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RAZONAMIENTOS
ATEOS
UNA ANTITEOLOGIA
¿Cuál debe ser la meta de una
humanidad huérfana de dios?
Ediciones Meditación
BUENOS AIRES
Del mismo autor:
El universo y sus manifestaciones
(Ensayo cosmológico)
Ediciones Sapiencia, Buenos Aires,
1983
Libro I
ARGUMENTOS QUE FAVORECEN LA IDEA DE UN DIOS
CREADOR CONSERVADOR Y GOBERNADOR DEL MUNDO
Primera parte
Libro II
LAS PRUEBAS DE LA NO EXISTENCIA DEL DIOS
IDEADO POR LOS TEÓLOGOS
Advertencia _________________________________________________ 47
6 LADISLAO VADAS
Primera parte
PRUEBAS BIOLÓGICAS
Capítulo I. La supuesta creación y el dilatado lapso de tiempo ne-
cesario para la formación de la vida y su evolución _______________ 51
Capítulo XV. Las luchas del hombre con el hombre ____________________ 102
Tercera parte
PRUEBAS ASTRONÓMICAS
Capítulo I. El sistema solar y las inexactitudes matemáticas ______ 139
Cuarta parte
PRUEBAS ANTIMETAFISICAS
Capítulo IV. El fracaso de las pruebas tomistas de las cinco vías _________ 176
Libro III
MEDITACIONES METAFÍSICAS Y EL FUTURO
DE LA HUMANIDAD
Capítulo V. ¿Puede existir algún otro dios que no sea el ideado por
los teólogos, ni sugerido por los mitos? ____________________ 249
Primera Parte
El aparente orden y perfección de la
naturaleza (biológico, geológico y
astronómico)
LADISLAO VADAS
Capítulo I
El orden biológico
Es natural y lógico tomar del mundo viviente que nos rodea por doquier,
y que aun habita en nuestro interior, las pruebas irrefutables de la existencia
de un orden y armonía perfectos.
El razonamiento lógico viene de inmediato: si hay un orden, tuvo que
haber un ordenador.
Así es como basándose en ese orden se habla de un creador, una de cuyas
obras es el maravilloso mundo de los animales y de las plantas.
No hay más que realizar una excursión campestre en primavera con interés
observador, para captar la belleza y armonía de la naturaleza.
Llanuras húmedas, bosques exhuberantes, serranías, e incluso los
jardines cultivados por el hombre, nos muestran un despliegue de formas,
colores y relaciones que nos maravillan.
Los insectos pronubos (abejas, abejorros, mariposas de vistosos atuendos,
etc.) nos señalan que hay sabiduría en la naturaleza porque de paso que estos
seres del reino animal se alimentan del dulce néctar de las bellas y
perfumadas flores, las polinizan para que subsista buena parte del reino
vegetal que depende de ese mecanismo. ¿Puede imaginarse un sistema más
perfecto montado para la supervivencia?
El reino animal que se nutre del reino vegetal se encarga a su vez de
perpetuar las especies vegetales polinizándolas.
Y no es esto todo. La cadena es larga. Si incursionamos en la ciencia
ecológica comprobaremos que todo lo relativo al sostenimiento de la vida
comienza en el Sol. Allí se producen las reacciones físicas que generan los
vitales fotones que inundan de día nuestro mundo. Esta forma de energía, la
luz, es captada por las moléculas de clorofila esparcidas por el mundo verde de
los vegetales, para formar hidratos de carbono con agua y dióxido de carbono
que las plantas toman del ambiente.
Los vegetales, que además extraen los minerales del suelo en que
enraizan, o del agua de mares, lagos y ríos en donde crecen, sirven así de
alimento básico para la fauna, además de cumplir con el papel de oxigenadores
del aire. Se calcula, por ejemplo, que e) plancton marino renueva el oxígeno
atmosférico en un 80%.
16 LADISLAO VADAS
benéficas que, a cambio, nos permiten digerir mejor los alimentos y hasta nos
proporcionan ciertas vitaminas que ellas elaboran, importantes para nuestro
organismo. Se ha calculado que en 1 mg de materia fecal humana existen más
de 140 millones de gérmenes que representan aproximadamente los 2/3 del
volumen de las heces desecadas.'
Este fenómeno de simbiosis es común en otras especies vivientes.
Es como si tales organismos hubiesen sido creados para beneficiar a otros y
viceversa.
También el fenómeno de las migraciones de las aves nos habla de una
especie de sabiduría programada. Las aves migratorias se comportan como si
poseyeran un mapa geográfico en su cerebro. Así recorren miles y miles de
kilómetros para regresar luego a su lugar de origen.
Fuera de las aves, en el resto de la escala zoológica, no es menos
sorprendente el fenómeno de los desplazamientos faunísticos. Peces como la
anguila y el salmón encuentran las rutas adecuadas para dirigirse hacia los
lugares de desove. Mientras el salmón remonta los ríos para reproducirse, la
anguila se dirige desde las aguas dulces hacia el mar con el mismo fin, dando
con las rutas precisas sin equivocarse.
También los grandes mamíferos terrestres emigran en busca de alimento.
¿Qué fuerza misteriosa empuja a enormes masas de estos seres obligados a
recorrer fabulosas distancias por aire, tierra y mar?
El instinto se puede considerar como una sabiduría programada antes
del nacimiento.
No es posible tampoco dejar de asombrarnos ante los casos de
mimetismo y atavismo que presentan los pequeños seres del mundo
zoológico como los insectos, igual que los grandes felinos. Entre éstos, el
Jaguar, por ejemplo, que gracias a sus máculas se confunde en la jungla con
el claroscuro que producen las filtraciones de la luz solar a través del follaje.
La extraordinaria habilidad de muchas aves para construir su nido es otro
de los temas cautivantes para el observador de la naturaleza.
El "pájaro sastre", que confecciona su nido utilizando su pico como aguja
para coser los bordes de las hojas; el "hornero", que edifica su confortable
habitáculo de barro y paja, y las habilidades del boyero para tejer un nido
colgante, son proverbiales ejemplos escogidos entre innumerables casos de
habilidad. Para el amante de la ornitología constituyen indudables muestras de
ingenio.
Las formas de propulsión de pulpos y calamares, el vuelo de los
1
Según Cohendy, citado por Bernardo A. Houssay y colaboradores, Fisiología
humana, Buenos Aires, El Ateneo, 1969, pág. 485.
18 LADISLAO VADAS
Pero la duda acerca de algo Consciente Inteligente que ajustó las cosas de
modo tan ordenado, como se puede apreciar claramente a través de las
relaciones de los seres vivientes y sus maravillosas creaciones, difícilmente
pueda asomar.
O se rinde homenaje a un Absoluto Creador y Conservador del mundo, o se
venera a la naturaleza como ente sabio que hace que el que incursione en ella
vaya de asombro en asombro.
Para rematar con argumentos de fuste que la naturaleza es una maravilla de
organización, consideremos el funcionamiento de nuestro propio organismo.
Basta con acudir a los extensos tratados de anatomía y fisiología humanas que
se estudian en la carrera médica, para persuadirnos de lo harto compleja que es
nuestra arquitectura biológica y lo casi incomprensiblemente complicado de
nuestro funcionamiento orgánico.
Pocos son los que dudan de que una Inteligencia Excelsa tuvo que haber
ideado y plasmado nuestra maquinaria biológica capaz de marchar en forma
autónoma durante 70; 80, y a veces hasta más de 100 años.
Un organismo que elabora sus propias defensas para hacer frente a los
ataques de otros organismos como virus, bacterias, hongos y protozoarios
patógenos; un organismo que sabe seleccionar las proteínas, las sales minerales,
lípidos, hidratos de carbono y vitaminas de los alimentos; que contiene enzimas
para la digestión; que posee el maravilloso aparato circulatorio, el extraordinario
laboratorio químico que es el hígado, el eficiente filtro en que consiste el riñón,
el mecanismo reproductivo, el prodigioso mecanismo de nuestra visión que nos
permite la mejor forma de tomar conciencia del mundo y ... el portento, la
maravilla por excelencia que es nuestro cerebro que nos permite concebir las
complejas matemáticas, crear y entender las ciencias, meditar tanto sobre el
cosmos y sus elementos ubicados a miles de millones de años luz de distancia,
como especular sobre las partículas nucleares en el campo microcósmico.
Todo esto basta y sobra para aceptar una Inteligencia Absoluta, un Ser
Superior a todo.
El orden biológico es una de las garantías contra toda duda antiteológica,
junto con el orden geológico y el orden astronómico con los que se
complementa.
Vayamos ahora al orden geológico.
Capítulo II
El orden geológico
El orden astronómico
También se calcula que son muchos los hechos que pudieron haber
sucedido a partir del big bang, y múltiples los caminos seguidos por los
procesos transformativos del universo, de modo que si el big bang se
repitiera cien veces, habría cien universos distintos, casi ninguno de ellos
compuesto de estrellas, planetas y galaxias, y menos conteniendo vida, pues
no hubiera habido siquiera oportunidad de que se crearan elementos más
pesados que el hidrógeno o el helio, que entran en su composición.
¿Cómo es que todo ocurrió precisamente de una manera ordenada y
eficiente a lo largo de todo el tiempo transcurrido desde el primigenio
estallido que se calcula acaeció hace unos 15.000 millones de años, hasta
desembocar en la posibilidad de la vida y la conciencia?
Todo el colosal despliegue de la materia-energía del cosmos parece
justificarse. Todo ese quizás aparente derroche de elementos componentes
del universo parece haber confluido hacia un excelso objetivo.
El accionar de ese conjunto total de átomos del universo que los físicos
cósmicos calculan en 1080(un uno seguido de ochenta ceros) parece haber
obedecido a un magno plan.
La moderna astronomía con su teoría del big bang o gran explosión y
espansión del universo galáctico, parece haber reeditado el antiguo
concepto centrista denominado con dejos relativistas como "antropo-
centrismo".
La Tierra fija alrededor de la cual se mueven los astros, la idea tolemaica,
fue una forma de antropocentrismo, luego comprobada falsa.
Una vez demostrado el movimiento terrestre, destronada la Tierra como
centro del universo, quedaba el Sol como núcleo del mundo. Pero una vez
desplazado aun el Sol como centro del universo, colocado en un brazo de la
galaxia Vía Láctea, a un costado cualquiera, como un astro ordinario, e
incluso considerada esta galaxia como una más entre millones de ellas en
expansión, sin privilegio alguno, la posición del hombre como rey de la
creación quedó resentida. Máxime cuando se comenzó a hablar de otros
posible.s mundos también poblados de seres vivientes y civilizaciones
extraterrestres.
Sin embargo, hoy la astronomía parece dar pábulo nuevamente al
antropocentrismo, pero no como una ilusión, sino como una palpable
realidad. En efecto. Toda la transformación evolutiva del Cosmos se. puede
considerar una Causa Final
El primigenio estallido; el nacimiento de las estrellas que algunos
astrónomos estiman en principio en diez mil millones de billones1; la
fabricación de elementos químicos más pesados a partir del hidrógeno;
1
Asimov, I.: Las amenazas de nuestro mundo, Barcelona, Plaza y Janes S.A.,
1980, pág. 57.
RAZONAMIENTOS ATEOS 29
El psiquismo humano
Una de las existencias que más acercan al hombre hacia la Idea de una
sustancia divina, es la ética.
La ética, como la matemática, la lógica y el lenguaje, es una existencia
innata.
Todos los pueblos, primitivos o civilizados, han tenido y tienen sus reglas
morales.
Kant, quien sostuvo la imposibilidad de la demostración de la existencia
de un dios en los terrenos ontológico, cosmológico y físico-teológico o
teleológico (de los fines), halló en cambio una vía abierta para la aceptación
de un Ser Supremo en el argumento moral.
"Todo el mundo deberá reconocer que una ley moral tiene que llevar
consigo una necesidad absoluta y que consiguientemente el fundamento de
esta obligación absoluta no puede buscarse en la naturaleza del hombre o en
las circunstancias del mundo en que se encuentra metido, sino que se ha de
buscar a priori únicamente en los conceptos de la razón pura"1, dice Kant en
su "Fundamentación de la metafísica de las costumbres".
Las leyes de la moral son válidas para todo ser racional.
Ya se trate de un terráqueo o de un ángel o de un extraterrestre de otra
galaxia.
No cometer injusticias es un "mandamiento" válido para todo ser racional que
se halle instalado en el Cosmos, y tanto para el pasado como para el presente y el
futuro, y siempre, en la eternidad. Tanto en esta expansión universal según la
moderna teoría astronómica, como durante posibles nuevas expansiones en que
pueda aparecer vida consciente, si es que el universo es cíclico y pulsante, la
justicia deberá prevalecer porque así como dos más dos son cuatro, la ética que
cuadra a lo justo es una realidad eterna esculpida en un orden de cosas que se
halla más allá de todo tiempo, materia y ser racional. Pertenece
1
Kant, Obras, IV, 389, "Fundamento a la metafísica de las costumbres", Madrid,
1963.
RAZONAMIENTOS ATEOS 41
La idea de perfección y la
idealización del ser perfecto
por excelencia
Después de que los pueblos primitivos hubieron vivido rodeados de
dioses; espíritus diabólicos y benévolos; fantasmas, trasgos, silfos,
duendes...; espíritus errantes o espíritus encerrados en lugares tales como
montañas, ríos, etc., o identificados incluso con los astros, sobrevino una idea
depuradora.
Los dioses dispersos en la naturaleza pronto se redujeron en su número.
Del politeísmo se pasó al oligoteísmo, mientras algunos pueblos aceptaban
un solo dios creador del universo.
Aunque esto no haya sido rigurosamente así en orden cronológico (caso
del brahmanismo que data de 1500 años a.C. y acepta un Dios supremo
impersonal, lo mismo que el Dios hebreo que figura en escrituras que se
aceptan fueron escritas hace unos 1200 años1 a.C.), lo cierto es que las ideas
acerca del mundo espiritual evolucionaron.
Todos nacemos llevando en nosotros la idea de la perfección.
El hombre siempre tiende a realizar las cosas lo más perfectas posibles,
ya se trate de monumentales construcciones como las pirámides de Egipto, la
fortaleza de Sacsayhuaman del Perú, un cuadro, una composición musical o
una máquina.
De ahí que durante las especulaciones metafísicas, la mente haya
buscado y hallado al ser perfecto por excelencia. Y lo ha logrado en plenitud
como conducida por un hilo, como yendo por un laberinto con flechas
indicadoras, en la seguridad de arribar a la meta.
Los atributos entitativos y operativos de un dios sumo como la bondad, la
verdad, la unicidad, la infinitud, la inmensidad, la omnipresencia, la
omnipotencia, la omnisciencia, la inmutabilidad, la infalibilidad, y todas las
perfecciones que puedan imaginarse para un ser absolutamente perfecto, no
las posee ningún mortal sobre la Tierra, y sin embargo la mente humana ha
dado con ellas, las ha intuido.
Ningún hombre es omnisciente, por ejemplo, y sin embargo la mente
humana concibe la omnisciencia.
No pudo haber obtenido estas ideas por experiencia, ya que no
1
Según E. Fromm, Y seréis como dioses, México, Paidós, 1984, pág. 10.
46 LADISLAO VADAS
Primera Parte
Pruebas biológicas
Capítulo I
1
Posición creacionista en el sentido de oposición a la que sostiene la formación de
las especies vivientes sin la intervención de un creador.
60 LADISLAO VADAS
habitamos debería ser el mejor de los mundos posibles, pero todos sabemos
que dista muchísimo de serlo con el colmo de que el mismo hombre,
supuesta criatura de ese dios, ¡lo puede concebir mejor! ¡Incluso planificarlo
y realizarlo mejor! (Esta última posibilidad la analizaremos más adelante.)
2°) Pero lo que aquí viene a continuación, tomado desde el punto de vista
moral, es grave. Realmente aterrador y éticamente inaceptable.
¿Cómo puede un ente así, la suma perfección según la teología, permitir
el error trágico, el dolor hasta límites insoportables, el drama martirizante, el
accidente ciego y fatal, la angustia y desesperación de seres inocentes, el
genocidio en masa, la tortura, el abuso, y mucho más?
Sacrificios humanos a sus dioses, avasallamientos y saqueos a pueblos
enteros por parte de los conquistadores, guerras entre fanáticos religiosos,
masacres entre grupos racistas, condenas a la hoguera por haber intuido o
descubierto verdades, luchas ideológicas, terrorismo, destrucción y muerte en
poblaciones enteras víctimas del vulcanismo, terremotos, tifones,
inundaciones, pestes, hambrunas, aparición de seres anómalos..., ¿condice
todo este horror con una "Inteligencia Absoluta" pura bondad, piedad y amor
para con sus criaturas?
Dejemos de lado la creencia sustentada por la mayoría acerca de que un
supuesto poder demoníaco tienta al individuo humano. Prescindamos de ella
al menos por ahora. Esa sería cuestión personal, de cada uno, a resolver por
cada individuo. Aquí se trata de miles o millones de seres honestos,
inocentes, niños, adultos y ancianos (y aún de criaturas no nacidas) los que se
ven arrastrados hacia la tragedia, hacia la vorágine de la sinrazón.
¿Es todo esto ético? ¿Condice todo esto con un ser ético y piadoso que se
estaña haciendo a sí mismo mediante la evolución del mundo?
Si a este precio se está realizando este dios según los creyentes en la
creación divina mediante la evolución, más valdría tildar a semejante ente de
indeliberado, indolente y cruel antes que considerarlo como una suma de
perfecciones.
Capítulo IV
un mecanismo tan burdo, tan salvaje, mal podemos hablar de algún ente
suprainteligente y bondadoso creador.
De acuerdo con la naturaleza de tal ente, los seres creados Inculpables
deberían hallar siempre un ambiente suave, acogedor, en lugar de pura
agresividad.
Habíamos dicho antes que uno de los atributos del dios de los teólogos
era precisamente la bondad. Como esto falta en la naturaleza donde tan sólo
existe el ejemplo de la hostilidad del medio para casi toda forma de vida
aparecida por azar (sea luego culpable o no), debemos concluir que tal
supuesto ente está ausente.
Capítulo V
1
Edward O. Dodson, Evolución, proceso y resultado, Barcelona, Omega, 1963,
pág. 18.
RAZONAMIENTOS ATEOS 71
1
RH. Francé, La maravillosa vida de las plantas, Barcelona, Labor, 1948.
2
George L. Clarke, Elementos de ecología, Barcelona, Omega, 1958, págs. 446 y
447.
RAZONAMIENTOS ATEOS 77
Uno se pregunta, ¿para qué existieron los ammonites?, ¿para qué el oso
de las cavernas?, ¿para qué el megaterio y el gliptodonte?, ¿para qué los
gigantescos dinosaurios?, si ya todos están extinguidos y no fueron ni son
necesarios para éste nuestro actual equilibrio ecológico que puede existir muy
bien sin ellos.
Claro que, siempre hay alguna respuesta que no se hace esperar porque la
capacidad de fantaseo humano no tiene límites. No obstante, aunque se
ofrecieran miles de respuestas aduciendo que así es como todo se halla
sabiamente dispuesto, ante nuestra ignorancia, y que cada pieza viviente que
ha existido fue clave para nuestro ecosistema actual, lo cierto es que aun así,
con estos argumentos infundados, estamos abismalmente alejados de aquel
dios que una vez decidió crear el mundo de la nada e hizo a los seres de una
vez para siempre tal como son ahora en su género y especie, según se dice.
Si hubiese habido una creación perfecta, hubiese bastado entonces con
este actual equilibrio añadiéndole tan sólo la fijeza. Con un fluctuar, sí,
dentro de ciertos márgenes, pero capaz de recomponerse siempre sin cambios
ingentes que lo hagan tambalear, romperse y ser reemplazado, como ocurrió y
está ocurriendo, aun sin la intervención humana.
Capítulo IX
La naturaleza no es sabia
adaptada a los tres medios (aéreo, acuático y terrestre) como ciertas aves,
pero con ventajas sobre éstas, al poseer un cerebro superior y extremidades
para crear arte y tecnología.
Otras infinitas formas de vida mucho más adaptadas, más perfectas, más
longevas e Inteligentes que el hombre son posibles según los arquetipos
anatómicos y fisiológicos que la ciencia biológica, basada en la física y la
química, concibe.
Lo que asombra al hombre cuando incursiona en la naturaleza, es tan sólo
una pálida muestra de las posibilidades de la biogenia.
La biogenia terráquea se ha perdido las más maravillosas oportunidades
de "crear" seres cuasi ángeles, o realmente angélicos, tal como los
candorosos ángeles Ideados por los hombres.
Lo que rodea al hombre, para el hombre constituye una verdadera
maravilla. ¿Quién lo duda? Pero..., ¿no lo dudaría un ser con una capacidad
intelectual cien veces superior a la del hombre? ¿Acaso algunos hombres
sabios no conciben ya un mundo más perfecto?
¡Con cuánta razón este mundo actual que nos rodea parecería torpe ante
un genio cien veces más inteligente que nosotros!
Y no es ésta una petición de principio. La naturaleza nos asombra en
virtud de nuestra ignorancia. Podría y puede ser más armónica. Incruenta,
desprovista de sufrimientos, agresividad, odios...
¡Cuánta oportunida desaprovechada!
Ahora bien, si se ha aprovechado tan sólo lo mínimo, ¿no es dable pensar
en la ceguedad del proceso biogénico?
