Está en la página 1de 34

La teoría de las representaciones sociales medio siglo después.

Marco Antonio González Pérez


Coordinación de Educación a Distancia
SUAyED, FES Iztacala UNAM.

Introducción

Si se considera, tal como lo sostiene Denise Jodelet (1984), su vitalidad, su transversalidad


y su amplia difusión en el mundo académico, bien se podría concluir que, en los últimos
cincuenta años, la de las representaciones sociales es una de las teorías más importantes
que ha desarrollado la psicología social.

Esta teoría se ha erigido como un paradigma de explicación que intenta recuperar al


sujeto social, es decir aquel que es poseedor de varias identidades sociales, como el
agente que crea y recrea su propia realidad social a través de la comunicación con otros
sujetos y de la construcción grupal de ideologías en un mundo que está cambiando
constantemente.

La teoría de las representaciones sociales, generada principalmente en Europa, en los


años setenta del siglo pasado, reinsertó la dimensión social en la explicación de la
construcción y significación de la realidad grupal, además de que, en buena medida, logró
sacudir a la psicología social de su perfil positivista y experimentalista propio de la
tradición psicológica norteamericana.

Las alternativas teóricas desarrolladas por académicos europeos, tales como la teoría de la
identidad social (Tajfel, 1984) de las minorías activas (Moscovici, 1991), de la
categorización del yo (Turner, 1990), de la retórica y la argumentación (Billig, 1989), del
conflicto estructurante (Doise, 1991b) y Mugny y Pérez, 1991) y, sobre todo, de las

1
representaciones sociales (Moscovici, 1961) y (Jodelet, 1984), constituyeron una
aproximación constructivista y hermenéutica para trascender la denominada “crisis de la
psicología social” de ascendencia estadounidense de la década de los setenta, con lo cual
se instituyó una amplia corriente de psicología social con orientación sociológica.

Este capítulo pretende presentar el estado actual de la teoría de las representaciones


sociales considerando que está por cumplir medio siglo de existencia y que es necesario
hacer una valoración de sus alcances y limitaciones y los nuevos senderos de su
desarrollo.

Apuntes históricos sobre la teoría de las representaciones sociales

Hace casi medio siglo que surgió la teoría de las representaciones sociales. Fue en el año
de 1961 con la aparición del libro de Serge Moscovici El psicoanálisis: su imagen y su
público, cuando se inauguró esta importante área de investigación psicosocial.

La noción de representación social fue propuesta por su creador como una ruptura con el
concepto de representación colectiva elaborada por Durkheim. Este último es la
concreción de un proceso cultural de larga duración y por lo tanto difícilmente
modificable, mientras que el primero es un concepto psicosocial propio de la modernidad
que conforma sistemas de pensamiento grupales, que no son estáticos y que tienden a
mutar constantemente.

Esta realidad cambiante es una característica de la sociedad actual en la que intervienen


los medios de comunicación y las nuevas tecnologías cuyos mensajes fluyen de manera
incesante y masiva. Ahora los individuos sociales poseen múltiples identidades y pueden
cambiar de manera intempestiva sus pertenencias grupales, integrando y desintegrando
nuevos grupos.

2
La aguda percepción de las cualidades de las sociedades modernas, llevó a Moscovici a
introducir una noción mejor facultada para explicar la construcción de la realidad de los
individuos y grupos, al mismo tiempo que desarrolló un concepto clave para la
constitución de un psicología social constructivista, hermenéutica, histórica y sociológica.

Pero los orígenes del concepto de representación social no se limitan al pensamiento de


Durkheim. Moscovici heredó, también, planteamientos de diversas teorías de las ciencias
sociales y posturas de varios científicos contemporáneos. La lista de los antecesores
intelectuales de la representación social reconocidos por Moscovici y sus discípulos, es
larga. En ella se encuentran personajes como, Marx, Heisenberg, Mead, Heider, Levy-
Bruhl, Batjin, Freud y Piaget.

Moscovici (1988b) reconoció la fuerte influencia que tuvo en su teoría las ideas freudianas y
piagetianas. De la teoría freudiana se interesó en la explicación de cómo el trauma, generado
por un conflicto en una determinada etapa del desarrollo psicosexual, daba lugar a la
elaboración de representaciones simbólicas arraigadas colectivamente a través del
mecanismo de la interiorización. De la epistemología genética le llamó la atención la forma
que utilizó Piaget para estudiar las estructuras intelectuales como representaciones mentales
del sujeto y el método que se orientaba a estudiar verbalizaciones de los infantes como la vía
de acceso para comprender los orígenes y la evolución de dichas estructuras. De los estudios
de Piaget retomó la posibilidad de analizar la estructura intelectual, y de los de Freud, el
hecho de poder acceder a las representaciones interiorizadas.

Reflexionando sobre los precursores intelectuales de la teoría de la representación social,


Moscovici identifica a los siguientes pensadores:
“1.- Vico y Marx, para quienes la gente conoce la sociedad porque la ha creado.
2.- Heisenberg, para quien el principio de incertidumbre enseña que el conocimiento de los
fenómenos naturales depende del observador..…. y

3
3.- La experiencia del mundo del sentido común definida por algunos fenomenólogos, Heider
incluido.” (Moscovici, 1997, pp. 6-7).

El profesor inglés Robert Farr sostiene que una de las teorías antecedentes de la
representación social fue el planteamiento original de actitud de Thomas, el cual era muy
cercano al de representación. El autor señala: “Las actitudes sociales tal como las concebía
Thomas establecían una diferencia entre los valores del grupo inmigrante y los de la
comunidad que los recibía. Correspondían, según este autor, al aspecto subjetivo de la
cultura. Jaspars y Fraser avanzaron en la demostración de que Allport (1935), en su clásico
capítulo incluido en el Handbook of Social Psychology de Murchison (1935), transformaba
el concepto social de actitud en una representación puramente individual. Esto constituye
un antecedente importante para la futura distinción entre formas psicológicas y
sociológicas de la psicología social”. (Farr, 2003, p. 162).

En cuanto a las convergencias entre la teoría de las representaciones sociales con otras
provenientes de la sociología, antropología y psicología social, varios académicos han
encontrado las siguientes: Isaac Deutcher (1984) sostiene que los teóricos de la
representación social comparten afinidades con los interaccionistas simbólicos como Mead y
Blumer, y con los etnometodólgos como Garfinkel; Denise Jodelet (1991) encuentra
convergencias entre la teoría de Moscovici con la sociología del conocimiento de Berger y
Luckman, con la metodología del fenomenólogo Schutz y con la etnometodología de
Cicourel; Tomás Ibáñez (1988) añade a esta lista los procesos conversacionales estudiados
por Tarde y la psicología ingenua de Heider; Gustav Jahoda (1988) encuentra similitudes
entre la noción de representación social con las ideas de Bartlett sobre el pensamiento
cotidiano y con los antropólogos Holy y Stuchlik que desarrollan los llamados "folk models";
Ian Parker (1987) desde una posición crítica, halla aspectos comunes entre la teoría de las
representaciones sociales con la sociología individualista de Weber y, finalmente, Martín
Mora (2002) añade nuevas convergencias entre la teoría moscoviciana con la teoría crítica de
Habermas, la historia de las mentalidades y los métodos interpretativos del discurso social.

