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Entre médicos y curanderos


Cultura, historia y enfermedad
en la AmM,ca Latina modsrna

Edición de
Diego Armus

Grupo Editorial Norma


Buenos Aires, Barcelona, Bogotá, Caracas, Guatemala, Lima, México,
Panamá, Quito, SanJosé, SanJuan, San Salvadoç Santiago
4864 Entre médicos y curanderos. Cultura, historia
ENT y enfermedad en la AméricaLatina
moderna/Diego Armus. fet al.];
compilaclo Por Diego Armus
1'ed. - Buenos Aires: Grupo Editorial Norma, Emþecé a þensar en est¿ libro hace unos años,
2002 m eI æþL1ndido Bellagr'o Study Cmør Etz la Fundarión Rnckcfellø'
456 p.;21x l4 cm. - (Vitral) ltalia. Algo mas tardz el Programa Culturø
rsBN 987-545462-6
tiene en el norte de d,e

y Humøni.dades de Ia Fundación, a. tra.aés de Lynn Szwaja


L Armus, Diego, comp. - l Ensayo Argentino
y Scott MacDougall, faci'litó fondos þara afrontør
þarcialmznte g&stos relacionedos con la traducción de
algunos a,rtículos y la þreþaración del manuscrito.
En la editorial Norma d'e Buenos Aires Leonorø Djamcnt
recibió con entusiasmo e inusual cordi'alidad este Prolecto
y Gabrizla Franco coord'inó con þroþsionølismo
Ia producción del libro.
A todos ellos mis a,gradeci'tnientos.
D. A.

@2002. De esta edición:


Grupo Editorial Norma
SanJosé 831 (C1076AAQ) Buenos Aires
República Argentina
Empresa adherida a la Cámara Argenrina del Libro
Diseño de tapa: ArianaJenik

Impreso en Argentina
Printed inArgmtina

Primera edición: agosto de 2002

cc:22266
lsn¡r: 987-545-062S
Prohibida la reproducción toÞl o parcial por
cualquier medio sin permiso escrito de la editorial

Hecho el depósito que marca Ialey ll,721


Libro de edición argentina
índice

Cultura, historia y enfermedad, A modo de


introducción
Diego Armus 11

Viruela, vacunación e indígenas en la pampa argentina


del siglo xtx
María Silvia Di Liscia 27

Andanzas de un curandero en Colombia: Miguel


Perdomo Neira y "la lucha entre el buen sentido
y la ignorancia ciega"

David Sowell 71

Civilizando la Ciudad de los Reyes: higiene y vivienda


en Lima, 1890-1920
David Parker 105

Infección y subversión en Chile al despuntar el siglo xx:


el cuento de las ratas y de algunos animales de la selva
María Angélica lllanes 151

La vida en reclusión: cotidianidad y Estado


en el Manicomio General La Castañeda
(México, 1910-1930)
Cristina Rivera-Garza 179
El viaje al centro: tísicas, costureritas y milonguitas Cultuna, HrsroRrA Y ENFERMEDAD
en Buenos Aires (1910-1940) A prooo DE TNTRoDUCCIóN
Diego Armus 221
Diego Armus

La voluntad radiante del Profesor Carbell:


medicina popular y populismo médico en Costa Rica
en el decenio de 1930
Steven Palmer 259

La difusión de una dietética moderna en Colombia:


la revista Cromos entre 1940 y 1986
Tandra Pedraza Gómez 293
La enfernedad es una recién llegada a la historia sociocultu-
Combinar recursos curativos: un pueblo mexicano ral. Durante los últimos veinte años historiadores y también de-
en las últimas décadas del siglo xx mógrafos, sociólogos, antropólogos, cientistas políticos y críticos
María Eugenia Módena 331 culturales han ido descubriendo su riqueza, complejidad y posi-
bilidades, no sólo por su relevancia en la producción y reproduc-
Estrategias de la creencia en situaciones críticas: ción de la experiencia histórica sino también como una excusa,
un modo de organizar la discusión de ciertos problemas del pa-
el cáncer y la crotoxina en Buenos Aires a mediados
sado. Con énfasis dispares todos ellos parecen coincidir en que
de los años ochenta
una enfermedad es algo más que un virus o una bacteria y en
Emilio de ípola 371 que una enfermedad existe luego de haberse arribado a una suer-
te de acuerdo que revela que se la ha denominado de una cierta
Brujería, política y concepciones sobre manera, que se la ha percibido como una patología y que en
el sida en el Haití rural tanto evento alavez biológico y social ha motivado acciones
Paul Farmer 417 en materia de salud pública o privada más o menos específicasl.

'. . lUna década atrás Charles Rosenberg discutió con notable perspicacia estas
iovedades en su "Framing Disease: Illness, Society, and History", en Charles Rosen-
,berg yJ. Golden, eds., Iiaming tliseose. Sttulies in culhtral histuy, New Bnrnswick, New
Rutgers University Press, 1992. Una discusión de estas novedades para el con-
-¡f9n9f,
,teXtô latinoameúcano se encuentra en Diego Arrnus, "La enfermedad en la his-
ìoiìografia de América Latina modern a" , Cuad,ernos d¿ Historia, Córdoba, 3, 2000.
Todas las referencias que acompañan estas notas introductorias son meramente
.indicativas de ejemplos, creo yo, representativos de las tendencias y estilos histo-
,¡i,g.gráfìcos que estoy examinanclo. En modo alguno pretenden ofrecer un cuadro
tcctfÌipleto y exhaustivo de lo que se ha escrito sobre la materia.

II
Diego Armus A modo cl,e introducción

Así definidas, las enfermedades cargan con un repertorio en la morbilidad y mortalidad, el rol del Esta-
vida y sus efectos
de prácticas y construcciones discursivas que reflejan la histo- de la infraestructura sanitaria, las influen-
do en la construcción
ria intelectual e institucional de la medicina, condensan una aiu, en el desarrollo médico local, en las políticas de
oportunidad para desarrollar y legitimar políticas públicas, ca- "*r.r.rus los procesos más amplios de construcción
salud pública y en
nalizan ansiedades sociales de todo tipo, facilitan yjustifican de los Estados nacionales'
el uso de ciertas tecnologías, descubren condiciones rnateria- Las narradvas centradas en las dimensiones culturales
y socia-
les de existencia y aspectos de las identidades individuales y les de la enfermedad,
y los artículos incluidos en Entre mÁdicos y
colectivas, sancionan valores culturales y estrltcturan la interac- de este estilo historiográfico,
cura,nd.erosson ciertamente Parte
la produc-
ción entre enfermos y proveedores de atención ala salud. destacan dos macro problemas que han dominado
Con esta ambiciosa agenda de asc¡ciaciones y preguntas la ciónacadémica. De una parte, el análisis crítico de los discursos
la
historia de la enfermedad ha tratado de escapar de las limita- originados en la medicina' De olra, los usos metafóricos de
ciones y estrecheces que han marcado a la tradicional historia enfãrmedad y los modos en que las enfermedades han servido
de la medicina, esa historia de doctores famosos, tratamientos parahablar de cuestiones no estrictamente biomédicas'
inevitablemente exitosos y obstinada celebración del saber y Inevitablemente entremezclados, estos trnacro problemas en-
las prácticas de los médicos. En América Latina, de igual mo- contraron en el eslimulante y atractivo marco interpretativo fou-
do que en otras latitudes, esta renovación historiográfica des- caultiano un modo de discutir la medicina a la manera de un
cubre tres estilos narrativos. arsenal de recursos normalizadores constitutivos de la moderni-
En primer luga¡ una historia biomédica que se propone dad. Así, los discursos enmarcados en el vasto y en gran medida
como el resultado del diálogo entre la historia natural de la moderno proyecto de la medicina fueron entendidos como es-
enfermedad y algunas dimensiones de su impacto social, que fuerzos de racionalización que, habiendo desarrollado conoci-
busca contextualizar el saber médico, que explora los avatares, mientos y lenguqjes disciplinares particulares, eshban destina-
triunfos y derrotas que marcan la producción de conocimien- dos a controlar a los individuos y a sus cuerpos. En este contex-
to científico. Luego, una historia de la salud pública que mira to las hipotéticas etiologías de ciertas enfermedades devenían
al poder, al Estado, a la política y a los profesionales de la sa- instrumentos de regulación social, etiquetamientos de la di-
lud, que está particularmente atenta a las relaciones entre ferencia y legitimación de sistemas ideológicos y culturales.
instituciones de salud y estructuras económicas, sociales y po- Así también los usos metafóricos de la enfermedad fuero¡ es-
líticas, que se piensa útil e instrumental porque busca en el pa- tudiados a partir de la exploración de las relaciones entre pa-
sado indicaciones generales, no específicas, que optimicen las tòlogías y literatura, enfaLizando en los huidizos y ambiguos
intervenciones contemporáneas de la medicina en los asuntos significados que recorren los desórdenes físicos y espirituales
de la salud colecdva. Por último, una historia sociocultural de la y los discursos y narraciones que pretendieron darles sentido.
enfermedad que discute la medicina como un terreno incierto :,1 Más o menos pegados a estos puntos cle particla, con mayor

donde lo biomédico está penetrado ranro por la subjetividad o menor cuidado por el trabajo empírico, con Inayor o menor
humana como por los hechos objetivos, y que, desplegándose creatividad e imaginación, la historia sociocultural de la enfer-
en abanico, estudia los procesos de profesionalización, medi- medad se descubre entonces como tln camPo de reflexión
calización y disciplinamiento, las dimensiones culturales y so- .que destaca una docena de tópicos donde cuentan los ma-
ciales de la enfermedad en sentido amplio, las condiciones de 'les del trópico -esa simplifìcada imagen de las patologías de

r3
Diego Armus A modo d,e introducción

la periferia latinoamericana vista desde el centro- y también, de las instituciones manicomia-


sino también asistencialistas
y como no podía ser de otro modo, los males asociados a los les, el examen del lugar de la salud mental en los procesos de
modernízación, la consolidación de grupos profesionales
modernos procesos de urbanización e industrialización. o las
Uno de esos tópicos ha sido el examen crítico de la genera- relaciones de disciplinas como la psicología y el psicoanálisis
ción de modelos médicos de exclusión 1ue definen estereoti- con la cultura ilustrada y la populara'
pos, estigmatizan y patologizan comportamientos- respecto de El registro de lo patológico en las narraciones literarias
la sexualidad, de la condición de la mujer, de la homosexuali- produjo interpretaciones que exploraron' Por ejemplo, el uso
dad, de ciertos grupos inmigratorios y raciales2. Se trata de es- äue los autores -hombres- de las letras de tango han hecho
fuerzos más o menos explícitos por modelar una población ie la enfermedad al momento de articular su incomodidad
permeable a los intereses de una cierta biopolítica. Así, frente frente a cierto reordenamiento de las relaciones de género, o
a los imperativos del sexo se postuló no sólo el autocontrol y los modos en que intelectuales latinoamericanos recurrieron
la asunción racional y consciente de las responsabilidades bio- ala metáfora de la enfermedad cuando buscaban dar sentido a
lógicas sino que también se buscó controlar los contagios, re- los momentos de crisis en que vivían, o el rol de las ficciones
gular o prohibir el sexo comercial, pautar la vida sexual de la somáticas tanto en los procesos de construcción de identidades
gente. Estas cuestiones, además de situarse en un terreno don- nacionales como en los de exclusión de aquellos percibidos
de la compleja y porosa frontera entre lo privado y lo público como esPurioss.
se disuelve, dan cuenta de problemas mucho más amplios aso- Las utópicas empresas de higienización colectiva en el mar-
ciados a la construcción histórica de la ciudadanía3. co más amplio de los asuntos inherentes a la consolidación de
Los trab4jos sobre la locura, sus instituciones específicas, sis- la nacionalidad han motivado dos tipos de estudios. De una
temas teóricos y procesos de profesionalización descubren un ot¡ parte, el examen de patologías asociadas a la degeneración,
jeto de análisis saturado por intersecciones que ha desbordado
los temas propios de la psiquiatría. Fue en ese marco que reci-
¡
bieron atención el rol del orden psiquiátrico en la historia de la .li 4 Augnsto Ruiz Zevallos, Psiquiatrus y lncns: Entre la mad¿rniuuión u¡ntra lns Arul¿s
y el nuzvo Pro¡ecto de motlemid,ad, Lima, Instituto Pasado y Presente, 1994; Cristina
construcción del Estado, los contenidos no sólo disciplinadores ,-:ii

ä Riveia-Garza, "Dangerous minds: Changing psychiatric views of the mentally ill in


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i,i.:,

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L4 r5
Diego Armus
',,.'' A modo de i,ntroducción

la inmigración masiva, los así llamados males del trópico y las


,,,. En parte impuesta, en parte alentada, en Parte aceptada, la
razas inferiores, los discursos y políticas que apuntaban a mo- higiene se ha transf'ormado en un dato insoslaya-
delar saludables "razas nacionales", los matices de la eugenesia iùtt.rru ¿" la
p-'Ié de la experiencia moderna. El estudio de los avatares que
neolamarkiana latinoamericana, bien atentos a la prevención 'lcompañaron ese triunfo impulsó un examen detenido de las
y el mejoramiento social y bien diferenciados de la eugenesia
ie3puestas cle los sectores populares urbanos frente a las prácti-
anglosajona promotora de esterilizaciones forzadas y masivos
cas compulsivas e intrusivas resultantes de las políticas de salud
exterminios6. De otra, el estudio de la generalización del código
oública,los diversos significados que entre distintos sectores
higiénico -lo que se suponía había que hacer para no enfermar-
åociales han tenido ciertas medidas Preventivas, las demandas
se y estar sanc- y su exitosa implantación tanto en la esfera pú-
càlectivas por acceder a ciertos tratamientos, las negociacio-
blica como en Ia privada. Esta cultura de la higiene que el có-
nes individuales de los enfermos con los profesionales e insti-
digo logra generalizar en el mediano plazo se recorta entonces
iuciones de salud y la recusación de algunos de los estereotipos
a la manera de una ideología que permitió articular en clave
que sobre ciertos pacientes circulaban tanto entre grupos de
têcnica preocupaciones políticas ¡ también, de un conjunto
médicos como en la sociedads.
de valores que al igual que la educación terminaron siendo ce-
:4 ,r¡'Ese protagonismo cle los enfermos reveló la necesidad de
lebrados por las elites y la gente común independientemente
re¿onocerlos como sujetos históricos y no meramente como
:']ì'

de los postulados ideológico doctrinarios abrazados por quienes ê


,:1

pretendían hablar en su nombre. Lo que estos estudios parecen g


ì.ra¡

indicar es que más allá del significado que cada grupo pudo ',...:j,,.ù"ita¡rta na primeira republica: Uma ideologia de construção da nacionaliclade",
,,;,1

Pablo, 28, 2,19a:210,1985; Diego Armus, "El des-


.,:.::.,::.::,::Dattos:Rtuista tl¿ Cüncias Socea;is, San
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i:i;i;:t¡l;:,,fu.:g; ""r*t"
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Aires, Plus Ulua, 1996; Sidney Chaloub, Cifude febil Cmtiços e Qidemias na corte imþe-
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.:::):aat:tr:::aa::.at):::a:...:. \ Sat;wl1 socierkul en el Pa.ti ttzt sigln xx, Lima, Instituto de Estudios Pe-
!:li::;lli:,,'li::]:.{
anos, 1 I 97.

r6 L7
¡ tr:ril:äìrì::.::l

::ìi¡
Diego Armus A modo de introducción

blancos inermes de las prácticas médicas, y de estudiar en el


corto y largo plazo las intervenciones de la salud pública y su
lárerm.dad, la salud, el cuerpo y la muerte entre distintos
grupos étnicos, raciales y sociales' Muchos de estos estudios se
receptividad en la población, prestando atención no sólo a las
co)¡unturas de contestación y resistencia sino también a su exi-
ãtopott"n no sólo como excursiones al interior de las medici-
nasiolclóricas y las alternativas al saber diplomado y oficial, si-
tosa -y por esa razón menos estudiada y al mismo tiempo más ...¡þ.también como evidencias reveladoras de que la gente usa,
obvia- incorporación en los modos de vida cotidianos de la
,r,.lqmtiina o complementa -incluso para objetivos que exceden
gente común. Estos problemas son relevantes porque dan
,.,ìósoinculudos al cuidado y la asistencia- diferen¡es sistemas de
iuenta de Ia presencia de la cuestión de la eufermedad y la sa-
rr,'atención de salude' Yesta mirada a esa compleja ftama de ofertas,
lud en el complejo proceso de ampliación de la ciudadanía so- ,'.,'neù en superposiciones y zonas grises, ya ha producido estudios
cial y de aquello que, de modo impreciso en el entresiglo y
r,ê,Euro qte descubren, de una Parte, un mundo de curadores
mucho más claramente una vez entrado el siglo xx, se dio en .,¡.populares capaces de usar discrecionalmente posturas, prácticas
llamar en algunos países de la región "derechos a la salud". propias de la medicina ofìcial y, de otra, médicos
Pero si el protagonismo de los énfermos no puede ni debe .:..i,rterminotogía
y personal con formación universitaria que invocando a la cien-
ignorarse, su relevancia y significación deben ser materia de
cia pero transitando en sus márgenes y sin la aprobación del ¿s-
cuidadosa reflexión. Nada indica que durante la primera mi- :,,,'tAþIishnmtacadémico logran el activo apoyo de los enfermos, se
tad del siglo xx los temas de la salud, la enfermedad y los equi
pamientos sanitarios hayan sido centrales en la agenda del - .n rrtt lugar en la escena pública con el indisimulado favor
,.. la,prensa y terminan siendo califìcados como charlatanes por
movimiento obrero o sostenido motor de movimientos socia-
, grupos académicos y las agencias del Estado'o.
les. Sólo cuando la enfermedad se diluye en otros problemas
l,..¡¡Otros estudios, alejándose en forma premeditada de una
-la larga lucha por la reducción de lajornada laboral, las con- ,..á!t¿rr¿u ut-ada en torno de lo culuralmente exótico y folclóri-
diciones arnbientales de trabajo y los esfuerzos orgariizativos y,del análisis de las categorías humorales o religiosas propias
de ayuda mutua de origen étnico o laboral-, o cuando ciertas
patologías terminan asociadas a ciertas ocupaciones -como es
el caso de las así llamadas enfermedades profesionales-, esa
correlación es hasta cierto punto pertinente. Por fuera de es- .:::.:.,::.!¡!lq¿,ìd¿ol,6gica, México DF, Ciesas, 1990; Libbet Crandon-Malamud, From theJat of
tos escenarios el protagonismo limitado pero real de los enfer-
of California Press, l99l; Ann Zularvski, "Hygiene and 'the indian pro-
mos, de los que pueden enfermarse o de los que son blanco
,.l1.;:.:,a:,U,.{iÍil.9.iry
rrl,irjleml,.Etfrnicity and medicine in Bolivia, l9l0-f920", Latin Ameican Research R¿-
de las intervenciones de la salud pública no permile concluir l¡:::a:..0.jru;,36, 2, 107-129, 2000; Nancy Scheper-Hughe s, Death zuithout ueeþing. The aio-
que se trata de influyentes actores en la gestación de políticas :l::l:i;rli¡,!,¿:¡f w"ltla1 life in llrazil, Berkele¡ University of California Press, 1992;.foseph

de salud. Lo que sí revela, vnavez más, es la complejidad de


l!:;i¡ti;,þ,,!S.,.Ci,y, University of Utah Press, 1992; María Lltyola, Métlicos e anandr)tos. C,onlli-
las relaciones entre quienes quieren curar y quienes necesitan l:;äi¡¡:¡:9::!ryql't""útl¿, San Pablo, Diftl, 1984; Beatriz Texeira Webe¡ Medicinq retigião, ma-
curarse, así como las variadas percepciones y recursos terapéu- ìlt:)!:;t:.8!:lL:L!, lr!¡rßrìn na relttiblica úo-grantlerne, 1889-1928, San pablo, Edusc, Bauru, 1999;

ticos que circulan en torno de una enfermedad y que exceden "' -'
jllfl!!¡¡¡p,,,a¡iA$well, 'I'he tute of healø Migrcl Pmtonto Neira. ùIetlicine, itleologies and
þouer in

holgadamente el mundo de la medicina diplomada. ".r/n.r""r...,i0-oi.


Este mismo interés por la perspectiva de los enfermos y los !l:íiil:{.4.Ùr *e,litino en Costa Rica, IBgT-1932, San.José, Editorial EI porveni¡ 1996;
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pacientes jerarquizó el estudio de las percepciones sobre la
i_L!]îl$$þþ¡,Jl ß tu IJ nia ersi t atia s enes tra t, paraná, XI, 20, 20 0 1.

r8 r9
Diego Armus ,4. motl,o de introdz¿cción

rev¡
de cierta medicina popular, examinaron el impacto de las expe- i,,ilili rtr¡ajos que exploran críticamente -en Sran medida
riencias laborales modernas, el nivel de ingresos y las relaciones difusionis tas que asumían una pasir'a
lli;ili*ã;aá,f as interpretaciones
de clase en comunidades rurales o semirrurales, y encontraron conocimientosy prácticas articuladas fuera.de la
l.'.fi|.ç6.ión de
que fue en torno a estos asuntos que la gente común ha dado de la medicina europea y norteamericana
,.riàn- la llegada
sentido y confrontado sus problemas de salud y enfermedad'r. Latina y sus influencias en la gestación de políticas
El tema de la creciente presencia del saber y prácticas médi ^Ã*ériru
.....,.i..t
.;"r.ria de salud pública ¡ más en general, en los procesos
cos también ha estimulado historias generales de la medicina o ,......':..ãá].construcción de los Estaclos nacionalesró'
de la salud pública. Algunas, en una indisimulada clave foucaul- i:]''.:rt¡,ntrrutrnente, un grupo de estudios que, compartiendo algu-
tiana, se han propuesto analizar el rol del saber médico como ..'jltâS.l¿¿ sus enfoques con trabajos Provenientes de la historia
coedificador de uua nueva y moderna sensibilidad, la consoli- ..l:'..,':ráé¡ ¡utud pública, han mirado la cuestión de la enfermedad,
dación del monopolio del derecho de curar y de los grupos ,lt;ìlËal"a,y la medicina en clave estructuralista' Así, tomaron
concretos en que el poder médico se afìrmó como poder ab- registro de los factores políticos, culturales, científìcos y tec-
soluto, eR particular los enfermos, las clases populares, la mu- noìógi.o, y su influencia en los avatares cle la salud colectiva
jer, los adolescentes y los homosexualest2. Otras han buscado - pqro señalando que, en verdad, esos avatares no son más que
armar una historia de la salud a partir de un examen de la gé- ;irectos resultados de la condición dependiente de la región
nesis, desarrollo y crisis del asistencialismo estatal o de la pro- ,r¡lþe,,|ur relaciones de producción y poder dominanteslo. Esta
fesionalización y la emergehcia cle instituciones de atenciónr3,
No faltan los que han centrado su foco en el perfil sociode- ilrìr,tgu.rrructura de poder económico incapaces o desinteresa-
mográfico de una enfermedad o en el examen detallado del Ll,:tt¿à¡'¿"'.rear y distribuir equitativa y eficientemente recursos y
impacto social de los azotes epidémicos y sus consecuencias ti..:..'.'l-',,s Vi¿ios sanitarios. Fue en ese contexto que algunos trabajos

en materia de intervenciones en salud pública y construc-


ción de la infraestructura sanitariahásicata. Y también están
:a:a:lrabfu", La construcciín' h'istórica tle la þofesi'ón mÁdico' m Buenos Ai¡es, 1852-1886,Ma'
1999; Ana María Carrillo, "Nacimiento y muerte de una profesión.
:.::'.:::.:'':::ltl,ri¡lri¿;.CSlC,
l l h'anna Susser, "Union Carbide and the community surrounding it: The case:
llii¡¡l1,,t¡.if ¿iplomadas en Mêxico", þnamis. Acta Hisþanica ail Metlicinæ Scimtiarumprc
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1985.
12 José Pedro Barrân, Metlicina 1 societlad en el Urugn¡ tlel noaecimlos, 3 vols., ,L::::*,l ad¿.Hktmiad.elasCimciasylo.Tecnolagía, México, L2,2,187-201, 1999.
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13 Maúa Angélica Illanes, 'Ih rVomlnu tl¿l l¡ueblo, del estatlo I d¿ la cimcia. . Hutmio tiì1iji:::l:i:l::,.:ï5'Marcos Cueto, ed., Missionaries of science: 'the Rochefcllzr fmmdation in Latin
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14 Adrián Carbonetti, Enfernudad 1 .societlarL. La tt¿l¡erct¿losis en kt ciurLatl tl¿ Cór- i:llli]1¡lþ.¿¡¡ê "1., eds., Close mcounters of emþhe. Writing the cultural histml of IJ.S.-Latin
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tLol¡a,19061947, Córdoba, Emcol 1998; Marcos Cueto, IÌlregvso dz las eþitlemias'.
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instituciones tle saltul. Mar delPlata, 1870-1960, Mar del Plata, HISA/ Universidad of Health Se¡-uices 4, l, 5-27 , 1994.
Diego Armus
: : A mod,o de introd,ucción

insistieron en interpretar, casi en clave pietística, que las con-


,,.

En otros el objetivo pareciera


apuntar a mostrar que los pro-
diciones de existencia de los pobres, de los sectores populares no son más que epifenómenos de las rela-
o de los trabajadores han estado, siempre, marcadas por la blr*u, de la salud
desdicha y el dolor mientras otros indicaban que cualquier .iorr., de producción' En otros, por fìn, el enfoque está sobre-
iniciativa en materia de salud pública ha sido el resultado de ,leterminado por sugestivas generalidades teóricas ancladas
lênrrrra austera base empírica que termina presentado los pro-
un casi maquiavélico esfuerzo dirigido a garantizar la repro-
ducción de la fuerza de trabajo o a aumentar la productividad ièios tristóricos concretos no tanto como exterioridades sino
lióñ" inmanencias'
en el marco del capitalismo dependiente'?.
l,f '.'Como sea, es evidente que gran parte de los aportes ya he-
Examinando los logros y limitaciones de los proyectos de cle la enfermedad^p":9""
modernización en materia de salud pública algunos estudios thó;,p"r la historia sociocultural
Sêr, Ie?doslertrus como capítulos del proceso civilizador de Occiden-
LUr¡rv L.Y¡r
se propusieron no sólo mostrar que al menos en ciertos con-
textos urbanos la condición periférica no impidió que el Es-
'Íå:Jn .t peor de los casos estas narrativas terminan djisolvien-
r.rr1r,.$f -lgnorando cualquier especificidad regional o nacional.
tado se }l.ayalanzado a construir la infraestructura sanitaria
i .Sùi r.iultados han sido mucho más convincentes cuando sí to-
básica que permitió reducir las tasas de mortalidad, sino que
:lñ¡"n en cuenta las mediaciones y particularidades que reco-
también destacaron las especificidades locales en los niveles
:'::1:'r.,¡¡¡¿totr Tatrama tejida por el poder, el Estado, las políticas pú-
político, sociocultural y económico que deben tomarse en
,r,:],:....'. iai, los saberes especializados, la vida cotidiana, el trabqjo,
cuenta al momento de historiar la problemática de la salud y
,,rt:l iesidenciay las percepciones de la enferrnedad en un tiem-
la enfermedad'8.
.:'',¡..¡t l..ø'lugar
y sociedad históricamente concretos'
Este inevitablemente incompleto balance de lo que ha pro-
:l¡l:-,;,?tafinnt médicos ) curctnderos pretende dar cuenta de algunos
ducido la historia sociocultural de la enfermedad revela que ...::.,.:t..:.rlè.1ôr modos en que la historia sociocultural de la enferme-
en algunos casos estas historias eslán fuertemente marcadas por
.,..liìr,.'låd ertá armando sus narraciones. El trabajo de Rivera-Garza
el empirismo y no van más allá cle la recolección de datos socioe-
rrÍ,.¡Obie'un asilo mexicano entre fines del siglo xlx y los años si-
conómicos hasta ahora ignorados por la narrativa histórica.
.:,..';Ll ""es a la revolución es un ejemplo de los estudios de la vida
:¡t:lii:¡,1,ifiañi.òmial que reconocen cuán porosas eran las así llamadas
l7 Héctor Recalde, La salud tl¿ hs trabajadmes en Btunos Aires (187G1910) ø tra-
tlliätilìn¡*i"ciones totales y cuán marcadas estaban por elementos
Buenos Aires, Gmpo Editor Universitario, lggT; Ronn Pineo,
vés tle ktsfuentes mádlczz.s, i;¡llir;irlõ¡¡te¡cialistas y reclusivos. Es también un ejemplo de las lec-
"Public health care in Valparaíso, Chile", en Ronn Pineo yJames, eds., Cities of hoþe: iit!iÌ:,'.: las de la experiencia de la internación que pretenden devol:
Peqle, þtot¿sß, and þrogas in urltanizing Latin Amtricg 1870-1930, Boulder, Co., Wesc
l1l¡i.l:-.:::'t.:.l,ì}..è''..i t"t enfermos
cierto protagonismo en el hacer de su propia
r.ierv Press, 1998; Rosario Costa, Lutas ud¡anas e controle sanilária. (higms tlas |nlíticas tlz
satitl¿ no Brasil, Petropolis, Vozes, 1985; Carl Murdock, "Physicians, the state and pu- ì¡ìtt¡1ti$:!l a. Esta perspectiva también marca el análisis de De Ípota
en Buenos Aires
blic health in Chile, lBBl-7891" , Joum.al oJ' Latin Amzrican Stu¿ies, 27 , 557-567 , 1995, iliilii.1i¿"¡¿. explora los avatares que acompañaron . ^-,.:1:-- ^:Á- ,l^ enfermos
18 Christopher Abel, Health, hlgiene, antl sanitation in Latin America, 1870- ::i;,.-.i diados de la década de 1980 Ia movilización de ^-f^-- ^.
':.:;¡lll
1950, London,Institute of Latin American Studies, University of London, 1986; ,,,,,,,,,,,.,,,-,..,.do.cáncer interesados en acceder a un tratamiento descalificado
.
,::::::.:ìr:ir]]:Frlii:trrìr'1r.,i:.;: :.
Carlos Escudé, "Health in Buenos Aires in the second half of the nineteenth cen-
-

ll,$i.î,j9p{.f ix t ab lis h m mú m é cl i c oy cie n tífi c o.


tttry", en D. C. Platt, ed., Sociul uelfa¡x, 185G1950. Australia, Argentinø antl Canatlq
comþared, London, The Macmillan Press, 1989; Diego Armus, "El descubrimiento L1llilliiilii.}areiistencia de ofertas de atención originadas por fuera
de la enfermedad como problema social", en Mirta Lobato, ed., El Progeso, la mo. á¡ça de la medicina diplomada, que compiten o se com-
demización..., op. cit. êitan con ella, es el tema que discuten Di Liscia, Sowell,
Diego Annus A modo de introducción

Palmer y Módena a través de casos que cubren casi dos siglos


y que revelan que esa complementariedad de sistemas de aten- å,!i¡;e".'"'tï:'^::,1"":TllLTI#;i:'"*::xiiï.1,:'::iI
movimiento obrero- en el Chile de co
ción ha estado presente, y no pocos dudarían en afirmar que lo iffi;.la qi:ig:î:iidel
del siglo xx'
rnienzos
sigue estando, en la vida de todos, ricos y pobles, educados y
En Armu s y Pedtaza Gómez es posible advertir cuánto
ha
no tanto. Di Liscia explora las tensiones que recorren Ia cuestión de la enfermedad y la salud a las mo-
de la vacunación antivariólica en la pampa argentina del siglo ,¡i prr*"ado el discurso
j:l'ã;";narrativas que ofrecen las letras de tango y las revistas
xIX entre saberes y prácricas indígenas, saberes y prácricas de la uso que han hecho de la tu-
medicina diplomarla y los discursos más generales del Estado y ..¿i*lgución. Armus discute el
los autores -hombres- de las letras de tango cuando
de la Iglesia sobre el problema del indio. Sowell reconstruye las 'ì,:,,ùl.utorit
¡i,i¡;.iàøi"irun esta enfermedad, transformándola en una suerte
andanzas de un curandero que en la Colombia de la segunda
mitad del siglo xIX, cuando las grandes transformaciones y la
l è,'rurtigo para las mujeresjóvenes que se animaron a dejar el
r]::'ãúna" apacible de los barrios del Buenos Aires de los años
modernidad ya estaban tomando forma, ofrecía saberes y
prácticas fuertemente marcados por las tradiciones coloniales.
lrÇint" y treinta y se lanzaron al mundo de la noche del centro
y del cabaret. Pedraza analiza la difusión de una dietética mo-
Palmer reconstruye las andanzas de otro que en la década del Colombia entre los años cuarenta y ochenta a través
,l"rrru
treinta del siglo xx en Costa Rica combinaba espiritismo, me- "tt
,,,.... .tut páginas de una revista de divulgación que, para esas dé-
sianismo político, el uso de la prensa moderna y de peculiares
dotes masculinas que atraían especialmente a mujeres cle clase
, ,Èadas, ya se ha hecho eco de un discurso médico que antes
media. Y centrando su mirada en las of'ertas de atención de la
,.ã. r"¡tayar los riesgos de la enfermedad quiere indicar las ven-
salud originadas por fuera de la medicina oficial en un pueblo
irlø^ de la salud y qué hay que hacer para estar sanos.
::,,,::/'.,' Entre médicos y curanderos quiere dar cuenta de las complejas
mexicano hacia el final del siglo xx, Módena revela no sólo las ...t,ìirit"¿.s que en el mundo moderno y periférico de América
limitaciones de cualquier proceso de meclicalización sino tam- ..rl.'I¡tina han marcado al proceso de medicalización, sus triunfos
bién la relativa capacidad de elección que tienen los enfermos. y, tambien, sus lrmltaclones.
El estudio de Farmer sobre las percepciones del sida en Haití
también jerarquiza la perspectiva de los enfermos pero pone su
acento en el significado cultural y la naturaleza de una nueva en-
fermedad en el momento en que ese mal ha comenzado a mani-
festarse y se ha transformado en dato de la vida cotidiana.
Parker e Illanes exploran dos escenarios -el mundo urba-
no y el laboral- privilegiados por el proyecro medicalizador.
Parker no sólo analíza el discurso y las políticas de los médicos
higienistas lanzados a ordenar la vida en la Lima de fines del
siglo xx y comienzos del siglo xx, sino también discute algunos
de los problemas asociados a la generalización de la cultura de
la higiene entre los sectores populares urbanos. Illanes ana-
liza los temores al contagio y los concepbs de barbarie y civiliza-
ción tal como fueron articulados por diversas voces públicas

24 25
' VlnuBr,A, vACUNACToN E TNDTGENAS
E.N LA PAMPA ARGENTINA DEL SIGLO XIX*
María Silvia Di Liscia

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ìt:.jr.,:ii,i.i,::,:t:-:.ìiÌ.t ,

I,rl1lifiÌIË:ä;c|l¡.¡,:;
':l :

....... .l
l. Vacunaci6ny viruela en la primera mitad del'siglo xrx
,..'.
,,. O"rd" su aparición en el siglo xvl, la viruela fue una en-
fermedad temida Por los europeos' ya que hacía estragos -so-
bie lodo en las ciudades-, pero mucho más por los indígenas,
para quienes era mortal en la mayoría de los casosr' En 1805,
'El
Semanario tLe Agricultura, Industria y Comurci'o publicó un bre-
ve artículo sobre los crueles efectos de Ia viruela en los indios
pampas: "...estos hermanos nuestros, infelices víctimas de la
-epidemia carnicera, que tan pronto es atacado
(uno de ellos)
þor el veneno contagioso se lo destituye de todo auxilio, y es
condenado a morir lejos de la vista de sus padres, parientes y
âmigos". Diversos cronistas y viajeros explicaban que, ante la
aþrición de las señas exteriores de Ia enfermedad, no se rea-
!ïzzban ceremonias ni se daban remedios de ningún tipo. La
huida de la tribu del lugar infectado y el abandono de los en-

a Mé-
* Este artículo forma parte de la tesis de doctorado "Itinerarios curativos.
:,r't,,.f I-a primera epidemia fue observada hacia 15lB en La Española; llegó
Sa- ìiòo en 1520 acompañando las tropas de Cortés y se convirtió en ayuda indirecta
beres, prácticas y terapias rnédicas indígenas, populares y científicas en la Región ,..,':.:ii! su triunfo sobre los aztecas. Igual proceso sucedió en Perú. Tanto los pueblos

Pampeana (1750-1910)", Instituto Universitario Ortega y Gasset, Universidad ::.,áùericanos como los españoles identificaron la viruela con un castigo divino, lo
Complutense, Madrid, 2000. Una versión anterior y resumida se publicó en Quinto .llque fue explotado por los misioneros cristianos pâra extender la doctrina entre
Sol. ll.nisø de Histoia Regional, año 4, nq 4, 2000. Agradezco la lectura y comentarios :,,,1ôi,indígenas (W. Mc Neill, Ptagues anrt peoþl¿s, Anchor Press, Nueva York, 1976,
realizados por Diego Armus. r,:¡pãgs. 18&1Ba).

29
Máría Silvia Di Liscia Vi.nula, aacunación e ind,ígenas

fermos para que se recobrasen o muriesen en soledad son de viruela, como la confluente, era peligrosa por
,..ørâ-V€s
los médicos mâs avanzados la
comunes en los relatos de la época y se repiten también en -?".tor secundarios y sólo
narraciones posteriores2, ban. Se rcalizaba a partir de la implantación en niños
En general, los indígenas de la pampa obseryaron que había ii"i,¿. costras de personas que hubiesen tenido.la "vi-
una relación directa entre el ingreso de europeos a las tolderías Þ.enigtta"'
y viruela al poco tiempo, por lo que denominaron a esta en- ulçr del siglo xvIII, las investigaciones deJenner en
å
fermedad uinca cutró,n, es decir, "enfermedad del blanco". Su äàrBt tu¡u llevaron al uso de la variolizaciôn, es decir a la
aparición estaba seguida de un proceso de culpabilización di- øción artificial del virus de la viruela vacuna o cow þox,
recta de los extraños, sobre todo sacerdotes, militares, fun- voruna gran expansión en otras Partes de Europa. Lava'
cionarios, cautivos y cautivas, culpabilización que afectaba li$i[lç7ei'ot,ha siCo dehnida como el primer gran éxito de la
también alos machis, especialistas médicos e intermediarios íàina,de la Ilustraciónó. La Corona española tuvo especial
con la divinidad, que no habían vigilado la introducción del en hacer conocer dicho sistema a través de la expedi-
mal en la comunidad3. ide.Francisco Balmis -entre 1803 y 1807- a las colonias
Con respecto a la viruela entre los blancos, hasta hnales del ricanîs, que llevaba a niños con virus atenuado para vacu-
siglo xvln no hubo remedios o preservativos eficaces, utilizán- !..1a p-oblaciónu.
dose el aislamiento para evitar el contagio y purgas, sangrías o Río de L'aPlata,la preocupación por vacunar a un ma-
.e-l
clístenes para su tratamientoa. En esa época se puso en vigencia ,lúmero de personas se puede constatar desde Ia existencia
la inoculación variólica que limitó las epidemias de viruela en ùtomedicato, extendiéndose a las primeras épocas de la
varias ciudades del Virreinato del Perú y México y en pueblos :independiente. Se observa cierta continuidad en la po-
de indígenas; en el caso del Río de la Plata, entre los guara- sanitaria colonial y postcolonial, aunque existió mayor
níes de la Mesopotamia. Esta práctica se introdujo en Europa ión a partir de 1810 por la situación de los ejércitos
a principios del siglo xurr y de allí pasó a distintos lugares de la,,Independencia, lo cual era lógico ya que se trató de un
América. A pesar de que limitaba la aparición de las variantes nento en que la sociedad se militarizó en razón de las gue-
lgte¡naq y externas posteriores a la emancipación?.
Eñr1813, La Gaceta d¿ Bumos Aires publicó un Reglamento del
ico Saturnino Segurola para prevenir a los habitantes
2 T. Falkneç Desoriþción de la Patagonia 1 de las þa,tes atþacentes de la América del
Szr, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1g54, pág. 181; y F. Aguirre, ,,Diario del Capi-
tán'de Fragata DonJua' Francisco de Aguirie", en'Rsuista de Ia ßiblioteca Nacioial,
Buenos Aires, Imprenta de Educación, T. xvrr, págs. 240-241. ta:..:,1:.a::a::::ata:t::t:a:::.,.:,. .a .

rr-.,!.-. .Ll Peset, "Terapéutica y medicina prevenriva", en Pedro Laín Entralgo,


..|:ri11itli¡ì|ti.l
3 Sobre la complejidad de la curación shamánica, ver como ejemplo R, Foersteç :rr::irif tir::ìrìrriì :;r:lt j:r

Introducción a la religiosidatl maþuche, santiago de chile, Editorial universitaria, ìlliiiiill{i¡,;,.,. Univenat tte tn m¿ttidna, Barcelona, Salvat, 1973, T. v, páss. 99-103.

1993, págs. 102-f08. Una caracterización de las sociedades indígenas pampeanas liilif¡,fiili;iì¡-_-6j$
!:ijìL|:.ìt:ii.ììiì,:i:i ,rrlf
lalrlltng,
Lanning, LtDl Ìf¿d¿ Protomedicato. Lo
Il.¿aI rrotomeúxcam, La r¿g¿an¿ntaclon
reglamzntación Ia lnoJesxon
de Ld mhlica en
lnoþión rn¿drc&
en R. Mandrini, "La sociedad indíçna de las Pampas del siglo xtx", en M. Lischetti,
'i¡lii.lj;ligllWlpqñoLMéxico,UNAM,leeT,págs.530-538.
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Maloçaros y conchauatlorcs m Araucanía 1 Las Pamþas, lT0GlB00, Temuco, Ediciones 1947, pág. 163.
Universidad de la F¡ontera, 1991. primer protomédico del Virreinato, Miguel O'Gorman, redactó en 1805 una
4J. Lastres, Histmia referida a la vacunación, que debió de ser el modelo seguido poste-
tl¿ k¿ nutlicina þruantt, Lima, Imprenta Santa María, 1gbl,
pág. 185. iror Saturnino Segurola para la suya.

3o 3r
María Silvia Di Liscia Vi.ruela, aacunación e indígenas

de la ciudad y de las Provincias Unidas de los estragos de la vi-


1 l^ 1-^
ruela, por medio de la propagación del fluido vacuno. Se ha-
--
se reglamentó
---L< su distribución en
^-- ^11-¿-lL--^::-
^- la campaña
^^-^^ã^ bo-
ii,l! r,r^o,
bilitaron en Buenos Aires casas de vacuna y empleados que y se invitó a los distintos gobiernos de provincia a
lil..¡ì.'.ä;t""se,
inocularían a la población. La ordenanza señalaba que debía of,icinas de vacunación en sus jurisdicciones respec-
l'''i,lirlãøf"cer
llevarse un control barrial de los niños y de los adultos que .'*är.Bsta "invitación" del gobierno habría que leerla como el
serían vacunados, con el fin de "evitar el engaño", pidiendo a '.|'-:'iìr¡:¡ift"r" de controlar desde el incipiente Estado central ciertas
aquellos que decían estar vacunados la correspondiente pape- ,,,ir tit".iones sanitarias, ya que el mismo decreto o
exigía además
"raz6rt" de los re-
leta o bien "si han sido reconocidos como enfermos"s. provinciales una estadís[ica
,,-,:*;fn; gobiernos
La distribución cle la vacuna continuó siendo un problema ï*n en el territorio respectivo, con vistas a que las au-
para las autoridades durante los siguientes veinte años, ya que lt:,:. ti¿u¿es nacionales pudieran dlstribuir y propagar la vacuna.
"ucidos
se requería un registro concienzudo de la población, una or- ::titi¡:.ffo, médicos de campaña, otra innovación de Rivadavia,
ganización estable que permitiera el acceso al material inmu- .''....r,.,Èro" mantenidos por Rosas, así como la vacunación de la
clel interior bonaeren-
nológico (costras conservadas de variolosos o bien personas con ,.'.'þ¡fa.i¿n en la ciudad y en las localidades
costras paravacunat "brazo abrazo") y recursos económicos pa- iìê, u,rnque no se insistiese en darle un alcance general, dadas
ra mantener este incipiente servicio médico estatal. Además, es ,:,*s-transformaciones políticas de los años 30. En 1829, luego
curioso que tuviera que insistirse una y otravez sobre las ven- ..,r.r,àe,tot intentos unitarios
por lograr la unificación de las pro-
tajas de la variolización, lo cual indica clue la mayoría, tanto en ,ì:r,:úcias, se proclujo una reestructuración de la organización
las ciudades como en las áreas rurales, consideraba vacunarse .,..L.,.àcio"ut en estados provinciales que se mantuvieron con cierta
to.
como una desventaja, y a los reparos de la población se suma- .'irt,.'.átonom ía hasta I B52
ban los inconvenientes de orden político-burocrático.
Entre 1821 y 1827, durante el gobierno de Marrín Rodrþez ,:i.'r.. por*, integración indígena y vacw'lación
y gracias al impulso de Bernardino Rivadavia, la vacuuación ', En la compleja situación política de la provincia de Buenos
'i:ìl,
fue un asllnto central cle ntro de la creación y reorganización i'i{ir.r, marcada por la oposición entre unitarios y federales ¡
institucional sanitariae, formalizándose una "comisión para la f.,ii:.::i¡ìdAlmente, por el avance de los hacendados frente a otros
,:,tt¡1't::,,Ètor.r de ideología liberal y centralista, el líder porteñoJuan
*|$anuet de Rosas obtuvo el apoyo de grupos populares (aso-
8 La Gaceta de lù¿enos Air¿s, 1810-l82l, Reimpresión Facsimilar,Junta de His- ¡1.¡rìrr.-ðiùiones de africanos, mujeres, artesanos y paisanos pobres,
toria y Numismática Americana, Buenos Aires, 1910, T. lI, 1813.
I Rivadavia, siendo ministro de Martín Rodríguez, creó la Acadernia y la Facultad
de Medicina, el Tribunal de Medicina en rcemplazo del Protomedicato, r'eglamentó
la tarea de los médicos de campaña, de ejército, hospitales y de puerto, r-eorganizó el t:i::-?::.:.:lr::.!0 La historiografia tradicional ha marcaclo este período como una etapa de
cuerpo de medicina del ejército y estableció la Sociedad de Beneficencia, que entre
sus múrltiples tareas debía atender el hospital de mujeres y la Casa de Partos (Ilecolti-
lacion de þesy decretos lronruþados m Buenos Aires tl¿sd¿ 1810 a.181å Buenos Aires, Im-
prenta clel Estaclo, 1836). Un desarrollo histórico general sobre el período 182G1827
puede consultarse en N. Goldman, "Los orígenes del federalismo rioplatense
(1820-1831)", en N. Goldman, dir., Nuna Histuia Argmtina. Rnolución, Ilelrublicú;
Confederación(1B061B52)'BuenosAires,Sudamericana,199B,págs'103-124.

J1
3C
María Silvia Di Liscia Viruela, aacunación e indígenas

l!.:-ìl,l.i.:1i::ia,:.1i..:l... .::'
gauchos y montoneros) tanto en la ciudad como en la campa-
ña bonaerense, donde llevó a cabo una políúca de amistad con #ifu t'idades'?::i1:i^'11î^'"i?:::lll':::":T::::l_':'
ll¡låîi|åT,iã;r con orros
indígenas que consideró enemigos'
g-rupos a los
determinados grupos indígenas. incluyó el "negocio pacífìco de indios"
Se ha dicho que Rosas destruyó conscientemente las insti-
:llliii.:ft" p olíúca rosis.tl
había sido estructurado por estancieros bonae-
oUe en prirr.ipio
tuciones laboriosamente construidas por la generación de la ....-.,,,,.f-.
;tJ*"r l^-^ mantener la
para -'nfener 7a paz con raciones de
r,ar. ccttl cle øanaclo ôtros
ganado yv otros
Independencia, sobre todo por Rivadavia. Es verdad que la in- Desde 1829, esa actividad fue realizada desde el Es-
,.o¿r.tor.
sistencia en el ahorro público redujo considerablemente el tødo
upurti, de la acción concreta de Rosas y de su estrategia de
presupuesto de escuelas y hospitales, así como el salario de la etnias indias'3. f)icha situación incluía el
t.1:iil;fu2¿s con algunas *i--^
administración pública provincial". Pero en el caso de la orga- . ^i,,,{^,{ ,l^
misma ciudad de Þ,,^^^"
Buenos Aires de caciques y
. . .... zl,,iamiento en la ^ì-^" "{^ ^--i^,,^.,,
nización sanitaria tendiente a asegurar el alcance de la vacu- ori"ncipales indios, con el objeto de firmar acuerdos con ellos
na no es posible ser tan tajante, ya que siguieron existiendo
médicos en la campañ.ay en la ciudad de Buenos Aires, así 'ullrohólírut, yerba mate y az()car, entre otros productos muy
como presupuesto para vacunar y para investigar sobre la vi- :.::,|:i tiál"r aaos Por las e tnias Pampeanas'
'

ruela y la vacuna. .i.l.:.l..:l.:,'':ll.. ,través de dos casos puntuales, analizados comparativa-


En las primeras décadas del siglo xIX, la región pampea- .,';,,rr::...¡.ênt", es posible
observar una transformación de la política
na, sobre todo el área bonaerense, había iniciado una etapa de it iììr...jg,áfÈ."a y al mismo tiempo la incidencia de las prácricas cientí-
desarrollo ganadero estimulado por la creciente exportación ::::':tltláiæ en el resto de la población. En 1830, se declaró en la ciudad
de cueros y carnes, lo que aumentó la presión de los estancieros ..ì:l;:¡1ir.¡d; enos Aires una epidemia de viruela entre los indios pam-
sobre las tierras del interior. La competencia por los recursos en la ciudad para honrar al Restaurador rle
¡.,,.!lr..¡Þ*q"e esraban
económicos pampeanos -ganado vacuno salvaje- amplió las 1;l,¡,.il| t ay"s. Rosas les realizé una visita sin alarrnarse ante el conta-
diferencias y abrió las puertas a enfrentamientos entre pobla- ...|...i,''tli+pr.stimulando a que se vacunasen' obteniendo a cambio una
ción blanca e indígenas, lo cual se manifestó sobre todo en los ;¡.t¡.ti:;¡ttÍ¿¡¿i¿a admiración de los caciques ante la valentía del gober-
grandes malones de los años 20 y en las incursiones fronterizas porteño frente al temible mal' Un número estimado en
de estancieros y militares. A esta situación se agregó la influen- '.ì:i¡¡;¡11,,,1.9.9J
cia de las guerras enlre españoles y criollos, y entre federales
y unitarios posteriorrnente, que generaron un ambiente politiza-
do en las etnias pampeanast2, hábilmente utilizado por algu:
nos caudillos c'omoJuan Manuel de Rosas. Este realizó una
campaña contra los indios, al fìn de la cual estableció lazos de
amistad con algunas tribus, y alavez, como lo habían hecho !:;lllllilr.$. n dentro de las fronteras, gozando ambos cle la protección de los blancos
raciones. La autora señala que entre 1832 y rB39 se alquilaron
...-.l:1..il!i!i:,tti,,1:4pþettrega de

itiÌ:;|ìjìilrç$...1..s';,ç¡Þuenos Aires con el fin de alojar a los caciques y se les brindó ocasional-

ll Tulio Halperín Donghi, op. cit., pág.282.


l1$,..j¡,1{Ðp¿S.. 2547,1994). Un clesarrollo completo de la gestión de Rosas y de sus
l2 Marta Bechis, "Fuerzas indígenas en la política criolla del siglo xtxl', en N' puede consultarse en Comando Genelal del Ejército, Dirección de
..!t'tes

C'oldman y R. Salvatore, comps., Caulillismas rioþIattnses. Nunas mira¡l¿s a un uiejo þt Histór'icos, Polítiea seguitLa con el abmigen (152G1552), T. tl, Buenos Aires,
bl.ema, Buenos Aires, EUDEBA, 1 998, págs. 29&298. Militar, Biblioteca del Militaq 1974; sobre todo págs. 27-41.

34 33
María Silvia Di Liscia Viruela, uacunación e indígenas

más de cien indios aceptó entonces inmunizarse, colocándose, no los hubiesen tomado a su cargo' a lo que corres-
según el testimonio de Parish, la "vacuna a indígenas"1'r. o n i n nume rabl es mues
ccurr ^;^ '-* de
tras -' grati tud " t'
t'^*-^-'--
I

i:ÊËììì¡.i,,q[:;;;.on
Dondieron Ï^""::^"^;";"" ."'
al máximo cuando se presentó a vi-
El cuidado médico también fue una forma de asegurar los '"'iuo el asombro llegóquien con ..,'.Su acostumbrado tino,
lazos de amistad, y su uso era más o menos frecuente en las re- siprlos el Restaurador, . 1^ --^-+^:^ que sacarse de .I^ t-l
ral l-^--"iÁ-
impresion
laciones diplomáticas entre militares e indígenas en la región la ventaja ^.,^ podía
^^lí^
lüi::läåf-.r.,u al punto
pampeanars. El hecho de que el Restaurador de las Leyes se ,.-...,-r"*.,fo causaba tan inesperada visita"' Rosas entonces mostró
de la vacuna que llevaba en el brazo y le
empeñara en vacunar a los caciques, a sus mujeres, niños y
"=T.*
indior la cicatriz
acompañantes al menos en una ocasión confirmada, indica a su intérPrete que les explicase el secreto que le ha-
,,,'.,',,,,,,,,,"t rd",'ó
,.^-imqrqe el enferrnn sin rìesoo reslrltando
riesgo, resulhndo
un interés por mejorar los vínculos de amistad, transforman- ... -.. iu permitido aproximarse al enfermo
caciques del Fuerte de Tapalqué ""'Catriel,
do a losjefes en cleudores de favores. Asimismo, al generalizar ;; gS, que los
Toriano yVenancio
la vacuna a toda la población, limitando así el número de in- Callinao' y más
',:a,:ii.:Áir¡"t, Tetrué, Quindulé'
fectados y los posibles focos de contagio, Rosas además se ase- :l.,:rt:::ilã¿'¿i"nro cincuenta indios fueron vacunados inmediatamente
Según Parish, fue grande su "infantil
guraba de que su imagen de protector de los indios estuviera .'ir:..âþ"g" de ellos mismos".
equiparada con la de protector de la salud. ..,..,Llaàl"ii., al ver aparecer la cicatriz en el brazo, "...Ia que confìa-
sería un talismán infalible contra la maléfìca
Hacia 1830 el cónsul inglés en el Río de la Plata, Woodbine lúan pt"rramente
Parish, expresaba que tribus completas de indios habían sido :.',:.;¡lttencia del malo"'7'
,,.,.:.: ,..¡.,,: s interesante observal en el relato del cónsul inglés la ac-
exterminaclas por la viruela, y que "...no hay plaga comparable
a este azote cuando cae sobre los miserables habitantes de las ..:,i::,,ìuà.i¿" ¿e Rosas. Su rápida visión política lo hizo transformar
.ì,:1::ii.1lrìùn¿,situación aparentelnente inocua-la visita humanitaria a una
pampas. Ellos mismos la creen incurable, lo que aumenta sus
tristes consecuencias", En una visita realizada a Buenos Aires ':lit tro"u sufriente- en un movimiento eslratégico, tendiente a
para presentar sus homenajes a Rosas, algunos de los caciques r'1,::.:,t':':ã6tener ventajas futuras. Rosas conocía con mayor exactitud

aliados fueron atacados de viruelas; como de costumbre, "los ...,.jue sus contemporáneos determinados elementos de la cosmo
infestados fueron inmediatamente abandonados por sus mis- ll.r..'.: i¿n mapuche, y por lo tanto podía ubicar perfectamente las
mos parientes, y habrían muerto como perros si sus amigos los r,,..,i...-:.: accio"es del otro en un "mapa" conceptual. Por ejemplo, aun-

'......t...' .:"o sea


éste el caso, Puesto que Parish dice que usó un intér-
(es autor de una gramática que
.''.i¡,]i.;itste, Rosas conocía la lengua
l4 Paralelamente, Francisco X. Muiriz, médico de campaña, iniciaba las inves- ìtlìòntiene también vocablos de uso común)'8 y comprendía el sig-
tigaciones con las que diez años después se logró el redescubdmiento del colv-
pox o viruela vacuna, llamada por Sarmieuto "la vacuna indígena" (F. Muñiz, Es-
:t$¡cado del walichoy sus consecuencias para los indios.
ritos científi.cos, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1916). ..,.', r...t .Su sagacidad le permitió entonces percibir rápidamente que
l5 Ver como ejemplos al respecto los relatos de V. Villarino, Diario delpilnto de r,''...:,'.:lr,..i'.âLacercarse a los enfermos de viruela en una sociedad donde
Ia Real A¡mada del reconocimiento que hizo del Río Nego m Ia costa miental tle Patago-
nòa ¿n el año de 1782, Buenos Aires, Colección Pedro de Angelis, Lnplenta del Es-
taclo, T. rrl, 1836, págs. 102-104; F. Barros, "Diario de la Expedición hecha en fa-
vor de los indios amigos por el comandante don Francisco Barros en 1796, por
¡¡].:]]¡'¡,],:$achette, 1958, pág. I98.
o¡den del comandante de armas donJosé Francisco de Amigorena", en Gregorio
Áua..r, Neuquén, nt, histotia, su geografía, su toþoninùa, Neuquén, Universidad de
'lilili:rlt rcídem, pág. ree.
Nerrquén, 1973, pág. 150; y P. A. García, Diario tle la exþetlición a la Sinra de In Ven'
tana,Buenos Aires, Plus Ultra, 1969, pâg.629. il,¡iìi:fr,ÞaUos, t O+7.

:)I
36
María Silvia Di Liscia Vi,ruela, aacunación e indígenas

1o normal era eliminar el contacto y brindarles cuidados espe., i*li¿r, fn segundo luga¡ tampoco se vacunabaalapobla-
cíficos, cuando no se los abandonaba a su suerte, obtendri¡ del interior2t, por Io que resultaba utópico pensar
más ventajas que actuando de la misma forma que los indígenas. a los indígenas. Los recursos escaseaban y la organi-
pero además, y sobre todo, los
Por supuesto que su acción no tenía riesgos, puesto que estaba í|fu:øri"era deficiente, otros en la frontera no estimu-
unos y
ou.rrr,ád.. Fero Rosas fue más allá y mostrando a los indios su' lãì;;ientos entre
"talismán" (la cicatriz o costra de la vacuna) les sugirió que ss' ¡é¡tuo¡tu humanitaria' Muchos estancieros, rnilitares y

vacunasen, lo cual hicieron en masa, convencidos de que suìi i parti¿arios de dejarlos morir,.para_no tener que
curación dependía de la magia y no de la ciencia' Tãdas estas circunstancias, relacionadas con la difi-
En 1832, una nota de Rosas dirigida al administrador de la iàiit"gru.ión indígena en la sociedad independiente,
vacuna en esa época, GarcíaValdez, señalaba la necesidad de iiàr"" para impedir la generalización de la vacuna entre
propagar el "virus vacuno entre los indígenas, reducidos y so-'¡ ión nativa de la PamPa.
metidos al Gobierno", y asimismo' en 1837, el caudillo sè'¡ ár.,cont.*to, sin embargo, Rosas permitió que más de
preocupó porque cincuenta indios asentados en el oeste de la".: iùiur se vacunasen, lo cual implica cuestiones de orden
ciudad fueran vacunadosre. No se dispone de otros datos sobre:r ìãiáim."t. político e ideológico. Primero, el manejo per-
la vacunación masiva de indígenas hasta cuando grupos de pri., llii¿aAn del caudillo de recursos económicos estatales -ya
sioneros indios llegaron a Buenos Aires, poniendo en peligro liiúu.unu estaba bajo control del Tribunal de Medicina y
la salud de toda la población. En el territorio rioplatense sólo liâ¿¿i.ot subordinados a él-; en segundo lugar, una in-
consta la inoculación de indígenas hacia 1798 en las ex misiones'rìi in política vinculada con la entrega de bienes a los jefes
guaraníticas (San Javier, Santa Ana, Apóstoles, Concepción; ði¡ r para intensificar las alianzas, y en tercer lugar, el co-
Lo.uto y San Carlos), por orden del Protomedicato, que se i-ento de referentes simbólicos indígenas dentro de la
realizó porque los indios conragiados llevat¡an la viruela a los blanca. Quizás la vacunación sembró entre los indí-
poblados blancos2o' .l: ùn principio de duda respecto de la relación directa que
Sin embargo se sabía que los indígenas de la pampa sufrían''r¡ì è,st¿blecían enlre vimela/blancos, es decir, walirhoþlancos;
lar esa estrecha vinculación no era una tarea vana
periódicamente epidemias de viruela y que éstas eran morta;l
e-n ella se jugaba el poder rosista, sustentado en gran
iuu puru lamayoria. ¿Por qué entonces no se generalizabalã,
a¡lpor la alianza con sectores indígenas22
vacuna? For varias causas, àlgrrrruu bastante obvias: en primei'
Iugar, el contacto entre blancos e indios no era !"1*11tttt..
Las autoridades no sabían siquiera el número de indígenas' Caldcleugh, Viajes þor la Amtrica d¿I Su: Río d¿ Ia Pbta,.1821, Buenos Aires,
existentes ni en muchos casos su pertenencia étnica o sus' i.-1,r,9...,,.1å.páS'
65. Este viqjero es uno de los que testimonian los estragos de la vi-
limitada vacunación en el interior argentino en la primera mitad clel xx.
|1_ ..,!! !a ttotu.levada porVicente oficial del Fuerte Militar de Ta-
GonzíÃez,
i_é-,,¡1835, se observa el interés de Rosas por los mecanismos simbólicos in-
fgAGN, CRNHN, documento 7491;y LaGacetaMercantil, G11837' Quizás
número de i-:.Góñtález señala que ha librado a "cuatro chinas", acusadas de preparar
casos sean los citados por Parish en su obra, pero no coincide el at de viruela para matar a Catriel en sus toldeías, de la muerte segura y
nados. ha obrado según lo que el Restaurador de las Leyes le mandó hacer
Plata' Al
20 Pedro Mallo, Paginns d¿ ta historia d¿ Ia medicina m el Río tle la P..!9j$nida¿ a Cachul, es deciç mandarles a él las brujas, porque él sabúa
ltistóicos solne aùuela, aruiolización 1 uacunq Buenos Aires, Imprenta Real de '4'
¡lO@. pudieran hacer daño a los indios (AGN, Sala x, Leg4jo 212-2).
1898, T. n, pâgs. 253'255.
"o

38 39
María Silvia Di Liscia Viraela, uøcunaciín e indígenas

ì:l
Siguiendo con esta línea de reflexión, la vacunación de los .Îa'iendoacambiodeestegestolalealtaddeljefey|aad-
indios pampeanos serviría también para premiar a las etnias ï"i1" a" toda la tribu26' Pero es necesario remarcar que
que estuvieran a favor del caudillo, que podrían así mantener ri además de atdaz coronel' fino y distinguido hom-
su fuerza laboral y nrilitar, y superar demográficamente a:.
*til*", sobrino de Rosas y uno de.los
$¡äãã""dr y perspícazescritor, el
aquellas que no poseían este "bien de la civilización", es deciq argumentó con su obra Proyecto de integración
å',fr;-;r
a los indígenas enemigos (autónomos o bien aliados de otos:: [,]-I¡ä al conjunto nacional, abortado con la Campaña al
grupos blancos, como los ranqueles de los unitarios). Es signi.;ì de 1879.
ficativo que se mencionase específìcamente a los indios deì
fuerte de Tapalqué, es decir, a aquellos clependientes de los ,

caciques Railef,Juan Catriel yJuan Manuel Cachul, los cuales


vivían protegidos cerca del cantón fronterizo de etnias más
belicosas y alavez suministraban la fuerza de choque para la,.,,
defensa, ya que la población blanca era escasa23. ,l

Además, si se considera que en otras áreas de América ya


se había utilizado la inoculación para intenlar disminuir la vi-
ruela entre los indígenas -porque éstos representaban la prin-
cipal fuerza de trabajo2a-, existe una mayor aproximación a la
definición de las etnias pampeanas como la base de las mili-
cias fronterizasy quizâs como futura mano de obra, lo cual en la
época parecía ser un proyec[o viable. En las palabras de Parish,
"...quién sabe si con el tiempo, y con prudencia y sagacidad, no
podrá servir (la vacunación) como un medio para reducir al
cristianismo a los restos de esta raza, que a su turno podrá re- .,!'¡l¡]|j]'.:,tÞat,otra parte, la vacunación implicaba una organización que
compensar a sus benefactores con un trabajo productivo"2s. los recursos de las insriruciones médicas rioplatenses
Un dato llamativo confirmaría Ia vinculación entre relacio ffila
nes políticas yviruela, aunque fuese en un caso aislado. En 1870,
Lucio V. Mansilla, jefe de la frontera al sur de Córdoba en Río ,.j:::ì.itiìÍ'.'ritil,.:.i,:,.',,
ijlìttltr:iti::!:.!;:å26 åv
.

En el relato, Mansilla señalaba que


ì"'' Lincolao, hermano del cacique Ra-
i:1.:1::.:¡.:i.:äaìii:zlii:i: -""
Cuarto, al reconocer la viruela en el pariente de un cacique !äi.,liì.l'.]ìliliÈð¡;,l...fue atacado de viruelas, al mismo tiempo que otros indios' Trajéronme
ranquel se acercó sin temor, brindándole cuidados médicos y ii:¡:j;!iiäiiÈ¡.øqt y siendo un inclio cle importancia, que estaba muy recomendado y que
l!..¡liiitiitÞ'...þ.' .qe prendas y carácter me
había caído en gracia, fuime en el acto a verle ( ' . . )
jLì;:tilil:.itf9,,e"*pañeros permanecían a la distancia, en un grupo' sin ser osados a acer'
1i:i.'¡|.iî;i¡l¡!.'|'¡{"
t.s vintlentos ni mucho menos a tocarles (. ' . ) Lincolao fue asistido en mi
äiilä1lt:i-.:¡$1¡¡.qidándolo una enfermera muy paciente y cariñosa, interesándose todos en
23 Comanc{o General del Ejército, Dirección de Estudios Históricos, op. cit., i¡r:.:ì:i:!i1,1':l.iiìii:;;L,^^:i- ^.-^ r^r:-*^-¿^ ^^-^^-.:-^^t /r
(L. \¡V. tf^-^:ìl^ tf^- excursiûn
Mansilla, Um ,,-^,*":Á- u
,, los
l^";^);^<
¡,¡¡.1r.,ación que felizmente conseguimos"
iruLios
pâ1s.32?-329. Buenos Aires, Estrada, 1959, T. t, pá.g.20).
24 Por ejemplo, en México durante el .siglo xvlrr (J. T. Lanning op. cit,;
pág. 530).
ti,;.qrytbridge, Cambridge University Press, 1998, pág. 201), sobre la base de una frase
25 W. Parish, op. cit., pág. 199. !!¡fùal escrita por sirJeffrey Amberts en 1763.

4o 4L
Viruela, uacunación e indígenøs
María Silvia Di Liscia

éûrico y justifÏcación científìca: la viruela


(registros de vacunados y no vacunados, repetición de la open-,,'1¡1|
î;r;àþu. mitad del xrx
ción si no se lograba la inmunización y, sobre todo, la existenci¿
de virus atenuado, de dificultosa conservación). En suma, ¡s- mikta'r
l,ìfu"xto
quería de cisión política, or ganizaclín burocráticâ, recürssg siglo xlx, el auge positivista tuvo como con-
mediados del
técnico-económicos y personal médico. Pero además, era una de un discurso de reestructuración del
,lncialageneración
prâcticarechazada por un sector importante de la població¡ justificar biológicamente la su-
que juzgaba sus efectos como altamente nocivos, Por lo tanto,
lão o"r el cual se intentó
*t" inferioridad de ciertos seres humanos' El enorme peso
no se llevó a cabo eficazmente hasta finales del siglo xtx,,,r;
cuando la organización sanitaria alcanzó nivel nacional, con,,r,
i oriut científicas marginadoras puede atestiguarse en
sobre criminales, enfermos mentales y razals "degenera-
mayores recursos económicos y condiciones político-ideológi-
cas que permitieron a las autoridades medicalizar más efecti-
,

êidai"r que tuvieron un impacto directo en la elaboración


rior de Políticas sociales'
.

vamente a la población. en el ámbito


pampeano planteó sin
ìu,ap-licación concreta
l

En los años 30 y 40, las autoridades no podían obligar a la po, la necesidad de eliminar a los "bár-
rasiaias contradicciones
blación a vacunarse, ni existía un "poder médico-sanitario" su- la escala evolutiva del pensamiento po-
fu'"salvajes", según
fìcientemente hegemónico para.ello. Además, para la mayoría
no estaba clara la relación vacuna,/eliminación de la viruela;
fuã| f r" sucedieron las opiniones de diferentes escritores,
ii_ì êr, políticos y también viajeros extranjeros sobre la nece-
dada su limitada eficacia técnica, por lo que puede suponerse .blanquear" a la población nacional, eliminando a
fiälde
que había personas que se vacunaban y aun así sufrían la virue- nativa y êvitando en determinadas ocasiones el
la, y otras muchas que no se vacunaban y sin embargo no se con þ$taó¡ó"
';;tlií¡¡" o haciéndolo selec tivamen te.
tagiaban. Estas últimas, además, compartían una cosmovisión de
la enfermedad para la cual vacunarse no se entendía como in-
munización (concepto que la ciencia médica no tenía en claro
exactamente) sino como una forma de promover directamente
la enfermedad, daño o walicho dent¡o del propio cuerpo, desen- illâjuiticia de la guerra conffa los indígenas: "Acabamos con
cadenando fuerzas que rompían el frágil equilibrio corporal. ildios porque la ley de Malthus esrá arriba de las opiniones
El hecho de que los indígenas aceptaran vacunarse, es de- "28; en Hermann Burmeisteir, que colocaba a los in-
cir, ingresar en su cuerpo parte de la enfermedad, pudo ser en la "escala más baja de la sociedad humana", de la cual
utilizado por el discurso político para caracterizar a la vacuna:
F¡ïiiiiûm.a ascenderán a otra superior porque no comprenden el
ción como práctica inocua y beneficiosa, aun entre los "salva-
þ¡de la cultura"2e, o bien enJosé María Ramos Mejía, quien
jes", remarcando así su validez para otros conjuntos sociales. Y
quizás para ellos, como para los indígenas, vacunarse tampo:
co se entendía como una protección producida a partir del:
desencadenamiento de procesos internos de inmunidad, sino' ,,,\4,,l!fot...rut, "La presencia evolucionista en el positivismo argentino", en
que "llevar la vacuna" era llevar un "talismán", un preservativo :.ygl. 3, no 1, 1986, pág.97.
mágico que podría eliminar la remible viruela. :' $..8t.*.irt"i r, Viaje þor ios Estatlos d.et Ptata, 1857-1860, Buenos Aires,
,¡ÇÈ., 1nánica en la Argentina, 1943, T. rr, pág. 29.

42 +3
María Silvia Di Liscia Viruela, tacunación e i'nd,ígenas

explicaba su desaparición como parte de un proceso natural y


biológico, donde los más fuertes sobreviven a los más débiless.
Otros, como Carlos Octavio Bunge, justificaron a principios
del xx la eliminación étnica producida años antes al otorgar
a los indios caracteres negativos, corno el ser vengativos, l¿
indolencia y la rapacidad. La prueba de estos calificativos es-
taba en la realidad: "Lo que es es, con o sin prejuicios". En Ia
época de Rosas se había producido "naturalmente" una pu-
rificación racial: ". . .el alcoholismo, la viruela y la tuberculosis "problema del indio" y poniendo a dis-
íli:z"nA" así con el
-¡benditos seanl - habían diezmado a la población indígena ¡'-tù¿n de
posición población
¿. P<)otac
la la enorme extensión de tierras de la
y africana de la provincia capital, depurando sus elementos Este militar pretendía también conti-
.!nu*ru y la Patagonia.
é tnicos, europeizándolos"3r.
la campañ.a militar en el Chaco y la Patagonia, para lo
Sarmiento, en su obra póstuma Confli.ctos 1 armonías, plantea- rSeñalaba ".,.Libremos totalmente esos vastos y férriles terri-
ba que los indígenas americanos debían ser respetados como iæ d" t.rr enemigos tradicionales, que desde la conquista fue-
fósiles vivientes y a la vez aseguraba que distintos estudios un dique al desenvolvimiento de nuestra riqueza pastoril,
científicos establecían al indio como apático, miedoso y abyec- mos garantías ciertas a la vida y a la propiedad de los
to, "...incapaz de concebir y racionalizar, es ignorante de sí vayan con su capital y con sus brazos a fecundarlos, y
mismo y de lo que sucede a su alrededor...". Por otra parte, ir veremos dirigirse a ellos multitudes de hombres de to-
su amor a los bosques y a la vida salvaje no signifìcaba amor a los países y tazas"r+.
la libertad, sino que se relacionaba con la melancolía y la supers- Puede considerarse en gelleral el positivismo como la
tición32. Basándose en el Viaje aI þaís de los araucaøoq de Esta- logía primordial del roquismo, defendida sobre todo
nislao Zeballos, y en la Excursión a los ind'ios ranqueles, de Lucio Ia denominada "Generación del 80". Uno de sus repre-
V. Mansilla, Sarmiento afirmaba el sensualismo de los pampas, tantes, Estanislao Zeballos, quizás el mayor defensor de la
su extrema dependencia del alcohol y la desidia de los varones, inación indígena, expresaba que frente a la "barbarie
que dejaban a las mujeres todas las tareas productivas. Para Sar- becida" y la "hostilidad implacable del bárbaro", só-
miento, los indios de la pampa carecían de organización polí posible "llevar la sableada a los salvajes en sus ignotas
tica, de moral, higiene y autoridad, salvo para robar y hacer la idas", con las armas y la disciplina de los "ejércitos civi-
guerra. Ante el contacto con la civilización, los indios decaen, "35. Zeballos apoyaba en consecuencia el proyecto de

30José María Ramos Mejía, Las netnosis d¿ lns lnmbrcs célelnes ¿e la Rxþública Ar-
gentina, Btenos Aires, La Cultura Argentina, 1915. El libro fue escrito original- A. Roca, Discu¡so del Brigatlier GetzeraLJulio A. Roca al reeibir la Presidcn-
mente en 1878.
!:ili|ljiÌlli$+¡,lio
cía dz k Reþtîblica ante el Congreso AÌgentino, 12-1G|880, Buenos Aires, Imprenta Pa-
3l Carlos Octavio Bunge, NuestraAmóricq Madrid, Espasa{alpe, 1926, págs. 135, blo Coni, 1880, págs, t0-ll.
160 y 172. El texto fue escrito en 1903. ri:::ìiì..:5:iì1::5',OE.ñ ø r
rr
!5 E. Zeballos, Calaucw'á.1 la tLinastía de los Piedra, Buenos Aires, Flachette,
32 Domingo Faustino Sarmiento, Conllictos y rtrmonías de las razas en Amhca" , pigs. 47,55 y 58. Zeballos intervino directamente en la Campaña al Desier.
Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915, pág. 85. ..c.9.. q ingeniero, ya que su interés era levantar una cartâ geognífica del territorio.

