Está en la página 1de 5

De lo absoluto humano a lo absoluto divino

Teresa Driollet de Vedoya

Quizás, si intentáramos retomar el intento de definir el hombre del fundador de la


filosofía, podríamos comprenderlo como un sediento de eternidad, de plenitud o de
perfecciones.1 Hemos encontrado hoy afirmaciones cercanas a las platónicas en un historiador
de las ideas contemporáneo, que viene del mundo del de las letras: Tzvetan Todorov y en un
psicólogo americano europeo Mihaly Csikszentmihalyi, creador de la teoría de las
experiencias óptimas. Intentaremos en este trabajo acercar estas reflexiones, relativamente
recientes, a la experiencia de la repetición kierkegaardiana.

1. Los aventureros de lo absoluto


El conocido pensador búlgaro, que se formó en sus primeros años en el estructuralismo
lingüístico, en su libro Les aventuriers de l’absolu, presta gran atención a una forma de
perfección particular que es la búsqueda de la belleza. Oscar Wilde, Rainer María Rilke y
Marina Tsvetaeva son recogidos como ejemplos vívidos de esta inquietud. Estos
servidores incondicionales de la belleza no quedaron fijados a búsquedas
tradicionales o reveladas, sino que hicieron de su propia vida un camino hacia la
plenitudestética. Sus cartas delatan que sus senderos fueron gozosos pero también
llenos de espinas y de contratiempos. Podríamos hasta afirmar, que junto a la
búsqueda de plenitud fuertemente anhelada, ellos sintieron que fracasaron en sus
intentos desesperados por alcanzar lo absoluto. 2
Pensadores y artistas modernos tales como Schiller, Schelling, Wagner o Baudelaire han
emprendido también el escarpado camino humano de búsqueda de la plenitud por medios
estéticos, que conduce conjuntamente a los espacios donde se ejercen la verdad y el bien. 3
Gustave Flaubert y George Sand pueden colocarse en la lista de los representantes románticos
en los cuales la búsqueda de pureza o la satisfacción de la sed de espiritualidad se tornó
proyecto de vida.

1 Podemos encontrar estas aproximaciones a la definición del hombre como amante de la perfección o como
sediento de eternidad en Le banquet de Platón.
2
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 17.
3
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 203-204.
No podemos dejar de nombrar, las reflexiones de Tzvetan Todorov acerca del príncipe, que
sostiene que la belleza salvará al mundo. El Príncipe Idiota de Dostoïevski es un personaje que
encarna con gran fuerza esta búsqueda de belleza.
El príncipe y la figura de Cristo se asemejan. 4 Mychkine se parece a los aventureros de lo
absoluto que nombramos anteriormente pero, a su vez, se aleja de ellos porque la trascendencia
hacia la que tiende no es humano sino divina. El príncipe ejerce los valores cristianos que van
más allá de toda medida humana. El puede amar porque es primero incondicionalmente amado
por Dios. Mychkine siente un amor compasivo frente al dolor humano; no se desespera ante la
muerte y ensaya el perdón ante las ofensas más grandes. El príncipe, lleno de un generosidad
que viene de otro lado, fracasa humanamente porque su generosidad es humillante; su
compasión lo lleva a confundir la mujer que ama con la que sufre o su presencia causa
indirectamente la muerte de Nastassia. 5 Todorov concluye que es imposible alcanzar el ideal
cristiano en este mundo.
La locura del príncipe Mychkine, las depresiones de Rilke, el trágico suicidio de Tsvetaeva;
las incomprensiones sufridas por Wilde, nos hablan del lado oscuro del que busca el absoluto en
estado puro. La belleza salvará el mundo, opina Tzvetan Todorov, si surge desde del interior de
la persona más no como una propuesta que se impone desde afuera.6 El absoluto puro, extremo,
está condenado al fracaso en esta tierra. La perfección, en sus diversas apariciones como
belleza, bien, verdad, justicia, según el pensador búlgaro-francés, debe ser buscada y realizada
en la vida, en las relaciones concretas o en el trabajo cotidiano. 7

