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DESCONTROL DE LA ECONOMIA DE
1975 A 1990
AÑO: 6º "A"
El descontrol de la economía (1975-90)
El Rodrigazo.(comienzo del descontrol)
La gestión de Morales fracasa a los pocos meses y asume Celestino Rodrigo como Ministro
de Economía. Su elección se debió más a motivos políticos que a sus méritos como
economista. Rodrigo era ingeniero industrial, pero de muy buena relación con López Rega.
Previamente se había desempeñado como Secretario de Seguridad Social. Asumió el 2 de
junio de 1975. El día 3 anunció un aumento en las tarifas de pasajes aéreos y varios turistas
quedaron varados porque se los obligaba a pagar los aumentos de los pasajes de regreso.
Rodrigo decía: «El que viaja no produce, pero sí gasta». Finalmente, el día 4, anuncia
por cadena nacional en radio y televisión el ajuste principal que consistía en:
• Devaluación del peso ley en relación al dólar en el mercado oficial, pasando en el caso
del comercial, de una tasa de 10 pesos por dólar a otra de 26 (en promedio, una
depreciación del 160%), y en el del financiero, de una tasa de 15 pesos por dólar a otra
de 30 (un promedio del 100%).
• Un nuevo desdoblamiento cambiario respecto del dólar, el dólar turístico, a una tasa de
45 pesos por dólar.
• Alza promedio de un 100% en todos los servicios públicos y transporte.
• Alza de hasta un 180% en los combustibles.
• Alza de hasta un 75% en las tarifas eléctricas.
• Como contraparte, suba de hasta un 80% para los salarios.
El objetivo de Rodrigo era adelantar los precios a los salarios para luego estabilizar, en
medio de una liberalización al capital extranjero que corporizaba su viceministro, el
banquero Ricardo Zinn, un economista conservador y fuertemente antiperonista con
muchos contactos con el poder empresario.
Sin embargo, estas medidas dispararon la inflación (artificialmente contenida), licuando
gran parte de las deudas de las empresas (que estaban en pesos), y disminuyendo
enormemente el poder adquisitivo de la población. En tanto, las reservas internacionales se
desinflaban y pasaban de 1.400 millones de dólares a fines de 1974, a 700 millones en junio
de 1975. La perspectiva era una inminente cesación de pagos con una deuda externa de
US$10.000 millones. Por su parte, el sindicalismo rechazó los planteos del trío Isabel-López
Rega-Rodrigo, que limitaban las subas de salarios por paritarias a 38% y luego a 40%.
Ante semejante situación, la CGT intentó negociar con el gobierno un mayor aumento de
salarios, que gracias al desborde y fuerte movilización de los trabajadores, generaron el
primer paro contra un gobierno peronista (de 48 horas), y finalmente se acordó un aumento
en promedio del 180% en los salarios, pero que en gran parte fue licuado por la inflación.
causas
Los argumentos oficiales, fueron «sincerar» la economía argentina, reducir el enorme
déficit público existente, y aumentar la productividad de las empresas vía devaluación del
peso. Para Zinn, había una «guerra» por la distribución del ingreso. Previo a su renuncia,
Rodrigo hizo por TV una dramática apelación al país para que aceptara su plan, sin efecto.
El 21 de julio dimitió, dos días después que López Rega huyera de Argentina al exilio.
consecuencias
A pesar de que el ingreso real en 1974 estaba en niveles históricos, la situación en esos
años distaba mucho de ser muy buena. Había una fuerte inflación reprimida, una economía
«recalentada» y un modelo totalmente insostenible, especialmente si tenemos en cuenta la
coyuntura nacional e internacional.
Muchos economistas y el mismo Celestino Rodrigo, han justificado el ajuste, argumentando
que había que «sincerar» la economía argentina y que, de una forma u otra, era inevitable
este proceso. Si bien es cierto que la economía en 1975 estaba al borde del colapso, por lo
cual, se podían justificar ciertas medidas poco populares, no debe olvidarse la enorme puja
distributiva que hubo en Argentina en ese período y que la enorme regresividad del ingreso,
producida por el Rodrigazo, escapa a cualquier «sinceramiento necesario de la
economía». Este conjunto de medidas cambiaron totalmente la estructura del salario en
Argentina, para no volver nunca más a ser lo que fue. Fue el mayor ajuste realizado en el
país hasta esa fecha.
1. El Peso Ley 18 188 (Símbolo: $, ISO 4217: ARL) fue la moneda vigente en la Argentina
en el período 1970-1983, popularmente conocida como peso ley. Cada peso ley equivalía
a 100 pesos moneda nacional y a 2500 pesos moneda corriente.