44 45
María Silvia Di Liscia
tt,., Viru,ela, uacunación e ind'ígenas

Roca de extraer de raíz la fuente del mal con el asalto inces¿¡ii ntó este proyecto al Congreso, existían dudas sobre
lidades, y para
muchos políticos, apoyados en la tradi
te a los indios en sus tolderías, hasta destrozar a las tribus ani:
ión con los indios, resultaba más viable el proyecto
quilando su espíritu nacional y arrojando sus reliquias disperi
sas a ChilesÛ. de defender la frontera o bien de realizar movimien-
de los fortines y asentamientos blancos'
Es importante hacer una breve mención a la historia de là'lì ll}.,fþiàr, a partir
de Alsina, Roca obuvo permiso para organizar
campaña militar contra los indios, porque en ella está en par:: *.1ñÈrr.
ña con las características planeadas, que se llevó a
te la clave de la superación de la idea de integración frenk ¿[
en los primeros meses de 1879, y culminó
predominio de la del exterminio de la población nativa. 5., lãfài'Cur*""te
trata en principio de un problema político basado en el con, l;¡, po después con,la captura de los jefes y comunidades
flicto entre dos partidos bonaerenses: los partidarios de Adol-, íqenas ranqueles, salineros y manzaneros. Para lamayoría,
ino final fue el envío a diferentes lugares, como trabaja-
fo Alsina y los de Roca. Los alsinistas proponían una política
i.lã estancias e ingenios, a los cuerpos de línea, en casas
defensiva contra los indios, manteniendo en general el proyec.
àiiliu.o*o servicio doméstico (especialmente, mujeres y
to establecido desde el siglo xr,ru de una frontera defensiva y,
de acuerdos con algunos grupos indígenas37. En cambio, el prol .'o,bien a la isla Martín García. Allí un gran porcentaje,
yecto del grupo aliado a Roca de guerra ofensiva al indio plan:'iÌ 'Áietanaliza después, fue víctima de Ia viruela y de otras
teaba una campaña militar generalizada por varios frentes que à des. En 1885 culminaba la conquista del desierto con
la vez evitase su reorganización y los arrinconase en la frontera rporación de la Pa[agonia38.
cordillerana, hacia el oeste, y en el Río Negro, al sur. el,Primer Censo Nacional, realizado en 1869 durante la
..
En la recopilación de Manuel Olascoaga puede observarsé'.'Ì cia de Sarmieuto, se registró a 93.138 indígenas, con-
el plan estratégico de Roc-a, que incluía 7a organización de cinco como colectivo no diferenciado con el fin de obtener
columnas del ejército desde diferentes puntos de la fronterà ilãþaluación del número de "lanzas", es deciç de enemigos
pampeana, comunicadas en parte por el ferrocarril. Primero ùn_a.contienda bélica. En el II Censo Nacional, realizado en
se proponía avanzar desde Córdoba hasta el territorio ranqueli¡¡ i.la cantidad de indígenas había descendido a 30.000, y en
romper los acuerdos firmados con éstos diez años antes e inii .ç.nqo Nacional de 1914, a18.425,más unas 20.000 persc
ciar una guerra de exterminio para expulsarlos al NeuquénLr, ffi registrar. La información censal sin embargo es altamen-
por varias razones: por un lado, en i869 el Estado no
Luego, dirigir los esfuerzos hacia los salineros, llevando a @
bo una invasión total del territorio indígena. En 1878, cuandoì þg,mecanismos de recolección demográfica directa sino
f.tlectja; preguntando a losjefes y caciques de los indios ami-
rôhaciendo estimaciones en forma general en el caso de
,.éfumigos. En los censos II y III, una vez producida la Cam-
Fue el primer director del Instituto Geográfico Argentino, creado durante el gq..,..,1...1 la población que estaba en los territorios con-
.1,'.:â!.Desierto,
biemo de Roca, el funclaclor cle la publicación de la Sociedad Científica, los,4øq'ì fue subsumida bajo la consideración de "argentinos",
Ia Científicos Atgentinos, y también escritor de numelosas obras sobre ranquelesi;,: It.faS:connotaciones étnicas. Por último, los funcionarios
salineros.
36 Ibídem, pág. 162.
37 M. Olascoag a, La coryuìte dc ln Pampa. Iþcueil d¿ tloanmmß relatifs a ta mnþaT',
,lbídem, págs. xxnr-rl.
w tlu Río Negro, Buenos Aires, Imprimerie du Courier de la Plata, lBBl, pág' xx' ',:rl:ì,.ì

47
46
María Silvia Di Liscia

encargados de los censos explicaron la reducción del número ¿e


indígenas por su asimilación al conjunto nacional, es decir por q1
mestizaje, mientras que no examinaron adecuadamente la in-,'iì
fluencia de la mortalidad producida por la campaña militar30. '#*",rtu¡rroinglés que tuvo contacto con indígenas en los
e'i"
Pero si se considera este último factor como esencial, puesto
que a partir de ese momento se inicia el descenso de la pobla- ,
-"0,1-0.'qr
i"f""!icid1o. v
äåft f"r tehuelchesa2.
:l i9""" iï91:Î ":1
Y como otro ejemplo, hacia 1910,
lliii'f
Gache explicaba en un manual
ción indígena argentina, debe tenerse en cuenta que la expedi.,, ã-äy demógrafo Samuel
ción está relacionada con el exterminio de diferentes mane- lï.äfu,fr, la República Argentina que en la misma hislo-
ras. En primer lugar, por la conquista militar en sí misma, q¡s' existía un estigma de degeneración pro-
ã,!ñ;uruu nativas
realizó una eliminación del enemigo en el contexto bélico. En lã ,ti"" la civilización tenía parte de responsabilidad
los indígenas, ese proceso era interpre-
segundo lugar por el desarraigo, ya que muchos indígenas åtl,&saparición de
forzoso" debido sobre todo a la persecu-
fueron trasladados a prisiones, se integraron al ejército y a la¡¡j ñ;; i'lógico y
marina o bien fueron entregados como servidofes en casas par-' iä,ejérciro nacional para reducirlos a una vida civilizada;
ticulares, y no todos se adaptaron con facilidad a ese status infe. lå,#úr¡r del alcohol y a la acción de la tuberculosis, Ia vi-
rior4. En tercer lugar, porque las enfermedades, sobre toclo lâ ia v otras enfermedadesoe'
viruela, hicieron estragos antes, durante y después de la cam- El iriunfo de los más fuertes y adaptados al medio ambien-
paña de Roca, hasta tal punto que sus consecuencias formar úá¿o ¿.t darwinismo social, era la teoría que explicaba
ron parte indiscutible del lenguaje médico sobre el contagio y amente la extinción "natural" de los indios, tal como
la forma de evitarlo. ió por ejemplo en los Estados Unidosnn. Dentro de este
Dentro del discurso ideológico cientifìcista, la extinción' a general, se sucedieron interpretaciones sobre las en-
paulatina de los "primitivos" se analizó bajo la óptica de la au- indígenas que contemplaban sobre todo h faka
toexculpación de los blancos, y se señaló como directos res: ilèsjstencia de la población nativa y su debilidad intrínseca,
ponsables a los propios indios y a su forma de vida salvaje. La además la inexistencia de soluciones indígenas a la
adicción al alcohol, al tabaco y a otros vicios; la suciedad y el Unos pocos científicos, sin embargo, fueron capaces
nomadismo; el aborto y el infanticidio, e incluso la comida;
eran incumbencia de los indígenas, y frente a esos factores la
civilización se descargó de cualquier culpa'
Paolo Mantegazza, médico italiano que vivió varios años en
Editora Coni, 1949,T. n, pá9. 4f 1.
el interior argentino, señalaba que, además de los españoles' ìÈ.F:y.Çasa
G..Cox, Viaje en las regiones seþtmtriona!¿s de ln Patagunia, 1862-1863, Santia-
Iehiie, Imprenta Nacional, 1863, pág. 171.
ditudo ..t C. Urien y E. Colombo, La Reþúltlica Argmtina en 1910, Buenos
39 H. Otero, "Estadística censal y constntcción cle la nación. El caso argentino;'ì': f31.
f'.È.lj:,,!ditoriat Casa Maucci, 1910, pág.
1869-1914", en el Bol¿tín del Instituto ¿e Historia Argentina I Amaicana "Dr' Emilitj
Ravignani", Tercera Serie, ne 16 y 17,1997-1998, sobre todo págs. 129-135. l
iliúèá.d.. Barbará, oficial de la Campaña al Desierto en 1B?9, explicaba el
como de "desaparición" necesaria, similar a lo sucedido en el país del
40 Respecto del clestino de los inclígenas, r'er E. Mases, "La cuestión social, [a (E. Barbará, Manual de la bngua
þarnþø Buenos Aires, Publicaciones de la
cuestión indígena, el destino final de los indios sometidos, Argentina y Chile; de Cultura Argentina, 1990, pág. r40).
1878-fBB5", en Estutlios Sociales,15, Año vtlI, 1998.
fj1{rica

48 49
María Silvia Di Liscia
I/iruela, vacunación e indígenas

de ir más alláy esbozaron hipótesis más complejas, en las que


que revierte totalmente una contienda bélica a fa-
mortalidad indígena y el contagio incluían a los misrnos bla
iÈiâncor, y tambiên cierta solicitud frente al enfermo
y a los gérmenes que éstos llevaban consigo, pero en esa i
se le brindaba al menos techo, comida y agua
cración no hay mayores avances hacia el otro y su humanidad; |.à1 qu,
tièmpo que se intentaba resguardar al resto de la co
En la campaña de Roca, la viruela se convirtió en un al
iA l" que constituía un flagelo difícil de evitar. A pesar
do indiscutible de los militares al eliminar a un buen nú
palabras en contrario, Ebelot señaló que en ocasiones se
de prisioneros indios, guerreros o no, e incluso evitando qùii
muchos otros se situaran ofensivamente frente a las tropas;,:fii l'a los enfermos con un emplasto de bosta de caballo y ba-
llamativo que el ejército de Namuncurá, notorio por su b ilnard, cautivo durante años del cacique Callucurá,
ra, huyera en forma descontrolada ante el avance del
óþe las maclres ranqueles utilizaban un remedio se-

dante Racedo, por una epidemia de la mortífera viruelans. dib,,,éu¿rrao en los niños aparecían erupciones múltiples,
argumentos del rnilitar remitían la culpa de la enfermedad.ã ièlè¡t" debidas a la viruela bobao?. Estos cuidados sin
ä,,insuficientes y no evitaban la enfermedad, pero
los indios, cuyo primitivismo les impedía cualquier tipo de
i.Èââ ¿r alguna manera las rotundas opiniones sobre el
ción humaniraria. Zeballos y el ingeniero francés Ebelot ex '
de los enfermos por los indígenas.
presaban también con palabras similares la incapacidad indi
itè,la campaña, los indígenas capturados fueron aloja-
gena para resolver de alguna manera el grave problema de
àt,ios campamentos militares hasta ser llevados a
Martín
viruela, y la forma "salvaje" eviclenciada en la huida y en la
ârOà otras prisiones militares. Manuel Olascoaga expli-
nuncia a ayudar a los suyosa6.
ù'e,al poco tiempo se declaró en la III División del Ejér--
Los testimonios anteriores, contemporáneos a la conquista
m.ando clel coronel Racedo, una epidemia deviruela.
militar, centraban la argumentación en t1'es elementos: la exr¡{ jefe militar acordaron vacunar a los indios
d.!!.os y el
tencia de la viruela como propia de los indios, no como unå
epidemia llevada por los blancos; el pavor que demostrabal þedir que la enfermedad se cliípersara e hiciese efec-
ante ella, y la inexistencia de cuidados médicos, expresada irólii; {.!t-opur, donde no sólo trabía blancos sino también un
camente en las palabras de Zeballos cuando se refería a'uÌi:ì i,g{e,indios amigos, tan susceptibles al contagio como
"hospital araucano", señalando como tal a las chozas y los cá¡ tryigoq., A pesar de ello, Olascoaga explicaba que en el
!þ'-Construido para aislar a los enfermos murieron la ma-
mastlos de los variolosos frente a una laguna. Estas formas
justificar el salvajismo indígena devolvían la responsabili ;$'..f:..þs,indios, mientras que los soldados contagiados se
f,I,'4tg, !
en su mayor parte, ya fueran indios o blancos.
de la enfermedad a sus víctimas,
Si se observan estos mismos hechos b4jo una nueva perspeiti!
Þ1qtut de 641 indígenas prisioneros, 102 se enferma-
i.,!'.i..' y murieron 71, mientras que sobre un total de
va, podrían aparecer otros elementos. Por ejemplo, la persisten "tu
os, entre los que había 209 indios, hubo 44 afec-
cia de la noción de daño o wakcho vinculado con las dolenci p muertos, sin que fueran apreciables las diferencias
l$$ldaclos blancos e indios (22 afectados en cada caso

45 M. Olascoaga, op. cit., pâg.292.


46 E. Zeballos, Viaje al paß de los araucanos, Buenos Aires, Hachette, 1960;
Ebelot, op. cit., pág. 206; y A, Guiirnard, 'Ttes uños de esclaaitud entre
263;y A.Ebeloq Rehto.s dc krfrontera, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1968, pág. lns
(relato de mi cautiaerio), Buenos
Ajres, Austral, ßal, pág.74.

5o
5,r
Viruela, aøcunación e ind,ígenas
María Silvia Di Liscia

muertos)". La información estadística ..,,"., de la población indígena


impregnó diferentes pe-
e igual número de
en el diario La Pømpa, un artículo apa-
ministrada, recogida por los cirujanos de la expedición, es .li'o"t eiemplo,
7879 reclamaba al gobierno nacional la
suficiente para generalizar esta situación a otras divisiones ,"1ï ugotro d.e con los prisioneros, denuncian-
ejércico, pero permile mencionar un aspecto curioso: la lãètiol".tiut indígenas
que éstos sufrían luego
me mortalidad de la viruela entre los prisioneros, compa Ln'o ti"*po el trato inhumano
con la de la tropa. ,-rlrru, "Se han hecho aproximadamente 3'000 prisio'
delanza y de chusma y es un hecho que de
Aun los indios que formaban parte de la III División salva; ËToàin¿iot
ron sus vidas (de aproximadamente un llVo de afectados, ¡¡ iã,à,ut.uttzan 500los indios destinados a formar colo-
'.-aue
rió un 3,8 Vo, igual porcentaje que entre los soldados blancos),i ødavîano se han conslituido ( ' .. ) ' Los 2'500 restantes,
por lo que la cuestión no puede explicarse solamente ån distribuido en los cuerpos de línea o de escuadra, o
a título de hacer caridad
una consecuencia de la incidencia mortífera de la viruela co ;ålËþurti¿o entre.las familias,
en esclavos de quie-
fluente, para la cual la población nativa carecía. de defensas, si lr;lldiåt, .o*o si lo fuese convertirlos
quizás por razones vinculadas al cuidado médico y a la edad fåiri¿.i¡.tt, porque en esa cuenta, a corta diferencia se les
de los afectados, ya que un número importante eran niños. Eill | tigana"les a un trabajo constante como peones o sir-
el caso de los prisioneros, enfermó el l5,9Vo, de los cuales nó, iâi;,,que sólo se remunera
con algunos desechos de ropa y
sobrevivió eIll%o. åià'á"" ligeras nociones de instrucción elemental"ne'
Vaiones, mujeres y niños, pertenecientes a diferentes

Eþi.dernias, þoblación indígma y discurso médico


ft,la pampaylaPatagonia, capturados luego de la ex-
éiì,militar de Roca, eran emtrarcados en el puerto de
A partir de la conquista, la prensa médica y otras publicaci de Patagones o por el de Buenos Aires, y conducidos
nes periódicas, así como la obra especializada de determinadoiìJ ín García, lugar utilizado por el Estado como penal'
médicos, buscaron una explicación a la mortalidad indígena di, de un período de tiempo variable, de acuerdo funda-
ferenciada. Estas hipótesis se formularon en ,r.t rno*ento dèrì ::.11i talmente con la cuarentena establecida por las autorida-
triunfalismo a raíz de la derrota del "salvaje" y del futuro pro. l'..'¡iftdicut, la mayoría de las mujeres y los niños fueron re-
greso de Ia nación argentina, por lo que en ellas primaba l idos entre las familias porteñas que deseaban acogerlos, y
certidumbre del desarrollo económico y científico ininterrumpl fue reunido por sacerclotes salesianos en distintas mi-
do, característica de los años B0 del siglo xx. Por otra parte, mùr: ié$ incorporados al ejército, como ya lo había sido otro
chas se hacían eco con preocupación del ingreso de indígenas eti'
iþlêô.,de indígenas antes de la carrtpaña, o bien retornaron
la sociedad blanca, a partir de su incorporación como mano de.,i¡
|lt@,tierras otorgadas por el gobierno nacional. Un número
obra subordinada en Ia ciudad de Buenos Aires, especulandô' te dejó de existi¡ víctima sobre todo de la viruela
a raíz de ese proceso sobre el contagio en la sociedad blanca. : þp,había aparecido como epidemia en los campamentos
Entre 1B7B y IBB2,la opinión pública porteña se conmovió- y que los mismos indígenas acarrearon a la prisión is-
por la llegada de contingentes indios, por lo que el debate acerca ì
f,:!uego a Buenos Aires.

:¡!ij:!ïlaean1:a, Diario de la mañana, Buenos Aires, 10-&1879.


48 M. Olascoaga, op. cit., pág. 163.

ÐJ
52
Vlaría Silvia Di Liscia Viruela, aacunación e i.ndígenas

En 18?9, la epidemia de viruela desatada afectó igual a partir del análisis de casos de viruela en
âè¡reatizado
te a la población urbana porteña' La prensa se hizo eco de iìit¿s,de San Roque y la Casa de Aislamiento, intentaba
preocupación pública; poniendo como principal responsal ,'orp lu gran mortalidad indígena de viruela se debía a
al goUiãrno, que podría haber evitado la enfermedad en nativos contraían el virus en condiciones de baja inmu.
ciuáad impidiendo la entrada de los indios, y dudando al mis¡ "
qn I a e n fe rm e d ad alcanzaba mayor mal i gn idad.
i,6å.r..1n,
tiempo de ciertas medidas, por ejemplo de la vacunación5o.
"
a,podía presentarse en diferentes formas; las más
periédico La Pømþano estaba en contra de la vacuna, sino g &nominan viruela confluente y hemorrágica, y las
ieñalaba Tafaltz de previsión de las autoridades que aun ,.úiás benignas, viruela discreta. Sommer expresaba en
ciendo la situación en la frontera, permitían el ingreso de id,ùesrudittico que de un total de 27 indios ingresados
contagiados a Buenos Aires. ,{sí, proponía aislar compl ,:.20 sufrían la viruela confluente y hemorrágica y
mente a los indios y a la guarnición de Martín García, c1 viruela discreta. Los grupos testigo, a los que sistema-
también a las de las fronteras, prohibiendo sobre todo de |È,éf-¡,o:llurg.ntinos"
por un lado e "italianos" por el orro¡
modo absoluto que viniera de allí un solo indio, y llevá ¿r,fr.cuentemente la viruela discreta que las va-
iiã¡1,,'.
a los enfermos las medicinas y facultativos necesarios para iñortalesos,
car el malt'. en los aportes de Pasteur sobre la atenuación de
L,a relación entre epidemia de viruela e ingreso de indi úþpartir de la vacuuación, Sommer especulaba que
fue evidente para ra prensa y también para los especia iidios podría haberse producido un ef'ecto contrario.
médicos. El médico Emilio Coni, en una extensa memoria ú iqo; el contagio de los indígenas se había realizaclo
trrlada Cm¿tñbuciór¿ al estudio de lø vi,ruela m Bumos A'ires, señ $i.trarlado desde las tolderías, al pasar por los poblados
igualmente la "grave imprudencia" que había cometido el |l.' lrvirus,variólico había ingresaclo en el organismo de
bierno al introducir a indios sin vacunar desde la frontera a,l y:al no estar éstos vacunados, revestía mayor malig,
nos Aires, advirtiendo que la epidemia iniciada en 1878-79 -e como también expresaron otros médicos, la viruela
más peligrosa que las anteriores, porçlue se manifestaban un "terreno fértil y virgen"un donde desarrollarse.
frecuentemente casos de viruela hemorrágica, de grave pr< nna,, Lucio Meléndez y Pedro Mallo, todos ellos re-
tico y desarrollo fatals2' ,rhigienistas con una destacada actuación pública,
La tesis del facultativo Baldomero Sommer estaba j lh,¡¡a¡nbién dar una respuesta al interrogante plantea-
mente dedicada a observar detenidamente otra ePidemia;l :lâStfürmas diferentes que asumía la enfermedad. entre
de 1882, vinculada con las expediciones militares' El estud :i¡{i* Penna.expresaba, en una obra general escrita

50 lbídem, 1+3'1879. r¡,,.C9ntrilrución al esttulio rb una eþitlemio tlz airuzln, Buenos Aires,
51 lbídem, 15-3-1879' P¡¡.j¡pa; lBB4, p6,g.24. Duranre 1B7g habían ingresaclo
al Hospital
,,La (er¡"1.1
]..rmyje¡es.variolosas, cle las cuales 80 eran indias. La mortanclad al-
52 E. Coni, viruela en Buenos Aires", en Reußta MádicoQtürurgica
lante RMQ), 1883, pág. 9. Según Coni, clescle 1B5B los caso¡,fa1al-es de viruelâ' þ1! indígenas y sólo al llt/o d,elresto (8. Coni, ,,La viruela y la
e4 Lrgatona", en Il,\4Q iBB0, pág. l78). En el artÍculo
Buenos Aiies habían siclo los siguientes: entre 1B5&1867' 666 defuncionesi ¡ro se menciona
l'637 muertOÞ lndlgen¿ts varoltes,
l868-187?,4.?96 defunciones y en el quinquenio 1878-1882'
viruela. op, cir., pág. 12.

54 55
María Silvia Di Liscia Viruelø, aøcunación e ind,ígenas

en l BB5, que era la ausencia de todo cruzamiento, como habͿ ciaba casos producidos en las mismas instituciones
¡,c-tlÍt?
sucedido hasta hacía poco con los indígenas de América, una de *i,l-(iià-rr, como la Casa de Aislamiento, y en el mismo pe-
las causas esenciales de la susceptibilidad de la población na¡ 3ãã;l,xpti.undo que la estadística demostraba que dos ter-
tiva y de la gravedad de la enfermedad5s. Este facultativo expli- de los indios ingresados
fallecían. Este facultativo decía
caba el efecto diferencial de la enfermedad mencionando iæ .u.tuuu que se habían mencionado, como sus hábitos
cierta predisposición genética a la viruela en aquellos grupos ,rihigiéni.ot y la ignorancia y brutalidad de sus prácticas em-
étnicos que han sufrido un aislamiento prolongado, postur¿ ;¿,ni. o incluso una piel más permeable a las infecciones, care-
que se acerca en parte a las teorías actuales56. àe base sólida, porque el indio como organizac\ón material,
En el siglo xIX, aunque las teorías sobre la herencia de de. fuerza viva y por su resistencia " . . es al fin un hombre,
.

terminados caracteres no estaban desarrolladas, diferentes iiaro si se quiere, pero bqjo el punto de vista físico, capaz
especialistas consideraban que ciertas enfermedades eran más.',,iì ningún otro de soportar las dolencias físicas también y
probables entre un conjunto humano que en otro, y que otras
se transmitían de generación en generación. Dicha cuestión
dio origen a la geografía nlédica por un lado y al estudio de la
constitución de las "razas" humanas por el otro, Para distin-
guir los particularismos que permitían la presencia/ausencia i

de enfermedades. José Fenna fue uno de los médicos que in:


tentó avanzar, en su estudio monográfico referido a la viruela,r
sobre estas cuestiones, demostrando en cierta medida una ruÞ
ra cualidad empírica al despojarse de los prejuicios que circu-
laban sobre el modo en que la viruela afectaba a los indígenas'
lili:l¡..¡iE.!.'¡
.r
de la atmósfera. Meléndez, asimismo, señalaba que la
iÌ!¡äiäi$¡a"z del cutis y la poca higiene que usan (los indios) con
55 José Penna, La aòtuekt' m kt Amórica del Sutl 1 þincþalnwnte m la Reþública Lli..i.1i¡:1t$'s.3"rc"nas hacen que las glándulas sudoríparas se modifi-
Argmtina. Historia, estadístòca, clínica y profilaxiq Buenos Aires, Félix Lajuane ed., i1È!êt se obstruyan sus conductos excretorios y su función se
lBB5, pág. 91. hasta cierto punto"58,
56 La mayor smceptibilidad de los amerindios a las enfermedades epidémica¡ llät:':i,,Tal como Meléndez, el texto de Pedro Mallo, escrito hacia
como tifus, fiebre amarilla, sarampión, varicela, cólera y viruela ha sido explicada a testimoniaba la persistencia de creencias opuestas a las
partir de diferentes tesis que analizan por qué no se produjo la misma inmunidad
þS,
vírica y bacteriológica que existía en las poblaciones europeas y africanas. La iiri.-dérPenna dentro de la comunidad científica, defendidas no por
lìtr,il:i:::rri:, -
"panølla del frío", que acompañó a los migrantes desde Siberia al norte de Amé'rl marginal sino por brillantes higienistas, profesores
iìi:;liiîäU,¡.4¡ector
rica hizo imposible que determinados patógenos y sus huéspedes (insectos, por
i*!,i1iäd.g& fucultad de Medicina, directores de instituciones públi-
I

ejemplo) puclieran generarse. L,a falta de animales domésticos, que también son-r:
un depósito horizontal de enfermedades, pudo consolidar esta falta de microof¡:.¡: l$,Si¡d" gran prestigio profesional. Partiendo de la afirmación
ganismos, así como la baja tasa poblacional de las poblaciones migrantes desde:,::l
Asia, que impidió mantener un determinado número de patógenos como pam que ,

se conformaran endemismos y en consecuencia htlbiese personâs con un poteni p."n",


i,ìii.-5î. op. cit., pág. 92.
cial genético inmune a los mismos (M. Crarvforcl, Antroþotogía biológica dz los indios ';
58 Lucio Meléndez, "La viruela en la campaña" , en
am.ericanos, Madrid, Mapfre, 199?, págs. ?7-79). :1, RMQ tB?8, págs. 395-396.

66 5t
María Silvia Di Liscia Viruela, aacunøción e indígenos

de que "...las viruelas facilitaron la conquista del continents, ücaba etJe los pueblos indígenas nunca habían sido vacu-
'r,
americano, porque arrasó pueblos enteros y llegó a inspirar r¡6¡, y **p"r" se habían mestizado .ol.:o",* vacunados,o
terror a los naturales que las armas de fuego"5e, Pedro Mallo, diferencia de los pueblos civilizados, aunque la
",liÁtqr, a
explicaba sin embargo el carácter mortífero de las epidemias por ìä,iilu las grandes epidemias demostraba la eficacia
la falta de aseo de los nativos, "...su desnudez, robustez y po.
t:äù"u "" en la atenuación del mal62'
ca facilidad para transpirar y más que todo, una inexplicable li-à" había sido planteado por la prensa, Penna y Som-
predisposición a contraer la enfermedad, que siempre revestía, iËþrp.endíun de que los prisioneros no hubiesen sido va-
carácter grave (así como) h faka de medidas de desinfección"m. iliÀ*'.r forma masiva antes de ser trasladados, lo cual cons-
La "inexplicable predisposición" era considerada en formal à",fi d"fr.to y un error imperdonableos' Por los informes
superficial, y aunque Mallo conocía de hecho la teoría micro. ióíà*¿o"g" se sabe sin embargo que los capturados por la
biana y la base teórica que sustentaba la vacunación, no hizo, ñ*iri¿.t fueron vacunados, y segúnJosé Penna, también en
aparentemente esfuerzos para reflexionar sobre otras posibili., ,lìen de Patagones se lacunó a la población indígena luego
dades. A pesar de citar profusamente fuentes históricas sobre, *xpedición al Río Negro, en el año l88lcl. Sommer como
el impacto de la viruela desde el siglo XV en América, la culpa ifrtâ,au¡u fé de que, una vez vacunados, los prisioneros po-
recaía sobre los indios, quienes por sus costumbres y formas, ãesarrollar la virrrela pero en sus variantes leves, según los
de vida, o bien a partir de sus diferencias biológicas, demos. qUa haUian podido observar. Ambos coincidían en adje-
traban ante la civilización una incapacidad total para hacer iilâviruela entre los indios como "cruel y fecunda", y la
frente a la enfermedad, A diferencia de Mallo, Penna plantea-, ¡fen,que surge es la de un indio'tierra en el que el mal se de-
ba qr-re la distinta virulencia variólica entre blancos e inclios só là como un vegetal perverso y dañino, eliminando a su
debía fundamentalmente al conocimiento y uso de la vacuna al huésped. Frente a tal situación, proponían vacunar a los
y no a otra causa. ya que éste era el único preservalivo eficaz que permitiría
Ya se ha hecho mención a la vacunación y a las resistencias ilë-Í. trol de la enfermedad entre las etnias pampeanas, parte
que acarreaba entre la población blanca, las cuales se repiten ittþánte a partir de ese momento de la población nacional,
en informes tardíos, aun en los años B0 en la provincia de Bue, ilÈôs datos parciales citados afirmarían la idea de que los-jefes
nos Aires. Su eficacia; sin embargo, se acrecentó a lo largo del lfátes eran conscientes de la eficacia de la vacuna, suficiente-
siglo así como la certeza entre los profesionales sanitarios de que: iè,probada entre la población blanca. De hecho, algunos
'iillos'vacunaron por propia decisión o por consejo médico
era necesario vacunar para eliminar esa epidemia6t. Penna

1887, págs. 2l-214). Los debates sobre los alcances y reglamentación de la

59 P. Nlallo, op. cit., T. n, pág. 12. þìédén consultarse en un artículo firmado por L. Meléndez, E. Coni y I.Díaz,
i'iÛl¡èunación obligator-ia",
----o----_---, RMQ
__ 1878, págs.
_v _v¡-' r-.Þ-. 392-393.
---. Sobre la resistencia a la
60 lbídem, T. n, pág. 66. ión, ver T. Perón, "La caliclad de la vacuna", en IIMQ 1871, pág. 154 y L.
61 Desde 1872, una ley provincial obligaba a médiòos y paclres de familia a de- i.idez "La viruela en la campaña", en RNIQ 1878, pág. 394.
nunciar ante el Consejo de l-Iigiene, organismo sanitario provincial, o a la Secciórl :,ri:;;..6?J. Penna, op. cit., pág. 93.
de Higiene de la Municipalidad de Buenos Aires los casos de enfermedades epidé- 61 s^---- op.
n Sq--.r,
lìi,,:,..p,.!.Þ.,
^:, -:^
^.. cit., pág. 13.
micas, entre las que se contaba la viruela. Recién en 1886 se aprobó la Læy Nacional
de Vacunación Obligatoria, encaminad¿r sob¡e toclo a luchar contra la viruela (E.'
i.$I.Penna, op. cit., pág. 353. Se explica que de los 100 indios vacunaclos por el

Coni, Progrès de l'þgiène dans la R4ntltliquè Argentine, París, LibraireJ. B. Baillièrè !-illegas, sólo 4 entraron en la Casa de Ajslamiento con una viruela discreta.

5B 59
María Silvia Di Liscia Viruzla, uøcunación e indígenas

a los recluidos en los campamentos militares. Los inforrnes': Salvaire, perteneciente a la congregación de San
méclicos aceptaban la inmunidad que otorgal¡alavacuna, sob¡g
iåde Purl, escribió a finales de siglo el relato de sus expe-
todo a partir de la extensión de los estudios epidemiológicogr misionales frente a los indios. En 1873 se entrevistó con
de la segunda mitad del xx. Sin embargo, muchos indios ¡6, Catriel en Azul y con el cacique Railef en Bragado;
fueron vacunados, lo cual no sólo introdujo peligrosamente un ålestuvo en General Viamonte con la tribu de Coliqueo
foco de contagio sino que fue una forma indirecta de asegur¿¡ de Alsina solicitó su mediación para res-
ßllf "lgobierno
su desaparición, b4jo un arma que era alavez terriblemen¡E
,Fjílìâonuor y realizar acuerdos con el cacique Namuncurá
eftcazy desculpabilizante. En las palabras de Pedro Mallo, se' nas Grandes. En ese año, las relaciones entre indios y
produjo una lamentable "devastación accidental", cuya respon: äós,atravesaban un momento crítico y la intermediación de
sabilidad los blancos no necesitaban asumir. ',,
iäìià,"rt,too a punto de fracasar cuando fue acusado primero
Namuncurá y luego ante Railef de llevar el walichÑ.
La Iglesia frente a la airuela i.l ¡d-iferencia de lo ocurrido en las tolderías bonaerenses de
.ì:i:
Como se ha mencionado, la mayoría de los indígenas cap.. åä:i ragado, Salvaire no pudo formalizar una misión en Sa-
turados estaban enfermos de viruela, 1o cual se hizo evidente- âl'Grandes, ya que Namuncurá se lo impidió, pero sí logró
en los primeros meses de su prisión, cuando fue necesario ha.,, consigo al sobrino del cacique, Amaro, para educarlo
bilitar en Martín Garcíaun lazareto para cuidar de ellos. El ar-I fil,;fuá". En 1884, cuando Namuncurá fue vencido to[almen-
jlã:irr.:it I..^^^ l^ l^ t- -^-J:It^--^
zobispado de Buenos Aires tomó inmediatamente carlas en el.. Neuquén luego de ser
-^--:- ^^- acorralado
^^^--.^l^-l^ cerca
^^-^^ de la cordillera
]âq tropas nacionales, fue posible establecer una misión en
asunto, ocupándose de enviar hermanas de caridad y sacerdotes:
íñuy, sobre el Río Negro, con los restos de su tribu.
para hacerse cargo del mismo. :::.

organización de misiones indias estaba dentro de la lógi-


El arzobispo Aneiros se había interesado por la evangeli.
zaciónindígena desde hacía varios años, y antes que él los fran- del gobierno nacional, ya que aunque fuera laico y liberal,
ía de una estructura educativa lo suficientemente eftcaz
ciscanos del Colegio Apostólico de Fropaganda Fide de Río
Cuarto, en Có¡doba. Entre 1870 y 1872 varios franciscanos, þgì para "pacificar" y aculturar grandes conjuntos étnicos
tanto acompañando a misiones diplomáticas como mandados :,de las ciudades, y aun en los pueblos del interior la tarea
ativaera dificultosa. En general, el trabajo misional se
directamente por el Estado, realizaron acuerdos con los indí:
uio luego de la campaña militar6?, cuando las autoridades
genas ranqueles y aprovecharon parabautizarlos65. En 1872;,,:,:
seguras de que ya no era posible que los indígenas se
Aneiros fundó el Consejo þara las Misiones del Indio y en los I

ízaran en confederaciones (como las reunidas en los 50


años subsiguientes organizó la misión a Azul, adonde envió
.ó.,,! alfucurá y Sayhueque, y hacia 1872 por Namuncurá) e
al padre Meister; el viaje a Salinas Grandes con el padre Sal:,,]:ìj
vaire,y la misión de Bragado, llevada a cabo también por el.r! !!,.tçtan peligrar los bienes y territorios blancos con malones
ura de ganado y cautivos. La aculturación progresiva de
padre Salvaire y el padre Sabino. ',

:l¡

ii'!.$6,,M. FIux, op. cit., págs. 75 y 125.


65 En 1870, un franciscano acompañaba a Mansilla a fimar la paz con los ca-:l 7:Hubo dos intentos entre 1873 y lB74 apoyados por.fulio A. Roca, cuando
;.1,1
ciques Mariano Rosas y Baigorrita, y en 18'72, dos sacerdotes del colegio cordobés fue',
f-r!9!¡vía coronel de fronteras, pero estas misiones en Villa Mercedes (San Luis) y
ron enviados por Sarmiento a mantener los acuerdos (C. Bnrno, op. cir, pág. 623)'
!,...9.{e Río Cttarto no llegaron a ser perrnânentes (C. Bmno, op. cit., pág. 624).

6o 6l
María Silvia Di Liscia Viruela, vacunación e indígenas

los sobrevivientes fue una estrategia destinada a impedir el ¡e:: y Todopoderoso, que se les enseñe también el in-
surgimiento del poderío de ranqueles, pehuenches y tehuel,t rso poder y
omnipotencia de la vacuna como preserva-
ches en la pampa ylaPatagonia, y en ese esquema, la acció¡ ¿e la viruela"6e.
En la contradicción entre el "nosotros" y
educadora de la lglesia era fundamental. f¿st; el discurso marca una diferencia no desdeñable, ya
Pero en otras cuestiones, el Estado y la Iglesia no estaba¡1 i¡ãlsra la certidumbre de pertenecer a una elite para quien
totalmente de acuerdo, ya que ambas instituciones pugnabarì ls:eíanza religiosa no es pertinente, puesto que puede
por mantener -la lglesia- o acrecentar -el Estado- el control.ri tplazarse por la cicncia, La influencia es funclamental pa-
demográfico y social. El conflicto se pone en evidencia duran- , iconjunto informe, el pueblo ignorante, que desdeña
te los gobiernos de Roca y Juârez Celman con el estableCi: ndatos higiénicos y al que hay que convencer de otras
miento de las leyes de Matrimonio Civil, de Registro Civil y,¿¿ [éiar;,Lor sacerdotes debían ser, por lo tanto, una espe-
Enseñanza, que establecía en todo el país la educación obligà',i l,lagentes sanitarios", divulgaclores del mensaje cien tífi-
toria, libre ylaica, tras el debate entre los partidarios liberales¡r iición que quizás no estaban dispuestos a asumir en todo
y clericales en el Congreso Pedagógico. La denominada gené.-
ración del B0 coincidió en mantener un ideario liberal y anti¡ f.té,del debate sanitario entre Iglesia y Estado se des-
clerical, contrario al intervencionismo religioso en los asuntoi èh los artículos de I"a Amhica del Sø¿ diario carólico di-
estatales, ya que éste contradecía el espíritu constitucional de ifupór Santiago de EstradaT', erÌ relación con la acción re-
apertura hacia el exterior y alavez era un freno a determinalt ,en'Martín García frente a las epiclemias de viruela. En
das acciones gubernamentales6s. ,'de'1879 aparecieron casi diariamente menciones a la
En la pugna por despojar o al menos limitar las prerrogati::') mortandad de indios, sobre todo niños, que al haber sido
vas de la Iglesia, algunos higienistas observaban, no exentos de.r trádos en un presidio se exponían al frío y al hambre.
envidia, la enorme influencia religiosa sobre la población "'ig. 'èarecían cle vestidos, estaban cubiertos por harapos, sin
norante", influencia que podría ser aprovechadapara impulsar liida ni utensilios. La respuesta caritativa no se hizo espe-
medidas sanilarias difíciles de imponer Por otros medios. Así; i:lìlí¡s5..rc se publicó la noticia de que el arzobispo y las
con un discurso cargado de ironía, Lucio Meléndez expresaba de caridad de San Vicente de Paul, junto con las Da-
que, tal como se enseña a temer a Dios y se le hace creer al Wl' BêneficenciaT', habían recolectado mantas y ropas para
go que el bautismo lo libera del pecado, los párrocos deberíati lMartín García.
también insistir en la vacunación, que lo libra de la enfermed-ad: tóno de denuncia de los artículos se evidencia al referir
y de la muerte. las condiciones generales de los indios concentrados
En esta invocación doble, el médico arremetía también eli. þ-risión y la imprevisión de las autoridades en rnateria
forma inclirecta contra el Estado, al señalar arrebatadamente
que "Si los gobiernos han creído conveniente educar a las ma'
:.L;,:Meléndez, op. cit., IMQ lB?8, pág. S99.
sas bajo una religión que nos manda creer en Dios como Ser ,

:llãf¡ndación cle este periódico católico obedeció al impulso cle monseñor


s, descìe 1875 se pr.eocupaba por la abundancia cle publicaciones
_Quien
as tmpias y antirreligiosas (C. Bruno, op, cit., pág. 5g4).
68 Un desarrollo completo clel problema en A. Ivereigh, Catholicism rtridPQ
LâlS.ociedad de San Vicente cle Paul era r¡na institución laica pero ,,bencle-
Iòtics in Argentina, 181G1960, Oxford, Saint Martin Press, 1995, sobre todo pá
auxiliada por la religión". A ella pertenecían también algunos
49-72. religiosos,

6z 63
María Silvia Di Liscia Viruela, aacunación e indígenas

Registro Civil' El uso de lenguaraces


sani taria: hacer un seruicio a los indígenas del laza.,!
" . . . Creemos
inscribirlos en el
reto de variolosos publicando estas líneas, y al gobierno d. ùl -t.,.rariot bilingües
le parecía al corresponsal de La Amé-
nación para que averigúe qué hay de cierto. Los males Aeben:l liøtot*"nteirtealizable, y por lo tanto proponía en su
'ìarttiru,
corregirse y no es extraño que habiendo sido conducidos los a los indios, darles nombre cristiano y reputar-
indígenas de una manera inopinada, hayan ocurrido necesi- reciên nacidos, porque eso eran parala IglesiaTs.
dades no previstas". Asimismo, se hacían constar las gestioneg 'ãiouruAo étnico quedaba así borrado para siempre y el an-
del arzobispo frente al gobierno para remediar los problern¿¡1¡ escondido bajo la apariencia de un habitante
",î irrdi" era
de los desgraciados, "de acuerdo a leyes de humanidad"72. ,,,, iìno; r.r nombre desaparecía y con él la forma de asumir
En realidad, la tarea de los lazaristas religiosos se compli.,' íffiåntidad indígena. Esta metodología no era nueva en ab-
caba sobremanera en el presidio y el nú*ero de muertos;o:l Iglesia lahabía aplicado durante siglos en
ffi;,y" que laamericanos'
cesaba de aumentar, sobre todo frente a la inexistencia de rn6- ,.lii.iäfurrito.ios Pero al mantenerse el sistema de
dicos ante la renuncia del facultativo encargado por el Estadorl llfjir.otonial, las personas siguieron utilizando una denomina-
Telémaco Susini. El periódico católico reproducía en sus pági: lìa'ã,Ai.u aunque no de manera mecánica ni la misma durante
nas una polémica con El Sigl4 donde este último expresaba qu-e Ia,vda. En el caso argenlino, quecla explicado un número
ante la magnitud que asumía la epidemia de viruela entre lol:,ilj ll*ä'åiø"t de indios "desaparecidos" luego de la campaña mili-
indios, la Iglesia se había limitado sólo a bautizarlos, negándo al ser bautizados se les imponía un nombre cristiano
i,ilåì¡]:Þ'qr"
les cualquier otra asiste ncia. La Atrtéri'ca del Sur por su parte re- Ìî,rlù,r...t.n tos censales posteriores los consideraban den tro
lataba ampliamente la ayuda dada a los indios, afirmando ade.'',j ,t$,categoría genérica de población argentina nativa.
más que l,os sacerclot.u y h..-urras de caridad brindaban los:ì i'tLa,,.discusión sobre bau¡ismo,/no bautismo de los indios
auxilios del almajunto con los del cuerpo. Así, rept'oducía un'r úÎnió,"r-r los números posteriores una controversia entre la
listado que certificaba el bautismo de 358 y la muerte de 71 in- ,
åili$läåfu.del Registro Civil y el control estatal, y el mantenimiento
dígenas en febrero de 1879. ,,1 ii.!îj¡,,i;ãn6, tegis tros bau tismales católicosT{. En 1 878, el periódico
El debate entre las dos publicaciones se mantuvo los días |¡li}liil jili""o explicaba
liärillìì,!i.l,;âi".n evnlicaha queoììe para
nara la Iglesia nrohlema era estable-
lølesia el problema
subsiguientes: Et Si,gtn estaba en desacuerdo con el sacramento ;T: qué edad era conveniente bautizar sin dar instrucción re-
bautismal, mientras que los católicos lo defendían como unã Se concluía que los niños indios poclían ser bautizaclos
forma de registro de la población que alavez permitía su in',r los siete u ocho años de edad sin tenerla, pero los mayores
tegración inmediata a la nación. Si no eran bautizados, el E's. fuerían ya cierto tipo de enseñanza?5. Sin lugar a dudas, los
tado debería utilizar métodos inciertos para conocer quiénes ll...Í'il'-.i losos y las criaturas pequeñas debían ser crislianizados para
Sus almas en peligro de condena eterna.
i¡ìililill.l oru bien, a finales de marzo y principios de abril, se se-
tanto padres como hermanas. Täl como otms asociaciones de beneficencia, recibía,:
apo.tés cle las familias más encumbradas, como los Paz y los Anchorena, e interve', Oue la epid.ernia de viruelayahabía sido controlada y
nían en su organización damas de la oligarquía porteña, como Constanza Ramo¡..'. '$#þþt
Mexía de Bunge y Carmen O'Gorman. En 1B?3, las Damas de San Vicente de Parrll:¡
habían fundado asilos maternales en Buenos Aires y mantenían ømbién oUas insti.f.¡,i
tuciones para enfermos y pobres (A' lvleyer Arana, La coridad m Buenos Air'æ, BatL ,.¡j3 Ibídem, +Tl87S y 5-:ì-1879.
celona, Sopena, 1911, T. II, págs. 71 y 140) llì,:., Ibí,I.m, 5-3-tB?9, l-Z-tllg y 20-Z-t819.
7 2 La América del Sq 27 -2-1879. i!*5lt ía"*, 2-B-1B7B.

64 65
María Silvia Di Liscia
Viruela, aacunación e i.nd'ígenas

se daban partes periódicos de indígenas muertos y bautizados. laica e influenciada por el positivis-
,Åad, progresivamente
Por ejemplo, el día 20 de marzo se registraron 150 muertos y 'I^'.
åf de civilizados/no cil¡,lizados, dificultiíndose la iden-
500 bautizados, y según el periódico del 3 de abril había lg| ""|{)ia¡ enve no cristianos/no civilizados. En consecuencia,
fallecidos y 537 bautízados, sin que se aclarara si entre estos úl-
ización no podía ser ya la solución total a los proble-
timos estaban incluidos los 207 fallecidos. Antes y después no se podía confiar absolutamente a
de la epidemia, los indios estaban siendo distribuidos entre ãlä'for indígenas y
las familias bonaerenses, y aunque habían pasado por una
i¡ aTos indios Prisioneros'
cuarentena algunos podían estar contagiados de viruela. E¡ hecho, tanto las autoridades militares como las civiles
,,,,,mantenido respecto de la política indígena y la Iglesia
varias oportunidades se denunció además un sistema de esclavi-
tud encubierta llevado a cabo tanto por la Sociedad de Bene- àitirua un tanto vacilante, sin llegar a oponerse verdade-
ficencia, que era la institución que repartía a los prisioneros, te ala injerencia del arzobispo y de los lazaristas en
como por aquellos encargados f,rnalmente de los indios, qus iGarcía, pero a la vez sin apoyar tampoco los proyectos
de establecer reducciones indígenas donde el Es-
podían separar a padres de hijos y explotarlos como siervosTô.
Para las autoridades católicas el problema principal, según ã,:;lo tuviese intervención' Sin duda, en una etapa marcada
àJ,,centralismo estatal, era lógico que no se permitiera au-
surge de la lectura del periódico, era evitar que los indios en-
comendados a familias fuesen bautizados otra vez, por lo que å,Èlt"..l control religioso sobre un sector nuevo' control del
se publicaron en diferentes fechas listados de indígenas cris-
tianizados. La Amñca del Sur señalaba que el sacramento y la
instrucción les permitirían realmente a los indios repartidos
emanciparse de la tutela de los blancos y alavez integrarse en
la sociedad nacional como ciudadanos. "No queremos en la Re.
pública Argentina bárbaros ni esclavos", decía el diario católico,
para conlinuar con Ia idea de que la evangelización permitiría
que la civilización peneffara en todos los niveles luego de la con-
quista del desierto, evitando los crímenes que se perpetraban
en la pampa cuando sé carecía del conocimiento cristianoTT.
Esta preocupación que parece ser cívica, ya que hay una
clara referenciaaTa asimilación política del indígena como "ciu-
dadano", tiene un correlato más profundo, porque en realidad
el periódico planteaba la oposición en los viejos términos de
cristianos/no cristianos. Pero ya a finales del siglo xrx, ese dua-
ll$!.-p..þ!e-Cnoel, como agradecimiento al Altísimo por su apo-
lismo tradicional había sido sustituido en forma lenta -en una lucha
þfla contra los indios. Durante la expedición y al
f$i.,a. ésta, los salesianos baudzaron a cientos de indios y

76 lbídem, 1-2-1879, y La Pampø f0-8-1879


77 Ibídem,29-11-1878.
¡¡,;pS, Copello, op. cit., pág.247.

66
67
María Silvia Di Liscia Vi.ruela,, uacunación e indígenas

luego se instalaron perrnanentemente en las misiones fu con la conversión al catolicismo


solamente
,.\..el paraíso
cristiano a
das primero en Carmen de Patagones y Viedma y luego en ¿. norit.l-a area de suministlar el sacramento
resto de la PatagoniaTe. por la viruela no fue percibida como un acto
nados
Con la fìnalización de la conquista, un número conside :;'"t"" como una acción fundamental plena cle dedicación
de indígenas fue concentrado en reducciones. Respecto de la "'^")^á*. de sacrifìcio y caridad, Tanto el periódico católico
General Conesa, situada en territorio patagónico, el gobern de Aneiros y cle los misioneros expresaban esa
åþpalabra,
Áuuro Barros expresaba que no se había realizaclo el censo :;;;f;" profundamente arraigada' que sin embargo, a fina-
nado por el gobierno nacional ya que la viruela había impedi igual aceptación en toda la sociedad.
i"l * yano recibía
Ia tarea, siendo muy numerosas las víclimas mortales8o. Barros a los lazaristas de las muertes de virue-
fi.Slnto rutpubllizal>a
ñalaba asimismo la importante obra de los misioneros Espinos4 ,, Uätf" García, ya que los sacerdotes no se ocupaban más
Rizzo, quienes durante tres meses habían bautizaclo a más de ,ã,à.¿ur los auxilios
del alma a los indígenas' Por otra parte,
indios, casado a 30 y confirmado a 1.7908r. lìii"r enre ambos sectores se evidenció también en los re-
La Amñca del Sur expresaba que en el Río Negro y en el iã'i.*¡ulu¿os por los católicos: La Amhica clel Sur criticaba a
sanitarias, al establecer que sólo
lorado los misioneros se habían establecido ternporariame lã,!þridud"t, sobre todo . de
l^ l^-:.^1.:^^ l^ r^l^
y bautizaron a más de 1.200 indios, sobre todo porque en ligiosos se ocuparan abandonados de
ios indios, ^l-^--¡^-.,1^- todo
ellos había estallado una epidemia de viruela que dã por el Estado. En 1880, cuando aParecieron nuevamen-
gran mortandad. Gracias al bautismo, los indígenas " ' ' .for ias entre los indios, I-a Amh'icø del Sur reprodujo las
parte de un pueblo culto y civilizado' En adelante, no se m de los misioneros, quienes expresaban que ellos
rá en ellos a seres abyectos y degradados por el vicio y la i "' . El Gobierno debe enviar algún fa-
þòafu" hacer y que
.

rancia, sino por almas ennoblecidas y regeneradas"s2. iVo a fin de evitar en lo posible la propagación del mal.
El punto esencial fue precisamente que los indios er i6,har6,n los indios sin recursos de ningún género?"83
"almas" para los misioneros y consecuentemente, como .st" cruce cle opiniones entre el Estado, los rnédicos y la
debían ser acercados a la salvación. Los cuerpos "despreciab los indios, pero ellos ya no se encontraban en
'siá,estaban
de los indígenas se transformaron en espíritus que podían ifu de negociar con unos y otros. Ya a finales de los años
þerra, las epidemias y los traslados habían ocasionado la
ión y la posterior desaparición de las sociedades in-
?9 C. Brur-ro, op. cit., pág. 630. Ve r asimismo R. A. Entraigas , I.os calnllanes e4 ;-fx autónomas cle la pampa y la Patagonia y luego del Cha-
Iixþerliciîn al Desbrto, Buenos Aires, Eclitoriat Don Bosco, 1968, sobre todo páç' tino. El imaginario de la elite argentina se abrió paso
79 y 82.
80 AGN, Ministerio del Interio¡ 2934, 1880.
fþlmente, asegurando el progreso en un país de "raza
ll y cultura occidental.
8l AGN, Ministerio clel Interior, 2932 R 1880. Los listados de bautismos,
firmaciones y casamientos de indios prreclen collsultarse en A. Espinosa, Ia
çtisto al Desia.to. Dia,rio del caþellá.n ¿e la Exþetlición tle 1879 l¡[s. Atztonio
Lsþt"

Èuenos Aires, Con-risión Naciánal Monumento al Tnte. Gral'Julio A Roca, 1


Curiosamente, el relato de Espinosa, realizado clurallte la Campaña de 1879t'
r¡isión a la Patagonia en 1880, no menciona la vintela en absoluto, sólo se
una mención escueta al bautismo de "enferrnos" (págs. BB-89).
82 La América del Sur 7-8-1879. ,ilbídem, 2&8-1880.

6B 69
DB UN CURANDERO EN COI.OVTETE:
i¿ou"PrnooPro Nnrne Y "LA LUCHA
ENTRE EL BUEN SENTIDO
Y LA IGNORANCIA CIEGA,,

llavid Sowell
d'e t872,¡na airlda muchedumb¡e se
ílËlt;"r' ru"u îY:T:
del doctor Antonio Vargas Reyes gritando
à"iu
;.iÌô:ior médicos, viva Perdomo!", mientras ofrenclaba al
lùi ¡"u serenata de piedras. Los estudiantes de la Uni-
läàá¿ Nu.i"nal se aPresuraron a defender al decano de la
rltad de Medicina' respondiendo a su turno: "¡Abajo los
istas, mueran los fanáticos!". A medida que los distur-
,i'þu¡utt en intensidad, varios médicos fueron apaleados
iâlìalle. Al cabo de una semana' dos de los profesionales
.i:îiô*i"."tes de la ciudad se habían marchado de Bogotrá
ã]i¡itatarse en París. En medio de la rewelta, el curandero
I Perdomo Neira esperaba en su consultorio la oportuni-
:üácalmar las pasiones de sus partidarios. Al mismo tiempo,
Que los funcionarios liberales del gobierno locaran
a su
fu para arrestarlo por provocar la muerte de uno de sus pa-
ó perturbar 7a paz. Los disturbios se extinguieron gra-
te hacia el final del día, pero los combates esporádicos
ieron durante cerca de una semana. Perdomo, convenci-
4". el gobierno liberal lo arrestaría, huyó de la ciudad
'dèstino a Guasca, donde censuró a las autoridades locales
l-j.ps actitudes represivas contra sus prácticas médicas. Aun-
Lëiilæ.motivos de los disturbios no eran totalmente claros,

t!)
David Sowell Anilanzcu d,e un curand,ero m Colomhia

Ias ideologías médicas antagónicas que defendían los mani ofrece una serie de "instantáneas" de la vida y
tes y los médicos profesionales hicieron mucho por dar Perdomo Neira. Se divide en diez secciones'
,-áe Miguel
la violencia desatada en las calles de la capital colombiana.iil ,r..a"t"t cuales propone una perspectiva diferente de
Este extraordinario momento histórico está ausente ¿t iìion rururr"rístico. Una cita introduce cada sección;
historias convencionales de la medicina en Color¡þi¿, -'ã" provienen de sus partidarios, pero oras corres-
"nut
tienden, en cambio, a concentrarse en el desarrollo de la l r ru, detractores. El ensayo no proporciona un análisis
cina científica en el país. Para autores como Pedro Ibáñez, sugiere' en cambio' que su historia
vente de Perdomo;
de los primeros integrantes de la comunidad médica cien '. .char un vistazo al mundo de los sanadores no cien-
Perdomo representaba el pasado de la medicina, domi ãétiu'Colo-bia decimonÓnica'
por charlatanes y buscavidas condenados a ser sustituidos
médicos progresistas y científicos como Vargas Reyes.
presta considerable aterrción a los dirigentes de las instituc
médicas, como el propio Vargas Reyes, así como a los cie iàiòs tru.. que ejerzo mi profesión de médico gratuito del
más prominentes del momerìto, entre ellos Pedro García
fo, y en ese largo espacio de tiempo he visitado y recetado
terapéuticamente a más de ciento veinte pueblos de
dinaì. Los cronistas del siglo xx, como Andrés Soriano
iay del Ecuador, proponiendo y regalando mis medica-
a menudo se manejan con la misma discreción que lbáìì
iós, y asistiendo personalmente a doscientos cinco mil
mencionan de pasada a sanadores como Perdomo pero se iêÍitos sesenta Y dos enfermos."s
centran en los médicos institucionales, técnicos e "in
del período2. Aun Arturo Romero Beltrán, cuya descripcióúl :!frâpitua de la reputación de Perdomo se originaba en
la Colombia decimonónica representa una de las perspecil tables crrras "milagrosas" efectuadas durante sus viajes
más recientes, adhiere a la misma traclición de privilegiará í...d e Colombia y Ecuador. Estos viajes parecen haber
profesionales científicos sobre curanderos como Perdomos,l lfiz-¡aa en 1866, después de que Perdomo Pasara algún
tudiosos como Virginia Gutiérrez de Pineda, muy influidos una tribu indígena en Caquetá tras la guerra civil
la antropología, cons[ituyen la principal excepción a esta
',òn:
îgn$;Sg. Esa guerra fue un punto de inflexión en su vida,
cia. Gutiérrez estudia una amplia variedad de sanador iiâlual se conocen lamentablemente pocos detalles. La
mayoría de los cuales son, por desclicha, del siglo xx4; se 'l1ñèñte de información sobre Perdomo es un libro que
muy poco de los sanadores no científicos del siglo xtx. vez en 1871 con la benclición cle las
|.tþ,,!icó por primera
ildiâdes eclesiásticas de la diócesis de Antioquia, La lglesia
en Wsencia del siglo )ilx. La portada indica que era "hi-
I Pcdro María Ibâñez, Memonas þora la hßtØia de Lt medicina en SanktJë dt Concepción Perdomo y que había nacido el29
11de
Bogotá, Imprenta Nacional, 1968. mbre de 1833 en el pueblo de La Plata, Tolima6. No
2 Andrés Soriano Lleras, La m¿tlicina m el Nusuo Reino tLe C,tanatla,
conquista y In colonia, Bogolá, Editorial Kelly, 1972.
3 Arturo Romero Beltnán, Historia (te ln m¿d.icina colombiann: siglo xix,
Colciencias, Universidad de Antioquia, 1996.
, IIus tra¿ i6n, Bo goui, +6- 187 2.

4 Virginia Gutiérrez de Pineda, Medi¿ina t¡ulicional tl¿ Coknnlia: nutgid, Perdomo Neira, la Igltsia CatóIica en þresmcia del siglo xrx, Bogouá,
atranderismo, dos volúmenes, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,.l de Nicolás Pontón, lB?2.

74 t5
David Sowell l.r.,, d,onttu d'e un cura'ne l¿ro en Coloml¡ia

donde en enero de i874 nació


sabemos nada más de su vida h¿rsta fines de la década ds ,.,lueÊo a Mompós,
u-:tYuqo"
cuando Perdomo se incorporó como "cirujano" al e¡ército,;ì 1,¡oI n'g'"s1 entolge¡ "t"t,u ?:i1 v
servador deJulio A¡boleda. Tras la muerte violenta de ?í¡iouit, dondemurió la Nochebuena de 1874, a
en 1862, Perdomo huyó a la selva, donde vivió varios añ , v un años'
'n'nunru formación médica que
La extensión de sus viajes es verdaderamente impresio¡¿ se re firió a la Ie
Es probable que comenzara sus tareas como sanador errari iu, u run u gente. Algunas fuentes hablan de é1 co-
-otras
en 1866, iniciando así un proceder que no abandonaría hri Io califican de barbero o sacatnuelass' Estas
su muerte, ocho años más tarde. La primera prueba clara i*.r r" utilizaban a menudo para aludir a los em-
sus viajes proviene del testimonio de un agradecido resi ,î"r"r*itut varias categorías de sauadores legos de la
de Timbio, Ecuado¡ justo al sur de la frontera con Co el nombre dado a los sanador;s que ad-
E-mpírico" era
Circularon rumores cle que continuó su viaje hacia el sur fut po. la experiencia y no por medio de una ca-
llegar a Perú, pero hay evidencias de que estuvo en el norte îotma| e institucionalízada. Los sanadores legos eran
Ecuador en febrero de 1867 t en Quito en septiembre. pe que los méclicos profesionales y litulados,
ããâ""-"tosos
fÌãiì'.o."punan una posición social distinta'
mo dejó la capital ecuatoriana en diciembre para encam La etiqueta
se al valle del Cauca, donde compró una hacienda al norte curanclera- solía distinguir a un sanador ge-
-o
Popayán. Bautizada San.Juan de Dios, esta finca se convi ååñ.m¿¿i.o especializado, que podía tener una capa-
en su base de operaciones hasta mediados de 1870, aunque fiás formalizada'
parecer sólo residió permanentemente en ella en 1868. Un i#si.ión del saber experiencial y el saber académico
después el sanador emprendió un vi4je a la región de Neiva, íaunalínea divisoria fundamental entre los sanadores
Tolima, lazona de su nacimiento. Un asaltante desconocido nãâ-¿ri.u. De acuerdo con las normas del sistema
hirió de un disparo el 20 clejulio, tras lo cual Perdomo formal del períoclo colonial, sólo los médicos con títu-
¿rl Cauca a recuperarse. Reanudó sus vi4jes en el segundo:,si! o dispensas del protomedicato o los cabildos tenían
mestre de 1870; esta vez tomó rumbo al norte y llegó a M i''.¡âd legal de ejercer la medicina. Con el tiempo, cuan-
llín en septiembre de 1870. En esa ciudad escribió su libro; edicina científica obtuvo el respaldo oficial de los Es-
agosto del año siguiente se encontraba en Cali, desde lac liiftpendientes de la región, las autoridades legales
vi4jó a través de las monti¿ñas para llegar a Lérida en diciem fufi.èt:'ae.echo" a ejercer a una cantidad limitada de
de 1871. En Lérida, como en la mayor parte de las comuni que tenían preparación académica en su profesión.
Perdomo permaneció dos o tres semanas, ofreciendo su mecli , los empíricos y otros eran mucho más comunes que
na gratuita a los sufrientes. Al parecer, decía que "Dios le paga diplomados y ofrecían sus servicios sin preocuparse
ría" y que "su misión era ayudar a los necesitados"?. A principi |i..ii4q por las formalidades legales. Virginia Gutiérrez de Pi-
de 1872 subió a la región montañosa central, donde visitó lç ere al sector profesional de la medicina como "me-
duas, Villeta y Serrezuela antes de llegar a Bogotá el 30 de ab¡ i;,:fâiultativa" para señalar sus fundamen los académicos,
Tras.los disturbios en esta ciudad, se dirigió hacia el norte,, que califica como "medicina tradicional" el enfoque

7 La llustración, Bogotá, l+5-1872. rle Curulinamrn ca, Bogotá, 13-ó-1Bi 2.

76 77
David Sowell And,anzas de un curandero
m Colomlia

lego y experiencial. La medicina tradicional también podrí,,


rotularse como medicina social, en la medida en que se movÍJ
de manera casi imperceptible a través de la sociedad, don¿i I

sus practicantes buscaban una identidad común con quiene; I

procuraban un alivio a sus males. Los médicos profesionale*..


Itacerlo'
en contraste, trataban de distinguirse del vulgo en g.r,.rul
m". ,
elogios, sin embargo, recaían en el "cuchillo
diante el uso de sus títulos, el conocimiento especializado
V ta" ,
^uror"t
, de Perdom o"
, El Hnaldo de Medellín sostenía que su
asociaciones profesionales'. perdomo se encuadra p.rrË.t"_ quistes o tumores consistía en aplicar una
, ílde,eliminar
''l:lazonaafectada,luego hacer un corte alrededor de Ia
mente en la categoría de los empíricos legos que prácticab¿¡ ,

åúiùrior del rumor y por últim"..:t11. las paredes de


la medicina tradicional, ya que era un sanador cuyo status sociaE
difería poco del de aquellos a quienes curaba. rode.aban antes cìe.extraerlo". Al parecer, ése fue
.{,.ç.to
ìáôq". utiTizó para eliminar un tumor peligrosamente
2 fià.âl qi" de una mujer en Ambalema'3 o el quiste del
"Ante elJuez que certifìca, se presentó la señora Luisa Tovar, áè':un hombre en Bogotá'4. El hecho de que pudiera
que impuesta en los artículos penales, sobre testigos falsos y estas operaciones sin dolor, con Poca sangre o sin in-
pe{uros, le recibí juramento que hizo en toda forma legal ããàiotr"t lo hacía acreedor a la "eterna gratitud" de sus
bajo su gravedad expuso: que a virtud de una fìebre que iuvá
i
por cuarenta días quedó por cinco meses tullida, teniendo ne_
cesidad de apoyarse en un borbón o cle clos personas para po_
der moverse dentro de su casa d.e un lugar a otro; y que hoy se mejor fuente de estos testimonios es un pallfleto firmado por "La Verdad",
Quito, Oficina Tipográfìca de R. Bermero, 1867.
encuentra restablecida a beneficio de las aplicaciones de me; "inmøecùto,
l: 'Hnnkto, Medellín, 16&1870.
dicina que le ha hecho el Sr. Dr. Miguel perdomo Neira, en '
""::li' Itustrruión, Bogotá, +5'7872
unos seis días."to
8-5-1872.
por ejernplo, el siguiente testimonio publicado en La lfustración del
En los siete años durante los cuales perdomo viajó a través
de 1872, del que se leprodujo un fmgmerÌto como limen de la sección 2:
de los dos países se publicaron decenas de comentarios sobre él; nas prodigiosas. Ante elJuez que certifica, se presentó la señora Luisa Tovaç

Iamayoría para alabar sus aptitudes curativas. Los testimonios: en los artículos penales, sobre testigos falsos y perjuros, le recibíju-
oue hizo en toda forma lega.l y bqjo su gravedad expuso: que a virtud de una
no suelen concentrarse en las curas más corrientes sino, antes
.]dùe tuvo por cuarenta días quedó por cinco meses tullida, teniendo nece-
bien, en las capacidades de Perdomo como cirujano, su índole, àþbyaise en un borbón o de dos personas para poder moverse dentro de
caritativa y su habilidad para curar casos en los que otros mé. un lugar a otro; y que hoy se encuerìtra rcstablecida a beneficio de las
loriesde medicina que le ha hecho el Sr. Dr. Miguel Perdomo Neir¿, en unos
dicos habían fracasado. Los primeros testimonios ecuatorianos.
q¡;permitiendo a la deponente caminar de su casa a la iglesia siu ninguna
comentaban su eliminación exitosa de tumores o quistes y sus p-tse a que está a seis o siete cuâdras y el pavimento es muy malo.
ra àsimismo que pot. esta ctua el S¡. Dr. Perdomo Neira no pidió ni si-
centavo, y tampoco por los rnedicamentos.
9 Laurel rhatcher ulrich, ,4 Mùtwife's Th,re: The Liþ of Martha llailanr, ßased on êrl homenaje a su cuidadosa atención, su bondad y su consagración a
HerDiarl, 1785-1812, NuevaYork, Random House, lgg0, págs. 61_62. excesiva, no sólo en bien de Ia testigo sino de los miles de personas
l0 La llustración. Bogorí, 7-S-LB7Z. realizó clichos actos, ella lo afirma y ratfica, diciendo que es ciucladana

7B 79
David Sowell m
Andanzas de un curøndøro Colombiø

Como empírico, Perdomo fue probablemente aprendiz una variedad de drogas, en par-
aorendió a utilizar
otro sanador, que pudo haber tenido o no alguna .upu.i reducir el dolor, la in-
que después emplearía para
ción formal. El nombre de su hacienda, San Juan de Dios; asociadas,con la cirugía. También
ytlur hr*otragias
santo palrono de la orden de los hospitalarios, sugiere u¡¿ ¡
ánocimientos acerca de drogas que usaría en la
liación a Ia Iglesia, de manera que tal vez aprendió algo
dè la medicina inte rna. La raíz de la yacumba, por
medicina de un sacerdote. Al parecer era un hombre instrui
. se utilizaba Para trafar las irregularidades menstrua-
porque si bien la cantidad de informaciones detalladas soþ inhibía las hemorragias. Otras
ia, del árbol del perro
la historia de la Iglesia Católica que fìguran en su libro sugie n sobre la parálisis, la obstrucción intestinal y
la probabilidad de una ayuda considerable en su elaboraci Perdomo
de cabezar1. Aunque demostraba ser adep-
varios otros documentos escritos por él indican una import¿¡
ll!ár¿".diu"ttas drogas, los informes nunca se referían a
destreza literaria y una amplia base de conocimientos. Vari
,boticario o yerbatero, denominaciones eqrrientes de
informes indican que viaSaba con un secretario, aunque res que empleaban principalmente hierbas y drogas
malmente señalan que la principal tarea de éste era pre de planras'8. Los relatos del uso que daba a esas dro-
las recetas para el sanador.
Itu,,.on sus habilidades quirúrgicas, hicieron de é1- un
dotado de aptitudes curativas fuera de 1o común. Per-
6,,iùen.ionu varios usos de Ia droga quc llama "el toro",
"Tengo sustancias que me hacen capaz de practicar las o åãernto purgante que obtenía de un árbol del mismo
ciones más serias de la cir-r-rgía, sin producir hemorragia, aunq iã;,,lanto sus defensores como sus detractores citan con
rasgue y divida los gmesos vasos arteriales y' vs¡..tt, aunqlre a esa utilización del toro después de 1870. Aun quienes
pare en pedazos distintos esos vasos, cortándolos en todcj 'ièontru él elogian el poder de ese purgante, no obstan-
calibre. 1...1 Sí, tengo preparaciones, mías propias, sacadas i,&al dicen que era tan poderoso que dejaba a la gente fí-
las virtudes y propieclades de ciertas plantas que son un tesorô' fiènte debilitaday a veces desvanecidate.
en el reino vegetal, qlre me dan el poder de operar quirúrg! ,tso del toro como purgante sugiere que Perdomo prac-
mente, con hemostáticos, superiores a los que posee actualmen: una medicina fuertemente influida por la teoría de los
te la ciencia europea."'o ,J que,junto con las receptividades curativas católicas,
Éiiúan los dos elementos centrales del sistema médico
Perdomo huyó del escenario de la guerra civil de 1859-1 iêo en las Américas. La teoría de los humores, surgida en
y buscó refugio en una comunidad indígena de Caquetá. ffel Egeo unos dos mil quinientos años atrás, imaginaba
estadía en ella modificó de manera funclamental su lpo como receptáculo de cuatro humores, cada uno de
miento médico. En su libro relata que mientras estuvo en i-ð9n caracterísdcas húmedas, secas, calientes o frías. Su

Neira, op. cit., págs. 107-109.


de este clistrito y qne tiene cincuenta años, Y el testimonio es firmaclo por elJuez,y Lleras, La narlicina m el Nusuo lle¿no..., op. cit., páç. 25T257; Ibáûrc2,
Secretario registrados en Ambalema, a los dieciocho días del r¡es de enero de i8i þara la hßtotia tle la nudiùna..., op. cit., págs. 30-34.
"Crisóstomo Rico, Luisa Tovar, Gumersindo Saldú¡a, Secretario." .:,:
nse, por ejerrplo, Ìll Pmsamiento, Bogotá, l2-12-1871; El Iùadicioniskt,
16 La llustración, Bogotá, +6-1872. ?..5:1872; y Diario tle Cundinamarta, Bogotá, 2ô.+1873.