4
En esta lista habría que incorporar a otros autores que influyeron en las ideas originales de
Moscovici, como Marx con su planteamiento de que las ideologías dependen de prácticas
sociales determinadas por el sistema socioeconómico, Peirce con su modelo terciario que da
sustento a la visión intersubjetiva, Levy Bruhl y el conocimiento de las formas sociales de
pensamiento y Batjin con el pensamiento dialéctico y la importancia del diálogo y del
lenguaje.

La riqueza teórica de la teoría de las representaciones sociales se ve capturada, también,


en la siguiente cita: “Tiene elementos que pertenecen a la psicología social crítica, a los
modelos dominantes de la corriente principal; nos acercamos también al modelo
etogénico de Rom Harré, al modelo del construccionismo social de la psicología social
discursiva. Estas son las grandes corrientes actuales dentro de la psicología social, junto a
la representación social, que están siendo consideradas y que permiten repensar de
manera nueva la psicología social” (Jodelet, 2004).

De lo expuesto en este apartado es viable concluir que la teoría de las representaciones


sociales posee fundamentos sólidos, ya que es heredera de las tradiciones más importantes
de investigación en ciencias sociales: del marxismo al psicoanálisis y de la epistemología
genética al interaccionismo simbólico. La teoría de las representaciones sociales, como se ha
visto, ha tendido puntos de contacto con las más diversas aproximaciones al
comportamiento social originadas en la psicología social, la sociología y la antropología.

El concepto de las representaciones sociales

Una de las razones que hace que el concepto de representación social sea difícil de
comprender, en particular para aquellos que se inician en su estudio, es que hasta ahora
no exista una definición única. Moscovici ha sido defensor de esta circunstancia ya que ha
argumentado que es preferible que no exista tal enunciación, ya que al ser una teoría en
expansión podría verse limitada por la imposición de una sola interpretación.

5
De acuerdo con Castellotti y Moore (2002) son tres los aspectos interdependientes que
comparten las definiciones mas aceptadas sobre la representación social en la psicología
social, las cuales son: que se desarrollan y circulan a través de la comunicación; que
construyen y reconstruyen realidades sociales; y que la dan forma a la realidad externa
que circunda a los grupos, por medio de su organización sociocognitiva.

Se ha identificado a la representación social como una forma específica de conocimiento:


la del sentido común. Las representaciones sociales se edifican, comparten y circulan en
los espacios en los que interactúan las personas, tales como los salones de clase, las
reuniones familiares, el Internet, los cafés y las cantinas. La teoría de las representaciones
sociales se enfoca a entender las características del medio comunicativo, de las
interacciones sociales entre los individuos y la forma como se construye el conocimiento
grupal en la vida cotidiana.

La teoría de las representaciones sociales, hay que mencionarlo, funciona de acuerdo con
en el modelo terciario de Peirce, en el que el objeto es construido por los sujetos sociales
que interactúan. El objeto es aprehendido mediante una construcción intersubjetiva y sus
características son determinadas por los sujetos sociales que dotan de sentido al objeto.
Las representaciones del objeto se emancipan en cierto momento y pasan a formar parte
de un mundo intersubjetivo en el que fluyen libremente.

Es importante, entonces, reconocer la forma como los sujetos sociales dentro de sus
grupos o en contraposición a otros grupos, le dan sentido a los objetos de representación.
De esta manera, la representación social, juega un papel determinante en la configuración
de la realidad social. Jean Claude Abric define lo anterior con gran claridad. “Plantearemos
que a priori no existe realidad objetiva, pero que toda la realidad es representada,
apropiada por el individuo o el grupo y reconstruida en su sistema cognitivo, integrada en
su sistema de valores que depende de su historia y del contexto social e ideológico que le

6
circunda. Y es esa realidad apropiada y reestructurada lo que para el individuo o el grupo
constituye la realidad misma” (Abric, 2004, p.12).

Para la teoría que estamos abordando el sujeto es un ser social, que posee distintas
pertenencias grupales, diversas identidades sociales y que desempeña un papel activo en
la construcción de su realidad social. Es un individuo cuya práctica social lo orienta a elegir
y activar los procesos de representación social de los objetos que le son significativos. Una
característica de las representaciones sociales es que es siempre y de forma simultánea la
representación de un objeto y de un sujeto social que la construye. Al respecto Belarbi
(2004) sostiene que cuando se generan representaciones sociales en grupos
culturalmente diferenciados: “el otro se convierte en un objeto y, al describirlo, lo que se
proyecta es el yo con sus esquemas de pensamiento, sus marcos de referencias”. (p.87)

Pues bien, y ahondando un poco más en sus características, hay un acuerdo mayoritario
entre los psicólogos sociales en considerar al sentido común, diferente al conocimiento
científico, como el ámbito en el que se construyen y comparten las representaciones
sociales. El mundo reificado de la ciencia está limitado por un especializado código de
lenguaje que sólo permite la participación en él de expertos en la materia. Es un espacio
restringido a los neófitos. La ciencia plantea la necesidad de que sus miembros efectúen
un razonamiento lógico y sistemático que se contrapone al pensamiento sesgado y
automático de la gente común y corriente.

Al contrario del conocimiento científico, el del sentido común no exige credenciales para
participar en él, ya que todas las personas expresan sin cortapisas las ideas que les vengan
en gana. A diferencia del conocimiento científico, el universo del sentido común no opera
mediante un método formal sino que hace uso de sesgos interpretativos, percepciones
selectivas, reducciones categoriales y de atribuciones de causalidad, entre otras.

7
Son varias las funciones que cumplen las representaciones sociales, de acuerdo con Abric
(2004) algunas de ellas son:

 Función de conocimiento: misma que facilita a los miembros del grupo la


comprensión y explicación de la realidad.
 Función de identidad: ya que provoca que los miembros del grupo
conserven su identidad social, apreciando las características propias de su
colectivo social con base en normas y valores que tienen una determinación
histórica.
 Función de orientación: toda vez que determina los comportamientos y las
prácticas sociales propias del grupo.
 Función de justificación: la que permite validar las posturas y conductas
correctas del propio grupo.

Las funciones señaladas nos indican que las representaciones sociales se concretan en
formas de pensamiento práctico, que activan sujetos y grupos en la vida diaria.

Es importante referir ahora las tres principales escuelas que estudian las representaciones
sociales. De acuerdo con Banchs (2000) la primera aproximación es la que indaga las
representaciones desde una perspectiva antropológica y cultural liderada por Serge
Moscovici y Denise Jodelet. Una segunda aproximación la encabeza Jean Claude Abric y
sus colaboradores en la Universidad de Aix en Provence, la cual se orienta a develar las
características del núcleo central a un nivel sociocongnitivo. La tercera aproximación la
representa Willem Doise y sus colaboradores ginebrinos, la cual se enfoca a estudiar las
condiciones (muchas de ellas sustentadas en el conflicto y las posturas intergrupales) que
generan y difunden las representaciones sociales en el medio social.

