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De forma similar a los viajes de exploración, la conquista española fue impulsada por la Corona

aunque los intereses no fueron exclusivos de ella; los conquistadores que participaron y la Iglesia
tuvieron también sus motivaciones.

Desde los primeros viajes de exploración se destacó el móvil económico. A la necesidad primera
de comerciar especias y otros productos se sumó la extracción de metales preciosos, la posesión
de materias primas para la defensa del Reino, la alimentación o la manufactura de productos. A
ello debemos agregar el comercio de esclavos africanos.

El propósito religioso –ampliar el número de creyentes cristianos frente a la expansión de los


musulmanes –fue al mismo tiempo motivo y justificación de la conquista. La Corona castellana
obtuvo el permiso para expandir la religión cristiana mediante sucesivas Bulas Papales. A partir del
segundo viaje de Colón la Corona insistió en la presencia de sacerdotes y desde 1524 llegaron a
América integrantes de distintas Órdenes Religiosas: franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas.
En el siglo XVI, en el marco de enfrentamientos entre católicos y protestantes, a las autoridades de
la Iglesia Católica les interesaba expandir su religión.

Desde el punto de vista político, el poder de los Reyes Católicos y sus sucesores se fue
fortaleciendo.Extender las fronteras y ampliar el número de súbditos mediante la guerra o los
tratados era una demostración de poder.

En cuanto a los conquistadores, con el servicio al Rey y a Dios pretendían también conseguir
prestigio, riquezas y ascender socialmente.

Los conquistadores que llegaban a América desde España provenían de todos los sectores
sociales:segundones, nobles empobrecidos, gente de ciudades, artesanos con oficio y campesinos.
En algunos casos, sólo la mitad de la hueste eran soldados o marineros. La mayoría tenía entre 20
y 30 años, como Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo. Pero los había también mayores, como
Francisco Pizarro y Diego de Almagro que tenían cerca de 50 años al emprender la conquista del
Perú.

Según las crónicas algunos eran codiciosos y crueles, otros temerarios, audaces, tercos y valientes.
Es muy difícil establecer un modelo que los defina a todos, quizás porque eran hombres propios
de su tiempo, emprendedores y con ansias de gloria y riqueza. Para muchos de ellos, la conquista
les permitía el ascenso social e incluso un título de nobleza. Todos pensaban obtener riquezas, ya
fuera porque habían salidos pobres de la Península o porque se habían empobrecido empeñando
todos sus ahorros en la empresa conquistadora.

Otro rasgo a destacar es que en los primeros años la gran mayoría de quienes vinieron de España
eran hombres; los el 5% eran mujeres. A fines del siglo XVI la presencia femenina era aún escasa:
parecería que apenas el 28 %. La escasez de mujeres españolas fomentó el casamiento y las
uniones libres entre hombres españoles y mujeres indígenas, de las cuales se formó el creciente
grupo de mestizos.

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