SI la biogenia "supiera lo que hace" (esto va para los creyentes en la
naturaleza) y más lejos aun, si la naturaleza fuese el producto de un ser
sapiente superior al hombre (esto va para los creyentes en un dios creador y
sostenedor del mundo), entonces esta naturaleza, ¿no nos está Indicando a las
claras una pobreza, un defecto, una incapacidad o... mezquindad por parte de
ella o del mencionado supuesto ser?
Verdaderamente, si así es, entonces el creador, si existiera, seria un ser
carenciado que no supo aprovechar todas las oportunidades creativas para
producir un mundo superior al actual (perfectamente posible). No supo
inventar una naturaleza que aprovechara plena, absolutamente todas las
mejores oportunidades.
Este no es el mejor de los mundos posibles.
¿Es el peor?
No lo sabemos porque desconocemos aún a ciencia cierta dónde estamos
situados con él, como productos de él, en la escala de las factibilidades. Pero
lo positivo, lo indudable, es que no vivimos en el mejor de los mundos
posibles y esto, nada más que esto, basta para tornar absurda toda idea acerca
de algún dios creador absoluto, omnisciente y omnipotente, como el
concebido por la teología.
Capítulo X
Las imperfecciones de los seres
vivientes (defectos congénitos)
Otra prueba de que todo marcha a la deriva son los defectos individuales
de los seres vivientes.
No existe organismo que no posea algún defecto.
O es el corazón el que presenta alguna anomalía grande o sutil, o son el
hígado, el páncreas, los riñones, los órganos que no funcionan correctamente
en términos absolutos.
Puede ser la piel excesivamente delicada propensa a enfermar, o una
deficiencia inmunológica; una predisposición hacia la adquisición de una
enfermedad degenerativa a cierta edad, o cualquier otro defecto evidente o
solapado, lo que hace que la supuesta obra de un creador tenido por perfecto
sea imperfecta.
¿Por qué un omnipotente ser perfecto iba a crear seres imperfectos?
"El hecho de que Dios no pueda hacer una cosa no arguye falta de poder
divino, sino imposibilidad absoluta o relativa de la cosa misma. No debe
decirse que Dios no pueda hacerla, sino que la cosa no puede ser hecha" 1
dice la teología.
Esto significa que la perfección depende absoluta o relativamente de la
cosa misma.
Ya hemos visto que este mundo no es el mejor posible, pero puede ser
mejor, muchísimo mejor, hasta perfecto absoluto, ¿No se ha desaprovechado
entonces la oportunidad de hacer las cosas lo mejor posible?
La teología también dice que: "Los órdenes de la posibilidad son
infinitos, porque infinitos son también los posibles. No hay, pues, un supremo
en el ámbito de la posibilidad. Ni este mundo ha agotado la omnipotencia
infinita de Dios, ni otros sin número de ellos cada vez mejores podrían
agotarla"2.
Pero aquí entonces estaríamos en presencia de un dios mezquino, quien
pudiendo haber creado un mundo más perfecto, no lo hizo.
Además, si siempre será posible un mundo mejor, por mejor que lo
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica - Teología natural, Madrid, Credos,
1968, pág. 469. -
2
Ibídem, pág. 469.
RAZONAMIENTOS ATEOS 85
¿O es que los seres humanos del pasado poseían menos derecho para
existir sin estos flagelos que los del presente?
Uno se pregunta si realmente hoy los seres supuestamente "a prueba
en el mundo" somos más privilegiados al vernos libres de las enfermedades
que tuvieron que padecer nuestros ancestros y a su vez menos privilegiados
que los que vendrán en el futuro.
A todo esto, lo curioso es que el teólogo Tomás de Aquino ha idealizado
a un dios feliz.
En efecto, su dios "tiene todo cuanto necesita en sí mismo. Por lo tanto, él
se deleita y goza", dice en su Suma contra los gentiles, Libro I, cap. XC.
Entonces uno se pregunta, ¿cómo puede gozar ante un mundo que le
atañe por ser su creación, en donde mueren animales y niños por epidemias?
Si a las enfermedades padecidas por todos los seres vivientes durante
millones de años, añadimos los accidentes y el triste y muchas veces
desesperado final en la senectud, tendremos un cuadro completo que nos
revela que si éste aun no es el peor de los mundos posibles, poco le falta para
serlo.
El optimismo que nos embarga en nuestra juventud o durante los períodos
plácidos de nuestra existencia no nos permite a veces discernir en su
verdadera magnitud el drama perenne de la vida, pero cuando nos vemos
perdidos, entonces adquiere su auténtica dimensión la tragedia que es vivir.
Si este mundo fuese la mejor obra del mejor de los artífices posibles,
entonces no debería existir la posibilidad del accidente.
La fuerza de la gravitación por ejemplo es un factor muy importante para
la formación de los astros, los elementos químicos y la cohesión del grupo
galáctico, entre otras cosas, pero también es un elemento que ha jugado
infinitas malas pasadas a los seres vivientes.
En un planeta con menor gravitación viviríamos mejor. Las caídas
bruscas no serían tan fatales.
Otra posibilidad sería la de habitar un planeta líquido o al menos dentro
de una atmósfera líquida.
Los animales marinos, por ejemplo, no sufren fatales caídas hacia los
abismos submarinos y si dentro de este ambiente fuésemos seres casi líquidos
como las medusas, elásticos, blandos con maniobrabilidad de calamares, con
toda seguridad nos veríamos libres de muchos accidentes fatales que nos
ocurren en la Tierra por causa de la rigidez de nuestra estructura biológica y
la dureza del entorno.
Empero aquí no es necesario hacer ciencia-ficción, pues seria
interminable la serie de ejemplos de mundos mejores en donde habitan seres
vivos mejores. Lo único dable de advertir es que pueden existir mundos
mejores, y si existe, como afirman muchos, el mejor de los artífices posibles,
¿por qué no diseñó entonces el más suave de los mundos posibles?
RAZONAMIENTOS ATEOS 91
Por último, para terminar este capítulo vayamos a lo que acontece con el
animal u nombre que llega al final de la etapa vital.
Ver morir un perro o un caballo de vejez o ver agonizar a un ser humano
en la senectud es lo mismo.
Todos se debaten entre la vida y la muerte con igual similitud.
La aventura de la vida siempre termina mal, y en muchos casos el drama
es tremendo.
Si pensamos por un momento en lo que les está ocurriendo en este mismo
instante a millones de seres que se encuentran en la fase terminal de sus
existencias, verdaderamente deberíamos sobrecogernos de angustia.
La gente es renuente a meditar sobre estas cosas y prefiere ignorarlas,
pero esto no quita que sean realidades.
Millones de ancianos que han vivido una vida digna, que han destinado
buena parte de sus desvelos para la comunidad, se hallan hoy, como en
cualquier momento de la historia humana, padeciendo atroces dolores,
angustias... desesperación.
Carcomidos por fatales enfermedades, muchos pasan meses y años
esperando la muerte. Ciegos, tullidos, mutilados..., en un grito mucho de
ellos, esperando la muerte que no llega.
Si existiera un ser supremo piadoso que vela por el bien en el planeta,
entonces hubiese programado con toda seguridad una senectud plácida para
los justos, una agonía para ellos comparable al éxtasis que siente el fumador
de opio o marihuana.
El morir debería ser un acto de placer y todo cadáver debería ostentar una
sonrisa en lugar de presentar esa boca abierta en actitud desesperada como
pidiendo más vida a pesar de todo.
El consuelo del hombre ante estos cuadros es pensar en una
"compensación en la otra vida". Más adelante, en otro capítulo analizaremos
la sinrazón de este supuesto.
Capítulo XII
El parasitismo
¿Qué es el hombre?
1
Cari Sagan, Cosmos, Barcelona, Planeta, 1983, pág. 196.
96 LADISLAO VADAS
Una caída de nuca, el golpe de una rama o de una piedra pueden ser
suficientes para terminar con nosotros.
La cabeza expuesta al sol nos puede provocar insolación. El enemigo
puede decapitarnos quitándonos todo lo que somos en la vida en lugar de
cercenar tan sólo un brazo, una pierna u otro apéndice regenerable (según un
modelo viviente más efectivo frente al ambiente agresivo) que podría estar
ocupando el lugar de la cabeza si fuéramos diferentes y más perfectos.
Y a propósito de enemigos. ¡Cuántos seres humanos han sido asesinados
por la espalda por no poseer al menos un ojo suplementario en la nuca!
La visión frontal puede ser muy ventajosa como se dice, pero podría
estar complementada por una visión en la nuca, o hallarse el cuerpo munido
de una corona de ojos, o poseer ojos polifacéticos y globulosos como los
tienen los insectos, o todo el cuerpo revestido de células de la visión.
Un ser de arquitectura y capacidad más ideal para el ambiente físico
biológico de nuestro planeta sería sin duda un blando organismo alado, con
el cerebro protegido en las partes más profundas y centrales, a su vez
munido de varios pares de tentáculos movibles en todo sentido como los
pulpos y calamares, al mismo tiempo que desprovisto de cutícula dura
externa o esqueleto rígido interno. En todo caso, sostenido por un
endoesqueleto cartilaginoso y provisto de una cutícula elástica como una
goma que revistiera una cavidad conteniendo líquido. Algo semejante al
habitáculo acuoso en donde se desarrolla el feto humano. El lugar del feto lo
ocuparía el delicado cerebro y otros órganos vitales.
Muy feos pareceríamos entonces para nuestro sentido humano de la
belleza, empero como la belleza es una elaboración puramente mental,
seríamos en aquel caso seres realmente bellos para nosotros mismos.
En efecto. Si analizamos objetivamente nuestro cuerpo, realizando un
esfuerzo para escabullimos de nuestra subjetividad que nos hace apreciar
como bellos, notaremos que con respecto a otros animales más
proporcionados, como el gato por ejemplo, somos desgarbados y
desproporcionados.
Nuestras extremadamente largas extremidades inferiorer articuladas
rematadas en un feo talón; un largo pie con atrofiados dedos; nuestra
prominente nariz; nuestras salientes y antiestéticas orejas y nuestra zona
glútea hendida, todo esto y muchos otros detalles más hacen que no seamos
tan estéticos como creemos.
Es sólo nuestra mente y por razones de supervivencia la que nos hace ver
estéticos.
Además, si aun de acuerdo con nuestro patrón ideal de belleza física,
absolutamente todos los terráqueos fuesen bellos, de armoniosas
proporciones, entonces realmente podría sospecharse la existencia de un
100 LADISLAO VADAS
disueltos cuando lo desee, como lo hacen las plantas, y nutrirse con energía
solar como todos los vegetales clorofílicos. También manso, para dejar en paz
tanto a sus congéneres como al resto de la fauna y la flora.
¿Es sabia esta disposición natural que inserta al hombre en la ecología
planetaria como a un huracán devastador, como un peligro incluso para sí
mismo, como un potencial destructor de su propia especie?
Y es que lo puede hacer en nombre de su propio dios. El holocausto será
entonces la propia y entera Humanidad.
Capítulo XVI
¿A qué quedaría reducido entonces eso que llaman alma tan expansiva,
tan plena de cultura tal como existe hoy entre gente civilizada?
Ello es sólo tradición, transmisión de datos hacia masas cerebrales
vírgenes de las sucesivas generaciones
Se tardarían miles de años para arribar nuevamente a la conclusión de
que la Tierra es redonda, y que el Sol es una estrella más alrededor de la cual
gira nuestro mundo.
Los elementos cerebrales son finitos, las combinaciones posibles dan
cifras astronómicas que ningún mortal puede agotar. No hay alma, no existe
espíritu en el ser humano, lo que hay es capacidad rebasada en su cerebro,
una capacidad que agranda su mundo humano y agiganta su propio asombro
en la medida del acumulo de datos.
Ello le permite a su vez entender mejor su entorno y crear ciencia y
tecnología, y eso no es espíritu sino penetrar en el mundo que es complejo y
obliga a complejizar nuestras ideas al respecto.
El hombre ha tardado muchos milenios, ¡demasiados!, para conocer la
aplicabilidad de la electricidad, la creación del automóvil, del avión y el
empleo de la energía nuclear.
Se dice ahora que quizás el delfín se encuentre con su masa encefálica en
una situación parecida a la del hombre primitivo, y no es una hipótesis
descabellada.
Al delfín quizás le falten oportunidades para entender la matemática o
crear arte.
Es un ser más torpe que el humano salvo en su habilidad para nadar.
Carece de manos y vive en un medio que no le exige mucho. Le sobra
tiempo para jugar después de alimentarse, pero se ve trabado su potencial
para manifestarse inteligente y creativo.
Quizás no sea del todo así y los opinantes que defienden esta hipótesis
pequen de exagerados. La técnica humana aplicada a la investigación quizás
devele en el futuro la verdad acerca de la capacidad cerebral de este animal y
de otros que puedan encerrar capacidades ocultas, pero en virtud de lo
acontecido con el hombre, la hipótesis, repito, no es nada fantasiosa, como
ha dejado de serlo la que sugiere la existencia de seres inteligentes muy
aventajados con respecto al hombre, en el cosmos.
Volviendo ahora al comportamiento anómalo del hombre para con su
propia especie y para con todo otro ser viviente, así como también respecto a
su planeta ya tan contaminado y castigado en su ecología, se hace necesario
afirmar que la especie humana es el genuino producto de una ciega y brutal
naturaleza que hostiga perennemente a los seres vivos.
Es el resultado de luchas sin fin con el medio físico y el ambiente
biológico. Es el fiel reflejo del oportunismo, de la necesidad de territorio, de
la necesidad de la agresión y del egoísmo para sobrevivir.
112 LADISLAO VADAS
Para finalizar, con este capítulo, la primera parte de este segundo libro,
cabe añadir que es falsa la idea acerca de las bondades de nuestro entorno
para la vida. Es necesario señalarlo para quitar toda duda acerca de la
existencia de un burdo, aleatorio, tanteador mecanismo que consiste en un
perenne acomodamiento al medio por parte de las cambiantes formas
vivientes.
No es correcto entonces afirmar que gracias al oxígeno m reo existente
en la debida proporción es posible la vida, sino una vida, esta vida particular
que conocemos aquí, desde el momento en que la bioquímica y la biología
nos aseguran hoy que son posibles otras formas de vida, incluso anaerobias.
Tampoco el agua depositada es imprescindible, ni la temperatura media
planetaria, ni el día y la noche, ni la presión atmosférica, ni las cuatro
estaciones, ni una estrella como nuestro Sol.
Es Inadecuado también creer que las vitaminas producidas por los
vegetales fueron "creadas" o calculadas para nosotros que las necesitamos
imprescindiblemente. Ni las proteínas animales o vegetales, ni los hidratos
de carbono como el almidón y los azúcares, ni la miel, ni el néctar para las
abejas y mariposas, ni las presas para el predator, son esenciales.
Aquellos que creen que un dios formó sabiamente el mundo para que se
instalara allí luego la Humanidad, también creen que nada es casual. Ellos
piensan que el mundo ha sido hecho a nuestra medida. Nada más ilusorio.
Nada, absolutamente nada, en la Tierra ha sido preparado para nadie.
¿Cómo puede ser esto?
Para entenderlo es necesario razonar a la inversa y decir que todo ser
viviente terráqueo es una adaptación al planeta, y esto incluye por supuesto
al hombre.
Nada ha sido previsto, todo es adaptación a un medio particular.
Mil planetas distintos unos de otros y diferentes del nuestro
poseerían mil formas de vida distintas adaptadas a sus respectivos
medios. No precisamente cuerpos de superficie yerma como la Luna o
114 LADISLAO VADAS
1
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983.
RAZONAMIENTOS ATEOS 115
se dirige hacia la nada. Sólo un ínfimo porcentaje pudo ser galaxia, sol,
planeta, ser viviente, ser consciente (este último en ínfima proporción).
Casi un ciento por ciento del universo está formado por hidrógeno, el
elemento número uno, el más simple.
Un ínfimo porcentaje lo constituyen los elementos más pesados, y una
casi nada son los seres vivos.
Aquí en esta secuencia, vemos claramente cómo ha obrado el proceso
universal general por eliminaciones.
De lo mucho, del casi todo inerte sin significado, va quedando la casi
nada como compleja organización que es el ser consciente, como el hombre
y otras formas posibles.
¿Qué esto seria entonces la creación para algunos?
¿Mediante tantos infinitos caminos errados como ya hemos visto en el
capítulo III de esta Primera Parte del Libro II? Allí he explicado cómo
también esta ilusión se desvanece.
Finalmente, al término ya de esta Primera Parte de las pruebas de la no
existencia del dios ideado por la teología relativas a la biología, sólo queda
por añadir que con lo argüido hasta aquí, creo haber refutado lo tratado al
principio, en el capítulo primero de la Primera Parte del Libro I.
Segunda Parte
Pruebas geológicas
Capítulo I
El proceso telúrico primitivo
Podemos reducir aun más las cifras, pero si calculamos un número mayor
para las galaxias aún no avistadas, que lo serán sin duda cuando entren en
funcionamiento telescopios de mayor alcance que los actuales elevando
las cifras a miles de millones, entonces la cantidad de mundos se va hacia lo
descomunal, casi inconcebible.
Ahora caben las preguntas. ¿Para qué tanto derroche de mundos? ¿Para
qué tanta repetición en el vasto universo de procesos como el que formó
nuestra Tierra?
Si en el reciente pasado la Tierra fue destronada como reina del
universo, porque la ciencia la transformó, de centro del mismo , en un
planeta más de los 9 que orbitan el Sol, hoy no es más que un granito de
arena flotando en la vastedad.
La mayoría de los mundos, planetas y lunas, carecen de seres
vivientes.
¿Para qué están ahí entonces, orbitando soles de galaxias tan alejadas,
cuya influencia en mundos como nuestra Tierra es despreciable,
prácticamente nula?
Todo se debe a todo, se dirá, pero las distancias cósmicas son tan
tremendas que los hechos lejanos que hoy se producen a diez mil millones de
años luz, por ejemplo, nunca nos tocarán en forma de energía que se
desplaza a la velocidad de la luz.
Por otra parte, analizando todo esto racionalmente, fuera del marco
creacionista, ¿no concilla mejor acaso con la concepción de un mecanismo
azaroso que se cumple ciegamente en la vastedad del Todo? ¿En lugar de
aceptar una creación del mundo, de nuestro mundo como supuesto centro
de todo (tomado aún así hoy día inconscientemente por casi todos los
autores), no resulta más plausible hablar de resultado? ¿En vez de
creación, de un resultado aleatorio y pasajero producto de un incalculable
derroche de procesos en forma de planetas o de lunas que han dado casi
todos como consecuencia sólo parajes yermos, inhóspitos, sin vida alguna?
Trillones de procesos consistentes en condensación de polvo interestelar
o trozos de estrellas arrancados que se constituyen en la formación de
esferas casi todas ellas inútiles en el cosmos. (Estas son dos teorías distintas
para explicar la formación de los planetas, pero para el caso no importa cuál
de ellas es la acertada).
De todo ello, un ínfimo porcenteje adquiere significado, como la Tierra
con su proceso viviente y su ser consciente inteligente: el hombre.
El resto de los mundos vaga sin sentido en el inconmensurable espacio.
Demasiadas son las esferas que vagan en la infinitud. ¿No se repite aquí
acaso lo que dijimos relativo al mecanismo evolutivo basado en puros
tanteos?
RAZONAMIENTOS ATEOS 121
tierra emergente del único océano, se fraccionó de la manera más burda para
alejarse luego los bloques unos de otros.
Aunque esta teoría de Wegener, la más aceptada ahora, no fuese del todo
correcta, esto no quita que la formación de los continentes ha seguido el más
desorientado de los rumbos.
Las costas marinas y oceánicas presentan las más variadas irregularidades,
en donde playas y acantilados se alternan burdamente. Hay costas de
formación y costas de abrasión, indicando ello un movimiento continuo y
desordenado que se halla muy lejos de una creación perfecta. Todo más bien
parece haber sido hecho al capricho de algún hacedor chapucero.
América del Sur, por ejemplo, es apenas un basto triángulo que dista
sobremanera de la geometría perfecta. Norteamérica, por su parte, es el
colmo de la irregularidad sobre todo en sus confines del norte, en donde las
tierras aparecen fragmentadas en un océano glacial. El inmenso
continente eurasiático parece ser un derroche de tierras, demasiado extenso
para haber sido calculado por algún gran geógrafo, porque faltan más mares
interiores con sus costas y sus riquezas. África tan redondeada y mal
ubicada, con sus desiertos, y Oceanía tan pequeña, desentonan con el resto,
al igual que el continente Antártico, en donde se hace difícil el asentamiento
humano.
Finalmente las islas, sembradas por toda la superficie del planeta en la
forma más caprichosa, sin sentido alguno, nos hablan de la ausencia de un
ordenamiento lógico.
Un planeta cuadriculado o triangulado en sus continentes y mares sería
sin duda una muestra de que algún ingeniero perfecto hubiera creado la
perfección.
Si todos los continentes fuesen cuadrados, triangualares o perfectamente
circulares, rodeados de mares de idéntica anchura y longitud, entonces sí
que habría cabida para pensar en algo más que en un grosero
acomodamiento a la deriva de la corteza planetaria.
Un ser perfecto como el que propone la teología no puede crear un sistema
oceánico, continental o insular tan irregular, tan basto, tan desordenado, mal
ubicado e ilógico como es la superficie de nuestro globo terráqueo.
Luego tenemos los movimientos orogénicos, tan a la deriva como los
movimientos continentales.
Cuando hablé del hombre, dije que éste no es un ser acabado, que no es
una creación final, sino un ser en transición, en plena transformación
hacia otra forma.