8o Br
David Sowell
Andønzas de un curand.ero en Colombia

equilibrio apropiado constituía la buena salud; la enfer en.uso" en las farmacias hispánicas23' Se
$i ár,uut."nte
implicaba un desequilibrio. La medicina humoral estaba ,""rue otras drogas le permitían realizar operaclones con
fundamente arraigada en la tradición hispánica y había evol ' r=oé¡dida
. ,rl^ .la nôcô doloç
crln poco
canc¡re sin inflamaciones yv con
de sangre, dolor.
cionado a lo largo de cientos de años antes del contacto qu. lo distinguían de otros cirujanos, tanto legos
åd",
las Indias. Muchos estudiosos sostienen que, en su influe¡çi¿, onales, Si bien sus intervenciones quirúrgicas pa-
sobre la conformación de los sistemas médicos latinoamerica¡sgj.
iâr.d. .trr empírico hispánico, varios informes sugieren
la medicina humoral se originó en el Viejo Mundo, mienhâsiì
ll,l}int"r"ado" en Caquetá realzó su reputación como
que otros sugieren un origen indígena independiente que dioìiì
llái.,lesde épocas tempranas muchos hispanos habían
forma a la medicina popular hispánica'o. Cualquiera sea la inrl]i los sanadores indígenas poseían poderes espe-
terpretación correcta, las pruebas de la temprana presenci¿,
íliiu q""
,liàon tor que ellos mismos no contaban, en general debi-
de la teoría de los humores en esta región provienen cle muchm asociación de aquéllos con el diablo'*. Es muy
*Ju pt.r.rttta
fuentes. En 1584, por ejemplo, el licenciado De Monzón murió, desconocidos se asociaran con Per-
;ible-que estos poderes
en Bogolá mientras lo sangraban, método humoral de responder,
a un calor excesivo en el cuerpo2'. Un viajero que recorrió Ecu¿.,
ié$"q"" los críticos racionalistas cle éste se referían con
frecuencia a ellos que sus pacientes'
dor a mediados del sigio xtx comentó que muchos hispanosi
tenían aversión al agua fría,ya que temían que enfriara los ór-'
ganos internos y provocara ciertos tipos de enfermedades,t, r,,.¡:

El empleo que Perdomo hacía del purgante "el toro" y de' äiii!!Èt:senor Perdomo, hornbre dotado por Ia naturaleza para ser
"la chispa", un poderoso emético, encuadra perfectamenteri, no y compadecer a la humanidad, ha venido como padre

de ntro de las metoclologías de tratamiento de la teoría de los


humores. Aunque podía utilizar "drogas indias", lo hacía como
parte de su ideología curativa hispánica. Su colección contenía:
estimulantes y sedantes que al parecer eran "más poderosos
!þna.r secretos que slt inteligencia y su virtud le han brinda-
li.i 'es el don de la sencille z para t-ratar a la humanidacl. Él no
20 Esta última concepción es la cle George M. Foster, Hiftlncrates' Latin Ame¡iran.l,
tér"rninos ni hace distinción entre el rico y el pobre [...],
Legatl: Humoral Medicin¿ in the NauWuld,I-anghorne, PÀ Go¡don and Breach, 1994...r ¡ si los enfermos le segLrimos es porqlre tenemos gratitud a los
Barbara Tecllock (entre otros) rebate la teoría "difusionista" de Fostet sosteniendóì:lt ie{icios que él nos prodiga. Todos los cristianos debemos
que las clicotomías frío<aliente son casi universales y que los antropólogos deben con- :

sider-ar el sinc¡etismo de los sistemas médicos y, cle manera más signifìcativa, la "ex- I
ploración clel senticlo" de la curación y la medicina dentro de los sistemas culturalès;f
Véase Barbara Tedlock, "An interpretive solution to the problem of humo¡al medit ':2I..La lh¿stración, Bogotâ, 13-5-1872 y 26-4-18'13; El 'fratlicionista, Bogotá,
cineinLatirrAmerica", Sor.ialScienceandMetlicine,24(12),1987, págs. 1069-1071,:::
,1..8.J!;José María Cordovez Moure, lìtministencias- SantaJë 1 BogotS sexta edición,
Véase tar¡bién Joseph W. Bastien, "Diffe¡er-rces berveen Kallawaya-Andeau and'i¡,ì volúmenes, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultula Colombiana, 1942, T. \¡II,
Greek-Enropeanhumoraltheory",SocialScienceandMetlicine,28(1), l9B9,págs.al5l,:tl 347-348.
21 Juarr Rodríguez Freyle, 1l/ curttr.to, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979irì aspecto se analiza con mucho detalle en Michael Taussig, Sharnanisnr,
],¡,ì:¡..?.lEste
pág.2BB. arul the \ItikL Man: A SturLy in I'ator antl HeaLing, Chicago, University of
2? Friedrich I-Iassaurek, Itun'Years Arnong Spatzish Ameticazs, Londres, Sampsotti Prêss. 198?.
Lorv, Son, and lVlarson, 1868, pág. 1f3. l
;j¡j;ll. :L a I lusn a c i
ó n, B o gotá, g - 4- tB7 2

Bz 83
David Sowell Andanzas de un curandero m Colombia
:

Perdomo creía que Dios había creado la naturaleza para


t:,
del análisis que Perdomo hace de la Colom-
rrøyor parte
lglesia Católica en þresencia del si'glo nx
bien de los seres humanos, quienes vivían dentro de sus leyes. ls, cirnonónica en La
hombres podían descubrir los secretos de la naturaleza seg¡¡ las posiciones habituales tomadas por la Iglesia con res-
Dios los había creado, por eje mplo las plantas para combadr lá a las cuestiones
hora. Su evaluación de la morali-
de la
enfermedad. Todos estos principios y capacidades se derivaban laaænción de la salud, sin embargo, revela sus propias
de la presencia divina clirecta en el mundo. Algunas person¿s;,. i érilrrrru la unidad de sus ideologías religiosa y curativa,
escribía Perdomo, "confunden el poder de Dios con lajurisdic:Í ual permite
una comprensión más profunda de su mundo
ción de la tierra; pero si conocen ésta, conocerán a Dios". El r4r ,t;c¡tc.o. Perdomo decía que las personas viven dentro de las
cionalismo es para ellas la respuesta a la ciencia natural, pero äã.f,f!,tu nat:uraleza, que en la mayoría de los casos aseguran
Perdomo creía "que Dios es la fuente de toda razón".Insistía por,ì|i a salud. La ruptura del equilibrio de la naturaleza pro-
ello en que sus "principios son los de la verdaderarazón, mi.A,iìi *nfermedades, que "quien se consagra al arte de curar"
nocimienlo es el del mundo práctico y mi único libro es el dé¡:l] tíâ' remediar. Los sanadores morales estaban guiados por
la naturaleza". El misterio, entonces -af,trmaba-, es la existenciá nrincipios de Ia caridad cristiana, porque reconocían en Dios
air
del mundo natural; sus organismos se sostienen gracias a los mii te última de todas las curas. Los sanadores cristianos se
lagros de Dios2ô. Leandro M. Pulido, un elocuente defensor dg a tabajar "sólo por el vil interés del dinero". Quienes
Perdomo, señalaba que era preciso considerar dos facetas de là ban por su tarea más que el costo del medicamento, se
sanación, la cura visible y la divina. "Si sólo tomamos en cuenh iÞ¡uttun en acudir a atender a un paciente o se creían me-
la primera, la razón,la pobre y empobrecida razón, irá de puei ,+"æl resto de la humanidad "violaban la sagrada virtud
ta en puerta como un mendigo impertinente, pidiendo a todo :taridad cristiana". Los sanadores que se habían sepa-
el mundo la explicación de los hechos; se agotará en su orgullo; de Dios y sucumbían al mundo de las pasiones eran muy
cuando debería apelar alafe; sólo en ella puede el hombrè'i ibles al abuso de sus responsabilidades sociales como
encontrar el divino tesoro de todas las soluciones."tt , Visto que la Iglesia había tenido un papel central en el
lo de las instituciones y las ideologías del arte de curar
Indias, Perdomo expresaba lo que podría considerarse
un "conocimiento compartido".
"No tratamos de deprimir a nlrestros médicos, pero con lo quel tas receptividades católicas impregnaban las ideologías
hemos visto y sentido, tenemos el convencimiento de que la.
ítica y curativa de Perdomo, muy especialmente en la rela-
ciencia de Hipócrates y Galeno no está en los grados académi- :

entre caridad y sanación. Los testimonios públicos referi-


cos, sino en el ahna, en el corazón, en los sentimientos filan¡
:à,él reflejan el mismo sentimiento. Cuando Fermín Rivas
trópicos [...] unidos a una feliz predisposición para hacer el ,

ríguez le explesaba su gratitud por haber curado a su hi-


bien y ejercitar la caridad cristiana."28
îes años de una enfermedad de la vejiga, afirmaba que
era un humanitario compasivo dedicado a "quienes
26 Perdomo Neira, op. cit., págs' 5, 91, 97, lll. !{!f,r.ett agonía". Rivas insistía en que Perdomo había sido
27 Leandro M. Pulido, "El doctor Miguel Perdomo Neira", Nieva, 10 de
de 1869, en Pe¡domo Neira, op. cit., págs. 148-149.
28 Unos reconocidos, "El señor Perdomo", 26 de octubre de 1867, en ibídêtf
mo Neira, op. cit., págs. 91-93,
págs.114'115.

84 85
David Sowell Andanzas d¿ un curandero en Colombia

"destinado por la Providencia a aliviar el sufrimiento ¿" menudo las únicas instalaciones médicas
Ðìòs eran a
pobres". Ai agradecer a Dios por la benevolencia de aqu(1. l*^lízadaspara los pobladores de la región. Además, sus
autor de vna carta de los "pobres y enfermos de Guaduas', . tambiên se dedicaban
a actividades educativas y for-
claraba que la caridad era un acto de amor y preocuÞaci ,à:individuos que luego ejercían como cirujanos legos
por los olvidados, actos que no se originaban en la búsq la relación exacta enre Perdomo y los
iicos,n. Aunque
del progreso intelectual o la ganancia material, sino en el SanJuan de Dios es poco clara, tanto su hacienda
greso espiritual y el conocimiento de "la verdad"3o. Pe [enían la misma misión curativa'
fàtorden
y muchos de quienes defendían sus prácticas curativas çsn
partían la idea de que "la caridad es el fundamento esenc Ì) l:i.- 6
del cristianismo"3', un reflejo de la primacía de la caridad
mo primera de las virtudes cristianas32. li-å,es'otro mi objeto, sino hacer ver a algunos genios presun-
La relación de Perdomo con la tradición sanadora c que el Ser Supremo no ha lirnitado el conocimiento de
también se advierte en el nombre de su hacienda, SanJuan |ììlurulr"u, ni sus datos para sólo aquéllos que han podido
Dios.Juan Ciudad Duarte (1495-1550) se había comprome ibir títulos académicos'"s5
a servir a Dios brindando atención hospitalaria a los mili
:españoles crearon un sistema médico insti[ucionalizado
y los pobres de Granada. Luego de su muerte, varios de suí,1
durante el período colonial, aun cuando la mayoría
á1
seguidores ampliaron su misión y establecieron hospitales e¡:
numerosas ciudades de España, gracias a lo cual obtuvieron
ilæ"t, tenía escaso contacto con profesionales diploma-
jerarquía de congregación en 1571. El papa Inocencio xrr iünstituciones médicas. El protomedicato, la Iglesia, los
itâles, las universidades y los médicos diplomados consti-
nonizó aJuan de Dios en 1691 como santo patrono de
âÀtlá patte más visible de este sistema formal. Muchas de es-
enfermos y los hospitales, con la categoría de benefactor es.
iåìÏiiítituciones se prolongaron durante el período nacional'
piritual de los F{ermanos de la Orden de los Hospitalarios de
SanJuan de Dios33. A partir de la década de 1590, la orden låiþjemplo, cuando las autorid-ades municipales de Quito
a Perdomo en 1867 por practicar medicina sin te-
fundó en las Indias decenas de hospitales. Los hospitales
licencia, lo hicieron de acuerdo con la facultad de otorgar
åíó'íar q". se había conferido al protomedicato en el perío-
i,'!!onial. Los "médicos del rey" sólo podían otorgarlas a
30 La llustración, Bogotâ, 9-+1872.
3l Ibídem.
þes hubiesen pasado por un proceso educativo formal;
ftstricciones coloniales referidas alaptreza de la sangre
32 Véase Encicloþerlia de la religión católica, sie te volúmerres, Barcelona, Dalrirât
yJovea 1951, T. II, págs. 450-4ú3. i:ñó- se aplicaban en la década de 1860. En parte como resul-
rlri
de esas restricciones, en la América Latina colonial só-
33 'Jtran de Dios", I)iccionario tle histotia eclesiástica tle España, cuatro volúmenti;, ilä!., .

Maclrid, Instituto Enrique Flórez, Consejo Superior de Invesrigaciones Científicæ,, i,:,,'ù'muy pequeño porcentaje de sanadores habían sido
1972,-1. rr, págs. 1248-1249; M. Zúñiga Cisneros, "España, la medicina leligiosà,j, autorizados por el Estado; por lo común se trataba
los lrospitales", A¡thiuo ibaoamerit;ano rle historia tle la metlicina 1 antroþotogía midii$
vol.8, 1956, pág. 385; Grace Golden,'Juan de Dios and the Hospital ofCh
Chanty", Jotnnal oJ the Hßta.1 oJ' Iúulicine antl Allietl Sciences, vol.33, 1978, pâg. 6034i :i: ,lbídem.
Rubén D. Rumbaut,.ilolzn of Cod: His Place in the History of Ps¡chiatr¡ antl ù4etlicittN'
¡11,$-.,!Jerdomo Neira, "l-a verdad manifestada", 4 de diciembre de 1867, en op. cit.,
Miami, Ediciones Universal, 1978, págs. 23-29. 120.

B6 B7
David Sowell ' Andanzas d¿ un ctn'andsro m Colom,bia

de personas estrechamente asociadas a las autoridades


iurgo, no todo el mundo apoyaba a Perdomo en
Esto generaba Llna fisura evidente que a veces reflejaba los
nuírrt. El 20 dejulio
de 1869 un asaltante desconocido
tes sociales relacionados con las identidades étnicas o de de Neiva, a la que el sanador había
,i¿ en su residencia
En Quito, el protomedicato seguía estando dentro de l¿ 'hacíapoco. El Partido Liberal tenía muchos adheren-
bita de la administración municipal, aunque esa autoridad
ltl¡ø ciu¿ad del centro de Colombia, lo cual explicaba
había conferido brevemente al cuerpo académico de la efí
recepciín hostil. Al parecer, la muchedumbre reclamó
Universidad Central en la década de i820. De todas rnane"'^ì
[es la muerte de Perdomo, en los términos de la cita
en el concejo municipal que acusó a Perdomo de pract esta sección. El intruso compartía esos sentimien-
medicina sin licencia en 1867 había varios médicos. In
duda, dado que baleó al curandero en un costado y lo
tamente después de su arresto, quienes le eran leales mente herido'
ron contra esta medida y sugirieron que los motivos tení ra,de la reforma liberal colombiana, iniciada en 1846,
que ver más con el antagonismo personal de los miembros
þónopolios, puso fin a la esclavitud, redujo los aranceles,
concejo municipal que con Ia preocupación por los títu ió el sufragio, debilitó a las fuerzas armadas y se ProPuso
profesionales. En su indignación, los perdomistas cuesti ñuir el poder y el papel social de la lglesia. También la
ban el monopolio legal ejercido por los médicos diplom iáinu r. vio afectada, ya que la ley del 15 de mayo de 1850
y sostenían que Dios había dado el poder de curar a mucha lálizaba la educación y denegaba al Estado la facultad de
gente,independientementedesuformaciónacadémica, 'lfiiár.L¡cenctas en todas las profesiones, salvo la farmacia.
La situación legal era muy diferente en Bogotá. Allí, el prd ico ya no tenía que recibir una educación formal para
ceso de reforma liberal había dado como resultado la ley la:medicina. Ahora, profesionales como Antonio Vargas
l5 de mayo de 1850, que eliminaba todas las restricciones ala, bían luchar conffa los obstáculos puestos por el Estado
"libre práctica" de los oficios. Los médicos profesionales protesl uerían insti tucionalizar la medicina científi ca.
taron, argumentando que esa política permitía que los charlâ¡t promulgación de la ley de 1850 impulsó a Vargas Reyes
tanes y curanderos actuaran sin limitaciones; Perdomo era incluii fos a organizar a los médicos científicos de la capital, como
do en esa categoría. Por otra parte, la eliminación del privile$ri.i þ-iimer paso en el camino hacia su profesionalización. El
estatal conferido a la medicina científica dañaba las iniciati fundó la revista La Lanceta a fìn de procurar crear una
para institucionalizar esta concepción del arte de curar. Èìi ,de médicos" "qr. protegiera sus intereses recíprocos
Colombia, 1o mismo que en Ecuador, los perdomistas vitupeql los de la ciencia, que redundan en fel mejor] benefì-
ban a los funcionarios científicos que procuraban poner vallæ' ile'la humanidad"Y. El grupo en ciernes utilizaba la publica-
a la capacidad de Perdomo de ejercer su medicina. ,i:l como un foro para informar sobre el progreso médico, una
de combatir el charlatanismo, un medio de incrementar
7 $..9t1¡q.¿. la profesión f, talvez lo más urgente, un estímulo a
"Que muera el impostor, el padre de los godos, el desc para que prosiguieran sus estudios médicos. El cuer-
de los médicos, la ruina de las boticas, el hechicero."36 ico de la Universidad Central había visto desplomarse

36 lbídem, págs. 165-168.


'La Lancela,
Bogotií, 17+1852.

BB B9
David Sowell AntJanzas d¿ un curandero en Colom.bia

el número de matriculados en sus cursos, dado que ¿ ftadparz promover un criterio específico de conoc!
cualquiera podía ejercer la medicina sin título ni estudi iòs r.ríu ardientemente
defendida.
Si bien la ley de 1850 minaba los esfuerzos por reducir i;:å| 1873,los médicos de la Universidad Nacional colaboraron
competencia de otros sanadores, las turbulentas condicionêf llundactón de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales
económicas y políticas del momento postergaron los A"r*ãì,
fuapital colombiana, un paso crucial hacia la profesiona-
cle los médicos de institucionalizar la medicina científica ç¡:: i¿n ¿. la medicina científica. El objetivo de la sociedad
Colombia. En particular, la guerra civil de fines de la dé iilelestímulo y la promoción del estudio de las ciencias mé-
de 1850 demoró el establecimiento de una nueva facultad dÈ y naturales en el país, para dar cuerpo y unidad a los tra-
medicina y la obtención de reconocimiento público para loi científicos nacionales, ser solidaria con la comunidad
científicos de la salud. Una serie de iniciativas emprendi ay alentar la respetabilidad de la misión de curar las en-
a mediados de la década de 1860, sin embargo, condujo ¿ humanas"n2. La asociación procuraba introducir
apertura de la Facultad de Medicina, una institución privadi àøs ideas en el país a través de la Reaista Méd.icay atraer a mé-
con vínculos con el Hospital de Caridadse. Y aun cuando el y científicos a su comunidad académica. Como 1o había
liberalismo alcanzó su aparente cenit en la Constitución d¡i: o durante muchos años, el pensamiento médico francés
1863, la legislatura colombiana comenzó a tomar un cursô:, :flilVó profundamente en esta generación de profesionales,
de acción más "pragmâtico" en maleria de educación médi¡ ûe-ciulmet t. en Ia medida en que se relacionaba con el ac-
cano. En septiembre de 1867 cedió a las presiones de los mé.¡ì nar civllizador de la ciencia y el papel activo de una autori-
dicos y aprobó la creación de una facultad de medicina en la , âd,,ùédi.u centralizada bajo los auspicios d.el Estadoa3. La R¿-
nueva Universidad Nacional de Bogotá. Ésta estaba constitui-..: Méd,icaincluía artículos traducidos de publicaciones fran-
da por seis facultades, cuatro de las cuales ya estaban en fun-, inglesas y estadounidenses. Muchos de los miembros de
cionamiento. La Facultad de Medicina privada se transformó sociedad se convirtieron en miembros correspondientes de
en su casi totalidad en la Facultad de Medicina de la univer.:rrì izaciones similares de países extranjeros''{. Sin embargo,
sidad, ba¡o la dirección de Vargas Reyes. La institución, abier.,lrr médicos recién profesionalizados no abandonaron todas las
ta a principios de 1868, contaba con instalaciones adecuadas des de sus predecesores coloniales.
parala capacitación médica formal en los hospitales de Cari* ¡ rru.rt. la construcción de la sociedad colonial, los funcio-
dad y SanJuan de Dios". Una vez establecida, la autoridad de: iiíios religiosos y civiles españoles habían rotulado con fie-
qçia de hechiceros a los sanadores indígenas. De acuerdo
.
el sistema dominante de creencias cristianas, el demonio
38 lbáñez, op. cit., págs. 99-101. llls,brujescos secuaces se valían d.e muchos trucos para com-
f-tii la obra de Dios sobre la Tierra, incluyendo el uso de
.

39 Néstor Mir¿nda Canal, "Apuntes para la historia de la medicina en Colombiali.|ji


Ciencia, Tbcnologíay Desanollo, B(12), enero-junio de 1984, págs. 164165. i,.è ut y espíritus en las curaciones. La lglesia había luchado
40 Fernando Urichochea, "La institucionalización de la práctica científica en ,

Colombia", Ciencia, TecnologíalDesamollo, B(l-l), 198a, pá9.43. ,.J


il.l4 Obregón Torres, op. cit., pág. b1
4l Dia¡ra Obregón Torres, Sociedades cimtíJìcas en Coloml¡ia: la i¡zaención tle t¿na
rlición, 1859-1936,Bogorâ, Banco de la República, 1992, pág. 41; Ibáñez, op. c !|!3 Christopher Abel, Health C¿re in Coloml¡ia, c. 1920-c. 1950: A preliminary
págs. 111-113;Jane Meyel Loy, "Modernizaiion and educational refolm in Colombi4i 1?r?.Íl-..s@.Londres, Insritute of Latin American Stuclies, 1gga, pág. 13.

18631886", tesis del doctorado en filosoIïa, University of Wisconsin, 1969,pâg.22I.¡ i¡þ ObregAn Torres, op. cit., págs. b&5b.

qo qr
David Sowell Andønzas de un curandero m Colombia

contra estas influencias en Europa, y su lucha resultó la sociedad y su relación con el Estado. Estas
tì|'¡a""
más notoria en las Indias. fuí, los nahualli mexicanos eran a la guerra civil de 1859-1863 y provocaron
,u"r runyu..tt
lificados de "doctores brujos", lo mismo que las mujeres h década de 1870' Así, aun-
,flicto similut:l:giud"ì9.t
participaban en el Taki Ongoy de la década de 1560 en ps ã;,á"¿o la afiliación política apenas era poco más que
Rotular a Perdomo como hechicero representaba una di ¡ón de asociación partidista, en referencia a 7a Iglesia
ción que, aunque no equivalente a llamarlo charlatán, ideológicas fundamentales. Como los libera-
La posiciones
gitimaba aún más sus prácticas curativas. tanto el gobierno nacional como el gobierno
Si bien gran parte de las críticas formuladas contra perrìi
-inaron
tal de Cundinamarca en las décadas de 1860 y 1870,
mo se originaban en su función de sanador, su identidad.,¡i i.iii,ivu¿oritttto de Perdomo hizo que Ia ira de los funcio-
lítica conservadora agravaba la reputación que tenía entre con los sentimientos de la comu-
i., bti.or coincidiera
liberales. Si nos concentráramos en su ideología médica y di
médico-científica'
ramos en un segundo plano sus creencias religiosas y pol
católicas y conservadoras, ignoraríamos importantes dime
nes del personaje público de Perdomo e ideas cruciales sohri
su ideología curativa. La Igksia Católi.ca... se escribió en el m;
mento en que el liberalismo alcanzaba su punto culmina
en Colombia, justo ocho años después de que la Constituciéi I'i#rtr.t.tu- del cuerpo humano, que no conoce ninguno de
j-éfts reinos de la naturaleza, y que los progresos que de día
de 1863 coronara casi dos décadas de reformasaG. En las nririiì
L{t¿nur" la medicina son para él un problema que pierde en
ras etapas del proceso reformador, los partidos Conservadoi
lii¡ie¡tas de la ignorancia. No exigimos, pues, de él sino
Liberal se habían consolidado como organizaciones polí prácticas; pero a la luz, sin ambages ni misterios."n?
distintas, poniendo en marcha un conflicto bipartidista q
aún atormenta al país. Si bien los dirigentes de ambos partidó¡l êducación médica experimentó cambios fundamentales a
habían coincidido en la mayoría de las reformas polític
ifþó'del siglo xx. Durante el período colonial, los estudian-
nómicas liberales, solían tener más diferencias en el campo f.ûdiaban a Galeno, Hipócrates y Avicena mediante el mé-
las libertades y derechos sociales básicos y adoptaban ii1.è$olástico. A fines deisiglo xuII, "luminarias" comoJosé
fundamentalmente distintas en las cuestiones tocantes al :¡;
Mutis abogaron por la transformación de esa educa-
þnto con el fin de hacer hincapié en el método empírico
L:þara introducir las ideas de los pensadores médicos que
45 Véanse, por ejemplo, Irene Silverblatt, "The evolution ofrvitchcraft and
i'.f.,þ 'lot cimientos de la medicina científica en Europa. Un
meaning of healing in colonial Andean society", Culttue, Metlicine, and Pslchiatry,::t,
1983, págs. 473-427; Noemí Quezada, "The Inquisition's repression of cu iÌdè Medicina de 1802 puso en marcha esras modificaciones,
ros", en Mary Elizabeth Perry y Anne J. Cruz (com ps. ), Cultural Encu¿nters : Thà .:ll ndependencia abrió las esclusas de la reforma educativa.
þact of Inquisition in Spain and the Nau Wu'ld, IlerNeley, University of Ca defensores de la medicina científica se veían a sí mismos
Press, 1991, págs. 37-57; y William y Claudia Madsen, A Guide to Mexican
México, Editorial Minutia Mexicana, 1972. i,,llprogresistas" que, junto con otros de similares ideas,
46 David Bushnell, The Mahing of Motlern Coloml¡ia: A Nation in Sþin of
Berkele¡ University of California Press, 1993, págs. 101-124 ltraducción
Colombia, una nación a þesar tle sí misma,Ilogotâ, Planeta, 19961 ':EI,Tiadicionist¿,
. Bogorá, l+5-1872.

9z 93
David Sowell Andanzas de un curandzro en Colombia

erradicarían de las sociedades latinoamericanas las caracte iirtgía, ni la medicina operatoria, ni la materia rnédica, ni
ticas coloniales, sobre todo las ubicuas influencias ideológic¿s,j cinalegal, ni la boránica, ni la zoología. Sin haber estudia-
institucionales de la lglesia. Un sistema educativo secularizach ningurla de estas vastas materias, que comprenden todos
sería el principal vehículo de este proyecto, cuyo primer descubrimientos hechos desde el principio del hombre
daría Francisco de Paula Santander en IB27 con el patrocinio 4f: iua rspresente, sobre lo que de cerca y de lejos tiende a Ia
la Universidad Central. Su programa médico, directamenb inì,: de Ia saìud y de la vida humana; sin tener nocio-
^-""rvación
portado de Europa, implantaba una nueva comprensión cie¡, ¡ de literatura ni de filosofía, sin saber siquiera hablar su
tífica de la medicina, "superior" a las enseñanzas hipocráti a correctamente, el tal señor Perdomo receta para todas
galénicas de las universidades coloniales. Los científicos y ãólencias de sus semejantes y hace operaciones quirúrgicas
médicos se consideraban "trabajadores del progreso" que anamente."óo
afanaban para construir el "edificio de la emancipación cieûl
[ífìca"as. Como 1o expuso Uribe Angel, "el descubrimiento la comunidad médica científica, este camino iletrado
la verdad es, por lo tanto, el objetivo de la ciencia, la noble,yr: émico al ejercicio de la medicina era impensable, pe-
eterna aspiración de los seres racionales y el fundamento prç:l y arasado.
ciso sobre el cual funciona el mundo civilizado"ne. idèología cle Perdomo era blasfema para muchos cien-
Para los liberales, el conocimiento debidamente imparti |Liiberutes. Medardo Rivas, uno de los autores liberales más
rsos / prolífìcos de la época, se preguntaba en 1883 si
era el primer paso esencial para una nación progresista. Como
consecuencia, los redactores del principal diario liberal, el Dia-, iãiío era un hombre inspirado por Dios para difundir sus
rio de Cundin(rmarca,lanzaron una acerba crítica contra Perdcii lilðjô¡"r entre los pobres y desamparados o un impostor
mo, afirmando que, aunque no conocía la ciencia moder ülata con la incredulidad de la gente. Y se responclía:
1,,.|þ,ó. Para derrostrarlo se apoyaba en la ciencia y el pen-
llevaba a la práctica una amplia gama de intervenciones médi;:
cas, desde emitir lecetås hasta operar. Por lo común, esas capaci¡ íêlto racional. Rivas consideraba completamente imagi
dades exigían una formación prolongada en progratnas de ed,q
que Perdomo hubiera descubierto plantas medicinales
cación superior, que era crucial para la competencia profesic þtonces desconocidas, cuyos secretos habían sido guar-
nal. Perdomo -escribían- parecía no lener esa educación; þr los pueblos indígenas. Si así era, Perdomo debía ha-
decir verdad, preguntaban a sus lectores, ¿quién es Perdo 1 ado el reconocimiento de una nación agradecida.
ðámbio, había disfrazado el conocimiento detrás de una
liSión de poder místico, ¿no debía ser condenado como
"El no es un hombre letrado, no ha hecho cutsos literarios
âüde?
científicos, no ha sido alumno de ningún plantel de educació
no ha estudiaclo anatomía topográfica, ni la fisiología, ni la @'rechazaba una explicación racional de la reputación
giene, ni la {ísica, ni la química, ni la tocología, ni la Sugería en cambio que la fama del sanador resiclía,
én la creencia humana en lo maravilloso, lo mítico y lo
e, "Estas ilusiones son más fascinantes cuando ofre-
48 Obregón -forres, Sociedatles cientíJit:as..., op. cit., pág. 68; Ãbel, HeaLth menores garantías de realidad." Después de examinar
in Coloml¡ia. .., op. cit., págs. 13-14.
49 Nlanuel Uribe Ángel, I'a metlicina en Antioçria, Bogotá, Editorial Min
1936, pág. 82. de Cuntlinatnarca, Bogotá, 13-5-i872.

94 95
David Sowell Andanzas d,e un naandero en Coloml¡ia

las actividades de varias personas con poderes aparentem ,r


que apareciese, siempre apoyado por miembros de
inexplicables, censuraba a todas y concluía que "la lección leué extraíto es que lo admiren, que vean en él a un
jada por Perdomo recordará al pueblo que debe creer en rnisterioso, que se acerquen de rodillas como si fuera
ciencia, que es la verdad, y no permitir que lo engañen çs rnientras él usa un cuello de cura y siempre está rodea-
mentiras, que son fantasías"5r. que le han ofrendado su devoción parásita"5n
El anticlericalismo liberal se unía al racionalismo en el rec
zo de las aptitudes y la popularidad de Perdomo. Un cor
sal del departamento de Santander presentó una reve
éstaLrna ocasión oportuna para abrir juicio sobre las
crítica de éste en el Diario de Cundinømarca, e\ principal diaii
des y deficiencias del señor Perdomo; pero no seremos
liberal de la capital. L. R. S. calificaba a Perdomo de charla. simples cronistas, los que nos metamos en semejan-
tán y médico incompetente. El curandero tenía "la Solamente diremos que siendo evidente la destre-
sión de pasar por alguien inspirado por Dios que, conocie re¡o. Perdomo como cirujano, y no pudiendo negársele
í.i,.åét
Ia credulidad y simplicidad del pueblo, ha buscado el apoyo ¿'i'tï natural o tino intuitivo en el ejercicio de la medici-
iltriterio
los fanáticos". La reputación de Perdomo de ofrecer servicios, 't&tíamuy de desearse que los distinguidos miembros de la
"gratuitos", decía L. R. S., era verdadera. Pero aceptaba ¿onaciO:i ión que residen en Bogotá, lo acogiesen con benevolen-
nes, probablemente cercanas a los cinco mil pesos por año5,. [li¡| .èomo a un compatriota que, aunque de humilde origen y
autor del artículo sugería que Perdomo actuaba sin conoci:,:l èstudios académicos, ha sabido adquirirse una estimable
mientos ni aptitudes y rara vez pasaba en un lugar más de doli ón por medios que nada tienen de reprochables."ss
semanas, partiendo antes de que todo el mundo conociera susli.j
defìciencias médicas. Sus pacientes, sin embargo, pronto com-, àcercarse Perdomo a Bogotá en abril de 1872,las noti-
prendían la amarga verdad, cuando empeoraban de sus enfer.'ii ,su inminente llegada suscitaron oleadas de expectativa
medades o morían a causa de las operaciones de Perdomo;,,ì a,la capital colombianas6. Para algunos, aquél represen-
¿Cómo explicaba L. R. S. la popularidad de éste? "La respuesta ,
oportunidad de curarse de sus dolencias. En muchos
es sencilla: los pobres son iguales en todas partes: simples, cié.i del Partido Liberal, el curandero conservador inspi
dulos, entusiastas y fáciles de confundir por las alucinacionel;l; de insurrección contra el régimenu7. Los médicos
El pueblo nunca se molesta enanalizal admira a los apasionados ción profesional, alarmados por su popularidad, se
y siempre se inclina hacia lo maravilloso [...J [por ejemplo] escépticos con respecto a sus aptitudes en una ho-
cuando cree los relatos maravillosos de las peregrinaci .ùetirculó públicamente. El folleto lo inviraba a demostrar
masivas a las aguas de Lourdes en busca de remedio a todaq:ì en condiciones controladas, a fin de que ellos,
sus dolencias y la redención de todos sus pecados"53. L. R. S. de:ìij nos en el arte de curar", pudieran evaluar la "utilidad
nostaba la disposición del pueblo a creer en cualquier individuQ

:Ibídem.
tÛt.Trortir¡*i* to"
5l Ibídem. Bogotá, 7 -5-1872.
52 lbídem, 26-+1873. ;la lhtstraciûn, Bogotá, *5-1872; EI Bien Ptil¡lico, Bogoá, 22-5-1872
:Lþ Ilwtración, Bogotá, a y
53 lbídem. 7-5-1872.

96 g7
David Sowell ' And,ønzas de un curandp'ro en Colom'bia

cientíltca" de sus métodosu8. Un importante diario nos en esos mismos días, Tomás Sabogal,
un hom-
hizo eco del desafío de los médicos y señaló que P 'ià..¿r" un gigantesco tumor en un costado, solicitó
lo tenía un conocimiento superfìcial y "denigraba la cieni Este eliminó el tumor luego
if.rnédica de Perdomo.
excitaba [al pueblo] contra quienes Ia ejercen"ue. ,,1 ,inrrnor describieron como una ardua intervención'
El publicista Manuel María Madiedo captó el momento ,oãor", esÞban tan irnpresionados por el tamaño del
un penetrante editorial. La opinión pirblica, observaba N.{¿¿; o escribió que pesaba siete kilosl) que desfila-
estaba profundamente dividida. Para algunos, Per-domo ç¡¿;
sabio, un mago, un hombre providencial o acaso un semicli
Otros ridiculizaban esos sentimientos y afirmaban gue no
nada más que un charlatán demoníaco y audaz. Otros, ps¡'
se abstenían de opinar, a la espera de más información.,
ifiiåi,lo maló? Los partidarios de Perdomo insistían en
diedo concordaba con estos últimos y lamentaba que îfu"n .¿mplice de los médicos había asesinado al po-
se hubiese dividido entre el "aplauso de las masas y la irã
åt.. potu deslucir el éxito público del sanador. Otros
los médicos profesionales". Aunque mucho quedaba por había hecho el mismo curandero para ocul-
í.'.,.qu" lo
blecerse, Madiedo suponía que Perdomo poseía un im aso, una conjetura respaldada por la autopsia, que
te conocimiento anestésico y homeostático que merecía ¡1
ié',q". Sabogal ya estaba muerto cuando se le infligió
investigaciones. No podía dudarse de sus aptitudes, porQ Comprensiblemente, los seguidores de Perdomo re-
habían sido demostradas al aire libre, "como los barberos, ,reite descubrimiento de los médicos profesionales.
Atenas". "Si el señor Perdomo realmente posee un secretó haya sido la verdad, lo cierto es que los perdomistas
incluso medio secreto, pero suficiente para revolucionar la laq calles. El resultado fue el disturbio descripto en
rapia médica, ¿quiénes somos nosotros para ofenderlo, ras líneas de este artículo. Las multitudes rodearon y
i:11ìr;, encolerizarlo, para irritarlo? [...] Nuestros profesores de ron las casas de varios médicos y obligaron al menos a
,i:::ltli:
lr¡1,1. rÍan acercarse a este hombre, este pobre hombre del pue :ellos a huir de la ciudad. Los estudiantes de rnedicina
]tl:ia,.l:

iii:.i.i l creído y amado por el pueblo."60 taron alos manifestantes, a quienes hostigaban al grito
lti.ilat Ì Los integrantes de la comunidad médica científica no los perdomistas, los fanáticos!". Los funcionarros
ilii:ìt
irili.i tan generosos. Tres médicos del personal del Hospital de tales se alarmaron tanto que pusieron al ejército
llìia.lrl l

lìrtil:i: ridad desafiaron a Perdomo a mostrar sus apútudes quirúrgi y convocaron a la policía para restablecer el orden.
iflil'!
tll!,::i:
ì Lo invitaron a visitar el hospital o, de lo contrario, pedían q þìadores sorprendidos mientras "perturbaban" la paz
iil;:¡
Ì:ì:'ì i .
los recibiera erì su consultorio, a fin de que pudieran form ârestados. El propio Perdomo ayudó a apaciguar los
una opinión de "su destreza en una ciencia tan difícil"6t. ì¡1'terminó por marcharse de lo que llamó una "ciudad
;i1l:1,].

i:varios días después63. IJna vez alejado de la capital, las


:.fr:l
58 [ìl T¡adit:iondsta, Bogotá, l4-5-1872; Diario tle Cu,ndinatnan:a,
13-5-1872,
59 D írtrio tle CutztLinatn arca, B ogotá, 1 3-5-1 872. ; La lhstraaiótt, Bogotá, 7+5 y +Ç1872.
:llti:1,
60 La llustración, Bogotá, 8-5-1872. lliatLicionista Bogotá, la y 1B-5-1 872; I.a lh¿stración, Bogotá, 14 y lÇ5 y le
Diario rle CuruLinamarca, Bogotrí, 21-5-1872.
6l El Tiatlicionista, Bogotâ, 14-5-18?2.

qB 99
David Sowell Andanzøs rle un curandero en Colombia

autoridades judiciales lo acusaron de homicidio, pese a l¿ iÁn rurut y la espiritualidad habían estado íntimamente
de 1850 que había eliminado la competencia profesional de modo que las actitudes de Perdomo hacia la cu-
mo base para la práctica de una actividad' èran inseparables de su sensibilidad cristiana.Lanueva
ía, del racionalismo y la medicina científica separaba

10 inios profano y espiritual, Como consecuencia, las dispu-


Lrna lucha e Iógicas que se suscitaron en esta época de transforma-
"Lo que hoy se ve en Bogotá es simplernente
el buen sentido y Ia ignorancia ciega."H
ãLÍu"ron necesariamente intensas. Las autoridades y
coloniales palidecían en comparación con las ins-
"Un hombre sincero y veraz, ama;nte de la humanidad y sen'i
es, asociaciones, estructuras y autoridacles judiciales
clel pueblo [...] cleben los doctores respetar en él algo más de
levantarían alrededor de la medicina científica, Esta
qLre respetan en un hombl'e; o Lrnas fuerzas naturales de
cidas hasta ahora en la ciencia, o un especial fävor del testigo de conflictos sociales, políticos e ideológicos en
acordado por f)ios a un pobre y humilde hornbre del ptr l61&,-oaot profundamente diferentes de ver y organizar
médico.
*$edicina científìca se había introducido en el norte de
Las luchas en las calles de Bogotá se originaron, hasta c

pun[o, en distintos paradigmas delatazóny el conocimier i6n:andina como una ideología extraña que representa-
T.as clecenas de años de relativa estabilidad, el sistema méd $iocimienlo racional de Europa occidenral.José Celes-
ús y otros incorporaron este conocimiento al sistema
hispánico se veía expuesto a presiones de cambio que termil
rían por generar el pluralismo médico de la América Lati Èide educación médica, en especial en el plan de estu-
1802 de la Facultad de Medicina de Bogorá, que luego
contemporánea66. En términos simples, este período de t:
a la primera generación de médicos científicos. La
sición luxtapuso un conjunto cle creencias de influencia ca
ión del método de la anatomía clínica francesa en la
ca que apelaban a los principios humorales y un sistema cj
Central de la capital colombiana permitió formar
tífico secular emergente que imaginaba el cuerpo como'.'ìr
nda generación -en la que se incluía Vargas Reyes-,
máquina cognoscible, cuyas enfermedades podían remedi
â,su turno responsable cle la institucionalización de
mediante la intervención de médicos profesionales capacitz
ina científica en Colombia. Hacia la década de 1870,
En la era colonial, el arte de curar había sido extremadam
ûþdi¿ina había cobrado un significativo vigor gracias a un
social, con un conocimiento difunclido a través de g
ahora institucionalizado de creencias, prácticas y
sectores de la población, Luego del siglo xtx, el conocimientôl
educativos. Fue en esos momentos cuando Perdomo
convirtió en el dominio privilegiado de los escasos profesioÍ
'él :enfren tamien to en tre ideologías médicas arraigadas
les formados en la medicina científica' En épocas anterio
ntas fuentes cle autoridad. Desde su introducción en
ituciones educacionales, la medicina científica se pro-
64 Diatio de Curulinamarc4 Bogotá, 13-5-1872 lizó gradualuìente y contó con el respaldo del poder
66 La llustru¿ción, Bogotá, 4-GlB72' .o. Sin ernbargo, llo eclipsó por completo otras tradicio-

66 Gutiér¡ez de Pinecla, op' cit., pág. 26; M' cte la l-uz Álvarez'
M' Ttfqll, siguieron vigentes en posiciones modificadas y a veces
rreda,ElisaFigtreroaySolecladOsorio,..Tr.atamientodeenfermecladesenuf]l-.4...¡ Si bien la medicina científica llegó a dominar las
on'l M&
blación rural: ¿vigencia de elementos hispánicos?", Social Science q4s formales,.jurídicas e institucionales, las creencias
l7(B), 1983, pigs. 417'474.

100 tol
David Sowell i}útlon ot d'e un curctndero en Coloml¡ia

anteriores persistieron y dieron sentido a las enfe creencia en lo "misterioso" ponía de manifiesto
fridas por muchos de los integrantes del vulgo de Ia kva, cot cl.tía que "la lección dejada por Perdomo
Los perdomistas se hacían eco de muchas de las pueblo que debe crecr en la ciencia, que es la
al
dacies de la época colonial, en la cual el papel de la Iglesi .,o permitir que lo engañen con mentiras, que son
sociedad estaba f,trmemente establecido. Su visión de un
L

lãs Aor sistemas de creencias eran fundamental-


.:
.i;':..','..'..
õiarêñâe de ereet¡rice
-.l^^ arâñ ftr^-l^*--l^l

social, moldeado por las nociones cristianas de la caridad, oatibles.


pondía a una era en la que la Iglesia y el Estado funciona iinurio momento histórico definido por la lucha
consuno. La ideología rnédica de Perdomo estaba arrai istas y sus detractores en las calles de Bogotá
la teoría de los humores, tal como la confìguraron los sa oo"r, analítica a la era de la "gran transformación"
hispánicos en un contexto colonial. En contraste, los li i.^Laúna. En la historia cle la medicina, nuesfa tarea
los partidarios de la medicina cientíhca proclamaban unâ à quienes se encontraban a ambos lados de esa
dad constituida pcr las ideas del racionalismo y los mos considerar no sólo a los médicos científìcos
versales y gobernada por un Estado secular. Menospreci aroÐ para establecer el sistema dominante de la
rol de la Iglesia en la sociedad y consideraban que la relaci én la región, sino también a quienes ya estaban pre-
úma entre ella y el Estado era enemiga del progreso. Læ rienes curaban y procul'aban curar apoyados en el es-
mas liberales alcanzaron la mayoría de sus metas y âico hispánico creado en el contexto colonial. Los
conservadores a condenar la inmoralidad del nuevo âôn demasiada frecuencia en uuestras exposiciones
I

Tanto los perdomistas como los médicos científicos tâ de la meclicina y dejamos así -una vez rnás- que el
ban que su enfoque de la medicina se basaba en ve definido por los conquistadores y las fuerzas de la
recidas por la investigación racional. Sergio Arboleda, tal
intelectual conservador más elocuente de la época, insi
que el racionalismo científico, un producto del trabajo
humano, tenía que estar sostenido por leyes morales. TnaouccróN rrn Honecro Pows
amaban la ciencia sin reconocer un código moral más t
do corrompían su fundamen[o divino y amenazaban el
social6?. "Algunas personas dicen que esto no puede ser;
contrario a las leyes de la naturaleza. ¡Ciencia! No hay:
más pequeño ni más miserable que la ciencia de nuest
como no sean, quizás, esos pequeños gusanos orgull<
se autodenominan hombres cultos'"68 Para los racio4¡i

6? Sergio A¡boleda, I'as ciencias, h's lcn'as y lac bella's artes m Colomltiql'!
lrii,l.*u, i936, págs. 53-55, 62-63; Martúr Alonso Pinzón, Hisiøíg;.
Eclitorial
smta.tismo, Bogotá, Ediciones Tercèr Mundo, 1979' pág' 190' . ,'l
68 Ricardo de la Parm, "Quién es el señorMiguel Perdomo Neira"' en Rivas, "Perdomo", en Obas de lvletlanlo Riuas. Partc
þrim$d, Bogotá,
Neira, op. cit., pág. 193' pá9.224.

ro2 ro3
*riio*oo r,a CruneD DE ros RnYrs:
y VTVIENDA EN LrivtA, rBgo-tgzo
David S. Parker
liàúinu¡utt. Uno de los problemas fue, desde luego,la
de fondos para los servicios básicos y la infraes-
Þero, década tras década, los funcionarios peruanos
.iontinuamente, en son de queja, que el mayor obs-
.Ëà ù" pueblo "ignorante" y "atrasado" que se negaba
nte a cambiar sus hábitos incultos e insalubres.
urbana, por 1o lanto, no sólo debía consistir en pa-
èalles e instalar desagües: también implicaba educar
"mejorar la raza" y cambiar el comportamiento
:nll
para las nuevas exigencias de una urbe moderna y

llrtículo examina las ambigüedades de ese proyecto ci-


r¡,.Por un lado, los funcionarios de salud pública que
[iþuna delanza de la modernización de Lima estaban
ente preocupados por las enfermedades epidémicas,
i-dad infantil y la salud de todos los peruanos, ricos y po-
iùquietud por la higiene y la salud los llevó a estudiar

L07
David S. Parker Higiene y aioiend'ø en Lima

las pésimas condiciones de vida cle los pobres, y sus rnización introdujeron una cuña en el
ttes ala mode
daciones dieron pie a una multitud de iniciativas n populares de Lima, reforzando el conflicto
las clases
desde proyectos de vivienda pública hasta la regulación ¿Eij el surgimiento de una alternativa obrera
impidiendo
condiciones laborales. Por otro lado, sin embargo, estos I
dos "higienistas" sufrían la inevilable coacción de las or
xias médicas e ideológicas de su época, Con demasiacla
cuencia atribuían las condiciones insalubres en que vivÍan del progreso
pobres a las características innatas de estos mismos pobres y,,f iã¡ia si¿o el centro del imperio español en América
podían concebir la reforma de unas sin reformar simultánÁì , pero la
independencia, al parecer, no le aportó más
mente las oü as. l,as políúcas surgidas de estos supuestos, au .idenciay declinación. Cuando los limeños de la déca-
fundadas en el altruismo y orientadas a promover el camb comparaban su ciudad con las bulliciosas Buenos
social, fueron típicamente autoritarias en la prácti.u, .on ftÉ $ntiago, el contrasle no podía ser menos halagador.
cuencia teñidas de racismo y casi siempre condenadas al iíåfeldentro de murallas defensivas ahora innecesarias,
Las respuestas populares al proyecto modernizador fue äiáa ¿" los Reyes" ya no era ni gran ciudad ni particu-
apenas cien mil habi
igualmente contradictorias. No resulta difícil encontrar ei liê.regiu. Con una población de
plos de resistencia popular conffa una "civilización" definida itn -"ttot de uno por ciento de crecimiento anual
otros e impuesta por la fuerza. Mediante su actllar cotidiaii îå12i, tlmu se mostraba alar4ayoría de los vi{eros como
los peruanos pobres resistieron los intentos de modifìcar ffiíta:reliquia de una época pasada, con sus calles pol-
costumbres y hábitos, y al hacerlo desbarataron los esfu ffi'atravesadas por fétidas cloacas abiertas y sus ruinosos
de los funcionarios de salud pública. Al rnismo tiempo,si de adobe como irónico contraste con los exquisitos
embargo, un número sorprendentemente grande de a de madera que habían sido el símbolo del esplendor
nos y trabajadores hicieron exactamente lo contrario: proni# ái¡e la ciudad2.
vieron de manera activa la ideología civilizadora y declica esfuerzos serios por sacar a Lima del "atraso" comenza-
sus energías no sólo a mejorar sus condiciones laborales y de diados de la década de 1860. Bl presidenteJosé Bal-
da, sino también a "mejorarse" a sí mismos y a sus pares. Los sii 1872) contrató al ingeniero norteamericano Henry
dicatos, por ejemplo, organizaban cursillos de higiene y hacfi þára que demoliera los muros coloniales y los reem-
campañas contra el alcoholismo. Los trabajadores que abraij þoi dos amplias alamedas al estilo de Champs Elysées.
bar-r el ideal civilizador no dejaban de criticar a los pod
io de la Exposición, construido por Meiggs en t872,
y adinerados; su idea del "progreso" difería de la que tení þ,con cualquier edifìcio público del conlinente por la
los hombres que los gobernaban y a rnenudo incorporaba ión de su belleza renacentista italiana y su moderna
:

mandas radicales de bienestar material e inclusión polítlE idad yanqui. Los ingenieros y arquitectos del Perú
Pero en última instancia, la cultura del autoperfeccionami
ìr-Ì

to y la reforma moral no podía menos que distanciar a los tt


bajadores organizados de otros muchos miles de peruan-t Bromley y José Barbagelata, IÌuohtci.ón url¡ana d¿ Lima, Lima, Lumen,
Þ,égs, r7g;
go.
que no querían abandonar sus rnodos de vida tradicionales pil!
pôr.ejempio, Manuel A. Fuentes, Estadßtica general d¿ Lirut,2a. ed., T. l,
convertirse en "civilizados", Así, clos respuestas marcadamèí.$ Lainé et.j. llavard, 18ô6, págs. 57-59.

roB ro9
David S. Parker Fligiene y aiaiend'a en Lima

elaboraron otros planes igualmente ambiciosos de reforrnalìì o otros integrantes de su generación, Piérola
na, impulsados no por la presión del crecimiento demogr6¡ij de una ciudad era la medida
>aque Ia arquitectura
no por el deseo de que Lima se pusiera a la par de las rra-y ligaba
explícitamente la renovación urbana al
"cultas" y "civilizadas" del mundos. Sin embargo, una
lici'onut, De tal modo, Lima era a sus ojos una ver-
tragedias desvaneció cualquier esperanza de que ese fu íiá..oProbio:
plendoroso fuera una pronta realidad. Hacia mediados dÀ
década de lB70 la economía guanera había entrado en como solidez, como higiene y, por supuesto,
notoria declinación, provocando la bancarrota de una mira a la comodidad y la belleza, son verdaderamen-
da pública que dependía de las rentas aduaneras. Peoi es, dando tristísima idea de nuestro adelanto, Na-
fue la desastrosa derrota a manos de Chile en la Guerra rico mismo, se afana aquí por hacer sólido, sano y
Pacífico. La ocupación chilena de 1879 a 1882 hundió a ãitecho bajo el cual han de morar él y los suyos;y si lo
en una crisis sin precedentes: los edificios públicos fueron rrflo €ltcofltraría los medios de lograrlo, presenlando
queados, la economía se derrumbó y muchas fortunas hiriente contraste el lujo del muebl4je con la vile-
þ
das se perdieron de la noche a la mañana. Las difìcultadei edificio en que se instala. Diríase que todos estamos co-
la ciudad no terminaron con la partida del invasor extra iâ¡aro, huéspedes precarios en la tierra en que hemos
la violencia civil continuó de manera espasmódica hasta l¿'. lô,v viviremos hasta ser reemplazados por los que nos su-
toria de Nicolás de Piérola, que asumió ta presidenciâ.!åì là', e". esto trascendencia grandísima en las costum-
it:1.:i.,¡ì.:.. i .^^^:^--I f^ ,,i¡^liJ^l
---t^L^- nacional, en
^- la vitalidady-- 4-^--- )^t
fuerza del país;
-^.^-
1895. Así, las últimas décadas del siglo xIX, que vieron u¡l,fr ;i¡.91carácter
iámá, con urgencia, remedio efr.ca2..."5
nomenal crecimiento y cambio en ciudades como Buenos À
res, Santiago y Río, fueron años perdidos para Lima, cuya p{
::

èn otros lugares de América Latina, la solución exigía


blación en 1900 igualaba a la de 1876 y cuya superficie apeni
superaba la de 1650n. ',,,,,i,; i¿ión de las casas antiguas de estilo español, hechas de
reemplazo por modernos palacios de ladrillos y
Después de 1895, una vez recuperada la economía y ':y.,,'su

radala estabilidad política, los líderes del Perú redescubrie i,þ,,,i,armado, de varios pisos y al estilo francés. También
la apertura de amplias avenidas y parques en Iu-
desempolr.aron esos anteriores proyectos de desarrollo u
Piérola tuvo un interés especialmente acúvo en la modernizaci ¡,l3ngostas calles del antiguo damero colonial. Exigía
tranvías, alumbrado público y tuberías de agua. Y
y el embellecimiento de Lima. Como presidente (1895-1
una acción inmediata y decisiva, dado que Lima había
promulgó varias leyes que facilitaban la expansión urbana
o muy rezagada respecto de sus pares y estaba desespe-
tras dejar el cargo hizo carrera como promotor inmobilia
ansiosa por "alcanzarlas". Con todo, en la primera
y construyó la elegante avenida céntrica conocida como
{el siglo xx la marcha del progreso urbano de la ciudad
.eStar nuevamente encarrilada. Comenzaron a aparecer
SJulio Llosa Málaga, "Estmctura económica, clases sociales y produc
quitectónica: Lima 1900-1930", Lima, tesis de bachilleç Facultad de Arqu
Urbanismo y Artes, Universidad Nacional de Ingeniería, f 979, pág. 9. d¿ "La Colm¿na", soci¿datl anónima de conslnøciott¿sl ahotms,l:l, 2-7-1900,
4Juan Gùnther Doering y Guillermo Lohmann Yillena, Lima, Madrid¡ ivg Nicolás de Piérola, Biblioteca Nacional, Sala cle Invesrigaciones,
Mapfre, 1992, pâg.227.

tlo llr
David S. Parker Higiene Y aioi¿nda en Lima

nuevas mansiones a io largo del Paseo Colón, al oeste iNo se ha dado cLrentâ la Dirección de Salubri-
cio de la Exposición y luego en La Colmena, cuyo prirnei: calles de la ciudad se hallan convertidas en
ic las
se inauguró en 1907. Los tranvías eléctricos corìe[Zâr6¡ lo¡¡ti.ot¡ ." ¿Ha pensado la mujer limeña que su
cular en 1904. Año tras año se inauguraban con bom ,i" ."r desfävorablemente juzgado por el extrznjero
tillos calles, estatuas, plazas, parques y edificios públicos por primera vez la ciudad, y que estupefacto, mira
menos publicidad, cañerías de agua, cloacas y nuevas ånte costut¡bl'e?"7
Las obras públicas, sin embargo, eran sólo una faceh
cle similar mentalidad, las au-
campaña más amplia para hacer de Lima una capiÞ1. liâiur y Lissón y otros
na, digna y "culta". Las anchas avenidas Lalvez embel [iân deber de educar a las masas en las costum-
"l
el paisaje urbano pero, como se lamentaban cada vez lláà civilizado, para lo cual contaban con la policía
críticos, no poclían civilizar a un pueblo. El escritor y ep.rimir, cuando fuera necesario, el hábito
de ori-
ta Pedro Dávalos y Lissón, por ejemplo, se maravillaba otros males sociales ðomo las palabrotas, los
reciente progreso material de la ciudad pero "àl"y
itLà cosrumbre de fumar y conversar en el tealro8.
Ios hábitos de su populacho. iliy viajado Dávalos fuera un poco más quisquilloso
tiÞùr distaba de ser excepcional. La campaña de
"De noche, cuando por [el "puente de piedra" sobre el áiión teníu entre sus principales elementos un es-
mac] cruzo y veo todo aquello iluminado por altísimos iitutrt. por emular a las ciudades más avanzadas y
de luz, y lleno de animación por el paso de los carros del mundo atlántico, de París a Londres y de Nueva
trico que majestuosamente suben y b{an por la vía, å''àôs Aires. En ese esfuerzo estaba implícita la nece-
estar en ciudad más populosa y de superior orclen a Ia zar los criterios europeos de civilización, atraer
ma. ... Recreo la vista en ... la naciente alarneda de h làeuropeos y remodelar, de acuerdo con parámetros
sauces los que dan al Tajamar aire de avenida .... y con , tanto las instituciones públicas como los hábitos
considero lo hermosa que esa explanada quedará, c
árboles, hechas las veredas de concreto y la macada a toda una sociedad -una ardua tarea
,,de civilizar
que hoy faltan, cuando un olor acre, fétido, intolera íi.*- talvez fuese especialmente quijotesca en la
orines podridos .,. me contrae los ner-vios. Volteo la cara
!þincipios del siglo xx. Para empezar, era clifícil ima-
claridad meridiana, a vista y paciencia de un policía y !énes iban a ser los presuntos encargados de la misión
meroso gentío que pasa el puente, veo a un hombre en
Þj¿' lomando en cuenta la debilidad del Estado pe-
cente postura, aumentando con líquida deyección las fragmentación general de la autoridad. El gobierno
una que a toda hora de día se acumulan en lo sucio dé. ',$ozaba desde mucho tiempo atrás de facultades re-
par{e. ¿Tiene la autoridad policial orden de fomentar i,obre una extensa gama de actividades, pero pade-
culta e incivil costumbre, que no se ve ni en los indios constante de fondos. El gobierno nacional, en

6 EI síglo xx m el Peni a traués d¿ "El Com¿rcio", Tomo I (1901J910),Lima¡


¡D.á¡alos y Lissór¡ Lintn. en j907, Lima, Lib. e Imp. Gil, 1908, págs. 5l-52
saEditora "El Comercio", 1991, págs. 53-58, BB-91; Bromley y Barbagelâtliì
págs. 93-l0l; Girnther y Lohmann, Limq op. cit., págs. 227-245. l
págs. B1-84.

Lr2 113
David S. Parker Hi,giene 1 uiaienda en Lrma

una situación un tanto más desahogada en el plano h Entre ellos había otras divisiones: los ar-
ndígenas".
tropezaba con dificultades para inmiscuirse en áreas de
rlificados y los obreros fabriles eran en su mayoría
cional incumbencia municipal. La asistencia a los pobres i y muchos se veían a sí mismos como miem-
1._Ëûât .ot,
guía en manos de la Iglesia y de la Sociedad de Benefìcsni de la sociedad, aun cuando la clase alta no
â€ìàft"r
Pública. La concentración del poder en esas instiluciones
dicionales hacía que el Estado fuera virtualmente im
fuparrieta esa opinión'2. La población indígena
,Ì],.á'ôontrurte, seguía arnpliamente concentrada en la
como vehículo para la reforma de las concluctas, Yla idea de, n" calificada, el servicio doméstico, la agricul-
óÈiu
la policía pudiese actuar como una îuerza encargada d¿,
furrut armadas, Difamada, tratad.a con condescen-
primir los malos modales era ridícula, como lo comprendí iÌñár g"tt"rulmen[e ignorada por otros trabajadores,
mismo Dávalos, dados el escaso profesionalismo de la j
hpapel de peso en el naciente movimiento obrero.
ción y la pobre eclucación de sus miembros. .ta
åii lâs d¿ca¿as de 1940 y 1950 la inmigración masiva de
Los limeños tampoco eran excesivamente realistas en susii com enzar ía a m odifi c ar es ta si tu ación.
¡'âr.;,,ì¡.¿ c api tat
peranzas de civilizar la ciudad mediante la inmigración de
iiiâmbién tenía una importante población de inmi-
peos racialmente "superiores". En un momento en que las
ãlíúticos, víctimas de un odio mucho más intenso y
tunidades para los inrnigrantes abundaban en la Argenti po.r étnicos de la
Urugua¡ Brasil, los Estados Unidos, Canadá y otros países,, þ."1 ""1""_?g? _los -otros_grupos
rre 1849 y I874 habían llegado alrededor de cien
distante Perúr tenía comparati\¡amente pocos atractivos. El-! chinos contratados, sobre todo, para trabajar en
gor, la cantidad de italianos, franceses, españoles, inglês'êi de azúcar y algodón de la costa peruana. Mu-
alemanes residentes en Lima había llegado a su pico ent se trasladaron a Lima al finalizar sus contratos, y
décadas de 1860 y i870, para declinar de mauera signi ,l¿cada de 1870 se había formado un barrio chino de
de allí en adelante, sin duda debido a las crisis de los úrlti e tamaño en las calles que rodeaban el Mercado
veinticinco años del siglo xtxe. Pese a que los peruanos h l;{na segunda ola de inmigrantes chinos yjaponeses,
ron el mismo esfuerzo que otras naciones sudamericanàs' þmil en total, comenzó allegar alrededor del cambio
arraer trabajaclores europeos, fue poco lo que consiguiero-fi
i|l1lJos asiáticos que establecieron su hogar en Lima,
Al contrario, el censo cle 1908 informaba que la mayoría de
se trabajadora de Lima estaba compuesta de blancos,

,Mirristerio cle Fonrento, Dirección de Salud Púrblica, Cuzso tle la pro-


'(:9;,(26rle junio de 1908), T. 1, Lima, Imp. de "La Opinión Nacional",

:9-045;910-927. Las defìniciones de raza renían poco o nada cle ,,cien-


I Giovanni Bonfiglio, "Los Italianos en Lima", en Aldo Panfichi y Felipe,PÍ ien reflejaban rrn conjunto corftrso cle autoidentificación, apariencia
carrero, conrpilaclores, tr'lttn¿os interiores: I-hna 1850-1950, Li'ra, Universidád
socioecorrónrica, vínculos sociales y patrones culturales.
Pacífico, 1995, págs. 44-45; Bromley y Barbagelata, op. cit., págs. 90-92' 99.':,.;
Sahboln, "Los obreros textiles de Lirna: redes sociales y organiza-
l0 Carlos Contreras, Sol¡t¿ los orígunes tLe Ia exþlosiótt tlemog áfita en eL Pt:ít:
en Panfrchi y Porrocar.rero, op, cir., véase págs. l8B-I93.
l940,l,ima, h.rstituto de Estuclios Pentauos, Documento cle Tiabajo N" 6-1; ai9q0-1930",
págs. 1Í117; Mario clel Río, I'a inrnigruu;ióny w tlesarrollo cn ¿l Petti, Lirna, Sanr Roclrísuez Pastor, ,F/fos tlel celc..ste imþnio m el Perti (1850-1900),
l'Ûmn de Apoyo Agrario, 1989, pág. 221.
1929; Perúr, N4inisterio cle Fomento, fuIemlnia lnesentadaþu'dDircdor ¿e

(ìn'Ios Latt'al.t¿tre i Crmea, i.907-1908,T. 2, Lima, La Opinión Nacional, 1908;


.!-þ.hnt.t, "Asian Imm igran ts in Per-ú", N ax h/ Smtt h : C analfuøz.fournal
CXLI-CLI Snulie.s, 4:7 , l9?9, pág. 61.

LL4 tr5
David S. Parker Iligiene y aiaienda en Lima

5.487 según los datos del censo de 190815 (aunque segu peritos médicos de mentalidad reformista ata-
]ãtor
te eran más), se adueñaron de un nicho importante en ¿ondiciones insalubres en que vivía la mayoría de la
queño comercio y algunas ocupaciones de servicios, ps À.ümeña. La salud y la higiene públicas representa-
guieron siendo objeto de una extraordinaria animadverii ,pod"roro argumento racional en favor de la reforma
La mayoría de los per-uanos los veían como una raza d ,, y mr.hor
de los_avances urbanísticos de Ia época de
e inferior, los enemigos intrínsecos de la "civilización" de I i ka sehabían justificado en nombre cle la lucha contra
Como veremos, el racismo conffa los asiáticos revelaba el l:¿,:àmarílIa, el tifus y otras enfermedades contagiosas.
oculto y oscuro del sueño del progreso. de fines del siglo xIX sostenían
; muchos pensadores
era clave para el progreso nacional y que tanto el
Los médicos, las epidemias y el descubrimiento perú como su derrota militar ante Chile podían atri
de los pobres fii..incipalmente a su poca higiene y a los elevados índices
ad. En palabras de Germìnal, un semanario radical:
En algunos aspectos, la esperanza de la elite
ra del Perú -que su capital y su población pudieran re
a nuestra falta de higiene, ¿no eslamos acaso palpando
::::1.

a imagen de Europa- era absurda. A f,rn de cuentas, Lirná


decadencia física? ... En nuestro desarrollo orgánico hay
un climinuto enclave blanco en una vasta nación andina. No ión, que ya nos parece una novedad encontrar una
tante, el empeño por desarrolla¡ emular a loò "países cul un ltombre de estatura regular y bien confor-
-eqbelta,
"mejorar" la raza y "civ7tiz.ar" al pueblo dominaba el pê pequeños, enconados, enclenques, ya desbordando
.,, Ya
mierrto oficial e impulsó durante varias generaciones las eslamos convirtiéndonos, a prisa, en vercladeras carica-
ticas pírblicas. Mientras los mismos europeos empezaban,a 'c.e,ltomo saþiens..... Las conquistas de la civilización no
silusionarse de los frutos de la modernidad y los argeni ri'nnnca ploducto de organismos nutr-idos por sangre
cuestionaban los beneficios de la inmigración, las elites pe ra y rniserable. Nuestra enfermiza debilidad: he ahí don-
nas seguían aferradas a la idea de importar la "civilizacióí ide el mal que nos aqueja. Ella trae consigo la falta de
lamentaban cada retroceso en el camino hacia el progreso.t ç la mediocr"idad de las inteligencias, las cobardes tran-
te imperativo civilizador subyacía a la acción gu con la maldad, la inconsistencia en nuestros amores
todos los campos, desde la regulación fabril hasta la frfuestros odios, la pereza incurable, que nos ha hecho de-
ción de censos, y cumplía un papel especialmente im |fu en todas las luchas por la vida.""
en cuestiones de salud pública y vivienda.
Las figuras clave en el intento de hacer de Lima una capi ôtslante, a pesar de estos argumentos, los higienistas
e.n general una batalla perdida a lo largo del siglo.
más saludable y progresisLa fueron los llamados "higienistas'l;,
dicos especializados en epidemiología y salud pública. Mien una carencia crónica de los recursos y la autoridad ne-
en parte debiclo a la crisis económica de la época y
libraban una clenodada guerra contra las enfermedades
porque la salud pública caía en esa zona ambigua en-
ùiisclicciones nacional y municipal. En 1903, sin em-
l5 Perúr, Censo ¿Le I 908, pâg. 95. La población total de la provincia de
1908 era de 140.884 personas.
16 Peter Blanchard, op. cit., véar.rse págs. 6G67. ación por la higiene", Gømina[ l:1, 1-l-1899, pág. 2.

rr6 tr7
David S. Parker Iligiene y oiaiendø en Lima

bargo, un estallido de peste bubónica y la exigencia r y cada rata encontrada muertare. Durante un tiempo
de darle una respuesta decisiva mejoraron de manera si ,,-, en los diarios las direcciones de las casas infecta-
cativa su posición. Ninguna epidemia anterior había suscì ''i, l'ø:r¡nut personas se quejaron de que sometían a los in-
el pár-rico que despertó la peste bubónica: ésta era una
con enfermedades sospechosas a la indignidad de un
medad nueva y exótica en el Perú, el azote de la Europa ffi
glo xtv, un mal transmitido por las ratas que en muchos
iá''¡¿ai.o que se hacía a veces hasta en la calle, a la vis-
Lo más controvertido, sin embargo, era Ia
: los vecinoszr'.
terminaba en una dolorosa, atrozy horrible muerte. Si bien
chos peruanos (entre ellos unos cuantos médicos) se ne
åítia oUtigutoria de que los médicos y familiares denun-
los casos de infección y que los
iù.a,lur autoridades todos
inicialmente a dar crédito al diagnóstico oficial de la fueran trasladados alafuerza a "lazaretos" (hospitales
es
otros fueron ganados por el frenesí del pánico y.om.nzaì
ilârettt.ttu¡ en las afueras de la ciudacl". Con el tiempo, los
a despedir a sus empleados domésticos, denunciar a los
iiãiarios cle la salud pública decidieron hacer más selecti-
nos antihigiénicos e impregnar diariamente sus paredes y
i intewenciones y comenzaron a inspeccionar las casas só
sos con desinfectanters. Frente a un clamor generalizado qi había un diagnóstico positivo de enfermedad infeccio-
exigía pasar a la acción, los funcionarios de Ia salud púbiii un propietario o residente solicitaba la desinfección o
por fìn podían implementar medidas por las que habían los vecinos presentaban una denuncia. Pero seguían ins-
gado infructuosamente durante décadas. la Municipalid¿¡ ionando las viviendas parliculares cuando lo creían nece-
de Lima estableció un nuevo Instiruto de Higiene y el g.obié
i#èntraban incluso en los claustros de los monasterios de
no nacional creó la Dirección de Salubridad Pública. Jun ,èn'busca de ratas y otros peligros para la salud pública".
ambos organismos llevaron adelante un ambicioso prog intrusión del poder gubernamental en la esfera priva-
cle inspecciones, desinfecciones y cuarentenas sin precede íntima representó una extraordinaria ruptura con ia
en la historia peruana.
iA¡èi¿" patriarcal de Lima y no dejó de suscitar oposición.
f)urante el clímax de la peste, la llamada "policía sanitariàÍ,] inSpectores estaban autorizados a llamar a la policía a fin
iba de puerta en puerta inspeccionando las condiciones de urarse de que los residentes les permitieran entrar en
lubridad de cada casa, ordenando que se eliminara la casas23. En un caso, hasta un miembro del concejo municipal
rociando desinfectante y trasladando los objetos domésticoS,
Desinfectorio Municipal, para que los esterilizaran o destru
Levantaban las tablas de los pisos para buscar y matar ratas, ordì Marcos Cueto, "La ciudad y las ratas: la peste bubónica en Lima y en la costa
naban que las cue\,as de los roedores se rellenaran con íânâ.a comienzos clel siglo veinte", Hìsttnica, XV:1, julio de 1991, págs. 5-10.Juan
"Informe que eleva a la Presidencia de laJunta Directiva de la campaña
y elaboraban estadísticas exhaustivas sobre la ubicación de
lá þeste bubónica en la Provincia de Lima", Bol¿tín tlel Ministøio de Fotnenlo,
iþn tle Salubrùlad Públit:u lrle aquí en adelante citado como BMF/DSPI 2:2,
',1906, págs. 20-56; Agnoli, op. cit., págs. xrt-xxxvt, t--t.vl.
El Cotnenio, Lima, 4-41904 (m); 15-4-1904 (m.), pág. 3; 13-4-1904 (v.),

lSJuan B..i\gnoli, "Ins¡rección de higiene: memoria del Inspector", en


ria tle la lvluniciþalidatl de Lin¿a 1904,Lima, Lib. e Imp. Gil, 1905, págs. v-vtt. 1f,;LMarcos Cueto, op. cit., págs. i4-16.
el clima de pánico, véase.lîl Comercio, Lima, 2l-5-1903 (m.), páS. 2;2c-5-1903 B. Cisnelos, Provincia. tle l.,imo: monogt'øJîo del Deþartamento tle Lima,
',Ìi.?2rrCarlos
pâg.2;2+1904 (m.), pág. 2. [De lunes a sábado, El C,omerciosalía con una edición Lit. Tip. Carlos Fabbri, 19f1, pág. 190.
tutina (m.) y otra vespertina (v.). Los domingos había una sola ediciónl. ..,..J (m.), pág.
':flConmtio,Lima, 15-5-1903 1,

rrB rr9
David S. Parker Higicru y aiaienda en Lima

del Callao se negó a cooperar cuando un funcionario in*iì el momento culminante de la epidemia, en abril
en inspeccionar no sólo su sala de estar, sino también l¿g
fu
itr¿l .lu-ot alcanzó un tono tal que el exasperado al-
bitaciones interioresra. La forma más común de resistenci¿,
iima sintió la necesidad de recordar a la gente que
embargo, era la negativa a denunciar casos de infecció¡, ¿
ipalidad era incaPaz de controlar el interior de todas
de evitar la reubicación forzada del paciente o sus far¡il1 å d" lut viviendas. "siguiendo en el camino en que
en el lazareto. Los pacientes internados solían dar un dorni
llegarâ día en que se me pregunte Por que no man-
falso para salvaguardar la libertad de sus seres queridos,
iâadrilla que lave, bañe yjabone a los vecinos que no
ricos y los miembros de la clase media hacían que sus mf en Lima", se quejó'E'
emitieran certificados de defunción sin información sobre suele pasar en toda crisis, la peste bubónica sacó a
causa de muerte o con información falsa (y a veces los
ñ,.mejor y lo peor de Ia gente. Por un lado, los temores
naban con ese fin). Algunos pacientes más pobres huían ffi fuo entre las clases media y alta alimentaron un deseo
de la llegada de las autoriclades y en un caso los residentes de segregar a los pobres. Los diarios analizaron serta-
taron una barricada en la calle y arrojaron piedras para alejai
tá,,posibilidad del traslado forzado del barrio chino a
su barrio a los empleados de la salud pública'5. Durante, a'al otro lado del río Rímac, y algunos funclonarros
tiempo, los funcionarios mr.rnicipales se vieron obligados a parecían preocuparse por la erradicación de los tu-
una recompensa por cada denuncia de peste26. iólo cuando estaban incómodamente cerca de las casas
En última instancia, sin embargo, los inspectores de
igerrte respetable"2!). Por otro lado, la campaña puerta a
se beneficiaron con el pánico que rodeaba la enferm funtra la peste también brindó a los médicos reformis-
Con recompensa o sin ella, muchos ciudadanos afectados' oportunidad sostenida de investigar las verdade-
el miedo se mostraban más que dispuestos a denunciar los iciones de vida de los pobres. La experiencia marcó
cos de infección" locales. Tanto la municipalidad corno nte a una generación de jóvenes estudiantes de
diarios se acostumbraron a recibir informes de los vecinos ifu; muchos de los cuales trabajaban como voluntarios
bre basurales o criaderos clandestinos de cuyes, a medida,q licía sanitaria y así vieron por primera vez de cerca la
cada nuevo estallido reavivaba la fobia de las clases media y. La Dirección de Salubridad Pública se convirtió en
ta hacia los microbios, el polvo y los malos olores. Con todo ,i¡¡ismo permanente e influyente del Estado, cada vez
fèrvor de conversos recientes, la "gente decente" llamabá to a la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la mortalidad
Estado a educar a las masas en la nueva religión de la higi b:la sífilis, el alcoholismo y muchos otros problemas
mientras los críticos atacaban con ferocidad a todo aquel,q y sociales. La epidemiología y la higiene se trans-
seguía arrojando al techo o a los patios traseros la basura,
r9n,en el vehículo medianle el cual los reformadores

24 DlCotnercio, Lima, 13-5-1903 (v.), pág. l.


S¡rero, "Refl exiones h igiénicas", El Cornercio, Lima, 45-1903 (m.).
25 Marcos Cueto, op. cit., págs. 10-14. Por el caso cle un supuesto soboind
ra ÍÌrlsificar la causa cle muerte, véase Archivo Histórico del Consejo Provir'ic el Alcalde de Lima", El Comercio, Lima, 2-4-1904 (m.), pág. 3.
Lima [de aquí en adelante citado como AHCPL], Ramo Higiene 1909-f919, la campaña para dernoler el "Callejón cle Petate¡os", un pasaje esue-
pediente N'890-297-l-1911, 1"-9-1911. Sobre la constlucciórì cle bamicaclasy inas, casas de jr.rego y tiendas baratas, que desembocaba en la propia
lanzamiento de piedlas, véase å'l Slglo xx en..., op. cit., v. l, pâg. 70. de Lima. Vatìedatles,Lima, 4:2, f +&1908, págs. 65-68; 4:3 21-&1908,
26Jtran B. Agnoli, Insþección de higiene..., op. cit., págs. r'llt-x. 7,,.9. !0;.Prisna, Lima, 2: I ?, 1-7- I 106, pâg. 27 .

r 20 t2r
David S. Parker Higiene y aiaienda en Lima

comenzaron a investigar la "cuestión social" y propo sin embargo, la visión reformista de los
¡a¡no tiempo,
luciones que soslayaban a Ia lglesia, a la Sociedad de ',i.-"rucoÁstreñida y distorsionada por las ortodoxias
cencia y a la tradición de la caridad privada. "^-
enveellas las ideas raciales que dominaban el pen-
Es imposible señalar demasiado la signifìcación his Tanto en el como
ã.-lu.oto.tttidad cientíhca' .Perú
de este descubrimiento ofìcial de los pobres. Por prims¡i durante aquella época de darwinis-
los problemas sociales urbanos se convertían en el foco ,i" Ort Occidente nadie.cuestionaba t^ t"9"::11
dei
läû ¿. eugenismo, i"^-
estudio científìco sistemático por parte de un gobiern6 :'€¡i* raza-y enfermedadsr. Aunque no existía prueba
vez más intervencionista. Los mandatos de la salud púbtùì ''' lrrrla proveniencia de la peste bubónìca, tanto los
impusieron cadavez más por encima del poder privado, ¿!i descontado que la epi-
¿omo lot demás tomaron por
ño casi absoluto, de propietarios y patrones. En el proceso, en el Extremo Oriente y que el in-
habíaoriginado
genuino impulso reformista pudo arraigarse con fìrmeza ei el vehículo principal de su propagación'
{è,,urtUt ro era
aparato del Estado para propiciar una agenda que iría
un' periodista:
más allá de la higiene y la sanidad, hasta incluir cuestionei
mo los accidentes laborales, la vivienda pública, el puír"t delarazaamarilla, adonde la civilización no ha
Ërlo5
dominical y lajornada laboral de ocho horas. Tal como lo sale para esparcirse por el mundo "11 q:"
ùà¿" ä penetrar,
presó el higienista Carlos Enrique Paz Soldán: . ,, liiarna. ¿.uustadora plaga que
al género humano ha afligido
traen para el resto del mundo' con
iäìge. tl.t¿" la Chinal
"Concebida la asistencia como una obra de solidariclad
nal, y no constituyente ya el socorro al desvalido acto
ñru"tl"ttte cruzamiento con razas degeneradas que Ia
úÈraciO" supone' laamenaza conslante del
esparcimiento
de limosna sino el cumplimiento de un deber impuerto po., por todas partes."3?
ià,peste
sociedad y los conceptos filantrópicos actuales, su ejercici6
una democracia, debe inspirarse principalmente en altos
il.or.*p.t,os en salud pública tenían dudas de que la ele-
les de fraternidad patriótica y de justicia social. Es por las
nortalidad de los pueblos asiáticos e indígenas eraalavez
mas sociales, arnpliamente concebidas y realizadas, como sè
fución y una prueba de su debilidad racial intrínseca. Esta
r-esuelto en los países qlre rnarchan ala cabeza de la civiiizac
lïíâad am¡ién los convertía en un peligro para los demás,
el punto esencial de la asistencia púrblica: la lucha contrz la
ùelas enfermedades epidémicas que contraían con tanta
seria y el pauperismo."so
podían contagiarse a la población en generals3'
La reforma social, en otras palabras, era indispensable ¡ interesante advertir que aunque la mayor parte de los
istas aceptaban el racismo "científico" de su época, no por
ra el progreso y para la civilización; según Paz Soldán y
otros funcionarios de salud pública, las luchas contra las e
demias, contra la pobreza y contra el atraso del país eran i
$ncy L"ys Stepan, "'l'he Hout' of Eugmics": Rat:e, Gentlzr, antl Nation in Latin
parables, eran una lucha sola.
ä;rltt nco, Co.rell U'iversity P'ess, 1991; Eduardo A. Zinrmermann, "R'lrcial
Social Refo¡m: Argentina, 1890-f 916", Hislrunic Americt¿n llistmical Rnian
!!Ìrero de 1992, págs. 2&46.
30 Carlos Enrique Paz Soldán, La asistencia social en el Peni: tesis þarø eI peste brrbónica", El Comøxio, Lima, l0 - 5 - 1903' pág' 3'
rado,Lima,Imp. del Cenrro Eclirorial, 1914, pág. 38. Genninal, Lirna, 1:1, 1-f-1899, pág.3.

