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Construyendo los

caminos del GIA


Un recorrido interdisciplinario por los
Grupos Institucionales de Alcoholismo
Pellegrini, Jorge Luis

Construyendo los caminos del GIA: Un recorrido interdisciplinario por los grupos institucionales de
alcoholismo / Jorge Luis Pellegrini; compilado por Alejandro De Lisio, Isabel del Carmen Ortiz, Claudia
Inés Villafañe; editado por Mauricio Manuel Albacete – 1ra. ed. – Comodoro Rivadavia: Carbono, 2019

290 p.; 27 x 22 cm.

ISBN 978-987-47352-0-1

1. Alcoholismo. 2. Sociedad. 3. Salud Pública. I. De Lisio, Alejandro, comp. II. Ortiz, Isabel del Carmen,
comp. III. Villafañe, Claudia Inés, comp. IV. Albacete, Mauricio Manuel, ed. V. Título.

CDD 362.292

Fecha de catalogación: 16/08/2019

Comisión de edición del Libro Colectivo del Grupo GIA:


Alejandro Basualdo, Natalia Cizmar, Gabriel Castro, Rosa de la Mota, Alejandro De Lisio, Graciela Indovino,
Natacha Matkovich, Isabel Ortiz, Alberto Romani, Claudia Villafañe.

Foto de tapa Clean white stairs, incorporada bajo licencia PhotoDune Regular
Diseño de portada y diagramación de interiores: Mauricio M. Albacete
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Construyendo los
caminos del GIA
Índice
Introducción. Jorge Luis Pellegrini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Prólogo. Juan Carlos Stagnaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXI
Prólogo. Diana Kordon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXIII
Modalidades de tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
El GIA y sus territorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
De la nostal… GIA a lo actual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Modos de relación en los pueblos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
La tarea GIA: ¿Qué? ¿Para qué? ¿Con quiénes? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Particularidades de los GIA en relación a otros abordajes en adicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Hacer con el cuerpo. Espacio, escucha, memoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
GIA y la intervención desde la psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Redefiniendo el alcance de los GIA: una experiencia de transformación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
El policonsumo. Una mirada desde el grupo GIA Maipú, provincia de Mendoza . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El rol familiar en los GIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
GIA y trabajo con la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .101
La familia como eje central en el abordaje terapéutico de la enfermedad del alcoholismo . . . . . . . . . . 105
La atención a las familias en el GIA, abordaje de los vínculos con niños, niñas y adolescentes . . . . . . . .118
Género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Alcoholismo: ¿Cuestión de género? Sobre la cuestión del género en el consumo problemático
de bebidas alcohólicas y su tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .123
GIA: un aporte en la construcción del diagnóstico. / GIA: un abordaje con perspectiva de género . . . . . .129
Pacientes en contexto judicial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Pacientes judicializados. Casos del Hospital Dr. Carlos Saporiti, Rivadavia, Mendoza . . . . . . . . . . . . .143
Alcoholismo, identidad, derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Evaluación GIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Un análisis en relación a la efectividad de los GIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .165
¿Qué hace eficientes, eficaces y efectivos a los GIA? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
Grupos Institucionales de alcoholismo, poliadicción y dependencia con drogas . . . . . . . . . . . . . . . . 190
Formación de recursos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
El GIA como dispositivo de formación: herramientas para “el rescate” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .263
Las recaídas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Recaída . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .269
Pensar y sentir las recaídas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .270
GIA Historias de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Mi aprendizaje en los GIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .275
Relatos sobre el GIA y otras yerbas… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278

VII
VIII Libro Colectivo del GIA
Introducción
Los inicios. Los principios.
El 15 de febrero de 1984 se inicia la experiencia de los Grupos Institucionales de Alcoholismo
(GIA) en el Hospital Zonal Dr. Francisco López Lima en General Roca, Río Negro. Luego de termi-
nada la Dictadura me fue restituido el cargo en dicho hospital del cual había sido expulsado siete
años antes. Fundamos el Servicio de Salud Mental de ese hospital general, en el cual habíamos deci-
dido que las breves internaciones se harían en la sala de Clínica Médica.
Retomé el trabajo con pacientes alcohólicos iniciado en 1975 e interrumpido en marzo del año
siguiente. Mi regreso al hospital fueron de los días más felices que recuerdo. Era una época de opti-
mismo e ilusiones tras la terrible devastación dictatorial. “Con la democracia se cura…” era uno de
los lemas repetidos por entonces.
A poco andar se fundó otro grupo terapéutico para asistir enfermos alcohólicos en el hospital
de Luis Beltrán (Valle Medio de Río Negro) a cargo del Dr. Luis Di Giácomo (médico psiquiatra) y el
Sr. Domingo Tomadini (paciente recuperado), a 200 km. de Gral. Roca. Se reiteraba la experiencia
roquense integrando en la coordinación grupal a un profesional de la salud y a un paciente recu-
perado, ya que el Sr. Ricardo Antoli, rehabilitado en A.A. y luego formado como Agente Sanitario,
me acompañaba en la coordinación de el López Lima.
Quincenalmente los compañeros del Valle Medio viajaban a Roca para intercambiar experien-
cias, hasta que en julio de ese 1984 hicimos la primera jornada pública en Luis Beltrán, organizada
por ambos grupos, con la ayuda municipal y del Obispo Miguel Esteban Hesayne.
Al año siguiente un paciente enviado por la Dra. Rosa Alonso (médica psiquiatra del Servicio de
Salud Mental de Bariloche) viajó a Roca para formarse. Se trataba del Sr. Luis Leiva quien consoli-
daba su recuperación hospitalaria formándose como futuro coordinador junto a la médica derivante.
Serían ellos al año siguiente quienes organizarían en Bariloche (a 400 kms. de Roca) las Primeras
Jornadas Regionales de Alcoholismo en el Hospital Ramón Carrillo de esa ciudad rionegrina.
Los GIA no tenían aún esa denominación. Fue la práctica profesional, científica y social poste-
rior sostenida, la que un día los bautizó como hoy se los reconoce.
En este breve recorrido de los orígenes aparecen ya sus principios fundacionales:
• El carácter grupal. La experiencia clínica señalaba que los abordajes individuales carecían de
la necesaria eficacia: la prolongada tarea rehabilitadora conocida, mostraba que mientras podía
lograrse una cura, o rehabilitación, el proceso de alcoholización social producía miles de enfermos
nuevos. Era necesario crear una herramienta capaz de dar cuenta de ese fenómeno. A poco andar, los
familiares y personas allegadas fueron integradas al mismo grupo, porque también ellos eran alcan-
zados por el proceso de alcoholización. Nosotros habíamos empezado con un grupo de familiares por
un lado y de afectados por otro, pero esto fomentaba el silenciamiento y negación que se da en las
familias y en el medio social, en el que se habla a espaldas de los enfermos, quienes saben que eso
sucede, con lo cual se los aísla de su medio dejándoles como única alternativa social la mala junta.

Construyendo los Caminos del GIA IX


• El carácter institucional de la tarea. Ello implica que no son grupos marginales a los cuales
el espacio les resulta indiferente. Si partimos del hecho epidemiológico que se trata del principal
problema sanitario del mundo (Informe OMS 2017) es el hospital público el que debe dar cuenta
de él habilitando en su planificación de actividades un espacio y un tiempo y recursos para la asis-
tencia, rehabilitación, prevención, investigación y docencia abordando el problema. Se trata de
una lucha diaria para lograrlo, pero los GIA muestran que es posible. Y también necesario, porque
–pese al desmantelamiento de la salud pública que arrastramos desde hace décadas– el hospital
público sigue siendo la referencia de millones de argentinos (y de pueblos americanos que vienen
a atenderse) que sólo tienen a dicha institución sanitaria para asistir su salud. Por otra parte, un
enfermo alcohólico y su familia son personas cuyo padecimiento no es sólo mental: su cuerpo grita
los efectos de la adicción, y el hospital con su oferta sanitaria es la única institución que puede
asistir la enfermedad en toda su complejidad.
• El valor desocultante de los GIA afirmando la existencia de lo negado. En nuestro primer año
de vida esto se verificó en la estadística hospitalaria de el López Lima. La misma informaba semes-
tralmente, entre otros datos, lo referente a la internación hospitalaria en base a los egresos hospi-
talarios, tomando en cuenta las diez primeras causas. En el primer semestre, como en los años
anteriores, “alcoholismo” no figuraba consignado entre esos primeros diez diagnósticos de egreso
hospitalario. En el segundo semestre, figuraba en el primer lugar. ¿Qué había sucedido? La prác-
tica del GIA había mostrado lo que la institución negaba, no quería ver, registrando diagnósticos
asociados con el alcoholismo sin mencionarlo.
• La pertenencia institucional de los grupos determina en gran medida sus características: sus
espacios, encuadre, recursos, horarios y oferta/demanda quedan ligados al devenir hospitalario.
El mismo contrato terapéutico lo está, toda vez que el grupo es incluido en la oferta institucional,
y cada mañana debe estar en consonancia con la misma acudiendo a la guardia, a la admisión, a
la internación, al consultorio externo, a la interconsulta, a la visita domiciliaria, al servicio social,
etc. Por eso son grupos abiertos y heterogéneos cuya composición, setting, técnicas, tareas, quedan
articulados con la vida hospitalaria. Grupo e institución establecen una relación dialéctica que los
implica recíprocamente.
• El trabajo en red. Hemos visto que desde sus orígenes esta noción rigió la constitución de los
grupos. No sólo para construir la actual Red Nacional GIA, sino también para participar de redes
sociales e interinstitucionales (con Poder Judicial, educación, municipio, etc.) desde una lectura
global del proceso de alcoholización que lo muestra como un mecanismo de control social. Y esta
noción reticular se proyecta también hacia adentro del grupo, en el que cada miembro es conside-
rado un nudo de una gran red familiar, social, histórica que lo implica, convoca, interpela y funda.
• El carácter multi e interdisciplinario entendiendo que ello trasciende el marco profesional (al
que incluye) apuntando a que quienes luchan por su recuperación pueden constituirse en exce-
lentes multiplicadores de salud si reciben la consiguiente formación.
• La apelación a la comunidad a la que se concibe como protagonista y no como espectadora del
proceso, teniendo presente la noción de daño social (además del daño individual) de esta adicción,
ya sea en la familia, el trabajo, el tránsito, la educación, la destrucción del tejido social, apuntando
a la necesaria modificación de las conductas colectivas de negación y re-negación del problema.

X Libro Colectivo del GIA


• La inmediata organización por los propios GIA de jornadas nacionales y regionales sobre la
temática (la primera, en 1984, en General Roca), y de los seminarios de formación científica (el
primero en 1994, en San Luis). Ello implica una coordinación de la Red Nacional hoy presente en
Jujuy, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, San Luis, Neuquén, Río Negro, Buenos Aires, Chubut y Santa
Cruz, coordinación que recae cada dos años en la provincia sede de la próxima jornada. Dichas sedes
son rotativas, eligiéndose democráticamente en numerosos plenarios de cada Jornada Nacional,
a las que concurren delegaciones de los GIA de todo el país, las cuales organizan la concurrencia
basándose en sus propias fuerzas, con la solidaridad de instituciones o personas que colaboran
para posibilitar el traslado.
• La capacitación permanente para conceptualizar la tarea, reconociendo que lo permanente en
la naturaleza y en la vida humana es el cambio, lo cual nos exige permanentemente revisar ideas
y prácticas (la noción de praxis).
Albert Einstein nos enseñó que “no hay nada más práctico que una buena teoría” y también
-junto a ello- que “con el tiempo, no hay teoría que la práctica no modifique”.
Recorriendo la bibliografía publicada en estos años, surge claramente que aparecen modifica-
ciones, nuevos interrogantes y nuevas experiencias basadas en el reconocimiento de nuevos sufri-
mientos. Por citar un ejemplo actual: la relación entre alcohol y otras sustancias o dependencias,
que siempre existió (alcohol+tabaco+juego) pero que en la actualidad ha cobrado otra magnitud por
la masiva oferta de sustancias de circulación legal o ilegal (poliadicciones, polisustancias). Lo cual
ha llevado a ampliar el marco conceptual, investigando la eficacia que el modelo GIA puede tener
en estas problemáticas actuales, en las que el alcohol es acompañado por otras sustancias o activi-
dades sociales (fiestas masivas, juego, internet, actividad laboral, etc.).
En aquellos inicios también están presentes los principios de incorporar el marco político sani-
tario y general. Esa lectura es la que permite entender en su complejidad las mismas intervenciones
grupales; las facilitaciones u obstáculos institucionales; y el propio significado del proceso social de
alcoholización. Por ello la permanente apelación al conjunto social y a los poderes públicos. Suelo
recomendarles a los compañeros que no vayan al hospital sin haber leído el diario.

El camino andado por nuestras ideas


No resulta fácil sintetizar la evolución teórica de los GIA en estos treinta y cinco años. Mi formación
médica no incluía conocimientos sobre alcoholismo, y durante mi carrera (1959–1966) nunca había
tenido una clase sobre esta problemática, en una facultad –Medicina de la UNBA– cuyo nivel acadé-
mico era muy bueno e incluso había superado su tarea gracias al sistema de la Unidad Hospitalaria
que los estudiantes en la mayoría, y docentes sensibles habíamos impulsado con enorme éxito y
lucha. Por tanto debí aprender para responder a mi observación: yo veía que ingresaban por Guardia
del Hospital de Gral. Roca muchos pacientes alcoholizados y en crisis con distintas complicaciones.
Eran internados y rápidamente dados de alta, sin que la consignación diagnóstica de alcoholismo
quedara en la historia clínica. ¿Ignorancia? ¿Rechazo institucional? ¿Discriminación?
La decisión fue investigar desde una práctica concreta con los afectados por la enfermedad, e ir
respaldando mis observaciones con diverso material bibliográfico, empezando por los informes

Construyendo los Caminos del GIA XI


de las organizaciones sanitarias internacionales (OMS, OPS, otras) junto con bibliografía médica
referida al tema. Simultáneamente busqué en la psiquiatría y el psicoanálisis publicaciones que
iluminaran mi práctica. Me encontré con publicaciones descriptivas de casuística individual, con
débiles hallazgos terapéuticos, y una toma de distancia muy libresca respecto de este padecimiento.
Mucha estadística sin prácticas concretas sostenidas en el tiempo capaces de respaldar los datos
publicados. En la Argentina había referencias en obras de Domingo Cabred, de Gonzalo Bosch, de
médicos socialistas de principios de siglo XX, de Pichón Riviere, de Mauricio Goldenberg. Revisando
la revista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, sólo pude hallar cinco artículos en cuarenta
años. Todo lo leído eran referencias o menciones, pero no trabajos donde el alcoholismo fuera la
temática central. Esto último lo retomaría yo en un trabajo posterior publicado en 1995, Alcoholismo
y GIA, Editorial de San Luis (ver más adelante).
En esa dirección de investigar trabajando con los afectados y negados, se produce el encuentro
con las ideas y prácticas de la Dra. Diana Kordon y su grupo del Equipo Argentino de Trabajo e
Investigación Psicosocial (EATIP), quienes, ya en épocas de la Dictadura, desarrollaron un trabajo
clínico grupal original y potente, que partió de su decisión solidaria con los familiares de deteni-
dos-desaparecidos, de una noción sobre salud/enfermedad vinculada a una práctica social repa-
radora de las víctimas y del tejido social. Del mismo modo el concepto de trasmisión trans-genera-
cional del trauma nos amplió el conocimiento clínico del proceso de alcoholización en hijos, padres,
familiares ascendentes o descendentes (Efectos psicológicos de la represión política. Sudamericana/
Planeta. Buenos Aires, 1986), entre otras obras de dicha autora y su equipo.
En los ‘80 había comenzado a estudiar sistemáticamente la obra de Enrique Pichón Riviere que
me resultó esclarecedora para interpretar nuestra realidad sanitaria, proporcionando un instru-
mento para su abordaje: los grupos operativos, no ya sólo como instrumentación técnica sino por la
concepción del sujeto que ellos implican. También la noción de relación intersubjetiva, entre sujetos,
que me pareció un verdadero salto de calidad respecto de la idea de relaciones de objeto, y todo lo
que ello conlleva como ruptura epistemológica.
Por eso en la primera publicación (1988) los GIA aparecen definidos como “grupos centrados
en la tarea de la recuperación” (Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos, Dr. Jorge Pellegrini y Dr. Luis Di
Giácomo. Ed. Cinco. Buenos Aires, 1988. Pág. 40).
Este fue el primer esfuerzo de conceptualización teórica luego de cuatro años de práctica concreta.
Ya habíamos escrito un trabajo años antes en Gral. Roca con Ricardo Antoli. A fines de 1984 publi-
camos un breve folleto Alcoholismo: enfermedad médico-social, cuyo contenido relataba un testi-
monio de un paciente internado que se había tratado en nuestro grupo. Dicho folleto –cuya tapa
incluía ese título, teniendo como fondo una bandera argentina– lo publicaba la Dirección Provincial
de Salud Mental de Río Negro (a cargo del Dr. Carlos Cornaglia) y la autoría era del Grupo Libertad,
que fue la primera denominación del GIA. Y allí se planteaba la alianza terapéutica entre dicho
grupo y Alcohólicos Anónimos.
En 1987 escribimos un trabajo que se publicó en la Revista Encuentros para la Salud (Nro. 1, año
1, Córdoba) titulado Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos en el que el grupo todavía se identifica como

XII Libro Colectivo del GIA


Grupo Libertad. Vale decir que es entre este artículo de 1987 y la publicación del primer libro
al año siguiente con Di Giácomo, que los GIA adquieren su identidad y bautismo. Llama la aten-
ción que el trabajo para aquella revista cordobesa y la obra en coautoría un año después tengan
el mismo título. Allí se decía: “Concebimos al grupo como el sustento de la decisión individual de
dejar de beber” (…) “El grupo se ofrece así como apuntalamiento de la decisión individual de dejar
de beber” (pág. 24) y más adelante señalaba como una tarea del Grupo Libertad: “la formación de
multiplicadores de salud. Cada miembro del grupo insertado en su vida habitual realiza atención
primaria basada en su propia experiencia rehabilitadora; muchas veces realiza tarea asistencial;
y protagoniza junto con el grupo su propia rehabilitación. No se trata de tres tareas distintas sino
de distintos momentos de un mismo proceso” (pág. 27).
En 1989 comienza en Cipolletti (Río Negro) una experiencia original: el GIA, coordinado por las
Lic. Mónica Pereira y Patricia Baños habilita otro espacio público: el municipio. Luego de muchos
ensayos en Salud Pública buscaron en la Municipalidad de esa ciudad la posibilidad de crear un
trabajo que en la medida de su desarrollo halló leyes de inserción comunitaria con afinidades y dife-
rencias interesantes respecto de nuestra predominante experiencia sanitaria pública. Un aspecto
que debe ser meditado es el mayor y más directo peso que tienen en la tarea del GIA los avatares
políticos institucionales.
El debate con A.A. se saldó en 1992 cuando se realizaron las Jornadas de Alcoholismo en Caleta
Olivia (Santa Cruz) en un panel integrado por coordinadores ex pacientes en torno a ¿Es curable el
alcoholismo? y ¿Qué hace terapéuticos a los grupos?. Se discutía quién sabía más sobre alcoholismo:
si los pacientes por haberlo sufrido o los profesionales por haberlo estudiado. Se trataba de la rela-
ción entre experiencia y sistematización del conocimiento en un proceso de aprendizaje abierto sin
oponer ambos términos de la contradicción. Fue revelador escuchar a aquellos compañeros recu-
perados plantear la ampliación del conocimiento hacia la comprensión social, lo cual conllevaba
plantear la curabilidad de la enfermedad y la consiguiente pérdida de la estigmatización por un
diagnóstico a perpetuidad que opera como marca en el orillo. El lugar central que ya ocupaba en
nuestras ideas el tema de la identidad determinada por la pertenencia a una historia, una biografía
personal, a un pueblo y a un momento social concreto, nos hacía ver las claves que se encierran en
nuestros nombres y apellidos (“Lo que se cifra en el nombre“, como poetizaba Jorge Luis Borges)
llevaba a cuestionar el anonimato. Junto a ello nuestra inserción en los hospitales públicos como
parte de la oferta institucional y no como habitantes de los mismos por fuera de la planificación
sanitaria, eran puntos de ruptura que nos permitieron –en su desarrollo– enriquecer nuestro propio
modelo de trabajo, nuestros conocimientos y nuestra propia identidad. Los miembros del grupo
no se definen por la sustancia que los dependiza sino por su nombre y apellido que remiten a una
biografía personal, una historia social y una pertenencia cultural concreta.
Para entonces ya las enseñanzas de Fidel Moccio con sus trabajos sobre Creatividad; de Ángel
Fiasché con su mirada desde la Psiquiatría Social; de Ana P. de Quiroga y sus aportes desde la
Psicología Social, habían ampliado nuestros conocimientos brindándonos más elementos capaces
de incidir en la realidad, para transformarla. Fue una larga conversación (mediados de 1991,
en Rawson, Chubut) con Ana P. de Quiroga la que me permitió redefinir a los GIA. Surgía que la

Construyendo los Caminos del GIA XIII


pertenencia institucional de los mismos les daba a éstos una identidad propia, y sin perder su raíz
pichoniana, la letra “I” de su sigla aparecía como fundante. Son grupos institucionales insertos en
la salud pública y sus hospitales abordando el principal problema sanitario de nuestro pueblo.
En esa época el libro Gerónima (1982) de mi autoría, y la enorme repercusión que logró con su
versión filmada (1986), planteó con mucha fuerza el tema de la identidad, y particularmente de la
identidad grupal. Los aportes de Aimé Painé desde la cultura mapuche y de Rodolfo Casamiquela
desde la antropología contribuyeron al conocimiento más profundo de los modos regionales del
proceso de alcoholización (que ya habíamos insinuado con Di Giácomo en nuestra primera publi-
cación de 1988).
Casamiquela había señalado “Al final, cuando uno investiga el eclipse de las tribus, práctica-
mente vivían embrutecidas por el alcohol… Eso ablandó. El alcohol es el ablande de la conquista.”
(Revista Síntomas. Nro. 5, Buenos Aires, 1982).
Don Ángel Fiasché decía por entonces que los GIA eran “culturalistas” y veían el problema desde
“la Teoría General de los Sistemas”. En su prólogo a Alcoholismo, Identidad y Grupo que escribimos
con Daniel Sans, Patricia Novarino y Susana Scarano (Ed. Cinco. Buenos Aires, 1992) afirmaba
(pág. 11) “que en los GIA [hay] un discurso político específico del campo de la salud mental, donde
lo contestatario y lo reivindicativo –tan necesarios para la psiquiatría de los pobres y los coloni-
zados– va más allá del quehacer terapéutico de los pocos que lo reciben. Más bien para ser recibido
por todos y cada uno de los que lo sufren, como producto de esta relación perversa víctima-victi-
mario, consumidores-productores”.
También en la obra arriba mencionada se hace referencia a los GIA (Alcoholismo, grupo e identidad.
Dr. Jorge Pellegrini. Capítulo 1, pág. 17) “los GIA abordan la matriz social del proceso de alcoholi-
zación no sólo porque programan su actividad preventiva hacia la sociedad, sino también porque
hacen una lectura del camino social del enfermar, en el seno del trabajo grupal y en cada uno”. El
desarrollo del trabajo y la complejización de la práctica iban produciendo cambios en la concep-
tualización del GIA. No es casual que por entonces retomáramos las ideas de W. D. Winnicott refe-
ridas a objeto y espacio transicional (La familia y el desarrollo del individuo. Hormé-Paidós. Buenos
Aires, 1967) y a su lectura más abierta al mundo social.
Vivir en la clínica grupal el peso de la institución que nos identificaba, llevó a descubrir los
trabajos de Luchina en nuestro país y de Basaglia en Italia. Esto ligado a observar que la institución
se modificaba a medida que nuestra tarea crecía, y también a que era necesario producir transfor-
maciones institucionales para avanzar en la tarea. Los fenómenos de institucionalización y desins-
titucionalización señalados tempranamente por Escardó en 1962 (La sociedad ante el niño), Barton
(1959), José Bléger (1966), etc. formaban parte de nuestras lecturas y discusiones.
La generosa presencia de Fidel Moccio nos hizo descubrir la penetración y rapidez de los lenguajes
no verbales, la enorme validez de lo vivencial, que pasaron a ser un recurso habitual, particu-
larmente útil no sólo en los grupos sino en la proyección social de nuestro trabajo. Ese campo de
la creatividad fue también compartido y desarrollado en los GIA ampliamente por la Prof. Nuris
Quinteros desde su formación como psicodramatista psicoanalítica. Fidel decía en 1987 “Los GIA

XIV Libro Colectivo del GIA


representan lo grupal operando en su virtud reparadora” (Producciones Actuales. Sedronar, Red
Nacional GIA. Buenos Aires, 2018). Las dramatizaciones, los role-plays, los juegos, los despliegues
escénicos, las diversas expresiones artísticas se integraron a nuestro bagaje técnico-teórico. Lo que
el maestro Horacio Etchegoyen llamó “la interpretación en acción” en un diálogo que sostuvimos
gracias a la convocatoria del Prof. Juan Carlos Stagnaro, con quien me une una relación de amistad
y colaboración enriquecedora y humana basada en preguntas, interrogantes, propuestas e invita-
ciones a enfrentar lo todavía no pensado ni hecho. Se suma su generosidad, que siempre puso a mi
disposición tanto la posibilidad de publicar en la Revista Argentina de Psiquiatría Vertex, como en
la Editorial Polemos (ambas de su dirección y aliento) haciendo de cada trabajo escrito una nueva
conversación y reformulación –por mi parte– de conceptos clínico-psiquiátricos e institucionales.
El Prof. Elías Neuman, impulsor de la Victimología en el Derecho Penal argentino, nos hizo
entender lo que él llamaba “el crimen perfecto” del alcoholismo: la misma sociedad que contro-
laba a los seres humanos con las bebidas alcohólicas luego los condenaba al aislamiento discrimi-
natorio y mortal. Solía repetir “no se les ofrecen bebidas a los seres humanos, sino seres humanos
a las bebidas” (Producciones actuales. Sedronar-Red Nacional GIA. Buenos Aires, 2018).
En 1994 publicamos Plan Provincial de Alcoholismo (Programa Provincial de Alcoholismo.
Ministerio de Salud San Luis, 1994). Allí luego de plantear el alcoholismo como una adicción y
enfermedad médico-social, decíamos: “Es a partir de fundar los GIA en las instituciones del sistema
público que nos podemos plantear el desarrollo de otras tareas preventivas y rehabilitadoras.
Comenzamos por trabajar con pacientes y familiares padecientes en el seno del Hospital Público,
y a partir de la existencia de esa actividad vamos desplegando las otras actividades (promoción,
prevención, educación para la salud, etc.). De tal modo, la creación de grupos GIA en cada centro
sanitario, opera como referente claro de otras tareas” (pág. 7).
En 1997 (Alcoholismo y GIA. Dr. Jorge Luis Pellegrini, Ed. De San Luis) se afirmaba: (el grupo)
“está centrado en una tarea. Ella es que el ser humano dependiente de la ingesta excesiva de alcohol
pueda elaborar un proyecto de vida sin alcohol” (…) “Son grupos que trabajan los distintos aspectos
y momentos de sus miembros. No son controladores de la abstinencia o del tiempo que ésta lleva.
Ponen el acento en sostener el proceso de recuperación y construcción de nuevas alternativas de
vida. Esto señala que son grupos que trabajan sobre iniciativas de salud, apoyándose en aquellos
aspectos y soportes sanos del psiquismo que todos tenemos por nuestra condición humana. No
ignoran la existencia de la enfermedad sino que tratan de facilitar el despliegue de la creatividad,
de las capacidades transformadoras que los sujetos preservan” (pág. 16).
Tal como señalé más arriba, en esta obra dediqué un capítulo, el IV, a los Aportes psicoanalí-
ticos al conocimiento del alcoholismo revisando la obra de Freud y sus referencias al tema, en su
Correspondencia. En 1895 Cartas a Fliess. Manuscrito H, Manuscrito K (1896), Carta No. 55 (1896),
Carta No. 79 (1897). En todos estos escritos las adicciones (al alcohol, al tabaco, a la morfina) aparecen
como sustitutivos de una pulsión sexual reprimida.
En artículos posteriores, sobre otras temáticas, el alcoholismo aparece mencionado tangencial-
mente sin una conceptualización referida específicamente al padecimiento. La misma revisión
incluyó artículos de Freud en publicaciones como el Manual alfabético de Medicina (1888) de A.
Villaret, o el Diccionario terapéutico de Anton Brunt (1891).

Construyendo los Caminos del GIA XV


En Tres ensayos sobre la Teoría de la sexualidad (1905) Freud señalará que lo oral, como zona
erógena, si persiste el autoerotismo de la succión del pulgar, podrá determinar en el futuro hábitos
hacia el fumar o el beber.
En 1927 (El porvenir de una ilusión) Freud dice sobre la Ley Seca norteamericana: “El efecto que el
consuelo religioso aporta al hombre puede ser comparado con aquel de los narcóticos”, donde incluye
al alcohol. En este trabajo aparece un enfoque más abarcativo, referido a los dolores y sufrimientos
del ser humano devenidos de la vida cotidiana, no ya sólo a sus pulsiones sexuales reprimidas.
En 1929 en El malestar en la Cultura encontraremos esa bella frase: “Quien tiene tristezas, tiene
licores también”. Más adelante señalará “La acción de los estupefacientes es apreciada y recono-
cida como un cierto beneficio en la lucha por asegurar el bienestar o alejar la miseria que los indi-
viduos, y aún los pueblos, les han reservado un lugar permanente en la economía de su libido” y en
un párrafo más adelante dirá: “Si en una edad más avanzada el hombre ve sus esfuerzos hacia la
felicidad frustrados, encontrará consuelo en los delirios que le procurará la intoxicación crónica, o
bien intentará una revuelta desesperada que es la psicosis”. Las adicciones a estupefacientes serían
técnicas de sobrevida como las neurosis y las psicosis.
En aquella obra de mi autoría, arriba señalada, también rastreamos en Karl Abraham, Sandor
Ferenczi, Eugene Bleuler, Victor Tausk, Pierre Clark, Hans Sachs, Ernest Jones, A. Kielholz, Sandor
Rado, Ernest Simmel, Melanie Klein, Paul Schilder, Otto Fenichel, J. Clavreul (desde la mirada laca-
niana). Y la revisión en la Biblioteca de la Asociación Psicoanalítica Argentina con los resultados
anteriormente consignados.
En la bibliografía clásica expuesta, el alcoholismo y sus tratamientos no figuran como proble-
mática central. Son, en general, párrafos fragmentarios o referencias al tema desde conceptuali-
zaciones centradas en otras problemáticas, ocupando un espacio reducido. La conceptualización
de alcoholismo, su ubicación nosográfica, y su categorización diagnóstica aparecen de modo muy
diverso en los autores arriba señalados, lo cual también se registra en un mismo autor a través del
tiempo, sin tener un status, entidad o lugar propio.
Sin duda que esta revisión requiere ser actualizada y completada con estudios que compañeros
de la Red GIA y otros que son estudiosos del psicoanálisis podrán aportar con mayor profundidad
que esta muy breve recorrida. Entiendo pertinente esta revisión habida cuenta el peso y presencia
que el psicoanálisis tiene en nuestra tarea profesional y en nuestra cultura.
Desde hace años, y recurrentemente, volvemos a la necesidad de tener siempre presentes los
aspectos médico-clínicos del Alcoholismo. Más arriba afirmé que el cuerpo grita. No hablo sólo
de la representación psíquica del cuerpo, sino de recordar que un enfermo alcohólico sufre una
serie de padecimientos que suelen ser encubridores del diagnóstico principal (la dependencia del
alcohol) pero que también exigen ser tratados porque son padecimientos muchas veces graves, cuyo
abordaje hace a que el GIA sea un tratamiento integral. Neumonías, afecciones cardiovasculares,
cirrosis hepáticas, polineuritis, cerebelitis, ACV, pérdidas de la visión, etc., son parte del cuadro a
ser asistido, y siempre es necesaria la interconsulta con otras especialidades médicas. Es un paciente
riesgoso, y si se tiene en cuenta lo que voy señalando, surge desde otra consideración que el único
espacio institucional capaz de dar cuenta de esta problemática es, sin duda, el hospital público.

XVI Libro Colectivo del GIA


En 2011 (Escritos sobre alcoholismo. Dr. Jorge Luis Pellegrini. Ed. de San Luis) se expresa que el
grupo “…no se ocupa únicamente del síntoma, de las cantidades o calidades ingeridas, sino de descu-
brir los distintos caminos recorridos para ir instalando la adicción en los integrantes. Por ello el
despliegue de lo que los antropólogos llaman ‘historias de vida’ o las ‘novelas familiares’ freudianas
ocupan la mayor parte del tiempo y la reflexión. El grupo como factor de aprendizaje colectivo a
partir de los descubrimientos de cada uno en la escucha, la acción, el sentir, la palabra, los silen-
cios, las similitudes y diferencias de los procesos individuales, y el encadenamiento de las sesiones
que van conformando una cultura grupal. Para ello hubo que superar (1984/1987) un funciona-
miento grupal basado en el consumo (cantidad, tipo de bebidas, frecuencia y lugar de la ingesta)
que hacía girar al grupo alrededor de la botella, y no de los sujetos y sus problemas. El grupo es un
desidentificador inmediato de personas identificadas no por su historia sino por una sustancia (el
alcohol) a la cual se le otorga vida propia. Recuerdo una sesión donde un compañero escuchaba la
competencia establecida entre otros dos, en torno a quien tomaba más. ‘Esa es una charla de boliche
y acá estamos para curarnos’, dijo el tercero. Un silencio posterior mostró el insight logrado por la
vuelta en espiral dialéctica” (pág. 248).
La sostenida experiencia de abordar la problemática negada del alcoholismo en los hospitales
públicos, la reivindicación de un lugar para esta patología médico-social planteó nuevas cues-
tiones que implicaron otras tantas tomas de posición. Cuando en 1993 iniciamos el Proceso de
Transformación Institucional del ex Hospital Psiquiátrico de San Luis, el papel del GIA –fundado un
año antes- en la desinstitucionalización de ese manicomio resultó fundamental. Con el GIA aparecía
una práctica que abordaba el principal diagnóstico en la internación, al que no se le había dado
otra respuesta que la depositación cronificante o su judicialización. Los enfermos empezaban a
ser tratados junto con sus familiares, dentro y fuera del hospital, se identificaban por su nombre y
se iban recuperando. Esto cuestionaba el mito de la incurabilidad del alcoholismo, personalizaba
su tratamiento, inauguraba la tarea de grupos terapéuticos en el espacio público, terminaba con
la institucionalización de los enfermos, abría un espacio a las psicoterapias, relativizaba el peso
de los psicofármacos, y abría el hospital a nuevos actores que entraban y salían con creciente auto-
determinación. Todo ello cuestionaba el orden manicomial con hechos cotidianos concretos, obli-
gando a enfrentar el conflicto que implicaba la coexistencia del modelo asilar y el modelo GIA.
Los miembros del grupo tenían nombre y apellido, palabra y escucha, espacio y referentes fijos;
llevaban su experiencia a escuelas, medios de comunicación y oficinas públicas; ejercían su auto-
determinación y progresivamente descubrían la necesidad de planes sobre alcoholismo que dieran
cuenta del problema en todas las áreas de la vida pública ya que estaba planteada la necesidad del
cambio de conducta social fundada en el desconocimiento, el rechazo, la discriminación y el aban-
dono. El GIA era entonces un grupo que practicaba su acción sanitaria incluyéndola como tema de
DDHH, tal como estaba sucediendo simultáneamente en el exHospital Psiquiátrico sanluiseño con
el Proceso de Transformación Institucional. No es una posición declarativa de derechos sino que
desde ese eje analiza el propio alcoholismo al servicio del control social y la dependización de los
enfermos, de pensar técnicas y dispositivos que posibilitan un rol social activo de los mismos. Que
se apoderan del hospital, que generan reuniones públicas, que peticionan a las autoridades, que
conocen y ejercen sus derechos, que su recuperación obliga a un cambio de mirada en el barrio o
la familia, que el Estado debe elaborar planes, legislaciones y acciones concretas.

Construyendo los Caminos del GIA XVII


He tratado en este muy sintético recorrido seguir el hilo de las conceptualizaciones atinentes
al GIA como grupo terapéutico en las instituciones de la salud pública argentina. Ha sido la prác-
tica sostenida en una red nacional difundida por distintas regiones, ciudades y pueblos la que ha
marcado las exigencias de nuevos conceptos, rectificaciones y sucesivas nuevas sistematizaciones,
no sólo dictadas por nuestra mayor experiencia sino también por los cambios de toda índole vividos
en estos 36 años. No podía ser de otra manera: en esa apertura a tratar de comprender la dinámica
de la época, un instrumento terapéutico que define su objeto de trabajo como enfermedad médi-
co-social debe ir leyendo adecuadamente los procesos de cambio que registran la enfermedad, las
instituciones sanitarias y el devenir histórico analizando en concreto los hechos concretos.
Quizás quepa aquella reflexión de C. G. Jung: “No intentamos la investigación por la investiga-
ción misma, sino con el inmediato designio de socorrer“.

Desde aquellos inicios y principios a este Libro Colectivo


Fue al iniciarse marzo de 2017 que se realizó en San Luis (donde se hicieron las Jornadas Nacionales
2018) la primera reunión de referentes provinciales para programar las actividades del año, parti-
cularmente del Seminario de Coordinadores GIA en septiembre 2017 en Bariloche. Concurrieron
compañeros de Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Mendoza, Córdoba, San Luis, y Buenos Aires, con la
presencia también de la Directora Nacional de Salud Mental y la colaboración de Sedronar.
En ese ámbito se planteó y aprobó la idea de elaborar un libro colectivo que diera cuenta de nuestra
tarea. La idea original se debe a la Dra. Graciela Bustos (San Luis). Había publicaciones desde 1984,
escritas por algunos compañeros que constituyeron grandes aportes. Pero de lo que se trataba era
de recoger una actualización capaz de expresar las particularidades de cada experiencia en un
marco teórico, técnico y conceptual compartido, ampliado, actualizado y enriquecido desde 1984.
Además la iniciativa podía transformarse en gran estímulo para conceptualizar la tarea, sistema-
tizar las ideas, autocriticar experiencias, sentarse a escribir, y pensarse como protagonistas de la
construcción de la Red Nacional superando las distancias que van desde Santa Cruz a Jujuy, y de
Mendoza a Buenos Aires. La gran mayoría de los compañeros no tenía experiencia de publicación,
con lo cual la propuesta incluía desafíos múltiples: había que confeccionar un libro común. Ideas,
métodos, estilos, palabras, bibliografías, antigüedad de las diversas experiencias, y muchos otros
etcéteras. A la vez, los distintos trabajos debían guardar cierta armonía con los demás para darle
al objeto libro una cierta unidad que llamara a leerlo. La Red misma se puso a prueba.
En la reunión se plantearon los ejes temáticos, los objetivos, las metas y las normas a respetar. Se
puso como meta para recoger los trabajos de todos los compañeros de GIA el mes de septiembre/17
en la ciudad de Bariloche (Río Negro) donde se realizaría el Seminario Bianual de Formación de
Coordinadores tal como es nuestra costumbre.
Así nació esta obra que recoge cincuenta y siete autores de diez provincias distintas: Jujuy, Entre
Ríos, Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, Río Negro, Chubut, La Pampa y Santa Cruz. Los
trabajos hasta allí producidos fueron entregados a una Comisión del Libro Colectivo cuya meta
sería dar forma definitiva al proyecto al año siguiente (2018).
El parto fue difícil, porque muchos compañeros no confiaban en su capacidad de autores. Pero
la sacaron a relucir.

XVIII Libro Colectivo del GIA


Porque un libro colectivo implica renunciar a orgullos personales en pos del logro común. Pero
se pudo con dolores y alegrías.
Porque nos atraviesa un momento histórico en el que la Historia no existe, todo es presente
perpetuo, lo cual diluye responsabilidades porque nadie fue. Pero este trabajo afirma una identidad
que respeta los tiempos, las regiones y la diversidad cultural, a la vez que acepta la propia respon-
sabilidad en cambiar lo que es necesario cambiar.
Porque hay hoy mucha pereza intelectual y se busca la adhesión por encima de las ideas origi-
nales. Pero acá están escritas por quienes diariamente las ponen en acción.
Porque en épocas de pensamiento único y posverdad, lo diverso, lo heterogéneo, lo conflictivo es
negado buscando relatos disciplinantes para adherentes a-críticos. Pero aquí aparecen lo diverso,
lo heterogéneo y el conflicto convocando tareas transformadoras y produciendo efectos concretos
nacidos del análisis también concreto de la realidad.
Porque en tiempos de generalizaciones se sigue hablando de “el interior” como un todo indiviso
y globalizable, cuando lo que existimos somos las provincias, las regiones, las ciudades o pueblos,
y la ciudad capital, cada una con su historia, sus culturas, sus modos de pensar y vivir las parti-
culares realidades, aportando desde allí a la patria común. Este libro recoge fielmente ese hecho,
dando un color que exige al lector –con placer- situarse en esta suma de geografías.
Está también en aquellos inicios-principios, que nos ocupamos del sujeto que sufre y de la sociedad
dañada, que no somos cazadores de sustancias; que hemos corrido la botella trabajando con lo que
ella tapa; que si bien conocemos la oferta apuntamos a la demanda, a saber porqué tantos millones
de compatriotas buscan el alcohol para mal sobrevivir; porque buscamos en las historias de vida
las causas removibles de la enfermedad, afirmando su posible rehabilitación y mostrando que no
hay un destino fatal e inmodificable.
Tener por compañeros de empresa en este libro a Diana Kordon y Juan Carlos Stagnaro es ligar
un presente de luchas por la salud del pueblo argentino con sus aportes cada vez que poblaron nues-
tras jornadas y actividades públicas. Honra a esta obra que ellos participen.
Si el 15 de febrero de 1984 alguien me hubiera predicho que treinta y seis años después aquella
criatura rionegrina iba llegar a producir este libro no sé qué hubiera contestado. Atravesamos años
de tanta lucha popular en todo el mundo, de tantas crisis y reveses, de tantas ilusiones y fracasos,
que quizás sea, justamente para cambiar todo eso, que llegamos a este libro colectivo reafirmando
nuestras convicciones por la salud pública.
Conocemos diariamente en nuestros hospitales los efectos quizás más dolorosos de la crisis por
la que atraviesan nuestros pueblos. Naciones invadidas y destruidas por los poderosos del mundo;
saqueo de nuestros patrimonios; millones de refugiados o exiliados que huyen del horror de las
guerras; multitud de familias deshechas por la muerte, la persecución o el hambre; miedos utilizados
por los imperios para continuar sojuzgando a los vulnerables vulnerados; la injusticia hecha lugar
común; la libertad burlada por mordazas o castigos crueles; la desocupación y sus contracaras: el
clientelismo o el delito organizado; las dependencias a sustancias o actividades (juego, internet) como
medio de control social; la naturaleza degradada por el insaciable apetito de lucro de las grandes
corporaciones; la negación del pasado-la corrupción del presente-la ausencia de futuro confiable.

