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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Filosofía y Letras

Licenciatura en filosofía

SUA

Aproximaciones a la Bioética
(Cátedra Extraordinaria)

Tercer semestre

Alejandro Durán Jiménez

No. De cuenta: 088535731

Ensayo final.

“Transhumanismo ante la perspectiva de una vida perpetua y sus


implicaciones éticas”

diciembre de 2018
El presente ensayo, como dice su título, pretende nuevos cuestionamientos en torno
al transhumanismo y su relación directa o indirecta con la ética, en especial con la bioética,
así mismo, la relación que pueda tener con la biopolítica. En el título se usa la palabra
perspectiva como sinónimo de posibilidad. Con ello queda claro su intensión: El
transhumanismo como posibilidad de una vida perpetua. Del mismo modo entendemos lo
perpetuo como aquello que es continuo o que posee continuidad, es decir, permanecer en el
mismo estado, en este asunto, es permanecer en el estado de continua vida. Ello sin duda
implica la ausencia en el tiempo de la muerte como finalidad o finitud de la vida, o de un
modo menos exagerado, el aplazamiento en el tiempo de la muerte o finalidad de la vida.
Eliminamos desde este momento la connotación de una vida posterior a la muerte debido a
que el transhumanismo busca ante todo mejorar al humano y en consecuencia llevarlo a un
estado de continuo bajo las mejores condiciones físicas y cognitivas. En ese sentido el
humano, ahora ante la posibilidad de ser mejorado por medio del uso de la técnica, puede
pretender renunciar a la idea de una después de la muerte, siempre que exista la perspectiva
de una vida perpetua, en estricto sentido, como posibilidad de un continuo de vida sin
posibilidad de muerte. Es aquí donde este artículo plantea la siguiente pregunta. ¿Es posible
una vida física de manera eterna mediante la mejora técnica del humano? Responder a este
cuestionamiento obliga platear otras dos preguntas y ofrecer a cada una, respuesta.

El transhumanismo entendido como un movimiento filosófico y cultural para el


mejoramiento de las capacidades físicas y cognitivas del humano a través del empleo de
técnicas nuevas como: modificación genética, robótica biónica, trasplante de partes
enfermas o dañadas, implantar partes electrónicas, etc. Se convierte en un medio, en la
práctica médica, que otorga al humano mejoras de sus capacidades, y con ello una vida
libre de daños orgánicos, enfermedades, traumas e infecciones biológicas. Esta actitud de
pretender mejorar al humano mediante la técnica lleva a dos preguntas; la primera es
respecto al futuro del transhumanismo, en el aspecto de que pueda realmente mejorar las
condiciones físicas del humano y lo libre de cualquier enfermedad o incapacidad. ¿Será una
inevitable consecuencia del transhumanismo la vida perpetua? Si entendemos como mejora
de las capacidades una posibilidad de eliminar las causas inmediatas o tardías de la muerte,
o en todo caso, retrasar esas causas, entonces podemos responder que en efecto el
transhumanismo nos lleva inevitablemente a la posible ausencia de la muerte por causas
naturales no accidentales, ya que en todo momento podremos aplicar en la práctica medica
toda técnica propicia para resolver cualquier alteración de la buenas cualidades físicas o
cognitivas del humano. Este es un humano que se enfrenta de continuo a la ausencia o
retardo de la muerte, y como consecuencia su desplazamiento en su cultura y en la vida
social. La muerte podría perder su impacto conceptual y cultural, y convertirse en un evento
inesperado o espectacular, poco frecuente en las nuevas sociedades transhumanas o
posthumanas. Ello nos lleva a la segunda pregunta.

Respondimos a la primera pregunta que el transhumanismo conlleva como


consecuencia la posibilidad de una vida perpetua, y al responder a esta pregunta, también
damos respuesta, en parte a la pregunta original, de si es posible una vida perpetua con la
mejora técnica del humano, por lo que se observa que la posibilidad de una vida perpetua es
latente ante la consecuencia del mejoramiento de las capacidades del humano. Esta
consecuencia propia del transhumanismo llevará al humano a la vida perpetua como
inevitable posibilidad. De ser así entonces enfrentaremos el problema de la vida social del
humano perpetuo; con ello se deriva la segunda pregunta. ¿Si el transhumanismo tiene
como consecuencia la continuidad de la vida y el alejamiento de la muerte, entonces, cómo
puede garantizar este transhumanismo buenas condiciones de vida para los humanos que no
podrán morir? Responder esta segunda pregunta tiene sus dificultades, y no se puede
responder por medio del transhumanismo como movimiento filosófico de mejora de las
condiciones humanas, ya que por sí mismo no busca mejorar las condiciones de vida, sino
únicamente las condiciones físicas y cognitivas, es decir, habrá en el mundo humanos que
no mueran, que no enfermen, que no posean incapacidad física o cognitiva alguna. Será un
posthumano con vida perpetua, pero sin la garantía de una forma de vida adecuada a la
perpetuidad de su vida, esto es porque el transhumanismo requiere ahora de una biopolítica
de las condiciones de vida adecuadas a través del biopoder. Ejemplo de ello se observa en
la película GATTACA donde los humanos genéticamente perfectos viven bajo condiciones
magníficas establecidas por el Estado, quien controla sus formas de vida, al mismo tiempo
que somete a los humanos genéticamente imperfectos en ambientes menos favorables,
además de que tienen prohibido la convivencias con el posthumano perfecto. De igual
manera encontramos ejemplo de esta biopolítica de la vida perpetua, consecuencia del
transhumanismo, en la novela de Huxley “un mundo feliz” que revela a la perfección las
implementaciones de las condiciones de vida impuestas por el biopoder, de todos los
posthumanos que han sido generados por medios técnicos genéticos. Este biopoder se
asegura de tener bien clara la ausencia de la muerte como acto natural, y en consecuencia
controla el exterminio de los humanos que ya no son necesarios para el orden social
establecido por medio de grandes edificios dedicados a ese fin. Se pueden incluir muchos
ejemplos parecidos donde se observa que la biopolítica siempre implementará políticas de
control de las condiciones de vida, que aseguren un orden social adecuado, bajo la
perspectiva de que es el Estado quien decida qué conviene al posthumano para con sus
condiciones de vida perpetua. Es sencillo imaginar una política bien legislada para la
eutanasia para aquellos humanos agotados de la perpetua vida lograda por el
transhumanismo, y su innegable facilidad para acceder a ese nuevo derecho. Con lo anterior
podemos ya responder a la segunda pregunta afirmando que el transhumanismo como
movimiento filosófico no es garantía de una vida social adecuada a las nuevas condiciones
de vida del humano perpetuo y mejorado; de ello se sigue sin dificultad la intervención del
Estado por medio de la biopolítica, y sin duda este Estado consentirá las condiciones
capitalistas vigentes en ese tiempo del futuro posthumano. Es así que una vida perpetua no
es sinónimo de mejores condiciones de vida social o civil, sino que es únicamente sinónimo
de vida mejorada en sus condiciones físicas y cognitivas, que a su vez no son garantía de
una cultura libre de la intervención del biopoder o control del orden social.

