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Segunda prueba parcial de Teoría y Metodología de

la Historia.
Jessica Tabeira - 5.145.250-7
1º año prof. de Historia

José Pedro Barrán

La propuesta de dicha prueba consiste en seleccionar a un historiador. Elegí a José


Pedro Barrán, porque fue imprescindible para la historia del Uruguay (ya que hizo
grandes aportes y fue una referencia para la cultura nacional) y en lo personal, en
secundaria, mis profesores lo citaban varias veces y me gustó por el sentido de
patriotismo que tienen sus obras, atrapan al lector, te hacen imaginar cómo fue la
sociedad de la Banda Oriental. Sus obras fueron íntegramente dedicadas a nuestro
país.
Por curiosidad comencé a leer una de ellas (Historia de la sensibilidad en el Uruguay)
sobre la que trabajaré en el desarrollo de esta tarea.

Biografía:
Barrán nació en Fray Bentos - departamento de Río Negro - el 26 de
febrero de 1934. A los 8 años de edad, su familia se mudó a
Montevideo: “Mi familia quería que hiciera Abogacía. Pero el gusto
por la historia venía de otro lado. Se vincula psicológicamente el
estudio del pasado con una visión peculiar de uno mismo, y eso debe
haber influido tanto o más que los docentes...” (J.P.Barrán en una
entrevista realizada por Gustavo Escanlar - Revista Galería del 2 de
abril de 2009).
También confiesa que desde que tenía 13 o 14 años de edad, estaba
fundamentalmente interesado en la Historia ya que le gustaba “urgar” en el pasado
(entrevista realizada por CANAL REVISTAONDA, 2007)
Fue profesor, escritor e historiador. En 1958 fue egresado del Instituto de Profesores
Artigas (IPA) en la asignatura Historia por lo que comenzó trabajando como profesor
en Educación Secundaria. Debido a la restringida libertad de pensamiento durante la
dictadura militar uruguaya, dada en el período 1973-1985, fue destituido. Cuando
volvió la democracia, ​ fue nombrado profesor titular de Historia del Uruguay y
posteriormente director (durante 20 años) del Departamento de Historia del Uruguay
de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la
República. También fue académico de Número de la Academia Nacional de Letras
desde 1998; recibió el Premio​ Nacional a la labor intelectual en Agosto de 2009 (justo
un mes antes de su fallecimiento).
La casi totalidad de su vasta obra fue publicada por Ediciones de la Banda Oriental.
Muchos de sus libros fueron escritos en coautoría con Benjamín Nahum.
Publicó crítica historiográfica en el semanario Marcha, artículos en la Revista de la
Biblioteca Nacional y artículos el semanario Brecha. También hizo publicaciones del
Centro de Investigaciones Económicas (CINVE).
En 2005, el gobierno del Frente Amplio lo nombró vicepresidente del Consejo de
Educación (CODICEN), cargo al que renunció en octubre de 2006 por motivos de
salud.

Barrán recibió una influencia fuerte de la escuela de los Annales, una escuela
historiográfica francesa de finales de la década del 20 conocida en el mundo por los
historiadores Lucien Febvre y Marc Bloch. Más tarde, Barrán se acercará a un
enfoque más multidisciplinario donde profundizará sobre los hábitos cotidianos y la
sensibilidad frente a temas como la sexualdiad, la vida o la muerte que se convierten
en ejes de otro tipo de relato histórico que lo identificó en la década del 90.

El 11 de setiembre de 2009, José Pedro Barrán fallece a los 75 años en Montevideo


debido a que padecía cáncer.
Con el fallecimiento de Barrán, la historiadora Ana Ribeiro expresó: “​Un gigantesco
historiador del Uruguay se va con él. Transformó radicalmente nuestra disciplina,
enseñó a pensar desde los resquicios y los documentos más pequeños a los más
grandes y a conectarlos entre sí; trajo hasta nosotros una mirada diferente que ya se
notaba en aquel abordaje que hizo del 900 con una absoluta originalidad y que luego
la confirmó de la mano de los tomos de la Historia de la Sensibilidad en el Uruguay.
Nos enseñó a ver de nuevo desde el lugar de la fiesta, el duelo, el sexo, la intimidad.
Transformó por completo nuestro oficio entre nosotros y tuvo siempre el rigor de
hacer de este oficio antiguo, con sus claras normas bien estipuladas, una cosa de
muchísima altura y respeto. Fue ecuánime, generoso y de extremo rigor académico.
Sin duda, un grande de la historia ha desaparecido; y lo digo con enorme pesar​.”
(Fuente: ​http://www.espectador.com/​)

Obras publicadas de su autoría:


● Apogeo y crisis del Uruguay pastoril y caudillesco (Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo. 1974​) - La temática tratada en ésta obra es el apogeo
del Uruguay criollo, donde políticamente estaba caracterizado por el
predominio de los caudillos y los partidos tradicionales. Respecto a lo
socio-económico, Barrán habla de la vida pastoril aún primitiva.
● Batlle, los estancieros y el Imperio Británico​ (Ediciones de la Banda Oriental,
Montevideo. 1984-1987)​ - Esta obra consta de ocho tomos:
● Tomo V - “La reacción imperial conservadora. 1911-1913” (1984)
● Tomo VII - “Lucha política y enfrentamiento social. 1913-1916” (1986)
● Tomo VIII - “La derrota del batllismo. 1916” (1987)

En coautoría con Benjamín Nahum:

● Tomo I - “El Uruguay del Novecientos Montevideo” (1979)


● Tomo II - “Un diálogo difícil. 1903-1910” (1981)
● Tomo III - “El nacimiento del batllismo” (1982)
● Tomo IV - “Las primeras reformas. 1911-1913” (1983)
● Tomo VI - “Crisis y radicalización. 1913-1916” (1985)
La temática de estos libros afirma que Batlle no fue candidato ni para las clases
conservadoras ni para los inversionistas británicos. Pero que a la vez, en el Uruguay
del 900’, esto no fue un obstáculo para que Batlle y Ordóñez alcanzara la
presidencia dos veces.

La política tiene una presencia arrolladora, el enfoque es distanciado de la historia


tradicional. Barrán y Nahum se preocupan por la autonomía del sistema político, la
politización de la sociedad, las relaciones entre poder económico y político, y el
nacimiento de la democracia de masas.

● Iglesia Católica y burguesía en el Uruguay de la modernización 1860-1900


(Facultad de Humanidades y Ciencias, Montevideo. 1988)​ - Esta obra se
basa en la historia de la iglesia en Uruguay.
● Historia de la sensibilidad en el Uruguay​ (Ediciones de la Banda Oriental,
Montevideo. 1989-1990)
● Tomo I - “La cultura bárbara (1800-1860)” (1989)
● Tomo II - “El disciplinamiento (1860-1920)” (1990)
● Medicina y sociedad en el Uruguay del Novecientos​ (Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo. 1992-1995)
● Tomo I - “El poder de curar” (1992)
● Tomo II - “La ortopedia de los pobres” (1993)
● Tomo III - “La invención del cuerpo” (1995)
● La espiritualización de la riqueza. Catolicismo y economía en
Uruguay.1730-1900​ (Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, 1998)
● Amor y transgresión en Montevideo: 1919-1931​ (Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo. 2001)
● Los conservadores uruguayos (1870-1933)​ (Ediciones de la Banda Oriental,
Montevideo. 2004)
● Intimidad, divorcio y nueva moral en el Uruguay del novecientos​ (Ediciones
de la Banda Oriental, Montevideo. 2008)

Obras publicadas en coautoría con Benjamín Nahum:


● Bases económicas de la revolución artiguista​ (​Ediciones de la Banda
Oriental​, Montevideo. 1964)​ - En esta obra los historiadores Nahum y Barrán
se aproximan a las ideas económicas artiguistas. Trabajan sobre el
Federalismo, la revolución de la Banda Oriental y la agricultura entre otros
aspectos socio-económicos planteados por Artigas.
● Historia rural del Uruguay moderno. 1851-1914​ (Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo. 1967-1978)
● Tomo I - “Historia rural del Uruguay moderno. 1851-1885” (1967)
● Tomo II - “La crisis económica 1886-1894” (1971)
● Tomo III - “Recuperación y dependencia. 1895-1904” (1973)
● Tomo IV - “Historia social de las revoluciones de 1897 y 1904” (1972)
● Tomo V - “La prosperidad frágil. 1905-1914” (1977)
● Tomo VI - “La civilización ganadera bajo Batlle. 1905-1914” (1977)
● Tomo VII - “Agricultura, crédito y transporte bajo Batlle. 1905-1914” (1978)

En esta obra, los autores abordan el estudio de las estructuras económicas y


sociales en Uruguay, entre el fin de la Guerra Grande (año 1851) y el inicio de la
Primera Guerra Mundial (año 1914). En el desarrollo de ésta lectura, Barrán y
Nahum introducen, incorporan, conceptos como: la corta y la larga duración,
extraídos del historiador francés Fernand Braudel. La coyuntura de las crisis
económicas, el militarismo y el batllismo, son también parte de la temática trabajada.

Temática trabajada en las obras de Barrán:

Para la construcción de estas obras, basadas en Uruguay, como instrumento Barrán


(y Nahum en las obras de coautoría) utilizó otras disciplinas tales como: la
economía, la sociología, la demografía, la psicología, entre otras.

Su dedicación a la ​historia de las mentalidades​, lo hizo sentir un gran interés por la


psicología. Pero si bien investigó sobre las mentalidades, prefirió utilizar el término
“sensibilidad”.

En la entrevista realizada por REVISTAONDA (en el año 2007, la cual se encuentra


en YouTube) confiesa:
- Si tenemos en cuenta las investigaciones suyas de hoy ¿por qué no
médico?

Barrán: “Médico del cuerpo jamás lo hubiera sido. Nunca se me planteó. Pero
últimamente me interesa una rama de la medicina: la psicología. No sé si es por ella
en sí misma o por mi dedicación a la historia de las mentalidades.”

- Usted ha dicho que el método que está utilizando en su investigación


histórica, es el de las sensibilidades, no el de las mentalidades. ¿Qué
diferencias hay? ¿Por qué?

Barrán: “Los franceses, en general, hablan más de historia de las mentalidades. Sin
embargo hay libros de ellos mismos donde llaman historia de las mentalidades y
sensibilidades indiferenciadamente. En mi caso, yo prefería utilizar el término
“sensibilidad”. En primer lugar porque “mentalidad” no era algo muy nuestro. En
cambio “sensibilidad” es una palabra más entendida de inmediato, que se usa en el
lenguaje cotidiano y que se refería exactamente a aquello que yo estaba
investigando. No es tanto una historia de los valores dominantes, sino una historia
de los sentimientos. Pretendía al menos, hacer mi trabajo sobre los sentimientos
dominantes en una época determinada. Esa sociedad admitía y rehuía, por eso
hablo de sentimientos.

Barrán sentía curiosidad por el pasado de su país, sentía que debía buscar cómo
Uruguay había llegado a la democracia, cómo fue el pensar de la gente en distintas
épocas y por qué proceso fue pasando la sociedad. Interroga la sensibilidad (es por
esto que jamás deja de tener una mirada crítica). Tenía la necesidad de saber
quiénes somos los uruguayos.

El psicoanalista uruguayo Marcelo Viñar, escribió un ensayo para la revista de la


Biblioteca Nacional el cual dice: “Como tantos uruguayos, inicié la lectura de la
“Historia de la Sensibilidad” y la trilogía que llegó a continuación (El Poder de Curar,
La Invención del Cuerpo y la Ortopedia de los Pobres), como lectura amena o barniz
de cultura general. Constaté enseguida –como tantos uruguayos– que Barrán fue,
además de investigador tenaz e incisivo, un estilista del lenguaje. Pero lo que
constituyó una sorpresa –un asombro inesperado– fue descubrir cómo esa lectura
iba impregnando y dejando surcos en mi práctica y reflexión de psicoanalista, oficio
que transitaba desde hacía varias décadas. En lo que sigue, este texto intentará
pautar y argumentar estos surcos, que en definitiva hacen a la interrogación de las
aristas o perfiles que definen al sujeto humano del siglo XXI. Definición siempre
incierta e inconclusa pero necesaria. Desde tiempos inmemoriales los caminos del
pensamiento llevan a la especie humana a la infinita interrogación del quiénes
somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Capacidad interrogativa y
autoteorizante, dice Laplanche, que empuja a la creación de cosmogonías, mitos y
religiones(...).”

En este fragmento se puede evidenciar la forma en la que Barrán escribía sus


obras, haciendo reflexionar a los lectores, llevàndolos a leer más sobre ellas y que
también evidencia su mirada constantemente crítica.

José Pedro destacó que para hacer historia debe existir una gran importancia en el
historiador por la antropología ya que su labor está vinculado a la misma. A su vez
afirmó que sus obras tienen una mirada crítica.

En un reportaje que se le realizó en un encuentro de historiadores en el CLAEH,


dijo: “El primer pecado que comete el historiador, y del cual debe alejarse porque es
el que más lo cerca y más lo puede confundir, es el del anacronismo: asignar a la
otra época, al "otro" precisamente, sus propios intereses, su propia visión del
mundo.” (Revista ​Brecha​, 22 de noviembre de 1996, “Con José Pedro Barrán. La
historia y el otro”, por Roger Geymonat.)

Elección de una obra de Barrán:

Elegí trabajar con “Historia de la sensibilidad en el Uruguay”, la cual consta de dos


tomos. El primero se llama “La cultura bàrbara (1800-1860)” y el segundo “El
disciplinamiento”. El libro que conseguí para hacer este trabajo, tiene los dos tomos
incluidos en el mismo libro.
Ficha bibliográfica:

“Historia de la sensibilidad en el Uruguay”


José Pedro Barrán
Ediciones de la Banda Oriental S.R.L
Impreso en Montevideo, Uruguay, 2015.
436 páginas.

“Una historia de la sensibilidad, ¿y por qué no de las mentalidades, como quiere la


historiografía francesa? Sobre todo porque el término sensibilidad es más nuestro y
necesita menos explicaciones. Se trata de analizar la evolución de la facultad de
sentir, de percibir placer y dolor, que cada cultura tiene y en relación a qué la tiene.