Construyendo los Caminos del GIA XIX


Todas esas violencias, violaciones y violentaciones forman parte de las historias que recogemos
en los GIA. Con eso trabajamos. Contra esas formas de autoritario control social construimos instru-
mentos y formas de autodeterminación que puedan ser esperanzas de paz en un planeta cubierto
-otra vez- de chantajes bélicos destructivos.
Un obrero argentino angustiado por el hambre le dijo a un funcionario nacional “¡Hagan algo!”
Nuestro trabajo y este libro colectivo escuchan ese grito desesperado y convocan a luchar por
esa paz y esa autodeterminación de los pueblos.

Jorge Luis Pellegrini


Médico Psiquiatra
Fundador de los GIA
Premio de la Asociación Mundial de Psiquiatría por su trayectoria
en defensa de los Derechos Humanos en la Psiquiatría (WPA/2005-2008)

XX Libro Colectivo del GIA


Prólogo
Juan Carlos Stagnaro
Profesor consulto titular Departamento de Psiquiatría y Salud Mental
Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires.
Director del Instituto Superior de Postgrado,
Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)

En uno de los capítulos de este libro los autores, de-construyendo la sigla GIA, se preguntan si
la A alude a los significantes alcoholismo, adicción, abuso, amistad o amor. Curiosa pregunta que
entrelaza términos aparentemente opuestos, dañinos unos, benéficos otros. En ese encadenamiento
de palabras se podría atisbar un recorrido que va de lo negativo, que motiva la incorporación al
grupo, hacia lo salutógeno que se puede encontrar en él.
Me decían en una de las Jornadas Nacionales de los GIA a la que tuve la suerte de asistir, que
durante los encuentros buscaban encontrar en y entre los miembros del grupo, las circunstancias
en las que las sustancias como el alcohol o las drogas habían entrado en sus vidas para instalarse
como una necesidad. Indagaban así en las vivencias de ese momento, qué era lo que habían venido
a sustituir las sustancias, qué sentimientos o palabras habían obturado. Creo entender que la hipó-
tesis que subyace a ese propósito es recuperar eso doloroso que se pretendió evitar con el consumo,
el recurso vicariante para evitar la angustia de una encerrona trágica. Cuánto de lo humano está
presente en esa opción y cuánto de lo humano en la reparación de esa alternativa destructora y,
finalmente, inoperante.
El grupo aparece así como la instancia protectora que envuelve cálidamente al sujeto sacándolo
de su soledad, con esa veracidad que da la experiencia compartida. Una experiencia de los que
saben del aislamiento y los conflictos que acarrea el consumo y ofrece en el testimonio de quienes
van saliendo o ya salieron del mismo. Apoyos, identificaciones, escuchas, camaradería, cuidados
médicos, intervenciones psicoterapéuticas y consejos adecuados. Una experiencia distinta al grupo
en el que la persona se habituó a consumir. Una ocasión de salir de las sucesivas crisis que jalo-
naron su existencia. Creo que eso es a lo que aluden los autores del capítulo que mencioné al prin-
cipio: amistad y amor.
Pero no sólo eso, porque los grupos GIA, una creación nacional de un dispositivo de salud absolu-
tamente original concebido por Jorge Pellegrini y orientado a paliar la mayor endemia de nuestro
país en el campo de las adicciones, como es el alcoholismo, cuentan con una conceptualización que
se va enriqueciendo a través de años de práctica en diversos lugares de nuestra geografía.
Los GIA cuentan con una matriz técnico profesional en la que confluyen saberes formales y
espontáneos de diversos profesionales que los suelen integrar como médicos, psicólogos, trabaja-
dores sociales, psicólogos sociales, enfermeros y miembros de los grupos que ofician como coor-
dinadores, etc., que laboran mancomunadamente por la recuperación de la salud de las personas
que los integran y de la salud de las personas con las que trabajan.

Construyendo los Caminos del GIA XXI


Por otro lado, atendiendo a la polifacética presentación de los casos de consumo, que muy frecuen-
temente son politoxicomanías, y a su presencia en todas las formas de la vida social, los GIA ofrecen
una gran ductilidad que les permite adaptar su funcionamiento a las circunstancias más diversas
sin perder su núcleo conceptual original: hospitales, centros de salud, centros de jubilados, insti-
tuciones de la comunidad…
De todas esas experiencias habla este libro que marca un hito en la historia de los GIA, dando
cuenta de reflexiones, prácticas innovadoras y propuestas de sus protagonistas.
Es así que en sus más de treinta capítulos se informa sobre aspectos técnicos generales, estruc-
turas grupales, estrategias de abordaje, comparación con otras formas de tratamiento de las adic-
ciones, formas de intervención desde la psicología social, diagnósticos situacionales, problemáticas
familiares en relación a las conductas de consumo de sus miembros, abordaje de los vínculos con
niños, niñas y adolescentes, género, recaídas, pacientes judicializados e historias de vida.
En el cierre, presentado de manera personalizada, se incluyen en esta obra testimonios del apren-
dizaje obtenido a través de la participación en los GIA y relatos muy ilustrativos de las vivencias
que despierta la experiencia en los mismos.
En suma, este libro debe ser leído por todos aquellos interesados en el tema del alcoholismo y las
adicciones, ya sean miembros de los equipos de salud, así como autoridades con responsabilidad
en el diseño de políticas sanitarias -ministerios y direcciones de salud y estamentos que rigen los
programas sociales, parlamentarios nacionales y provinciales y demás funcionarios concernidos
por esta problemática-, docentes universitarios de las carreras de la salud, periodistas y público en
general, ya que es fundamental que los GIA sean cada vez más conocidos y difundidos, como una
herramienta de altísimo valor en este dominio.

XXII Libro Colectivo del GIA


Prólogo
Diana Kordon

Dice Edgar Allan Poe en el hermoso cuento La carta robada, que algo puede ser ocultado ponién-
dolo tan evidencia que no se lo ve. “Lo que escapa a la observación por su excesiva evidencia”. Con
la problemática del alcoholismo ocurre algo así. Naturalizado al extremo, está incorporado a la
vida cotidiana como un elemento más, aparentemente despojado de atributos iatrogénicos. Más
aún, las campañas de inducción al consumo de alcohol, a través de la publicidad, se multiplican y
compiten entre sí, a través de los medios masivos de comunicación.
Siendo quizás un problema psicosocial de la mayor envergadura, que debería ser materia funda-
mental en políticas de salud pública con carácter de política de estado, la cuestión del alcoholismo
discurre negada como problema.
En 1984 Jorge Pellegrini creó y fundó el dispositivo GIA (Grupos Institucionales de Alcoholismo),
en el marco del Hospital Zonal de General Roca, en Río Negro. Digo creó porque pudo imaginar y
proponer un instrumento terapéutico capaz de atender a la problemática del alcoholismo y lo hizo,
además, en el hospital público, considerando que éste, precisamente, tiene la responsabilidad de
dar respuestas a esa necesidad. Y digo fundó, porque concretó esa idea en Río Negro y luego de esa
experiencia inicial, llevó la propuesta de los GIA a cada rincón de nuestro país donde encontraba
acogida en profesionales, técnicos y trabajadores sensibles a esta problemática, interesados en
comprometerse con el proyecto. Así se fue desplegando la Red GIA, que hoy tiene una amplia exis-
tencia real de carácter nacional y federal.
He tenido el privilegio de concurrir como invitada a encuentros nacionales de la Red GIA. En
todos los casos las experiencias me conmovieron profundamente. En ellos se expresaba concen-
tradamente cómo, a partir de un trabajo compartido de los participantes en sus diferentes roles,
se abría la posibilidad de recuperación de la salud mental y de promover las potencialidades sanas
de cada uno y del conjunto como tal.
En esos encuentros he tenido la oportunidad de escuchar y ver, con emoción, cómo los pacientes
refieren que el grupo les permite reafirmar su identidad, el ser reconocidos con nombre y apellido.
En personas que no fueron miradas, que no tuvieron una adecuada libidinización, esto tiene un
efecto profundamente reparatorio. Así como la pertenencia les significa -además del reconoci-
miento- un factor de escucha, continencia, orientación y comprensión.
Este libro, de producción colectiva, recoge diferentes experiencias y conceptualizaciones a partir
del desarrollo de una tarea comprometida en los GIA. Es una obra que honra a los profesionales,
técnicos y trabajadores que están en la trinchera, dando batalla contra el flagelo del alcohol.
Encontramos, sobre una matriz común, conceptual y empírica, diversidad de aportes que la
enriquecen.
Además de la inserción en los hospitales públicos, que fue una premisa fundacional, es también
un verdadero ejemplo la utilización de múltiples recursos para la tarea: trabajo interdisciplinario,

Construyendo los Caminos del GIA XXIII


apelar a las redes comunitarias, a las familias, generar espacios de socialización, recuperar las dife-
rentes formas y contenidos del saber popular, promover inquietudes artísticas y desarrollarlas, etc.
Un verdadero despliegue de creatividad.
Sobre la base de la concepción sobre los GIA formulada por Pellegrini, cada grupo fue siguiendo
un camino de construcción propio de acuerdo a las características culturales, políticas y sociales
de cada región y de acuerdo a la diversidad de obstáculos, resistencias y nuevos requerimientos
que se presentan, haciendo específica la singularidad de cada experiencia.
La producción, como diría Pichon Riviere, tiene la riqueza de lo heterogéneo. Una verdadera
polifonía de voces. Participan profesionales con una enorme producción conceptual y clínica y
con amplia trayectoria en el tema y también coordinadores más noveles en la tarea. También hay
aportes de pacientes. Se presentan experiencias de muy distinta trayectoria. Algunas con alto grado
de desarrollo, incluso redes regionales, y otras más puntuales. Esta cartografía compleja enriquece
el libro y da cuenta de un proceso en pleno desarrollo. En la lectura se aprecia un trabajo de histo-
rización. Se analizan los elementos de perdurabilidad desde los comienzos hasta el presente, y los
cambios sujetos a la experiencia, a las modificaciones producidas en la escena social.
En la mayoría de los casos el trabajo con los GIA se despliega en el hospital público. En otros se
hace en el marco de instituciones de la comunidad. Pero en todos los casos se trata de un disposi-
tivo que intenta comprometer el ámbito de la salud pública y los recursos comunitarios. El trabajo
interdisciplinario es una premisa.
Como señalan los autores, es fundamental el papel del Estado, por presencia o por ausencia.
El compromiso del Estado es diferente según las zonas. En ese sentido, al no estar inscriptas en
una política de Estado, el hecho mismo de estar en la trinchera agrega valor a la experiencia GIA.
Otro elemento fundamental que permite visualizar esta producción, en consonancia con los funda-
mentos mismos del dispositivo GIA, es el poder de lo colectivo como apertura y no como corset.
El común, la acción colectiva es capaz de enriquecer y no sólo de contener. Es una herramienta para
la producción de nuevas subjetividades.
Acuerdo plenamente en esta idea con Jorge Pellegrini y los autores de este libro, a partir de mi
propia experiencia. Y he aprendido con ellos, en diferentes momentos compartidos, que la perte-
nencia es un factor fundamental que puede potenciar la capacidad de reparación. Hay pertenencias
que potencian y otras que empobrecen. En esta tarea, la pertenencia está al servicio de la recupe-
ración y del reconocimiento de la identidad de todos y cada uno de los miembros del grupo.
Si bien el GIA es un dispositivo pensado y desarrollado para el abordaje del alcoholismo, también
es posible implementarlo para el abordaje de otras adicciones que, por su dimensión social, son
hoy objeto de enorme preocupación.
El libro recorre diferentes aspectos de la experiencia GIA. A la manera de un collage o un rompe-
cabezas, se van integrando los diferentes aportes, abordando las cuestiones fundamentales que
plantea la tarea.
Recorriendo el índice nos acercamos a las problemáticas fundamentales que se abordan. Pero
a lo largo de la lectura vemos que no siguen un orden lineal. No es un orden al estilo manual.

XXIV Libro Colectivo del GIA


Encontramos a lo largo del libro yuxtaposiciones y aperturas que no podemos encasillar en un
orden mecánico. Eso mismo es parte de la vitalidad del texto. Los ejes temáticos son: A. Distintos
aspectos de la tarea GIA: diversas experiencias GIA, el papel de los hospitales públicos, el por qué,
para qué y el con quién de la tarea, el hacer con el cuerpo, el espacio, la escucha, la memoria, los
territorios, diferencias entre zonas rurales, pueblos y ciudades, historia de los GIA, su relación con
otros abordajes en adicciones, la perspectiva desde la psicología social; B. Otros consumos proble-
máticos y el GIA (alcance de los GIA, policonsumo y dependencia con drogas); C. Procesos diag-
nósticos en el GIA y abordaje con perspectiva de Género; D. Capacitación y formación de recursos
humanos; E. El rol de la familia en el alcoholismo y en el abordaje terapéutico, El abordaje de los
vínculos con niños, niñas y adolescentes; F. GIA y Género (consulta de mujeres como pacientes y
como acompañantes; G. Las recaídas; H. El GIA y los pacientes en contexto judicial; I. Evaluación
de resultados GIA y J. Historias de vida.
En la imposibilidad de analizar cada uno de los aportes, y consciente de mis propias omisiones,
menciono, también bajo la forma de un collage, algunas de las cuestiones que son trabajadas en
el libro.
La matriz común y base de la tarea es la práctica y teoría de los GIA. La experiencia grupal es
fundamento y está presente en todos los equipos sin excepción.
Definen el dispositivo GIA como un entramado que anuda formas de saber, relaciones de poder
y prácticas de subjetivación. La instalación de un dispositivo nuevo implica un duro trabajo para
vencer resistencias internas y externas.
Como en todos los abordajes vinculares, en el grupo el tercero está presente. Se instala, en términos
concretos, la posibilidad y el límite, que habilitan efectos de potencia frente a la omnipotencia
paralizante.
El trabajo en los GIA funciona como una herramienta de autorrescate. En este sentido se polemiza
con la idea de que somos los coordinadores o profesionales de distintas disciplinas los que resca-
tamos a los pacientes, sino que nuestra tarea es brindar instrumentos que hagan que los pacientes
sean sujetos de su propio rescate, que los afectados, sus familiares, y las personas comprometidas
en vínculos significativos tengan una posición activa. Como antes planteaba, rescate en una tarea
realizada con otros, en un proceso colectivo. Por lo tanto se trata de acompañar y no de dirigir.
El ingreso al GIA implica ciertas situaciones críticas. Muchas veces se tienen que abandonar espa-
cios de socialización que constituían apoyos grupales para el psiquismo. Es decir, que el consumo
de alcohol se da en el marco de relaciones sociales. La descripción de la pulpería como espacio de
socialidad es un ejemplo de la cultura en algunos lugares. Se trata, entonces de proponer espacios
de sustitución.
En la diversidad de recursos, a veces, hay una combinación de arte, juego y terapia. A partir de la
escucha, del juego, se realiza un trabajo de simbolización allí donde había un vacío. Con recursos
creativos, se ponen en escena miedos y deseos, que ayudan a acceder a la palabra. No puedo dejar
de asociar estos procesos con los efectos terapéuticos que produce la magia y lo lúdico, en general,
en chicos internados con patologías orgánicas severas.

Construyendo los Caminos del GIA XXV


Como apreciamos de una manera más general en el mundo contemporáneo, ante el vacío repre-
sentacional de la época, nuestra tarea nos impone la necesidad de producción conjunta de sentidos.
El cautiverio, en términos simbólicos, entendido como diversas formas de pérdida de la libertad
personal, muchas veces lleva al otro cautiverio, el del alcohol. Por ello en los GIA se trabaja para
lograr la reconstrucción del tejido histórico vital. Están allí las manos extendidas y entrelazadas
de los miembros del grupo.
En los GIA dan importancia a la actitud de bienvenida, el respeto, el reconocimiento. A diferencia
de otros procesos de admisión, consideran necesario no tener actitudes expulsivas. Esta posición
contrasta con la realidad de muchas instituciones, en las que las admisiones implican colas de horas,
conseguir turno lleva meses, etc., como si no fuera un derecho el derecho a la salud.
La tarea grupal apunta a construir conciencia de enfermedad, a apostar por un proyecto de vida
y a la recuperación de la autoestima. Se trata de ejercitar la espera, de aceptar que no hay magia y
que los resultados no son inmediatos.
Es importante que todos, incluido el equipo coordinador, sostengan la esperanza en las capaci-
dades del otro y de uno mismo. Confiar que siempre hay un área sana en el cual anclarse y fijar
un punto de referencia vital. En este sentido se desprende de todos los aportes la idea de que no
hay un polo de salud representado por los coordinadores y un polo de enfermedad colocado en los
pacientes. Se evita una polaridad que no recuperaría los aspectos sanos de los pacientes y promo-
vería una idealización omnipotente de los coordinadores.
El encuadre, entendido como el conjunto de normas, el sistema de reglas que regulan el funcio-
namiento, las relaciones y el vínculo con la tarea, es fundamental para los GIA en todas las instan-
cias de sus actividades, intra e interinstitucionales. Todos los autores señalan su importancia. Hora,
día, coordinador. Ante la vulnerabilidad, ante la devastación psíquica, el encuadre otorga estabi-
lidad, referencia, confianza.
Como en otras problemáticas, el involucramiento de la familia es fundamental en el proceso de
recuperación y en su sostenimiento. Teniendo en cuenta que los vínculos significativos son estruc-
turantes y no sólo constituyen interacciones, así como la familia puede tener participación en los
procesos de alcoholización, el involucramiento, el apoyo y el acompañamiento en el trabajo tera-
péutico juegan un papel privilegiado. Por eso participan en los grupos. La visita domiciliaria es
otro recurso que pone en juego la colaboración de la familia. Una especificidad es el abordaje de
la problemática de niños y adolescentes que viven en un medio familiar donde la alcoholización
atraviesa la vida cotidiana.
Un tema no menor son las vicisitudes de la abstinencia. Como se señala, ésta no es un lecho de rosas.
Se aborda también la cuestión de las recaídas y la soledad, o el sentimiento de soledad, como
factor importante. Y el hecho de que las recaídas no impliquen la idea de fracaso frente a la adic-
ción. Dado que la vida es conflicto, se trabaja en reconocer que no hay un para siempre. Coexisten
en cada persona el si y el no para el tema de las recaídas. Por ello no hay sano ni enfermo para
siempre. En cambio en todo sujeto hay recursos de salud.

XXVI Libro Colectivo del GIA


Se plantea la problemática de la implicación, la necesidad de generar espacios para pensar los
atravesamientos en los miembros del equipo de coordinación y en las instituciones. Lo que está
claro es que siempre se trata del trabajo en equipo, en grupo. Los GIA implican la inclusión de lo
grupal y lo colectivo, no sólo en relación a la población que se asiste, sino también en relación a
los operadores.
Varios autores plantean la pertinencia y la realización de experiencias de ampliación a partir
de la problemática del alcoholismo, al trabajo con otras adicciones y abordan la problemática del
policonsumo.
Los autores se interrogan, y en los hechos responden, respecto de la posibilidad de transferir
algunos componentes del GIA a la formulación de políticas y modelos de prevención, en los tres
niveles (primaria, secundaria y terciaria) de los problemas derivados del consumo de múltiples
productos designados como “drogas”, o sea de la poliadicción. Proponen reglas generales para la
formulación de planes y programas para afrontar la polidependencia con drogas.
Resulta muy interesante el análisis de que la adherencia terapéutica en los GIA es mayor en los
pacientes que presentan problemas de adicción al alcohol que a otras drogas.
En el libro están también presentes temas tales como experiencias realizadas en colegios secun-
darios. Una experiencia a tener en cuenta es la introducción de los GIA en la currícula universitaria.
Esto se ha realizado en la cátedra de Clínica Psiquiátrica de la Universidad Nacional de Córdoba.
Se debate con otros modelos de abordaje, planteando un cuestionamiento de criterios epidemio-
lógicos y clasificaciones, desde el CIE-10 hasta la OMS.
Un capítulo particular es el de los pacientes judicializados. El trabajo para favorecer la ruptura
de la negación e incorporar la conciencia de enfermedad tiene una especificidad que requiere
particular atención.
Se aborda también la cuestión del cómo y el porqué de las tres E: eficiencia, eficacia, efectividad
de los GIA y la problemática del alta, cuestión en la que se plantean algunos criterios aproximativos.
Como no podía ser de otro modo, la perspectiva de género recorre el libro y merece un espacio
particular. Abarca múltiples aspectos: el hecho de que la mujeres concurren menos que los hombres
a la consulta por sí mismas y concurren, en cambio, más como acompañantes; el análisis de las
causales socioculturales de este fenómeno. Se presentan interesantes datos estadísticos sobre la
diferencia entre hombres y mujeres en la consulta, se discute cómo facilitar la consulta y el trata-
miento de mujeres teniendo en cuenta la especificidad de género.
Por último se presentan algunas historias de vida que dan cuenta, vivencialmente, de la profunda
significación de la experiencia GIA. Escuchemos una voz, en la que se condensan tantas otras: “Hoy
en día cambió todo, cien por ciento, de lo que era antes. Mis problemas los trato de solucionar, los
hablo… Ahora reflexiono, no soy tan impulsivo de andar golpeándome con nadie ni de andar levan-
tándole la voz a nadie, por ahí tengo conflictos como cualquier ser humano ¿no?, pero trato de llegar
a que entienda la otra persona, escucho un poco más y hablo un poco menos también. Ya no me
llevo la vida por delante. A veces pienso que si hoy no estoy tan bien, mañana puede ser mejor.”
¡Mis calurosas felicitaciones a los autores por el texto y por la tarea que despliegan!

Construyendo los Caminos del GIA XXVII


XXVIII Libro Colectivo del GIA
Modalidades
de tratamiento

Construyendo los Caminos del GIA 29


30 Libro Colectivo del GIA
El GIA y sus territorios

Luisina Croceri
Lic. en Psicología
GIA Municipalidad de Cipolletti, Río Negro.

“El territorio puede desterritorializarse, esto es, abrirse y emprender


líneas de fuga e incluso salir de su cauce.” (Rolnik, S. y Guattari, F.)

Meras preposiciones, palabras aparecen para producir efecto y describir una praxis. Praxis que
tiene un origen y sobre todo orígenes. Que tiene una identidad que hace borde, y sobre todo desborda
constantemente. Palabras, preposiciones que nos posibilitan posicionarnos desde distintas formas
de abordar una misma problemática. Palabras, prácticas, praxis, bordes y desbordes para subjeti-
varnos otros a partir –y a través– de una escritura, de una lectura. Introducirnos en alguna escena
de la práctica del GIA de Cipolletti, también abre a continuar cartografiando la praxis.

Sobre el GIA
¿Cómo es esta praxis del GIA en Cipolletti? Es un GIA, que se configuró desde el modelo de los
Grupos Institucionales de Alcoholismo. El modelo que aborda este problema de salud desde diversos
aspectos: lo asistencial, lo promocional, lo preventivo, la docencia y la investigación. Donde lo
grupal cobra la importancia de ser el espacio principal para elaborar aquellas historias; de las de
antes y de las actuales. Aquellas historias, experiencias que enferman y sanan, que afectan. El GIA
en Cipolletti se distingue de otros GIA del país. Cada uno de estos tiene sus particularidades. Sin
embargo, todos funcionan dentro del Sistema Público de Salud. En Cipolletti, no. Forma parte de la
institución municipal, del área de desarrollo humano y familia, de acción social. Es por 1989 que se
crea el espacio grupal en un barrio, en uno de los efectores de promoción comunitaria. Y a lo largo
de los años se posibilita la creación de un programa de alcoholismo, en donde el GIA continúa como
forma posible de abordaje, con un fuerte tinte comunitario y es esta forma que insiste y conforma
el hacer de nuestra práctica. El GIA aparece como instituyente, como novedad, como resistencia a
lugares de poder.
Abarca diversos atravesamientos que hacen a la complejidad del alcoholismo. Y estos atravesa-
mientos dan cuenta de los dispositivos. El filósofo M. Foucault nos había advertido hace algunas
décadas, en los ´70, sobre los dispositivos. Y es para considerarlo de suma importancia para crear
planos de consistencia en nuestras prácticas. ¿Qué es un dispositivo? Un dispositivo es un entramado
que anuda tres líneas o elementos: formas de saber, relaciones de poder y prácticas de subjetivación.
Los dispositivos son nuestra manera de habitar el campo social, son anteriores a nosotros. Son epocales,
es decir que comprenden enunciados, visibilidades que son históricas-sociales-culturales-políticas.

Construyendo los Caminos del GIA 31


Las formas de saber y las relaciones de poder producen subjetivación. Hacer visibles los disposi-
tivos nos hace distinguir entre lo que somos y lo que estamos siendo: “la parte de la historia y la
parte de lo actual” (Deleuze, G.). Por lo tanto, hacer visibles los dispositivos dará la posibilidad de
pensar acerca de: ¿Cuál es el discurso social que atraviesa hoy? ¿Qué subjetividades se producen?
Comprenderlos, hacerlos visibles, nos permitirá pensar formas de abordaje posibles, entre noso-
tros, y para las intervenciones clínicas comunitarias. Generar espacios para pensar los atravesa-
mientos acerca de la problemática del alcoholismo, produce la implicación para la acción transfor-
madora sobre el entorno, sobre la sociedad y sobre sí mismos, las personas que constituyen una
comunidad. Es en estos caminos que el GIA Cipolletti hace de sus territorios del grupo, el equipo,
la institución, la comunidad, formas de alojar el sufrimiento, formas de desterritorializarse para
hospedar aquello que se presenta, para la transformación.

Desde el GIA
En el grupo terapéutico para la recuperación de la salud, es prioridad la circulación de la palabra,
poder decir, poder sentir. Es en ese espacio donde quien coordina cumplirá la función de contener,
sostener el encuadre, acompañar, porque es ahí donde se generan las condiciones de ser escuchado,
de escuchar al otro en tanto otro. Y así continúan las voces... Cada uno puede, tiene el poder en
tanto sustantivo, pero también en tanto verbo, en tanto potencia, en tanto posible (Lewcowicz, I.).
Se transita por territorios diversos, aquellos del mundo interno, del externo, del mundo vincular.
Guattari y Rolnik nos dicen que el territorio es sinónimo de apropiación, de subjetivación encerrada
en sí misma. Es el conjunto de los proyectos y de las representaciones en los cuales va a desem-
bocar pragmáticamente toda una serie de comportamientos e investiduras, en los tiempos y en los
espacios sociales, culturales, estéticos y cognitivos. “El territorio puede desterritorializarse, esto
es, abrirse y emprender líneas de fuga e incluso salir de su cauce. (...) La reterritorialización será
así un intento de recomposición de un territorio implicado en un proceso desterritorializante”.
El uno y el otro comienzan a desdibujarse, salirse de sus territorios, para dar lugar a nuevos, a
un espacio entre. En condiciones de hospedar al otro, de hacer-ser huésped, uno y otro como formas
completas se abren a devenires propios de las condiciones singulares y colectivas de ese encuentro.
Estas son las experiencias del espacio grupal.
Allí se da esa experiencia próxima de estar entre otros, y a su vez ir conociendo quién es quién,
su identidad, para comprender que el alcoholismo es un padecimiento colectivo, para deconstruir
y desnaturalizar los procesos de alcoholización, “que deja de ser una construcción social para ser
algo hasta enraizado en la cultura popular” (Pellegrini, J. L.). Luego de cada reunión de grupo, se
supervisa-covisa, a través de la lectura de la crónica, para poder observar y pensar la dinámica
grupal, la función del coordinador y generar estrategias para cada paciente. Es aquí la experiencia
distante, donde se realiza la conexión con las concepciones teóricas, donde se piensa y descifra, y
donde se observa cada miembro del GIA como perteneciente a una red, al grupo como entramado,
abierto a distintas pertenencias (Pellegrini, J. L.). Y entre estas pertenencias, articulaciones, por las
redes se transita, se camina, también como parte de nuestro trabajo, para acompañar en la recu-
peración de la salud.

32 Libro Colectivo del GIA


Entre el GIA
Encontrarse implica habitar con otros, entre otros. Transformarse en los encuentros, transfor-
marse en los territorios. Y estos son de modos diversos: en el trabajo, en el equipo de trabajo, en el
grupo con los pacientes, con los textos y los autores, con la síntesis de ideas debatidas en los espacios
de supervisión, en los lugares de formación. En y con. Entre. Ir hacia un movimiento en lo impre-
visible del encuentro con el otro, que nos subjetiva otro.
¿Cuándo se produce el encuentro? La pregunta acerca de cuándo responde a dos aspectos que
serían importantes introducir: Lo epocal, está en relación a pensar en las transformaciones de
las vidas de las personas y los atravesamientos que generan novedad en los discursos de época: lo
cultural, lo socio-histórico, lo tecnológico, entre varios otros. Por otro lado, lo situacional, define
el aquí y ahora, la situación, y las condiciones “del trabajo vincular que se va construyendo en el
Entre, desde el que se produce la vincularidad. No se parte para pensar la familia desde las identi-
dades, sino de la producción vincular en devenir. En el hacer, se produce la vincularidad, y a partir
de allí se diferencian los que participan en esa configuración, se posicionan, se hacen madre, padre,
hijo y no previamente a ese hacer (Kleiman, S.). Estas nociones convocan a algunas escenas expe-
rienciadas en el espacio grupal, en donde pensar a cada sujeto-uno conduce a cerrar la posibilidad
de dejarse afectar. Es decir, pasar de lo uno a lo múltiple. Por lo que es necesario deconstruirse,
pensar el nosotros de una grupalidad, de una situación atravesada por una época que el GIA aloja.
¿Cómo es el hacer en el GIA? La grupalidad como configuración de identidades. La importancia
de la transmisión. ¿De qué? De amores y desamores, de encuentros y desencuentros ¿Cómo dar
lugar a la tensión existente en los vínculos? El otro se impone como alteridad. ¿Cuál es la imposición
propia del vínculo y cuál la que afecta violentamente? ¿Cómo deconstruir nociones, relaciones de
abuso: de poder, de una sustancia, de un otro? Identidad y Frontera, pensar desde el entre. ¿Cómo
se construye en lo grupal la grupalidad? Algunas de estas preguntas hacen des-borde en el grupo
terapéutico. Algunas de esas ideas se arman en las siguientes escenas del grupo:
…Y ahí estamos, atravesando-nos por la G, la I, la A... esa “A” que comienza a deconstruirse: ¿es
de “alcoholismo”, de “adicción”?, ¿es de “abuso”, es de “amistad”, es de “amor”?
Un círculo, de hombres y mujeres. Muchos hombres, un par de mujeres... inmersos en esta actua-
lidad-contemporánea en donde la cuestión de género hace marca. ¿Cómo habitar lugares donde los
modos de existencia creen novedad, generen confianza, encuentro?
El espacio del grupo en el GIA Cipolletti, estaba siendo atravesado, hace algunas semanas, por
una particular tensión. Hay tensiones que mueven, otras que paralizan. Esta era de esas últimas.
El aire no corría ¿qué se respiraba entonces? ¿Cómo respiramos? Pensando, creando... ¿Cómo?
Estas semanas se teñían de la cuestión de género, que atravesaba cada espacio en los que nos
embarcábamos: reuniones, medios de comunicación, jornadas. Era de esos días de lucha y visibi-
lización en las calles. Y ahí: el grupo.
Otro jueves, por la tardecita. Siempre el mismo horario, sosteniendo el encuadre. Comenzó la
reunión. Las ansiedades paranoides se introducían afectando el clima grupal. Estas ansiedades
que Pichon Rivière describió como ansiedades básicas: depresivas o paranoides. Las primeras

Construyendo los Caminos del GIA 33


se relacionan con el miedo a la pérdida; las paranoides, con el temor a lo desconocido o el miedo
al ataque. Podemos continuar describiendo la situación con los elementos que la componen: un
círculo de sillas, muchos hombres y una que otra mujer, sentados en aquellas sillas. De un lado
del círculo: ellos; del otro, ellas. Se profundiza la tensión. ¿Habrá ataque? Previo a dar comienzo
formal a la reunión de grupo surgen algunos comentarios, algún chiste, alguna ironía, poniendo
a las mujeres en lugares establecidos. Lugares que durante años fueron los comunes: la cocina, la
limpieza, la cama y la pasividad. En la coordinación -cabe mencionar que ambas eran mujeres-,
esa ansiedad, esos chistes se sentían de manera pesada. Invaden, penetran, ¿violentan? Con la
sensibilidad epocal, entre las lógicas de patriarcado y las de género, incluir, con-jugar las rela-
ciones de poder sin producir violencia no es tarea sencilla. El lugar asimétrico de la coordinación
puede dar lugar al pensamiento o puede dar lugar a una sola idea, casi como la verdad. Ante esta
situación tan tensa, en donde el enojo invade por la sensibilidad del tema, surge la idea de generar
un desvío en esa grupalidad, generar pensamiento, ¿cómo hacer grupalidad? Y en esa tensión
–que podía explotar o implotar– surgió la siguiente pregunta: “Alguna vez... ¿se enamoraron?”.
Perplejidad. Desconcierto. La primera reacción fue la defensa: “¿Vos pensás que nosotros no nos
podemos enamorar?”. Situaciones en donde el miedo a lo desconocido implica el temor para hablar
de aquello que se siente, que emociona, que afecta. Desterritorializarse. Volver a repreguntar,
ponerla a jugar entre todos. Fue la pregunta que abrió desde una posible explosión hacia la trans-
formación. Luego de algunos minutos de preguntas y repreguntas, ataques y defensas, se entró en
tarea. Poder hablar de lo que a cada uno le produce el estar enamorados. Desde lo corporal: placer,
sonrojo, dolores de panza, risas. Desde lo emocional, manifestar y expresar eso que se siente por
otro: querer verlo-a, desear encontrarse, que llame, escriba, algo de la necesidad, algo de la elec-
ción... Anécdotas de los amores de adolescencia, la búsqueda de la persona amada, cómo hacerse
de coraje, cómo construir una relación, cómo es el deseo. Reterritorializarse. Y pasan las horas
del grupo, esas dos horas en donde se generó la conversación. Donde el ser hombres y mujeres se
deconstruye, para combinar diversas subjetividades, devenir, ahí, pensándose, recordando histo-
rias, deseando el encuentro con otro, deviniendo otro. Deseando un encuentro con lo tierno. Con
esa íntima tensión que es abrir el corazón.

Bibliografía
Buckart, M.; Aguirre, E. Los vínculos actuales: confianza o amenaza. Archivo PDF.
Capitalismo y producción de subjetividad. Archivo PDF.
Deleuze, G. (2002). Conversaciones. Madrid. Editora Nacional Madrid.
Derrida, J. Sobre la hospitalidad.
Geertz, C. (1994 [1983]). Cap. 3: “Desde el punto de vista del nativo: sobre la naturaleza del conocimiento antropológico”. En:
Conocimiento local: ensayos sobre la interpretación de las culturas. Ed Paidós.
Guattari, F. (1995). Acerca de la producción de la subjetividad, en Caosmosis. Buenos Aires. Manantial.
Guattari, F.; Rolnik, S. (2005). Micropolítica: Cartografías del Deseo. Ed. Tinta Limón.
Hupert, P. (1999). Seminario de grado: Ética y subjetividad en Historia de la sexualidad de Michel Foucault. Dictado por el Dr.
Edgardo Castro. Facultad de Filosofía y Letras. En www.pablohupert.blogspot.com.ar
Kleiman, S. En qué nos interrogan los vínculos hoy.
Lewkowicz, I. Subjetividad adictiva: un tipo psicosocial instituido. Archivo PDF.
Lewkowicz, I. (2002). Una respuesta ética ante la violencia: comentarios en la Jornada sobre ética. Buenos Aires.

34 Libro Colectivo del GIA


Méndez, M. L. (2011). Procesos de subjetivación contemporánea. Ensayos entre antropología y educación. Paraná, Entre Ríos.
Ed. La Hendija.
Montero, M. (2011). Introducción a la psicología comunitaria. Buenos Aires Ed. Paidós.
Pellegrini, J. L. (2011). Escritos sobre alcoholismo: 1989-2011. San Luis. Ed. Payné.
Ulloa, F. (1999). Para una metapsicología de la sociedad. Sociedad y crueldad. Conferencias Congreso Salud Mental y Derechos
Humanos, UPMPM. Buenos Aires

Construyendo los Caminos del GIA 35


De la nostal… GIA a lo actual

Andrea Vargas
tamiswalk@gmail.com
GIA Municipalidad de Cipolletti, Río Negro.

“La nostalgia, por ejemplo, que tan gustosa es, y que tan generosamente nos brinda el calorcito
de su refugio, es también tramposa: ¿Cuántas veces preferimos el pasado que inventamos al
presente que nos desafía y al futuro que nos da miedo?”
Eduardo Galeano

Breve navegación histórica


El equipo técnico profesional del programa GIA de Cipolletti realiza hace tres años una supervi-
sión externa a cargo del Licenciado en Psicología y Magister Daniel Sans. En este espacio se trabaja
en función de lo que cada uno de los que participamos comparte, ya sea respecto del trabajo y diná-
mica del equipo (roles, funciones, tareas, proyectos) del grupo terapéutico, de los atravesamientos
intra e interinstitucionales; de las dudas, las inquietudes, los miedos, de las escenas temidas, de
los encuentros y desencuentros, de la salud de quienes trabajamos por la recuperación de la salud
de las personas y de la salud de las personas con las que trabajamos. Cada encuentro es esperado,
aprovechado, genera confianza, es un espacio de aprendizaje y de cuidado… cuidado. Fundamental
para pensarnos, mirarnos, escucharnos, transmitirnos y revisar la práctica cotidiana cada uno
como parte integrante de este equipo: grupo de trabajo.
En uno de los mencionados encuentros se trae la relación constante que surge en el grupo tera-
péutico, y también en el equipo de trabajo, respecto al GIA actual y al recordado de otros años.
Qué es el GIA Cipolletti, con un pasado que le ha dado identidad, que lo contiene. Se trabaja sobre
la nostalgia; que significa, del griego clásico nostos regreso y ahogar y dolor, es descrita como un
sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento, que puede provocar añoranza
con emoción de tristeza o puede dibujarnos una sonrisa… Echar la mirada atrás y sentir como se te
encoge el corazón. Es una mezcla de dulce y salado… debe ser la nostalgia. Surge en este espacio un
juego de palabras respecto al término NOSTAL–GIA, que me remite a la historia de este GIA, el de
Cipolletti, Río Negro.
Cumplo hoy con el deseo que esta historia, que no es la misma de otros GIA, que tiene su parti-
cularidad, que la hace única y diferente, y que le da Identidad de GIA Cipolletti, sea plasmada en
un escrito. Lo que a continuación esbozo en estas líneas es un recorte de quien suscribe, y es en
base a la recopilación del relato de algunos de sus protagonistas, los integrantes del grupo, coordi-
nadores y pacientes, y de la propia experiencia realizada desde la coordinación del grupo terapéu-
tico y como integrante de equipo de trabajo.

36 Libro Colectivo del GIA


El GIA comienza a funcionar en la ciudad de Cipolletti en abril de 1989 impulsado por la Trabajadora
Social Lic. Mónica Pereira, la Sra. Patricia Baños, y la supervisión del Médico Psiquiatra Dr. Luis Di
Giácomo. En el centro de salud del Barrio del Trabajo se realizan las primeras reuniones del grupo
terapéutico. Luego también se sumaría una médica clínica.
En el trabajo social realizado desde el Centro de Promoción Comunitaria por el equipo mencio-
nado, dependiente de la Secretaria de Acción Social del municipio, surge la necesidad de profun-
dizar y generar una tarea que brinde respuestas en relación con el alcoholismo, ya que ésta era
una problemática que surgía en muchas de las situaciones sociales que demandaban asistencia en
la comunidad (violencia familiar, desnutrición, deserción escolar), etc.
Es así, que la Lic. Mónica Pereira teniendo conocimiento y habiendo participado de capacita-
ciones y las primeras jornadas del modelo GIA da comienzo a los primeros momentos de gestación
de este dispositivo de abordaje del alcoholismo en nuestra ciudad.
Durante más de 15 años desde la Municipalidad de Cipolletti, el GIA sostuvo su atención, asistencia,
tratamiento, rehabilitación y actividades de promoción de la salud y prevención del alcoholismo,
funcionando en diferentes espacios dependiendo siempre de la institución municipal: en el Centro
de Promoción Comunitaria del barrio 1200 Viviendas, en una casa del barrio Hidronor -compar-
tido con otro programa, de violencia familiar-, algunos meses en el hospital local, que por atrave-
samientos de diversa índole, políticos, ideológico, y principalmente negación del alcoholismo como
enfermedad médico social, ese espacio es boicoteado constantemente, luego el grupo GIA continúa
funcionando en el Centro de Promoción Comunitaria Municipal, del barrio Luis Piedra Buena.
En este sentido el GIA Cipolletti ha sido la excepción a la regla, ya que es la única experiencia
donde la “I” de institución no se aloja en salud pública, sea hospital o centro de salud, aspecto suma-
mente importante y necesario por la complejidad de esta enfermedad, que requiere por lo tanto
de respuestas integrales e inter disciplinarias, e interinstitucionales. Es por ello, que la articula-
ción con salud es permanente, debido a la importancia como parte del tratamiento y recuperación
del paciente con problemas de alcoholismo o consumo problemático de alcohol u otras sustancias
psicoactivas.
Desde el GIA Cipolletti se mantuvo permanentemente la convicción de que el sostenimiento de
un encuadre posibilita ser un lugar de referencia: lugar, día y hora que puedan ser lo más estables
posibles, y la presencia de un coordinador del grupo terapéutico, quien reciba el pedido de ayuda,
de asesoramiento para la recuperación de la persona enferma de alcoholismo, su familia o cual-
quier persona que estuviera interesada en participar, aprender o colaborar en esta problemática.
¿Pero qué es el “encuadre”, que tanto mencionamos? Según el diccionario: «Encerrar o meter en
un marco o un cuadro; conformarse una cosa en otra; bordear; determinar los límites de una cosa»;
otra definición sería «marco regulador, referido a pautas y normas que nos posibilitan un hacer”.
Si pensáramos en un cuadro como elemento a analizar, este nos va a dar una idea acerca del espacio,
el concepto de límite que hemos enunciado, es importante para entenderlo, ya que el límite dentro
de este –espacio, cuadro– va a tener que ver con quien sostiene la lámina, el marco, y este, con el
contorno y la estructura del mismo. La lámina sin embargo, nos va a permitir apreciar la obra de
arte, que depende de quien la haya compuesto, el estilo que le haya dado, vamos a poder observar
distintas características que la misma tiene a la hora de analizarla.

