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MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD

Si bien en la posmodernidad la adolescencia ocupa gran espacio en los medios de


comunicación, las empresas saben que los adolescentes son un mercado de peso, es por
esto que se genera todo tipo de productos para ellos. Las publicidades los consideran
como modelo, no solo por su cuerpo sino por la forma de vida que tienen, en la cual hay
que llegar a esta etapa y quedarse el mayor tiempo posible.

Sin embargo antes de hablar de la posmodernidad es necesario informarnos sobre


la modernidad. Para ello nos basamos en la descripción que Rojas y Sternbach (1997) 1
realizan de ambos períodos.

MODERNIDAD

La mayor parte de los historiadores sitúa el comienzo de la condición Moderna en


el Renacimiento europeo; reconocen sin embargo que sus características se van
profundizando y difundiendo con posterioridad. Verdadera revolución industrialista, la
incipiente modernidad promueve el rescate de un saber que la Edad Media oscureciera y
postula una subjetividad creadora, liberada de ataduras religiosas.

La razón, nueva divinidad, se despliega en el siglo XVII, destierra otras creencias e


impulsa un saber crítico y un desarrollo científico que no han encontrado aún sus límites.
Esto culmina en el siglo XVIII.

Para América Latina la modernidad fue siempre “crisis agudizada, y racionalidad


exasperada entre discurso y realidad”. Sin embargo, sus discursividades atravesaron tanto
las gestas emancipadoras como nuestra historia más reciente.

La modernidad fue la época de la razón, el culto por lo nuevo, el enfoque progresivo


de la historia y las grandes utopías. Pero se vio conmovida en relación con su propia
imposibilidad de dar cuenta de fuertes fenómenos irracionales generados en la sociedad,
tales como los hechos catastróficos vinculados a la Segunda Guerra Mundial.

La modernidad es la época de la historia, de los grandes relatos, de las amplias


ideologías, de la verdad universal, del progreso, del desarrollo artístico, cultural y del
desarrollo científico y tecnológico

1
Rojas M. C. y Sternbach S, (1997), “Entre dos siglos Una lectura psicoanalítica de la Posmodernidad”, Bs. As, Ed. Lugar
Editorial
Además, la modernidad es la época de la historia, del incesante progreso y
superación, que, a través del racionalismo que lo caracterizaba, asociaba y prometía para
el hombre, la razón y el placer.

Le interesaba fundamentalmente el progreso constante del conocimiento y de la


tecnología, a partir de las cuales se presentaría el progreso económico y el bienestar social
y moral de la humanidad. Es decir, que el carácter instrumental de la modernidad estuvo
presente desde sus inicios.

Sin embargo la sociedad no logró ser totalmente racional ni el progreso económico


alcanzó para toda la humanidad, no cumplió con su proyecto ni con sus promesas

Aproximadamente a finales de la década del cincuenta las discursividades propias de


la modernidad comenzaron su crisis, y dieron lugar a radicales mutaciones tanto en el
campo de lo económico, lo científico, lo artístico y lo filosófico, como en la vida social
cotidiana de la época. La década del setenta, con su revolución sexual y su propio
movimiento ideológico y cultural, marcó la culminación de una etapa. El apogeo de las
luchas sociales sellaron los años setenta; y muchos autores ubicaron la década del ochenta
como el nacimiento propiamente dicho de la posmodernidad.

Es decir, que podemos señalar que la crisis de la modernidad llega a su cima cuando
la sociedad se aparta de todo principio de racionalidad y cuando los actores sólo tienen
referencias culturales, comunitarias o individuales para su integración a la sociedad.

El sujeto moderno perdió, quizás, a Dios pero recuperó una enorme fe en el ser
humano mismo. Al mismo tiempo quedó demostrada la incapacidad de la ciencia y la
Revolución para saciar otras expectativas previas. Con esto se abren las puertas a la
posmodernidad.

