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15 Maneras de luchar contra la lujuria con la espada del Espíritu.

Es casi imposible en el Mundo Occidental escapar de la sensualidad. El sexo está en la


televisión, en las películas, en nuestra música, en los laterales de los autobuses, durante los
espectáculos deportivos, en nuestros libros y en la caja del supermercado. El sexo está en
todas partes en el centro comercial, goteando en cada anuncio de cerveza y llenando cada
película de la cartelera. El pecado sexual deambula en nuestras escuelas secundarias, hace
alardes en medio de nuestras universidades, y se esconde en nuestras iglesias.
Y, por supuesto, el sexo está en el Internet. La pornografía y los sitios relacionados con el
sexo constituyen el 60% del tráfico diario en Internet. De los usuarios de Internet en los
EE.UU., el 40% visita sitios pornográficos al menos una vez al mes, y ese número aumenta
a un 70% cuando se restringe la muestra a varones de 18 a 34 años de edad. La mitad de los
huéspedes de los hoteles compran pornografía desde sus habitaciones, el 90% de niños de 8
a 16 años de edad con acceso a internet han visto pornografía en línea, y la edad promedio
de la exposición es de 11 años.

El séptimo mandamiento no solo se rompe en nuestros días; está siendo hecho añicos.

Y el pecado sexual no es sólo un problema “allá afuera”. Cualquier pastor le contará historias
sobre cómo el pecado sexual ha destruido gente en su congregación. Ninguno de nosotros es
inmune a los peligros de la inmoralidad sexual. En un estudio de la revista Christianity Today
de hace varios años, el 40% de los pastores reconoció visitar sitios web pornográficos. Otra
encuesta encontró que el 21% los visita regularmente. Y aún otra encuesta de Pastors.com
reportó que el 50% de los pastores informó haber visto pornografía en el año anterior. Y
luego se tiene que tener en cuenta la cuestión de fondo acerca del corazón. El séptimo
mandamiento no solo prohíbe el adulterio y la pornografía. Prohíbe toda acción, vista,
conversaciones, pensamiento o deseo que incita a la lujuria y a la inmundicia

Así que, ¿cómo podemos obedecer el séptimo mandamiento en este mundo en que vivimos
y con nuestros corazones saturados de sexo?

Permíteme sugerir quince pasajes de la Escritura que pueden ayudar a combatir la lujuria y
la tentación de la inmoralidad sexual.

1) Proverbios 5:18-19 “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud,


amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te
embriague para siempre”. Este puede parecer un texto extraño para luchar contra la tentación
sexual, pero las parejas casadas necesitan saber que tienen al deleite como un derecho.
Tenemos que entender que el sexo es bueno, la intimidad es buena, los cuerpos juntos en el
matrimonio son buenos. El buen y glorioso sexo es guerra espiritual para la pareja casada.

2) Lamentaciones 3: 25-27 “Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para el alma
que Lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor. Bueno es para el hombre
llevar el yugo en su juventud”. Este es un versículo para los solteros. Y es cierto, este pasaje
no está hablando de la espera de un cónyuge. Se trata de esperar en el Señor. Pero ése es el
punto: el Señor es bueno para los que esperan en Él. Él sabe lo que necesitas. Los versículos
anteriores a estos nos dicen, “Las misericordias del Señor jamás terminan pues nunca fallan
sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! El Señor es mi porción —
dice mi alma— por eso en Él espero”. No pienses “¿Cómo puedo vivir sin sexo por un año o
una o dos décadas?”. Piensa en el día de hoy. El Señor te ha dado gracia para este día y te
dará gracia para cada día que Le sigas en medio de tus deseos no satisfechos.

3) 1 Pedro 3:15 “Santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre
preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que
hay en ustedes”. Antes de mirar de nuevo o antes de vestirte para que los demás te vean,
piensa: “¿Esto me ayudará más a hablar con alguien acerca de Jesús?”. La sensualidad
embota los sentidos espirituales y nos hace testigos menos valientes y eficaces para Cristo.

4) 2 Pedro 3:10-14 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón… por tanto, amados…
procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles”. ¿Quieres
estar engañando a tu marido, masturbándote, o viendo Game of Thrones cuando Cristo
regrese?

