Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
la Historia.
Jessica Tabeira - 5.145.250-7
1º año prof. de Historia
Biografía:
Barrán nació en Fray Bentos - departamento de Río Negro - el 26 de
febrero de 1934. A los 8 años de edad, su familia se mudó a
Montevideo: “Mi familia quería que hiciera Abogacía. Pero el gusto
por la historia venía de otro lado. Se vincula psicológicamente el
estudio del pasado con una visión peculiar de uno mismo, y eso debe
haber influido tanto o más que los docentes...” (J.P.Barrán en una
entrevista realizada por Gustavo Escanlar - Revista Galería del 2 de
abril de 2009).
También confiesa que desde que tenía 13 o 14 años de edad, estaba
fundamentalmente interesado en la Historia ya que le gustaba “urgar” en el pasado
(entrevista realizada por CANAL REVISTAONDA, 2007)
Fue profesor, escritor e historiador. En 1958 fue egresado del Instituto de Profesores
Artigas (IPA) en la asignatura Historia por lo que comenzó trabajando como profesor
en Educación Secundaria. Debido a la restringida libertad de pensamiento durante la
dictadura militar uruguaya, dada en el período 1973-1985, fue destituido. Cuando
volvió la democracia, fue nombrado profesor titular de Historia del Uruguay y
posteriormente director (durante 20 años) del Departamento de Historia del Uruguay
de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la
República. También fue académico de Número de la Academia Nacional de Letras
desde 1998; recibió el Premio Nacional a la labor intelectual en Agosto de 2009 (justo
un mes antes de su fallecimiento).
La casi totalidad de su vasta obra fue publicada por Ediciones de la Banda Oriental.
Muchos de sus libros fueron escritos en coautoría con Benjamín Nahum.
Publicó crítica historiográfica en el semanario Marcha, artículos en la Revista de la
Biblioteca Nacional y artículos el semanario Brecha. También hizo publicaciones del
Centro de Investigaciones Económicas (CINVE).
En 2005, el gobierno del Frente Amplio lo nombró vicepresidente del Consejo de
Educación (CODICEN), cargo al que renunció en octubre de 2006 por motivos de
salud.
Barrán recibió una influencia fuerte de la escuela de los Annales, una escuela
historiográfica francesa de finales de la década del 20 conocida en el mundo por los
historiadores Lucien Febvre y Marc Bloch. Más tarde, Barrán se acercará a un
enfoque más multidisciplinario donde profundizará sobre los hábitos cotidianos y la
sensibilidad frente a temas como la sexualdiad, la vida o la muerte que se convierten
en ejes de otro tipo de relato histórico que lo identificó en la década del 90.
Barrán: “Médico del cuerpo jamás lo hubiera sido. Nunca se me planteó. Pero
últimamente me interesa una rama de la medicina: la psicología. No sé si es por ella
en sí misma o por mi dedicación a la historia de las mentalidades.”
Barrán: “Los franceses, en general, hablan más de historia de las mentalidades. Sin
embargo hay libros de ellos mismos donde llaman historia de las mentalidades y
sensibilidades indiferenciadamente. En mi caso, yo prefería utilizar el término
“sensibilidad”. En primer lugar porque “mentalidad” no era algo muy nuestro. En
cambio “sensibilidad” es una palabra más entendida de inmediato, que se usa en el
lenguaje cotidiano y que se refería exactamente a aquello que yo estaba
investigando. No es tanto una historia de los valores dominantes, sino una historia
de los sentimientos. Pretendía al menos, hacer mi trabajo sobre los sentimientos
dominantes en una época determinada. Esa sociedad admitía y rehuía, por eso
hablo de sentimientos.
Barrán sentía curiosidad por el pasado de su país, sentía que debía buscar cómo
Uruguay había llegado a la democracia, cómo fue el pensar de la gente en distintas
épocas y por qué proceso fue pasando la sociedad. Interroga la sensibilidad (es por
esto que jamás deja de tener una mirada crítica). Tenía la necesidad de saber
quiénes somos los uruguayos.