POSMODERNIDAD

El Posmodernismo significa, en primer lugar, una actitud crítica a una situación que
no resultó ser como se había proyectado. Como así también éste término propicia la
diversidad, la pluralidad, coexistencia de las diferencias.

Lipovetsky, por su parte, se refiere a la Posmodernidad como a una mutación


sociológica global. Esta mutación gira en torno de un gran organizador: el consumo, que
absorbe a los individuos en la carrera por el nivel de vida, en una nueva fase “cool” y no
ya “hot” de las sociedades capitalistas.

El ser humano busca a través de varias estrategias, hallar la felicidad. Hoy en día
ésta puede lograrse a través del consumo. ÉSTE constituye un papel central en la
transmisión del código social, siendo incorporada tan tempranamente que forma parte de
la trama identificatoria inicial.
En la actualidad el consumismo se halla en estrecha relación con la publicidad ya
que es ésta la que lo promueve. La publicidad nos invade y nos coloca en una posición de
satisfacción imaginaria, deseada, frente a la cual no podemos dejar de “mirar” sino por el
contrario la deseamos. Muchas veces estas propuestas se encuentran muy alejadas de
nuestra realidad, de nuestras posibilidades, pero es a través de los medios de
comunicación que logramos una “satisfacción ilusoria”. Es decir la posmodernidad ofrece
un escenario en el cual los adolescentes son colocados en un lugar ideal, de perfección
creando de esta manera una ilusión de completud, la posibilidad de que todo es posible,
alcanzable.
Como así también la sociedad propone modelos sociales que atrapan
a los adolescentes, que están en pleno proceso de maduración, convirtiéndolos en
víctimas de toda una densa red de valores inapropiados, difundidos principalmente por
medios de comunicación tales como la televisión, el cine, la radio, internet, las revistas de
moda; que adornan cierta estética del éxito, que por otro lado, no es más que una
manera de seguir un modelo de belleza.
¿Qué sucede con los adolecentes? Al respecto Obiols G y Di Segni de Obiols S.
(2001)2, afirman que en la posmodernidad el cuerpo de los adolescentes es un “tesoro”,
un estado ideal, algo socialmente deseado por el resto de la población que intenta
igualarlos a precios elevados. La piel tersa y libre de marcas, un pelo abundante y
brillante, sus músculos se hallan tonificados y firmes, frescos todo aquello que la
publicidad alimenta a diario en nuestras mentes son considerados como cualidades que
se deben mantener.

Nos encontramos en un momento donde la imagen, es decir lo exterior, adquiere


una importancia tal que el resto queda relegado. La estética tiene mayor prevalencia que
lo intelectual, siendo ella una de las principales metas para alcanzar el éxito. Sin embargo
la estética que nos muestran es una ilusión, o dicho de manera más simple una mentira.

2
Obiols Guillermo y Di Segni de Obiols Silvia (2001), “Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria”, Buenos
Aires, Ed. Kapelusz.
Esto conlleva a que muchos abrasan una imagen sin cuerpo, piensan que es cuerpo
lo que en realidad es una ilusión, y se quedan anonadados o petrificados en la imagen.

La misma sociedad y los medios de comunicación demandan la “eterna juventud”.


Son ese Otro, que nos sostiene desde un lugar y nos dice lo que debemos ser. Es aquí
donde los adolescentes ocuparían el lugar de perfección, ellos “sienten” que todo lo
saben, todo lo pueden y son lo que el Otro dice que es. Es así como estos adolescentes
pasan a ser el centro de atención sintiéndose de esta manera omnipotentes y no
admitiendo a otros. Es decir la sociedad divulga los valores del Yo Ideal, debido a que el
estado adolescente es representado como un momento de bienestar y satisfacción, que
debería ser perpetuo o retornar en la adultez. Sin embargo lo que se realza es al
adolescente como tal dejando de lado los requerimientos propios de momento vital.