Pretende ser, más que una historia de los hábitos del pensar en una época -aunque
también puede incluirlos-, una historia de las emociones; de la rotundidad o la
brevedad culposa de la risa y el goce; de la pasión que lo invade todo, hasta la vida
pública, o del sentimiento encogido y reducido a la intimidad; del cuerpo desenvuelto
o del encorsetado por la vestimenta y la coacción social que juzga impúdica toda
soltura.” (p.9)

“En este primer tomo mostraremos una sociedad que practicó la violencia física y la
justificó como el gran método de dominio del Estado sobre sus súbditos y de los
amos (padres, maestros, patrones) sobre sus subordinados (hijos, niños y
sirvientes); que jugó y rió casi tanto como trabajó y a cuya mayoría le costaría
diferenciar entre estas actividades por presentárseles entrelazadas; hombres y
mujeres que vieron su sexualidad casi con alegría rabelesiana, en medio de un
catolicismo permisivo; una época, por fin, que exhibió macabramente la muerte, la
anunció con bombos y platillos a los moribundos y hasta la vinculó con la fiesta y el
omnipresente juego.” (p.11)

“En aquel Uruguay, la vagancia o la labor zafral como único empleo, eran
probabilidades reales ante la baratura de la carne, las escasas necesidades que
sentía la población rural, los salarios altos que debía abonarse a los “no
propietarios” para que trabajasen, y la posesión por todos los caballos. ¿Cómo
disciplinar a los pobres y obligarlos a servir cuando son jinetes, están armados y el
alimento a menudo se les regala o lo toman?” (p.30)

“Esta fue una economía cuya producción se basaba en la matanza de ganado


vacuno y cuyo sencillo instrumental consistía en cuchillo, lazo, boleadoras,
desjarretador y, naturalmente, el caballo” (p.34)

“La guerra civil, al aflojar los lazos de la disciplina sexual que hombres y mujeres se
imponían en sus respectivos “pagos”, facilitaba los encuentros fortuitos, la
satisfacción exclusivamente física de la sexualidad. Desde este ángulo, como toda
guerra, favorecía lo que la sensibilidad “civilizada” y puritana llamó luego el
“desenfreno”.

Estas guerras civiles, por último, a menudo fueron vividas como un juego y
participaron y alimentaron ese carácter lúdico que impregna toda la cultura
“bárbara”. El ejercicio físico violento en las domas de baguales, en los combates de
caballerías, en la “caza” de vacunos del “enemigo” y yeguarizos de todos; la
destreza admirada en el manejo de la lanza o las boleadoras; el compañerismo en
el combate, daban a esta clase de guerra para aquella clase de personas, un
carácter festivo.” (p.39)

“Las mujeres también hacían uso frecuente de la violencia física y, a comienzos del
siglo XIX al menos, las de todas las clases sociales (...) A posteriori serán los diarios
los que comunicarán una tras otra las noticias de las peleas protagonizadas por
mujeres (...) Los “celadores” -o policías- a menudo se “cebaban” con los soldados o
jóvenes ebrios que encontraban de día en las calles, al grado de ser corriente la
denuncia periodística de estos “excesos” por cuanto los machetazos ocasionaban
heridas graves. Los crímenes frecuentemente quedaban impunes.” (p.45)

“El derecho penal que se aplicó en el Uruguay hasta la época 1860-70, fue, en lo
fundamental, el indiano. Predominaron las llamadas “penas corporales aflictivas”, o
sea, desde la que imponía la muerte hasta las que producían sufrimientos físicos
diversos -azotes, mutilaciones- o implicaban trabajos corporales: en las obras
públicas, llevando el condenado una cadena sujeta al pie al servicio de la marina o
el ejército. Con frecuencia también se imponía la exhibición del castigo y del
delincuente, tanto como pena como por ejemplarizar.” (p.51)
“Los comerciantes montevideanos ricos de la primera mitad del siglo XIX, si podían,
enviaban a sus hijos pequeños o recién entrados en la pubertad, a estudiar al
exterior, a los mejores colegios de Buenos Aires o… Inglaterra.” (p.66)

“Los viajeros europeos que visitaron el país en la primera mitad del siglo XIX,
encontraron muchos niños abandonados por sus padres (...) Antes de la Casa
“Cuna” de 1818 -y después también, en verdad-, los niños eran abandonados en los
“huecos” donde se dejaban los cueros, en las puertas y ventanas de las casas
“acomodadas”, en las calles, y en los atrios de las Iglesias.” (p. 68-69)

“A los abandonos, hay que sumar los infanticidios. Los diarios dan cuenta de ellos
después de 1860 ya que se encontraba a los niños, frecuentemente ahorcados, en
los huecos de la ciudad junto a la basura” (p. 70)

“José Pedro Varela, el reformador de nuestra enseñanza primaria entre 1876 y


1879, sostenía que el niño era bueno por naturaleza, lo que le impedirá procurar que
se sienta culpable por sus instintos (...) Los maestros, curas y padres de la primera
mitad del siglo XIX, pensaban de muy otro modo. (...) Esta concepción del niño,
influida por la doctrina católica del “pecado original”, sirvió de ideología a la
sensibilidad “bárbara” para justificar sus métodos de enseñanza infinitamente más
castigadores del cuerpo que represores del alma. (...) La violencia física del
maestro, clave del sistema pedagógico “bárbaro”, no se agotaba en el castigo del
cuerpo del niño, se ejercía también sobre el alma.” (p. 75)

“El castigo también incluyó el cuerpo de los animales, sirviendo con frecuencia el
hecho mismo de espectáculo y diversión pública.

La doma rápida y agresiva de los caballos, que todos los extranjeros advirtieron,
puede, tal vez, considerarse un hecho más vinculado a la abundancia y baratura del
equino que la sensibilidad “bárbara”, aun cuando ésta pudo jugar un rol en ella. Las
corridas de toros y las riñas de gallos, en cambio, derivan directamente de la
sensibilidad dominante.” (p. 79)

“El carnaval era la Fiesta y el Juego de la cultura “bárbara” en Montevideo(...)” (p.


97)

“Durante el Carnaval “bárbaro” se jugaba entre hombres. Dejemos la palabra al


articulista de 1840 y observemos, de paso, cómo propicia el juego entre hombres y
mujeres como un primer paso en el proceso de la “civilización”, o sea, de la
tendencia a tornarlo menos agresivo.” (p.112)

“El Carnaval uruguayo “bárbaro”, un paraíso de la materia, una tierra de jauja en que
se comía, se bebía y se jugaba sin límites, se practicaba gozosamente el arte
erótico y se vivía sin trabajar, no estaba tan lejos de la realidad económica y social
de aquellos tiempos en que el país obtenía con los cueros y tan poco trabajo, tanto
dinero.” (p.116)

Temática de la obra​:

El primer tomo de “Historia de la sensibilidad en el Uruguay” consta de un análisis,


donde se exponen las maneras de sentir en el Uruguay que Sarmiento habría
calificado de “bárbaro”. La violencia, la sangre, las riñas, el juego, la sexualidad, las
enfermedades, la muerte, la venganza por mano propia; el infanticidio, el homicidio y
el suicidio, eran las insensibilidades características (excesivamente) del Uruguay de
aquel entonces.

Por eso Barrán, al comienzo, expresa que su obra se trata de analizar


detenidamente la evolución de la facultad de sentir, ya sea placer o dolor. La
violencia física era tan justificada, que se había vuelto un hábito. Y todavía era
expuesta, a tal extremo de ver a diario una persona colgada al costado de la basura.
Por lo general los que se suicidaban eran niños. En la página 61, José Pedro cita un
caso de la entonces llamada Villa de la Concepción de Minas: “El 26 de abril de
1835 a las seis de la tarde, el Alcalde (...) fue informado de que, a las cuatro y
media, Anselmo Pérez, nacido el 22 de abril de 1822, de 13 años, se había
ahorcado dentro de la carpintería de su padre, Manuel Pérez.” Lo peor del caso es
que los vecinos, al ser interrogados, declaraban en contra del niño que se había
suicidado. Decían que “era sumamente soberbio”, que “era jugador, peleador y
malo”. Acá es donde se puede evidenciar la forma en que la sociedad justificaba la
muerte de un niño.

En el capítulo IV, Barrán habla sobre la risa y el desorden. Habían muchas fechas
festivas (creo que en este sentido se parece un poco al Uruguay de hoy). El
problema se daba cuando hasta el día de los difuntos y en las misas de la iglesia,
las personas celebraban y se reían. No existía el sentimiento de dolor o de tristeza.
Era un completo desorden, tal como lo titula el autor.