124 LADISLAO VADAS
Degradación y envejecimiento
del planeta
albergar vida, ésta como proceso añadido, entonces se diluye toda idea de un
dios sumo, de un artífice insuperable.
Esta idea se pierde porque ese hipotético ente deja de ser necesario.
Entre trillones de procesos planetarios ciegos, sin dirección ni meta
algunas, uno de ellos tuvo que producir la casualidad de la vida durante un
breve instante de la existencia del universo.
Dos cosas fundamentales hay aquí que son las que prohíben entonces
pensar en un supremo hacedor:
Una, es la tremenda cantidad de procesos planetarios dispersos por el
universo de galaxias.
La otra es la ausencia de un mecanismo autónomo que garantice una
marcha regular y para siempre de nuestro planeta.
Si todo girara alrededor de nuestro terráqueo mundo, como se creía
anteriormente a las ideas copernicanas, entonces sí se haría necesario
pensar en un dios supremo.
Si todo lo que existe en el universo se debiera tan sólo a la Tierra, si ésta
fuese el centro de la creación, si todo lo que la rodea, hasta la galaxia más
lejana, cumpliera una misión para sostener a nuestro globo natal, entonces sí
se haría necesario un creador para explicar este hecho. Pero desde el
momento en que somos con nuestro globo un punto tan insignificante entre
infinitos otros similares y tan efímero en duración; desde que hemos sido
como "pateados" del centro del universo para aparecer a la luz de la ciencia
como un granito de arena más, perdido en la galaxia Vía Láctea, a su vez
perdida ésta como un punto entre millones de otras galaxias, ya entonces
repito, no se hace imprescindible la idea de un ser necesario ordenador.
Es posible que todo marche por sí sólo y a ciegas, para producir de vez en
cuando algún breve chispazo como la conciencia humana, pero nada más que
como un fenómeno aleatorio, intrascendente para el Todo sordo y ciego.
Un hecho tan fugaz para la existencia del Todo, que raya en la
insignificancia.
Capítulo V
La ausencia de garantía para
la integridad del globo terráqueo
Pruebas astronómicas
Capítulo I
El sistema solar y las inexactitudes
matemáticas
centro galáctico en donde existe gran agitación y densidad de estrellas. Allí los
planetas podrían ser incluso arrebatados por otros soles, y desintegrarse así el
sistema.
Capítulo III
Lo que les ocurre a las estrellas
Las estrellas, otros soles, son astros de la más variada composición, masa y
tamaño, que forman parte de una miscelánea, fiel exponente de cómo se han
acomodado los elementos universales del modo más aleatorio.
Sin orden constante alguno, las estrellas vagan por el espacio y sufren
continuos accidentes que se reflejan en sus aspectos, como el color, brillo y
enlaces con otros cuerpos.
Si bien estos astros, en general, siguen una secuencia de nacimiento,
transformación evolutiva, degradación y muerte, el accidente suele trastocar su
curso normal.
Los sistemas binarios que consisten en el enlace de dos estrellas que rotan
alrededor de un centro gravitatorio común, son un ejemplo de accidente.
Las novas y supernovas son muestras de violentos eventos que ocurren en
todo el universo.
En los sistemas binarios es donde se suelen producir los accidentes
denominados "novas" por los astrónomos.
Como se sabe, estos sistemas a veces están formados por una estrella
gigante roja y una estrella enana blanca. Cuando los elementos de estos pares se
encuentran muy próximos pueden tocarse. Entonces es cuando comienza a fluir
materia incandescente de la estrella roja hacia la enana blanca. Este flujo de
materia y su acumulo en la enana blanca provocan una reacción termonuclear
que aumenta súbitamente el brillo de la estrella enana blanca a la que se
denomina entonces "nova".
El espectáculo podrá ser muy bello avistado cómodamente desde nuestra
Tierra mediante un telescopio, pero cualquier romántico se espantaría si
supuestamente, por algún futurible artificio de "ciencia-ficción", se hallara en
las cercanías de semejante evento.
Una erupción volcánica puede ofrecer belleza a un astronauta que orbitara
la Tierra en su cápsula espacial. Al pasar por el hemisferio a oscuras
donde se ha producido el cataclismo podrá observar una lucecita que se
destaca entre el claro de las nubes. Pero a nadie le agradaría
146 LADISLAO VADAS
formador; con o sin elementos químicos pesados. Tendrá poca, mediana, mucha
o excesiva masa, en cuyo último caso se verá obligada a expulsar el exceso para
mantener en equilibrio su rotación. La estrella luego recorrerá una aventura
cósmica o anticosmica. Todo dependerá del azar.
Si se halla en el núcleo de una galaxia tendrá oportunidad de colisionar con
otras luminarias; si se halla en un cúmulo extragaláctico satélite, quizás poseerá
más espacio para evolucionar, pero sin garantía absoluta.
Podrá enlazarse con otros soles y componer sistemas dobles o triples. Podrá
estallar o no. Quizás sea tragada por una ventana negra si por azar le toca
incursionar cerca de un objeto de semejante poder de succión.
No hay un proceso-estrella ordenado, único, que conduzca a estos astros por
idénticas secuencias. Reina la heterogeneidad y la anarquía. Todo evento
catastrófico es posible.
Ahora bien. La astronomía calcula hasta el presente un número de soles en
el universo de galaxias del orden aproximado de los diez mil millones de
billones de estrellas (10.000 trillones ó 1022).
Este es un cálculo estimativo. Quizás haya que agregar algo más a esta cifra
o restarle algún número no significativo, pero ello no tiene importancia.
Entonces, ante este magno e inconcebible derroche de elementos
universales cabe la misma pregunta que hicimos en el capítulo I de la Segunda
Parte de este libro relativa entonces a los planetas, ahora aplicable a las
estrellas.
Si hubo creación, ¿para qué tantos astros, la mayoría de ellos con destino
infructuoso?
(Qué lejos se halla esta nueva imagen del universo de aquella idea de
antaño cuando se aceptaba el mundo de Tolomeo reducido a la Tierra como
centro inmóvil, un Sol, una Luna, los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter
y Saturno, las estrellas fijas visibles y... nada más!
Es aquellos tiempos por supuesto que se podía concebir fácilmente la idea
de un creador de un mundo que se debía exclusivamente a la Tierra del hombre.
Pero en la actualidad uno se pregunta, ¿Fue necesaria una "creación" de
más cantidad de estrellas que el total de granos de arena de todas las playas de
la Tierra?
¿Qué todo se debe finalmente a la Tierra y es necesario que exista?
Sin embargo, hay eventos que se producen en lejanías tales que jamás sus
efectos tocarán a la Humanidad, la que se extinguirá mucho antes.
¿No concuerda todo esto más bien con la idea de un universo ciego,
indiferente, insensible, que actúa por tanteos sin intencionalidad alguna, y que
en virtud de la colosal cifra de sus elementos formadores como los globos
estelares, logra producir aquí o acullá lo más improbable, que es la conciencia
de sí mismo?
148 LADISLAO VADAS
Hay galaxias que enlazadas giran una alrededor de la otra al mismo tiempo
que establecen puentes de materia formada de soles y gas.
Hay colisiones entre galaxias que se interpenetran.
Existe el canibalismo galáctico, es decir, una galaxia de gran masa puede
"engullir" a otra aumentando así su volumen y masa.
Hay galaxias que estallan y su número es más alto que lo sospechado.
Si el estallido de una estrella de gran masa que se convierte en supernova es
un accidente tremendo dentro de una galaxia, con cuanta más razón entonces
debemos considerar la explosión de toda una galaxia como un titánico
cataclismo que borra toda imagen de orden, regularidad y mansedumbre del
universo.
Hay galaxias que presentan chorros de materia o chorros de radiación de
miles de años luz de longitud.
La desorganización cunde por doquier, la tendencia hacia el desorden en
todos estos cuerpos no nos indica precisamente la existencia de algún
gobernador totipotente del mundo, sino más bien un universo encabritado,
indócil, que se acomoda como mejor puede con tendencia hacia la disociación,
al escape y a la extinción.
Pero si a pesar de todo se insiste en un principio organizador, en un "algo"
que trata continua y desesperadamente de ordenar lo que tiende al caos, en un
dios ya sea separado del mundo (un dios espiritual creador del mundo) o
identificado con él (panteísmo), entonces estaremos en presencia de un dios
pobre, débil ante el Todo o de un dios-mundo (panteísmo) que no hace más que
tratar de organizarse frente a la tendencia hacia el escape de sus propios
componentes.
Si se trata de un dios creador separado del mundo, parecería ser que toda su
creación se le resiste, que se le "escapa de sus manos", que se anarquiza a cada
instante; él, el dios, debe realizar ingentes esfuerzos para volver al cauce
"normal" los acontecimientos universales, y el comportamiento de las galaxias
se constituye en una prueba de ello.
Si por el contrario se tratara de una divinidad identificada con el propio
mundo de galaxias según la idea panteísta, entonces el comportamiento díscolo
de esos conglomerados estelares nos pintaría a un ser universal que fluctúa en un
tambaleante punto de equilibrio de sí mismo, un ente que perennemente trata de
hacerse a sí mismo, de dominar su propio caos interno.
O se trataría, en resumen, de un dios que se debate con relativa potencia
frente a un viscoso y resistente mundo exterior que se le opone, o de un ente-
mundo vacilante que lucha consigo mismo para no perder del todo su equilibrio,
pero nunca de un dios totipotente, dominador absoluto del Todo como pretende
la teología.
Además, si aceptamos a un dios limitado exterior al mundo o
identificado con él, surgen de inmediato interrogantes metafísicos como
RAZONAMIENTOS ATEOS 151
éste: ¿Por qué se habría lanzado semejante ente hacia semejante aventura
cuando entre medio, entre su continuo "tapar agujeros" y la constante tendencia
hacia el accidente, existen criaturas como el hombre destinadas a padecer por
los embates de un mundo hostil?
Además, si se tratara de un dios-mundo que se está realizando, ¿desde
cuándo lo hace? Si desde la eternidad, entonces ya tendría que haberse
realizado y éste que habitamos debería ser el mejor y más perfecto de los
mundos posibles, y ya hemos visto que dista mucho de serlo.
Si comenzó una vez (¿con el big bang?), ¿qué sentido tiene el error; el
sufrimiento; la tragedia, en el concierto universal frente a un ente inteligente,
bondadoso y piadoso como debería ser ese dios?
Capítulo V
Teorías cosmogónicas, la supuesta
creación de la nada, y mi cosmología
1
Los matemáticos ingleses Herman Bondi y Thomas Gold, calcularon que la
creación de nueva materia debe realizarse en la proporción de un átomo de hidrógeno por
hora y por cada milla cúbica de espacio intergaláctico.
RAZONAMIENTOS ATEOS 153
de jabón que se expande está rodeado de "más allá". Se trata tan sólo de una
burbuja en el Todo y lo denomino microuniverso.
Este microuniverso debe considerarse como una miniatura que se halla
enclavada en el Todo al que denomino Macrouniverso2.
Pero hay más todavía. Pienso que no sólo existe este microuniverso que nos
contiene, sino que admito la existencia de otros supersoles de la naturaleza del
nuestro. Unos en formación, otros en pleno estallido, algunos en proceso de
expansión como el nuestro, otros contrayéndose en un proceso inverso y
finalmente otros ya compactados y prontos a estallar.
A estos supersoles concentrados o formando ya galaxias en expansión, los
imagino rodeados de sustancia universal no galáctica, ni siquiera atómica, que
forman una región, la región de la posibilidad de los microuniversos. A su vez
esta región donde transitoriamente se pueden formar microuniversos, la
imagino rodeada de otras regiones "más allá", donde es imposible que se
formen galaxias, estrellas, planetas o átomos.
Pienso también que alguna vez estas regiones del Todo, es decir del
Macrouniverso, que circundan a la región productora de supersoles
(microuniversos), absorberán a ésta y la harán entrar en un torbellino en donde
ya la materia será imposible, imposibles los objetos. No podrá haber nada de
eso por tratarse de algo continuo, no puntiforme como nuestro mundo
compuesto de átomos. Así es como ya no habrá entonces más objetos para
contar, no más cantidades, números, nada, sino sustancia universal continua.
Allí entonces desaparecerá la posibilidad de la matemática tenida por
eterna. No podrá haber ciencia de la cantidad porque no habrá nada que contar.
La geometría carecerá de razón de ser puesto que no habrá objetos, y lo que a
nosotros nos parecen ser hoy realidades eternas dejarán de existir, máxime
cuando no serán ya posibles tampoco los seres vivientes ni las conciencias
como la humana.
Mucho se ha especulado en el terreno mitológico. Yo especulo en el terreno
de las posibilidades, aunque esto sea metafísica y no fruto de la experiencia.
Puede que algún día la astronomía me dé la razón. Puede que con
telescopios mucho más potentes que los actuales se detecten otros universos
pulsando más allá del nuestro, y se hable entonces de pluralidad de supersoles o
microuniversos que forman parte de una región del Macrouniverso total.
Esta hipótesis cosmogónica mía la añado como posibilidad a todas
2
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, la. parte, Cap. IV.
154 LADISLAO VADAS
3
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, págs. 13, 15, 24, 59 y Tercera Parte, Cap. III, pág. 237 y sigs.
RAZONAMIENTOS ATEOS 155
1
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, págs. 31, 32 y 33.
RAZONAMIENTOS ATEOS 157
1
Cari Sagan, Cosmos, Barcelona, Planeta, 1983, pág.224.
RAZONAMIENTOS ATEOS 159
Pruebas antimetafísicas
Capítulo I
Nuestro relativo raciocinio
y la idea de perfección
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid,
Credos, 1968, pág. 365. (La bastardilla me pertenece.)
2
Harvey E. White, Física moderna universitaria, México, UTEHA, 1965, pág.
628.
166 LADISLAO VAD AS
capítulo V de la Tercera Parte, página 154, es otra pauta de que nuestra razón
flaquea ante la naturaleza esencial del universo.
¿Puede nuestra mente imaginar a la antimateria chocando con la materia
para aniquilarse ambas?
La microfísica no anda menos desconcertada cuando se las tiene que ver,
por ejemplo, con las "ventanas negras" del espacio, que comprimen la materia a
volumen nulo.
Se habla de una cuarta dimensión y aun de otras posibles dimensiones.
¿Puede la razón representar una masa reducida a volumen nulo, y la cuarta
dimensión?
El mismo universo curvo y finito de Einstein y la relatividad general y
especial son un desafió a la razón.
¿Cómo podemos concebir la realidad demostrada de que una masa aumenta
22 veces a un 99,9% de la velocidad de la luz, con respecto a la misma masa en
reposo, y que según una ecuación relativista si la masa se moviera a la misma
velocidad de la luz se volvería infinita?
¿Cómo puede concebir la razón que una varilla que se mueve a la velocidad
de la luz se contraiga a longitud cero? Esto significa, por extensión, que
cualquier objeto como la Tierra, el Sol, etc., que se mueva a la velocidad de la
luz será comprimido a longitud nula.3
¿Cómo puede concebir la razón el hecho de retrasarse los relojes a una
velocidad próxima a la de la luz? ¿Cómo se explica que mientras un astronauta
emplea (según su tiempo) unos pocos años para realizar un viaje espacial de ida
y vuelta a una velocidad próxima a la de la luz, para los habitantes de la Tierra
habrán transcurrido varios siglos o milenios?
¿Es racional la realidad?
Yo más bien creo en la relatividad cerebral. Pienso que nuestro cerebro es
una hechura limitada, acomodada a un entorno particular, al que interpreta
también de un modo particular entre múltiples otras maneras posibles.
Esto último significa que otras formas de vida inteligente consciente podrían
extraer de ésta que nosotros los humanos tomamos por única realidad, otras
realidades muy distintas y extrañas para nuestra razón.
Bastaría para ello trastrocar nuestros sentidos de percepción. Por ejemplo,
ver con las ondas acústicas, oír la luz, "oler" el calor o detectarlo en distinto
grado como lo hacen los reptiles crotálidos, percibir de alguna manera la luz
ultravioleta o infrarroja, detectar las ondas hertzianas sin aparatos artificiales,
etc.
Pero no sólo los sentidos son responsables de la elaboración de una
3
Harvey E. White, Física moderna universitaria, México, UTEHA, 1965, págs.
410, 413 y 414.
RAZONAMIENTOS ATEOS 167
Pero esto no quiere decir que ente suprainteligente alguno haya Intervenido
para "juntar azar" favorable en este punto, la Tierra, para hacernos posibles, sino
que somos la hechura genuina de un Todo sordo y ciego que forjó por un instante
de su existencia a esta Humanidad como proceso al que pertenecemos.
Somos un proceso más del Macrouniverso, un proceso recortado del entorno
aunque íntimamente dependiente de él, que obtuvo momentáneo éxito entre
Infinidad de procesos que se instalan continuamente en el universo con destino de
fracción de fracción de instante. Nosotros al menos como Humanidad, como
proceso histórico, duramos una fracción de instante en la eternidad, mientras que
los demás procesos truncos, la mayoría, no alcanzan a esa parte de instante. Duran
Ínfimas fracciones de instante porque adolecen de alguna falla, o duran -muchos
evos pero carecen de trascendencia y significado.
Luego, si somos fruto de lo aleatorio, circunstancial, mal podemos arrogarnos
la capacidad mental de entenderlo todo, de deificar nuestra razón o asemejarla a
algún presunto "Espíritu Absoluto" desperdigado por un supuesto cosmos-orden.
Por el contrario, nuestra razón es relativa y participa tan sólo de una pobre
visión de la realidad extrapsíquica. De ahí que no podemos dar fe a nuestras ideas
de perfección proyectadas hacia una supuesta divinidad munida precisamente de
esas perfecciones ideadas por nuestra mente, como sus atributos.
Jamás podremos extraer la verdad absoluta de nuestra razón, ni siquiera
nuestra realidad y la del mundo, sin la ayuda imprescindible de la Ciencia
Experimental.
Aquí es donde fracasa la prueba ontológica de la demostración de la existencia
de un dios perfecto.
Los argumentos vertidos en este capitulo son suficientemente elocuentes como
para rebatir lo que expresé a favor de la teología en el capitulo V de la Segunda
Parte del Libro I, relativo a la idealización del ser perfecto por excelencia.
Capítulo II
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid,
Gredos, 1968, pág. 301. (La bastardilla es mía)
172 LADISLAO VADAS
capítulo III de la Primera Parte del Libro II relativo a las críticas a la admisión
de una creación continua mediante el mecanismo de la evolución, donde se pone
en tela de juicio la eticidad del propio supuesto autor de la creación al permitir
el error, el sufrimiento y la injusticia.
Ahora ha llegado el turno de hacer extensiva esta falta de eticidad al modelo
de creador que sostiene la teología clásica, aquel que, cual mago hace surgir el
universo de la nada.
Si la supuesta creación divina por evolución —según los que sostienen el
creacionismo evolutivo— involucra el ciego tanteo, el error, la injusticia, no
menos debe admitir todo esto la otra posición que sostiene el creacionismo
fixista, a causa del estado actual del mundo.
En efecto, el mundo se halla plagado de brutalidad, crueldad e injusticia
según ya hemos visto en la Primera, Segunda y Tercera Partes del Libro II, y
esto no es ético ni mucho menos.
Esto significa, por si el lector no lo ha advertido, que el propio modelo (el
creador) no es ético.
Con lo antedicho he rebatido el argumento expresado a favor de la teodicea
relativo a la moral como prueba de la existencia de un "Gran Legislador".
Esto se ha visto en el capítulo III de la Segunda Parte del Libro I y en
consecuencia también lo argumentado en el capítulo II, ibídem, relativo a la
lógica y la matemática.
Capítulo III
El fracaso de la prueba fundada
en las supuestas verdades eternas
y el escollo de estas para la teología
"El todo es mayor que la parte"; "dos más tres son cinco"; "la suma de los
ángulos de un triángulo es igual a dos ángulos rectos"; "todo agente obra en
vista de un fin..."
¿Son éstas verdades eternas?
Si lo son, ¿coexisten con el dios idealizado como eterno, desde la
eternidad? ¿No fueron creadas por él entonces? Si están fuera de él, por
consiguiente hubo desde siempre algo más que un dios solo, quien en un
momento dado crea el mundo y se acompaña de él. Ese ser fue acompañado de
verdades eternas a las cuales en cierto modo estuvo sujeto en el supuesto acto
de la creación. No pudo hacer que la suma de los ángulos de un triángulo no
diera dos ángulos rectos; ni pudo impedir que la cuadratura del circulo fuera
imposible, ni anular la regla de sabiduría que expresa: "el bien que dura es
preferible al que pasa".
Tuvo obligación de sujetarse a esas verdades y crear un mundo ajustado a
ellas, no cualquier mundo. Luego ese dios no es absoluto. Se trata de un
creador condicionado por algo que estaba más allá de él, es decir el mundo de
los posibles. Se vio compelido por la factibilidad hallándose absolutamente
obligado a renunciar a los imposibles.
No pudo crear lo imposible.
¿Qué clase de ente totipotente seria éste, entonces? ¿O es que, al fin, esas
posibilidades son él mismo, o mejor dicho forman parte de su naturaleza?
"Si la verdad existe por encima del espíritu, hay que identificarla con Dios:
pues el Creador tiene que haber contemplado la razón de las cosas que
producía y no las ha podido ver fuera de sí mismo: suponerlo seria sacrilegio",
dice Grison.1
Vamos a recordar que en realidad no existen tales verdades eternas, sino
tan sólo verdades circunstanciales, transitorias como las leyes físicas de
que ya he tratado. Así, dichas verdades existirán en todo caso
únicamente en la mente humana, hasta tanto la Humanidad
1
Michel Grison, Teología natural o teodicea, Barcelona, Herder, 1968, pág. 86.