Aunque estos adolescentes sean “el modelo social” al cual todos quieren alcanzar, el
precio por mantenerlo implica un gran trabajo psíquico y físico acompañado de una fuerte
presión, ya que no sólo los adultos quieren permanecer en un cuerpo joven, sino que para
ellos mismos correrse de los standards predeterminados por los medios o la sociedad
resulta sufriente, debido a que éstos los enjuician o castigan excluyéndolo.

La presión o la fuerza con que se nos impone éstos estándares sociales, someten al
adolescente y al resto de la población a realizar, a veces, hasta lo imposible para
alcanzarlo.

No es de extrañarse que, la población femenina adolescente sea víctima


propiciatoria del trastorno de la anorexia, porque acercarse al yo ideal femenino según
esta sociedad se puede lograr por la vía de controlar la alimentación adecuadamente. Lo
cual, si no se da de una manera supervisada se corre el peligro de trastornar esta función
básica para la vida. Ya que es una lucha de la mujer por construir su propia autoestima, y
si fracasan quedan sumergidas en sus complejos para siempre. La presión que ellas
sufren hace que desarrollen una serie de conductas de las cuales la mayoría de veces no
están conscientes pero que tienen como fin alcanzar esa figura ideal.
Y es en este contexto, donde surgen los síntomas contemporáneos, efectos de la
época, que se apropian de los niños y adolescentes, más vulnerables al efecto del
discurso consumista que promete bienestar.
Todo esto, recae sobre los púberes, quienes se encuentran atravesando un período
de cambio, y desean intensamente asemejarse a lo deseado y establecido por la
sociedad.

Tradicionalmente, la sociedad ponía al adolescente en la obligación de buscar la


identificación a un ideal profesional, político, al ideal femenino de la mujer cuidadora del
hogar. Sin embargo hoy los ideales de la sociedad contemporánea del capitalismo tardío
no empujan a ser (médico, soldado, madre, etc.), sino a tener (un coche, un móvil, una
ropa o una imagen determinada).
En la actualidad, es difícil tener espacios para la reflexión o introspección ya que
este proceso resulta doloroso para lo cual es necesario negarlo y evitarlo. Preferimos no
escucharnos, ni escuchar. De este modo evitamos el encuentro con uno mismo.

El adolescente de hoy no se pregunta, no se plantea interrogantes sobre qué cosas


debería cambiar de su persona debido a que no cuenta con modelos que dediquen tiempo
a la reflexión y al dialogo. Los adolescentes están colocados en un lugar de poder, saber
donde los adultos le delegan la responsabilidad. Claro está que al llegar a esta etapa
ellos se encuentran con personas que tienen sus mismas dudas, sus mismos conflictos y
por otro lado el padre “compinche”. A veces hasta les proponen ideas para realizar
“travesuras”.

Bien es sabido que para poder formar la identidad, se necesita tener modelos, a fin
de poder identificarse con ellos o con aspectos que desean incorporar. Sin embargo en
ésta época los adolescentes no encuentran o no cuentan con modelos identificatorios
necesarios para poder llevar adelante esta tarea. Los prototipos a seguir tal vez tengan
que ver con aquellas figuras que ellos idolatran popularmente, aquellos que son
socialmente aceptados.

Los adolescentes se encuentran con la ausencia de respuestas, de modelos, de


ideales. Esto no resulta facilitador en ningún caso para la elaboración de esta etapa.
ADOLESCENCIA

En este capítulo se trabajarán las trasformaciones, tanto físicas como


psíquicas, por las que debe transitar el adolescente, y las tareas que deberá realizar
durante esta etapa.

Cabe destacar que no se puede hablar de los adolescentes como un “solo tipo
de…” o como una etapa en la cual TODOS la viven o la transitan por igual. Debido a
que como dice Susana Sternbach (1997)3, no existe la “adolescencia” sino los
adolescentes y esto marca la particularidad de cada sujeto y el entramado familiar y
social en cual está inserto.

Consideramos pertinente que no TODOS se desarrollan de misma manera, aunque


es esperable que presenten determinadas conductas durante su desarrollo. Sin embargo
el cómo y cuándo éstas se realicen es lo que destaca la particularidad de cada sujeto.
Dicha particular se encuentra en estrecha relación con la constitución subjetiva, es decir
con lo propio de cada uno en función de cómo se haya constituido. Esto a su vez
determina la posición en el medio.