José Pedro destacó que para hacer historia debe existir una gran importancia en el
historiador por la antropología ya que su labor está vinculado a la misma. A su vez
afirmó que sus obras tienen una mirada crítica.
Pretende ser, más que una historia de los hábitos del pensar en una época -aunque
también puede incluirlos-, una historia de las emociones; de la rotundidad o la
brevedad culposa de la risa y el goce; de la pasión que lo invade todo, hasta la vida
pública, o del sentimiento encogido y reducido a la intimidad; del cuerpo desenvuelto
o del encorsetado por la vestimenta y la coacción social que juzga impúdica toda
soltura.” (p.9)
“En este primer tomo mostraremos una sociedad que practicó la violencia física y la
justificó como el gran método de dominio del Estado sobre sus súbditos y de los
amos (padres, maestros, patrones) sobre sus subordinados (hijos, niños y
sirvientes); que jugó y rió casi tanto como trabajó y a cuya mayoría le costaría
diferenciar entre estas actividades por presentárseles entrelazadas; hombres y
mujeres que vieron su sexualidad casi con alegría rabelesiana, en medio de un
catolicismo permisivo; una época, por fin, que exhibió macabramente la muerte, la
anunció con bombos y platillos a los moribundos y hasta la vinculó con la fiesta y el
omnipresente juego.” (p.11)
“En aquel Uruguay, la vagancia o la labor zafral como único empleo, eran
probabilidades reales ante la baratura de la carne, las escasas necesidades que
sentía la población rural, los salarios altos que debía abonarse a los “no
propietarios” para que trabajasen, y la posesión por todos los caballos. ¿Cómo
disciplinar a los pobres y obligarlos a servir cuando son jinetes, están armados y el
alimento a menudo se les regala o lo toman?” (p.30)
“La guerra civil, al aflojar los lazos de la disciplina sexual que hombres y mujeres se
imponían en sus respectivos “pagos”, facilitaba los encuentros fortuitos, la
satisfacción exclusivamente física de la sexualidad. Desde este ángulo, como toda
guerra, favorecía lo que la sensibilidad “civilizada” y puritana llamó luego el
“desenfreno”.
Estas guerras civiles, por último, a menudo fueron vividas como un juego y
participaron y alimentaron ese carácter lúdico que impregna toda la cultura
“bárbara”. El ejercicio físico violento en las domas de baguales, en los combates de
caballerías, en la “caza” de vacunos del “enemigo” y yeguarizos de todos; la
destreza admirada en el manejo de la lanza o las boleadoras; el compañerismo en
el combate, daban a esta clase de guerra para aquella clase de personas, un
carácter festivo.” (p.39)
“Las mujeres también hacían uso frecuente de la violencia física y, a comienzos del
siglo XIX al menos, las de todas las clases sociales (...) A posteriori serán los diarios
los que comunicarán una tras otra las noticias de las peleas protagonizadas por
mujeres (...) Los “celadores” -o policías- a menudo se “cebaban” con los soldados o
jóvenes ebrios que encontraban de día en las calles, al grado de ser corriente la
denuncia periodística de estos “excesos” por cuanto los machetazos ocasionaban
heridas graves. Los crímenes frecuentemente quedaban impunes.” (p.45)
“El derecho penal que se aplicó en el Uruguay hasta la época 1860-70, fue, en lo
fundamental, el indiano. Predominaron las llamadas “penas corporales aflictivas”, o
sea, desde la que imponía la muerte hasta las que producían sufrimientos físicos
diversos -azotes, mutilaciones- o implicaban trabajos corporales: en las obras
públicas, llevando el condenado una cadena sujeta al pie al servicio de la marina o
el ejército. Con frecuencia también se imponía la exhibición del castigo y del
delincuente, tanto como pena como por ejemplarizar.” (p.51)
“Los comerciantes montevideanos ricos de la primera mitad del siglo XIX, si podían,
enviaban a sus hijos pequeños o recién entrados en la pubertad, a estudiar al
exterior, a los mejores colegios de Buenos Aires o… Inglaterra.” (p.66)
“Los viajeros europeos que visitaron el país en la primera mitad del siglo XIX,
encontraron muchos niños abandonados por sus padres (...) Antes de la Casa
“Cuna” de 1818 -y después también, en verdad-, los niños eran abandonados en los
“huecos” donde se dejaban los cueros, en las puertas y ventanas de las casas
“acomodadas”, en las calles, y en los atrios de las Iglesias.” (p. 68-69)
“A los abandonos, hay que sumar los infanticidios. Los diarios dan cuenta de ellos
después de 1860 ya que se encontraba a los niños, frecuentemente ahorcados, en
los huecos de la ciudad junto a la basura” (p. 70)
“El castigo también incluyó el cuerpo de los animales, sirviendo con frecuencia el
hecho mismo de espectáculo y diversión pública.