Estas aproximaciones se diferencian también en cuanto al acento que ponen en el sujeto


de la representación. La sociocognitiva de Abric se enfoca hacia el sujeto social y la

8
manera como se estructura el núcleo central de las representaciones sociales; en el
enfoque grupal se incluye la Escuela de Ginebra que está orientada a descubrir las
representaciones sociales intergrupales generadas en el conflicto social y, finalmente, en
el enfoque cultural se ubica la aproximación más tradicional de las representaciones
sociales, es decir, la encabezada por Moscovici, Jodelet y Marková la cual posee una
orientación más cultural, antropológica e histórica.

Para finalizar la introducción es importante anotar que las investigaciones actuales de las
representaciones sociales están orientadas a entender problemas sociales concretos
dentro de las áreas de la psicología social de la salud, la psicología social de la
cotidianeidad y la psicología de género. Rodríguez (2003), con base en reflexiones de
Wagner y Elejabarrieta, indica los campos de investigación más importantes en Europa,
utilizando la teoría que nos ocupa.

“En la investigación de representaciones sociales pueden distinguirse al menos tres


campos fundamentales:

a) La ciencia popularizada, que caracteriza la perspectiva de investigación


original de las representaciones como conocimiento de sentido común que
populariza y se apropia de la divulgación científica. Los temas de este campo de
indagación son las teorías científicas, el psicoanálisis, el marxismo, etcétera.
b) La imaginación cultural, que aborda la construcción cultural de los objetos
que pueblan el mundo social, centrándose en el análisis de objetos con una
historia larga, como el género, la sexualidad, la mujer, el matrimonio, la
enfermedad y la locura, entre muchos otros.
c) Condiciones y acontecimientos sociales, que trata sobre condiciones y
acontecimientos sociales y políticos, donde las representaciones que prevalecen
tienen un corto plazo de significación para la vida social. Los temas característicos
de este campo giran alrededor del conflicto social, tales como la desigualdad

9
social, la xenofobia, los conflictos nacionales, los movimientos de protesta, el
desempleo, el aborto, el debate ecológico y el movimiento feminista, entre
muchos otros” (Rodríguez, 2003, pp.57-58).

La investigadora brasileña Angela Arruda sintetiza las principales características de la


teoría de las representaciones sociales:

 “La realidad es socialmente construida, por lo tanto se disipan los límites


entre el sujeto y objeto.
 Esta realidad construida está basada en el proceso de interacción-
comunicación.
 Las formas de conocimiento, que construyen la realidad y que igualmente
constituyen formas de comunicación, son diferentes unas de otras, aunque
equivalentes – los universos consensuales y reificados son formas diferenciadas de
comunicación, aunque cada una sirva a su propia función y se comunica con la
otra-.
 El sujeto que conoce es activo y creativo y hace uso de su almacén de
nociones así como de sus valores, intereses y proyectos para descifrar cualquier
cosa que sea nueva para él.

En sociedades complejas y multifacéticas en la era de la información y la comunicación de


altas velocidades, la representación social es característica de la organización del
pensamiento social”. (Arruda, 1998, p. 349).

Los niveles de explicación de las representaciones sociales

Se pueden identificar, de acuerdo con las diferentes perspectivas de investigación, la


existencia de tres niveles de aproximación al estudio de las representaciones sociales. En
primer lugar, se encuentra una orientación que considera que la representación social es

10
una teoría social del conocimiento. La segunda explicación se enfoca a describir los
procesos sociocognitivos de construcción de las representaciones sociales y una tercera
aproximación es la que indaga las características de la representación social como un
producto.

La representación social como una teoría social del conocimiento

En la literatura sobre este tema, hay varios investigadores que conciben a las
representaciones sociales como una teoría social del conocimiento, toda vez que ha
establecido una serie de principios que describen la manera como se construye, comparte y
difunde el conocimiento social. Esta perspectiva describe los procesos de comunicación y
simbólicos que ocurren en el medio social y que determinan la generación de
representaciones propias de los grupos sociales.

Sobre este ámbito Jodelet (1991) estableció que en la psicología social la de las
representaciones sociales es el único ejemplo de una teoría sistémica y global vigente hasta
ahora. En este mismo sentido, Marková y Wilkie (1987) sostuvieron que la teoría de las
representaciones sociales es una teoría social del conocimiento que ha formulado con
claridad la determinación social de la mente. El mismo Moscovici señaló que "las
representaciones sociales pueden llevarnos hacia una psicología social del conocimiento que
nos permita comparar a los grupos y las culturas" (Moscovici, 1988. p. 214).

Nociones como las de la sociedad pensante, la representación social como medio, la


generación de representaciones sociales a partir del conocimiento científico, la era de las
representaciones sociales y las naturalezas prescriptiva y convencionalizadora, fundamentan
la teoría social del conocimiento.

Para la teoría de las representaciones sociales, los sujetos interactúan para crear significados
compartidos y dotar de sentido a su vida cotidiana. Para lograr este objetivo, los individuos

11
deben interactuar sistemáticamente con miembros de sus propios grupos, así como con
representantes de exogrupos. Vivimos, pues, en una sociedad pensante en el que sus
integrantes se comunican todo el tiempo.

Los espacios para esa interacción son aquellos en los que se manifiesta el sentido común y
que están abiertos para la libre comunicación. Entre los escenarios que cumplen con esta
función están, como ya se ha referido, los parques, los cafés, los chats entre otros. Es ahí
donde los individuos intercambian nociones, procesan significados e interpretan eventos
inesperados.

Es importante tener en cuenta que las representaciones sociales se encuentran tanto dentro
de nuestras cabezas como en el medio intersubjetivo de significados. Este último se
constituye mediante la emancipación de ciertas representaciones que trascienden a los
grupos sociales que las edificaron y que ahora están disponibles para que los individuos
puedan acudir a ellas con el objetivo de manejarse en el medio social.

Sobre la existencia del medio de significados en el que habitan las representaciones sociales
emancipadas, Moscovici (1984), afirma que en todo momento nos encontramos rodeados de
imágenes, debates, ideologías, informaciones y reflexiones que transitan alrededor de los
sujetos sociales y que se adentran en ellos de manera imperceptible, sin requerir anuencia
alguna. Las representaciones autónomas se incorporan, simbólicamente, en un mundo
intersubjetivo, el cual es característico de las sociedades contemporáneas y que ha sido
concebido por varios teóricos como la “era de las representaciones sociales”. A este respecto
la psicología colectiva sostiene que “todo puede y debe ser visto como Comunicación, que el
mundo en sí mismo es una Intersubjetividad, y por lo tanto, su desarrollo consiste en
sistemáticamente ver todo como comunicación, y en asumir la obligación de no ver las cosas
de otra manera” (Fernández, 1994, p.111).

12
Son varios los autores que otorgan un papel especial a la teoría en el estudio de las
sociedades contemporáneas. El profesor ginebrino Doise (1991b) concluye que la teoría se
aboca a estudiar las plurales relaciones simbólicas que se establecen en las comunidades
modernas, Farr (1987) sostiene que la línea psicosocial de investigación en representaciones
sociales será la antropología que estudie a las sociedades contemporáneas y Jodelet (1991)
considera que las indagaciones de las representaciones sociales son necesarias dados los
incesantes cambios sociales, la pluralidad de las sociedades y el desarrollo científico y
tecnológico.

