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Analisis Sociologico Vigilar y Castigar
Analisis Sociologico Vigilar y Castigar
Michael Foucault
Introducción.
Michel Foucault habla, en definitiva, de la sociedad moderna.
Piensa que las instituciones de secuestro y las múltiples
redes que se extienden gracias a la microfísica del poder de
la sociedad desarrollada del siglo XX, han tejido alrededor
del sujeto, infinidad de formas de control y de colonización
de su conciencia, al grado que él mismo se convierte en
vigilante de sus propias acciones y en quien inflige
sanciones y castigos en su contra. Si bien en el libro es
evidente el trabajo que muestra la genealogía de la prisión
a través de los cuatro momentos que Foucault estudia, la
cárcel moderna y, en particular, el panoptismo, se
constituyen en la metáfora por excelencia de los agregados
políticos y la dinámica social moderna de una sociedad que
no puede refrenar ni reconducir sus pulsiones de sometimiento
del individuo.
El cambio:
En Francia en 1791 -consolidado en 1808 y 1810-, se
inaugura una nueva era: la desaparición de los
suplicios (Rusia, 1769; Prusia, 1780; Pensilvania y
Toscana, 1786; Austria, 1788). En unas cuantas décadas
desaparece el cuerpo supliciado, descuartizado,
amputado, marcado en el rostro o en el hombro, expuesto
vivo o muerto, ofrecido en espectáculo, desaparece el
cuerpo como blanco de la represión penal.
Poco a poco el castigo deja de ser TEATRO. Al
desaparecer el suplicio, es el ESPECTÁCULO el que se
borra. Doble proceso: Desaparición del espectáculo y
anulación del dolor.
Ya no se toca al cuerpo, o lo menos posible, para herir
en él algo incorpóreo: prisión, reclusión, trabajos
forzados, presidio, interdicción de residencia,
deportación.
Por la guillotina -desde 1792-, la muerte queda
reducida a un acontecimiento visible e instantáneo. La
guillotina tiene la abstracción de la ley.
Desaparece, pues, en los comienzos del siglo XIX, el
gran espectáculo de la pena física; se disimula el
cuerpo supliciado; se excluye del castigo el aparato
teatral del sufrimiento Se entra en la era de la
sobriedad punitiva.
Hoy:
Sigue siendo la muerte penal, en el fondo, un
espectáculo que es necesario prohibir.
La prisión: Ha mantenido siempre una medida de
sufrimiento corporal. Un fondo "supliciante", envuelto
cada vez más en un fondo no corporal.
El culpable:
En su cuerpo se hace legible a todos, un procedimiento
secreto, por eso es exhibido, paseado expuesto,
supliciado como acto de justifica.
La verdad de la ejecución pública en el s. XVIII:
1. El culpable debe ser el pregonero de su propia
condena.
2. El suplicio hace patente la verdad, trabajo
continuado por el tormento. Se prosigue la escena
de la confesión.
3. Se prende el suplicio sobre el crimen, sus
relaciones son descifrables
4. La lentitud del suplicio, sus peripecias, los
gritos y sufrimientos del condenado, desempeñan la
final del ritual judicial, el papel de prueba
última.
El suplicio:
Es tanto judicial como ritual político. El derecho a
castigar es un derecho del soberano a hacer la guerra
a sus enemigos. Función jurídico-política.
La ceremonia punitiva es "aterrorizante", inscrita en
el funcionamiento po-lítico de la penalidad, manifiesta
a la luz del día la relación de fuerzas que da su poder
a la ley.
El verdugo ante el condenado cumple la función de
campeón del rey.
Su atrocidad desempeña un doble papel:
Principio de comunicación del crimen con la pena.
Exasperación del castigo con relación al crimen.
El pueblo:
Tiene derecho a estar en los suplicios y comprobar su
aplicación
Su participación implica impedir ejecuciones injustas,
liberar condenados del verdugo, obtener el perdón,
perseguir a los ejecutores, maldecir a los jueces,
alborotar la sentencia. (Ej. Aviñón, a fines del s.