La doma rápida y agresiva de los caballos, que todos los extranjeros advirtieron,
puede, tal vez, considerarse un hecho más vinculado a la abundancia y baratura del
equino que la sensibilidad “bárbara”, aun cuando ésta pudo jugar un rol en ella. Las
corridas de toros y las riñas de gallos, en cambio, derivan directamente de la
sensibilidad dominante.” (p. 79)
“El Carnaval uruguayo “bárbaro”, un paraíso de la materia, una tierra de jauja en que
se comía, se bebía y se jugaba sin límites, se practicaba gozosamente el arte
erótico y se vivía sin trabajar, no estaba tan lejos de la realidad económica y social
de aquellos tiempos en que el país obtenía con los cueros y tan poco trabajo, tanto
dinero.” (p.116)
Temática de la obra:
En el capítulo IV, Barrán habla sobre la risa y el desorden. Habían muchas fechas
festivas (creo que en este sentido se parece un poco al Uruguay de hoy). El
problema se daba cuando hasta el día de los difuntos y en las misas de la iglesia,
las personas celebraban y se reían. No existía el sentimiento de dolor o de tristeza.
Era un completo desorden, tal como lo titula el autor.
El juego, que se había hecho algo habitual, había puesto de por medio grandes
cantidades de dinero. A continuación una cita de la página 88: “Florencio Varela dijo
de los criollos en 1834: “No son del todo dados al vicio de la embriaguez, pero la
pasión por el juego los domina, y emplean en él muchas horas y el salario de todo
su trabajo”. Carreras de caballos y de embolsados, palo enjabonado, carreras de
sortijas, juego con agua, bailes, todo era diversión derivada de la actividad física,
ejercicio del cuerpo en medio de la risa y la competencia.”
Cabe destacar que en algunos pueblos del interior, algunos estos juegos siguen
siendo parte de “los días festivos” (al igual que el carnaval).
Con respecto al trabajo, la carne abundaba en todas las mesas, por lo que el
caudillo iba a conseguir trabajos zafrales. ¿Para qué esforzarse tanto? Si lo que él
necesitaba para vivir podía conseguirlo fácilmente. Es increíble pensar en un
Uruguay donde la carne es el alimento más barato y abundante en la sociedad,
siendo que hoy en día es todo lo contrario.
El Uruguay del 1800 era la época de las fiestas, todo era motivo de festividad y
también motivo para no trabajar. Se decía que los días feriados eran con motivos
religiosos y se dedicaban al juego.
En los tangos, la temática expuesta era el acto sexual. Estas canciones eran
cantadas en los carnavales “bárbaros” y el clero, en vez de poner el orden en las
conductas de la sociedad (como le correspondería) festejaba, se unía a las
celebraciones y a los juegos.
“El matrimonio formado en enero de 1818 por Francisco Solano Antuña y Manuela
Labandera tuvo 16 hijos: dos fallecieron antes de cumplir un año, dos antes de de
los dos años, dos antes de los seis años, uno de 16 años y otro de 29.” (p.26)
El tomo II del libro (llamado “El disciplinamiento” - 1860-1920) se trata del comienzo
del nacimiento de la “sensibilidad” y del proceso de “civilización” de la sociedad del
Uruguay de aquel entonces. Hacia 1900 los sentimientos y las conductas habrían
ido cambiando. Se habla de un Uruguay moderno, con cambios económicos,
políticos, sociales y culturales.