2. Las experiencias óptimas


Todorov ensaya una aproximación al hombre como aventurero de lo absoluto, que será
arrimada a las experiencias óptimas de Mihály Csíkszentmihályi, profesor destacado de
psicología en la Universidad de Claremont (California); de la de Chicago y Jefe del
departamento de sociología y antropología de la Universidad Lake Forest. Su trabajo siempre
ha rondado acerca de temas tales como: el bienestar, la felicidad, la creatividad o la diversión o
lo que podríamos denominar una psicología positiva. El destacado profesor universitario indica
que todos: un científico, un chef, un alpinista, una madre de familia o una bailarina al realizar
sus tareas en formas óptimas pueden lograr estados que otorgan valor a la vida. La existencia
personal parece alcanzar consistencia cuando puede lograrse el estado de máxima concentración

4
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 234.
5
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 235-237.
6
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 238.
7
Todorov T., Les Aventuriers de l’absolu, 248.
que se denomina fluir y que consiste en una atención o concentración extrema en algún tema,
experiencia o relación. La óptima entrega a la cuestión que nos ocupa y que, se intenta resorlver
con máxima libertad y compromiso, llena de gozo y otorga una sensación de gran libertad al
sujeto que la experimenta. El tiempo, el lugar e incluso el propio yo, parecen desaparecer en
esos momentos de entrega absoluta a la tarea propuesta. Estas experiencias positivas de logro
alcanzado, tales como un negocio que llega a su término, un producto creado, una obra
realizada o un tema resuelto preparan para nuevos desafíos y permiten un acrecentamiento de la
energía personal. 8 Las habilidades subjetivas tales como la atención, la meditación, las técnicas
de concentración favorecen, preparan o entrenan para el logro del estado óptico del fluir. Estas
experiencias óptimas enriquecen al sujeto que se compromete en ellas y, a su vez, permiten
descubrir y profundiza en los temas o realidades a las cuales apuntan las responsabilidades
personales. Ambos polos sujeto y objeto de la experiencia óptima, parecen retroalimentarse
mutuamente alcanzando grandes cualidades productivas. El estado del fluir requiere un largo
entrenamiento: un esfuerzo de la mente y del cuerpo que intenta desafiar las limitaciones
humanas. Más allá del placer inmediato de alguno de nuestros sentidos esta experiencia
conduce al sentimiento de felicidad de toda la persona y parece encausarnos hacia un futuro de
acrecentamiento de las experiencias positivas. El logro del alpinista, el descubrimiento del
científico, el trabajo bien hecho de la enfermera parecen otorgar sentido a sus vidas. La energía
parece dirigirse a un foco positivo evitando toda entropía o pérdida de la energía psíquica y
alejando a la persona del tedio y de la ansiedad insatisfecha que tienden a caracterizar nuestros
tiempos.

3. Del absoluto humano al absoluto divino


Tvetan Todorov y Miháli Csikszentmihalyi nos hablan de un absoluto alcanzado por
esfuerzos humanos. Las experiencias descriptas nos indican vidas que emprenden proyectos
valiosos. Nos referiremos ahora a una experiencia muy especial señalada en los escritos y vivida
por Soeren Kierkegaard. La palabra que emplea el pensador danés para referirse al
acontecimiento central de la vida humana es Gjientagelse.9 La repetición que da sentido a la
vida en totalidad no señala una mera secuencia de actos sino el recomienzo, la renovación de