XVII: el verdugo es perseguido por el pueblo y el
condenado es salvado por el motín).
En el s. XVIII, ciertas prácticas de la justicia penal
ya no eran toleradas por' las capas profundas de la
población.
El testimonio: * La justicia requiere que la víctima
autentificara el suplicio que sufre: "últimas palabras
del condenado".
Se dan las hojas volantes y cantos del muerto: El
suplicio hace pasar la verdad secreta del
procedimiento, al cuerpo, gesto y discurso del
criminal. Relatos con control ideológico que se
convierte de curiosidad en interés político.
Con la literatura policiaca desaparecen las hojas
sueltas, la gloria del malhechor rústico y la sombría
glorificación del suplicio. Tras-pone a otra clase
social el brillo que antes rodeaba al criminal.
CAPÍTULO II
EL CASTIGO
EL CASTIGO GENERALIZADO
Siglo XVIII:
Protesta generalizada contra el suplicio, de filósofos
y teóricos del derecho, juristas, curiales y
parlamentarios.
Se perfiló lo que sería el siglo XIX: Castigo sin
suplicio. La primera razón invocada fue el "grito del
corazón", respetar la humanidad, incluso del peor
asesino.
La criminalidad del siglo es "ladina, astuta, tunante,
calculadora", criminalidad de los marginados. (Al
criminal del s. XVII se lo caracteriza como agotado,
iracundo, mal alimentado...). Derivación de una
criminalidad de sangre a una de fraude.
Más que una justicia má3 fina y sutil, se perfila un
nuevo respeto a la humanidad de los condenados.
Se da una Reforma: Es la nueva "economía" del poder de
castigar, mejor distribución, ni tan concentrado ni
dividido, distribución homogénea para ejercerse en
todas partes del cuerpo social.
En el exterior e interior del aparato judicial, la
práctica penal y la crítica de las instituciones se
forma una nueva estrategia para el ejercicio del poder
de castigar.
Los ilegalismos:
Su economía se ha reestructurado con la sociedad
capitalista: Especialización de circuitos judiciales
(para ilegalismos de bienes -robo- tribunales
ordinarios y castigos; para los de derechos -fraudes,
evasiones-, transacciones, componendas, multas).
En Le Trosne (Vues sur la Justice criminelle, 1777), el
poder de castigar se articula sobre el ilegalismo
popular sometido a un con-trol más estricto y constante.
1810:
Se desarrolla el concepto de "reincidencia". Se castiga
a un sujeto delincuente que ha evidenciado una índole
criminal.
Se desarrolla la noción de "crimen pasional",
involuntario, irreflexivo, aunque inexcusable con la
locura.
Prisión:
Sólo permite la detención, no el castigo. Si la prisión
desempeña el papel de pena es sólo a título de
sustitutivo.
Aparece también marcada por los abusos de poder que se
cometían.
Representa el vínculo entre la teoría del s. XVI de la
transformación pedagógica y espiritual del individuo
por el ejercicio continuo y las técnicas penitenciarias
imaginadas en la segunda mitad del s. XVIII.
Modelo inglés:
Agrega como esencial para la corrección, el
aislamiento.
Adopta la "celda", técnica monacal cristiana de los
países católicos, el instrumento para reconstruir el
homo oeconomicus y la conciencia religiosa.
La duración de la pena sólo tiene relación con la
corrección posible y la utilización económica de los
criminales corregidos.
Modelo de Filadelfia:
Trabajo obligatorio en talleres, ocupación constante de
los presos, autofinanciación de la prisión, retribución
individual de los presos para cuando salgan.
Por ejemplo, en 1790, en la prisión de Walnut Street,
se adopta el principio de la no publicidad de la pena.
Se remarca la necesidad de un trabajo frecuente sobre
el alma del preso.
El control de la actividad
1. De las comunidades monásticas p. ej. se hereda el
control del tiempo. Ritmos, ocupaciones, ciclos de
repetición. Se concreta en colegios (el recorte del
tiempo es sutil en las escuelas elementales), en los
talleres y en los hospitales.