Se comienza a valorar la salud, las personas tienen más cuidado y amor hacia su
propio cuerpo. Se empieza a “educar” y el que juega el rol más importante en esto
es José Pedro Varela.
En la página 264, José Pedro Barrán habla de las razones por las cuales el contexto
del Uruguay estaba cambiando: “La sexualidad fue vivida con culpa. ¿Qué razones
tuvieron esta Iglesia Católica y ésta burguesía liberal para incentivarla más allá de la
culpa (¿cultural?) que todo hombre siente ante las concesiones al deseo?
Todo goce de “la carne” fue sentido por la Iglesia como un asesinato de Dios, y por
los liberales, en este mismo plano, como un asesinato, un olvido, un preferir, un
negar, del padre. (...) El Dios de aquella Iglesia Católica se tornó acreedor y
justiciero, vengativo y limitativo del gozo del cuerpo (...)”
En esta sensibilidad “civilizada” el castigo físico se veía como algo horrorizado. “La
pena de muerte así restringida dejó su lugar a la extensión de la pena de
penitenciaría.” (p. 289)
En el capítulo II del segundo tomo, se habla del descubrimiento del niño ya que en
la época “bárbara” los jóvenes no tuvieron las etapas de la vida muy bien definidas.
“El niño será visto como un ser diferente, con derechos y deberes propios de su
edad; le serán vedados rubros enteros de la actividad social (...)” (p.295) El niño
comienza “a ser amado”. En la época bárbara las caricias y los mimos estaban mal
vistos, eran “peligrosos” con respecto a la autoridad paterna. Pero en el Uruguay
“civilizado” el cuidado de los niños y la ternura se convirtió en un valor. La sociedad
se preocupaba por el niño y por su educación.
El punto 3 del capítulo III está subtitulado como “La sexualidad negada”. La
sociedad inicia un proceso en el que se convierte en más silenciosa, más discreta
con respecto a la sexualidad.
“La sexualidad fue ocultada por el lenguaje hablado y escrito porque se creyó que
así se la anularía como fuerza, aunque la propia necesidad de la anulación
demostraba qué inmenso poder se le confería.” (p.328)
La mujer podía ser diabólica ya que podría despertar el deseo sexual, lo que ya no
era bien visto. Entonces debía ser “controlada”.
“La mujer debía ser sumisa al padre primero y al marido después; esposa y madre
“abnegada”; “económica”, ordenada y trabajadora en el manejo de la casa; y
modesta, virtuosa y púdica con su cuerpo.” (p. 347)
La mujer no tenía otros roles concebidos, solo podía ser madre, esposa y ama de
casa. Los hombres sentían orgullo de que su mujer fuera de la casa y no “callejera”.
En la página 375, el autor expresa cómo era el noviazgo entre los jóvenes:
“controlado y tardío”.
“La sexualidad juvenil fue calificada no sólo de inmoral sino también de patológica por
los médicos de la cámara de representantes.” (p. 378) En la época “civilizada” se pasó
de un extremo al otro. Digo esto porque en la época “bárbara” la sexualidad estaba
expuesta como algo natural, “normal”. Pero en la nueva época se califica de enfermedad
y en otras palabras se “prohíbe” en cierta forma.
Con respecto al Carnaval: “Las pulsiones sueltas, la nivelación social casi absoluta, el
agresivo juego de agua, la extensión del Carnaval antes y después de su existencia
oficial, todo eso fue rechazado por la nueva sensibilidad que lo vivió como igualitarismo
chocante, guaranguería, violencia física y holganza vergonzosa.” (p. 399)
“Hacia 1860 comienzan a aparecer signos cada vez más elocuentes de una sensibilidad
alerta a la preservación de los “secretos” del hogar y la persona, hecho nuevo por
cuanto la “barbarie” había convivido con la desvergüenza de un yo exhibicionista” (p.
431)
¿Por qué la intimidad? Primero hay que afirmar que la documentación sugiere: lazos
entre el mundo burgués y la vida privada. Habían cosas que el burgués no quería contar.