I qq r23
David S. Parker Higiene y ú'aiencla en Li'ma

ello eran menos reformistas ni rnenos conscientes de la condiciones en que se encontraban los
Le enLre las
sidad de mejorar las condiciones de vida de la mayorÍa. ü
äãif"t."r"s razas y las características intrínsecas de
lo contrario: de hecho, en el Perú como en el resto de ]îo1n" resultado, los estereotipos más crudos asu-
Laúna, el eugenismo hacía pocas distinciones entre la he 't' de on ocim ien t1 c,re n tílc,:
aparie ncia I lT:ÏÏ:-
biológica y los efectos del medio ambiente. Como lo ha sen ^c
'.ïnli,ruy.r"n el fundamenro de las políticas públicas.
do Nancy Stepan, los eugenistas latinoamericanos esuban, ejemplo, aparecían incluso en los informes
åJär, plt
nos influenciados por Darlvin que porJean-Baptiste sucios, ignorantes de la higie-
el naturalista francés que defendió la idea de que las c¿
ä;;; inherentemente Los in-
congénitos al opio y desviados sexuales36'
rísticas adquiridas en el curso de la vida de un organismo al
Lrihiliénicos, indolentes, resentidos y propensos
den transmitirse a las siguientes generaciones. Como res liI;t;ou'. Se aclucía que ambas Íazas erary las víctimas
do de ello, los expertos peruanos creían que la estirpe otras
ll;t¿" lu tuberculosis, la peste, la sífilis y muchas
de su país podía mejorarse no sólo por medio cle la y la mayoría rle los funcionarios sani[arios no
iã'àud.t,
biológica con razas "superiores", sino también con la moi de t3s ractor,e¡
,,i-;ilrrl.tu'.""cebir Ia desagregación lli-
de los niveles de vida, la defensa de la salud pública y tu fucñi que hacían que lo fue-
äì,iäfr".uf.t y socioeconómicos
agresiva contra las fuerzas "degenerativas" del alcoholismo los indios eran
y e: 1ìåùp"rro, enrenclían que 1a mayoríade
vicio. En contrasre con un darwinismo social noreu."p.o úùi asignaban especial importancia a este
,t,0.- Pocas veces
a menudo consideraba contraproducente cualquier interven. otra más de una serie de
är.å poú..ra era simplemente
ción estatal en beneficio de las razas "inferiores", en América
iirii.ut que, junto con la ignorancia, contribuían a su
tina la ideología eugénica sirvió la causa de la reforma y dio lmortaliãad. Aun los contados escritores que rechaza-
yo científico al imperativo civilizadors. En el perú, los médi iáeas racistas argumentaban que el nivel cultural,
más
utilizaban explícitamente las ideas eugénicas para.justificar nivel económico, era el predictor decisivo de la suscep-
batalla contra la tuberculosis, las campañas contra el alcohû a las enfermedades epidémicas38' A fin de cuentas,
lismo, las demandas en favor de una legislación fabril, los pror n,inr..rro de determinar causas y efectos podía escaPar
yectos habitacionales para los trabajadotes y mucho másrr..:,,,.,¡ì iircularidad neolamarckiana: las razas enfermizas y de-
Sin embargo, debido a la tendencia neolamarckiana a ha. eran más susceptibles a contraer enfermedades, pe-
cer pocas distinciones entre la herencia y el medio ambienièl mismas enfermedades debilitaban a sus víctimas y su
los expertos en salud pública del Perír también clistinguíanr jñ&ncia, degenerando así la razase, Se aducía, por ejemplo,

.Çarlos Cisneros, op. cit., págs' 26&265. Véase también


Enrique León García'
34 Nancy L. Stepan, op. cit., cap. 3; Roberr A. Nye, G.r:zre, Marln¿ss uwL politirsi¡i
w en Litna: esLudio tlenngáftco, Linla, tesis cle cloctor¿do, Facultad de Medicina'
Motl¿rnfrance: Tlu fuIediuil conceþt of NationalDecliru,pnnceton, p'inceton university':
;.6äi.lu.l Muyot cle San Marcos, 1909, sobre toclo págs' 61, 63'
Press, 1984.
Carlos Enri-
35 Urros ejemplos de muchos:.|. A¡rtonio Escarena, La htl.¡erculasis lraio su,,íi.: ÈJÀgumentos pareciclos persistían hasra la clécacla <le los 1950.
,þ S"otaa,,, Liir. y sus stìbtnl¡ios, Lima, Instituto cle Meclici'a Social' 195?'
þectonúdico-social,Lima, tesis de bachillerato, Facultad cle Meclicina. Universidad
Mayor cle San Marcos, 1914; Germán Flores, Higime en Ia mujø-encitzta, Lima, tesisìdê
bachillerato, Facultad cle Medicina, Universidad Mayor de San Marcos, I il¡t .t S. Olaechea, "Estaclo actual cle los conocimientos relativos a la tuber-
Carlos Errrique Paz Soldán, La m¿dicina. social: etua¡o tle sistcntatizadôn, Lima, Im; Íþi, BMI;/DSP 4:G7, 30-6-1908, págs. 129-131.

J;Antonio Escarena, op. cit', pág. l0; AI¡el Olaechea, op


prenta SS.CC., 1916. cit, págs' 13+135'

L24 125
David S. Parker fligizne y uiaienda en Lima

que los indios tenían predisposición racial al alcoholismo; ales de la salud señalaban la luz insufìciente, la
al mismo tiempo se suponía que el alcoholismo era la razóh îà¡tittación, el polvo, la humedad, Ia suciedad y el ha-
la que los indios se habían convertido en una raza ñiá,.o.o factores esenciales que facilitaban la transmi-
Un estudiante de medicina que preparaba un programa ds $ádto de Koch (tuberculoso)a'. También se afirmaba
giene para las escuelas primarias tuvo que pregunlarse si i:*viendas pobres contribuían cle varias otras maneras
hablar o no del supuesto carácter genético y hereditario del ¿ de la enfermedad, ya que fomentaban el alcoho-
holismo: por un lado, quiso que los niños supieran las te iùmoralidad y una actitud fatalista, todo lo cual debi-
consecuencias de la bebida, pero, por el otro, no quiso privair ièsistencia cle los trabajadoresas.
esperanzas a los hijos de los alcohólicos'o. En síntesis, los äã¡ujo del barniz de objetividad médica, los higienistas
tos en salud pública de Lima estaban atrapados en un paradi ii"ìt..rd"tte de mauera inmoderada en los espeluz-
explicativo que tenía la gran virtud de transformar el raci de la mugre y la degradación en los tugurios lime-
científico en una justificación racional de la reforma soei an vívidamente, con una mezcla de repugnancia
pero al mismo tiempo culpaba a las víctimas por su condici "iï¿¡6n,las vistas y los oloresa''. En muy pocas ocasiones,
o, más precisamente, consideraba inseparables a Ia víctirnâ había en estos retratos dantescos alguna distinción
la condición, como si fueran una y la misma cosa. üa entre edifìcios miserables e inquilinos miserables.
ilos'informes oficiales y las revelaciones periodísticas
Reforma habitacional y conflicto social a los propietarios codiciosos o negligentes que se
La cues[ión cle la vivienda proporciona una buena manè
de ver las contradicciones de un proyecto reformista que e
a la vez progre sista y racista, genuinamente interesado en a, op. cit., sobre todo págs. 100, 114-124; AHCPL, Ramo Fligiene
bienestar de los pobres pero no dispuesto a enfrentar la cuèii 3, InFolme clel Inspector cle Higiene y Vacuna al Alcalde de Lirna, 31-12-

tión de la pobreza misma. l,a intervención gubernamental


iiqùe Lcón García, "Alojamientos para la clase obrera en el Perú",
materia de vivienda había comenzaclo como una medida 3l-f-1906, págs. 57-58. Carlos Enrique Paz Soldán, La m¿dicina so-
21.1,
emergencia durante la campaña antibubónica de 19041 de.sistema.tización),Lima, hnp. SS.CC., I9I6, caps. 9-l0. Véase también
cuando miles de casas fueron desinfectadas y se extermi "La tuberculosis en el discurso libertario argentino", en Marcos
Sal;tul, culltnrt, 1 socierkul ¿'n Amé;ica I-,alina; nuã)as l)ersl)e¿tiaa"s histñuts,
varios cientos de miles de ratasar. Con el tiempo, sin embá
i,:Organización Pananericana de la Salucl, 1996; y David S. Barnes, T'ln Ma-
la principal justificación racional de la reforma habitacio iàl Disease: Tì¿l¡trct¿losis in Nineteenth-Centurl lraru:e, Berkele¡ University
más que la peste, llegó a ser la tuberculosis, que era endémic' ia Pless, 1995.
en Lima. Apoyados en los escritos de las autoridades Á,ntonio Poltella, La higiene en lzas casas de uecindad; net:esitlu,tl tle cons-
higiéniuts þara obraos,Lirna, tesis de bachillerato, Facultad de Medicina,
ùIayor cle San lvfarcos, 1903, pá¡¡s. l5-19; Santiago Basurco y Leonidas
,l'Higiene de la habitación: informe emiticlo por la cornisión nombrada
40 Carlos A. Carnpos, "Iufornacioues sobr.e la higiene escolar en Lima", para estudiar las condiciones saniLrrias cle las casas de vecir-rdad
de la Uniua.sirlnd, Ma¡or dc San Marcos de Lima, T-omo xxx: aíío escokr de 1902, l:liBMf/DïP3t4,30+1501, sobrc toclo págs. 108-112. Dos artículos perio.
lmp. Liberal, 1903, pág. 98. este tipo están reprodncicios en Z'lSigloxx, op. cit., t. l, págs.6&66. So-

4l.fr.ran B. Agnoli, "Informe que eieva...", op. cit., págs. 49-56; "Desi lgnnadores franceses y su l)rcocup¿ìción por los olores de los pobres,
Nlunicipal de Lima: resumen de las desinfecciones practicadas dumnte el !4,Corbin, Th¿ ltot¿t untl tlu' I ,tgtnnt: Otlour ¿ntl th¿ I,)ench Social Imagina-
semestre de 1904", I|À4F/DSPl:1 31-7-1905, s.p.
Macmillan,/Picador; I9U-1, cap. I

tz6 r27
David S. Parker Higiene y uiaienda en Lima

negaban a invertir en el mantenimiento de sus propiedái mbre invelerada en los sujetos del bajo pueblo,
prin-
lo que dominaba era el supuesto de que la causa pri nte entre los de la razaindia, vivir en espantosa Pro-
todos los animales domésticos, los que con sus
de que las viviendas fueran mugrientas y malsanas era q con
í^nes ensucian el pavimento y el rnobiliario y contribuyen,
habitaban personas mugrientas y malsanas:
,-o"qu"ñu parte, a la insalubridad de la habitación. Los pe-
"/toi, aves de c1L1al' e:c', son
"Todas las enfermedades evitables, endémicas o no, h co.l,ino:, :o,*f,,1o"tot
îy.":' de la írltima clase social"'"4'
gr^andes estr^agos en los callejones y solares, porque allí ables de los individuos
tran ambiente propicio para su pululación, suietos debili
hábitos insa-
por el alcoholismo, por la miseria, por la permanencia eii |ì...' ,'r.u planteaban la posibilidad de que
animales en la casa o cos[umbres in-
medio infecto; individuos en plena decadencia física y él ãàln" fu crianzade
menor decadencia rnoral, sugestionados por estúpidos ;iìo*o la de dormir varias personas en una misma cama
Y
cios, la más crasa ignorancia y la más completa desidia."nt i,tà r"r una respuesta a una necesidad económicans'
cascl el prejuicio contra los chinos era el más no
ål
"tr "rr" al Callejón OLaiza,
El hacinamiento se presentaba en los mismos térmi ìilfu cl.s.ri¡ía el semanatio Variedades
Los expertos en salud pública describían constantemen¡g. i,lìâ ¿" inquilinato en el corazón del barrio chino de Lima:
viviendas de la clase baja como un riesgo tanto para la sal ::i
a:)

como para la moralidad, y mencionaban la "promiscuidad't ã¡.,unu abigarrada vecindad estable de cerca de 500 chinos
la que padres, madres, h{jos y hasta personas ajenas a la {Ë'nor y abyectos, y otra flotante no menor en número, con
compartían un solo cuarto y a veces una sola carna. Pero turbias y asfìxiantes furnerías de opio, posadas clandestinas,
la misma frecuencia, los informes daban pábulo a la ideá lâuchos abominables, casas de juego -cuanto en consorcio
que la moral relajada de los pobres los predisponía a vivii tË'd"n p.od.,cir la degradación y la suciedad- el callejón
ese modo o, al menos, hacía que olvidaran que estaban viola
era una afrenta de Lima y una escuela de inmoralidades

todos los principios de la vida "civilizada"a6. Como de èor:rupción para los bajos fondos sociales."'o
bre, ideas de raza dominaban la ecuación: por definición;
razas "incivilizadas" no comprendían la limpieza y la higie
demógrafos daban respaldo científico a la caricatura,
blecer (con un rigor estadístico sólo igualado por su fal-
de moclo que el hecho de que cantidades desproporcion
de indios y asiáticos vivieran -y murieran- en las peores y imaginación) que los miembros delaraza amarilla vivían
:ttLl iva proximidad y demasiados por habitación5o. La
:,¡::s insalubres viviendas de Lima confirmaba, no su opresió4,
iuestión a contestar era si esta tendencia comprobada
no su atraso. Según señalaba un informe: .,1

45 León García, Las razas en Lin4 op. cit., pá9. 35, Para argumentos
dos, véase: Mali¿ulo Pagador Blondet, "Contribución al estr¡dio de la fiebre Basurco y Avendaño, "Higiene e n la habitación...", op. cit. pág. 110
er.r Lima", BI4F/DSII2' trimestre de 1917, pág. 82; Luis A. Chaves VelandQ; ,Õueto, "I-o ciudad y las ratas", pág. 9; Perir, Censo de 1908, pâg' 778'
ne de fu habitación, Arequipa, Tip. Medina, 1909, págs. 3-4.
flEl callejón de Otaiza", Vatiedades, Lirna, 5:63, l5-5-1909.
46 Memoria que presenta al Supremo Gobierno Juan E. Ríos, i, Censo tle 1908, pig. l?7 (nota); León García, Las razus m Limr4 op. cit.,
Departamento de Lima, 19041906, Lima, Imp. La Inctustria, 1906, pág. 38.
Paz Soldán, Medicina social, op. cit., cap. 9.

re8 r29
David S. Parker . Higiene y aiaiend,a en Lima

al hacinamiento era una causa o un producto de la supu iòn los planes para civilizar a los trab4jadores al conver-
degeneración moral de los asiáticos5l. de sus,casas, los funcionarios promulgaron
- iropieørios
Un lector moderno Lal vez considere desespe få.¿e medi¿as [endientes a enseñar hábitos sanitarios,
confusas las ideas de los higienistas de principios del Ias amenazas a la salud pública y elevar el "nivel cul-
y suponga, por lo tanto, que eran incapaces de forrnuiji -utrt.
iur Actualizaron el contenido y aumentaron el
programa coherente para enfrentar el problema de la Vi í.d. lur clases de higiene en las escuelas primarias. Los
cla insalubre. De hecho, la verdad era todo lo conlrario, fueron el blanco de una andanada de folletos educa-
política habitacional solamente lenía que cumplir dos obi los síntomas, la prevención y el tratamiento de en-
diferentes al mismo tiempo: por un lado, proporcionar a como la peste, la tuberculosis y la sífìlis. Médicos
bres unos edificios limpios, espaciosos y bien ventilados qu| iàiantes de medicina dictaban cursillos sobre limpieza
ran un obstáculo a la incubación cle microbios; por el otro;Ë y los males del alcohol. Alrecledor de 191?, el gobier-
carlos en materia de limpieza, higiene, ahorros y sobriedad:l íiruna Escuela de Educación Doméstica, con la misión
'l,3J'itar
ojos de los higienistas, estas metas rìo sólo eran armoniosæ;ì a las niñas pobres el arte y la ciencia de la econo-
recíprocamente indispensables: Ias viviendas baratas que no lóméstica, cocina, limpieza, costura e higiene. "La ex-
tribtryeran alavez a un objetivo civilizador eran una pé inàiu d.m.reslra -escribió el presidente Guillermo Bi-
tiempo. I-a solución elegida, de acuerdo con prececlentes i urst (1912-1914)- que la enseñanza cloméstica, cuando
ses y franceses, consistió en intentar convertir a los trabaj .iliá,en las clases sociales, es la mejor defensa contra la [u-
en propietarios de sus casas unifamiliares, para lo cual se los losis y el alcoholismo, que son las grandes plagas que
taba a invertir sus ahorros en el pago de una hipoteca en ,14 especie humana."sn En 1916, la educación antialco-
en un alquileP'. Los reformadores consideraban obvios los se hizo materia obligatoria en la enseñanza media y se-
ficios de convertir a los trab{adores en dueños de sus casas: é la, y un año después el gobierno decretó la prohibición
no sólo vivirían en viviendas higiénicas y dejarían de estar a venta de alcohol los sábados y domingosss. La prostitu-
ced de los propietarios, sino que también adquiriríar-r el mbién fue objeto de una atención más rigurosa de los
de ahorrar (en vez de gastar sus jornales en bebida) ¡ a1,,ì ios sanitarios. Además, Ia preocupación de los médi-
poseedores de su propio techo, conoceríall las alegrías y istas por mejorar la salud pública (para defender
sabilidacles de la vida domésticao3. El modelo del trabal la raza peruana) daba aún más autoridad y legitimidad
pietario también tenía otras ventajas. Para empezar, los esfuerzos por reglamentar las condiciones laborales y
sarios particulares podían construir casas y otorgar créditos ía a una serie de reformas que culminaron en la ley
escaso costo para el gobierno, que sólo debía aportar los l:1, sobre accidentes de trabajo y leyes de 1918 sobre des-

'dóminical y limitación del trab4jo infantil y femenino56.


nos para edificar y actuar de garante de los préstamos. la

nno Billinghrrrst, EI hesirl¿nte Billinghurst a la nacimt: lrimera þarte, San-


5l Cisneros, Prouincia de Lima, op. cit. pág. 263. , Lima Imprenta Diener, 1915, pág. 56. AI hablar de "ìas clases sociales",
que Billinghurst quiso decir las clases sociales bajas tr obreras.
52 Véase Ann-Louise Shapiro, Hou.sing tlu Poor oJ'Paris, 1850-1902, Madisoni
Unir'. of Wisconsin Press, 1985, págs. 90-95. ,.':Ð. let ¡. Lavorería, Pronhtaúo de legßlnción sanitatia d¿I Puú, lomo I (1870-
53 Peru, Senaclo, Ditnio tl¿ los tl¿bat¿s, Congyso Orulinaño de 1917,pâgs' þa¡ La Equiøtiva, 1928, págs. 243,341,2g4.

306, 325; Cisneros, Prouincia de I'ima..., op. cit., págs. 197-200' þ!dem, T. l, págs. 20&214,496441,44+446.

r30 r3r
David S. Parker Lima
Hi,giene Y uiaienda en

Si bien cacla una de estas mcdidas tuvo su propia hi es taban absolu tamen te fuera clel
esoeciftcaciones
éxito de los reforrnaclores no se puede explicar sin t tu1:: t. pobres60' Más importan te que
tor'u"t¿u¿"
cuenta el poder del impulso civilizadoç del deseo cle,iìi I erala cliferencia esencial entre el pago de
ver Ia salucl pública y fomentar el progreso nacional poffi .'u--l .o-ptomiso de una hipoteca' En la mayoría
de la adopción de legislación "avar1zada", siguiendo si,.,;
*ãe inquilinato en Lirna, el alquiler solía pagarse
plo de los "países cullos"u?. f !{ít¡'no,p", mes, y el proceso de cobro era bastante in-
Durante esos años se redactó también gran cantidad
yes para regular la construcción y renovación de vivie
íîlì¡t,i:t era una respuesta necesaria a la situación de
alquile¡ con la intención de liberar a Ia ciudad de sus
ñt..¡ ."t" de los pobresestables,
de la ciudad, que carecían de
pero de todos modos
li un.tr"t e ingresos
tugurios e impedir la instalación de nuevos. Una sucesì
iàttan pata arañat un poco de dinero aquí y allâ
cada
medidas sancionadas en l91l prohibía, entre otras se tornaban terri-
làlfu"ritu¡un. Si las circunstancias tan
construcción de grandes casas de alquiler sin Ia aprobac arayaal propietario, mudan-
la
i,á'¡o podiu.t mantener
via de sus planos eclilicios, ordenaba una inspección sanihrì; oo erael fin del mundo, y en la mayoría de los ca-
tes de cada cambio cle inquilinos y vedaba el uso de barro e en el pago del alquiler, el desalojo era la excepción
construcción de viviendas de alquilerus. El comportami !Èlí¿,,rot planes para convertir a los trab{adores en Pro-
los inquilinos también se regulaba cadavez rnás detall ii;Iâ,contraste, exigían que los potenciales dueños de las
te: una ordenanza, por ejemplo, prohibía la crianza de ani rmafan contratos, exhibieran cartas de referencia, stts-
domésticos dentro de las vivieudas, y otra irnpedía el teid iþlirur de seguro de vida e hicieran pagos cada mes, sin
de ropa en los balcones que daban a la calleoe. .,'rlä
ôi.límites impuestos a la cantidad de personas que Po-
Estas medidas, destinadas a mejorar la salud pública;ì upar cada casa impedían que sus titulares hicieran eco-
cir los índices de mortalidad e incorpoÍar a Lima al m tiendo sus viviendas. Estos y otros inconvenientes
"moderno", fracasaron prácticamente en todo. Para com el problema fundamental, a saber, que las empresas
los contados proyec[os de vivienda obrera que supe particulares no consideraban las viviendas obreras
etapa de planificación hicieron poco por mejorar -y ni inversión segura y los planes gubernamentales te-
de resolver- el problema de las viviendas insalubres. Grañ cultades para encontrar fuentes de financiamiento62.
te cle la dificultad puede atribuirse al esfuerzo por usar la ì

lítica habitacional para "civilizar" a las masas. Pese al i Alexander Rosenthal, "Los problemas urbanos de Lima y su futuro"
de los expertos de determinar cuánto podía pagar un t , CiutlatLy Canþo 1 Cantinos diciembre cle i927, pág. 15; Maliagrazia
dor por el alquiler, las casas construidas de acuerdo Bello y Manuel Ruiz Blanco, "Las casas de obteros de la Sociedad de Bene
Príblica de Lima, obra cle Rafael Marquina", Lirna, tesis de bachillerato,
i,.dê,';Arquitectura, Urbanismo y Artes, Universidad Nacional de Ingenie-
,,i$s.tr.
57 Davict S. Parke ¡ "Penrvian Politics and the EighrHour Day: Retl icgimal N" 319: teglammluión, bases, y cuatlrcs dernoshativos d¿ ht constntcción
1919 Genenl Strike" , Canadia.n .fournul of Hktory/Annalu crtnatlian¡¿es rL
"enþleatlos y obreros del Callto, Callao, Tip. Mundial, 1924, sobre todo págs.
dicienrbre de 1995, pétgs.422426. :Municiþa170:476, 12-2-i910, pâg. 3729. Cisnelos, op. cit., pá9. 199.
58 Daniel Lavorería, op. cit., T. l, págs. 243-254. Senado, Diario de los tleltates, Congreso Otzlinatio de 1917, pâgs. 334-335;
59 AHCPL, Ramo Higierre 1909-1913, para ver la grzrn cauticlad de "e er Rosenthal, Estutlio sobre la. crisß de la habitao;ón en Lima, Lima,
de multas", Daniel Lavorería, op. cit., T. 1, pâg.2a8. , 1922, pág.54.

L32 r33
David S. Parker Higiene y uiaienda en Ltma

En última instancia, en vez de convertirse en una fórmula en sus tratos con la gente "inferior"' Durante Ia epi-
gica para albergar, educar y civilizar a los pobres, las e pesre de 1904'
por ejemplo, la policía sanitaria vir-
"casas obreras" que llegaron a ser construidas terminaro¡¡ rcinvadió el Callejón Otaiza, derribó los tabiques que
manos de artesanos acomodados, empleados públicos o ì^nlut aproximadamente cien habitaciones del edifi-
culares, u otras personas que ya , ontaban con un ingreso cien, ordenó que el uúmero de inquilinos se limi-
a un vigilante nocturno para que
table y con cierto nivel de respetabilidad social63. lçsci.ntot y contrató
El ideal de una política habitacional que moralizar¿ ¡ael ingreso. La mayoría de los inquilinos llo mlraron
obrero mientras solucionaba el problema de la escasez ds iliàttor ojos esta nueva disciplina, impuesta aparente-
viendas salubres.jamás se hizo realidad. ,{l contrario, la sl iátt rn beneficio. El vigilante fue el blanco de una
ción empeoró. Los funcionarios de higiene encontraron ¡11 hostilidad, murió menos de un año después y no fue
cantidad siempre creciente de asentamientos superpob En 1908, los residentes clel callejón se negaron
dos, en muy malas condiciones y un estado sanitario aliil ,iã.a cola¡orar con los censistas, que sólo pudieron cum-
peor. Constructores y propietarios hacían poco caso a la mul tarea gracias a que Ia policía rodeó el edifìcio, en una
titud de códigos y reglamentos, y los funcionarios munici ii'iìrr" incursión nocturnaô5. La desconfìanza hacia las au-
solían ser o incapaces o indispuestos para hacer cumplir la lei;l i'à"r..u endémica en Lima y no se limitaba en modo al-
Una y otra vez, los inspectores denunciarían las condicionè$ ãùs chinos: los funcionarios del censo informaban que
insalubres en este o aquel edificicl, harían recomendacionêil ios se negaban a revelar cuánto pagaban, ya que te-
radicales de demolición o remodelación, y luego esperarí þ tu información provocara el aumento de los alquile-
años para que se tomaran medidas. Cuando se enfrentaba a û;fáS uútt, los inquilinos pobres se sentían amenazados hasta

,r.guiiuu de los propietarios a obedecer, el ayuntumiento. lqs propietarios procuraban mejorar sus alojamientos,
adoptaba el partido del menor esfuerzo, dejando que loí:ii |þþi.turio, por e.jemplo, acudió
a las autoridades sanita-
ii:t,ii. .. :____^ I :-^.-:t:-^^ l^:^-1^
propietarios sólo hicieran arreglos menores a edifìcios qu'é:r quejarse de que sus inquilinos se
^^ negaban
-^^^l^^- ^ dejarlo
a
þâia
debían ser demolidos, autorizando desinfecciones superficiai cocinas en sus apartamerìtos, por lo cual solicitaba la
les en vez de mejoras estructurales e imponiendo multas de la ciudad para desalojarlos temporariamente hasta
sabían que nadie jamás pagaría64. !ir, las obras6?. En general, los higienistas atribuían ese
Los pobres también opusieron resistencia a los esfue ,ortamiento a la ignorancia e indolencia de los pobres y
por reformar su comportamiento, pese al hecho de que ld! ¡àn,por alto los legítimos temores de
la gente al incre-
funcionarios de salud pública podían ser extraordinariamente.,-l i-de los alquileres, a verse obligada a cumplir nuevas y one-
irlprmas o a ser desalojada. A menudo, la resistencia de los
hacía el juego a los dueños inescrupulosos que se ne-
63 Perú, Senaclo, Diario de los de!¡ates, Congreso Ordtnario de 1917, págs.30.íj
âimantener sus propiedades, pero la oposición popular a
32Tg24. Lo mismo sucedió en Francia. Véase Shapiro, Housing the Pon'of Palí.ii¡
op. cit., págs. 99-104.
"Infonne que eleva", op. cit., pág.
64 Para unos de múchos cjemplos: Agnoli,
!èi(t, C,enso de 1908, o¡r. cit., pág. 177 (nota).
BolethzMuniciþa|70:477, B-l-1910, págs. 3690-3691; Variedatles,IY2 (14-3-1
pág. 2; AHCPL, Ramo Higiene 1909-1913, "Informe sobre la casa llamada fÞia.'n, pág. i6e.
Pescante"', 31-B-1911; AHCPL, Ramo Higiene i909-f 913,Julio Pflücker d! $Cef-, Ramo Higiene 1909-19t3, carta de Pascual Castagnola, 29 de oc-
Fuente, N' 770 carpeta 257 serie l, 1911. i:de,rl928.

r34 135
David S. Parker Higi.ene y aiuienda en Lima

la erradicación de los tugurios era, de todos modos, corn tenían que la educación
del trabajador era la clave
ble. Ningún reglamento o campaña educativa podía i r su emancipación del clericalismo y la supersti-
que la mayoría de los limeños pobres durmieran amon ilización-escribía Los Parias en 1905- no es sólo ade-
en una cama, criaran animales en sus habitaciones, tendi es, además, ilus tración, verdad,
material; civilización,
ropa en la calle u orinaran en público, en la medida s¡ cívilizacíón es pa.triotismo,.
abnegación, virtud ; civiliza-
las alternati\¡as eran costosas e imprácticas o no traían a
I
i¡,irc¡t.ru de espíritus y sentimientos"6s. Aun en déca-
la
jado ningún beneficio visible. Si tenemos en cuenta Ia g20, los gre mios afìliados al APRA y hasta sindicatos co-
existente entre los reformadores y las masas a las que aspir repitiendo la misma retórica. Casi todas las
ilá,r"g.ríatt
reforma¡ si tenemos en cuenta los supuestos eugénicos de iones laborales, fueran anarquistas, sindicalistas o
expertos sanitarios y la indiferencia ofìcial hacia cuesti oras, se unieron a la lucha contra el alcohol, el juego
básicas de la pobreza, cualquier otra respuesta de las clases Í¡icios; cuanto más radical era la organizacion, más rui
pulares debería sorprendernos aún más. liàn t.tr críticas al gobierno por no fomentar con mayor
idadla moralización del Pueblo.
Los trabajadores y el impulso civilizador i*ìat.rlu
de vivienda, las sociedades de socorros mutuos
oìr.ru.r vigorosas defensoras del modelo del trabajador-
No obstante, un sector importante de la clase ob.era deïij
ietario y concordaban entusiastamente con la idea de
ma respondió de manera muy diferente, y lejos de recharai,,ìi
:jàÞotfti.u habitacional debía contribuir al perfecciona-
discurso de la salud, la higiene y el progreso que promovieron,
los reformadores elitistas, adhirió a é1. En rigor de ver.dad, moral del obrero. Algunas de esas sociedades imple-
sorprendente en el caso peruano es el hecho de que los åù¡i" planes propios de financiamiento y construcción
sitores al impulso civilizador aparezcan con tan þoca ft"ecueníi.ãi iendas. Al demandar una intervención ofìcial más am-
èi lu cottst.ucción de viviendas para los trabajadores, al-
en la documentación histórica. Su resistencia, como hemos .

visto, se revela en las quejas de los higienistas, pero contadas, ãi.artesanos llegaron al extremo de hacer eco de las ideas
iÀarcas como Piérola o Dávalos y Lissón, sosteniendo que el
veces escuchamos la voz del propio pueblo. Al contrario, aií
del Perú como nación se debilitaba a causa de la falta de
en la llamada prensa "obrera" dominan por completo los
decente para todos. La Verdad, órgano de la Confede-
fensores del af.ln civilizador. Casi sin excepción, los sindicatoi
de Artesanos Unión Universal, escribía en 1917:
y las sociedades de socorros mutuos se esforzaron por
la "cultura" y el "perfeccionamiento moral" de sus miembffi
aproxima ya la fecha de nuestro centenario y sería una ig-
Fundaban bibliotecas, propiciaban las actividades teatralei¡,f
poéticas entre los trab4jadores, invitaban a los estudiantes uliir ,$ominia para el país que se ofreciera a la contemplación de
extranjeros que nos visitarán por entonces {omo vivienda
versitarios a dictar cursillos a sus miembros y denunciaban é,.f.j l

læ clases trabajadoras del Perú- infectas pocilgas, algunas de


sus periódicos los males del alcoholismo y el vicio. Y si bien es-,
cuales ni aun podían destinarse a seres ínfimos de la escala
ta ideología de autoperfeccionamiento era característica
los trabajadores políticamente moderados que dominaban
principales sociedades obreras en Lima antes de 1919, no s¡
l.'Ecos", Ios P¿dng Lirna, 2:16, agosto de 1905. Annque podría ser rtu error
limitaba a ellos. Los anarquistas eran civilizadores aún más Los Patias un "periódico anarquista", algunos miembros de la redac-
así se identificaban.

r36 r37
David S. Parker Higiene y aiaienda en Limø

zoológica, si se tratara de su salud y desarrollo en


e instruidos de Lima se apropiaban del discurso
no[nales. Es una vergtienza... Es algo que rebaja nuestro
ì....
l:''.., o, civtlización y respetabilidad de los reformadores,
j¡. de pueblo civilizado."6o como ciudadanos peruanos, de-
rl
rrnar sus derechos
l,, I
rnuchos integrantes conservadores de las elites es-
ì:: :
:t:ìi l Esto no significa decir, sin embargo, que los artesa a concederles'
iá,dispuestos
i:, ..
otros trabajadores organizados buscaran el "progreso', y Ii
ii, ,.1
*alismo de esa pretensión es innegable, pero tenía su
rl:'l vilización" exactamente en los mismos términos que las eli
ìi:l A pesar del consenso sobre principios generales, los con
itnu ro.iedad profundamente estratificada y de castas
no dejaban de ser a menudo intensos. En 1917, por ejern
Iti^u a principios del siglo xx, tal vez fuera impo-
: los artesanos y
obreros organizados reclamaran con
el gobierno propuso donar a una empresa constructora una'l en ella sin distanciarse ine-
lugar que les correspondía
tensión de terrenos públicos en Ia Avenida Grau, con el obi¡.fi la mayoría iletrada. Cuando criticaban el al-
,.ãte de
de que se levanraran viviendas para los trab4jadores. Du.aniË juegos de azar,las riñas de gallos y otras diversiones
debate sobre el proyecto, un senador se opuso a esa operáC cuando creaban bibliotecas y tea-
ies de los pobres,
ya que aducía que la avenida, por ser la continuación del
iì:.los trabajadores, cuando publicaban periódicos y
Colón, "tiene un poruenir brillante (...) en donde deben ubi
asambleas públicas, decían en sustancia a las elites
se edificios públicos de mayor importancia". Como al un pie de
ían consideración como seres humanos en
proponía constn-lir las casas en Ia otra ribera del Rírnac, entré adherir al autoperfeccionamiento y la tem-
;,Pero al
barrio b4jo centenario y un anliguo basuralTo. Exasperada, la, medios de una vida mejor, los trabajadores orga-
dad atacó al senador en un artículo que rezumaba sarcasmo:
ñð,podían sino aceptar el abismo que los separaba de
ì

de peruanos pobres que bebían, apostaban y no com-


att:L:,i.i.

"Es de llamar Ia atención la poca estima que parece sentii


ìf,t. ius mismos ideales. Pruebas de este abismo pueden
senador] por los pobres hombres a quienes no debe su
ejemplo, en la reiterada exaltación del término olrrero
a la altura social en que él actúla, cuando quiere que se les
i1,.¡ì¡?, imiento laboral organizado, para distinguir al trab{a-
:i;jlJ: Iegue a algún suburbio u otra zona apartada del perímetlo
del þe6n, hracero o junal,erds. Tämbién se encontra-
bano, conro se hace con los zíngaros y otros seres vagabundt
t:!iì:,:l
ndia de ello en el apoyo que los trab{adores organizados
cLlyo contacto es nocivo para los demás hombres."?'
t:ljì)t:ìi:
:iij:.i!ti
l
los planes habitacionales tendientes a transformar a
rïli, 'òs en respetables propietarios de sus viviendas. Por
iliìiili, Es evidente que lo que estaba en juego aquí no era sólo
ìi.il:r':ìJr
ji.el sueño del techo propio era sincero y poderoso. Pero
tema de ubicación, sino una cueslión mucho más fi
liÌ4.
¡:lliit3.
si los trabajadores debían ser tratados o no como miem
::ì¡trtü.
plenos e iguales de la sociedad. En esencia, los trabaj
,,por ejemplo, el circular impreso por el secretario de la Asamblea
Unidas, 1'de marzo de 1906, en el Archivo de la Federación de
"Estrella del Perú", Corlespondencia Recibida, carpeta N" 5,
lþ7, Pontificia Universidad Católica del Peír, Departamento de Cien-
69 "E1 techo obrero", LaVenlatl, Lima, 2:94, 20-10-1917. Centro de Documentación.
70 Peír, Senaclo, Diario de lns ¿lebate.s, Congteso Ordinario de 1917,pâgs' La Venlrul, Lima, 2:67, l+1917, pág. 527; El Oln ero'fextil, l:70,
,
7l "Casas para obreros", Lu Verrtad, Lima, 2:84, 1f-B-1917.

138 r39
David S. Parker Higiene y aiaienda en Lima

por el otro lado, como ya hemos visto, los proyectos de vi. das" y "focos de inmundicia", y a sus habitantes
incubadores de todos los males
para obreros eran inadecuados para las necesidades Oeij îmicrobios amarillos
la vitalidad de los pueblos"T?'
daderamente pobres. Al luchar en favor del modelo ¿sl .,.ul.r qu. destruyen
jador-propietario, los obreros organizados clausurab¿n, ü.,ut.otttugio no era la única causa del racismo con-
opciones -por ejemplo, la construcción subsidiada de en Lima. Los trabajadores temían justificada-
unidades de alquiler- que en otras circunstancias pocìii lãr..:tot lnmlgrantes inundaran el mercado laboral y
berse considerado. , rt los salarios a la baja. Los artesanos, en particular,
La ideología de la higiene, Ia limpieza y la salud oiìì desde mucho tiempo atrás del perjuicio que les
con su corriente subterránea de racismo "científico",-s! los bienes de menor costo de sus competidores chi-
ba ver con frecuencia en los escritos y discursos de los,áì liàÀ"es's. Los consumidores denunciaban una multi-
nos y trabqjadores organizados de Lima. Los perióclicos i¡á-s'untos abusos de los tenderos asiáticos. Pero, una y
ros no eran menos cliligentes que sus pares de clase :,iéttor urg,r-entos económicos se confunrlían con Lrn
alta en la denuncia de los conventillos indecorosos eiì fuehacía hincapié en los supuestos ach19yes, la s-u-
bres que amenazaban la salud de los residentes de la ci bajeza moral y la degeneración racial de los asiáti-
Por un lado, la prensa obrera -con muchísima más fr ión "chino inmtmdo" se repetía tan a menudo que
-
ì:,$i que los medios elitistas- denunciaba a los dueños de tao-ra no Parecra compùeta sin la otra?0. El racismo se ha
ficios, se quejaba de los elevados alquileres y respaldab,i rdo a lo largo de la historia en un lenguaje de limpieza
ì.tþl
intereses del inquilino, hasta el extremo de fomenhr h iedad o "pureza y peligro", según la célebre dicoto-
,1,ìiì.ti
de arrendatarios en I9I4y 191974. Por el otro, empero, Douglasso, pero de todos modos vale la pena se-
blicaciones obreras no eran completamente inmunes al,t ita qué punto las campañas de los expertos en salud
legitimaron y dieron forma al odio de raza de la clase
ì:i;i¡1
fnso pensamiento causal que achacabaala ignoranciaS¡
escasa higiene de sus inquilinos la existencia de vivie r. Los comerciantes asiáticos, se sostenía, podían vender
salubresTs. Y al igual que sucedía en las clases media y alta; to:que los artesanos nativos debido a su predisposi-
j
artesanos y trab4jadores organizados eran más propensos:â iâl a vivir y trabajar en unas condiciones de insalubri-
r.ì
habrían ofendido la dignidad del más humilde de los
ìì:
r,
l'rr.
r'lll
l par a la víctima por la vivienda insalubre cuanclo esa víctima:
l.t;| .
l:::::
':
: asiática. "Bien sabiclo teníamos -escribía Lø Vnrlad- que i'Modestos heladeros y fresqueros nacionales -afirma-
ta ':
ì: ì.,:j bitaciones de los chinos eran verdaderas gazapetas inm TþxtiÞ están siendo reemplazados por los asquerosos
:1.,:
iiìr l
destartaladas, en donde sólo se encuentra miseria y pod
lesquiera sean las condiciones económicas de los ocu
que generalmente son muchos para cada una de ellas"?u. EII!
itrinigración", La Vet datL, Lima, 2:94, 20-1 0- I I 17, pâg. 7 43.
mo periódico describía las viviendas de los asiáticos como.'l
Ruiz Zevallos, "La multitud y el melcaclo de trabajo: moderniza-
icto en Lima de 1890 a 1920", Li¡¡ra, tesis de maestr'ía, Departarnento
.Pontificia Universidacl Católiczr del Perú, 1993, véase pág. 134.
74 "Yida obrera", El Connrcio, Lima, 1-8-1919 (m.), pág. 7. ':La multitucl y el mercado de trabajo", op. cit. pág. 106.
75 Véase , por ejemplo, "Querer es po<ler", La Verulad, Lima, 3:121, Dorrglas, Purily arul Danger: an Anallsis of Conceþts of Pollutiut. antl Täno,
76 "Pobre Lima", I.a Vertlad, Lima, 2:64, 2+3-7917, pág. 505. ;,Praeger, 1966.

r40 r41
David S. Parker Higiene y aiaienda en Lima

raspadilleros japoneses de tez cadavérica y ojos r idad, sino de


infección. Al caminar por las calles en medio
uñas negras y colmenar de moscas"sr. Además, los asiátic nube de polvo maloliente, cubiertos con la misma sucie-
puestamente obstaculizaban los esfuerzos de los honestos: esÍaban encargados de elimina¡ los peones chinos sim-
bajadores nativos por moralizarse, porque eran dueños d¿.' ban eI contagio,
la enfermedad y la muerte.
cantinas y casas de apuestas que abusaban de la debilidad alcalde de Lima en 1909 y 1910, Guillermo Bilting-
mana82. La ideología del progreso y la civilización apunhl advertía sin duda la existencia de una conexión entre la
todas y cada una de las críticas al trabajador asiático y ia dela higiene y la violencia obrera contra los asiáti-
más peso a los argumentos contrarios a su inmigración. Ã de 1909, una manifestación política del Partido
Por otra parte, algunos de los actos de hostilidad sufri ^uyo
¡o, dirigido por artesanos, degeneró en el peor disturbio
por los asiáticos a manos de los peruanos pobres son ine iático visto en Lima hasta la fecha. Ai grito de "mueran
dibles si buscamos su explicación sólo en la competencia e iljl iirot", una turba enfurecicla arrasó los escaparates de las
mercado laboral. Por ejemplo, ¿por qué en 1909 y 1910]a, y alleres de propiedad de los asiáticos, saqueó y des-
te apedreó a los barrenderos chinos, a menudo con tal las mercaderías y trató de incendiar por lo menos un esta-
lencia que éstos se veían forzados a alejarse de sus barri ilni"ttto. Los asiáticos que por desgracia se encontraban en
Es evidente que la causa no fue Ia competencia por unos iê fueron alacados y varios de ellos resultaron seriamente
serables puestos de trabajo como limpiadores de callessa, aunque no se informó de ninguna muerte86. ¿Cuál fue la
ce, en cambio, que quienes arrojaban las piedras lo hacían de Billinghurst al disturbio? Dos días después decretó
la creencia de que los barrenderos, en vez de conlribuir ición del Callejón Otaiza,la casa de inquilinato en el ba-
higiene urbana, empeoraban las cosas. Muchos expertos en bhino que los funcionarios de salud habían denunciado des-
lud pública habían criticado desde tiempo atrás los métodos hâce mucho tiempo como un foco de contagio8T. Indiferente
lizados en Lima para la recolección de residuos, ya que i ìrotestas del propietario del edificio (un Sr. DeBernar-
que el barrido con escobas secas, al diseminar en el aire partícu. 'i:,Billinghurst envió un equipo de rrabajadores para demo-
las llenas de microbios, contribuía a difundir Ia tifoidea y la tu cosa que ésros hicieron en cuestión de horas. Varied,ad.es
culosisss. Si bien para el historiador la atribución de motivos eS ibió la escena con satisfacción indisimulada:
I

juego especuladvo, no es irrazonable creer, especialmente en'


momento en el que el resurgimiento de la peste bubónica ado el callejón como por asalto, comenzó un verdadero
llevado el temor al contagio a niveles de pánico, que aun los de macacos, que hormigueaban, salían como conejos
bres identificaraî a los barrenderos callejeros como agentes¡ tados, se marchaban medrosamente en filas de uno, pe-
ß,.rÞdos a la pared, ganando las esquinas velozmente, como una
I,ìl::4iãdriguera de ratones ante una inundación, mientras las
8l "El peligro amarillo", El Ol¡re¡o 'fextil, Lima, 1:2, &12-1919, pág. 4. inchas inverosímiles, los tabiques podridos, las viejas paredes
82 Oscar F, Atíts, Las razas cl¿itza e intlia en eI Pau Callao,Imp. de "El
1906, págs.22-23.
83 Boletín Municipal, t0:482, 2&&1910. ,r8,..,q
R ir, "La rnultitud y el rnercado de trabajo", op. cit., págs. 105-110.
84 Arrús, Ilazas chi.na e india, op. cit. pág. 15. Boletín Ã(uniciþa\,9:439,29-5-f 909, pâg. 3432; Humberro Rodríguez P., "La
85 Germinal, Lima, I :4, 21-1-1899, pâg' 27 ; "De higiene", I'o. A'ónica: Mt :del Capón, el Callejón Otaizzy el barrio chino", en Panfìchi y Por-tocarrero,
27:524,Lima,31-1G1910, pág.2a9. Cisneros, Ptwincia d¿ Linn, op. cit., págs. 291 intnkn¿l o¡r, cit., págs. 420-426.

142 143
David S. Parker Higiene y aiuienda en Lima

comenzaban a caer,.., La obra seguía entre tanto y eørio y, si se hubiese completado, no habría he-
después el Sr. Billinghurst, nuevo Colón en Otaiza, pu¿. Dor los verdaderamente pobres. Su
ataque agresivo
éste gritar ¡tierra! al divisar a través del ya perforaclo åor r" debía al deseo de eliminar presuntds focos de
la esquina de la calle opuesta a la en que se hallaba.,{11i, :En definitiva, en la retórica o la conducta de Billing-
de fue antes el inmundo callejón, va a abrirse una calle li sus ideas difirieran en al-
bay nada que indique que
y decente que merecería llevar el nombre del Alcalde.,'!s significativo de las sostenidas por los higienistas,
ir,lùor eugénico a la degeneración racial y su negativa
Según varios informes, los trabajadores que ptesen í'àr.la cuestión de la pobreza en sí. No obstante, Billing-
la demolición compartían el enlusiasmo del reportero y sin duda un hombre del pueblo, con una auténtica
ron vivas a Billinghurstse. Nadie se preocupó por los obrera'
l:eapofo en la clase
rados que, como irónica recompensa por haber sido vii explicarse esta paradoja? Por lo pronto, no po-
imo puede
zados por los amotinados, quedaron en la calle en un hecho de que los trab{adores' como todos los
soslayar el
48 horas y sin ningún lugar adonde ir"o. ruanos, estaban profundamente divididos por el racis-
La denrolición del Callejón Otaizahabla a las claras dÈ r a los asiáticos como chivos expiatorios era una
doble naturaleza del reformismo urbano en el Perú. De là¡ uoo, pero comprensible ante la inestabilidad de los
los políticos limeños de principios del siglo xx, pocos la intensa competencia y -acaso lo m¡ás importante- el
ron más consagrados que Billinghurst a la causa de los ii.omnipr.sente a la enfermedad en un ambiente urbano
jadores. Como presidente, entre 1912 y I9I4, impulsó deô nte insalubre. En segundo lugar, los trabajadores
damente un programa de viviendas para obreros, contr y organizados que fueron la punta delanza de los
precio de los productos de primera necesid¿rd y concediìi movimientos sindicales de Lima y dominaban la
jornada laboral de ocho horas a los estibadores. fuí, alguû iâ,,obr.tu eran, en ciertos aspectos, víctimas de sus pro-
historiaclores lo consideran un "precursor populista" y un o-ii |é-strategias discursivas. Como ya hemos visto, estos traba-
migo de la elite tradicional, lo cual es, en muchos as adherían a la ideología de la higiene y la civilización
efectivamente ciertoet. Pero un examen más detenido pla i-btn modo de afirmar su pretensión de respetabilidad y,
un interrogante: ¿qué distinguía el reformismo de Billinghù lãnto, su ambición radical de ser tratados como ciuda-
arraigado en consideraciones de salud pública, higiene y con derechos. De igual importancia es el hecho de que,
joramiento de la clase obrera, del afán civilizador de fl ildeco alaaftrmación de los higienistas de que el "pro-
aristocráticas como Dávalos y Lissón? Su programa habi dèl Perú como nación dependía de elevar el nivel cul-
nal, por ejemplo, seguía explícitamente el modelo del , moral y matmal del trabajador, planteaban un vigoroso
!!.!{ncente argumento en favor de salarios más altos, me-
1þoras de trabajo, mejores condiciones laborales, viviendas

88 "E[ Callejón de Otaiza", VatierLad¿s, Lima,5:63, 15 cle mayo cle 190Q.


ãileòuadas y muchas otras genuinas conquistas económi-
89 Ruiz, "La multitud y el rnelcado de trabajo", op. cit., pág. Il1. :i'$!,hacerlo, si n embargo, resultaba extraordi nariamen te
lt:que esos trabajadores mostraran también una solidari
..::

90 Rodríguez, "La Calle del Capón", op. cit., pâg. 2:c. :,1

iva con los muchos otros peruanos pobres que esta-


9l Peter Blanchard, 'A Po¡tulist' Precursorl Gtrillermo Billinghurst"
Latin Amnìcan Sntlies,9:2, págs. 251-273. interesados en ser como la "gente decente".

144 145
David S. Parker Higiene y aiai¿nda en Lima

por último, es esencial recordar que había difere ,hras, los trabajadores
vituperaban a las elites por po-
damentales entre la ideología de la higiene, la raza v de contar con una mano de obra bara-
ãré, p"ruottal
greso tal como la entendían las elites y la formulacióí .:l¿ir"^ arl interés general de "mejorar" la ra¡ial
;stirPe
mismas icleas en la mente de los trabajadores organiz algunos aspectos, este argumento era extre-
i¡ón.En
Lima. I-o fascinante de la ideología obrera es que el q úe radicaT, ya que caracterizaba a los líderes del Pe-
lizador e incluso el odio antiasiático alimentaron una :l{.luçvyos de una elite terraleniente egoísta y comple-

7 àtr*inacional. Es ta car acter izaci ó n te n ía p


coherente y muy radical contra la propia elite perua rofu n das
aquí hay el juego y el alcoholismo", escribía Et Obrno irlìiur con un nacionalismo popular emergente que
à los latifundistas peruanos (y a sus obreros chinos)
'{res porque los mismos encargados de vigilar y hacer ,iolaborado con las tropas chilenas en la Guerra del
dichas leyes las violan y las hacen violar. Los obreros en, t.pero al denunciar el egoísmo y la hipocresía de las
ral ... solicitaron de los poderes públicos la prohibició¡ $s,rabajadores adherían de manera táciLa a las mis-
pleta de Ia elaboración de bebidas alcohólicas en el pais, cias que esas elites profesaban en teoría aunque no
tales peticiones Ro son escuchadas, es porque at capitaÀí prâcúca, entre ellas la idea de que el progreso nacional
a la burguesía les conviene que las masas asalariadas viva[
:rú dependía de su mejoramienlo racial y de que los eu-
targadas y embrutecidas para su eterna explotación.,'o: ,.:
eran de hecho suPerioreseô.

Hemos visto que las organizaciones de los trabajadorài


disciplina y fracaso: reflexiones finales
cÍan campañas contra el vicio, pero diferían de la m
de los higienistas en el hecho de que nunca perdieroí ia1930,los líderes peruanos habían hecho grandes avan-
vista a las elites que ganaban dinero del vicio o, en todo la,"higienización" de Lima, pero mucho quedaba sin ha-
mostraban escaso interés en su represióne3. ìæiir.. lgtg y 1930, el presidente Augusto B. Leguía dedicó
De manera simila¡ los trabajadores hacían uso de las ft',.ú.t. de los recursos públicos a la mejora de la ciudad y
raciales de lcls médicos reformistas para lanzar una fløt6 avarias empresas norteamericanas para pavimentar ca-
cloacas y resolver los problemas del abasto de agua
crítica a las más poderosas familias terratenientes del pê
"De todas partes se arrojan los chinos -se quejaba en 1g0fi en el centro urbano. Los ladrillos y el cemento finalmen-

revista Fray K. Bezón-, pero al Perú se les trae, porque a zaron a reemplazar al adobe como material predilecto
así, las haciendas de los Sres. Pardo y Leguía sufrirían gran'i ll,hconstrucción. La peste bubónica dejó de manifestarse en
mente. Qué les importa a los Sres. Leguía y Pardo que los , aunque persistían la tuberculosis, la fiebre tifoidea y
ènfermedades. El cambio más significativo en la década
nos aniquilen y deformenlaraza de nuestros pueblos?'l|1
920 fue la creciente conversión del núcleo céntrico en

92 "Peligro amarillo", EI Ol¡rero Tèxtil ,Lima,1:4, 13-1-1920, pág, 4. .:


93 Véase también "Ecos", Los Parins, Lirna, 2:16, agosto de 1905. ,..1
Véase Heraclio Bonilla, Un siglo a la ¿leúua: ensalos solne eI Perú, ßolivia 1 la
I.irna, Instituto de Estudios Peruanos, 1980.
94 F-ray K. IlæónN" 2,9-2-7901, pág, 5.José Pardo y Barreda fue Presi
la República del Perú en los años f9041908 y 1915-19f9. Augusro B. Leguí{ Carta de "Amigo del Pueblo", en el Archivo de la Feder:ación de Obreros Pa-
Presidente en 190&1912 y f 919-1930. "Estrella <tel Peni", fürrespondencia Recibida, carpeta No 5, págs. BlB4.
I r:ì

146 r47
David S. Parker Higiene y ui,aienda en Lima

una zona estrictamente comercial, y el éxodo de la elite y


hacer ingresar a nues[ra forma de vida occidental a
se media a barrios más apartados como Santa Beatrii,
Ios so.iales limeños actualmente menos avanzados"s!).
María ¡ con el tiempo, San Isidro. Tämbién los pobres ern"DJ de Zevallos hablaba .tp.:ffi,.uTente de los
\acJo, Orriz
ron a deja¡ mucho más lentamente , el centro ae la ciuclaO,iì ,rnigrantes rurales indígenas y no de la clase baja en
para ellos el cambio no siempre resultó beneficioso. g¡6¡
to. Esto representaba un cambio de importancia res-
de clase b4ja como La Victoria se desarrollaron sin la provi
los inicios del siglo pasado. Pero por el otro, su per-
de servicios básicos, dado que la municipalidad y las
à" q.,r los problemas urbanos de Lima sólo podían
constructoras discutieron duranle años quién debía liièßi se daba a las masas una buena dosis de cultura oc-
los. En las nuevas barriadas brotaron las casas de inquili
demostraba tanto la persistencia del imperativo civili-
que reproducían toclos los problemas de saìud e higienè,. mo la idea de que los esfuerzos pasados habían sido
núrcleo urbano tradicional. Y alrededor de 1930 l,ima Vi
È-í; Pese a los avances en materia de educación sanitaria,
surgimiento de sus primeras barriadas o villas de emerge¡
(más tarde rebautizadas como "pueblos jóvenes"), q¡q
ftglriu siendo una ciudad en la que cualquier terreno
i--,,,iè convertía
en poco tiempo en un basural, donde los
giaban lo que terminaría por ser la residencia típica de laii 1,-fures callejeros preparaban comida con aguas servidas, ta'
yoría pobre de la ciudad. ',

låiè,¿" anirlales dornésticos corrían en libertad por los patios


E,n 1945, Luis Ortiz de Zevallos, un planificador iñteriores de las casas y los hombres oriuaban en la calle a la
seguía proclamando un lamento conocido: "Si de algo transeúntes. Los intentos de la elite
fþciencia de policías y
mos que avergonzarnos los limeños es de la vivienda insa izadora de educa¡ disciplinar y modificar los hábitos de
de nuestra ciudad. Lima posee como pocas poblaciones; j'bies habían fracasado en gran medida.
mundo civilizado lacra tan afrentosa, que desdice de su cómo interpretamos ese fracaso? No es irrazonable
ción culta y humanitaria"oT. Al parecer, poco había cambi ner que el reformistno urbano de la Lirnaf n-de-sièclefue,
en los cincuenta años transcurridos desde que Nicolás de ,..otras cosas, un esfuerzo autoritario pof sanear a los po-
rola se expresara en térrninos virtualmente idénticos. !:fìn de proteger a la "gente decen[e" del contagio y dar-
los higienistas de una generación anterior, Ortiz de [¡SiOn de vivir en urìa capital culta y civilizacla. Es fácil ver
señalaba que las viviendas insalubres de Lima eran el prì $eray el racismo de un proyecto reformista que culpaba
pal origen de la tuberculosis, "focos irradiadores de la ilino por la pobreza de su vivienda, "resolvía" el hacina-
blanca, desde los cuales se extiendc la terrible enfe ordenando simplemente que vivieran menos personas
otras residencias más conforhbles y lujosas"e8. Si bien Ortiz abitación y demolía tugurios sin prever la reubicación de
Zevallos se diferenciaba de los higienistas de principios de 1.-!,!dentes. Si éste es nuestro punto de vista, hay que decir
en su evaluación de la importancia de la pobreza, conti ê.l.ffacaso de la reforma en Lima era un triunfo de la re-
no obstante destacando que la refortna no podía tener ia popular. Los pobres se negaban a cambiar su modo
sin la educación de las masas o' en sus propias palabrast :a¡ solían eludir los desalojos y conservaban la libertad de

i,,àpostar:, escupir, fornicar y orinar dóncle y cuándo les

97 Luis Oltiz de Zevallos, "Consideraciones sobre el problema de la


insalubre en Lima", Historiz" 3:10, abriljunio 19aÚ' pá'9.252.
98 Ibídem. Ôrtiz de Zevallos, "Consideraciones", op. cit.,
¡tág.2-s7

r4B r49
David S. Parker

diera la gana. Pero es igualmente razonable sostener quejj


forma urbana, pese a las limitaciones de sus proponentes,l
un intento humanitario de impedir que los niños murier"j
tes de su prirner cumpleaños y evitar que los adultos
una existencia inhumana en un ambiente inhumano. Esi
sible desestimar el entusiasmo con el que tantos trab{adorèi
fÑrrccróN Y SUBVERSIéN EN CrlILE
ganizados adhirieron a la ideología del progreso, la tem
fr: ¿l- DESPUNTAR. EI- SIGLO XX:
la higiene, en un esfuerzo tanto por mejorar su calidad der* iFiuNruTO DE LAS RATAS Y DE ALGUI.qOS
como por reivindicar sus derechos ciudadanos en un país ::1. ANIMALES DE LA SELVA*
creía democrático. Si éste es nuestro punto de vista, h¿¡
decir entonces que nadie puede cantar victoria en la lur i::', lMaría Amgéliaa lllames
frustrada de Lima por la civilización.

r50
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Despuntando el 1900, El Ch'il¿no, periódico santiaguino diri-
gido a un público de amplio esPectro social, conduce sus pasos
Ì.ii

ti:
,_1.Ì:
tacia los confines del lado sur de la ciudad capital' EI público
temor a la peste bubónica anunciada desde Buenos Aires lo
,lti

i:
insta a caminar hacia los barrios de la miseria y la suciedad, co-
mo el del Matadero. No era porque el mataclero municipal
fuese el sucio, ya que en este inicio de siglo tenía bastante bien
organizadasu carnicería, el chorreado de sangres' el soplado
a fuelle del animal sacrificado para desprenderle el cuero, o el
lavado de vísceras, sino porque sus alrededores eran lodazales
de conventillo y humano pobrerío. Frente al matadero, se en-
contraba una serie de cuartuchos, mezcla de carnicería, cantina
y dormitorio, con las consiguientes emanaciones de su peculiar
síntesis; en las calles aledañas de Magallanes, San Diego, San Ig-
nacio, Concepción, BíoBío y sus recodos abundaba el rancherío
hundido medio metro b{o vereda, recepráculo de inundaciones
invernales, con acequias interiores paralizadas en la basura y el
excremento.
x Este artículo
"Sobre las calles, corrían apenas o[ras acequias superf,tcia-
forma parte del proyecto Fondecyt
1gg0052. les derramando su materia viscosa, donde se e mbarraban los

153
María Angélica Illanes ." Infección y subaersión en Chil¿

niños y extraían las gallinas sus lombrices; acequias que eran obrera. "El siglo xx nos pertenece"s, decía' instan-
el desembarco de toda la basura corriente desde Ia Alamecla, - la clase
llevar a su pleno
de manera que 'los barrios centrales están vaciando sus des- äïuø¡"r.ntud popular a levantarse Paraejercicio de la ciu-
perdicios sobre los barrios pobres'. Ahí viven gentes, nacen Lr-pli-i""to, a través de la ilustración y el
de la sociedad en los planos
niños, se acumulan familias numerosas, y bajolechos de los au¿uniu,7a øreademocratizadora
político y económico. Discurso emancipatorio
que el invierno pudrió lapaja, que ha sido reemplazad,a en social, cultural,
," veía empañado por la reciente aprobación de la ley del
partes por lata o gangochos aplastados con ladrillos,,,r Era ",r" mecanismo a través del cual el Es-
Ia avaricia de los dueños, denunciaba Et bhiteno,la dervicio Militar obligatorio,
que esra_ iniciaba el reclutamiento de soldados entre la pro-
ba matando a los niños de la patria, expresión de nuestra :¡l
àdo ll¡"rul
f
.:l: oia clase popular, instalando una cuña decisiva en el campo
barbarie. En cambio, la no avaricia de clàña Sofía Concha,
äe acción política del movimiento obrero'
a:lll

que había construido un poco má;s allá la población obrera .lii

que llevaba su nombre, producía niños sanos y alegres Ante los ojos de Luis E. Recabarren, dirigente de dicho
jugaban en callejones frescos y limpios, con acequias
que
t, movimiento6, la burguesía, a lravés de esta ley se presentaba
cubier_ "como una enorme furia que se abalanza sobre nosotros en
es-
tas, pavimento y árboles que sombreaban sus casas amplias
soleadas.
y ffidentes conlrrlsiones para devorarnos con su eterno apetito
de sangre popular"?. El desencanto de Recabarren iba dirigido
'Y también hacia el pueblo, que comenzaba a reclutarse, feliz de
nos alejamos pensando: (...) ¡Cuándo veremos arrasados
los inmundos conventillos y creada la habitación obrera, dejar su vida de peón þatþelao, pasando a recibir uniforme, bo'
y barata!",
sana toio y fusil, además de rancho y paga de $10 al mes. "Tanto que
darîas a la sociedad -escribe- en las artes, las induslrias, los ofi-
cios, la ciencia, el espíritu puesto en acción del progreso." So1-
El chi'lmo -que declara "servir igualmente todos ros intere-
siempre que sean legítimos,,e- acude, recorre, saca a luz el
ses,
dado, tenedlo presente: todo el que haya pisado el cuartel lleva
habitar de la ciudad; clama a los ricos, a la sociedad civil, no en sí el germen de su desdicha, principalmente por una falsa
al idea del mando y de la obediencia' que hacen de vosotros pro-
Estado ni al obrero. No es un discurso que reclama un ,,d.ere_
bables candidatos para el despotismo o el servilismo". Sostie-
cho", sino que apela al sentimiento: de àolor por el pueblo.
ne que hasta el modo de mirar les era programado' que eran
Mientras El chilenohacía er recorrido de rá rata, -La Demo-
autómatas, que les mataban la inteligencia y el sentimiento;
cracid daba la bienvenida al nuevo siglo llamando a despertar

IPara un análisis sobre Santiago a lo largo del tiempo, I LaI)emocraciø, Santiago, 14'4-1901. "Despierta juventucl", firmado porA'
verArmando de Ra_
ntón, santiago de chile (j54r^r9gr). Historia ãn uno ,oririrod urbana, Ramírez del Castillo.
coreccíones
Ma¡ifre, Madrid, 1992. 6 Para una profundización en el pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ver
Chileno, Santiago, 4 -2-1g00. Artículo: ,,A Jorge Barría,-fulio césarJobet y Luis vitale, eds., ol¡ras sel¿ctas de Luß Etnilio Rcca'
través de Santiago en busca cle
la Peste. En el barrio del Maradero. batrm, Qtimanií, Santiago, 1972; Iit Pmsatniznto tt¿ Luß Emilio Recaba'rren, Ediciones
¡Las Acequias! He ahí el EneÃigo,,.
Austral, 2 vols., s/f. un análisis más reciente sobre sus planteamientos y accionar en
3 El chileno, sa.tiago, rg - 12 -1900, "El equipo para
los ferrocarriles. Explicacio- el marco de la constìtución del Partido obrero socialista, se encuentra en.|ulio
nes muy atendibles".
Pirrto y Verónica valdivia, ¿Reaolución þotctaria o tlunida chusma? socialismo ¡ ales-

. órgano de expresió'
4 clel particlo Dernócrata, qlle representaba a la sanrlri.smo en Iaþugna þm Ia þolitización pamþina (1911-1932), Santiago, l'OM' 2000'
clase
obrera y popular más politizacla.
7 La Demoua¿iq Santiago, $2-f 90f . "El Serr¡icio Militar Obligatorio"'