(La bastardilla es mía)
174 LADISLAO VADAS
no se extinga, o hasta tanto esta porción del Todo universal que nos rodea
presente las características naturales que nos obliguen a aceptar que hay
objetos, cosas para contar y pensar...
En realidad las supuestas verdades eternas ya han sido rebatidas en el
capítulo VI de la Tercera Parte de este Libro II relativo a la circunstancialidad y
transitoriedad de las leyes físicas que rigen el Universo de galaxias y la vida.
En la página 157 he señalado que desde el momento en que todo cambiará
como las leyes físicas, químicas, biológicas y psíquicas, tambalearán también
los valores tenidos por eternos ya que no habrá más objetos y ni siquiera seres
que puedan concebir un triángulo.
No obstante haber sido esto ya tratado, en virtud de hallarnos ahora en este
nuevo capítulo dentro del tópico metafísico, vamos a suponer que hubo una
creación a pesar de todo, pero que las "verdades eternas" en lugar de separadas
se hallan en la propia naturaleza del creador. Entonces esta clase de dios tuvo
que haberlas extraído de sí mismo y lanzádolas hacia el mundo durante el acto
de su creación, o bien ajustar a ellas el mundo, ya que de otro modo éste sería
imposible.
Pero aquí surge un interrogante. Si este presunto creador existió como se
dice, desde siempre en la eternidad pretérita, ¿para qué necesitaba él de esas
verdades eternas antes de ser creado el mundo si no existía nada, ningún objeto
ni ser inteligente consciente fuera de él y por ende tampoco el engaño?
Si lo verdadero también implica un contrario que es la falsedad, entonces
cabe la pregunta: ¿de dónde nació la posibilidad de lo falso?
Si no existía más que este creador solo, antes del acto creativo, la falsedad
no podía hallarse en su naturaleza junto a la verdad porque ello contradice a la
teología. Pues entonces o la anti-verdad estaba desde siempre paralela a él, o
apareció con el mundo durante el acto de la creación.
Pero esto último es imposible porque implicaría una creación ipso Jacto de
la posibilidad de lo falso por parte de un ser que es la purísima verdad.
Pero esto no es todo. Si continuamos analizando estas cuestiones caemos
nuevamente en la cuenta de que, aunque se hallen integradas a la naturaleza del
presunto creador esas pretendidas "verdades eternas", por sí solas condicionan a
ese dios, quien tuvo que ajustar el mundo a ellas.
No pudo ir más allá de los posibles y realizar lo imposible. Lo posible está
siempre por sobre él.
Lo mismo si se tratara de una creación ipso Jacto tampoco le seria
posible sustraerse a los posibles. Esto es si dichas verdades en lugar de hallarse
en él para emanar de su propia naturaleza, o de encontrarse fuera de
él desde la eternidad, fuesen creadas como algo nuevo en un
RAZONAMIENTOS ATEOS 175
momento dado para la eternidad del futuro, aun así los posibles siempre lo
condicionan. No puede hacer que el pecador absoluto no arrepentido merezca
un premio, ni que el probo absoluto sea reprobado.
Sean o no pretéritamente eternas las supuestas "Verdades eternas", estén o
no añadidas a una supuesta naturaleza divina, ello no impide la gravitación de
los posibles sobre el acto creador de un mundo lógico, quitándole así el carácter
de libre absoluto al presunto hacedor.
Además, y esto ya es paradójico, es la misma teología la que desautoriza
cierto argumento relativo al tema cuando expresa: "Si separamos a la verdad
(verdad eterna) del ser en que se realiza (el hombre) resulta imposible
introducirla en una prueba de la existencia de Dios", razonando así:
"suponiendo que en un momento dado nada fuera verdad, esto seria aún una
verdad; de donde se pretendería concluir directamente a la necesidad de una
inteligencia eterna"2.
Y también: "El argumento que pretende pasar a Dios desde las verdades
eternas, por su carácter de interna necesidad en un orden inteligible-ideal, sin
"descender" a su real fundamentación noética, en el ser como tal, verifica un
tránsito de lo ideal a lo real, sin posibilidad de justificación" 3.
Tan sólo en el sujeto que piensa estas verdades, que las abstrae, y en quien
se "realizan", es posible, se dice, llegar a la realidad de un dios por vía de la
causalidad, pero para decepción de esta última esperanza teológica en esta
cuestión, debo remitir al lector nuevamente al capítulo I de esta Cuarta Parte,
donde pongo de relieve el relativo y nada fiable mecanismo de nuestro
raciocinio y de la "idealización". Y precisamente es en la dimensión de lo ideal
donde se hallan las denominadas "verdades eternas", por cuanto son relativas.
2
Michel Grison, Teología natural o teodicea, Barcelona, Herder, 1968, pág. 84.
3
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid,
Gredos, 1968, pág. 287. (La bastardilla es mía)
Capítulo IV
1
Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, y Suma teológica.
2
Mario Bunge, Causalidad, Buenos Aires, EUDEBA, 1972, pág. 122.
3
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, Primera Parte, Cap. III.
RAZONAMIENTOS ATEOS 177
Si se supone que una bola se halla inmóvil sobre la mesa, para que se
mueva necesita de un empuje, de algún "motor" que le comunique el
movimiento.
Pero resulta que ni la bola puede hallarse jamás inmóvil porque es
arrastrada por los múltiples movimientos de la Tierra (rotación sobre si misma;
nutación; traslación alrededor del Sol; desplazamiento en el espacio arrastrada
por este astro; acompañamiento del movimiento galáctico, etc. etc.) ni los
átomos que la componen se hallan quietos.
Nada hay inmóvil en el Macrouniverso y si éste es eterno, también lo es su
propio dinamismo.
Aparte, modernamente, ya sabemos que de acuerdo con la teoría del big
bang y del "universo pulsátil", es posible que el universo de galaxias, en virtud
de la gravitación y de la fuerza centrífuga, puede darse "cuerda" a sí mismo, sin
necesidad de primer motor alguno.
En consecuencia, las dos fuerzas que forman un ciclo, la de la eterna
gravitación universal que condensa en forma centrípeta la materia de todas las
galaxias, y la de repulsión originada por dicha concentración, que expande la
materia, explican tan satisfactoriamente el automatismo del universo que no hay
cabida para la intervención de dios omnipotente alguno.
2a. Vía: Prueba de las causas eficientes del ser, que dice:
a) Comprobamos, al observar las cosas sensibles, que hay un orden entre
las causas eficientes...
b) Pero, lo que no se da y que no es posible, es que una cosa sea la causa
eficiente de sí misma, la cual la supondría anterior a sí misma, cosa imposible.
c) Ahora bien, no es posible, tampoco, que nos remontemos hasta el
infinito en las causas eficientes: pues, entre todas las causas eficientes en
serie, la primera es causa de los Intermediarlos y tos intermediarlos son causa
del ultimo término, cualquiera que sea el número de los intermediarlos, tanto
si son muchos o solamente uno. Por otra parte, si suprimimos la causa,
suprimimos también el efecto. Por lo tanto, si no hay primero en el orden de
las causas eficientes, no habrá ni último ni intermediarios.
Ahora bien, remontarnos hasta el infinito en las causas eficientes sería
suprimir la primera; por consiguiente, no habría ni efecto último, ni causa
eficiente intermediaria, lo cual es evidentemente falso.
d) Por lo tanto, hay que suponer necesariamente una causa eficiente
primera a la cual todos llaman Dios.
Este argumento que parece ser tan firme y seguro a primera vista, palidece
ante la concepción de "causa" y "efecto" que se tiene hoy día.
En primer lugar, debemos abandonar la clásica idea de causa y
178 LADISLAO VADAS
3a. Vía: Prueba por la contingencia de los seres perecederos, que dice con
la ayuda de otros teólogos:
a) Entre las cosas encontramos unas que pueden ser o no ser, a saber, los
seres sujetos a la generación y ala corrupción.
b) Pero resulta imposible que todas estas cosas existan siempre, porque lo
que es posible de no ser, alguna vez no es.
c) Entonces si todas las cosas son posibles de no ser, alguna vez nada
existió. Pero entonces tampoco ahora nada existiría, puesto que lo que no es
sólo empieza a ser por algo que es. Luego, si nada existió, fue imposible que
algo comenzara a ser, y de esta manera no existiría nada, lo cual vemos que es
falso.
d) Luego no todos los seres son posibles, sino que debe existir algún ente
necesario.
e) Pero todo ente necesario, o no posee causa de su necesidad o la tiene en
otro ente.
f) Sin embargo, no es posible remontarse al infinito en la serie de los seres
necesarios que tienen causa de su necesidad, así como tampoco lo es cuando se
trata de las causas eficientes, como se ha demostrado.
g) Luego necesariamente debe existir algún ente necesario por sí mismo,
que no tenga causa de su necesidad, sino que dé su causa de necesidad a los
otros necesarios, al cual todos llamamos Dios.
En primer lugar, para entender hoy día este argumento es necesario saber a
qué llama nada Tomás de Aquino.
Para este teólogo simplemente las cosas o son o no son, y punto.
Hay algo o no hay nada, pero nada en absoluto. No hay procesos,
es decir no existe el átomo, los quarks, lo subyacente dinámico que
interactúa en todo cuerpo, aquello permanente, la sustancia universal
180 LADISLAO VADAS
que ora dibuja un pájaro, ora un esqueleto, ora un árbol, ora una montaña, ora
una estrella.
Para él hay o pájaro o nada; esqueleto o nada; árbol o nada...
Luego dice en el punto a), que las cosas son posibles de ser y posibles de no
ser, e Ignora que se trata tan sólo de formas o estados de algo subyacente, la
materia-energía o más profundamente la sustancia universal.
Luego, según el punto c) cuyo argumento resulta verdaderamente infantil, ya
entonces es posible la nada absoluta, y tampoco ahora existiría nada si no fuese
porque un ser necesario por sí mismo lo hubiese creado todo.
Aquí se evidencia la falacia, es decir el fundamento falso en que se apoya el
sofisma. Si la nada no existe, e incluso el vacío es algo, mal podemos deducir
que el universo surgió de la nada absoluta a partir de la voluntad de un ente
creador todopoderoso y eterno.
Más bien adjuntemos tal eternidad a la propia naturaleza universal que
permanece cuando se modifican las formas y obtendremos la no necesidad de un
ente creador. O en otras palabras, basta reemplazar al dios eterno por la
sustancia universal dinámica eterna que se manifiesta multifacéticamente, para
no tener ya necesidad de ningún creador y obtener así la solución del planteo
tomista.
Si no existen el pájaro, el árbol, la montaña, existen los quarks capaces de
formar todo eso, y si no existe tampoco el quark capaz de componer átomos por
ser quizás tan sólo teórico, subsiste entonces la sustancia universal dinámica y
eterna con capacidad de dibujar formas perentorias como supersoles, galaxias,
estrellas, planetas, hombres, etc., y punto4.
4
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, Primera Parte, Cap. I.
RAZONAMIENTOS ATEOS 181
cualquiera, es causa de todos los casos de este género, como el fuego, caliente
hasta el máximo, es causa del calor de todo lo demás.
f) Por tanto, hay alguna cosa que es para todos los seres causa de ser, de
bondad y de toda perfección. Es lo que llamamos Dios.
El teólogo Tomás de Aquino nos presenta aquí a una especie de dios radia-
do, comparable con nuestro Sol, cuyos rayos se debilitan con la distancia.
Parte de la idea de las gradaciones del ser. Desde lo menos perfecto, lo más
burdo o abyecto hasta lo más excelente.
Esta idea no pinta otra cosa que un dios limitado, cual foco eminente en
cuanto a foco en sí, pero que se debilita y desluce a lo largo de su creación
radicalmente cada vez menos prefecta.
Más grave aun es todo esto para la teología. Ese dios ya no puede
participar en un todo en toda su creación como pretende la propia teología, sino
que su participación es gradualmente descendente, degradada.
Aquí retornamos entonces con estas ideas al dios que trata de abrirse
camino, que se debate en un entorno tumescente que no es él, un ente que está
tratando de dominar un caos sin lograrlo jamás plenamente, que lucha contra
un medio viscoso que se le resiste.
Esto y no otra cosa pueden significar los "grados de perfección" de la
filosofía tomista.
Si su dios está en todas partes e intimamente en todas las cosas
(omnipresencia), entonces vuelvo a reiterar, éste que habitamos debería ser el
mejor de los mundos desprovisto de todo ser abyecto.
Además, ¿por qué semejante dios iba a crear cosas cada vez menos buenas
en grado descendente? ¿Para resaltar él en todo caso como el mejor? ¿Lo
lograría a pesar de deslucirse con una creación poco digna de su naturaleza?
¿Lo conseguiría añadiendo a su limitación como ente ya no todopoderoso otros
defectos como la vanidad y ese apetito desordenado de ser preferido a otros
llamado soberbia? Esto último lo veremos más adelante.
Creo que con esto basta para anular en forma cortante la cuarta vía.
c) Por lo tanto, hay un ser inteligente, por quien todas las cosas naturales
son orientadas hacia su fin, y a este ser lo llamamos Dios.
Desde el vamos advertimos que el punto a) no refleja la realidad pues se
basa en una visión antigua, muy pobre de las cosas, porque hoy podemos
preguntarnos qué finalidad tuvieron millones de formas de vida extinguidas en
la prehistoria; la caída de miles de aerolitos en la superficie de la Luna, de
Mercurio o de Marte; las tempestades de Júpiter; la existencia de las lunas de
Urano, o el planeta que acompaña a la estrella de Barnard, o los eventos de
otras galaxias que depositarán su tenue influencia en la Tierra cuando ésta ya
sea un páramo yermo desprovisto de vida.
Pero es el mecanismo de la evolución de las especies vivientes el que corta
toda idea finalista de la quinta vía tomista. El fin de todo ser viviente es su
supervivencia y todo termina allí.
El hombre tampoco escapa a esta finalidad.
Todo el azar concluye en la posibilidad de sobrevivir.
El azar, cual rayos convergentes desde el entorno semicósmico hacia la vida
en la Tierra sólo posibilita la supervivencia por el bravísimo lapso de tiempo
que ocupa la vida en el universo, desde su nacimiento hasta su total extinción.
Las aleatorias mutaciones genéticas no obran hacia un fin porque el ciento
por ciento de ellas constituyen eventos ciegos que por puro azar pueden
significar alguna ventaja para el mutante. El éxito es casual y constituye una
excepción.
Sin embargo, el "evolucionismo" como posición filosófica (Spencer)
repugna a la teología tomista que defiende la quinta vía, pero es evidente en
nuestros días que la Ciencia Empírica hace caso omiso de las críticas hacia
dicho sistema filosófico, porque se halla apartada 'de toda metafísica y habla de
la evolución de las especies como un hecho demostrado y no como de una teoría
o filosofía.
Sin embargo, desde el ámbito filosófico, la rama de las ciencias naturales
que investiga la evolución de la vida ha recibido andanadas tan ingenuas como
la que sigue:
pudo haber estado ya codificado en una forma inferior que dio origen a los
vertebrados y a los moluscos aunque los ojos de ambas formas sean
considerados como órganos análogos?
Sabemos que embriológicamente, el ojo de los moluscos cefalópodos se
desarrolla en la piel, mientras que el ojo de los vertebrados deriva del encéfalo
(excepto el cristalino que procede de la piel), pero no nos olvidemos que tanto
la piel como el encéfalo con esbozos de ojos se originan a partir del ectodermo.
Luego en ambas formas de vida, moluscos y vertebrados, el ojo deriva del
ectodermo embrionario.
Evidentemente, es aquí la ignorancia del mecanismo evolutivo por parte de
los finalistas lo que ha llevado a afirmar absurdamente que la luz por sí sola
"como causa" podría haber producido el órgano de la visión de un molusco y de
un vertebrado.
Se ignora el ADN, se ignoran las mutaciones genéticas que proceden por
tanteos, se ignora el código genético que puede ya estar apuntado hacia ciertas
manifestaciones como la visión en formas inferiores, se ignoran los fenómenos
de convergencia, se ignora que un 99,9 por ciento de las formas vivientes
aparecidas sobre la faz de nuestro planeta están extinguidas por causa de su
inviabilidad y que la casi nada de éxitos se deben a circunstancias puramente
azarosas. ¿Se adivina en todo esto algún dejo de causas finales?
Todas estas ignorancias hacen exclamar por ejemplo que: "La suprema
sabiduría de Dios le ha hecho elegir las leyes del movimiento más adaptadas y
más convenientes a las razones abstractas o metafísicas... Mas he encontrado
que es preciso recurrir también a las causas finales y que estas leyes no
dependen del principio de necesidad, como las verdades lógicas, aritméticas y
geométricas, sino del principio de conveniencia, es decir de la elección de la
sabiduría de Dios para quienes pueden penetrarla", (según Leibniz, Principes
de la nature et de la grace, n.II).
Este, aunque mal le pese a Leibniz, es un razonamiento antiteológico a
despecho de haber sido esgrimido a favor de la teología , porque si analizamos
en profundidad, hallamos la paradoja teológica de que ese dios "que elige leyes
las más apropiadas", está fuera del marco de las posibilidades.
En este caso él no es "las posibilidades", sino que éstas se hallan por
encima de él, y las mejores, las más perfectas lo uncen, lo compelen a elegirlas
porque son las mejores. ¿Han pensado los teólogos acerca de estas
factibilidades que se colocan por encima de su dios?
Según ellos nada puede estar por encima de su deidad. Tomás de Aquino
dice por ejemplo en su Suma contra los gentiles (Libro I, cap. LXXXVII) que:
"Nada puede ser causa de la voluntad divina".
184 LADISLAO VADAS
5
Para disipar aun posibles dudas véase el capítulo II de la Primera Parte del Libro II
titulado: "Las pruebas de la evolución de las especies contra el fixismo creacionista",
página 42 y siguientes.
Capítulo V
Contradicciones en la aceptación
de un dios máximamente perfecto
frente a las imperfecciones
de su supuesta creación
Uno de los clásicos atributos del dios ideado por los teólogos es la absoluta
perfección.
Dios es máximamente perfecto, se dice, pero ¿frente a qué?
Frente a lo imperfecto por supuesto, pero ¿qué es lo imperfecto?
No vamos a tomar aquí los conceptos aristotélicos de potencia y acto que
esgrimen los teólogos tomistas, porque no se ajustan a la realidad. No es que la
perfección se pueda medir por el acto y la imperfección por la potencia al punto
de llegar a afirmar que "una cosa es tanto más perfecta cuanto más en acto es".
Esto carece de sentido para la realidad dinámica de la naturaleza universal
señalada más atrás al rebatir la primera vía tomista que suponía un primer
motor inmóvil.
Vayamos entonces al siguiente razonamiento.
Si todo lo existente separado de ese dios es su propia creación, ¿de dónde
surge entonces lo defectuoso, lo tosco, lo anormal, lo grosero? ¿Debe ser
considerado todo esto como una parte del mundo inacabada, incompleta?
¿La creación entonces se hallaría inconclusa?
Desde dos enfoques son cuestionables las cosas aquí.
Esta vanagloria de que adolecería semejante ser, atenta por partida doble
contra la teología.
Primero, no es posible que se tratara de un ser máximamente perfecto.
Segundo, su vanagloria también seria infundada al no ser el summum de la
perfección, creyendo serlo.
En todo caso el sentirse de todos modos más perfecto que su creación, le
ensoberbecería.
Mas si hubiese creado un mundo tan perfecto como él. Si sus criaturas
fuesen tan perfectas como él, ello equivaldría a decir a sus criaturas en el acto
de la creación: "¡Existid y sed dioses perfectos como yo lo soy!"
¿Tendría sentido un mundo así? ¿Un dios multiplicado en cada una de sus
criaturas?
¡Claro que no, salvo que semejante ente deseara abandonar su soledad!
Pero si todos fuesen como él, si todos fuesen él; no habría diferencia, y ello
equivaldría a ser Uno otra vez. Siempre Uno y solo.
¿Acaso se sentiría menos sola una persona cuya imagen se viera
multiplicada en muchos espejos?
¿Puede ser éste el motivo por el cual este hipotético ente "ha creado" los
grados descendentes de perfección hasta lo más despreciable?
El teólogo debería aceptar esto, es decir, que las cosas imperfectas han sido
creadas, puesto que antes de la creación del mundo, según la teología sólo
existía un dios que era perfecto. Nada había fuera de él, ni siquiera las
imperfecciones porque el mundo aún no estaba hecho.
¿Cómo me pueden explicar esto los teólogos? ¿No se cierra aquí toda
posibilidad de aceptar a un creador absolutamente perfecto?
Alguien podría añadir el argumento de que finalmente tal creador perfecto
existe, porque ante la opción: o crear otros seres tan perfectos como él, (es decir
multiplicarse a sí mismo sin crear nada) o crear gradaciones de perfección,
decidió realizar esto último por ser más lógico que lo primero.
Pero he aquí que este razonamiento acarrea más dificultades, y muy serias
por cierto, que atañen directamente a la supuesta existencia de un ente supremo.
Consisten en caminos que se cierran en un cuarto con paredes corredizas que
aplastan al supuesto creador.
En efecto. Si este ente, como ya vimos, hubiese creado seres perfectos
como él, todos serían absolutamente perfectos como copias exactas de él. Se
trataría del mismo ente multiplicado con absoluta exactitud como la imagen no
invertida en una serie de espejos. Esto seria absurdo.