El juego, que se había hecho algo habitual, había puesto de por medio grandes
cantidades de dinero. A continuación una cita de la página 88: “Florencio Varela dijo
de los criollos en 1834: “No son del todo dados al vicio de la embriaguez, pero la
pasión por el juego los domina, y emplean en él muchas horas y el salario de todo
su trabajo”. Carreras de caballos y de embolsados, palo enjabonado, carreras de
sortijas, juego con agua, bailes, todo era diversión derivada de la actividad física,
ejercicio del cuerpo en medio de la risa y la competencia.”

Cabe destacar que en algunos pueblos del interior, algunos estos juegos siguen
siendo parte de “los días festivos” (al igual que el carnaval).

Con respecto al trabajo, la carne abundaba en todas las mesas, por lo que el
caudillo iba a conseguir trabajos zafrales. ¿Para qué esforzarse tanto? Si lo que él
necesitaba para vivir podía conseguirlo fácilmente. Es increíble pensar en un
Uruguay donde la carne es el alimento más barato y abundante en la sociedad,
siendo que hoy en día es todo lo contrario.

“De tales características de la economía y la sociedad derivaban la “pereza”, la


“holgazanería”, y también la “insubordinación” de las clases populares, al decir de
los sectores dominantes” (p.31)

El Uruguay del 1800 era la época de las fiestas, todo era motivo de festividad y
también motivo para no trabajar. Se decía que los días feriados eran con motivos
religiosos y se dedicaban al juego.

En los tangos, la temática expuesta era el acto sexual. Estas canciones eran
cantadas en los carnavales “bárbaros” y el clero, en vez de poner el orden en las
conductas de la sociedad (como le correspondería) festejaba, se unía a las
celebraciones y a los juegos.

“El clero, finalmente, a quien le hubiera correspondido, como sucedía en todo el


Occidente católico, imponer el puritanismo en las costumbres sexuales, era escaso,
vivía demasiado aislado en el medio rural para no contagiarse de sus feligreses, y
participaba, en una buena medida, de las conductas de la mayoría de la población.
(...) Curas en los bailes de máscaras del Solís, jugando con agua en Carnaval,
asistiendo a las corridas de toros o a “otras exhibiciones más escandalosas e
inmorales”. Y también en las salas de billar en las pulperías, tal el que vio en 1867
en Durazno, el escocés D. Christison.” (p.137)

Respecto a la Iglesia Católica; ésta era la encargada de ofrecer oraciones a los


moribundos. Las enfermedades en aquella época eran muy letales (en la página 23
Barrán habla de los porcentajes de mortalidad en Montevideo). Los más afectados
eran los niños, donde su muerte era algo normal.

Cito el ejemplo de una familia que menciona Barrán:

“El matrimonio formado en enero de 1818 por Francisco Solano Antuña y Manuela
Labandera tuvo 16 hijos: dos fallecieron antes de cumplir un año, dos antes de de
los dos años, dos antes de los seis años, uno de 16 años y otro de 29.” (p.26)

Esta costumbre de exhibir la muerte y de que sea socialmente “aceptada” llegaba al


tal extremo de que en las estancias, donde no había cementerios, “la población rural
a menudo exponía los ataúdes al aire libre hasta que los cuerpos quedaban
totalmente desecados y colocaba luego los restos en una urna que a veces
permanecía años en la casa hasta que apareciera la oportunidad de conducirla al
lejano camposanto.” (p. 169)

El tomo II del libro (llamado “El disciplinamiento” - 1860-1920) se trata del comienzo
del nacimiento de la “sensibilidad” y del proceso de “civilización” de la sociedad del
Uruguay de aquel entonces. Hacia 1900 los sentimientos y las conductas habrían
ido cambiando. Se habla de un Uruguay moderno, con cambios económicos,
políticos, sociales y culturales.

En la página 221 Barrán expresa: “Así la supervivencia del gesto, el juego o la


sexualidad “bárbaros” comenzó a vivirse con culpa, la derivada del convencimiento
que habían logrado introducir esos agentes del nuevo orden en la conciencia del
niño, el joven, el delincuente, el jugador, el holgazán, el “calavera”, y el impúdico de
cuerpo y sentimientos.

Escuela, Iglesia y Policía fomentaron, en realidad, y para poner límites a sus


influencias, lo que las transformaciones económicas imponían si se quería seguir
vidio, la seriedad de la vida, en felices palabras de un historiador ruso.”
Lorenzo Latorre (1879-1883) durante su gobierno, tuvo como objetivo principal
poner orden en la campaña. Creó el alambramiento con el fin de crear la propiedad
privada y asegurarla. Implementó la marcación del ganado, creó el Código Rural,
entre otras modificaciones relevantes.

La definición de “trabajo” se modificó moralmente: “El trabajo no sólo salvaba al


hombre de la “indigencia” y le aseguraba, como suprema “virtud”, contra los “vicios”,
también era un “placer”. (p.241)

Se comienza a valorar la salud, las personas tienen más cuidado y amor hacia su
propio cuerpo. Se empieza a “educar” y el que juega el rol más importante en esto
es José Pedro Varela.

La Iglesia Católica (mediante sus obispos) hacen llegar a la sociedad que se


estaban cometiendo pecados capitales, tales como: la lujuria, la soberbia y la
avaricia.

En la página 264, José Pedro Barrán habla de las razones por las cuales el contexto
del Uruguay estaba cambiando: “La sexualidad fue vivida con culpa. ¿Qué razones
tuvieron esta Iglesia Católica y ésta burguesía liberal para incentivarla más allá de la
culpa (¿cultural?) que todo hombre siente ante las concesiones al deseo?

Todo goce de “la carne” fue sentido por la Iglesia como un asesinato de Dios, y por
los liberales, en este mismo plano, como un asesinato, un olvido, un preferir, un
negar, del padre. (...) El Dios de aquella Iglesia Católica se tornó acreedor y
justiciero, vengativo y limitativo del gozo del cuerpo (...)”

En esta sensibilidad “civilizada” el castigo físico se veía como algo horrorizado. “La
pena de muerte así restringida dejó su lugar a la extensión de la pena de
penitenciaría.” (p. 289)

En el capítulo II del segundo tomo, se habla del descubrimiento del niño ya que en
la época “bárbara” los jóvenes no tuvieron las etapas de la vida muy bien definidas.
“El niño será visto como un ser diferente, con derechos y deberes propios de su
edad; le serán vedados rubros enteros de la actividad social (...)” (p.295) El niño
comienza “a ser amado”. En la época bárbara las caricias y los mimos estaban mal
vistos, eran “peligrosos” con respecto a la autoridad paterna. Pero en el Uruguay
“civilizado” el cuidado de los niños y la ternura se convirtió en un valor. La sociedad
se preocupaba por el niño y por su educación.

El punto 3 del capítulo III está subtitulado como “La sexualidad negada”. La
sociedad inicia un proceso en el que se convierte en más silenciosa, más discreta
con respecto a la sexualidad.

“La sexualidad fue ocultada por el lenguaje hablado y escrito porque se creyó que
así se la anularía como fuerza, aunque la propia necesidad de la anulación
demostraba qué inmenso poder se le confería.” (p.328)

El capítulo IV de “El disciplinamiento” se titula “La mujer dominada”. De los sexos


separados se pasa a los sexos enfrentados. Así lo expresa el autor.

La mujer podía ser diabólica ya que podría despertar el deseo sexual, lo que ya no
era bien visto. Entonces debía ser “controlada”.

