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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

UNIDAD 302 VERACRUZ, VER.


LICENCIATURA EN EDUCACIÓN

MIGUEL DE LA MADRID HURTADO


MARÍA FERNANDA BUCCIO LÓPEZ

II SEMESTRE GRUPO 204


“HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO II”
MTRO.JUAN DE DIOS MARTÍNEZ GÓMEZ
HCA. VERACRUZ, VER., JUEVES 23 DE ABRIL DE 2015

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MIGUEL DE LA MADRID HURTADO

Fecha de gobierno: Del 01 de diciembre de


1982 al 30 de noviembre de 1988.
Partido Político: Partido Revolucionario
Institucional (PRI)
Lugar y fecha de nacimiento: 12 de diciembre
de 1934 en Colima, Colima.
Lugar y fecha de fallecimiento:
Su nombre completo fue Miguel de la Madrid
Hurtado. Fue abogado y político mexicano
que ocupó el puesto de la presidencia de la
República Mexicana durante 1982 hasta
1988.
Sus padres fueron:
* Miguel de la Madrid Castro
* Alicia Hurtado
Estudió la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México,
después estudió el postgrado en Administración Pública en la Universidad Harvard
en Cambridge, Massachusetts en los Estados Unidos, la cual es considerada la
mejor universidad en todo el mundo.
Ingresó al famoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1963 y así fue
como su carrera política ascendió logrando obtener cargos importantes en dicho
ámbito hasta llegar a obtener la silla presidencial que muchos políticos siempre
han querido.
Como profesionista dio cátedra en la Facultad de Derecho de la UNAM en 1968.
Debido a su excelente preparación educativa, más tarde trabajó en el Banco
Nacional de Comercio Exterior y en el Banco de México. En el año de 1970 fue
nombrado subdirector de Petróleos Mexicanos y en 1972 fungió como director
general de Crédito de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Su honrado trabajo y capacidad hicieron que Miguel de la Madrid continuara
obteniendo otros puestos importantes en el país. Por lo que en 1975 trabajó como
secretario de la dependencia antes mencionada y en 1977 lo promovieron a la
Secretaría de Programación y Presupuesto.
En el año de 1977 el entonces presidente José López Portillo lo invitó a formar
parte de gabinete presidencial en sustitución de Ricardo García Sainz, por lo que

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Miguel se quedó con el cargo de Secretario de Programación y Presupuesto el 19
de mayo del mismo año. En el aspecto sentimental, se casó con Paloma Cordero.
Su partido político PRI lo designó candidato a la presidencia de México el 17 de
septiembre de 1981. Todos los votos contados de las elecciones realizadas en el
mes de junio de 1982 dieron como resultado la victoria de Miguel de la Madrid al
puesto de la presidencia. Asumió el poder ejecutivo federal el 01 de diciembre de
1982 y gobernó durante un sexenio.
En el primer discurso oficial que dio como presidente dio a conocer el plan de
trabajo que trató de realizar para hacer que el país y todos los mexicanos salieran
de todos los problemas entre los que se encontraban inmersos como la crisis
económica, cuyo punto fue el más importante de su gobierno.
Entre las cosas que realizó el presidente Miguel de la Madrid se encuentran:
– Trabajó bajo una política de rigor y de lucha contra la corrupción.
– En cuanto a política exterior se centró en negociar la deuda externa de México.
– Trató de centrar el conflicto Centroamericano.
– Expidió la Ley de Responsabilidad de los Servidores Públicos.
– Inició la restauración de los cuerpos policiacos nacionales.
– Apoyó un programa emergente para la creación de empleos en todo el país.
– Apoyó al grupo diplomático de Contadora, el cual estuvo formado por los países
de México, Colombia, Panamá y Venezuela encargados de promover la paz en
Centroamérica.
– En 1984 México formó parte de del famoso grupo de “los seis” cuyos países
fueron: Argentina, India, Grecia, Suecia y Tanzania. Todos pedían ponerle fin a la
carrera armamentista.
– En 1986 México fue admitido al General Agreement on Tariffs and Trade (GATT)
(aspecto más fuerte de la administración del presidente en turno). Dicha
organización trabajó bajo un acuerdo multilateral creado en la Conferencia de La
Habana en 1947. Funcionó para establecer un conjunto de normas comerciales
para regular la economía de todo el mundo después de la Segunda Guerra
mundial.
– Renunció a incrementar el presupuesto federal para contener los problemas
sociales del país.
Durante su gobierno se dio el terrible terremoto de 1985 en la Ciudad de México
de 8.5 en la escala de Richter y se dio una fuerte réplica a los 20 días. Los daños
materiales fueron devastadores, se perdieron miles de vidas, hubo muchas
personas perdidas y heridas. Se dice que el presidente y sus miembros de