Comenzaremos por definir lo que implica etimológicamente hablando la palabra


Adolescencia. Proviene del latín “adolescere”, que significaba para los romanos “ir
creciendo”, “convertirse en adulto”. Es decir, que este concepto implica la idea de pasaje,
de maduración.

Susana Quiroga define a la adolescencia, como un “momento del ciclo vital que
comienza siendo un hecho biológico como es el crecimiento del cuerpo y el comienzo del
funcionamiento de las hormonas sexuales, pero a su vez, está inmerso en un proceso
psicosocial que varía según las culturas y los momentos históricos” 4.

El período de la adolescencia es un proceso de cambio, de transición, que impone el


pasaje desde la niñez hacia la adultez. Así es como el sujeto al finalizar el período de
latencia, junto con los cambios del cuerpo, debe realizar tareas psíquicas que suponen un
3
Rojas, M. C. y Sternbach, S. (1997), “Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad ”, Bs. As, Lugar
Editorial.

4
Quiroga, Susana E., (1998). “Adolescencia: del goce orgánico al hallazgo de objeto”. Buenos Aires, Ed. Edudeba. Pág.
15- 105
trabajo para el psiquismo: pasaje de la endogamia a la exogamia, la asimilación psíquica
de los cambios morfológicos y fisiológicos del cuerpo, duelos, el desasimiento de las
figuras parentales, la constitución de un proyecto identificatorio. Estas “tareas psíquicas”
suponen un trabajo al psiquismo.

“Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan


la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva”. 5

CLASIFICACIÓN

Susana Quiroga6 realiza una clasificación de la adolescencia, la cual se trata de


períodos lógicos que se dividen en tiempos cronológicos para su mejor estudio. Estos
períodos no son fijos, sino flexibles aunque existen conductas y cambios físicos
esperables para determinada edad. Según la autora, la adolescencia comprende un
período que va desde los 8/9 años hasta los 28 años aproximadamente. Para su mejor
comprensión, se subdividen en:

ADOLESCENCIA TEMPRANA: se extiende de los 8/9 años hasta los 15 años.


Dentro de esta etapa se encuentra la Pre pubertad, que abarca de 8 a 10 años. Se
caracteriza porque en ambos sexos se observa un cambio de conducta centrado en el
incremento de la motricidad. Cambian los juegos y las verbalizaciones, los cuales
conllevan gran contenido sexual. En este período el crecimiento corporal y la puesta en
marcha de las glándulas sexuales se hace presente. Sin embargo éstas no tienen
consecuencias visibles aún en el exterior.

La Pubertad comprende de los 10 a los 14 años, según los sexos: los cambios
corporales iniciados en la etapa anterior comienzan a tener protagonismo.
El término pubertad, en su origen, debió referirse a la aparición del vello púbico, ya
que está emparentado con los términos latinos pubertas [vello/barba; pubertad/mocedad]
y pubes [pubis; juventud], cada uno de los cuales reúne en sus dos acepciones un
elemento anatómico y una etapa del ciclo vital.

El adolescente aparece tanto para sí como para los demás, como un desconocido
gracias a “transformaciones” que va atravesando. Es decir, con este empuje pulsional, el
5