El desarrollo de las telecomunicaciones y la informática, el avance de la ciencia, el flujo


incesante de la información y la mutación constante de los escenarios políticos, económicos
y sociales juegan un rol principal en esta era de las representaciones sociales. Parece ser que
para las sociedades modernas la permanencia es algo inexistente y la incertidumbre es la
característica de nuestros tiempos.

Es evidente que la ampliación de la comunicación generada por el crecimiento de los medios


de información es el principal proveedor de la construcción de representaciones sociales. Los
medios de comunicación e información masivas se encargan, entre otras tareas, de divulgar
los conocimientos provenientes de la investigación científica, para popularizarlos en el
universo del sentido común. De acuerdo con Moscovici, esta función es la más importante en
la creación de representaciones sociales, ya que pone a disposición de los individuos
significados aceptables del objeto de representación a compartir. Los sujetos dependen cada
vez más de los medios de comunicación, ya que éstos proporcionan los significados de los
objetos de representación que son necesarios para construir o actualizar el sentido común.

Al considerar las fuentes de generación de representaciones es importante no limitarse a


considerar como si fuera la única a la popularización y masificación de la ciencia. Diversos
autores han identificado varias orígenes que generan representaciones sociales. Jodelet
(1991), por ejemplo, menciona las experiencias anteriores de los individuos, los sistemas de

13
creencias, la cultura, los afectos y la condición social. Ibáñez (1988) señala a los sistemas
ideológicos y de valores que predominan en la sociedad, así como a las condiciones sociales,
económicas e históricas. Moscovici (1984, 1988b) incluye a los hechos actuales, el
conocimiento objetivo de los grupos para controlar su propio mundo, la religión y las
representaciones sociales previas.

Vale la pena hacer mención de la relación que existe entre diversos tipos de comunicación y
su relación con la generación de las representaciones sociales, Doise diferencia tres
modalidades de comunicación: “en primer lugar se encuentra la difusión, en la que el
articulista, que recaba información de las fuentes científicas o directamente con los
especialistas, hace las veces de divulgador científico intentando popularizar las teorías y/o los
conceptos entre el público lector. La propagación es la segunda modalidad de comunicación.
A través de ella los grupos organizados intentan influir en los demás presentando
persuasivamente sus creencias y visiones particulares sobre asuntos determinados. La
propaganda es el tercer y último tipo de comunicación. Esta se inscribe dentro de una
situación intergrupal conflictiva y se presenta en forma dialógica en la que se intenta falsear
la argumentación del exogrupo, mientras que se hace resaltar la veracidad y justeza de la
argumentación del endogrupo. La primera modalidad produce opiniones; la segunda,
actitudes y la tercera, estereotipos” (González, 2001, p. 136).
Las representaciones sociales cumplen con dos importantes papeles en el mundo de
significado en el que participan: uno de ellos es el rol convencionalizador y otro el
prescriptivo. Es convencionalizador ya que logra que los objetos, personas o conceptos se
incluyan en categorías sociales previamente establecidas facilitando la comprensión y
manejo de nuevas realidades. La prescripción se refiere a la fuerza que las representaciones
tienen para imponer interpretaciones de la realidad. Serán más intensas si son generadas por
una representación social hegemónica que ha permanecido vigente durante mucho tiempo
en la cultura de determinado grupo social. A este respecto, Duveen y Lloyd (1986) muestran
la manera en que los procesos de socialización que conforman las identidades de género, son

14
prescritas en los niños con base en las representaciones sociales de la masculinidad y la
feminidad que poseen los padres.

Para concluir con este apartado presentaremos unos apuntes de Ivana Marková en la que
establece las características de la representación social como una teoría social del
conocimiento, realzando los aspectos dialécticos y dialógicos. “Lo que hace que la teoría de
las representaciones sociales sea una teoría del conocimiento social es la conceptualización
de que:

 las dinámicas del pensamiento, lenguaje y prácticas sociales a través de los


fenómenos individuales y socioculturales se crean por medio de la tensión, el
conflicto y la polarización de oposiciones.
 hay una serie de conceptos interrelacionados y definidos de manera dialógica,
que siempre generan hipótesis”. (Marková, 2000, p. 442).

Procesos sociocognitivos participantes en la construcción de representaciones sociales

Como se comentó antes, además de ser una teoría social del conocimiento, la teoría de las
representaciones sociales explica los mecanismos sociocognitivos que construyen formas
compartidas de pensamiento social. La que daremos cuenta ahora.
Son dos los procesos sociocognitivos que se activan para generar en los grupos sociales
nociones compartidas sobre objetos, personas o conceptos. Uno de ellos es la objetivación y
el otro el anclaje.

La objetivación es el proceso que encarna los conceptos abstractos, es el que se encarga de


hacerle comprensible a los sujetos aquello que resulta inasible o borroso. Su función es
otorgarle una imagen a una entidad intangible para hacerla real, por lo que le da existencia y
voz, a todos los conceptos que no han sido incorporado a la red previa de conceptos.

15
Son varios los ejemplos de objetivación que han tenido un impacto relevante en la
comprensión de la realidad social. La objetivación de la necesidad de usar el cinturón de
seguridad de los automóviles, la de darle sentido al virus AH1N1 y la de entender la
computadora personal en nuevos usuarios, son ejemplos de ello.

Este proceso sociocognitivo de construcción de lo real está comprendido por tres


subprocesos: la construcción selectiva, la esquematización estructurante y la naturalización.

La primera de ellas se refiere al subproceso a través del cual los sujetos que edifican la
representación social filtran el objeto a representar. Lo anterior se ejecuta con base en
intereses particulares del grupo de pertenencia, ya que se eliminan o envían al olvido los
elementos conceptuales que podrían resultan peligrosos para la identidad social positiva del
mismo colectivo, en términos de sus valores, cultura, ideología, etcétera. Este subproceso, tal
como indica Páez (1987), tiene como función principal lograr una descontextualización del
discurso o concepto, en el que se abstrae de sus condiciones de producción y de su sentido
ideológico. En el estudio primigenio de Moscovici sobre el psicoanálisis se muestra muy
claramente la construcción selectiva que llevaron a cabo varios grupos sociales en su
representación social de la teoría freudiana. Es revelador observar cómo los grupos católicos
apartaron de su conceptualización del psicoanálisis todo lo relacionado con el desarrollo
psicosexual y la función libidinal.
Otro de los subprocesos de la objetivación es la esquematización estructurante y se refiere a
la elaboración gráfica del concepto a representar, en el que se incluyen los principales
elementos que lo integran. Ejemplos de estos son los niveles de conciencia del psicoanálisis y
la pirámide estructural del marxismo. Moscovici (1988) afirma que en las sociedades
contemporáneas, con las características que se mencionaron previamente, existe una mayor
creación de estructuras icónicas que sostienen la elaboración de símbolos propios de la
objetivación.

16
Posterior a la elaboración de las esquematizaciones figurativas, se hace necesario dotarlas de
sentido, humanizarlas. A este subproceso de la objetivación se le denomina naturalización.

