabildo Abierto).

Revolución de Mayo (25 de Mayo): se designa la Primera Junta tras la llegada de las noticias de la
disolución de la Junta Central de Cadiz. Entre mayo y diciembre Moreno produce un montón de
artículos que nos van a permitir elucidar la idea de “revolución”, “legitimidad” y “libertad”.

Revolución: Al iniciarse la revolución de mayo nadie dice que lo que está ocurriendo es una
revolución. La Primera Junta jura “conservar íntegra esta parte de América a Fernando VII y guardar
las leyes del reino”. En Hispanoamérica se instaló la idea de revolución acuñada en la revolución
francesa, la revolución como “nacida de un vacío”. La revolución es una creación ex-nihilo, un cambio
súbito y repentino. “La revolución es un acto histórico y negador de la historia”. Así, la inauguración
de una nueva junta plantea el desafío de cómo legitimarse a sí misma. ¿Cómo legitimar este nuevo
régimen de poder?

Legitimidad: remite al atributo del poder político que garantiza la obediencia de los gobernados. La
cuestión de la legitimidad del poder en el mundo hispano la encontramos en Suárez y su teoría de la
retroversión de poderes: la línea de derivación del poder es primero de Dios al pueblo, y luego del
pueblo al rey. En caso de violación del pacto por parte del monarca o ante su desaparición, el pueblo
recupera el poder soberano.

Escritos: Hay una radicalización de la postura morenista. En Sobre el congreso argumenta que el
pacto de sujeción al rey impera sólo en España. Moreno: “los pueblos aprendieron a buscar en el
pacto social la raíz y único origen de la obediencia”. América no pactó nada. Acá la legitimidad del
imperio español se basa en la fuerza y la violencia de la conquista. La fuente de esta radicalización es
Rousseau y esta nueva perspectiva contractualista.
El pacto de sujeción es el pacto por el cual los súbditos rinden obediencia al soberano en tanto y en
cuanto éste realice un buen gobierno. El pacto de sumisión instaura un poder político que escinde una
sociedad ya existente (por el pacto de asociación) entre gobernantes y gobernados. En muchos textos
de Moreno ambos pactos (sujeción y asociación) aparecen confundidos. Lo que parece evidente es
que, para él, el pacto de asociación (entre las personas) es anterior al pacto de sujeción (entre rey y
súbditos) y que el origen mismo de un pueblo proviene de un pacto:

“La disolución de la Junta Central (que sino fué legítima en su origen, revistió al fin el carácter
de soberanía por el posterior consentimiento, que prestó la América aunque sin libertad ni
examen) restituyó a los pueblos la plenitud de sus poderes, que nadie sino ellos mismos podía
ejercer, desde que el cautiverio del Rey dejó acéfalo el reino, y sueltos los vínculos que lo
constituían centro y cabeza del cuerpo social. En esta dispersión no sólo cada pueblo reasumió la
autoridad que habían conferido a el Monarca, sino que cada hombre debió considerarse en el
estado anterior a el pacto social de que derivan las obligaciones, que ligan al Rey con sus
vasallos. No pretendo con esto reducir los individuos de la Monarquía a la vida errante que
precedió la formación de las sociedades. Los vínculos que unen el pueblo al Rey son distintos de
los que unen a los hombres entre sí mismos: un pueblo es pueblo antes de darse a un
Rey; y de aquí es que, aunque las relaciones sociales entre los pueblos y el Rey quedasen
disueltas o suspensas por el cautiverio de nuestro Monarca , los vínculos que unen a un hombre
con otro en sociedad quedaron subsistentes, porque no dependen de los primeros; y los
pueblos no debieron tratar de formarse pueblos, pues ya lo eran; sino de elegir
una cabeza, que los rigiese, o regirse a sí mismos según las diversas formas, con que puede
constituirse íntegramente el cuerpo moral.” (La Gaceta, 2 de Noviembre de 1810)

