salir del baño decidida a no volver a verle, pero cogió mi mano. «Lo siento, Jud.» Su disculpa me resultó muy excitante. Pero ¿qué me pasaba con ese hombre? Me volvía loca. A veces de cabreo y otras de deseo. Despertaba lo mejor y lo peor de mí. Intenté soltarme pero no me dejó. Me cogió en brazos y me metió con él en la ducha. ¡Su piel mojada olía tan bien! «Date la vuelta», dijo. Me negué. Al sentir el agua cálida cayendo sobre mi cuerpo, empecé a doblegarme y a sentirme cómoda entre sus brazos. CITA 14 grité, gritamos ambos.