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gobierno no actuaron como debió ser antes tal situación, por lo que la población
fue la que comenzó a trabajar en apoyar a otras personas que perdieron todo.
Se dieron muchos rescates de víctimas y cuerpos que estuvieron entre los
escombros. Miguel de la Madrid señaló que México no necesitó ayuda extranjera
de ningún tipo para salir adelante ante tal situación, también dijo que el ejército no
tenía porque colaborar con la población en las labores de rescate.
Lo anterior provocó el descontento de la mayoría de los mexicanos, porque el
gobierno no se preocupó en ayudar a las personas que tuvieron serios problemas
físicos y de salud. La actitud del presidente hizo que la población criticara
severamente su gobierno.
Otra situación que fue motivo de un gran escándalo fue las elecciones electorales
que se llevaron a cabo en todo el país el 03 de julio de 1988. Los tres candidatos
para la silla presidencial fueron Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Salinas de Gortari
por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Manuel Clouthier por el Partido
de Acción Nacional (PAN).
El problema comenzó porque el sistema electoral de cómputo se detuvo
repentinamente, cuyos motivos hasta la fecha se desconocen y debido a que se
tuvo que nombrar a un ganador, la Secretaría de Gobernación, quien en ese
entonces se encargaba de organizar las elecciones, declaró ganador a Carlos
Salinas de Gortari.
En otra información, la historia señala que debido a los gastos excesivos que se
hicieron en el sexenio de López Portillo, cuando Manuel Ávila Camacho estuvo en
el poder se dio una inflación de 100% cada año, el empleo informal también
aumentó entre 1983 y 1985, la producción en las industrias gubernamentales bajó
drásticamente y también disminuyó el poder adquisitivo.
Todo lo anterior se encontró en manos del presidente quien puso en marcha la
renovación moral de la sociedad y para eso creó un Plan Global de Desarrollo en
el país y estableció un sistema de planeación democrática a nivel constitucional.
Se dio la descentralización y privatización de empresas estatales.
La crisis económica provocó que se devaluara el peso mexicano alcanzado el
3,100% de ésta. Su gobierno estableció pactos de crecimiento económico con
varios sectores del país tratando de hacer que el gobierno subsidiara una parte de
los precios de los productos básicos y los productores y distribuidores se
comprometieron a no aumentar tales precios.
Su periodo presidencial finalizó el 30 de noviembre de 1988 y su sucesor fue
Carlos Salinas de Gortari, quien trabajó en su gabinete de gobierno y fungió como
Secretario de Programación y Presupuesto.
Miguel de la Madrid continuó en la política y dos años más tarde asumió la
dirección del Fondo de Cultura Económica (FCE) en 1990. En dicho cargo realizó
varios programas de modernización en cuestiones administrativas y productivas.