Construyendo los Caminos del GIA 37


Otras definiciones que dan cuenta del encuadre que utilizamos en el GIA: son aquellas constantes
que permiten un proceso, recordemos que proceso es aquello que acontece enmarcado en ciertas
pautas. Bleger en el libro “Simbiosis y ambigüedad” dice que “el encuadre es, entonces, una insti-
tución dentro de cuyo marco, o en cuyo seno suceden fenómenos que llamamos comportamiento”,
o sea que estaría hablando de un procedimiento compuesto por elementos, que nos van a permitir
sostener dicho proceso.
Esto es ratificado en Psicología Social por el Dr. E. Pichon Rivière y Ana Quiroga, que en el artí-
culo publicado en el año ‘72 “Aporte a la didáctica de la Psicología Social”. Sostienen que el encuadre
es un “conjunto de constantes metodológicas que permiten la comprensión de un proceso, facili-
tado a través de la confrontación de modelos internos con la situación externa” (...) “El encuadre es
un ámbito que permite una comprensión horizontal y vertical. Es un lugar donde se realiza una
tarea, un lugar comprendido como un conjunto de ideas, ECRO (Esquema Conceptual, Referencial
y Operativo), un espacio real y un tiempo para realizar la tarea”. Recordemos que la tarea es el
elemento organizacional básico y fundamental para la teoría pichoniana fundante de la Psicología
Social Argentina.
El encuadre del que tanto insistimos en el GIA, no solo en el grupo terapéutico sino en todas las
instancias y actividades que se desarrollan intra e inter institucionales, es eso, es un conjunto de
normas, un sistema de reglas que regulan el funcionamiento, que opera como regulador de las rela-
ciones y del vínculo con la tarea.

Bitácora del programa municipal GIA


En marzo de 2009 se presenta un proyecto al municipio para que el modelo GIA adquiera carácter
de Programa Municipal. Con la participación en ese entonces de cuatro integrantes del grupo tera-
péutico, uno de ellos recuperado en el grupo GIA Cipolletti, y quién también coordinaba el grupo
terapéutico, el señor Manuel Torres, una estudiante de la Licenciatura en Servicio Social, Andrea
Vargas, y la Lic. Mónica Pereira, quien era responsable del Centro de Promoción Comunitaria del
Barrio Luis Piedra Buena, donde funcionaba el grupo y quien es la fundadora en esta Ciudad del
trabajo con el dispositivo GIA. Previo a la audiencia para presentar el proyecto del Programa GIA al
Sr. Intendente, se realiza difusión del trabajo del grupo GIA en la Apertura de Sesiones del Concejo
Deliberante.
A partir del 12 de marzo de ese año, en audiencia concretada con el Sr. Intendente, se aprueba el
inicio del funcionamiento del Programa Municipal de Alcoholismo con la modalidad de abordaje
GIA (Grupo Institucional de Alcoholismo) en la ciudad de Cipolletti.
Esto permitió dar un salto cualitativo en el trabajo que se venía desarrollando hace muchos años,
ya que posibilitó la incorporación y contratación de personal abocado exclusivamente al desarrollo
de la tarea en el Programa, permitiendo ampliar el servicio: La coordinación del Programa a cargo
de la Licenciada en Servicio Social Mónica Pereira, una secretaria administrativa, un operador en
alcoholismo recuperado en el GIA, capacitado en una pasantía y seminarios de formación para
coordinador (Don Manuel Torres), una estudiante avanzada de la Licenciatura en Servicio Social,
Diplomada en Tratamiento y Prevención en alcoholismo en el I.E.S.P. de la ciudad de San Luis (Andrea
Vargas), luego se incorporaría al equipo de trabajo la Licenciada en Psicología Virginia Cismondi.

38 Libro Colectivo del GIA


Además de la posibilidad de contar con otros recursos: edilicios, materiales, mobiliario de oficina
(computadora, teléfono celular del GIA, escritorio, sillas, etc.) instalaciones con dos oficinas y baño,
un salón para las reuniones del grupo terapéutico en una Delegación Municipal de la Zona Norte
de la ciudad, edificio compartido con otros programas y áreas municipales.
Se fue profundizando y ampliando el trabajo que por años se venía desarrollando, desde la asis-
tencia, tratamiento y recuperación de la salud de las personas afectadas por la enfermedad del
alcoholismo. Desde la promoción de la salud y la prevención tanto en escuelas primarias, secunda-
rias, niveles terciario y universitario; y en diversas áreas municipales e instituciones donde se ha
demandado poder hablar y generar conciencia sobre este tema.

De lo instituido a lo instituyente
En su uso más antiguo Lidia Fernández expresa que la palabra “institución” alude y refiere a
normas; valor de alta significación para la vida de un determinado grupo social, fuertemente defi-
nido y sancionado; formalizadas en el caso de las leyes; con amplio alcance y penetración en la vida
de los individuos. También el término se utiliza como sinónimo de establecimiento, definido como
la concreción material y la versión singular de una norma universal abstracta. Las instituciones
representan, por consiguiente, a aquellos custodios del orden establecido que dan al individuo la
protección de una lógica con la cual organizar su mundo, de otro modo caótico y amenazante.
Las corrientes institucionalistas francesas realizan su aporte desde el punto de vista dialéctico a
la consideración de la dinámica de lo institucional, y proponen discriminar en la operación concreta
de las instituciones –como dimensiones complementarias siempre presentes– lo instituido (lo fijo, lo
estable) y lo instituyente (el cuestionamiento, la crítica y la propuesta opuesta o de transformación).
En términos generales, las ciencias sociales y psicológicas tienden a acordar sobre la existencia
de diferentes ámbitos de complejidad en todo fenómeno humano. La especificación más utilizada
en este sentido es la que discrimina, en la realidad del hombre, la operación de lo individual, lo
interpersonal, lo grupal, lo organizacional y lo social general.
A partir de 2010 se comienza a pensar y se pone en práctica el proyecto ApuntalArte, este colec-
tivo es integrado por parte del equipo GIA, por dos compañeras del centro de promoción comuni-
taria, efector de la delegación zona norte, y es coordinado por el titiritero Daniel Zapata.
El ApuntalArte, comienza a trabajar desde la prevención a partir del arte, en un primer momento
en relación con el alcoholismo y otras adicciones, y luego de diversas temáticas que fueron deman-
dándose en la medida que se fue socializando las intervenciones artísticas realizadas, que tienen
como principal objetivo el de generar impacto en sus destinatarios, el dejar pensando, el salir de
lo convencional y conocido.
En estos tiempos y en conjunto con ApuntalArte, se va generando un nuevo espacio que se deno-
mina de “creatividad y expresión corporal”. Aquí se trabaja con el registro de lo corporal, de los
sentidos, lo que cada uno puede y quiere, es un tiempo destinado a “sentirse bien”, hacer una pausa
en la cotidianeidad para ocuparse de cada uno. Participan del mismo: el equipo técnico del GIA,
compañeras municipales, agentes sanitarios del hospital y los integrantes del grupo terapéutico,
tan importante para cada uno el despertar lo anestesiado, no solo los afectados por el alcoholismo.

Construyendo los Caminos del GIA 39


En 2016, junto al cambio de gestión en el Gobierno Municipal, se suceden varias modificaciones
en diferentes áreas dependientes del municipio, no sólo de secretarias o coordinaciones, sino del
personal afectado a cada sector.
La Secretaria de Acción Social de la que dependía el Programa GIA, cambia de nombre y se
denominará por algunos meses “de Desarrollo Humano y Familia”, luego ésta se dividiría en dos
Direcciones: de Desarrollo Humano y de Familia respectivamente. De la Dirección de Familia depen-
derá una nueva Coordinación de Prevención Comunitaria a cargo de la Lic. Mónica Pereira, quien
coordina tres programas municipales en el trabajo de prevención en diferentes temáticas: adoles-
cencia saludable, cuidadores domiciliarios y el programa de alcoholismo GIA.
Desde ese entonces el equipo de trabajo del programa se encuentra en una horizontalidad en la
coordinación del mismo, es decir en conjunto el equipo tiene organizado espacios de reunión para
la planificación, evaluación y ejecución de la tarea y proyectos, así como la supervisión del grupo
terapéutico, con la lectura de la crónica grupal donde se evalúa la dinámica grupal e individual de
sus integrantes y se desarrollan las estrategias de tratamiento y de intervención para cada situación.
Cada integrante del equipo desarrolla su función de acuerdo con su formación, pero también
se realizan actividades donde la característica es la participación de todos, cada uno poniendo su
impronta y su saber. La interdisciplinariedad permite enriquecer la tarea y generar aprendizajes.
Se sostiene también la mencioada supervisión externa al equipo realizada por el Lic. Daniel Sans,
cada 15 días. Y reuniones con la coordinadora de Prevención Comunitaria, donde se socializa la
tarea, se organizan actividades, se supervisan situaciones.
Desde 2011 nos reunimos los días jueves con la Médica Psiquiatra Dra. Alicia Hermida, del Servicio
de Salud Mental del Hospital Pedro Moguillanky, quien atiende a la mayoría de los pacientes inte-
grantes del grupo terapéutico. Se realiza un pase de sala y se elaboran estrategias de intervención
en conjunto para acompañar en la recuperación de la salud de cada paciente.
Es destacable el trabajo que se ha generado desde hace dos años, donde la posibilidad de articu-
lación intra institucional de diferentes áreas municipales, se ha hecho protagonista. Y la puesta en
práctica de un trabajo pionero y tal vez el único implementado en la región y en nuestro país: Son
los talleres de Concientización y educación sobre el consumo excesivo de alcohol en la conducción,
proyecto que se comienza a gestar en el transcurso de 2010 cuando se desarrolla una capacitación
y formación a compañeros del Departamento de Tránsito de la Municipalidad (es el personal que
trabaja en las calles, en los operativos que se realizan de tránsito y alcoholemia).
En esa oportunidad se realizan talleres dirigidos al personal que trabaja en esa área, con el fin
de sensibilizar sobre la temática del alcoholismo, además que se pudieran pensar estrategias de
intervención y formas de abordaje en aquellas situaciones que se les presentaban a los compañeros
a la hora de realizar los operativos viales. Estás capacitaciones fueron pensadas con modalidad de
taller participativo, trabajando conceptos básicos y utilizando diversas técnicas, e intervenciones
artísticas (desde ApuntalArte) que generen la posibilidad de concientización y aprendizaje.
En 2015 se piensa y se escribe el proyecto en conjunto entre el área de tránsito y el programa
GIA-ApuntalArte.

40 Libro Colectivo del GIA


Es así como se ponen en práctica los Talleres de Concientización sobre el consumo excesivo de
alcohol en la conducción, los cuales están destinados a los conductores que al momento de pasar por
un operativo de tránsito, el test de alcoholemia les da positivo (en nuestra ciudad el límite permi-
tido de alcohol en sangre es de 0,5 mg/l, en autos, 0,2 mg/l para motos y los profesionales 0,0 mg/l).
A estas personas se les retiene el carnet de conducir y el vehículo, para recuperarlos deben cumpli-
mentar dos requisitos: 1) pagar una multa (de esto se encarga específicamente el Juzgado de faltas
municipal y el área de tránsito) y 2) la participación obligatoria de dos talleres de concientización,
los cuales constan de dos encuentros de 3 horas cada uno, los días sábados:
Uno es coordinado por Educación Vial Municipal y se orienta a abordar lo relacionado a lo norma-
tivo y la legislación de tránsito y educación vial. El otro espacio es brindado por nuestro Programa y
se trabaja en la sensibilización y concientización de los riesgos del consumo de alcohol en la conduc-
ción, y de las implicancias médico, sociales, culturales, económicas, históricas y antropológicas.
Ha sido y es una tarea gratificante, un desafío en cada encuentro, ya que en cada uno nos encon-
tramos con un grupo diferente, que llega por una infracción a la ley de tránsito, una obligación, un
requisito para recuperar su carnet y vehículo secuestrado. En muchos o la mayoría el común deno-
minador es el enojo, en otros la vergüenza y la preocupación por el valor de la multa… A medida que
se va desarrollando el taller se van soltando, expresando las emociones que traen, son tres horas
donde muchos por primera vez hablan sobre el tema, surgen cuestionamientos hacia la institución,
las formas en los que se realizan los operativos, las normativas de tránsito también aparecen las
reflexiones e ideas preventivas, se piensa en el cuidado de la vida de cada uno y la de los que los
rodean. Es un espacio que ha dado resultados positivos respecto a que durante estos tres años de
implementación de los talleres no ha habido situaciones de reincidencia por alcoholemia positiva,
siendo un indicador de eficacia en el dispositivo propuesto.
En noviembre de 2016 el programa GIA se traslada de lugar físico de funcionamiento a una Casa
Municipal en Calle Juan De Dios Filiberto N° 1857, lo cual es recibido con mucha emoción y alegría,
tanto por el equipo de trabajo, como por cada integrante del grupo, su familias, y todas aquellas
personas que de una u otra manera están conectadas con la tarea del GIA, ya que ha sido un logro
muy importante de muchos años de lucha para poder concretar el sueño de un espacio con otras
características, contenedor, que aloja. Permitiendo dar continuidad a la tarea, (brindar), re-pensar,
ampliar y mejorar aún más el servicio brindado a la comunidad.
Durante este año nos sumamos a un espacio donde se realiza actividad física adaptada y que
coordina un profesor del área de Deportes municipal, lo cual posibilitó generar una articulación
también con la mencionada área; concurren una dupla del equipo de coordinación e integrantes
del grupo terapéutico del GIA, y otras personas de la comunidad de diferentes edades.
El Programa Municipal GIA desarrolla múltiples actividades basadas en la Asistencia, la Promoción
de la Salud, Prevención, Tratamiento, Rehabilitación, Capacitación y Docencia en Alcoholismo, y
además el abordaje de otras adicciones.
La realidad se ha ido modificando en los últimos años y con ella la demanda que se realiza en el
programa, ya no llegan demandas para personas afectadas únicamente por el consumo de alcohol, la
mayoría es realizada por poli-consumo, aunque sigue siendo el consumo de alcohol el que prevalece.

Construyendo los Caminos del GIA 41


El grupo es heterogéneo, concurren personas afectadas directamente con una dependencia de
muchos años o por un consumo problemático, (o problematizando el consumo), sus familiares,
amigos, estudiantes (de psicología, trabajo social, minoridad, adolescencia y familia, enfermería)
que realizan sus pasantías, asisten hombres, mujeres, y niños, de diferentes edades y clases sociales,
pertenecientes a esta ciudad y de otras ciudades cercanas. La demanda se realiza espontáneamente
o por derivación de otras áreas de la municipalidad u otras instituciones y organismos.
Hemos recorrido un largo trayecto que da cuenta de tiempo, espacio, de muchos y diversos
caminos transcurridos, de mareas revoltosas, de otras en calma, de tempestades, paisajes colo-
ridos y tormentas grises, con arribos a puertos propiciadores de pausa, de pensamiento, de análisis,
evaluando y reformulando; dando continuidad a nuestro camino. La base es este modelo, nuestro
barco navegante, que con cada oleada se va transformando. Donde cada tripulante es parte de un
engranaje que permite su movimiento, cada uno transmite en el otro la potencia, la energía nece-
saria para seguir andando, para virar si fuera necesario, lo particular se convierte en colectivo, en
revolucionario, en motor de búsqueda, la búsqueda del placer, de la salud con sabor a aprendizaje.
La memoria viva no nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta.
Quiere ser puerto de partida, no de llegada. Ella no reniega de la nostalgia, pero
prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie. Creyeron los griegos que la memoria
es hermana del tiempo y de la mar, y no se equivocaron… (Eduardo Galeano)

Bibliografía
Beller, D. Encuadre. Clase de 4to año. Primera Escuela Privada de Psicología Social.
Bleger, J. (1972). Simbiosis y ambigüedad. Buenos Aires: Editorial Paidós.
Bustos, G. Alcoholismo hoy. El proceso de recuperación de la salud.
Fernández, L. M. (1994). Instituciones educativas. Buenos Aires: Paidós.
Pellegrini, J. L. (2011). Escritos sobre Alcoholismo: 1989–2011. San Luis: Ed. Payné.
Pichon Rivière, E. (1983) Buenos Aires.

42 Libro Colectivo del GIA


Anexo: GIA Cipolletti, Río Negro (2017)
Actualmente el equipo de trabajo GIA está integrado por:
• Secretaria Administrativa: Claudia Reyes.
• Licenciada en Psicología: Luisina Croceri.
• Psicólogo Social: Adrián Pereyra.
• Psicóloga Social y Técnica en Minoridad y Familia: Tamara Walker.
• Estudiante avanzada en Licenciatura en Trabajo Social: Andrea Vargas.
• Sr. Carlos Leichner, quien se ha incorporado formalmente al programa a fines de mayo de 2017.
Se ha formado en una capacitación realizada desde este programa, sobre el modelo GIA duran-
te 2015 y participa del grupo terapéutico hace tres años, en un primer momento acompañando a
un paciente desde su voluntariado del Servicio de Paliativos del hospital local, y luego como in-
tegrante-colaborador; tiene experiencia en acompañamientos desde su trabajo como voluntario
en el Servicio de Paliativos del hospital de Cipolletti, (además realiza terapias alternativas como
el Reiki).
• Silvina Torres, actriz que coordina ApuntalArte y el espacio de Expresión Corporal y
Creatividad.

Tareas que se desarrollan


• Reuniones de equipo, de planificación, supervisión y evaluación.
• Grupo terapéutico.
• Entrevistas de admisión, de orientación y seguimiento.
• Psicoterapia individual y familiar.
• Seguimiento del proceso de recuperación en domicilio y telefónicamente.
• Acompañamiento terapéutico.
• Acompañamiento en crisis (sistema de guardias).
• Supervisión externa del equipo de trabajo.
• Interconsultas.
• Articulación interinstitucional.
• Pase de sala: Reunión semanal con médica psiquiatra del hospital.
• Difusión a la comunidad.
• Formación y capacitación.
• Talleres de promoción de la salud y prevención del alcoholismo: En escuelas primarias, colegios
secundarios, terciarios y universitarios, en otras áreas de la municipalidad e instituciones.
• En articulación con el Área de Tránsito y Educación Vial Taller de Concientización del Consumo
Excesivo de Alcohol en Conductores.
• ApuntalArte: Prevención de diferentes temáticas a través del arte.

Construyendo los Caminos del GIA 43


• Espacio de Expresión Corporal.
• Acompañamiento, supervisión y capacitación de otros grupos de la red provincial GIA de Río
Negro.
• Espacio de Actividad Física, articulación con área de Deportes del Municipio.
• Taller de Reciclado y Pintura, coordinado voluntariamente por la Sra. Nora Honores.
• Reunión inter-programas (de la Coordinación de Prevención Comunitaria).
• Tareas Administrativas.
• Salidas recreativas, festejo de cumpleaños.

Información de contacto
Atención, admisiones y consultas: lunes a viernes de 7 a 14 hs.
Grupo terapéutico: martes y jueves de 19 a 21 hs., viernes de 11 a 12:15 hs.
Correo electrónico: gianacional130@gmail.com
Facebook: GIA Cipolletti
Cel.: (0299) 15 507 9830

44 Libro Colectivo del GIA


Modos de relación en los pueblos

María Eugenia Albertini Susana Alarcón


Lic. en Psicología Médica
eugealber7@yahoo.com.ar susanaalar@hotmail.com

Ezequiel Goitia Gabriela Centeno


Médico Lic. en Enfermería
ezequiel_goitia@hotmail.com centeno.gabi@yahoo.com.ar

GIA San José de la Dormida, Córdoba.

En el presente trabajo analizaremos el vínculo que existe entre un grupo social definido y el
lugar donde elije alcoholizarse, tomamos este tema porque fue una cuestión que llamó la atención
al equipo GIA que estuvo en el momento de esa reunión.
No nos adentramos en las cuestiones psíquicas de cada persona, en la constitución del psiquismo
individual, historicidad y familia. Solo consideraremos lo cultural de la zona, con un pantallazo muy
general, tomando en cuenta expresiones que surgen de las reuniones GIA analizando la manera de
juntarse sin juntarse en un espacio cultural que es muy frecuente en el norte cordobés.
Observaremos como el grupo de adultos y adultos mayores de la población rural toma como
lugar para “juntarse” y “beber unos tragos” en “comedores” que serían los sucesores a las pulpe-
rías del siglo pasado.
Se presentan en la reunión dos pacientes que ya habían sido asistidos, pero nunca habían compar-
tido el espacio GIA. Es decir, cada uno había concurrido en momentos diferentes. Ambos pacientes
mayores de 62 años. Ambos con características de trabajadores rurales (en su momento), con esco-
larización primaria incompleta.
En la reunión se presentan como “amigos”. Trabajando esa palabra con ellos, la amistad es del
bar, boliche. De mesa a mesa. No de compartir “una mesa”, sino ambos en mesas distintas. ¿Qué
compartían? La invitación y el pago de una copa, de un vaso de vino. Bar, punto de reunión, lugar
de encuentros y desencuentros. Alcohol, mediador. Familia, no puede manejar la situación. Volver
a casa “si te lleva alguien”, con caídas y golpes de por medio. Repetición de la situación.
La pregunta que surge es: ¿Qué otras relaciones pueden surgir en la vida de estas personas que
reemplacen el circuito antes mencionado?
Evidentemente en este caso (entre otras razones que no abordaremos) hay una cuestión cultural
de nuestra zona (norte cordobés) que tiene sus orígenes en la pulpería.
Una pulpería era hasta inicios del siglo XX, el establecimiento comercial típico de las distintas
regiones de Hispanoamérica. Su origen data de mediados del siglo XVI y proveía todo lo que entonces

Construyendo los Caminos del GIA 45


era indispensable para la vida cotidiana: era un centro de abastecimiento de vestuario, medi-
cinas, herramientas, alimentos, objetos de uso cotidiano; también, un lugar de sociabilidad donde
los pobladores se reunían a conversar sobre acontecimientos políticos, chismes y a realizar activi-
dades de esparcimiento. También era el centro social de las clases sociales humildes y medias de la
población; las pulperías eran lugares donde podían tomarse bebidas alcohólicas y además se reali-
zaban peleas de gallos, se jugaba a los dados, a los naipes, en algunos lugares se tocaba la guitarra,
se payaba y se cantaba. Se las podía encontrar tanto en la ciudad como en la campaña.
Volviendo a nuestra época y en nuestra zona, estas viejas pulperías se fueron transformando en
almacenes de ramos generales, de a poco se dejó de expender bebidas alcohólicas y realizar activi-
dades recreativas, por último, tomaron formato de almacenes y supermercados pequeños. Por su
parte se comenzaron a observar comedores y bares de paso donde los paisanos se juntaban a tomar
y comer algo, sociabilizar y jugar naipes y otros juegos. Estos establecimientos son los lugares de
encuentro, donde también además de comer algún “menú del día”, se expende bebidas alcohólicas.
En la actualidad, en estos comedores, se juntan distintas personas, lugareños, en su mayoría solos,
y gente que viene de la zona rural a realizar compras, trámites, cobrar jubilaciones, concurrir a
los centros de salud, y que utilizan a estos, para alimentarse y socializar.
En nuestra sociedad (San José de la Dormida) existen espacios bien diferenciados:
• El café de la estación de servicio para adultos y algunos jóvenes.
• El boliche bailable para jóvenes.
• El pub/bar para jóvenes y adultos.
• El bar comedor donde se come un menú del día, económico, y además se consumen bebidas al-
cohólicas de mesa a mesa por lo general para los adultos y adultos mayores.
Pellegrini en Escritos sobre alcoholismo afirma:

“El beber está sustentado por las redes identificatorias que en el curso de la vida
han construido esos apoyos grupales, construcción que es previa al comienzo de
la adicción, y que con el transcurso de esta (la carrera alcohólica) va organizando
la vida cotidiana de los pacientes y sus grupos de pertenencia, en una sucesión
de crisis y búsquedas de nuevos equilibrios.” (Pellegrini, 2011: 86)

Con respecto al grupo social que estudiamos en su mayoría son gente de campo, de la tercera
edad, se ven minifundistas con economía de subsistencia, algunos con trabajos temporales jorna-
leando, otros ex peones rurales, por lo general sin jubilaciones o con pensiones no contributivas,
de escasos recursos económicos. Lo que tienen en común, es que ellos, de jóvenes, aprendieron a
sociabilizar, a reunirse e interactuar en los viejos almacenes de ramos generales, cuando hacían
las compras y trámites en los pueblos; al desaparecer éstos, fueron ocupando otros espacios donde
poder gozar sentido de pertenencia. Esto no solo se ve en la zona rural del norte cordobés, se da en
zonas rurales de todo el país; en su libro “Gerónima”, el Dr. Pellegrini ya describe las actividades
en los “boliches, donde se vendían alimentos y bebidas alcohólicas”.

46 Libro Colectivo del GIA


El desafío en los grupos GIA está en encontrar alternativas, en conjunto, que permitan a las
personas buscar espacios de recreación, de compartir, teniendo en cuenta que estamos hablando
de desplazar cuestiones culturales muy arraigadas, transmitidas de generación en generación.
Uno de los integrantes comenta que es “muy difícil ir contra eso; es la persona la que tiene que
plantearse el cuidado de su salud”. Parecería difícil vencer el colectivo de juntarse y tomar.
Tanto en la época de la pulpería como en la actualidad, las bebidas alcohólicas generan un ingreso
seguro.
Lo que da cuenta de lo complicado y complejo del tema. Cara y contracara de una realidad. Por
un lado, lo cultural, el espacio de encuentro en la soledad del alcohólico; por otro lado, lo econó-
mico, la venta de bebidas es redituable, o tiene “salida”.
Darle la vuelta de tuerca a estas costumbres, reflexionando sobre ellas, y sacando conclusiones
grupales, que iniciarían nuevas construcciones posibles para la vida. El bar o la pulpería es el lugar
de reunión para buscar un apoyo a la soledad del tomador, siguiendo su soledad, de mesa a mesa y
sin juntarse realmente. Un lugar neutro, donde la familia no está presente, solo los iguales a él, los
otros alcohólicos en su misma soledad. Se debe romper con ese círculo, juntando a las personas, a
las familias, proyectando un porvenir y desplazar la soledad por compañía sana.
Pellegrini continúa de esta forma:
El ingreso a un GIA implica un abandono de los apoyos grupales del psiquismo que
sustentaron el proceso de alcoholización. En la sucesión de crisis por las que atravesó el
paciente y sus grupos, es otra crisis. Pero ésta, al ser parte de un proceso correctivo, abre
el cuestionamiento sobre esos apoyos (…) El camino recuperatorio esta mojonado por la
búsqueda de nuevos apoyos grupales del psiquismo individual, los que a su vez apoyan y son
apoyados por el Aparato Psíquico Grupal. Una “nueva junta” va construyéndose en el espacio
transicional y en el mundo interno de los sujetos afectados. Desde allí, desde ese espacio
transicional sostenido ahora por otros apoyos, es que el GIA y los individuos ocupan el espacio
social con otras conductas, otras palabras, otras experiencias. Los que en mecanismos de
pasaje van y retornan por y hacia ese “espacio de la experiencia cultural. (Pellegrini, 2011: 86)

En reunión grupal, planteamos el tema de los espacios, los lugares “para tomar”.
La necesidad de tener espacios y “juntas” o grupos, la necesidad de tener una pertenencia.
Nosotros creemos que es indispensable para la sanación del paciente y su entorno romper con el
círculo vicioso, cambiar el grupo de pertenencia de estas persona, dándole un nuevo sentido a las
juntadas, moviendo, si es posible, de lugar y encontrando un nuevo sitio de encuentro, donde este
círculo vicioso no pueda entrar, planteando como ejemplos de lugares de sociabilización clubes,
centros de jubilados, instituciones como los C.I.C. (Centro Integrador Comunitario), donde se pueden
realizar almuerzos para la tercera edad, donde el alcohol no tenga lugar y donde los participantes
se sientan identificados con sus pares sin dejar de ser gente de campo.

Bibliografía
Goldman, N. (1998). Nueva Historia Argentina. Revolución, república, confederación (1806-1852). Buenos Aires, Argentina:
Editorial Sudamericana S.A.
Pellegrini, J. L. (2011). Escritos sobre alcoholismo 1989–2011. San Luis, Argentina: Ed. Payné.
Pellegrini. J. L. (2011). Gerónima. San Luis: Ed. Payné.

Construyendo los Caminos del GIA 47


La tarea GIA: ¿Qué?
¿Para qué? ¿Con quiénes?

Susana Telesio
Lic. en Trabajo Social

Nicolás Peralta
Lic. en Psicología

Rosana Lupo
Lic. en Kinesiología

Equipo GIA Hospital Nacional Dr. Baldomero Sommer


General Rodríguez, Buenos Aires.

Los Grupos Institucionales de Alcoholismo desarrollan su labor en nuestro país desde hace más
de tres décadas. Se trata de un modelo de intervención desde Instituciones de la Salud, cuyo obje-
tivo principal es dar respuesta a una problemática compleja como es la atención del alcoholismo
en particular y de las adicciones en general según nuestra experiencia, desde el equipo GIA del
Hospital Nacional Dr. Baldomero Sommer, sito en el segundo cordón del conurbano bonaerense.
Labor que comenzó en 2010 y continúa hasta la actualidad.
La complejidad de la problemática que tratamos atraviesa y arma un amplio campo problemá-
tico, que desde el inicio es indispensable analizar, diagnosticar, operar sobre él y sobre los distintos
actores sociales que lo componen, donde cada uno pretende satisfacer necesidades, descargar
tensiones, reinterpretar prácticas, atender demandas, obtener recursos, entre otros satisfactores.
Dentro de este escenario complejo se encuentra la propia Institución de Salud, con sus normativas,
sus perfiles de gestión y sus objetivos específicos. También se incluye al equipo GIA y las diná-
micas internas propias de la demanda que atiende y de la puesta en común de lo que allí se dirime,
la gestión del dispositivo, los recursos humanos y de funcionamiento. Las propias crisis por situa-
ciones de entrada y salida de sus miembros. En nuestro caso tuvimos que atravesar el duelo por el
fallecimiento de una compañera, el alejamiento de otro compañero que se mudó a otra provincia.
Estos atravesamientos son compartidos pues los pacientes viven, en esta ida y vuelta tan cercana
que se genera en los GIA. Nosotros estamos duelando y ellos también, a nosotros nos pasa y a ellos
también, pues los compañeros nuestros; eran sus terapeutas, sus referentes.
En este campo problemático que venimos describiendo también se encuentran los pacientes y
sus allegados, sus expectativas de logro, sus objetivos, los nuestros como equipo de salud. Es por
ello, que el abordaje de la salud, es posible desde una mirada integral y multidisciplinaria. En este

48 Libro Colectivo del GIA


sentido nuestro equipo de salud se constituye e interviene de forma interdisciplinaria, donde cada
uno desde su campo disciplinar aporta sus saberes, su experiencia y vivencias, indispensables para
el enriquecimiento de las prácticas, las que se transforman en herramientas que permiten abordar,
orientar, acompañar a los afectados directos y a sus allegados.

El Modelo GIA como herramienta de atención y como modelo de gestión


El Modelo GIA, es un espacio asistencial terapéutico cuyo objetivo general se apoya en la esti-
mulación de los factores sanos que toda persona posee para que pueda lograr el desarrollo
óptimo de su potencial en pos de la construcción de un proyecto de vida saludable. Y es a su vez
–a nuestro criterio– un modelo de gestión en sí mismo, ya que por su maleabilidad puede ser apli-
cado a cualquier escenario territorial: sean instituciones hospitalarias de tipo monovalentes o de
carácter polivalente.
Como modelo de gestión posee herramientas teórico-conceptuales e instrumentales que le propor-
cionan características particulares. Sus efectos operan de manera dialogal aun en aquellos hospi-
tales que han funcionado desde sus inicios como “Instituciones Totales” y donde esa impronta,
aunque las modalidades se hayan ido modificando, todavía se mantiene sobre todo en ciertos “crite-
rios manicomiales”. El GIA actúa en este caso como transformador de esa realidad.
Es que el modelo permite generar espacios de acción/reflexión/acción tanto hacia adentro del
propio equipo GIA, como con los distintos actores que conforman el entramado interno de todos
los servicios intramuros del hospital. Se trabaja de manera articulada. El encuentro en los talleres
de reflexión-capacitación sobre la problemática de las adicciones en pacientes internados con pato-
logías crónicas deja beneficios que redundan en la calidad de atención.
El GIA como modelo de abordaje, también opera sobre la comunidad a través de la realización
de talleres en distintas escuelas, sociedades de fomento, Patronato de Liberados, empresas, indus-
trias, etc. donde se trabaja apuntando a la prevención.
Esta manera de gestionar los espacios territoriales, afianzan el GIA del Hospital Sommer, pues por
las características rurales de su emplazamiento (20 kms. aproximadamente desde la zona céntrica
de General Rodríguez), es necesario el contacto directo con las Instituciones de la Comunidad. Es
allí donde el hospital sale y el abordaje se hace comunitario. Esta modalidad permite instalar el
dispositivo, enriquecerlo, que las personas se apropien y lo referencien, lo propaguen de boca en
boca, como una modalidad de llegada a quien lo necesite.

De la composición del equipo


El equipo GIA se halla conformado en la actualidad, por un psicólogo, una trabajadora social y
una kinesióloga que concurren todos los días de manera estable y sostenida. Colaboran una enfer-
mera profesional y pacientes dados de alta que se incorporan en la tarea, dos veces por semana
cuando funciona el grupo terapéutico.

Generalidades de la tarea
Se da respuesta a la demanda espontánea. Se realiza recorrida de sala. Dejamos constancia en
la Historia Clínica de nuestro tratamiento y de la historia evolutiva del paciente. Participamos en

Construyendo los Caminos del GIA 49


Ateneos. Somos docentes de la Escuela de Enfermería del hospital con convenio con la Universidad
de Buenos Aires (UBA). Los alumnos que cursan dicha carrera, realizan rotación por GIA, dentro
de su práctica pre-profesional. Asumimos el rol de la supervisión. Participamos activamente en
el proyecto “Mesa de Género”, en la que confluyen distintas áreas del hospital con el objetivo de
visibilizar la problemática, construir un protocolo de intervención acorde al perfil del hospital y
a las demandas de sus beneficiarios. Formamos parte de los recursos para la atención de mujeres
en situaciones de vulnerabilidad y violencia. Estamos construyendo desde GIA un espacio grupal
terapéutico, de rehabilitación que llamaremos “Taller de Fortalecimiento Emocional”, que funcio-
nará una vez por semana para tratar cuestiones de género. Participamos en el proceso de forma-
ción del Comité de Bioética del hospital.
Cumplimos estos roles, siempre desde la identidad que nos habita, que nos hace ser y hacer,
que es la de pertenecer al Grupo GIA, para la atención de las adicciones. Esa es la identidad que
sentimos, y la que nos confiere nuestros pares, nuestros compañeros de trabajo de otros servi-
cios. Así nos saludan, nos dan la bienvenida: “Hola… acá llegan los del GIA”, eso nos refuerza que
los GIA son también un “modelo de gestión, un modelo de mirar la realidad desde la construcción
conjunta, un modelo facilitador de procesos saludables en la Institución desde el lugar donde nos
toque intervenir”.
Relatamos nuestra experiencia sabiendo lo beneficioso que ha sido para nosotros escuchar lo
que otros Equipos hacen. Compartir las realidades sobre las que intervenimos en todo el territorio
Nacional, sus particularidades, sus diversidades, es un proceso enriquecedor que nos aporta ideas
para ser más creativos a la hora de responder.

Protocolo de intervención
El protocolo de intervención surgió de la necesidad de encontrar un instrumento operativo que
sirviera de matriz y le imprimiera un camino lógico desde donde operar. Su construcción nació
luego del análisis de las Fortalezas y Debilidades de la tarea realizada por más de siete años. Es
también una guía práctica para toda aquella persona que se incorpore al Equipo. Lo desarrollamos
a continuación.

Tratamiento integral
Entrevista de Admisión de abordaje individual. Nos permite un primer acercamiento a la realidad
situacional del paciente desde los aspectos bio-psico-sociales. De allí se diseñan luego las estrate-
gias de abordaje y las expectativas de logro del paciente y del Equipo.
Entrevista con familiares, si los hubiera. Nos permite la identificación de referentes de apoyo.
Son de gran sostén en el tratamiento para el paciente. Por su importancia haremos una referencia
particular sobre el rol de la familia en el recupero de la salud del paciente.
Interconsulta con Psiquiatría. Allí se realiza la evaluación y se decide el tipo de medicación
adecuada.
Interconsulta con Hospital de Día de Clínica Médica. Realiza chequeo clínico a aquellas personas
que no tienen controles en los dos últimos años. Se articula un turno, el paciente concurre a la
mañana temprano y a la tarde ya tiene diagnóstico y medicación.

50 Libro Colectivo del GIA


Visita Domiciliaria: Se evalúa el contexto socio-ambiental. (Se visualizan las necesidades, se
orienta, se articula con redes de bienes y servicios de la comunidad, con salitas barriales, se
gestionan vehículos municipales, etc.) con el objetivo de facilitar que el paciente tenga una mayor
adherencia al Grupo.
Terapia grupal: Una vez por semana. Allí se trabajan hábitos, relaciones vinculares, se despliegan
técnicas de psicodramatización, lúdicas, terapias rehabilitantes supervisadas por Kinesiología.
Invitación a la participación de talleres recreativos, de expresión literaria, corporal, de reflexión.
(Se programan a demanda).
Trabajo Comunitario: Se trabajan con la red de vecinos de las personas afectadas, con otras insti-
tuciones de la comunidad, con escuelas, etc.
Pacientes derivados desde el ámbito Judicial: Se realiza un trabajo articulado con el Patronato
de Liberados y/o autoridad competente. Se realiza seguimiento del caso, comunicación fluida con
el Equipo Técnico del Juzgado. Informe Social.

La importancia de la terapia grupal en el tratamiento


El grupo proporciona una imagen en espejo representativa de la historia de vida de cada uno de
los participantes.
Hay un doble juego de reinterpretaciones donde el equipo de salud y los pacientes se modifican
continuación de manera conjunta.
Se construye un espacio donde lo individual y subjetivo, se ponen en juego en un proceso de
construcción colectiva.
Se aprende a respetar un encuadre, sus tiempos, a ejercitar la atenta escucha cuando habla un
compañero, se aprende a identificar fortalezas y debilidades propias y del grupo en general.
En encuestas realizadas los pacientes valoran positivamente al grupo porque les permite reafirmar
su identidad al presentarse con su nombre y apellido, a la vez que desarrolla un sentido de perte-
nencia al grupo que lo escucha, lo contiene, lo orienta y comprende.
La familia que acompaña incorpora herramientas saludables para acompañar el proceso de
recupero de la salud.

La familia: roles y funciones de sostén en el tratamiento


La Familia en un tema, un concepto que genera muchas discusiones, muchas connotaciones afec-
tivas, morales y éticas. No obstante siempre presente, de alguna u otra manera como institución
en la vida de todos, convocándonos a pensarnos con ella o sin ella, con o sin cambios, con o sin
crisis etc. Como institución nos atraviesa a todos, en tanto nos interpela como sujetos, que también
formamos parte de una Familia y podemos ser formadores de Familia.
La inclusión familiar, en el tratamiento de las adicciones es de vital importancia. Un alto porcen-
taje de pacientes concurren a tratamiento a propuesta de la propia familia. Consultan expresando
una crisis familiar, con observación de un deterioro progresivo de los vínculos afectivos signifi-
cativos, generando mayormente condición para sentimientos de enojo, miedo, tristeza y angustia.

Construyendo los Caminos del GIA 51


Sentimientos que suelen taparse vía el consumo, desde la lógica y relación que se establece con el
objeto-sustancia, donde la persona la ubica como un objeto-sustancia, que falsamente calma, tran-
quiliza o paradójicamente permite estar bien.
La participación activa de la familia en las terapias grupales sirve de sostén emocional, de acom-
pañamiento o simplemente promueven claridad y conexión con la realidad del paciente, donde
pudiera aparecer algo del orden de la singularidad de cada persona.
Incluir la intervención familiar empieza desde la propia decisión profesional de querer inter-
venir (bajo esa perspectiva) y sobre todo sin dejar de tener presente la connotación emocional que
eso va a tener en nuestros propios vínculos y a la inversa como nuestra propia historia familiar va
a repercutir en dicha práctica. Entendiendo que esto es parte de la construcción y de la práctica
profesional, como dos caras de la misma moneda.
Ya desde la comunicación misma, donde se le pregunta al paciente acerca de su historia y quiénes
son sus padres, cómo vive ser hijo, si tiene hermanos, si es padre o madre, cómo lo vive; incluimos
una perspectiva de carácter familiar, en encuadres grupales y en entrevista de admisión. Posibilita
un recorrido histórico y reflexionar acerca de ello ¿de dónde vengo?, ¿quién es mi familia? Aporta
a la identidad del paciente, a reconectarse con sus orígenes, con su propia historia. Asimismo visi-
bilizar los estilos y modos de vincularse puede permitir conectarse con sus emociones, qué siente,
cómo siente y por qué siente lo que siente; puede hacerlo teniendo presente que eso que siente es
con otros, no es solo, individualmente. Siente en un vínculo con otro. Incorporar la idea de que la
historia de uno es con otros y que uno es hijo/a padre, madre, hermano etc., es ubicarse en la propia
historia familiar, que puede llevar a entender los caminos conductores a la enfermedad. En este
sentido, ya desde ese momento se van considerando los apoyos posibles, es traer claridad a aquello
que estaba minado de confusión. Tanto para el paciente como para el profesional interviniente.
El carácter vivencial que implica este tipo de intervención puede permitir avances significativos
para el paciente. Podríamos decir que la presencia de la familia ya sea físicamente o en el discurso
interviene en la toma de decisiones, en el desarrollo del potencial humano, pues es en ella que nos
moldeamos, experimentamos desde allí la manera de vincularnos con el mundo.
La presencia del otro en el grupo funciona como un agente esclarecedor, una realidad que incluye
al otro y la situación vivencial establecida muestra aquello manifiesto y aquellos modos y estilos
de vincularse que ocurren. La experiencia se despliega en situación grupal.
Es necesario tener una lectura clara de las nuevas formas familiares, sus dinámicas internas,
sus alianzas afectivas, modos de comunicación, el conjunto de intereses que moviliza a cada uno
de sus miembros, la economía familiar y su impacto, e incluirlas en el trabajo grupal. Visualizar
el impacto que tiene en el paciente la falta de acompañamiento en aquel paciente que por distintas
razones no ha podido vivir dentro de una familia, sea la propia u otra de apego. Trabajar con herra-
mientas tendientes a que puedan sus miembros relacionarse con vínculos sanos, trabajar optimi-
zando la funcionalidad dentro de distintos niveles de disfuncionalidad familiar.
De lo que se trata finalmente es tener visibilizado todo el campo problemático que se despliega en cada
encuentro terapéutico para que la diversidad cultural, de formas, de funcionalidad/disfuncionalidad

52 Libro Colectivo del GIA


se encuentren comprendidas, incluidas y desde allí intervenir para optimizar, para acercar aque-
llos lazos cortados, como el rearmado de una red re-vincular que necesita ser reparada. El Equipo
aporta herramientas para que el propio paciente las pueda operacionalizar en el momento que crea
que emocionalmente está preparado para ello.