5) Santiago 1: 14-15 “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su
propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el
pecado es consumado, engendra la muerte”. Este pasaje nos ayuda a entender cómo trabaja
la tentación y nos recuerda que sentirse tentado no es necesariamente lo mismo que pecar.
La tentación nos atrae a hacer lo que no debemos hacer. Eso no es pecado. Cuando se
alimenta el deseo, este concibe y da a luz el pecado (pecado en la carne o pecado en la mente).
Entonces el pecado crece, madura y conduce a la muerte. La lujuria no es ser atraídos por
alguien o fijarse en que él o ella es bien parecido. La lujuria no es tener un fuerte deseo
sexual. La lujuria no es excitarse por el sexo en el matrimonio. La lujuria no es notar
inadvertidamente a una mujer que se baña en un techo. El pecado es quedarse viéndola y
comenzar a maquinar ideas en la cabeza. Aviva el fuego de la pasión lujuriosa y ella dará a
luz muerte. Pregúntale al rey David.

6) Hebreos 2:17-18 “Por tanto, tenía que ser hecho semejante a Sus hermanos en todo, a
fin de que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que a Dios
atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Pues por cuanto Él mismo fue
tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Jesús fue
tentado. No como nosotros somos tentados debido a una naturaleza pecaminosa. Pero hubo
voces externas llamándolo a pecar. No subestimemos la verdadera naturaleza de sus
tentaciones y no socavemos su solidaridad y su capacidad para ayudar. Jesús tuvo hambre en
el desierto. Él tenía un deseo, una necesidad. Él fue tentado a hacer pan de las piedras para
poder disfrutar del placer de la comida. Pero le dijo al diablo: “No solo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:1-3). En nuestros
momentos de tentación sexual, tenemos que pensar, “La carne no me sostiene, Jesús lo hace”.

7) Romanos 14:21 “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que hace que tu
hermano tropiece”. Como cristianos queremos ayudar a los demás a evitar el pecado, no
conducir a otros con coqueteos, chistes groseros o vestimenta indecorosa.
8) Mateo 5:27-30 “Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio.’ Pero Yo les digo
que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de
tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace
pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo
tu cuerpo vaya al infierno”. No somos buenos luchadores; ponemos excusas, no somos
radicales. Hacemos algunas oraciones, nos sentimos mal todo el tiempo, le decimos a un
amigo que nos pregunte cómo lo estamos haciendo de vez en cuando y eso es todo.
Necesitamos una acción más decisiva que esas. Evita las películas, deshazte de tu conexión
a Internet, no beses antes del matrimonio, tira tu televisor, arranca tu ojo, lo que sea necesario
para combatir la lujuria. Hay mucha gente que va con cuerpos enteros al infierno y muy pocos
amputados espirituales van al cielo.

9) Gálatas 6:7 “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre
siembre, eso también segará”. A menudo hay consecuencias temporales por la
desobediencia. Podrían ser enfermedades de transmisión sexual, cargas en el matrimonio,
una conciencia culpable, quedar sumergido en una adicción más profunda, distracciones en
el trabajo, un fetiche pornográfico heredado a sus hijos, la destrucción de su familia, su
matrimonio o su ministerio. También hay consecuencias eternas si te entrega a este
pecado. Gálatas 6:8 “Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará
corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

10) 1 Corintios 6:15-20 ” ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaré,
acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ningún modo!… ¿O
no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de
Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio.
Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de
Dios”. Necesitamos una teología del cuerpo: el cuerpo es bueno, pero no es tuyo. Jesús no
murió solamente para rescatar nuestras almas. Él también murió por nuestro cuerpo.
Pertenece a Dios. Eres una parte del cuerpo de Cristo ahora. Ciertamente, no queremos
emplear el cuerpo de Cristo en alguna aventura sexual o sus ojos en ver pornografía o su
mente en fantasías sensuales.

11) 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”. El liberalismo cultural dice: “Solo sé tú
mismo”. La autoayuda dice: “Puedes encontrar un mejor tú sí solo cavas lo suficientemente
profundo”. El moralismo dice: “Sé una mejor persona”. La Biblia dice: “Tú eres una persona
nueva por la gracia de Dios, ahora vive como tal”. “Sé quién verdaderamente eres” es la
motivación del evangelio para la santidad.

12) Hebreos 10: 24-25 “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las
buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. Nadie pelea una
guerra por sí mismo, y nadie tendrá la victoria sobre el pecado sexual por su propia cuenta.
Tienes que hablar con otros acerca de tus luchas y también escucha. Sé honesto, haz
preguntas buenas. No te limites a confesar y sentirte mejor. Arrepiéntete y cambia. No te
limites a simpatizar, amonesta. Haz un seguimiento a tus hermanos y hermanas. Ora y
recuérdales a los demás el evangelio.

