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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE HONDURAS

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

DEPARTAMENTO POSFACE

Asignatura: Finanzas Internacionales

Catedrático: Francisco Martinez

Sección: Única

Caso “Crisis Economicas”

Presentado por:

Humberto Isaac Varela Servellon

Ciudad Universitaria 28 De enero de 2018


El Euro
El euro es la moneda oficial de 19 de los 28 países miembros de la UE. En 2002, una
larga serie de preparativos, que se extendieron durante más de 40 años, culminó con la
introducción del euro. El Banco Central Europeo y la Comisión Europea son responsables
de mantener su valor y estabilidad y de establecer los criterios que deben cumplir los
países de la UE para incorporarse a la zona del euro.
El nacimiento del euro tiene lugar a partir del Tratado de la Unión Europea, que
consideraba la creación de una unión económica y monetaria, que debía ser respaldada
por una moneda única. Fue el 15 de diciembre de 1.995 en la Conferencia de Madrid en
donde los estados miembros de la Unión Europea acordaron la creación de una moneda
común, única y plurivalente, que denominaron euro y cuya circulación quedó establecida
para enero del año 2.001.
El primer hito en la historia del euro se dio el 1 de enero de 1.999 cuando se introdujo de
forma oficial en los mercados financieros mundiales como moneda que reemplazaba la
antigua Unidad Monetaria Europea, conocida por todos como ECU (European Currency
Unit). En esta misma fecha, dejaron de existir como sistemas monetarios independientes
las monedas de once países de la Unión Europea que adoptaron el euro como moneda
nacional, en la ya denominada "zona euro".
Estos países fueron Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda,
Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal, además de otros países que no participaban
en la Unión Europea como Mónaco, San Marino y Ciudad del Vaticano, que merced a
distintos acuerdos llegaron a la adopción de la moneda común. Posteriormente el 1 de
enero de 2.001 se incorporó Grecia.
Factores determinantes de la importancia del euro como moneda internacional. La
importancia que adquiera el euro como moneda internacional depende de tres grandes
grupos de factores. Por una parte, depende de lo que podríamos denominar el "habitat"
del euro, es decir, del peso demográfico y económico relativo del espacio euro, lo que
constituye la base sobre la que se sustenta la moneda. A este respecto, es relevante no
sólo la importancia actual sino también la previsible tendencia futura. Y, ligado al habitat
monetario, puede considerarse también el grado de apertura de la economía, en la medida
en que ello nos proporciona una idea de la capacidad de relación con el resto de la
economía mundial, la importancia internacional de la nueva moneda europea va también
unida a la confianza que inspiren el euro y el Banco Central Europeo (BCE) lo que, a su
vez, depende de la estabilidad de la moneda y de la transparencia y grado de rendición de
cuentas de la institución que decide su política monetaria.
A este respecto las cifras relativas de población y de PIB del área del euro son ilustrativas.
Con 292 millones de habitantes, supera en población a Estados Unidos (270 millones) y
a Japón (127 millones). El PIB del espacio euro es, en cambio, el 76% del de Estados
Unidos (5.774 millardos de euros frente a 7.592), aunque mayor que el de Japón (3.327
millardos de euros). La fuente de estos datos es Eurostat y se refieren al año 1998.
Pero más que las cifras actuales, lo relevante es el potencial de evolución futura de la
eurozona, en población y PIB, a medida que se vaya completando la incorporación de los
llamados "pre ins" (Dinamarca, Grecia, Reino Unido y Suecia) al Eurosistema.
Dicha incorporación daría como resultado un área monetaria de 376 millones de
habitantes, un 39% más que Estados Unidos y casi el triple que Japón, con un PIB de
7.495 millardos de euros, sólo ligeramente inferior al de Estados Unidos y un 125%
superior al de Japón.
El grado de apertura de un área económica también es un factor relevante del impacto
internacional de su moneda. En este aspecto, la euroárea es más abierta que Estados
Unidos o que Japón, con un porcentaje de comercio exterior sobre el PIB del 25,8%,
frente al 19,6% de Estados Unidos y el 17,9% de Japón. (Datos de Eurostat de 1997). Sin
embargo, una euroárea formada por los quince países de la Unión Europea y, por tanto,
más cerrada por el mero efecto aritmético de que las transacciones con los actuales pre
ins pasarían a ser domésticas, daría como resultado un coeficiente de apertura del 19,4%,
similar al de Estados Unidos. Obviamente tamaño y grado de apertura son parámetros
que se mueven en sentido contrario, de modo que cuanto mayor sea el área euro menor
será su grado de apertura con el exterior.
Ventajas del euro
El euro se creó porque una moneda única ofrece muchas ventajas en comparación con la
situación anterior en la que cada Estado miembro tenía su propia moneda. No sólo
desaparecen los riesgos de fluctuación y los costes de cambio y se refuerza el mercado
único, sino que además el euro implica una cooperación más intensa entre Estados
miembros en aras de una moneda y una economía estables en beneficio de todos nosotros.
Las ventajas del euro son diversas y los ciudadanos, las empresas y las economías en su
conjunto las perciben en diferente grado. Entre estas ventajas cabe destacar:
 Mayores posibilidades de elección y unos precios más estables para los
consumidores y los ciudadanos
 Más seguridad y más oportunidades para las empresas y los mercados
 Mayor estabilidad y crecimiento económicos
 Mercados financieros más integrados
 Mayor peso de la UE en la economía mundial
 Signo tangible de la identidad europea