Así resueltas las preguntas sobre la consecuencia de perpetuidad en la vida por


causas del transhumanismo y de la imposibilidad de una vida social mejorada sin la
intervención de la biopolítica, que a su vez impulsa el transhumanismo como parte de sí
misma, es decir, la biopolítica implica el transhumanismo como parte de sí misma, cerrando
así el círculo del transhumanismo-perpetuidad-biopolítica o de otra forma; humano
mejorado-vida sin muerte-formas de vida social. Encontramos pues, respuesta a la pregunta
original, ¿Es posible una vida física de manera eterna mediante la mejora técnica del
humano? Y es así que podemos responder a ella diciendo que la vida perpetua es una
consecuencia inevitable de la mejora de las condiciones físicas del humano por medio de la
técnica y que esta consecuencia es sin duda promovida por la biopolítica como parte de sus
propias políticas ante el humano y sus condiciones de vida social. Se puede ver con claridad
que todo humano con vida perpetua como consecuencia de sus mejoras físicas y cognitivas
mediante el empleo de las nuevas tecnologías necesita necesariamente de la garantía de
condiciones de vida social adecuadas a su nueva condición de vida posthumana y a la
ausencia de muerte natural no accidental, y esto sólo es posible mediante la bioética, que es
la segunda parte del título de este artículo. Las implicaciones éticas de una vida perpetua
como consecuencia del transhumanismo. Estas implicaciones bioéticas deben ser referencia
del fundamento de la ética, el bien por sí mismo, o la búsqueda del mayor bien, y esto debe
ser inevitable al pensar en un humano o posthumano modificado por medios técnicos, ya
que este nuevo ser ha sido pensado o no en nuestro tiempo, o es consecuencia del avance
científico tecnológico en el que vivimos hoy día, que inevitablemente dio origen al
transhumanismo, y con ello a las preguntas sobre las condiciones de vida social que ha de
tener este posthumano. ¿Por qué pensar en la bioética como medio de cuestionamiento del
nuevo posthumano? Sin duda una necesidad que han de enfrentar las nuevas ciudades
constituidas por humanos producto del transhumanismo es la de garantizar sus condiciones
de vida, un posthumano que no podrá morir naturalmente, a menos que sufra accidente o
elija de manera voluntaria su propia muerte por agotamiento de la perpetua vida. Estas
nuevas ciudades enfrentarán problemas sociales, culturales, académicos, de distribución de
recursos, de uso o empleo de los nuevos posthumanos en las distintas actividades
sociopolíticas y económicas. Los problemas nuevos de un ciudad posthumana perpetua han
de requerir nuevas perspectivas éticas, es decir, han de considerarse en consecuencias las
nuevas preguntas que se planteará la bioética del nuevo orden social, de la intervención del
Estado, de la biopolítica, del biopoder, y de la estructura económica, quizá siga vigente el
capitalismo, o el socialismo e incluso surja una nueva ideología, que sin embargo
necesitarán de la implementación de nuevas políticas que aseguren las condiciones de vida
social de los nuevos humanos perpetuos, y con ello mismo se hará necesario nuevas
perspectivas bioéticas que se adapten a las condiciones de vida nueva de este
posthumanismo derivado del transhumanismo. Para comprender mejor los muchos
problemas que se pueden enfrentar con una posible vida perpetua y la ausencia de la muerte
en las nuevas ciudades Estado posthumanas referimos la novela del escritor José Saramago
“las intermitencias de la muerte”.
Bibliografía.
1. Elena Solana “Medicina y Ética 21:65-83 (2010) Transhumanismo y posthumano:
principios teóricos e implicaciones bioéticas”

2. Jaime Escobar Triana “Biopolítica de la investigación biomédica y su relación con el


transhumanismo/ posthumanismo”
3. Gilbert Hottois “Humanismo, Transhumanismo, Posthumanismo” Este documento original

corresponde a la conferencia presentada en el XIX Seminario Internacional de Bioética “Dimensiones Políticas de la Bioética”, realizado
en la Universidad El Bosque –Bogotá, Colombia–, agosto de 2013. Documento entregado el 30 de agosto de 2013 y aprobado el 19 de

noviembre de 2013.

4. José Saramago “las intermitencias de la muerte” Alfaguara


5. Aldous Huxley “Un mundo feliz” Leyenda
6. Película: GATTACA (1997) Dir. Andrew Niccol, USA.

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