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¿Para qué se fundó la

República?
Hay quienes ven la historia republicana del Perú como una cueva de bandoleros o
un muladar que solo merece desprecio o condena. Algunos, en cambio, se
precipitan en su recinto para querer convertirlo en un santuario y venerar en él a
los antepasados propios y ajenos. Y no faltan los que se embelesan, como ante un
tesoro, ante el dato escueto.

Aquí se ha buscado, ante todo, comprensión, objetividad, coordinación, ensamble,


sin odio para nadie y sin adulación para nadie, tratando de superar el
atolondramiento, la vehemencia, el encono, la suciedad y la mezquindad, pagas de
la vida criolla.

Al procurar que se haga la “toma de conciencia” de un pasado tan turbulento y tan


escabroso y al mismo tiempo tan peruano como es el del período de la república
en nuestra historia, se está buscando, en realidad, una forma de maduración
nacional.

Tomar conciencia de la historia es hacer del pasado eso: pasado. Ello lleva a
aceptarlo como carga de gloria y de remordimientos; pero implica, además,
percibir que lo muerto, por el hecho de haber vivido en forma irrevocable, ya dejó
de ser y hay que asimilarlo al patrimonio del presente.

Somos un producto del ayer y estamos viviendo en parte en lo que de él quedó al


deslizarse para convertirse en presente, por todas partes nos rodea; pero a la vez
tenemos que afrontar nuestra propia vida con sus propios problemas, como
individuos, como generación, como pueblo, como Estado, como humanidad.

Los tres grandes enemigos del porvenir mejor son los podridos, los congelados y
los incendiados. Los podridos han prostituido y prostituyen palabras, conceptos,
hechos o instituciones al servicio exclusivo de sus medros, de sus granjerías de sus
instintos, y de sus apasionamientos. Los congelados se han encerrado dentro de
ellos mismos, no imitan sino a quienes son sus iguales, a quienes son sus
dependientes, considerando que nada más existe. Los incendiados han quemado
sin iluminar, se agitan sin construir.

Toda clave del futuro está ahí: Que el Perú no se pierda por la obra o la inanición
de los peruanos.

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