La política:
Es concebida como continuación de la guerra.
Se piensa como medio fundamental para prevenir la
alteración civil.
ESTRATEGIA: Define la serie política-guerra
TACTICA: Define la serie ejército-política
Vigilancia
Operador económico decisivo, pieza de producción,
engranaje especificado del poder disciplinario.
Establece, en la escuela:
o Observadores (ven p.ej. quien charla).
o Admonitores (constatan quien estudia con zumbido).
o Visitantes (investigan en las familias)
o Intendentes (vigilan a todos los oficiales)
o Repetidores (sólo ellos cumplen labor pedagógica
haciendo leer a los alumnos de dos en dos).
La técnica disciplinaria
Se opone a la penalidad judicial, al corpus de leyes
y de textos.
Especifica los actos bajo categorías generales de
oposición binaria (prohibi-do/permitido). Opera la
división.
Obra según mecanismos de sanción normalizadora.
El poder de la Norma, aparece:
Como poder de la ley
Como poder de la palabra
Como poder del texto
Como poder de la tradición
El poder de la normalización obliga a la homogeneización
en el interior de un sistema de igualdad formal.
El examen
Es mirada normalizadora, de vigilancia que califica,
clasifica y castiga. Visibilidad que diferencia y
sanciona.
El desbloqueo epistemológico de la medicina en el s.
XVIII se operó con la organización del hospital como
aparato de "examinar". El hospital hace lugar a la
"disciplina" médica.
La escuela es lugar de examen ininterrumpido que
acompaña todo el proceso de enseñanza. Así se hace
lugar de elaboración de la pedagogía.
Como mecanismo que une el ejercicio del poder con la
formación de un saber el examen:
1. Invierte la economía de la visibilidad en el
ejercicio de poder. Su poder disciplinario se
ejerce haciéndose visible, se manifiesta
acondicionando objetos, es la ceremonia de la
objetivación. Entramos a la época del examen
infinito y de la objetivación coactiva.
Nuestra civilización
Ha constituido un hombre calculable, una tecnología
del poder y una anatomía política del cuerpo.
Ha constituido a los individuos en elementos de un
poder y de un saber, una realidad fabricada por esa
tecnología específica llamada DISCIPLINA.
Toda ciencia, práctica o análisis con “psico” han
invertido el procedimiento de la individualización:
EL PANOPTISMO
La peste en una ciudad:
Es un espacio cerrado, recortado, vigilado, todos están
insertos en un lugar, todo movimiento se controla, todo
acontecimiento se registra. El poder lo ejerce una fi-
gura jerárquica de manera continua, cada individuo está
localizado, examinado y distribuido entre los vivos,
enfermos y muertos. MODELO COMPACTO DE DISPOSITIVO
DISCIPLINARIO.
Si la lepra (y su división que figura el sueño en una
sociedad pura) da un MODE-LO DE EXCLUSION, la peste da
un ESQUEMA DISCIPLINARIO (reticulado que figura una
sociedad disciplinaria).
Marcación binaria y exilio del' leproso: Se concreta en
la diferenciación de lo normal de lo anormal:
el asilo psiquiátrico, la penitenciaría, el
correccional, el establecimiento de educación vigilada,
y por una parte los hospitales, de manera general todas
las instancias de control individual, funcionan de
doble modo: el de división binaria y la marcación y el
de asignación coercitiva, de la distribución
diferencial.
La disciplina
Tránsito hacia la sociedad disciplinaria.
La disciplina queda constituida en la época clásica
mediante una multiplicación del número de sus
instituciones: siglo XVIII. La extensión también
incluye la forma de disciplinar los aparatos
existentes. Hasta antes de la disciplina de la época
clásica, se constituyen dos imágenes:
Disciplina-bloqueo. Disciplina de los márgenes, con
funciones negativas, detiene el mal, rompe la
comunicación, suspende el tiempo. INSTITU-CION
CERRADA.