Diagnóstico, tratamiento y alta


Compartiremos algunas historias de vida de los pacientes tratados, sus logros, los cambios que
produjeron al estimular desde el Equipo la potencialidad de sus factores saludables.

Caso N° 1: Sr. Fernández, Horacio


Paciente de 38 años de edad, que comienza a los 14 años de edad un proceso de alcoholización,
con discapacidad motora concurre a tratamiento en silla de ruedas. Derivado del Taller Protegido
Juan XXIII de Gral. Rodríguez, ya que su esposa -quien padece síndrome de Down- es muy querida
en esa institución y pide ayuda a su directora, quien acompaña el tratamiento. Tienen tres hijos en
edad escolar. En situación de violencia doméstica.
La tarea GIA:
Entrevista individual a ambos cónyuges.
Terapia grupal una vez por semana.
Articulación con Hospital de Día del Hospital Sommer para chequeo clínico general.
Articulación con el servicio de rehabilitación (Trabajo rehabilitante en psicomotricidad).
Articulación con Acción Social Municipalidad Gral. Rodríguez faciliten transporte para despla-
zarse los 20 km. Entre centro y Hospital Sommer. Objetivo: Sostenimiento del tratamiento.
Visita domiciliaria: Evaluación contexto socio-ambiental. Evaluación de necesidades. Acercamiento
a distintos recursos.
Evaluación constante de los procesos (Paciente, familia, apoyo institucional, comunitario, etc.).
Planificación de estrategias. Elaboración secuenciada de acciones.
Alta: Luego de 14 meses tratamiento.
Paciente logra:
Revertir disfuncionalidad familiar: Ejercer roles y funciones familiares.
Recupera el lugar perdido en la familia, la confianza, desarrolla el rol de esposo y padre.
Rehabilitación física: Abandona la silla de ruedas, logra desplazarse en canadienses.
A los seis meses de tratamiento logra abandonar combi municipal y concurre de manera autó-
noma en el colectivo de línea. Anda en bicicleta por la ciudad.
Inserción al mercado laboral: Accede a un empleo estable en una empresa de electrodomésticos.
Está agradecido con el espacio GIA, con sus compañeros, comparte actividades recreativas siempre
que puede. Actualmente sostiene abstinencia desde hace cuatro años.

Construyendo los Caminos del GIA 53


Caso N° 2: Sr. Marshan, Luis
Paciente de 52 años de edad que concurre al GIA, tras un proceso de más de 35 años de alcoho-
lización. Albañil. Separado de su esposa hace aproximadamente cuatro años. Con muy poca rela-
ción con sus hijos. Actualmente en pareja con la portera del Colegio del Hospital Sommer, quien lo
acerca al Grupo. Poco comunicativo, cabeza gacha, sin poder hablar durante los primeros meses.
El abordaje individual combinado logró fortalecer el vínculo con el equipo GIA. Nunca se apar-
taba de su mochila y no se separaba de ella aún en actividades físicas. Su pareja referencia estar
preocupada, pues sabe que tiene un arma consigo y ha amenazado con suicidarse. En el proceso
de tratamiento nos relata que concurría armado pues su objetivo era suicidarse dentro del grupo.
La tarea GIA:
Abordaje entrevista individual. Para poder construir un acercamiento, confianza en el equipo.
Búsquedas de consensos: encuadres, logros a trabajar, etc.
Estimular la participación activa en el grupo terapéutico: el paciente pasa desde etapa de nega-
ción del problema a conducta expectante, luego logra entrar en tratamiento y sostener la concu-
rrencia. En un comienzo asistía de manera intermitente por lo que el Equipo reforzó acompañán-
dolo con visitas domiciliarias, llamados telefónicos, convocándolo a la participación.
A los seis meses de tratamiento, logra revertir su participación, asume un rol de liderazgo. Es el
parrillero en encuentros recreativos (día de la primavera, vísperas fin de año, etc.), viene con su nieto.
Ex-combatiente de Malvinas, se sentía “avergonzado” por ello, relata haber visto morir a compa-
ñeros sin poder hacer nada por ellos. Rechaza cobro de haberes por el deber cumplido.
Se lo estimula a revincularse con sus hermanos que viven en San Nicolás. Viaja una vez al mes
a visitarlos.
Asume un Rol Activo: Acepta las orientaciones del Equipo, modifica hábitos de ingesta, incorpora
actividades de tiempo libre, toma decisiones de manera reflexiva y autónoma.
Alta: Luego de dieciocho meses de tratamiento.
Paciente logra:
Re-vinculación con sus hijos, nietos y hermanos.
Pasa de ideas suicidas a procesos saludables.
Hace aproximadamente cuatro años que está de alta, pero colabora con el equipo GIA siempre
que su trabajo se lo permite.
Concurre a los festejos del Grupo: Cumpleaños, festejos de primavera, etc.
Se presta a dar testimonios fílmicos para ser presentados en congresos, encuentros, etc. para esti-
mular a otras personas “a creer en el GIA”, según sus palabras.
Colaborador activo en las luchas internas dentro del hospital para lograr un lugar propio donde
realizar la Tarea GIA.
A modo de síntesis podemos decir que cada paciente necesita ser evaluado, diagnosticado, tratado,
incluyendo sus particularidades, sus propias pautas culturales, es por ello que hemos tomado estos
dos casos, para graficar esa singularidad en el modo de intervenir en el campo de la complejidad
en el que se desarrolla la vida cotidiana de las personas que se hallan en situación de adicciones.

54 Libro Colectivo del GIA


Bibliografía
Castoriades, C. (1988). Lo imaginario. La creación en el dominio histórico social. En los dominios del Hombre, las encrucijadas
del laberinto. Barcelona. España: Editorial Gedisa.
Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657.
Messing, C. (2010). Simetría entre padres e hijos. Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional,
educativo, vocacional y social. Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Pellegrini, J. L. y otros. (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Buenos Aires: Editorial Cinco.
Pellegrini, J. L. (1997). Alcoholismo y GIA (Grupos Institucionales de Alcoholismo). San Luis: Talleres Gráficos Fray Luis Bel-
trán.
Pellegrini, J. L. (2009). Salud es sin encierros. Buenos Aires: Editorial Polemos.
Rosas Pagaza, M. (2008). Una perspectiva teórico-metodológica de la Intervención en Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio
Editorial.

Construyendo los Caminos del GIA 55


Particularidades de los GIA en relación
a otros abordajes en adicciones

Marina Elda López


Lic. en Psicología
marilop78@hotmail.com
GIA Hospital Dr. Eduardo Wilde
Avellaneda, Buenos Aires.

Introducción
Según el Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud 2014 de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) en la Argentina, el consumo de alcohol en población de 12 a 65 años se encuentra
presente en el 44,5 % de la población. Entre los 18 y los 24 años se observa la tasa más elevada de
consumo de alcohol (57,2 %). El consumo perjudicial estimado a partir de la escala AUDIT (Test de
Identificación de los Trastornos Debidos al Consumo de Alcohol), indica que el 13 % de los consumi-
dores actuales de alcohol, presentan un patrón de consumo riesgoso para la salud y para terceros.
Dentro de esta realidad del país, la provincia de Buenos Aires cuenta con instituciones públicas
y privadas del sistema de salud para el abordaje de ésta y otras Adicciones. En este contexto, el GIA
con sus particularidades constituye una propuesta diferente, que se enmarca en el concepto de
“Promoción de la Salud” de la OMS, en tanto abarca una amplia gama de intervenciones sociales y
ambientales destinadas a beneficiar y proteger la salud y la calidad de vida individuales mediante la
prevención y solución de las causas primordiales de los problemas de salud, no centrándose únicamente
en el tratamiento y la curación1. De allí que el GIA definido como modelo terapéutico de promoción,
prevención, atención y rehabilitación del consumo problemático de sustancias, se propone como
“integral”, esto es, integra a todos los involucrados en la enfermedad del alcoholismo: a los sujetos
en proceso de alcoholización, sus familiares, otros miembros de la comunidad, así como al equipo
de coordinación (interdisciplinario) inserto en una institución hospitalaria del sistema público
de salud. Singularidades que sumadas al abordaje grupal hacen de los GIA su aporte distintivo y
eficaz, en relación a otros abordajes con mirada fragmentada, centrados en lo individual, la homo-
geneidad, la autoayuda, la prevención de recaídas, la reducción de daños, etc.

GIA: sus aspectos distintivos entre los abordajes en adicciones


En la provincia de Buenos Aires el GIA funciona actualmente en el Hospital Dr. Eduardo Wilde
(Avellaneda), el Hospital Narciso López (Lanús) y el Hospital Sommer (Gral. Rodríguez).
En este escrito haré referencia a las singularidades del GIA que funciona en el Hospital Dr. Eduardo

1 Organización Mundial de la Salud, http://www.who.int/features/qa/health-promotion/es/.

56 Libro Colectivo del GIA


Wilde, donde me desempeño como parte del Equipo de Coordinación desde hace casi un año, y del
cual formé parte tiempo atrás como residente de psicología del Programa de Residencias Integradas
Multidisciplinarias, momento en que realicé la formación y capacitación en éste modelo de atención.

1. Una mirada integral e interdisciplinaria


El GIA parte de considerar el alcoholismo como una enfermedad compleja, que atraviesa una
persona, afectando no sólo lo físico y psicológico propio, sino también el entramado vincular fami-
liar, social y laboral en que ese sujeto se inserta y sostiene. Enfermedad que no puede leerse entonces
por fuera del contexto de la sociedad en que se produce.
Desde allí se pone de manifiesto que, para poder comprender y abordar las problemáticas socio-sa-
nitarias actuales, como el alcoholismo, de la manera más integral posible, es necesaria una mirada
amplia, que incluya e integre los aportes de diferentes disciplinas, pues resulta insuficiente abor-
darla desde la mirada micro de una sola disciplina, cualquiera sea ella. Así lo demuestran los índices
de abandono de muchas propuestas terapéuticas centradas en el abordaje individual y con mirada
parcial, fragmentada de la problemática.
Como profesionales de la Salud necesitamos juntarnos con otros, conformar equipos interdis-
ciplinarios, en los que pensar entre todos, este entramado bio-psico-social, donde el alcoholismo
aparece al modo de un síntoma que no hace más que reflejar la realidad de la cual el sujeto que
consume forma parte. Y a su vez, permite pensarnos como parte de un “equipo de salud”, de un
grupo, en el que se van generando, a partir del trabajo junto a otros, nuevos saberes que inevita-
blemente nos convocan a revisar, a pensar acerca de nuestras prácticas, de nuestro rol, de nuestra
posición como sujetos frente a la tarea que asumimos y que tenemos el deber de desempeñar con
compromiso y responsabilidad ética.
En palabras de Alicia Stolkiner: “La construcción conceptual común del problema que implica
un abordaje interdisciplinario, supone un marco de representaciones común entre disciplinas y
una cuidadosa delimitación de los distintos niveles de análisis del mismo y su interacción. (…) se
plantea la necesidad de fortalecer los equipos de salud favoreciéndolos con espacios necesarios de
encuentros para poder pensar juntos los abordajes de las diferentes problemáticas (…). Los abor-
dajes interdisciplinarios ponen en juego la relación que cada profesional establece con su disci-
plina ya que implican una renuncia a considerar que el saber de la propia disciplina es suficiente
para dar cuenta del problema y reconocer así su incompletud”2. Sin duda, para los equipos de salud
es un verdadero desafío integrar múltiples saberes y las más diversas competencias en una tarea
compartida.
Por lo antedicho en el GIA del Hospital de Wilde, la coordinación está a cargo de un equipo inter-
disciplinario conformado al momento por trabajador social y psicólogo. Desde la primera consulta
el equipo de coordinación tiene como objetivo detectar qué problemáticas afectan a la persona que
consulta y su núcleo familiar, además del consumo problemático de alcohol y/u otras sustancias,
como ser: situaciones de violencia familiar y de género, otras problemáticas de salud mental, etc.;
y propicia un espacio de encuentro para poder pensar, debatir y construir un diagnóstico presun-
tivo de situación, identificando cuál es el punto de urgencia para comenzar a intervenir.

2 Stolkiner, Alicia. La Interdisciplina: entre la epistemología y las prácticas, El Campo Psi, abril 1999.

Construyendo los Caminos del GIA 57


2. Parte de su idiosincrasia: grupo y familia
A partir del momento en que se produce la incorporación al GIA, se abre la participación en un
espacio grupal cuyo funcionamiento se enmarca en un encuadre con referentes claros de trabajo:
días, horarios, lugar y coordinadores de la tarea. Pues se parte de pensar que, “seres humanos
confusos por la alcoholización, requieren de claridad permanente como respuesta terapéutica”1.
Si bien otros abordajes en adicciones también promueven el trabajo grupal, con encuadres fijos,
están coordinados por profesionales o no profesionales (operadores) que varían frecuentemente, que
enmarcan sus intervenciones en diferentes concepciones teóricas (muchas de las veces contradic-
torias en su manera de pensar el consumo) y por lo general, no incluyen a los afectados indirectos
(familiares, vecinos, amigos, etc.) como parte del tratamiento. Allí radica una gran diferencia con
el GIA, en el cual estos componentes estructurantes de la terapéutica están presentes y operando
unánimemente desde el principio.
En el GIA desde el inicio, el sujeto que consume y su entorno comienzan a ordenarse a partir de
orientaciones concisas dadas desde la coordinación, tendientes a favorecer la construcción de un
proyecto de vida sin alcohol, fortalecer la identidad, recuperar la dignidad y restablecer y/o trans-
formar diferentes vínculos (familiares, laborales y sociales) sobre una base diferente de indepen-
dización, respeto por sí mismo y solidaridad. Es importante resaltar que estas intervenciones no
sólo provocan un gran alivio en el sujeto sufriente sino en su medio, pues la vida comienza a orga-
nizarse en torno a las necesidades y posibilidades de quien consulta, aportando para todos, claridad
respecto de las características de la enfermedad.
Si se tiene en cuenta que trabajamos con individuos identificados por su adicción, que se presentan
muchas veces como: “Soy alcohólico”, anteponiendo a su nombre y apellido su condición de alco-
hólico; en esa identidad se pierde la propia historia, para adscribir progresivamente a una historia
uniforme, masificada, en la que desaparecen los referentes individuales, familiares, grupales. Esta
trama identificatoria homogénea, en muchos abordajes terapéuticos se refuerza y consolida, dando
paso en el mejor de los casos a nominarse como “ex-alcohólico, ex-adicto”; en cambio otra de las
particularidades del GIA es que en el proceso terapéutico se va desestructurando dicha trama y
posibilitándose la construcción de un “ser” desligado del objeto de consumo.
El grupo es el espacio diferenciado en que se trabaja con los aspectos sanos de quienes asisten,
allí el equipo de coordinación hace circular las ideas, favorece la comunicación, propicia la cons-
trucción de respuestas y la toma de decisiones, para ayudar a que estos aspectos se desarrollen.
Dicho despliegue coloca al paciente en mejores condiciones para resolver sus aspectos enfermos
y a sus familiares y allegados les permite ver su propio papel en la enfermedad del paciente y los
convoca a ayudarlo desde otro lugar; a la vez que les posibilita interpelarse e implicarse, encon-
trando ellos también un espacio de contención y posibilidad de cambio. Por lo tanto, podría decirse
que a partir de la incorporación al GIA, se inicia un proceso de rupturas y recomposiciones vincu-
lares, que constituyen un enorme recurso terapéutico en el proceso de recuperación.

1 Pellegrini, J. L. Alcoholismo y grupo, revista argentina de psiquiatría Vertex.

58 Libro Colectivo del GIA


3. Palabras de cierre
Desde esta perspectiva de abordaje integral e interdisciplinario del GIA, resulta fundamental, a mi
criterio, finalizar el escrito destacando el marco de libertad, respeto y dignidad en que se inscribe
el trabajo; bregando porque las personas con consumo problemático de alcohol y otras sustancias,
y su entorno, tengan derecho a una modalidad de atención pública que genere las condiciones
básicas para el desarrollo progresivo de la personalidad y autonomía del sujeto, en un proyecto de
vida compartido sin alcohol.

Bibliografía
Ministerio de Salud de la Nación (2011). Algunos datos sobre el consumo de alcohol en la Argentina. Sistema de Vigilancia
Epidemiológica en Salud Mental y Adicciones 4.
Organización Mundial de la Salud. Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud 2014.
Pellegrini, J. L. Alcoholismo y grupo. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, págs.: 40 a 43.
Sedronar. Observatorio Argentino de Drogas: Informe Provincia de Buenos Aires. (2016). Sedronar. Plan Nacional de reduc-
ción de la demanda de drogas. 2016-2020.
Stolkiner, A. (1999). La Interdisciplina: entre la epistemología y las prácticas. EL CAMPO Psi.
Villafañe, C. I.: (2009). Evaluación cualitativa del abordaje integral del alcoholismo con el modelo GIA (Grupos Institucionales
de Alcoholismo). Vertex Revista Argentina de Psiquiatría. Vol. XX, págs.: 440 a 449.

Construyendo los Caminos del GIA 59


Hacer con el cuerpo. Espacio,
escucha, memoria.

Alejandro De Lisio
Mgter. en Inv. en Ciencias Sociales
Lic. en Psicología

Isabel Ortiz
Médica Esp. en Psiquiatría

David Romano
Jefe de Dpto. Escuela Municipal de Teatro. CeMEPA

GIA Hospital Zonal Caleta Olivia Padre Pedro Tardivo


Caleta Olivia, Santa Cruz.

Trabajar con otros y lograr un diálogo no es sencillo. Sin embargo, pareciera que hay momentos
o períodos en los cuales es posible. No sabemos. En nuestro caso, probablemente al mantener y
preservar el estilo de cada uno, de uno por uno, sutilmente se crea un interés y en el mejor de los
casos una elección. Configurando una escritura. Un hacer que hace e intenta recuperar historia,
o mejor decir, memoria. Así, la experiencia del Grupo Institucional Alcoholismo (GIA) en Caleta
Olivia viene modificando sus márgenes, indagando las hendiduras de lo institucional. Como la de
un bolsillo de un saco. Espacio para guardar pero que está vacío. Como una hoja en blanco que
aguarda la tinta en un taller de escritura. Un escenario como soporte del drama. Porque uno puede
apelar sigilosamente hacia aquellas identidades que ambiguamente se derrocharon en un borroneo
y recuperarlas como ejemplo para empezar a dialogar nomás.
Este año comenzamos las actividades con edificio nuevo, amplio, al costadito del hospital.
Lo hemos llamado: “Espacio GIA. Intervención clínica grupal. Actividades de arte, juego y terapia”.
Será porque intentamos desde una especie de perspectiva artística problematizar los aconteci-
mientos. Simbolizar ese vacío, ese silencio, esa repetición; a partir de la escucha y el alojamiento.
La conversación. La contingencia. El poner en movimiento. Porque no sabemos muy claramente
si… ¿el cuerpo habla? ¿Es que hay alguien que lo escucha en su queja?
Largas e interesantes historias que nos preceden se han escrito desde un claro posicionamiento
político, hacia la tarea, en el arte, hacia la salud. Algunas de ellas nos rodean aún. Nosotros humil-
demente también intentamos leer y escribir. Es una búsqueda, una exploración que se fundamenta
en la práctica diaria. Estamos en proceso y la invitación sigue vigente para cada quién, con el entu-
siasmo que reconoce las pérdidas y los ánimos que aprenden a compartir, aunque por momentos

60 Libro Colectivo del GIA


les aguarden alguna incómoda seducción. Con lo aparentemente disparatado o empobrecido, con lo
que se muere y lo que nos puede alegrar unos segundos la vida. Porque no solo el trazo y la trama
se componen de la palabra y de la idea, también es necesario hacer algo con el cuerpo.

Trabajar con otros y lograr un diálogo


Abrir otros espacios, de talleres de escritura y escenarios de teatro, una posibilidad para que no
solo se pongan en juego las identificaciones propias de la dinámica de un grupo que los reúne el
denominador común inscripto en el nombre: alcoholismo y adicciones, toxicomanía o consumo. En
el desplazamiento de otros significantes comienza a resonar que no es lo mismo una palabra que la
otra. Con cada uno de los participantes del grupo también ocurre lo mismo, parece que sí, hay un
efecto ilusorio a simple vista, pero no lo es. Entonces, acompáñennos a mirar de nuevo, para aden-
trarnos en otros aspectos, otra mirada o quizás no se trate tanto de la imagen solamente.
La aparición de lo simbólico, el armado o la invención. Intentos de encuentros con la palabra de
distintas maneras.

Un recorrido
Indagar las hendiduras de lo institucional. La pregnancia de lo imaginario, la urgencia subje-
tiva –la demanda “ya”, que no se sostiene luego, pero retorna siempre como “ya”– y un recorrido
que intenta, desde los diferentes espacios institucionales alojar no solo los cuerpos sino dar lugar
a la palabra. Pero la palabra a veces no alcanza, ¿hay una meta? Hay espacios, lazos, otras cons-
trucciones e invenciones, según pudimos definir. Y ese tipo de nuevos intentos de abordaje están
en consonancia con la complejidad de las presentaciones actuales.

Del grupo a las dinámicas del teatro y del taller de escritura


Podemos conceptualizarlas como modos de problematizar, de intentar poner en palabras, de
simbolizar, de conceptualizar, de intentar hablar los diferentes idiomas del cuerpo, de los reco-
rridos de la droga subjetivados en cada relato, de los efectos tóxicos descriptos por el corpus médico,
de los modos singulares de expresarse y de no expresarse. La repetición del acto y no de las pala-
bras, la dificultad de la interpretación, del dar sentido, allí nos enfrentamos con un límite. Desde
allí comenzamos a intentar otros modos, el juego, la creatividad de los talleres, el teatro y la escri-
tura, la invención, la contingencia que diera otras posibilidades, ante la inescrupulosa sentencia
del tóxico que parece “habla por sí solo”, silenciando al sujeto. Por ello hablamos de la pregnancia
de lo imaginario, del acto, de la dificultad de simbolizar, de lo real como límite, del límite puesto
por el otro y en algunas oportunidades la posibilidad del lazo. Por ello la importancia del grupo.
La posibilidad de poner el cuerpo en juego desde otra perspectiva y de los efectos que se produ-
cían ante las propuestas del teatro, del “quehacer teatral”, con una eficacia propia de la dinámica
escénica, de la representación de un conflicto, de poder hablar sobre ello. Que el cuerpo hablado
por otros, o puesto en otros discursos pudiera subir a escena y ser habitado también en palabras.
El quehacer teatral define un proceso desde el alojamiento al uso del espacio con normativas, un
marco de cuatro paredes con una al público. Un espacio que comienza con un reconocimiento del

Construyendo los Caminos del GIA 61


cuerpo, del cuerpo subjetivado, en movimiento, entrando en calor. Un espacio que luego del caldea-
miento entra a producir imágenes, palabras, discusiones, conflictos, que dejan colarse escenas coti-
dianas, donde dos fuerzas contrapuestas están en tensión; mantener la tensión, tolerarla, sin dañar
al otro. Espacio que luego de la representación da lugar a la palabra, lo que los otros, los que están
de espectadores, tienen para decir de lo que vieron. La palabra produce efectos, moviliza, los iden-
tifica con sus problemáticas, discuten, argumentan si la escena está lograda, si es creíble, si modi-
ficarían algo, si les gusta o no, si los angustia, si los emociona o los enoja. Puede surgir una asocia-
ción, un recuerdo. Pero hay un director, un coordinador o un equipo de coordinación que escucha
y ordena, para dar forma a la obra. Es un esfuerzo colectivo, quieren dar lo mejor de sí. Luego es
el momento de los actores, ellos dicen lo que les pasó representando la escena, se encuentran con
sus dificultades, con las del otro, con el respeto y el cuidado, con la escucha del compañero para
generar un diálogo creíble y con el ritmo adecuado, que ninguno “tome la escena ni la arruine”.
Entienden y con la distancia que genera hablar de una obra, de un objeto externo, pueden no solo
convivir, sino querer “mejorarla”, eso significa que se entienda lo que pretenden transmitir, planifican
y discuten. Al momento de una presentación organizan sus vestuarios, algunos no. Otros ayudan,
son empáticos, por ese objetivo que es la representación de la obra.
La aparición de la escritura en un participante generó una respuesta. Hemos seguido un reco-
rrido hasta llegar al taller de escritura, movimiento que podríamos nombrar como interpretativo
ya que surge como una propuesta ante una demanda. Respuesta que se ordena y comienza a estruc-
turarse en su espacio propio. También es una respuesta creativa del equipo ante el límite del abor-
daje de algunos casos. Todo ello ha requerido un desarrollo de parte del equipo de coordinadores,
conversaciones y acuerdos.

La institución como el manejo de los cuerpos


Del lado de la pluralidad social se ubicaría la resistencia, las modalidades fantasmáticas que asume.
(Espósito. Inmunitas.)
También allí hay un idioma, un lenguaje institucional, el GIA (Grupo Institucional del Alcoholismo)
en su nombre incorpora en la institución al grupo, pero en la historia de los grupos de nuestro
hospital la institución y el grupo siempre han estado en tensión y no siempre adentro. De hecho
ahora estamos “al frente”. Bueno, estamos adentro, afuera, al frente y en la comunidad. Eso hemos
aprendido, a hacer de la política institucional un síntoma institucional y generar un tratamiento
de ello. Porque también aquí nos encontramos con lo imaginario, con la dificultad del otro (colega,
profesional, administrativo) de comprender nuestra tarea o de tener otras prioridades.
La negación del otro institucional se encarna, porque generalmente algo del consumo está
en juego en quien dice no entender, en su historia personal o en la familiar, o bien en la misma
economía libidinal institucional. La proyección, pensando con cierto alivio que el problema es del
otro, incapaz de habitar la humanidad o como dicen los fenomenólogos, de ponerse en el lugar del
otro, también es un mecanismo habitual en quien consume, de modo que encontrarnos con este
tipo de mecanismos de defensa es lo habitual. Especialmente si entendemos a nuestra institución
como parte de una comunidad que está atravesada por una economía mercantil, capitalista, que
posiciona a los objetos en su economía libidinal de objeto de consumo.

62 Libro Colectivo del GIA


Estos movimientos de cuerpos y espacios recuerda el concepto de incorporación que presenta
Espósito, en el contexto de la filosofía política. La incorporación está asociada a la pluralidad social
y la coacción a repetir, dicha resistencia asume diferentes modalidades fantasmáticas. La incor-
poración recíproca de un cuerpo por otro o de varios cuerpos por otros siempre deja una “brecha
carnal”. Este hiato o cesura propio de la incorporación genera su opuesto, la desincorporación y con
ello las fantasmáticas de laceración y de dislocación. Tal movimiento fragmentario se intenta sinte-
tizar en nuevas identificaciones, de modo que a su vez, es desmontado y contradicho en la fusión
que pretende (Espósito, 2009).
Sobre nuestro espacio: estar al frente es tener un espacio propio, nos parecía un lugar transi-
cional al principio. Sin embargo era una mejor opción luego de habitar la cocina del hospital que
tenía la fama de reducto, o bien de querer ser expulsados para ir a un centro periférico “para que
no molesten” o con un dicho más diplomático o lapsus linguae “queremos decir, para que ustedes
estén más cómodos”. Quizás la única comodidad era modificar todos los modos de arribar a un lugar
céntrico, al hospital, donde todos los colectivos llegan, que eso es lo estratégico en un hospital como
institución de una comunidad, los cuerpos pueden incorporarse a ese espacio. Sin embargo esa
“comodidad” de la boca de otros, que los pacientes del GIA nunca pudieron captar y desde el primer
momento resistieron, no llegó a concretarse. Es interesante reflexionar sobre este malestar, cuando
“el hospital queda chico” a qué tipo de asistencia se le da prioridad. La resistencia en sus dos caras.
Se intenta plasmar aquí, no solo todos los obstáculos institucionales que se presentan, a lo que
agrego la escasez del recurso humano otorgado al área en proporción a otros sectores. Sino este otro
aspecto que podría definir con la palabra resiliencia, en el sentido de convertir esa situación en
una oportunidad. De problematizarla, de conversar, porque el otro institucional no es una imagen
congelada, ni un monstruo devorador, como el Cronos de los griegos, ni es sordo, ni es ciego. Hay que
habitar esos espacios de discusión, que a veces distan de ser internos, sino que muchas veces otros
espacios de la comunidad comienzan a escuchar y a responder. Allí es donde los velos comienzan a
caer y la dinámica renace, comienzan otras significaciones. Lo institucional puede volverse simbó-
lico como lo demuestra la salida a escena en el quehacer teatral o en la publicación de un libro.

Un recorrido histórico documental


Lo que perdió su sitio por exclusión conserva siempre un lazo con lo que lo sustituye. (J. A. Miller, El
lugar y el lazo)
Trabajar con otros a veces es trabajar con la memoria de los otros. Memoria que reconstruye a
modo de arqueología, lo que suponemos un arduo trabajo, un difícil recorrido hasta llegar a nues-
tros días, realizado a partir de un legado de documentos que fue puesto en nuestro dominio por
una profesional del servicio social del hospital el año pasado, considerando que “iba a estar mejor
en nuestras manos”.
Podríamos llamar a este grupo de documentos guardados en varias cajas, que clasificamos con
detenimiento y paciencia, nuestro “archivo histórico”. Aquí encontramos los acontecimientos que
marcaron el inicio del grupo GIA en Caleta Olivia, sus devenires y especialmente, la acción decidida
de personas específicas, que hicieron eso posible. Por eso comenzamos diciendo que de alguna
manera hemos trabajado con otros, pero esta vez de este modo tan particular.

Construyendo los Caminos del GIA 63


Un encuentro particular que se transforma en historia, tarea ardua pues se trataba de ingresar
en una serie de documentos ordenados y seleccionados por la Licenciada Celia Vicari, documentos
póstumos, que habían quedado guardados en su oficina y muestran parte de la historia de una vida
dedicada a su profesión y un compromiso que intentamos transmitir a continuación, nombrando
brevemente los hitos más importantes de este proceso.
La asociación entre el estilo de vida de los años ochenta, donde datan los primeros estudios y
análisis sociales realizados por la Lic. en Trabajo Social Celia Vicari, de la comunidad de Caleta
Olivia y alrededores, asociado fundamentalmente al consumo de alcohol y al trabajo en torno al
petróleo, permiten situar la problemática del consumo de alcohol como uno de los temas más impor-
tantes no solo desde el punto de vista de la salud pública, sino de la vida en comunidad. Los primeros
abordajes en esta ciudad datan de 1983, con los grupos de A.A. (Alcohólicos Anónimos). Para luego
incorporar al año siguiente la modalidad grupal GIA. La demanda surgía en aquellos años de dos
hospitales, uno el antiguo Hospital Distrital (hoy Hospital Zonal Padre Pedro Tardivo, de Caleta
Olivia) y el, en ese entonces, Hospital de Y.P.F. (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), actual edificio de
Medicina Privada S.A. (Meprisa), institución que mantiene la prestación en salud en forma privada.
El interés de encontrar una respuesta a la problemática planteada los movilizó, citando los textos
de la Lic. Vicari, a “generar encuentros, no congresos donde nos expliquen lo que pasa, pues noso-
tros ya sabemos lo que nos pasa, necesitamos encontrarnos para poder discutir cómo abordar el
problema”.
En Caleta Olivia se intentan ampliar los horizontes, no solo abordando el aspecto preventivo y asis-
tencial desde el ámbito de la salud, (Propuestas del equipo Interdisciplinario de atención al enfermo
alcohólico de Caleta Olivia. Prevención Primaria y Secundaria en Alcoholismo. Costa, Vicari, Olmos,
Romero Roa, Palaoro, 1987), sino que se comienza a fundamentar las Bases para la implementación
de un Programa de salud mental para la obra social Y.P.F. (Vicari, 1986). Lo que nos muestra una
profunda conciencia del impacto de la problemática y de la importancia de su abordaje laboral,
asociando “aspectos epidemiológicos del consumo de alcohol en actividades humanas de alto riesgo”
(Vicari, 1986).
Surgirán los encuentros patagónicos en distintas localidades desde mediados de los ochenta en
adelante: San Martín de los Andes, Bariloche y Neuquén (Neuquén); Comodoro Rivadavia, Trevelin,
Rawson y Esquel (Chubut); Caleta Olivia, Pico Truncado, Puerto San Julián, Fitz Roy y Puerto Deseado
(Santa Cruz); Santa Rosa de La Pampa (La Pampa) y Gral. Roca (Río Negro), intercambiando expe-
riencias y generando nuevos modos de tratamiento.
Una amplia bibliografía muestra los textos de consulta y de estudio del grupo de Caleta Olivia,
conformado por psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y coordinadores interesados en la
problemática. Abarcan entre otros, temáticas específicas en adicciones, tratamientos biológicos y
psicoterapéuticos, individuales y grupales, familiares y preventivos, así como las políticas de abor-
daje en salud pública, las instancias legales y normativas. Entre estas se incluyen como abordaje
pionero los del Dr. Jorge Luis Pellegrini (1984) ¿Qué son los Grupos Institucionales de Alcoholismo?
y los Apuntes sobre los comienzos de los Grupos Institucionales de Alcoholismo (GIA), que fundamen-
tarán la tarea desde aquellos años en nuestra ciudad.

64 Libro Colectivo del GIA


Los encuentros provinciales y patagónicos fueron modificando su presentación, comienza a
aparecer la denominación GIA (Grupo Institucional de Alcoholismo), consistente con los cursos de
formación en recursos humanos y una nueva filosofía de abordaje adecuada a la región, a su proble-
mática y a su producción. Sustentada con las elaboraciones teóricas y técnicas del Dr. Jorge Luis
Pellegrini, fundador del modelo GIA, acompañado por el Dr. Carlos Cornaglia. También han comen-
zado los encuentros de coordinadores de grupos y la Red GIA se fortalece cada vez más por su cohe-
rencia y su eficacia. Coherencia en la formación y la articulación del recurso humano y eficacia en
el abordaje de un tratamiento adecuado al medio. Las Primeras Jornadas Zonales de Alcoholismo y
de Coordinadores GIA se desarrollan en el hospital de Gral. Roca, en abril de 1988. Las que conti-
nuarán de forma periódica, siendo en 1992 la ciudad de Caleta Olivia, sede del séptimo encuentro
del sistema GIA. El GIA no sólo era patagónico, el modelo de tratamiento tiene eficacia per se y es
utilizado en diferentes provincias, el concepto se amplía a Red GIA y Sistema. Podríamos decir que
de este modo se adelanta a dar respuesta a un problema nacional de la salud pública.
No podemos dejar de mostrar cierto asombro, pues a pesar de haber ahondado en las profundi-
dades de hojas amarillentas que llevan la carga de los años postreros, vemos en muchos aspectos
la similitud de los planteos, las mismas preguntas, los mismos deseos, como si esta problemática
que nos convoca tuviera una tendencia propia a mostrarnos como en un espejo la sociedad que
fuimos y la que queremos ser.
En este recorrido por las venas de nuestro pasado, consideramos menester mostrar algunas notas
de color, que hacen de lo nuestro único y particular. Por ejemplo, está documentado el nombra-
miento del coordinador del GIA de Pico Truncado (localidad de Santa Cruz) en la persona del Sr. Luis
Padilla, en 1992, lo cual marca un hito en los debates sobre si deben ser profesionales y qué profesio-
nales deben coordinar un grupo. El arte ya se había hecho presente en nuestra historia, con el ante-
cedente del radioteatro como un elemento para poner palabras a lo que a veces se hace tan difícil
de expresar, en el contexto de las IV Jornadas Patagónicas de Alcoholismo y Farmacodependencia.
IV Encuentro Santacruceño sobre Alcoholismo. Bases del Concurso de Afiches y Radioteatro sobre
Alcoholismo, del 13 al 15 de octubre de 1989, coincidente con el aniversario de la ciudad. No menos
especial es haber encontrado los afiches que difundían la presentación de los libros Gerónima y
Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos del Dr. Jorge L. Pellegrini a comienzos de 1991, auspiciado por la
Dirección de Cultura de la Municipalidad de Caleta Olivia y los GIA de los hospitales de la localidad.

Un recorrido histórico desde la memoria colectiva


Estos aspectos vinculados al intento de realizar una reflexión historiográfica, no solamente nos
convocan a la tarea de ordenar, leer y describir documentos y registros del pasado, sino que nos
interpela en cuanto a lo que implica la noción de la historia y la memoria. Más allá de la sistema-
tización y la organización de los materiales nos encontramos con el valor de la memoria colectiva.
En el sentido de que la historia no es algo que está allí esperando ser descubierto o aguardando
evidenciar un secreto. La historia se compone desde el soporte de lo que habla, cuando se vuelve
necesario hablar, cuando un murmullo de verdad aflora para dar un sentido. Porque la memoria
se construye con otros a partir de los recuerdos, de los relatos, de las anécdotas que en su conjunto

Construyendo los Caminos del GIA 65


muestran el paisaje de una época. La historia vive en el día a día, en los documentos, en las pala-
bras, en lo que cada quien dice, en cómo lo dice; no hablamos entonces de una obviedad: la historia
se construye, se analiza, se interpreta y se transforma. Por supuesto, consideramos entonces el
factor subjetivo y singular, con lo cual no existe una sola, sino muchas historias. Así es como encon-
tramos la pregnancia de esa historia como aquella que cada quién quiere creer. Por disparatado
que parezca, de eso se trata, de creer en la propia historia, al menos de que pueda darse un espacio
de posible existencia. “Hacer algo” con eso que nos pasó.
Ubicar el olvido, la memoria, el dolor y el deseo. ¿Por qué pisar el pasado? ¿Por qué no rescatarlo
del barro? Y preguntarnos. ¿Qué nos anuncian sus restos desparramados sobre la tierra? ¿Qué consis-
tencia resulta de los repetidos ciclos de su profanación? ¿Cómo olvidar los nombres si carecemos del
ceremonial? La forma de escuchar estas historias nos invitan a reflexionar, nos conmueven a tal
punto que vamos a su encuentro como un modo de ensayar y dimensionar estos recorridos valiosos
diseminados de victorias y derrotas, de satisfacciones y frustraciones, de elaboraciones y traumas.
Así de forma oral se cuenta que por 1992 la nueva directora del hospital ofreció a los compañeros
del GIA la tarea de participar de los pases de sala y de utilizar la ambulancia para el traslado de
los pacientes alcohólicos. Que en ese tiempo se realizaron visitas domiciliarias y planes de segui-
miento. Asimismo que comenzaron un trabajo preventivo concurriendo a las escuelas de la ciudad.
Traer a la memoria estas historias y escucharlas constituye un gran valor, un reconocimiento
necesario, incluso para recuperar aquellos ideales perdidos, necesarios para trazar un rumbo. Aun
cuando las historias están marcadas por una gran discontinuidad, es decir, períodos de trabajo y
producción combinados con momentos de silencio y dispersión. Como el registro realizado por la
Dra. Oropeza donde se detalla que a partir del año 2000 “comienza nuevamente a conducir el espacio
GIA, con gran entusiasmo, el enfermero Ricardo Cortéz, lo acompaña la Sra. Aydee Velásquez. Las
reuniones son esporádicas en el Centro Integrador Comunitario. Así funciona hasta el 8 de enero
de 2003 día en que queda registrado en el libro de crónicas la última impresión de los coordina-
dores antes de cerrar nuevamente el espacio: “con gran tristeza se cierra este libro de actas hasta
que a alguien del personal de salud le interese trabajar con estos pacientes y hasta que el Estado
ponga real interés por la recuperación de ellos”. Ricardo Cortéz fallece el 3 de marzo de 2003.” Ese
año vuelven a realizarse las reuniones mediante la incorporación de una referente estable. En 2007
lo propio con otra colega y así hasta nuestros días. Sin embargo las actividades cambian, las histo-
rias se repiten. Aunque sigue siendo pertinente la pregunta por la permanencia, porque puede
ser que aquello que no se inscribe en determinado momento retorne, pero retorne de modos no
siempre claros, sino precisamente de maneras misteriosas. Lo cual paradójicamente puede causar
la pregunta, generar un borde, a la búsqueda de nuevas respuestas.

Los laberintos del sentido y el sin sentido


“Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar.”
(J. L. Borges, La casa de Asterión)
Podríamos continuar con este recorrido que evoca la memoria e introduce una perspectiva insti-
tucional que intenta ubicar las diversas variables en las cuales el dispositivo del GIA se fue presen-
tando, sin embargo entendemos que por momentos es necesario poner un límite y tomar distancia.