El psicosociólogo Pablo Fernández (2004) reflexiona sobre este proceso y plantea que el
mundo de los objetos no es mismo que el de las cosas, ya que éstas últimas no interpelan a
los sujetos. Por lo contrario, los objetos son cosas a las que se les ha asignado un sentido
humano y que, en consecuencia, objetan algo a las personas ya que poseen un significado
particular.

El nombramiento, que en esencia es la creación de objetos, es importante ya que “esta


actividad no se reduce al mero acto bautismal sino que, al dotar de un nombre al concepto,
se le está confiriendo un sentido y una genealogía que la ubica dentro del fondo común de
representaciones al que todos podemos acceder. Al nombrar sacamos del anonimato aquel
concepto abstracto o no familiar que nos intriga dada la imposibilidad de poder referirnos a
él. Una vez que lo hemos etiquetado, el concepto a representar adquiere una serie de
características y tendencias que lo distinguirán. El concepto nombrado pasa a ser compartido
por los grupos que lo valoran de la misma forma y hacia el que tendrán una actitud social
similar” (González, 2001, p. 140).

La naturalización es, pues, dotar de dimensión humana a los objetos de representaciones


sociales. El decir que el que el cima está “loco”, o que el balón “se negó a entrar a la
portería”, son ejemplos de naturalización. A la objetivación, que es hacer concretos los
conceptos de la representación social, le sigue el anclaje que es el proceso que busca insertar
las nuevas nociones en la red de conceptos previos, lo que determina, en última instancia el
sentido del objeto de representación.

El anclaje tiene como finalidad el incluir el nuevo concepto representado dentro de la trama
de nociones ya elaboradas. De esta forma el significado del concepto se otorga por la
relación significativa que le da los conceptos ya introyectados pero, al mismo tiempo, la

17
nueva inserción modifica la representación social configurada por los conceptos añejos. El
anclaje es el proceso que actualiza y modifica de manera dinámica las representaciones. Los
mecanismos del anclaje son la clasificación y el nombramiento.

La clasificación es el subproceso que tiene como resultante que el nuevo concepto a


representar se incluya dentro de una categoría social establecida. Esta incorporación no
ocurre de una manera natural, ya que siempre se realiza una evaluación positiva o negativa
del concepto producto de la identidad social del grupo que genera la representación social.
La prototipicalidad es el fenómeno que guía esta clasificación, misma que se puede observar
siguiendo dos caminos: la generalización y la particularización.

En la generalización, los sujetos sociales que están incorporando un nuevo concepto intentan
reducir las distancias entre éste y el prototipo perteneciente a la categoría en la que se
pretende insertar. La particularización ocurre cuando el concepto a representar no se ajusta
a las categorías sociales existentes, por lo que se establece una distancia entre el concepto y
el prototipo. La singularidad de la representación es el producto de este subproceso. Lo casos
de pederastia por parte de sacerdotes católicos se aleja del comportamiento típico de un
clérigo, lo que obliga a que las representaciones sociales, sobre todo las que provienen de
grupos de esa religión, se fundamenten en la particularización.

El anclaje es un proceso importante que determina y sostiene las relaciones sociales


intergrupales ya que, como bien señalan autores como Ibáñez (1988), Páez (1987) y Doise
(1991b), los sistemas de pensamiento grupales o ideologías son los que determinan la red de
conceptos previos en los que se incluyen nuevos elementos de representación social,
determinando, de esta manera, las relaciones entre los diferentes grupos en la sociedad.

Marková hace una interesante reflexión sobre la importancia tanto de la objetivación y el


anclaje en su contribución al mantenimiento o cambio de representaciones sociales. La
autora afirma que “aun cuando el anclaje como la objetivación contribuyen a la

18
estabilidad y cambio de las representaciones, el anclaje está orientado hacia la estabilidad
o hacia la permanencia del estado existente, mientras que la objetivación, por su parte,
está orientado hacia el cambio” (Marková, 2000, p. 448).

La representación social como un producto sociocultural

Se han abordado las perspectivas analíticas de índoles epistemológica y sociocognitiva, y


ahora se describirá el tercer nivel de estudio de la representaciones sociales, es decir, el
de entenderlas como un producto sociocultural.

Es importante tener en cuenta que las representaciones sociales son al mismo tiempo un
proceso y un producto. En el primer componente se integran los procesos que operan en
el mundo inter subjetivo y los que acontecen a nivel sociocognitivo y en el segundo se
encuentran los elementos que constituyen sistemas de creencias o ideologías. Lo anterior
se define muy puntualmente en la siguiente idea: “podríamos entonces distinguir entre
pensamiento constituyente, es decir procesual, y pensamiento constituido, es decir, el
producto o contenido que se realiza alrededor de una estructura” (Banchs, 2000, p. 4).

Como un producto sociocultural se pueden identificar, de acuerdo con Herzlich (1975), las
dimensiones de actitud, nivel de información y campo representacional.
La actitud se refiere a la evaluación positiva o negativa que el sujeto social hace del objeto de
representación a constituir, la cual se determina por valores, afectos, normas y sistema de
creencias del grupo de pertenencia. Es por eso que los objetos más polémicos y que reflejan
posturas intergrupales mas diferenciadas, son los más viables a convertirse en
representaciones sociales.

La información puede ser analizada con base en su cantidad y calidad. De acuerdo con Tomás
Ibáñez (1988) el nivel de información refleja la inserción social de los grupos que detentan la

19
representación social, ya que la clase social determina las prácticas sociales y, en buena
medida, la accesibilidad a las fuentes de información.

El campo representacional, muestra la forma en que se interrelacionan las nociones que


componen una determinada representación social. En el campo de la representación se
identifican el núcleo central y los elementos periféricos.

Como se ha podido observar, la teoría de las representaciones sociales puede ser estudiada
en tres niveles diferentes de aproximación. Es importante hacer hincapié en que lo
conducente es abordar, en toda investigación sobre representaciones, los tres niveles para
así entender el contexto de comunicación que evidencie el medio de significados, los
procesos constructivos desde una perspectiva sociocognitiva y la representación social como
producto sociocultural.

La estructura de las representaciones sociales y la tesis del núcleo central

Muchas de las actuales aproximaciones teóricas se han orientado a indagar la estructuración


de las representaciones sociales. La tesis fundamental es que existe un núcleo central que
determina la permanencia o modificación de toda representación. La importancia de la
estructura que conforman los elementos periféricos en su relación con el núcleo central
consiste, principalmente, en una serie de funciones, que de acuerdo a Araya (2002) son:

 De concreción: Son dependientes del contexto, anclan la representación en la


realidad social de los sujetos y la hacen transmisible, además de que expresan el
presente y los contenidos relevantes para las personas.

 De regulación: La flexibilidad de los elementos periféricos facilitan la adaptación de


las representaciones sociales a nuevos contextos, ya que dejan estable al núcleo
central, mientras incorporan nuevos elementos periféricos de representación.