Disciplina-mecanismo. El poder es más rápido,
ligero, eficaz, diseño de las coerciones sutiles
para la sociedad futura. PANOPTISMO.
Individuo peligroso:
Como noción resulta de la unión del discurso penal con
el discurso psiquiátrico, unión que establece una
causalidad a escala de biografía que define el veredicto
de castigo y corrección.
El delincuente es la desviación patológica de la especie
humana, el síndrome mórbido, la forma teratológica.
Se fija un conocimiento "positivo" del delincuente y de
sus especies, distinto del conocimiento jurídico y del
médico. Es el conocimiento que califica
"científicamente" el acto como delito y al individuo
como delincuente: la CRIMINOLOGIA.
Es el aparto de castigo el que ha fabricado un punto de
aplicación: el cuerpo del pre-so y el alma del criminal.
La técnica penitenciaria y el hombre delincuente son
hermanos gemelos.
La criminalidad
Entre 1820 y 1845, la tasa de criminalidad no disminuye,
sino que aumenta, pese a las transformaciones,
extensiones y multiplicaciones de las prisiones.
La detención provoca la reincidencia. La prisión, en
lugar de corregir, enjambra en la población,
delincuentes peligrosos. Favorece organizar un medio
delincuente en el que los reos son solidarios,
jerarquizados y dispuestos a complicidad futura.
La crítica de la prisión comprende dos dimensiones: No
es efectivamente correctora, la técnica penitenciaria,
si no es rudimentaria, pierde su fuerza de castigo. La
prisión es un doble error económico, por el costo
intrínseco de su organización y por el costo de la
delincuencia que no reprime.
1. Principio de corrección.
La detención penal tiene como función esencial la
transformación del comportamiento del individuo.
2. Principio de clasificación.
El detenido está aislado o repartido según la gravedad
penal de su acto.
Procesos históricos
Se producen hasta que se llega a suponer que la LEY
define infracciones, que el APARATO PENAL, las reduce
y que la PRISION, es el instrumento de represión.
Es posible que se establezcan tres procesos históricos:
1. Desarrollo de la dimensión política de los
ilegalismos populares: Prácticas localizadas que
dieron lugar a luchas políticas incluso de cambio
de gobierno y de la estructura del poder.
2. Se reconoce la lucha contra los que establecen las
leyes y reglamentos.
3. La criminalidad del s. XVIII, en general, tiende a
formas especializadas, es el robo hábil, la
criminalidad de los marginados en medio de una
población hostil. Luego a fines del s. XVIII se
reconstituyen vínculos y se crean nuevas
relaciones.
Delincuencia
Es el instrumento para administrar y explotar los
ilegalismos.
Se da, incluso mucho antes del siglo XIX una utilización
política de los delincuentes, inclusive sobre márgenes
de la legalidad.
Solidificada por un sistema penal centrada en la
prisión, es la desviación de ilegalismo para provecho
y poder ilícito de la clase dominante.
Procura agentes ocultos, autoriza el rastrillado
generalizado, es un medio de vigilancia perpetua sobre
la población, un aparato que controla, a través de los
propios delincuentes, todo el campo social.
LO CARCELARIO
Mettray:
Con su apertura, en enero de 1840, termina la formación
del sistema carcelario. En él hay algo de claustro, de
prisión, de colegio y de regimiento.
Sus jefes son técnicos del comportamiento, ingenieros
de conducta, ortopedistas de la individualidad;
fabrican cuerpos dóciles, controlan hasta 10 horas de
trabajo, di-rigen desfiles, ejercicios físicos, el
pelotón, los actos de acostarse, levantarse, las
marchas ritmadas, la gimnasia.
Es objetivo de su programa, someter a directivos futuros
a aprendizaje según las mismas coerciones que se aplican
a los detenidos: Enseñanza de las "relaciones de poder",
escuela normal de la disciplina pura.
Lo penitenciario es una técnica que se aprende,
transmite y obedece, según normas generales.