Inconvenientes del euro


 Pérdida de la soberanía de los estados miembros en la aplicación de la política
monetaria
 Subida generalizada de los precios como consecuencia de la conversión de la
moneda
 Redondeo
 Riesgo de la inflación
 Inestabilidad laboral
 Inadaptación de las Pymes
 Ilusión monetaria
 Ojo al fraude
Las devaluaciones del peso mexicano 1995
Frente al dólar pueden dividirse en dos etapas: cuando teníamos un sistema de paridad
fija o intervenida, y luego después de 1994-95, cuando se adoptó la paridad flotante.
En los primeros años del gobierno de López Portillo la paridad se mantuvo más o menos
estable. Pero el 18 de febrero de 1982, tras una crisis de divisas, el Banxico volvió a dejar
flotar la moneda y al final de ese mes la devaluación ya era de 72 por ciento al llegar el
dólar a 46 pesos.
Consecuencias
La crisis trajo como consecuencia el surgimiento de sobre beneficios en el corto plazo en
el área de inversión especulativa. Esto provocó una atracción mayor a la real trayendo
grandes ataques especulativos que conllevaron a tener un peso sobrevaluado. Esto
colaboró para que la inversión extranjera y la especulación internacional. A su vez esto
desincentivó la inversión directa provocando una caída en las exportaciones directas e
indirectas.
Las consecuencias se dieron, a raíz de la devaluación abrupta como consecuencia de la
imposibilidad de mantener el tipo de cambio y la caída de las reservas internacionales
propiciadas por las fugas de capital, todo esto aunado a los incrementos de la inflación.
Se creó un paquete de rescate por parte del gobierno de Estados Unidos y diferentes
organismos internacionales con 20,000 millones de créditos norteamericanos. Más de
10,000 millones por parte del FMI, 7,800 del BPI, 3,000 del Banco Mundial y el Banco
Interamericano y 1,000 millones de diversos países.
El gobierno mexicano implementó diferentes medidas ante la situación, se creó El
Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica, el cual otorgó un aumento a
los salarios mínimos del 7% e impuso un tope de 12,000 millones de pesos al crédito del
Banco Central. Programa de Acción para Reforzar El Acuerdo de Unidad para Superar la
Emergencia Económica, donde se incrementa el IVA del 10% al 15% y reduce el gasto
en 10%, se reduce de nuevo el límite al crédito del Banco Central en 10.000 millones de
pesos para 1995, y otorga un nuevo aumento a los salarios mínimos del 12%.
Se da la Alianza para la Recuperación Económica, en la que se plantea el incremento
gradual de las tarifas de la gasolina, de otros energéticos y de los bienes públicos.
Por otra parte, una de las causas de la crisis económica fue provocada por la morosidad
en carteras de créditos vencidos que los deudores no estuvieron en capacidad de pagar.
Para estabilizar el sistema financiero, se creó una estrategia en apoyo al sistema bancario
y se realizaron reformas para permitir una mayor participación extranjera en los bancos
nacionales y se implementó un esquema de reestructuración de cartera por medio de
Unidades de Inversión (UDI).
El siguiente salto vino con la crisis de 2008. Entre el último día de septiembre de ese año
y el fin de diciembre, el dólar se encareció 26 por ciento y llegó a 13.83. El 9 de marzo
de 2009 el dólar llegó 15.35. Vino luego una apreciación, que lo llevó hasta 11.56 en
mayo de 2011, una ganancia de 25 por ciento.
Crisis Asiática
Las causas de la crisis en los países del Sudeste Asiático se pueden dividir en m
macroeconómicas y microeconómicas. Los orígenes macroeconómicos son tanto de
índole interno como externo. Entre las causas externas, la más importante es el efecto
contagio y el gran endeudamiento externo de corto plazo por parte de bancos y empresas.
Entre las causas macroeconómicas internas, la más importante es la gestación de burbujas
en precios de activos (bienes raíces y acciones) que, junto con una deficiente regulación
y supervisión del sistema financiero, contribuyó al endeudamiento excesivo y a una
inadecuada diversificación de la cartera de los bancos. Aunado a lo anterior, varios países