Moreno vuelve pensable lo que hasta entonces era impensable: la idea de un “cuerpo sin cabeza”.
Libertad: la sociedad moderna es una asociación de sujetos libres e iguales. En las sociedades
tradicionales, los individuos se definen por la pertenencia a un grupo o linaje: la sociedad está
compuesta de grupos diferentes y jerarquizados.
“Los pueblos”: arrastra una idea organicista y corporativa. Choca con la idea moderna de “ciudadano”
como individuo libre y autónomo. Por “pueblos”, Moreno se refiere a reinos, provincias o ciudades; y
serán éstos lo que, conservando su soberanía, compondrán el conglomerado de la nación (ojo! nación
acá significa “nación natural”, es un término para indicar el lugar de nacimiento).

“Ya en otra gazeta discurriendo sobre la instalación de las Juntas de España, manifesté, que
disueltos los vínculos que ligaban los pueblos con el Monarca , cada provincia era dueña de sí
misma, por cuanto el pacto social no establecía relación entre ellas directamente, sino entre el
Rey y los pueblos.” (Moreno, p. 693)

En América, los pueblos están compuestos no por ciudadanos sino por vecinos, noción que sí
permite incluir a personas de status desiguales. No es un individuo miembro de una comunidad
abstracta (“el” pueblo o “la” nación) sino un hombre concreto y enrraizado en “un” pueblo concreto y
perteneciente a una corporación.

Los discursos políticos de Moreno buscan remarcar que el pacto de sujeción había caducado por
vacancia y ausencia de sucesión legítima, y de allí en más argumenta que la conquista no legitimaba el
derecho a la dominación. En consecuencia, la Revolución de Mayo mudó radicalmente la soberanía,
trasladandola del rey al pueblo. Moreno se hallaba en vías de legitimar la idea de una
revolución política, en la medida en que ésta implica justamente una gigantesca
traslación del criterio de la soberanía.

Nación: Dentro de este operativo legitimador Moreno en Escritos apela al término de “nación”. En el
imaginario morenista “nación” es una figura de pertenencia identitaria, encuadrada por instancias
jurídico-institucionales, a las que Moreno atribuye ciertas cualidades según el modelo republicano.
No se le puede predicar “argentino” a esa forma identitaria. Antes de 1810, Moreno usa nación para
hablar del conjunto de los pueblos españoles, tanto europeos como americanos. Después de 1810 se
vuelve más borroso el significado de “nación”, pero seguro que no es lo que identificamos hoy como
“argentino”. Territorialmente, la nación se identifica con el espacio habitado por las colonias: más o
menos lo que hoy es Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

Secularización del poder político → Sacralización de los símbolos nacionales

Durante las revoluciones suele darse una transferencia del lenguaje religioso hacia el lenguaje
profano: “templo de la libertad”, “todos los pueblos son responsables de un empeño sagrado” (p. 553),
“el grito sagrado”, etc.

La nación posee una parte material (territorio, mercado, instituciones) y otra simbólica. En
los Escritos vemos que Moreno implementa la idea de “nación” como apoyatura de una nueva
legitimidad, comienza hablar de ella como una estructura autónoma y subsistente con independencia
del monarca español.
“Fernando VII tenía un reino; pero no podía gobernarlo: la Monarquía española tenía un Rey, pero
no podía ser gobernada por él; y en este conflicto la nación debía recurrir a sí misma para
gobernarse, defenderse, salvarse y recuperar a su Monarca.” (p. 482)

Se ve un uso de la nación como estructura que remite a sí misma (y ya no al Rey). Eso es una
innovación radical que instaura a la nación como un nuevo sujeto político.

“El sagrado dogma de la igualdad”: es parte de la adjudicación de cualidades y valores que hace
Moreno dentro del espacio “nación”. Para él, el mérito y las virtudes deben valer más que el linaje.
Este igualitarismo de impronta romántico-populista es heredada de Rousseau. Aparece una valoración
positiva del mundo de los simples, que viene acompañada de una posición elitista (la selección política
de la sociedad corresponde a una minoría autolegitimada en la posesión de ciertas virtudes
republicanas que “tutela” al resto del pueblo). Esta celebración de valores simples junto con el dogma
de la igualdad llevaron a Moreno a firmar el célebre decreto de supresión de honores.