13) Santiago 4:6 “Pero El da mayor gracia. Por eso dice: 'Dios resiste a los soberbios pero
da gracia a los humildes'”. Dios siempre da más gracia. Así que sigue viniendo a Él con tu
pecado y todas las violaciones contra Sus mandamientos. Confiesa como David lo hizo en el
Salmo 51 que has pecado contra Dios. Confiesa que Dios fue al que más ofendiste como
resultado de tu pecado. Y entonces puedes decir como David en el Salmo 32: “¡Cuán
bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán
bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad!”. Nunca
experimentaremos mayor victoria sobre el pecado a menos que seamos rápidos en volver
hacia Cristo todas las veces fallamos.

14) Mateo 5:8 “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios”. Este ha
sido el versículo más útil para mí en la lucha contra la lujuria y la tentación de la inmoralidad
sexual. Tenemos que luchar contra el deseo con el deseo. Satanás nos tienta sosteniendo algo
que va a ser agradable para nosotros. No somos tentados a atiborrarnos con un platillo
desagradable que no implica la promesa de un gran placer. Pero el sexo, la pornografía, y una
segunda mirada si implica eso. La Biblia nos da muchas armas para luchar contra la tentación.
Podemos decimos que es malo, que es pecaminoso, que dará lugar a cosas malas, que no es
lo que debo hacer como cristiano. Todo eso es útil. Pero la única arma que rara vez utilizamos
es otro placer. Tenemos que luchar contra el placer fugaz del pecado sexual con el placer
mucho más grande y perdurable de conocer a Dios. La lucha por la pureza sexual es la batalla
de la fe. Puede sonar como nada más que trabajo duro y un rechinar de dientes, todo lo
contrario de la fe. Pero la fe está en el corazón de esta lucha. ¿Creemos que la visión de Dios
es mejor que una visión de un pedazo de piel? ¿Creemos que la misericordia de Dios es mejor
que la vida (Salmo 63:3)? Probablemente pecaríamos menos si pasáramos menos tiempo
pensando en nuestros pecados, sexuales o de otro tipo, y más tiempo meditando en el amor
y la santidad de Dios.