en Asia sufrieron una creciente inestabilidad política que culminó en cambios de gobierno
en Indonesia y Tailandia durante 1997 y en Japón durante 1998. En particular, en
Indonesia la situación política y social se ha deteriorado drásticamente, siendo éste el
principal factor que explica la magnificación de la crisis financiera. Esta inestabilidad
tuvo el efecto de mantener las tasas de interés en niveles elevados, y de retrasar la
adopción de medidas para enfrentar la crisis. La parte microeconómica se puede dividir
en una desregulación financiera que vino acompañada de una supervisión y regulación
inadecuada y en una mala administración interna de los bancos.
El efecto macroeconómico común a los cinco países analizados es el efecto contagio. Tras
un ataque especulativo sobre el baht, Tailandia deja flotar su moneda en julio de 1997.4
A esta devaluación siguieron episodios similares unas semanas después en Malasia e
Indonesia. Indonesia decide abandonar la banda cambiaria el 14 de agosto de 1997 tras
un ataque especulativo contra la rupia. en contra de la moneda local, lo que ocasiona una
mayor devaluación.
Esta situación impactó adversamente a las instituciones de crédito de los países en crisis.
La devaluación de sus monedas aumentó el costo del financiamiento externo bancario, el
cual ya era elevado y en gran medida de corto plazo en varios de estos países.5 La
devaluación aumentó significativamente el valor en moneda nacional de la deuda
denominada en moneda extranjera y los acreedores internacionales en muchas ocasiones
no renovaron las líneas de crédito. Las alzas de las tasas de interés internas y las caídas
de las bolsas de valores también afectaron adversamente a las instituciones de crédito.
El endeudamiento externo de corto plazo es un problema para todos los países analizados,
aunque para Japón y Malasia este problema se presenta en menor medida. Los agentes
económicos no cubrieron sus posiciones ante posibles cambios abruptos en el valor de la
paridad. Además, la amortización acelerada de dicha deuda que exigieron los acreedores
externos al inicio de la crisis generó problemas serios de liquidez en las empresas y en el
sistema financiero.
Cabe destacar que el retiro de las líneas de crédito por parte de la banca comercial
contribuyó al estallido de la crisis. Esto ocurrió particularmente en el caso de Corea, país
en el que el fuerte endeudamiento externo de corto plazo no pudo ser refinanciado. Los
bancos internacionales no renovaron las líneas de crédito a bancos y conglomerados
industriales, lo cual generó problemas de liquidez. Este retiro de líneas de crédito pudo
haber estado asociado al recrudecimiento de la crisis en Japón a mediados de 1997, ya
que forzó a los bancos japoneses (uno de los principales acreedores de las empresas
coreanas) a retirar créditos para cumplir con sus requisitos de capitalización.
Crisis Brasileña
La más grande economía latinoamericana, tuvo problemas económicos que afectaron el
desempeño de la región. Brasil con un PBI ocho veces más grande que Perú, tres veces
más grande que Argentina y dos veces más que México, inició un proceso de reforma de
su economía. En 1994 se dio inicio al Plan Real, el cual hasta 1998 había logrado cambios
como: reducir la inflación, privatizar la actividad del estado, abrir la economía al mercado
mundial, abrir y reestructurar el sistema financiero.
El Plan Real se inició con un ajuste fiscal que buscaba equilibrar las cuentas del gobierno,
principal motor de las alzas inflacionarias (alrededor de 900% entre 1984 a 1994).
En el caso monetario, Brasil adoptó el esquema de paridad cambiaria, es decir diariamente
se ajustaba a la par el valor del dólar y del real, es decir un dólar costaba un real. Producto
de estos ajustes la inflación en sólo un año pasó de 43% en 1994 a 1.7% en 1995, esto
significó una apreciación de la moneda brasileña en términos reales, con lo que la tasa de
interés local subió y se propició de este modo una entrada de capitales.