6
Quiroga, Susana E., (1998). Op. Cit Pág. 15- 105
cuerpo se vive como extraño. Esto significa que la imagen corporal sostenida hasta ese
momento, entra en crisis, algo ha cambiado, el cuerpo ya no es el mismo.
El adolescente ve algo en el espejo pero no sabe que es, esto es lo que escapa a su
control, lo que no puede gobernar.
Por lo tanto este cambio abrupto en lo corporal exige un trabajo psíquico para ser
tramitado.
El adolescente experimenta cambios corporales mucho más visibles: aumenta el
tamaño corporal (estatura y peso); cambian las proporciones del cuerpo tanto a nivel
externo como interno, y se produce el desarrollo de los caracteres sexuales primarios y
secundarios.
Con respectos al aumento de tamaño corporal (la estatura) se observa una
aceleración del crecimiento que en las niñas se manifiesta entre los 8 y 11 años con un
pico de velocidad a los 12 y declina a los 15, 16. Mientras que en los varones comienza
entre 10 y 14 años con un pico de velocidad a los 14 y declina entre los 17 y 20. Esta
consiste en un aumento del tamaño corporal tanto en la estatura como en el peso debido
al crecimiento de huesos y músculos. Las piernas y los brazos crecen más rápido que el
tronco, mientras que los pies y las manos suelen parecer proporcionalmente más grandes
y notables, puesto que llegan a su tamaño maduro antes que las piernas y los brazos. En
los hombres se ensanchan los hombros mientras que en las mujeres se ensanchan las
caderas.
Por otro lado los cambios internos también son asincrónicos y conducen a una
inestabilidad fisiológica: aumenta el tamaño de varios órganos internos y se modifica el
sistema respiratorio y circulatorio.
Los caracteres sexuales primarios también se hacen presentes. En los varones se
agrandan paulatinamente los testículos y el pene, aparece el vello pubiano y se producen
las primeras poluciones nocturnas. Mientras que en las niñas los ovarios y el útero crecen
con rapidez hasta alcanzar el tamaño y funcionamiento maduro para que se produzca la
menarca.
Mientras que los caracteres sexuales secundarios son aquellos aspectos físicos que
dan apariencia “femenina o masculina” y cumplen una función importante para la
atracción de los sexos y formación de pareja.

En los varones: cambio de voz, ensanchamiento de hombros, forma bien definida


de los brazos y piernas, aparición del vello púbico, axilar, sobre el labio superior y la
barbilla.
En las niñas: ensanchamiento de los hombros e incremento en la redondez de la
cadera que delimita la cintura, desarrollo del busto, aparición del vello axilar, púbico y
facial, cambio de voz.

Estos cambios corporales se realizan de forma asincrónica y duran dos o tres años
aproximadamente.
Por lo tanto la metamorfosis no solo implica una cuestión de transformación de una
imagen sino una reubicación

Finalmente, la Adolescencia temprana propiamente dicha: de 13 a 15 años, según


los sexos, la genética y las condiciones socioculturales. Abarca el último período de
crecimiento corporal. Abarca alrededor de dos años. Si bien los cambios corporales no
son tan notorios desde el exterior, la apariencia corporal externa indica que el niño que
era se ha transformado en adulto.

La maduración de los órganos sexuales que preparan a ambos sexos para


reproducción y por la aparición de los caracteres sexuales primarios: menarca en las
jovencitas y polución en los varones.

Aberastury y Knobel sostienen que “La aparición del semen en el varón y


de la menstruación en la niña son el punto de partida de una nueva etapa en la
posesión del cuerpo, dando cuenta de la posibilidad de procreación” 7

Los cambios corporales se viven de manera disgregada, es decir no hay una


“unidad” debido a que la sensación que gobierna es la de fragmentación, esto se
refleja en el “mal gusto” en las vestimentas, en el desarreglo del púber, en las
descargas afectivas como asco, repugnancia, en la furia, angustia.

Con esta irrupción pulsional la imagen corporal y la representación-yo corporal entra


en crisis. La fantasía consecuente es la de cuerpo fragmentado perdiéndose los límites de
la corporeidad y del espacio, el adentro y afuera queda desconstituido.

7
Arminda Aberastury y Mauricio Knobel, (1985) “La Adolescencia Normal”. Buenos Aires, Ed. Paidós, , Pág. 26-27
Como dice Millán: Algo pasa en el cuerpo real, que no coincide con la
imaginarización que se tiene de él. Es la evidencia de la enajenación en una imagen. (...)
El cuerpo aparece como una transgresión en sí mismo: hay algo que antes no había, no
es el mismo cuerpo, no es la misma voz.8

Es decir, nos encontramos con un niño que comienza a convertirse en adulto, y

esto se evidencia en los cambios corporales propios de este periodo, el cuerpo, en este

caso es el mayor testigo de este inexorable cambio.

