Está en la página 1de 3

1

IV: LA ESCATOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO


1. EL PROBLEMA HERMENÉUTICO
La mayor parte de los exegetas coincide a atribuir a la predicación de Jesús sobre el éschaton un carácter
sustancialmente temporal. Mas la opinión se dividen a la hora de señalar el momento de la temporalidad sobre el que
recae el calificativo de “escatológico”. Tres teorías erróneas:
a) Escatología consecuente: se remonta a Schweitzer pero su mayor representante es de Werner. Según
Werner, la idea clave de la predicación de Jesús es la del reino de Dios, idea que no es definida por él, sino que está
tomada de la apocalíptica judía contemporánea. Entre el mundo presente y el futuro no hay camino, sino ruptura; el
paso de uno a otro sólo puede realizarse a través de una catástrofe, de un fin y de un nuevo comienzo. Jesús asumirá
las representaciones apocalípticas del tiempo final: tribulaciones, aparición del Señor celeste, juicio, resurrección,
nueva creación. El reino de Dios es para Werner algo aún meramente futuro. Jesús comienza su actividad con lo que
Werner llama un anuncio alarmante: el reino de Dios está cerca (y no: está presente; o: ha llegado). El contenido
esencial de su mensaje y la razón de su ministerio público: quiere preparar al pueblo para la próxima llegada del
éschaton; quiere continuar la tarea del Bautista donde éste la ha interrumpido. La primera misión de los discípulos:
correr de un pueblo a otro con el urgente anuncio: el reino de los cielos está cerca. He aquí que los discípulos vuelven
y el reino no vine. La crisis por la dilación (demora) de la parusía estalló, pues, ya en vida de Jesús. ¿Cómo se
resolvió esta crisis? En la conciencia de Jesús se abre camino la idea de su mesianidad. Sólo Pedro descubre su
mesianidad, mas por revelación de lo alto, que ilumina incluso al propio Jesús. Éste asume como arquetipo mesiánico
la figura apocalíptica del Hijo del hombre. En cuanto personaje terreno, Jesús no es todavía el Hijo del hombre; lo
será merced a un acontecimiento sobrenatural que lo transformará: la resurrección, anticipada milagrosamente en su
transfiguración. Muerte y resurrección son, pues, para Jesús, la condición previa de la irrupción del Reino. Los
acontecimientos posteriores a la Pascua no siguieron el curso así previo. Es verdad que los discípulos gozaron de las
apariciones del resucitado. Mas ninguna de ellas es la última; ninguna es la final venida en majestad del Hijo del
hombre. El problema planteado por la dilación de la parusía se resuelve, en resumen, reteniendo en lo posible a la
concepción original de Jesús (el reino, magnitud futura e inminente, cuyo portador será el Hijo del hombre), e
introduciendo en ella los factores correctivos impuestos por el imprevisto desarrollo de los acontecimientos. La
interpretación paulina del tiempo que sigue a la resurrección como breve estado intermedio se vio desautorizada de
nuevo por la dilación indefinida de la parusía. La generación de los santos del último día no sobrevivió a tan
prolongado aplazamiento.De las premisas exegéticas de la escuela de Schweitzer “debería sacarse propiamente la
conclusión de que toda la doctrina de Jesús se mantiene y cae junto con la convicción de la proximidad de la parusía,
y por consiguiente hay que abandonarla”.
b) Escatología realizada: teoría hermenéutica de Dodd. Sostiene que el reino de Dios está ya presente en la
vida, muerte y resurrección de Cristo, que no son el preludio del reino, sino su misma y única realidad total,
incompatible con cualquier tipo de espera para el futuro. Los motivos que han influido en Dodd para la elaboración
de su tesis son: 1) la necesidad de hallar una salida al punto muerto en que Schweitzer había situado la interpretación
del N.T. 2) reaccionar contra una interpretación evolucionista del reino de Dios que presenta a éste como etapa final
de un proceso inminente, es decir, como una utopía intramundana. Su punto de partida será una filosofía de la
historia subyacente a la escatología cristiana. Según Dodd, el cristianismo es una religión histórica que: 1) reconoce
la relevancia de los acontecimientos temporales. 2) niega su resurrección cíclica. 3) defiende su índole teleológica.
Cree Dodd, que lo peculiar de la escatología es que la historia llega repentinamente a su consumación, como el alba
irrumpe en la oscuridad. En ella caben todavía dos versiones: la apocalíptica, que localiza la plenitud de la historia en
la esfera de lo supratemporal y supramundano, y la profética, que patrocina su culminación dentro del mundo.Según
Dodd, las religiones (judía y cristiana) creen que la acción divina sobre el mundo tiene su lugar propio en la historia,
y no fuera de ella: operatividad intrahistórica de Dios. El eschaton es, según esto, un suceso histórico, si bien su
contenido trasciende el tiempo y el espacio; es la revelación temporal, intrahistórica, de una realidad absoluta,
metahistórica, eterna. Dodd piensa en realidad que solamente los últimos escritos de Pablo y el evangelio de Juan
nos ofrecen una versión fidedigna de la auténtica escatología cristiana, mientras que la expectación de la parusía, tal
y como aparece en la actual redacción de los sinópticos y en las primeras cartas paulinas, representan una desviación
del pensamiento de Jesús.
c) Bultmann y su escuela: sostiene que la temporalidad no pertenece a la esencia del mensaje escatológico
cristiano. Esta escatología no se centra en el presente o del futuro del reino, sino en la situación de decisión, que
trasciende la categoría de la temporalidad pura y que, por consiguiente, origina una escatología que podía calificarse
de atemporal o supratemporal. Según Bultmann la esencia del mensaje escatológico neotestamentario rebasa la