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Con la ayuda de la tecnología incorporó lo más avanzado de las industrias
editoriales y artes gráficas.
El 04 de septiembre de 1992 Miguel de la Madrid fue quien inauguró las
instalaciones que contemplaron la biblioteca Gonzalo Robles (miembro fundador
del FCE) y se localiza en el edificio del Ajusco. En las instalaciones también se
abrió una unidad cultural nombrada Jesús Silva Herzog (quien fue periodista,
economista, escritor y catedrático mexicano).
También se contempló la librearía Alfonso Reyes (quien fue un destacado poeta,
ensayista, narrador y diplomático mexicano). El FCE adquirió más importancia en
el país y en el continente americano, debido a eso en 1990 se fundó la
dependencia de dicho organismo en San Diego, California en los Estados Unidos.
Continuando con el mismo punto, el 21 de junio de 1991 se inauguró la librería
Azteca en Sao Paulo, Brasil; en 1994 se inauguraron las instalaciones del FCE en
Venezuela y en 1998 se abrió una subsidiaria en Guatemala. Los países que
tuvieron dependencias del Fondo de Cultura Económica fueron los siguientes:
Estados Unidos, Brasil, Guatemala, Venezuela, Argentina, España, Colombia y
Perú y Chile.
Entre otras cosas es fundamental mencionar que Miguel de la Madrid continuó
trabajando en el mismo cargo y recibió varios premios por su destacada
participación como presidente del Fondo de Cultura Económico de México ya que
logró hacer que la cultura mexicana y la lengua española creciera y fuera
reconocida a nivel internacional por medio de libros editados en dicho idioma.
Los premios que recibió fueron los siguientes:
* En 1992 Premio FILIJ del Libro por los libros editados para niños.
* 1993 Premio Laurel de Oro (otorgado por el Ayuntamiento de Madrid).
* 1993 mención honrosa del Premio Juan García Bacca (entregado por la
Asociación Cultural de Perú).
* 1993 Premio del Calendario Azteca de Oro (concedido por la Asociación
Mexicana de Radio y Televisión.
* 1994 y 1995 premio del Banco del Libro de Venezuela por los libros editados
para niños.
* 1997 Premio IUS por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) por su contribución al desarrollo de la lectura en la
lengua española.
* 1998 Premio de las Palma Académicas (entregado por el gobierno francés por su
contribución al fomento cultural).

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* 1999 Medalla Picasso de Oro (entregada por la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la ciencia y la Cultura “UNESCO” por su labor de la
difusión de la cultura latinoamericana a nivel mundial).
El último escándalo en el que Miguel de la Madrid participó fue cuando el 21 de
mayo del 2009 acusó a Carlos Salinas de Gortari de robarse dinero de la partida
secreta, por fomentar la corrupción en todo el país y porque su hermano Raúl
tenía vínculos con el narcotráfico.
Cuando la BMV estaba por darse a la quiebra, al siguiente día Carlos Salinas tomó
el poder del país, éste fue alumno de Miguel de la Madrid en la Universidad
Nacional Autónoma de México.
La crisis de 1982 y sus antecedentes

El 1o de diciembre de 1982, cuando De la Madrid tomó posesión de la


Presidencia, el panorama era desolador: una inflación de casi 100%, con clara
tendencia a convertirse en hiperinflación; la cantidad de billetes en circulación se
había incrementado casi lo mismo que en los 53 años anteriores acumulados. El
déficit del sector público, de 17.6% del PIB, no tenía precedente. El debilitamiento
de la actividad productiva había llevado a México a un crecimiento cero, algo que
no había ocurrido desde los años treinta. Las restricciones en el crédito externo
paralizaron los ingresos de divisas al sistema financiero nacional, y el desempleo
abierto llegó a 8%, el doble del observado en 1981 (4). La deuda externa llegó a
87,588 millones de dólares, lo que representaba 89% del PIB y 1,359% de las
reservas internacionales del país en 1982. El servicio de la deuda significó
destinar a su pago el producto de 54.6% de las exportaciones petroleras y 32.1%
de los ingresos totales del país en cuenta corriente (5).
Junto con la crisis, se presentaba una marcada polarización social por reclamos
continuos de los grupos sociales que buscaban culpables, y una fuerte polémica
entre los empresarios y el gobierno por la nacionalización de la banca que había
realizado el Presidente saliente en los últimos meses de su gobierno; para
algunos, la nacionalización era indicativa de una tendencia del Estado a desplazar
al sector privado de la actividad económica.
La crisis fue consecuencia de un sobreendeudamiento excesivo, como en el que
habían incurrido muchos otros países del llamado tercer mundo, así como de una
inadecuada conducción de la economía y, como se hacía cada vez más evidente,
no sólo en México sino en todo el mundo en desarrollo, del agotamiento del
modelo de desarrollo entonces prevaleciente, con fuerte intervención del Estado
en la economía. Este modelo, iniciado en la segunda mitad del siglo XX, después
de la Segunda Guerra Mundial, impulsó una industrialización intensiva a partir de
una política de comercio internacional proteccionista, que restringía las
importaciones para sustituirlas con productos nacionales; al mismo tiempo, las
políticas financiera y fiscal se utilizaron para estimular la inversión privada. La
política monetaria consiguió mantener la estabilidad de precios, salarios, tipo de