“La mujer debía ser sumisa al padre primero y al marido después; esposa y madre
“abnegada”; “económica”, ordenada y trabajadora en el manejo de la casa; y
modesta, virtuosa y púdica con su cuerpo.” (p. 347)

La mujer no tenía otros roles concebidos, solo podía ser madre, esposa y ama de
casa. Los hombres sentían orgullo de que su mujer fuera de la casa y no “callejera”.

En la página 375, el autor expresa cómo era el noviazgo entre los jóvenes:
“controlado y tardío”.

“La sexualidad juvenil fue calificada no sólo de inmoral sino también de patológica por
los médicos de la cámara de representantes.” (p. 378) En la época “civilizada” se pasó
de un extremo al otro. Digo esto porque en la época “bárbara” la sexualidad estaba
expuesta como algo natural, “normal”. Pero en la nueva época se califica de enfermedad
y en otras palabras se “prohíbe” en cierta forma.

Con respecto al Carnaval: “Las pulsiones sueltas, la nivelación social casi absoluta, el
agresivo juego de agua, la extensión del Carnaval antes y después de su existencia
oficial, todo eso fue rechazado por la nueva sensibilidad que lo vivió como igualitarismo
chocante, guaranguería, violencia física y holganza vergonzosa.” (p. 399)

Su “mundo del revés” tendió a desaparecer, afirma Barrán.


La muerte comenzó a ser temida y ocultada. Ya no era un juego. El Gobierno prohíbe
las misas con cuerpo presente. La iglesia comienza a perder poder con respecto a las
defunciones.

Finalmente, el capítulo IX de “El disciplinamiento”, está subtitulado como: “La aparición


de la intimidad”:

“Hacia 1860 comienzan a aparecer signos cada vez más elocuentes de una sensibilidad
alerta a la preservación de los “secretos” del hogar y la persona, hecho nuevo por
cuanto la “barbarie” había convivido con la desverg​ü​enza de un yo exhibicionista” (p.
431)

¿Por qué la intimidad? Primero hay que afirmar que la documentación sugiere: lazos
entre el mundo burgués y la vida privada. Habían cosas que el burgués no quería contar.

“La intimidad nació primero en el hogar y luego, cuando hasta la familia dejó de ser la
unidad social más pequeña para serlo el individuo, la sintió la persona.” (p. 434)

Era algo muy negativo exhibir sus sentimientos personales, por ejemplo el varón no
debía llorar en público ya que eso era un hecho de las mujeres.

Los sentimientos eran ocultados para que el hombre diera una imágen de que está
seguro de sí mismo.

José Pedro Barrán concluye el libro con el siguiente párrafo:

“Todo lo relatado hasta aquí permite deducir una interesante paradoja. Mientras en el
Uruguay del 900 se asentaba la soberanía popular y la democracia representativa -e
incluso algunas formas de “progresismo social”-, ciertos datos de la sensibilidad
“civilizada” garantizaban la sumisión de los cuerpos y las almas a las exigencias del
modelo económico-social naciente.

Y lo hacían desde la base de las conductas, en la región de los placeres y las


repulsiones, de lo secreto y escondido del hombre. El disciplinamiento del caos
“bárbaro” con las pulsiones a menudo desbocadas, fue uno de los resultados, a veces
casi obvio, en otras ocasiones no tanto, de la conversión del trabajo en sagrado y el
juego en pecado (...)
En el momento en que se afianzaban la libertad política y los principios igualitarios, la
sensibilidad “civilizada” actuaba como su subsuelo, forma eficacísima de control social
que ponía límites precisos a las utopías vinculadas a los reinos del placer.

El novecientos, que descubrió las libertades, inventó también las disciplinas. El obrero
obtuvo la jornada de 8 horas, pero dejó de jugar.” (p.436)

Fuentes utilizadas para la construcción de la obra:

En el comienzo del libro, José Pedro Barrán hace agradecimientos a las personas
que lo ayudaron y le facilitaron el acceso a las diferentes fuentes:

“Al Licenciado Dante Turcatti, quien me facilitó con generosidad la documentación


existente en el ​Archivo de la Curia Eclesiástica de Montevideo.

A los funcionarios de la ​Biblioteca Naciona​l, en particular el señor Álvaro Corbacho y


la señorita Erlinda Ramos.

A mis compañeros de la ​Facultad de Humanidades y Ciencias​ que a menudo me


han señalado documentación útil (​entre estos compañeros que nombra, está Carlos
Zubillaga)

Al Licenciado Raúl Jacob y a los Profesores Julio Rodríguez y Gerardo Caetano (...)

Los datos del ​Archivo General de la Nación​ pertenecen a una investigación de la


Prof. Mónica Maronna.

Esta investigación ha sido realizada en el marco de las actividades del autor como
docente de dedicación exclusiva en el Departamento de Historia del Uruguay en la
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

Agradezco a mis amigos, el Dr. Daniel Gil y el licenciado Marcos Lijtenstein, sus
consejos en materia bibliográfica y psicológica, aunque las conclusiones son
responsabilidad del autor”

Menciona a las entes que le ayudaron a obtener las fuentes que le sirvieron como
herramientas para su investigación. Entre los archivos me refiero a libros, diarios,
cartas, estadísticas, crónicas locales.
Por ejemplo, cita en varias ocasiones: los diarios “La Tribuna”, “El Nacional”,
“Comercio del Plata”, “La Nación”, “La prensa Oriental”, “El siglo”, “El ferrocarril” y “El
pueblo”. Al libro de Jorge Lockhart “La historia del hospital Maciel”, al libro de
Mariano Soler: “El matrimonio bajo el aspecto religioso, moral, social”, al “Semanario
Brecha”, al periódico político, literario, crítico y noticioso “El eco uruguayo” de
Montevideo. Cita también trabajos inéditos de Jorge Bralich y al autor Eduardo
Acevedo en su obra: “Annales”.

Según lo trabajado en clase, Barrán formaría parte de la corriente historiográfica La


Nueva Historia debido a las fuentes que utiliza para su labor. Además recibió una
gran influencia de los historiadores franceses y por ende, de la Escuela de los
Annales.

“Historia de la sensibilidad en el Uruguay” brindó grandes aportes para entender


cómo pasó la sociedad uruguaya de un contexto a otro. Tuvo grandes aportes para
el proceso de modernización. Leyendo esta obra podemos reconstruir nuestro
pasado, evaluar y comparar las cosas que parecen mantenerse o que rotundamente
han cambiado. Su punto de vista fue histórico, psicológico, crítico. Exploró muchas
fuentes, indagó en datos que tal vez a otros historiadores no se les hubiese
ocurrido. Pero como Barrán tenía grandes influencias por la corriente historiográfica
de la Escuela de los Annales y fue parte de la Nueva historia, sacó a luz temas que
no estaban muy claros, o muy investigados. Me parece extraordinario este libro para
los uruguayos, es una forma de ver el pasado y reconstruirlo a partir de la visión de
Barrán que para mi punto de vista, no existe otra idea que la refute.

Como anexo, me pareció importante agregar que la Revista de la Biblioteca


Nacional, lanzó un número en homenaje a José Pedro, en el año 2013. La misma se
trata de no sólo homenajear a este gran autor sino que también de contar anécdotas
y recordar su trabajo y pensamiento. Se puede acceder a esta revista a través de la
página web:
http://www.bibliotecadelbicentenario.gub.uy/innovaportal/file/53045/1/revista_bibna_
nro_8.pdf

ENTREVISTA:

He tenido la suerte de encontrar una entrevista que se le realizó a Barrán en su


último año de vida. En ella habla sobre su biografía, sus obras, su pensamiento
crìtico y político. Pero lo que más me llama la atención es lo que dice al final sobre
“personajes” destacados de la historia uruguaya.