20
 De defensa: La organización de las nociones periféricas sirven de contención a las
presiones de modificación del núcleo central, ya que hace operar diversos
mecanismos para detener la modificación. Acciones como las reinterpretaciones,
las deformaciones defensivas de información, los cambios de ponderaciones y
otros mecanismos cognitivos.

Este planteamiento es importante ya que diferencia entre los elementos periféricos que
definen, en buena medida, el sentido de la representación y su núcleo central, de la que
depende su permanencia.

A este respecto Huotilainen (2005) señala que junto al núcleo central puede coexistir otro
núcleo denominado themata (del que habrá una explicación poco más adelante), cuyas
principales características son que contiene elementos arquetípicos o preconcepciones
establecidas, que son resultado de procesos de larga duración, y que pueden manifestarse
como historias retóricas y creencias sociales.

Los elementos periféricos se modifican constantemente, pero la representación social sólo


cambiará cuando el núcleo central deje de operar. Sobre este aspecto en particular Abric
sostiene que: “El núcleo central – o núcleo estructurante - de una representación garantiza
dos funciones esenciales:

 Una función generadora: es el elemento mediante el cual se crea y se


transforma la significación de los otros elementos constitutivos de la
representación. Es por su conducto que esos elementos toman un sentido, un
valor;
 Una función organizadora: es el núcleo central que determina la naturaleza
de los lazos que unen, entre ellos, los elementos de la representación. Es en este

21
sentido, el elemento unificador y estabilizador de la representación” (Abric, 2001,
pp. 20-21).

Conocer la estructura de la representación y hallar el concepto central tiene importantes


alcances en el terreno de la psicología social aplicada, ya que se pueden establecer
estrategias para modificar representaciones sociales relacionadas con, por ejemplo,
comportamiento proambientales, utilización del preservativo, campañas de información
sobre adicciones, entre otras. Al identificar los elementos estructurales conocemos las
características que son relevantes de la representación social de un grupo. “En cada caso el
investigador debe identificar lo que Lucien Goldmann llama estructura significante,
aludiendo a una estructura que tiene importancia funcional para un determinado grupo.
Las representaciones sociales como estructuras significantes identifican tanto al grupo
que construye una representación como al contenido representado” (Duveen y Lloyd,
2003, p.33).

Por otra parte, es importante señalar que existe tanto una determinación social, como
otra lateral en la estructura de las representaciones sociales. La determinación social está
relacionada con aspectos socioculturales y determina el contenido histórico de la
representación, mientras que la determinación lateral tiene un origen en las experiencias
propias del sujeto. “Banchs (1984) conceptualiza a sendas determinaciones puntualizando
que la influencia de las condiciones socioeconómicas e históricas de una sociedad aluden a
la determinación social central; mientras que la huella del individuo, su aporte como
sujeto de una colectividad, se traduce en la determinación social lateral” (Mora, 2002,
p.13). Por otra parte, Araya (op.cit) hace hincapié en la necesidad de observar en el núcleo
central de una representación, la existencia de la realidad histórica-social en la evolución
del concepto.

Podemos concluir este apartado señalando, en el mismo sentido que Rodríguez (2003),
que el núcleo central es el elemento estable que le da permanencia a la representación,

22
ya que en él se incluyen significados culturales propios de la memoria colectiva, mientras
que los elementos periféricos son los que explican la variabilidad de las representaciones
sociales y su característica dinámica.

Los grupos y la representación social

Sobre la supuesta circularidad de las definiciones en las que participan los conceptos de
representación social y grupo, se puede afirmar que ambas nociones son, en realidad, dos
caras de la misma moneda. Por un lado está el grupo social integrado por sujetos social
concretos que a través de la interacción cotidiana establece representaciones
endogrupales y exogrupales y, por el otro, los procesos sociocognitivos de construcción de
representaciones.

Existen, además, varias opiniones académicas que sostienen que las representaciones
sociales sólo se constituyen como tales cuando forman parte de la identidad social de un
grupo y que es, precisamente, en situaciones de conflicto intergrupal cuando se
manifiestan representaciones sociales más claras, con mayor consenso y una mejor
estructura.

La importancia de los grupos como generadores de representaciones es fundamental ya


que si se quisiera hacer una teorización sobre representaciones sociales individuales,
pronto se caería en la cuenta de que el investigar tales procesos, podría resultar en un
estudio de cognición social individualista, pero no de representaciones sociales, toda vez
de que las representaciones sociales son construcciones de pensamiento llevadas a cabo
por individuos sociales que pertenecen a grupos sociales específicos, los cuales comparten
una visión común de la realidad.

23
La importancia de las prácticas sociales

Jean Claude Abric (2004) sostiene que las representaciones sociales no son simples
elaboraciones sociocognitivas respondientes que se activan en individuos que crean
conocimientos comunes, sino que están determinadas por prácticas concretas que llevan
a cabo sujetos sociales pertenecientes a grupos determinados.

Este aserto resulta determinante desde una perspectiva teórica ya que define las
condiciones sociales que hacen que surjan de manera natural las representaciones
sociales, por lo que resulta equivocado abstraerlas de la actividad de los grupos que las
construyen. Por lo tanto se puede concluir que es inexistente una representación social
que no esté relacionada directamente con la práctica social del grupo que las establece.

La relación entre la práctica social y la generación de representaciones sociales la definen


con claridad Prado y Krause (2004): “El proceso de elaboración de conocimiento
generalmente se produce a partir de modificaciones en las condiciones de vida al interior
de una sociedad. Un fenómeno desconocido para un grupo, si es suficientemente
relevante, inicia un proceso de comunicación colectiva para hacerlo inteligible y
manejable y para adaptar simbólica y prácticamente al grupo a las nuevas condiciones de
vida. El resultado de los procesos comunicativos y discursivos son las representaciones
sociales, que caracterizan el estilo de pensamiento de los miembros de un grupo. El grupo
da origen a un bagaje común de conocimiento, sentido común y modelos de justificación.
El discurso y la comunicación que crean las representaciones sociales tienen lugar en los
grupos reflexivos, que son aquéllos definidos como grupos por sus miembros”. (p.60-61)

Se puede afirmar, entonces, que las representaciones sociales son el producto de la


interacción social de individuos pertenecientes a diversos grupos sociales, y que en ella se
observa la marca de su actividad social. Las representaciones sociales trasmiten y
actualizan las prácticas sociales de los grupos.

24
Nuevos persepectivas en el estudio de la teoría de las representaciones sociales

Entre los desarrollos actuales más interesantes de la teoría de las representaciones


sociales destaca, principalmente, la perspectiva de la profesora Ivana Marková quien
manifiesta que es indispensable estudiar las representaciones sociales desde una
aproximación dialéctica y dialógica.

Recurriendo a los postulados del lingüista ruso Batjin, la académica de la Universidad de


Sterling, aborda las representaciones sociales en su dimensión de proceso y producto de
la comunicación, por lo que el diálogo intersubjetivo es algo inherente en la construcción
de conceptos. “La teoría de las representaciones sociales en la formulación de Moscovici,
pertenece a una muy amplia familia de aproximaciones teóricas que resaltan una
epistemología dialógica. La epistemología dialógica, sostengo yo, es en el presente la única
alternativa viable a la tradición individualista y a la epistemología estática, que, como
muchos han argumentado, son totalmente inapropiadas para la investigación social
científica (Marková, 2000, pp.420- 421)”.