“La intimidad nació primero en el hogar y luego, cuando hasta la familia dejó de ser la
unidad social más pequeña para serlo el individuo, la sintió la persona.” (p. 434)
Era algo muy negativo exhibir sus sentimientos personales, por ejemplo el varón no
debía llorar en público ya que eso era un hecho de las mujeres.
Los sentimientos eran ocultados para que el hombre diera una imágen de que está
seguro de sí mismo.
“Todo lo relatado hasta aquí permite deducir una interesante paradoja. Mientras en el
Uruguay del 900 se asentaba la soberanía popular y la democracia representativa -e
incluso algunas formas de “progresismo social”-, ciertos datos de la sensibilidad
“civilizada” garantizaban la sumisión de los cuerpos y las almas a las exigencias del
modelo económico-social naciente.
El novecientos, que descubrió las libertades, inventó también las disciplinas. El obrero
obtuvo la jornada de 8 horas, pero dejó de jugar.” (p.436)
En el comienzo del libro, José Pedro Barrán hace agradecimientos a las personas
que lo ayudaron y le facilitaron el acceso a las diferentes fuentes:
Al Licenciado Raúl Jacob y a los Profesores Julio Rodríguez y Gerardo Caetano (...)
Esta investigación ha sido realizada en el marco de las actividades del autor como
docente de dedicación exclusiva en el Departamento de Historia del Uruguay en la
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Agradezco a mis amigos, el Dr. Daniel Gil y el licenciado Marcos Lijtenstein, sus
consejos en materia bibliográfica y psicológica, aunque las conclusiones son
responsabilidad del autor”
Menciona a las entes que le ayudaron a obtener las fuentes que le sirvieron como
herramientas para su investigación. Entre los archivos me refiero a libros, diarios,
cartas, estadísticas, crónicas locales.
Por ejemplo, cita en varias ocasiones: los diarios “La Tribuna”, “El Nacional”,
“Comercio del Plata”, “La Nación”, “La prensa Oriental”, “El siglo”, “El ferrocarril” y “El
pueblo”. Al libro de Jorge Lockhart “La historia del hospital Maciel”, al libro de
Mariano Soler: “El matrimonio bajo el aspecto religioso, moral, social”, al “Semanario
Brecha”, al periódico político, literario, crítico y noticioso “El eco uruguayo” de
Montevideo. Cita también trabajos inéditos de Jorge Bralich y al autor Eduardo
Acevedo en su obra: “Annales”.
ENTREVISTA:
—No. Hice el IPA porque tenía que ganarme la vida. Si no, hubiera hecho la
Facultad de Humanidades. Como había dificultades económicas familiares, era una
familia muy venida a menos, traté de capear el temporal de esa manera... Como
docente tenías un trabajo asegurado al terminar la carrera,
—Ah, si, como docente siempre me ha ido bien, porque tengo cierto poder de
comunicación, supongo, y me gusta comunicarme con la gente, y el diálogo con los
estudiantes, cuando los estudiantes tienen ciertas aperturas intelectuales, te
cuestiona y te enriquece. Te hacen ver otras perspectivas. Eso me ha pasado
cuando a veces les hablaba de lo que estaba haciendo, de lo que estaba
investigando... Te motiva...
—Ahí está, El auge de ese tipo de Historia se da en los años '80. —En uno de sus
trabajos usted señala que "el hombre no es más que un mísero puñado de
secretos".., —Lo dice André Malraux, no yo...
—Si la Historia no los toma en cuenta queda manca, queda coja, queda incompleta.
Porque si el hombre es parte de sus secretos, la Historia es parte de los hombres, y
los hombres son seres de carne y hueso, concretos. Si no tomas en cuenta la
microhistoria, la Historia en reducida escala de observación para el individuo, y
haces solo macro-historia, la historia de la economía, la sociedad, las clases, incluso
de la sensibilidad colectiva, tenes una visión inexacta del proceso histórico, donde el
hombre, el individuo parece una marioneta, y nunca lo es, tenemos más
independencia y libertad, por suerte, de la que creemos...