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cambio y tasas de interés. Las divisas se obtenían por medio de exportaciones y
turismo, y sólo marginalmente por préstamos del exterior. Los ingresos del
gobierno eran suficientes para responder por su gasto.
Para comienzos de los años setenta, el modelo comenzó a debilitarse. Los
productos elaborados en el país resultaban de menor calidad y de mayor precio
que los extranjeros, por lo que el crecimiento de la producción nacional comenzó a
disminuir, limitándose al mercado interno. Los contrastes en la distribución del
ingreso se hicieron más marcados; la población se había incrementado
aceleradamente, así como el número de quienes vivían en las ciudades. La
demanda de servicios públicos creció en la misma proporción.
Para atender estos problemas, el Presidente Luis Echeverría (1970-1976) convirtió
al Estado en motor del desarrollo, impulsando la inversión en obras públicas y
subsidiando al consumo. A diferencia de los años anteriores, ahora el gobierno
empezaba a gastar más de lo que tenía; el déficit público pasó de 2.5 a 9.9% del
PIB entre el inicio y el fin de su gobierno. La diferencia se cubrió mediante la
emisión de dinero y la contratación de deuda externa; ello provocó que la inflación
creciera de 5.3% anual a 15.8% en los mismos años. La consecuente
sobrevaluación del peso al no modificar el tipo de cambio, constante en los últimos
22 años en 12.50 pesos por dólar, provocó una devaluación en septiembre de
1976, y se estableció un sistema de flotación en la cotización del peso frente al
dólar (6).
El gobierno del Presidente José López Portillo (1976-1982) pudo recuperar la
confianza del público al descubrirse enormes reservas probadas de hidrocarburos
que colocaban a México como el quinto país con mayores reservas petroleras.
Entre 1973 y 1978, los precios del petróleo se habían incrementado, lo que
provocó un marcado optimismo en el crecimiento futuro de la economía nacional.
La estrategia de desarrollo siguió la misma pauta del sexenio anterior, ahora
apoyada en el ingreso por exportaciones petroleras. El PIB creció a más de 8%
anual en promedio entre 1978 y 1981, por encima del crecimiento de la población,
que fue de 3.5% en ese lapso. La inversión privada y el empleo se elevaron.
México era considerado buen pagador y buen sujeto de crédito por la banca
mundial debido al auge petrolero, por lo que los préstamos del exterior fluyeron
con facilidad, sobre todo para fortalecer la infraestructura petrolera. El Presidente
López Portillo, entusiasmado, llamó a los mexicanos a prepararse para
"administrar la abundancia".
El déficit financiero del sector público como proporción del PIB creció, de 6.7% en
1977, a 14.8% en 1981. Las ventas de petróleo permitieron posponer el aumento a
los precios y tarifas del sector público, y mantener prácticamente fijo el
deslizamiento del peso, entre 22.70 y 22.90 por dólar, de 1977 a 1980, a pesar de
que la inflación en México era mayor que en las naciones con las que comerciaba.
Esto encareció las exportaciones mexicanas no petroleras y abarató
comparativamente los productos importados, provocando un déficit creciente en
las transacciones no petroleras.