José Pedro Barrán, historiador de la mentalidad uruguaya.

Entrevista de Gustavo Escanlar

Revista Galería del 2 de abril de 2009

ARTIGAS FUE UN FRACASADO GENIAL

Tiene más de 15 libros publicados. Es pionero en darle estatus histórico en Uruguay


a las "historias de la vida privada". Acaba de cumplir 75 años con algún problema de
salud del que prefiere no hablar. Pero sí habló con galería de la Historia, de su vida
y de la historia de su vida.

—¿Cuándo comenzó su interés por la historia?

—Desde la adolescencia, desde el liceo, sobre todo en segundo, tercero, cuarto, ni


qué decir preparatorios. Tuve excelentes docentes, eso debe haber influido. Y luego
elegí.. Acá enfrente, en el Zorrilla. Estaba acá, en una casa vieja. Yo nací en Fray
Bentos y me vine a Montevideo a los ocho años. Mi padre tenía campo y a los ocho
años míos la familia se vino y desde ese momento soy montevideano. A Fray
Bentos nunca más volví... Mi familia quería que hiciera Abogacía, Pero el gusto por
la historia venía de otro lado. Se vincula psicológicamente el estudio del pasado con
una visión peculiar de uno mismo, y eso debe haber influido tanto o más que los
docentes. Uno inquiere en su pasado, pero el pasado es una unidad,,,

—¿Cómo es esa teoría?


—De alguna manera, el interés por el pasado de la sociedad es también por el
pasado de uno mismo, y en ese plano no siempre se diferencia con claridad. No
tanto en la metodología sino en la pasión.

—¿Por qué hizo el IPA? ¿Tenía, también, la vocación docente?

—No. Hice el IPA porque tenía que ganarme la vida. Si no, hubiera hecho la
Facultad de Humanidades. Como había dificultades económicas familiares, era una
familia muy venida a menos, traté de capear el temporal de esa manera... Como
docente tenías un trabajo asegurado al terminar la carrera,

—Pero la docencia también terminó gustándole...

—Ah, si, como docente siempre me ha ido bien, porque tengo cierto poder de
comunicación, supongo, y me gusta comunicarme con la gente, y el diálogo con los
estudiantes, cuando los estudiantes tienen ciertas aperturas intelectuales, te
cuestiona y te enriquece. Te hacen ver otras perspectivas. Eso me ha pasado
cuando a veces les hablaba de lo que estaba haciendo, de lo que estaba
investigando... Te motiva...

—La enseñanza de la Historia ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Antes el


énfasis estaba puesto en las grandes batallas, en las fechas. Ahora no es tan así...
—Desde ese ángulo, en mi opinión ha cambiado no sé si la enseñanza, creo que sí,
pero si ha cambiado la historia radicalmente. La historia militar, la historia política de
los grandes hombres y los grandes acontecimientos, eso es lo que se enseña en la
escuela para formación de la nacionalidad. Está bien, tiene un sentido.,.

—Más moral y cívico que histórico...

—... que científico o de conocimiento. Hoy en día, la posibilidad de hacer Historia


desde diferentes campos metodológicos es infinita. Hay esferas novedosas que se
han incorporado que para mí son más interesantes. En ese sentido, los profesores
que tuve a veces me daban cosas nuevas, sobre todo Pittaluga Vidal, que era
excelente. Los otros, más o menos. Y Brunetto, en el liceo nocturno, en
preparatorios. Y en el IPA eran deslumbrantes..,

—¿Ya en aquella época se estudiaba la historia de la cotidianeidad, de la vida


privada?
—No del todo. También se hacía macrohistoria de lo social, de lo económico, como
yo hice al principio. La historia de las mentalidades, de lo privado, de lo íntimo, es
posterior, de los años '70, '80, en Francia...

—A partir de los libros de Aries y Duby...

—Ahí está, El auge de ese tipo de Historia se da en los años '80. —En uno de sus
trabajos usted señala que "el hombre no es más que un mísero puñado de
secretos".., —Lo dice André Malraux, no yo...

—Pero usted lo suscribe...¿En qué momento esos secretos adquieren estatus de


"Historia"?

—Si la Historia no los toma en cuenta queda manca, queda coja, queda incompleta.
Porque si el hombre es parte de sus secretos, la Historia es parte de los hombres, y
los hombres son seres de carne y hueso, concretos. Si no tomas en cuenta la
microhistoria, la Historia en reducida escala de observación para el individuo, y
haces solo macro-historia, la historia de la economía, la sociedad, las clases, incluso
de la sensibilidad colectiva, tenes una visión inexacta del proceso histórico, donde el
hombre, el individuo parece una marioneta, y nunca lo es, tenemos más
independencia y libertad, por suerte, de la que creemos...

—Pero pensemos un momento en cómo se va a ver esta época por la historia del
futuro... La historia va a hablar de Tabaré Vázquez, de José Mujica, de los líderes...
—Si te referís a un líder político, naturalmente, de entrada está puesto en lo macro.
Pero un sujeto común no, y a veces importa tanto uno como el otro, y a menudo
puede ser más significativo...

—O sea esos secretos también son Historia...

—Si. Es que se refieren o aluden a un mundo interior de los sujetos que es muy
revelador, sobre todo de la marcha real de la sociedad. No sólo se da en lo macro.
Se da en otros planos que atañen más a la subjetividad. Se dan fenómenos
puramente subjetivos que tienen una importancia enorme en el campo de la
sociedad. El caso más obvio es el del control de la natalidad. Es una decisión íntima
de fas parejas, los sujetos, y tiene consecuencias en el campo social, político,
demográfico, jubilatorio, impresionantes. Se ve en el mundo contemporáneo y el
Uruguay es un ejemplo casi exagerado de ese tipo de consecuencias de un
fenómeno que se decide adentro de un sujeto y no necesariamente forma parte de
una ideología. Pero la verdad es que la sociedad lo practica a diestra y siniestra, y
más la nuestra que ha sido pionera de eso en América Latina. Lo que queda del
siglo XX no es la revolución bolchevique sino la liberación de la mujer. Todo lo que
logró la mujer en este siglo fue asombroso, no sé si tiene antecedentes históricos.

—El siglo XX también ha sido un siglo de masacres...

—Si, claro. Pero yo tiendo a ver la mitad del vaso lleno. Hubo avances: la mujer, la
liberación de los países coloniales, el avance tecnológico, Creo que ha sido uno de
los siglos más ricos... Sigo creyendo en el progreso...

—Simultáneamente están los fundamentalismos religiosos...

—Si. Esa es la negación de Occidente. Y yo soy muy occidentalista. El origen de la


civilización actual y sus virtudes está en la Revolución Francesa. Esa es la piedra de
toque. Allí se originan las libertades individuales, Son principios irrenunciables. Yo
no puedo admitir que a una mujer se le extirpe el clítoris por el derecho a la
diversidad. Yo estoy con los derechos humanos, que son universales. Lo demás es
barbarie. —Volviendo a la historia del secreto y la cotidianeidad, un historiador
marxista diría... —Yo no soy marxista...

—No. Lo que le digo es que un historiador marxista diría que los secretos o la
cotidianeidad son "desviaciones pequeñoburguesas", y que importa más la
macrohistoria...