154 r55
Mar-ía Angélica Illanes
Infección y subaersión en Chilp'
que eso era para It
luf_pfaiei-an marar mejo¡ y paraque era el contenido
mate mejor. Ytodo en nomhr.,l^l- se Ies .^nsistía la dialéctica ciuitización/ barbariey cuál
il:îii :\;: r;;;:::;;i
'^^.1.
c u ra r.,, Nä, j
ó ; ;; J äi
:::,i : "l"r.in."
de ambos términos en el nuevo siglo chileno? ¿Está-
titucionef ; no".seáis vosotros
el azote de los hombres îi^""antela presencia de la tradicional dicotomía euroþeao
"^¿, o p ro piam e n t e chi.len si,s,
no conrribuyáis al sometimienro de bien, a¡r" s ar mi e ntin o -I atin o am eri c a,n a,
a un ;;tã" de cosas ran de contenido tenía esta ca-
malo e inmoral. ... Sublévare, anó_ ; las tres alavez? ¿Qué diferencia
,.t;;;, ;;orros y no del siglo xx resPecto de la de
los dueños cle la fuerza.
Servid u u,_r"rr.o, padres,
ellos sois l"roríu de ba:rbarie de principios
a vuestros
orin.ipio, del siglo xIX? Por otra parte, ¿existían factores
hermanos y a vuestr.os espe-
amigos; .Uo, ...r*Jruyen
Ia paria de la la categotía bør-
Paz, que es Ia única patria aceptable.,,o líficos cnitenos que inducían a la instalación de
bari¿ en el centro del discurso secular? Demasiadas preguntas
oue necesariamente rebasan la intención de este artículo;
no
2
obrru,-rrt, lo inspiran y le otorgan su marco de referencia'
Podríamos identificar cua[ro "barbaries" manifestándose
Al inicio del siglo xx y.faltando
del primer centenãrio de
poco par.a la celebración v entecL-uzándose simultáneamente en la primera década del
la indep",iA..,.io, las categorías ,lglo .t-t Chile: a) para los grupos intelectuales, la barbarie se
t¡art¡at.ie I ciaitizaciór de
r. i,rrruiu.,-;;;;;;."re en et discurso encarnaba en la miseria, la mortalidad de niños y la pobreza
comprensivo de la sociedact. y
tal comc de la ciudad-de-pobres, nido de ratas y piojos y de todas las en-
Xrx, y l¡rsg6 de un siglo
se encuentra, no sin
de ,";;;;;;;".;iäffiX;] ïit: fermedades de la historia de la humanidad, expresada ahora
en Ia forma de la amenaza de peste bubónica proveniente de
barbarie"¡o-î.,t"iliä"å:::iJJ: princþar es er de ra Buenos Aires; b) para las clases dirigentes, la barbarie se ex-
chile, jac tan cioso, respec
ro de los demás
;ff:l #å'å::,ä: presaba en la cuestión social y el movimien[o obrero que ame-
nos, de su orden instiìucional
puesto en la segnra senda
q";;;sramenre nos habría nazaba el orden instituido y la reversión de los principios de
de U åiuiliruiio.r. No obstante,
como la civilización occidental, barbarie de la revolución y la anar-
decíamos, el rema principal
urro.u..u Jiîe la barbarie,
carego- quía que llegabajunto con las mercaderías de las embarcacio-
rra que irrumpía a través
àe los textos .iuilirutorior,
derraman¡lo nes europeas; c) entre estos dos grupos y en una posición os-
sobre ellos la mancha de
su ünta. cilante según diversos factores vinculados posiblemen[e con
¿Cuáles eran los nuevos ¡eferentes proximidades de clase, de ideología, de oportunidad y coyun-
hist,.
otorgaban senrido i;;;;;,:;::i:"'"':tr"rcos v sociales que
" de ra catego_ tura, tenemos que ubicar al grupo de los "biocientíficos",
1i1 laøarrJt ¿D" q,é",i;;ïtii',åj:1..*;ï."r" para quienes la barbarie estaba ubicada específicamente en
iniciarse el siglo aår
f.og..ro y de ru r¿.r,i.11 ;i:.ï:::i# los cuerpos de pobres sobre los cuales se ha de intervenir, po-
niendo su discurso civilizatorio ya al servicio del cambio, ya de
Ia conservación; d) ¡ f,rnalmente,para el movimiento obrero,
8 Énfasis mío.
la barbarie residía en las clases dirigentes, en la burguesía y,
I, La Demooacia, Santiago,
3_2_1901; ,,El Servicio
Militar Obligatorio,,. especialmente , en el militarismo de Estado, barbaries de la explo-
10 Esta frase entre comi
análisis del rbcundo,r. lirturo Roig cuando se refìere a tación, del desgobierno, de la "tiranía" y de la "traición al pue-
,"r-"t]i:-îu l"'1u11 9t
Me nd oza,
"ìilffi ä ;;:ii Li ii. ä,il iîå¿
ii;: ì i t * ", i ùi"i i,
t" n,, ui,
sr¡
blo", que enfermaban la república y que habían llegado con el
capitalismo inglés y el prusianismo alemán.

r56 157
María Angélica Illanes Infección y subaersión en Chile

Salta a la vista que esta serie de barbaries se presentan co- (o desesperada) en la forma de migra-
dernizaciln acelerada '
n' or ganización' prensa'
mo amenazas que, si bien provienen del exterior, tienden a ;;;;r, capitalism o, sali tre, urbanizació
instalarse -aunque no en forma rígida- en ciertos "segmentos El discurso civilizatorio se presenta en
Ju.ti¿o y militarismo'
socio-política y cul-
sociales" propios o internos que las encarnan. Se aprecia, al f5igì; ** .o*o una tarea y una práctica mucho del siglo xx'
mismo tiempo, que los elementos de estas distintas barbaries ;;i"implementar, I si en esto no difería juicio ésta es
entran en tensión mutua y que a menudo irán acompañadas ;;;;.".1 i"-u es más complejo' A nuestro -y
de una representación física y/o simbólica que, por lo gene- r""rrt" hipótesis-, las clases dirigentes han perdido la hege-
ral, tiene que ver con animales y alimañas de testables, abomi- '^o"i"d. åicho discurso civilizatorio, pasando ésta a los secto-
a instalar nue-
,.r -at críticos de la sociedad ¡ por lo tanto' la "tiranía" y el
:i
nables, temibles, poderosas, devoradoras y amenazadoras de :i
la vida del "otro" (ratas, piojos, furias, gusanos, chacales, águilas, la miseria' .u

uä i.*ut de barbarie (tales como


respon-
ãiitu.iu-o¡ con los cuales identif,rcan y por los cuales
r-¡
etcétera). ¡
En contrapartida, el discurso civilizatorio que subyace a es- sabilizan a la elite'
ìì

"*-nr*
tas barbaries fìniseculares se muestra cargado de un conteni- apropiación social, intelectual y popular del tema de la
en tiempos de miedos de
do disciplinarío y/ o educador de la sociedad o de segmenros barbarie y aåt ait."tso civilizatorio,
de
de ella, con el fin de producir un nuevo orden o de res[able-
i"rt" y dá movilización social, conslituye el tema principal
cer el existente. En este sentido, la civilización se concibe co- este ar[ículo.
mo una utopíarry, simultáneamente, como una restauración;
tanto el cambio como la conservación civilizatoria se abren 3
aquí a una nueva contradicción. Pero en ambos casos se en-
La oportunidad de que El Chàteno sacase alaluz lo
tiende como una accióno una intmtencióninmediata, posible y real' o
urgente arealizar sobre 1o real por a,gsntes internos, movidos, ya nuestro récord mundial de mor-
inpobråza,o el conventillo, o
las ratas' cuya
por voluntad o conciencia propia, ya por mandato del Estado. tulidud de niños, o la barbarie, la entregaron
Y si bien el contenido civilizatorio continúa siendo, como en presencia transgresora en barrios no permitidos
y en tiempo
.:i:
el siglo xIX, de raigambre europea, éste se erìcuentra aquí, a :¡ ä. p.ur" señalaba un camino a indagar y un discurso crítico a
principios del siglo xx, con preparados agentes receptores dis- I.,! const.uir. Este chilenova d,etrá,s de las ratas, las reportea y
las
hilo de su camino de re-
puestos a su aplicación. :ri observa desde ufuera, recogiendo el
.a1:
amenaza con-
En suma, pensamos que a inicios del siglo xx, la categoría greso "a casa"; una mirada desde un afuera que
,,1

iertirse en un arlmtroo en una infección de todo el cuerpo de


f'å
b arb arie / cia ilizq,ción se conhgura como una hibridez" europea,

chilena (y latinoamericana), articulándose en una tradición-mo- la ciudad. La peste se define Por esta ruptura de las fronteras
sociales o porlu osadía del piojo transportado a lomo de
ratas
para tratai de saltar hacia los espacios limpios y perfumados'
ll A. Roig, op. cit.
àtraído por su deseo de sangre. Y la profilaxia de la peste con-
sistía siempre en poner vallas a este avance' impidiendo su in-
l2 Para un análisis de América Latina sobre la base de los conceptos de hibri-
daciótr y de tradición,/modemización ver Néstor García Canclini, Cultun¿s híl¡rùlas. vasión generalizada.
Eshalzgias þara salir 1 entrar de la matlemitkul" Buenos Aires, Editorial Sudamericana, En õhil. t. convivía con la peste de la viruela en forma en-
1995.
démica y crónica; ella se controlaba con la vacuna' el lazareto'

r5B 159
María Angélica lllanes
Infección y subuersión en Chil¿
el clina y Ia indife^rencia;
por lo generar era una
siva de los pobres,,cuyo peste excru_
porcentajeie muerte fb¡rmaba Impulsado por la civilización o la modernidad sanitaria, "E'l
la estadística anuat habiiu"t.
¡";; ;; ;; *..." civil cteparte cle
tBgI se Chiteno continúa
el recorrido tras la barbarie o las ratas de la

i#å':'¿få::1" ." .tcampos


pur, u oä". o" córera (1BBz),
azote .ãi¡u¿. Es ese roedor gris acuoso y de arrastrada cola el que
do en las .irdud.r,uurtado
y aldeas y que había penetra_ iôndt .r sus Pasos hacia lo real histórico. EI Chil¿no dirige sus
del contagio de ias agu". ,,,iúot u Chuchunco, donde la tierra se había convertido en ni-
eremenros ¿" .onr-1-Iluus ti":;;;r, äa.at humanos sumergidos bajo nivel. Arrendaba allí el po-
seaproximab"d.J:"d""i,Ëi:T:i:J,:ïiä::J,,å;::l*::*
hre,el piso de tierra a 20 centavos lavara al mes y procedía a
1""1", omnívoro, amante de basuralesl
de miserias y conven
ar un hoyo para adobe y pared de un rancho que, en caso
tillo, uuguUrr' d;;;Jrff
::: i: ;:HJ:: .dè atraso de pago, servía de embargo junto con sus trastos y
males que habían azotad.ou
hu_*iåua. en caso de despido, era hecho pila para cargar
La bubónica o
lu iergones y que,
I
braciónr.i"l.,,oXå'.i:iX"rr:,i:tr?ì"#,:..ï::::ïi:ï:; iomo el destino sobre sus hombros.
)
:;: ì Ante su espectáculo, El Chàteno ya no sólo llora y clama al
iä:i"iii i::*.,",..acr
santiagui.,u aj,igro ;; ö;;;" buen rico; se atreve a recriminar su indolencia, su no asr o st)
ausentismo al encargarle a un mayordomo el despótico res-
d-e-ros""'*;;;*:i1:"iï.:r;:å1ffi :î3:î:,?ï:: guardo de sus intereses: "ellos viven en el centro o en sus fun-
era causada por un
mosquito infectado 'ff dos i no tienen tiempo para ir a informarse de toda la miseria,
iban ctesde ciina hacia
rialia,,
expresión de la aglomeración
i;;;; ffi,Tåi.::ïï#: de todas las tristezas, de todo el penoso esfuerzo i la dura vida

rnos especiales con


. ,"iåì^.run de pobres en ba_ que representan las monedas que mensualmente les entrega
el mayordomo". EI Chileno ahora "comprende" el origen y na-
m os os'i co n ve n1i::ïï
rl r o, ï
-;;;"";,'
Z'r'(:" : o "ra-p o b re s os ra- (I
turaleza de la cueva o el rancho, la ausencia de servicios de
r": desperdicio, J. ru dc recepción
l_.. ;"""r.T"","t aseo y de agua potable, la tremenda mortandad de párwlos.
orienre-ponienre. Desde
co.menzar a nadar. y
andar"qr,
;;;;, ;;ä|il,ffi ;:rTä; La comprensión agita su primera ira histórica, su visión dirige
.j .u,oi.,o ju
, ì sus ojos hacia culpables y no les teme: "Bien sabemos que di-
relacionar a dos crases
barrios criferenciad",
sociares
",
."","iill:iili"#,?,1: .è...
'.1; ciendo estas cosas herimos a muchas personas; y la gracia está
Ari;;;;;;.;;i,åJ en que las escribimos para eso, para herirlas, para que salten,

,#1ru,å::,ï::t,,:x ü.;,i",.'
en ra rndia, donde
bu,",.iã ; ö a.rì
il¿lì':
para que se resuelvan a poner término a un estado de cosas
que la caridad cristiana y los sentimientos más elementales de
humanidad nos impiden tolerar". El Chi,leno desea incluso el
dictador: "El autor de estas líneas quisiera ser dictador por diez
13 "por siglos se ha
culn minutos para decretar su demolición con cargo a los propie-
U i;;;i:äiir:'"';,,ä iå1îq:ùîi:iîä? fi ;;ï'î:îîïï:ni: i,i:î: tarios del suelo".
.':ff ::i5fl:îîîlif ::i:::;;;;;";;í;;,:l:ìiff :îi,.",î;ïJ,ii::: Castigar a los malos, dolerles el orgullo, pincharle espinas
por conracro di,".,o..,
ü,ïITi;;: ;åiå iffiì:.
bubórrica) q,. .. i.o,,..niiå a su evasión, gritarles frente a frente y obligarles. Obligarles de
14 El CÌtit¿no, Santiaso. ,
_ +2_1900, ,,La peste bubónica acuerdo con los cauces legales imperantes no era nada fácil.
a,toriclades médicas,,. según las más moclernas
La ley de comuna autónoma había quitado a los municipios su
carácter dejueces de policía local y su capacidad de ordenar
r6o
r6r
María Angélica Illanes - Infección Y subuersión en Chil¿
l"lr1.';

multas ejecutorias por falta a las ordenanzas municipales. Cual- Lìi:ì:::i


escalar sin merecerlo a los puestos a los que otros
quier exigencia de higiene y la consiguiente aplicación de multas ^rreriendo
por su falta a los dueños de conventillos debía plantearse ante
i"ii^" llegado por sus virtudes y su fortuna, agitándose con-
:::l::.rt::
-,1-"r"t explotadores, queriéndolo ver todo deshecho' para
los juzgados del crimen, Io cual equivalía a su inaplicación,
pues en los juzgados dichas peticiones de multas dormían en
i,* f" sociãdad baje hasta ellos, ya que no les es dable llegar
obreros de fuerza her-
las carpetas ante la exigencia de otros asuntos de mayor enver_ Ë"r* f" cúspide. (...) ¿Dónde están los
gadura. El Chilsno abogaría por alguna reforma al respecto ya ïlt u,dóncle los hombres sufridos para las fatigas, incansables
n^ru d trabajo, resistentes para las marchas, que
en otro tiem-
que no se podía imponer el ideal: establecer ,,la tiranía de la vi_ que fuera símbolo de todas esas cualidades el so-
da contra la muerte, la dictadura de la civilización contra la
Io hicieron
'rotos' que nos dieron las demás naciones?"
mugrienta barbarie"r5,
fr"nornbr" de
:Oué.había de tales obreros modelo SanJosé, criados al am-
La barbarie o la mugre eran estos piojos que vi{aban entre
los pelos de la piel de la rata y saltaban a su paso, chupando por
lã" ¿. la Iglesia y entregados de lleno a su santa misión, so-
iiudo, ttob4adores de la República ideal? La República era
igual la sangre de pobres y ricos. La barbarie o la bubóni.uL.u !'otta"i el problema de la criminalidad, que alcanzaba ribetes
la peste que contagiabala condición social cle un extremo a como
insospechados y que se ponía en tabla en el Congreso
otro del campo espacial urbano, rompiend.o las fronteras de ¡lasunto de importancia nacional"'7,
"la ciudad propia"16. Con la picadura venenosa cle esta peste, : El discurso social de fin-de-fiesta era francamente depri-
afloraban los bubones: tumores ubicados en la ingle, q.rè p.o_
mente. Et chiteno no se atreve a diagnosticar hacia arriba de la
ducían la inflamación y supuración del ganglio, .on ultu, fi"_ la
tescala social, aunque insinúa: la corrupción, el escándalo,
bres, vómitos y diarreas hasra la muerte.
inacción pública. Era el desencantamiento de lo real-finisecular.
La peste descorría el velo de lo "real',, contradiciendo cual-
En 1o inmediato, la lucha por la civilización consistía, en pleno
quier maúz de idealidad. El texto que la denuncia es el diagnós_
siglo del progreso y de la técnica, en el combate cotidiano, do-
tico de labárbaramodernidad carcomiendo el sueño de antaño,
méstico y poco ilustrado contra el piojo y las ratas. Su amena-
la afamada heroicidad del músculo, el roto aguerrido forjador
zarevelóuna ciudad desconocida que comenzaba a salir alaluz'
de patria. "socialmente cada vez vamos mostrando mejãr los El pobre y el piojo, \a ratay el roto Pasaron a ser sinónimos de
progresos de nuestra llaga: los mendigos nos acosan en las una nueva peligrosidad: silenciosa, sigilosa, oculta, que transi-
calles, otros se revuelven en los tugurios, algunos desgracia_ taba libremenle por la ciudad. Un terrorismo interno que exi-
dos, sin fuerza física ni moral para el trabajo, se dedican al gía la guerra contra todos los (ir)responsables. Si el sofocante
robo y al asesinato". De los obreros sanos, acusaba El Chilmo, verano del 1900 estuvo impregnado de fetideces, piojos y ra-
la mayoría iba de ocupación en ocupación buscando lo fácil, tas, el invierno de 1900 fue tempestuoso, con desprendimien-
to de un gran bloque de tajamar que cayó estrepitosamente al
Mapocho; éste, como siemPre, amenazando desbordarse, arras-
l5 El Chileno, Santiago, 22-2-1900,,,La higiene pública y las multas. Una dic_ t¡ando árboles arrancados de cu{o, dando tumbos y azolándose
tadura que hace falta".

. l6 concepto utilizado por el intendente de santiago, Benjamín vicuÍra Mac-


kenna, en los años de 1870, con el objeto de diferenciai ra "ciucrad de ros vecinos"
(co'cepto colonial de habitantes reconocidos y esøbles) de la ,,ci.dad bárbara',, 17 Et Chileno, Santiago, 25-11-1900: "El artmento de la criminalidad en
lugar de extramuros, de rancherío y de tránsito de pobres, peones y vagabundos. Chile".

r6z r6g
Chil¿
María Angélica Illanes InfecciónY subaersión en

en las piedras ante la miracla de cientos de curiosos, Por la tar- u,,oacuosoo::Tf ,':ï,:::;ili1i;llJä::.*,iä;;
de apareció una partida de peones de la policía de aseo que :"i,iläJ,u.uu"'u'1"":,::"11':ïlî,:::11?;Jï1ffi:;
to nT*i'^-r^
tiraron 10 carretas nuevas al río con una bulla infernal y que
luego procedieron a llenar con piedras para que sirvieran de
*""1I'":;.i"il;;
Lurtuttdo
Da'rru uLï^^:lrt
iu' L'rellaq
1^" h.'"ílu' rìe åantas de pies desnu-
d' plantas desnu-
huesos' "las madres
lu tentación de comparar:
represa, evitando la venida clel río por la Alameda. Pero el Ma- u"':!,'.22ïri¡Tlåltr';;,.¿o'o, de pier de årmín"' Los ravo-
pocho venció la barricada de carretas ahogadas en piedra y
procedió a devorar otro trozo de tajamar, derrumbando el
puente del Arzobispo, horaclando las javas de defensa de los
:å:i:i
il
i: ; :-,=; :l: :îïJï ff i"î äT'il : ; ; ; ", du,Señu
Chileno acudlo
u
ces

Herboso -miembro dela Sociedad'


d'e
molinos de la ribera. ,d.:oo;:;"¿:;r,l"u ¿" quien repartía raciones de
Lo más grave ocurrió en la Avenida Diez deJulio, donde se ì¡¿5, esposa de mrnrstro de Estado'
(calle Gálvez con
salió la Acequia Grande, que recibía todas las aguas del seclor ,leche a niños pequenos en el asilo de Belén
aluci-
ail'qá"a" el cuadro de su espectáculo
oriente, e inuncló los populosos barrios de conventillos aleda- ,Ðiez deJulio)-,
ños. Los pobladores levantaban barricadas, inútilmente. Cien nante, titulado:
familias quedaban sin hogar. El temporal siguió su curso de-
vastador de centro a sur del país, rebalsando cauces, derriban- t E" oor"oNSoLADoR DE'sFILE
DE LA MrsERrA:
lnadres;
do puentes, expulsando pobres a la intemperie, robando tras- "...1u ropa harapienta'
destrozada' incompleta de las
,, a las ct'iaturas; las Frsonomías
tos y ranchos en su torrente. El intendente Enrique Cousiño, los guiñapos qtt" *ui'tttttelven
e hiios' ojos agrandados
el alcalde Marín y los municipales preparaban albergue en el ffi;;;åÀ **l*'^ de madres
deformes' aumentadas por
mercado de San Diego y llamaban, corno otros inviernos, a or- oor eI hambre y Ia vigilia' cabezas y peculencias por
ganizar caridades para prender ollas comunes. ilËäiä"'ãJt"t en unos' tÃt'o'; Sranos
los ojos cerrados' mat'erialnrente
En la comuna de San Miguel los pobres se anegaron en un la caray el cráneo, en otros'
u otras afecciones; llantos' toses'
metro de agua emanada tanto del Zaryón de la Aguada como ;";;J; por la alfombrilla inclicaclores de una pulmonía
de otro canal inconcluso que construían los dueños de fundos quejidos apenas pãtt"ittnt"t'
d" cuanclo en cuando' la larga'
deses-
cercanos, destinado a recibir las aguas de la quebrada de Macul. incipiente, de un tt't'p, manecitas agita-
de.la
Muchos pobres habían sido recogidos en el fundo de Nicolás perada, asfixiante ""pftttO" 11n1lsiva; algo así co-
el ruido de la leche'
Valdivieso y en otros, donde recibieron albergue y comida'8. das por la fiebre y "iitu*¡t"; jarrito enlozado a las boquitas
mo un uf aspiradt, ;i;;t"t
áel
Sesenta familias, empapadas, demacradas, tiritando, golpea-
de la mamaclera apretado por
ron las puertas de la parroquia San Miguel Arcángel, casa del resecas; et gtu-gtt't ä;l Lchupín
todo esto y mucho más es
párroco Miguel León Prado, cura y vicario de pobres, solici- el paladar y tu t*"gt* gt"'iåo'o'"'
tando ayuda. 1o que forma f;;á;ät aquel cuaclro de la desgracia'"'o
"l
El espectáculo era dantesco al arreciar el temporal. La nue-
va claridacl del cielo despejó la vista al paisaje de la sociedad
popular chilena capitalina: en perspec[iva, el rancherío alicaído,

l9 Iil Chi,l¿tt'o, Santiago, 27-7-1500


"Caridad y Miseria"'
18 El Chilcno, Santiago, 26-7-1900. 20 El Chil¿no,Santiago, 9-10-1900'

r6b
r64
María Angélica Illanes
..,, Infección y subuersión en Chil¿

i
Así ha despuntado el nuevo siglo, y con él se ha d.evelado ':,à.Ourérdel texto del dirigente L. E. Recabarren, dos "niveles"

lo real o el cuerpo de pobres urbano. Así también ha debuta_

interesantes de articular'
I do el moderno discurso civilizador de prensa ,,social,, liq.rrttiuot
:: con su ,,,, La primera expresión del movimiento huelguístico del año
;ll tema central, la barbarie, instalanclo como eje fue la huelga de los obreros del car-
este cuerpo pobre urbano. Los periodistas
de su crítica a tg03 (en el mes de abril)
emergen como una específìcamente de las minas de Pu-
de las inteligencias que ocupan el espacio púbiico lAn a, Lota-Coronel23,
por en los abonos de los
¿ho.o y Maule, en demanda
y se apro_ abusos
pian de la categoría ciaitización/barbari,epar*a-abrir
el ii.*på a. caiones de carbón extraídos.
A éstos se habrían unido los car-
nuevos compromisos. minas
nJdo."t y lancheros del puerto' Los dueños de dichas
íolicitaron al gobierno luerza de línea, la que, a su arribo,
bombardeó el puerto y alacó por tierra a los huelguistas
4 a ca-

ballo, con "soldados a la carga". Este suceso, que marcaba un


Los aires de prosperidacl del año 190?2ractuaron ,nuevo "estilo" en la represión social en el país, despertó la ira
a modo de
foco de atracción de fuerza de trabajo a los puertos
y faenas, es_ del texto obrero, que instaló el tema de Ia barbarie en el ám-
cenifrcándose un fenómeno social obrero que
demostraría su bito de la acción militar represiva del gobierno-burguesía' Es-
presencia, su demanda y su fuerza en los años sucesivos.
No es ,tè año 1903 se teñía de rojo, agitando los deseos de lucha de
casual que el año Ig0B marcara un hito en ôlases y marcando el punto de partida de un camino de
lucha
el movimiento
obrero en el país, en los tres centros pr.oductivos en los años venirleros:
más impor_ lcial
tantes: carbonífero en el sur (Concepción),
comercial en Vaìpa_
raíso y salitrero-exportador en lquique. A raízde
la represión
. Mus,t PAMPINA
con que las clases dirigentes afrontaron estas movilizaciones : Sobre el atroþello contrø los þderad,os d¿ Lota y Coronel por las fuenas
y organizaciones, el tema de la barbarie será apropiado
con
' d¿ mar y tiena
mucha fuerza por el texto obrero. en estas circunstancias,
! ,,, "De esa gran federación/ de Lota y de Coronel,,/ a todos en ge-
las ratas entrarán en escena en la ciudad. de
los pobres de lqui_ neral,/ les dieron la muerte cruel./ / ... / / No desmayéis,
que, barbaridad puesta a circular, ajuicio de los obr..or,
på.u compañeros,/ en la campaña aguerrida./ Triunfar o perder la
controlarlos mejor. Esta doble apropiación de la
barbarie ,, vtda/ como preclaros guerreros'/ / ... / / Bastaya de arunía/
-como crítica a la represión y como iionía a la infección_ es y de tanta iniquidad',/ castiguemos sin piedad / a toda la
expresión de un texto obrero que se adscribe a un
discurso ci_ burguesía./ Con negra conciencia impía/ nos esquilma el ca-
vilizatorio moderno, ilustrado y racionalis ta. Analjzaremos pital;/ con instintos de chacal,/ nos oprimen de esa suerte,,/ y
es_
te tema a través de la poesía popular d,e -larapacâ2p,
así como
' hoy nos hacen gllerra a muefte/ a todos en generøL.// El Presi-
clente orden6/ que la escuadra se mandase,/ y a los puertos
bombard ease,/ donde la huelga se alz6./ La artillería llegó;/
2l Ver Al.mando de Ramón, Oscar Murioz y M. Angélica
lllanes, política erc-
nómica e intlustrialización en
ch,¿. Ig70-rgr,,Defar.tumerrto de Investigacio.es de caballos en gran tropel,/ ordenó un coronel,/ imitando al
la Unir,. Católica (DIUC), documenro inédito.
Pi::fu recopilacla y esrudiacla en, Sergio
-Luis. 12-
Moulián (eds.), poemario polnilar tle
Gonzãlez, M. Angélica Illanes y
Tarap"ac,í, (llgg-lgl0) Sar_rtiago, LOM, DI_ 23 Sobre la historia del movimiento obrero carbonífero ver Enrique Figueroa y
BAM, 1998.
Carlos Sandoval, C,ort)on, eim años d¿ histmia (1545-1960), Sanúago, CEDAL, 1987'

r66 r67
María Angélica Illanes r., Infección y subansión en Chil¿
,:.

fiero Rosa:/ que a la gente revoltosa/ les d,iøan la muerte cruel.// lcon la.burguesía, elaborando, poco a poco y en su propio len-
Diré, al fin, que el Presidente/ es el peor inhurn ano; / en -,,uui",el
moderno concePto de "Estado burgués" o de la alian-
Chile el peor tirano,/ que tenemos al presente,,/ porque muy Con especial
villanamente/ al obrero hace la guerra./ Castiga po. 7u ¿rtu burguesía y el Estado en el capitalismo.
-u, y virulencia y dramatismo estalló en el país ese mismo año, a un
tierca/ al pueblo, sin descansar;/ se ha propueito hacer (en mayo de 1903), la huelga
triunfar/ a la burguesía perra.',ea ,àr, d" la huelga carbonífera
El
,oortuaria en valparaíso, que culminó en actos de violencia.
ionflicto se había recalen[ado luego de la negativa por Parte
En esta po.riu popular, la identificación de la barbarie con
,de las compañías navieras a la negociación con los obreros
la burguesía y el gobierno se expresa especialmente a través
de la imagen del chacal, que nos remite a un animal salaaje, .:portuarios, así como del fracasado intento de las compañías
rompehuelgas. Valparaíso se encontró
mamífero, semejante a perro y lobo, que se nutre de otros ma_ ,¡åe,conttutur personal
míferos de tamaño más pequeño, así como también de aves, ,en estado de paro y mitin Permanente que agitó los discursos
v los ánimos, hasta el desate de
la furia popular por la muerte
frutas, carroña y restos aband.onados por olros carnívoros; si_
â. .rn .otnpañero en manos de la policía' Entonces se habría
guiendo por lo comúrn "a los leones para aprovecharse de los
.,ãesencadenado el "castigo popular": el incendio dela Comþa-
restos de su comida"; de costumbres nocturnas, buen corredor ''',,',
y nadador, de piel color pardo o griszã. El chacal se percibe co_ Sudø*nicana d'e Vaþmes por sus cuatro costados, a lo que si-
mo un peligro que se cierne sobre toda la clase obrera en gene_ ,guió el incendio y saqueo del malecón; luego los huelguistas
ral, amenazando con devorarla y matarla. Esto había queãado ie dirigieron al diario El Mercurio, proclive a los navieros, don-
'...de fueron recibidos a rifles de
repetición, y murieron varios
demostrado, por primera vez en el país, en Lota_Coronel,
donde se había reprimido a los obreros, por mar con artille_ ',ì r"ror. Pero el saqueo ylaira siguieron expandiéndose Por
$¿indud, movilizando a unas 10 mil personas en total, inclu-
ría y por tierra a caballo, al estilo del clictador decimonónico
yendo a los pobres de los cerros. Las compañías navieras ce-
argentino Juan Manuel de Rosas. La represión la hacen los
dueños y el gobierno contra los ,,revoltosos" di"ron. EI saldo de lajornada: 35 muertos, 600 heridos26.
-y aquí instalan una proPuesta municipal -en dicho recinto había
,t', Arrt"
su tema de la barbarie-, es decir, un concepto que manifìesta
la idea de gente "confusa", de desorden inorgánico, anárqui_ $ayoríu del Partido Demócrata- de levantar un auxilio a las
co, mientras los obreros se autocalifican de ,,guerreros",ìn $milias de los obreros caídos, el regidor Gustavo Ross Santa
nombre que expresa la voluntaria (¿y consciente?) entrega de fuaría, primo del propietario del diario El Mncurio, declaró:
la vida en aras del cumplimiento de una misión y un deter.
,,r.,.,,|Yo me opongo a que se conceda la cantidad de que se está
Esta huelga marcó una ruptura del movimiento obrero
':::,., . tratando. Los
individuos que cayeron en los actos violentos de
con los gobiernos de elite, a cuyos candidatos les daban nor_
l¡.1.¡, tu huelga, eran todos unos bandidos y los muertos bien muer-
malmente su voto y a quienes identificarán ahora a menudo
,,r:.1',:...¡.' ;,tos están. No tienen ningún derecho a que se auxilie a sus fa-
Por los hechos perpetrados el dia 12 merecían haber
':.:l:r,r,,,milias.
1,,
24 Felipe Marcial Garcés, "Musa pampina,,, en S. González, M. A. lllanes, L. ::lr..,,'"
Moulián, Poematio Poþular rle'ftaaþactí. IBgg-1910, op. cit., págs. 208-209.
3,,20 Un estudio sobre este tema en Mario Garcés, Ctisi-s socirt'll motines þoþuknes
25 Diceionario ljnciclopédico, Barcelona, Salvat Editores, 1g8l. :,: ig! !900, Santiago, Ediciones Documentas, 1991.

r6B r6g
María Angélica Illanes Infeccióny subaersión en Chil¿

rnuerto 50 individuos más de los que cayeron. En vez de des_ abriguen una sola aspiración: la emancipa-
tinar dinero a proteger las familias cle ellos, debiera desti_ de hombres que
hacer impe-
narse una suma para socorrer a la Compañía Sudamericana
cióny elbienestar de las clases trab4jadoras, Para
rar una era de verdaderajusticia"'e8
de Vapores."et

El tema de la barbarie se ha instalado aquí en el centro


del
El dirigente obrero Luis Emilio Recabarren remarcó, con de clase (burguesía/ trabajadores), sirvien-
moderno
letras mayúsculas, el epíteto lanzado por Ross en la prensa po-
oara descalificar a una clase social ante la otra a través de
pulat Lø Voz d,el Pueblo: 'bolos tales como banrlid,osy zá,nganos. Cada uno de estos
os está significando el de "aprovechadores" o "ladro-
"Tooos soN uNos BANDrDos, dijo. y sobre toda la clase obre-
It de los bienes y del trabajo del otro, cuyos actos merecen
ra ha caído el insulto Éposero, que revela en su autor rtna ex_
castigados con la mutua negación: para el burgués, con
qukita ilustración, porque la mayor parte cle los caídos en esa
uerte física del huelguista; para el trabajador, a través del
sangrientajornada e¡an honrados y laboriosos obreros, hom_
bres por cierto que con sus manos y talento contribuirán al
io o ruptura con el burgués. Y este diá'logo de la barba-
progreso de las artes y las industrias, mientras tanto que él es porta un discurso civilizatorio que es apropiado por el
un zángano social y corredor de comercio... un individuo que to obrero, sustentado principalmente sobre los conceptos
come con el dinero explotado a pasadas generaciones de tra_ ernos de "trabajo", "ilustración", "unión", "acción", "eman-
bajadores. (...) ión" y'ijusticia".
Las palabras pronunciadas por el Ross Santa María han pre- El fenómeno de confrontación social era un hecho en 1903
sentado, al natural, a la burguesía chilena. Ellas han demos_ Chile; en la pampa salitrera los ánimos comenzaban a exaltar-
trado en qué concepto fìguramos ante ellos los que tenemos notándose este año un discurso claramente contestatario en
el orgullo de ser trabajadores. ya está dicho, para ellos somos escritos de trabajadores pampinosæ. Ochenta ofìcinas sa-
todos unos bandidos indignos de tener derecho a la vida. Fi existían en Tarapacá en 1903, al paso que se construían
jese bien el pueblo cómo en general la burguesía nos odia a orgánicas populares. Una de las iniciativas de organiza-
muerte, nos desprecia, nos hiere cobardemente. (...) obrera más importantes de este período fueron las mancu
Será esta circunstancia una nueva oportunidad para conven- . Estas se iniciaron en Tärapacá el año 1903, propagán-
cer a muchos obreros pusilánimes o ignorantes que nada te- a Antofagasta. ¿Cuál era el objetivo de las mancomunales?
nemos que esperar de la clase dirigente y que es necesario
establecer el divorcio definitivo entre pobres y ricos, enr.re l'Los doce mil trabajadores que hay en la pampa viven b4jo el
explotados y explotadores, entre víctimas y verdugos... monopolio odioso y tirano de los sali[reros. (...) La construcción
Abandonemos nuestras timideces, olvidemos pequeñas ene-
mistades y acerquémonos cuanto más sea posible, lo más rápi-
do; confundámonos en una sola entidad, en una comunidad :r: 28 Ibídem, págs. 16-17.
i': - .29 Ajuzgar especialmente por la prensa obrerz de Iquique (penódíco Elhubln)
'
èl:discursodeL.E.Recabarren (E.scritostLePrcnsa',op.cit.)ylapoesíapopular
27 L. E. Recabarren, "Regidor rnunicipal de Valparaíso',, La Voz del pueblo,yal- þampina (Poemario Polrukt dz 'faraþacá, op. cit.).
paraíso, 2Z mayo, 1903, en E. Devés, X. Cruzat, Rzcal.tønm, Escritos tle r:-' 39 *. Cruz-at, "El movimiento mancomunal en el norte salitrero' 1901-1907"'
lnensa, San_
tiago, Documentas, 1985, T. 1, pág. 16. äimeo, Santiago, 1981.

r70 17r
: María Angélica Illanes
Infección Y subversión en Chil¿

y esrabilidad de esta casa social, constiruye


para_.los *uvud
-" trabaia- los trabajadores en el
.dores los siguientes e inmediaros
beneficiosl afotzosaa que se veían sometidos
Libettad d.e cuociación, co^.s1 que hoy
es prohibida y castigada con
¡laboraly legal particular de las of,rcinas salitreras'
la expulsión en cada oficinà. Aho,a
ba ir al trab4jador a su casa. Así
sårá dificil
d"" ,.Ì;;,";;r
la sociedad tenclrá rnuchos más
socios y se hará muy fácilmenþ
una correcta recaudación. si an_
tes la pampa daba dos mil pesos
al mes, hoy ctará cuarro mil.
Libertad de comercio, p.r.rro que la
,o.i"dud establecerá un al_
macén bien surtid.o y será oÈra inútil
prohibi, q,r" uuyu
b.4jador a comprar a su almacén,
po.qr_," se burlarían todas "iìJ_
las
vigilancias habiclas y por haber.

llytt euidzntes y reales, que resultarán de adquirir mercaclerías


40Vo má,s baratas q.r" las pulper.ías salitreras y en artículos
buenos. "r,
Seraicio médico oþorluno, que hoy por orden de autoridad/ todos los cuerpos de 1í-
no lo tienen porque Ia socie_ li:;i:::i:.*¿"d,/
'íea,/
dad no podía proporcionárselá antes.
para sitiar las familias/ por completo en la ci'udad"3n. El
Instrucc.ión eficaz, para adultos
y niños ya que la sociedad esta_ iffendente inauguraba un tipo de profilaxia social que, a tra-
blece¡á cuanto an
vés de un simple "decreto de peste", incendiaba, vigilaba con
cuttura y recreo,.:i,i::å:i:lï[ï::r:îLa,u.,,*, f,7ar_ u,, úpa armada y trasladaba a un sector de la sociedad fuera
mónicas, etc.
Y todos los beneficios naturales dè la ciudad.
que se derivan de los antes
citados.
¿Podrá haber socied.ad más poderosa en estas condiciones?,,3r
,''' Nn.uut denuncias de arribo desde el Callao de la peste bu-
tjónica al puerto salitrero de Iquique se rumorearon en el mes
De modo que su objetivo áe junio de i903. Una niña de un conventillo de Iquique ha-
.
de los
era servir de centro de atracción
bría sido la víctima. Como medida profiláctica, el intendente,
trabajadores salitreros para resistir
a la ,,legalidad,, polí_ IJrzúa Gana, actuó nuevamente al modo de un bombero sa-
tica y social existente en las oñcinas,
sustrayéndose a la misma nitario: ordenó la quema del conventillo con todos sus en-
a través de la fundacló1 de un .espacio
autónomo,,pu.u pu._ seres. La gente quedó en la calle. Los enfermos comenzaron
ticipar allí de la legalidad y ciudada*a
republicana (*todos nues_ a ocultarse . Había que evitar la quema de los cuartos. La
tros actos aquí están dentro del
derecho y la ley,,p). Es decir,
la Mancomunal era la encarnación
de r.r., áir.trrro civilizatorio
popular que prerendía conjurar la barbarie
a. tu ti.u.riu /io
., 33 Sobre Iqtrique y la pampa del salitre ver Sergio Gonzâlez, Hunlnes y mujeres
tlc Ia þanln. alhral¡ac¿i m. el ciclo del salihu,Iquique, Taller de Estudios Regionales,
3l La CatnanchacuN" 2, enero, 1991.
Voz det Pwblo, Valoaraíso, 2}+lg} ,Luis E. Recabarren, ,,I_a
Mancomunal
de Obreros de Tocopilla',, Ën Cruzat 34 Poeta Sagasquino, "La Peste Btrbónica en Iquique cornbatida con fuerza
y DevCr'"p .¿, iì, pág.24.
armada", Oficina California, EI Puel¡lo,Iquique, &G1903, en Poemario þoþular tle
32 lbídem.
Titraþacá. op. cit., pâg,229.

172 173
María Angélica Illanes Infección y subuersión en Chile

búsqueda de los afectados se hizo en forma sigilosa, recorrien-


do las máquinas de desinfección pieza por pieza, allanando en
nombre de la ley.
El hecho puso en alerta los intereses económicos y los te.
mores políticos en las esferas del poder gubernativo central. esperar. Alarma en el vecindario. Horror a la rata.
No se trataba sólo de un asunto sanitario y quizás ni siquiera
l,li¿i"ro'
.'l;..'. --. *t.," n i fa ria. F,xnec
sanitaria.
sa tación paralizante.
Expectación nzrahz.an I e. Comisiones se-
Normativa
humanitario, y esta vez no partirían tras las ratas los periodistas
ir"tur. Escasez de víveres. "Que se ausente' que se vaya'/ esa
en busca de la ciudad de pobres, haciendo la denuncia de la mi-
Desre del infierno,/ el pueblo de Iquique pide/
su protección
seria a tivavoz. Por el contrario, esta bubónica era asunto de se-
ll Gobierno'""
creta inteligencia y de alta política. El gobierno central envió persecución y profilaxia militar de la rata no se atuvo a la
,,:.,1.:La
una comisión de médicos a la zona con el objeto de ser infor-
ii,rdud de lquique. Donde hubiese pobres y trab{adores y "re-
mado secretamente de la situación que se vivía en el terreno
loltosos", habría ratas, Por lo que una comisión de fuerzas poli-
de los hechossu,
iíàcas enviada por el intendente, se dirigió a las oficinas salitre-
ias.,El objetivo: registrar todo'
"El Honorable Senado cornprenclerá -explicaba el Ministro
del Interior ante un reclamo de un senador por la reser-va de .,-rrliDía ocho del presente,,/ dicha Comisión llegó/ y en California
la información acerca cle Ia peste en el norte- cuál sería la si-
,,r,,'encontró / arrnas, prendas y billetes..'/ / Salieron de allí
al mo-
tuación de una provincia como Ia de Tarapacá, declarada in-
",l,,,,,mento/ para seguir registrando,/ Por todo rincón buscando,,/
festada. Los trabajos tendrían que paralizarse, los vapores en más morlaco y armamento . ... / / Para seguir la función/ se fue-
camino rescindirían sus contratos, los qlre se encontraran en la ',iì
,1111.,,, ron a Carolina,/ Allá hasta por las cocinas/ entraban de sope-
bahía la abandonarían. Conozco aquellas localidades y me ex- .,;..,. tôn./ Tomaron la precaución,/ cle registrar una mesa / y allî con
plico la situación que se produciría. I-a primera manifestación .¡,,,:¡. mucha destreza/ plata y fichas sustr4jeron/ y muy honrados sa-
sería el desorden, el orden púrblico comprornetido, Yyo me pre- ,:,.:,. lieron,/ entrando a todas las þiezas.../ / Por fin, muy mejor sería/
gunto si sería cuerdo precipitar una situación semejante."30
.:.,r, læ pulperías./ Así se convencería,,/ viniendo él mismo en perso'
El gobierno central mantendría el secreto del diagnóstico ,-,.na,/ No tenga miedo a las lionas,/ véngase directamente,/ Ya
de peste bubónica en lquique: hecho nuevo en el país, yno Ie ¡¡rr,,verá usted que alapeste/ se le ha achatado la bola."38
faltaron argumentos para ello; el que parecía convencer en- t.l:::t: . '

tonces a toda la clase dirigente era el del temor al "desorden ,,:, p¿¡¿ el texto obrero, las ratas son la excusa de allanamien-
¡i$o-, de tiranía y de robo: tema donde reside la cuestión de la

35 Dicha comisión quedó presidida por el Dr. Alejandro del Río, presidente
del Instituto de Higiene, quien a su regreso entregó informe resen'aclo al gobiemo. ,:ll'37 "¡Bubónica!", Pisagua, 1903, EI Puebln, kluique, 25-G1903, en Poemario...,
ver M. A, Illanes, zrz el notnlne del þueblo, del cskulo ¡ tl¿ la ciencia. Histaia social tle lø :lp. cit., pâg.232.
salurl públicu. Ch¿l¿, 188&1973, Santiago, Ecliciones del Colectivo de Arención pri- 3A fo.tu Sagasquino, "C,onclusión de la función bubónica en Iquique la cual ter-
maria, 1993, págs. 105-107. |
¡f.t¡-in0:q6¡ la petipieza cle la pampa", EI Pu¿l¡lo,Iquique, +7-1903, en Poemario...,
36 Bol¿tín rlel Congreso, Cámara de Senaclores, 20-Glg03. :ifÞ,,cit., pâg.222.

174 175
María Angélica Illanes Infección y subuersión en Chil¿

barbarie. Para el intendente, la comisión policial enviada de- .:tr,OBl- PoETA SAGASQUINo
be, siguiendo los pasos del roedo¡ descubrir aI otro, no su mise- provincia existen/
,,1,,"',Vurlor hombres criminales,/ que en esta
ria (como lo hacía El Chileno) sino su rebelión, limpiándola de :,,:1el pueblo quieren reírse,/ en estos tiernpos actuales./ / En
armamento, asuslándola con la presencia de la prepotencia. los doctores,/ Líenen poder exclusivo,/ pararnatat a
.tl,,lquiq*,
El intendente ha utilizado la barbaridad de larata para com- 'rit'to, uiu*/ con slrs malditos burbones.,/ Por órdenes superiores,,/
sepan los males/ que
batir la "verdadera barbarie" o la huelga obrera. Falsa rata pa- ,ii'io-ár bien dictatotíales,/ por rnás queque es la peste/ aarios
ra una necesaria, a su juicio, profilaxia militar socio-sanitaria. algún enfermo adolece,/ dicen luego
himbres criminalzs'/ / Todos conocen la trama/ que en
Tarapa-
La campaña de la autoridad contra la misteriosa rata no ha-
bía de contentarse con el incendio de espacios señalados, con i¡,.¿6 nu" tomado'/ La peste ftre plan pensado,,/ sólo por reco-
if, g". las armas,/ porque según las alarmas/ de los Reyes del sa-
el traslado de poblaciones y el allanamiento de oficinas, sino *íir",/ hicieron soñar a Iquiquer/ y hasta al actual Intendente,/
que también contempló la formación de alianzas sociales con el
objeto de unir voluntades y dirigir acciones comunes contra la laa.þ" en huelga estaba Ia genLe/ que en esta þroaincia existen./ /
l::':,'¡1 1n¡sndente asLrstado,/ al oít huelga de rotos,/ creyó todo
temible peste negra. Para esto el intendente citó a reunión a los
Itr.:est" all>oroto/ estando recién llegado./ Como primer magis-
presidentes de las Sociedades Obreras'o y a los salitreros de Ta-
', trado/ debía de persuadirse,/ y no malo convertirse/ con sus
rapacá, junto a los curas que habían levantado olla caritativa en ll,,,d"-á. partidariosr/ que como ruines falsarios/ det Puebto quieren
'.,:,1

la ciudad de Iquique y a los médicos que, según el texto obre- ,;1:,,:,¡u¡t¿.1 I EI pobre ha pagado el pato/ con estas bubonicadas.,/
ro, al diagnosticar cualquier fiebre como bubónica, seguían "el :-l.;:.:,'¡lutr quemado sus moradas,,/ y sus muebles destrozados'/ Ysi
amén". Este "hecho político", de estrategia bastante notable, les pone atajo/ sobre estas atrocidades,/ lo castigan
'.i.t,:.,,atg,ri.t
despertó la furia del poeta popular, que denunció la mentira de con prisión,/ porque hoy es Ia Inquisición/ que reina en es-
la invención bubónica, la falsedad de la comedia sanitaria, la in- tos tiempos actvales./ / Por fin yavan cuatro meses/ que a los
famia de ver "a todo un pueblo engariado/ y sitiado por el ham- .:'l ,obreros de lquique/ la miseria los aflige/ por la bubónica
bre", la humillación de tener al pueblo dependiente de la Olla þeste./ Si así sigue el Intendente,/ el sueño
cierto será.,/ La
del Pobre, a cargo de las "sotanas". El único "bubónico" era el huelga saldrá verdad,,/ que Piden estos rastreros,,/ y entonces
propio intendente, en cuya mente política anidaba la barbarie habrá carneros'/ en todo Tarapacá.''n'
o la peste negra, pretendiendo "arrollar en algún lazo al obre-
lì*"
ro"no. Y mientras se iniciaba campaña de recolección de firmas |,':¡11.jot empresarios, en el textopopula¡ habían sido el punto
de "veinte mil obreros", el intendente repartía "pastillas" a la l1þpartida de la trama: la alarma de la posible y amenazante
población para remedio y protección contra el "mal" La situa- |¡fuelga de rotos", su tema de barbarie o su verdadera pesle;
ción se prolongó por cuatro meses. ¿Cómo se explicaba? irìr .sélo su tema particular, sino de la autoridad política y reli-

39 Para un completo estudio de las sociedades obreras y del movimiento


obrero de Tarapacá ver.|ulio Pinto, 'frabajos y rel¡eklías en la þamþa salitrera, Santiago,
Universidacl de Santiago, 1998.
40 Poeta Sagasquino, 'Versos pampinos sobre grandes verdades rechazanclo
las afirmaciones del bubónico Intendente de Iquique ", Oficina California, El I'uel¡lo,
{'Del Poeta Sagasquino", Oficina California, Iìl Puel¡lo,Iquique, 10 - 9 - 1903,
op. cit., págs. 235-236.
P,o¿¡n:uio...,
Iquique, tl - 7 - f903, en I'oemaùo..., op. cit., pág. 233.

r76 177
María Angélica lllanes

cual se envíala fuerza armada moderna. La propia ciencia se


ha puesto al servicio de la barbarie o de los tiránicos tres po_
deres, ofreciendo el discurso civilizatorio de la salud como
control social. Finalmente, en el otro extremo de este texto
obrero se halla el comienzo: la posible y amenazante ,,huel_
ga de rotos", el tema de la barbarie de los reyes en el mismo L¿ vroe EN RECLUSTóN:
punto de partida, ahora como recurso obrero para conjurar la COTIDIANIDAD Y ESTADO EN EL
tiranía, poniendo sobre la mesa su propio tema de barbarie y
M¿xrcouro GENERAL LA CesreÑnoe
su discurso racional civilizatorio ("s,in-carneros',). IJn texto cir-
cular que tiene como objetivo develar el tema de la barbarie
(MÉxlco, lglo-1g3o)
de las clases dirigentes ("la huelga cle rotos") y, al mismo tiem-
po, eshblecer su propio tema de barbarie (la tiranía de las clases Cristina Rivera-Garza
dirigentes) y, por último, recoger elgwante, amenazarla con la
temida huelga.

Al parece¡ ya no estaban los tiempos para ratas de mentira,

178
;ij{l:., 'lgtZ, cuando el doctor Agustín Torres escribió un par
iãÉãiü."t"r que describían las condiciones de vida dentro del
ittafiiào*i" General, no sólo celebró los adelantos médicos y
$å:¿ial¿s llevados a cabo en las instalaciones psiquiátricas sino
¡ìållãltam¡i¿n llamó la atención sobre el papel privilegiado de
,âihíÌituci¿n en el proceso de reconstrucción nacional. En
lìB.ilì' a" de mayor Presupuesto y más atención gubernamental,
lifuambién director general de la institución de salud mental
vo que el manicomio era un centro estratégico para crear
ílèntes que el nuevo país necesitaría'. Aunque dramática y
i'íti âltisonante, esta declaración no debió de haber resulta-
ïñüsuál para aquellos interesados en temas psiquiátricos. De
unos veintiún años antes, los miembros del comité para
:ôo:rstrucción del Manicomio General manifestaron aspira-
i$s.de similar envergadura en el informe que presentaron
el Congreso Médico Pan-Americano de 1896. En este do-
to, el comité reconocía que "la locura es una condición
lÈ ece de una marca característica o estable" por lo que,

llL'þstín Torres, "El Manicomio General", Reuistn d¿ ta Bewficmcia Pública,3Ç


1917, págs. 30-32.

rBl
Crisúna Rivera-Garza Lø uida en reclusión

de pasar inadvertida o de ser mal diagnosticada, presentaba nte los últimos momentos del Porfiriato y los primeros
especiales peligros para la sociedad en su conjunto2. Por es¡¿ I;.,, revolucionarios'
* - d.l Proceso
razón,los médicos, abogados, ingenieros y burócratas a cargo ln-g.ttado el primero de septiembre de 1910 y construido
- Benef,rcencia Pública, el manicomio es tal vez
:l,tlli;i,a,,a:
del proyecto veían al manicomio como una herramienta social |*i,,.inrráor de la
älli::l1i94:ìreu*"" - .
más que individual, como una misión más que una tarea. Por ejemplos de las estrategias de modernización
l}iiiilñ,á" l"s mejores
esa misma razórt, se percibían a sí mismos no sólo como guardia- CdLaww"":'."" los últimos años del régimen de Porfirio
iì,ä*¡o,rururterizaron
Qr)ê
nes de la salud mental de la comunidad, sino también como ahí' un selecto SruPo de expertos comisionados
¡rsÅi?zyu9ue,
campeones del orden social. Èù@uv no solamente usó su conocimiento de lenguajes
..DOf gI Brrudo
ili,..',*r,,ri
Esta mentalidad permeó la planeación y la construcción lo rcoríu"médicas, sino también su flagrante preocuPación por
del Manicomio General, un complejo monumental que abarcó il ord"tt social de la comunidad y de la nación:-:-:^ en Seneral'
^l *^
25 eciificios rodeados de amplios bosques y elegantes jardines iîil..1:,,,ñesm que a unos
meses de su apertura tuvo su inicio el mo-
localizado en Mixcoac, una población en el sur de la crecien-
å!iþi."r" revolucionario, el manicomio también .,:"::i'"{'
te metrópolis donde miembros de la elite vacacionaban los fi- fîliiìì'ä;á,"t""a privilegiada par:a detectar los alcances y límites de
i..ìLlillì:.:'n'5:rl . 1
--. '1 1. r r
esbozadas por los nacientes regí-
-,-I------:^-^L^^-^-:
nes de semana3. Conocido popularmente por el nombre de la iilii prfticas de salud pública
ex hacienda en donde se ubicó -La Castañeda-, el manicomio Más que el análisis del antes y el
L.-.l!llÀ¿¡"r posrevolucionarios.
provocó mucha curiosidad y, a veces, hasta aprensión entre los ,*ll|; sp"¿r,lo que resulta de especial importancia este aspec- en
vecinos del lugarn. Aunque alguna escapada estudiantil o espo- ll!tã,,io" los años de negociación e inestabilidad que precedie-
que se llevó a cabo
rádicos recuentos periodísticos contribuyeron a dar a conocer iì¡, ,,u la reforma administrativa y médica del mariicomio y de la
el mundo interior de la institución, éstos poco hicieron para íiil¡:'ii¡,::t Zg, el año en que las autoridades
intentaron cambiar faz y el destino de
disminuir el morbo y el misterio que la rodeaba. En efecto, la Èit¡tÊãrn..ncia Pública 7a
rutina diaria de los que ahí vivían o trabajaban permaneció lii1l::Jârinstitución en su conj un to.
oculta para el público en general. l,i!¡,lf'¡l Manicomio General fue resultado de un proyecto estatal
Basado en documentos oficiales, reportes de inspectores f¡llfuse etaUoró lentamente y no sin tropiezos durante un perío-
de la Beneficencia Pública y expedientes médicos, este artí- tilð¡:¿.26 años6. Entre 1884, cuando el médico Román Ramírez
culo intenta develar los procesos tanto institucionales como i!:¡1 qentó por primera vez información sistemática acerca del
cotidianos que dieron vida a este establecimiento público liiillitâ¡"eio tanto médico como administrativo de manicomios en
naciones extranjeras, yjulio de 1910, cuando el hljo del
"i:1ilÍ-âiiâs

2 Samuel Morales Pereyra y A:rtonio Romero, "Exposición y proyecto para .


ì:.¡a:,Lii:1,:ìt¡:r:::.:rr. .

construir un manicomio en el Distrito Federal", en Memøias tIeI Segundo Conglzso .l.!:lllirä5 easaao en investigación realizada en el Archivo Histórico de la Secretaría
Pan-Americano vnificatlo en la Ciutlatl de Méxieo, R¿þúl¡lica Mexicana, noaiemlne 1619 llllti.-..i]dlsalutriaad y Asistencia, AHSSA, Se indicarán el fondo y secciones utilizadas
de 1896, México, Hoeack y Compañía Impresores y Editores, 1898, págs. 888-896. .:;þp.¡rlas siglas F y S; leg4jo y expediente , con las siglas I-g y Exp. Los Fondos son
3 Para una historia social y cultural del Manicomio General de La Castañeda, ir,,F.i-iÈ!cet.iu Pública (BP) y Manicomio General (MG); las Secciones: Estableci-
ver-Cristirra Rivera-Garza, Mad Nonatiaæ: Ps¡chiahisß and Inmates Delntz Centþ Clnss liþj,9.¡tos Hospitalarios (EH), Administración (Adm.), Expedientes Clínicos (EC).
anrL the Nation, Méxioo, 1910-1930, Lincoln, Nebraska University Press, de próxima d:'sigla Se indica: Sub-Sección, la única de las cuales es Manicomio General.
aparición. iri..- 0 Un anatisis detallado de este proceso se encuentçr en Cristina Rivera-Garza,
4 Para una historia oral de Mixcoac, ver Patricia Pensado y Leonor Correa, Arçhitecture of Mental Flealth: the Constmction of the General Insane Asylum
Mixcoac. Un ba¡rio en la memmia, México, Instituto Mora, 1996, r:Ìt1--L+,.Çastañe d a, Mexi co I B 84 l 9 1 0 ", m anuscrito.

r8z rBg
Cristina Rivera-Garza La aida en rechtsión

presidente, el ingeniero Porfirio Díaz, completó los trab4jos de -" --


rônvencidos de su misión modernizadora' los encargados
el manicomio entendían la reclusión nlsnitatl!¡1
,Ð,
'ar".¡u,
const¡ucción de la institución, se llevó a cabo un debate signifìca-
tivo entre los encargados de realizar este proyectoT. El debate fun-
oç -'"-- de proveer tratamlento me
''dico a los enfermos
în rna forma
damentalmente incluþ preocupaciones de tipo médico, pero no como una manera ot
.,.Ï.,,tal.t y, concomitantemente ' ::::1::
peligrososr.' Estas
dejó de lado ansiedades sociales. En una ciudad cuya población lli, -i.¡¡rrros de la sociedad potencialmente
crecía a una velocidad verriginosa, dentro de un país comprome- 1i,."", de control social, sin embargo, iban mano en mano
tido con procesos de industrialización a toda costa, los profesio manicomio.:?To un lugar ot
ltt*i:
--,:;;;;t.tipciones-del y los más débiles podrían asegurarse
nales que crearon La Castañeda eshban al tanto de la relevancia ::;;. los más pobres
según fuera el:uto ttt"_t:lt
psiquiátrica de la institución, pero nunca olvidaron el peso social ,äø"Oo médicoo de custodia :
que ésta conllevabas. En un acuerdo tácito con el periodista y
asistencia y control por un
poeta Manuel Gutiérrez Nájera, los miembros del comité inter- *"= äã.n..", Lrt. doble programa de se inició la lucha revo-
pretaban las paredes que rodeaban a La Castañeda como una .,.*,::"t"do muy corto. Tan pronto como
frontera que separaba a "los buenos y aptos" de los "débiles y il;;""ria, el hospital enfrentó serias limitaciones financieras.
corruptos", una preocupación políticamente significativa entre i-r::!,i¡:l':.i!:lr::.r.,r':,r84,'lugar
de convertirse en un moderno establecimiento de :ra-
el manicomio se transfor-
comentaristas sociales adeptos a hablar sobre los pobres, las mu- 1iî..91i,ñeäto e investigación psiquiátrica' p"t? pt:.t-""1
jeres, los mestizos y los indios en términos de amenaza sociale. Así äi.Ët!i: :tápidamente en un especializado donde lugar periférico
tenía grandes dificul-
i.lÀ',mucho en
::i,,',,,'ñ,-,r.tto entrenamiento
trenami
iitá"r:."ul"r para tratar a más internos de los esperados' muchos de
7 Romárr Ramírez, Dl manicomio, Ensa¡o esnito por cunisión dzl Ministro tle I'omtnlo,
LLl'....i sufrían condiciones crónicas- Las autoridades del
México, Oficina Tipográfica de la Secreta¡ía de Fomento, 1884. El interés de Ramí-
rez por aspectos legales relacionados con la salud mental también se desarrolló en
st llzsumm ¿le m¿dicirut.lzgall cimcias canexas þara tuo tle las estutlianl¿s tl¿ ks ¿scu¿las de
derecho (México Ofrcina Tipognífica de la Secretaría de Fomento, 1901). Pam infor- Una selección representativa de interpretaciones de manicomios como
':r..:,,':-ill0
mación sobre la participación de Porfrrio Díaz, hijo, en este proyecto, ver "Contrato i¡iti*.iorr", de control sàcial i.cluye a: Michel Foucault, Madness arul Civilizalion:
'lll.
celebrado entre la secre¿aúa de Gobernación y el señor ingeniero Don Porfirio oJ'In-sanity in the Age of lleason, NervYork, Random House,
1965; Erving
r*l
Díaz, hijo, para la corìstrucción del Manicomio General", AHSSA. F:BP; S:EH; Se: ,,6frnuí, Aqlu*"i Euolt
-Ooubleday on the Social Situation of Mental Patisnts antl Other Inmates'
MG; Lg: 49; Exp:2. :,,ñu"uu yo.L, and Anchot 1961; David Rothman, The Dßcoaery of the Asy
,, Disøder in ttu Etuly fuþubkc, Boston, Little Brorvn, 1980; Thomas
8 Un análisis de la historia urbana de la ciudad de México está en Ariel Ro- . sociat ader arul
dríguez Kuri, Una exþeñencia olvitlatLa. El Ayuntamimto de México: þolítica y gobiemo, 'úÀr, fn, myn of Mental lLlnus, Nueva York, Harper and Rorv, 196l'
in-
1876-1912, México, El Colegio de México, Universidad Autónoma Metropolitana 1l A medida que crece la investigación histórica sobre los manicomios' las
representati'a dela li-
.i,l,iL.-i,, r"o.io".... hu,-r
Azcapotzalco, 1996. hecho más complejas. Una selección
I Manuel Gutiérrez Nájera, "El pobrecito criminal", en Boyd y Mary Carter,
Mantul Gutiîra Nuja'ø. Iisaitos inérlitos tle saltor sathico "Plato d¿I día", Colunbia,Uni- ïäiÍlltøn-c."rury Aslluns, Nerv Bnrnsrvick and London, Rutgefs university Press, 1987;
ve rsity of Missouri Press, 1912, pâg. 19. Éste y otros artículos fueron publicados ori- d'¿mlcl Groú, ùIental Institutions in Amtrica: Social Pokq /a 1875, Nueva York, Mac-
ginalmente en el perióclico El Univm;al entre 1883 y 1895. La mentalidad punitiva
porfiriana tambié¡r se encuenra en los escritos alrededor de la criminalidacl. Los
rnás sigrrificativos entre ellos son: Julio Guerrero, La génesis dzl nim.en en México: mia,
¡o tle þsitpLinhía social,Mêxico,Impre nta de la viuda de Ch. Bouret, 1901; Carlos Rou-

magnac, Por los murxlos d¿l tlelito. Los criminales d¿ México. bzsa¡o tle psicolngía criminal,
México, El Fénix, 1904; Miguel Macedo, La niminalidatl m Mâxico: med,ios tl¿ comltatir-
/a, México, Oficina Tipografìca de la Secretaría de Fomento, 1897.

184 185
Cristina Rivera-Garza La vid,a en reclt'+si.ón

manicomío tralaron de rescatar el proyecto de salud mental


en del marco institucional del establecimiento' Unavez
varias ocasiones, ya sea solicitando más fondos para
funcionamienro o enfarizando el ord.en producìdo
asegura;;; ;;;", el texto d,escribe la rutina diaria de doctores y pacien-
mento Interno de 1913, pero la prensa amarillista
por å n"gåì ä'i.u*"¿o de resalrar los límites de orden oficial que espe-
dejó escapar ocasión alguna para publicar arrículos
a. U epo.u'ni lì"i'-rur y abogados crearon de manera más bien ferviente'
aàrd. .ì "*Luviáa cotidiana no era sencilla al inicio del siglo xx y esro
manicomio, más que institución de salud, parecía,rrru
.¿.Ji .,,.e,.1-specialmente cierto para los internos del manicomio' A
custodiada por personajes cle una crueldad iegendaria. .. ¡uv -
,,,,;,,, se desarrollaban las batallas revolucionarias y las
Entre la leyenda negra de La Castañeda y Ias descripciones "aiðuque inrernas empeoraban, resultó| ^^ Ã^ -.^- más claro
cadavez -l^r^
oficiales, acaso demasiado benignas, se desarrolló ,täå;ãi.i";es -X-
manico-
una realidad más compleja y más dinámica. Evacliendo
r1., ._Uu.gã
,,,.;;,al contrario de lo que arguyen los que ven ela los manicomio
u_bä, férminos de control
'íni¡qmente en términos
l'J:-- ;; únicamente social,
extremos, este artículo investiga Ia rutina cotidiana
que psiquia- reproducir, y mucho menos reforzat,las ideas Preva-
tras, burócratas e internos crearon en los pabellones ."-,no po¿fu
aet riani --, i..i.n*, cle orden. De hecho, la creciente problemática interna
comio General. Se sostiene aquí que, .r, L.ru cercanía
tensa y
a:tiva, estos person{es negociaron sus conocimienro. i.i.ïffi tmaliclmil'ustróo:'*':t'T':::"'11tTl,t:-,1:Î:trt,i:i
riencias, sus idiosincrasias, para formar la realidad
y .*pJ_ i$.iffi,.;;es institucionales ¡ luego ent'onces, la relativa debilidad
ae ta tocåra
y sus tratamientos en el México moderno.
Asi juntos, presencia_ l,iåTlfu r E Þd o revo
s ru c ion ari ar
1 P l. "':i"' i: l:tl::::
locales. Esta investigací.ón,
l,:5]$:l¡¡..,¡.,ñ a niveles
i
:*i': iìal
se incorpora Pues'
ron el nacimiento de uno de los proyectos más caros la formación del
to y, juntos también, experimentaron su rápida caíday
ál Forfiria_ ;ìl:11i:1i¡;ã.ienre número de trab{os que, al explorar
urgente
reformación en el México posrevolucionario.
Al abrir las puertas clel manicoraio, una tarea pocas veces posrevolucionariosr3. Viendo agencia en actores sociales
intentada en la historiografía de la región, este artículo
SLlfi|1iil ,
prime-
ro explora los efectos de orclen producidos por el reglamento
internot2, Se trata, en primera instancia, pues, de
un breve

I2 Estudios históricos-cle p,ráctica psiquiátrica en Latinoamérica


incluyen:
Paul Farmel "The Birth of the Kri'ik: Á cutt,r.al
History of rlaitian profesionar
Psychiatry", en Atlvood D. Gaines, ed., Ethnopstt¡ehìatry.
of ProþssionalandFolkp.rychiatris4 Nuevayori
Trte ct¿rtt¿rar construction
rituales cotidianos que' por obvios' muchas veces pa-
síate uíiversityof Nervyork, 1g92; ii,{|ìli.î]¡,'1".ños
Augusto Ruiz Zevallos, psiquiatras i!:âli'ljl1.1¡à" inadvertidos. Así pues, en lugar de otorgar
papeles defini-
¡ loco.s. Enhe Ia nntlernización *rt a to anrt^ yi
nue.uo þo¡ecto de nodemida.. pnú:1g5Gi930,
Lima, Instituto pasado y p..r.ítr, tjtîL|,if,aos a los distintos actores que convivían en La Castañeda -ya
1994; Mariano Plotkin, ,,Freud, politics, and the porreños;
,f,. n...piio,, oif.y- artículo intenta
clroanalysis in Argenti'a',, Hisþanic Amnican Historical
Ilc.uiau,7,7:1, tOøl , pagr. +i_ lir* ì".ru como víctimas o como victimarios- este
ylafaltz
74. En e.l caso de México y, más precisamente
cle La Castañecla, varios psiquiatras ii$i*,tnottrarlos en su quehacer regula¡ ahí donde el poder
han realizado esta labor de revisión institucional.
Ver, entre otros, Ignacio Ruiz :*,de poder se entrelazaron Para crear estrategias de supervivencta
López y Diana Morales Fleine', rllos prime ros arios
clei Ma.icomio General cle la
castañeda (1910-1940)', Archiuo dc.I instituto Nacionar
tre Neurorogía ¡ Neurocirugía
1:2, 1996, págs. 124129; Guillermo Calclerón Narváez, ,,Noto, eds"
pi.u íu historia åel 13 Un ejemplo de esta corriente es GlbertJoseph and Daniel Nugent'
Manicomio Genemr de México, década de los 40's", A¡ct¿iuo
rt¿t hutzrt¿h No¡ionar tre Eaqùty Fottts of"sttt'te Formntiun. Reuolution ond the Negotiatiut oJ Rule ön Motlmt' Mexir'o'
Neurología ¡ Neut ocirugía, 1 :3, I 996, págs. 198_207. Durham, Duke University Press, 1994.

rB6 rB?
Cristina Rivera-Garza ' La uida en reclusión

dentro de la men-
y no principios dogmáticos'''. En este aspecto, el presente artícu- La Castañeda es, pues, una exploración
lo incorpora al crecienle número de historias sociales que autoridades.de salud.púbìica, para quienes la sa-
se $äìi¿"¿ de las
se han ido produciendo -a nivel mundial- sobre la vida en re- constituía un bien nacional'
'- mental
lrrd
reconocido como hospital y asilo, L¿ Castañe-
clusiónru. Como en esos trab{os, el artículo trata de no perder Oficialmente
de vista el contexto en el cual se construyeron los muros que ifu" construyó Para proveer tratamiento médico y cuidado de
definieron el adentro y el afuera. Más que mera metáfora, pues, iñto¿iu a todos los enfermos mentales, sin distinción de sexo,
el surgimiento y la desaparición del Manicomio General ejem- l!fu¿, nacionalidad o religiónr7. En tanto institución pública,
plifican el alcance y los límites de los proyectos modernizadores l!âmunl.omio estuvo bajo lajurisdicción de la Beneficencia
de inicios del siglo pasado. lilÞ*ri.u, la cual dependía a su vez de la Secretaría de Gober-
ifución. A ravés de esta ohcina, el gobierno nombraba al "per-
TOMA I: La administración de la salud mental. El marco lllà¡¡ .i.r-r tífr,co y administrativo", es decir, médicos cle tiempo
iltJi,*pt"r" y administraclores, cuyo salario anual excediera
los
institucional
a incrementar los lazos entre el Estado
De la misma manera en que la ubicación del manicomio i.ilfu,p"ror, coadyuvando
. , v el manejo
de la salud mental en Méxtco'
en la periferia de la ciudad contribuyó a la creación de un or-
den urbano moderno, las autoridades de la Beneficencia Pú-
blica buscaron la reproducción de ese orden en el interior del $*ì1¡'úiru.ión de la psiquiatría al designar doctores en las posiciones
la institución, entre las cuales se encontra-
establecimiento. Con ese fìn, un inspector de la Beneficencia lÈî!.;¡ r importantes de
y cinco directores de diversos hospitales públicos redactaron
.:.li ,t" de director general. Replicando el modelo francés, las
el reglamento interno del lugar, un documento que reunió las i..i otiau¿es mexicanas también aPoyaron la transformación
reglas de trabajo y conducta social que regirían el estableci-
3;i.ì: ,urit" en instituto de entrenamiento académico cuando per-
mientoro. Como es el caso con este tipo de documentos, más qtte lIií$tieron que doctores dieran sus clases de psiquiatría en sus
reflejar lo que acontecía al interior del manicomio éste nos $i,,: ølu.i"nes, sobre todo para "cooperar con la Escuela Nacio-

ofrece una visión de 1o que las autoridades creían funcional y


ilfut,¿. Medicina y la enseñanza de esta disciplina"'8. La ins-
tlillrltâUración de un museo patológico y un departamento de in-
efectivo. Así entonces, más que un recorrido por las instalaciones
i$tigación microscópica aumentó la reputación científìca del
del manicomio, esta primera introducción a la rutina diar\a
ä8tablecimiento'e.
,,:*,En el nivel administrativo, el Estadojugó un papel de mucho
if¡þaer al nominar a los inspectores que, según el reglamento,
14 Los conceptos de "estrategias móviles de poder" y "múltiples focos de re- :llti::t:a:ii.r,ì,.:.. .
sistencia" de Michel Foucault han sido de particular utilidad en esta interpretación.
Ver, Michel Foucault, T'he Hislor¡ of Sexuulity. An Introthtction, Voh¡me I, Ntteva
York, Vintage, 1978.
l*,',:17 lbídem, pág. 2.
15 Este es el caso del volumen editado por Porter y Wright, Confnanent, de prô
xima publicación, en el cual se incluyen ensayos sobre manicomios en Australia, ¡.;f,r.tfA mfa.tn, pág. 2. Un análisis de las relaciorìes entre maniconlios e instituciones
Inglaterra, Francia, Sudáfrica, Suiza, Canadá, Alemania,Japón, Algentina y Méxi- il@.utiv* en Francia puecle verse en jan Goldste i n, Cottsole antl Classifi' The lt'ench
t:L|I.ttÌhirtt i,t Profession in the Nineteenth Century, Cambridge, Cambriclge Unive¡sity
co. Thmbién ilustrativo en este aspecto es.fonathan Sadowsk¡ op. cit.
:,.:t!èsst 1987.
l6 "Reglamento interior del establecimiento, 1913", AHSSA F:BP; S:EH; Se :MG;
Lg:3; Exp:25. lr||,1Ls ln"do-ento, 1913", op. cit. pág. 39.

r8B rBg
Cristina Rivera-Garza La. aida en reclusión

podían visitar el manicomio "cualquier díay a cualquier hora" efiugar y estaría


a cargo de elaborar el presupuesto de la ins-
para supervisar "sus departamentos y dependencias, sus libros rción, supervisar a los empleados, y escribir reportes men-
y archivos; para preguntar por toda clase de información y re- parala Beneficencia Pública'''' Se esperaba de él que visi-
*rrul",
portes; para hablar con los empleados, pacientes y doctores"':0.
El Estado también se dio a sí mismo el derecho de "comuni-
à*ryuY'7;:1"::il:',:l'i:':'":..f
,rn ojo vigilante
:î:::'::ïï:î':,*
sobre las rutinas diarias de empleados y pa-
car al director general las instrucciones que crea necesarias este funcionario estableceríay supervisaría a
.ienies. Además,
para asegurar el buen orden del establecimiento y la efectivi- administrativos de rangos menores, como elje-
dad de sus serr¿icios"2r. Así, validando a la psiquiatría como una
l, "rnpt"udos
ll,iå,l'æ,¿ocina o de ropería' Aunque oficialmente bajo las órde-
disciplina legítima de la medicina y expandiendo el alcance
li!¡ål+a"t doctor-director, el administrador recibiría un salario
burocrá[ico del Porfiriato, el Estado se convirtió en el verdade- de aquél: 300 y 240 pesos al mes respectivamente2s.
l?¡liñâþr.qre el
ro guardián de la salud mental de la nación
Iri!|ñttgtO esta posición le fue concedicla a Luis Gatcía, un doc-
La administración del Manicomio General siguió estrate- !i|¡ ¿e pr.stigio reconocido y responsable de la transforma-
gias usadas en instituciones extranjeras pero también adoptó :,iifin,del hospital privado Casa de Salud Rafael Lavista en un
mecanismos claramente locales. Por ejemplo, mientras que los psiquiátrico2.. Un guardia general ayudaría al
lirTl.|.TL'ii;:¡.¿¡t lecimiento
hospitales creados en la época colonial -el San Hipólito y el en sus múltiples actividades por 99 pesos al mes,
1?,ijìili:¡¡râAøtnistrador
Divino Salvador- contaban con un administrador residente y lllilìäiililitiùsalario comparable al de un
j::i1:.i:i;::r:f.:utr"ù4r4rrvvv¡^¡r-.¡* jefe médico2'.
-.'J'^' ^^
médicos visitantes, el nuevo manicomio quedó en manos de i{lilli.¡ät¡:¡,',,,[a t rcera oficina administrativa en importancia dentro de La
un doctor-director que, de acuerdo con las reglas, debería re-
f,{¡!çjl!@øneda era el departamento de admisiones. Eljefe de esta sec-
sidir en el lugar. Este funcionario estaba a cargo de nominar :iió:ìóri, tam¡ién un empleado residen te, coleccionaría, examinaría
I

candidatos para las posiciones, a los que después nombraría la i¡|$rjli¡; a hivar îa I os d o cu m e n tos re que ridos para ace p tar in te rnos28.
Secretaría de Gobernación, y de contratar a todos los empleados
lÌi¡äil¡i¡li ::rspués del ingreso de los internos, este funcionario estaba a
:ìi.:ii:-l.¡j.iL::.:.:::r:1,:.:.r'

que ganaran menos de 600 pesos anuales22. Como empleado ¡i¡]iÌiït:it¿'4o cle elaborar y mantener sus expedientes, que usualmente
de tiempo completo, se esperaba que el doctor-director dedi- i.iillillili.tt *nt"nían u r r a rforma
n te n l an una o l r l r a (r admisión,
dec a(r rn rs o n, ccertifìcados
re r u rr cao os rrrmédicos, pases
c cr c o s, Pas
r cs
itliiitì¡1l3i;:t
cara toda su energía y conocimiento a mejorar el tratamiento ¿:tttansferencias, permisos de salida, cartas, fotografías y cual-
îäif:!ì{,.i,i,
de los enfermos y a incrementar el prestigio de la institución. l;* ^t¡^ documento
¡ln¡"m^-r^ relacionado con la l- estancia ,{^l
del i-t--^^
interno
:it1$li$i.t otro -^l-^i^--,1^ -.t--^i^
:i.:::ì:i-!.:'j)::ì:-!i4..!.¡,.-r::rl
^^-
El doctorJosé Meza Gutiérrez, profesor de psiquiatría en la Es- iî:i$ilii.¡;þ,el manicomio. Gracias aljefe de admisiones, la institución
cuela Nacional de Medicina, ocupó esta posición en 191023. ;$ntó con un archivo bien organizado. Además, él informaría
La segunda posición más importante en el manicomio le co- à'fts parientes o tutores que así lo requirieran sobre el estado
rrespondía a un administrador-contador que también residiría

24 !'Reglamento, 1913", op. cit. pág. 58,


20 Ibídem, pág. 2.
2È "P..sup,-re.tos, 1910", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:2; Exp:6; pág. 1.
2l Ibídem, pág. 3.
26 Edmundo Buentello, op.cit.
22 lbídem, pág. 56.
23 Edmundo Buentello, "Orígenes y estado actual del Manicor¡io cle la Casta-
27 "Presupuestos, I910", l, op. cit.
ñeda", Asßtmciu. Publim¿iôn mtrnsual tle Ia Bmeficencia Púltlica,2:3, México, 1936, s/n. 28 "Reglamento, 1913", op. cit., págs. 52-55.