La perspectiva dialógica, como Billig (1996) también lo concebía, permite a los sujetos
sociales reconocer las posturas de los otros a través de la identificación de los
planteamientos del exogrupo, lo que genera reflexiones endogrupales más profundas.
Para Marková la epistemología dialógica es propia de las ciencias humanas y sociales, a
diferencia de las ciencias naturales cuyo objeto de estudio no tiene la capacidad de
generar lenguaje simbólico.

La dialéctica, por otra parte, está también fundamentada en el diálogo, pero ocurre a un
nivel de conciencia más abstracto. “Tanto para Heráclito, como para Hegel, todos los
fenómenos vivos sostienen tensiones internas de fuerzas contradictorias. Hegel observó
contradicciones en la realidad social, en la naturaleza y en el pensamiento y concluyó que

25
esas contradicciones son encabezadas por un movimiento dialéctico en la mente (op. cit.,
p.428).

La epistemología dialéctica enriquece a la teoría de las representaciones sociales en el


sentido de que todo concepto posee una noción antitética y que es en el conflicto entre
estos elementos donde nace la construcción de redes de conceptos diferenciados
grupalmente, ya que talas nociones son atribuidas a los miembros de los grupos que se
están diferenciando socialmente. De hecho, se ha creado una categoría de análisis
representacional que incluye a las nociones antitéticas como parte de un todo. A ésta
categoría se le ha denominado temata.

Los temata son en esencia díadas (aunque pueden presentarse como tripletas) de
conceptos que incluyen antítesis. Estos temata son muy comunes en el mundo científico y
se observan en polarizaciones como las de análisis/síntesis, racional/irracional,
simple/complejo, evolución/involución, concreto/abstracto, y deducción/inducción, entre
otras. Aquí es necesario mencionar que también en el pensamiento social se encuentran
estos temata cuyo origen se remonta a la socialización misma de los individuos y que se
aplican en la vida cotidiana al utilizar díadas como bueno/malo, justo/injusto y amor/odio.
Los temata son importantes para explicar la generación de representaciones sociales ya
que muestran la condición social del pensamiento de los individuos, los cuales están
acostumbrados a razonar con base en antinomias y oposiciones. Aunque algunas veces
puedan ser inconscientes, los temata enfocan el debate grupal, incrementan las tensiones
y son una vía para la posible resolución de representaciones sociales intergrupales en
conflicto.

Los temata, se puede concluir, son la base de las representaciones sociales culturalmente
determinadas, las cuales se imponen, como en el caso mencionado, a la realidad social
intergrupal. Son, como se argumentó antes el elemento que expresa un conflicto

26
sociocognitivo que tiene su fundamento en las prácticas sociales y que alienta el cambio
social a través de la superación de ese conflicto.

Otra aproximación teórica muy interesante y, por demás, oportuna dados los tiempos de
cambio social y tecnológico que vivimos, es la presentada por Denise Jodelet, quien
propone una recuperación del sujeto en las investigaciones sobre representaciones
sociales.

La autora señala que un predominio en la orientación colectivista en el estudio de las


ciencias sociales, que se instauró en los años setenta del siglo pasado, convirtió al sujeto
social en algo inexistente, manipulado o en actor de roles que sólo le son impuestos. El
planteamiento de la psicóloga francesa va en el sentido de rescatar al “agente” que
participa en los cambios sociales. Expresa que teóricamente la representación social
siempre ha considerado al sujeto como un ente activo que se comunica y construye su
propia realidad. El problema fundamental es que en un buen número de investigaciones,
estos principios los da como una obviedad, por lo que se enfocan a describir la estructura
o los procesos sociocognitivos de la representación.

Sobre la subjetividad, Jodelet (2008) refiere: “La noción de subjetividad nos lleva a
considerar los procesos que operan a nivel de los mismos individuos. Por más de que
nuestras indagaciones apuntan a detectar los elementos representacionales compartidos,
sería reductor eliminar de nuestro examen lo que corresponde a los procesos por los
cuales el sujeto se apropia de y construye tales representaciones. Estos procesos pueden
ser de naturaleza cognitiva y emocional, y depender de una experiencia en el mundo de
vida (Jodelet, 2006). Ellos remiten, igualmente, a estados de sujetamiento o de
resistencia, de los que hemos hablado anteriormente. Desde este punto de vista conviene
distinguir las representaciones que el sujeto elabora activamente de las que el mismo
integra pasivamente, en el marco de las rutinas de vida o bajo la presión de la tradición o
de la influencia social”. (pp. 51-52).

27
Una última tendencia en el estudio de las representaciones sociales es otra reflexión de la
ex profesora de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Paris, Denise Jodelet.
Ella considera que los estudios sobre las representaciones sociales no deben contentarse
con los resultados obtenidos en sus estudios, sino intervenir para transformar la realidad
social.

Jodelet (2007) señala las razones para realizar intervenciones en los grupos que
participaron en un estudio de representaciones sociales y que son: para devolver los
resultados de los estudios a quienes participaron en él, lo que presupone un respeto por
las personas que aportaron sus datos y para incidir, con información, en la concientización
y cambio social proveniente de la comunidad misma. Afirma, además, que toda
intervención social debe partir de un reconocimiento de las representaciones sociales que
comparten los miembros de la comunidad sobre un problema específico. Este
conocimiento es fundamental para llevar a cabo un cambio deseable. Ella señala: “Fals
Borda, Paulo Freire, Ignacio Martín Baró, Alain Touraine, por citar apenas a los más
importantes, subrayan que toda intervención social cuyo objetivo es la transformación de
lo social depende de las posibilidades y recursos de los grupos entre los cuales se destacan
sus saberes. Toda intervención centrada en el cambio de la realidad social implica una
valorización de los saberes populares, la imprescindible necesidad de tomar en cuenta
esos saberes en la interacción entre los investigadores y los grupos sociales. También
aparece la importancia del trabajo sobre los saberes ingenuos, en términos de
desideologización, de concientización y de formulación de nuevas necesidades e
identidades” (pp.198 – 199).

La línea recomendada por la doctora Jodelet significa no solo dotar a la teoría de las
representaciones sociales de mayor relevancia social, sino que se podría construir una
metodología de intervención social de largo alcance, con base en el desarrollo teórico que
por casi cincuenta años se ido construyendo en diversas universidades del mundo.

28
Bibliografía

Abric, J.C. (2001) Prácticas sociales y representaciones, México: Ediciones Coyoacán.

Araya, S. (2002) Las representaciones sociales: ejes teóricos para su discusión, Costa Rica:
FLACSO.

Arruda, A. (2003) Living in dangerous: research challenges in social representations, en


Culture and Pshychology, 9 (4), 339-359.

Banchs, M.A. (2000) Aproximaciones procesuales y estructurales al estudio de las


representaciones sociales, en Papers on social representations, 9, 3.1 - 3.15.

Belarbi, A. (2004) La dinámica de las representaciones sociales en una situación de


inmigración, en Revista CIDBOC d’ Afers Internacionals, 6, num 66-67, p. 81-97

Billig, M. (1989) Studying the thinking society: social representation, rhetoric and attitudes
(manuscrito). Loughborough: Loughborough University.