1
2

índole presentista o futurista de la salvación consumada, la cual se sitúa en una decisión de fe cuya hora no puede
circunscribirse ni al presente ni al futuro de su sujeto, porque es más bien el constitutivo trascendental del hombre en
cuanto existencia histórica. Bultmann, de acuerdo con la escuela de la escatología consecuente, piensa que Jesús ha
centrado su predicación en el concepto de reino de Dios, entendido como régimen que pone fin al curso de una
historia dominada por el poder del mal. En este punto participa de la expectación apocalíptica judía, que aguardaba
la salvación no de una mutación intratemporal de la situación histórica, sino de una catástrofe cósmica destructora
del orden del presente, que da paso al nuevo status inaugurado por la venida del Hijo del hombre, el juicio, la
resurrección y la retribución. Todo cuanto el hombre puede hacer frente a la venida de la salvación es prepararse:
ahora es el tiempo de la decisión, y la llamada de Jesús es la llamada de decisión. Jesús se concibe a sí mismo como
el que prepara el advenimiento del Hijo del hombre, como la última palabra de Dios dirige a su pueblo antes del fin.
La predicación de Jesús difiere sensiblemente de la doctrina apocalíptica, al poner el énfasis en la opción existencial
más que en la irrupción futura del reino celeste. El juicio, la justificación, la resurrección, la vida eterna todos estos
se dan en Cristo. Quien se anexiona a él en la hora crítica de la decisión ha llegado el fin, puesto que él es el
verdadero éschaton. El cristiano vive una existencia histórica en la que, gracias a la fe, cada instante puede ser
escatológico.
2. PRESENTE Y FUTURO EN LA ESCATOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO
Al considerar, Bultmann, el factor tiempo como revestimiento mitológico del éschaton es despojar a éste de uno de
sus elementos esenciales. Los otros dos proyectos se refutan mutuamente. Cada uno de ellos niega la autenticidad de
los textos en que se apoya el otro. Ambas escuelas se creen autorizadas a mutilar el NT. El reino de Dios se hace
presente en Jesús: he aquí la primera y fundamental afirmación escatológica de los evangelios. El llamamiento de
Juan reviste un carácter de urgencia porque el Reino está cerca (Mt 3,2). Mateo interpretará toda la vida de Jesús
como un cumplimiento de las Escrituras. Para Mateo, la existencia histórica de Jesús inaugura el eschatón. El reino
de Dios se consumará en el futuro: éste es otro de los asertos sustantivos de la doctrina evangélica en torno a la
escatología. La persona y la obra de Cristo hacen presente un reino que es cumplimiento de las promesas (Lc 4,16-
21), pero que no está consumado (Mt 6,10). La consumación del cumplimiento ha de ser esperada para el porvenir.
Una característica es la actitud de espera vigilante (Mt 25, 1-12 p. las 10 vírgenes) A siglo futuro corresponden los
elementos que integran la consumación del Reino: el juicio, resurrección, vida eterna, muerte eterna.
3. LA TENSIÓN PRESENTE-FUTURO, NOTA ESPECÍFICA DE LA ESCAT. NEOTESTAMENTARIA
Una vez admitidas como auténticas las dos series de afirmaciones estudiadas sucesivamente en la sección precedente,
se plantea ahora la cuestión de su compatibilidad. La aceptación de la doble dimensión presente-futuro en el horizonte
común de una única escatología impone el deber de averiguar si el presente y el futuro componen en el N.T. una
doctrina escatológica coherente. Ésta (dos momentos de irrupción del éschaton) ha sido, hasta la aparición de la teoría
de Schweitzer, la interpretación unánime de la escatología neotestamentaria, y sigue siendo hoy la más generalmente
aceptada, tanto a nivel de exégesis como de teología sistemática. La escatología de los sinópticos: fusiona las dos
series de afirmaciones escatológicas en un cuadro unitario, en el que se articulan, como componentes esenciales y
mutuamente referidos, la presencialidad y la futuridad del reino de Dios. Mc 4 y Mt 13 ilustran con nitidez la
simultaneidad presente-futuro del reino escatológico anunciado por Jesús. Escatología paulina: En Pablo, al igual
que en los sinópticos, se da en él la típica fusión elementos presentista y futurista. Para Pablo, el ahora de la decisión
y de la posesión de los bienes salvíficos no puede ser entendido sino en su orientación al futuro. Escatología joánica:
se distingue de la de los restantes escritos del N.T. por la constante y ostensible acentuación del carácter actual de
los bienes salvíficos. El concepto sinóptico de reino de Dios es sustituido por el de vida o vida eterna, y la vida se
posee ya ahora por la fe en Cristo (3, 15-16; 5, 21), quien no cree ya está juzgado (3, 18,19).Si en Juan, como en
Pablo y los sinópticos, la tensión entre los dos elementos constitutivos de la escatología se puede mantener sin que el
cuadro se disuelva en una antinomia irreconciliable, es porque hay un centro unificador de los dos polos: Cristo.
Porque Cristo ha venido, la escatología neotestamentaria es presentista; porque Cristo ha de venir, es a la vez
futurista.
4. EL PROBLEMA DE LA PROXIMIDAD DE LA PARUSÍA
Los primeros cristianos esperaron una parusía próxima. (1Ts 4,15-17 y 1 Co 15, 51-52); suponían que no todos
habrían muerto antes de la venida del Señor Jesús. Pablo está seguro de contarse él mismo entre ese grupo
privilegiado de testigos de la parusía. El hecho de que morían cristianos antes del día del Señor fue sentido por estas
fechas como problema. El problema, sin embargo, no se resuelve con la simple verificación de la existencia de una
espera a corto plazo. Más importante es fijar qué grado de interés teológico se atribuía a dicho plazo. Con estas
palabras: ¿entendió la comunidad primitiva que su esperanza escatológica dependía esencialmente del adviento