—Pero pensemos un momento en cómo se va a ver esta época por la historia del
futuro... La historia va a hablar de Tabaré Vázquez, de José Mujica, de los líderes...
—Si te referís a un líder político, naturalmente, de entrada está puesto en lo macro.
Pero un sujeto común no, y a veces importa tanto uno como el otro, y a menudo
puede ser más significativo...
—Si. Es que se refieren o aluden a un mundo interior de los sujetos que es muy
revelador, sobre todo de la marcha real de la sociedad. No sólo se da en lo macro.
Se da en otros planos que atañen más a la subjetividad. Se dan fenómenos
puramente subjetivos que tienen una importancia enorme en el campo de la
sociedad. El caso más obvio es el del control de la natalidad. Es una decisión íntima
de fas parejas, los sujetos, y tiene consecuencias en el campo social, político,
demográfico, jubilatorio, impresionantes. Se ve en el mundo contemporáneo y el
Uruguay es un ejemplo casi exagerado de ese tipo de consecuencias de un
fenómeno que se decide adentro de un sujeto y no necesariamente forma parte de
una ideología. Pero la verdad es que la sociedad lo practica a diestra y siniestra, y
más la nuestra que ha sido pionera de eso en América Latina. Lo que queda del
siglo XX no es la revolución bolchevique sino la liberación de la mujer. Todo lo que
logró la mujer en este siglo fue asombroso, no sé si tiene antecedentes históricos.
—Si, claro. Pero yo tiendo a ver la mitad del vaso lleno. Hubo avances: la mujer, la
liberación de los países coloniales, el avance tecnológico, Creo que ha sido uno de
los siglos más ricos... Sigo creyendo en el progreso...
—No. Lo que le digo es que un historiador marxista diría que los secretos o la
cotidianeidad son "desviaciones pequeñoburguesas", y que importa más la
macrohistoria...
—No sé si diría eso. Un buen historiador marxista, que por supuesto los hay, diría
que el sujeto está dentro de un contexto. Y que para entenderlo hay que situarlo
dentro de ese contexto. Y yo estoy de acuerdo con eso, siempre y cuando no
considere que el contexto lo determina. No me parece. Me parece que la relación
del sujeto con su contexto socioeconómico es más compleja. Tú siempre
reinterpretás los mensajes que te llegan desde el poder. Incluso cuando vos lees,
vos no lees solamente al autor. Vos estás interpretando. A menudo entendés del
autor lo que a vos te conviene, te gusta, es parte de lo tuyo o encentras una
resonancia. Siempre las lecturas son particulares. Los autores tendrán su mensaje...
Vos podes leer el Quijote y tener mil interpretaciones... claro, si la obra es rica...
—¿Pero cuando tomamos elementos objetivos, como cartas de amor, trascienden
las clases sociales?
—En uno de sus libros usted estudió las páginas sociales de principios del siglo XX,
en "Mundo Uruguayo", por ejemplo...¿Qué dirían, por ejemplo, las páginas de
sociales de Galería sobre nuestra época?
—No veo las páginas de sociales. Sólo las veo cuando compro Búsqueda...
—¿Y qué podrían decir, comparando aquellos sociales con éstos, de la época en
que aparecieron?
—¿Se podría decir que aquella sociedad, la de los años '20 y '30 de principios del
siglo XX, era más transgresora que la de hoy en día?
—No creo que haya sido más transgresora. Pero si creo que las transgresiones eran
más notorias y más escandalosas. Los cánones de moral estaban rígidamente
definidos y hoy son más lábiles, muchas cosas entran dentro de lo permitido. La
homosexualidad, por ejemplo. Las imágenes del hombre y de la mujer en los años
'20 eran diáfanas, no había margen de confusión, una violación de eso se advertía
de inmediato y provocaba dramas interiores infinitamente más angustiosos de los
que puede provocar hoy una violación de esa naturaleza...
—Como que estaban más definidos los roles... Todavía no existía la política de
género...