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Las exportaciones de petróleo, como proporción de las totales, crecieron de 22.3%
en 1977 a 75% en 1981, y los ingresos del gobierno provenientes de Petróleos
Mexicanos (PEMEX), aumentaron de 15.7 a 27.6% en los mismos años. La
economía mexicana se había petrolizado.
El petróleo estaba en el centro de la política macroeconómica. Sin embargo, a
mediados de 1981, los precios internacionales del crudo comenzaron a caer. El
precio de referencia por barril pasó, de 40.60 dólares en 1980, a 34.26 dólares a
fines de 1981. Aunque la pérdida de divisas petroleras significó 1,283 millones de
dólares, el gobierno no devaluó el tipo de cambio, y suplió la deficiencia con
crédito externo. Estas circunstancias hicieron suponer a los ahorradores que era
inminente una devaluación, y se produjo una creciente salida de dólares al
exterior, que se estima en 20 mil millones de dólares entre mayo de 1981 y febrero
de 1982, cuando la esperada devaluación por fin se produjo. Ese mes la paridad
alcanzó 44.64 pesos por dólar, 18 pesos más por dólar que en enero del mismo
año.
El déficit financiero del gobierno federal siguió creciendo, hasta alcanzar 17.6% del
PIB. Aumentó la inflación, al igual que la desconfianza del público, y la fuga de
divisas se aceleró. En agosto se produjo una nueva devaluación y se implantó un
sistema de control de cambios dual, con un tipo de cambio "preferencial", de 49.50
pesos por dólar, y otro libre, que inició a 77 pesos por dólar y llegó a alcanzar 150
pesos por dólar. Por disposición oficial, los depósitos bancarios en dólares se
pagaron en pesos (por lo que fueron llamados mexdólares), al tipo de cambio
preferente, que era menor que el tipo de cambio libre. Esta medida causó un gran
disgusto entre los ahorradores, que se sintieron defraudados, y mayor pérdida de
confianza en el gobierno. El 20 de agosto las autoridades mexicanas declararon
que el país no estaba en condiciones de hacer frente a sus compromisos con el
exterior, por lo que se consiguió una prórroga de 90 días para el pago de la deuda
de corto plazo, que representaba unos 10 mil millones de dólares.
En septiembre de 1982, tres meses antes de que comenzara el nuevo gobierno,
en una decisión más emotiva que práctica, el Presidente López Portillo decretó la
nacionalización de los bancos.
Las medidas adoptadas en 1982 provocaron mayor confusión y desconfianza
entre el público, y un serio desquiciamiento en el sector financiero. Las
consecuencias más graves fueron tres. La primera, la reducción en el poder de
compra de los ahorradores, de los cuales los sectores medios y populares fueron
los más afectados, como consecuencia de la devaluación de la moneda y de una
creciente inflación. La segunda, una reducción en la liquidez de las empresas que
tenían deudas con el exterior o que requerían la compra de materias primas o
refacciones del extranjero para operar, lo que amenazaba con una ola de
quiebras. La tercera, la incertidumbre sobre el verdadero precio de los bienes, que
desató una inflación inercial, es decir, que la incertidumbre misma generaba más
inflación. La magnitud de la crisis y la nacionalización de la banca tensaron