Billig, Michael. (1996). Arguing and thinking: A rhetorical approach to social psychology,
2nd Edition. Cambridge: Cambridge UP.

Castelolloti, V. y Moore, D. (2002) Social Representations of Languages and Teaching. Guide


for the Development of Language Education Policies in Europe from Linguistic Diversity to
Plurilingual Education, Strasbourg, Council of Europe.

29
Deutcher, I. (1984) Choosing ancestors: some consequences of the selection from intellectual
traditions, en Farr, R. y Moscovici, S. Social Representations., Cambridge: Cambridge
University Press.

Doise, W. (1983) Tensiones y explicaciones en psicología social experimental, en Revista


mexicana de sociología. XLV, 2, 659-886.

Doise, W. (1991) Identidad social e identidad individual en las relaciones intergrupales, en


Suplementos Anthropos. Monografías temáticas. El conflicto estructurante. Veinte años de
psicología social experimental de la escuela de Ginebra (1970-1990). 27, 154-162.

Doise, W. (1991b) Las representaciones sociales: presentación de un campo de investigación,


en Suplementos Anthropos. Monografías temáticas. El conflicto estructurante. Veinte años de
psicología social experimental de la escuela de Ginebra (1970-1990). 27, 196-206.

Duveen, G. y Lloyd, B. (1986) The significance of social identities, en British journal of social
psychology. 25, 219-230.

Duveen, G. y Lloyd, B. (2003) Las representaciones sociales como una perspectiva de la


psicología social, en Castorina, J. A. y Kaplan, C. V. Las representaciones sociales: problemas
teóricos y desafíos educativos. Buenos Aires: Gedisa.

Farr, R. (1987) Social representations: a french tradition of research, en Journal for the theory
of social behaviour. 17, 343-369.

Farr, R. (2003) De las representaciones colectivas a las representaciones sociales: ida y vuelta,
en Castorina, J.A., Las representaciones sociales: problemas teóricos y desafíos educativos.
Barcelona, Paidós.

30
Fernández, P. (1989) Psicología Colectiva y Cultura Cotidiana, México, Facultad de Psicología,
UNAM.

Fernández, P. (1994) La psicología colectiva un fin de siglo más tarde. México: Anthropos y el
Colegio de Michoacán.

Fernández, P. (2004). Los objetos y esas cosas. México: El financiero.

Flores, F. (2001) Representación social: género y salud mental, en Calleja, N. y Gómez-


Peresmitré, G. (comps.) Psicología social: investigación y aplicaciones en México. México:
FCE.

González, M.A. (2001) La teoría de las representaciones sociales, en González, M. A. y


Mendoza, J. (coord.) Significados colectivos: procesos y reflexiones teóricas. México: Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México – CIIACSO.

González, M.A. (2004) Construcción teórico-metodológica de las tesis de licenciatura sobre


representaciones sociales en la Facultad de Psicología de la UNAM. Un análisis crítico
sobre sus fundamentos. Trabajo presentado en la VII Conferencia internacional de
representaciones sociales en Guadalajara, México, el 10 de septiembre de 2004.

Herzlich, C. (1975) La representación social, en Moscovici, S. (comp.) Introducción a la


psicología social. Madrid: Planeta.

Huotilainen, A. (2005) Dimensions of Novelty: Social Representationes of New Food,


Helsinki: University of Helsinki.

Ibáñez, T. (1988) Representaciones sociales: teoría y método, en Ibáñez, T. (comp.) Ideologías


de la vida cotidiana. Barcelona: Sendai.

31
Jahoda, G. (1988) Critical notes and reflections on "Social representations", en European
journal of social psychology., 18, 195-209.

Jodelet, D. (1984) La representación social: fenómenos, concepto y teoría, en Moscovici, S.


(comp.) Psicología Social II. Barcelona: Paidos.

Jodelet, D. (1991) Representaciones sociales: un área en expansión, en Páez, D., San Juan, C.,
Romo. I. y Vergara, A. Sida: imagen y prevención. Madrid: Fundamentos.

Jodelet, D. (2004) Vigencia de las representaciones sociales y su incidencia en las prácticas


profesionales en, EDUCAR Portal educativo del Estado Argentino.
http://portal.educ.ar/noticias/entrevistas/dra-denise-jodelet-vigencia-de.php

Jodelet, D. (2007) Imbricaciones entre representaciones sociales e intervención en


Rodríguez, T. y García, M. Representaciones sociales. Teoría e Investigación, Guadalajara:
Universidad de Guadalajara.

Jodelet, D. (2008) El movimiento de retorno al sujeto y el enfoque de las representaciones


sociales en Cultura y representaciones sociales, 3, N°5, septiembre, p. 32-63 .

Marková, I. y Wilkie, P. (1987) Representations, concepts and social change: the


phenomenon of AIDS, en Journal for the theory of social behavior. 17, 398-409.

Marková, I. (2000) Amédée or how to get rid of it: social representations from a dialogical
perspective, en Culture and Psychology. 6 (4), 419-460.

Mora, M. (2002) La teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici, en Atenea


Digital, 2, 1-25. en http://blues.uab.es/athenea/num2/Mora.pdf.

32
Moscovici, S. (1961) El psicoanálisis su imagen y su público, Buenos Aires: Huemul.

Moscovici, S. (1981) Psicología de las minorías activas. Madrid: Morata.

Moscovici, S. (1984) “The phenomenon of social representations”, en Farr, R. y Moscovici, S.


(comps.) Social representations. Cambridge: Cambridge University Press.

Moscovici, S. (1988) “Notes towards a description of social representations”, en European


journal of social psychology. 18, 210-250.

Moscovici, S. (1988b) The myht of the lonely paradigm: a rejoinder, en Social research, 51,
939-967.

Moscovici, S. (1997) Social representation theory and social constructionism, en


http://www.nsu.ru/psych/internet/bits/mosc1.htm.

Mugny, G. y Pérez J. A. (1991) Comparación y construcción social de la realidad, en


Moscovici, S. La influencia social inconsciente: estudios de psicología social experimental.
Madrid: Anthropos.

Páez, D. (1987) Características, funciones y proceso de formación de las representaciones


sociales, en Páez, D. Pensamiento, individuo y sociedad: cognición social y representación
social. Madrid: Fundamentos.

Parker, I. (1987) Social representations: social psychology's (mis) use of sociology, en Journal
for the theory of social behavior. 17, 447-469.

Prado, M. y Krause, M (2004) Representaciones sociales de los chilenos acerca del 11 de


septiembre de 1973 y su relación con la convivencia cotidiana y con la identidad chilena
en Psykhe, Vol. 13, N° 2, 57-72.

33
Rodríguez, T. (2003) El debate de las representaciones sociales en Relaciones, estudios de
historia y sociedad. XXIV, 53-80.

Tajfel, H. (1984) Grupos humanos y categorías sociales. Barcelona: Herder.

Turner, J. C. (1990) Redescubrir el grupo social. Madrid: Morata.

34

También podría gustarte