—Si, los modelos eran más definidos, más claros. Era una sociedad con dogmas
morales más claros. Una modificación del modelo era más escandalosa y más
angustiosa de vivir. En "Amor y transgresión en Montevideo", por suerte, pude tener
acceso a la correspondencia de un homosexual.
—Entonces, se podría afirmar que hoy se vive en un clima de mayor libertad, en una
sociedad, de algún modo, mejor...
—Sí, yo qué sé.,. yo la veo mejor. Desde ese ángulo si, en la medida que los
márgenes de libertad son mayores y permiten la realización del sujeto de acuerdo a
su propio parecer y deseo.
—No sé si degenerado.
—Digo "degenerado" desde el punto de vista médico, que parte de una definición de
"normalidad".
—Lo que pasa es que el patrón de normalidad de la Medicina es cada vez más
cultural. En ese sentido, los estudiosos de la evolución del pensamiento médico
ponen sobre el tapete las bases culturales de ese cuerpo creado por los médicos y
lo cuestionan. Por ejemplo, en el siglo XVI el clítoris no existía. Lo empezaron a ver
porque seguramente cambió la concepción del placer y se legitimó el placer
femenino. Hay órganos que se describen que antes no eran vistos ni siquiera por
quienes practicaban la anatomía.
—Tengo una sensación que quizá no sea correcta. Después de la Generación del
'45, los productos culturales uruguayos han bajado en calidad.
—Depende del terreno. En las artes plásticas tu afirmación tal vez sea injusta.
Luego de Torres García hay cosas muy relevantes, valiosas y novedosas. En el
campo de la literatura no conozco tanto, a veces me da la impresión de que el último
genio fue Onetti...
—La política de la primera mitad del siglo XX era una política de élite. Los líderes
políticos forman parte de esa élite con formación intelectual. Hoy en día eso no
sucede así, tal vez porque es una democracia más masiva. La sociedad es más
democrática que antes, lo cual no quiere decir que los líderes sean peores o
mejores. Es más democrática, aunque no sea más fácil el ascenso social. Incluso lo
que pasa con la extensión de la enseñanza lo comprueba. La enseñanza decae, el
nivel de docentes y estudiantes ha bajado, pero eso es fruto de la masificación, una
masificación impresionante que empezó por los '40 y ha seguido creciendo de
manera espectacular. Cuando yo iba a preparatorios había un solo nocturno, el
IAVA, y ahora hay 20 sólo en Montevideo. Claro, en el IAVA estaba la crema de la
intelectualidad uruguaya enseñando, desde Real de Azúa a Peñasco. Había gente
muy capaz. Cuando la enseñanza se masifica, es muy difícil volver a concentrar los
talentos en un lado. Es el costo que pagas por la masificación de la enseñanza. Es
un costo alto, pero también es cierto que accede mi gente al liceo que antes.
—Tal vez influyó mucho esto. Cuando yo ingresé al IPA no podían ingresar más de
diez por año. Y había un examen de ingreso muy duro. Y no salías como profesor,
salías como aspirante a profesor. Como las necesidades de la educación estaban
limitadas también había que limitar el número de estudiantes. Lo cual significaba
una elevación del nivel de la calidad de los mismos. Además dirigía Grompone, que
eligió estupendamente, de un modo totalmente arbitrario y personal al mejor
personal docente. Y sin fijarse en cuestiones políticas, ideológicas o religiosas.
Había de todo, pero lo mejor. Y gente había estado con la dictadura de Terra y que
había estado en contra. Era un hombre excepcional …. muy autoritario.
—¿No es una pelea que ya está perdida, contra las corporaciones y los intereses
creados?
—No, por favor... Es difícil. Los intereses creados son mucho más fuertes que en
aquella época y se hacen sentir más. También se puede ver desde el otro ángulo:
tenes que contar con el otro, no podés arrasarlo, no podés imponerte, tenés que
convencerlo. Es muy fácil de decir, pero...
—No, no. Esto era un caso yo no sé si muy diferente... Pero bueno, funcionó.