15) Efesios 1:19-21 ”…y cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder para con nosotros
los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de Su poder. Ese poder obró en Cristo
cuando Lo resucitó de entre los muertos y Lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales,
muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se
nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero”. El gran poder que creó al mundo
y nos salvó, y resucitó a Jesús de entre los muertos, ése mismo poder ahora es el obra en ti.
Debemos creer que Dios es más fuerte que la tentación sexual, que el pecado y que la
adicción. Si crees que Dios trajo un muerto de nuevo a la vida, debes creer que puedes
cambiar. Generalmente no de la noche a la mañana, sino de un grado de gloria a otro. Ejercita
tu salvación del pecado sexual con temor y temblor, porque el poder de Dios ya está obrando
dentro de ti.
Ayudas para desactivar la lujuria
Creo que nunca me he topado con un homo sapiens que no se haya visto derrotado por la
tentación sexual. En esto, ni los cristianos son exentos. Cuando el predicador menciona “la
lucha contra la tentación”, la mujer piensa en varios frentes. Para el varón, la inmoralidad
sexual es el concepto más apegado a la palabra “tentación”.
Es común preguntarse en el calor de la batalla de donde es que el monstruo de la lascivia
recoge el poder para tiranizar a tantos hombres. La respuesta al enigma se encuentra en los
anales de la historia bíblica.
Nos remontamos al libro de Génesis en el cual encontramos el deseo sexual como algo
inocente. ¿Inocente? Sí, natural. ¡¿Natural?!. ¡Sí!, resulta que este deseo no fue sembrado por
el diablo en el Edén sino por Dios en el hombre. El sexo es el recinto en donde el hombre y
la mujer celebran un éxtasis de comunión conyugal. Antes de permitirnos pensar en este
deseo como una vulgar tentación, debemos de reconocerlo y afirmarlo como una bendición:
todo lo que vino de la mano creativa de Dios fue declarado “bueno en gran manera”.
El deseo sexual es además potencia en el cumplimiento de la gran comisión original de:
“fructificar, multiplicarse y llenar la tierra” (Gen. 1:28 ). En el mundo original esta pasión
nunca fue censurada por Dios.
El capítulo 3 de Génesis cambió la historia. El pecado entró, permeó y desvirtuó toda la
creación. A ese inocente deseo de amor, se le echó gasolina. Surgió un nuevo término en el
vocabulario humano: la lascivia. El amor se pervirtió y desde entonces ha dejado un rastro
de innumerables calamidades: fornicaciones, matrimonios destrozados, adicciones,
perversiones, abusos, crímenes pasionales, etc.
La temperatura de esta pasión ha subido ahora más que nunca en la era en la que vivimos.
Los anticonceptivos han removido límites que antes limitaban el desenfreno. La pornografía
ha insensibilizado las conciencia de miles de hombres que ahora se exponen sin chistar a
aberraciones antes inadmisibles.
El varón de hoy no puede ser victorioso sin la lucha. Aquél que no se propone y dispone a
tomar medidas diariamente en esta guerra terminará siendo una víctima de las estadísticas.
A continuación ofrezco algunas reflexiones bíblicas que debemos de instalar en nuestra
mente, para poder desalojar el acoso lascivo que no descansa hasta que no haya terminado
de invadir nuestra mente.
Cultiva pureza de raíz
Proverbios 4:23–26 (RVR60) — 23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida. 24 Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la
iniquidad de los labios. 25 Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que
tienes delante. 26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos.
Pocos hombres tuvieron tanto que proteger como Salomón. Sus vastos tesoros seguramente
eran custodiados por una élite de centinelas. Sorprendentemente no eran los tesoros lo que
Salomón consideraba más dignos de su protección sino el corazón, pues de este, “mana la
vida”.
Jesús claramente enseñó que la verdadera espiritualidad no comienza con los actos externos,
o en los pensamientos de la mente, sino en las motivaciones del corazón. Es del corazón de
donde provienen las fornicaciones, el adulterio, la inmundicia…” y por ende, es lo que
debemos proteger de la corrupción ante todo.
Salomón cita tres sencillas recomendaciones para lograrlo. Debes evitar que tus
conversaciones decaigan, debes cuidar que tus ojos se distraigan, debes cuidar que tus pies
no se desvíen. Si esto lo practicas hoy, habrás guardado tu corazón.
Toma medidas radicales contra la impureza
Mateo 5:27–30 (RVR60) — 27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.28Pero yo
os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón.29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues
mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al
infierno.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te
es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
En el tema de la impureza sexual, la Biblia choca de frente con el mundo. No es considerada
como una travesura común a los hombres, sino como un pecado capaz de arrojar al juicio
eterno. Es más, lo que se condena en estos versículos no es el abandono sexual público, como
Absalón lo perpetró con las concubinas de David su padre, sino los actos sexuales practicados
dentro del recinto del corazón, en donde solo Dios es testigo.
Dice el refrán: “a grandes males, grandes remedios”, el remedio que Jesús recomienda a la
impureza es radical. No se trata de que literalmente te saques los ojos, o te cortes la mano,
pero sí que tomes medidas recias para evitar que la impureza se convierta en una costumbre,
en una tradición, en una vida, en un infierno.
El día de hoy proponte tomar medidas radicales. Instala un filtro anti-pornografía en tu
computadora, atrévete a confesar tus debilidades a otros cristianos maduros para beneficiarte
de su ayuda, evita aquellas influencias que te incitan a este pecado. Sólo tú sabes lo que
“medidas radicales” son, para librarte de este pecado.
Regula el apetito por la tentación
Romanos 13:13–14 (RVR60) — 13 Andemos como de día, honestamente; no en
glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14sino
vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Tú no puedes controlar cuándo la tentación te visite, pero sí cuánto apetito tengas por ella.