Simultáneamente la economía brasileña asumía más niveles de deuda externa, que eran
necesarios para hacer frente a este cambio estructural, este incremento coincidió con un
alza de las reservas internacionales.
La abundancia de capitales propiciada por los mayores intereses y además por una
privatización de la banca estatal, logró que se aumentara los niveles de crédito privado
sobre todo el de consumo, la mayor parte de estos nuevos fondos eran capital financiero
de corto plazo.
La expansión financiera originó un continuo incremento importador que afectó el saldo
en cuenta corriente, el déficit brasileño en este sentido fue de más de 33 mil millones de
dólares, la mitad de los cuales se financiaba con capitales financieros.
Se sucedieron, además, muchos factores que afectaron el desempeño brasileño. En 1998
aún era palpable el deterioro de los precios internacionales, situación que se agravó
afectando los términos de intercambio del país.
Una de las variables que más variaciones tenía era la tasa de interés, la misma que sirvió
de ajuste a los embates externos, toda vez que debía sostenerse la paridad cambiaria, esta
tasa fue creciendo repetidamente aún con la salida de reservas, lo que indicaba una
enorme apreciación en términos reales que aún no se corregía, cuyos efectos se
trasladaban al nivel de interés afectando toda la actividad real. Las tasas de interés pasaron
de 22% a más de 40% en 1998, bajaron 20% a mediados del 98 y subieron a 45% para
mediados de 1999.
Para fines de 1998, los capitales comenzaron a salir del Brasil, el paulatino aumento de
la inflación y del déficit fiscal comenzaron a ser indicadores de problemas, la economía
ya no pudo financiar el déficit de cuenta corriente, las reservas internacionales se agotaron
y se tuvo que dejar libre la cotización de la moneda, con ello el real se devaluó en más de
50% de 1998 a 1999. Se inició así la caída del lan real y la crisis brasileña, a partir de
enero de 1999. Las reservas internacionales pasaron de más de 7 mil millones a inicios
de 1998 a poco menos de 4 mil millones a fines de 1999, con una fuerte caída a poco más
de 3 mil millones a inicios de 1999.
Crisis en Argentina del 2001
Durante la segunda mitad del siglo XX la Argentina pasó por reiteradas crisis, aunque
todas fueron de una naturaleza distinta a la que estalló a principios del siglo XXI.
Las crisis aparecían después de un período de expansión promovido por el aumento del
gasto público financiado con emisión de dinero, que culminaban con una alta inflación,
un importante déficit en el balance de pagos que -para equilibrarlo- requería ajustes con
una devaluación seguida por una recesión. Esta crisis, por el contrario, estalló tras varios
años de recesión y -algo inconcebible en el pasado- con una deflación de precios.
Las características deflacionarias dentro de un régimen de cambio fijo llevaron a muchos
a recordar la crisis de los 30 y a advertir que las medidas ortodoxas de reducción de gasto
y aumento de los impuestos eran contraindicadas y que se debía abandonar el cambio fijo
(el patrón oro) y reflacionar, aumentando el gasto y la oferta monetarias para expandir la
actividad económica.
Estas recomendaciones no tuvieron en cuenta cuán distintas eran las circunstancias en
que se había salido de la deflación de los 30 con lo que estaba pasando en la Argentina a
fines del siglo XX
Tras un largo período de declinación (1974-89), en la década de los noventa , las reformas
económicas y la convertibilidad produjeron una gran entrada de capitales, con lo que
inició una sostenida recuperación y crecimiento. El crecimiento comenzó a desacelerarse
hacia fines de 1994 (causado por preocupaciones ante el panorama político), lo que
agravó la crisis mexicana de 1995 produ-ciendo una fuerte caída de depósitos. El gobierno
mantuvo la decisión de continuar en ella (fue la primera crisis en la historia del país que
no terminó con una devaluación) y pudo sortear la tormenta. Los depósitos volvieron, se
aprovechó para introducir reformas que hicieron más solvente el sistema financiero y el
crecimiento continuó.