190 r9r
Cristina Rivera-Garza La oida en reclusión

tj,,*
de salud de los internos, una tarea que se llevaba a cabo por, en total¿2. Ellos estaban asignados a pabellones
.1.,^^^r.ns
telégrafo o por correo. Permaneciendo en su ofìcina de siete el perso""t d:jÏl: t::
:""î"ää,-Jnro de los-cuales.tanto
de la mañana a una de la tarde, y de tres a ocho de la noche, lp","j"'^".i."tes cluedaban bajo su total responsabilidad' Si
dentro del manico-
y forzado a trabajar tiempo extra si esto era necesario, el jefe :Jirä;;"n,t 1o' residentesquevivirían
btll, usar un reloj especial para
de admisiones ganaría un salario de 99 pesos al mes*. .ü1.'ros docrores renían
de la mañana' la ho-
Mientras que los administradores eran funcionarios pode- ÏÏri".""ncia de su entrada a las siete
rosos en el manicomio, Ios doctores eran los que le daban su ""J::":," las actividades se iniciaban oficialmentes''
de los
identidad como una insdnrción moderna y científìca. Contraria- 'u i"Trl"rdo con el reglamento interno' la rutina diaria
:ii:'î:--" "mnezaría de los internos' aun
mente a los hospitales construidos en la época colonial, La Cas-
¡fr|:ä;;t"t empezaría con la examinación
se con¡id;rarallytY
tañeda contrató a 11 doctores, 30 enfermeros y enfermeras, y
96 asistentes hombres para cuidar a los internos, un aspecto *,,1 åu.' que tratamiento
T:':;;^i^r
uuL- f
médico, ya tuera higiénico' i::i:::ü
farmacolô Yîi
que coadyuvó a los objetivos terapéuticos del manicomio30. A
pesar de que los doctores no tenían que ser psiquiatras, la ma- .*ä"-oiq"iø:s''it"::îï:tl'l::luï::"'^:::i::t:?lïÎ::i:i
yoría usaba la experiencia en La Castañeda para terminar una ;j.:ilii-1¡iä;ï"idenridad
' t)Lw
del paciente así como también su diagnóslico,
.. : ro,.¡ '
como te.mrna-
ii.li]Iiliilàrmienro y medicinas prescritas. Tan pronto
^^-^
especialización en el área. El personal médico fue organizado
de acuerclo con una jerarquía que colocaba al doctordirector
lri1!$},,.,¡! ì" examin
ación, v si los doc tore' i:'**i| 1îl
1" l'i:
ljT la
principal'
en el punto más alto, seguido de losjefes de residentes, quienes m e d i c i nas se ordenaban de la farmacia
;rllilt-i,,iii.:ñ""as
ganaban un salario de 120 pesos lnensuales y supervisaban a *'..Jri." fuente de drogas en el manicomio. Cuando los internos
dos médicos residentes, cuyo salario era de 90 pesos cada uno, "-*.-'.."'. , tenían que autorizar su trans-
requenan clru gía,los doctores
I . ^--^-^r-.^t-^'.r^ al ¡rrorrn rle nnerz-
Los jefes de los departamentos de hombres y de mujeres, l:,t1Ê.ì|$¿t ciaalaenfermería y, eve'tualmente' al cuarto de opera-
quienes se hacían acreedores a un salario de 99 pesos mensua- de pacientes dentro de las insta-
ii;.i!î$.ñ"res. Como todo movimiento
les, supervisaban a 5 doclores externos que ganaban 75 pesos
ii,1lîlL,$t"nes
:.ti:it,!i.:.:1,.i:ilrìla¡aur"^
hospitalarias, esta actividad requeút "i-ïtÏ]::i::T::
por mes, Un dentista, con el salario de 60 pesos mensuales,
i¡¡î$,i¡!lir.'.¡þt el doctor
en turno. En caso de que eldoctor dictaminara
también estaba incluido en el personal médico de La Casta-
ñeda3'. Aun cuando los.jefes de departamento llevabar. a ca-
bo tareas médicas, sus responsabilidades eran mayormente
burocráticas. Así entonces, el cuidado de los casi 1.000 in-
lernos recaía sobre los resideutes y los doctores exterlìos,

29 "Presupuestos,1910", 1, op. cit.


30 Ibídem, pág. 1. La mayoría de los puestos fueron ocupados por médicos; sin
embargo, en l9l5 el manicomio contrató a una doctora. Se trató de Rosario M.
Ortiz, quien primero trabajó como externa y, meses después, como residente. Ver ,.' . nírmero de doctores residentes y externos era' para 1915, de 5 y 12' res-
SZ ¡t
19141915", op' cit'
"Relación de personal de 1914 a 1915", AI-ISSA. F:BP; S:EH; Se:MG; lrg:4; Exp:23, þeçtivamente. Ver "Relación de personal,
págs. 2-3. ¡:. 33 "Presupuestos, t910", op. cit., pâgs.22-23.
3l "Presupuestos, 1910", 1, op. cit. .. ì 34 "Reglamento, 1913", op' cit., págs lB-22.

L92 193
Cristina Rivera-Garza La uid,a en reclusión

leccio'es gratuitas a internos o enfermerossu. A pesar de las


*,. ,
r:r:.r:::,lc los doctores escribían estas historias clínicas de
,z^
chas responsabilidades y los numerosos pacienfer, lu, n
*toriäi-, :!':' ;i"^", I a s a u to ri dad e s trena taro 9' 1.:: T":" ::] i- I
des esperaban que el interés de los incipientes psiquiar."* de difícil diagnóstico'
fu;:- ,
'""t::;;lí*, especialmente casos
en ascenso. Sabían, además, que La Castañeda.iu.rrru
d"ì;_
pocas instituciones donde los¡óvenes :":;;;;:;;,enLa'castañ:dii":"*:'":lï,:î1ï::::,i1:
en oûas insriruciones psiquiátricas. Las clíni-
contrar entrenamiento práctico en el "rt,raior*
foåi* Jïj i"iÏïïi"""es
10 w' --
tida''
","-l ïi: 1'^î-.^:: I I l"l
campo de su elecciOn. d e ps qu iatr ía mpar
ll, Ji"r"'
i
La realidad, sin embargo, no siempre les dio la razón. ,

?-1?^rï rtt"talþata discutir temas psiquiátricos' tales como


_ Y"u tarea de especial importancia entre los doctores ds
La Castañeda era la elaboración de las historias clínicas lli"un *ron dË síntomas y la prescripción de tratamientos'
de [l años38'
internos. Incluyendo ,,información acerca del pasado îurutt'" estos de La Castañeda también incluía en-
d.l;;: l¡f:,.Él r r^ meorcovy seøtrnda
e' nersonal
ciente, su fotografía, una narración de los síntomas catesoría-vy asis[entes o guar-
a.l i"æråJ, ^rimerq segunda categoría-
,-"J.ior -de primera
el diagnóstico, una descripción de ra evolución de ru
.nr".. trabajo t:'.'ot"'1f1
medad, el tratamiento y sus resultados y, finalment.,
lu f..t u
¿ti'. t"q"e su :1,,:::'i'- :::::i:
estos ttáb4udotts constituían una pieza funda-
i::
de salida o los resultados de la autopsia;,, estas historias Iîñ.i"t.ti"s,
puri._ì iä, t en las aspiraciones médicas o",t -1,ï:-Tl:^"t:lï
ron de manifiesto las interpretaciones comunes sobre
là que t' instirución
DaLËv' no requería,qÏ: t::.:ilïi:iÎ:j::j::
era la enfermedad mental36. 'ffiå,
..tün.u¿"t y los contrataba cuando las lutoridades
¿
"losjuzga-
A inicios clel siglo xx, a meclida que el número cle pobres
para el t'rabajo,'39. Así,con un entrenamiento a
to-
se acrecentaba en la ciudad provocando ansiedades *'o"" "p'S satarios åastan te bdos,, la
$i:i.ffi;. rJ;r rorp..horo y
en-profe_ recibiendo
sionales de la erite, estas interpretaciones psiquiátricas una disciplina profesional a
ron profundamente influenciadas por las teãrías de
estuvie- ,|ìì,i;Li ".,un dåmandaba de ellos
la dege_ personales' Por ejemplo' Por un
nerac_ión, un grupo de ideas articuladas primero i,iii'.'ifuu p."eba ¡ aun, sacrificios :,-^ ^-^ clase ç^^1^
^1^^^ tenía
po, Arrgirt Ëi;'.¡;.].j]ri" de 1,b0 al día, un enfermero de primera
Morel y Valentin Magnan que, en general, asociaban interno; ordenar tïlll:
con una carga hereditariay un proceso degenerativos?.
la locura
iñ; elaborar la ordenata dela cada ropa
I
cle cama requerida; alimen-
Aunque $iäJáÀi¿a; cambiar y limpiar
$iii¡iiã," los inrernos aun en contra de su voluntad; recibir, alma-
tos
35 lbídem, pág. 2b. ijili,î;lila "r y adminis trar los m edicamen tos ; fac ili tar insatrumen
36 lbídem, pâg.24. ...,,d. a los pacientes y enviar cartas de éstos la ofìcina
"r.ritrrra a los pa-
37 un estudio sobl'e ros oríge'es y er desarro'o cre la teoría de
la degenera-
:rtgeneral; Prevenrr er paso de personas no autorizadas
R. Dowbiggin, Inheriting íladne.s.s. profess.sionalization ¡aUorr., .1.1 lugar; escribir un reporte diario de sus activida-
1:ón ls.Ian on,l frfch;ot irc
Knouledge in Ninetccnth-cmhrry France, Berkerey,
cuidado y/ benevolencia
usar extremo Luru.uu uLr¡vYvrv¡ al
university of california press, lggl
Este autor clescribe a ra teoría cle la degeneracíór-,
.o-o "a steady though ,,ot,r.."r-
lli1l!
lliì.l$t¡|11,];;:
d"- y'
...'.o"* mienrras tanlo'
y, mlentras ranro, usal.cxLIcurLr
de todas estas responsabilida-
sariþ irreversible hereclitary deteriomtir' over
the course of f'our genemtions...
[In- !:$,$ilrr"rá. u lo, inrernosa'. Además ellas, los enfermeros no podían
cluding] symptoms sucrr as moral depravit¡ mania, mental
retardation, ancr steri- iî¡!,,-i3]ir-l t, y precisamerìte a causa de
lity Physicians ascribed a variety of åau... to d.g"n.rac¡
incruding alcoholism,
irnnroralit¡ poor diet, ancr unhealtrry domestic aicr
occ,rpatio.rar concritions. Ho.
rvever, the principal cause of degeneracy that
physicians citecl rvas hereclity,,. Un
análisis de los usos de la teoría dé ra cregeneraci'óí
en Brasil se e.cuentra e' Dain 38 "Reglamerrto, 1913", op. cit., pág' 42.
"'Puff¡ ugl¡ slothful a.,cr inert': Dege'erarion in Brazilian
l3ts*,
Thought, 1880-7940',, Journal of Latin Amnican Sluuties, sociar 39 Ibídem, pâg.62.
22, lgSZ, pâgs. 2Zó_256. 40 IbÍdem, págs. 28-33.

rg4 195
Cristina Rivera-Garza La oid,a en reclusión

dejar los pabellones_"ni siquiera para comer,, hasta que otro


empleado los reemplazara4t. si al-
Igualmente agotadoras y pobremente pagadas _ganaban ::;;;;;.ión que se merecía su miserable condición"n5.
morales' Ias
promedio de 70 centavos al día_ eran las tarãas de lás guardias,
u¡ ,äÏ""ïol"ado no llenaba estas altas expectativas
"i'i'":l:l
si
Estos no solamente apoyaban el trab4jo de los enfer_""ror, ...ïÏän*o"s podrían destituirlo;pero
podrían además acusarlo i]::
ante Ï:
las
,irro
ä;;;" ånsideración"
que también estaban a cargo del cuidado personal de los
inter_
-,, toridades civilestu'
nos, a quienes debían "bañar, limpiar, vestir, alimentai
caminar '-'El R"glutnento Interno de 1913 estipuló reglas para proveer
dentro y fuera de los pabellones, controlar en caso
de ataques
ìtJ-t"rå""s la mejor asistencia psiquiátrica que el Estado po-
violentos, y cuidarlos en general como si se tratara al mismo tiempo el orden adminis-
de niños,,a2.
Debido a este contacto casi íntimo con los internos, ',ãíu ofrrr.r, manteniendo
status científico de
se convirtieron en motivo de críticas que, de alguna
los guardias
ä;; de la institución y acrecentando-el estatales de la épo-
äurr.ru, ,ìu.iu,t u. Como en otros tantos hospitales
iban en realidad dirigidas a la insritución como tal. estas reglas' sin embargo'
:'Ja- rn elmundo, poner a funcionar
La mayoría de estos emoleados de rango menor vivían acaso imposible' Así entonces' en lu-
mían en las instalaciones del manicomio. por esta ,arón,las
y co_ fu6 una tarea monumental,
la salud
¿" seguir derroteros preesrablecidos, manejo de
el
autoridades der mismo crearon numerosas reglas "^, creado y recrea-
para controlar
su conducta sociala3. para empezar, de acueraã.o"
irl"tuf dãntro de La Castañeda en realidad fue
que el reglamento inten-
el reglamen_
to interno, el acceso al lugar estaba fuertemente regulado, äo po. las idiosincrasias de los actores
,ã¡å.ontrotar: administradores, miembros del personal médico
tanto como el movimiento interno de paciente. y._it"uao. institucional fueron acentua-
e internos. Los límites del orden
quienes, en la mayoría de los .uror, ,.qrr"rían permiså, social en el cual emer-
.rp"_ ãos, además, por el cambiante contexto
ciales o visas firmadas por er croctor-dii..to.. Las
autoridaåes
también prohibieron Ia interacción social entre empleados
gió.t -u"i.omio. En ese abismo que se abrió entre las reglas
åfi.iul", y la práctica cotidiana de la psiquiatría se formó
esa
e
internos, y especialm.ente_entre los empleados misåos, y tratar a la locura en el
sugi_ marlera ,ing,rtu. y tensa de percibir
riendo que la comunicación personal se limitara a situacionäs
México de inicios del siglo xx'
de trabajo y, aun así, que sólo se llevara a cabo ',dentro
de la
decencia más extrema,,n. De igual manera fueron
desautoriza_ il;
Una inteqpretación desde adentro
das las relaciones entre hombres y mujeres resid.ente, TOndA
.; ; Si bien la otganización interna de La Castañeda distaba
manicomio. Por último, y enfatizando el carácter
público de
mucho de lo estþulado en el reglamento interno' al pasar
de
la institución, las autoridades les recordaban a los
èmpleados que ahí convivían desarrolla-
que el manicomio había sido consrruido para el soro Ios años los actores psiquiátricos
båneficio
ron, si no un orden rígido, sí una rutina más o menos regular'
de
Desde Ia mañana hasta las horas nocturnas, desde el proceso
4l Ibídem, pág. 33, admisión hasta el alta o la muerte, los internos y los doctores
42 lbídem, pág. 35. designaron actividades para sí mismos -a veces en flagrante
43 Hacia 191b, todos los empleaclos, excepto el
doctorxlirccto4 esuín registrados
en las listas de desayu'os, comiclas y cenas d"i manicomio.
ver ,,Asuntos dive¡sos de
personal, 1915-f916", AHSSA. F:Bp; S:EH: Se:MG;
Leg:5; Exp:9. 45 lbídem, pág' 66.
44 "Reglamento, 1913',, op. cit., pág. 65.
46 lbídem, pâg' 67.

rg6 197
Cristina Rivera-Garza La uida en reclusión

oposición a las regulaciones internas, a veces en sutil evasión


de las mismas- que hicieron del manicomio nacional ,na ins-
titución con funciones múltiples, en ocasiones complementa-
rias y, en otras, paradójicas.
Este segundo recorrido por los pasillos de la institución cao_
tura algunos momentos significativos en la vida cotidiana del lu-
gaç especialmente aquellos que contribuyeron a la creación de
una rulina de salud mental que, en el caso de La Castañeda, es-
tuvo marcada por el afán de proveer asistencia médica y el írn_
petu de apoyar procesos más amplios de control social.
Todo empezaba a las siete cle la mañana, cuando el silbato
ïji,rãir..ta definía esre tipo de padecimienros comonoun fe-
siem-
Sin embargo,las admisiones
del manicomio despertaba a todo el vecindarion?, A esa hor¿, ;;;"" social disruptivooe'con las reglas. En "casos de emergen-
ïL--r."¿iun de acuerdo
los administradores y el personal médico se preparaban para admitían internos aun sin eI certificado
'"i1,,-1"" autoridades
empezar otro día entre los inrernos de La Castañeda. Eljefe del un
*li'äãát.r, un documento que a veces era elaborado no1 1e¡i
departamento de admisiones abría las puertas de su ofìcina y, cuando el paciente se encontraba dentro del estable-
una hora después, empezaba el escrutinio de los pacientes. iÌi:.äñ yia
De la misma manera, la Inspección de Policía tenía
Mientras que los primeros B4B internos que fueron admitidos 'îi¡:,äilrrir. sin la orden legal, la
|i¡äã"r..fro de remitir personas al asilo aun
en la institución el día de su inauguración -430 hombres y 418 de aceptar al pacienteå..
ll,,ãiìà,, obtenía algunas veces después ^--^*:^-+^ r^^^l ^"-
mujeres provenienres del San Hipólito y el Divino Salvador, f:]ãJ¿*ar, los juicios de interdicción -una herramienta legal que
respectivamente- no pasaron por el procedimiento oficial, los involuntario de
|i:,-. ¡ruba.r, otros países para prevenir el encierro
nuevos pacientes sí lo hicieronrs. Éste incluía, primero, la pre- eran empleados sólo en contadas ocasiones. Es-
lTL¡ålllñr.nas sanas-
sentación de documentos oficiales de identificación, una sesión en que la gran mayoría de
ï1îiTËffi..ta significaúvo en un manicomio
de preguntas y respuestas de acuerdo con los lineamientos del ciento,de los
'
li*;'|¡!!| $r Ios pu.ientes
PaLrcrr
LLù -uv Por ciento de las mujeres y 68 por
-86 Hvr
cuestionario médico, y la examinación física del paciente, de una orden guberna-
de cuyos resultados dependería su admisión. Llevada a cabo
"."*"-,rrn-¡res- se internaban como resultado
¡lll'i.3¡1,i,t Cierramenre, desde 1914 un despacho presidencial or-
por un médico residente, esta entrevista psiquiátrica inicial se ""15'. el juicio de interdicción antecediera el internamiento
realizaba en el cuarto de observación.
$lffiF"U que
De acuerdo con el reglamento interno, tanto el Estado como
iii$l-$lì t"s pacientes de acuerdo con los postulados del artículo 1390el
$li,.,. t Cóãigo Civil Mexicano52. Sin embargo, aunJuan B. Rojas,
la familia estaban autorizados para internar a los pacientes. por
un lado, las autoridades que podían ordenar el internamien-
..:.- +g "Reglamento, 1913", op. cit', pág. 3.
to eran la Secretaría de Gobernación, la Beneficencia pública,
rr. SO tUi¿e*, págs. 2-3.

't,'' 5t nrto,datos están basados en Lrna muestra (50 hombres y 50 mujeres) to-
47 Ver entrevisra con Víctor Serralde, en pensado y Correa, op. cit., pág. 38. iùada de los libros de registro de la institución.

48 Datos acerca de la transferencia de internos de los hospitales coloniales a :.:' 52 Un análisis de la legislación de los pacientes psiquiátricos en México est"á
las instalaciones del Manicomio General fueron tomaclos de los libros de registros ién Maúa Cristi'a Sacristá', "¿Quién me metió en el manicomio? El internamiento
de la institución. ãé enfermos menrales Mé*i.o, siglos xrx y xx", Relaciones. Estutlios de historia y
"n
'sòcietlatl, xrx:74, 1998, págs. 201-233.

rgB r99
Cristina Rivera-Garza l
La aida en reclusión r,l

.jefe de la Beneficencia
pública que celebró
esta medida como
I conocimiento y experiencia de un
hu_ médico residente, sin
maniraria y legal, encontró difícil, si no es que
imposible, 5]¡- 'e-se
funcionamientoss. No sólo creía que el juicio je tofiraran mucho en cuenta los derechos humanos de
interdlcc;; i:
volucraba un proceso caro y lento, ,irro l^.,',acientes Psiquiátricos'
{.re ømbién t""díu,;;;^ '"" los internos enfrentaban un proceso de
la protección de los derechos hr,,'urrå,
a. f., J"r.r"î;;.r,i: ünuvez admitidos, . t .J:^^
tanto médico como^^-^ ^^^:^l L^-^l^
social ^- l^
basado en la i-ç^---
informa-
gr?r-? u costa del presupuesto de
la Beneficencia y de la
médica del manicomio. por estas razones,
,"i,"i .......
".lasiltcaclórl
liá,' or'.'i¿a por familiares' a*e'tei
d",11
sugirió que se descan mismos. Primero, ry1t:11
Ios internos eran :::1":1:
tipo de juicios y que, en su lugar, ,ã a.¡uiu.f ;;^posible, los pacientes
:ara:ste pro."ìo
de admisió'en las manos del personaiadmi'istratir";
co de la institución. Las autoriàades _;;t ounao, de acuerdo con su categoría, ya sea como pensionados
clel manicomio apoyaron
esta moción, aunque por razones
distintas. Creyendo q;. l*
juicios de interdicción p.'ían Ì.1r.:lìlitäìi:ì.:li'l(l4r' rs" -_-
en duda el carácár _édi..;;;
establecimiento, algunos directores
del manicomio llegaron äli:iiìil: rte pobres y urbanos. Por ejemplo, en 1910, el 100 por
al grado de increpar al procurador ::if¡tt:i:.ìienro
:.':ii:,-:,i:t:::elentO Lrc r4ù ru
de las el 86 por ciento de los hombres tueron
mujeres
uJvr y
del Distrito Federal cuando e indigentesãô' Los pensionados eran a
éste i'tentó llevarlos u.ubo. "El lili¡il--:ì¿-itidos como libres
manicomio -le record"ililt-
rector en 1919_ obedece reglas administrativas ,:,r:.,i!lr" u., subdivididos en primera, segunda y tercera categorías,
y méaià r',:::r-1..t ,.udu uua asociada a un pago de 300, 100 y 50 pesos mensua-
de acuerdo a las ideas modernas de
benefice nciaytratamiento :,::lljl:,,,1"t, re ?'
médico, en contra de las perspectivas s pec tivam e n te
5

antiguas que concebían


al manicomio como un medi,o cle defender .::ilìjit El status social y el diagnóstico médico también se usaban
a la sociedad de
los dementes. Esta institución
es un hospital en el .rd l;;p;_
l]i:l:.o-o bases para la clasificación científica de los internos dentro
:lti,åt,:¿el manicomio, un proceso que principalmente involucraba su
:i."r:: se admiren y se dejan salir libremente... flos juicios de
interdicción] sólo afectarian los esfuerzos :l:ì::,,ji,,r,AistriUución espacial en los cinco pabellones del est¿blecimiento.
por erevar esta ins- :] ....,' ìA pesar de que los diagnósticos médicos abundaban, las auto-
titución del nivel de asilo al de hospital
psiquiátrico.,,s+
De esta manera, debido a las limitaciår i;':i.ri¿ua.s usaron un espectro básico de síntomas para tomar esta
a la animosidad de t,os médicos hacia ''¡;,'..|;.;|,.declsiónu'. Por ejemplo, los pacientes violentos o agitados eran
la,Ï:ror::ïo.Ttå'å'î'J
der.|udicial en su campo de acción,
losjuicios de interdicción se
usaron únicamente con discreción ' 56 Basado en una muestra de 100 expedientes del ano de 1910.
du"rante la primera década
del siglo xxs5. En su lugar, la admisión ' 5? "Reglamento, 1913", op. cit., pág. 4.
dependía regularmente
58 De hecho, los doctores de La Castañeda registraron cerca de 80 diagnós-
ticos diferentes entre 1910 y 1920, un número que pone de manifiesto la falta de
de interdicción, 1914", AHSSA. F:BP; uniformidad er-r el lenguaje psiqr.riátrico de la época. Ver.]osé Luis Patiño Rojas,
s:EH; se:MG; :eg:50; Exp:I,
or*rlåul"tttt e lgnacio Sierra Mercado , Cinanrnta años de þsiçt'iatúa m el Manicomio Gen¿ral, Mêxi'
54 "solicita ar agente crer ministerio co, Secretaría de Salud/Archivo Histórico, 1965, pág. 5. Un análisis de la clasificación
púrbrico de Tacubaya
u.a lista cre asilados
a quienes no se haya declarldo- psiquiátrica se da en Germán E. Barrios, The Hiskn'y of Mental Symþtotns: Descriþ'
1919", AHSSA. F:Bp; S:EH: Se:MG;f 1m-e"*. p.o_ii.. lu int..di.ción de ellos,
paru
tl¿e Nineteenth Cmtuy, Cambridge, Cambridge University Press,
live Patholog since
Lg:9; É_p,ali_i.^''
55 La situación tendió a cambiar
1996.También del mismo autor, "Obsessional Disorders during the Nineteenth
una décacla más tarde cuando psiquiatras Century: Terminological and Classifictory Issues", en W.F Bynum, Roy Porter y
la talla deSamuel Ramírez Moreno de
.. qr,.¡u;o" à.îä,,u o. legislación en este Michael Shepard, Tlu Anatonrl of Mar)ness. Essays in the Hiskn1 of Pslchitr'1ry,Yo1.7. Pen
aspecto. Ver MarÍa Cristina Sacristán,
op. cìt.
þle untl ldeu^s, f.ondres y Nueva York, Tavistock Publications, 1985, págs. 16G187.

200
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Cristina Rivera-Garza l La uida en reclusión


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t:l

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enviados al pabellón de los peligrosos, adonde también iban de ocupación, las mujeres
parar los presos que requerían vigilancia especial. Los internoi
a indicaban que, en términos ::l

mayoríLariamente a las labores domésticas, aun-


que padecían de condiciones crónicas iban al pabellón ¿e tran ;
iîr.io ellas también había participado activamente
quilos, Ios indigentes a la sección A, ubicada ãn lu pu.t. trure- -*"rrudo de
de trabajo, especialmente como sirvienfas, cos-
ra del edificio, y los pensionados a la sección B, Ioializada
ei v lavanderas. Aquellas listadas como
desempleadas -un
los cuartos frontales, que estaban rodeados de jardinesu..
A l;; Lírnro- eran por lo regular prostitutas, una profesión
que sufrían de condiciones mentales que afectaban su interi-
ãOo q"" oro
administrador prejuicioso no se atrevíaare-
gencia se los ubicaba en el pabertón de los imbéciles, mientras tendían
i-1".. iur ocupaciones de los internos masculinos
que los epilépticos iban al pabellón del mismo nombre. Dentro una amplia variedad .n.l:.-S
rncluían
de cada pabellón, además, los pacientes eran divididos de u.rr".- l¡IËì,*u, diversas. 9. 1-
Êlá¡rtrr -zapateros, sastres, carplnteros, entre otros-'
asl co-
do con su sexo. Así entonces, la ubicación de los internos en como
sus pabellones particulares no sóro correspondía a considera- ømbién profesiones típicas de la clase media, tales
os, farmacistas, maestros y estudiantes. Mucho más nu-
ciones de tipo médico. De hecho, la clasificación médica, el contingente de trabajadores in-
es_
pacial y social que aseguraba el orden interno de la institución iäro .ra, sin embargo,
también validaba, de paso, las jerarquías que dominaban a la triales, como los jornalerosut'
EsØvariaciôn de géneros, clases y ocupaciones
entre los pa-
sociedad en general. la diversidad de roles que
determinó en gran medida
El papel del manicomio en la sociedad también estuvo cle_ la sociedad mexicana de inicios
el Manicomio General en
terminado por el tipo de pacientes que servía, A medida que
siglo pasado. Para unos, los más dewalidos, el establecimien-
los médicos residenres clasificaban a los internos, erjefe ae àa-
ieiamente era un lugar de refugio donde encontraban co-
misiones apuntaba la información personal, social y médica
y alguna forma de cuidado, yaluera médico o de custodia
en el libro de registro, después de ro cuar abría er expecliente.
maîeragratuita, lo que raúfLcaba el carácter público de la
La información incluida en este libro revela que la mayoría de
tución. Tal fue el caso de Marino M., quien usualmente
los pacientes del manicomio carecían cle un soporte social al
al establecimiento en períodos críticos de indigenciao2.
que recurrir en caso de necesidad, un vacío que el hospital pú_
otros, como LuzMaríaS. de L., a quien su esposo trató de
blico i'tentaba cubrir. A pesar de ser relativamente jóvènes
-la ir en varias ocasiones para poder divorciarse de ella, el
edad promedio de los internos giraba entre los Z0 y los 40 años_,
icomio no era más que una cárcel donde sufría de malos
la gran mayoría no tenía familia -66 por ciento de las mujeres y
tos y aislamientoôs. Aun para otros, una proporción menor
78 por ciento de los hombres eran solteros o viudos_ l¡, uun
igualmente importante, el manicomio era una oportuni-
que residían en el Distrito Federal, un porcenqje importante era
de descargar sobre el Estado el dificil y caro cuidado de
de inmigrantes: 64 por ciento de los interno,
-ur.rrùrlos y feme_ iliares con afecciones mentales. Las autoridades del mani-
ni'os habían nacido en las provincias del paísm. r,os docume'tos io, por su parte, parecían estar al tanto de esta diversidad

59 u' análisis médico y social cle ra arquitectura crel manicomio 6l Basado en una muestra de 100 expedientes méclicos del año 1910.
se ve e' cris-
tina Rivera-Garza, "An Architecture of Mental Health...,', op. cit.
62 "lvlarino G.", AIISSA. F:MG; S:EC; C:97; Exp:67.
60 Basado en una muestra de 100 expeclientes médicos del año lgl0. "Luz D.
63 S. de L.', AHSSA. F:MG; S:EC; C:22; Exp:63'

202 203
Cristina Rivera-Garza
La aida en rechtsión

de funciones porque, además de presentar


al estabrecimi^ internos seguía un ho-
os, la vida cotidiana de los
.:

refugio y un hospital con aspiraJ;;:ì::


:,:T:ïtÌ* 9: como
tífìcas, lo describían una herramier
r ---'-^"'¡Lù cl(
ò rnenos regular. cier-tamente, algunos internos, es-
sociedad de elemenros, si no abierramenrj"rrliï.*åt: àite aquellos que no sufrían de condiciones crónicas,
tencialmen te disrup rivos. Así en tonces, la visita de los doctores
aunque no siempre entre 7 y
la población, el ma'icomio se colocó "l
.";;;;"ñ;"ì:.,p".
-^ .-:. '/ *ùrstlra. Algunos, de hecho, tomaban los alimentos
e' u n poslclon q¡trrrlVâ-r TlLl^^"¡""a.
fl'i.r- dentro ¡- un régimen ambiva,i 'envtabala Beneficencia Pública en los comedores comu-
soci ,-
lente
ler-rrc r¡
y fluida r^,-+-^ de .
mantener o instaurar un orden ,o.id por. particularmente los internos tranquilos, trab4jaban
-o#TreocuPado
La rutina del hospital también involucraba
la creació,, ¡^l
à1.."r del manicomio -las mujeres en una fábrica de re-
mecanismos para fijar la identidad r y los hombres
haciendo sombreros de paja-, llevando a
de los internos,
dimienro que produjo un impresionanre ";öå:
archivo uir"uiOîlî u.duidud"t que, además de ser consideradas como parte
locura mexicana. Cuando las autoridades çerapia de trabajo,
le generaban a la institución algo de
terminaban de co. Además, los internos en buenas condicio
ros expedienres, usuarmenre enffegüi ia económica*.
f::::,:::::::i::
los inrer'os indigentes u' u'iform e azur físicas participaban en el mantenimiento clel manicomio; los
lante, constituiría Ia marca de su estado ü,;; g;;;;.#
il?ïä"L cuidando los extensosjardines y las mujeres realizando
_Ë"rá1.
miento'o se seguía, por cierro, con los p;;;";;-":ï;'::l domésticas, tales como el lavado.cle ropa o la limpieza de
..;'-
pués, en algunos casos y por motivos
sanitarios, Or.*Oã ,.*tog,puf"llones. Si su condición l-,,-,. o
se los permitía, no era inusual ver
l:*^i^- ,{^ pabe-
corte de cabello tanto de hombres como
!l.ja:ä::i::1.:::¡..1:ai:r:,ìiir::;:. ..,
^^ ay'udando
^--,1-,-,1^ -
a lavar ^ limpiar - compañeros
a ^^*^-Ã^-^. de ^-1--
d.e ,oq.i.r.l U_*, "il internos
te estado, sin sus característicos elementos !îlðh,;,[""q"e demandante y supuestamente terapéutico, el tra-
que res daban ide'_:l
tidad, los internos enfrentaban al fotógrafo
y su cámara, fi.;;;;-
fitmo era la única actividad que los internos realizaban en la
temente por primera vez en sus vidaso6. .r,
Los gestos uu.iu-Uä ,
-algunos miraban directamente al lente de la cámara,
otros
parecían distraídos, algunos hacíancaras,
otros miraban hacia
el techo- pero rodos erarì caprurados.
Sin *r"q".oä;;* .
frontales que carecía' de cuiàado, los
retratos aàminist.åriur.',.',
les ponían una cara n:.-1"u a los
expedr.;;;, ;;;,';ffi: ,:
dos, formaron un perfil fisico de la
locura en México6?. ,.i

..,::.iìljtl.,0S "Reglamento, 1913", op. cit., pág.9. Diversas instituciones estatales de sa-
64 "Reglamento, l9lB,,, op. cir., pág. fondos para administrar sedativos tanrbién enfatiza-
5. lijli;il:,,$,¡".",a1 que carecían cle
65 Nlaterial fotográfico del,manicomio ì,:!,t.tarii::-l:Lþtr los buenos efectos de la terapia del trabajo, tal fue el caso del Willard Asylum
muest¡a que, aunqlle no muy frecuente
duranre los primeros años de ra institución, i,¡i,i:!ìt|11l:¡. r ttt. Chronic Insane in the Unitecl States. Veç Ellen Dwye¡ op. cit.
.;;;;¿" rencrió a incremenrarse
con el tiempo, específicamente en los
últimos años de .la décacla de lgI0. iÌijilii¡ii 0s Román Ramírez le puso especial atención a este aspecto en sr EI Matzico
66 "Reglamento, 1g13,', o¡r. cit., pág.
7.
:ìiìiiilil@ r"ta o esrito ltm' comisión tl,el Màni.stro de Fomento,op. cit., doncle describió en
ìlliltlllr,::::.:
lìt:.tÌlr:i.:.!;lr:'l.o- :-'
an aetalle las actividades disrractivas que se usaban en varias instituciones de salud
un análisis cle las rep,resentaciones fotográficas ,::'iii:i,l-\-¡.1it...:::::..l1!entat en los Estados Uniclos. Una breve reseña de fuentes en este aspecto está en
,67 cre Ia locura en Nléxico está
en cristi'a Rivera-Garza, "The crazy root, på't.oit.
of the Mento'y I' in porfi- lliilillilr,j!þy Nancy Tomes Gamwell, Ma¿Jness in Ane¡ica.. Ct¿ltu,ral antl Metlical Perceþtions
rian Mexico", manuscrito.
iia:i!!aia1,: Mental lllness tleþre 19l4,lthaca, Cornell University Press, 1995.

204
205
Cristina Rivera-Garza ì :::r::,.', La uida en reclusión
u::, ..

designados para esta función7o. Aunque reguladas -los visitantes ííicipalidaa para continuar coll los conciertos porque, en su
tenían que obtener una tarjeta de autorización y los encue¡- iiión,la música era "la única distracción que verdaderamen-
tros eran supervisados por un guardia-, las horas de visita le sacala melancolía de la cara de los enfermos mentales"77,
permitían al interno reconectarse con el mundo exterior a
través de familiares o amigos". Algunos esperaban esavisita corr
ansiedad, pero offos, como Cresencia G', una viuda de 65 años
que clamaba que la gente de su pueblo había envenenado a su
hijo, reaccionaba con gritos y colapsos nerviosos". Otra activi-
dad que, aunque censurada por las autoridades, también se
llevaba a cabo dentro de los pabellones era escribir cartas, ¿l
menos entre aquellos que sab¡ían hacerlo. Muchas veces estos iiillì:l¿þtoyt.tor que pasaba las cintas, frecuentemente "a precios
escritos no llegaban a su destinatario, sino que terminaban en iiî¡.¡: y bajos"7e. Tal como en el caso de la música, el interés en
los expedientes de los internosTs. Éste fue el caso de, entre mu-
chos otros, los textos de Modesta 8., quien en sus 35 años como
interna escribió una serie de así llamados "despachos diplomáti-
cos"7n. Aunque las autoridades también censuraban material de
lectura, algunas uovelas y utto que o[ro libro de poesía, espe-
cialmente los de Amado Nervo, cruzaban los muros del mani-
comio y entreteníau a ciertos internost5. De mayor relevancia
erzn, sin embargo, las actividades musicales, cinematográhcas
y deportivas que las autoridades ofrecían con propósitos tera-
péuticos. Por ejemplo, respondiendo a una petición hecha por iji$tamUién aprovechaban el paisaje a su alrededor. Tal como lo
el director del manicomio, el ejérciro mexicano envió a una |1]!|ii.:rtabían hecho los antiguos porftrianos, algunos internos cami-
banda musical para dar conciertos cada sábado en los patios !i:!i¡lì&b"" por^ -losjardines
i;:.¡jr-!i.!¡::Ìî::---- r - - - J-- -- y los bosques que poseía el manicomio,
del 1ugar76. Luego, el administrador solicitó una banda a la i1ìiii*!o" o sin guardia de por medio.

70 "Reglamento, t913", op. cit., pág. 11. "Asuntos <liversos. Bancla de guerra, 1916", AIISSA. F:Bp; S:EH; Se:MG;
iliiiillll.,.ZZ
?l "Diversos, visitas, 1919", AFISSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:9; Exp:15' ,li!!i¡?l;fl,r g:o; nxp:za.
72 "Cresencia G.", AHHSA. F:MG; S:EC; C:105; Exp:46. tA "Diversos. MÍrsica, 1925", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:t2; Exp:7.
i:!i.;!;.. .,.:
73 "Reglamento, 1913", op. cit., pág. 12.
:liìllfa.ru "Diversos, cinematógrafo, 1916', AIISSA. F:BP; S:EH; pensado Se:MG; Leg:6;
74 "Modesta B.'AHSSA. F:MG; S:EC; C:105; Exp:16 (6339). Una recreación iil,-Ì...!},1-tfu'a+. V.r también enrevisia con Angel Hernández, en Parricia y Leo-
novelada de este personaje se encuentra en Cristina Rivera-Garza, Nadie m¿ utrít ItÌli*¡æqt Correa, op. cir., pá9. 40.
llorat, Mêxico, Tusquets,/CNCA, I999. ,|!Li*il, 80 "Cinematográficas, exhibiciones, 1g33,,, AHSSA. F:MG; S:Actm; C:t;
75 "Reglamento, 1913", op. cit., pág' 12. lll$p:l0;pág.2.
?6 "Asuntos cliversos. Música, 1914", AIISSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:4; Exp:7; ¡¡.1.'::::"81 Entrevista con Ángel Herr-rández, en patricia pensado y Leonor Correa,
p^9.3. i.$, cit., pág. 40.
j:.::'.

zo6 207
Cristina Rivera-Garza La aida en reclusión

Desde adentro, pues, el Manicomio General era una insü_ , mbre del mismo año, se inició Ia revolución mexicana,
tució¡r de muchas texturas que funcio'aba a niveles distintos.
¡
a un régimen de casi treinta años. Conforme avan-
algunos de ellos complementarios y otros paradójicos. prim"- :
làrrtli.to armado, poco quedó sin trastocarse en el país,
rametìte, en tanto establecimiento público, el manicomio ayu_ no fue la excepción. Aunque situado en
,
Manicomio General
daba con cuidado de custodia a los enfermos mentales de más etiferiade la ciudad, La Castañeda se convirtió en otro esce-
,

escasos recursos. Segundo, como una institución estatal al¡¿_, ii¿ t¿r t" batalla cuan do l os zap atistas tom aro n la i ns ti tu ción
mente regimentada, el manicomio contribuyó a legitimar ideas. de enero de 1915". Para inicios de febrero, las balace-
de orden y de control propias de los regímenes modernizadq-t:. ,tá¡V. y constitucionalistas eran tan fuertes que
res, La distribución del espacio de acuerdo con el género y la "uputistas
l¿n familias de los empleados que trataban
iironpânico entre
clase social de los internos es un ejemplo en este aspecto. Terce_ ãvudir las balas que cruzaban el aire"'n. Cuando, semanas des
:
ro, en tanto instituto de entrenamiento, proveyó tratamiento ,
los zapatistas abandonaron las instalaciones del manico-
médico a hornbres y mujeres de diversas clases sociales ¡ a tra_ :, }.ñj fur autoridades no dudarou en acusarlos de robo ya que'
vés de investigaciones personales contribuyó a la producción de ,iìì . åi,"llor, desaparecieron las gallinas, conejos y cabras que había
conocimiento psiquiátrico. Sin embargo, debido a limitaciones Más signifìcativo tue el hecho de que tres internos
.lii.;'-- lt"gufo.
fìnancieras y al reacomodo propio de los años revolucionarios, se convirtieron en soldados zapatistas de tln,mom1n;
l,.Liiligtotot
La Castañeda no era ni tan controladora como las autoridad.es if"ilà,,,r""" y abandonaron el hospital para seguir las órdenes del
esperaban ni tan generosa como lo predicaba la ideología de fuerul Sandoval una.decisióî qÌ: también tomó Salvador
la Beneficencia Pública. De hecho, al a1.r-rdar a los necesitados, i!6i¡¿ttrt, un profesor de la institución'.. Aunque la ocupación
al controlar a los desubicados, y al producir conocimiento so- i1.1iiñtim. sólo afectó algunas secciones de La Castañeda -las re-
bre las enfermedades mentales, La Castañeda se convirtió en ,i11,:lfu"r.iut de los médicos, un par de pabellones-, los daños
un territorio camaleónico en el que tanto los administradores, iilliâ.ron menores en comparación con el deterioro masivo del
como el personal médico y los enfermos mismos corìstruyeron |i1!futablecimiento. Ciertamente, sin el apoyo económico ni la
,--^ l^ l:^ ^l ìf^-:^^-:^ ar^.^^"-l
su propia definición de la locura y sus tratamientos. i,lf,linversión política que le dio vida,
--:l^ el Manicomio GenerzlenÍien-
^-ç.^-

fil@mayo.es dilemas económicos, los que, al afectar sus ramas


TOMA III: La rnuerte de un ¡lroyecto, la modernidad iÌÞ",o administrativas como médicas, forzaron a una gradual
como crisis Ëi...,,ift¿enniclón de la institución estatal en su conjunto.
,.'.,,. ,Uno de los primeros retos fue el sobrecupo. En 1910, cuando
Aunque algunos todavía recuerdan a La Castañeda como
el manicomio abrió sus puertas al público, había 1.330 camas
un edificio monumental que "ocupaba nueve cuadras comple-
tas, casi 100 mil metros, conjardines muy hermosos y pabellones
destinados a condiciones distintas", el Manicomio General cam- 83 "Diversos. La ocupación zapatista", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:4;
lr,
bió drásticamente, y a una velocidad acaso insuperable, después i¡r'',.Exp:ZA.
':):, tt .:
de sepúembre de 1910". A sólo dos meses de su inauguración, g+ "Diversos. Tiroteo zapatista", A-FISSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:4; Exp:19;
:...:'.:.,.
:1:l.¡¡pag. r
':,4.:':.

uu lbidem, Pág. 2.
lr,r r:.r. B6 "Diversos. Ocupación zapatista y coustitttcionalista", AHSSA. F:BP; S:EH;
82 Entrevista con Manuel González Santana en Patricia pensado y Leonor Co- ]¡¡.]¡
rrea, op. cit., pá9. 40. 1..1',.i::...5e :MG; Leg:4; Ex p: 3 7,

zoB 209
Cristina Rivera-Garza La aida en reclusión

en la institu ciôn,'/30 reservadas para mujeres y 600 para ho *tazón por la cual los internos dormían sobre
bres87. Aun cuando este cálculo se basó en patrones demogr¡i_. ilJ! colchones
fìcos locales y nacionales, prorìto la realidad les demostrO u .ãÌiu.t.ttu de hierro de las camas de hospital-, carencia de
autoridades que habían cometido un grave error. para ai.i.,nl..i.*
Uil lit¡.cia"a y medicamentos básicos, goteras en los techos y
bre de 1910, había yal.004 inrernos y,para 1g11, el rioro de la duela de los pisos, puertas, y ventanas de la ma-
camas fue insufìciente. Las autoridades enfrentaron"úm".o
O" . ;âd. lor edificios'n. Para agravar la situación, como el ma-
otro clile_ io carecía de seguridad, estaba expuesto a los ataques del
ma porque, aun cuando reconocían que tenían que reducir
ica, cosaque llegó a pasar en algunas ocasioneseO. Sinriendo
el número de pacientes, estaban al tanto de que la situaciórt 'êsæ era terreno fértil para noticias sensacionalistas, algunos
había sido provocacla por los mismos principios de benefics¡.
cia que le daban sentido. Primeramente, las reglas internas iiòdlrtur visitaron el establecimiento y lo describieron como
iñà.rrrinu, una institución "en completo estado de desolación
mandaban que el manicomio aceptara a toda persona qr" n".
czrecía de higiene en la cocina y proporcionaba comidas
cesitara ayuda psiquiátrica, sin importar edad, sexo, religiórr
y.,,.¡ì s y malas a los internos, además de darles ropas misera-
-cosa de la rnayor importancia- situación económica. Segil,ti: a los indigentes. [En suma] los pabellones, los cuartos de
do, en tanto i'stit'ción nacio'al, La castañecla estaba foriada
i iento, los jardines, las calles y los patios están en com-
a recibir pacientes no sólo provenientes de la ciudad sino
de .
to,olvido'"'. A pesar de que las autoridades intentaron limitar
todo el país y, a veces, hasta de naciones extranjeras. Finalmente,
â¿c.ro de los periodistas, especialmente si éstos cargaban cá-
debido a que la mayoría de los pacientes sufría de condiciones
fotográficas, las noticias de desorden, desolación y llano
crónicas, éstos permanecían en las instalacione, po, tu.gos.¡,lf
r continuaban apareciendo en los periódicoso'. En poco
períodos, agravando los problemas de espacio y de atención .., los periodistas empezaron a referirse a La Castañeda
médica. Así e'tonces, con pocas alter'ativas dispo'ibles, las
una "colonia penal" donde los enfermeros castigaban a
autoridades usualmente optaban por pedir a la Beneficencia
Pírblica qlle aumentara su presupuesto, peticiones que, tam_ ijilò*nfermos a golpes y los guardias comerciaban con sustancias
bién usualmente, no erarì respoudidas. llfuales como alcohol y cigarrillose3 Asesinatos, algunos argüían,
perpetraban en La Castañeda, "ese lugar de terror donde los
A pesar de que el manicomio permaneció abierto durante
la etapa armada de la revolución, el poco presupuesto y la ne:
l
fuùdias tra[an a los internos de maneras odiosas e increíbles"oa.
gligencia gubernamental pronto afectaron la estructura física
y Ia calidacl de los servicios que prestaba. por ejemplo, para
89 "Informe clel manicomio, 1920", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:10;
1916, los inspectores de la Benefricencia notaron que los inter-
nos no llevaban ropas adecuadas y que comían bolillos que no 90 !'Diversos, seis individuos en estado de ebriedad querían pasar por la fnerza,
"llegaban a pesar ni 40 gramos"s'. Hacia 1920, los problemas' i..11.
91, AHSSÄ. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:9; Exp:6
no sólo concernían a la ropa y la comida, sino que incluían la Ll.i.."'.91 "Diversos, nota de El Uniaersal, I9lB", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:B;
iirp,fÞ:27.

i_!Q;,Exp, 1l; pág. 1.


87.|osé Luis Pariño Rojas e Igr.racio Sierra Mercado, op. cit., pág. b. "¡¡u...os, un párrafo de Dl Ilniaersal, i923", AHSSA. F:BP; S:EH; SETNIG;
,.fl:rì,:93
88 "Informe de inspecrores, 1916,, AHSSA. F:Bp; S:D; Se:DG; Leg:lg; Exp:21; it2; Exp:1. También ver en el perióclico EI íJniuersal, "Manicomio", 1926, sn.
pág. 132. 94A¡tículo en EIImþarcial, "llanicomio", 1926, l.

270 211
Cristina Rivera-Garza La aida en reclusión

ììl

Mientras tranto, en lugar de tomar medidas para mejorar el lu. ra vocación" para trabajar en La Castañeda. Pocos la
gar, las autoridades respondían negando la veracidad de los ar; l*tàn, sin embargo. Hacia 1912, por ejemplo, un residente
tículos periodísticos. Así lo hicieron, por ejemplo, en el caso de cargo del cuidado de 98 internos en el pa-
:níaque hacerse
Teresa Durán y Córdoba, quien, de acuerdo a una nota peric, ranquilos, sección A, una sirr-ración que era la norma
tl¿n ¿r
dística, fue internada forzosamente en el manicomioe5. Aún m¿¡, en todo el hospital". De hecho, el predica-
lnotuexcepción
las autoridades llegaron a contestar acusaciones públicas cul- '^ento fue tan grave que, para 1915, existiendo siete vacantes
parrdo de las mismas a la condición mental de los enfermos. los puestos de residentes, no había una sola solicitud pa-
Así sucedió con María Ãlrur.r, cuyas declaraciones agrias a los Cinco años más tarde, cuando un doctordirector
liä,,1tenartast00.
diarios fueron explicadas por las autoridades como resultado lifunt¿ reformar el manicomio, se ofrecieron salarios mayores
obvio de "un caso de manía que consiste en quejarse sistemádca- ãrltos jóvenes elementos, verdaderos amantes de esta dificil
mente y sin razón alguna's. Cuando las evidencias eran indispu.
ãj¡Stnt" ciencia, que gustosos beberían de la fuente del conoci-
tables, sin embargo, las autoridades del manicomio llegaron ¿ i,ifuento que dan la observaciónyla experiencia'lor. La situación
despedir a empleados acusados de mala conducta, enviándolos,
iì|þ.p.ttot al médico, sin embargo, no mejoró,
inciuso, a la cárcele7. Pero a pesar de las negativas insLitucionales, |lätp posibilidad de proveer servicios médicos adecuados tam-
los periodistas continuaron publicando notas alarmantes que,
l;iÈién se vio afectada por el reducido número de enfermeros y
con el Liempo, vinieron ajugar un papel importante en la crea- i|. ¿rdlur. A sólo dos años de su inauguración, cada enfermero
ción de la leyencla negra de La Castañeda, un término que pron- .ildèlmanlcomio cuidaba a un promedio de 150 internos en dis-
Lo alcanzó el dudoso valor cle ser autoexplicativo. pabellones. Simultáueamente, un total de I.024 internos
Si los servicios de benefìcencia eran menos que perfectos, 'ti.ntAs por 86 guardias -una cantidad que, de acuer-
lili*n
t:l),4'::
supervisados
l:--^^!^- t^-)-r^ l---1:-^--^
^--^ duplicarse ^^ quería
ios servicios médicos no se quedaban muy atrás. Además clel so- ! ',con -1 director,
el tendría que -: se
si ---^-a^ proveer
brecupo y el poco presupuesto, el Manicomio General pronto iÌ{il,ãtención adecuada'o'. Estas condiciones se mantuvieron esta-
:i!::ti.!1...
sufrió tarnbién de la escasez de personal científìco. Contraria- :ia$les a lo largo de la vida del manicomio. Si a estos nútmeros se
mente a lo esperado, el interés en la psiquiar¡ía -"la más dificil ¡.:; s,añade el hecho de que tanto enfermeros como guardias ca-
de las ciencias médicas, que requiere ulta larga preparación y fuCían por 1o regular de entrenamienlo y/o vocación, es fácil
una vocación verdadera"- declinó en México conforme la lu- llþaginar la negligencia y la violencia que los periódicos se em-
cha revolucionaria se desarrollabaes, Forzados a trabajar en un li,ifunuUutt en mostrar como ciertas.
lugar bastante alejado de la ciudad para una clientela claramen- :.r::::Pero estas descripciones descarnadas del Manicomio Gene-
te empobrecicla, recibiendo salarios meclianos y poco respeto 1ii.,I4,no sólo aparecían en diarios. A pesar de que las autoridades
social, los aspirantes a psiquiatras en realidad necesitaban una |rfu-cesaban de cuestionar 14 veracidad
.vtlar la vL¡ 4Lru4u uv de ¡vù
los 4¡artículos, rvD repor-
Lruurvù, los r uHUr-

!;.iþs de los inspectores de ia Beneficencia Pública confirmaban su

95 Artícr-¡lo en lil Sol, "Cacla", 1927, sn. 99 "Presupuesto, 1912", AFISSA. F:BP; S:EI{; Se:MG; Leg:3; Exp:7, pág. 7.
96 A¡tículo en Lu Prensa, "Qrreja", 1929, sn. I00 "Diversos. I{eorganización clel establecimiento, 1915", pág. 3.
9? A¡tículo en El Uniutr.vtl,'Vigilante", 1927, sr-r. l0l "Proyecto de organización, 1920", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; l,eg:10;
9B "Diversos. Reorganización del establecimiento, 19I5", AHSSA. F:BP; S:EH; 124, pág. 10.
Se:MG; Leg:6; Exp:33, pág 3. 102 "Presupuesto, 1912", op. cit. pág. B.

2L3
Cristina Rivera"Garza ,.
La airla en reclt¿sión

contenido. Cargos contra la calidad y la cantidad de corni¿u


Castaireda era, ciertamente, un lugar clesesperado. Los lí-
ofrecida en el manicomio no cesaron durante los años lgros'
iiÈ¡ ¿.t proyecto modernizador que le clio vida no podían
De hecho, hacia el final de esa década, la inspectora Elisa p.
nrás evidentes'
viuda de Guijarro no sólo se detuvo a describir el sabor a esÞño
i¡fu prsat de que algunas autoridades inten[aron salvar
la si-
que impregnaba las comidas, sino que también contó con lujo
lil¿:6, con cierta vehemencia, todos ellos responsabilizaron
de detalles "la deterioración de los pabellones, especialmen-te |$,fultu de recursos por la ausencia de cambios. Sin embar-
los de hombres, de donde tanto puertas como ventanas þ¿¡¡ reales, los factores externos eran sólo uno de los
desaparecido. La carniceúayla panadería no son higiénicasy 'å;rurnq.t"
hos elementos en juego dentro de este proceso. Una plé-
requieren, como todo el establecimiento, remodelación. Todos
de factores internos, especialmente los relaciotlados con
los comedores necesitan bancas, así como los pasillos, porque los
tensa relación entre in[ernos, burócratas y médicos, tam-
internos se sientan directamente sobre los pisos"r0a. La inspec_
,'â iutervinieron para crear la situación. Aunque dentro de
tora también se dio cuenta de que la insufìciencia de camas en llevaron a cabo mot-ines u otra
,a Castaireda pocas veces se
el pabellón de epilépricas forzaba a las internas a dormirjuntas, de protesta activa -situaciones por lo demás comunes
1o que era, en su opinión, "ant-ihigiénico, inmoral, y peligroso,'rß.
offos hospitales públicos incluyendo, notoriamente , al hos-
Reproduciendo esta queja, la paciente Modesta B. detalló en sus
lid Morelos, donde pros titu tas secues tradas frecuen temente
escritos que la falta de privacidad hacía que las internas "andu_ izaron pr-onunciamientos coutra las autoriclades rnédi-
vieran por ahí oliendo las partes húmedas"r06. Las irregularida-
:ar, los inl-eruos clel manicomio eucontraron otras estrategias
des no paraban ahí. Dos años más tarde, el inspector Gabriel evaclir, si no confrontar, el sistema hospitalarioroe. Estaba,
Châzaro registró situaciones que involucraron el asesinato de
þ!-i,ejempto, el contacto diario que, a pesar de las regulaciones,
un interno, perpetrado, supuestamente, por dos guardias del iiegistraba entre internos, ya sea en los pabellones o en los
manicomior0T. Tal como lo resumió el doctorJosé Gómez Ro- lleres de trabajo. También estaba la lentitud con la que los
bleda, jefe del Deparramento de Observación, el manicomio
iii'trtnot que podían trabajar realizaban sus actividades, una
"se encontraba en total estado de negligencia, careciendo de
ã-¿titud que acabó con las iniciativas de terapia de trabajo
los mínimos recursos requeridos para funcionar aun de manera
,!fu1"-.n,adas en la institución. En 1929, de hecho, el doctor
mediocre"r08. Para ilustrar sus ideas, el doctor incluyó fotografias Valverde León reportaba que los inlernos se quejaban
en blanco y negro donde la acumulación de basura, graffiti en
!ôntinuamente de que las autoridades "l-ì.o les daban nada a
las paredes y los baños destruidos no dejaban lugar a la duda. mbio de su trabajo", lo que constituía una crítica latente con-
|þel sisterna de trabajo no pagado en el que eran forzados a
lfiljticipar'lu. Aún más, ahí estaba siempre la oportunidad de
103 "Diversos. Informe, 1928", AHSSA. F:BPS:EH; Se:MG; Leg:13; Exp:1.
104 "Diversos. Informe, 1929", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:14; Exp:14,
pá9. 5. 'ì.i:.::1109
Un análisis de las prostitutas en el hospital Morelos se hace en Cristina Ri-
105 lbídem, pá9. 3. tÉ.ÍèGarza, "The Criminalization of the Syphilitic Body. Prostitutes, Health Crimes,

106 "Modesta 8.", op. cit. þ¡!. society in lvlexico, 1867-1930", en Carlos y.foseph Àguirre, Low, Crime and Pu'
inLatinAneticanHistory. &lectullissa¡s, Durhzrm, Duke UniversiryPress,2001'
l0? 'Actas, 1931", AHSSA. F:Bp; S:EI-I; Se:MG; Leg:17; Exp:l; pág. l. ll0 "Diversos. Trabaios y labores de los enfermos, 1929', AIISSA. F:BP; S:EH;
108 "Informe, f 931", AHSSA. F:BP; S:EH; Se:MG; Leg:16; Exp:1, pág. 1. Leg:14; Exp:7; pág. 2.

2L4 2r5
:,.r.::.r.:..... : Cristina Rivera_Garza
La uida en reclusión

' delar la institución sin trámites administrativos de por


medio
A pesar de que las regulaciones eran muy claras ut ..rp..iãl"i' examinación de la rutina cotidiana desde den-
l:-, tJfia
realidad era ux poc-o
requería la firma de. ull doctor para autárizar hospital parece indicar que la
r*-"fg;;: *
.åi;pf .¡,
internos se iban del manicomio sin la "" apropiaclâ
"f Ciertame n te, La, Cas tañed1 e s tlb muy
sanción entender
1 ]"j:t_
regulacio-
ramaño mismo del establecimienro,
E,r
ì-i*iit".i¿u perfecta que daban a las
su ubicaciór, ã1.;;;;,*", la falta
tectónico, así como rambién la carencia "
a. o..ráui;.;;:,- ,är"rru, y, tal como muchas autoridades adujeron,
l¿.rrsos era una de las causas más importantes de esta si-
faciti taban esta opción.. Muc h os
ap rovechabã;
salida -ya fuera para visitar parientes
ril;;ffi ii iâ, Sin embargo, los crecientes problemas que plagaron
o tomar ,-rrrå .u_i.rurl] fueron el resultado de la interacción
para no regresar a sus pabellones. Este
fue el .uro ¿", .ril* li.j¡rrit".i¿n también
otros, Altagracia G., cuya alta fue jlà'y a.u.tøtrilizante que se desarrolló entre los actores psi-
obtenida debido d h.;h;;"
que "la enferma no regresó al hospital iror. Confirmando algunos de los descubrimientos que
después de un permiso his-
de 15 días"",. Algunos más, como Niarino hecho autoies así llamados revisionistas, este análisis
M., permanecieron en
el manicomio más omenos a voluntad,
entrando y saliendo de
iil revela que la rutina de salud mental desarrollada en el
acuerdo con necesiclades propiasr2.
Aun los que ,. q".a"iJì lrñåii.o*io mexicano era multifacética y paradójica' Luego
denrro de las celdas de su enfermedad en ru
äi'ätonces, crl
l-å.-låián."r, intención
su rr¡ de
LvrrL¡vrr uL recluir y ayudar a los enfermos
crónica.".rråU".r-fä_
blemas inevitables, aynque sólo fuera ljñèorulrt de todas las clases sociales,.el manicomio moderno
por su creciente número, ä::',1.'ì' r.. f---^:^^^- Ã^ ^4-^^1 para ol-,r^no
algunos .,
y .lo lugar rle
de lrroar refu-
de refrr-
I-as estrategias que ros internos
encåntraron para sobrevivir iå¡¡itio funciones de cárcel ^---
Si bien los prejuicios de clase y de g_énero estu-
clentro de La Castañeda, pues, eran
variadas y acaso más diná- ûiã,puru otros.
iiãtãr pt.t.ntes er los procesos de admisión, la distribución
-i.u:.I menos rígidas dè lo que las autorijades y la prenå
amarillista suponían. ial y los tratamientos médicos ofrecidos en el lugar, las au-
i¡|,.¡íéii¿u¿"r también
estaban al tanto de que las uaciones moder-
Í],:þs lleran medidas por la extensión de sus obras públicas"rl''
.{lgunas resonancias teóricas¡ Ia modernidad
adentro (de un manicomio)
desde Esþ conurlsionada interacción de agendas, objetivos y actores
.,iíumina la ambivalencia fundamental de este proyecto mo-
I,os inspectores de Ìa Beneficencia pública
continuamente li&rnizador así como también su naturaleza relacional, ele-
confirmaron el estado .,triste,' y,,deplorable,,
que i_p".;;;;; :,,, .ntot que se acentuaban por darse erì una institución que
La Castañeda. A meclida qr. páru.o.,
volvieron rutinarios. Sin embårgo, aun
los años, L.ro, åpo.r", ,. lli,ié."¡i.u¡u física y metafóricamente en las periferias del régi
oficiales y la prensa presentaban al
cuando los documentos iiifu".En ningún lado es esto más evidente que en los tenaces
manicomio, a veces incons_
clenremente y otras con total intención,
i.li:l .tr"t que se hicieron para recrear el manicomio a 1o lar-
penal", donde enfern
como una ,.colonia fuq det siglo xx; en ningún lado, también, como en sus conti-
lf,nuos fracasos, Tal como con Ia modernidad en su conjunto,
ejercíanundominioiili,"J:.rtïli:jåi5"""1î.ïî.ii fr.acasar se convirtió en la norma más que en la excepción
hasta hace poco imperó en los ãê,rt o del manicomio. Sigue a centinuación una breve leseña
análisis de manicomios a escala
:r,l!de estos esfuerzos.

lll "Altagracia c.", AHSSA. F:MG; S:EC; C:106; Exp:12 ga4S),pí1g.2.


l12 "Marino G.", AHSSA. F:MG; S:EC;
C:97; Exp: 67. l3 op' cit', pág. 894.
I Sarnuel Morales Pereyra y Antonio Romero,

er6 2r7
Cristina Rivera-Garza La aid.ø en reclusión

Durante los últimos años de la década del 20, las autoridades ernbargo, también incluía algunas medidas novedosas' especial-
del manicomio iniciaron una reforma médica y administrativa a rnente la construcción de nuevas instituciones de salud men[al.
través de la cual intentaron darle nueva vida a la institución. Enre ellas esluvo, primeramente, la construcción de manico-
La reforma ciertamente atrajo recursos y atención pero, pa- rnios en la ciudad de México y en las provincias del país y, en
radójicamente, también se convirtió en el inicio del fin de La segundo lugar, la creación de granjas para alienados, lugares
Castañeda. Tal como se había hecho en 1910, los doctores y designados para el cuidado de enfermos crónicos que, sin em-
administradores a cargo del manicomio en 1930 presentaron bargo, todavía podían desempeñar algún trabajo. La primera
a la reforma como un parteaguas en la historia de la salud granja,localizada en San Pedro del Monte, cerca de León, Gua-
mental en México. La gloria, sin embargo, fue tan corta como najato, se abrió un poco más tarde ese mismo añotr8. Finalmen-
en ocasiones anteriores. Al tratar de modernizar el estableci- te, él también recomendó la creación de un sistema de consulb
miento, las autoridades se enfrentaron Lrna y otra vez con vie- externo al que pudieran acudir internos que ya se habían rein-
jos problemas: el sobrecupo, la falta de presupuesto y, even- tegrado a la sociedad o pacientes psiquiátricos que no requirie-
tualmente, la indiferencia social. En 1940, el manicomio, que ran cuidado intensivo"e. Estas medidas intentaron reducir la
tenía una capaciclad para 1.500 internos albergaba a Z.IZg y, :i: carga de La Castañeda, pero no tenían la intención de reempla-
mientras requería un presupuesto de 2.200.000 pesos por año, n
:.li
zarla. Sin embargo, esto fue exactamente lo que empezó a suce-
funcionaba con la mitad de esa cantidadlla. En Ig44, el doc- .:it
der desde 1965 cuando, b4jo el título de Operación Castañeda,
liii
tor Edmundo Buentello se convirtió en el nuevo director y ,|:
la Secretaría de Salud y fuistencia ordenó la clausura del Mani-
tt
su plan de acción, presentado como innovativo, reproducía ''a,:.::
comio General y la construcción de una serie de hospitales desig-
lr:,
viejas preocupaciones y soluciones ya intentadas en el pasado. ::). nados para substicuirlo. Estos incluían un hospital para pacientes
Por ejemplo, Buentello apoyó la terapia de trabajo y, paralograr :::i mentales graves con 600 camas, un hospital para pacientes infan-
que los talleres funcionaran bien, tuvo que pedir más recursos :
:t::ì
tiles con 200 camas, tres hospitales rurales, cada uno con 500
a la Beneficencia Públicarrs. El también estableció clases para i: camas, y dos casas-hospital para pacientes incurables con 250
enfermeros y guardias con el fin de "incrementar el nivel cul- camas respectivamenter20. Después, ladrillo por ladrillo, el Ma-
tural y educacional de aquellos cuya obligación es, ya sea por i nicomio General fue desmantelado, literalmente deconstru-
razones burocráticas o humanitarias, salvar a los internos"rlG. I yendo una larga saga de salud mental en Méxicol'r.
Designó, asimismo, "comités permanentes" para analizar y en- :ìl
:ii
contrar soluciones tanto a problemas técnicos, tales como la :t:,ì
'ì.::

alimentación de los internos, como a más grandes problemas a:..