Ahora bien. Si por otra parte este dios (ya condicionado por lo
conveniente o por el principio de razón suficiente de Leibniz)1 tuvo que optar
por crear un mundo gradual con escalones descendentes, conte-
1
Leibniz, Monadología, 31, 32.
188 LADISLAO VADAS
niendo criaturas inferiores a él para no ser él, entonces nos vemos ante dos
cosas: frente a un dios obligado a realizar una cosa y no otra, y ante una creación
indigna de un ser absoluto, pues ante un mundo plagado de cosas viles y
despreciables no podemos aceptar a un artífice perfecto.
Si por último creó un mundo inferior para resaltar él como el mejor pecando
de soberbia, damos de bruces nuevamente con un ser defectuoso.
Luego el dios creador de los teólogos no puede existir, es un imposible
porque se halla como encerrado en un recinto cuyas paredes se le acercan, lo
aplastan, lo trituran, lo transforman en la nada.
Una pared es la falta de sentido de la creación de réplicas exactas de sí
mismo para estar acompañado de ¿sí mismo?
El otro muro que se le viene encima es la obligatoriedad que se coloca por
encima del hacedor impidiéndole crear un mundo tan perfecto como es él.
La tercera pared es la imposibilidad de la creación de un mundo pleno de
vileza, abyección, bajeza, indigno de un excelso creador.
Finalmente la cuarta representa la vanagloria de que estaría munido este ser
de haber creado un mundo inferior para relucir él.
El resultado es un dios victima de una implosión que lo aniquila. No puede
existir como fruto de semejante razonamiento implosivo.
Algo similar ocurre cuando consideramos el orden y el desorden en el
universo de galaxias.
Según la teología, si su dios estaba solo antes de crear el mundo, ¿existía ya
la posibilidad del desorden? Si existía, entonces ya algo preexistía al mundo
junto con ese dios.
Si no existía esa posibilidad del desorden, tuvo que haberla creado ese
mismo dios, de modo que no creó tan sólo el orden sino también la posibilidad
del desorden. O creó todo en desorden para ordenarlo después permaneciendo
aún el Universo con tendencia hacia el desorden.
¿Cómo se explica esto teológicamente? ¿No hay aquí un tremendo nudo
gordiano?
Si la mente humana ideó gratuitamente un ser máximamente perfecto,
también cayó víctima de sus propias trampas mentales al hilvanar ideas que le
conducen a callejones sin salida.
¿No nos está indicando todo esto la falencia de nuestro mecanismo mental
cuando intentamos idealizar un ser absoluto que se contradice a sí mismo?
En efecto, reiterando, ese ser absoluto opta por crear algo inferior a él,
precisamente para resaltar "El". Pero esa creación no es digna de un ser
absolutamente perfecto por cuanto no cabe aceptarlo como tal.
Por otro motivo se ve condicionado. No puede crear "cualquier mundo" sino
un mundo que va de lo más degradado hasta la perfección suma que falsamente
se atribuye a él.
RAZONAMIENTOS ATEOS 189
También se dice en teología que ese dios no es tan sólo más perfecto que
todos los entes reales, sino también más que todos los posibles. Y aquí viene el
interrogante que empalma con lo ya dicho: ¿entonces la posibilidad limitaría a
ese dios puesto que echó mano tan sólo de los posibles?
Sea como fuere, más digno de ese dios hubiera sido haber creado seres
Inferiores a él para destacarse de ellos, pero más perfectos de lo que son, sin
esa posibilidad de la "caída" al utilizar el "libre albedrío".
La creación del libre albedrío ya seria una imperfección porque permite
optar por lo erróneo.
La posibilidad de lo erróneo de consecuencias funestas, ya es también una
imperfección en la "creación", cosa que no existía antes del acto creativo.
Si el ente creador creó el "libre albedrío" y la posibilidad del error porque
era lo conveniente a pesar de todo, entonces dicho creador estuvo
condicionado, la conveniencia estuvo por encima de él restándole la calidad de
absoluto... y así podemos continuar hasta el infinito.
Capítulo VI
Contradicciones en la aceptación
de un dios máximamente bueno
frente a la maldad
ejemplo "regular bien"; mientras que más allá del sistema solar reinaría sólo el
mal.
¿No es ésta la imagen que crea la idea tomista?
Cuanto más cerca del ser "Perfecto" se encuentre otro ser, más bueno será,
cuanto más alejado, más malo será.
Tomás de Aquino dice en su Suma contra los gentiles (Libro I, cap. LXX):
"... la nobleza o vileza de los seres se mide por su cercanía o distanciamiento de
Dios que es la cumbre de toda nobleza".
Si bien esto se podría tomar en sentido moral, Tomás de Aquino es muy
claro y en el mismo capitulo expresa: "Cuanto más potente es una fuerza activa,
tanto más extiende su acción a objetos remotos..." Y también: "Y de Dios distan
las criaturas más nobles no menos que las últimas criaturas distan de las
supremas".
¿Es correcto este razonamiento?
Podría ser correcto si se tratara de un dios averroísta, spinoziano, hegeliano,
teilhardiano o scheleriano, un dios coincidente con las ideas panteístas
identificado con el mundo, o un espíritu relativo que usa al mundo para
realizarse a sí mismo, una especie de dios que se debate en un universo que se le
opone, o que "ilumina" con su perfección un limitado entorno, sumido en la
noche universal, pero nunca un dios absoluto y omnipresente.
Aquí es donde debemos recalar ahora. En la supuesta omnipresencia
¿Concilia con la idea tomista del límite de bien, o ausencia de bien que es lo
que explica el mal?
Por supuesto que no. Por el contrario, caemos nuevamente en la idea de un
dios limitado. Jamás ubicuo porque hay cosas y hechos a los que no alcanza "su
bondad".
Esa ausencia de bien que Tomás de Aquino identifica con "el mal" no es
una nada. Es algo palpable, real, que nos puede afectar. Es un objeto o un hecho
que nos puede herir, atormentar, aniquilar. El mal no es ausencia, no es una
nada, sino que esa palabra puede identificar un accidente, una enfermedad, un
arrebato de ira homicida, un ataque de locura asesina, una injusticia...
Son objetos o sujetos los que al obrar causan daño. No hay fantasmas o
"entes vacuos", inexistentes, porque no les hayan alcanzado los rayos del bien,
sino cosas palpables, reales, existentes, que obran o estorban, afligen,
atormentan o matan.
No es cierto entonces, como dice Tomás de Aquino, que "el mal no tiene
ninguna naturaleza" (Suma contra los gentiles. Libro III, cap. VII).
Tampoco tiene razón cuando dice que "el bien es la causa del mal", o "que
el mal se funda en algún bien" (ibídem, caps. X y XI).
192 LADISLAO VADAS
Convencido de que el mal no es un ser, dice también que "lo que no existe
no puede ser causa de nada" (ibídem, cap. X). Luego concluye que es el bien la
causa del mal porque sus rayos de bondad no alcanzan a ciertas cosas y hechos.
Luego afirma también que la causa del mal es accidental por parte del
agente, con lo cual confiesa que el agente del bien por excelencia, su dios
creador, causa el mal accidentalmente.
Pero de todo este razonamiento tan sofistico sólo sacamos en conclusión lo
ya señalado: que el dios de Tomás de Aquino es un ente limitado cuyas
emanaciones de bondad no alcanzan el Todo, y que se controvierte aquí el
atributo de ubicuidad otorgado a tal ente. Si se trata de un "Espíritu"
omnipresente, que lo abarca todo, desde el quark hasta la más remota galaxia o
cuasar, entonces no cabría el mal en el universo.
Podemos pasar ahora a otra cuestión. Al enfoque ya utilizado recientemente
tomando en cuenta el "libre albedrío".
Lo habíamos tratado en función del error. Ahora lo relacionaremos con la
posibilidad del mal.
Si antes del acto de la creación no existía nada más que un dios, según
afirman los teólogos, y si ese dios posee absolutamente todos los atributos de la
perfección, entre ellos la bondad absoluta, ¿de dónde nace la posibilidad del
mal? ¿De dónde surge la viabilidad de la bajeza, de la vileza, de los seres
repugnantes, de las criaturas inmundas?
Dejemos de lado lo que la mente humana en su exquisitez toma como feo,
inmundo y repugnante entre la naturaleza, como el aspecto de ciertos animales y
algunos actos. Esto puede ser tan sólo un modo antrópico de ver ciertos aspectos
de la realidad.
Vayamos al mal en si, hacia aquello que nos puede hacer sufrir, que nos
puede mermar injustamente la felicidad lograda con ingentes sacrificios, aquello
que nos puede sumir en la más atroz desesperación y angustia sin causa
justificada.
Pensemos en ese algo solapado, siempre en cierne en nuestra existencia,
algo siniestro, agazapado, que de pronto nos inflige dolor físico o moral sin
justificación alguna, seamos niños sin uso de razón, huérfanos o no, con uso de
razón, adultos o ancianos.
El "libre albedrío", esa oportunidad de elección muy cuestionada por cierto
(y para mí inexistente en términos absolutos) sólo puede explicar un aspecto del
mal. El de la culpabilidad individual.
Ese poder de elegir entre lo bueno y lo malo, cuando se inclina por lo último,
explica para muchos todos los males a los que llaman frutos del pecado.
Pero según hemos visto, ello pretende esclarecer tan solo una
parte del mal en el mundo, el mal justo por causa del pecado. Pero,
¿y los otros males? (La cuestión del mal en general como escollo de
RAZONAMIENTOS ATEOS 193
Contradicciones en la aceptación
de un dios omnipresente frente
a los hechos universales
La teología dice: "dios está en todas las cosas íntimamente"; "dios está en
todos los lugares".
Esto equivale a especificar que este dios está tanto en el núcleo atómico, en
el protón, neutrón, neutrino y en los quarks..., como en las capas electrónicas
que rodean dicho núcleo. Se hallaría tanto en cada fotón, como en todo el
universo de galaxias hasta el más alejado cuasar distante 10.000 o 20.000
millones de años luz de nosotros, puesto que también se lo imagina a este ente
como inmenso, en el sentido de aptitud para existir en todo objeto y lugar. Mas,
como según mi hipótesis (expresada en el capítulo V de la Tercera Parte del
Libro II) el verdadero universo no termina en la última galaxia o en el último
cuasar, sino que se continúa más allá como Macrouniverso, en consecuencia ese
dios puede extenderse hasta el infinito, lo cual concuerda con lo que también
afirma la teología: "dios es infinito" tanto respecto a la duración que se llama
"eternidad" como en su sentido propio que es la no mensurabilidad. Inmensidad
e infinitud se aúnan entonces en el mismo ser.
Pero luego la teología se esfuerza en querer explicar en forma algo oscura
que este dios inmenso, infinito y ubicuo puede estar presente en todo "sin
circunscribirse a nada".
También sus argumentos se tornan confusos cuando dice que tratándose de
un dios incorpóreo, "debemos abandonar la presencialidad dimensiva para
analizar la presencia espiritual (puesto que este dios es un espíritu separado del
mundo, de su creación) o presencia en las obras por modo de causa agente".
También cuando dice que:
1º) "Su presencia puede estar en los seres como objetiva como lo conocido
en el cognoscente y como lo amado en el amante, esto es presencia particular".
2º) "Su presencia puede estar en los seres como efectiva por potencia, por
conocimiento y por esencia, es decir en forma general".
Sin embargo, si analizamos en profundidad el concepto de ubicuidad
y lo confrontamos con las cosas y hechos de este mundo
RAZONAMIENTOS ATEOS 195
Si está también en ellos, ¿cómo una "suma bondad", "el amor absoluto"
puede hallarse penetrado hasta la médula misma del ser maligno o enraizado en
la mismísima injusticia soportándola? ¿Cómo nos lo podemos imaginar
introducido íntimamente, "llenando con su abundancia", en la mente de un
asesino? ¿O en el cerebro de un criminal demente?
¿Cómo podemos representarnos a este ser piadoso, puro amor por sus
criaturas radicalizado en el cerebro de un animal depredador carnicero que hiere
o mata a sus presas sin piedad? Una criatura que si bien no posee maldad porque
mata para sobrevivir no por ello deja de ser pieza clave y activa de un sistema
ecológico injusto.
¿Cómo lo podemos aceptar introducido en un parásito intestinal que vive a
expensas de su huésped enfermándolo; en un virus, bacteria, hongo o
protozoario patógenos que se hallan conduciendo hacia la muerte a vidas útiles;
en una serpiente venenosa que mata a un niño...?
Si todas estas cosas son abominables para la sensibilidad humana ¡con
cuanta más razón deberían serlo para una divinidad suprasensible!
"Dios conoce los seres viles", dice Tomás de Aquino (Suma contra los
gentiles. Libro I, cap. LXX), "porque siendo de un poder infinito en su
conocimiento necesariamente éste se extiende hasta lo más remoto".
Volvemos a preguntar, ¿Cómo un ser así, tan excelso como el imaginado
por los teólogos podría "soportar el mundo" hallándose presente en toda
iniquidad, incluso en la mente de un genocida durante las sangrientas batallas y
en plena masacre?
La ubicuidad atribuida tampoco concuerda con la teología tomista cuando
ésta trata de explicar la existencia del mal por la ausencia del bien, pues como
este dios es el sumo bien parecería ser que no lo abarca todo cediendo al mal
ciertas áreas límites para su accionar. Un mal que existe precisamente como
"privación de bien".
Si nada escapa a este ente y tal como la misma teología lo define en cuanto
se halla en todas partes aparte de encontrarse en todos los seres: "Dios está en
todos los seres por presencia, en cuanto todas las cosas están desnudas y abiertas
a sus ojos"1, creo que nadie se puede explicar cómo soporta el mundo ni cómo
pudo haber creado semejante mundo.
Tampoco se explica cómo estando en presencia en los genes
de todos los seres vivientes de la Tierra, permite la mutación genética aleatoria
que apunta casi siempre hacia el yerro, cuya consecuente
acumulación de errores conduce al fracaso de las especies vivientes,
ni cómo permite que un tumor maligno carcoma lentamente un
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid, Gredos,
1968, pág. 384.
RAZONAMIENTOS ATEOS 197
Contradicciones en la aceptación
de un dios inmutable y eterno
frente al acto de la creación,
y su presencialidad
"Ente", algo que antes jamás había existido: la materia-energía. Ese ser puro
espíritu simple crea el mundo, es decir crea historia, algo que nunca jamás
existió antes en la eternidad de la existencia de ese ente creador.
¿Alguien podría afirmar por ventura que no hubo cambio? ¿Alguien osaría
sostener que en ese ser simple, puro espíritu, no ha ocurrido una novedad?
¿Alguien se atrevería a negar que en la conciencia de ese dios único (puesto
que como espíritu pleno de atributos como los que le otorga la teología hasta la
infinitud, debe» tener conciencia de sí mismo, de que los posee, de lo contrario
no sería nada), no se ha producido una primicia, una mutación en el acto de la
creación?
Joseph Meréchal dice al respecto que el "dios creante" no es el mismo que
"dios no creante" y "el 'cómo' de la actividad divina es para nosotros un
misterio indescifrable", refiriéndose a la siguiente pregunta que le habían
formulado: "¿No hay medio de concebir un cambio sin ninguna pasividad en la
voluntad divina?" Y J. Javaux aclara también al respecto: "Sería necesario no
admitir paso alguno de potencia a acto, ni género alguno de aventura en la
actividad de Dios. Sólo podría tratarse de otra presentación de un conocimiento
ya poseído, que permitiera a Dios seguir la historia de su pueblo y de las
personas que lo integran"1.
Aunque la idea del mundo, tan sólo como idea inmaterializada, haya
coexistido dentro de esa "conciencia" por toda la eternidad anterior al acto de la
creación, aun así y todo es innegable que hubo un cambio consistente en la
materialización de dicha idea.
Este razonamiento trae a colación varias consecuencias graves para la
teología traducidos en interrogantes.
Por ejemplo, ¿qué hacía su dios antes del acto de la creación? ¿Acaso se
pasaba desde siempre, desde la eternidad, rumiando su idea del mundo
destinada a ser plasmada alguna vez en realidad material?
¿Cómo un ser concebido absolutamente inmutable desde siempre y para
siempre puede vérselas de pronto con un mundo donde comienza a existir el
mal y donde aparecen criaturas con "libre albedrío" que jamás existieron antes y
añaden a la inmutabilidad un episodio inédito para ese dios: la alternativa, la
opción por el bien o por el mal por parte de dichas criaturas con libertad
absoluta de pensamiento y acto?
¿Cómo, siendo inmutable, anteriormente a la creación, en la eternidad, no
juzgaba a nadie, y sin embargo cuando aparece el ser con libre arbitrio se halla
de pronto en el papel de Juez que precedentemente jamás había asumido?
Y para agravar las cosas Tomás de Aquino incluye entre los
1
J. Javaux, ¿Dios demostrable?, Barcelona, Herder, 1971, págs. 365, 366.
200 LADISLAO VADAS
2
L. Rudaux y G. de Vaucouleurs, Astronomía, Barcelona, Labor, 1962, pág. 561.
202 LADISLAO VADAS
presente como modo de causa agente. Pero, ¿qué es ser agente? En general, es
quien toma la iniciativa de una acción. Sin embargo, esto no añade nada a la
cuestión de que se trata si abandonamos el antiguo dualismo aristotélico del "ser
en acto" y "ser en potencia", que ya no se sostiene frente a la física actual. Un
dios en acto puro no nos aclara nada, como tampoco nos convence ya la vieja
noción de causa y efecto (según hemos visto en el cap. IV de la Cuarta parte de
este Libro II, donde se rebaten las pruebas tomistas de las cinco vías), por
cuanto debemos rechazar aquella explicación relativa a que la "virtud del agente
debe estar unida inmediatamente al efecto que produce".
Por supuesto que también nos vemos obligados a prescindir de "un primer
motor inmóvil, como primera causa incausada" (según hemos visto también en
el mismo capítulo, en el punto relativo al universo de galaxias que "se puede dar
cuerda a sí mismo").
De modo que a los teólogos sólo les queda como recurso el escudarse tras la
palabra misterio. Un "misterio" apenas concebible para la mente, que al fin es el
resultado de sus propias especulaciones.
Pero... ¿quién "le dijo" a la mente humana que puede existir semejante ente
misterioso? ¿No es más razonable acaso aceptar que tales especulaciones se
reducen a un absurdo mental? ¿No cuadran mejor aquí, ante este confuso
panorama, las ideas panteístas que identifican al propio mundo pero ya eterno,
como un dios, o con las ideas hegelianas, por ejemplo?
Tampoco estas ideas son aceptables como ya hemos visto en otros capítulos
(como el III de la Primera Parte del Libro II), pero no obstante ello, un universo
eterno, increado, sin dios alguno ínsito o separado de la sustancia universal
(materia-energía para la física), concilia mejor con nuestra razón. Un universo
en eterno dinamismo creador de procesos ciegos, aleatorios, casi siempre
truncos, sin sentido alguno, no obstante productor a veces de "chispazos"
locales como nuestra vida y conciencia con significado para sí misma y nada
más, que pronto se diluyen en la nada; un Macrouniverso caótico en cuyos
puntos casi nunca pueden producirse efímeros episodios como la Humanidad
con significado para sí misma mientras existe, pero que a pesar de todo se
produce, todo esto, ¿no resulta más congruente que los inextricables vericuetos
del pensamiento teológico que más que razonamiento semeja un dédalo en
donde la razón se pierde en callejones sin salida? ¿O bifurca mil veces para dar
con nuevos obstáculos que obligan eternamente a buscar nuevas salidas también
siempre infructuosas, y todo encerrado en un círculo vicioso?
El mismo Descartes, quien creyó haber hallado la fórmula ideal con sus tres
sustancias (una sustancia infinita que es un dios, y dos sustancias finitas que no
son "El", a saber el espíritu y la materia), conduce al "materialismo" y al
ateísmo.
RAZONAMIENTOS ATEOS 203
Contradicciones en la aceptación de
un dios que posee "ciencia de visión",
frente al libre albedrío
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid,
Gredos, 1968, pág. 420.
2
Ibídem, pág. 351.
RAZONAMIENTOS ATEOS 205
origina al afirmar que el dios creador también conoce los futuros contingentes,
es decir, aquello que puede o no suceder.
Con respecto al conocimiento de las cosas pasadas y futuras, Ángel
González Alvarez es categórico al decir: "Se concluye, pues, que Dios conoce
todas las cosas que son, que fueron y que serán; todo lo que acontece, aconteció
y acontecerá en el universo; todo lo que los seres hacen, han hecho y harán;
todo lo que los hombres piensan, han pensado y pensarán, y todo lo que
quieren, han querido y querrán; todo lo que hubieran pensado, querido y hecho
si hubiesen podido, es decir, si hubiesen estado en las innúmeras circunstancias
posibles"3.
Todo se complica aun más si incluimos en los futuros contingentes al libre
albedrío.
Dice Grison al respecto: "Hay contingencia en la naturaleza: el sembrador
puede conjeturar que el grano de trigo se convertirá en espiga; sin embargo, un
obstáculo fortuito puede impedir la germinación. De este modo la contingencia
aparece también en el libre albedrío: el acto libre no está determinado en modo
alguno por las circunstancias que lo explican o los móviles que intervienen en
él. En estos casos, conocer la causa, no es jamás conocer con certeza el efecto
que de ella procederá. Pero Dios no conoce los efectos en sus causas, los ve
como actuales, con una sola mirada que domina todos los tiempos"4.
