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Puede definirse por tanto a la comunicación afectiva como el medio por el cual la persona,
emite y recibe información interactuando con otras personas, por medio de palabras
habladas, escritas, gestos, miradas que denotan su afectividad, creando así una capacidad
de intercambio de información.
Para ello, se precisa tener claridad de ideas, saberlas expresar cuidadosamente sin ofender a
otros, saber escuchar, aceptar las opiniones respetuosas de los otros, practicar la empatía, y
permitirse y permitir al otro manifestar las emociones. Muchas veces un abrazo en silencio
dice mucho más que muchas palabras.
Libera tu mente
Escuchar no consiste solamente en oír palabras, sino en estar abierto, aceptar y empatizar.
Además de tratar de comprender lo que dice la gente, deberías prestar atención a lo que
percibes, a tus propias emociones y al contexto de quien está hablando. Para escuchar has
de ser humilde y detener ese rápido salto a querer dar lecciones a los demás, algo que
hacemos muy a menudo. En lugar de eso, busca posibles conexiones en un nivel más
profundo, de emociones y experiencias compartidas.
Pregunta y reformula
Pregunta para clarificar tus dudas, para hacerte más consciente de lo que ocurre, para dejar
que la sabiduría se exprese por sí misma a través de quien está hablando. Pregunta para
conocer el estado emocional de tu interlocutor. Pregunta para comprobar si estás
comprendiendo correctamente lo que te están diciendo.
Repite sin juzgar y de manera positiva. Reformula sin añadir tu propia interpretación y sin
esperar la respuesta que más te agradaría.
El Emisor:
Receptor:
Receptor es todo sujeto con capacidad de recibir (de ahí receptor) e interpretar
un mensaje, sea de la índole que sea este mensaje, y sea cual fuera el código
empleado para su materialización y los canales elegidos para su transporte.