8 Puede leerse acerca de la experiencia óptima del fluir en: Flow: The Psychology of Optimal Experience y en
Creativity: Flow and the Psychology of Discovery and Invention de Miháli Csikszentmihalyi.
9 En la versión francesa del libro La répétition de Soeren Kierkegaard se lo traduce por reprise.
una situación humana que existía en el pasado inmediato pero que, gracias a este
acontecimiento, deviene completamente nueva. 10 La expresión empleada por Kierkegaard por
lo tanto se aproxima más que a la reiteración de actos a una reintegración o a un recuperación
de un bien lesionado o perdido. Esta recuperación, que renueva la vida del individuo, no puede
entenderse como una mera repetición cosmológica, habitual o patológica. La repetición o la
reintegratio religiosa es un acontecimiento existencial en el cual el hombre se pone
enteramente ante la Trascendencia y apuesta su vida a ella. Esta decisión pone en juego la
realidad ético-metafísica del espíritu humano. La novedad absoluta de la existencia personal y
el entero orden real, se recrean mediante la asunción de la Presencia Trascendente en la
identidad personal.11 En la recuperación del sí mismo frente a lo Trascendente, no hay una
continuidad de lo mismo sino un salto que afirma la diferencia. Frente a la Diferencia absoluta
se restituye paradójicamente la propia identidad.12
Este acontecimiento de recuperación, de centralización o de reinstalación humana
frente a lo divino, no emplaza su espacio en el ámbito estético o bajo el dictamen de la legalidad
ética general. Este acontecimiento personalizador comienza con un llamado. La voz convoca
desde el nombre propio. La apelación es única, personal y excepcional. La excepción, nos
enseña el danés, irrumpe en lo general. 13 La apelación personal puede ser enterrada, sepultada,
desoída pero, en el caso de lograr su escucha, la comprensión del propio ser y la misión en el
mundo comienzan a perfilarse. Esta restauración, que se produce ante el Amor infinito, hace
recobrar al que vive tan alta experiencia, el brillo de los orígenes. La repetición sólo puede
acontecer cuando se da el salto absoluto de la fe. El paradigma que la ilustra es la figura del
atormentado Job, quien supo esperar contra toda esperanza. Cuando lo inmediato le aseguraba
una pérdida total, Job creyó en otra posibilidad, y por su fe recuperó más de lo perdido. La
posibilidad de la fe exige lo ridículo o lo absurdo ante los ojos humanos. Los dolores de
Abraham también ilustran esta prueba aterradora. Job y Abraham viven pérdidas e
incomprensiones poco imaginadas. Estos personajes devienen náufragos absolutos de lo
humano. Job lo pierde todo. Abraham, futuro padre de los creyentes, en el momento del temor y
del temblor, se encuentra ante la encrucijada más dolorosa de su vida. 14 Pero luego, el salto de
la libertad hacia la Presencia del Amor absoluto, regala la deliciosa seguridad del Instante. Junto
con el dolor padecido y asumido se gana la valiente edificación personal. El que con coraje

10 Kierkegaard S., La répétition, 212.


11 Kierkegaard S., La répétition, 194.
12 Véase al respecto: Deleuze G. , Répétition et difference, 37.
13 Kierkegaard S., La répétition, 195.
14 Kierkegaard S., La répétition, 258-260.
asumió la prueba recibe la totalidad: la eternidad. La confianza en la realidad trascendente, que
no vemos y no entendemos, eterniza nuestro presente.15 El coraje de haber colocado la propia
vida frente a la trascendencia deja como saldo tres categorías existenciales: interioridad, la
certeza de estar en el camino y la seriedad.16
Tvetan Todorov y Miháli Csikszentmihalyi nos muestran que el hombre necesita nutrirse de
bienes que den sentido a su vida. Soeren Kierkegaard advierte que sólo ante el Totalmente Otro se
alcanza la verdadera altura y medida humanas. La eternidad, la infinitud, el Amor Incondicional
devienen los destinos, más que humanos, que convienen al mismo hombre.

REFERENCIAS

Csikszentmihalyi, M. (1990). Flow: The Psychology of Optimal Experience. New York: Harper.
Csikszentmihalyi, M. (1996). Creativity: Flow and the Psychology of Discovery and Invention.
New York: Harper Perennial.

Deleuze, G. (1968) Répétition et difference. Paris: Presses Universitaires de France. en

https://kepbeenpdf.files.wordpress.com/2015/04/difference-and-repetition-deleuze-pdf.pdf

Kierkegaard S, (1966) La répétition, en Oeuvres complétes de Soeren Kierkegaard, trad. P.-H.

Tisseau y E. M. Jacquet-Tisseau, 20 vol., Editions de l' Orante, Paris, vol. V, III.

Otto R. (2004) Das Heilige: über das Irrationale in der Idee des Göttlichen und sein Verhältnis
zum Rationalen. Alemania: C.H. Beck Verlag.

Platon (1989), Le banquet en Oeuvres complètes, Tomo IV, 2da parte. Paris:Belles Lettres traducido por

Paul Vicaire.

Todorov T.(2006), Les Aventuriers de l’absolu, Paris:Robert Laffont,

15 Kierkegaard S., La répétition, 248.


16 Sin repetición no se vive véase en: Kierkegaard S., La répétition, 195.

También podría gustarte