La deuda pública que estaba en alrededor de los 60 mil millones de pesos al inicio de la
década subió a unos 90 mil millones en 1994 y a unos 120 mil millones a fines de 1999,
cuando concluyó su período Menem.

La expansión del primer quinquenio fue ayudada por las privatizaciones de empresas de
servicios públicas donde entraron capitales extranjeros con aportes de nuevas tecnologías
que bajaban costos y que pudieron obtener rentas en mercados monopólicos gracias a
precios (tarifas) más elevados que los internacionales y con un costo de capital con tasas
de interés internacionales. También, una enorme expansión del consumo tras más de una
década de represión (ahorro en el exterior, fuga de capitales) que aumentó gracias a las
posibilidades que dejaba en un marco de estabilidad monetaria las operaciones de compra
a crédito. En el primer caso las oportunidades de beneficios extraordinarios para la
inversión terminaron agotándose y en el del consumo la gente aprendió que con
estabilidad monetaria los intereses empezaban a ser -ya que en términos nominales
seguían relativamente altos mientras la inflación bajaba más que ellos- enormemente
costosos. En la Argentina de la inflación todos se endeudaban porque llegaban los jubileos
y se pagaba menos. Esa fiesta había terminado y la gente empezó a cuidar sus consumos.
El FMI y la Crisis de la Economía Mundial

La crisis económica y financiera actual ha dominado toda la economía mundial desde su


origen en el año 2008. La crisis de las hipotécas subprime en los EE.UU. ha conllevado
impactos de amplio alcance tanto en términos económicos, como financieros y sociales
que llevaron a enormes dificultades en muchos países.
El papel del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante esta crisis y sobre todo su
actuación en los países más afectados por ella, como por ejemplo Irlanda, es de gran
interés. El FMI es uno de los actores principales en lo que se refiere a las medidas de
rescate, imprescindibles para ciertos países a la hora de salir de la situación económica
devastadora en la que se encuentran. El Fondo se ocupa más en concreto del orden de los
sistemas financieros respectivos. Al verse confrontado con un tipo diferente al de las crisis
en economías en desarrollo, el FMI tuvo que discurrir con medidas novedosas y con
volúmenes sin precedentes. Esta vez la crisis surgió en el “centro del sistema” (Bini
Smaghi, 2012). Los países desarrollados, que representan dicho núcleo de la economía
mundial, tienen características fundamentalmente distintas a las de las economías
emergentes que se vieron afectadas por crisis anteriores. Por lo tanto fue, y todavía es
necesario responder con herramientas diferentes a los fallos subyacentes de la
organización de la economía mundial. A causa de la crisis, el FMI gana paulatinamente
más importancia. Desde hace mucho ya no actúa meramente en su campo de
responsabilidad determinado en la conferencia de Bretton Woods, que son los mercados
financieros, sino que también actúa como “consejero y promotor de una sintonización
multilateral de la política económica” (Welter, 2010) de los G20. Los acontecimientos de
los últimos años dieron lugar a discusiones en torno a las características del sistema
financiero actual y en torno a los cambios que habrá que llevar a cabo, para poder
controlar los fallos del sistema financiero y para eliminar las debilidades decisivas para
el estallido de la crisis.
Quedan desafíos importantes a considerar con respecto al desarrollo futuro. Habrá que
recapacitar sobre el diseño del sistema económico y financiero global. También hará falta
dirigir el desarrollo y el alcance de las instituciones internacionales como el FMI, el
Banco Central Europeo (BCE) y el Banco Mundial (BM) de acuerdo con el mundo en
que vivimos hoy. Y es preciso, que los ciudadanos del mundo contribuyan al cambio
mental que constituirá un requisito fundamental para los demás cambios.
Entre 1944 y 1971 el FMI actuó en un entorno de tipos de cambios fijados al dólar
estadounidense, que es “conocido como el sistema de Bretton Woods” (FMI, 2014a). La
fijación de las monedas al dólar, y su respectiva fijación en términos de oro, facilitaban
una cierta estabilidad en los mercados financieros. En aquel entonces la responsabilidad
del FMI era principalmente el “mantenimiento de los tipos de cambio fijos” (Meltzer,
2010, p. 447). Las políticas y medidas defendidas por el FMI se basaban principalmente
en las directrices del Consenso de Washington.

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