66 Libro Colectivo del GIA


Ubicar que a veces se puede y otras veces no se puede. Así es, en este pasaje del presente escrito.
Necesario para situar lo insoportable. Ese malestar que proviene de lo que hace síntoma. Una pata
que camina y otra que no. Ese real que a la institución le resulta insoportable. Más que hallar los
diversos sentidos, quizá podamos afirmar que no haya ninguno, como suele ser la forma de presen-
tación de los participantes con problemáticas de consumo. Más allá de los posibles lugares, los
recorridos que proponemos, ocasionalmente no dejan de estar signados en una clave laberíntica.
Como la metáfora del minotauro dentro del laberinto de Creta que describe José Luis Borges en el
cuento La casa de Asterión (Borges, 2002). Allí encontramos infinidad de espacios que no conducen
a ningún lugar. La soledad y la eternidad del tiempo. Aspectos que describen a esa criatura. Donde
el goce mortífero se hace presente. Aunque las puertas están abiertas, no deja de verse el laberinto.
De múltiples sentidos, o de ninguno, pareciera dar lo mismo.
En la actualidad se puede pensar esa insistencia, relacionada con la época, hacia el sentido único
que se vuelve un mandato. Porque al decir de Eric Laurent los sujetos “producen más sentidos de los
que necesitan para vivir” (Laurent, 2000: 49) Entonces es preciso desmontarlos. Algo se tiene que
perder. Quizás no se trate de encontrar la salida al laberinto sino de aguardar el surgimiento de
la pregunta por el lugar de cada quien. Solemos decir que son necesarias las operatorias del aloja-
miento, de la demanda y del síntoma. Como fases de un rompecabezas, que se arma y se desarma.
Y utilizamos los recursos de la expresión artística como vía a la cura, en la medida en que según
Lacan permite organizar un vacío. (Recalcati, 2011)

Hacer con el cuerpo: historia y poesía


El sujeto interviene su cuerpo con las drogas. Busca un efecto en su cuerpo. A veces en la soledad
más aislada. Y pareciera no querer saber nada con “otro cuerpo”. Como el caso de un hombre que
suele venir a los encuentros grupales con gorra visera. Habla de su pieza y el alcohol. Dejó de ir
al trabajo. Sin vínculos. Inhibido. Hace casi un año que asiste. Entonces, una vez trabajamos con
imágenes que representaban obras de arte, entre ellas la del minotauro y su laberinto. Pero le tocó
otra en suerte: la de Olimpia1. En esa oportunidad dijo no entender el significado de la mujer en
esa imagen.
Los seres parlantes al decir de Rabinovich se constituyen a partir de “las nupcias del encuentro
de dos elementos de diversa naturaleza: el cuerpo y el lenguaje” (Rabinovich, 1995: 60). Ahora bien.
Parece una obviedad que esté el cuerpo. Pero: ¿tenemos un cuerpo o somos un cuerpo? Nos dete-
nemos aquí. Un significante que nos llamó la atención y nos genera más preguntas en esta cues-
tión: Habeas Corpus. “Que tengas cuerpo”, “tendrás tu cuerpo libre”, “cuerpo presente”, “persona
presente”…
Los cuerpos; el de cada quién, estará trazado indefectiblemente por el circuito libidinal de lo
escuchado, lo visto, lo percibido, como modos particulares de goce. Aquello que hace al detalle de
la escucha como coordinadores en las reuniones grupales. Aunque a veces apagados, silenciosos.
Como fenómeno que observamos últimamente. Cuerpos en acto, que aumentan y manifiestan su
vergüenza y pudor ante la apariencia de la mirada y la presencia femenina; que evidentemente
hace síntoma. En ocasiones cuerpos petrificados en un discurso denso y pegajoso que resguarda

1   Personaje protagonista en el cuento El hombre de arena de E. T. A. Hoffman.

Construyendo los Caminos del GIA 67


un rasgo identitario: “Yo soy adicto, yo soy alcohólico”, que no se mueve ni conmueve. Silencios de
un cuerpo sentado en una silla. Advirtiendo el cuerpo desde la voz. Porque la voz es del cuerpo. La
presencia es del cuerpo y el cuerpo es constituyente. Lo que afecta al cuerpo debe entenderse como
un modo de goce. Por lo tanto es importante escuchar “los mensajes del cuerpo”. Captar cuando
aparece “el querer decir”, como finalidad significante. Eso es el inconsciente. Ya que al decir de
Miller nos aliviamos en la medida en que aprendemos a leer el acontecimiento en el cuerpo. Por lo
tanto coordinar también implica la presencia del cuerpo, porque el coordinador presta su incons-
ciente y pone en juego sus propias marcas. Según Graciela Jasiner: “No se interviene solo con pala-
bras. El coordinador presta algo de su cuerpo, de sus emociones, para sostener la escena grupal”
(Jasiner, 2008: 188)
Continuando con el relato acerca del hombre que suele asistir a los encuentros con gorra de visera,
a pesar de no haber encontrado sentido para la imagen de Olimpia, al tiempo, volvimos a insistir.
En esa oportunidad pudo ver las partes de un aparato –transistores, cables y engranajes debajo de
la piel– y se pudo ver a él mismo como máquina, casi una vida humana, o una vida humana sin
vida. Un robot o un androide. Evidentemente como el cuento de Pinocho, el muñeco que cobra vida,
requiere el afecto y la sexualidad. Días posteriores, nos comentó una novedad, que consistía en
que una mujer había aparecido nuevamente en su vida. No parecía una casualidad, más bien un
efecto de una línea significante. Esta mujer que, según él, nunca ha tomado como de su propiedad,
el cuerpo de la otra: “no es mi mujer”. Entonces la pregunta incisiva e incauta: ¿y quién es ella?
Así, con humor, hablamos de esta relación. Diríamos de los avatares y las dificultades de la no rela-
ción sexual. Aspectos que tienen una dimensión singular y simultáneamente colectiva. Sigmund
Freud nos enseña en su lectura del malestar, que no deja de contemplar la dimensión social, pero
que tampoco pierde de vista que el síntoma comporta un arreglo singular del sujeto. Ese arreglo
singular que nos habla de lo peculiar del trazo, aquello que se puede extraer de la repetición y
de las vueltas del goce, lo que en alemán se describe como einziger zug. “Si en cada repetición hay
pérdida de goce cabrá la chance de que el sujeto emerja como efecto” (Stepak, 2011: 2). Entonces
cómo a partir de una imagen artística este hombre pudo comenzar a decir algo y a asociar otras
representaciones. Su cuerpo en silencio trajo a la memoria he hizo real la presencia de una mujer,
con la cual comenzó a tener una relación, dando cuenta de las vueltas del amor.
Jacques Alain Miller (2013) refiere en el texto Piezas sueltas una definición conmovedora: “Lo
primordial, lo fundamental, es la consistencia del cuerpo”. ¡Claro! Ante la dificultad de soportarlo
fragmentado. Y si esa consistencia imaginaria del cuerpo es insuficiente es porque está el amor,
porque se puede elegir otro cuerpo. Probablemente la razón por la cual elegimos estar en diálogo
con otros, desde la conformación de grupos, hacer algo con el cuerpo y por qué no entre historias
y poesías, indagar sobre esa invención del otro en la vida de cada quién.

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Construyendo los Caminos del GIA 69


GIA y la intervención desde
la psicología social

Alejandro Basualdo
Psicólogo Social
alejandroat@outlook.com

GIA Hospital SAMIC


El Calafate, Santa Cruz.

La psicología social tiene como objetivo el estudio del desarrollo y transformación de una realidad
dialéctica entre formación o estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto, asentadas sobre
las relaciones de necesidad.
Establece al grupo como campo en lo que se dará la indagación del inter-juego entre lo psicosocial
(grupo interno) y lo socio-dinámico (grupo externo), a través de la observación de los mecanismos de
asunción y adjudicación de roles.
Trabajamos operativamente, para dar la posibilidad de promover una modificación creativa o
adaptativa según un criterio de adaptación activa a la realidad.
Para poder entender la dinámica de grupo, empezaremos por explicar tal concepto. Para la teoría
pichoniana un grupo es un conjunto restringido de personas que, ligados por una constante espacio
temporal, articulado en la mutua representación interna, se propone en forma implícita y explicita
una tarea que conforma su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asun-
ción y adjudicación de roles.
De acuerdo al marco teórico de la psicología social, la meta de los grupos operativos, es aprender
a pensar. No puede perderse de vista que el pensamiento, conocimiento, son producciones sociales.
Para aprender a pensar, el individuo necesita del otro, ora con su presencia, su discurso, su dialogo
y otras formas de expresión posible. Pensar siempre es pensar en grupo.
La teoría de Enrique Pichon Rivière, considera que el individuo no enferma solo, sino que es la
resultante de una serie de interacciones que se dan en los vínculos primarios, es decir, en las rela-
ciones familiares, por lo tanto el individuo enferma en grupo, siendo la enfermedad un emergente
de la situación familiar. Por tanto la salida de la enfermedad desde nuestra concepción, también
se realiza en grupo a través de la reconstrucción de los vínculos internos dañados.
Se expresó que un grupo es un conjunto restringido de personas, por lo tanto, debe tener un
número limitado, es decir, debe tener tanto un mínimo como un máximo ideal que oscila entre
cinco y 15 personas. A su vez, este conjunto de personas debe estar ligado por una constante de
tiempo y espacio, es decir, hay un encuadre grupal; éste marca el límite que recorta lo que ocurre
en el grupo hacia el interior del mismo y lo diferencia de su entorno; este marco de referencia
llamado encuadre.

70 Libro Colectivo del GIA


El encuadre limita y al mismo tiempo contiene; la razón del límite en el trabajo con pacientes que
poseen patologías de consumo es fundamental y se refuerza cuando se trata de individuos que no
tienen conciencia de enfermedad.
El encuadre también nos permite sostener el rol de coordinador. En relación con el tiempo, está
enfocado con el proceso grupal, a los diferentes momentos que va viviendo el grupo y los inte-
grantes del mismo.
En el ámbito grupal, cada individuo tiene sus tiempos internos en relación a sus cambios y
también en relación a los vínculos que representan el grupo.
Hay que considerar que cada una de las personas que integran o conforman un grupo, llegan ahí
también por el resultado de un proceso que se da en su tiempo histórico y en un espacio vincular.
Dentro de este espacio donde los integrantes participarán, nos vamos a encontrar con los dife-
rentes tipos de roles.
Básicamente hay tres tipos de roles:
• Los roles adscriptos.
• Los roles prescriptos.
• Los roles adjudicados.
Roles adscriptos: son aquellos que se dan naturalmente, por ejemplo: padres, hijo, tío, abuelo, etc.
En el caso de un abuelo, como se da en ciertos casos, puede criar un nieto y asumir la función de
padre, pero ya tiene un rol adscripto, que es el de abuelo, y eso no puede ser modificado.
Roles prescriptos: estos son los impuestos o puestos por necesidad, ej.: director, coordinador, maes-
tros, etc. Rol que no puede ser modificado, el director no podrá pasar a ser alumno.
Roles adjudicados: estos se dan por necesidad del grupo, o porque tal persona es la más indi-
cada a cumplir una determinada función. Una de las características principales de este rol, es que
es dinámico, es decir que se trasforma. El sujeto o individuo se moviliza durante el transcurso de
su día con diferentes roles, podemos decir que en el ámbito laboral cumple un rol (empleado), al
llegar a su casa otro (padre).
Dentro de los grupos operativos, GIA u otros, cada integrante tendrá una movilidad de roles
diferentes. Los mismos deben ser complementarios y rotativos. Cuando se habla de roles comple-
mentarios quiere decir que son adjudicados y asumidos ya que debe tener en cuenta la necesidad
propia y la del otro; si el otro no necesita lo mismo que yo, no puedo adjudicárselo por la fuerza
(ejemplo, no podemos pretender que alguien sea el chivo si este no quiere), ni tampoco asumirlo
si no lo deseamos.
Los roles rotativos, se visibilizan cuando los diferentes miembros de un grupo pasan por todas
las modalidades de rol. Cuando los roles rotan podemos decir que hay aprendizaje. Cuanto esto no
ocurre, hay estereotipia (como si).
Dentro de un grupo los principales roles son:
• Líder
• Chivo

Construyendo los Caminos del GIA 71


• Portavoz
• Saboteador
• Silencioso
Líder: es aquel en quien el grupo deposita todo lo positivo. Hará aquello que los integrantes no
pueden hacer por sí mismos. Hay diferentes tipos de líderes: líder de la tarea del cambio, del afecto,
etc., pero también se encuentra el líder de la no-tarea y pasará a ser el saboteador. Si un líder no
puede cumplir con las expectativas que el grupo deposita en él, puede transformarse en el chivo.
Chivo emisario: es aquel que en el grupo deposita todo su aspecto negativo, y sobre el que siempre
recaen las culpas. Obviamente se deposita lo malo en él, para luego ser eliminado.
Portavoz: es aquel que denuncia el acontecer grupal, sin ser consciente de que es el portavoz.
En el espacio grupal, muchas veces expresa en su discurso el malestar general que puede estar
dándose en el grupo. Es muy interesante el rol del portavoz en el ámbito de la clínica, dado que es
el emergente que denuncia la enfermedad familiar.
Saboteador: es el líder de la no-tarea y de la resistencia al cambio. Aquel que por miedos propios
prefiere lo “bueno conocido que lo malo por conocer”.
Silencioso: ser silencioso no significa no participar, sino que el sujeto participa desde su silencio,
es decir se comunica desde esa conducta. Es aquel en quien el grupo deposita lo persecutorio. Existe
la fantasía de que es el guardián de algún secreto grupal, que de saberse puede llevar al grupo a
la destrucción.
Estos roles mencionados son roles funcionales, ya que lo operativo es que cada integrante, en
los momentos de la tarea grupal, asuma el rol que aporte al grupo riqueza, desde su verticalidad,
tendiendo siempre a la cooperación y no a la competencia.

Mi experiencia como Psicólogo Social en el GIA


Para poder hablar del grupo GIA hay que tener sentido de pertenencia, internalizar y sentir
empatía en cada relato de los compañeros, solo de esa manera se puede entender al que padece la
enfermedad del alcoholismo.
Es de esta manera que empecé a ser parte del GIA de la localidad de El Calafate. Cómo poder
olvidar ese primer encuentro donde cumplí el rol silente y de observador; pude ver el estilo de
coordinación de los responsables de hacer circular la palabra. En ese instante me di cuenta que
era un espacio de puro aprendizaje y que dentro de toda esta red social venía a colocar mi expe-
riencia y mi granito de arena.
Es así como fui acomodando y asimilando cada historia de los pacientes que pasaban por el GIA.
Primeros tiempos donde pude adaptarme a un grupo de trabajo; quienes se reunían hacía más
de siete años que compartían el encuentro todos los martes y jueves de cada semana. Respetando
las formas y maneras de ver al grupo y vernos a nosotros como un gran equipo de trabajo.
Recuerdo aquellas reuniones en el servicio social donde, con mates de por medio presenciaba las
primeras reuniones interdisciplinarias, junto a asistentes sociales, licenciados en trabajo social,
licenciada en psicología, promotores de salud y acompañantes terapéuticos. Todo un camino de
aprendizaje.

72 Libro Colectivo del GIA


Al mes de estar en el grupo, me invitaron a participar del programa de radio del GIA La Citroneta,
en la frecuencia de LU 23 Radio Nacional El Calafate. En 2018 cumplió una década al aire. Relatan
los compañeros que no fue sencillo poder sostener el programa durante tanto tiempo; es ahí cuando
uno da cuenta de que el GIA es una gran familia. Es ahí, en ese preciso instante cuando todo está
por desmoronarse y trastabillando para no caer, que aparece un compañero poniendo el cuerpo
para que no ocurra.
En momentos en que uno siente que “no se puede”, uno se sostiene en los vínculos de la trama
del grupo.
En este camino de aprendizaje colectivo y comunicación con otros, llevamos la palabra silen-
ciada de los vulnerables y olvidados. Somos el granito de arena en ese desierto desolado; también
somos los que les ofrecemos una palabra, la escucha, la empatía, el acompañamiento, las risas, los
chistes, las reuniones y tantos otros elementos que son innumerables. Damos pelea, ante la estig-
matización social, con nuestros colegas de las diferentes áreas en el ámbito de la salud.
Este trabajo no solo se lleva a cabo en los encuentros semanales; como dicen mis compañeros “nos
llevamos trabajo a casa”, ese trabajo que queda resonando en nuestra conciencia mientras vamos
a nuestros hogares. El GIA es un espacio donde somos traspasados por el “otro” en cada interven-
ción de los pacientes.
Tengo el placer de trabajar con un equipo interdisciplinario en el aquí y ahora, donde el sistema
de salud incluye a la Psicología Social como una herramienta más para poder abordar la proble-
mática de las adicciones. De esta manera se abre en el hospital el primer consultorio de Psicología
Social, espacio que aporta al sentido de pertenencia, lo comunicacional, el análisis de los vínculos
primarios y secundarios, las contradicciones, el nuevo proyecto de vida de cada paciente, etc. La
información relevante de esos encuentros es volcada en las reuniones de equipo donde se evalúa
el progreso de cada persona que realiza tratamiento en GIA. Se sumó de este modo otra práctica
a la oferta terapéutica del GIA.
En los GIA nos sostenemos unos con otros en cada circunstancia negativa o positiva, favorable
o desfavorable. Seguimos adelante con nuestros errores y aciertos dando batalla en un sistema de
salud que en muchos casos da la espalda a esta problemática y a este modelo de trabajo con el que
damos cuenta de ella.
Acá estamos, acá seguimos y acá vamos a seguir estando, moleste a quien moleste porque como
me enseñó el GIA “si nos ayudan se puede, y sino también”. Seguiremos con el grupo “transfor-
mando lo siniestro en maravilloso”.

Bibliografía
Pichon Rivière, E. Introducción a la psicología social.
Basile, H. La Psicología social. Roles grupales.
Basile, H. La Psicología social. Concepto de grupos.

Construyendo los Caminos del GIA 73


Redefiniendo el alcance de los GIA:
una experiencia de transformación

Nicolás Segovia
Doctor en Psicología. Coordinador GIA.
nicosegovia10@hotmail.com
GIA Hospital de Maciá, Entre Ríos.

Resumen
Este trabajo se centra en la descripción del proceso de transformación del GIA Maciá, en Entre
Ríos, que se inició como un grupo institucional de alcoholismo para luego tener que adaptarse a las
necesidades de la población que atendía, ampliando su alcance y convirtiéndose en el grupo institu-
cional de adicciones del hospital, atendiendo también casos de adicción a drogas ilegales (cocaína,
marihuana, etc.) y al cigarrillo de tabaco. Emprender este desafío implicó no sólo repensar las
estrategias en el tratamiento de los usuarios del grupo (objetivos, abstinencia, recaídas, etc.) para
afrontar la presencia de poliadicciones, sino también una aproximación diferente a la comunidad
a la hora de trabajar sobre las campañas de prevención que estaban centradas mayormente a estu-
diantes secundarios y padres.

Los inicios
Los GIA del país en las últimas tres décadas han afrontado el desafío de desarrollar estrategias
de tratamiento, de prevención y de investigación con respecto a la problemática del alcoholismo,
la cual sin una explicación lógica sigue siendo ignorada/negada por los principales servicios efec-
tores de salud pública.
Desde que los GIA se iniciaron a partir de la experiencia de Pellegrini en el año 1984 paulatina-
mente se ha ido replicando en hospitales públicos a lo largo y ancho de toda la República Argentina,
respetando los principios que profesaba su fundador pero cada grupo recorriendo un camino en
su construcción muy propio, en el que se debía enfrentar a una diversidad de obstáculos, resis-
tencias y nuevos requerimientos de acuerdo al contexto singular en que esos GIA se concibieron.
En Maciá (Entre Ríos) y localidades que la rodean, mucho más pequeñas aún, el índice de personas
que padecen esta adicción y de muertes debido al consumo problemático de la sustancia es muy
elevado, aunque llamativamente nunca se lo ha reconocido oficialmente. No existen estadísticas
que respalden lo que se ve a diario en el trabajo en salud pública y por lo tanto no se ha trabajado
seriamente para combatir la enfermedad siendo afectadas una cantidad importante de personas.
Según el último informe sobre la situación mundial de alcohol emitido por la Organización
Mundial de la Salud/OMS (2014), el 5,9 % de las muertes a nivel mundial son atribuibles al
consumo de alcohol, como así también el 5,1 % de las enfermedades, discapacidades y accidentes.

74 Libro Colectivo del GIA


Entre las enfermedades más importantes causadas por efecto del uso excesivo de alcohol están:
trastornos psiquiátricos (depresión, trastornos de ansiedad, condición neuropsiquiátrica, epilepsia),
cáncer, enfermedades gastrointestinales (cirrosis, pancreatitis), síndrome de alcoholismo fetal,
enfermedades infecciosas, diabetes.
De acuerdo a datos del Ministerio de Salud de la Nación sobre el consumo de alcohol en Argentina
(2011), nuestro país se encuentra en tercer lugar en cuanto a prevalencia de consumo excesivo de
alcohol en América (30 %), luego de Canadá y Perú. En la República Argentina hay 2 millones de
alcohólicos y mueren 25 mil personas por año por causas relacionadas al alcoholismo, siendo Entre
Ríos la cuarta provincia del país en lo que hace a las provincias de mayor índice de consumo de
riesgo de alcohol.
El GIA del Hospital Falucho de Maciá nació en noviembre de 2013, a partir del interés de un
grupo de trabajadores del hospital local, comprendido por un psicólogo, una trabajadora social,
una fonoaudióloga, agentes sanitarios y una médica clínica. El objetivo inicial fue adecuarse a la
nueva Ley de Salud Mental Argentina N° 26.657, en la que plantea la creación de un equipo inter-
disciplinario en los hospitales generales para el abordaje de las demandas de pacientes con pade-
cimientos mentales.
Los trabajadores implicados comprendieron desde el inicio del proceso que se trataba de una nece-
sidad del hospital el promover un cambio de enfoque en los tratamientos de los usuarios adictos al
alcohol. La principal falencia diagnosticada fue la falta de seguimiento de cada una de esas situa-
ciones, había escaso o nulo registro escrito del historial de esos pacientes que en su mayoría habían
concurrido en reiteradas ocasiones al nosocomio a lo largo de muchos años con episodios de intoxi-
cación alcohólica.
El procedimiento habitual era internar al sujeto que ingresaba con un cuadro de abuso de consumo
de bebidas alcohólicas, brindarle atención médica para atender sus complicaciones orgánicas y una
vez que el paciente se podía estabilizar se le otorgaba el alta. Por supuesto que este tipo de proce-
dimiento generaba alivio de síntomas a corto plazo pero de ninguna manera podía promover un
verdadero proceso de recuperación de la adicción, ya que inmediatamente después de recibir el
alta, o días posteriores, la recaída se hacía presente y ya sin ningún tipo de contención profesional.
Las primeras entrevistas con pacientes que padecían adicción al alcohol fueron individuales, y
en todas ellas los usuarios manifestaban una situación de soledad, incomprensión, sumado a una
gran desorientación. Era la primera vez que se les estaba ofreciendo desde un servicio efector de
salud local la posibilidad de un tratamiento continuado para intentar un cambio de vida que lo
aleje de la muerte.
Proponer desde la sesión uno ser parte de un grupo terapéutico en el cual se comparta tiempo y
espacio con otras personas que están transitando caminos de vida con aspectos semejantes, no era
considerada una buena estrategia. En Maciá se desconocía por completo la modalidad grupal de
tratamiento, sumado a que al ser una población chica y que la mayoría de los habitantes se conocen
entre sí, el nivel de resistencia a aceptar incorporarse era muy marcado.
Dentro de las respuestas más escuchadas por los usuarios se encontraban: “¿Grupal? Pero después
van a salir a contar todo afuera”, “La verdad es que no tengo ganas de escuchar los problemas de
otros”, “Yo prefiero contarte las cosas a vos solo, con otras personas me inhibo y no hablo nada” o
“¿Y quiénes más van…? Si hay algún conocido, no quiero.”

Construyendo los Caminos del GIA 75


Concretar la primera sesión de terapia grupal fue un trabajo que llevó semanas en las cuales
se apeló a la psicoeducación como medio de persuasión. Se les fueron explicando los beneficios de
trabajar en grupo y que sería un dispositivo que posee aún mayores ventajas que la terapia indi-
vidual, detallando algunas de ellas.
Dentro del Hospital Falucho no había un espacio apto para mantener sesiones grupales y ese fue
un tema a resolver. Afortunadamente, en la esquina de sus instalaciones se encontraba un comedor
abandonado llamado Comedor Piki que pertenecía al hospital. Se hizo el pedido formal y se firmó
un convenio que estipulaba que a partir de ese momento sería ocupado por el GIA a cambio de que
se lo mantenga y ponga en condiciones.
El lugar estaba abandonado y muy deteriorado. Por parte de los miembros del grupo se realizó
una campaña de pedido de donaciones en los negocios de Maciá a partir de la cual se recibieron
pintura, lijas, pinceles, rodillos, sillas, mesas, biblioteca, cuadros, cortinas y una pizarra fabricada
por un paciente. Se pidió un día de trabajo para pintar el salón y fue pintado por los profesionales
del GIA. A partir de allí el lugar comenzó a llamarse Salón de Usos Múltiples Piki y no sólo se utiliza
para las actividades del grupo sino también para reuniones y capacitaciones del hospital.
Finalmente tuvo lugar la primera sesión en abril de 2014, a la cual concurrieron un total de
cuatro pacientes, un terapeuta (coordinador), una co-terapeuta y una tercera profesional encar-
gada de llevar el registro escrito de la sesión en un libro de actas.
En los primeros dos meses las sesiones se caracterizaban por un notable hermetismo por parte
de los usuarios, quienes mostraban una marcada resistencia a expresar sus sentimientos o relatar
aspectos de su intimidad. Los temas que se conversaban eran superficiales y se ponía énfasis en
las modalidades de consumo sin ahondar en los aspectos subyacentes.
Luego de las sesiones había reuniones del equipo terapéutico, y al plantearse esta situación se
determinó como uno de los causantes que los pacientes preferían abrirse en la terapia individual
y reservarse en las sesiones grupales. La decisión fue que temporalmente asistan exclusivamente
del grupo y que de esta manera optimicen su participación en el mismo.
Esta estrategia fue dando lentamente resultados positivos como fueron una mayor fluidez en
el diálogo y la comunicación, como así también expresiones de camaradería entre compañeros,
también ocurrió otro evento que precipitó un cambio positivo muy marcado en la dinámica grupal:
ingresó una paciente muy joven, recientemente madre, que estaba decidida a abandonar el alcohol
y reconstruir los vínculos con sus dos hijos. Desde el inicio, y con mucho desenfado, describió todos
los aspectos vinculados a su consumo problemático incluyendo detalles íntimos que generó una
ruptura en las barreras de sus compañeros para expresarse abiertamente.
Esto también habilitó a los coordinadores a dirigirse a los usuarios sin temor a preguntar sobre
todos los aspectos de su vida, yendo desde lo cotidiano a lo más privado, y generando un clima de
camaradería, familiaridad y bienestar como hasta ese momento no se había experimentado.
El avance en el trabajo del GIA no iba a la par con la aceptación del grupo dentro de la institu-
ción como parte de la misma, y no como un servicio extra. Se conversó con cada uno de los profe-
sionales para ponerlos en conocimiento de la puesta en funcionamiento del grupo institucional de

76 Libro Colectivo del GIA


alcoholismo, quiénes lo conformaban y de la necesidad de mantener una buena comunicación en
situaciones de ingreso de pacientes que padezcan esta enfermedad.
Incorporar más trabajadores al equipo de coordinación tampoco fue una tarea libre de compli-
caciones. El mayor desafío para la persona que se sumara debía ser aceptar que las actividades
que eran necesarias (reuniones de equipo, sesiones grupales) debían tener lugar dentro del horario
laboral y no por fuera. Brindarles un tratamiento digno a personas que padecían alcoholismo
requería reestructurar las prácticas cotidianas de los profesionales interesados en formar parte
del grupo. Con el transcurrir de los meses hubo trabajadores que no pudieron adaptarse a las
condiciones del grupo y no continuaron formando parte del mismo, los demás continúan con sus
funciones hasta la actualidad.
Se realizaron capacitaciones brindadas por la Dirección de Salud Mental de la provincia de Entre
Ríos y en base a estas se concretó una reunión con todo el cuerpo de enfermería del nosocomio con
el objetivo de idear un protocolo de intervención con pacientes alcohólicos.
El protocolo rara vez se implementó y aún sigue siendo uno de los desafíos de este GIA. Si bien
se ha avanzado en relación a los primeros tiempos del grupo todavía funciona el mecanismo de
renegación social al que tantas veces ha hecho referencia Pellegrini (2011) por el cual el displacer
que genera la realidad lleva a negarla, y por lo tanto es un obstáculo a la hora de querer cambiar
las condiciones del medio.

Poliadicción en los GIA


En el primer año y medio de funcionamiento sólo se admitieron pacientes con consumo proble-
mático de alcohol. Hubo consultas de personas que padecían otro tipo de adicciones pero siempre
se les brindaba psicoterapia individual, no se los invitaba a formar parte del grupo ya que desde
su fundación el objetivo era atender sólo usuarios con problemas de alcoholismo.
La constante demanda llevó a que este sea un tema en la agenda del equipo profesional y originó
que se comience a debatir qué hacer con este tipo de situaciones, y sobre todo si el GIA era un dispo-
sitivo que podía atender las necesidades de personas que padecieran drogadicción y tabaquismo.
Ampliar el alcance del grupo o no fue el tema de discusión durante un tiempo.
La ciudad de Maciá cuenta con un solo hospital –Falucho- que es hospital general y con un centro
de atención primaria de la salud. No se cuenta con ningún otro servicio que pueda brindar trata-
mientos para adicciones tanto en el ámbito público como en el ámbito privado.
Aquellas personas que padecieran un tipo de adicción debían inevitablemente recurrir a centros
ubicados en ciudades más grandes de Entre Ríos como Paraná o Colón (a 200 kms. de distancia)
en las cuales funcionan algunos centros de rehabilitación. Sostener un tratamiento ambulatorio
rara vez era posible por los costos del traslado y por todo el desgaste energético que a largo plazo
provoca afrontar viajes de esta índole.
Se tornaba imperativo como trabajadores de la salud pública que se habían comprometido a
generar un cambio, idear a nivel local un dispositivo que responda a este tipo de demandas de la
comunidad cada vez más frecuentes, producto de un incremento notable en la última década del
consumo de drogas ilegales en la ciudad.

Construyendo los Caminos del GIA 77


Uno de los argumentos que se esgrimieron a favor de flexibilizar el trabajo del GIA fue que gran
parte de los pacientes que asistían no padecían una sola adicción sino que también manifestaban
problemas de tabaquismo y consumo de drogas ilegales. Apelando a sus dichos era un cliché de
los usuarios afirmar que “una adicción (alcoholismo) va de la mano con la otra (tabaco, drogas)”.
Una de las cuestiones que se plantearon fue si se tenía en cuenta que la creación del servicio
contribuía positivamente a que se les preste una atención digna a las personas que sufrían la adic-
ción al alcohol, contando con el recurso humano adecuado para afrontar este desafío, humanizando
al paciente y rompiendo con ciertos estigmas que obstaculizaban su ayuda, ¿Por qué no basarse
en los mismos principios y utilizar los mismos recursos para abarcar usuarios que estén luchando
contra otro tipo de adicciones?
Así como llevar sobre los hombros el rótulo del borracho del pueblo o el mamulo es una carga
demasiado pesada para los habitantes de comunidades pequeñas, lo es mucho más ser marcado
como el falopero. Es un proceso deshumanizante que las personas que lo vivencian, lo sienten como
un camino sin retorno y hasta en algún punto se llegan a creer ese papel que se les otorgó (o ese
rol socialmente impuesto).
Mantenerse al margen de una situación que afectaba a la población era contribuir al meca-
nismo de renegación social, ocultar la realidad, como que se tratara de un tema que al reconocerlo
enfrentaría a cada uno con sus peores fantasmas. Un GIA que se jacte de tal no puede reforzar ese
síntoma social. Por el contrario, reconociendo que es un problema, ya está contribuyendo a romper
con algunos prejuicios y resistencias locales como esas cosas pasan en otros lugares, pero acá no.
Mientras esta realidad se seguía negando, en el medio de esta disputa se encontraban las personas
enfermas, aquellos que padecen la adicción y que transitan su vida sin que siquiera se intente
ayudarlos. Ante la escasez de alternativas profesionales se creaba un terreno fértil para que ese
sujeto se siga aislando y refugiando en el grupo de pares, creyendo desacertadamente que son las
únicas personas que los comprenden. Para modificar estas cogniciones erróneas debía existir una
propuesta superadora pero hasta el momento nunca se había ejecutado nada por el estilo.
Tomando como referencia los dichos de los pacientes que tras haberse sometido al tratamiento
lograron recuperar su salud y alejarse del alcohol se destaca que el vínculo con coordinadores y
sobre todo con compañeros es uno de los principales recursos terapéuticos. Tanto los profesionales
como los demás usuarios cumplirían el rol de lo que Cyrulnik (2014) llama tutores de resiliencia. De
esta manera se refiere a un tipo de vínculo que el sujeto desarrolla con otra persona que no nece-
sariamente será un familiar de sangre, que estará caracterizado por el afecto, la empatía, la comu-
nicación en un feedback que hará sentir validado al sujeto que está experimentando una situación
vital desfavorable o traumática.
Es un tipo de relación que modifica al sujeto, que puede llevar a una modificación marcada del
curso de su vida pero cabe aclarar que no es una relación que se establece al azar, sino que es un
tipo de vínculo que se construye con aquellas personas que de alguna manera van dejando una
impronta positiva en ese ser humano. Una interacción positiva es un elemento más que suficiente
para cambiar la vida de una persona a partir de un feedback permanente que se establece entre
ellos, propiciando una especie de inflexión con respecto a la noción de su vida (Cyrulnik, 2014).

78 Libro Colectivo del GIA


Por lo tanto, se llegó a la conclusión que el GIA sería un dispositivo que por sus características
no sólo sería una respuesta desde los servicios de salud pública a la problemática del alcoholismo,
sino que también a otras adicciones iguales de complejas como son la drogadicción o el tabaquismo.
Realizando algunas adaptaciones, pero conservando los principios que han fundado este tipo de
grupos, como son la participación activa de familiares y/o personas significativas para el paciente,
evitar las críticas negativas y siempre apuntar a construir, escuchar y dejar fluir la palabra, asistir
cada semana y ser sincero, reconstruir la biografía personal se estaría ofreciendo un tratamiento
apto para recuperar a personas que padezcan ese tipo de adicciones también.
Aunque se había admitido y tratado a una multiplicidad de personas con poliadicciones tomando
como la adicción de base al alcoholismo, nunca se había admitido en el grupo a un usuario que sólo
padezca drogadicción o tabaquismo. A partir de mediados de 2015 y tras lograr consenso de parte
del equipo coordinador, se cambió la denominación a Grupo Institucional de Adicciones, mante-
niendo de esta manera la sigla “GIA”.

Características del tratamiento


Cuando un nuevo paciente ingresa al grupo se trata por todos los medios que la sesión inicial sea
lo menos estresante posible. De por sí se considera una situación ansiógena el debut en la terapia
grupal, en donde se compartirán sentimientos y experiencias con otras personas que hasta el
momento desconocía, además de desconocer cómo funciona el dispositivo de tratamiento grupal.
Uno de los principios fundamentales del GIA Maciá, como ya se ha dicho, es la vital importancia
de la construcción del vínculo terapéutico con el paciente y promover a su vez la relación con los
demás compañeros. Para que los montos de ansiedad disminuyan no se le da la palabra inmediata-
mente al ingresante sino que inicialmente se consulta a los demás cómo estuvo su última semana,
y luego de que todos han tenido uso de su turno y han sido escuchados por los demás se procede a
presentar al nuevo miembro.
Paso siguiente a la presentación se procede a la lectura de las reglas del grupo y se pone énfasis
en la número uno que manda: “Lo que se dice en el grupo, queda en el grupo”. De esta manera se
garantiza la reserva de información, que es lo que generalmente preocupa más a los nuevos usua-
rios, que lo que relate sea divulgado fuera del ámbito hospitalario.
La primera sesión es muy importante porque ya en ella se debe construir la relación terapéutica,
elemento sin el cual el tratamiento pierde posibilidades de ser efectivo. Si un usuario percibe que
se lo entiende, se lo escucha atentamente sin juzgarlo negativamente, hay preocupación real por lo
que le pasa y comparte el espacio con personas que han transitado o transitan situaciones de vida
de naturaleza semejante tendrá mayores deseos de regresar la próxima semana.
Los coordinadores deben mostrarse como idóneos, seguros de que tienen los recursos para
ayudarlo, aunque destacando que la mayor responsabilidad del éxito terapéutico se deberá a la
voluntad del propio paciente. Otra cuestión que se procura es que durante el primer encuentro se
retome en más de una ocasión la primera regla en la que se asegura que todo lo que se hable en el
marco de la sesión no debe ser llevado al exterior.

Construyendo los Caminos del GIA 79


Así como en el tratamiento del alcoholismo se trabaja para que el paciente comprenda los bene-
ficios de darle un corte rotundo a aquellas relaciones con amistades de consumo, en el caso de las
drogadicciones esto se aplica con más fuerza. Esta intervención no puede ser realizada hasta luego
de establecerse cierto nivel de rapport con el paciente, de lo contrario generará una resistencia tal
que pondrá en peligro la continuidad del proceso.
La junta con la cual tiene el hábito de consumir se expresará comprensiva al principio, pero con
el correr de los días y tras un escaso período de falsa empatía consumirán drogas delante de esta
persona que busca recuperarse para finalmente terminar ofreciéndole que consuma. Es habitual
escuchar como esos mismos amigos que en el comienzo del proceso terapéutico le expresaban
que lo ayudarían no tentándolo, son los mismos que intentarán boicotear su recuperación. De no
lograrlo comienzan a mostrarse hostiles, rechazándolo por no querer continuar con sus hábitos y
de esta manera rompiendo el vínculo.
Esto habla de la fragilidad de las relaciones en la droga, en donde pareciera que lo único que une
a este grupo de pares es la prevalencia epidemiológica del consumo problemático de una sustancia.
La droga es el síntoma emergente de una situación de mucha soledad, incomprensión, escasa auto-
estima, falencias de la comunicación que en los momentos en que se está sobrio o careta el adicto
toma conciencia de que son problemas que no lo han soltado, que no ha podido eliminar ni aliviar
drogándose. Su capacidad de resolver conflictos y sus habilidades interpersonales se han visto nota-
blemente afectadas y sus conflictos se han perpetuado.
En situaciones de consumo problemático de drogas ilegales (cocaína y marihuana generalmente)
se trabaja con la abstinencia total. Se ha observado en la experiencia que no hay posibilidad de
controlar el consumo y sería una medida equivocada solicitar reducir gradualmente el consumo
al igual que en el caso del alcoholismo, lo cual sólo provocaría que nunca se pueda avanzar en el
proceso. Por eso también es fundamental alejarse de aquellas personas que hayan sido sus socios
de consumo o de todo tipo de reunión social en la que habrá presencia de drogas.
El acompañamiento de la familia es un pilar que no puede faltar en estos tratamientos. Dentro del
grupo el paciente se siente sostenido por sus compañeros y coordinadores, sale fortalecido de cada
sesión, pero necesita que fuera de ese contexto haya una prolongación de esos vínculos. La adhe-
sión al proceso terapéutico no es la misma en el caso de una persona que cuenta con un respaldo
familiar durante toda la semana e incluso que sea acompañado a las sesiones que aquellos que
intentan afrontar solos la adicción.
Se reducen las probabilidades de deserción de este proceso cuando los miembros de su familia
se preocupan y se ocupan de recordarles cada semana los días y horarios de las sesiones grupales
e incluso de preguntarles si han asistido. Que un familiar asista a la sesión grupal también es un
aporte de gran valor que contribuya a que ese sujeto se sienta contenido, que no está solo en esta
lucha y que es importante para sus seres amados.
Se aclara que hay que ser realistas y que el deseo va a seguir presente, sobre todo en los primeros
meses de abstinencia. Es un error negar o reprimir estos deseos que seguramente aparecerán a
diario en la primera etapa y por ello se pide que puedan poner en palabras lo que sienten, confiar
en sus familiares (padres, parejas, hijos, hermanos, etc.). Se ha comprobado que el referirle a uno
de sus seres queridos que quieren consumir en una estrategia para prevenir la recaída ya que
disminuye notablemente los niveles de ansiedad.

80 Libro Colectivo del GIA


En especial en las primeras semanas tiene lugar una ambivalencia muy marcada dada por el
deseo de dejar de drogarse y por el otro lado la tentación por seguir con los mismos hábitos y no
cambiar nada. En este sentido la intervención de los miembros de la familia son muy útiles al no
permitirles que continúen frecuentando a las mismas personas de antes, ni tampoco yendo a los
mismos lugares que asistían regularmente. Una de las estrategias que utilizan las personas que
padecen drogadicciones cuando sienten ganas de recaer es generar un conflicto para que se los deje
salir, manipulando la voluntad de sus familiares y volviendo a sus viejos hábitos.
Una familia que asista a las sesiones grupales estará alertada acerca de esta situación ya que se
dedica gran parte del tratamiento a la psicoeducación, es decir, brindar toda la información nece-
saria y útil para ayudar a la persona enferma sin reforzar sus síntomas de dependencia a las drogas.
Cuando el paciente identificado no logra o no quiere ponerle límites a su grupo de pares son sus
familiares los que lo hacen, y no permiten que esta decisión tenga marcha atrás.
En el caso de los adolescentes se sugiere a los padres que no les permitan manejar dinero, y que
los acompañen a los lugares a los que sus hijos asistan para asegurarse de que realmente estarán
allí. Son medidas que pueden generar cierta cuota de desgaste pero que son necesarias en la primera
etapa. Esto provoca el enojo por parte del usuario e intentos de manipulación, pero con el correr
de los meses agradece la ayuda familiar y fortalece el vínculo con ellos.
En las situaciones más favorables los miembros de la familia del paciente colaborarán activa-
mente en la recuperación del sujeto enfermo, concurriendo a sesiones y siguiendo las directivas
que se les indica para llevar a cabo durante la semana. En el otro extremo pueden verse acciones de
boicot por parte de la familia, las cuales son producto de un monto grande de resistencia a asimilar
la enfermedad y sobre todo la problemática familiar que está de fondo.
El rol de los coordinadores es activo, manteniendo contacto con el paciente y familia durante
los días que no hay sesión. Es por ello que un fenómeno que tiene lugar en algunos procesos es la
complicidad entre la persona enferma y miembros de su círculo familiar. De esta manera se puede
observar como al empezar a incumplir con el acuerdo que se hace en la admisión de concurrir cada
semana y de no hacerlo avisar a la coordinación con tiempo se consulta con el familiar referente y
este justifica sus ausencias y en algunos casos hasta las avala: “Justo le salió un trabajo y no pudo
ir, igual yo lo veo que anda re bien.”, “El clima estaba re feo, por eso no fuimos.”, “La semana que
viene retoma, ¿hasta cuándo tiene que seguir yendo?”
El ocultamiento de información es otra de las formas de sabotaje que se pueden apreciar, negar
las recaídas o que continúa el consumo, que tarde o temprano el paciente termina reconociendo. La
concurrencia de los familiares se hace necesaria para trabajar estos niveles de resistencia, que de
no resolverse y de continuar la ambivalencia entre ayudar al miembro enfermo o negar su enfer-
medad podría ser un elemento que lleve al fracaso del tratamiento.
En los primeros meses de participación en el GIA aquellos usuarios que han padecido el consumo
problemático de cocaína refieren que al sostener la abstinencia experimentan un marcado senti-
miento de vacío, de tedio que a veces se torna insoportable. Es común la aparición de algunos
ataques de ansiedad, insomnio, pesadillas nocturnas y sentimientos depresivos.