—No sé si diría eso. Un buen historiador marxista, que por supuesto los hay, diría
que el sujeto está dentro de un contexto. Y que para entenderlo hay que situarlo
dentro de ese contexto. Y yo estoy de acuerdo con eso, siempre y cuando no
considere que el contexto lo determina. No me parece. Me parece que la relación
del sujeto con su contexto socioeconómico es más compleja. Tú siempre
reinterpretás los mensajes que te llegan desde el poder. Incluso cuando vos lees,
vos no lees solamente al autor. Vos estás interpretando. A menudo entendés del
autor lo que a vos te conviene, te gusta, es parte de lo tuyo o encentras una
resonancia. Siempre las lecturas son particulares. Los autores tendrán su mensaje...
Vos podes leer el Quijote y tener mil interpretaciones... claro, si la obra es rica...
—¿Pero cuando tomamos elementos objetivos, como cartas de amor, trascienden
las clases sociales?

—No, no las trascienden. Se contextualizan, porque el lenguaje también es fruto de


un colectivo, Ahí hay un maridaje extraño entre lo colectivo y lo personal. Vos te
expresas con el lenguaje de tu época y con los códigos de tu época.

—Y también códigos de clase o de franjas etarias o grupos profesionales...


—También, códigos de clase, o de grupos corporativos... Está el lenguaje popular,
el de la academia...

—En uno de sus libros usted estudió las páginas sociales de principios del siglo XX,
en "Mundo Uruguayo", por ejemplo...¿Qué dirían, por ejemplo, las páginas de
sociales de Galería sobre nuestra época?

—No veo las páginas de sociales. Sólo las veo cuando compro Búsqueda...

—¿Y qué podrían decir, comparando aquellos sociales con éstos, de la época en
que aparecieron?

—Dirían mucho. Actualmente, mostrarían el triunfo de la naturalidad, la


espontaneidad y la frivolidad, que son tan obvios, para diferenciarlo de las fotos del
900 y el empaquetamiento, el encor- setamiento, la rigidez de movimientos que
informan de la sociedad y de los cánones dominantes.

—¿Se podría decir que aquella sociedad, la de los años '20 y '30 de principios del
siglo XX, era más transgresora que la de hoy en día?

—No creo que haya sido más transgresora. Pero si creo que las transgresiones eran
más notorias y más escandalosas. Los cánones de moral estaban rígidamente
definidos y hoy son más lábiles, muchas cosas entran dentro de lo permitido. La
homosexualidad, por ejemplo. Las imágenes del hombre y de la mujer en los años
'20 eran diáfanas, no había margen de confusión, una violación de eso se advertía
de inmediato y provocaba dramas interiores infinitamente más angustiosos de los
que puede provocar hoy una violación de esa naturaleza...

—Como que estaban más definidos los roles... Todavía no existía la política de
género...
—Si, los modelos eran más definidos, más claros. Era una sociedad con dogmas
morales más claros. Una modificación del modelo era más escandalosa y más
angustiosa de vivir. En "Amor y transgresión en Montevideo", por suerte, pude tener
acceso a la correspondencia de un homosexual.

—Entonces, se podría afirmar que hoy se vive en un clima de mayor libertad, en una
sociedad, de algún modo, mejor...

—Sí, yo qué sé.,. yo la veo mejor. Desde ese ángulo si, en la medida que los
márgenes de libertad son mayores y permiten la realización del sujeto de acuerdo a
su propio parecer y deseo.

—Lo que puede generar un poco de temor es la posibilidad de inexistencia de


límites. —Puede que sí. Algunas evoluciones de la moral contemporánea me llaman
la atención y me dan un poco de miedo. Por ejemplo, la ambición de la muerte, la
muerte deseada. En ese sentido, mi pasado católico influye. Es como si las
sociedades contemporáneas hicieran una apuesta tan fuerte por la libertad que
hasta la muerte elegida es una posibilidad. Me rechina un poco la evolución de
algunas costumbres contemporáneas.

—¿Cuáles, por ejemplo?

—La de la muerte, justamente. El suicidio es un derecho. Hoy en día está


consagrado el derecho a modificar su cuerpo, Es como la culminación de un
proceso en el cual el hombre es el rey de sí mismo. Pero no sé si ahí no hay límites
biológicos que estamos transgrediendo. Bueno, el cuerpo también es una
descripción cultural. Las descripciones del cuerpo también tienen una
intencionalidad política. El sexo se construye culturalmente. La prueba está en que
hoy está casi deconstruido. Y en los años '20 estaba muy bien construido.

—Como que la construcción corporal se ha "degenerado".

—No sé si degenerado.

—Digo "degenerado" desde el punto de vista médico, que parte de una definición de
"normalidad".

—Lo que pasa es que el patrón de normalidad de la Medicina es cada vez más
cultural. En ese sentido, los estudiosos de la evolución del pensamiento médico
ponen sobre el tapete las bases culturales de ese cuerpo creado por los médicos y
lo cuestionan. Por ejemplo, en el siglo XVI el clítoris no existía. Lo empezaron a ver
porque seguramente cambió la concepción del placer y se legitimó el placer
femenino. Hay órganos que se describen que antes no eran vistos ni siquiera por
quienes practicaban la anatomía.

—Tengo una sensación que quizá no sea correcta. Después de la Generación del
'45, los productos culturales uruguayos han bajado en calidad.

—Depende del terreno. En las artes plásticas tu afirmación tal vez sea injusta.
Luego de Torres García hay cosas muy relevantes, valiosas y novedosas. En el
campo de la literatura no conozco tanto, a veces me da la impresión de que el último
genio fue Onetti...

—Pero me refiero a todos los campos: desde el literario hasta el político o el


futbolístico...

—La política de la primera mitad del siglo XX era una política de élite. Los líderes
políticos forman parte de esa élite con formación intelectual. Hoy en día eso no
sucede así, tal vez porque es una democracia más masiva. La sociedad es más
democrática que antes, lo cual no quiere decir que los líderes sean peores o
mejores. Es más democrática, aunque no sea más fácil el ascenso social. Incluso lo
que pasa con la extensión de la enseñanza lo comprueba. La enseñanza decae, el
nivel de docentes y estudiantes ha bajado, pero eso es fruto de la masificación, una
masificación impresionante que empezó por los '40 y ha seguido creciendo de
manera espectacular. Cuando yo iba a preparatorios había un solo nocturno, el
IAVA, y ahora hay 20 sólo en Montevideo. Claro, en el IAVA estaba la crema de la
intelectualidad uruguaya enseñando, desde Real de Azúa a Peñasco. Había gente
muy capaz. Cuando la enseñanza se masifica, es muy difícil volver a concentrar los
talentos en un lado. Es el costo que pagas por la masificación de la enseñanza. Es
un costo alto, pero también es cierto que accede mi gente al liceo que antes.

—¿Y por qué cayó tanto el nivel de la formación docente?

—Tal vez influyó mucho esto. Cuando yo ingresé al IPA no podían ingresar más de
diez por año. Y había un examen de ingreso muy duro. Y no salías como profesor,
salías como aspirante a profesor. Como las necesidades de la educación estaban
limitadas también había que limitar el número de estudiantes. Lo cual significaba
una elevación del nivel de la calidad de los mismos. Además dirigía Grompone, que
eligió estupendamente, de un modo totalmente arbitrario y personal al mejor
personal docente. Y sin fijarse en cuestiones políticas, ideológicas o religiosas.
Había de todo, pero lo mejor. Y gente había estado con la dictadura de Terra y que
había estado en contra. Era un hombre excepcional …. muy autoritario.

—Gente de ese estilo hoy no duraría mucho tiempo...

—¿Así? Noo. No dura un segundo...

—Le pasó a usted en el Codicen... Le pasó a Germán Rama.

—A mí no. Yo dejé el Codicen por motivos totalmente personales. Yo no soy un


hombre público

—¿No es una pelea que ya está perdida, contra las corporaciones y los intereses
creados?