:t:ì:

sociales y/o legales, como la definición del lugar de los inter- :l


nos en la legislación penal y civill''. El plan de Buentello, sin ,.lì.:
ll8 Guillermo Calderón Narváez, "Hospitales psiquiátricos de México. Des-
il
rl::l
de la colonia hasta la actualidad", Reuista m¿xicana de nzurología 1 þsiquitttría,7:3,
:iì: 1966, págs.115-116.
'aa;l

I l4 Samuel Ramírez Moreno, 'Anexos psiquiátricos en los hospitales generales", ltì


ll9 "Edmundo Buentello, f932-f966", op. cit., págs.5-6.
Revisk¿ mexicana de þsiquiatría, neurolo¡;;ía
1 rn¿diciw¿ legal,XlIlk676,lg40, pág. 2b. lt 120 Guillermo Calderón Narváez, "Hospitales psiquiátricos de México, Des-
I l5 "Edrnundo Buentello, 1932-1966", AHSSA. F:lvfG; SAdm; C:B; Exp:2; pág. 7.
'}
:.iì::a:T
a:l

:li: de la colonia hasta la actualidad", op. cit., pág. 121.


l 16 lbídem, pág. 7. lrl
* l2l La fachada del manicomio, aparentemente reconstruida de acuerdo a la
ll7 Ibídem, pág. B. original, se encuentra en una población cercana a A¡¡ecameca.
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Er vra3n AL cENTRo:
tÍsrcas, cosruRERrrAS y MrLoNGUrrAs
r¡l Busmos Arn¡s (rgro-rg4o)*
Diego Armus
Entre los personajes literarios del Buenos Aires de las pri-
meras décadas del siglo xx "la costurerita que dio aquel mal
paso" es uno de los que con más éxito ha logrado sobrevivir al
transcurrir del tiempo. Se trata de una expresión acuñada
a partir del poema que escribiera Evaristo Carriego hacia finales
de la primera década del siglo y gue, sin duda, se ha cristalizado
en la memoria colectiva de la ciudadr. Es un modo de referir-
se a la trayectoria, definitivamente melodramâtica, de lajoven
que abandona la vida sencilla y de trabajo en el barrio para
ianzarse a la vorágine del centro, donde los placeres, tentaciones
y rie sgos terminan condenánd ola a Ia prostitución, la miseria
y la tuberculosis.
La presencia de esta enfermedad en la vida de la ciudad
fue a un mismo tiempo difusa e imposible de ignorar. Adernás
de haber sido entre 1870 y 1950 una de las más significativas
causas de muerte, la tuberculosis fue también un tópico recu-
rrente en la cultura. Su historia es, entonces, no sólo la realidad
* N,Iirta Lobato, Beatriz Seibel, un evaluador anónimo y otros que escucharon del bacilo sino también la de los discursos, metáforas e ideas que
y comentarorì una versión preliminar de este trabajo en seminarios auspiciados buscaron darle sentido y la del mundo de experiencias vividas
por diversas instituciones universitarias de los Estados Unidos, Brasil, la Argentina y
el Perír han sugerido cambios que espero haber sabiclo incorporar en el texto. A to
clos ellos van mis agradecimientos. Este artículo fue inicialmente publicaclo en el
I Evaristo Carriego, "La costurerita que dio aquel mal paso", en Poesía,s attnþlckts,
Bolethl. ()¿l htstituto de Histmia Argentina 1 Anwricana Dr Emilio Raaignani, Buenos Buenos Aires, Eucleba, 1968.
Aires, Nq 22, segundo semesû'e de 2000.

-4J

tä:lt
llÌ,:l3l
Diego Armus El aiaie al cmtro
,t
,,subcultura de la tuberculosis" que tto siempre se articuló
por los enfermos y los que temían contagiarse' Durante gran aJe
del mismo modo ni se valió de los mismos
por el misterio y poco' o nada, recursos y asocia-
þarte del siglo xx estLrvo signada
èiones en todos lados'
se sabía sobre su origen y sus víctimas. En los círculos médicos
y científicos aparecía como la enfermedad de las rnil causas, ' En Buenos Aires, tanto la literatura, el cine y el tealro como
ioclas ellas flotando en un mar de endebles teorías médicas las revistas y diarios de circulacióu masiva, Ias publicaciones
que buscabalt vanamente explicarla. A partir de la década de médicas y de la salud, Ias letras de tango, la poesía y el ensayo
fg6O -.or. las investigaciones de Villemin sobre la conøgiosidad sociológico aludieron a la tuberculosis, la registraron como un
de la enfermedad- y fundamentalmente con la exitosa irrup- dato de la realidad y también la usaron como un recurso meta-
ción de la bacteriología moderna y el descubrimiento del ba- fórico o ideológico para hablar de muchas cosas.
cilo de Koch dos décadas más tarde, parte de ese halo de mis- En Puegrinaciones de un ahna triste, de 1876,Juana Manuela Go-
terio empezó a develarse. Sin embargo, la impotencia frente a rriti se vale de Laura, unajoven tísica, para cuestionar y desafiar
los nuevos desafios -no sólo explicar el contagio y la predispo- el saber médico y el poder patriarcal que Ia niegan como suje-
sición al contagio sino también buscar una cura efectiva- hizo to autónomo". La d'amø de lct's cam¿kas, de Alejandro Dumas hijo,
redoblar, como tlunca antes, una incesante serie de esfuerzos no faltaba en el repertorio que ofrecían las compañías europeas
i'li1:1r::, explicativos que iban de las interpretaciones basadas en las te- en los teatros de Buenos Ajres durante la segunda mitad del
sis hereditarias a otras especialmente atentas a las dimensiones siglo xrx, algo que siguieron haciendo las compañías nacio-
psicosomáticas o sociales de la enfermeclad' nales, como las de Blanca Podestá, Elsa O'Connor y Camila
No debe sorprender entonces que la tuberculosis haya mo- Quiroga, en los años veinte, treinta y cuarenta. En 1918 Mundo
tivado un sinfín de asociaciones y metáforas' A todo lo largo del Argentino, un diario de gran tirada, publicaba un cuento corto
siglo xx fue fundamentalmente una enfermedad romántica' donde la "melancólica beatitud" de un tuberculoso internado
Con el despuntar del siglo xx a este registro se sumaron otros en un hospital destacaba toda la carga romántica asociada a la
que destacaban el creciente peso de la tuberculosis como enfer- enfermedad ¡ sólo unos meses más tarde, el mismo diario en-
medad social. Estos cambios, que dan cueuta de los distintos tregaba a sus lectores una serie de artículos que explicaban la
modos en que la sociedad y la cultura lidiaron con lo que se tuberculosis como una enfermedad sociala. En La gallina degolla-
da, un cuento de Horacio Quiroga escrito en 1925, la enferme-
llamó la "peste blanca", parecen haber sido un rasgo del ciclo
de la tuberculosis en la modernidad de Occidente2' Así, el uso
dad articulaba los fantasmas de Ia herencia cuando un padre
metafórico que se ha hecho de esta enfermedad descubre una intentaba explicar la meningitis e idiotismo de sus hijos recor-
infinidad de imágenes, algunas de presencia efimera y otras dándole a su mujer su condición de tuberculosao. Al despuntar el
siglo xx el periódico anarquista L'Atnmire hablaba del microbio
de notable perdurabilidad, que dieron sustaucia a una suerte
"de la tuberculosis anárquica" que terminaría con la injusticia

2 Susan Sontag, I,ru øþtnzr)tul y nts mztáJoras, Barcelona, Muchnik' l9B0; Isabe-
:a::l::
lle Grellet y Ca.oline Ikuie, Histories ¿e ta tul¡na¿Ios¿. LesJiàwes de l'îr'mc. 1800-1940' 3.fuana Manuela Gor¡iti, "Peregrinaciones de uu alma triste", en Panoran¿as
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man,Liainginth'esl¿utlowoJ.death'TtlbnculosisawJthesocialexþerienceofillnessill 5 Horacio Quiroga, Cuantos conþbtos, Montevicleo, Ediciones de la Plata, 1978,
ìti:ir:
Amnican ålslor¡ Nueva York, Basic Books,1994' pá9. 151.
tli!ìa

;,ìti:
224 225
Diego Annus El aiaje al centro

reinante y abriría paso a la aurora libertariaG. También erÌ esos


dinâmico movimiento obrero liderado por anarquistas,
socia-
arios, y haciendo un uso clefìnitivamente icleológico de la enfer- más allá de que en
listas y anarcosindicalistas. Sin embargo, y
medad, el ensayista Carlos Octavio Bunge celebraba en Nuestra participar activamente o apoyar con entu-
ocasiones pudiera
Amâica que la tuberculosis hubiera diezmado a indígenas y
siasmo los esfuerzos colectivos desplegados por las organiza-
negros y facilitado un efìcaz proceso de purif,rcación social y
ciones obreras, la mayoría de esos nuevos sectores populares
europeización de la población'. Y hacia finales de la década
apostó al ascenso social por la vía más individual del ahorro y el
dei treinta, la revista Vi,aa 100 años difundía con entusiasmo la
tiabajo. Mientras esto ocurría, la ciudad comenzaba a expan-
ide a de la salucl positiva, el ejercicio, la vida al aire libre y el
dirse sobre la pampa por la actividad de rematadores que ven-
optimismo, advirtiendo que quienes no se plegaran a ese estilo
dían lotes a pagar en cuotas y el deseo de muchos aspirantes
de vida eran futuros tuberculososs. Los ejemplos pueden seguir
a ser casapropistas. Surgieron entoÌlces los vecindarios y, más
y sólo refuerzan la maleabilidad con que diversas narrativas hi-
tarde, los barrios familiares, de gente honesta y trabajadora,
cieron uso de esta enfermedad.
expectante de poder participar de algún modo c1e las oporluni-
En las primeras tres décadas del siglo xx, y al calor de los
dades ofrecidas por una sociedad relativamente abierta. El ascen-
cambios urbanos que harían de Buenos Air-es una metrópolis,
so social, limitado pero real, parecía convocar a todos y quedaba
la poesía, el cine , el teatro y las letras de tango trabajaron con
asociado a urÌa trayectoria, un vi{e, que empezaba en el centro
insistencia la trayectoria protagonizada por la muchacha de
y terminaba exitosamente en los barrios.
barrio que, en su viaje al centro, se deja morir-. Sobre ese via- En relativamente poco tiempo la sociedad porteña se di-
je y su fuerte asociación con Ia tuberculosis tratan estas notas.
versificó y complejizó. El mundo de los nuevos barrios buscó
diferenciarse del mundo del centro. Pero entre ambos se fueron
L, Buenos ,{ires, entre los banrios y el centro entrecruzando "mil su[iles hilos" que, hacia 1930, ya habrían
La población de Buenos Aires creció de modo espectacular de consolidar una [rama común y compartidan. Al mismo tiem-
entre1BB0 y 1930. De los ?86.000 habitantes con que contaba en po, el mundo del barrio devino uno de los escenarios claves de
1BB0 pasó a 649.000 en 1895 y a2.254.000 en 1930. Este creci- la integración social y la argentinízaciín, dos experiencias des-
miento demográfico fue animado funclamentalmente por la de donde era posible imaginar un futuro individual o fämiliar
inmigración ultramarina, y alteró la trama social de un modo distinto. Esa apuesta al ascenso social encontró en los valores
y a una velocidad desconocidos. Los inmigrantes no sólo reno- de la familia, el trabajo, el ahorro, la higiene y la educación re-
varon las clases populares tradicionales sino que también cursos a los que se aferró la gente cle los barrios, más allá de las
protagonizaron el primer encuentro entre extranjeros recién particularidades resultantes de su condición de inmigrantes,
llegados y criollos. De ese conglomerado nacieron los secto- criollos, artesanos, obreros, pequeños comerciantes o emplea-
res trabajadores manufactureros que darían vida a un muy dos estatales.
En la aventura del ascenso contó, en primer lugar, la edu-
cación formal ofrecida por la escuela pública, confesional o
6 L' Aau en it e. P eñó rJi co t:otnt¿nis tu. anarcÌLi co, 30-& I 90 1.
7 Carlos Octavio Bunge, Nueshn Atnéñcu, llttenos Aires, Vaccaro, 1903, págs. 5,
98, 56. gJosé Lttis Romero, Buenos Aires. Hisluia de ¿uotro sig/os; Buenos Aires, Abril,
B Viaa 100 años,1937, v, pág.426. 1983, T. 2, pâg. 17 .

zz6 q9n
Diego Armus : EI uiaje al centro

de comunidad, y también la educación más informal vinculada de evocaci<.rnes intirnistas y


oara desplegar un rico repertorio
a las bibliotecas populares, ciclos de conferencias, lectura de quienes escribían en los nuevos diarios co'
irostálgicas. También
los nuevos medios impresos -diarios de gran tirada, diarios ba- El Mundo trabajarían, desde el centro' el tema del
mo Crítica o
rriales, revistas semanales- ¡ algo más tarde, la radio, También btarrío.Todos ellos, tanto los que dejaron una marca en el pe-
jugó un papel la cadavez más sofisticada vicla pública local, riodismo o en la literatura naturalista o realista como
los que
signifìcativamente dinamizada por organizaciones sociales como nunca lograron el recouocimiento y la consagración,
animaron
las sociedades de fomento, los partidos políticos y los clubes cultura barrial donde no faltaba el público consu-
una dinámica
cle barrio. Ymientras la educación y la vida pública local incor- mido¡ esto es la gente común, que escuchaba y bailaba tangos,
poraban socialmente a muchos, la ampliación del tiempo li leía diarios, revistas y libros en ediciotres baratas, iba al cine y
bre fuera clel mundo hogareño ofrecía a muchos más nuevas frecuenaba nuevos o renovados ámbitos de socialización, desde
oportunidades de encuentro. Algunas de ellas estaban domi- el club barrial hasta la sociedad de fomento y el bar.
nadas por los hombres, como el fútbol o la vida de café. Otras La expansión de la red de transportes facilitó un sinnúmero
eran más familiares, como el cine, la vida religiosa en Ia parro- de intercambios entre el mundo de los barrios y el del centro.
quia o ciertos bailesto. BuenosAires no sólo había crecido sino que también estaba más
Fue en este contexto, de cambios rápidos, que el barrio comurìicada, La calle Corrientes, en el corazón mismo de la ciu-
avanzô sobre el centro. A partir de la década del veinte, cuando dad, devino una suerte de "territorio rìeutral" donde la cultura
muchos de los barrios ya se habían consolidado y en algunos del cenlro y Ia de los barrios se "encontraban a gusto"rr. Eslos
aspectos modernizado, las letras de tango, el cine y la literatu- procesos de creciente integración generaron tensiones pero
ra retomarían, reformulando en parte, la mirada pionera y ganaron un lugar cadaYez más ostensible en lavida de la ciudad.
senlimental del Evaristo Carriego de los primeros años del siglo Algunos hombres de ios barrios -muchos más que en el pasadcr
y sus "costureritas". Escritores y artistas que vivían en los barrios empezaron a ir con cierta frecuencia a los cafés y cabarets del
encontrarían allí el espacio fisico, social y cultural apropiado centro; los políticos caminaban los barrios, interesados en ar-
:ii' mar maquinarias electorales y buscar votos; el acoutecer coti-
,€
diano de los barrios aparecía en los diarios que, escritos y pro-

l0.fulio Frydenberg, "Prácticas y valores en el proceso de popularización del
':.1'
ducidos en el centro, se leían en toda la ciudad. Fue en ese
3:
fútbol. BtrenosAires 1900-1910", en lùúreþasatlos, Rnßtad¿historirz, 12, 1997, págs. t:'â,\
,:?.,
mundo de intercambios donde tomó forma la historia de la caí-
7-29; Oscar Troncoso, "Las formas del ocio", en José Luis Romero, ed., ßuenos J da moral de las costureritas de barrio en la vorágine del centro
Aires,Historiudetnutrosiglos,op.cit.,T,2,págs.95-102;BeatrizSarlo, Elitnþeriode
los sentintiento.ç. Nurraciones de ciranhción þniótlica en Ia Argentina (1917'1927), Btte- ¡ también, su final tuberculoso, su "pálido final", tal como Alffe-
nos Aires, Catálogos, 1985; l,eandro Gutiérrez y Luis Alberto Romero, Sectores þo|ru- do Roldán tituló uno de sus tangosr2.
knes. Cuhuttt y þolítica. Buenos Ai¡es en Ia enLregtletio, Buenos Aires, Sudamericana, A "la costurerita que dio aquel mal paso" --el personaje de los
1995, págs. 69-106; Car-los Mangone, "La República Radical: ent-r'c Crítica y El
Mnndo", en Graciela MontalcÌo (ed.), Yrigoyn entre llmges y Atlt (19161930). Îlis-
poemas de Carriego de la década del diez- las letras de tango,
toria social de kt litnatura u,rgentina., T. vlt, Bue uos Äires, Contrapunto, 1989,
págs. 73-103; Adrián Gorelik, La grilkr.l eIþarque. Esltacio þúltlicoy anlhtru' url¡ana
en ßuenos tlires, 1887-1936, Buenos Aires, UNQ, 1998, págs. 357-386; Aníbal Forcl, I I José Luis Rorn ero, Btttttos Aircs. I:listoia tle cuatro siglos. ., op. cit., T. 2' pí.g. 17.

Jorge B. Rivera y Ecluardo Romauo, Medios d.e cornunicución 1 cultura þolrukr4 Bue- 12 Para las letras de tango citadas en el texto véase.fosé Gobello, ed., Las letras
nos Aires, Legasa 1985; Sergio Pujol, Histøia tlel baile. De Ia nilonga a la disco, B¡e' Centro Editor, 1995, yJuan Angeì Russo,
tlz tørgo (&lección 1897-1981), Buenos Aires,
nos Aires, Emecé, 1999, cap. 4. ecl., Antología þoélica. Letras de tango, Buenos Aires, Basílico, 1999.

.oQ 229
itlrä
;!ìi:
Diego Arrnus :: El aiaje al cenh'o

el teatro, el cine y la literatura de los años veinte y treinta la barrio buscan inspirar simpatía' reclaman
,:::..Las tísicas clel
rebautizaron "milonguita". Ambas ilustran ese proceso de solidarias' En Residuo de fá''
-^,i-.rurión, despiertan emocio'es
integración social y territorial del barrio con el centro y des- "*;\"tuberculåsis empieza en la.s ruúnas del taller: "El taller 1a
cubrelÌ algo de la historia íntima de los avatares del ascenso así, vencida/ en plenajuventud' quizás no sabe/ de
social, de sus éxitos y fracasos. Con sns viajes al centro -reales "ÅOt^U,y que acaricie'l sus largos sufrirnientos de
una hermosa esperanza
o imaginarios-, "costureritas" y "milonguitas" contribuyeron ydel taller la tísica se traslada al hogar, donde des-
iî.,rru¡t"". "f7a
a tejer una urdimbre que acercaba y al mismo tiempo separaba
ä,r1.iu el cotidiaro familiar y terr'ina sienclo rechazada'.
dis-
esos dos mundos"
;;;r de nuevo. El hermanito/ que a veces eir la pieza seserio
pronto
t uul i"S""do, sin hablarle, se ha quedado/ debrurscamerrte,/
a'J*-" ,t;""sase.../ Después se ha levantado,
2" Tísicas y costureritas y
al aiejarse ,/ con algo de pesar y mucho
Con Evaristo Carriego el barrio asumió dimensiones litera- se ha ido, rnurrtruralldo
rias; él fue "el primer espectador cle los arrabales, su descubridor, de asco'./ que la puerca, otravel' escupe sangre"'"rn'
regis-
su inventor"rs. En sus poemas el barrio es la geografia emotiva En El ø\ma, d.et suburbio carriego recrea el tr"adicional
a muchas de las
tro romáutico cle la enfêrmedacl que permea
tiiiiìti;Ìi
:1i11:l:1,: de los pobres. Es también un refugio, un espacio amable fuer-
cott sus mujeres intensas'
ffr:l temente irnpregnado por la hospitalidad del hoga¡ el calor novelas europeas clecimonónicas,
extremadamente sensibles: "la tísica de enfrente" mastica su
.illt:.,: maternal, la tranquilidad y seguridad de la infancia. En los
:!rìi::!'lil barrios cle Carriego, en sus poemas, transitan el organillero, el amor no correspondido mien[ras carga una "dulce lrrelancolía
de aquel n.rro oluidudo, pero querido, que un payador
itt!t¡tji::l
galante
fì?illÌ niño del conventillo, la comadre, el parroquiano de cantina,
sugiere en El ensueño' cttan-
:,-ìl$riì:'l
el marido borracho, la novia frustrada, el ciego, la vieja que se le caitó un día". Algo parecido se
do la joven tuberculosa trata de ignorar los gritos d-e su padre
está muriendo,
bor.u".h" pensando "en el dulce sueño, irreal' que soñara al
i.ir$l-a:lìi

Junto a ellos también estaban la "tísica" y la "costurerita", los


recuerdo ãe aq,,rel muchacho qr-re vio junto a 1a cama de
su
dos personajes, mujeres, en torrÌo a los cuales Carriego armó
vecina, en la tarde de un jueves rle hospital". En las
Inclnos se
su discurso sobre la tuberculosis en el barrio. Fero la "tísica" y
lli]?:l
ffata de "las románticas manos de las tísicas que/ en lavoz
::i;;ä:jit:ìi la "costurerita" no son lo mismo. La "tísica" vive y muere en el
i*t!l,l
moribuncla de uu arpegio, como conjuro agónico angustia-
barrio, es el resultado de un proceso de deterioro. La "costu-
rerita", en cambio, representa una trayectoria que va del ba- do,,/ llamaron a Chopin, desfälleciendo"' El registro romániico
se las
rrio al centro y muchas veces, no siempre, culmina en un final aparece aún con más nitidez eil Laaiejecì'tø; allí, Carriego
ingenia para situar en el ambiente austero de los barrios por-
penoso. La "tísica" remite a la tuberculosis como enfermedad
te ãos, y Lr, .luve pletreya, a sus mujeres tuberculosas:
"qué de
del sobretrabujo y como tristeza local. La "costurerita" es la pro-
tagonista de un viaje, de una aventura existencial que aparece heroínas, pobres y oscuras, ell esos dramas!,/ cuánlas Ofelias!
asociada a la tuberculosis como una enfermedad de las pasiones los arrabales tienen sus puras, tísicas Damas de las Camelias"'
mundanas y de la deeradación, la culpa y la condena moral. Las tísicas son, entollces, ciucladanas del mundo del trabajo'

lSJorge Luis Borges, "Evaristo Carriego", en Obrus cønþbkc, t. 1, BuenosAires, 14 Toclas las referencias a los textos Evalisto Carriego fueron tomadas de Poesías
Emecé, 1974, pág. f19. conþlctas, Buenos Aires, Eudeba, 1968'

230 23t
Diego Armus
, . El aiaje al centro

de la tristeza y la humildad, de las desventuras siempre ancla-


das en el mundo barrial. No son necesariamente o terrible* Daso" no es definitivo y el regreso a los orígenes es posible.
ilAurtio ofrece, entonces' la compasión del buen samaritano
mente pobres y las manos de una de esas tísicas tocando Cho_
oue en vez de castigar brinda la comprensión y el sosiego ne-
pin revelan que al menos algunas de ellas ya han comenzado
a incorporar lo que sería con el tiempo un clato _el piano_ ..sarior para los que vuelven de los territorios de la perdición:
*Entrasin miedo, hermana: no te diremos nada,/ los menores
infaltable en cualquier hogar que aspirara a participui d" lo,
valores y hábitos de los incipientes secrores medios. Son, en ,te extrañan todavía, y los otros verán en ti la hermana perdida
defìnitiva, enfermas de tuberculosis que no tienen nada que que regresa;/ puedes quedarte, siempre tendrás entre nosotros
ver con la bohemia, una dimensión que sí va a aparecet con un lugut en la mesa"'
fuerza, cuando la "costurerita" emprenda su viaþ del barrio AJgunas de las vicisitudes del "mal paso" también recorren
al centro. la poesía de Andrés Cepeda' A diferencia de Carriego, Cepeda
Es en torno a la figura de la ,,coslurerita,' donde se cruza el no sobrevivíô ala implacable selección que inevitablemente
cotidiano laboral con las peripecias del ascenso social y la vida hacelahistoria de la literatura, Fue un poeta popular, que circu-
nocturna. En La, costurerita que dio aquel mal ló en el mundo de los arrabales, estuvo varias veces detenido por
þaso Carriego da
color local a una trayectoria firmemente instalada en la ùtera_ robo y logró cierta notoriedad cuando algunos de sus versos y
tura occidental. De ella se ha dicho que es "la biografia de es- canciones fueron musicalizados y cantados por Carlos Gardel'u.
plendor', desgaste, declinación y oscuridad final dã una mujer Murió asesinado en 1910, y por lo menos dos de sus poesías
de todos". Se trata del viaje de unajoven de barrio, inger-rua, ctn adelantan muchos de los temas y asociaciones que recorren la
un origen humilde pero digno, que clespués de unã breve es_ obra de Carriego y las letras de tango de los años veinte y
tadía en el mundo de la noche termina en los amargos terri_ treinta. En Martø, la tísicø el narrador se encuentra con la mu-
torios de la prostitución y la enferm ed.ad,. La queja también jer que tiempo atrás lo dejó por uno de sus amigos, que luego
trabaja esta trayectoria. En este poema Carriego se refiere a la la abandonaría por "otra másjoven". Marta se enfetma, mendi-
prostituta como una "mujer golpeada, .,. bestia sufrida, pobre ga por las calles y, antes de morir, recibe el llanto comprensivo

bestia reventada" para quien la tuberculosis es, a un mismo de quien en su momento la amó "con el alma" pero fue abando-
tiempo, irnpotencia y venganza. Es impotencia cuando la pros_ nado. En esta sucesión de abandonos el hombre sufre pero
dtuta rr-rberculosa 'þita su queja inútil, .,. inconsolable ... uiiugu, no se enferma. La mujer abandonada, en cambio, termina tí-
, sica y muere. En La tísica el narrador es doblemente "traicio-
... inofensiva". Yes venganza cuando con "rencores de subleva-
da" y "loca de rabia, embravecida, con todo su asco" le escupe nado", por un "falso amigo" y por "la ingrata" a quien amó
"su sangre insana" al "canalla" que la explotaba. "como sólo se ama a los veinte años". Con el tiempo ella "pier-
de su vista en el precipicio" y se "hunde en el vicio". 'Abando-
, En Lø costurerita, que dio aquel mal þaso Carriego refuerza la nada en la inclemencia", sola, "maldice al seductor", "cae presa
dimensión amable del barrio. De una parte er nairador se pre-
de la tisis" y ahofa está "agonizante erì un hospital", Es entonces
gunta por qué "la caperucita roja', se tienta con las luces del
centro cuando en verdad el barrio supuestamente le ofrece to_ cuando quien fuera abandonado reaparece como un hombre
do. El viaje al centro es, entonces, un salto alvacîo, una pere_ comprensivo, conmiserativo, capaz no sólo cle perdonar y
grinación innecesaria. De otra, el barrio y el hogar se revelan
leales y acogedores a quien los abandonara sin razón. El ,,mal
l5 Ismael Moya, .&l arte rle los þaytlares, Buenos Aires, Berutti, 1959.

9q9
-J-
435
Diego,A.rmus ,', El aiaje al centro

olvidar sino también de acompañar "con uobleza" la muerte a destajo, el trabajo domiciliario, la fatiga, la higiene indus-
de la que en su momento lo abaudonó'u. En Cepeda la tu- "trial, el descanso y los ritmos de producciónt'.
berculosis es una enfermedad de las pasiones, de mujeres :'' Hacia el fi¡ral del siglo xxJosé Ingenieros encontró en la
perdidas que terminan tuberculosas y hombres abandonados criticaal sobretrabajoyla fatigaun tópico en torno del cual
capaces de perdona¡ todos ellos registros que retotnarán, casi era posible articular un Programa regenerador, de mejoras
obsesivamente, las letras de tango y el cine de los años veinte
þosibles,
que buscaba abrir Paso a ese nuevo "derecho de los
y treinta. intereses sociales que priman sobre los intereses individuales"".
Pero si las "tísicas" de Cepeda son mujeres que circulan yen 1910, en un informe solicitado por el gobierno nacional,
por los márgenes -geográficos y sociales-, las de Carriego son Augusto Bunge retomaba esos argumentos y se refería a las
mujeres de barrio. Curiosamente Carriego no las sitúa en el "afecciones por sobrecargo" derivadas de "la intensidad del
conventillo sino en las modestas viviendas de los barrios. Por trabajo y las jornadas demasiado largas" y "la privación de aire
eso lo que las marca no solr las estrecheces, la promiscuidad y puro, hacinamiento, polvos, falta de ventilación y de luz". Ade-
el hacinamiento del lugar donde viven sino las rutinas labora- más de esta sobrecarga muscular mencionaba una "sobrecarga
les. Esta asociación entre trabajo excesivo y tuberculosis no nerviosa", la así llamada "neurastenia obrera", r'esultante del
fue una originalidad de Carriego, Se fue gestando desde fines "aumento de intensidad de la labor"'y no tanto de una "com-
del siglo xrx y siguió presente hasta bien entrada la década plejay excesiva actividad mental"re. En este contexto la fatiga
del cincuenta. Entendía la enfermedad como resultado de un aparecía como urì "factor" que predisponía a contraer una se-
exceso no elegido. Por eso el sobretrabajo no era parangona- rie de maiestares asociados a estados anémicos generalizados
ble a otros excesos -en el sexo, la bebida o la vida disipada- cuyos diagnósticos, con frecuencia, superponían o mezclaban
donde las culpas o responsabilidades individuales terminaban la neurastenia con la tuberculosis, la clorosis, la histeria y otras
ofreciéndose como explicaciones del contagio. Por el contra-- tantas enfermedades.
rio, la tuberculosis como enfermedad del sobretrabajo y la .\ :... Carriego es, entonces, parte de este clima de ideas que, a su
fatiga se apoyaba en un discurso que, según lo formularan mé- modo, registraría la presencia de la tuberculosis entre las mu-
dicos, higienistas, ensayistas, dirigentes sindicales o periodishs, jeres trabajadoras no tanto como una condena a quienes se
poclía ser resultado del entorno meclioarnbiental'-el taller, han animado a salir del tradicionalmente asignado horizonte
la fábrica, el cuarto donde se realizaba el trabajo domicilia- doméstico sino como una evidencia de la injusticia social. En
rio-, el üpo de actividacl -aclelantando lo que más tarde de- los años veinte algunas letras de tango como Obrnita (Eugenio
vendría el conceplo de enfermedad profesional- o la explota- Cárdenas, 1926) y Fosþrnita (Arnaro Giura, 1925) insistirán en
ción capitalista, que cargaba la responsabilidad en el sistema
social imperante. De modo que la tuberculosis apareciaunay
otrayez, directa o indirectamente, cuando se discutía el acor- l7 DiegoArmus, "The Years of il'uberculosis. Disease, Culture and Society: Bue-
nosAires 1870-1950", tesis doctoral, University ofCalifornia, Berkeley, 1996, caps.
tamiento de lajornada laboral, el trabajo nocturno, el trabajo
4 y 9 (de próxima publicación, con ese nrismo título, por Duke University Press).

lB José Inger-rie ros, La jøtzada tle hultaj o, Buenos Aires, I 899,


l6Andrés Cepeda, "Martala tísica", er, IrtgtLitot'atlelo.sþayttdcres, BuenosAires, 19 Augusto Bunge, Zrzs conquistos de h higiene sotial. (lnfmme Nnesentado al exc¿-
s/d, y "La tísica", en Víctor Cavallaro Cadeillac, ed., Clorias rlel t¿nuäo' Selección lentísimo Gol¡ierno N¿cionrzl), Buenos Aires, Imprenta Coni, 1910, T. I, págs. 12, 79,

gouclu.sca natiuista y línca de þoesío. þoþular 1 alta ltotsia, fufontevicleo, Cumbre, s/ct. 188,133,190.

234 235
Diego Armus El aiaje aI centro

el tema. En Camino altaller (Cátulo Castillo, 1925) trabajo y úa murhurha del atado", Roberto Arlt exploró las rutinas
enfermedad prefiguran un final fatal inevitable: "Caminito al *.É¿rut.s, sinsabores, sobreesfuerzo y necesidad del trabajo
conchabo, caminito a la muerte / bajo el fardo de ropas que :,,r. me.tino hogareño y extrahogareño'2.
llevas a coser/ quién sabe si otro día como este podré vette/ ,..,r.,-l Más allá de estas diversas imágenes es obvio que al despun-
pobre costurerita, camino del taller". En Muñeca de þercøI (Nilo el siglo la mujer era parte del mundo laboral. En efecto,
,..l.,'¡¿y
Russo, 1928) la asociación es la misma: "Muy de mañana vas ca- para esos años casi tres cuartos de las mujeres que realizaban
mino del tzller/ donde la máquina con su ruido infernal/ en- irabajos extrahogareños 1o hacían en el servicio doméstico o
sombrece todos tus sueños de mujer.../ el destino te castiga i',, ao-o costureras, modistas, planchadoras, sombrereras o la-

r,:,!:ìÌi,¡l con Ia cruz de su rigor/ sos la mujer que en una mísera buhar- ,, vatrdrrus a domicilio. Las seguían, y muy por debajo en núme-
ìj:.::fÌil;l¿rl
ì:Ìr$riil: dilla/ sufre una cruel tuberculosis incurable/ hasta que llegue ,' ,ros relativos y con diferencias según el ramo, las obreras em-
:l::tlilìl
;:ll]llil;iìi un día la muerte con carro funeral,.." En Cotorrita tJe la' suer- ,' pleadas en establecimientos fabriles grandes dedicados a la in-
iì{:lilJ:a
te (Josê P. de Grandis, 1927) la erfermedad enhebra las conse- :, dustria textil e indumentaria, la alimentación, el tabaco y el
ili:i,:}:'i:iil
j:ìiìÌä:iill
cuencias del sobretrab4io y las del amor no correspondido: "Cô ,: fósforo, Luego venían las maestras, empleadas de comercio,
::¡!ì*iì'
rìl:ïìj']]:
i::1i.,t':li.ìi
mo tose la obrerita por las noches/ tose y sufre por el cruel , enfermeras y otras ocupaciones en el sector servicios. Por úl-
presentimiento/ de su vida que se extingue y el tormento/ no timo, las ocupadas en los así llamados puestos "modernos",
:rllÌll
':l.:iiiiri:l
,ì;¿.ì'..1['i
abandona a su tierno corazôn.../ Esperando al bien amado como telefonistas o empleadas de of,rcinaz,.
.lliillt:lr:¡l
ansiosamente/ yla tarde en que moría, tristemente/ preguntó ?a: Del trabajo a domicilio un informe del Departamento Na-
,iiÌ,lt
'::il;.i:ir¡lì
a su mamita, ¿no llegó?". ¡9. cional del Trabajo decía en 1901 que se trataba de 'un auxi-
,'¡'rtì'i!:,,i Para esos años la literatura ya incorporó, es cierto que con
:'i,:;11i¡:::; re¡çistros no necesariamente coincidentes, a las mujeres t¡aba- .f.', casi asegurados. Nofaltaron 'Jefas de hogar" que cargaban con
èÈ,: to¿o el peso de los gastos. Pero todo indica que el trabajo do-
jadoras como uno de sus personajes. Josué Quesada yJulio I
Fingerit escribieron relalos cortos incluidos enla La Noaela Se- r,...,,:,, miciliario femenino fue mayoritariamente complementario,
:,.ïijiì:ìi
tiilitì*
ì¿tì;::r mønal donde aparecía el trabajo de costureras y talleristas en l basado en ocupaciones -la prostitución incluida- que no sólo
rìltlrtirt
una clave que no hacía más que expandir la trillada imagen tâ',. eran parte de un mercado laboral del que se podía entrar y salir
anunciada por Carriego''. Alfonsina Storni publicó en la sección .i', ' con facilidad sino que también ofrecían cierta flexibilidad en los
de "Bocetos Femeninos" del diario La Nøción una serie de no- f.'.' trorurios y por "ro lu posibilidad de acomod.arlos o superpo-
tas sobre costureras a domicilio y otras mujeres trabaiadoras .,|t nerlos a las tareas del hogar. Entre las trabajadoras a domicilio,
qlre, erì clave irónica, terminaban desarticulando esa imagen
estereotipada2l. Yen una de sus más consagradas Aguafuntu,
22 Roberto Arlt, Aguafuertes þffteñas, Buenos Aires, Losada, 1998.
23 Zulema Rechini de Lattes y Alfredo Latres, La þoblaciuz dc Argmtiru6 Btenos
20Josué Quesada, "L,a costurerita qr-re dio aquel mal p:rso'.." yJulio Fingerit, Aires, Cicred, 1975, tabla 6.2; María del Carmen Feijóo, "Las mujeres trabajadoras
"La hija del taller", ambas reeditaclas en I.a Noaela Semt¿nol 1917-1926, Buenos Ai- porteñas a comienzos de siglo", en Diego Armus, ed,., Muntlo u,rbu,no 1 culturø þo-
res, 1999. lluùll: Ilstu¿ios d¿ historia sodal Argmtinrz, Buenos Aires, Sudamericana, 1990, págs.
28&300; Fernando Rocchi, "Concentration ofrvorkers, concentration ofwomen:
21 Mariela Méndez, Graciela Queirolo y Alicia Solomone (comps.), Nosotras. .. y
Industrial growth and female labor in turn of the century Buenos Aires", mimeo,
la þiel. Selzceiírn de eruays dn Alþnsina.SlonzJ, Buenos Aires, Alfaguara, 1998' Los
1995, págs. 1419.
textos fueron publicados en 1920 bajo el seudónimo de Tao Lao.

236 -:) I
Diego Al'mus El aiaje al centro

masiva de artículos no lujosos. For ello, y más


por cuenta propia o ajena y sin las rutinas reglamentadas de la ð,emanda local
una fábrica, la tuberculosis no era un dato desconocido. Además !,lilãie,d" los reparos que las estadísticas de la época puedan moti-
de los factores predisponelrtes que contaban para cualquier il:riåir-tus conclusiones de un estudio de 1912 sintonizan bastante
individuo -condiciones de vida, salarios, vivienda- en el caso ,llãó" cort la ostensible presencia que tiene la tuberculosis en
de las trabajadoras a domicilio se sumaba el sistema a destajo 1,,,1::,$,n¡du de las jóvenes de barrio que pueblan los poemas de

y el sedentarismo de la actividad. El trabajo a destajo o sobr:e l;;lfvrriego; en efecto, el32,'lVo de la mortalidad de las mujeres
pedido estaba marcado por la inestabilidad, la incertidumbre ,.,äûpudas en la industria de la confección (el 40,9Vo si se con-
y las oscilaciones, tanto en los ingresos como en la demanda de lslderan los casos catalogados como enfermeclades del aparato
esfuerzo físico, en particular cuando se trataba de cumplir con rrl,.iespiratorio) se debía a la tuberculosis2'.
It los plazos de entrega. Las costureras, se decía, sobreexigían a su ,,1" 'pero si las tísicas se enferman por el trabajo excesivo y por
1i
,)|
cuerpo de un modo inaclecuado, en una rutina laboral signa- :'. 10; males del alma sin abandonar el universo amable del ba-
1
i{ da por la monotonía, eI cará.cter repetilivo de los movimientos y . aiio, "las coslureritas que dieron aquel mal paso" protagoni-
una postura que dificultaba las funciones respiratorias2n. ,, ian un viaje alimentado por los deseos y sueños del ascenso
Un estudio de 1915 señalaba que, contrariamerrte a lo que social rápido que casi inevitablemente transformarân ala
muchos médicos higienistas y periodistas indicaban casi con ' 'ì'costurerita", dejándola en la intemperie de la prostitución y
obsesión -y que muchos historiadores repetirían con similar la tuberculosis,
enfoque pietístico-, el factor predisponente a la tuberculosis ' .' El mundo del barrio, inocente y virtuoso, es el punto de par-
entre las costureras no era el enrarecido ambiente del cuarto , ì¡au de esa trayectoria definitivamente melod ramâticadonde,
de conventillo, puesto que la mayoria trabajaba en un patio o como es de esperar, el tono lo da la polarización moral, las si-
junto a una pueì:ta o ventana. El problema radicaba, en cambio, ¡uaciones intermedias están ausentes y todo es emoción o la-
en los recargos estacionales de trabajo y en los salarios, frecuen- mento. La salida del barrio -como resultado del engaño, la am-
temente disminuidos por la competencia de los magros pagos bición o el amor- es el momento en que se interrumpe una vida
que recibían las mujeres empleadas en las fábricas y los talleres común, que debería transcurrir sin mayores sobresaltos ni sor-
presas. La salida del barrio es también el momento de la traición
de confección controlados por las instituciones de caridad''.
Ambos factores afectaban también a las costureras que trabaja- al origen, al hogar, al amor maternal. Cambia el escenario, y
en ese cambio, comienza a alterarse la identidad de la "costu-
ban en las fábricas y en los talleres de confección de las gran-
des tiendas que desde la crisis de 1890 tendieron a satisfacer
rerita", ahora lanzada a vagar por url mundo que el narrado¡
las más cle las veces, no se resigna a clejar de calificar como ex-
lraño y cruel. Pero a diferencia de otros melodramas, la trayec-
toria de la "costurerita" no tiene suspenso2T.
24 Gabriela L. de Coni, Proycto de IE de ltrotecciín del trubajo de kt, ntujer¡ delnüto
Argentina contra la Tuberculosis, 1902; Eduardo
en ktsJälnicas, Buenos Aires, Liga
Rojas, "El sweating system. Su importancia en Bnenos Aires", tesis doctoral, Facul-
tad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, 1913; Boletín del Depar-
tamento Nacional del Trabajo, 30, Buer.ros Aires, 1915; Ricardo Etcheberry, "La ley
argentina sobre reglamentación del trabajo en las mqjeres y niños", tesis doctoral, 26 La Semanu Médica, lô5-7918.
Facultad de Ciencias Económicas, Universiclad de Buenos Aires, 1918. 27 Pete. Brooks, T'he ntelotlt¿tnalic itn.ginaliott. Ilalzac, Henr¡Jantes, rwlorlr.am*
¿tntl llu mode of excess, New Haven, Yale University press, 1g76, págs. I l-i2.
26 Boletín del Deþarkr.mento Nacional del Tialtajo, op. cit., págs. 80-82.

238 239
Diego Armus El aiaje al centro

,i,ã¿"urtr"s, películas2e. E'tre


3. Milonguiøs las muy diversas ofertas del centro
la academia de baile, el café de ca-
En los años veinte y treinta el legado cosh-rmbrista de Carrie- ,ll',.ãrrru.uban el prostíbulo,
,ll, rrruty el cabaret' Algunos barrios también ofiecían esas
go es retomado por las letras de tango, el cine y la literatura.
carga erótica fue sin duda asociada al
Lo hacen en una clave tal vez menos sentirnental y ciertamente .rporuniclades. Pero su
mucho más nostálgica, en gran medida porque algunos de los centro, cloncle la oferta era más variada y para todos
-.r.rdo del
.:'1e5 presupuestos. En cualquier
caso, en la noche del centro hom-
barrios de Carriego -no todos- ya se habían moder¡rizado o es-
.i, ¡r., de diversa procedencia social compar[ían la aventura de
taban en vías de hacerlo. Samuel Linnig,José GonzâIez Casrillo,
Héctor Pedro Blomberg, Enrique Gonzâ7ez Tuñón, Celedonio :. acceder al entretenimiento ofrecido por mujeres de origen
Flores, José A. Ferreyra y tantos otros trabajaron con insistencia ì' humilde venidas a coperas' cabareteras o prostitutas.
carga erítica del centro se fue gestando en el tiempo y
1o que se dio en llamar la "leyenda romántica del otro mundo",
ì La fuertemente marcada por el tango, un producto cultu-
el viaje de las "Esthercitas" -jovencitas de barrio- a la vorági- estuvo
ne metropolitana y cosmopolita del cabaret del centro de la . ral híbrido, que nace en los arrabales de la ciudad, recrea ele-
ciudad, donde se transformarían en "milonguitas", "pebetas que mentos coreográficos del candombe y otros bailes de los negros
se dieron a la vida"28. porteños y da cuenta de la masiva presencia de inmigrantes.
El viaje es el mismo que, diez o quince años antes, hacían Los primeros años del tango son confusos y dehnitivamente
las "costureritas" de Carriego. La novedad vino por el lado de orilleros. Hacia 1870 y 1880 había encuentros danzantes alre-
quien escribía sobre esa trayectoria, su énfasis y su escenario' dedor de los cuarteles animados por prostitutas que, entre
Se trata de periodistas, letristas de taugo, cineastas y escritores otras tatltas cosas, sabían bailar enlazadas colÌ su ocasional
que miraban a la "milonguita" como un personaje no sólo ne- pareja las complejas coreografias de las milongas, habaneras
cesitado de comprensión -a la manera de la literatura costum- y tangos. En los últimos años del siglo el tango reinaba no só-
brista- sino también como alguien en quien podían reconocer lo en los prostíbulos y "casas de baile" -donde funcionaba a
trazos de su propia experiencia urbana. El énfasis estaba en la manera de un acto de simulación que entretenía esperas
las "milonguitas" y no tanto en las "Esthercitas", es decir en la y preparaba el sexo comercial-, sino también eu las acade-
vida del centro antes que en la del barrio. Yen el centro, el mias donde se aprendía a bailar, en los corraloues y las calles
cabaret era el árnbito por excelencia de la "milonguita", un de barrio donde se improvisaban bailes al compás de un orga-
escenario apenas insinuado cuando Carriego narra el viaje nito, en los cafés para hombres solos, donde el tango se escu-
de su "costurerita", chaba. En estos escenarios originarios el tango ofrecía letras
En la décacla del veinte el centro ya era una definitiva refe- muy sirnples que se ceutraban recurrentemente en los avata-
res de la vida del guapo de arrabal, una vida donde el culto al
rencia en el tiempo libre de los porteños. Para 1923 se estimaba
coraje y el diestro uso del cuchillo se mezclaban, no sitl compli-
que algo más de siete millones de persotlas habían concurrido
cidad, con las acciones de los jefes políticos locales y de la po-
a espectáculos. El viernes 9 de octubre de 1925, por ejemplo,
los diarios La Nacióny La Røzón incluyeron más de 70 anuncios
licía. Sus personajes eran el guapo, la prostituta, el rufián y el
compadrito.
de operetas, zarzuelas, teatros de revista, coros' bailes, comedias,

28 Enriqne González Tuirón,ïhngos, Buenos Aires, Gleizer, 1926, págs' 125, 8' 29 Beatriz Seibel, Histmia del teaîo argentino, mimeo, 2000.

240 24r
Diego Armus El aiaje al centro

Bailado por hombres acompañados de mujeres del ambien- un tango escrito para ser incluido en un sainete, si
v el cine. Así,
te prostibulario o por hombres solos, el tango era, ante todo, 'ænîa éxiLo, daba argumento a otro sainete artnado en torno
una danza de los márgenes, ajena a la vida de la mayoría de
al argumento del tango; así también fueron muchas las pelí-
los porteños. Con el despertar del siglo xx dejó de deambular
culas que no sólo recrearon en imágenes las peripecias narra-
por los arrabales, penetró en la ciudad y comenzó a ser acep- das por las le[ras de tango sino que Þmbién tomaban de ellas
tado en otros ámbitos sociales. Los jóvenes de clase alta, que
su útulo. Con el despegue de la industria del disco, Ia radio y el
de tanto en tanto incursionaban en los márgenes, lo llevaron
cine, el afianzamiento del teatro colrro un espectáculo de gran
a sus más exclusivos antros prostibularios, primero, y a sus ho-
aceptación popula¡ la creciente profesionalizaciín de los mú-
gares más tarde. En ese entonces ya era posible ver cómo lo sicos y cantantes y la aparición de los tríos, cuartetos, sextetos
bailaban otros en los saine[es, escucharlo en los primeros dis- y orquestas, los tangos tendieron a ofrecer menos posibilida-
cos, intentar bailarlo etì una romería o durante el carnaval, des para la improvisación. Estos cambios también afectaron a
una ocasión donde toclos se c{aba¡r el lujo de explorar una las letras, ahora más importantes y enfocadas a narrar histo-
danza todavía asociada al mundo prostibulario y, por eso, mal rias armadas en torrÌo a fuertes dilemas morales con los que el
vista o cargacla de sospechas. Así, el tango se fue adecentando porteño podía fácilmente iclentificarse. El tango se hizo más
y devino una forma cultural respetable. De una parte, los sec- melódico y devino una narrativa urbana donde la épica del
tores populares y las emergentes clases medias fueron encon- arrabal -con sus guapos, rufianes, prostitutas y compadritos-
trando en slrs letras, música y coreografías -todas ellas crecien- comenzaba a desvanecerse, sin desaparecer del todo, freute a
temente despojadas de su carga erótica inicial- algunas señas la llegada de nuevos o remozados tópicos y personajes. Entre
de su identidad urbana. De otra, y en gran medida como re- esos nuevos personajes estaba la "milonguita",la versión de
sultado de su aceptación y tt'iunfo en Europa y los Estados los años veinte y treinta de la "costurerita" de Carriego, unajo'
Unidos, la eiite porteña Io incorporó con entusiasmo a su acer- ven que pondría al descubierto algo de las ansieclades y tensio-
vo cultural, no sólo porque puso a un lado sus incomodidades nes que surcaban la llegada de la modernidad a las relaciones
clel pasaclo -cuanclo lo ignoraba o censuraba- sino también entre hombres y mujeres.
porque hizo innecesarias las yisitas casi clanclestinas al mundo El tango fue el baile y música por excelencia del cabaret, un
del arrabal o a los salones parisinos de quienes sí se atrevían a ámbito clonde era posible dar rienda suelta a las fantasías eró-
mostrar en público sus destrezas como bailarinesro. ticas y preparar el terreno para el sexo pago. Só1o en ese sen-
En relativamente pocos años el tango devino una expresión tido, y al igual que 1o ocurrido con otras músicas l¡ailables en
esencial de Buenos Aires. Se fue hacienclo un lugar en los salo- otros lugares, terminó asociado a la ristra de modernas ame-
nes decentes, las confiterías reconocidas, los cafés del centro y ûazas para la moralidad dominante, el culto a la vida domés-
de los barrios, incluso en las fiestas familiares y en los atriles tica y el baile formal3r. Los primeros cabarets aparecieron por
de los pianos que comenzaban a poblar los hogares de secto-
res populares acomodados y clases medias. El tango, sus letras,
también impregnaba las historias que se contaban en el teatro 3l Harold Segel, Tìlrn-oJ-tl*crntur) tubaret. Pañs, Barcebna, Balin, Munich, Vimna,
G'acou, Mosnw, St. Pelersburg, Zu,rich,N:uevaYork, Columbia University Press, 1987,
Introducción; Eduarclo A¡chetti, "Masculinity in the poetics of Argentinian tango",
en Ecluardo Au'chetti, ed., Iìxþluing the uritten. Anthroþolog and the multiþlicitl of
30 Blas Matamoro, La ciudal dcl tango,Buenos Atres, Galerna, 1g6g, págs. 47-72. utrititzg, Oslo, Scandinavian University Press, 1994, pág. 102.

242 243
Diego Almus .,,,., El uiøje al centro

-
rr'.'
fuera clel centro, en Palermo y los Bajos de Belgrano. Siguienclo :àttônomuy por esa razôn percibida por muchos hombres co-
a sus equivalentes parisinos fueron restaurantes veraniegos,
cercanos a un parque, donde por las noches se podía bailar y
ào r,tr peligro o una arnenaza al orden de géneros vigente34,
,. . En el cine,
el teatro y las letras de tango el viaje de las "mi-
escuchar los temas de moda que tocaba una orquesta. En la recorta como un tópico recurrente cle la miracla
longuitas" se
década del veinte ya se han consolidado, funcionaban todo el
.rítico-costumbrista de los hombres del mundo porteño de los
año como cabarets o restaurante-cabarets, estaban en el centro
años veinte y treinta'José Bustamante filmó en 1922 la película
y en algunos barrios, y por Io menos unos veiute de ellos des-
Milonguita, yJosé Agustín Ferreyra, una suerte de Carriego en ia
plegaban lujo y elegancia. Eran "epicentros sociales" donde
historia del cine argentino -esto es, el responsable de llevar a la
los ricos gastaban su tiempo y su dinero hasta bien entrada la
oantalla en clave realista al barrio, la humildad de su gente, sus
noche y los de menos recursos, que debían trabajar al día si-
ä.ru"rrrr.u, e ilusiones- , ttabaj1 el viaje de la "milonguita" en
guienle, lo hacían en la función "vermou[h"".
El tango de kt muute (I9I7), La muchacha del a.rrabal (1922), Mel¿
Atraídos por los sueldos, mucho mejores que los que reci- nita de oro (1923), Corazón rJ,e criollø (1923), La maleaø (1923),
bían en los prostíbulos arrabaleros, los músicos de tango em- Et mganito de la tørde (1925), Mi último tango (1925) , La costurai-
prendieron su viaje al centro y se convirtierou en personajes tø que dio acluel mal pa.so (1926), Muchachita de Chiclana (1926),
imprescindibles del mundo del cabaret. Las "milonguitas" tam- Munequi,taspmtsñas (1931) y Callcs deBuenos Aires (1933)". Como
bién asociaron el cabarety el centro a una posibilidad de cambio. en los tangos, estas películas -algunas rnudas, olras solloras-
Pero el viaje -real o imaginado- que ellas protagonizarían no despliegan personajes, temas y escenarios que en líne as gene-
empezaba en los márgenes, elr las orillas, sino en el barrio. De allí ,t
rales se repiten: la muchacha que trabaja, el seductor que
pretendían escapar, de sus limitaciones y su modeslia, de sus ofrece promesas, el novio humilde capaz de etrtencler, el padre
rutinas hogareñas y laborales. Frente a un futuro de trabajo y alcohólico, la madre generosa, la ambición, la inocencia, el
sacrifìcio, muchas veces pegado a la máquina de coser, el ca- abandono, la redención, las desigualdades sociales, el barrio,
baret ofrecía las tentaciones del lujo, la vida fácil, el ascenso ::àl
el centro y el cabaret. Pero esta filmografía parece no estar tan
social rápido, incluso una carrera artística. ,:i':
marcada por el fatalismo que domina en las letras de tango.
Tres tipos de mujeres circulaban eu el cabaret: las "artistas" l:t,
:1.r5: Esta posibilidad de lidiar con el destino resulta tanto de la in-
{anlantes consagradar, las "coperas" -que daban conversación nata pLrreza y dignidad de la mujer como de la capacidad re-
y bailaban con los clieutes, los acompañaban en la bebida y, dentora del barrio, de su ambiente, de sus madres y novios
luego de una larga y paciente ceremonia, vendían amor y se- abandonados que saben perdonar. Así, la "milonguita" puede
¡e-, y las "queridas" y "manteniclas", amantes de los clientes liberarse de las trampas y espejismos que la confundieron y
con dinero que encontrabatt en el cabaret un espacio íntimo volver a sus orígenes. Allí, en las limitaciones y pobreza del ba-
y permisivou'. Todas ellas eran mujeres que habían apostado a rrio, es donde Ferreyra encuentra las claves de una felicidad
tener una vida alejada del ideal domés¡ico y barrial. En esa
apuesta devenían mujeres que habían elegido una vida más
34 Blas Mata¡¡oro, La ciudatl del tún1o..., op.cit., págs. 121-124; Donna Gu¡
Sexand tlangø' in Bueno:¡ Aires. Prostitution, Jrmi.ly arztl nation in Argmtina, Lincoln,
Nebraska University Press, 1990, pág. 144.
32 Tania, Disceþolín 1 1o, Buenos Aires, La Bastilla, 1973, págs. 2&29.
3SJorge Miguel Couselo, El negro Fc.rrqttr.. Ut. cine þor iasllnlo, Buenos Ai¡es,
33 Il¡ídem, págs. 28-33. Freeland, 1969, págs. 131-145.

244 245
Diego Armus El viaje al centro

auténtica, palpable inmediatamente, real, basada en relacio- matetializada en "las alh4jas, los vestidos a la moda y las
'oaÍece o "la obsesión de .'. juntal mucha platilla",
nes apenas modeladas por la modernidad' ärru, d"champán"
El sainete Delihatessen Haus, escrito por Samuel Linnig y es- (José María Aguilaç 1925) y en Percal (Homero
en Mil.onguna
1943) es más existencial: "una alocada/ que soñaba
trenado en 1920, incluía en uno de sus actos el tango Milon- Espósito,
guita. Fue este tango, y su indiscutido éxito, el que instaló al ,oi grandrtas placer", o unajovencita con "anhelos. ../ de ír
y
personaje de la "milonguita" en el mundo porteño. Dos años al, centro a
Lriunfar/ y olvidar el percal. . , "' En De tør'decita (Cat-
más tarde el mismo Linnig presentaba el sainete M'ilonguitø, tros Alvarez
Pintos, 1927) \a ambición de ia "milonguila" se reve-
una dramatización de la historia que había adelantado en el ìu.o-o lo que realmente es, la búsqueda de un cierto bienestar
tango del mismo nombre y que le permitiría estrenar, en esa maßríaly un modo de vida alejado del muy acotado horizon-
misma pieza, Melenita, de oro, otro celebrado tango de su autoría æbarúal: "Laluz del centro te hizo creer/ que la alegría que
que al año siguienteJosé A. Ferreyra llevaría al cine sin alterar vos querías / estaba lejos de tu attabal/ y vestías sedas, y no
el título. Otros tantos sainetes, obras de teatro de revistas, pe- percal...{.tl,Ot.",,"estida, llevar gran lujo, fue el embrujo/
lículas y tangos reafirmarían la figura de la "milonguita" en la de tu atnDtcron...
vida de la ciudad. En el sainete El Rq ilel cabøret, de Alberto ritorio de promisión, tar-
La estaclía en el centro, como ter
Weisbach y Manuel Romero, se estrenaba el tango Pobre milonga; de o temprano transmuta en decadencia. En algunos casos
aparece como el desenlace inevitable: en Mano & m&no se ha-
:-*:
en la revista criolla ¿Qué ha'cés de noche?, de Roberto L. Cayol, se ll:r'

hacía una parodia de "la muchacha que dio aquel mal paso" y :lå bla de los "pobres triunfos pasajeros" de la "milonguita" que
La gran reuista þorteña y Bumos Airæ bajo cero, de la compañía de *
:f:,
terminará siendo "un descolado mueble viejo". En Polne m,ilon'
Azucena Maizani, incluían el tango No salgas d,e tu barridí.
.rt:{,:
gø (Manuel Romero, 1923) la noche del centro es casi como
Es en las letras de tango donde el viaje al centro de las "mi- itiìì un castigo del que no hay salvación posible: "siempre Milonga
longuitas" descubre sus variados contenidos. En Mano a tna,no ll::, has de morir.. ./ qué mal final vas a tener". Yen No salgas de
(Celedonio Flores, 1923) la decisión de emprender el viaje al
. r-:,
tu banio (4. J. Roclríguez Bus[amante, 1927) el auto¡ un hom-
centro parece ser una consecuencia de la pobreza. Un tono si- bre, usa una magisterialvoz femenina para articular sus preocu-
milar aparece en Margot (Celedonio Flores, 1919): "has nacido
,¡ì
paciones masculinas: "Como vos, yo, muchachita,/ era linda y
en la miseria de un cuartucho de arrabal", aunque en este caso
.$ erabuena;/ era humilde y trabajaba,/ como vos, en un taller./
la pobreza es sólo un punto de partida para subrayar el tópico } Dejé ai novio que me amaba.. ./ por un niño engominado/
de la ambición personal: 'ïos rodaste por tu culpa, y no fue que me trajo al cabaret;/ me enseñó todos sus vicios/ pisoteó
inocentemente;/ berretines de bacana que tenías en la men- mis ilusiones,/ hizo de mí este despojo,/ muchachita, que aquí
ves",
te/ desde el día en que un magnate de ¡rguiyo te afiló; [..']
El escenario de la decadencia más trabajado es ei cabaret.
yo me acuerdo, no tenías casi nada que ponerte;/ hoy usás
ajuar de seda con rositas rococó; 1...1 ya no sos mi Margarita, Allí la tuberculosis se recorta como un tópico que al tiempo
que condensa los avatares de la caída permite hablar del ero-
ahora te llaman Margot". Ysi en Flm de fango (Pascual Contur-
tismo y la fogosidad sexual, la desilusión, el extrañamiento, el
si, 1914) y er Galleguetø (Alfredo Navarine, 1924) la ambición
desamo¡ la lealtacl, la degradación. Con frecuencia aparece
como una enfermedad del aima, de las pasiones. En uno de
los breves relatos con que Enrique Gonzâlez Tuñón arma Tan-
36 Beatriz Seibel, Histuia del teatro u.rgmtino'.., op. cit.

246 247
Diego Almus El aiaje al centro

su primer libro, la tuberculosis seduce, despierta deseos jóvenes europeas q"." h"i
g'os,
y ilóá*" Griseta hay muchas l:qt:
hace perder la cabeza. -[al vez por eso la llama ìisir, srbruyun'_ al calsaret' arrastradas por su propia ambición
do de ese modo el registro romántico cle la enfermeclad. A ,,ägunu¿* (Domingo Enrique
clos ,;; circurrsra'cias. En Madam¿ laonne
î^,
melancólicos parroquianos de un cabaret, uno ,.yony', y el otro "-!li.iÀ",ß37) "lapapusa del Barrio Latiuo" se enamora de
porteño, una "linda tísica les ha trastornado el altillo"sT. Esta
"linda tísica" tiene muy poco de pobre desgraciada de barrio. Ïíî,g.",'"",qÌ,:'il es ::Tî
"ya no l" I^ï:i]:
la mistonga flor :Il "t',l"li:,ÌT:
de lis"'" sino "una
iO*'"*Ut ørð'è bele
Es, por el contrario, una fuente cle amores intensos, perturba_ q"' :o1'-"i"'ï'v.Tl':1
i!:ã;;;'" gris"'(Nfredo su champán"'
dores, casi obsesivos.
i"- CAUã.üa Navarrine, 7924) la tristeza del alma ya
En Carne de cabaret (Luis Roldán ,IgZ0),la hrberculosis apare_ que a,la playa argentina/ lle-
.-.,,,i¿.oino enfermedad:-"la divina" '
ce asociada a la desilusión y el desengaño y es al mismo tiempo
una enfermedad del alma y del cuerpo: ,þobre percanta. ../que "mrru riø. El narrador se conmisera de quien nada pudo hacer
su honradez originaria: 'y hoy teveo,/ galleguiø,/
', rô r,ô^ / / sentada
cpnfqÃq
lleva enferma su almita perdida/ qrr. .uyo en garras de un toipe
iÌiii*ìlr;á" ^-11^^,ito

bacân/... su ilusión murió en el cabarrr... /y.rr r,r.uritu ,lj


if.L1rl:lit xe y soliø/ . -. y \a pena/ que te mata/ claramente se retratz/
anrarilla, ojerosa/ se verl las huellas de un amor infiel. ../ y a ll,;" tupalidezmortal./ Tu tristeza es infinita' "/ Yano sos la ga-
ninguno encontró que por su mal/ tuviera compasión,/ pues ''*1,'tl"gu¡ra/ que llegó un día de abril,/ sin más prendas,/ ni te-
sin razón la dejaron sufrirr/ y a su ilusión la dejaron morir.rz y lrrr... 'irrir/ que tus negros ojos moros,/ y tu cuerpito gentil". En
así fue en la pendiente fatal/ del cabaret al hãspital". ,pobrrvonroitø (D\ego Flores, 1924) tuberculosis es extraña-
la
José González castillo asoció Ia tuberculosis al extraña- ài"rrto, desilusión y fracaso: "Llegué a la Argentina soñando
miento. En el tango Griseta, de Ig24, una ingenua francesita tesoros/ y hasta los humildes me tratan de 'vos'/ por riqueza
llega ilusionada a un Buenos Aires que sólo le ofrece la oscu_ tengo mi melenita de oro/ y el mal traicionero que anuncia
ra vida del cabaret. Hay aquí una trayectoria, un viaje, que mi tos. ../ }J.oy ya no sos feliz/ pagarías cualquier cosa por vol-
también termina en el centro de Buenos Aires pero qi. .-_ ver a París"'
pezó en Europa. En la figura de Griseta, evocada de la mano El extrañamiento, esta vez parisino, también permea Ia tuber-
de los tísicos personajes de la ópera La Bohème, de Giacomo culosis que termina con la vida de La que murió en París (Hêc-
Puccini y de La Dama de las camelias d^eAJejandro Dumas hijo, la tor Pedro Blomberg, 1930): una "muchachita criolla de ojos
tuberculosis se reafirma como un tópico de la vida bohemiã, ros negros" deja su barrio y selanza a París, tierra tan deseada como
fervores amatorios, la salud precaria y los excesos: "Mezcla rara desconocida. Una tos desatada "al llegar" anticipa una existen-
de Museta y de Mimí/ con caricias de Rodolfo y de Schaunard. cia marcada por la nostalgia del mundo dejado -"el barrio fe-
Era la flor de París,/ que un sueño de novela trajo al arrabal.../ 1í2" -y una muerte en tierra extraña donde "París y la nieve ...
Francesita... / Quiên diría que tu poema de Griseta sólo una es_ estaban matando (a) la flor del arrabal".
trofa tendría/ la silenciosaagonîa/ de Margarita Gauthier.../ Al La trayectoria de la "milonguita" -cualquiera sea su origen,
arrullo funeral de un bandoneôn/ pobrecita se durmió,,/ lo mis_ un barrio porteño o Europa- es melodramática. Del barrio al
mo que Mimí,/ lo mismo que Manón...',. cabaret y de la inocencia ala caíday la clegraclación. La "milon-
guita" es bella, coqueta, sensual, egoísta, segura de sí misma,
capaz de escapar de la modestia y estrecheces del barrio. Lo
37 Enrique Gonzâlez'1ui-tón, Iimgos que las letras de tango señalan, hablando desde la perspectiva

248 249
Diego Armus El aiaje øl centro

de los hombres, es el riesgo, incluso el error, de animarse a en el mngo De tc¿rdecita el barrio y su gente siguen leales a
pensar una vida por fuera del barrio, de dejarse llevar por las nuien los había
abandonado: "y aunque \'ìlelvas derroLada,/
luces del centro puesto que cuando la juventud desaparece muchachada/ te sigue teniendo siempre fe". En
sabrâsque la
irremediablamente llegan el sufrimiento, la angustia, la sole- Mano a mano el
novio del barrio, también abandonado, le in-
clad, la tuberculosis. Al final, la "milonguita" termina abando- ,formua Ia "milonguita" que cuando "no tengas esperanzas en
nada por los hombres ricos o inescrupulosos que la vivieron y ru pobre corazôn,/ ... acordate de este amigo que ha de
jugar-
usaron mientras era joven. se el pellejo / pa'aryudatte en lo que pueda cuando llegue la
Pero junto a la "milonguita" y el hombre que se aprovecha l¡lf;.1.o¿¿sión". El tono no es solamente de conmiseración. Se trata
de ella está el narrado¡ un hombre que conoce el mundo del ',,,
r,d. ,r.t hombre curtido por la vida, descreído de un amor don-
centro, que frecuenta la vida de café y tiene su barra de ami- lr.,:,.¿" la amistad, la empatía, la intimidad y la búsqueda de pla-
gos. Las más de las veces su colocación frente a los avatares de .....,rr,."r sexual son responsabilidades compartidas por el hombre
la vida de la "milonguita" es la de la víctima que nada puede y Ia mujer. Está dispuesto a recibir a la "milonguila" porque
hacer frente ala alianza siniestra de la riqueza del rufián y la iru pr.tto sus certezas en otro amor', el maternal, donde sí en-
ambición y belleza de la "milonguita", una alianza que desna- rr .'cuentra un amor sin límites ni condiciones, utl amor no ex-
Luraliza la esencia misma del amor románlico. En Beso de muer- ,.. puesto a las tentaciones de la vida mundana y el dinero. El
lø (Antonio Viergol, circa 1920) la victimización del hombre . maternal está, sin duda, en las antípodas del amor y de-
,f, amor
es llevada a un extremo, no tanto en clave de abandono, sino ,,. .samor que permean la vida de la "milonguita". Por eso, si en
como resultado de una pasión incontrolada que termina en- a.:È :r'.: muchas letras de tango la tuberculosis se recorta como conde-
fermándolo. En su primera incursión en el mundo del cabaret a:î: ." , oâ a los deslices de la "milonguita", en la figura materna, car-
,l , gada de fidelidad y despojada de cualquier erotismo o conno-
,).1:.

un muchacho queda "hipnotizado" por la "mirada intensa" de


una de las mujeres de la noche. "Esclavizado", "borracho ... i tación sexual, la enfermedad es un ausente. A diferencia de la
de amor y deseo", el "beso de fuego y muerte" de Margot lo ',,1 "mi1onguita", la madre nunca cae en tentaciones, no ofrece
condena a perder su "carrera", su "salud", su "dote" y su 'iju- .,ì:.
,.,È amores pasajeros ni sexo, no se desentiende de sus deberes y
ventud". Así, entre los hombres abandonados -los más- y los , obligaciones, mantiene una fortaleza esencial que la salva de
apasionados que caen enfermos -los menos-, fue tomando '' la tuberculosis.
cuerpo el registro más trillado de las letras de tango, el de una Tampoco se enferman de tuberculosis los hombres del tan-
misoginia resultante de la fuerte presencia amenazante de las ,tfi.
go, tanto las víctimas del abandono de las "milonguitas" como
mujeres del cabaret. iT:
r'¡r. los que sólo confian en el amor maternal. Esta suerte de eco-
Sin embargo, éste no es el único registro. Hay otros que re- ,,.{ nomía moral donde los hombres abandonados no se enfer-
velan las ambivalencias y variadas masculinidades con que circu- .rå man y sí lo hacen las mujeres que dejan el barrio está ausente
lan los hombres en las letras de tango38. En una clave no muy i:t
t:?:
en la poesía de Nicolás Olivari. En este caso la tuberculosis
'ritlr
disrinta a la de Carriego y su Costurni'ta que dio aquel m'al þøso, .:)itl puede afectar a los hombres porque la enfermedad es parte
de la vida de los marginales urbanos devenidos personajes
::l!1 centrales de la literatura. Sin embargo, también aquí las mu-
jeres cargan con todo el peso de la enfermedad y la tubercu-
38 Eduardo Archetti, "Masculinity in the poetics of Argentinian tango", o¡r. cit.,
pág. rr0. .al.lt losis es, ante todo, parte de su patrimonio. En los poemas
if:
r.Èl

250 25r
El aiaje al cenlro
Diego Armus
iri:\:::" 'nico, donde la capacidad de enfermar de la
incluidos en La Musa tJe lø mn'kt' þata, de 1926' circulan
mujeres lil ú" t"sistro casrescIun tópico recurrente y los enfermos de tu-
tuberculosas que están en la ciudad, que pertenecen
a.ella3s' I!:åi;Ur¿ rnoderna
srempre' muJeres'
Es la ciudad qrri"t-t lus ha hecho "monstruosas
y enfermizas" y esa l&r¿ulosis son' casl
habilitar-
condición, dèfìnitivamente marginal, es la que parece
las a compartir la vida del poeta, él mismo un
marginal' Así es :,,.'..'t4.
I,aincornodidad de los homhres del tango y
"unamos nuestra mise- ,.ìì,,, ia tu¡erculosis fernenina
como el po.tu l. propone a su amada:
ria frsica,/ mi aire vago y doliente,/ h-r tubelculosis incipiente'/ ';,.,1o[uberculosis que construyen cierta literatura, el cine y las
y mi inquie[ud metafísica"' ':íé,ir"tde tango de las primeras décadas del siglo xx sólo tie-
' no es
Pero la enfermedad cle las tuberculosas de Olivari lÅ." ruru cle mujer. Esta suerte de omnipreseucia les deja poco
Ia repre-
una condeua, un castigo o una situación terminal'
Es
llú,gut ulos hombres. Para ellos la sífilis será la eufermedad que
sentación misma de la condición marginal, de la tristeza
y las :nrlicularâ preocupaciones más generales en clave eugenésica
desdichas urbanas. sus costureritas, dactilógrafas,
prostitutas,
y molal. Para las mujeres no hay dudas de que es la tubercu-
mujeres colÌ cuerpos
iosis. Como resultado de su supuestamente más débil consti-
amantes, "milonguitas" y "Esthercitas", son
"muchachita euferma
desencajado, y u=l-u, desgraciadas; una ,tución física, del trabajo agotador que exacerba esa natural
una
y tan flJca",7áamadamujer de "grandes ojos apagados"' ùebilidad, de su casi inevitable caída moral, o de su condición
i'-rrru tuerta, con la miseiia de (su) carne muerta"' "la amada :'urbana y marginal, las mujeres son ias que se enferman. Pero
enferma por la ciudad", la "doncella tísica y asexuada"'
ti "t-Î- eltas mujeres tuberculosas o tuberculizables no son, como en
ñadora lunática, carita de yeso pintada por la enfermedad"' :el romance eluopeo decimonónico, mujeres románticamen-
fealdacl ex-
Son mujeres irremediablemente r"ulgares' coll una ,ìte enfermas. Para las "costureritas" de Carriego, las dactiló-
ser eleva-
lrema pero mecliocre' una fealdad que nunca puede $rafar de Olivari, las coperas de González Tuñón, la Griseta
la de las
da al eitatuto de una belleza terrible o temida como del tango de González Castillo, la "milonguita" del tango y el
barrial' Olivari re- sainete de Linnig o lasjóvenes de barrio de las películas de
mujeres que desafiaban el ideal doméstico y
crítica a la iclea
curre a estas tuberculosas como un recurso de ,'Ferreyra, Ia tuberculosis podía ser un recurso para hablar de
:.ìrì
romántica o esteticista de la belleza'o' 14 cornpasióu, el asco, la explotación, el castigo, la vengauza, la