El cambio fue decidido a causa de que las cantidades usuales de dinero que se manejaban
no entraban en las máquinas de calcular de la época. El peso ley, que entró en circulación
como tal en 1970, sufrió una elevada inflación, sobre todo a partir de 1975, y en 1981. En
ese año se llegó a emitir un billete de $ 1 000 000.
En 1983 se reemplazó por una nueva unidad: el Peso Argentino que tenía una equivalencia
de 10 000 pesos ley por 1 peso argentino.
La inflación anual de tres dígitos fue una constante en esos quince años. Respecto a la
distribución del ingreso se observó un marcado deterioro. Entre 1976 y 1990 las familias
del decil más opulento en la distribución del ingreso acrecentaron su participación en la
riqueza nacional en un 33%, mientras que los hogares de los tres deciles intermedios (clase
media) perdieron un 9.5%, y los hogares de los tres deciles más bajos perdieron un 27.5%.
En 1974, antes de la implementación del liberalismo económico, solo un 4.6% de las
personas estaba situado por debajo de la línea de la pobreza, en octubre de 1982 esa
proporción alcanzaba al 21% y aumentaría aún más luego del episodio hiperinflacionario
de finales de la década.La salida de empresas comenzó en 1978, con la emblemática salida
de General Motors de Argentina, a la que le siguieron Olivetti y luego un conjunto de
laboratorios farmacéuticos. A partir de la Reforma Financiera de 1977, el Estado dejó de
financiarse con préstamos del Banco Central y comenzó a hacerlo con créditos internos y
externos. La demanda estatal de crédito interno contribuyó a sostener elevada la tasa de
interés, por encima de la internacional, lo cual estimuló el ingreso de capital especulativo.
A principios de 1977 se implementó una reforma que ubicaría al sector financiero en una
posición privilegiada, mediante su liberalización, el alza de las tasas de interés y una mayor
vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un
factor fundamental.
Las políticas económicas de extrema regulación impuestas a través del golpe de Estado de
1976, fueron catastróficas para la economía argentina. El plan neoliberal produjo la
declinación de la actividad industrial, la concentración de la riqueza y el deterioro de la
calidad de vida que la población había alcanzado a mediados del siglo XX. El período se
caracterizó además por un aumento exponencial de la deuda externa nacional, que se elevó
de 7.875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45.087 millones de dólares en 1983. La
relación porcentual de deuda externa sobre PBI, pasó a ser una de las más elevadas de
América Latina, lo que significaría un serio obstáculo para las políticas de desarrollo.
El plan de Martínez de Hoz consistía en una reducción arancelaria que llegó a su máximo
nivel en 1978, para darle competitividad a la economía y promover sus «ventajas
naturales». El resultado fue un proceso de importaciones masivas y un efecto desastroso
sobre la industria. Grandes empresas industriales cerraron sus plantas: General Motors,
Peugeot, Citroën, Chrysler, Siam, Decca (Deutz-La Cantábrica), la planta de vehículos
utilitarios de Fabricaciones Militares, Aceros Ohler, Tamet, Olivetti, y miles de medianas y
pequeñas empresas industriales. Para 1980 la producción industrial había reducido un 10%
su aporte al PBI, y en algunas ramas como la textil, la caída superó el 15%.
En 1978, el plan neoliberal del ministro Martínez de Hoz dio indicios de ser un fracaso total:
la inflación anual llegó al 160 por ciento, y el PBI descendió durante ese año cerca de un
3,2%. En 1979 la tasa de inflación llegó 139.7% con una economía estancada. Además, se
generó una fuga de capitales del 25% de los depósitos bancarios; los cuatro bancos más
importantes del sistema fueron liquidados. Durante su gestión la deuda externa creció de
7.000 millones de dólares a más de 40.000 millones de dólares, es decir, que en siete años
se multiplicó casi seis veces.
Durante 1980 las exportaciones cayeron un 20% respecto del año anterior, las
importaciones subieron un 30%. En ese contexto se produjo el “crack bancario” de 1980,
que puso fin a la etapa de la denominada “plata dulce”. La quiebra del Banco de Intercambio
Regional junto con el cierre de otras 37 entidades financieras, que a su vez repercutió en
sectores industriales, originó una fuerte corrida bancaria y fuga de divisas.
Río de la Plata, Banco Galicia, FATE-ASTRA, Bunge y Born S.A., Grafa S.A., Molinos Río
de la Plata, Loma Negra S.A., Ledesma, Papelera del Plata S.A., Pérez Companc S.A.,
Banco Río y Acindar S.A., fue transferida al Estado para que este las pague.
