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Historia y Evolución del Ferrocarril en Europa

En el siglo XVIII, los traba-


jadores de diversas zonas
mineras de Europa descu-
brieron que las vagonetas
cargadas (impulsadas por la
máquina de vapor adaptada) se
desplazaban con más facilidad
si las ruedas giraban sobre un
carril hecho con planchas de
metal, reduciendo el roza-
miento.
Los carriles para las vagonetas
sólo servían para trasladar los productos hasta la vía fluvial más cercana, que
por entonces era la principal forma de transporte de grandes volúmenes. La
Revolución Industrial, en la Europa de principios del siglo XIX, exigió formas
más eficaces de llevar las materias primas hasta las nuevas fábricas y
trasladar desde éstas los productos terminados.
Transcurrieron dos décadas durante las cuales se desarrollaron los raíles de
hierro fundido que soportaban el peso de una locomotora de vapor. La primera
vía férrea pública del mundo, la línea Stockton–Darlington, en el noreste de
Inglaterra, dirigida por George
Stephenson, se inauguró en
1825. La primera para el
transporte de pasajeros y de
carga que funcionaba exclu-
sivamente con locomotoras de
vapor fue la de Liverpool–
Manchester, inaugurada en
1830. También fue dirigida por
George Stephenson, en esta
ocasión con ayuda de su hijo
Robert.
Con el éxito comercial, económico y técnico la primera señal mecánica se
instaló en 1830. La construcción de vías férreas se expandió a tal ritmo en la
década de 1840 que al terminar la misma se habían construido 10.715 km de
vía en Gran Bretaña, 6.080 km en los
estados alemanes y 3.174 km en
Francia. En España no será hasta 1848,
cuando se construye la primera línea
ferroviaria peninsular entre Barcelona-
Mataró
En el resto de Europa Central y del Este,
excepto en Escandinavia y los Balcanes,
se había puesto en marcha la
construcción del ferrocarril.
Los viajes en tren pronto se hicieron populares, pero hasta la segunda mitad
del siglo XIX, la rápida expansión de los ferrocarriles europeos estuvo guiada
sobre todo por la necesidad de la naciente industria de transportar productos,
y la capacidad del ferrocarril para hacerlo a un precio que garantizaba buenos
beneficios a los inversores. El transporte de personas también se vio
beneficiado.
Pero hubo que esperar hasta 1879 para la aparición del primer tren eléctrico
que fue presentado por Werner von Siemens en la Exposición Universal de
Berlín La locomotora
era impulsada por un
motor de 2,2 KW y el
tren consistía en la
locomotora y tres co-
ches, con una velocidad
máxima de 13 km/h.
Durante cuatro meses el
tren transportó 90.000
pasajeros en una vía
circular de 300 m de
largo. La electricidad era
suministrada por un
tercer riel aislado situado en el medio de la vía. Una dínamo estacionario
cercano proveía la electricidad.
La primera línea de tranvía eléctrico fue abierta en Lichterfelde, cerca de
Berlín, Alemania, en 1881 y construida por Werner von Siemens (Berlín).

A partir de finales del siglo XIX la red empezó a crecer en toda Europa y dos
terceras partes de la infraestructura en el continente se concentraban en el
Reino Unido, Francia, Bélgica y Alemania.
Las dos grandes guerras mundiales pusieron de relieve la importancia del
desarrollo del ferrocarril, jugando un papel fundamental para el rápido
transporte de fuerzas y pertrechos militares.
Sin embargo, a partir de 1950 se produce un declive en la expansión de la
estructura ferroviaria. En el Reino Unido se cerraron casi 15.000 km, la mitad
de su red, en tan solo 20 años (1950 – 1970).
Otros países, como Alemania, Suecia, Dinamarca y, en menos proporción,
España, Portugal y Noruega también cerraron parte de su red a partir de
1970.
Finalmente, llegó la alta velocidad.
Pese a ser una tecnología
reciente, puesta en marcha a
finales del siglo XX, ya en 1903 de
forma experimental se habían
conseguido velocidades altas con
ferrocarriles en Alemania.
Pero fue en 1964 en Japón donde
se implantó esta tecnología por
primera vez. Dentro de Europa, en
1976 en Italia (la Direttissima,
entre Roma y Florencia) y en 1981
en Francia (París-Lyon) fueron las primeras líneas de alta velocidad en
servicio.
A finales del Siglo XX los trenes de
levitación magnética son los que
marcan el camino del desarrollo
ferroviario.
Este modelo sigue evolucionando
y ha generado la puesta en
servicio de un tren controlado
automáticamente.
Las computadoras que realizan el
control pueden corregir el horario
de de un tren o modificar su ruta.

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