En la modernidad, estos cambios corporales eran vividos como angustiantes, los

“niños” intentaban ocultar lo que el paso del tiempo no podía negar. “El adolescente de la

modernidad se encontraba perdiendo el idealizado y mimado cuerpo de la infancia,

tendiendo en perspectiva un periodo glorioso de juventud pero lejos aún de lograr un

cuerpo con características claramente adultas” 15

En la posmodernidad, dirá Obiols, las cosas se presentan de un modo diferente, el

cuerpo del adolescente es el estado ideal, socialmente deseado, ya que éste posee una

piel tersa y libre de marcas, un pelo abundante y brillante, sus músculos se hallan

tonificados y firmes, frescos, todo aquello que la publicidad alimenta a diario en nuestras

mentes. Ellos son poseedores de un tesoro, que el resto de la población intenta igualar a

precios muy elevados.

Si bien los adolescentes se plantean como modelo social, al cual todos quieren

alcanzar, este peso recae fuertemente sobre cada uno de ellos, debido a que no

solamente los adultos quieren asemejarse corporalmente a un joven, sino que para ellos

mismos, salir de los estándares de lo socialmente deseado resulta muy poco positivo en

estos sujetos, ya que la sociedad enjuicia no solamente a quiénes se alejan de los

estándares marcados como belleza, y juventud, sino que también excluye a partir de los

mismos criterios.

8
Millán, Enrique G., Y Wainsztein, S. (2000), “Adolescencia, Una Lectura Psicoanalítica”, Buenos Aires: Megáfono
Ediciones.
15
Guillermo Obiols y Silvia D. De Obiols, Op. Cit.
Siguiendo con la descripción ADOLESCENCIA MEDIA: comienza entre los 15 y 16
años y termina alrededor de los 18 años. En cuanto al comportamiento escolar, en este
período se observa una conducta más ordenada en cuanto al cumplimiento de las normas
sociales. El proceso de crecimiento se termina de estabilizar, lo que le permite poder salir
en busca del otro. Se busca un vínculo de intimidad.

Este período se caracteriza por la búsqueda de una identidad, por despojarse de la

opinión de los adultos, es característico que en este período enfrenten y entren en

conflicto con los padres. Comienzan a construir sus propias ideas y a partir de allí, su

propia identidad.

Este periodo en el que el joven ya ha cambiado su cuerpo, ahora se encuentra con

la dura tarea de determinar por sí mismo, quién es, quién no es, qué quiere, qué no

quiere, para lo cual debe realizar el duro trabajo de descubrirse y conocerse, todo esto en

un proceso de introspección y de maduración, por un lado, por otro lado aparece la

vertiente social, esta vertiente se encuentra comprendida en los grupos de amigos, en la

familia, en los compañeros de colegio. Es decir, que si bien la construcción de la identidad

es un proceso interno, tanto factores personales como sociales interfieren en la

composición de dicha instancia.

Para poder establecer una identidad, es necesario tener modelos, a fin de poder

identificarse con ellos, o con aquellos aspectos que resultan deseados para la persona.

Se presenta tal vez, un problema interesante en esta época, y es que en muchas

ocasiones el adolescente no cuenta con los modelos identificatorios necesarios como

para poder realizar el desarrollo de su personalidad y más profundamente de su identidad.

En la actualidad, los adolescentes no encuentran fácilmente figuras, por lo menos

adultas, con las cuales identificarse y tanto los padres como los docentes han perdido

este lugar. Tal vez los prototipos a seguir por los que se guían más los jóvenes tengan que
ver con aquellas figuras idolatradas popularmente, esto es, aquellos que son socialmente

aceptados, a quienes se ensalsa y establece como modelo a seguir.