Presidencia de Alfonsín (1983 - 1989)
contribuyeron a la enorme deuda externa. A fines de los ochenta, esta equivalía a la mitad
del Producto Nacional Bruto (PNB).
Su primer ministro de economía Bernardo Grinspun. En 1985 Juan Vital Sourrouille asumió
el Ministerio de Economía, y propuso el Plan Austral: se creó una nueva moneda, el Austral;
se implementó un fuerte control de precios; las tarifas de los servicios públicos (por
entonces en manos del Estado) se congelaron. Pero el plan fracasó rotundamente a partir
de 1987. El descontrol fiscal continuaba, y empezó a financiarse mediante emisión de
moneda, lo cual llevó a un recrudecimiento de la inflación, a pesar del nuevo signo
monetario. La inflación pasó de un 81.9% en 1986, a 174.8% en 1987, saltó al 387% en
1988; y escaló a niveles de hiperinflación a comienzos de 1989. El éxito del Plan Austral
fue efímero y parcial, a pesar de que logró detener la escalada inflacionaria.El descalabro
económico y social fue mayúsculo. Los salarios llegaron a caer 90% medidos en dólares.
Las empresas pagaban parte del salario con cajas de comida. Con la devaluación del
Austral, miles de personas pasaron hacia la pobreza: la hiperinflación devoró salarios,
generó revueltas, saqueos y llevó al adelantamiento del traspaso del poder. La
hiperinflación provocó un aumento en el porcentaje de personas viviendo en la pobreza del
25 % a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3 % en octubre del mismo año.
La pérdida del valor de la moneda continuó y la economía sufrió una segunda hiperinflación
pocos meses más tarde.
En 1988 estalla una severa crisis energética que paralizó la industria, se declaró asuetos
administrativos. La escasez de electricidad había comenzado en abril de 1988 por lo que
se realizaron cortes de luz rotativos de 5 horas por turno en ese mes. Sin embargo, con
esas interrupciones no se logró solucionar el faltante energético, en diciembre se restringió
a los espectáculos deportivos, la prohibición de la iluminación con fines ornamentales y la
supresión de los trabajos nocturnos. La falta de energía eléctrica afectó también el
abastecimiento del agua. Fue así como Obras Sanitarias de la Nación tuvo que distribuirla
en tanques a las zonas del Gran Buenos Aires. Se atribuyó la crisis a la «falta de inversiones
en materia de generación, expresando que en el período 1984-87 las inversiones en
generación alcanzaron a u$s 28 millones cuando en realidad deberían haber sido alrededor
de u$s 250 millones
La pérdida del valor de la moneda Austral llevada cabo por el Banco Central en 1989, llevó
a una hiperinflación del 3079% anual, ese año el dólar subió el 2038%.215 A fines de 1988
Argentina experimentó la peor crisis energética de su historia, que obligó a asuetos
administrativos, canales de TV y oficinas bancarias operando sólo 4 horas diarias, y
misiones de emergencia a Estados Unidos, la reducción de 20% en el consumo de energía
por todos los organismos de la Administración Pública, la prohibición de la iluminación con
fines ornamentales y la supresión de los trabajos nocturnos. Con críticas que debieron
enfrentar los ministros de Obras Públicas, Rodolfo Terragno; de Economía, Juan
Sourrouille, etc. En el período 1984-87 las inversiones en generación alcanzaron a u$s 28
millones cuando en realidad deberían haber sido alrededor de u$s 250 millones sumado a
la denuncias de corrupción de allegados al Ministro Terragno que dirigían la empresa estatal
de energía. En general, el período comprendido entre 1980 y 1990, fue considerado la
“década de la desinversión”.
En el periodo de alta inflación entre 1975 y 1990 hubo ocho años con caída de la actividad
económica, todos ellos con inflación por encima del 100% anual. Y en seis de ellos, la
inflación no sólo fue elevada, sino que además aumentó.
Breve Resumen
• En 1975, la actividad económica cayó 0.6%, y la inflación subió fuertemente, del 40.1%
el año previo al 335% ese año. Fue el año del Rodrigazo.
• En 1978, la actividad económica cayó 3.2%, y la inflación subió del 160.4% el año previo
al 169.9% ese año. Fue cuando Martínez de Hoz intentó bajar la inflación con una
política monetaria fuertemente contractiva, en línea con las políticas monetaristas de
moda a finales de los 70.
• En 1985 la actividad económica cayó 7%, y la inflación bajó del 688% el año previo al
385.4% ese año, aunque durante el segundo semestre de ese año, luego del exitoso
inicio del Plan Austral, la inflación bajó drásticamente y la actividad económica se
recuperó.