En Olivari no interesa la historia personal ni las razones {ebilidad extrema, las pasiones eróticas, la muerle o la con-
que llevaron a estas jovencitas a ser lo que son'
En su poesía :dena individual. Podía ser muchas cosas pero lrunca una pro-
del barrio
,ro lray barrio ni nosialgia por él' No hay trayectoria
.r.ì,ë:,

moción espiritual.
al cento. No hay melodrama y en consecuencia no hay ninguna Esta imagen de la tuberculosis, en femenino, compagina mal
llo era '':i:Sl

idealización del pasado, cuando la tuberculosis todavía con la realidad de una enfermedad que tanto hombres y mu-
No hay ningírn jeres podíarì contraer y temían contraer. Más aún, entre 1BB0
un dato de sus vidas. No hay conmiseración'
lector' Se trata y 1950 los hombres se murieron de tuberculosis en mayor pro-
esfuerzo por generar simpatías o compasión en el
porción que las mujeres. Desde fìnes de los años veinte la mor-
talidad de ambos sexos registró una tendencia descendente, más
nttt'su de kt' mala þata, Buenos Aires' Deucalión' 1956'
marcada entre las mujeres: en 1928 por cada 100 hombres
39 Nicolás Olivari, L¿¿

Aites: 1920 1 1930' Btenos que morían de tuberculosis lo hacían 72,9 mujeres, mientras
40 Beatriz Satlo, Llna nnr)nnitlad þtnlérica' Buenos
Aires, NuevaVisión, 1988, Pág' 186'

15ô
252
Diego Armus El ui,aje al centro

que en 1947 sólo 63,3. Los más afectados han sido siempre los que, se sabe, en la historia de Buenos Ajres han sido Ia al-
individuos entre los 20 y 29 años de edad, aunque su peso re- itifuauvasuperadora del conventillo, el primer paso en la apues-
lativo tendió a disminuir de modo contemporáneo al descen- lfu t":'"":l': -lïlt lt?lï"::: :","f :| i'oÌ, :,1, f
so de la mortalidad tuberculosa general y su consecuente des- comunes la movilidad social
las evidencias más cle posi-
:ñ ¿. "coslureritas"y
plazamiento a edades más avanzadas'tr. 1,,..-.. '"rr esos añosn'' En el caso de las "milonguitas"
De modo que el olvido de los hombres que hacen las letras ,àviu,¡" al cenl-ro condensa -más allá cle su fìnal que, dicho sea
de tango, la literatura y el cine desdibuja el impacto cuantita- ,,1à! puto, no siempre fue necesariamente trágico- los riesgos de
tivo de la enfermedad en el Buenos Aires del primer tercio del llà,tir"nturu del ascenso. La "milonguita" está convencida de que
siglo xx y también de las historias que sobre ella pueden escr! puede conquistar su futuro elr el centro con recursos bien dis-
l
l'-:ì1i¡j't:¡

biise. Esta imagen sesgada revela que una historia de Ia tubercu- tintos de los de las chicas de barrio que imaginaban el suyo y su
losis basada en esas narrativas literarias, en sus asociaciones y i:i:i.ìi1ì¡1]:11
ãi.iaua eu clave hogareña, maternal y matrimonial.
metáforas no es, no puede ser, toda la historia' Esta constata- .:li::iii:i¡itiil:.:t:r.j, :;:.,:, Laapuesta de la "milonguita", entotìces, ponía en tensión

ción, bastanle poco original, parece sin embargo pertinente en ú certeza de que el lugar de la mujer era el mundo domésti-
tiempos, como los que corren' en que el giro lingùístico se ha ,ào y.l barrio. Estaba en las antípodas del tipo de mujer y de
impuesto en la narra[iva histórica, eIì parte como un aggiorna- relaciones entre los géneros que construían otras narrativas,
miento de la más vieja historia de las icleas, en parte como reac- como la de los textos de lectura de la escuela primaria, la de las
ción frente a la hasta no hace mucho arrogante hegemonía de novelas sentirnentales o la de los manuales de economía clo-
las ciencias sociales, en parte, por fin, como resultado de cierto ùésticao'. Tampoco armonizaba con las tesis d.octorales, ensa-
enamoramiento de las disciplinas del lenguaje' vos y artículos escritos por los médicos -incluyendo los de las
,pocas médicas diplomadas de esos años- que, desde finales
Con todo, y más allá de Ia ahora de moda entronización de
la historia de los discursos, es evidente que la [rama que descu- del siglo xtx y hasta entrado el xx, discutían la salud de la mu-
bren estas narrativas es un reflejo bastante adecuado del Buenos jer como un tópico estrechamente asociado a la forja delaraza
Aires de comieuzos de siglo, una sociedad donde las diferen- nacional, la reafìrmación de la familia nuclear y la productivi-
cias enrre todos los grupos situados por debajo de Ia elite eran dad biológicaa{. Frente al aluvión de cambios traídos por la
borrosas y, attn más importante, en modo alguno definitivas' ,modernidad, la medicina -o, mejo¡ ciertas medidas de salud
Los avatares que marcan la vida de las tísicas cle barrio, de las pública- se recortaría, a un mismo tiempo, como un recurso
"costureritas" y de las "milonguitas" dan cuenta de las posibili-
dades y limitaciones de una sociedad, de un país, que todavía
42 Diego Armus, "The Years of Tuberculosis...", op. cit., caps. l, 6, L
las invitaba a creer que también estaba siendo construido para
43 Catalina lVainerman y Rebeca Barck cle Raijman, Sexistno en los lilt¡'os de lec-
ellas, que de algún modo también las podía incluir' tura de k¿ escuela þñrnariu, Buenos Aires, IDES, 1987, cap. 2; Beatriz Saio, Et itnþe-
En èl caso de las tísicas de barrio, se trata de vidas de trabajo tiod,elos sentimientos, op. cit.., pág. 119; Marcela Nari, "La educación de la mujer

a las que la tuberculosis les estampó su cruz. Lo interesante es


(o acerca de cómo cocinar y cambiar a su bebé de manera científica) ", Mora. Re-
aLsta del úrca interdisciþlinariu tle ¿stt¿dios de kt mttþr, l, 1995, págs. 3439.
que carriego las presenta viviendo y trabajando en las casitas de
tl4 Diego Arnus, "The Years of Tuberculosis... ", op. cit., cap. 2; Gabriela Nou-
zielles, "Políticas médicas de la hisreria: mujeres, salud y representación en el Bue-
4l Art:Jtiaos at'gaztinos tle tàsiolngía,1954, xxx, cuadro B; Diego Armus' "The Years nos Aires del fin de siglo", en Mut¿. Rnista det rúrea intudisciþlinaria t\e estutlios de
of Tuberculosis.. op. cit', cap. 9 y Epílogo' kr mttjer, 5, 1999, págs. 97-i t0.
"',

254 .55
l{]iîw-'

Diego Armus El aiøje al centro

relativamen te eltcaz parala disminución de la mortalidad ma- ex costurera que luego de los pri-
oropietaria; la deJuanita,
terna y como urr discurso destinado a preservar una cierta distri- la "cruel enfermedad" en el hospital,
io, ì.t¡ot tertniua con
bución de roles y conductas sexuales' Indicaban, prescribían,
frtrrrius cle "Pepa, que se escapó con el muchachito del
que era en el ámbito doméstico donde la salud de la mujer era "'ì", "Manuela, que se fue a vivir con el vejete", o la plancha-
posible. Por fuera de ese ámbito, su fragilidad y debilidad inna- iord",
"me.voy a divertir ... estas manos ya no se endu-
å.,|iå¿'r;q"" dice
tas, el delicado balance fisiológico que la marcaba desde la pu- manejanclo una plancha"'o' el
bertad hasta la menopausia, las demandas extrahogareñas -fí- i.¡.]'',-;;;tá" *ás ":1::":.t"^tarrón
oo"ru La costurerita que dio aquel mal paso de Nicolás Olivari su-
sicas o espirituales- la hacían blanco fácil cle la enfermedad. hafer.dado ese "paso malvado" la joven de
Muchos de los autores de las letras de tango -hombres* U"n que de 1o "esraría rísica" y que un "pisiro en un barrio
f,i|1fráììir'"rrora
presentan la trayectoria de la "milonguita" en una clave que los 'Tiejo no Ia molesta mucho" y "un collar de
alinea con los médicos y tantos otros, preocupados, desde muy i]. touao", un ser que las de que "no Ie ha ido tan
parecen
diversas posturas ideológicas, políticas y estéticas, por la reforma i:!ì$t¿itur" :li9:".1.:
l1liilfui, su viaje al centrooT. YJosé Agustín Ferreyra muestra en
moral de las masas y también por la parcial reconfiguración de "n de ta call¿Floridael mundo de una mujerjoven, emplea-
tiil,:iù,,,,tn¡to
las relaciones de género. Lo cierto es que, en las primeras déca-
das del siglo xx, las mujeres trabajadoras en las fábricas y talle-
res, las señoras de la elite activas en la filantropía, las empleadas
en las grandes tiendas del cenlro, las médicas, las dactilógrafas,
las mujeres que viqjaban en el tranvía y, ciertamente, las "milon-
;..t.|it|,rOt*"reres ar[iculan una lectura distinta de estas peripecias fe-
guitas" son evidencias {oncretas' no meramente discursivas- del
iîjfi'îåË;iil ninas asociadas a la avenrura del ascenso social. Se ua kt' aida
nuevo lugar de la mujer en la escena públicaoo. Frente a esas nove- Luisa Carnelli bajo el seud,ô
*îlliilÌ¡:,:*gZ9),
t:.::::a:ì!.:::.:]:]*:::tì!- - / ' un tango escrito por María
dades los hombres del tango no pueden ocultar su incomodidad de Luis Mario, es casi una defensa de esa apuesta: "Escu-
lliäå|.1:,|'*i-o
y es en ese contexto que se dibu.ja la reprobación y el "pálido un promete acomodar/ enrá de-
llä$ii1:ìil.¡.há este consejo/ si bacán te
final" del viaje al centro de la "milong.tih". ittl::;iiìi:::'lrarra':i.ir'.r ì .
l,,i,,i.1ilíllli:rr ho viejo...,/ No regués laflor/ de un sueño infeliz/ porque a
/ tr a-l- ñ-,- / S- __,^ -__^:^ :_^f^l:* I -^^-^--^ ^

Sin embargo algunos hombres, pocos' han registrado esas


lilililiii,i3'"tejor/ la suerte te alcanza/ si te decidís.. ',/ No pensés en dc>
novedades, y su mirada a la apuesta de las jóvenes trabajadoras iliåT.]3,i¡1li:;}ôr,ni en virtud/ viví tu juventud!!" Ylas notas periodísticas de
de barrio rnezcla la condena moral con las inocultables eviden-
lîlii,, fonsina Storni deben leerse como una celebración del nuevo
cias de las posibiliclades de ascenso social rápido' En Lø hijø jit¡1.]:¡.1 público de la mujer que trabajay también como un doble
d,et taUn, Julio Fingerit ofrece en un solo relato un abanico de
"t
irt.l ercicio de ironía. De una parte se ríe de "los poetas lánguidos
historias de "costureritas": la de una esforzada trabajadora que
Iogra finalmente armar su propio taller; la de su hija Anita,
que abandona el taller de su madre, se casa tres veces y termi-

45 Catalina Wainerman y Marysa Navarro, El trabujo de In tnujn m Ia Argmti-


nu: [Jn anítli.sis lneliminru' tI¿ kts ideas domin¿nt¿s en, las þrimens tl4catkts del siglo xx, B:ue- 'r' 46Julio Fingerit, "La hija del taller", en La Nouek¿ Senu¿na,l 1917-1926, Buenos
'Nres, Pltgina/12 - UNQ, 1999.
nosAires, IDES, 1979 págs. 15-18; Kathleen Neu'man, "The modernization of femi-
nity: Argentina, 191&1926", en Women, ettlttn'e antl þolitiæ in l-aLin Amøica', Ber' ',,t" 47 Nicolás Olivari, "La costure¡ita que clio aquel mal paso", en La ¡nusa d¿ kt,
kele¡ University ofCalifornia Press, 1990, pág. 79. nala þata..., op. cit.

256 1Ð I
Diego Armus

"los paraísos artificiales" que alimentan a las jóvenes mujeres


que seatreven a salir del bar'io, ascienden socialmente y vuelven
a reacomodarse en el mundo privado y doméstico. para lograr-
lo tienen que imitar, parecer y agradar. por eso, hablándole a la
costurerila a domicilio, escribe Alfonsina storni: 'Tu d.estino no
es muy amplio, ya que el pozo en que te ahogas es una corbata... Lt VOLUNTAD RADIANTE DEL PROFESOR CARBELL:
(Terminarás siendo) la esposa de la corbata de un médico!"as MEDICINA POPULAR Y POPULISMO MÉDICO
Pero el tono dominante, como se vio, era ot.ro. En el ,,pálido EN CosrA RrcR nN EL DEcENIo DE rggo
final" cle la "milo'guita", en su fragilidad, la tuberculosis _real
o imaginada, supuestamente femenina- se condensa algo de
la incomodidad y ansiedad de los hombres del tangJque, Steven Falmer
mietìtras no pueden ignorar la creciente presencia de la mu_
jer fuera del ámbito doméstico, narran et viaje al centro de las
jóve'es de barrio en clave piadosa o como una aventura trans-
gresora, demasiado independiente, amerìazante e innecesaria.
Hacia los años cuare'ta, y de modo coincidente con el d.escen-
so aceleraclo de la mortalidad por tuberculosis, las "milonguitas"
van saliendo de la escena. Entre otras tantas razones porque
las letras de tango tienden a enfatizar una melancoría éseniial
y porque el tema del ascenso social con el primer peronismo,
más allá de la trayectoria personal de Evita, se hace más colec_
tivo y queda inscripto en los problemas más amplios de la dig_
nidad de I hogar y del trabajo, En la década del sesenta el rã-
gistro tanguero de la trayectoria de la ,,milonguita" ya es un
dato del pasado. En el rango La úrtima greta (lgø7) iloracio
Ferrer evoca a las chicas de barrio ranzadas al centro como
"proletarias del amor" o como "Madames Bovary d.e Barracas
al Sur" pero indicando clar.amente que tanto la trayectoria
melodramádca como el personaje han d.evenido tópicos de la
historia del tango. Para esos arios esas evocaciones ji."r, po.o
o nada de las relaciones entre hombres y mujeres a fines àe la
década del sesenta y mucho menos de la tuberculosis.

48 Alfor-rsina Storni, "La costurer.ira a domicilio" en Nosotru. .. y


, kt liel. . . , op. cit.;
Ta'ia Diz, "Deshilra'ar los vestidos. IVlujeres solteras en la literatuia arg"rrtin"",
mimeo, 2000.

258
Llegó a Costa Rica en la segunda mitad de 1931. Era rna-
go y espiritista en el Coney Island Park, un carnaval ambulan-
te que se estableció en Ia Plaza del Pacífico, en el corazón de
los barrios populares de SanJosé. El,carnaval fue muy concu-
rrido, pero clejó pocas trazas documentales al pasar por la pe-
queña ciudad; su legado más importante fue, sin duda, el
mismo mago. En el mes de enero de 1932, a pesar de la crisis
económica, el exótico extranjero había empezado a ejercer
con éxito en la capital, en apariencia dedicado al espiritismo,
Se llamaba Carlos Carballo Romero, pero cosechó su gloria
bajo el seudónimo de "Profesor Carlos Carbell", como un
doctor dueño de poderes sobrenaturales, técnicas maravillo-
sas y medicamentos especiales, capaces de curar enfermecla-
des fuera del alcance de los tratamientos de la medicina ofi-
cial. Rápidamente logró consolidar una clientela enorme;
que lo visitaba en búsquecla de sus múltiples especialidades, y
con igual rapide z provocó la inquietud y la ira de los galenos
nacionalesr.

i.iJ

ì.iÌ

r:iì
I
La Nutua Prntsa, SanJosé, t 1-G1932. Véase tambiér.r, Steven palme¡ ,,El mago
:i! cle coney lslarrd Park", en lván Molinay Steven Palmer, editores, La voluntatl t adian-
.-ì:s
a:!..
.:at
te. Culh¿ra im:|nesa, magia 1 metlicina en Costa Rica (1897-19J2_), San.|osé, Editorial
Pon'enir y Plumsock Mesoamerican Studies, 1g96, págs. 7b-138.
)::;

z6r
Steven Palmer ì Medicina þoþular y poþulismo m,írJico en Costa Rìca

A finales de enero de 1932, el doctor Sotero Antillón, jefe , Carbell firmó un documento en el que indicaba que iba a
de sanidad de la municipalidad de San José, aparentemente abstenerse de practicar curacioltesn. Sin embargo, no dejó de
armado con una pistola, entró por lafuetzaen el aposento del ejercer esas "influencias mentales" con repercusiones físicas y
Profesor Carbell, 1o detuvo y lo obligó a caminar en pijama hasta ensanchó sus actividades públicas. Es más, lanzó ataques
por las calles de la capital. Al llegar a las ofìcinas de laJefatu- directos contra el monopolio de los médicos titulados del
ra de Sanidad, Antillón 1o acusó de ejercer la medicina ilícita- país, algunos de los cuales aparecieron en un libro que publi-
mente; esla acción casi le costó el empleo. La municipalidad có el Profesor a finales de abril, un avance de su gran obra en
soltó a Carballo Romero y exigió que Antillón explicara sus preparación , Lø voluntad rad,iante. AI comenzar mayo, la Facul-
motivos. Aunque el médico evitó hacerlo por varias semanas' ød de Medicina inició otra investigación, esta vez más seria,
a principios de abril se justificó ante la prensa: al detener al para extirpar al charlatán cubano del paisaje médico de Cos-
Profesor Carbell, Antillón estaba protegiendo nada menos ¡a Rica. Carbell los estaba esperando con una respuesta asom-
que "las leyes morales del país"2. brosa. Ya convertido por la prensa en una de las fìguras más
Poco después de ese extraordinario incidente, descrito en notorias y populares del país, el Profesor se presentó al públi-
la prensa con toques de ópera bufa, la Facultad de Medicina, co como un líder político carismático y anunció en la radio un
órgano profesional de los médicos del país, presentó ante el Apocalipsis inminente, que sería seguido por el amanecer de
Agente Principal de Policía de Salubridad Pública y Protec- una edad de oro socialista, en la cualjugaría un papel prepon-
ción Social una acusación formal contra Carballo Romero por derante el pueblo de Costa Rica.
ejercer ilegalmente la medicina' El 8 de maÍzo, el Profesor se El interés del caso Carbell trasciende sus episodios noveles-
apersonó para dar fe frente a esa suprema instancia encargada cos, Por un lado, el expediente elaborado por la policía de Sa-
dè velar por la salubridad nacional. Carballo Romero se declaró lubridad nos ofrece un vistazo nada frecuente sobre momen-
de nacionaliclad cubana , de 32 años de edad y residente en San tos íntimos en la operación de un curandero urbano. Dentro
en que su "profesión" era de ciertos límites, los testimonios de pacientes y empleados
José desde hacía varios meses. Insistió
la de "ocultista", y en que no practicaba curaciones de ninguna nos permiten desenterrar creencias populares acerca de la sa-
especie, ni cobraba honorarios Por sus servicios. Por otro lado, lud en una coyuntura crucial de la relación entre medicina
no negaba que por medio del ejercicio de sus "facultades medio popular y oficial, en Costa Rica y en América Latina. El Profe-
nímicas" existía la posibilidad de que pudiera producir "influen- sor Carbell explotó sobre el escenario costarricense en una
cias mentales sobre lavoluntad de los indMduos que me consul- época en que el número de médicos estaba experimentando
ten obteniendo así un mejoramien[o moral que úene su reflejo un auge pronunciado, y después de tres décadas de campañas
físico, contribuyendo de ese modo al mejoramiento de estado estatales sobre salud pública y medicina social que habían he-
de los mismos individuos y de la humanidad en general"s' cho de las ideas, técnicas y tratamientos de la medicina oficial
parte de la realidad cotidiana del pueblo5. El éxito de Carbell,
2 El incidente se recrea en unos artículos posteriores sobre el pleito entre An-
tillórr y la Municipalidact: La Prmsa Lilne, sanJosé, &2-1932; La Pmtsa Lilte, sanJosé,
&.+1932. 4 ANCR, Salultridarl Publica, f , 77.

3 La acusación se encuentra en el expediente de la persecución de carbell: 5 Véase Steven Palmet Fnm þoþuln'metlicine to nudical þopu,lism: doctors, heal¿rs

Archivo Nacional cle costa Rica (ANCR), Salul¡ridatl Pública, pâg. 144, f. 1. El tes- and public þouer in Costa Rica, 1800-1940, Dulhanr, Carolina del Norte, Duke Uni-
versity Press, en prensa.
timonio de Carbell es del mismo expediente, f. 2.

z6z z6z
Steven Palmer
Med,icina þoþutar y poþulismo módico en Costa Rica

igual que su persecución por los médicos, reflejaba esta nue- no eran científicos' ni
va dimensión de la medicina popular, ya que el Profesor er? ex-
don Roque. Sus poderes, sin embargo'
estricto; eran divinos' y derivaban
perto en manejar un ecleclicismo médico que podía lograr la Jqrri".u -edicos en sentido
que alimen-
máxima resonancia posible en su potencial clientela, un eclecti-
ãJru uro.iución íntima con la lglesia, un vínculo
tó su reputación como líder comunalo'
cismo cada vez menos permitido entre los médicos. El caso del
El país Íeníaya experiencia con espiritistas famosos' tanto
profesor cubano también esrá marcado claramente por cuestio mismos hermanos Tinoco'
nacionales como extranjeros' Los
nes de género. Sus artes curativas tenían un atractivo particu- ocultis-
lal entre las mujeres, mientras que la censura de los profesio- ii¿.r", de la dictadura militar de 191?-1919, creían en el
apenas había termi-
mo,Joaquín Tinoco, el ministro de Guerra,
nales se manifestaba en términos explícitamente patriarcales,
nuaá consulta con la famosa espiritista costarricense Ofelia
pintando a la medicina popular como un dominio femenino ""ã cuando cayó asesinado cerca de su casa en Barrio
Corrales
concebido como portador de valores y prácticas negativos. Nuna Prensapublicó
Amón, una tarde dominical de 1919?' La
Por otro lado, la trayectoria de Carbell nos enfrenta a as- el del Profe-
en1932un artículo cuya autora recordó otro caso'
pectos políticos de la medicina popular. No sorprende que un quien podía
sor Kendall, "utt gran astrólogo y quirománt'ico"'
curandero se convirtiera en demagogo mesiánico. Sin embar- con el pasarlo' I(endall se estz-
awzorar el futuro y comunicarse
go, la manera en que lo hizo el Profesor arroja luz sobre los
blecióenelHotelWashingtonenlglSolg16,y..allídesfilaron
posibles 1 siempre proto políticos- resentimientos populares muchas
oarte de nueslra socieclad, diplomáticos, autoridades y
contra el monopolio de las elites profesionales. A1 mismo inicial de una
äe las intelectualidades de nuestro país". El precio
tiempo, el caso costarricense nos señala lo opuesto: la manera de colones considerable pa-
sesión con el maestro era 25 -suma
en que un populismo médico curiosamente análogo al discur- con los resultados.
ra la época-, pero "todos salían encantados"
so de Carbell se desarrolló entre las elites políticas del país en
Despuésdesuimpactoinicial,I(endallofreciósesionesmásbre-
esa coyuntura -por cuenta de dos médicos destacados-, y se por 5 coloness'
ves a los menos acaudalados
hizo cargo del antimonopolismo y del espiritualismo de la me- ejemplos el énfasis se ponía clara-
Sin embargo, en estos
dicina popular para sentar las bases del Estado de bienestar no sobre la ciencia o la cu-
mente sobre Io divino y lo oculto, y
moderno.
ración. El fenómeno de Carbell difería de estos dos ámbitos
del ocultismo, porque el Profesor no se Presentó como capaz
El gabinete del Profesor Carbell de ofrecer curaciones clivinas, ni se limitó al dominio
del espi
El Profesor Carbell no fue el único curandero espiritual ritismo. Basó sus supuestos poderes sobrenaturales en un discur-
que se volvió popular entre los costarricenses. Dos años antes, so racionalista y cientíhco acerca de la curación, que
incluía co
en 1930, un vecino prominente del pueblo de San Vicente de mo componentes vihles imágenes y técnicas tomadas de la me-
Moravia, en las afueras de SanJosé, rápidamente adquirió dicina y àe la farmacia profesionales. En varias combinaciones,
gran fama entre la gente de esa localidad gracias a los rumo-
res de que estaba practicando curaciones milagrosas. Cuando ,.El
6 Francisco Enríqtrez, curande ro cle Moravia'', Atluilitlatles tlel CIHAC, Sart
el médico del pueblo pidió aljefe político que deruviera al cu-
José, i:5, 1994, págs. 1-2.
randero, se congregó una turba y sólo pudo evitarse la violen- ?EdtrardoOconitrilloGarcía,lo.slilloco(1917-1919)SanJosé,EditodalCosta
cia por la intervención tranquilizadora del mismo derenido, Rica, 1982, págs. 19G197.
8 La Nueua Prm.s4 SanJosé, 1G3-1932'

264 265
Steven palmer
Rica
'Med,icinø þoþulør y poþulismo m'édico en
Costø
y según las circ
carbell jugó el papel
co, un psicorera:T.'1ttut: de un médi-
un hechic"to' i"
tista, un udiui.ro'P-ltta' t"."ti¿rüj.';r-
i$1.iãi*ä;;^*len el testimonio dado al agente de policía de Higie-
menye.*p,í.i;;:"T}:Ë;iJ;#i'iiilÍ,?iî.,î.:ilï artesano y empleado de la Municipa-
:i;;Heribertor^ Araya'
se renejaba en
er rrjproÄ;;;Ë#ï::: i:ö:ff::nX: ,,,,.,..,.,',ll:..r-:: , dt
ïil,io. i" "r,.ro
1ôe9 irrnrn.^n ^trô enmnqñero
1932, junto con otro trabaio.
compañero de trabajo'
en 1927 por una
"0.1"i u",r;r";,;;,àe rtutos p.or..ior?ì.r,
diploma que lo cerrificó.";;;;;î.sor !iiffi;;;;t"tiiï",::::T:::i*i::::::i:"1i ji,älilL
tismo, Magnerismo, de Teosofía, Hipno_ Antill,ón, de que actuaran como agentes clandestinos
äiäã.,"t
r,'':,,,,å*¡.nonerle una tramPa al Profesor Carbell'
Al llegar a su gabi-
5,1., gsi", ä;;;"*"r.ia Médica, arpi.i_
;1ïi: å:îäi*'1" o" ni.niî'à hererodoxia .. l;; ;r la avenida 10, unos cientos de metros. al sur del
Parque
ro tu. ii;ã¡t "r, encontraron las oficinas muy concurridas, consiguieron

"m:::k fs ""j,,
sË, ri :äîffi :,m:Ili;Jo:." ,lllìiä; y f"eron invirados a esperar
de
por
haber
la
sido
recepcionista.
impresionante,
Su en-
a Pe-
li, â¿"", con el Profesor debió
n*li".iï*åiil{iååï:I;:ï j:,"å*:î"".1i.îl il'|ll'ã,¿"f "rcepticismo
frente al policía
que expresaron de Higiene.
jTera grande, n
un,,farmacé,r ri.o,lT u bo ri q u ín ilai jJii, frl,¡n:p.ti"dista
lL.::: ""u presencia
que.conoció a Carbell en esa época decía que te-
"imponente". su "larga cabellera ensortijada y
b e ro )
r
i ;;; ; î,
J ä.Jï1""å: ; : : ", " go Àaffi Ë:
s u ti u
se mostraba elï ,,a: lff" Àuzarena" le daban "cierta semejanza a Cristo"; su forma
so diploma arriba maravillo-
-"";;:;:v'Lrc ,,tìafru¡tur era considerada, pero "firme y segura". De hecho, la fo-
,,,.f...'øge utilizó para su libro y sus anuncios publicitarios en la pren-
ff3::t1ï:Tåïi1",:Hî"'ffi:ij;::ï:*î,å,,:*iji
^r.ri'.i- ,t þay".taban la misma semejanza.
Su tr{e sacerdotal con un
pe ra (a u".".ruiffi ,i"il:,î lî; å :'l: * " ..,"" 9 :.]1t,. i*pt".ito objeto sagrado
en la mano derecha, su carajuvenil in-

åì; J,iå [T -; ; ;' * : : fåii:, J'å: ;i åî: :î lài¡u¿u místicamente hacia los misterios espirituales del más allá,
;ï : î:: " 1 "
-s,r'- y'su bigote delgado, todo buscaba sugerir esa comparación
con
;.;::jii: drosas d e b ía n ..**;.ä
;
n .que
ia imagen tipificada de unJesús blanco'r'
",îq "r".
:#:[: ;ï :' : "' Ë; ;;; ;i"; "i
;f l* ;.*ji:ï:::ï
servi cios á. ;;.;;,i.*,
Seg¡n el inventario efectuado por el policía de Higiene, el
,.''',
ioiisultorio en que Araya se introdujo con el Profesor estaba
mente proyecraba Carbell,ïi1ffiî ::ï,rtr ; i:ff
.r."il;il: ii;ii ilùminado con luz eléctrica y candelas, y decorado con cortinas
dê diversos colores y una corona de ciprés en forma de estrella'

;i l;Ji:.i3;," l"lïï"1;; ;ì ff : ;: ä:ïîå:ffi iiiä Había libros sobre ocuhismo escritos por distintos autores, y "va-
rios objetos que llama de concentración del pensamiento"' En
T T, i J n oi
"äî0.1; .Xff ?" :,T .ì' îÍlï :"
å ;il'";';; âquel ambiente, frente al imponente sabio, Araya explicó al
el Profesor" era simpremenre pensado que ,Profesor carbell que padecía de "mal de la orina", porque le
oro gareno J;ri"
dolía cada vez que orinaba.
9lbídem.

* I0 Esto es una síntesis


:' I I La ctescripción cìe Carbell viene de un artículo en EI HnalÅo (Puntarenas),
fl;19;;;;;Jåï::;ïå:,î1i:ì:î:iiïS:.îiäi;lîåit,:il',ïïff: 28-È1932. La foto se encuentra en la portada de Carlos Carballo Romero, Hacia
alln, Breue ætud,io solne ln metlicina tte ho¡ y tte mañana, en telación con las fttctztts ocultas
de Ianaturabza, San.fosé, .Aurora, 1932, s. p.

266
267
Steven Palmer

"Después de eso -declaró el supuesto paciente_ Hidaigo Torres, afìrmó que la mi-
parecía ,,: Su empleada, Clemencia
que quería llamar los espíritus porque este hacía manifestacio_
laçrrosarnedicina de patente que recetaba a casi todos
los pa-
nes que no sor-r las de médico sino las que se cuentan y en
bros de ocultismo y demás cosas que toào el munclo
en los li_ .iZnr"t ela un jarabe hecho en la casa por ella misma
sabe, Una ãunUdu.t.t industriales, con cebolla,
miel de abeja' azitcat y
vez hecho esto me dió una medicina y me cobró la (para el auléntico olor farmacéutico)'
cinco colones y me d{jo que padecía cle gonorrea crónica,
suma de .roirit" de alcanfor
uno,
La àarb"ll también venclía talismanes a quince colones cada
receta me la dió para el químico que tiene en y mu-
el mismo depar_ Dromocionados "para enamorar, toda clase de suertes
tamento o digo en la misma casa, este químico me
clijo qr;å ,". lhur.otut más". ¿Qué recibía el comprador por sus quince co'
nía que ponerme algunas inyecciones y fr"y mismo... artesano pro-
pãrqu" lones (correspondientes al salario semanal del
mi caso es serio." bolsa negra que llevaba
medio eI1 esa época)?: una pequeña
Paniagua tuvo un encllentro parecido con el doctor
una cápsula de gelatina con grafito y polvo; la gelatina
unos estaba
minutos más tarde, y se quejó de un dolor en una mano con para-
en la envuelta en un pedazo de tela roja pintada de plata,
cual tenía una cicatriz. ,,Este me cobró
lla suma d.e tres colo_ fina y PaPel de estañora'
y me dijo que tenía que seguir llendo para hacer una Sågún Roy Porter, uno de los grandes renovadores de la his-
l.r]
buena cura..."12 los en-
toria ãe la medicina, "en las historias de 1a charlatanería,
Parte de la práctica de Carbell era frauclulenta. María
Án_ :1i:
fermos siempre han sido ignorados, pintados como idiotas
gela Alarcón, la joven que trabajaba como recepcionista,
ex- embobados o imbéciles". Sería más fi-uctífero Preguntarse, ¿quié-
plicó al agente de policía que carbell la había tenido
instruido acerca 't nes consultaron a carbell y qué motivos pudieron haber
de cómo hablar de manera despreocupada con los médico, para con-
clientes, una esos consumidores, en un complejo mercado
vez que entraban en la oficina, para extraer cierta informa_
sultar a aquel cloctor extraordinario?ru De hecho, no todos los
ción, Con las viudas, por ejerrplo, tenía que registrar
l
el norn_ pacientes de Carbell fueron específ,rcamente en búsqueda de
bre clel finado marido y las circunstancias de su muerte.
I
Des_ sus sincréticos tratamientos curativos' Algunos sólo estaban
pués de escribir esta información en un papel, se la
l pasaba a experimentando con las ofertas del mercado; y en muchos
( Carbell por una puerra secreta que ligabá lá recepciói sentidos las posibilidades de carbell parecían iguales o mejo-
t con el
( consultorio. Por medio de esta trampa clásica, iarbell res que las de un médico oficialmente reconocido' Veamos el
pudo
I impresionar profundarnente a la clientela con sus poclerès caso de un carpintero josefino de 27 años de edad, Rafael So-
de
adivinanza. Dejó asombrada a una mu-jer que había llegado lano Villalta. Según le contó al agente de policía de Higiene,
a
a consultarlo desde Sarchí, una población ubicada en ei buscó ratamiento con Carbell porque "me habían dicho que
oeste
n del Valle Central, al inf'ormarle io que ella ya sospechaba: ,,fue era muy asertado para curar". sólo podía describir su enfer-
h malefìciada por la señora Acleli¿r dà Céspedes,,rs. medad como "sumamente mal de la vista"' Carbell le d{o que
o
d
l2 El cons,ltorio se descrir¡e en ANCR, satubrùkr¿t pút¡tit¿,
r44, f. 5. Los testi-
morrios de Araya y Paniagua figur¿rn en ANCR, Sah¿briùul pti!¡tica,l44, 14 Los testirnonios cle Flidalgo Tor|es y cle Alarcón, en ANCR' Sahilni¿atl Pú-
f .2 v_3. L.os
corchetes son míos. bLico" 744, ff. ß y 23.
13 Los testimonios de la recepcionista y clel rnariclo
cle la supuesta brqja, en
l5 Roy Porteç ÍIeatth .for sale: quachul in linglantl, 1650-1850, iVlanchestet
ANCR, S¿lt¿hrlad Púl¡lica, 144, ff . 22 v. y tB. Manchester University Press, 1989, pâg' 17.

z6B
@E

midi'co en Costa Rica


Steven Palmer Med,icina popular y þoþutismo

muestra del expediente no se puede tomar


la enfermedad no era seria, y le cobró cinco colones y medio à;r6u Utr,". La sí sugi.er¡ algunas características de
por- la visita y por una medicina. Esta última, sin embargo, no pero
iorno:representaüva,
tuvo efecto alguno y el dolor empeoró. Ya con miedo de per- "i,'îtl"t¿t"del charlatán' ocho de los doce involucrados eran
der la vista, Solano fue al hospital para tratamiento, "y allí fue r r,-:^rêc .los de las cuales eran viudas (y dos más estaban cla-
sus esposos vtv()s' como veremos)'
a donde pudieron curarme". El triunfo de la medicina cientí- ,uri.nt" insatisfechas con
''luJLrvr'
de la.empleada del Profe-
fica ocurrió así: le hicieron "varios exámenes en la boca, en la ;i;;.;;"."erda con la perspectiva se componía
sangre y en fin en todo el cuerpo para ver si encontraban la i"r]"* ""ru que la *uyot parte su clientela
de
instrucciones ex-
causa de mi enfermedad. Después de un mes de estar en el uT',J,ri"t"t. También, según 1o sugieren las
una cantidad des-
hospital y cuando mis familiares creyeron que perdería la vis- Ïit.tt"i 0"" dictó a su recepcionista' había
ta, salí milagrosamente curado". Aun dentro del programa 'propor.ionuda de viudas'
Salv.o una persona,
las demás residían en SanJosé' aunque
más riguroso de tratamiento médico, la gente seguía pensan-
señora de
do en la curación como un virtual milagro. Corno demuestra riint¡.utivå q.'t la única excepción' la hechizada
"r oìdo de Carbell en Sarchí y emprendiera desde
la experiencia de Solano, los pacientes tenían muchas veces tllí ft"¡t"r.para
eräi,
consultarlo' Además' la sobrerrepresenta-
buenas razones para percibirlo asírô. unviaje
los
Otros buscaban a Carbell después de que la ciencia médi- liã*¿" cJpiiulinos posiblemente se debe al hecho dedeque Medi-
,;;;;g"t .rån .,o*biados por el fiscal de la Facultad
ca halsía demostrado ser ineficaz. El ejemplo más conmove-
y había razones logísticas para conce ntrarse en los indi-
'rjnui
dor de esto fue la invitación de Regina Salazar al Profesor pa-
que podían ser inrerrogados fácilmente. Así, es
factible
ra que visitara a su marido, bastante enfermo y con fiebre. El il;;;
entusiasmo del curandero se disipó ante el espectro de la oue la åli.ttt.tu también incluyera una cantidad importante
y hasta de
muerte, y optó por informar a lajoven que no podía ayudar a ä. g""r. procedente de otras partes del Valle Central'
su marido debido a que su fallecimiento era inminente. Por áreas rurales o semirrurales'
En cuanto a las edades, las cuatro mujeres que
explicitaron
un lado, tratar al esposo hubiera puesto a Carbell en la mira
los hombres pa-
de las autoridades, una vez que empezaran a investigar las cir- su edad tenían 40 años o más, mientras que
es también di-
r,
cunstancias de la muerte del enfermo. Pero, por otro lado, la recían tener edades variadas' Bl perfil de clase
o
ò
'fícil cle esbozar, pero parece que entre las mujeres
era más
negativa sin duda estaba motivada por una antigua tradición
vi-
d
médica: para ensanchar la reputación, había que tratar siem- probable que una señora acaudalada o de estratos medios
Es in-
situru al Piofesor, que un hombre de esas condiciones'
.
F
pre que fuera posible a gente con enfermedades en vías de cu-
"]
teresante que, aunque escogidos por la Facultad de
Medicina
ración, y evitar asociaciones con la muertetT.
a
En todo el expediente de la persecución de Carbell única- : para denunciar la práctica ilícita de Carbell, de los siete que
II (cuatro) se decla-
mente hay evidencia de doce pacientes, aunque los comentarios ,ì ãpirraron sobre su trutu-i"rrto' una mayoría
h con la atención del empírico ocultista' y sólo tres
de varios testigos subrayan el hecho de que su gabinete siempre 'rå satisfecha
o : se sintieron estafados (dos más habían muerto,
aunque ningu-
d, -,'no por la mano del Profesor).
16 ANCR, Sah¿lnitlatl Púl¡lic¿, 744, f . 14 v. , Èl espectro de los tratamientos dados por Carbell era bas-
l7 ANCR, Salul¡ritlad Pú|.¡lica, 144, f . 29 r,. Sobre los peligros de tratar a pacien- .ì Algunos, como el carpintero Villalta' llegaron
tante
Ta
tes terminales en la Grecia antigua, véase Envin H. Ackernecht, A short history of ".ié.ti.o.
, con problemas plrramente médicos' LJno, por lo menos' in-
metlicine, Baltimore,Johns Hopkins University Press, 2a ed.,1982, pág. 61.
mi

271
270
Steven Palmer médico en Costa Rt'ca
Med,icina þopular y þoþulismo

corporó_las prescripciones carbellianas como parte c.ra capaz de encarnar al-


de un régi_ l.;" suma, el curandero cubano
men de fisioterapia: Miguel Ángel Herrera, pu.ãlíti.o, prácticamente cada una de las tradicio-
recibió å_ ..,rriu di.".,sión de
yecciones y mas4jes con "Bay rum,' (un ungüento de la medicina popular. Sus raíces
repetidas ocasiones. El caso de doña Isolina
calentador) en ilr-to.ut"u y conrinentales
Castro, viuda de iîúu"u, le permitían aprovechar la conexión entre las imá-
Bustamente, es interesante porque revela una
estrategia sólo
disponible a gente de buen purå., consultar a varios
,""., de la isla y los misterios africanos rle la curación. su
ãpo. d. ?".*.¡un u a Cristo", su ropaje y su aire sacerdotal evocaban
curanderos, entre ellos ,,médicos costarricenses de los religiosos. Combinaba cura-
y exi.arrje_ l¿s haiilidades curativas
ros". Según la hija de la señora, los diagnósticos talismanes y espiritismo' El Pro-
demostrarän ìio,-res herbales, hechicería,
"que mi mamá era cardíaca crónica",'conclusión aparente- benefìciarse incluso de la tradición de extraordi-
fesor pudo
mente respaldada por una radiografía. En este casoj
Carbell .rarios curanderos extranjeros, lan frecuentes en la historia
no. disputó el diagnóstico de los sabios médicos, rde América Lat\na, que dejaron un recuerdo popular de po-
pero le ofre_
ció a Ia viuda su jarabe especial, así como unas :dères curativos milagrosos. Sin embargo, el éxito de la prác-
inyecciones de
algo llamado "Cardiotone,'. Es posible que el inteiés :tica
que tenía de Carbell atestiguó más que todo el poder creciente
doña Isolina en Carbell también tuviera que ver con
las posi_ oue un enfoque científico de la medicina tenía entre la po-
bilidades de contactar con su finado marido en
el más aliá,u. úlación de Costa Rica. El genio del profesor era lograr un
En otros ejernplos, sí es claro que la búsqueda de efecto coherente al combinar el ropaje clásico del curande-
medicinas
para achaques se combinó con la compra áe talismanes ro con el nuevo disfiaz del homeópata, del psicólogo y del
y con
consultas ocultistas. Éste fue el caso de ia señora
maleficiaâa de médico; al acompañar sus llamadas espiritistas, sus pociones
y sus talismanes con diagnósticos científicos e inyecciones. Al
Sarchí, y el de Teresa
euirós Infante, de 3g años de edad, de cla_
se media y separacla de su esposo. Solicitó
clel profesor medi_ crear un eclecticismo funcional, viajó rápidamente hacia el
cinas, comunicaciones con difur-rtos y previsiones santuario de la popularidad y de la tiquez,a, hasta el punto
acerca de su
futuro. La señora Rogelia Mora, de aB años, nacida de constituir un peligro ideológico y comercial para los mé-
en Grecia
(un pueblo medio rural) y residente en una dicos nacionales.
finca en el barrio
Luján, cle la capital, había comprado cantidades significativas Alguien como Carbell, que aúaía a una clientela masiva, se-
de medicina en polvo para inyècciones, medicina guramente ya estaba captando una porción nada despreciable
ã. pu,.rrr.
de fabricación francesa y el famoso talismán; aparentàmente de las potenciales ganancias de los médicos de la capital. Pero,
ningúrn artículo tuvo los efectos prometidos, además de este agravio, estaba el hecho de que el Profesor cu-
y Mora no vaciló
en clenunciar a Carbell. En general, podemos decir bano combinaba el discurso científico con otro de carácter
que tod.os
Ios pacientes buscaban algo más qrr. .r,, diagnóstico charlatán -el de poseer medios secretos y panaceas- que le
y un tra_
tamiento médico con base en la ciencia, aunque permitía satisfacer un espectro más amplio de demandas en el
la mayoría es_
peraba eso también'e. mercado médico. Esto debe de haber enfurecido a los doctores,
máxime si se toma en cuenta que a muchos de los clientes de
Carbell les gustaba la posibilidad de este consumo mix and
18 Flerrera es mencionaclo en èl testinlonio
de la empleada, ANCR, S,¿h¿l,n_
datl Pública, 144, f, lg v. El caso cle la viucla de match, heterodoxo, que combinaba el nuevo discurso médico
Bustanìente se docunte'ta en
ANCR, S¿lzlui¿l¿ tl púbtica, I44, ff. 9-10 v. con otra tradición que ya estaba formalmente prohibida a los
19 ANCR, Sah¿bridad ptibtica, 144, ff. IB, 30-30 v. y 32 v.
facultativos por la lógica de su propia profesionalización y por

949
Steven Palmer midico en Costa Rica
Merli,cina poþutar y þoþulismo

el Código de Salud de 1923,0. Si los médicos científicos ya no en la venta de drogas' que


podían actuar como charlatanes, entonces los charlatanes tam_ .rpr.esalnfante a implicar a Carbell
i^-^ì- él le había recetado' Lo consultó sólo porque "me
poco deberían tener la posibilidad de presentarse como médicos ^r.or el y el futuro"' T a
'11-(
científicos. Además de todo esto, el profesor cubano amenazó al äå;;" que adivinaba el presente, pasado trrusca: "Es todo lo
q-!
poder simbólico que habían adquirido los médicos, un poder irrrìr"".; del agente produjo la respuesta
ai .,rr" ptaao referir en
este asunto"2z'
cuya dimensión patriarcal se reveló en términos explícitos.
io " f', potitte que ambas mujeres asumieran posturas algo más
Hidalgo'
CC

Una medicina patriarcal


,.r*lråt con Cãrbell' Según su empleada' Clemencia
el ld"t á, de una cortina a la par del consultorio tiene una cama
(i El Profesor Carbell aparentemente ofrecía otras ,,especiali- Nunca vio los inci-
dond. abusa de las mujeres que llegan".
dades", que pueden visualizarse mejor al considerar la expe- cerró la puerta' ""'pero se oía todo' además él
är""t porque
fi que usar como ocho mujeres
riencia cle una mujer que no solicitó ninguna opinión rnédica contabi poi gracia que é1 tenía
o del charlatán, la maestra Irene Acuña Zr3ñiga, de 39 años. Da- diarias"23. Aunque hay que tomar
el testimonio de Hidalgo con
el estilo de Carbell
niel Fernández Flores, comerciante y marido cle la mu.jer en precaució.r, su descripción concuerda con
1i

tl cuestión, se quejó al agenre de policía de Higiene de que ella .f, con la consternación del esposo de Acuña, quien eviden[e-
jr visitaba a Carbell a diferentes horas de la mañana, y que había í,'.rrr" había oído chismes acerca de las "sesiones terapéuti-
j visto a "mucha gente" llegar a consultarlo también en las no- cas" de Carbell, además de las palabras públicas
de su esposa'
También ofrece esta evidencia otra pista para entender la
f ches. "Lo peor de eslo a más que está curando es que se mete in-
l en dar consejos sobre asuntos privados que le están de todo ffusión violenta del doctor sotero Antillón en el aposento de
I
punto vedados," Fernández también se angustió porque su es- Carbell, y su expresión de que había un ultraje en términos
posa pagaba las sesiones con el empeño ae snsàtna¡as en el "morales". AI parecer, expresaba una censura alavez parricu-
Monte Nacional de Piedad. Francisco Frutos, un vecino de la larmente masculina y au[énticamente comunal'
infeliz pareja, aseguró que había oído a Irene Acuña hablan- El hecho de que las simpatías se alinearan según criterios de
do con una amiga en la calle. Se refirió a Carbell e inmediata- género no debe sorprender tanto. Por un lado, la medicina cien-
mente después habló de su esposo "en [érminos duros,,r'. tífica y profesional se consolidó como un dominio importanle
Irene Acuña admitió anre el agente que había id.o a ver a del poder y de la autoridad patriarcal; por otro lado, la popu-
Carbell, pero solamente una vez, y no para cuestiones de sa- laridad del ocultismo a finales del siglo xIX en Europa y en
lucl. "Simplemente fui porque es una persona de cierta ilustra- los Estados Unidos se asoció con la apertura de espacios para
ción y eso me gusta mucho." Agregó, de manera algo provo- las mujeres, A pesar de que las sesiones espiritistas eran "pú-
cadora, que "si no fuera que soy persona sumamente ocupada blicas", los márgenes que permitieron a las mujeres fueron al-
iría con frecuencia a donde é1, pues no veo el peligro que pue- canzados en el marco de espectáculos cerrados y privados' El
da haber". Su postura disidente encontró eco en el rechazo cle espiritismo, con sus estaclos de trance y su invocación a otros
personajes para que hablaran a través de los participantes en

20 Véase Palmer, From Poþu,lar merLicine..., op. cit. ff' 15 y 30.


22 ANCR, Salul¡ritlatl Púl¡lica, 144,
2l ANCR, S¿lubridatl Púbkca, 744, ff . lLl4. 23 El testimonio de Hiclalgo, en ANCR, Salubidad Púl¡lica' 144' f' 13 v'

274 275
Steven Palmer
y populismo médico en Costa Rica
Med,icinø þoþular

las sesiones, era un vehículo pocleroso paralaliberación ¡¡i:ìiìr:r:'ì:


bólica de la sexualidad femenina y pa.á que la
sim_ acePr |aron la medicina como una ciencta, pero
mujer asumie_ Probablemente
ì:\:tt::àiían oue fuera a algo más' En vez de reírse de la inocencia de
ra voces masculinas, Esto en el sentido literal
y figurativo, ya quefían QUc ruu.r
de carbell, t^
que las participantes, al encarnar temporalmente
sãres -ur.r_ a.',äï-áiu.r,us vícrimas ï.:::.
:il.a3_0. 1"i1i,:::
En un sentido, las relaciones -físicas
linos contactados en el más allá, subrayaban
su capacidad de iit*io" a los cornudos. mujeres como la maestra Acu-
reproducir el discr.rrso masculino, mientras jugabån
pública_
..r,;',;;?eiectuales- en[re Carbell yal patri arcalism o posi tivis ta'
mente el espectáculo de la penetración de su
ãuerpo po. r.r,_, li|iiliiiitäridiculi zaro n y hu millaron .

Antillón lo así' La de-


ser masculino, un acto legitimado por las .
ifl;1i..]j,¡iitïió" todu, maneras, el doctor Antrlton
De todas Io percibió
PercrDlo asr'
pretensiones cientí_ carbell efectuada por el oficial público ofrece un cla-
fìcas del espiritismo. Los espiritistai constantemente a" u.ruu'çrlLlu.*eÉ
nclon crc
:Ìi;ìi-liìì,L:i:.¡,,r ,' ren.i¿,-,
rv- -'
ofendie- paralelo entre l1s transgresiones profesionales y
ron la dignidad de los líderes médicos y científìcos.
Esros úlri_ iiiïîiti$ejemplo det Antillón insisrió en que era su resRonlafilidad
mos.declararon que el espiritismo era una *ii:fr¡li:'.¡:.l,:l' ã" gér,"ro.
asociaron con las "condiciones femeninas,,,
enfermedad, y lo
a .;;;" ir¿¿l.o oficial acruar así, para "cumplir con mi cleber y
desde la locurá de por las leyes morales del país"'
origen uterino hasta la parálisis en los hombres;
también de_
.,ll,.l;ar que nada, a velar
nunciaron a los practicantes como fraudulentos ::ii.l. r.r,. -Además -agregó- yo no le prohibí a este señor que se vis-
y afeminados, que 1o hi-
y a sus seguidores (en su mayoría, mujeres) tièra, pues al contrario, le insté repetidas veces para
comá neuróticos y en pijarnas y es[o que
desestabilizados mentales. No debe soipre.rde, òiera pero él no quiso, pues prefirió salir
que este at qrrÉ
ocurriera al mismo riempo que la proflsión rnéãicajugabui,, digo ås tan cierto como que el propio compañero de é1, sí se
papel crecienre en la creación de ia psicol ogíay vistió para venirse con nosotros.''25
como disciplinas especializadas2o.
la isiiuiatría . l_os comentarios perfìlan una especie de censura casi ritual
(evocadora del rouglt' mus'ic, o del cho,riaari agresivo, practicado
- La ambigüedad de la evidencia en el caso de Carbell deja
la posibilidad de que.sus sesiones incluyeran contra los que transgredían las costumbres de la comunidad
episodios .rpurr_ en la Europa del siglo xu) ' Antillón no sólo irrumpió violen-
tosos de violación bajo la influencia de la
hipnosis o del äsal_ iamente en el espacio privado de Carbell para detenerlo en
to hecho y derecho. Sin embargo, éste no es
el sentido dejado forma ilegal, sino que 1o hizo marchar en pijama por las calles
por el testirnonio de mujeres como Infante y Acuña,
qrriä.r., de San José, junto con un amigo. A pesar de su insistencia
acogieron los encuentros con Carbell como
momentos esti- en que no estaba armado, la empleada de Carbell luego de-
mulantes y eruditos que enriquecieron sus vidas. podemos
cular que, junto con otras razones, eslas mujeres
espe_ claró que había dejado el trabajo después del incidente por-
consultaron a que las acciones de Antillón le inspiraron temor. La insinua-
Carbell como resulhdo y expresión de su decepción
con la nue_ ción explícita de Antillón respecto del compañero del Pro-
va especie de médicos científicos y profesiånales,
y con el fesor era una acusación de que el ocultista era homosexual'
mundo "desmistifìcado,, de la razón y .l p.og."ro
en general. La comunidad masculina tenía que emascular a su "rival" en
público; desacr-editar no sólo al hombre que había tenido
"relaciones" ilícitas con las mujeres de la ciudad, sino a uno
24.]udith R' warkowitz, cig of rttzaafiLt deright: nanarives
t:-:i,:ni:.n London. Chicago, Universirl of Cdicago press,
of sexuar tranger i,n ra- que, en las palabras de Antillón, era "un charlatán que ha
1992, págs. 171_177;
S.E.D. Shor.u, "physicians and psyc.lrics: the
anglårnerican mediålîerporr." a
spiritualism, 1870-1890", en H'isnrj
loumar of the of Medicine .,ntr Attiert sciences, z9:
3,julio de 1984, págs. A39-355.
25 La Prensa Liöra San.|osé, 841932.

276 q44
5:Í5{ï?.;... .,e1ryF.41i::

Steven Palmer i. ,' Meclicina popular y þopulismo mÁd'ico en Costa Rica

::;.: ,.

a la persecución del charlatán, y el


pretendido reírse de nosotros los médicos". Defendió el ho- iúzgó que los obstáculos
nor amer'azado de una comunidad de profesionales que iden- i"ino cle que éste continuara con sus actividades curanderas,
tifìcaba sus intereses con las "leyes morales del país"26. "gracias a la propaganda forzada que los periódicos
ìe,dieron
jè,hicimos""'
La voluntad radiante
iLos eiemplos de esa propaganda fotzada son abundantes. En
"Puntos de vista" en La Nueaa Prensa, urr
Después de esta primera ronda con los líderes médicos y uRa columna llamada
,autor (supuestamente un lector corriente) ensalzó las creden-
los policías de higiene entre enero y marzo de 1932, el astuto
curandero utilizó la publicidad alrededor de su detención y ciales de Carbell e insinuó que sí tenía remedios milagrosos
y nuevas técnicas médicas, Alavez, criricó las actitudes egoístas y
persecución para ampliar su popularidad y para ensanchar el
mezquinas de una profesión médica deseosa de vengarse, como
ejercicio de su profesión. A principios de abril, publicó su Bre-
si de verdad tuvtera algo que temer de la nueva ciencia de Car-
ae estudio sobre Ia medicina de ayer y de maña,na, en relación con las
bell, Algunos periódicos publicaron estos "campos pagados", y
fuøzas ocultas de la naturaleza, empezó a escribir una columna finalmente a mediados de junio, en un esfuerzo por aumentar
en la prensa y prometió realizar una serie de conferencias en
su porción de un mercado dominado pot La TÞibuna, La Prmsa
la radio. En cada foro lanzó fuertes ataques contra la profe-
Lilney el Diario d¿ Costa Rica, La Nuna Prensa hasta contrató al
sión médica y su monopolio formal sobre el terreno de la cu-
Profesor para que escribiera una columna regular28.
ración. Es más, lo hizo en una coyuntura política bastante de-
Los periódicos populares del siglo xx complicaron de ma-
licada. En febrero de 1932, en plena crisis económica, Costa
nera radical el papel civilizador que el Estado docente había
Rica experimentó un intento de golpe de Estado protagoniza-
reservado para la prensa. De hecho, el Estado liberal había
do por los perdedores de las elecciones presidenciales. El con-
disfrutado tanto los beneficios del periodismo en buena parte
texto se complicó más por los avances significativos del recién
porque muchas veces ese mismo poder público había engen-
formado Partido Comunista en las elecciones municipales de
drado la prensa didáctica del siglo xlx. A principios del siglo
la capital y entre los obreros bananeros de la costa caribeña.
xx, la gran mayoría de los periódicos dirigidos a un público
Este curandero moderno demostró su capacidad para pre-
popular todavía se identificaba en términos generales con el
sentarse como víctimay para orquestar una campaña de auto-
proyecto liberal. Sin embargo, el debate acalorado -y a veces
publicidad en una prensa que explotó sus andanzas picarescas amargo- entre la ciencia que tenía respaldo oficial y varios ti-
con gusto. Eljefe de Sanidad municipal, el doctor Antillón, in- pos de saberes "alternativos" dio a los periódicos un punto de
sistió en que los periódicos "por desgracia han hecho una entrada aceptable a debates motivados principalmente por el
campaña favorable" al Profesor Carbell. Su acusación encon- rechazo popular, o la relectura popula¡ de las ortodoxias libe-
tró eco en un mea culpa de La Prensa Libre. En abril, el diario ral-positivistas.
Esto había sido una constante en el mundo del periodismo
costarricense desde por lo menos 1910, como ha demostrado
26 ßl tratamiento clásico del concepto de "rough music" en la historiografia
es: Natalie Zemon Davis, "The reasons of misrule: youth groups and charivaris in
sixteenth-century France", en Pust antl P¡zsent,50, febrero de 1971, págs. 41-75' El
27 La Pnnsa Lüle, SanJosé, 8-41932 y 7-+7932.
testimonio cle Hidalgo en: ANCR, Sah¿l¡rùIad Pública,144, f. 13 v. Los comentarios
de Antillón en: La Prmsa Lilne, San Josê,8-4-f 932. 28 La Ntuua Prcruø, San.|osé, 1&&1932.

278 279
méd'ico en Costa Rica
Steven Palmer Med,icinø poputar y populismo

unto de aislar científicamente nada me-


Iván Molina en su análisis de la controversia alrededor del pa- .,,,'6utO.U estabaa P'
esencias que habían hecho de los hombres
seres
so clel cometa Halley. En un contexto en el que intelectuales nos que las
Ì
antes de su enajenación de Dios' Eran
( renombr-ados como Camille Flammarion predijeron que la ää¿;t e inmortalespodrían utilizar "en la cura de enfermeda-
cola del cometa iba a causar daños cataclísmicos a Ia Tierra, Ia ñrcrzasocultas que se
para remediar"'
Iì heterodoxia fabulosa de la misma cultura erudita de Occiden- ::i;;" i..ier,Ëiu otiiiat se declara impotente estos resultados
una vez que
! te ofreció un número infinito de avenidas para que la prensa !i]J; t" publicidacl.anticipada'
y distribuidos' sería por fin posible
i legitimara las creencias populares "extracientíficas", con el Ii""îrf¡."t fueran editados a sus detractores en
pretexto de explorar liberal y abiertamente 1as teorías alterna- îlru aProfesor enfrentar públicamente expondría
anunció que
iivas. En adelante, una parte de la autoridad científica sería l" otrOttó" médica' Carbell también
,.otfut en conferencias por radio3r'
determinada por los mecanismos del mercado, y esto produjo *u,
"*" de
una cierta revaloración de las creencias populareste' ior¡o øllá'apareció en las librerías a principios de mayo
Lines y Trejos Herma-
Con el Estado y la profesión médica a punto de clausurar Lggz, clistribuido exclusivamente Por
sobre la
las actividades de Carbell, éste se apoyó cadavez más en las po- ;;;. â" subtítulo prometía al lector un "Breve estudio fuerzas
medicina de ayer y de mañana, en
relación con las
sibilidades de la cultura impresa, y de otro nuevo medio de co- y medio'
municación masiva, la radio, para cultivar seguidores que le .."fot de la naturaleza"' El precio era de un colón en los perió-
caro' El anuncio
aseguraran un espacio Para operar. Además de su aparición ;i;"y barato ni excesivamente científica
la formación
ãi.o, â".tu.ó que el libro demostraba
iì:Èl

más frecuente en las páginas de la prensa, Carbell publicó el


se ha dicho' un es-
avance de La aoluntatl radiante. A finales de abril, un artículo del autor, 'Írque no es' como erradamente
publicitario en La Prmsa Libre anunció que un panfleto escri- peculador vulgar"32'
-para
' Mulu señal las elites médicas y políticas era que el libro
io por Carbell pronto estaría clisponible en el país' Iba a ser Volio' un pc'
uná síntesis de los resultados de una serie de experiencias "se- fue prologado ãon entusiasmo por el generalJorge
lídcà coriamplio apoyo entre los sectores populares'
Volio era
rias y metódicas" en un campo nuevo "desconocido a la cien- Partido
cia ofìcial". El principal objetivo de esa obra "rigurosamente un ex sacerdote, lnãhador antiimperialista y ex líder del
Reformista, una coalición socialdemócraÍa muy activa y
exitosa
científica" era describir las manifestaciones psíquicas y supra- la decadencia paulati-
a mediados de la década de 1920' Con
normales de aquellas fuerzas ocultas que quedaban latentes electorales
na que experimentó ese partido entre los períodos
en la naturaleza humana, "particularmente las manifestacio-
nes o exteriorización del fluido enúrico o voluntad radiante, ¿. igZS y'I932,Volio concentró la rnayoría de sus energías en
1932-
o sea, el sexto sentido, que Adán tuvo y que perdió al abando- vuria* uuårrturas golpistas -por ejemplo la de febrero de
y en Ia teosofía y otras actividades espiritistass3'
nar el Paraíso"3o.

3l Ibídem.
,,El paso rlel cometa por la sociedad coslarricense en 1910"' 32 I'a Prensa Lilrra, SanJosé, 2-5-1932'
29 Iván Molina,
en Iván Molina y steven Palmer, editores, Etþaso ttet comela. IÌstatLo, þolíticay cttltrt' 35MarinaVolio,JorgeVolioy¿lPartidollcformista,sanJosé'EditorialCostaRica'
Me- 1978, págs. 2a0-250 en pãrdcnlár; y Victoria Rantírez, Jmge Volio
y kt' reuolución aiuien'
rus poþuktres en costa Rica (1800/ 1950), Sanlosé, Editorial Porvenir/Plumsock
ra Sanlo-sé, naitorial Guayacán, 198g. Sobte el intento de golpe
de febrero de 1932'
soamerican Studies, 1994, págs. 167-f90.
véase iduardo Oconitrillo, El Bellavisøzo, SanJosé, Editorial Costa Rica' 1983'
30 La Prensa I'il,rø, San José, 2e.+1932-

zBr
zBo
Steven Palmer

i1Ìii:',
El libro de Carbell consistía en exposiciones, de tono so- días después de la publicación de Hacia alld,,laFa-
lemne pero algo confusas, sobre varias teorías ocultistas, jun- -..sólo dos
¿" Medicina d:""-".]:9...nuevo a Carbell ante laAgen-
to con una defensa de la homeopatía, el hipnotismo y la psi- "lå¿
d"poliríude salubridad Pública: a pesar de su promesa de
lI"*lur"o,el
cología experimental. El hilo discursivo más sostenido era la Profesor seguía d;d1cán$ose las cul1cr'ones médi-
insistencia en que el libro demostraba a "cierto grupo de medio- 'îlr,rupaciencia de los profesionales y lde sus aliados estaba a
cridades profesionales, obstaculizador de toda evolución progre-
siva, en estas latitucles, que el OCULIISMO no es, como afirman, Ftì,Ëii,,;4'1r"*":-'1i::,'::.1'fl il:.til'::ï:::11,-":
un pasatiempo inútil o perjudicial, sino una ciencia positiva". dedicaría a exploraciones arqueológicas no especifi-
Lrtro se
Carbell era el oráculo de la próxima fase en la evolución dialéc- La persecución continuó, sin embargo' y en
cadas, en el país'
tica de las ciencias sociales. Y éste era precisamente el gran po- de junio la Policía de Higiene informó a la
la segunda semana
cler -y el gran peligro- que significó para la profesión médica. Él
también abrazabala ciencia médica, pero mantenía que las fuer-
Lo con é1, Santiago Marión Cabello, habían desaparecido de
zas de la cirugía, la radiología y la bacteriología, aunque im- y que probablemente estaban tratando de huir del
presionantes, eran nada más que "los últimos destellos de i;.|lî:1,iiil:¡$ùosé
tele gramas fu eron in te rcambi ados en tre. las
una hoguera que se apaga". El gran fracaso de esas disciplinas
|.;:ii|rli:;tt t Num erosos
:.::iiilll¡¡l:tåf,tcinas de los gobernadores en un intento por localizarlos,
se debía a que dependían exclusivamente de una concepción ul- éxito; se presumía que los dos habían logrado esca-
tramaterialista de la humanidad. El futuro sería una época en la
1¡,iill¡.ri¡ù sin
las autoridades y salir por la frontera norte, "con desti-
i;L{ìf::ili.l.-:.-:]lÞÊ de
que el ectoplasma, científicamente entendido y regr"rlado, me- :r..:;il¡ii.i:ll'li::.:,:.;;rcentro-américa"36.
diaría entre los mundos de Ia materia y del espíritu3n. i,.:ì¡jfi¡lri*lSin embargo, Carbell ni había escapado ni se había rendi-
Las páginas del prefacio tenían una insignia mística: una es- ilitlfi:illi ùã rodavía. Reapareció, se puso en conracro otravez con la
trella cle David rodeada por el lema "No hay religión más eleva- .¡lltit111¡¡:¡¡U*sa nacional, y se preparó para la ronrla final. El 15 de ju-
da que la verdad". Ambos elementos habían sido característicos oficinas de la Policía de Salubridad y declaró que
i..::.,1'1i.¡¡:i$o fue a las
de la simbología ocultista desde sus orígenes en el siglo xtx, co-
mo una extensión del mesmerismo y de otras sectas. De hecho,
el tipo de ocultismo predicado por Carbell era eco del mesmeris-
mo en otros aspectos, desde su énfasis en la voluntad y su uso del
magnetismo para fines terapéuticos, hasta su afirmación de ha-
ber enconhado un dominio secreto y más elevado, en el cual se
encontraban lo espiritual y lo material, superando sinérgicamen-
te las posibilidades existenciales actuales, pero sin percler sus
aportes científicos35.

34 Carbell, Hacia alla,op. cit., págs. &7, 26 y 89-100.


35 Sobre las insignias,José Sar-rfilippo B., "Ocultismo y medicina", en Rolelín
metlicina,XlI:71-74,1990, pág. 48. Sobre la com-
m¿xicano de historiay Jìlosofía de Ia
paración con el mesmerismo, Robert f)arntoll, Mes¡neris¡n antl the enrl of the Enligh-
tenment in Ftance, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1.968, pág. 153.

zBz 2Bg
æi_rTjl,:

Steven Falmer Med,icinø þopular y ltoþulismo mádico en Costa Rica

"l tij"r'. nrr. nuevo y perfecto mundo se basaría en la repúbli-


dounidense, "y lo que hemos podido obtener en nlrestra bola de
q .åàarto de Costa Rica, la elegida de la Nauraleza, gracias a la
cristal". Con voz "firme y segura", Carbell anunció que el f,in del
a mundo se acercaba: "una ola monsffuosa de palpitante inquie-
iorou"rbl al honradez de sus hijos, enamorados del trabajo,
li tud invade el mundo". Examinó la situación global, sin olvidar
j"l ord"t-t y de la paz; la virtud inconmovible y la belleza in-
l- s'^-,,-,tì.1-,{,{^ .,, .,,^r^. -,, ^t:
(
la crisis económica, la amenaza de una guerra mundial, la agre- -,,iê-êô.
la_ facilidad con que han asimilado
¡
sividad bestial del hombre y el colapso general de la moralidad firaáe eterna primavera...
ras m u n di al e s " y o tras m aravi I I a s.
s ru
I
y del idealismo. Su rápido resumen culpó a los comunistas sovié- ,:¡ilifiliiiillifu ej o re cu I

podemos saber cuántos uycrurr


saDcr LuarrLt-lS oyeron csla conferencia, Ini có-
esta corucrcrlcta'
ticos, a los chinos decadentes y a las fricciones perpetuas entre filtlilirilr;1¡'.. tNo poctemos
i.i1i*lìrlä:i1,l .t¡o
llli:|$litiþò ta recibieron. Sin embargo, la radio ya era usual en los hoga-
Alemania y Francia, entre otros problemas, por el "desequili-
clases medias y altas y en los lugares de congregación
brio precursor de toda liquidación de valores"' Las señales as- il:¡iii1i.;ù'¿e las
lläiìiii;: ¿Us clases populares: la pulpería, la caf'etería, el bar y el billar
trológicas eran claras, en especial el efecto de Marte sobre ia Tie-
rra. Todo indicaba que el año 1935 sería el momento decisivo del llijil¡¡lrliäts barrios corrietrtes. El inicio de la década de 1930 fue un
ai:r!:r:ii:r:äi:ii:li ì... 1^ ^--^^ l^ :-l---r-:^ f o ^,--:
l:ii..ì.::,r,.tmomento de auge explosivo
^-.-'l^^:-.^ en
^-- la naciente
-^^:^-¿^ industria -13 emi-
Apocalipsis ,la realización de "las visiones de Cristo el místico
fueron inscritas en 1931- y la fuerte competencia condu-
y de Daniel"38. i,11'.r.;litt..
,i|.ii¡;,)ø,a"rla experimentación y a Ia búsqueda de lo novedoso por
En aquel año fatal, un cataclismo natural provocaría el ama-
necer de una nueva época. El Océano Pacífico se tragaría com- lå...;ttputt" de los propietarios, en su afán por atraer al público. En
pletamente aAmérica del Su¡ con excepción cle la cordillera de
,lll:9 tâl contexto, las palabras de Carbell habrían interesado tanto
los Andes. Algo parecido iba a ocurrir en América del Norte. El tlli:j..,.,.þ,.-presarios establecidos como el estadounidense Perry Gir-
istmo de Panamá también desaparecería con elalza de la marea. i¡li:]¡:,:¡1þ¡¡ director de La, Voz de la Víctor, como a novatos que busca-
,:¡¡.:.;..l'..ll..'. ¿n consolidar su posición tenue en un mercado todavía no
Es más, por medio de una especie de desplazamiento tectónico,
Cuba, FloridayYucatán se unirían con América Central para for-
mar un solo continente, sin rivales americanos. "La América rlír...,, El mensqje de Carbell era ingenioso: sugería, aunque a veces
tl,,,ir,:de manera inversa, muchos de los hilos centrales de un naciona-
Central será durante cuatro siglos el centro de las activiclades
mundiales sobre todo en artes, ciencias, legislación, etc', repre-
tli:it smo costarricense altamente chauvinista, que había sid.o parte
i.¡ll.1.¡¡.1t, la dieta diaria de los ciudadanos desde sus primeros días en
sentando en la Historia el mismo papel que Grecia, Egipto y Per-
sia, porque ella será la cuna de una nueva civilización."
l¡lt;li escuela primaria. Al liquidar a los Estaclos Unidos en su le-
i,;,||:;*ho conlinental, y en Panamá (y por extensión, en Nicaragua
Dentro de América Central, Costa Rica jugaría el papel
!*r,.1"*¡i¿n), al ahogar a los gigantes de América del Su¡ Costa Ri-
protagónico "de la nueva civilización, de la nueva doctrina"
(según Carbell, el nuevo Mesías vendría en la forma de una
,¡'' ,r¡lCa,quedaba con el dominio sobre un nuevo imperio. La visión
doctrina). A lo largo de estos cuatro siglos, un comunismo es-
piritual, impuesto por "una voluntad superior", eliminaría del
',r.. 39 María lrma Flores Reyes y Ana Isabel Gardela Ramírez, "Orígenes, desa-
mundo todo lo que impidiera la armonía, todo lo inútil, por üirllo y actualidad cle la racliodifi.rsión en Costa Rica", tesis de licenciatura en Co-
medio de "un plan quinquenal y persecuciones a todas las i'ni¡nicación Colectiva, Universiclacl cle Costa Rica, 1979, págs.23-24. Sobre la pre-
!.,e¡çia de la radio en la sociedad popular, véase José Ma¡ruel Cerdas Albertazzi,
.ll-El.marco sociourbano cle los obreros mant¡factureros josefinos, 1g30-1g60", en
futaista de HßtuJ4 SanJosé, Ne. 29, enerojunio de lgg4, pág. f02.
38 La Nuna Ptznsq San.fosé, 16&1932.

z85
zB4

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