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estudiantes
evolución, en la jurisprudencia del Supremo Tribunal, sin percibir el hecho económico que rigió
y
condujo esa construcción jurídica, en la que la vida fue acordándose a las exigencias de la
realización
económica integral, según el país iba creciendo de la estrecha franja original en el Atlántico
hacia el
Medio Oeste, los desiertos interiores y la costa del Pacífico, o el desborde sobre la tierra
mexicana?
he señalado un factor cultural que también pesó en esa ceguera. Desde el día siguiente de la
partieron de la urgencia por hacer el país no según lo determinaban sus raíces —como se hace
el árbol
hasta la copa—, sino según un modelo a trasplantar. Quisieron realizar Europa en América y
todo lo
que Europa les ofrecía era válido; y sin valor lo que surgía de la realidad. Trabajaron para la
montaña, la selva, el río y el hombre, por español, por indio o por mestizo.
Gobernar es poblar, como diría Alberdi, pero despoblando primero como ellos lo hicieron para
abrir la tierra a nuevos hombres que imaginaban no iban a ser americanos. Así es como
también diría
Alberdi, resumiendo sin saberlo el pensamiento original de su grupo: "El mal que aqueja a la
Argentina
es la extensión". Por eso había que achicarla. Empezó Rivadavia facilitando la segregación del
Alto Perú
y la Banda Oriental; lo harían los unitarios en los largos años de la guerra civil buscando con la
ayuda
extranjera la segregación del Norte y la Mesopotamia; lo haría Mitre abriendo un abismo de
sangre y de
luto con el Paraguay. Siempre estuvieron decididos a achicar el espacio, y así segregaron
Buenos Aires
necesario destruir el Paraguay, que se había puesto a la vanguardia del progreso americano,
cerrándole
saludando a los soldados que venían de desangrarse en los esteros paraguayos: "Cuando
ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas los
grandes principios que los apóstoles del libre cambio han postulado para mayor felicidad de
los
hombres”.
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Y véase ahora esto de Sarmiento que ajusta perfectamente al alcance de esa libertad de
comercio y el límite fijado por sus apóstoles: “La grandeza del Estado está en la pampa
pastora, en
las producciones del Norte y en el gran sistema de los ríos navegables cuya aorta es el Plata.
Por otra
parte, los españoles no somos ni industriales ni navegantes y la Europa nos proveerá por largos
siglos
de sus artefactos a cambio de nuestras materias primas”. Así dirá Billinghurst: Llegaremos a
exportar
manufacturas dentro de mil años, y Vélez Sársfield, autor del Código Civil, codificará en una
frase la política de una clase como inseparable del destino argentino: Es imposible proteger a
los
industriales, que son los pocos, sin dañar a los ganaderos, que son los más. Esa fue la
mentalidad de
los “visionarios” que sólo alcanzaron a verse la punta de la nariz; ésa la gente que bajé con las
abastecedora, se hacía más difícil la aparición de una economía capitalista propia. A mayor
prosperidad
integrada. Así quedaron excluidas las posibilidades del desarrollo de una política liberal
nacional por la
rápida expansión de una política liberal internacional. Anotemos como simple curiosidad el
hecho que
se ha señalado más arriba: en la deformación mental que hizo posible que la inteligencia
argentina
aceptara ese hecho la irrisión llegó hasta el punto de que el ejemplo de los Estados Unidos que
hubiera
servido para fundar una economía nacional integrada, fuera utilizado para impedirlo.
LA ARGENTINA PREINDUSTRIAL
¿Pudo, a nivel histórico 1853, planearse una política económica nacional? ¿Existía la
Existía. Y Juan Manuel de Rosas había sido su máxima expresión. Lo que hay que
saber es si Rosas no fue combatido por eso mismo y si el propósito de los vencedores no fue
Rosas es uno de los pocos hombres de la alta clase que no desciende de los Pizarros de
eso no tuvo inconveniente en ser burgués. Fundó la estancia moderna y después fundó el
para satisfacer la demanda del mercado interno. Y defendió los ríos interiores y promovió el
Buenos Aires la oportunidad de crear una burguesía a su manera. Pero además, con la Ley de
Aduanas, de 1835, intentó realizar el mismo proceso que realizaba los Estados Unidos; frenó