2
3

próximo del fin? Si la esperanza de los primeros cristianos se ha centrado, exclusiva o sustancialmente, en la
resolución inminente de la historia, en nada difiere de la esperanza judaica y de la apocalíptica. Pero, no podemos
quedarnos con la idea de que la primitiva comunidad cristiana se quedó con la idea de la inminencia cronológica del
fin de la historia porque vemos que en textos tardíos como se continúa hablando en términos de cercanía: Flp 4,5
sostiene que «el Señor está cerca». Es decir: el concepto de cercanía, que se remonta 1 Ts y 1 Co, sigue utilizándose
cuando este cómputo ha sido amortizado para la realidad. Si, con todo, se utiliza en estos dos escritos-límite, es
porque fundamentalmente se trata de un concepto teológico, no cronológico. A la cercanía en que la esperanza
cristiana sitúa su objeto no parece obstar (oponerse) la dilación de la parusía. Este hecho sorprendente sólo puede
explicarse si la esperanza en el futuro no se funda sobre sí misma, sino sobre algo anterior e irrefutable: el ya de la
salvación. En los texto de 1Tes y 1Cor no hay rastro de una grave decepción de la comunidad a causa de tal
aplazamiento; sí hay en cambio una constante actitud esperanzada hacia el todavía no del télos, capaz de remontar,
de decenio en decenio, el progresivo desplazamiento del horizonte parusíaco.
Textos que tratan de justificar la tardanza de la parusía: 2Ts: Pablo aquí amonesta a los que han reducido a una
proximidad cronológica la parusía. 2 Pdr 3: es una respuesta a aquellos que ridiculizaban la actitud cristiana de espera
basados en que lo esperado no acaba de llegar, sosteniendo que: El tiempo de espera no puede ser conmutado según
módulos humanos porque para el Señor, mil años es como un día. El día del Señor llegará como un ladrón.
Sintéticamente se demuestra que Jesús ha hablado de: a) la proximidad de la parusía; b) la imprevisión de su hora;
c) la previsión de un tiempo intermedio. La tensión entre el ya y el todavía no deriva del mismo Jesús; no hay
ruptura en este punto entre su doctrina y la de la comunidad primitiva. La persuasión de la presencia operativa del
reino en su persona no ha impedido a Jesús dirigir la mirada al futuro, del que aguarda la consumación. Es asimismo
irrenunciable la función de un tiempo intermedio, puesto que sin él no se darían elementos sustantivos de la doctrina
evangélica: una comunidad escatológica, una tarea misional, una ética exigente, un talante de expectación. El
alargamiento de la perspectiva escatológica deja intacta a la escatología misma; tal alargamiento es, diríamos, un
fenómeno cuantitativo, no cualitativo. Solución al problema de la tardanza: Jesús no abandona la comunidad, no se
desentiende de ellos, por más que se haya subido permanece presente en medio de la comunidad.

También podría gustarte