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Taller Narrativa A-3

Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

LOS PIES VAN DONDE LA MENTE Y EL CORAZÓN MANDAN


[ Reinoso Maquear, Daniela Gabriel]

El viento comienza a soplar con fuerza, el sol se va escondiendo poco a poco, esta será la
última vez que dejo pasar esto por alto, tal vez sea mi último atardecer que vea. La hora exacta
se acercaba, tenía que levantarme e ir a donde lo encontraría para acabar con esto.
Cuando comencé a caminar hacia él, parecía que el cielo lloraba conmigo, empezó a llover
como si el cielo se fuera a caer; ¿cómo no iba ser perfecto todo con este clima?; lo vi a lo lejos,
mi piel se estremeció, mi manos comenzaban a sudar, y sentí lo helado que estaba el viento, el
me miró; y si, se dio cuenta que estaba nerviosa de lo que iba a ser y no……..no suelo ser así,
solo que recuerdo que él fue el único que me hizo sentir que yo era más, me puso en el pedestal
más alto que pudiera existir, pero, ¿Por qué todo terminaría?, ni yo lo sé, no sé cuándo empezó
que este río se volvió tan caudaloso sin que se pudiera cruzar.
El estacionamiento estaba solo y vacío solo había una luz prendida y él en el medio, si cumplió
con su palabra de traer la gasolina y el fósforo que se encontraban en el suelo.
Hace un par de años yo hubiera dado la vida por él, me arriesgaría a todo solo porque se
quedara a mi lado aunque sea por un segundo, pero que irónico ahora sería yo la que le quitaría
la vida, aun no entiendo por qué él está aquí sabiendo lo capaz que puedo hacer; este juego en
llamas por fin lo podremos apagar; luego se acercó lentamente a mí y me abrazó, hace mucho
que no lo hacía, si tan solo ese día no me hubiera seguido, si tan solo pude asegurarme que no
había nadie, él………él se quedaría aquí.
-Tengo que iniciar- dije sin rodeos y desviando mi cabeza para no toparme con sus ojos,
porque yo sé, que sabía que podría cambiar de opinión. Pero la verdad fue una decisión de los
dos, bueno más de él que mía.
-Lo sé y recuerda que sigues siendo perfecta para mí - volviéndome a abrazar, su mano se fue
hasta mi cabeza que la acaricio y su otra mano tomo la mía y susurro -Recuerda lo que
prometiste que nunca más lo harías- él… él sabía cómo manejarme, siempre supo cuál era mi
punto débil.
Nunca sentí nada por nada, es más recuerdo que de pequeña mis papás me llevaron al
psiquiatra porque no sentía ni dolor físico ni emocional, pero cuando él llegó a mi vida, todo
cambio y cuando él me dejó todo empeoro; todo lo guardado por años salió a la luz y gano mi
lado oscuro.
Me separe de él, lo amarre a una silla, mi plan era torturarlo, pero ahora simplemente no quiero
que sufra, así que accedí a que escuchara una canción con audífonos mientras se iba, empecé a
derramar la gasolina en su cuerpo después alrededor de él, en círculos, para ver como el fuego
se esparce tan rápidamente, como si le gustara ir hacia la persona y deshacerse de él, en eso me
parezco con el fuego; y una vez que el cuerpo esté en contacto con este, el fuego se demora tan
solo 10 segundos en consumir todo el vello corporal y gran parte de la piel. Luego de eso, los
globos oculares se saldrán de sus cuencas y las terminaciones nerviosas se empezarán a
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Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis
chamuscar, razón por la cual es una muerte tan dolorosa. Una de las mejores muertes que
siempre quise apreciar y hacerlo a la persona que amo es satisfactorio.
Las 6:30 se acercaban, a esta misma hora el vio algo que no debió ver y un 20 de enero donde
las cosas iniciaron hace 4 años.
-Ya está todo, es hora de despedirnos- dije sin demostrar lo que sentía.
-También tengo miedo, pero prefiero que seas tú quien me quite la vida que la muerte misma-
dijo con una voz aguda demostrando su temor.
-No estaríamos aquí, si no me hubieras seguido cuando te dije claramente que no lo hicieras-
mencioné enojada porque si me gusta ver personas morir, pero creí que con él habría más
tiempo.
-Ese día te vi alterada y sabía que te podías hacer daño, por eso te seguí, aunque olvide que las
personas cambian y que no estuve a tu lado dos años-- puso una expresión triste como si esto
fuera su culpa.
-No cambie porque me dejaste; solo florecí y deje de lastimarme… Nada de esto es tu culpa-
dije con una voz melodiosa tratando de consolarlo, aunque no funcionara.
-Pero torturar y matar a otras personas nunca fue la solución y solo recuerda la promesa- dijo
un poco serio; si esa promesa que no mataría nunca más a nadie, y menos torturarlos como me
gusta, por eso él accedió a matarlo de la manera más placentera.
-Cada uno escoge su destino y yo escogí este- dije sin rodeos porque la hora se acercaba
-Las únicas opciones que tuve eran morir o enviarte a que la sociedad hiciera justicia y te
matarían de la forma más cruel por las muertes y yo…. Yo no puedo hacerte eso- dijo con esa
dulzura que solo yo puedo comprender
-Lo sé y sé qué haces esto por mí; aunque no deberías- dije pensado que, así como yo daría la
vida por él; daría la vida por mí y eso siempre lo supe.
-Te amo, pero esta vez no es suficiente- dijo con sinceridad en cada palabra, luego lentamente
me acerqué a él y me despedí con un beso, sentí sus mejillas mojadas de las lágrimas que caían
de sus ojos y al parecer yo estaba igual.
Me Aleje hasta la puerta del estacionamiento y deje caer el fósforo y el fuego comenzó su
recorrido llegando hacia él; y cuando llegó hacia él, ni que mencionar, empecé a llorar porque
la única persona que me entendió se iba poco a poco, pero a la vez ese sentimiento de gran
dolor se encontraba mezclado con una gran satisfacción al escuchar esos gritos de auxilio, a
esos gritos de miedo, de dolor, si dios!!!! ese grito de dolor fue él que más me lleno de placer,
sus gritos cada vez eran más fuertes y podías ver como el fuego consumió sus extremidades
lentamente.
El fuego sabe lo que hace y lo consume lento, dejando que la persona asimile lo que pasa y aun
así cuando el fuego queda enlazado hacia él, nada evita que cumpla con su objetivo.
Mi última vez en este odioso mundo, y qué decir, disfruté la felicidad más inmensa y la tristeza
más dolorosa; de que serviría estar aquí si no hay nada más. Me subí al techo del
estacionamiento y la lluvia caía cada vez más fuerte, que día para más hermoso, dejé caer mi
cuerpo; AHORA TODO ACABO.

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