Tal vez, algunos adolescentes de hoy no se plantea si quiera el hecho de que hay

determinadas cosas de su persona que debe cambiar, por el simple hecho de que está

creciendo, pero no se lo plantea debido a que no cuenta con modelos que dediquen

tiempo en sus vidas a la reflexión, y al diálogo constructivo.

Por último la ADOLESCENCIA TARDÍA O FASE RESOLUTIVA: cronológicamente se


la puede ubicar entre los 18 y 28 años. Las problemáticas que el adolescente debe
resolver en esta etapa son: la inserción en el mundo vocacional y laboral y el encuentro
con una pareja estable. Irá logrando la discriminación entre “quiénes son los padres” y
“quién soy yo”. El desasimiento de la autoridad de los padres no se da tanto como lucha
generacional (como en la adolescencia media), sino como delimitación de subjetividades.
Aparecen nuevos deseos o anhelos relacionados con la independencia económica,
constitución de una pareja, logros en lo vocacional y/o laboral. El pensamiento deja de ser
omnipotente y se hace más acorde con la realidad.

Algunos autores, como A. Aberastury y M. Knobel, consideran, en su descripción


sobre “un adolescente normal”, (descripción que en su momento apuntaba a un
adolescente moderno), es “la inserción en el mundo social del adulto- con sus
modificaciones internas y su plan de reformas – es lo que va definiendo su personalidad y
su ideología.”9
Las subfases serían: de 18 a 21: gran conmoción y caos interior, debido al
sentimiento de soledad. Pérdida del cuerpo institucional (escuela secundaria). Se trata de
un adolescente desorientado, confuso, caótico, o sobreadaptado, ordenado como si nada
pasara.
De 21 a 24: Toma conciencia de tareas psíquicas a resolver. Mayor reflexión.
De 25 a 28: entrada en la adultez y la aceptación de la complejidad psíquica y social.
Capacidad de aceptación de la caída de las ilusiones de la adolescencia media (el ideal
de justicia, de verdad, de amor).

9
Arminda Aberastury y Mauricio Knobel, (1985) “La Adolescencia Normal”. Buenos Aires, Ed. Paidós.
Evidentemente en la actualidad, se producen dos fenómenos, por un lado, la

inserción en la sociedad ya no es como en la modernidad, debido a que el adolescente

desde muy temprana edad, se encuentra gozando de las libertades adultas, y por el otro

lado, la posibilidad de insertarse de manera más responsable y participativa se encuentra

dificultada, lo cual no le permite una participación activa en su medio actual.

Este adolescente tardío debe insertarse socialmente, tarea difícil si la hay en la

actualidad, debido a que la el mundo adulto no brinda todas las posibilidades para que

esto se produzca.

Tal es este hecho que autoras como Francoise Dolto, hablan del fenómeno de la

posadolescencia en el cual se habla de la dificultad de poder establecer el límite superior

de la adolescencia, esto indica que en los últimos años se ha producido un alargamiento

de la misma, lo cual no permite fijar los límites con mucha precisión. Para esta autora:

“El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes

reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como límites de exploración.

Los adultos están ahí para ayudar a un joven a entrar en las responsabilidades y a no ser

lo que se llama un adolescente retrasado”

Es decir que tanto la adolescencia tardía se extiende, como así el hecho del

ingreso en la vida adulta, esto se debe tal vez, a una sociedad que fomenta e incentiva la

libertad, el permisivismo, la individualidad, pero no provee de las posibilidades para que

ello sea posible de alcanzar de manera madura, y responsable.

Se produce así una época en la cual las responsabilidades se postergan mientras

se disfruta de comodidades, una prolongación de lo bueno de la infancia con la libertad de

los adultos, un estado “casi ideal”. 19

19
Obiols y Obiols, Op. Cit
Se presenta la ausencia de un lugar claramente asignado, el joven se encuentra

con la ausencia de respuestas, de modelos, de ideales, lo cual no resulta facilitador en

ningún caso de la elaboración de la etapa adolescente.

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