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peligrosamente las relaciones entre los empresarios y el gobierno, e incluso se
temía un estallido social.
Sin embargo, a pesar de las dificultades, México había crecido aceleradamente en
los años anteriores y contaba con una importante planta productiva con enorme
potencial. El problema era cómo echar a andar ese aparato productivo y disminuir
el desempleo sin generar mayor inflación en el corto plazo y, al mismo tiempo,
restituir las maltrechas finanzas públicas y cumplir con los compromisos
financieros del exterior (7).
Más crisis
El de Miguel de la Madrid fue un gobierno de manejo de crisis recurrentes.
Además de la grave crisis con que recibió el país, nuevos retos se acumularon a lo
largo del sexenio.
Entre marzo y junio de 1984 se presentaron cuatro alzas consecutivas a las tasas
de interés en Estados Unidos, de medio punto cada una. Ello significó una
erogación adicional, para México, de 350 millones de dólares en cada caso, con la
consecuente afectación de los esfuerzos de ajuste y un alza en las tasas de
interés locales, que aumentaron la deuda interna, redujeron el margen de
maniobra del gobierno y desalentaron la inversión privada (8).
En febrero de 1985 el precio del barril de petróleo tipo Istmo bajó 1.25 dólares, al
pasar de 29 a 27.75 dólares por unidad, lo que disminuyó el ingreso de divisas por
unos 300 millones de dólares (9). El precio siguió bajando hasta quedar en 23
dólares por barril (10).
En septiembre de ese mismo año, dos violentos terremotos, uno de 8.1 grados en
la escala de Richter, y otro de 6.5 grados, sacudieron a la ciudad de México y ocho
estados de la República. Hubo una pérdida de vidas estimada en más de 5 mil
personas y cuantiosos daños materiales en viviendas e infraestructura pública,
principalmente en la capital del país. El costo de la reconstrucción se calculó en 4
mil millones de dólares, en momentos en que la escasez de divisas era acuciante
(11).
Durante los primeros 45 días de 1986, los precios internacionales del petróleo
volvieron a caer, ahora estrepitosamente. Al 14 de febrero, el precio de nuestro
barril de petróleo había caído 8 dólares, desde los 23 que registró en 1985. Nunca
antes en el mercado petrolero había ocurrido una baja tan brusca y de tal
magnitud (12). La caída en los precios ocasionó a la economía mexicana una
pérdida equivalente a 6% del Producto Nacional (13).
En este contexto, la comunidad financiera internacional se resistía a compartir los
costos del ajuste, y empujaba a México a restricciones más fuertes, que el país no
estaba en condiciones de soportar (14).

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Por si fuera poco, el lunes 19 de octubre de 1987 se desplomó la Bolsa Mexicana
de Valores bajo el impulso de la drástica caída que ese mismo día sufrió Wall
Street, arrastrando con ella otras bolsas del mundo. En un día perdió 52,671
puntos, es decir, 16.5%; en el curso de un mes llegó a perder 70% y seguía a la
baja, generando un clima de histeria entre los inversionistas. Miles de personas se
vieron afectadas, lo que creó un ambiente de incertidumbre y malestar muy
negativo (15). Aquel día fue conocido en todo el mundo como el "lunes negro".
Éstos fueron los principales componentes de la problemática económica
recurrente que debió enfrentar Miguel de la Madrid en el transcurso de su
mandato.
El cambio de rumbo en la economía
La nueva administración de Miguel de la Madrid enfrentó la grave situación
económica buscando corregir el desequilibrio financiero del gobierno e impulsar el
sistema productivo con ahorro interno, estabilidad y realismo cambiarios, y, sobre
todo, procurando contener la inflación. Esto significó, de hecho, el inicio de la
transformación del modelo de desarrollo que había seguido México hasta ese
momento.
Para impulsar el cambio estructural y hacer frente a la crisis, el Presidente De la
Madrid promovió una serie de reformas legales, entre las que sobresalen un
cambio a los artículos 25, 26, 27, 28 y 73 de la Constitución, para ratificar el
régimen de economía mixta, precisar el papel del Estado en la rectoría económica,
limitar su intervención directa a los sectores considerados estratégicos o
prioritarios, y crear un sistema de planeación democrática en el que coparticiparan
los sectores público, privado y social, y que obligara a establecer un Plan Nacional
de Desarrollo con metas específicas para cada área de gobierno. La reforma se
presentó el 12 de diciembre de 1982 al Congreso de la Unión (16). Esto era
necesario para distender el ambiente de confrontación que cundía entre el sector
privado en contra del gobierno, ofreciendo a los empresarios un mensaje de
certidumbre y tranquilidad; para dar fundamento jurídico a los cambios
estructurales que se emprenderían, y para conducir las políticas económicas
indispensables en el combate a la crisis.
Otra estrategia, anunciada el mismo día en que tomó posesión de la Presidencia,
fue lanzar un programa de emergencia para estabilizar la economía después de la
crisis de 1982. El Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE) tuvo
como propósito atacar la inflación mediante el reordenamiento de las finanzas
públicas. Sus principales medidas se dirigieron, por un lado, a reducir el gasto
público mediante una estricta disciplina presupuestal, disminuir el tamaño de la
Administración Pública Federal y desincorporar empresas estatales no prioritarias;
por el otro, a incrementar los ingresos, principalmente con el aumento a los
precios y tarifas de los bienes y servicios públicos de los sectores siderúrgico,
ferroviario, de aerotransportes y petroquímico.