—Bueno, ahí la deuda con Foucault es grande, a veces demasiado, sobre todo en el
segundo tomo. El mejor es el tercero, "La construcción del cuerpo". El primero es
muy impresionista. Yo escribo de más, debería seguir el consejo de Flaubert, reducir
el número de páginas y de oraciones, sobre todo en el tomo segundo. Hay muchos
documentos y los explotas, a veces demasiado.
—Lee sus propios libros de modo muy crítico. ¿Hay libros suyos que ya no le
gustan? —Si, porque seguramente no soy el mismo. Cambio. El estilo sí lo he
cambiado, o desearía haberlo cambiado. Ahora soy mucho más cuidadoso. El estilo
literario es clave. Si no afinas, si no demoras en escribir la frase, salen cosas que no
reflejan tu pensamiento ni la realidad. Los últimos libros míos han sido más
cuidados.
—Leo, y sobre todo leía cuando era joven, mucha literatura, sobre todo la
novelística del siglo XIX. No hay mejor ilustración para hablar de la intimidad que un
capitulo de "Rojo y negro".
—No sé.
Artigas "Es el mito fundador. Un fracasado genial. A veces es tan mito como un
verdadero fundador. Nosotros lo construimos así. Y su “antiporteñismo” era tan
visceral que lo hemos heredado tal cual. El Uruguay tiene su personalidad. Y la
Argentina es otra cosa y por suerte no somos iguales en muchas cosas. Somos una
sociedad más democrática de entrada. No hubiera habido un Rosas ni un Perón.
Acá no hay un gobernante así que durara mucho. Ni Latorre duró más de cuatro
años. Y a Santos, que se hizo reelegir, le pegaron un tiro. El país nació con la
Constitución. En Argentina el país nació en 1816 y la Constitución en 1853. ¿Qué
hicieron mientras tanto? Acá la consustanciación con la democracia liberal por
suerte forma parte de la tradición del país. Y el segundo rasgo es la temprana
secularización de sus costumbres, la debilidad de la Iglesia Católica".
Rivera "Lo podes ver como genocida. Pero yo prefiero verlo como el hombre que
impulsó la independencia del país. Un caudillo genial totalmente amoral".
Aparicio Saravia "Otro mito. No cabe duda de que sacrificó sus intereses y su vida
por principios políticos, por algo que estaba más allá de él. Creía en algunos
principios, en algunas cosas. Por la libertad del sufragio y porque los colorados
atendieran de una buena vez la posibilidad de permitirle expresarse al otro".
Luis Alberto de Herrera "Un conservador en materia social, pero de un uruguayismo
interesante, siempre con la conciencia nacional a flor de piel. Eso lo reflejó tanto en
su trato distante con Estados Unidos como en su relación con Argentina y Brasil. Él
sabia que la nacionalidad nació contra argentinos y brasileños. Fue el que dijo que
el corazón había que tenerlo en Buenos Aires pero la razón en Río para lograr
sobrevivir en medio de estos dos gigantes que tenemos al lado que hacen lo que
quieren con uno".
Luis Batlle "Es una traducción a los '50 del batllismo. Es un líder político interesante,
que tiene una visión del país, más dependiente de la que uno supone. Defendió la
industria bien. Su época coincide con la del apogeo económico del país, es el
Uruguay feliz. Y tuvo una idea de país que a mí me merece respeto".
Jorge Batlle "Es un hombre muy inteligente, muy talentoso. Ser hijo de presidente no
le hizo bien. Nacer en cuna de oro —no necesariamente económica, sino en la cuna
de oro del poder— le dio ciertos rasgos de frivolidad que no le hicieron bien".
Jorge Pacheco Areco "Nunca me resultó muy simpático. Fue un gobierno autoritario.
No me atrevería a decir que preparó la dictadura, pero fue un antecedente histórico.
También se enfrentó a un movimiento que cuestionaba la democracia. Él tampoco
demostró luego respetar tanto la democracia. Fue un tiempo difícil".
Líber Seregni "Ese viejo era notable. Es el compendio de las virtudes del Uruguay
democrático. Batllista en el mejor sentido, con una orientación social y libertaria muy
claras. En ese plano, es muy uruguayo. O, en fin, es lo que yo quisiera que el
Uruguay fuera".