Ahora bien. Si este dios conocía desde siempre, aun antes de crear el
mundo, todo el futuro hasta la infinitud, si sabia desde siempre que se iban a
producir la primera y segunda guerras mundiales, el empleo de la energía
nuclear para la destrucción de poblaciones humanas y cada destino de cada uno
de los millones y millones de seres humanos que existieron, existen y existirán
en la Tierra, ¿para qué creó el mundo y la Humanidad entonces? Esto es lo
mismo que si un desvelado artista del dibujo planea en su mente durante la
noche una historia completa desde el principio hasta el final, para luego, al día
siguiente, dibujarla en el papel en tiras sin omitir ni añadir ningún detalle de lo
concebido in mente.
Para un artista así, todos los personajes de su historieta poseen ya de
antemano su destino señalado. Cada personaje cumplirá allí un papel
predeterminado, ningún otro rol ni acción añadidos sobre la marcha de su obra.
El artista ya conoce tanto el principio, como el desarrollo y el
final por haber imaginado, pensado y repensado toda la trama. La
obra tendrá entonces valor como trama, como historieta, sólo para los lectores a
quienes ha sido destinada. Para el artista, la única novedad que se añade
3
Ibídem, pág. 419.
4
Michel Grison, Teología natural o teodicea, Barcelona, Herder, 1968, págs. 178
y 179. (La bastardilla es mía.)
206 LADISLAO VADAS
1
Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles. Libro I, cap. LX.
2
Ibídem, cap. C.
RAZONAMIENTOS ATEOS 209
todos esos polos opuestos a sus propios atributos de divinidad excelsa, creó
también la posibilidad de libre albedrío para sus criaturas de modo que éstas
pudieran elegir entre parecerse a "El" o identificarse con lo vil del mundo,
igualmente nos queda la irrefragable sensación de que semejante ente no puede
producir la posibilidad de la vileza en el mundo so pena de perder sus propias
virtudes de perfección.
O las cosas viles se hallan fuera de "El", o "El" es imperfecto aun tildado de
bondadoso, justo, veraz, piadoso, etc. , porque si "El" es todo eso, lo es frente a
lo que "El" no es, pero lo que "El" no es, ¿de dónde surgió?¿Preexistió al
mundo, coexistió con "El" o fue creado con el mundo?
Aquí desembocamos en dos temas cruciales para la teología que vamos a
tratar a continuación. Estos son el libre albedrío y el mal.
Capítulo XI
1
Michel Grison, Teología natural o teodicea, Barcelona, Herder, 1968 pág. 202.
2
M. Schmaus, Teología dogmática, Madrid, L. García Ortega y R. Drudis
Baldrich, 1960, págs. 155 y sigs. (La bastardilla es mía)
RAZONAMIENTOS ATEOS 211
algo así: "...a Dios se debe que sea, y a la voluntad (humana) el que sea tal: y
como no puede ser tal sin que sea, ni Dios ni la voluntad pueden obrar
separadamente ni aun bajo el aspecto que a cada cual le es propio".
Lo cual equivale a decir que su dios da la señal de partida: ¡Sea!
Luego...que sea lo que fuere (que sea tal), un acto sublime o una acción
criminal.
Finalmente Ángel González Alvarez en su Tratado de metafísica-Teología
natural (Madrid, Gredos, 1968, pág. 518) concluye: "Sobre el modo concreto
de la conciliación entre la moción divina y la libertad humana poco podemos
agregar... Es demasiado densa la zona de misteriosidad que envuelve este
asunto".
Presciencia, previsión y concurso divinos son cuestiones que entre otras
conducen a la teología hacia atolladeros muy difíciles de salvar. Es la misma
mente humana la que con sus propias lucubraciones arriba a callejones sin
salida a los que denomina luego humildemente misterios.
¿Fracaso de la mayéutica socrática? La metafísica se halla salpicada de
aporías, y su pretensión de sacar a luz los supuestos conocimientos encerrados
en la pura razón asequibles a prior!, fracasa a menudo y a lo largo de la historia,
ya que, si Sócrates hubiese tenido razón, tiempo ha todos coincidiríamos en una
sola verdad. En la página 37, Sócrates parecía tener razón.3 Ahora no. Esto nos
hace sospechar que toda la base especulativa de la teodicea puede estar mal
asentada.
Si coincidiendo con Kant, es imposible demostrar la existencia de un dios
mediante la experiencia. Si es imposible aceptarlo tomando como prueba de su
existencia su supuesta obra: el universo, que ha dejado de ser un dechado de
perfección al destruirse el mítico modelo antiguo cuando se hablaba de la
pureza, perfección, inmutabilidad, orden y eternidad de los astros entre los que
se entreveía un dios. Si tampoco la naturaleza de la Tierra tan llena de errores,
accidentes, crueldades, sufrimientos e injusticias, como hemos visto, sirven
para persuadirnos de la existencia de algún perfecto hacedor. Si por último, las
especulaciones metafísicas tampoco satisfacen. Entonces nos vemos
compulsados a rechazar a dicho ente como viable.
3
Véase supra, Libro I, Segunda Parte, cap. II.
Capítulo XII
¿Qué clase de Juego sería éste que consistiera en lanzar al mundo a seres
inocentes para que tengan la oportunidad de contaminarse de iniquidad?
Si nacemos inocentes, ¿por qué no permanecer así hasta la muerte? ¿No
viviríamos en un mundo harto mejor?
¿Por qué crear dos polos para valorar un mérito? ¿Por qué tiene que existir
el demérito? ¿No suena esto como demasiado antropomórfico? ¿No se parece a
las justas deportivas que inventa el hombre para entretenerse? ¿A las carreras
con obstáculos para llegar meritoriamente a una meta?
¿Por qué la prueba? ¿Para qué exponer a seres nacidos inocentes al
216 LADISLAO VADAS
ser superior exacto hablaría a las claras a favor de este último. Pero la realidad
es burda y todo sucede a la deriva azarosa.
El libre albedrío no es una necesidad en cuanto opción para el bien o el
mal. Ya vimos que no existe, pero aunque existiera, su necesidad o su razón de
ser sería muy discutible como autodeterminación o autocausalidad frente a una
deidad absoluta que ofrece a la criatura la tentación del mal o la permite.
Con menos razón se sostiene su indefectibilidad cuando se le pretende
atribuir el carácter de absoluto, puesto que la libertad se halla condicionada por
las posibilidades.
Sin embargo, aun dejando de lado estos motivos que la invalidan y
suponiendo su existencia tal como la aceptan en sus términos absolutos los que
en ella creen, ¿se constituye acaso en argumento con suficiente peso para
descartar otras posibilidades?
Puedo elegir mil cosas buenas entre millones de cosas buenas.
Lo reprochable es que la elección se realice entre lo bueno y lo malo.
Es la posibilidad de lo malo inventada, lo inaceptable. Lo innecesario es ese
"ofrecer" a la criatura con el fin de probarla, el "fruto del bien y el fruto del
mal" para que elija, para conocer si su naturaleza es buena o mala según su
inclinación.
Desde ya que si resulta ser absolutamente mala, no valdría siquiera la pena
de lanzarla a la existencia.
Si es mala pero puede arrepentirse y ser luego buena, entonces se justifica
ofrecerle la oportunidad. Esto marcharía bien. Se Justificaría en el caso de que
la deidad creadora no supiera el resultado.
Al no conocer el desenlace, la elección del fruto bueno o del fruto malo la
intriga ante lo desconocido. Justificaría la libertad absoluta, porque sólo
después de la elección vendría el premio o el castigo. Pero resulta que tal como
lo hemos visto en el capitulo IX, la deidad de marras posee "ciencia de visión",
es decir que conoce todo lo que va a suceder, de modo que toda decisión
humana carece de valor absoluto porque está ya contenida en el conocimiento
de un ser absoluto aceptado como tal por los teólogos.
A todas luces la existencia de lo malo se constituye en una falla del sistema
del mundo, y si esta aberración fue ideada o mejor dicho estaba contenida como
idea eterna en un ser eterno, ello quita existencia a dicho ser eterno como
perfecto.
La libertad es cara a todo ser humano. Es sagrada para la Humanidad y
sobre todo valorada cuando se la pierde. Este y no otro es el motivo de la
idealización del libre albedrío cuya existencia se da por sentado, se acepta de
suyo.
Mas si analizamos y profundizamos en su significado y vamos hasta
el fondo mismo de la cuestión, hallamos que su existencia no es
218 LADISLAO VADAS
necesaria en cuanto aplicada a la posibilidad de elección del mal (con esa idea
no se añade perfección al ser) ni es tampoco posible.
Toda esta critica del libre albedrío no va a favor de la teología, la que en
ciertas circunstancias, como la confrontación con el concurso divino por
ejemplo, no sabe qué hacer con él. Por el contrario, mina de tal forma las
mismas bases teológicas que todo el edificio deífico se derrumba
irremisiblemente.
El dios de los teólogos se convierte en una especie de titiritero o artista
creador de historietas, cuyo desarrollo y final "El" ya conoce, para componer así
la gran comedia conocida como la historia de la humanidad, programada,
predeterminada, fruto secuencial de un determinismo fatal latente desde toda la
eternidad, cuyo desenlace y final por lógica también han sido previstos por ese
imaginado ente creador viviente en un eterno presente, para quien pasado y
futuro carecen de sentido.
Y por ende también carece de él todo accidente, toda novedad, todo lo
incierto que puede advernir a continuación del acto de un supuesto libre albedrío
que en realidad no existe y ésta no existencia lo anula todo, incluso a esa
presunta divinidad.
Capítulo XIII
El ser finito (el hombre, por ejemplo) como causa produce accidentalmente
privaciones que se revelan en sus efectos defectuosos.
Así también la divinidad como primera causa productora de todo ser finito
parece "olvidar" u "omitir" alguna perfección, y en ello consiste el mal físico.
¿Es convincente esta explicación? Yo creo que no, porque el "ente finito" es
falible; en cambio el susodicho ente infinito posee el atributo de la infalibilidad.
Si existiera, jamás podría privar accidentalmente de perfección alguna a sus
obras.
También se ensaya otra explicación. Se dice que el mal físico se justifica
como secuela de la limitación de la criatura. Esta limitación es lo que "hace
resplandecer mejor el orden universal".
"Dios crea un cosmos y no un caos, un universo ordenado y no un mundo
sin medida. Pero el orden implica jerarquía y subordinación de lo inferior a lo
superior"1.
¿Es convincente este argumento?
Creo que no porque aun así, de todos modos no se salva dicha deidad de
haber creado lo Jerárquicamente más bajo, vil, es decir, el mal para que
"resplandezca el bien".
Luego desesperadamente y ya sin fuerzas se añade que: "Vivimos en un
mundo donde la muerte de unos seres sirve a la vida de otros, y donde la parte
está al servicio del todo. El mal del individuo es asumido en el bien del
conjunto, como el dolor de una parte sirve a la totalidad"2.
No veo cómo el sufrimiento hasta límites terroríficos puede justificarse para
el bien de la totalidad. ¿No bastaría un susto, un dolor soportable para
aleccionar al individuo en la vida?
Y los seres que sufren horrores y mueren en las guerras, lejos de sus
familiares, ¿a quién benefician? ¿Sirven para que otros puedan vivir?
Puede que sí y puede que no. Todo es relativo.
Los ancianos desprotegidos ya sin familiares que agonizan durante largos
meses o penan durante años; ¿hacen más feliz al conjunto de la Humanidad?
También añade la teología como para dar punto final al problema del mal
físico: "El dolor, el mal y hasta la muerte misma pueden ser la condición de una
existencia superior para la misma criatura. Cuando se trata del hombre parece
indudable que el centro de gravitación de la vida, distendida entre el pasado, el
presente y el futuro, se encuentra precisamente en este último, más allá
inclusive de la muerte. Sólo a esta luz podemos valorar rectamente la vivencia
de los males presentes y el recuerdo de los de lores pretéritos"3.
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica - Teología natural, Madrid,
Credos, 1968, pág. 521.
2
Ibídem.
3
Ibídem.
RAZONAMIENTOS ATEOS 221
4
Antonio Pacios López, El amor, Barcelona, J. Janés, Editor, 1952, pág. 626.
222 LADISLAO VADAS
admiración, diciendo: Todo cuanto existe, existe por Dios", cómo es posible
repito, que haya existido también desde la eternidad la idea "del mal en el
mundo" a ser creado?
"...Luego necesariamente todo lo que no es Dios ha de reducirse a él como a
la causa de su existencia [...] Por consiguiente nada puede existir sino
dependiente de Dios". "Las cosas imperfectas tienen su origen en las perfectas...
Y Dios es el ser sumo y perfectísimo" (Suma contra los gentiles. Libro II, cap.
XV).
Ante esta tremenda antinomia demoledora del dios de la teodicea, no existe
otro recurso que claudicar y declarar abiertamente que ningún dios de esta
naturaleza puede existir.
Para colmo de males, para la teología aquí se añade otro mayúsculo
problema creado por ella misma: la unicidad de su dios al decir, "dios es
único".
Si por otra parte nos atenemos al otro aspecto del mal, en cuanto éste sería
permitido por el supuesto ser divino absoluto, entonces no cabe más que
adherirse a la herética posición de la existencia de dos principios eternos, el
bien y el mal coexistiendo desde siempre. Ormuz y Ahrimán en eterno conflicto
en medio de quienes habría que situar a la zarandeada Humanidad cuyos
individuos deben "elegir" en virtud de su "libre albedrío".
Ya hemos explicando que el "libre albedrío" es una falsa ilusión, como un
espejismo que reconforta al viajero de la vida que es el hombre, haciéndole
sentirse independiente de su entorno que le da el ser y determina su voluntad.
En cuanto a la paridad de dos fuerzas potencialmente equiparadas que
coexisten conflictivamente desde la eternidad, es un concepto maniqueo
(relativo a la secta de Maniqueo o Manes) que es considerado herético por la
teología clásica, por cuanto ya no estaríamos en presencia del dios único o tan
sólo acompañado de si mismo por su ideas anudadas en un presente eterno.
Se tratarla en todo caso de un dios concebido por el dualismo ya
mencionado como uno de los dos primeros principios: el Sumo Bien causa de
todas las cosas buenas, frente al Sumo Mal principio de todos los males. O en
todo caso de un dios supremo y de varios dioses inferiores no creados, pero
subordinados, con libre albedrío y por ende con capacidad de rebelarse como lo
propone el henoteísmo.
Estas últimas posiciones sin embargo concuerdan mucho mejor con nuestra
lógica de terráqueos que la de la teodicea que refuto. Alejan toda antinomia,
superan el problema de la unicidad y se evaden de toda sinrazón en que cae la
posición teológica clásica y unánimemente aceptada del dios único,
solitario al principio pero acompañado siempre de sus ideas del
mundo por venir, con sus males y horrores incluidos, quien de pronto
crea de la nada lo preconcebido desde toda la eternidad
226 LADISLAO VADAS
1
Ángel González Alvarez, Tratado de metafísica-Teología natural, Madrid,
Gredos, 1968, pág. 523. (La bastardilla es mía.)
Capítulo XV
Para terminar con ésta última parte de este libro podemos realizar un
sucinto repaso, con algunos agregados, de las aportas, antinomias y absurdos en
que incurre la metafísica en cuestiones teológicas.
En primer lugar se habla de un dios omnipotente que se encuentra en cada
objeto y lugar, y que posee plena conciencia absoluta de todo lo que ocurre en
el universo, desde el más lejano cuásar hasta el núcleo de todo átomo.
Pero al mismo tiempo que se le añaden los atributos de la bondad y de la
misericordia, se entiende que se halla también presente en todo ser maligno o
que sin serlo puede causar terrible daño por error o por supervivencia, es decir
en un demente criminal, en una serpiente ponzoñosa, en el tigre, en el leopardo,
en el león, en el jaguar, quienes con asombrosa insensibilidad cobran sus
inocentes victimas. Lo tenemos ahí, en el mundo, presenciando sin condolerse
los desastres de la naturaleza, hallándose en todo objeto o fenómeno capaz de
causar accidentes como una roca por derrumbarse, un alud, un rayo, un huracán,
etc. Así como también asiste conscientemente a tristes cuadros como
hambrunas, pestes y cataclismos que diezman a niños inocentes y adultos
justos, sin intervención alguna por su parte.
Luego se dice también que ese dios no tan sólo es un "convidado de piedra"
(según se desprende del razonamiento metafísico) que asiste a la escena de su
mundo, sino que es nada menos que causa de todas las cosas sin poder
resolverse la aporía que se presenta al confrontar este atributo de causalidad
universal con el mal en el mundo.
Las cosas se complican aun más cuando se dice que posee ciencia de visión,
esto es que conoce todo el pasado y el futuro enlazados en un eterno presente.
Luego, para enredarlo todo aun más, se le atribuye el acto de la creación del
mundo al mismo tiempo que se le añade la inmutabilidad, y se genera así un
conflicto entre las ideas de inmutabilidad y creación (cambio novedoso).
Para tratar de arreglarlo se explica que ese dios poseía la idea del mundo
con toda su historia con antelación, desde siempre, y que no hizo
228 LADISLAO VADAS
más que plasmar dicha idea en la creación. Pero se deja dé lado un problema
mayúsculo. Si ese ser poseía desde la eternidad pretérita la idea del mundo a ser
creado y de todo lo que iba a acontecer en él, también entraba en ella "el mal en
el mundo", por cuanto este ente se transforma en el creador del mal cuando se
había dicho que era absolutamente bueno.
Avanzando aun más se entreveran sobremanera las cosas. Cuando la teología
añade a todo esto la existencia del libre albedrío en las criaturas como el
hombre, no tiene en cuenta que antes había afirmado la presciencia y previsión
del supuesto creador de todo.
Si este creador conocía desde toda la eternidad el mundo y todo lo que iba a
ocurrir en él fatalmente, aun las decisiones "libres" de cada individuo humano, y
aun quién se iba a salvar y quién a condenar (en el terreno dogmático), ¿para
qué creó el mundo? Además, ¿este detalle no anula acaso la validez de las
decisiones humanas al quitarles originalidad?
También resulta absurdo el hecho de que semejante ser excelente haya
creado un mundo a sabiendas de que sus criaturas "libres" le iban a ser ingratas,
para apiadarse luego de ellas como si no las hubiese conocido antes de crearlas.
Es como si un niño moldeara figurillas de arcilla poniendo al vuelo su
imaginación para transformarse en un dios de sus personajes de ficción que
"actuarán" Púdicamente por supuesto) de acuerdo con las directivas que la
mente del niño les imponga, aun sobreañadiéndoles un ficticio libre albedrío.
Es como si tal niño atribuyera maldad, ingratitud y ofensa a alguna de sus
criaturas para con él, irritándose primero para condolerse de ellas después, y
hacer que se arrepientan de su actitud, todo recluido en su imaginación.
Así también ese dios actuaría con su creación mundanal.
Luego todavía se afirma que este dios es único, que no existe ninguna otra
potencia par que le pueda hacer frente, pero se acepta un principio maligno que
"le hace la vida imposible" al creador del "libre albedrío".
Este ente entonces crea la posibilidad del mal, luego el mal entra en acción y
complica el mundo del hombre y su propio mundo creado cuyas cosas viles son
despreciadas como pertenecientes a "lo mundano", como si lo mundanal no
hubiese emanado de su propia naturaleza.
Es decir, crea su mundo preconcebido a sabiendas de cómo iba a ser, y luego
desprecia su propia creación, la menoscaba, desdeña las cosas viles como si se
hubiese equivocado siendo paradójicamente infalible, pero el absurdo mayor es
que precisamente desdeña las cosas viles que ya se hallaban en su "mente" desde
toda la eternidad como proyectos.
Y como se trata de un ser único, al fin y al cabo "El" es el autor de todo lo
que no es "El" y se nos representa como un círculo vicioso o (aunque el ejemplo
sea burdo) como "una serpiente que se revuelve en su propio veneno".
También se dice que es un ser perfectísimo pero que crea un mundo
RAZONAMIENTOS ATEOS 229
Jerárquico que va desde la suma perfección que es "El" hasta lo más bajo y vil
que se pueda pensar, ¿para relucir él como lo mejor? Si así es. ello le resta
perfección y lo transforma en un ser henchido de vanagloria.
Aparte se presenta como un ser envanecido que exige adoración por parte
de sus criaturas, y no sólo reclama veneración sino también súplicas.
Este engreimiento le resta aun más perfección al quitarle humildad y
transformarlo en un ente munido de soberbia con un fuerte apetito de ser
preferido a todo lo que no sea "El", capaz de realizar favores siempre y cuando
sus criaturas se rebajen ante él.
En lugar de realizar una obra digna de un artista absoluto, crea un mundo
degradado que contiene criaturas imperfectas, luego lo menoscaba todo.
Pero he aquí lo curioso, ¡no pudo hacer otra cosa!, puesto que si hubiese
creado seres absolutamente perfectos como él, entonces serian él mismo, como
sus propias imágenes espejadas, no habría otras cosas sino su propia naturaleza
multiplicada. Luego se vio obligado a crear un mundo de gradaciones hasta lo
más inferior. Pero un ser absolutamente excelso no puede crear lo vil porque
seria indigno de él, pero tampoco puede ser obligado a hacer una cosa y no otra
porque nada puede haber por encima de él ya que es el summum. Luego, tal
ente que a pesar de estar por encima de todo se vio compelido ante lo
inconveniente y esto se colocó paradójicamente por encima de él, es un
imposible, no puede existir como lo ha idealizado la teodicea.
¡No es ni la sombra de ese dios!
Pero es ese propio especular metafísico el que ha creado un ser imposible.
Es la misma mente humana la que en su afán de idear el ser más perfecto
posible ha creado al ente más imposible.