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Si el origen de la crisis de 1982 estuvo en un gasto excesivo del gobierno,
respaldado en la contratación de créditos externos y en un volátil auge de las
exportaciones de petróleo, ahora que no había recursos disponibles era necesario
fortalecer de manera sana los ingresos gubernamentales y disminuir su gasto. Al
tiempo que se racionalizaba la participación del sector público, se inició un
programa de defensa de la planta productiva y el empleo.
Con el fin de mitigar los efectos negativos de la crisis, a partir de las reformas
constitucionales durante todo el sexenio se impulsaron actividades legislativas que
abarcaron puntos medulares de la economía y contribuyeron a la estabilidad en
medio de las tormentas.
Por ejemplo, la aprobación por el Congreso de la Ley Reglamentaria del Servicio
de Banca y Crédito, al inicio de su gobierno, culminó el proceso de incorporación
de los bancos al Estado y cerró la contienda legal que iniciaron, por medio de
amparos, algunos accionistas de los bancos nacionalizados. En esta ley se incluyó
el mecanismo para indemnizar a los antiguos dueños y se previó que 34% de las
acciones pudiese ser adquirido por particulares, a razón de 1% por inversionista,
como máximo. Se devolvieron a los ex banqueros todos los activos que no fueran
estrictamente bancarios, como las casas de bolsa, y el gobierno las privilegió con
la colocación en ellas de deuda pública a través de Certificados de la Tesorería de
la Federación, lo que a la vez contribuyó a aliviar las grandes necesidades de
financiamiento que tenía el sector público. Ésta fue una nueva señal de
certidumbre a los inversionistas privados, y significó el comienzo de la reversión
del decreto de nacionalización de los bancos, que tanto había dañado las
relaciones entre los empresarios y el gobierno (18).
La desincorporación de empresas públicas fue uno de los rasgos centrales del
cambio de modelo económico, que pasó de una excesiva participación del Estado
en la economía, a una mucho más moderada, fincada en la rectoría económica,
más que en la participación directa en la producción, que era demasiado amplia; el
gobierno había llegado al extremo de operar, por ejemplo, una fábrica de
bicicletas, cines y teatros. La política de desincorporación de empresas públicas
redujo su número de 1,155 en 1982 a 952 el año siguiente, con el criterio
constitucional de que el Estado conservara únicamente las empresas estratégicas
y prioritarias. Al final del sexenio ya eran solamente 412.
Durante las administraciones siguientes se prosiguió con esta medida de cambio
estructural y se redujo aún más el número de entidades paraestatales. A fines de
2010, eran sólo 197, de las que muy pocas eran propiamente productoras de
bienes comerciales, como Petróleos Mexicanos. La mayoría de las que siguió
operando el Estado son instituciones educativas, de investigación científica, de
salud, de promoción, fideicomisos y fondos especializados, si no estratégicos o
prioritarios, sí relacionados con tareas sustantivas de gobierno.

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Cuando presentó el Plan Nacional de Desarrollo, en 1983, el Presidente señaló
que la planeación era un factor necesario para enfrentar con éxito la adversidad;
era un instrumento político para ordenar y coordinar el esfuerzo colectivo y un
instrumento de gestión pública para hacer un uso más eficiente de los recursos
escasos frente a las grandes necesidades sociales. La planeación no garantizaba
el éxito, pero proporcionaba mayor certidumbre, fortaleciendo los instrumentos
para lograr los cambios necesarios. El plan se propuso cuatro objetivos:
*Conservar y fortalecer las instituciones democráticas.
*Vencer la crisis.
*Recuperar la capacidad de crecimiento.
*Iniciar los cambios cualitativos que requería el país en sus estructuras
económicas, políticas y sociales.

CIBERGRAFIA

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http://presidentes.mx/presidentes/miguel-de-la-madrid/

FECHA: 22 DE ABRIL DE 2015

http://www.mmh.org.mx/politica_eco.php

FECHA: 22 DE ABRIL DE 2015

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