Construyendo los Caminos del GIA 81


Aquí también es importante la psicoeducación para el paciente y su familia, explicando que es
efecto de la contaminación que ha producido la cocaína en el organismo y que son reacciones espe-
rables en el período de desintoxicación. Es tal la euforia vivenciada durante el período de consumo
que al cortarlo rotundamente el cerebro envía señales de malestar a todo el cuerpo. Este estado de
sobriedad al que es llamado por los consumidores estar careta necesita un período de adaptación
ya que el paciente se había desacostumbrado a experimentarlo.
El recurso de la psicoeducación en la atención de pacientes dependientes de la marihuana se
torna imperativo. Casi la totalidad de los usuarios que padecen este problema concurren con creen-
cias totalmente erróneas sobre su consumo, minimizando casi por completo sus efectos nocivos e
incluso defendiendo la idea de que posee propiedades curativas por ser algo natural.
A la primera instancia en este proceso se le llama “desmitificación”, y se trata de -mediante
información coherente y científica- cambiar esas creencias que mantenían hasta ese momento el
consumo tomado como una actitud sana. Entonces se les explica que no se trata de un hábito sano
ni natural, que contiene una cantidad enorme de tóxicos cancerígenos, que afecta las funciones
cognitivas, mata neuronas, que es sumamente adictivo, es un factor que activa el gen de la enfer-
medad mental (psicosis, depresión, etc.).
Es una droga que genera el síndrome de la a-motivación, por la cual los consumidores manifiestan
niveles de abandono personal, tanto en el aseo y aspecto como en la predisposición a proyectar o
concretar metas en su vida. Es común encontrarse con adolescentes o jóvenes que pierden interés
en sus estudios o trabajos, llegando a abandonarlos.
Una complicación que surge es debido a la difusión de información ambigua sobre el tema y en
algunos casos mal intencionada. Se asocia el uso del porro de marihuana con las propiedades del
cannabis medicinal, sosteniendo que tiene las mismas ventajas y promoviéndolo como un producto
que es menos nocivo que el cigarrillo de tabaco. Se hace referencia a sus cualidades ansiolíticas,
que es una droga social usada por todos y que hasta llega a curar el asma. En muchas ocasiones
se escucha el argumento: “Si se usa para enfermos de cáncer o epilepsia no puede ser tan malo”.
Ni los medios de comunicación ni los docentes de primaria y secundaria (en general) brindan
información precisa sobre la marihuana, aun teniendo en cuenta que el estado nacional declaró
el estado de emergencia en materia de adicciones. A partir de la experiencia del GIA Maciá se ha
podido constatar que el porro es la droga más usada por los adolescentes a partir de los 12-13 años
y la mayoría a partir de su experimentación llega a probar o a hacerse adictos a otras drogas más
fuertes.
Para que se logre una resignificación que modifique el curso de la adicción los familiares deben
ser receptores de la misma información que el paciente identificado, ya que muchas veces desco-
nocen hasta esa instancia la gravedad de la situación. No es algo fuera de lo común escuchar a un
padre referir que se siente aliviado de saber que su hijo solo fuma porros, que no es tan malo.
Uno de los principales desafíos que se presentan es que puedan dejar atrás la idea que se trata de
un vicio o la creencia que fuma de vez en cuando pero que puede manejarlo y dejarlo cuando quiera.
Se enseña a ponerle nombre a las cosas tal cual son, se trata de una adicción ya que ese consumo
no es controlado, la realidad indica que no hay posibilidad real de elegir entre fumar o no, y el
porro se ha convertido en un verdadero obstáculo en su vida, cuestión que hasta ese momento
había sido negada.

82 Libro Colectivo del GIA


Siguiendo los principios del grupo se lleva registro del trabajo realizado escribiendo notas de
cada sesión en un libro de actas. Hasta el momento nunca se había realizado en la ciudad de Maciá
un trabajo sostenido en tratamiento o prevención de adicciones, como así tampoco existía registro
alguno de las intervenciones aisladas que fueron concretadas en los distintos servicios. Es una
manera de dejar una constancia del trabajo que semana a semana llevan adelante tanto los profe-
sionales como los pacientes, dejando por escrito toda la historia de su participación y la evolución
en el GIA, como así también puede ser entendido como una estrategia para evitar los mecanismos
de renegación por los cuales se hace de cuenta que este flagelo no está presente como problemática.
Cuando uno de los usuarios desea dejar de fumar cigarrillos de tabaco se opta por el método de
la disminución progresiva del consumo. Se pide que se haga un registro diario de la cantidad de
cigarrillos que fuma, la hora y la situación que consume cada uno de ellos. Una vez que se define el
número de cigarrillos consumidos por día se le pide que desde ese día y hasta la semana siguiente
fume dos cigarrillos menos por día. La propuesta es que siga fumando cada cigarrillo en la hora que
escribió en la hoja de registro y cada semana vaya eligiendo dos de ese listado y abandonándolos.
La principal contra que se presenta cuando un miembro del grupo quiere abandonar el ciga-
rrillo es que se trata de una de las drogas legales cuyo uso tiene mayor aceptación social. Si bien a
nivel gubernamental se han tomado diversas medidas para desnaturalizar su uso como el prohibir
fumar en lugares públicos (sobre todo cerrados) o en las aulas de las universidades -que hasta años
atrás estaba permitido-, aún goza del privilegio de pasar desapercibido como un problema de salud
pública al igual que el alcohol.
Rara vez un paciente que padece la dependencia al cigarrillo de tabaco asumirá fácilmente que
es un adicto, y da como razón principal el hecho que no es un consumo tan problemático ya que no
altera la conducta del que fuma, como le sucede al que consume drogas ilegales o el alcohol. Estas
pautas culturales tan enraizadas son obstáculos que se deben ir sorteando en el proceso terapéu-
tico ya que como se repitió antes una adicción va de la mano con la otra, no se puede avalar la preva-
lencia de esta dependencia ya que se estaría reforzando la conducta problema.

¿Cómo trabajar las recaídas?


El concepto de recaída se trabaja en el marco de los tratamientos de drogadicciones al igual que
como se lo trabaja con usuarios alcohólicos. Es uno de los temas que se conversa con los pacientes
desde la sesión inicial y que se reitera con frecuencia. Se hace docencia en este sentido, se enseña
que es una palabra a la que no se debe temer, el desconocimiento de un evento de este tipo asusta
y lleva incluso a que el paciente pueda abandonar el tratamiento si no está lo suficientemente bien
preparado.
Se repasa periódicamente lo trabajado en cuanto al significado de las recaídas: que son espe-
rables, que no deben ser tomadas como una caída definitiva, que se debe hablar sobre ellas y no
ocultarlas o negarlas. Siguiendo el principio de que es mejor hablar de ciertas cosas se reducen los
montos de ansiedad de los familiares, explicándoles que la recaída es un evento esperable dentro
de los tratamientos exitosos inclusive. De esta manera también se promueve el no juzgar negati-
vamente al familiar enfermo y evitar el enojo con él, que habitualmente sucede cuando se desco-
noce sobre estos procesos.

Construyendo los Caminos del GIA 83


Es importante trabajarlo como una experiencia de aprendizaje para el paciente en la cual se
aprende a detectar los factores considerados de riesgo para concretar los objetivos del tratamiento.
También se apunta a desdramatizar el evento para que no se vea afectada la autoestima del paciente,
que no se instale la sensación de fracaso. No será un evento deseable ni positivo pero no debe ser
motivo para abandonar el tratamiento y bajar los brazos, sino como una oportunidad de corregir
algunas cuestiones que no estaban funcionando del todo bien.
No sólo se proponen desde la coordinación estrategias para manejar el deseo y lograr la absti-
nencia sino que los propios compañeros de los usuarios son los que desde su propia experiencia
personal brindan consejos acerca de que técnicas podría utilizarse en ese caso específico para
empezar a lograr los objetivos propuestos.
Uno de los factores que se presenta como de riesgo para las recaídas es la soledad, sentirse solo.
Al estar en compañía de otros, los pacientes tienen mayores probabilidades de sostener la absti-
nencia, están menos vulnerables a la tentación ya que tienen en quien apoyarse. Debido a esto es
que tanto los coordinadores como los usuarios en más de una oportunidad recomiendan que se
dejen ayudar y que traten de apoyarse en sus seres queridos evitando lo más posible estar solos.
Dentro de las acciones de psicoeducación que se ponen en práctica dentro de las sesiones, se
destaca como una de las más relevantes indicarle a los pacientes -las veces que sean necesarias- que
deben hacer un esfuerzo para evitar situaciones en que habrá tentación para recaer, por ejemplo,
participar en reuniones sociales donde haya otras personas consumiendo. Se les pide que corten de
raíz con su entorno: que ya no frecuenten los lugares a los que habitualmente asistían y se alejen
de aquellas personas con las que tenía solo en común el hábito de consumir drogas. Mantener el
entorno imposibilitaría concretar la abstinencia.

Red GIA Maciá


Desde junio de 2016 los miembros del grupo tomaron la decisión de promover la creación de
una red con otras instituciones de la localidad para trabajar la prevención del consumo de drogas
ilegales y del alcoholismo. Motivó esta iniciativa el hecho de que la escasa cantidad de consultas
sobre drogadicción en el servicio no era coherente con la realidad maciaense, la cual mostraba un
notable incremento en el consumo de marihuana y cocaína durante los últimos años, sobre todo
en la población adolescente.
Se evaluó que el sector adolescente era el que necesitaba intervención con mayor urgencia y por
ello se acudió a las dos escuelas secundarias que hay en la ciudad, se habló con sus autoridades, se
eligió un docente de referencia en cada una de las escuelas y se convocó a un grupo de estudiantes
para realizar una campaña de prevención. La propuesta era que la campaña sea destinada hacia
adolescentes y sea creada por adolescentes, dejando atrás las gastadas estrategias de charlas brin-
dadas por profesionales y que hacía tiempo no generaban el efecto deseado.
En la escuela José María Paz se filmó un cortometraje llamado Aprender a decir no, cuyo guión
fue ideado por los estudiantes, quienes también actuaron, filmaron y lo editaron. Una vez prepa-
rado el material, fue expuesto en cada uno de los cursos de la escuela y defendido por sus autores.
Esta exitosa experiencia llevó a que sean invitados de otras escuelas locales y de ciudades vecinas
para mostrar su trabajo.

84 Libro Colectivo del GIA


En la Escuela Agrotécnica se realizaron dos entrevistas videograbadas a dos pacientes recupe-
rados del GIA. La primera persona entrevistada había superado una adicción al alcohol mientras que
el segundo entrevistado fue un adolescente que logró recuperarse de la adicción a drogas ilegales.
Estas entrevistas tuvieron un efecto shockeante ya que se trató de dos pobladores de Maciá que
dieron la cara y dijeron su nombre y apellido, negándose al anonimato y rompiendo los estigmas
con respecto a las personas adictas.
Este fue un momento bisagra en el trabajo del grupo, en el que se empezó a luchar con mayor
énfasis en la humanización de las personas que padecen esta enfermedad, promoviendo la igualdad
de derechos y rompiendo con las viejas prácticas por las cuales los adictos deben permanecer callados
y ocultos, sin derecho a ser escuchados y sin posibilidades de ser entendidos. Esta fue una manera
de que comiencen el camino de la recuperación de su nombre y de su identidad.
Estos grupos que se formaron en los colegios secundarios siguen funcionando por su propia cuenta
y ambos tienen un docente coordinador que solamente están motivados por su interés, compro-
miso y deseos de contribuir a la prevención de las adicciones. El nombre que eligieron para auto-
denominarse fue Grupos GIA Junior.
Se impulsó a fines del año 2016 también la creación de un grupo de padres. Los convocados a
formarlo solo debían cumplir con el requisito de ser padre o madre, sin ser necesario que alguno
de sus hijos padezca una adicción. El objetivo era instalar el tema, informar, darles participación en
alguna campaña futura para prevenir el crecimiento de las adicciones en la ciudad. La idea surgió
a partir del interés constante que manifestaban padres y madres de la comunidad y sus deseos de
colaborar desinteresadamente en el trabajo del GIA, pero sin saber cómo hacerlo.
Tras una convocatoria por los medios de comunicación y redes sociales se logró concretar la
primera reunión en la cual hubo una concurrencia numerosa. En los primeros encuentros se
conversó sobre la realidad actual de la ciudad, de la importancia del compromiso de las institu-
ciones locales y sus actores, se realizaron muchas preguntas y se hizo el compromiso de continuar
con el trabajo durante 2017.
Durante el segundo año se propuso realizar en la ciudad de Maciá el primer congreso provincial
de adicciones, lo cual iba a ser un esfuerzo realizado en conjunto entre el grupo de padres y el GIA
del hospital. Más allá de la importancia del evento, una de las cuestiones más positivas fue el lograr
que la Red GIA se fuera fortaleciendo cada vez más, obteniendo el apoyo del municipio local y de
diversos comercios que colaboraron económicamente con los gastos de organización. Se organizaron
además eventos de feria de platos y noche de gala para recaudar fondos con resultados positivos.
En 2018 se concreta otro anhelo, que es lanzar en una emisora local el programa de radio deno-
minado El Timón. Este programa es conducido por tres jóvenes colaboradores y se propone llevar
adelante algunos objetivos como son: dar a conocer las actividades del GIA a la comunidad, promover
el diálogo sobre la temática de adicciones, entrevistar a protagonistas locales y nacionales, instalar
la importancia en la sociedad del congreso provincial de adicciones para así también estimular su
participación y hacer promoción de salud mental a través del uso del humor y el entretenimiento
por medio de un formato original.

Construyendo los Caminos del GIA 85


La experiencia ha demostrado que este tipo de grupos son un dispositivo que, de mantenerse
permeable a los cambios y necesidades del contexto en el que está inmerso, puede ser la respuesta a
un número mayor de problemáticas de las que inicialmente se había pensado. Ni su propio creador
es conciente de lo que ha creado y de la magnitud que puede alcanzar un servicio de esta naturaleza.
La experiencia de creación de una red local es una estrategia para achicar las distancias entre
los actores de la sociedad, para que la red no esté conformada solamente por dispositivos terapéu-
ticos de distintos puntos del país, lo cual puede representar esfuerzos aislados, sino que se puedan
conseguir aliados cercanos con las mismas convicciones y que potencien su misión. Para ello no se
debe reposar en una posición pasiva, de confort o de queja, hay que salir a buscarlos. Como se dice
en el GIA Maciá: “Si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña”.

Bibliografía
Bustos, G. (2008). Alcoholismo hoy: el proceso de recuperación de la salud. Buenos Aires. Dunken.
Cyrulnik, B. (2014). Sálvate, la vida te espera. Barcelona. Gedisa.
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tónoma de Buenos Aires, Ministerio de Salud, Presidencia de la Nación. Recuperado de http://www.msal.gob.ar/saludmental/
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Organización Mundial de la Salud OMS (2014). Global Status Report on Alcohol and Health 2014. Ginebra: OMS. Recuperado
de http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/112736/1/9789240692763_eng.pdf
Pellegrini, J. (2011). Escritos sobre alcoholismo 1989-2011. San Luis. Payné.
Villafañe, C. (2009). Evaluación cualitativa del abordaje integral del alcoholismo con el modelo G.I.A. (Grupos Institucionales
de Alcoholismo). Vertex. Revista argentina de psiquiatría, XX(88), 440-449. Recuperado de http://www.editorialpolemos.com.
ar/docs/vertex/vertex88.pdf

86 Libro Colectivo del GIA


El policonsumo. Una mirada desde el
grupo GIA Maipú, provincia de Mendoza

Alberto O. Romani
Médico Esp. en Medicina de Familia
Coordinador GIA Maipú. Agente de Salud en Alcoholismo. Jefe de la Sección Integral Preventivo
Asistencial de Adicciones. Hospital Regional Diego Paroissien. Miembro del equipo interdisciplinario
de Salud Mental del Centro Regional de Salud Mental Familiar y Comunitaria Nº 1.
aorgramin@hotmail.com
Maipú, Mendoza.

Resumen
Desde los comienzos de nuestro Grupo Institucional de Alcoholismo Maipú en 1999, en la órbita
del Servicio de Medicina de Familia del Hospital Regional Diego Paroissien, Departamento de
Maipú, provincia de Mendoza, la impronta del consumo de varias sustancias psicoactivas estuvo
presente. No obstante la focalización grupal en el alcoholismo, lógicamente, no impidió que los
participantes, pacientes y familiares, pusiesen en palabra otras aristas de los daños y sufrimientos
relacionados al consumo de tabaco y la cocaína y el marco hedonista y conflictivo del mismo. A lo
largo de nuestra experiencia de casi dos décadas podemos afirmar que el modelo GIA, descentrado
de la sustancia, operando en un neoposicionamiento integral de los partícipes, activos agentes de su
proceso de cambio, tiene el potencial necesario y rico para brindar acogida o alojamiento también
para quienes su objeto de cautiverio no es el alcohol, para explicar y explicarse que la historia de
ese cautiverio, como pérdida íntima de la libertad personal, familiar y social, necesita en algún
momento el psicoactivo cautivador como un engranaje más de cuanto conforma su padecer y que la
reversión y la transformación liberadora pasa por retomar y rehacer “de novo” ese tejido histórico
vital, contando con las manos extendidas, ofrecidas y oferentes del GIA, que no pierde su individua-
lidad e identidad grupal específica. Al contrario, una identidad fuerte con capacidad de respuesta
ante las derivaciones de una sociedad consumista, una aculturación globalizadora y esclavista en
el mundo del siglo XXI que narcotiza la vida humana.

Introducción
Desde los comienzos de nuestro Grupo Institucional de Alcoholismo Maipú la impronta del
consumo de varias sustancias psicoactivas estuvo presente. No obstante la focalización grupal en
el alcoholismo, lógicamente, no impidió que los participantes, pacientes y familiares, pusiesen en
palabra otras aristas de los daños y sufrimientos relacionados al consumo de tabaco y la cocaína
y el marco hedonista del mismo en función de los grupos de pares y sus ritos, o del famoso fin de
semana de relajamiento en todo sentido, es decir, también el de las costumbres cotidianas.

Construyendo los Caminos del GIA 87


Desde nuestra visión clínica de equipo interdisciplinario, participada desde el rol psicológico,
médico familiar y de los coordinadores no profesionales, hace más de 15 años –poco o mucho tiempo
para ciertas variables sociales– la conducta de intervención centrada en el alcoholismo hacía que
derivásemos a otra área el interés de hacer algo con el malestar del consumo tabáquico y de alguna
sustancia ilegal, en ocasiones dentro de la actividad de la medicina de familia mientras la tuvimos
organizada como Servicio institucionalizado. Disciplina ésta que nos permitió avanzar, tiempos de
un nuevo paradigma sistémico e integrador, centrado en la persona y su grupo familiar de perte-
nencia para la resolución de sus problemas de salud, dejando atrás el enfoque patológico puro, el
paradigma médico y de la salud hegemónicos ejercido, muchas veces con violencia, de manera
inapelable y sin aceptación de los déficit propios y los nuevos, por la falta de respuesta ante los fenó-
menos modernos del proceso salud-enfermedad. Disciplina aquella, que en nuestro medio sufrió
el ninguneo y la manipulación política de la hora paupérrima de intereses pequeños y partidarios
locales y, por supuesto, del beneplácito de los sostenedores del modelo hegemónico en jaque y sus
objetivos de lucro en el campo de la salud. Pero esto es vela para otro entierro.
En poco tiempo, el agravamiento del consumo múltiple o policonsumo de sustancias psicoactivas
(SPA) nos asaltó en la demanda y particularmente relacionado con el uso de marihuana y cocaína
(ver Tabla 1). Asimismo, la llegada de los casos que tienen un tránsito previo por el Organismo
Local del Sistema de Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, Programa Provincial
de Maltrato Infantil, Ley Provincial Nº 6551 y por el Sistema de Justicia y Seguridad, con interven-
ciones en personas menores y mayores de edad, con las complicaciones de conductas en el marco
familiar y social ligadas al consumo de drogas. Y junto con ello, la disminución o acortamiento de la
edad de ocurrencia, el inicio, cada vez más precoz en más jóvenes, cuestión ya observada respecto
del uso de bebidas alcohólicas y sus efectos deletéreos personales y sociales tempranos. Oficialmente
ya se nos informaba a nivel provincial, hace menos de una década, que los adolescentes iniciaban
el consumo de cannabinoles a los 16 años (Ministerio de Salud de Mendoza, 2010) v. gr. “sobre una
cantidad de más de 500 pacientes atendidos en los Centros Preventivos asistenciales de Mendoza
e instituciones privadas, se observa que la droga que motiva la demanda de tratamiento se ha ido
modificando entre 2008 y 2010. El alcohol se traslada del tercer lugar en 2008, hasta el primero en
2009 y 2010 motivando más del 40 % de los tratamientos a nivel provincial; la marihuana se retrasa
como droga que motiva tratamiento desde el primer al tercer lugar en estos años; la cocaína, de
manera sostenida, es la droga que motiva aproximadamente el 30 % de los tratamientos por adic-
ciones durante 2008/09/10. En términos generales podemos resumir que los pacientes que llegaron
a los centros públicos y privados son jóvenes, predominantemente masculinos, solteros, sin hijos
a cargo, con bajo nivel educativo y con una baja inclusión laboral. Con respecto a la edad de inicio
del consumo de SPA se dio antes de los 16 años y las drogas de inicio en primer término alcohol,
seguida de tabaco y por último marihuana y cocaína… cerca de la mitad de los pacientes habían
tenido al menos un tratamiento en los últimos 12 meses”. Hoy se agrava porque la edad promedio
de inicio está a los 14 años y la tendencia va hacia el reemplazo del tabaco por la marihuana como
una droga de comienzo para ese grupo poblacional con elevada incidencia del consumo de alcohol
y expansión del consumo de cocaína.

88 Libro Colectivo del GIA


En nuestro caso, se nos agregó el incremento de demanda del sector de internación clínica de
nuestro hospital de cabecera, Hospital Regional Diego Paroissien, que no sólo planteó necesidades
de evaluación y acompañamiento para alcohólicos y sus familias, sino que se incrementó paulati-
namente la interconsulta por pacientes con descompensaciones a partir de un policonsumo. A tal
punto se acelera la situación de crisis en este aspecto de la salud local.
En los últimos meses se nos ha comunicado que hay detección de residuos o derivados de simpa-
ticomimético (cocaína-ecgonina) o cannabinoles en 8 de cada 10 neonatos sin que hayamos podido
verificar la fuente. Otro ejemplo: ya desde hace dos años hay una prevalencia de situaciones de
consumo de SPA en embarazadas, ulteriores pacientes obstétricas y las derivaciones de sus efectos
a neonatología, estableciéndose que del total de parturientas vienen con morbilidad por consumo
de sustancias entre un 3 % y un 5 % (Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deporte de Mendoza,
2017) y con demanda de consulta de diagnóstico y control obstétrico tardía, bajando el promedio
hasta en tres meses en el control prenatal ideal.

Tabla 1. Mapa de la Drogadicción en Argentina. Sedronar


2000. Colaboración Lic. Liliana Vázquez.

Datos conclusivos de la investigación Epidemiológica del SEDRONAR, en 1999, que realizó


en el país respecto del uso indebido de drogas (a casi 20 años de distancia. ¿Alguien miró
para otro lado?)
12.9 % de los argentinos entre 15 y 65 años consumió alguna droga ilegal en los últimos
30 días (son aproximadamente 600.000 personas).
El 40 % de ellos declaran haberlo hecho más de 5 veces por mes (son 200.000 personas con
una frecuencia muy alta de contacto con drogas ilegales).
En ambos casos la proporción es aproximadamente: 75 % de hombres y 25 % de mujeres.
En el consumo de sedantes y estimulantes (drogas legales) la proporción es de 58 % de
mujeres contra 42 % de hombres (psicofármacos sin prescripción médica).
Es preocupante cómo está bajando la edad de inicio del consumo de sustancias ilegales:
algunos de nuestros chicos, aun antes de los 8 años, hacen uso de productos inhalantes o pega-
mentos, consumos muy peligrosos considerando el fuerte deterioro neurológico que implican.
La edad de inicio de consumo de drogas sociales (alcohol y tabaco) también disminuyó
(entre 12 y 14 años).
La droga más consumida es la marihuana (2,2 %), seguida por la cocaína (1,2 %).
La presencia de drogas como el crack o la heroína tienen una incidencia muy baja.
El 10,1 % de los argentinos entre 15 y 65 años dice haber consumido alguna vez en la vida
una droga ilegal (2.000.000 de personas).
Tanto las personas que consumieron alguna vez o las que no, consideran que el consumo
de drogas ilegales es peligroso.

Construyendo los Caminos del GIA 89


Los consumos atraviesan todos los sectores sociales y no son exclusivos ni característicos
de ningún grupo en particular, pudiendo observarse una alta incidencia de marihuana en
sectores medios y altos de nuestra población urbana.
Pareciera que no hay conciencia en nuestra sociedad acerca de la magnitud del problema,
por tanto hay un alto grado de permisividad social frente al consumo de drogas sociales
(alcohol y tabaco), incluso ante el abuso de psicofármacos.

Luego, nuestro grupo GIA Maipú, a poco de andar tuvo la necesidad de abrir su escucha y promover
acciones específicas en el marco del policonsumo de sustancias psicoactivas y asumió la misión
de trabajar en un proceso de restitución de la salud centrado en la persona enferma y su grupo de
pertenencia y no en las sustancias. Así es como aprendimos a quedar fuera de lo “alcoholocéntrico”,
también a situarnos fuera del atrapamiento de la sustancia.

Antecedentes
Nuestro GIA Maipú fue creado en 1999, en el seno del paradigma de servicios de salud plasmado
por la disciplina de la medicina de familia, con sede en el Hospital Regional Diego Paroissien, de
segundo nivel de complejidad, con 110 camas y de referencia local para tres departamentos o muni-
cipios: Maipú como cabecera, área sureste de Guaymallén y área noreste de Luján de Cuyo, de la
provincia de Mendoza.
El departamento de Maipú (Junta de Estudios Históricos de Mendoza, 2012) nació en el oasis norte
del territorio desértico mendocino, creado el 14 de mayo de 1858, por decreto del gobernador Juan
Cornelio Moyano, quien recibió de la Capitanía General de Chile la Merced Real de las jurisdic-
ciones que los indios huarpes conocían con el nombre de Tiasta. Fundó allí una estancia, que a su
muerte pasó a propiedad del capitán Don José Moyano Cabral y comenzó a denominarse Potreros
de Cabral. Se constituyó en una importante posta conocida con el nombre de Rodeo del Medio. En
esta amplia zona geográfica los jesuitas levantaron la Capilla de Barrancas y la de Nuestra Señora
de las Mercedes de la Cruz de Piedra, que en 1855 dejó de funcionar por encontrarse ya muy vieja y
deteriorada. La acción de Nicolás de Ozamis posibilitó la reconstrucción del oratorio, obra que luego
fue continuada por su hijo, José Alberto de Ozamis. Dispersas en el paraje de la Cruz de Piedra, 38
familias se constituyeron en las pioneras y colonizadoras de una región, que con el correr del tiempo
sería la zona industrial más rica de la vitivinicultura argentina. El 9 de enero de 1855 el gobernador
de la provincia Pedro Pascual Segura dictó un decreto-ley por el cual se estableció el perímetro
geográfico del futuro Departamento de Maipú, denominado en ese momento Departamento 70 de
Campana. Sin embargo, tres meses después, al crearse los departamentos de Luján y San Vicente
(actual Godoy Cruz), ése departamento quedó encerrado dentro de aquellos (Cueto y Sacchero).
Actualmente es uno de los 18 municipios que conforman la provincia de Mendoza y junto a
Capital, Las Heras, Guaymallén, Godoy Cruz y Luján, integra el Gran Mendoza. Con poco menos de
200.000 personas, más del 60 % entre 15 y 64 años y gran franja de 5 a 10 años –el Hospital Paroissien
alberga la segunda maternidad de la provincia-, en una superficie de 717 km2, a 15 kms al sureste
de la ciudad de Mendoza, con una economía principalmente basada en la explotación de la viti-
vinicultura con la mayor densidad de bodegas de la provincia, cuna del complejo vinícola GIOL

90 Libro Colectivo del GIA


que fuera dividido y cooperativizado promediando el siglo XX; fruticultura y gran desarrollo de
la horticultura; favorecido por su geofísica de llanura cursada por el Río Mendoza. Polo de indus-
tria de productos alimenticios, bebidas, metalmecánica, industria del vidrio, textil, cuero, madera
y muebles y de la construcción con cerca de 450 establecimientos, de los cuales 167 son bodegas;
red de amplias vías de comunicación terrestre hacia los cuatro puntos cardinales y de interco-
nexión para rutas nacionales importantes e industria olivícola de gran calidad. Maipú se proyecta
al siglo XXI y pone a disposición su principal recurso: el trabajo. Cada rincón de su suelo traduce
el esfuerzo de varias generaciones de maipucinos que transformaron al desierto hostil en campos
fértiles. Canales y acequias tejen hoy todo su territorio y cada árbol plantado denota la labor de sus
habitantes. El trabajo se plasmó en la industria y allí también se ha visto reflejado el esfuerzo de
hombres y mujeres que imaginaron y forjaron su destino. Actividades industriales como curtiem-
bres, frigoríficos, fábricas de muebles y cristalerías abren más el espectro económico del departa-
mento que, hasta hace algunos años se había concentrado en la vitivinicultura. La elaboración y
comercialización de aceitunas en importantes establecimientos, le ha permitido a Maipú escalar el
primer lugar en el mapa olivícola de la provincia, fundamentalmente por su significativa produc-
ción y excelente calidad. Como primera zona vitivinícola del país, el departamento vio nacer grandes
y afamadas bodegas, al igual que otras más humildes y artesanales, las denominadas familiares,
pero todas con el sello definitivo del mejor vino.
A ello se debe agregar, con gran valor social, el desarrollo cultural del Departamento, los niveles
de servicios a la comunidad donde la administración pública siempre estuvo a la vanguardia de los
criterios contemporáneos y de mayor eficacia en orden a la calidad de la gestión (gestión de calidad
total, planificación racional, presupuesto participativo con iniciativas vecinales, etc.). La vitalidad de
expresiones tradicionales y de los desarrollos modernos, centros culturales como el Teatro Imperial,
centros tradicionalistas, emprendimientos turísticos que agregan valor a las industrias olivícola
y vitivinícola, hotelería de alto nivel, desarrollos urbanísticos en permanente expansión, espacios
de esparcimiento público a disposición de la familia maipucina, organizaciones vecinales, estable-
cimientos educativos públicos y privados, instituciones solidarias y religiosas dan un panorama
alentador que ha llevado a las autoridades a sostener el lema “Maipú, el mejor lugar para vivir”.
Sin embargo, entre tantas virtudes, la presencia del alcoholismo y de las características de vulne-
ración del nuevo siglo, junto al fenómeno de consumo de drogas ilegales, ha marcado con la tragedia
su realidad, en medio del consumismo de una sociedad caracterizada como tal, que en su trama lo
peor que se descubre es la sustitución del ser por el tener. Tragedia que en el GIA Maipú aparece de
la mano de esa laboriosidad, ese compromiso con el trabajo. Prácticamente la mayoría de nuestros
compañeros en proceso de rehabilitación son trabajadores, muchos de ellos teniendo como fuente
laboral la surgida de la “industria madre”, de la cual se provee el sustento familiar y en el marco
de la cual también aparece el drama familiar.
La red de salud departamental posee 37 Centros de Salud de Atención Primaria ampliamente
distribuidos y pertenecientes a la organización estatal municipal (17) y también del ministerio de
salud provincial (20). La demanda de la comunidad se satisface en casi el 70 % en esta red inclu-
yendo el Hospital Regional y Zonal Dr. Metraux, con un tercio de la población sin cobertura y más
del 10 % con NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas).

Construyendo los Caminos del GIA 91


Por último, diremos que los avatares derivados de una modernización del hospital, principal-
mente estructural y de los consabidos cambios de la administración política de la provincia, a partir
del año 2000, dio como resultado la desaparición de la medicina de familia y sus expansiones terri-
toriales e institucionales, entre ellas el GIA. Sin embargo, el Grupo Institucional de Alcoholismo
prevaleció, indiscutida su sanidad, encontrándonos hoy instalados con relativa comodidad en el
primer Centro Regional de Salud Mental con perfil específicamente Familiar y Comunitario y única
experiencia de este tipo en Mendoza, conservando el vínculo orgánico con el Hospital Paroissien
y acrecentando la trascendencia que una visión humanística tiene en el servicio a las necesidades
en salud mental de nuestra gente.

Reposicionamiento GIA y policonsumo de sustancias


Siempre hemos defendido la apreciación que para problemas complejos, las respuestas de auxilio
no pueden ni deben escaparle a esa complejidad. Ya los parámetros preventivos en ese sentido desde
la década de los noventa, son distintos, temática desarrollada extensa y detalladamente por Becoña
Iglesias, Elisardo, en su obra “Bases Científicas de la Prevención de las Drogodependencias. Madrid,
2002” partiendo de las investigaciones de Gordon y otros autores (Gordon, 1987). De ello, a modo
ilustrativo agrego la Tabla 2 comparativa.
Nuestro GIA Maipú tuvo que adoptar una visión nueva y flexibilizar la tarea. ¿Cómo se hizo,
teniendo en cuenta la letra y el espíritu de la creación de nuestro maestro, el Dr. Jorge Luis Pellegrini..?
¡Sin perecer en el intento! Sabiéndonos en un rol intermediario, de una acción de amor operante,
frente al sufrimiento y la necesidad de quienes desde las primeras sesiones de participación grupal
pasaron a ser compañeros nuestros; constructores de un nuevo modo de afrontamiento en la proble-
mática del alcoholismo, en la que quedaron incursos a través de sus vidas, más cortas e inexpertas,
más largas y confusas, más ilustradas o ignorantes. “En estas páginas van miles de mensajes nacidos
del dolor, de la lucha y de la esperanza”, dedicaba personalmente Pellegrini el 8 de noviembre de
1997, en su texto Alcoholismo y GIA y desde allí aprendimos como el autor señala: de la vida coti-
diana de nuestra comunidad y nuestra experiencia grupal; de sus-nuestros problemas, y de los
recursos en común para enfrentarlos; viendo que el espacio público de la salud ha sido fiel conti-
nente, tanto de los enfermos y de sus familias en búsqueda de la asistencia sanitaria, con altibajos,
pero ajenos a nuestro compromiso y nuestra causa; dentro del esquema representacional real de
la población como de nuestras ansias profesionales y humanitarias.
Allí se produjo la interacción institucional capaz de moldear, flexibilizar, humanizar la respuesta
hospitalaria (Pellegrini, 1997). Dando acogida a la demanda creciente y la confianza institucional
depositada en nuestra labor, apoyados en la experiencia del Grupo Institucional de Alcoholismo
por más de una década, con satisfacciones concretas en la rehabilitación y en el proceso liberador
que han efectuado muchos compañeros y sus familias.
Esa experiencia en GIA nos dio la actitud: calma pacífica, observación, mucho oído y esperanza
en las capacidades del otro, compromiso y acompañamiento hasta el máximo de nuestras posibili-
dades, que implica hasta búsqueda activa de casos en la comunidad. Seguros de que nadie está tan
enfermo que no tenga un elemento o un área sana en su persona desde donde anclarnos y fijar un

92 Libro Colectivo del GIA


punto de referencia vital. Ni nosotros tan sanos, que no nos revitalicemos y revisemos en la partici-
pación, análisis y evaluación grupal y en el descubrimiento y aceptación de nuestros errores, espe-
cialmente en la coordinación. También recibimos así la posibilidad de cambio. Siguiendo la fluidez
de la realidad grupal, tarea tras tarea, con tres sesiones semanales que mantenemos desde el inicio,
con la atención en lo real y simbólico que la presencia y el acto grupal pone en escena; o donde el
drama de la enfermedad lo escenifica el acto personal e individual en el grupo.
Y que el grupo contiene, lleva y trae, reflexiona y emociona, dilematiza y va resolviendo en ese
proceso espiralado que nos deja a todos en otro lugar, en otra posición, en otro conocimiento, en
otra inspiración, en otro motivo más para abrazar la posibilidad de sanar, de curar, de reír, de
amar, de llorar, de confiar en otro descubierto como otro-grupal. Y de aceptar nuestras limita-
ciones y el fracaso.
A lo que se une la realización del refuerzo de la intervención institucional hospitalaria asen-
tando y aceitando la Sección Integral Preventiva Asistencial de Adicciones (SIPAD, exUnidad de
Alcoholismo), con consulta ambulatoria en servicio de consultorios externos, con ampliación de la
atención general de adicciones; mejoramiento de procesos de evaluación, captación y derivación a
través de interconsulta que involucra demanda de clínica médica y guardia, Terapia intensiva y de
la maternidad y neonatología, más las derivaciones ambulatorias, créase o no, desde el servicio de
salud mental del mismo hospital, cuyo equipo ha mantenido el respeto de nuestra dedicación en
este campo de la salud, dando fundamento de hecho al argumento de que el fenómeno de las adic-
ciones no es reductible solo al enfoque psiquiátrico.

Tabla 2. Tipos de prevención según la conceptualización


clásica y la más actual en drogodependencias.

Tipos de
Conceptualización Definición
Prevención

Clásica Primaria Se interviene antes de que surja el problema.


Objetivo: impedir el surgimiento del problema.

Secundaria Objetivo: localizar y tratar lo antes posible el


problema cuya génesis no ha podido ser impedida
con las medidas de prevención primaria.

Terciaria Se lleva a cabo una vez que el problema ha aparecido


y su objetivo es evitar complicaciones y recaídas

Construyendo los Caminos del GIA 93


Actual Universal Es aquella que va dirigida a todo el grupo diana sin
distinción (ej., chicos de 12 a 14 años de edad)

Selectiva Es aquella que va dirigida a un subgrupo


de la población diana que tienen un
riesgo mayor de ser consumidores que el
promedio de las personas de esa edad.
Se dirige, por tanto, a grupos de riesgo.

Indicada Es aquella que va dirigida a un subgrupo concreto


de la comunidad, que suelen ser consumidores
o que tienen problemas de comportamiento. Se
dirige, por tanto, a individuos de alto riesgo.