Conclusión de Terán: cuando Moreno dice “nación” quiere decir “república”: piensa la nación a través
de un lente de valores republicanos. Por supuesto, las partes más radicales del pensamiento moderno
y rousseauniano no forman parte del ideario morenista (Moreno al editar El contrato social recorta el
capítulo sobre la religión, que él considera garantía de gobernabilidad y sociabilidad; la religión es
garantía de lazos sociales y políticos).

18 de Diciembre de 1810: Moreno presenta su renuncia.

4 de Enero de 1811: Muere misteriosamente en Alta mar.

Moreno según Palti

¿Cómo cambia el contexto de debate político en las colonias respecto de España?


En España, todo el discurso revolucionario va a funcionar sobre la base del presupuesto de la
preexistencia de la nación, que hay una nación que preexiste a la existencia del soberano o de un
cuerpo político del Estado. Cuando se traslada a las colonias este problema va a cambiar
completamente: se va a producir una nueva inflexión, porque no se trata sólo de constituir un poder
político, sino que en las colonias va a aparecer una problemática adicional, que es la de cuáles son
esas naciones que van a tener que constituir el poder político.
Acá se va a tener que constituir un nuevo orden institucional, un nuevo poder político,
y al mismo tiempo se va a tener que constituir el sujeto que a su vez va a tener que
constituir ese poder político. Lo que no existen acá verdaderamente son esas naciones, porque
acá nunca hubo pacto social; acá lo que hubo es el hecho de conquista. Es en las colonias donde la
cuestión nacional realmente va a emerger como tal. Y con eso va a dislocar el propio discurso
revolucionario, porque éste estaba funcionando sobre el supuesto de la preexistencia
de la nación. Una vez que se quiebra ese supuesto de que existe una nación que puede
eventualmente poner un gobierno u otro, todo ese discurso va a entrar en crisis. En última instancia,
el discurso de emancipación en América Latina va a surgir a partir de esa aporía constitutiva.
¿Cuál es el sujeto al cual se invoca, y que es el que le toca reconstituir el poder político? Ese sujeto no
existe como tal, y hay que constituirlo. Entonces, ¿cómo es que se constituye una nación? Esa es la
pregunta. La pregunta que surge acá no es cómo se instituye un poder político, sino cómo se
constituye la propia nación, cómo la nación puede ser sujeto y objeto de sí misma al mismo tiempo.
(Rosanvallon at its finest). Perdida la idea de trascendencia, la idea de que es el monarca el que brinda
un principio de unidad de la nación, ¿de dónde toma esa nación ese principio de unidad que la
identifica como tal? Y es acá que van a surgir distintas respuestas: la naturaleza, la historia, etc.

¿A qué figura apela Moreno para resolver la cuestión de la representación nacional?


Dentro del pensamiento tradicional, había una figura que podía funcionar como un análogo del
concepto de nación, en el sentido de articular entidades políticas mayores que las de los pueblos,
ciudades y su entorno. Era el principio del negotiorum gestor, que es la capacidad de una parte
del reino de representar al conjunto del reino. Este es el principio que se arroga Buenos Aires como
cabeza del reino, para terminar declarando el 25 de mayo la ruptura con España. Pero en la
convocatoria al congreso que hace pocos meses después Moreno, vuelve a la idea de pueblos en plural,
llamando a que todos los pueblos estén representados. Abandona este principio porque se da cuenta
de que estaba cayendo en una contradicción, dado que es el principio que habían alegado las cortes de
Cádiz para representar al conjunto de la nación española. Así como él les reclama que su constitución
sea ratificada por los distintos integrantes del reino, él se ve obligado a hacer lo mismo con las
poblaciones que constituían el virreinato.
Esto plantea, sin embargo, un problema serio, porque llevaría a un proceso de desintegración de la
soberanía al infinito. Observamos cómo, al trasladarse a las colonias americanas, la discusión se
empieza a trasladar del plano del pacto de sujeción al del pacto de asociación. Pero Moreno todavía no
duda de que existe esa nación, por más que diga que no hubo pacto social, por más que no se pueda
determinar dónde empieza y dónde termina esa nación (de hecho, la Declaración de Independencia
nunca define cuáles son “las provincias unidas del sur”). Lo que está diciendo es que acá no sólo hay
una vacancia política, sino también una vacancia legal: hay que instituir un orden legal que no existía.
No sólo hay que refundar un gobierno sino el Estado.