El dios de los teólogos no existe entonces, porque es absolutamente
imposible.
Libro III
Meditaciones metafísicas y
el futuro de la Humanidad
Capítulo I
La bienaventuranza lograda,
¿y después qué?
1
R. deja Grasserie, Psicología de las religiones, México, Ediciones Pavlov, pág.
25a s/f.
RAZONAMIENTOS ATEOS 235
se hiciera fácil, llano y directo hacia toda meta, o no hubiera nada que hacer en
el mundo, entonces la existencia no tendría sabor a nada.
Si bien de ningún modo se Justifica el sufrimiento hasta más allá del límite
de lo soportable y la injusticia más indignante de lo cual está plagado nuestro
mundo, cualquier proyecto de mundo modelo o del mejor de los mundos por
parte de algún ser inteligente y capaz, éste debería incluir el obstáculo en el
curso de las existencias conscientes para otorgar gusto a la vida mediante el
estimulo de pequeños o grandes éxitos.
Cuanto más importante sea el escollo salvado, más grande será el sabor del
éxito. Si no hay aliciente, si no hay nada que hacer, si no existen perspectivas
de éxito a ser alcanzado, se frena toda iniciativa y se anula la razón de ser.
El éxtasis infinito, la parálisis existencial por toda la eternidad equivale a
una nada, por más arrobadora que fuere la perenne contemplación. El hastío y
la nada son lo mismo. Sólo el hacer cosas, realizar algo que se tiene in mente da
razón a toda existencia consciente.
El paraíso paralizante es problemático. Sólo pensado y "dejado así" puede
quedar como una sabrosa perspectiva para quien desea tener vida eterna o para
quien no halla paz en la Tierra — la mayoría de la humanidad— . Sólo cerrando
los ojos al ¿y después qué? puede ser subyugante esta idea, porque analizada a
la luz de las razones existenciales de todo ser inteligente consciente resulta
enigmática.
En todo caso la Walhalla y el Paraíso de Mahoma serian "lugares" más
halagadores, aunque se trate de una felicidad egoísta porque resulta de la
satisfacción de gustos adquiridos en la Tierra. Sin embargo, si a esta clase de
felicidad añadimos la eternidad, ¿no se caerla Igualmente en el enervante
hastío?
Jocosamente y en sentido figurado —y aunque no coincida con la
teodicea— hasta podríamos presumir que el mismo dios de los teólogos,
hastiado de sentirse solo desde la infinitud pretérita, decidió una vez crearse un
mundo para complicarse la existencia y obtener emociones al lanzarse a la tarea
de corregir entuertos y juzgar los desatinos instigados por un "ángel malo" y
ejecutados por los hombres, y darse de este modo a sí mismo motivos
existenciales.
Capítulo II
temido ente bautizado "príncipe de las tinieblas" para no realizar más que
siniestras y abyectas "travesuras" al sembrar el odio, la destrucción, el dolor y la
muerte por todo el orbe?
Analicemos este caso relativo a un ser espiritual de Jerarquía muy superior al
hombre, pero creado por el dios de los teólogos, y por ende de Jerarquía inferior
a éste, pero caído en estado demencial.
¿Una criatura del dios "perfectísimo de los teólogos" que realiza el mal por
el mal mismo y tan sólo para satisfacer su naturaleza enferma y pervertida
comparable a aquellos humanos sádicos?
Tampoco puede existir un demonio demente creado porque entonces su dios
todopoderoso y creador — para quien nada es imposible— por pura ética y por
simple lógica se vería obligado, si no a destruir de un plumazo a semejante
sujeto que ha perdido el juicio y siembra el odio, la destrucción, el dolor y la
muerte, al menos subyugarlo para que dejara en paz a la Humanidad. Porque ...
que el dios de los teólogos respete el libre albedrío de un cuerdo es una cosa
aceptable, pero que "respete" el libre albedrío de un criminal genético o de un
delincuente impulsado por el efecto de las drogas, o de un "ángel demente"
caído en la iniquidad, esto ya es muy grave.
Más aún. Para un dios como el que describe la teología, bastaría que una de
sus criaturas con poderes presentara sólo algún defecto moral — sin necesidad
de llegar a ser un demente— para que en virtud de su condición de justiciero
interviniera con su poder anulando su accionar. Bastaría con que se tratara de un
ente exacerbadamente ambicioso que se propusiera arruinar la obra de su
excelso creador abusándose de su libre albedrío y de la debilidad humana ante la
tentación, para que se constituyera en argumento más fuerte que el incondicional
respeto del libre albedrío de toda criatura. Además, si el motivo de su libertad
fuese la espera de un arrepentimiento, entonces se trataría de una aberración sin
nombre por parte de la deidad esperanzada. Sería comparable al genocida que
masacra a media humanidad para luego arrepentirse hasta la muerte y merecer el
mismo premio que el justo.
Por lógica todo debe tener un límite, también el accionar de supuestas
criaturas "a prueba". ¿Un Hitler arrepentido hasta la muerte, mereciendo el
paraíso?
Creo que el límite debe existir exigiblemente.
El exceso de maldades cometidas ya sería suficiente argumento para
injustificar un ilimitado respeto del libre albedrío.
Eso debería ser razón suficiente para neutralizar toda acción de semejante
estorbo en el mundo. Razón suficiente que no le quitaría el carácter de summum
(argumento contra Leibniz), sino que le añadiría perfección.
Conozco que en el terreno dogmático existe la esperanza de que esto ocurra
alguna vez, cuando el dios bueno venga en gloria después de haber
240 LADISLAO VADAS
"precipitado a los abismos" al sujeto maligno, pero ... ¿y mientras tanto qué? ¿Se
justificaría tanto padecimiento inútil por causa de un ser pervertido destinado a
sucumbir indefectiblemente o a ser frustrado en sus ambiciones, y todo por
injustificado "respeto" a su libre albedrío? ¿O se trata de una falta de poder pleno
para dominarlo ya en la actualidad o para haberlo subyugado aun antes que
entrara en su demencial acción?
Además, todo esto contradice el atributo de la inmutabilidad otorgado por la
teología a su dios, según el cual a éste nada puede sucederle, ni siquiera un
contratiempo obrado por el supuesto "ángel malo". Ningún ser puede hacerle "la
vida imposible" al dios de la teología. Este no puede entonces luchar contra el
mal y triunfar alguna vez, y aquí es donde resalta lo absurdo que es todo esto.
Por ello no pueden existir ni el uno ni el otro. La criatura maligna no puede
tener existencia como creada por un ser perfectísimo, ni éste puede tampoco
existir como tal de hallarse libre semejante engendro compelido hacia el mal por
una naturaleza fallida.
Desde el punto de vista puramente ético, no pueden existir como
absolutamente éticos ni el uno ni el otro.
¿Qué nos queda entonces? ¿No estarán equivocados aquellos que consideran
al maligno como inferior a un dios supremo? ¿Quizás se trate de un engendro
fallido del cosmos o del anticosmos originado por sí solo, es decir no creado por
ningún dios supremo? ¿Un ser patológico, un espíritu superior demente
equiparado en poderes al dios bueno de la teología?
¿Un orate cósmico que hace la vida imposible al hombre y que provoca
incomodidades al dios bueno?
¿Un ente, especie de dios poderoso desequilibrado generado en el misterio,
proveniente de las tinieblas? ¿Un engendro anticósmico cuya locura lo impele a
obrar destructivamente tan sólo por placer morboso?
¿Un Ahrimán demente pero poderoso nacido de la noche anticósmica que
existe tan sólo para destruir la obra de un Ormuz, también poderoso hijo de la
luz?
¿Tendría sentido esta conflictiva situación entre dos potencias perennes,
morbosa la una y sensata la otra, con sus poderes equilibrados?
¿O se trataría de una potencia maligna en su sano juicio, increada, ambiciosa
al grado sumo, en perenne contienda con su par sólo por envidia esperando
algún triunfo final para adueñarse totalmente del mundo sin importarle la
criatura humana?
Si bien esta cosmovisión extraída del mito mazdeísta de Zarathustra concilla
mejor con nuestra lógica, de igual manera, sea como fuere, con esa especie de
Ormuz estamos muy alejados del dios de la teodicea, de aquel dios omnímodo,
omnipotente y único que no admite absolutamente nada que se le equipare, tal
como ya lo hemos visto en el capítulo XIV (Cuarta Parte, Libro II).
Capítulo III
Argumentos de rechazo de un
mundo poblado de seres
espirituales
clarividencia, la telepatía y todo lo que hace al dominio del mundo por medio de
poderes supranaturales.
Finalmente, para rematarlo todo habría que destruir todos los libros de
ciencia por contener tan sólo experiencias relativas a una versión del mundo
inconsistente, que puede ser afectada por poderes de otra dimensión, la del
espíritu y por ende jamás confiable.
La medicina, la física, la química, la ingeniería estarían de más.
De la combinación del cloro y el sodio en el laboratorio químico, por
ejemplo, podría resultar a veces cloruro de plata en lugar de cloruro de sodio
(sal común), y de la aplicación de la ley de la palanca en una máquina podría
salir un "monstruo mecánico" capaz de reducir al absurdo todas las leyes
físicas. Puentes y diques construidos con materiales calculados al detalle para
su resistencia cederían. Lo mismo los grandes edificios.
Cundiría la desconfianza total. Todo fallaría en el mundo, incluso la
mecánica celeste y toda la tecnología humana aplicada sería imposible.
Si opino que pueden existir mundos paralelos al nuestro sensible, o
entrelazados con él, ello no significa que estos otros mundos pertenecientes a
otras dimensiones intervengan en el nuestro. Además, no los supongo simples,
sin composición alguna como se concibe lo espiritual.
Por todo lo antedicho no podemos tener la certeza absoluta de la existencia
del espíritu por no haber modo experimental alguno para comprobarlo.
En cambio el fiel de la bajanza se inclina hacia la persuasión de que todo lo
relativo al "espíritu" no es otra cosa que una pura lucubración de la mente
humana.
A esta conclusión nos lleva también el siguiente razonamiento.
¿Quiénes concibieron con mayor riqueza el mundo espiritual?
Fueron precisamente los pueblos más atrasados sumidos en el animismo.
A medida que la Humanidad se civilizaba, disminuían en número los
espíritus pobladores del mundo.
Pero sin embargo el monoteísmo no es el último reducto.
El hombre común aún acepta a sus santos preferidos para orarles a fin de
que influyan de algún modo para torcer favorablemente los acontecimientos.
Ellos representan a los antiguos dioses menores del politeísmo.
No obstante, este fenómeno continúa en las capas más populares en donde
se manifiesta con mayor intensidad. No tanto, en las capas más intelectuales.
Esto indica a las claras que la idea de lo espiritual es una brillante salida de
la mente humana ante lo desconocido. La idea de espíritu nace de la pura
ignorancia de la física nuclear.
El día que se conozca a ciencia cierta cómo actúan los elementos
subnucleares tales como los quarks y los "gluones", entonces se develarán
244 LADISLAO VADAS
Materia y espíritu
tamente demostrable o dada por sentado. Por otra parte, casi todos los que
sustentan la opinión contraria -y también los espiritualistas-hablan de
materialismo como si la materia fuese lo más conocido del mundo, cuando por
el contrario se puede considerar aun hoy día como lo más desconocido en su
esencia más íntima.
Ayer se hablaba de protones, neutrones y electrones como los últimos
componentes de la materia. Luego se añadieron los antiprotones, los
antineutrones y los positrones como exponentes de la antimateria. También se
añadieron al núcleo atómico los "fantasmales" neutrinos.
Por otra parte, bailones, mesones y leptones fueron términos para designar
un número indefinido de subpartículas que surgieron cual fantasmas en las
placas de los aceleradores.
Hoy se habla de quarks. De familias de quarks que no parecen terminar
nunca. También de "gluones" como especies de "resortes" que mantienen
unidos a los quarks. Incluso se hace mención ahora de un quinto estado de la
materia denominado "quagma"1 formado de quarks y gluones. Estado en que se
hallaría la materia en los orígenes del universo.
¿Se puede entonces hablar de la materia como de algo conocido, a la " luz
de la microfísica actual?
Por el contrario, continúa siendo una de las cuestiones más enigmáticas
hasta el presente, tal como se desprende tanto de los mencionados datos de la
microfísica, como de las noticias astronómicas acerca de cuasares y pozos
negros del espacio, por ejemplo, sin dejar de lado la complejidad de las
funciones cerebrales del hombre que sin duda son generadas por los mismos
quarks.
Ahora bien. No se trata tan sólo de un ente que se llama materia, sino de una
forma de algo que se esconde tras esa apariencia: la energía.
A su vez la energía es una forma de la materia.
Es necesario hablar entonces de materia-energía en lugar de limitarse
muchas veces a mencionar un "mundo material" en contraposición a un "mundo
espiritual".
Pero ambas formas, materia y energía a su vez enmascaran algo subyacente,
algo escondido, vedado para nuestras percepciones sensoriales y para nuestra
concepción mental: la sustancia o esencia universal que "dibuja el mundo" 2.
No obstante, centremos nuestra atención en una de las manifestar clones de
la sustancia universal: la energía.
1
Agregado a los demás estados, es decir sólido, líquido, gaseoso e ionizado (plasma).
2
Cf. Ladislao Vadas, El universo y sus manifestaciones, Buenos Aires, Sapiencia,
1983, Primera Parte, Cap. I.
RAZONAMIENTOS ATEOS 247
¿Por qué lo que se denomina espíritu no podría ser una forma de energía?
De este modo los "materialistas" deberían denominarse "energialistas", lo
mismo que los espiritualistas.
En este punto arribamos a la paradoja de que ambos conceptúan la misma
cosa aunque la nombran de dos modos distintos.
"Energialistas" y "espiritualistas" conceptúan el mismo fenómeno, es decir
una forma de energía, la energía psíquica.
Por supuesto que resulta difícil que un ladrillo pueda pensar. Un trozo de
piedra, madera, metal, etc., es lo que siempre se ha tomado como modelo de
materia. Comparando luego estos cuerpos inertes toscos con el pensamiento
humano, lógicamente se torna absurdo que esa "materia" sea la que crea al
espíritu, según Epicuro de Samos.
Pero si se piensa que en los átomos que componen un ladrillo, un leño, una
roca, un metal, hay encerradas formas energéticas que pueden viajar a velocidad
de la luz, imantar, electrificar, irradiar con luz visible, rayos ultravioleta, rayos
infrarrojos, rayos gamma, producir ondas hertzianas y todo el resto de la gama
del espectro electromagnético e incluso con poder de transmutar elementos
químicos mediante el bombardeo de los núcleos atómicos, como por otra parte
dibujar imágenes electrónicas (televisión) y reproducir sonidos en bandas
magnéticas, ya estamos entonces cerca de lo "espiritual" de lo "mágico" o más
bien de lo psíquico.
Si un punto electrónico puede dibujar en la pantalla de radiotelevisión
fidelísimas imágenes vía satélite de lo que está ocurriendo a miles de kilómetros
de distancia, y si por otra parte una computadora puede ofrecernos al instante
resultados de cálculos que nos demandarían muchas horas de esfuerzo mental,
¿por qué entonces el acto recordatorio, las imágenes mentales, las fantasías, el
raciocinio y todos los fenómenos psíquicos, no pueden ser productos de un
mecanismo energético que aún desconocemos? Un acto puramente físico, tan
físico como las ondas que se pueden transmitir, incluso a distancias
interplanetarias, para transformarse en nuestros receptores tecnológicos en
imágenes y sonidos tal como ocurrió durante el alunizaje. Esto es asombroso y
se asemeja a la "magia" de nuestro psiquismo.
El espacio, en lugar del interplanetario, puede ser el que ocupa nuestro
cerebro e incluso menor, y los elementos emisores, las partículas nucleares o
subnucleares de nuestras neuronas que poseen almacenada la energía psíquica
como potencial.
No tengo la menor duda de que el día en que se pueda entender y
reproducir artificialmente en macro con fines ilustrativos, todo lo que
ocurre en nuestro cerebro en el nivel angström e incluso en el subangs-
248 LADISLAO VADAS
aspecto con la idea hegeliana. pero con la diferencia de que para Hegel se trata
de espíritu y naturaleza como modos sucesivos de lo absoluto, pues para él la
naturaleza es la idea en su ser otro.
El espíritu absoluto es la síntesis de la naturaleza y el espíritu, y se está
realizando a sí mismo.
En el lenguaje de Hegel: "La idea divina es justamente eso, resolverse,
desentrañarse y sacar de sí ese otro y reasumirlo de nuevo en sí, y por esta vía
hacerse subjetividad y espíritu" (Obras IX, 49, Glockner, 1951).
En cambio, el dios del panteísmo identificado substancialmente con el
universo es quien a sí mismo transforma creando cosas, hechos, seres, historia.
Un caso extremo lo tenemos en las hipótesis de GAIA sustentadas por J.
Lovelock y K. Pedler, según quienes, GAIA -que era la diosa Madre Tierra en la
mitología griega- es una forma de vida comprometida a perpetuarse a sí misma.
Al respecto se llega a decir que si el género humano insiste en agredir a la
Tierra (GAIA) y la daña, como lo está haciendo mediante la contaminación
ambiental y otros deterioros, la misma Tierra cual diosa con voluntad y poder
sería capaz de reaccionar y aniquilar a la Humanidad, pues se trata de un sistema
gigantesco u organismo que puede controlar la temperatura, la composición
atmosférica y de los océanos, y la acidez del suelo para proporcionar condiciones
óptimas para la vida.
Quizás para el autor de esta teoría y sus seguidores no se trate de una diosa
Tierra sino de un "organismo", producto de la combinación de los sistemas
vivientes con los no vivientes, pero da lugar a una interpretación panteísta en el
terreno teológico.
Pero sea como fuere, el dios spinoziano por ejemplo, ¿concilla mejor con la
realidad palpable que el dios hegeliano?
Spinoza sostiene que su dios es absolutamente infinito, es decir, sustancia
que posee un número infinito de atributos infinitos. Pero atributo para él puede
ser tanto la extensión como el pensamiento. Las cosas creadas no son más que
modos de la sustancia divina. Para Spinoza la naturaleza, la sustancia, es un dios
y ésta obra expresándose en un amplio espectro de modos creados.
También el hombre es un modo de una única sustancia, y dios es la única
sustancia, luego el hombre también es dios o más bien una parte del universo-
dios.
Pero lo cierto es que, en resumidas cuentas, ni el dios de Hegel, ni el dios de
Spinoza pueden ser éticos ni misericordiosos.
Por el contrario, monstruosamente crueles al desenvolver aquello negativo
que necesariamente deben encerrar en sí, esto es el odio, la vileza, la crueldad, la
indolencia, el error, la injusticia, el accidente y todo lo demás según hemos visto
en los capítulos del Libro II de esta obra, puesto que, si así no fuere, ¿de dónde
habrían salido esas lacras?
RAZONAMIENTOS ATEOS. 251
Posibilidades de la existencia de
suprainteligencias naturales
en el universo
fácil concluir en que la vida debe ser un fenómeno repetido fuera de la Tierra.
Son numerosos los astrónomos y biólogos que llegan hoy día a esta
conclusión.
¿Qué tiene que ver esto con la teología o con la antiteología?, se preguntará
el lector.
Quizás con la teología que idealiza un dios infinito, único, absoluto y
perfecto no, pero sí con la posibilidad de la existencia de dioses no totipotentes
ni infinitos.
Efectivamente. Después de lo que he expuesto a lo largo de este ensayo,
sólo nos queda una posibilidad respecto de la existencia de lo que el hombre da
en llamar dioses. Los únicos dioses posibles son los naturales, originados en
planetas biógenos.
¿Pero qué clase de dioses podrían ser éstos?
Veamos este ejemplo. Si con nuestra tecnología nos trasladáramos a un
lugar de los pocos que aún quedan en el planeta en donde existan reductos de
nativos de vida primitiva que no han contactado con elementos de la
civilización, y nos presentáramos ante ellos, en sus chozas, con un aparato de
televisión comandado por control remoto, verdaderamente creerían que somos
magos. Si luego captáramos sus imágenes en un videotape para proyectarlas de
inmediato en la pantalla a fin de que los personajes se vieran allí actuando y
hablando, no cabrían en su asombro. Si grabásemos sus voces en cinta
magnética para reproducirlas luego "misteriosamente", moviendo objetos a
distancia mediante señales electromagnéticas y otros "prodigios", podríamos
convertirnos en verdaderos dioses para esas gentes incultas.
Lo mismo acontecería si un extraterrestre que nos aventajase en mil años de
civilización se presentara ante nosotros y nos mostrara incomprensibles
prodigios tecnológicos que tomaríamos por milagros.
Ante esta clase de seres, pareceríamos algo así como animales muy
inferiores. A su vez ellos para nosotros, representarían verdaderos dioses.
Supongamos, como lo supone el entusiasta Sagan, que por evolución
química de la vida se hayan formado en nuestra Vía Láctea o en otras galaxias
vecinas, otras civilizaciones más adelantadas que la nuestra.
¿Cual podría ser el límite para la inteligencia?
Ya he señalado en el capítulo XIV (Primera Parte, Libro II) que el hombre
no es el corolario de la evolución y que por el contrarío continúa matando
genéticamente y por ende transformándose a lo largo de las generaciones.
Esta transformación natural puede luego acelerarse una vez que el hombre o
cualquier otro ser inteligente de otro planeta haya arribado al perfecto
conocimiento de los mecanismos hereditarios.