Así también, con la incorporación estratégica de la subsede de esta SIPAD en el Centro Regional
de Salud Mental Familiar y Comunitaria Nº 1 del Departamento Maipú, organismo único en su
tipo, dependiente de la Dirección de Salud Mental y Adicciones de la Provincia, en donde el equipo
actuante de planta hospitalaria promovió una dedicación extendida en la carga horaria profesional
y un régimen “En Comisión” para actuar en ese efector, que se encuentra a menos de cuatro cuadras
del hospital y que obtuvo la incorporación de horas de dedicación de Trabajo Social y logística
(psicotécnica, administrativa y estadística). Fruto del aprovechamiento creativo de una amenaza
por crisis institucional en la órbita del hospital de referencia.
Adaptando en el nuevo contexto la tarea del grupo operativo de alcoholismo, GIA, para la conten-
ción, motivación y reaseguro del proceso de cambio ligado al proyecto personal de mejor salud y
calidad de vida, y que encierra la respuesta a una pregunta básica que hacen nuestros compañeros
alcohólicos al plantearse el abandono del alcohol (pasible al de otras sustancias y/u “objetos” cauti-
vantes): “¿Y después… qué?”. “¡Un no! ¡Y varios Sí!”. Después de la sustancia, “me saqué la venda de
los ojos”. Es decir, dejar el alcohol, dejar la droga, quitar del medio el objeto material y simbólico
del daño, dejar de dañarse, dejar para asirse de los medios de sanación, para ocuparse con nuevos
vínculos saludables, incorporar hábitos de sentido contrario, hábitos con sentido acertado, encon-
trarse en la autoafirmación de la dignidad humana que encarnó como persona libre.
En el GIA Maipú se nos hicieron patentes en ese proceso con relación al policonsumo, identifi-
cando un arranque temporal en 2007 (Romani, 2003) para precisar una fecha de corte, cuestiones
como: el acento del cambio no está puesto en la sustancia sino en la persona consumidora o en el
proceso de cambio; la etapa que transita en el mismo momento en que se encuentra partícipe e
incluido institucionalmente; la Salud Pública tiene una respuesta a la demanda del área que nos
compete, capaz de alojarla y que se va sedimentando modélicamente a través del sistema GIA; se
enriquece el conocimiento grupal de las cosas en común y de las que son distintivas en el uso de
una sustancia u otra, v. gr. “tengo la posibilidad de ver en otros mi problema”, “yo si bien consumo
otra cosa, me pasa igual”, problema que no se substancia con el tipo de psicotóxico utilizado, sino
más bien con toda la corte de situaciones de pérdidas y conflictividad interior y externa; problemas

94 Libro Colectivo del GIA


comunes o compartidos frente a distintos consumos; que existe una verdadera relación reforzante,
compensadora y asociativa entre las sustancias que componen la mezcla del consumidor; que hay
una “utilidad o beneficio” profundizable y subjetivo de pacientes cocainómanos, encontrado en la
tarea grupal GIA y que se devuelve críticamente, o se lo participa solidariamente desde el reco-
nocimiento de la pérdida de control, de la imperiosa necesidad de esnifar, o de la reflexión de los
daños y pérdidas para pensar en formas de evitación y de pasaje al cambio de la situación personal
y familiar. También la estructura del sistema GIA nos brindó los elementos germinales de la estruc-
tura de todo el dispositivo de intervención en adicciones que hoy ofrecemos. Recogemos satisfac-
ción y sentido de pertinencia en jóvenes con problemática cannábica. La creación de un disposi-
tivo grupal de frecuencia semanal, específico para jóvenes consumidores de SPA ilegales y con
situaciones de conflicto con la ley, posibilitó contemplar desde las primeras experiencias una elec-
ción o predilección por la participación en GIA. Ésta fue de un impacto inclusivo real en el Grupo
Taller de Adicciones para los jóvenes. También corroborar que, no obstante las especificidades de
consumo de sustancias ilegales, aparece emparentado con el alcohol, una asociación, a veces abierta
y otras tantas soterrada, pero que el modo de operar grupal sincera y empareja en orden a los fines
del cambio saludable y del conocimiento de estas asociaciones y potenciaciones tóxicas, como por
ejemplo cocaína-alcohol-cocaetinol o cocaetileno (Pérez Prior y col., 2006). Observamos situaciones
de rápido decremento de la angustia parental y de la incertidumbre del qué-hacer desde que se
forma parte de la rueda GIA; incorporación parental en el proceso de cambio frente a una posición
clásica donde el “adicto” señalado como tal, familiar y socialmente, es sólo quien debe tratarse, para
pasar a la apertura de las instancias problemáticas y problematizantes de los familiares presunta-
mente sanos – v. gr. Laura, una madre acompañante de su hijo adolescente con consumo problemá-
tico de cannabis, que pasó luego a abrirse desde su afectividad y se permitió consultar asumiendo
un cuadro depresivo ansioso y errores en el enfoque hacia su hijo, para también descubrirse adicta,
tabaquista y llegar al grupo como partícipe de su propia recuperación. También evidenciamos logros
en el enriquecimiento de la visualización del equipo de coordinadores, con relación a la amplia-
ción abarcativa del universo de la drogodependencia y el entramado de la misma como funcio-
nalidad asignada al objeto por el individuo consumidor; incremento de la capacitación técnica de
los coordinadores con las propuestas de motivación, los tratamientos psiconeurofarmacológicos
(Schatzberg, Cole y DeBattista, 2005), (OMS-OPS, 2016), los aportes de las neurociencias y el regreso
esencialmente antropológico a la existencia saludable humana.
Y en la intimidad grupal: un sistema de puertas abiertas capaz de alojar el pedido de ayuda de
quienes sufren, padecen, las consecuencias del atrapamiento que toda sustancia psicoactiva posee
potencialmente, ya que el aspecto común de las conductas adictivas, se refiere a la relación del sujeto
con el objeto; el alma proactiva del GIA tendiendo sus manos y poniéndole el cuerpo al sufrimiento,
a la angustia, del alcoholdependiente y sus acompañantes, como también aparece en la búsqueda
del dependiente a otras sustancias y sus familiares; la esperanza de producir un proceso de cambio
saludable como un hecho testimoniado en la persona de los compañeros que progresaron en un
nuevo proyecto vital ligado a su salud corporal y mental, su reorganización personal y familiar, su
recuperación del sentido de vida para su existencia personal, su neoposicionamiento en la visión

Construyendo los Caminos del GIA 95


de la realidad y ante lo fáctico de la cotidianeidad, su rehabilitación digna en el crecimiento de
su subjetividad a partir de constituirse sujeto grupal para el propósito del cambio, sin relación ya
al tipo específico de sustancia y su reinserción en la vida social; la posibilitación de otros canales
complementarios con GIA para el abordaje complejo de la problemática de adicciones; la homoge-
neidad grupal facilitadora por objetivo a partir de la heterogeneidad inclusiva, que en nuestro caso
oscila entre compañeros de 14 o 17 años y compañeros de 79 a 83 años (v. gr. “mírenme a mí, chicos,
–Ilda– yo que tengo ochenta y pico desde que vine aquí para dejar esa porquería –alcohol– gracias
a las charlas acá, ahora no me alcanza el tiempo porque hago de todo, voy a un lugar –institución
de día del PAMI enlazada por la acción comunitaria de GIA– donde hacemos artesanías, conver-
samos, hacemos juegos… cantamos, salimos de paseo… y es muy bueno, no me deja pensar en eso…
y estoy muy feliz, tanto que hice sufrir a mi familia, sí, estoy muy feliz ahora… así que agradezco
poder venir”). También aparece la concientización de la circunstancia personal en la vivida grupal-
mente, donde cuanto mayor generosidad se manifiesta más permite llegar a la visualización del
atrapamiento, como fenómeno complejo donde la sustancia, cualquiera sea a esta altura opera-
tiva, materializa una causa mediática, un químico puente en el complejo íntimo de las íntimas
insuficiencias y errores. El proceso de cambio, tal como lo describe y puso en consideración en
este campo Prochaska y Diclemente (enfoque transteórico para el cambio comportamental), es el
filón orientador de la operación grupal. En ella se sostiene el descubrimiento del nuevo proyecto
vital en el que se ha transformado, cambiado o desechado la significación de la sustancia-objeto y
donde las suturas existenciales comienzan a fortalecer una vida de sentido, con plenitud potencial
y, a medida que el propio cuerpo vale, el organismo hace sentir una presencia cada vez más salu-
dable, los pensamientos y afectos se positivizan y se ordenan a la consecución de fines de super-
viviencia, de relación en vínculos nuevos o renovados, de direccionamiento a través de las metas
asequibles hacia el porvenir, donde se van dando la organización y reorganización individual y
social, la reinserción en los roles de responsabilidad hasta la resocialización inclusive. Se empieza
a hacer realidad el gozo de otra forma de vivir, tranquilidad psíquica y pacificación espiritual. En
congruencia con este enfoque, la operativización grupal de los elementos de intervención que aporta
la visión traída por la entrevista motivacional de Miller y Rollnick, como ellos dicen “compren-
sión y comunicación empática, calidez no posesiva, autenticidad, que fomentan una atmósfera de
cambio” (desde el desarrollo de la Terapia Centrada en el paciente de Carl Rogers), nos ha enrique-
cido en la tarea del GIA; incorporando desde la disonancia cognitiva de la psicología social, la inter-
posición de la duda (dilematización) en el comportamiento actual del compañero de grupo y favo-
reciendo la emergencia del discurso de cambio -comentarios automotivadores del mismo-, en vez
de hacer confrontación buscar las razones propias, internas, para cambiar y resolviendo la diso-
nancia de las dudas y la incongruencia comportamental (Pacheco León, 2009). Actitudes revisadas
ampliamente en las investigaciones contemporáneas acerca de la eficacia en psicoterapia. Más allá
de la filosofía de este enfoque rescatamos los principios básicos que favorecen nuestra tarea en los
dispositivos grupales como en la tarea individual, que no deja de lado el abordaje médico clínico,
como son: expresar empatía por medio de la aceptación, la escucha activa y el reconocimiento que
la ambivalencia para el cambio es normal; desarrollar-fomentar, provocar discrepancia donde se

96 Libro Colectivo del GIA


dé la posibilidad de que el paciente, el compañero de grupo, presente argumentos hacia el cambio,
donde tienen primordial importancia sus metas y valores personales; rodar con la resistencia que
pasa a ser una señal que nos interpela acerca de nuestra comunicación y posicionamiento; por
último, apoyar la autoeficacia del paciente, empezando por su propia creencia de la posibilidad de
cambio (motivador interno), aquel se hace responsable de elegir y realizar el cambio y cuando su
habilidad para cambiar nos da certeza, el cambio se convierte en “una profecía autocumplida”.
Podríamos detenernos más en el análisis y ampliación de esta riqueza generada en el trabajo
GIA, pero lo señalado hasta aquí y por las características de este escrito consideramos suficiente
lo expuesto hasta hoy.
Entonces, una consecuencia general y fundamental de lo precedente, como capacidad operativa
del GIA ante el fenómeno del policonsumo de sustancias, ha sido consolidar el mismo sistema GIA
en el que nos desempeñamos, porque la labor interdisciplinaria es un hecho con la persistencia
de los aportes que en ese sentido dan las disciplinas involucradas, como la médica con perfil fami-
liar y comunitario; la psicológica con generosa amplitud en el contexto del abordaje complejo y no
encerrado en una visión excluyente; la del trabajo social de alta calidad porque el nivel profesional
en este campo, por capacitación y experiencia laboral profesional, viene enriquecido con el aporte
infanto-juvenil, familiar y comunitario-político (técnico político) y también el soporte logístico de
no profesionales, coordinadores y compañeros de equipo del CRSMFyC Nº 1. GIA actúa como un
mediador interinstitucional y organizador de recursos al servicio del paciente en su nuevo camino y
posibilidad de orientación y consejería del sistema familiar afectado, optimiza los recursos externos
asequibles para el cambio, para la cura. En este sentido se cuenta con Entrevistas Familiares, la
primera de Admisión, los días miércoles y sucesivas de Seguimiento del proceso de cambio, los días
martes. Asimismo las Sesiones Psicoterapéuticas Individuales tienen un espacio propio donde se
aborda al paciente como a su familiar que lo necesite, sea demandado por el mismo o por consejo
profesional al haber podido realizar el abordaje familiar del caso.
Se generó la arborización de la SIPAD con dispositivos de intervención abiertos con espacios
propios, preventivos comunitarios y escolares, dispositivos asistenciales grupales como GIA Maipú,
grupo operativo/taller semanal para jóvenes y sus familias con problemáticas de consumo de
sustancias ilegales y conflictividad con la ley y otro semejante para adultos mayores de 23 años de
edad. También espacios auxiliares de talleres grupales ofrecidos por el CRSMFyC Nº 1 en manejo
de ansiedad, problemas mnésicos o de la memoria y de autoestima; incorporación con esa moda-
lidad de taller de control de impulsos para personas que se encuentran en situaciones de violencia;
entrevista de admisión familiar e interdisciplinaria; entrevistas de seguimiento interdisciplinario;
consulta psicológica y psicoterapia; consulta médica familiar; instrumentos de internación clínica
y de salud mental y de comunidad terapéutica de acuerdo a los requerimientos de evolución en
cada caso –del cual disponemos desde 2017– y dispositivos de interconsulta profesional. Acción
continua, preventiva selectiva institucional en escuela primaria de la zona denominada El Bloque,
con varios barrios con condiciones severas de vulnerabilidad social (Morelatto, 2016) y desde la
visión de la salud.

Construyendo los Caminos del GIA 97


Conclusión
En síntesis: GIA, Grupo Institucional de Alcoholismo, descentrado de la sustancia operando en
un neoposicionamiento integral de los partícipes, activos agentes de su proceso de cambio, tiene
el potencial necesario y rico para brindar acogida o alojamiento también para quienes su objeto
de cautiverio no es el alcohol, para explicar y explicarse que la historia de ese cautiverio, como
pérdida íntima de la libertad personal, familiar y social, necesita en algún momento el “psicoactivo
cautivador” como un engranaje más de cuanto conforma su padecer y que la reversión y la trans-
formación liberadora pasa por retomar y rehacer “de novo” ese tejido histórico vital, contando con
las manos extendidas, ofrecidas y oferentes del GIA, que no pierde su individualidad e identidad
grupal específica. Al contrario, una identidad fuerte con capacidad de respuesta ante las deriva-
ciones de una sociedad consumista, una aculturación globalizadora y esclavista en el mundo del
siglo XXI que narcotiza la vida humana.

Bibliografía
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de Mendoza. Mendoza.
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Estadísticas e Investigaciones Económicas de la Provincia, fascículo “Maipú Estadísticas departamentales”. En http://www.
mendoza.edu.ar/departamento-de-maipu-2/.
Morelatto, G. (2016). Intervención preventiva selectiva del consumo de sustancias en institución escolar de nivel primario.
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Pacheco León, M. (2009). Entrevista Motivacional de William Miller y Stephen Rollnick. Manual de Tratamiento de Bajo Um-
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Pellegrini, J. L. (1997). Alcoholismo y GIA San Luis.
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Dirección General de Salud Mental. Ministerio de Salud de la Provincia de Mendoza.

98 Libro Colectivo del GIA


El rol familiar
en los GIA

Construyendo los Caminos del GIA 99


100 Libro Colectivo del GIA
GIA y trabajo con la familia

Liliana del Rosario Galván Paula E. Mallea


Téc. en Prevención de la Drogadependencia. Lic. en Psicología.
Coordinadora Referente GIA. Coordinadora GIA.
lilianagalvan4@gmail.com paulamallea@gmail.com

María Alejandra Barroso Silvana Plaza Huerta


Téc. en Prevención de la Drogadependencia. Lic. en Trabajo Social
Coordinadora GIA. plazahuerta77@hotmail.com
ale750@gmail.com
Dafne Iris Soloa
Juan Enrique Cortés Médica
Terapista Ocupacional. Coordinador GIA. dafnesoloacba@gmail.com
juanchocortes50@hotmail.com

Oscar Martín Villegas GIA Hospital Escuela


Diplomado en Alcoholismo. Coordinador GIA. de Salud Mental, San Luis.
martinoscar49@gmail.com

Introducción
Lo que se conceptualiza a continuación está basado en el trabajo realizado en terreno, que se
inicia durante el proceso de la Reforma Psiquiátrica y el nacimiento del sistema GIA, en el Hospital
Escuela de Salud Mental de la ciudad de San Luis (HESM).
En 1993 se fundó el primer Grupo Institucional de Alcoholismo en el entonces denominado
Hospital Psiquiátrico de San Luis, “todavía existía la institución manicomial y el grupo se presen-
taba marginal respecto a la dinámica hospitalaria” (Pellegrini, 2011a: 95). Al respecto, Pellegrini
comenta:
“Ya en 1993, cuando aún existía el manicomio, fundamos el Grupo Institucional de
Alcoholismo (GIA) que creaba un ámbito novedoso en tanto instalaba la psicoterapia
como abordaje principal, y rompía con el anonimato hospitalario. A poco andar entraron
en contradicción este grupo y la institución de la violencia que se resistía a cambiar.
El grupo fue una herramienta principal para la transformación y mostró una constante
en permanente cambio: la relación institución/grupo.” (Pellegrini, 2011: 45)

Los pacientes y sus familiares se reunían en días, horarios y en un espacio fijo, con una coordi-
nación clara, con el propósito de ir, poco a poco, estructurando nuevos hábitos saludables. De este
modo, pudo visualizarse cómo aquellos pacientes estigmatizados por su enfermedad, comenzaban
a presentarse con nombre y apellido, en contraposición de aquellos grupos que trabajaban desde

Construyendo los Caminos del GIA 101


el anonimato del paciente. Este modo de presentación favoreció, desde el inicio, centrar la atención
en otros aspectos de su identidad que no estaban ligados directamente a su condición de enfermo,
ya que era bastante habitual escuchar “soy alcohólico” abarcando de esta manera, la totalidad de
su identidad (Pellegrini, 2011).
Actualmente, las sesiones grupales se desarrollan los días lunes y viernes de 10 a 11:30 hs. y los
días miércoles por la tarde, de 16 a 17:30 hs. en el Salón de Usos Múltiples del HESM.

El trabajo con la familia


El encuentro con la familia y el paciente plantea la realidad de una persona que a partir de su
consumo abusivo de alcohol, instala las condiciones necesarias para que se produzca la enfermedad
y en consecuencia, estructura modalidades de funcionamiento poco saludables en su reproducción.
En este juego o modo de interacción, entre los miembros del grupo familiar, se genera una diná-
mica que sostiene la enfermedad. Y en la medida que no resulte conflictivo, producirá una calidad
de vida desfavorable. En sentido opuesto, el abordaje necesario se constituye, posibilitando el escla-
recimiento del proceso que condujo a la enfermedad.
El trabajo con la familia comienza desde:
La consulta o contacto con el paciente en estado de intoxicación alcohólica y en la compañía de
quienes integran el grupo de convivencia, como afectado indirecto de la enfermedad.
La derivación realizada desde la entrevista de admisión.
El contacto directo con el médico tratante.
Este inicio no transfiere la certeza de que el paciente vaya a concretar su tratamiento, pero si
permite reunir el conjunto de información necesaria para iniciarlo.
Previa incorporación al grupo se realiza una entrevista estructurada, donde se obtiene una
primera aproximación de la realidad del paciente y de su historia de vida. Tanto el paciente como
la familia (y/o personas significativas) son acompañados y apuntalados por el grupo y el equipo de
coordinación, en la construcción de su conciencia de enfermedad. Este trabajo conjunto implica
que, los integrantes del grupo familiar se dispongan a descubrir, gradualmente, lo que sostiene el
consumo y desistan de utilizar la negación de la enfermedad como medio o recurso de interacción
personal, “una primera tarea en los GIA cuando ingresa un nuevo miembro: desnudar estas nega-
ciones que, siendo portadas por el individuo son reflejo en él de toda esa situación social. Mecanismo
de defensa psicológico que se nos presenta con ropajes siempre cambiantes desde muy seductores o
encubiertos hasta muy explícitos y violentos” (Di Giácomo y Pellegrini, 1989: 39). Por ello, el espacio
de la sesión grupal es convocante, tanto para el paciente como para el grupo familiar o conviviente,
“sólo no se puede: con otros sí” (Di Giácomo y Pellegrini, 1989: 36).
El dispositivo grupal se apoya en el instrumento de “Domicilios”, que permite lograr un conoci-
miento integral del paciente, sujeto bio-psico-social. Consiste en una intervención interdisciplinaria,
pautada regularmente (un día por semana); la estadística del GIA arroja un total aproximado de 90
domicilios por año. Ello se funda en la necesidad del trabajo con la familia y su acontecer, es decir,
en el lugar donde se originó la enfermedad y donde se debe re-construir la salud.

102 Libro Colectivo del GIA


Es una tarea humanizadora, que conecta con situaciones dolorosas pero reales, que plantea
la constante, en el equipo de coordinación, de pensar desde qué lugar se acompaña frente a esa
realidad singular.
Este abordaje en terreno se planifica teniendo como criterios:
Pacientes que inician el tratamiento. Con el objeto de indagar acerca de la vida cotidiana, vínculos,
espacios de participación, intentando pesquisar desde donde proviene la demanda (personal, fami-
liar, laboral, etc.).
Pacientes luego de una recaída. Con la finalidad de repensar la consecución del tratamiento en
conjunto con el paciente y figuras significantes, buscando facilitadores que reconfiguren hábitos
saludables.
Cuando los mismos participantes del grupo proponen esta intervención para uno de sus compañeros.
Esta visita domiciliaria permite observar si el paciente está nuevamente en carrera alcohólica,
al no registrarse asistencia al espacio terapéutico. Permite además, actualizar datos específicos, o
corroborar que los señalamientos sugeridos al grupo familiar, para la evolución del tratamiento,
se estén llevando a cabo correctamente.
Como mencionamos anteriormente, la familia desconoce, en muchos casos, cuales son las maneras
más adecuadas de colaborar y es habitual que utilicen recursos que son funcionales para sostener el
proceso de enfermedad, como el ocultamiento, simulación, negación, manipulación y justificación,
entre otros. En la medida que el grupo familiar puede reconocer estas conductas, asumir cambios
en los modos de vincularse, e incluso en muchos casos, renunciar a beneficios secundarios de la
enfermedad, es que puede desarrollarse la continuidad del proceso de recuperación.
Es posible observar en la dinámica grupal, recurrentemente, como algunos familiares, o personas
significativas, intentan procurar cambios desde el control, la prohibición o la descalificación
(Minuchin, citado en Abregú, Torres y Zaguirre, 2008). El hartazgo o cansancio que refieren los
implicados en la red del paciente, suele surgir por un proceso de acumulación a partir de cada
una de las oportunidades en que se procura solucionar eficazmente la situación de malestar indi-
vidual y familiar, que supone convivir con una persona enferma de alcoholismo. En este caso la
tarea consiste en motivar la concurrencia al grupo del paciente con un familiar o figura signifi-
cante para éste, para que se pueda facilitar el aprendizaje sobre esta enfermedad médico-social y
conocer el grado de implicancia que el entorno presenta, ya sea para sostener la enfermedad, como
para aportar en la recuperación.
Poder reconocer que esta es una realidad modificable y que “el problema” involucra a todo el
grupo familiar y no sólo al paciente que tiene la enfermedad, suelen referir: “el que tiene el problema
es él, yo no consumo”. Es una tarea compleja pero posible, en la medida que los actores involu-
crados se comprometan con la misma, “cuando un alcohólico transita el camino de la recupera-
ción, se produce una movilización de la estructura familiar con reasignación de roles” (Di Giácomo,
Pellegrini, 1989: 79).
La elaboración conjunta de un proyecto de vida saludable, contrario al proyecto de muerte que
acompaña a la carrera alcohólica, está centrado en la re-construcción del sujeto a partir de la

Construyendo los Caminos del GIA 103


recuperación de su identidad personal, como participante activo en la re-significación de su propia
trayectoria, que posibilita una mejor calidad de vida no sólo para sí mismo, sino para todos los
involucrados.
Es tarea del equipo de coordinación posicionarse como puente, como mediadores de salud, conocer
y comprender al paciente por medio del acercamiento a su familia, su lugar de pertenencia, su
cultura. Es decir, comprender al mismo, como un ser bio-psico-social atravesado por un devenir
histórico, social y político particular, que lo constituye subjetivamente. Esto es lo que permite la
visita domiciliaria, conocer a un sujeto en su situación cotidiana y lo que hasta el momento era un
nombre en una historia clínica, adquiere una cara, una voz, una realidad…
Un Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA), que sale a la comunidad, aborda el problema desde
su origen mismo. El enfermo alcohólico no es un ente aislado, forma parte de una serie de institu-
ciones e interacciones recíprocas como la familia, el barrio, etc. Es decir, las personas somos “texto
y contexto” y éste nos condiciona (Carballeda, 2002).

Bibliografía
Abregú, M. C.; Torres, J. C. y Zaguirre, I. S. (2008). Características de las familias con personas adictas. Recuperado de http://
www.enfermeria.fcm.unc.edu.ar/biblioteca/tesis/abregu_marta.pdf
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tina: Gráfica Pellegrino SRL.
Carballeda, A. (2002). La intervención en lo social. Buenos Aires, Argentina: Paidós Tramas sociales.
Di Giácomo, L. y Pellegrini, J. L. (1989). Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos. Sistema de atención integral de alcohólicos a través
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Pellegrini, J. L. (2011b). Escritos sobre alcoholismo. 1989-2011. San Luis, Argentina: Payné.
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Payné.
Pellegrini, J. L. (2011d). Salud es sin encierros. San Luis, Argentina: Payné.

104 Libro Colectivo del GIA


La familia como eje central en
el abordaje terapéutico de la
enfermedad del alcoholismo

Ana María Díaz Lucía Ridella


Iris Agüero Carlos Boeck
Victoria Correa Elsa Dilba Sosa
Walter Mestorino María Beatriz Calderón
María Elodia Andriani Teresa Olivera
Maria Ester Andrada
Rosa de la Mota Red GIA Mendoza
Graciela Guardia GIAmendoza2016@gmail.com

Los compañeros de la Red GIA de Mendoza acordamos en realizar esta producción en forma
conjunta en razón de que las zonas en la que trabajamos en general presentan una gran similitud
de problemática bio-médico-social. Y porque trabajamos permanentemente en red.

Analizando porqué la familia es partícipe necesario en el tratamiento


Abrevando en la fuente del Dr. Enrique Pichon Rivière, quien dice “…sigo considerando a la
familia como una estructura social básica y a la enfermedad mental como la crisis, no de un sujeto,
sino de una estructura que configura ese grupo familiar. Y he establecido el concepto de Porta Voz:
o sea que el enfermo es el porta voz de la enfermedad grupal.”
Porta voz es aquel integrante que desempeña esa cualidad nueva que es el emergente.
En otro párrafo dice, (…) “para nosotros el individuo es un ser de necesidades que solo se satis-
facen socialmente en relaciones que lo determinan. El sujeto no es sólo un sujeto relacionado, es
un sujeto producido. No hay nada en él que no sea la resultante de la interacción entre individuo,
grupo y clases” (…) (Zito Lema, 1976).
Familia: Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podemos definir la familia como
“conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre,
hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y social
comunes, con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan”.
Consideramos que es difícil que un individuo recupere su proyecto de vida individual sin invo-
lucrar al grupo familiar en el tratamiento.

Construyendo los Caminos del GIA 105


Tomando las palabras de Pellegrini (1992) “(…) así como el proceso de alcoholización es un proceso
grupal, enfermamos socialmente, la propuesta terapéutica que venimos poniendo en práctica desde
el 15 de febrero de 1984 reconoce al grupo como instrumento y soporte principal de la recuperación”.
También dice sobre las primeras reuniones, “(…) siguiendo la experiencia de otros modelos
reuníamos a los familiares en un grupo aparte. Bien pronto entendimos esto: allí se decían “secretos”
sobre los pacientes del GIA (ausentes en la reunión), que nosotros no “podíamos decir”. Esto nos
dejaba en un lugar de pacto perverso igual al funcionamiento ocultador familiar y social. Por
tanto los familiares pasaron a integrarse al mismo grupo de los afectados directos por el alcohol.
Así aprendimos que la bebida es funcional para los grupos, tapando conflictos, señalando chivos
expiatorios.” (Pellegrini, 2001). Al examinar el grado de influencia que la familia tiene en la proble-
mática del alcoholismo sin dejar de reconocer el predominio de lo social, vemos en primer lugar
cómo se produce el acercamiento a los Grupos Institucionales de Alcoholismo (GIA). En general ya
vienen asistiendo a diversas formas de tratamiento, en algunos casos en instituciones privadas.
Al ingresar al GIA llegan con la idea de mal trato, descalificación. Tanto que finalizada la reunión
la expresión siempre es “no esperaba que esto fuera así…” Esto se debe a que al comienzo se los
recibe con la consigna que no serán forzados a hablar si no lo desean, que lo hagan solo en el caso
que sientan la necesidad de hacerlo.
Sabemos que, en las primeras reuniones el enfermo irá identificándose con algún compañero,
donde comprenderá que el padecimiento es similar al que viene relatando algún integrante, de
igual manera repercute en algún familiar. Y allí se produce la decisión de hablar, cuando se da
cuenta que es un espacio de mucho respeto y cuidado.
Sí, se les pide la presentación, en calidad de qué vienen y si hubo derivación de algún servicio o
juzgado.

¿Qué encuentra la familia cuando llega al grupo GIA?


Cuando la familia llega al grupo se sorprenden de ser atendidos sin requisitos, en forma inme-
diata, sin esperas, sin pedir turno, compartiendo la reunión con el familiar alcohólico.
Ser comprendidos, escuchados, no ser juzgados… es tan reconfortante, que alivia el dolor, la
desesperación, la angustia.
Ahora se sabe que hay un lugar, días, horario y coordinadores y compañeros dispuestos a reci-
birlos y acompañarlos en este deseo de ayudar al familiar que está “enfermo”.
Allí se encuentra con otras familias, cada una con su historia, dificultades, logros y fracasos.
Se comprende que se enferman junto al familiar y que el proceso de recuperación lo deben hacer
todos.
Que es fundamental que se mire cada uno, para realizar los cambios que requiere el transitar
el camino hacia la salud, e ir construyendo un “Proyecto de Vida”.
Reunión tras reunión, descubren en ellos y en otros, errores y aciertos que va reafirmando que
se puede cambiar y salir de la dependencia.
Para ello hay que reconocer aquellas actitudes que refuerzan la enfermedad, porque les gana el
miedo y la desconfianza.

106 Libro Colectivo del GIA


Enfermedad que daña a todos, daño que se puede visualizar en los otros, lo cual ayuda a “darse
cuenta” de lo que les sucede a ellos.
Aparecen los sentimientos de rabia, dolor, rencor, tristeza…
Pero también, la necesidad de acercarse al otro, para que juntos realicen el proceso de recuperación.
Poco a poco se descubre que no hay fórmulas ni pastillas mágicas, sino un trabajo sobre ellos
mismos, que realizado en grupo enriquece y fortalece.
Es fundamental entender, que el adicto se relaciona con el medio, a través del acto. No hay media-
ción de pensamiento que le permita analizar y reflexionar, pues tiene baja tolerancia a la frustra-
ción, no puede esperar… necesita una respuesta inmediata.
Esto ayuda a la familia a darle y darse el tiempo necesario, para expresar sentimientos y emociones,
que en el grupo va ejercitando para poder mediatizar el sentir con el actuar.
Al poner en palabras el sentimiento que experimentó, obtiene la devolución del grupo. Puede
ver qué produjo en los otros, lo que él sintió.
Esta interacción permite comprender de qué forma el enfermo percibe y entiende la realidad en
que está inmerso de acuerdo a sus creencias y costumbres, las cuales se pueden modificar, enri-
quecer, erradicar. Entendiendo de qué manera influyen en la relación consigo mismo y con los demás.
Así, el conocimiento individual, se enriquece.
Todo esto, vivenciado en familia, da lugar a nuevas formas de vincularse y se hacen visibles los
procesos creativos, nuevas miradas de la realidad.
Las ansiedades y las dificultades compartidas hacen más tolerable el sufrimiento y el dolor.
Mantiene viva la esperanza, superando el aislamiento individual.
Esto requiere una buena comunicación, que permita realizar los cambios necesarios, para llevar
a cabo el proceso de aprendizaje de la realidad (tarea fundamental del grupo), que posibilite una
adaptación activa a esa realidad.
Es necesaria una lectura crítica de la misma, para ser protagonistas y gestores de un cambio, que
lleve a asumir mayor responsabilidad y ser más libres y solidarios.
El enfermo implica su familia y su entorno, quienes aprenden a rearmar su proyecto personal
y colectivo, demostrando que se puede sanar cuando se persevera en un deseo común: Ser libres.
Es en el grupo que se sostiene y acompaña ese perseverar en medio de logros y fracasos, siendo
conscientes de lo que cada uno quiere ser.
Esto implica un aprendizaje constante que va modificando como se ve la realidad, como se ve
cada uno a sí mismo, como es visto por otros y como ve a otros.
En esta búsqueda de la salud creándose y recreándose en cada encuentro, en cada acto, el enfermo,
la familia, el entorno recupera la palabra. Se conectan, comunicándose enfermo, familia, inte-
grantes del grupo… encontrando entendimiento, soporte y alivio.
Logran comprometerse consigo mismo, con otro, con el entorno, para lograr el cambio.
Esto se manifiesta en acciones: logros, fracasos, conflictos y resoluciones.
GIA en constante transformación personal, profesional e institucional. Allí están los miedos, los
deseos… aquello que se quiere y no se puede o no se sabe hacer.

Construyendo los Caminos del GIA 107


Así se va reparando y potenciando el lado saludable. Fortaleciendo la autoestima. Aprendiendo
a respetarse y valorarse. Dentro del grupo, de la institución y en otros ámbitos. Transmitiendo un
mensaje: que se puede, encontrándose con otros para crecer, dejar crecer, afrontando la vida con
sus desafíos. Sabiendo que juntos se la puede transformar proyectándolo en el entorno.
La teoría se comprueba en la práctica. Los equipos de coordinación sostienen el proceso de
recuperación. Se hace hincapié de manera permanente en que la recuperación es un proceso que
conlleva muchas reuniones y encuentros con su correlato de tiempo, variable para cada persona
pero que nunca es inmediato.
Eso le permite al equipo y al grupo trabajar con menos presión y predisponerse a pensar, a ejer-
citar la espera.
Que pueda resolver por sí solo con las herramientas brindadas y la guía de la coordinación, que
es la verdadera función del coordinador.
En psicología se llama Zona de Desarrollo Próximo (ZDP):
“Concepto de zona de desarrollo próximo, introducido por Lev Vygotsky desde 1931, es la distancia
entre el nivel de desarrollo efectivo del alumno (aquello que es capaz de hacer por si solo) y el nivel
de desarrollo potencial (aquello que sería capaz de hacer con ayuda de un adulto o un compañero
más capaz).”
Esto se manifiesta en el grupo cuando se ayudan, incentivan y apoyan entre los integrantes del
mismo.
El alcoholismo, conocido es por todos, va en aumento a niveles de epidemia innegable e inocul-
table en la vida cotidiana.
¿Por qué las instituciones no lo visibilizan, no se hacen cargo?
Todo lo contrario, lo ocultan detrás de otros diagnósticos: accidente vial, hemorragia gástrica,
desintegración familiar, pérdida de trabajo, riñas callejeras, violencia de género, violencia intrafami-
liar y un largo etc., donde no se trata el problema de fondo.
En la actualidad en los textos médicos se diferencia cirrosis alcohólica y no alcohólica, hígado
graso alcohólico y no alcohólico, reconociendo el daño ocasionado por el alcohol.
“Si entendemos que los problemas de alcoholización generados en la sociedad producen enfer-
medad, o sea carencia de salud atacando los aspectos bio-psico-sociales de los seres humanos; y si
entendemos que el alcoholismo es la patología principal de nuestro medio, entonces nos pregun-
tamos como agentes de salud, si podemos sentirnos indiferentes y no convocados para trabajar en
este tema, luchando por un Plan de Salud coherente que se caracterice por tener un modelo claro
de trabajo como lo ofrece el GIA.” (Pellegrini, 1992)
Destacamos que en los hospitales públicos de la provincia donde se ocupan e implementa el modelo
GIA, marcan una diferencia mejorando la articulación con los servicios intrahospitalarios, inter-
nando pacientes, realizando y recibiendo interconsultas, como así también con otras instituciones.
De esta manera la Institución legitimiza derechos anteriormente vulnerados.

108 Libro Colectivo del GIA


“Se trató de habilitar un lugar y un tiempo de respeto, cuidado y acompañamiento dentro de
una institución que históricamente practicó la descalificación, la humillación y el maltrato de los
pacientes alcohólicos (…) El ser humano encuentra en las instituciones un soporte y un apoyo, un
elemento de seguridad, de identidad y de inserción social o pertenencia.” (Bustos, 2008)
Ponen al modelo GIA dentro del programa de capacitación permanente del hospital dentro de las
estrategias de APS (Atención Primaria de la Salud) Ej.: PRECAP (Programa de capacitación continua
en atención primaria de la salud).
A partir de estos avances se efectiviza el ejercicio de los derechos de Primera, Segunda y Tercera
Generación.
El paciente alcohólico a menudo padece humillaciones, pierde la libertad de expresión y a la inti-
midad y muchos padecimientos más.
Este grupo de pacientes requiere una protección especial, debido a situaciones como el desem-
pleo, el aislamiento institucional, la falta de terapias alternativas que traten la problemática.

Red GIA de Mendoza


Se comienza en febrero de 1997 en el Departamento de Santa Rosa en la Sala Médica Dantis
Abdón, lo que sería el inicio de la conformación de la Red GIA de Mendoza. Luego se abre el grupo
en el Departamento de La Paz, Hospital Dr. Arturo Illia, coordinado por Ana María Díaz, Dra. Elsa
Sosa y la agente sanitario Beatriz Calderón. Al cabo de dos años de fecundo trabajo, con la colabo-
ración de las instituciones de la salud pública, además de los municipios y la comunidad de esos
dos departamentos, abrimos el grupo en el Hospital Dr. Ítalo Perrupato del Departamento de San
Martin. Luego en el año 2000 se abre el grupo en el Hospital Carlos Saporiti del Departamento de
Rivadavia. También desde San Rafael se abre el grupo en el Hospital Paroissien del Departamento
de Maipú, año 2000. En 2008 se comienza en Eugenio Bustos en el Hospital Victorino Tagarelli, desde
el cual se extiende la red a la localidad de La Consulta a partir del primero de junio de este año.
Toda esta realización ha sido acompañada y reforzada por la calidad de personas de gran valía
que se sumaron, se capacitaron y sobre todo entendieron la necesidad de dar una respuesta a la
problemática del alcoholismo. Brindando asistencia a los enfermos de alcoholismo junto a la familia
(prevención primaria) y prevención secundaria dando difusión en las escuelas y a través de medios
locales y provinciales. También muy importante, la prevención terciaria que es la inserción laboral
y social. Además se organizaron dos Jornadas Nacionales, la primera en 2003, y la más reciente en
octubre de 2016, asimismo se organizaron jornadas departamentales y zonales en cada lugar en
donde se fue dando a conocer la tarea, en las que siempre se buscó la participación de funciona-
rios y comunidad en general.
Ya trabajando en cuatro hospitales de la Zona Este de Mendoza, en el año 2000, la provincia a
través del Secretario Coordinador del Plan Provincial de Adicciones y el Ministro Secretario General
de la Gobernación, nos convoca a realizar un curso anual con tesis final de capacitación con el fin
de ampliar la Red, participando también los compañeros del Hospital Teodoro Schestakow del
Departamento de San Rafael.

Construyendo los Caminos del GIA 109


Ahí comenzó una tarea que permitió capacitar a un importante grupo de coordinadores y por lo
tanto se pudo extender la Red al gran Mendoza y Valle de Uco. Si bien algunos grupos se cerraron
por la falta de personal de planta o remunerado, la gran mayoría siguen funcionando, Ej.: el caso del
grupo GIA de La Paz que en junio de 2017, cumplió 20 años de labor. Con el merecido reconocimiento
del Senado de la Provincia con la Declaración de Interés de la Honorable Cámara de Senadores por
sus 20 años de creación, brindando acciones de prevención y lucha contra el alcoholismo.
La apertura del grupo en La Paz, como un anuncio de un hecho futuro, es la puerta de ingreso
al GIA.
Gracias al reconocimiento de todas las instituciones del Departamento, que se plasmó en la reali-
zación de una carpeta avalada por intendencia, juzgado, hospital, obras sociales, iglesias, gremios
y comunidad en general. La que fue presentada en el Hospital Ítalo Perrupato.
Ya instalados en este Hospital Regional y siguiendo con la modalidad de trabajo, respeto, compro-
miso y dedicación es que no dejamos de avanzar extendiendo la Red. He aquí un hecho creativo.
No siempre ha sido fácil, ya que en algunas ocasiones se pretendió cerrar algún grupo por parte
de funcionarios que no conocían, no entendían o negaban la tarea o que como algunos, siguen
negando la existencia de la enfermedad. Es allí en donde aparece toda la Red y organiza en el mismo
hospital una actividad creativa, esclarecedora para dar a conocer la fuerza y el compromiso. Para
ello, apelamos a quienes reconocen la tarea, a todos los coordinadores, a personas rehabilitadas,
familiares y funcionarios. Y así se va luchando contra las adversidades.

Seminario de Capacitación realizado en Salón Municipal La Paz.

110 Libro Colectivo del GIA


Participación de la coordinadoras GIA en la fiesta
departamental, 1998. Departamento La Paz

Acto de reconocimiento a la tarea del GIA por parte del municipio,


hospital, Juzgado y escuelas. Participación de escuelas en el acto

Construyendo los Caminos del GIA 111


Discurso del Sr. Intendente Prof. Sergio Damián Pintos

Informe de la tarea realizada y convocatoria. A seguir trabajando.


Coordinadoras: Beatriz Calderón, Elsa Sosa, Ana María Díaz

112 Libro Colectivo del GIA


Acompañamiento y discurso. Dr. Eleazar Bustos. GIA San Rafael

Partiendo desde La Paz. Inés Donaire se ve con su hijo en brazos, hacía pocos
meses que llegó al GIA sin poder caminar por los efectos de alcoholismo crónico

Construyendo los Caminos del GIA 113


Parte del grupo disfrutando del Río Tunuyán

Mateada, guitarreada y luego baile

114 Libro Colectivo del GIA


Hecho que se puede dar por ser una Red sólida con permanente interacción y donde existen el
respeto, el convencimiento, el cuidado, el estudio, la asistencia de la Red Nacional y sobre todo la
solidaridad.
Así damos cuenta desde Mendoza de la importancia que tiene formar parte de y trabajar en Red,
con un sentido de pertenencia que trasciende los logros personales.
No podemos dejar de reconocer la creación este hecho de creatividad como dice el Dr. Luis Di
Giácomo.

“Porque crear es idear alguna cosa novedosa y darle forma. Para crear hay que creer,
es decir dar fe de que algo es posible e ir elaborando un credo, que es ni más ni menos
que el ideario de una colectividad. Cuando el ideario y la colectividad crecen, es
índice que se está en un camino productivo, donde lo creado queda instituido en el
campo social y se recrea naciendo una y otra vez nuevas formas creativas donde son
más los que crean, creen y crecen. Y como todo hecho creativo hay un forjador del
mismo, donde el arte y el conocimiento científico se han debido conjugar y hacerse
praxis en el ejercicio profesional…” (Pellegrini, Di Giácomo y otros, 2001).

Este modelo terapéutico creado por un psiquiatra argentino consustanciado con la salud pública
y los derechos humanos de nuestra patria como es el Dr. Jorge Luis Pellegrini, ha permanecido en
el tiempo a pesar de los cambios políticos y de la pluralidad de pensamiento de sus miembros, los
cuales lo han fortalecido. En Mendoza creamos, creemos y crecemos. Queda así demostrado cuando
miramos desde donde partimos y a donde llegamos, sentando un precedente de trabajo serio y
eficaz. Poniendo día a día un gran empeño en sostener la tarea.
Que desde luego si se contara con recursos económicos se podría extender rápidamente la Red
a toda la provincia. Pero que lenta y sostenidamente iremos llegando para enfrentar el proyecto
que propone la alcoholización, fomentando el consumo cada vez a más temprana edad, lo que nos
invita a pensar cómo es que llegamos como sociedad a desproteger a nuestros adolescentes, dejando
la diversión de ellos a cargo de quienes los dirigen comercialmente dejando fuera a quienes los
deben preservar.
Como propuesta de la Red de Mendoza y por el trabajo que se realiza en escuelas, instituciones y
empresas, entre otras, es la imperiosa necesidad de llegar lo antes posible a prevenir. Comprobamos
la iniciación cada vez más temprana del consumo de alcohol en la población, la necesidad de
docentes que reclaman intervención. Por lo que resulta imprescindible la incorporación de agentes
preventores.

“(…) ¿con qué claridad puede delinear su futuro y defender sus derechos una comunidad
crecientemente alcoholizada? Podrá decirse que hasta no existir esas políticas claras
del poder público, ¿qué podemos hacer? Siendo tan grande y complejo el tema, ¿cuál
será la utilidad de nuestras humildes tareas? Lo que queremos decir en esta conferencia
es que por pequeño y novato que sea el grupo GIA, debe saber que su tarea diaria
es crear las condiciones para ir elaborando esas políticas.” (Pellegrini, 1997)

Construyendo los Caminos del GIA 115


Aporte de un caso
Nuestra compañera, (hoy coordinadora del Grupo GIA de Rivadavia) María Elodia Andriani, quien
ingresó en calidad de familiar acompañando a su esposo Walter Oscar Mestorino, hoy también
coordinador, nos dice:
“Es sorprendente ser atendidos en forma inmediata, sin esperas, sin pedir turno y compartiendo
la reunión con el afectado directo, no ser juzgados, es tan reconfortante que alivia el dolor, la deses-
peración y la angustia. Ahora se sabe que hay un lugar, día, horas fijas y coordinadores dispuestos
a recibirnos y acompañarnos en la necesidad de ayudar al familiar enfermo.”
“Allí encontré otras familias cada una con su historia, sus dificultades, sus logros y fracasos.
Comprendimos que fuimos enfermando junto al alcohólico y que el proceso de recuperación
debemos hacerlo juntos.” También se entiende que cuando el familiar abandona el grupo, aban-
dona al paciente. Y que para realizar los cambios es fundamental mirarse uno mismo y transitar
el camino hacia la salud, e ir construyendo el proyecto de vida.”
Sigue diciendo: “Reunión tras reunión fui descubriendo en mí y en los otros, errores y aciertos
que nos va reafirmando que se puede cambiar y salir de la dependencia. Reconociendo aquellas
actitudes que refuerzan la enfermedad porque nos gana el miedo, la desconfianza, alternando entre
la permisividad o exceso de control.”
“Poco a poco fuimos descubriendo en el grupo, junto a mi esposo, que no hay pastillas ni fórmula
mágicas, sino un trabajo sobre nosotros mismos el que se ve enriquecido por el aporte grupal, sin
dejar de lado el tratamiento médico y demás profesionales…”
Este caso concreto ha tenido sus consecuencias negativas en el comienzo, dado que coexistían
en el paciente la negación y la conducta estereotipada, como también la exigencia de la familia y
el deseo de recuperarse.
Es aquí, como en la mayoría de los casos, que podemos verificar lo expresado por el Dr. Pellegrini
cuando dice “este tocar fondo, expresión que sintetiza dramática pero ajustadamente los elementos
que componen la situación de crisis puede ser también visto como como un nuen momento o por
lo menos una situación en muchos casos necesaria” (…) “con estas palabras, se puede explicar este
fenómeno si se tiene en cuenta que con la desestructuración del individuo y la descompensación,
se debilitan también las defensas puestas al servicio de la negación, tanto por él como por su grupo
familiar. Es a través de la debilidad del sistema, de su indefensión, que es posible infiltrarse opera-
tivamente procediéndose a desocultar, informar, acompañar y a ofrecer una alternativa de recu-
peración.” (Pellegrini, 1989)
El desempeño del grupo GIA del Hospital Saporiti de Rivadavia, la voluntad y el acompañamiento
de la familia devino en que hoy el compañero rehabilitado junto con su esposa, son excelentes coor-
dinadores, formados, integrados y comprometidos con la Red GIA. Además de su reinserción laboral.