Cuando nos hemos acercado a situaciones que abren el apetito de nuestra carne, la tentación
parece irresistible, imposible de vencer.
La Biblia nos da el remedio para reducir ese apetito. Antes de resistir la tentación, debemos
de velar para no toparnos con ella. Es decir, existe un campo de batalla más favorable que
nos brinda espacio para evitar ser acorralados por la tentación.
El dia de hoy proponte velar y evitar situaciones que son el aperitivo que le abre el apetito a
la carne, y así habrás de crecer en pureza.
Cuida tu trato con el sexo opuesto
1 Timoteo 5:1–2 (RVR60) — 1 No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre;
a los más jóvenes, como a hermanos; 2 a las ancianas, como a madres; a las jovencitas,
como a hermanas, con toda pureza.
Tu pureza no solo se cultiva en tu mente, sino también en el trato con el sexo opuesto. En el
mundo muchos tienen a las mujeres jóvenes como juguete de su lujuria, y el trato con ellas
como la sala de sus juegos. Su conversación con ellas está sazonada de indirectas sensuales
diseñadas a descubrir si la lujuria que sienten es recíproca.
En esta porción somos exhortados a tratar con el sexo opuesto en un marco fraternal. Las
mujeres creyentes son nuestras hermanas espirituales, y por ende nuestras conversaciones
con ellas deben buscar la protección de su pureza, tal como lo hacemos con nuestras propias
hermanas en la carne.
El día de hoy, proponte tratar al sexo opuesto con tal decencia que las deje convencidas de
tu respeto por ellas.
Recuerda que aun los hombres más santos participan de esta lucha
Job 31:1–12 (RVR60) — 1 Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a
una virgen? 2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente
desde las alturas? 3 ¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que
hacen iniquidad? 4 ¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? 5 Si anduve con
mentira, Y si mi pie se apresuró a engaño, 6Péseme Dios en balanzas de justicia, Y conocerá
mi integridad. 7 Si mis pasos se apartaron del camino, Si mi corazón se fue tras mis ojos, Y
si algo se pegó a mis manos, 8 Siembre yo, y otro coma, Y sea arrancada mi siembra. 9 Si
fue mi corazón engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando a la puerta de mi
prójimo, 10Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se encorven. 11 Porque es maldad
e iniquidad Que han de castigar los jueces. 12 Porque es fuego que devoraría hasta el
Abadón, Y consumiría toda mi hacienda.
La lujuria no ha caducado, ni tampoco comenzó en nuestra época. Si nos remontamos
milenios atrás encontraremos al patriarca Job, descrito como un hombre sin igual, y que sin
embargo, no estaba exento de esta lucha. Esta porción nos muestra cómo se propuso ganar
esta batalla.
Job no esperaba a que la tentación llegara para comenzar a luchar. Él tenía ganada la batalla
de antemano. Comenzaba haciendo un pacto consigo mismo para que sus ojos no divagaran
hacia la doncella. Sabía que la segunda mirada puede terminar en un adulterio consumado.
Asimismo, estaba persuadido de que Dios no se hace la vista gorda cuando se trata de la
inmoralidad, sino que la castiga con severidad, no sólo en la eternidad, sino incluso en esta
vida.
Los tiempos en los que tú vives son diferentes, pero no las consecuencias de este pecado.
Jesús recetó fuertes remedios para evitar la inmoralidad, y no habrá forma de preservar tu
pureza a menos de que estés persuadido de las calamitosas consecuencias que esta engendra.
Vence la lujuria al primer golpe
1 Corintios 6:18–20 (RVR60) — 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que
el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo
peca. 9 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,
el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
La tentación sexual difícilmente es vencida en el décimo round si no es vencida en el primero.
Más bien, al primer golpe del primer round. Si registras poca victoria ante esta tentación,
pudiera ser que esperas demasiado a reaccionar a ella. Cuanto más te acerques a esta
tentación, más difícil será escapar de su órbita. Cuanto más tiempo pases forcejeando con
ella, más fuerza cobrará y más fácilmente terminarás en la lona.
Por esto, el Apóstol Pablo no solo recomienda apartarse de la tentación a paso ordinario, sino
a paso urgente, a huir como si fuésemos perseguidos por esta. No debes de tachar su
recomendación como exagerada, José en Egipto tomó esta misma medida para librarse de la
seducción de la esposa de Potifár.
El día de hoy debes considerar el costo de este pecado, pues tanto dañará tu ser como
profanara el templo del Espíritu Santo, el cual es tu cuerpo.
No pienses que la tentación a la impureza cesa con el matrimonio
1 Tesalonicenses 4:2–8 (RVR60) — 2 Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por
el Señor Jesús;3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de
fornicación;4 que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;5 no
en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;6 que ninguno
agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como
ya os hemos dicho y testificado.7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a
santificación.8 Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también
nos dio su Espíritu Santo.
Mejor es casarse que estarse quemando. Cientos de cristianos jóvenes miman su lujuria
pensando que el matrimonio será el extinguidor de su exceso sexual. El matrimonio en
realidad es el vehículo para tener comunión íntima entre esposos, y así satisface el deseo
sexual ordinario, pero no sacia el extraordinario.
En esta porción se da una advertencia a creyentes casados en contra de la fornicación. Se les
recuerda que el llamado de Dios es uno a la santificación y no a la fornicación; a que la
santidad, y no la concupiscencia, debe motivar la relación entre esposos tanto como controlar
la relación hacia los cónyuges de sus hermanos o hermanas creyentes.
La lección para ti el día de hoy es cultivar la pureza a tiempo y fuera de tiempo. Debes
comenzar a hacerlo en tu soltería y continuar en tu matrimonio; pues el matrimonio no es
garantía de pureza. Ten presente, que antes de casarte la concupiscencia buscará protagonizar
en la arena de la fornicación, y después de casado, en la arena del adulterio.

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