Por ejemplo, aquí en la Tierra ya se habla de ingeniería genética y
254 LADISLAO VADAS
del espectáculo cruel, como aquellos romanos que gozaban con las luchas a
muerte de los gladiadores o el sacrificio de los primeros cristianos?
Mal podríamos denominar como supercivilizados a semejantes engendros
que dieran muestra de tan monstruosa impiedad. ¿Seres superiores que no se
conduelen en lo más mínimo frente al dolor y las injusticias que padece la
Humanidad, pudiendo intervenir con sus poderes correctivos que se supone
debieran poseer junto' con los creativos al realizar visitas periódicas a la Tierra
para conocer cómo van nuestros asuntos (como se dice)?
Estos seres insensibles, incapaces aún de detener una guerra nuclear de
exterminio, tal como no lo han hecho con ninguna guerra de las innumerables
que azotaron a la especie humana a lo largo de todos los tiempos, si existieran,
no pueden ser elevados a la categoría de dioses buenos y perfectos, sino tan sólo
a la de suprainteligencias defectuosas, abortos cósmicos indiferentes al dolor y
la injusticia.
Otra cosa es si existen en lugares remotos de nuestra Vía Láctea o en otras
galaxias fuera de contacto con nosotros, en cuyo caso no son ya nuestros dioses.
Capítulo VIl
1
O tal vez un objeto "miles de veces más pequeño que un núcleo atómico", o "un
punto matemático sin dimensión alguna" (Sagan, Cosmos, 7° edic. pág. 246), según
las teorías en boga.
258 LADISLAO VADAS
Hay astrónomos que creen, como Sagan, que el universo se halla plagado de
civilizaciones técnicas y las calculan por millones2.
Pero también incluye la posibilidad de que las civilizaciones técnicas que
hayan logrado descubrir la energía nuclear u otra fuente de energía para
autodestruirse estarían autoinmolándose a la nada.
Mientras nuevas civilizaciones estarían surgiendo continuamente, otras se
encontrarían autoaniquilando por haber arribado a una etapa crucial con su
tecnología de destrucción y diferencias ideológicas, tal corrió estaría por ocurrir
en nuestra propia civilización destinada quizás a desencadenar una guerra
nuclear de exterminio total.
"Las civilizaciones tardarían en nacer después de miles de millones de años
de tortuosa evolución, y luego se volatilizarían en un instante de imperdonable
negligencia" (C. Sagan, Cosmos, Barcelona, Planeta, 1983, pág. 301).
Pero una cosa es pensarlo, decirlo y dejarlo así, y otra cosa es avanzar
metafísicamente más allá para interrogarse acerca del sentido de tal estado de
cosas.
Lo alarmante es que tales alucinantes posibilidades son creíbles si tenemos
en cuenta los cálculos realizados para obtener alguna cifra acerca de la cantidad
de planetas que pueden poblar el universo de galaxias.
De ello podríamos tener una idea aproximada si tomamos como base el
cálculo relativo a nuestra galaxia Vía Láctea. Cálculo que arroja una cifra del
orden de más de 1 billón de planetas que se obtiene así: el número total de
sistemas planetarios se calcula en 1,3 x 1011 (ciento treinta mil millones) y si
cada sistema poseyera en promedio 10 planetas entonces el total debería ser de
1.3 x 1012 (más de 1 billón)3.
Esto sólo para nuestra galaxia, cuyo guarismo podríamos reducir a un billón.
Imaginemos un poco la cifra que obtendríamos extendiendo los cálculos hacia el
resto del universo conocido. A 1 millón de galaxias por ejemplo. Esto nos da
10l8(l millón de billones = 1 trillón).
Sagan, en colaboración con I. S. Shklovskii en su libro. Vida inteligente en
el universo (Barcelona, Reverte, 1981, pág. 400) habla de una posibilidad de
planetas en el universo accesible de hasta 1022 (diez mil trillones).
Pero en su libro Cosmos (página 301) Sagan calcula que en unos mil
millones de planetas situados tan sólo en nuestra galaxia han hecho su aparición
por lo menos una vez civilizaciones técnicas.
Quizás estos cálculos sean exagerados. Quizás el fenómeno vida, siendo tan
poco probable, sea menos frecuente en el universo, y las civilizaciones
tecnológicas mucho menos aun.
2
Cari Sagan, Cosmos, Barcelona, Planeta, 1983, págs. 300 y sigs.
3
Cari Sagan, Cosmos, Barcelona, Planeta, 1983, pág. 300.
RAZONAMIENTOS ATEOS 259
4
Cf. Hoimar von Ditfurth, No somos sólo de este mundo, Barcelona, Planeta, 1983,
pág. 212.
RAZONAMIENTOS ATEOS 261
El futuro de la Humanidad
total y en la nada, es necesario que eche mano con todas sus fuerzas y buena
voluntad de esa única herramienta de salvación que puede hacer de esta Tierra
si no el mejor de los mundos posibles, al menos un mundo mejor.
Esa herramienta, como ya lo he expresado, es exclusivamente la Ciencia
Empírica manejada con cordura.
Imbuidos de la idea de un supuesto mundo espiritual pleno de altos valores
morales, es posible transcurrir una existencia virtuosa y a veces apaciguada,
pero no obstante ello, los males pueden estar socavando los cimientos de la
misma sociedad dormida tan plácidamente en la ilusión de un mundo ya hecho,
acabado, bueno y amparado.
El desastre puede precipitarse desde las sombras en el momento menos
esperado y de mayor placidez, por falta de una visión práctica de la existencia y
por la consecuente ausencia de previsión.
Echarse a soñar mientras los males continúan corroyendo a la Humanidad
es grave, máxime cuando sólo se persigue una egoísta y utópica salvación
personal. ¡O se salva la Humanidad toda de polo a polo o no merece ser salvo
nadie! Este debería ser el verdadero axioma de solidaridad universal.
¿Cómo la Ciencia puede salvar a la Humanidad de su extinción si
precisamente "gracias" a ella, ésta se halla al borde del holocausto final?
No es la Ciencia la culpable.
La Ciencia es conocimiento develado; el culpable es el hombre, algunos
hombres que aplican mal ese conocimiento.
Por eso dije que es necesario sumar buena voluntad y Ciencia.
¿Cómo podría entonces la Ciencia Experimental rescatar a toda la
Humanidad y crear un Paraíso en la Tierra?
Es que ya lo está tratando de hacer en parte aunque este mundo aún diste
mucho de ser un Paraíso. Jamás el hombre ha disfrutado antes de las
comodidades y seguridades actuales.
Muchas enfermedades, verdaderos flagelos del pasado como la viruela
negra, la tuberculosis y la poliomielitis, han sido si no erradicadas totalmente al
menos prevenidas, asegurándose así. Junto con la técnica quirúrgica, más larga
vida.
Los modernos medios de comunicación permiten un mejor acceso a la
cultura y las posibilidades artísticas se han multiplicado, lo mismo que las
satisfacciones que brinda la tecnología.
¿Pero qué es lo que falla entonces? ¿Qué es lo que hace exclamar muchas
veces que vivimos aún en la civilización de la barbarie?
No es precisamente la Ciencia la causa, sino la naturaleza humana que lo
echa todo a perder.
Muchas cosas son bien pensadas, con buena voluntad, por unos, pero luego
vienen otros que todo lo estropean con su propensión hacia el delito,
hacia el interés creado, hacia la envidia, hacia la agresividad, y
264 LADISLAO VADAS
hacia las mil y una lacras que padece la Humanidad enferma de iniquidad.
Como hechura que es de un entorno brutal que ha estampado desde los
albores de la cruel evolución todo lo positivo para el animal salvaje que es hoy
todo lo negativo en la naturaleza humana, el hombre se traiciona a sí mismo.
Aquello que en los tiempos primitivos de brutal competición era imprescindible
para sobrevivir tanto al hombre como a los animales inferiores a él, tal como la
agresividad, el egoísmo, el engaño, el territorialismo, etc., hoy es molestia para
el hombre, quien aun detrás de la máscara de la civilización no puede sustraerse
a esas tendencias que le empujan a actuar a veces inconscientemente. Su
neocerebro censor resulta ser insuficiente muchas veces cuando afloran los bajos
instintos y las pasiones, para frenarlos.
¡Nuestro mundo! ¿Un paraíso entonces, con semejante naturaleza humana
siempre proclive a arruinar todo lo hecho con las mejores intenciones? Por
supuesto que ésta se constituye en una verdadera utopía. Ningún sistema socio-
político-económico lo logrará jamás.
¿Qué hacer entonces sin ninguna clase de dios y con una Humanidad
defectuosa, arma de doble filo para sí misma, cuyos síntomas mórbidos apuntan
hacia un suicidio en masa?
La fórmula es clara: cambiar la mismísima naturaleza humana desde su
propia base genética.
Esto significa que dicho cambio no se logrará en la Humanidad, tal como es
en la actualidad, sólo con bienestar pleno para la sociedad global, ni con buenos
consejos y concientización. Esto es imposible porque siempre, en todo tiempo y
lugar aflorará la índole negativa del hombre con su carga de malsanas tendencias
hacia el vicio o la ruptura de un estado de cosas bien establecido, aunque más no
sea por placer morboso de romper "la monotonía" o por afán de cambios
impulsado por la ambición, aunque estos cambios signifiquen el derrumbe de la
vida plácida.
La historia de la Humanidad es un documento demasiado elocuente para no
dejar de buscar aun algún upo de esperanza de una sociedad ideal.
Ha habido periodos de mucha holgura y bienestar para muchos pueblos, que
sin embargo cayeron en la molicie y en el desastre de la corrupción y la
decadencia, aun con la idea de un dios aceptado como castigador del desatino
humano.
Sin dios alguno, por supuesto que es también imposible que esta clase de
Humanidad tal como es, sobreviva o forme una sociedad ideal.
Es necesario reemplazarla por otra entonces.
¿Quién puede lograrlo si no hay poder divino?
La respuesta es: la Ciencia Empírica que cultiva el mismo hombre. Así
como en otra parte he manifestado que el hombre es capaz de crear un planeta
mejor que el globo terráqueo, ahora y aquí digo que también
RAZONAMIENTOS ATEOS 265
posee capacidad para crear una Humanidad mejor desde su misma raíz genética.
La mayor gloria de este ser, aún en estado larvario, que sin embargo ha
producido el prodigio de la Ciencia, será metamorfosearse artificialmente en el
ser adulto liberado de toda malsana tendencia larval.
Este tendrá que ser el superhombre auténtico. No el natural entrevisto
borrosamente por Nietzsche, sino el superhombre genéticamente programado
por el hombre.
Capítulo IX
El superhombre
índole humana lo que hay que corregir de raíz, desde cuando el hombre no es
ninguna obra acabada, ningún pináculo, tal como lo he señalado en el capítulo
XIV (Primera Parte, Libro II).
No cabe aquí la despectiva y condenatoria frase que reza: "el hombre quiere
reemplazar a su dios", sino que es necesario admitir la necesidad de crear dioses
verdaderos, los superhombres, de origen natural, con todos los atributos de
perfección ideados, porque los dioses sobrenaturales no existen.
Seria inicuo, absurdo e irracional que existieran dos poderes en el mundo.
Maligno el uno y bondadoso el otro. También es inicuo que continúe existiendo
la maldad natural en este mundo. El dolor, las injusticias deben desaparecer
junto con esta vieja especie natural humana, para dar paso a otra especie
sublime destinada a poblar esta área de la Vía Láctea mientras ello sea posible.
El sufrimiento no tiene ninguna razón de ser en el cosmos ni en el
anticosmos. Si ya ha sido paliado en parte en la Tierra mediante la Ciencia, ¿por
qué no erradicarlo totalmente si está esta posibilidad en manos de la ciencia
humana?
¿Por qué continuar sumisos y aceptar este estado de cosas como si el mundo
no tuviera arreglo? ¿Por qué aceptar las posibilidades del accidente, de las
desgracias, de las guerras, si es concebible y realizable un mundo más perfecto
que esta burda obra del acaso, inacabada y mal hecha producto de la naturaleza
ciega universal?
¿Por qué aceptar, aun inconscientemente, que la naturaleza humana es
intocable y que es suficiente con tan sólo intentar inclinarla tal como está, hacia
el bien?
La tecnología del futuro podrá crear planetas perfectamente planifiados al
utilizar los materiales en bruto de nuestra Luna, de los planetas Mercurio,
Venus y Marte, por ejemplo. El paraíso natural es posible. Las ideas de
perfección que posee el hombre pueden proyectarse hacia una palpable realidad.
Son necesarios para ello Ciencia, Técnica, tiempo y buena voluntad.
¿Qué puede contener de pecaminoso o reprobable el pretender establecer un
paraíso de amor que orbite alrededor de nuestro Sol, que reemplace a esta
inicua Tierra, o múltiples paraísos también aquí o alrededor de otras estrellas de
nuestra vecindad galáctica?
Sin un dios sobrenatural es posible vivir como dioses naturales o
artificiales, los descendientes de los humanos, la especie nueva: el Homo super
u Homo sublimis.
Por el contrario, lo alucinante y aterrador seria que el mundo espiritual
inventado por el hombre, en donde chocan dos fuerzas antagónicas,
fuese realidad. Un mundo sobrenatural donde oscuras fuerzas del
mal se oponen a "luminosos" poderes del bien. Donde las criaturas advenidas a
la existencia, inocentes, tienen las sombrías perspectivas de ser arras-
268 LADISLAO VADAS
tendales, o para gozar de él como dicen los teólogos que lo hizo su dios creador
único? "Dios se goza en sí y en los otros seres" (Tomás de Aquino, Suma contra
los gentiles. Libro I, cap. XC).
¿Qué clase de mundos podrían crear si ya todo habrá sido explorado, todo
arte agotado, toda posibilidad de novedad utilizada?
Lo mismo que el dios de los teólogos, quien desde la eternidad sabía del
mundo a ser creado y de todos sus aconteceres (detalle que le impide existir
como creador tal como ya lo hemos visto), así también cada mundo de cada dios
natural aburrido sería algo ya conocido y carente de sentido.
Si para el dios de los teólogos quien vive en un eterno presente y conoce
todo el pasado y el futuro, el mundo debe carecer de interés por conocido hasta
el mínimo detalle con toda su historia pasada, presente y futura, también para
las teóricas suprainteligencias creadoras conocedoras de todas las posibilidades,
todo debe ser inútil.
El dios de los teólogos como ente absoluto no puede existir como ya lo
explicamos en virtud de que, si todo ya es conocido por él desde la eternidad
hasta la eternidad, entonces carece de sentido tanto su creación como su
supuesto goce, y su propia existencia como creador. En cambio, los dioses de
origen natural realmente podrían existir pero no siempre, so pena de caer en el
más completo hastío y perder toda razón de existir como no la tiene tampoco el
dios sobrenatural de la teología, salvo que optaran por aneciarse para empezar
siempre de nuevo. Pero borrar todo recuerdo equivale a una muerte. Se
asemejarían a la fábula del ave Fénix que siempre renace de sus cenizas, pero
toda vez con una conciencia distinta.
Esos dioses no podrían ser inmortales. Necesitarían de la muerte para huir
del hastío total, para dar lugar a nuevos seres conscientes destinados a recorrer
el mismo camino.
Conformémonos entonces con el "mientras tanto", con el "camino" que aún
nos queda por transitar hasta la etapa de "dioses energéticos independizados de
la materia", previo paso por la etapa del superhombre de "carne y hueso", para
luego, ya como tales dioses, aun continuar siempre en el "sendero". En una
"senda", cuyo trayecto como ya dijimos, deberá consistir en "hacer siempre
algo", "crear cosas", como investigar, tecnificar, buscar emociones sanas en el
arte y la cultura, hallar deslumbramiento en la expansión cósmica de la
civilización, obtener satisfacciones por lo hecho y curiosa expectación por todo
aquello que aun queda por hacer. En suma, buscar motivos existenciales sanos y
"vivir".
Para el mantenimiento de las condiciones "normales" de nuestro
sistema solar se calculan aún muchos millones de años. Los astrónomos
calculan para el Sol, por ejemplo, una vida de unos 5.000 millones de
años más. No podemos saberlo a ciencia cierta. Además, la Tierra
RAZONAMIENTOS ATEOS 273
perderá sin duda sus actuales condiciones aptas para la vida tal como ésta se
halla adaptada a su medio, mucho antes que muera el Sol. Pero de todos modos
aún le quedan a la Humanidad muchos millones de años para ultratecnificarse,
metamorfosearse genéticamente e incluso escapar de cualquier evento
catastrófico que pudiera ocurrirle al Sol o acaecer en las cercanías de nuestro
sistema planetario. Lo principal es que sepa soslayar la posibilidad de la
catástrofe autodestructiva en cierne en nuestra generación actual.
Como corolario de esta obra sólo resta recalcar que, sin dios alguno, solos
en este transitorio semicosmos que nos rodea, inmerso a su vez en un
cataclismo magno, cual es el universo de galaxias en expansión, fruto de una
titánica explosión, debemos conformarnos con ser mortales aunque
extraordinariamente longevos en el futuro.
El Anticosmos nos rodea proceloso, más allá de nuestro pequeño cosmos-
orden que no abarca siquiera nuestra galaxia entera, sino tan sólo una región de
ella. Ya hemos visto que en la propia Vía Láctea ocurren hechos de extrema
violencia. Pero el espacio que nos rodea inmediatamente, que abarca una
constelación, que contiene por ahora astros que se comportan más o menos
mansamente, puede ser incursiona-do por nuestras naves del futuro, y en su
seno el hombre, o el superhombre, está llamado a crear maravillas.
Desde ya que si el hombre posee suficiente idea innata de perfección y
capacidad técnica para reformar y perfeccionar lo que la burda naturaleza por sí
sola ha formado, ¡qué no haría un superhombre!
A su vez, si éste se transformara en un dios o semidiós energético
independizado de la materia orgánica, ¡cuántas maravillas podría crear!
Estos, el superhombre como producto de la autometamorfosis del larval
hombre actual, y el dios energético concebido y producido a su vez por el
superhombre, serían los verdaderos creadores de perfección. .
En sus mundos creados no tendría por qué existir el odio, la ambición ni la
violencia.
La infinita gloria, el más grandioso mérito de la actual Humanidad que
entra ya en el siglo XXI, sería la creación de seres sublimes en el futuro,
erradicado el mal de esta área del universo de galaxias. Por lo menos hasta
donde alcancen sus posibilidades y hasta donde se lo permita el tiempo
necesario para expandirse.
Si más allá existen horrores, injusticias y dolor, pero son ignorados, es
como si no existieran.
Sin embargo, la misión de esos dioses del futuro podría extenderse incluso
hacia otras civilizaciones, si existen, para angelizarías si poseen naturaleza
tortuosa proclive hacia la maldad, como la tiene el hombre actual.
Al hallar estos dioses buenos a otras civilizaciones inferiores en estado
lastimoso de desentendimiento (si es que tienen razón los que sostienen su
existencia) en pie de guerra o con perspectivas sombrías de
274 LADISLAO VADAS
A continuación cito las principales obras, cuyos datos me han servido para
fundamentar mis razonamientos y en las cuales el lector podrá hallar una
documentación más amplia acerca de los temas tratados.
Antropología
Astronomía
Biología
Botánica
Esau, Katherine: Anatomía vegetal, Barcelona, Omega, 1967, 2ª. ed. Fernández
Riofrío, B.: Introducción a la botánica, Barcelona, Labor,
1942.
Francé, R.H.: La maravillosa vida de las plantas, Barcelona, Labor, 1949. Gola-
Negri-Cappelletti: Tratado de botánica, Barcelona, Labor, 1961.
Ecología
Ensayos
Asimov, Isaac: Las amenazas de nuestro mundo, Barcelona, Plaza y Janés, 1980.
Bunge, Mario: Causalidad. El principio de causalidad en la ciencia moderna,
Buenos Aires, Eudeba, 1972.
Calder, Ritchie: El hombre y el Cosmos, Venezuela, Monte Avila, 1969.
Davies, Paul: Otros mundos, Barcelona, Antoni Bosch, 1983.
Ditfurth, Hoimar von: No somos sólo de este mundo (Ciencia y religión no se
excluyen ni contradicen), Barcelona, Planeta, 1983.
Erben, Heinrich K.: ¿Se extinguirá la raza humana?, Barcelona, Planeta, 1982.
Fromm, Erich: Y seréis como dioses, México, Paidós, 1984.
Koyré, Alexandre: Del mundo cerrado al universo infinito, México, Siglo
Veintiuno, 1982.
Moody, Raymond A. (h.): Vida después de la vida, México, Edaf, 1982.
Sotto, Alain y Oberto, Varinia: Más allá de la muerte. Madrid, Edaf, 1984.
Spruch, Grace Marmor y Larry: El átomo omnipresente, México, Editores
Asociados, 1974.
Teilhard de Chardin: El fenómeno humano, Madrid, Taurus, 1967.
Vadas, Ladislao: El universo y sus manifestaciones (El universo, la vida y
RAZONAMIENTOS ATEOS 277
Etología
Filosofía
Ortega y Gasset, José: Ideas y creencias, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1952.
Platón: Obras completas, Madrid, Aguilar, 1981.
Scheler, Max: El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires, Losada, 1984.
Schoeps Hans-Joachim: ¿Qué es el hombre?, Buenos Aires, Eudeba, 1979.
Welte, Bernhard: El hombre entre lo finito e infinito, Buenos Aires, Guadalupe,
1983.
Física
Genética
Geología
Medicina
Liceaga, Félix J.: Parasitosis humana, Buenos Aires, Ed. del autor, s./f.
Paleontología
Psicología
Química
Religión
Teología
Zoología