Moreno (Apuntes del práctico)

Los revolucionarios lograron pensar algo que para Suárez era impensable, un “cuerpo” sin cabeza.
Según Palti, a principios del siglo XIX se hacen eminentes algunos problemas teóricos que aparecían
en Suárez y Finestrad pero sin problematizar. Por ejemplo, la posibilidad de que el poder conferido al
soberano se revierta a la comunidad, o la idea del pacto de asociación, difícil de conciliar con la idea
del hombre como criatura social.
El problema pacto de sujeción/pacto de asociación en Moreno se vuelve históricamente pensable. (En
Suárez era imposible pensarlo en términos históricos).
Moreno antes del pacto de sujeción piensa en “pueblos” y no en individuos dispersos
(contractualistas).
Moreno según Romero (representante de la corriente historiográfica liberal/nacionalista)
Visión atada al punto de vista de los actores sociales. Explicación cercana a cómo los actores mismos
percibieron lo que (creían que) estaban haciendo.
Lo que activó el proceso revolucionario fue el ingreso de una corriente ilustrada, liberal, moderna,
proveniente de Francia. Eso hizo que se empeñaran en borrar tanto rastro colonial (asociado al
pensamiento tradicional) como sea posible.

“La Revolución de Mayo fue un movimiento porteño, debido a la iniciativa y a la decisión de una
minoría ilustrada [...]. Pero si el fondo de su doctrina era netamente liberal, sus convicciones
firmes arraigaban sobre todo en aquellos aspectos de la doctrina del pensamiento y las
tendencias espontáneas de la vida político-social habían afianzado en España. Así fue como se
manifestaron las aspiraciones liberales, fundamentalmente en el aspecto económico. [...] En
otros aspectos, el liberalismo fue sometido a ciertas limitaciones, [...] así fue considerado como
un exceso inaceptable de opinión de Rousseau en materia religiosa [...].” (Romero, p. 73-74)

Liberalismo limitado por aspectos idiosincráticos: si bien se incorporaron ideas liberales, éstas no
dejaban de formar parte de un contexto.
Hay un grupo de actores sociales que toman las ideas revolucionarias francesas. Esta visión le atribuye
a esos actores la intención de fundar la nación argentina.
¿Nación argentina preexistente? Están tomando como punto de partida lo que en realidad es el punto
de llegada.

CRÍTICAS
- Liberalismo como “idea” “homogénea”, con todo lo que eso implica (idea a-histórica, eterna,
que migra, etc.)
- Adjetivación muy valorativa. Habla de “limitaciones”, como si los actores sociales se alejasen o
acercasen más a un modelo. Importan más los tipos ideales que los actores políticos.

Moreno según Terán (representante de la nueva corriente historiográfica)


Revolución sin actores.
Moreno 7 meses antes de la Revolución de Mayo no tenía ideas rupturistas. ¿Qué generó ese cambio
abrupto?

CRÍTICA
La vacancia del poder, por sí sola, no es razón suficiente para generar una revolución. Ha habido
vacancias sin que haya revolución antes. Hay que prestar atención a los lenguajes políticos, a los
universos de sentido. Fueron los quiebres al interior del lenguaje político los que hicieron pensable
para Moreno lo que antes era impensable.

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