—No, por favor... Es difícil. Los intereses creados son mucho más fuertes que en
aquella época y se hacen sentir más. También se puede ver desde el otro ángulo:
tenes que contar con el otro, no podés arrasarlo, no podés imponerte, tenés que
convencerlo. Es muy fácil de decir, pero...

—Usted recién elogiaba el autoritarismo de Grompone...

—Y cómo no lo voy a elogiar si lo experimenté y experimenté sus mejores dotes...


De alguna manera si el hombre es brillante e inteligente y abierto, el autoritarismo se
justifica más. Y llegas incluso a dudar de si eso es autoritarismo: es también
comprensión y es tener un horizonte cultural tanto más grande que el medio en el
que se mueve la mayoría de la gente que bueno, tiene derecho...

—Estamos al borde de justificar la dictadura ilustrada.

—No, no. Esto era un caso yo no sé si muy diferente... Pero bueno, funcionó.

—Estuvo mucho tiempo en la Facultad de Humanidades. ¿Cómo pasó del IPA a


Humanidades?

—Estuve 20 años. Cuando vino la dictadura me echaron de Secundaria, empecé a


ganar becas norteamericanas, de las cuales antes renegaba, y tuve mucho apoyo
económico. Cuando volvió la democracia hubo un llamado en Humanidades, me
presenté y lo gané. Y entré directamente, lo cual fue una verdadera herejía, entrar
directo al grado cinco sin haber hecho una carrera universitaria. Ahí tenía la
posibilidad de aunar mejor docencia e investigación que en el IPA. En el IPA tendían
a aniñarte. En la facultad podes enseñar Historia mostrando cómo se hace. En el
IPA se da simplemente leyendo libros. No tenés acceso a la cocina de la Historia.

—Usted coordinó los tres tomos de (a "Historia de la vida privada en Uruguay"-..


—Fue un emprendimiento editorial. Fue una propuesta de ellos. Fue la única vez
que hice eso. En general investigo yo lo que quiero. Son tres tomos desiguales, la
historiografía uruguaya no estaba preparada para una obra de esta envergadura. Es
linda, está bien, es correcta.

—Sin embargo, me da la sensación de que ese libro generó un punto de inflexión en


su estilo de escribir. Y también en su centro de atención...

—Puede ser, Pero la tendencia ya estaba en "Batlle y los estancieros", incluso en la


"Historia económica y social" que hicimos con Nahum, Hoy en día no lo suscribiría,
era muy impresionista, pero la intencionalidad estaba. Nunca me gustó quedarme
haciendo historia económica sólo por la economía. Detrás de esto hay aspectos
culturales. Un libro clave para esto es "La espiritualización de la riqueza. Catolicismo
y economía", donde investigo los testamentos del siglo XIX. La gente quería salvar
su alma más que su fortuna.

—Después están los libros de la medicalización de la sociedad, inspirados en


Foucault...

—Bueno, ahí la deuda con Foucault es grande, a veces demasiado, sobre todo en el
segundo tomo. El mejor es el tercero, "La construcción del cuerpo". El primero es
muy impresionista. Yo escribo de más, debería seguir el consejo de Flaubert, reducir
el número de páginas y de oraciones, sobre todo en el tomo segundo. Hay muchos
documentos y los explotas, a veces demasiado.

—Lee sus propios libros de modo muy crítico. ¿Hay libros suyos que ya no le
gustan? —Si, porque seguramente no soy el mismo. Cambio. El estilo sí lo he
cambiado, o desearía haberlo cambiado. Ahora soy mucho más cuidadoso. El estilo
literario es clave. Si no afinas, si no demoras en escribir la frase, salen cosas que no
reflejan tu pensamiento ni la realidad. Los últimos libros míos han sido más
cuidados.

—¿Se inspira más, para escribir, en investigaciones históricas o en literatura de


ficción?

—Leo, y sobre todo leía cuando era joven, mucha literatura, sobre todo la
novelística del siglo XIX. No hay mejor ilustración para hablar de la intimidad que un
capitulo de "Rojo y negro".

—Siempre fue de izquierda...

—Si... Siempre voté al Partido Socialista. Ahora no sé.

—¿Va a votar a Astori?

—No sé.

Algunas figuras importantes de la historia uruguaya según Barrán

Artigas​ "Es el mito fundador. Un fracasado genial. A veces es tan mito como un
verdadero fundador. Nosotros lo construimos así. Y su “antiporteñismo” era tan
visceral que lo hemos heredado tal cual. El Uruguay tiene su personalidad. Y la
Argentina es otra cosa y por suerte no somos iguales en muchas cosas. Somos una
sociedad más democrática de entrada. No hubiera habido un Rosas ni un Perón.
Acá no hay un gobernante así que durara mucho. Ni Latorre duró más de cuatro
años. Y a Santos, que se hizo reelegir, le pegaron un tiro. El país nació con la
Constitución. En Argentina el país nació en 1816 y la Constitución en 1853. ¿Qué
hicieron mientras tanto? Acá la consustanciación con la democracia liberal por
suerte forma parte de la tradición del país. Y el segundo rasgo es la temprana
secularización de sus costumbres, la debilidad de la Iglesia Católica".

Rivera​ "Lo podes ver como genocida. Pero yo prefiero verlo como el hombre que
impulsó la independencia del país. Un caudillo genial totalmente amoral".

Aparicio Saravia​ "Otro mito. No cabe duda de que sacrificó sus intereses y su vida
por principios políticos, por algo que estaba más allá de él. Creía en algunos
principios, en algunas cosas. Por la libertad del sufragio y porque los colorados
atendieran de una buena vez la posibilidad de permitirle expresarse al otro".
Luis Alberto de Herrera​ "Un conservador en materia social, pero de un uruguayismo
interesante, siempre con la conciencia nacional a flor de piel. Eso lo reflejó tanto en
su trato distante con Estados Unidos como en su relación con Argentina y Brasil. Él
sabia que la nacionalidad nació contra argentinos y brasileños. Fue el que dijo que
el corazón había que tenerlo en Buenos Aires pero la razón en Río para lograr
sobrevivir en medio de estos dos gigantes que tenemos al lado que hacen lo que
quieren con uno".

Luis Batlle​ "Es una traducción a los '50 del batllismo. Es un líder político interesante,
que tiene una visión del país, más dependiente de la que uno supone. Defendió la
industria bien. Su época coincide con la del apogeo económico del país, es el
Uruguay feliz. Y tuvo una idea de país que a mí me merece respeto".

Jorge Batlle​ "Es un hombre muy inteligente, muy talentoso. Ser hijo de presidente no
le hizo bien. Nacer en cuna de oro —no necesariamente económica, sino en la cuna
de oro del poder— le dio ciertos rasgos de frivolidad que no le hicieron bien".

Wilson Ferreira​ "Siempre me pareció un caudillo blanco extremadamente respetable


que trató de modernizar al Partido Nacional en momentos en que éste lo necesitaba
urgentemente. Su papel en la dictadura fue muy importante, muy valiente".

Jorge Pacheco Areco​ "Nunca me resultó muy simpático. Fue un gobierno autoritario.
No me atrevería a decir que preparó la dictadura, pero fue un antecedente histórico.
También se enfrentó a un movimiento que cuestionaba la democracia. Él tampoco
demostró luego respetar tanto la democracia. Fue un tiempo difícil".

Líber Seregni ​"Ese viejo era notable. Es el compendio de las virtudes del Uruguay
democrático. Batllista en el mejor sentido, con una orientación social y libertaria muy
claras. En ese plano, es muy uruguayo. O, en fin, es lo que yo quisiera que el
Uruguay fuera".

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