Bibliografía
Lema, V. Z. (1976). Conversaciones con Enrique Pichon Rivière. Sobre El Arte y La Locura.
Pellegrini, J. L. (1989). Alcohol. Alcoholismo. Alcohólicos. Ediciones Cinco. Fuente: Sitio web Secretaría de DDHH 2017

116 Libro Colectivo del GIA


Pellegrini, J. L. (2001). No quiero que me den una mano, quiero que me saquen las manos de encima. Editorial Polemos.
Pellegrini, J. L. y otros. (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Ediciones Cinco.
Pellegrini, J. L.; Di Giácomo, L. y otros (2001). Cuadernos de Alcoholismo N°5. Editado por Gobierno de la Pcia. de San Luis.
Stagnaro, J. C. (2003). Prólogo de Pellegrini, J. L. en Salud Pública y Economía Política, el Caso del Alcoholismo.

Construyendo los Caminos del GIA 117


La atención a las familias en el
GIA, abordaje de los vínculos con
niños, niñas y adolescentes

Natalia Cizmar
Lic. en Trabajado Social
natycizmar@yahoo.com.ar
GIA Hospital de Wilde, Avellaneda; GIA Hospital de Lanús, provincia de Buenos Aires.

Introducción
Desde 2007 los Grupos Institucionales de Alcoholismo (GIA), pertenecientes al Hospital Zonal
General de Agudos Dr. Eduardo Wilde de Avellaneda y Hospital Zonal General de Agudos Narciso
López de Lanús; se integran al Área de Salud Mental de la Región Sanitaria VI dependiente del
Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.
El GIA pone en funcionamiento desde su inicio una construcción colectiva de atención de la salud
para abordar el alcoholismo. Esta construcción se basa en la necesidad de articular las interven-
ciones interdisciplinarias e intersectoriales; permitiendo la construcción de una compleja trama
de transformaciones en la vida cotidiana de las familias padecientes y de las instituciones parti-
cipantes. De esta manera, el GIA se integra en los espacios que transita intrahospitalariamente e
intersectorialmente como alternativa de atención facilitando, develando, nombrando y poniendo
énfasis no solo en las personas que presentan consumo problemático de alcohol y la necesidad que
reciban un tratamiento adecuado, sino también en el abordaje de las situaciones familiares conflic-
tivas que presenta la persona que consume alcohol.
Se aborda desde el espacio grupal la construcción de un proyecto de vida que no esté anudado al
alcohol como forma de resolución de los conflictos o afrontamiento de los dilemas que se presentan
en la vida cotidiana. Mediante la comprensión de la situación y la búsqueda de soluciones más
saludables. Para lo cual es indispensable la suspensión de la ingesta de alcohol y/u otras sustan-
cias psicoactivas.
Se puede vincular a lo anterior con lo que postula Pichon Rivière cuando expresa que:
“el sujeto sano, en la medida que aprehende el objeto y lo transforma, se modifica
también a sí mismo, entrando en un interjuego dialéctico, en el que la síntesis que
resuelve una situación dilemática se transforma en el punto inicial o tesis de otra
antinomia, que deberá ser resuelta en este continuo proceso en espiral. La salud
mental consiste en este proceso, en él realiza un aprendizaje de la realidad a través
del enfrentamiento, manejo y solución integradora de los conflictos básicos”. 1

1 Enrique Pichon Rivière (1985), El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. (Editorial Nueva Visión).

118 Libro Colectivo del GIA


El abordaje con los hijos
El proceso de alcoholización afecta no solo a quien presenta la ingesta sino también a todos sus
vínculos familiares, laborales y sociales. Por lo cual en el proceso de recuperación del GIA se incluye
la atención del paciente y de su situación familiar. El equipo de coordinación presta especial aten-
ción en promover y facilitar la recuperación del rol materno y/o paterno del paciente. Abordando
esta situación como protectora de los niños, niñas y adolescentes. Cuando un paciente que es madre
o padre llega a tratamiento se observa por un lado, una serie de dificultades vinculadas a las tareas
de cuidado y protección cotidiana de los hijos, como ser los cuidados vinculados a la alimentación,
escolaridad, esparcimiento y situaciones de descuido relacionadas a alcoholizarse en presencia de
los mismos. Y por otro lado, se detectan conflictos en el ejercicio del rol materno o paterno, como
ser la dificultad con los límites, apoyarse emocionalmente en los hijos, incluirlos en sus problemas
personales, consultarlos en relación a decisiones que afectan a la familia pero depositando en ellos
gran parte de la responsabilidad en la resolución, entre otros. Y se observan también síntomas de
padecimiento psíquico en los niños y adolescentes: dificultades en el proceso de aprendizaje escolar,
cuadros de angustia y ansiedad, episodios de intoxicación aguda, intentos de suicidio, conductas
auto y heteroagresivas. Un aporte interesante para incluir en el conocimiento del equipo de coor-
dinación del GIA es el desarrollo de la Lic. Claudia Messing en relación al concepto de simetría de
los niños con los adultos: hay “un cambio psíquico estructural de profundas consecuencias en la
subjetividad que es todavía desconocido en el ámbito social, al cual hemos denominado “simetría
del niño con el adulto”. Este fenómeno se define como un cambio en las características de la primera
identificación del niño con sus padres, (…) Ahora el niño se mimetiza masivamente con sus padres,
se confunde con ellos, con su lugar y con sus historias, (…) Se habla permanentemente del déficit de
los padres para contener y poner límites a sus hijos, dificultad que efectivamente existe y está suma-
mente extendida, pero todavía no se conoce hasta qué punto ha cambiado la mente de los niños,
en general, y en qué aspectos es diferente la subjetividad actual respecto al modelo de niño cono-
cido (…) Y, sobre todas las cosas, es tarea del adulto ayudarlos a recuperar su lugar de hijos para
aliviar esa soledad interior, esa autoexigencia desmedida, esa intolerancia a la frustración y auto-
suficiencia imaginaria, esa mimetización masiva con historias que no son propias y que provoca
múltiples sufrimientos en las nuevas subjetividades.”2 Ante este complejo panorama se agravan las
situaciones y síntomas en el caso del alcoholismo donde el lugar y ejercicio del rol como madre o
padre se encuentra menoscabado, con serias dificultades en el respeto por parte de los hijos hacia
su autoridad. El consumo de alcohol como delator de la imposibilidad de ponerse límites propios
pero además generando en la mayoría de los casos distorsiones en los roles, hijos que deben cuidar
a sus madres o padres porque estos se alcoholizan, hijos que median en discusiones conyugales
producto de la alcoholización de uno de los miembros de esa pareja, hijos que deben resolver sus
actividades cotidianas, hijos que sostienen y acompañan a su madre o padre en su sufrimiento, y
la descalificación por parte de las parejas o familiares hacia la persona padeciente y su supuesta
incapacidad para ejercer su rol materno o paterno.
En el espacio grupal se comienza a conocer la situación general del paciente y en particular del
vínculo con los hijos que tiene a su cargo. Se trabaja sobre la organización cotidiana del hogar,
quien realiza cada actividad, donde y con quien duermen los niños, el recorrido de la escolaridad
de los mismos, etc.

2 Messing, Claudia, Cómo sienten y piensan los niños hoy. Investigación sobre la simetría del niño con el adulto.
Recursos para la crianza, la educación y la clínica de niños y jóvenes (Editorial Noveduc), 2017.

Construyendo los Caminos del GIA 119


En la medida que esa madre o padre inicia un proceso de recuperación de su salud, en el cual es
imprescindible suspender la ingesta de alcohol, comienza a reparar, recuperar en compañía del
grupo un vínculo más sano con sus hijos, fortaleciendo y desplegando su rol de cuidado. A partir de
estos cambios se va logrando la mejoría en el vínculo, el alivio de los hijos y en una gran cantidad
de casos la remisión de los síntomas evitando la patologización. Otras veces, atento el nivel de afec-
tación de ese niño, niña o adolescente es necesario que reciba atención en dispositivo específico.
En la medida que esa madre o padre se fortalece puede garantizar las acciones necesarias para la
atención del mismo.
Por lo tanto el GIA incluye acciones de prevención y promoción de la salud de niños y adolescentes
y la construcción de un rol activo en la vida familiar.

La experiencia del GIA aplicada a otros ámbitos intersectoriales


Por último, se considera importante relatar el aporte de varios profesionales del equipo de coordi-
nación del GIA en la conformación de otro espacio de trabajo que aborda situaciones de niños, niñas
y adolescentes en riesgo: La Comisión Interprogramas de niños, niñas y adolescentes en situación
de riesgo, perteneciente a la Región Sanitaria VI, conformada por profesionales del Área de Salud
Mental y Adicciones, la Dirección de Atención y Prevención de la Violencia Familiar y de Género,
el Programa de Atención de Salud Integral del Adolescente y el Área de Epidemiología.
Es un equipo de trabajo que aborda de manera integral los casos de niños y adolescentes en riesgo
que detecta cada área o programa. Se presentan situaciones de gran complejidad de problemáticas
que atraviesan a niños, niñas y adolescentes (intentos de suicidio, intoxicaciones y consumo proble-
mático de alcohol y otras sustancias psicoactivas, violencia familiar y/o de género, situaciones de
trata con fines de explotación sexual, situaciones de abuso y marginalidad, etc.). Y tiene como desafío
integrar intra e intersectorialmente a los actores intervinientes en cada caso.
Frente a la fragmentación del sistema de salud, donde cada área o programa tiene escaso vínculo
con las otras, la experiencia del GIA ha sido un aporte importante a esta Comisión, incluyendo una
mirada familiar integral, interdisciplinaria e intersectorial.

Bibliografía
Pellegrini, J. L. (2011). Escritos sobre alcoholismo. 1989-2011. San Luis. Editorial Payné.
Pichon Rivière, E. (1985). El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. Editorial Nueva Visión.
Messing, C. (2017). Cómo sienten y piensan los niños hoy. Investigación sobre la simetría del niño con el adulto. Recursos para
la crianza, la educación y la clínica de niños y jóvenes. Editorial Noveduc.

120 Libro Colectivo del GIA


Género

Construyendo los Caminos del GIA 121


122 Libro Colectivo del GIA
Alcoholismo: ¿Cuestión de género?
Sobre la cuestión del género en el
consumo problemático de bebidas
alcohólicas y su tratamiento

Alba Romina Topp


rommytopp@hotmail.com
Responsable Grupo Operativo de Alcoholismo (G.O.A.), Dirección de Salud Mental
Municipalidad de San Salvador de Jujuy, Jujuy.

Introducción
El presente trabajo pretende reflexionar sobre la relación de la mujer con el consumo de bebidas alco-
hólicas. Si nos remitimos a lo observado en la asistencia al G.O.A. (Grupo Operativo de Alcoholismo)1,
de la Dirección de Salud Mental de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy entre los años 2014
hasta julio de 2017 observamos tanto la prevalencia de la presencia masculina más que la femenina,
como la participación de la mujer para consultar por el consumo problemático o dependiente2 de
bebidas alcohólicas de un familiar (hombre) más que por su propio consumo. Pensamos que esto
se debe a representaciones sociales vigentes en nuestra sociedad. Por lo que tendremos en cuenta
los roles atribuidos tradicionalmente a las personas en base a su género.

Desarrollo
Partimos de considerar que el género es una construcción social. Esto significa que en el proceso
de socialización un ser humano aprende un modo determinado de ser hombre o mujer. Así, se
asignan comportamientos, actitudes y emociones en base a su sexo (“Los hombres no deben llorar,
eso es de niñas”, señala no sólo que los hombres no deben mostrar sus emociones sino que, al mismo
tiempo, hacerlo está permitido a las mujeres).
En función del género las personas desempeñan distintos roles y el mismo puede también tener
injerencia en la salud de las personas. En la medida en que puede definirse al género como “el
conjunto de características, oportunidades y expectativas que la sociedad asigna a hombres y mujeres

1 El Grupo Operativo de Alcoholismo (G.O.A.) es un dispositivo grupal para el tratamiento de las personas con
consumo problemático o dependiente de bebidas alcohólicas como así también de su entorno familiar y social.
El G.O.A de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy fue creado a fines de 2007.
2  En el texto se hará referencia a distintos niveles de consumo de bebidas alcohólicas de manera indistinta en
la medida en que tienen efectos perjudiciales para la salud.

Construyendo los Caminos del GIA 123


y que estos asumen como propias”1 es que resulta determinante en el registro que cada persona
tiene de su cuerpo (los cuidados/descuidos de los que es objeto el mismo) y en consecuencia, en el
proceso de salud y enfermedad.
Estas representaciones sociales2 son conceptos, imágenes, categorías, teorías que se van transmi-
tiendo a través de las generaciones a partir de los cuales interpretamos la realidad. Estos mandatos
de abnegación, de sensibilidad, de entrega que se asignan a las mujeres puede predisponer a que se
dediquen al cuidado de otros (hijos, padres, esposos, etc.) dejando de cuidarse a sí mismas e invi-
sibilizar los riesgos que conlleva postergar sus necesidades. Por ello, el género es una variable a
considerar en el diseño de cualquier plan en salud y de abordar una problemática como el alcoho-
lismo en nuestro caso.

Ideales de hombres y mujeres y las consecuencias en la salud


Hombres: Mueren más y más jóvenes, por cumplir con los estereotipos del varón moderno:
Competitividad, arriesgado, racional, exitoso.
Mujeres: Mueren por causas prevenibles vinculadas al embarazo. Tienen más larga vida pero
cargadas de enfermedades por cumplir con mandatos de abnegación, belleza, negación para sí,
dependencia, emotividad, debilidad.
El lugar de la mujer en el Grupo G.O.A. fue predominantemente de acompañante, ya que llegaba a
consultar por un familiar (padre o esposo la mayoría de las veces) que atravesaba este padecimiento
(en ocasiones ante la negativa de asistir de su familiar decidía ella participar de los encuentros).
Graficaremos lo enunciado con el siguiente cuadro (este registro corresponde a quienes participan
de los encuentros). Cabe aclarar, que a efectos de simplificar la lectura, designaremos como asis-
tentes a quienes concurren al G.O.A. porque presentan esta problemática (sean derivados o hayan
consultado por sí mismos) y como familiares a quiénes acompañan a un pariente que consume
bebidas alcohólicas en exceso.

Asistencia al G.O.A. según el sexo entre los años 2014 y 2017 (Período enero-julio)3

Mujeres Hombres

Año Asistentes Familiares Subtotal Asistentes Familiares Subtotal Total

2014 4 8 12 27 2 2 41

2015 8 14 22 63 3 66 88

2016 3 7 10 70 0 70 80

2017 (01-07) 3 11 14 38 3 41 55

1   El enfoque de género en Salud. Para trabajar con la comunidad. Cuadernillo N° 4. Dirección de Paridad de
Género. Secretaría de Desarrollo Humano. Municipalidad de San Salvador de Jujuy.
2 Representaciones sociales: imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencias que
nos permiten interpretar lo que nos sucede, categorías que sirven para clasificar la circunstancias, los fenómenos
y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos” (Jodelet,
1986:472-473) Cursocopolad.
3 Concurren jóvenes y adultos. Adolescentes o niños solo han concurrido como familiares.

124 Libro Colectivo del GIA


En estos datos se evidencia que la diferencia de género se presenta en el tratamiento: asisten más
hombres a realizar el tratamiento y las mujeres acompañan más en los tratamientos de sus fami-
liares que los hombres.
Según una encuesta realizada por la SEDRONAR 4 durante 2017 a 20.658 personas de entre 12 y
65 años (que representan a 18.960.593 personas) sobre el consumo de sustancias psicoactivas en
Argentina se observa un aumento del consumo de bebidas alcohólicas en ambos sexos. En rela-
ción a la mujer los datos obtenidos indican que en 2010 el consumo perjudicial de bebidas alcohó-
licas era del 6.1 %; en la actualidad, es del 9 % (equivalente a 567.285 mujeres). Estos resultados se
encuentran representados en el siguiente cuadro:

Consumo de sustancias psicoactivas en Argentina


según género en los años 2010 y 2017.

8,8 6,1 13 22,5 9,1 16

Varón Mujer Total Varón Mujer Total

2010 2017

Con respecto a la provincia de Jujuy el Sexto Estudio Nacional Sobre Consumos de Sustancias
Psicoactivas en Estudiantes de Enseñanza Media5 realizado en 2014 por el Observatorio Argentino
de Drogas (SEDRONAR)6 arrojó los siguientes datos:

Consumo de Alcohol según sexo Consumo problemático de alcohol


en la provincia de Jujuy en la provincia de Jujuy

Alguna vez en la vida Mensual Escala CRAFFT 2 (Año) Binge drinking3 (Mes)

Varones Mujeres Varones Mujeres Total país Jujuy Total país Jujuy

56,2 58,7 39,9 38,4 50,4 % 63,8 % 46,9 % 51,3 %

En dicha investigación se observa que en nuestra provincia el consumo de bebidas alcohólicas


prevalece sobre otras sustancias (tanto en lo que refiere al consumo “Alguna vez en la vida” como
al “Mensual”: los estudiantes beben en exceso, es habitual el consumo episódico o en atracón) y en
cuanto al género, las mujeres han equiparado su consumo al de los hombres.
A partir de estos gráficos podemos inferir que la diferencia entre hombres y mujeres en relación
a esta problemática está dada, a nivel país, en relación a la cantidad de consumo de bebidas alcohó-
licas (siendo mayor el porcentaje de consumo perjudicial en varones tanto en 2010 como en 2017) y
en la provincia de Jujuy, se observa que el consumo de bebidas alcohólicas es similar en hombres

4 Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina.


5 La población bajo estudio: alumnos que cursan el 8vo, el 10mo y el 12do año de estudios en escuelas públicas y
privadas del país. En esta investigación se incluye la prevalencia de vida de alcohol según sexo y grupo de edad.
6 Actual Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina.

Construyendo los Caminos del GIA 125


y mujeres adolescentes. Asimismo, podemos destacar que la mayor diferencia, en cuanto al género,
se da en la consulta por el consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Esto se ha visto representado
tanto en los datos obtenidos en base a la asistencia al G.O.A. (Grupo Operativo de Alcoholismo) del
Municipio de San Salvador de Jujuy como en datos suministrados por la SEDRONAR a nivel país
presentados en el siguiente cuadro:

Búsqueda de tratamiento durante el último año,


según sexo, expresado en porcentaje.

Varón Mujer Total

Está actualmente 22,4 8,9 18,8


Estuvo alguna vez pero no
36,7 26,8 34,1
está actualmente
Nunca estuvo 37,8 62,4 44,2

No responde 3,3 1,8 2,9

Al tomar en cuenta la demanda de tratamiento por consumo de sustancias realizada durante el


último año en todo el territorio argentino podemos observar que hay variación en cuanto al género,
siendo menor la realización de tratamiento actual o anterior por parte de las mujeres. Agrega este
estudio que las mujeres permanecieron menor tiempo en los mismos y tuvieron menor acceso que
los hombres a los dispositivos de rehabilitación.
En relación a la accesibilidad al tratamiento cabe destacar el Tercer Censo Nacional de Centros
Asistenciales1 realizado durante el último trimestre de 2011 (publicado en mayo de 2016) por la
Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico2
(SEDRONAR), a través del Observatorio Argentino de Drogas (OAD) con el objetivo de conocer los
dispositivos disponibles en nuestro país para el tratamiento de personas con problemas de abuso
de sustancias. La cantidad de dispositivos útiles en relación al tratamiento de hombres adultos y
mujeres adultas se representa en el siguiente cuadro3:

Grupos poblacionales Caso %


Hombres 392 93,8
Mujeres 336 80,4
Varones y mujeres 329 78,7
Solo varones 58 13,9
Solo mujeres 6 1,4
Mujeres con hijos durante la consulta o la internación 206 49,3

1   “Por centro de tratamiento se entiende a todas las instituciones terapéuticas, públicas o privadas especializadas
o no en el manejo de la problemática del uso indebido de drogas, que brindan atención a las personas que acuden
con una demanda de tratamiento por consumo de sustancias psicoactivas.”
2   Actual Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas.
3   “Disponibilidad de recursos específicos para el tratamiento de grupos poblacionales diferenciales”. Están
considerados todos los centros censados (418) y debido a que un mismo centro puede atender a más de un tipo
de población, los porcentajes en cada categoría refieren al total de centros.

126 Libro Colectivo del GIA


En base a esta información se arriba a tres probables interpretaciones: los varones tienen mayor
oferta de dispositivos de tratamiento exclusivo que las mujeres, es mayor la proporción de centros
de tratamiento que no incluyen la atención de mujeres y que sólo el 49,3 % de ellos (menos de la
mitad de los recursos de asistencia para el abordaje del consumo de sustancias en el país) acepta
mujeres aun cuando tengan hijos que deban asistir con ellas a la consulta y/o internación. Así,
podemos agregar, es mayor el acceso a tratamiento por consumo de sustancias para hombres que
para mujeres.
En el caso del G.O.A. (Grupo Operativo de Alcoholismo) de la Municipalidad de San Salvador de
Jujuy, al incluir a la familia en el tratamiento, hemos podido establecer además otra diferencia:
la mujer no demanda ayuda profesional para sí misma sino para un familiar. Este dato, resulta
de sumo valor, en relación a considerar la accesibilidad al tratamiento del consumo problemático
de bebidas alcohólicas según género. Sin embargo, en la medida en que las mujeres no demandan
tratamiento para sí sino para acompañar a un tercero y teniendo en cuenta, que la oferta de dispo-
sitivos para el tratamiento del abuso de sustancias psicoactivas varía según el género (siendo menor
para el género femenino) consideramos que debemos optar en salud pública por una perspectiva
de género en tanto se considera al consumo excesivo de bebidas alcohólicas es más riesgoso para
las mujeres que para los hombres debido a como metaboliza esta sustancia cada organismo (los
hombres pueden diluir mejor los efectos del alcohol ya que es mayor la proporción de agua en sus
cuerpos; en cambio, las mujeres además de poseer menos agua y más proporción de grasa en el
cuerpo, carecen de una enzima que permite convertir el alcohol en una sustancia inactiva). Por lo
que si un hombre y una mujer consumen bebidas alcohólicas, aunque sus cuerpos tengan un peso
aproximado, esta experimentará más rápidamente los efectos de esta sustancia. Entonces, si esti-
mamos los efectos a largo plazo del consumo de bebidas alcohólicas, observamos que es probable
que perjudique más a las mujeres causándoles daños cerebrales, enfermedades hepáticas (hepatitis
alcohólica, cirrosis), aumentando el riesgo de contraer cáncer de mama e incluso, ante la posibi-
lidad de embarazo (o durante período de lactancia) puede afectar el desarrollo del bebé (síndrome
de alcoholismo fetal, malformaciones, retraso mental o con bajo peso al nacer).
Un enfoque de género en Salud Pública implica contemplar las diferencias entre hombres y
mujeres para garantizar el acceso a los servicios de salud a ambos géneros teniendo en cuenta las
necesidades de cada uno. Por ejemplo: dado que las mujeres son quienes suelen ocuparse de sus
hijos, SEDRONAR creó un dispositivo de tratamiento específico para mujeres y sus hijos.
Adecuar los tratamientos a las necesidades de ambos géneros, posibilitará que tanto hombres
como mujeres puedan acceder a una mejor calidad de vida.

Conclusiones
Como vemos, considerar socialmente que el consumo de bebidas alcohólicas es masculino, responde
a prejuicios. Janine Puget propone convertir estos prejuicios en juicios, ya que contienen la posibi-
lidad de la duda, no se asumen en forma acrítica sino que dejan lugar a probables cuestionamientos.
El género, entonces, es un aspecto que tiene injerencia en el abordaje del consumo problemático
de bebidas alcohólicas (tanto en relación a los efectos asociados al consumo como a la posibilidad
de acceder y sostener un tratamiento).

Construyendo los Caminos del GIA 127


Asimismo, según estos resultados, podríamos preguntarnos si la ingesta de bebidas alcohólicas
se ha emparejado en los adolescentes debido a que estos cuestionan los mandatos sociales (hombres
y mujeres comparten responsabilidades: cuidar los hijos, tener un empleo, limpiar y organizar el
hogar; como también poder disfrutar de su sexualidad y elegir no casarse o no tener hijos) y cabría
esperar, además, que más mujeres se vean afectadas por esta problemática en el futuro.
Queda abierta la posibilidad de investigar sobre los motivos de la baja incidencia de tratamiento
por consumo problemático de sustancias por parte de las mujeres. Algunas líneas probables a
indagar podrían ser: ¿Por qué no realizan la consulta? (¿Porque consumen de modo responsable,
porque no registran que consumen bebidas alcohólicas en exceso?, ¿Porque deben ocuparse de
los hijos y/o del marido, etc.?), ¿Por qué los dispositivos de atención para la rehabilitación de esta
problemática no han logrado recepcionarlas? (¿Cómo facilitar su acceso a estos para que puedan
mantener el tratamiento?) y ¿Por qué el entorno inmediato no las acompaña? (Si las mujeres no se
cuidan a sí mismas en pos de cuidar a otros, ¿Quién las cuida?).
Revisar estas concepciones, reflexionar sobre los roles asignados socialmente a cada género nos
brinda la posibilidad de desnaturalizar y modificar estas representaciones y en consecuencia, trans-
formar la realidad tanto de hombres como de mujeres.

Bibliografía
de Quiroga, A. P.; Racedo, J. (1995) Crítica de la vida cotidiana. Buenos Aires Ed. Cinco.
Departamento de Salud y Recursos Humanos de Estados Unidos. Institutos Nacionales de Salud, Instituto Nacional sobre
el Abuso de Alcohol y Alcoholismo N° 04 4956 S (enero 2005) “Alcohol un tema de salud de la mujer” https://pubs.niaaa.nih.
gov/publications/womenspanish/Women_Spanish.pdf
Dirección de Paridad de Género. Secretaría de Desarrollo Humano. Municipalidad de San Salvador de Jujuy. El enfoque de
género en Salud. Para trabajar con la comunidad. Cuadernillo n° 4.
Observatorio Argentino de Drogas (2016) www.observatorio.gov.ar/ Análisis del Consumo de ALCOHOL en POBLACIÓN
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Observatorio Argentino de Drogas (2016) www.observatorio.gov.ar/ III Censo Nacional en Centros de Tratamiento Argentina
http://www.observatorio.gov.ar/media/k2/attachments/CensoZNacionalZdeZCentrosZ deZTratamientoZ2011Zcompressed.pdf
Observatorio Argentino de Drogas (2017) www.observatorio.gov.ar/ Municipios en Acción: San Salvador de Jujuy
Observatorio Argentino de Drogas (2017) www.observatorio.gov.ar/ Resumen de los Resultados del Estudio 2017 de consumo
de sustancias psicoactivas – Población 12 a 65 años http://www.observatorio.gov.ar/media/k2/attachments/INFORMACINZPA-
RAZCOMUN ICACINZPRENSA.pdf
OMS (2007). ¿En qué consiste el enfoque de salud pública basado en el género? http://www.who.int/features/qa/56/es/
Organización Mundial de la Salud (2001) Cuestionario de Identificación de los Trastornos debidos al Consumo de Alco-
hol-Pautas para su utilización en Atención Primaria.
Pemjean, A.; Lara Orellana, M. (2017) El enfoque de salud pública aplicado al abordaje de los problemas por consumo de
alcohol y otras sustancias psicoactivas – Cursocopolad (Programa de Cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión
Europea en Políticas sobre Drogas) – Sistema integral e integrado de atención social y sanitaria a la dependencia de las drogas
desde la atención primaria.
Puget, J. (2017) “Pensar solo o pensar con otro”, apunte como bibliografía de Curso de Actualización Académica: Consumos
problemáticos en contextos actuales – Nuevas modalidades de abordaje e intervención preventiva y clínica. Facultad de Huma-
nidades y Ciencias Sociales, UNJu, San Salvador de Jujuy, Jujuy.
Tiburcio Sainz, M.; Berenzon Gorn, S. (2017) Organización de un sistema integral e integrado de atención socio sanitaria para
los problemas por consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas – Cursocopolad (Programa de Cooperación entre América
Latina, el Caribe y la Unión Europea en Políticas sobre Drogas) – Sistema integral e integrado de atención social y sanitaria a la
dependencia de las drogas desde la atención primaria.
20 minutos “El consumo de alcohol daña antes a las mujeres que a los hombres” https://www.20minutos.es/noticia/226792/0/
alcohol/mujeres/hombres/#xt or=AD-15&xts=467263

128 Libro Colectivo del GIA


GIA: un aporte en la construcción
del diagnóstico. / GIA: un abordaje
con perspectiva de género

Elizabeth Layseca
Lic. en Trabajo Social, Psicóloga Social
Coordinadora Programa de Alcoholismo Región Sanitaria VI.
elilayseca@gmail.com
GIA Hospital de Wilde, Avellaneda y GIA Hospital de Lanús, Buenos Aires.

Un aporte en la construcción del diagnóstico integral e integrado


En la práctica diaria en el GIA hemos desarrollado una mirada amplia y crítica de la vida coti-
diana en cada situación que se nos presenta.
Se hace indispensable incluir las múltiples variables que intervienen en la mayoría de los casos
que desencadenan las situaciones de crisis que llegan a la consulta. Aparecen como emergentes,
vinculados al consumo problemático de alcohol:
Situaciones de violencia hacia otros.
Autoagresiones, sobre-ingesta de sustancias, intentos de suicidio.
Ruptura de vínculos cercanos.
Sintomatologías y/o enfermedades orgánicas críticas.
Sintomatologías y/o trastornos mentales críticos.
Deterioro en lazos sociales y laborales.
Imposibilidad para elaborar y sostener proyectos.
Situaciones socio económicas desestabilizantes.
La intervención de un equipo de coordinación interdisciplinario, aporta una mirada compleja
a la construcción del diagnóstico y permite la definición de prioridades en las intervenciones de
acuerdo al proceso de evaluación.
La tarea del GIA implica hacer este diagnóstico abarcativo y pedir la intervención de las áreas
de salud y otros sectores pertinentes para el proceso de recuperación.

El diagnóstico complejo
En los GIA de la Región Sanitaria VI, se ha implementado un espacio de recibimiento grupal para
la persona y familiares que vienen por primera vez, con un día y horario definido al que pueden
asistir sin pedir turno. Es el grupo de Orientación y Asesoramiento.

Construyendo los Caminos del GIA 129


Las personas llegan al GIA trayendo un relato sobre el consumo de alcohol y a veces otras sustan-
cias, y muchas veces se despliegan en el primer encuentro diversas situaciones vinculares, familiares,
historias de vida en las que aparecen situaciones críticas que se han ido presentando, propias o de
algún otro miembro del grupo familiar. El encuadre del primer encuentro define muchas veces la
decisión para comenzar un nuevo camino hacia la salud. La actitud de bienvenida y buena dispo-
sición es fundamental e indispensable para posibilitar una continuidad.
Es tarea del equipo de coordinación comenzar a evaluar las distintas variables que intervienen
en esta consulta y elaborar una propuesta acorde a esta primera aproximación.
Puede suceder que aparezcan signos o síntomas que nos hagan pensar en otro tipo de trastornos
de salud mental o situaciones traumáticas que han dejado secuelas o que se describa el consumo
de alcohol como secundario a otras problemáticas.
Es a partir de estas apreciaciones que es necesario a veces, tomar más tiempo para la inclusión en
el tratamiento GIA y programar las interconsultas necesarias para definir un diagnóstico integral.
La propuesta del GIA acompaña a quien consulta en la priorización de los problemas y en la
planificación de otras consultas indispensables desde esta primera etapa. Es el equipo de coordi-
nación quien debe conocer los recursos disponibles en el hospital u otras instituciones sanitarias y
orientar para hacer posible las consultas. También ocurre habitualmente que las personas necesitan
otros recursos institucionales y comunitarios: asesoramiento legal, consultas a organismos como
niñez o desarrollo social o ayudas sobre discapacidad. Es necesario que desde el GIA se generen
los contactos con esos otros recursos para facilitar el acceso hacia el ejercicio de los derechos. Estas
acciones se planifican y programan desde el espacio grupal de asesoramiento y orientación tanto
tiempo como sea necesario de acuerdo a las prioridades evaluadas.
Cuando se define la oportunidad de la participación en el espacio grupal, se realiza el acuerdo
para el tratamiento específico en el GIA. Sin embargo la experiencia nos demuestra que la inter-
vención desde el primer momento de orientación se realiza con el modelo de atención del GIA, sea
que desde la primera consulta se incluya en el grupo o que se evalúe como adecuado un tiempo de
orientación y otras acciones.
El GIA desarrolla desde su marco teórico una inclusión y vinculación con la comunidad, sus orga-
nizaciones gubernamentales o no, sus recursos, sus particularidades, su impronta cultural que le
permite una fluida comunicación e información sobre las posibilidades que ofrece esa comunidad.
Estos lazos sociales que la persona ha perdido o suspendido, que son indispensables para la vida
y el desarrollo personal son recuperados a través de esta práctica grupal y comunitaria intrínseca
del GIA.
Es muy importante conocer cómo fue que llega al GIA, se presentan varias posibilidades:
Que haya sido derivada/o por un profesional del hospital u otros centros de salud: médica/o, psicó-
loga/o, kinesióloga/o, nutricionista, odontóloga/o, trabajador social, enfermera/o, etc. Es un aporte
fundamental en la recuperación tener en cuenta este vínculo previo que dio lugar a la decisión
para la consulta y que puede ser un apoyo durante el proceso de tratamiento. Que haya sido refe-
renciado luego de una internación en un hospital general o especializado provincial o nacional,
para realizar tratamiento ambulatorio en el GIA.

130 Libro Colectivo del GIA


Que haya sido motivado por un amiga/o o vecina/o que conoce al GIA, que es un dato muy impor-
tante para el fortalecimiento de las redes comunitarias que signifiquen un posible acompañamiento.
Que haya sido derivado por una institución gubernamental, de una manera informal, como suele
pasar con educación, cultura, desarrollo social; o formalmente como pedido de intervención de
las áreas de atención de violencia de género y familiar o servicio de niñez y adolescencia locales,
provinciales o nacionales.
Que haya sido derivado por oficio, con obligación de intervención, informe y seguimiento por
parte de un Juzgado de Familia, Fiscalías especializadas en Género y Familia, Juzgados Penales,
Juzgados de Garantías, Patronato de Liberados, etc.
Que haya visto los carteles del GIA en el hospital u otras instituciones.
Estos datos iniciales son fundamentales para la organización de la estrategia del tratamiento.
Es importante tener en cuenta la carga en las significaciones sociales con las que la persona y la
familia llegan al GIA. Las situaciones críticas que dieron lugar a algunas de estas intervenciones
pueden estar teñidas de evaluaciones subjetivas por parte de quienes intervinieron en esa primera
instancia con la consiguiente confusión acerca de las características de la situación.
En particular cuando hay hechos de violencia u otros delitos, es necesario ir construyendo con
la persona y sus allegados una visión más compleja con todos los elementos que contribuyeron a la
situación crítica. En esta instancia los conceptos de interdisciplina e intersectorialidad se plasman
en una práctica concreta que permita tener en cuenta todos los factores intervinientes.
La protección de los más vulnerables es en el GIA una premisa, que tiene como base todos los
tratados sobre derechos humanos, las convenciones internacionales y las leyes protectoras de
nuestro país.
En la tarea diaria vemos como la construcción de conciencia sobre el daño infringido, permite
desarrollar acciones reparadoras tanto en el ámbito familiar como en lo social. Por otro lado cambiar
la visión sobre el propio lugar en la trama vincular, por ejemplo reconocerse como víctima, regis-
trar la situaciones de riesgo, registrar el peligro de permanecer en la misma línea que generó la
situación crítica; es un proceso con idas y vueltas, en el que el equipo de coordinación tiene que
definir su diagnóstico sobre la situación, ser claro y preciso en la devolución y al mismo tiempo
desarrollar tolerancia y flexibilidad para acompañar el proceso de cambio.
La participación en el GIA es fundamental en este proceso. La diversidad y heterogeneidad en
el espacio grupal, facilitan la flexibilización del pensamiento y la incorporación de otras perspec-
tivas en la comprensión de la vida cotidiana.
Es un compromiso en los equipos de coordinación en los GIA seguir profundizando en el cono-
cimiento de los determinantes sociales y culturales que en cada época inducen al consumo exce-
sivo de alcohol y promueven el camino hacia la enfermedad. Ampliar el conocimiento y conocer
los recursos de la comunidad en que se desarrolla la tarea del GIA, son aportes y soportes impres-
cindibles en la tarea diaria.

GIA: Un abordaje con perspectiva de género


De la diversidad de situaciones que se presentan a diario en los GIA, la violencia es una de las
que resaltan y nos ocupa desde hace varios años.

Construyendo los Caminos del GIA 131


En particular la violencia de género, escondida tras la estigmatización por el consumo de alcohol
con el que llegan las mujeres al GIA.
Violencia psicológica, sexual, económica y simbólica. Las menos de las veces física, el alcohol es
suficiente para la absoluta vulnerabilidad que impide la resistencia ante la violencia.
Una vez más el poder es ejercido hacia los más vulnerables, en sociedades que trasmiten perma-
nentes dobles mensajes “enloquecedores”.
Es muy importante que el equipo GIA detecte esta situación, las más de las veces negada por
la propia víctima, por profunda desvalorización de sí misma, miedo a la pérdida de su familia y
miedo al ataque que viene experimentando sin denunciar, como si el no hablar de esta violencia
funcionara como protección.
El alcoholismo ha operado en estos casos como los grilletes que impiden a las mujeres recuperar
su libertad y fortalecer su dignidad.
El GIA es un espacio privilegiado para este proceso por su heterogeneidad y diversidad y porque
en la escena grupal todos nos reconocemos culturalmente influidos para no ver, no oír y no entender
el crecimiento de la violencia de género que sufre toda la humanidad.

Perspectiva de género
Elegimos una definición sobre el concepto para acordar a qué nos estamos refiriendo:
“Perspectiva de género: es la comprensión de los condicionantes socio-culturales en la cons-
trucción de las identidades de género así como el reconocimiento de la igualdad de derechos para
varones y mujeres.” Esta perspectiva implica:
reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros, en general favorables a los varones
como grupo social y discriminatorias para las mujeres;
que dichas relaciones han sido constituidas social e históricamente y son constitutivas de las
personas;
que las mismas atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras relaciones sociales,
como las de clase, etnia, edad, preferencia sexual y religión”.1

La paradoja
Las mujeres llegan a la consulta por el consumo de alcohol, en general después de muchos años
de consumo silencioso y silenciado y a partir de una situación crítica que se ha desencadenado. La
situación crítica se plantea de diversas maneras, el denominador común es la culpabilización hacia
la mujer en relación a todos los problemas que se presentan en la casa.
Hasta ahí hay puntos en común con lo que sucede cuando los hombres padecen la enfermedad del
alcoholismo. La diferencia sustancial en relación al género comienza a manifestarse en el proceso
del tratamiento, cuando lo que sucede es que al correr la botella comienzan a problematizarse
las situaciones cotidianas y es necesario establecer una nueva comunicación y plantear acuerdos.

1 Faur, E. (2008) Desafíos para la igualdad de género en la Argentina. Buenos Aires: Programa Naciones
Unidas para el Desarrollo. PNUD.

132 Libro Colectivo del GIA


La descalificación sistemática de las opiniones y acciones hacia la mujer por el consumo de alcohol,
pierden el sentido. Sin embargo, la paradoja es que este modelo de vínculo descalificatorio hacia la
mujer está tan arraigado que es la pareja, el hombre, quien no tolera el cambio.
Percibe el avance del tratamiento como una amenaza a su manejo de poder y comienza el boicot
y hostigamiento. Las más de las veces la mujer no identifica claramente la situación de víctima a
la que es sometida, naturaliza el trato y lo justifica por el consumo de alcohol.
La descalificación a la mujer se traslada a la descalificación del GIA como espacio transformador.
Al mismo tiempo la posibilidad de generar proyectos propios y decidir sobre su vida trae alivio
y sentido a la existencia. Como en todos los procesos de empoderamiento, implican nuevas prác-
ticas y desafíos que la mujer en particular vivencia con miedo.
Muchas de las veces la ingesta de alcohol reaparece ante los miedos básicos: al ataque y a la
pérdida, al decir de Pichon Rivière. El miedo a la pérdida del proyecto de “familia” es una de las
barreras para el cambio.
Al mismo tiempo el hombre intensifica el control y la desconfianza y aumenta el nivel de violencia
en cualquiera de sus manifestaciones. El ataque es el conocido, en primer lugar la descalificación,
burlas, amenazas; siguen: restringir el acceso al dinero, a las salidas, forzamiento a las relaciones
sexuales, control y si no “hace caso” se desencadenan gritos, zamarreos, golpes. En síntesis, el ejer-
cicio del poder para controlar y someter.
Lo que se observa en las situaciones familiares donde la mujer es la consumidora, es una permi-
sividad social hacia la hostilidad del hombre, como si la culpabilización habitual hacia quien
consume en el caso de la mujer fuera doblemente sancionado.
La complejidad de las situaciones nos dificulta a veces observar o definir parámetros. En estos
casos si nos ubicamos desde la perspectiva de género y las relaciones de poder que las definen,
podemos ver con mayor claridad la determinación de esta relación de poder hombre-mujer y la
funcionalidad del alcohol para mantener el sometimiento. Es en este proceso donde el equipo de
coordinación del GIA debe redefinir prioridades, complejizar el diagnóstico para generar una estra-
tegia acorde a los riesgos y al mismo tiempo evitar acciones que pudieran dar como resultado el
alejamiento del GIA. Es necesario participar en Redes que permitan facilitar el acceso al asesora-
miento, acompañamiento y los apoyos necesarios que permitan un cambio en este vínculo o las
medidas de alejamiento oportunas.
Es importante estar vinculados a los dispositivos que trabajan con hombres con conductas
violentas que por su dinámica socio-cultural, permiten un proceso de aprendizaje de modelos de
comunicación con igualdad de género y revisar las conductas violentas aprendidas.
En nuestra experiencia las parejas varones de mujeres que padecen alcoholismo no reconocen
sus conductas violentas y de ejercicio de poder, por lo que no es habitual que acepten modificarlas.
Las mujeres que logran dejar de consumir y comenzar nuevos proyectos en el GIA, pueden salir
del vínculo de la violencia y construir una vida más saludable.
En este camino, el vínculo con los hijos y preservar la figura del padre es también una tarea
de compromiso del equipo GIA en el acompañamiento y la articulación con apoyos psicológicos,

Construyendo los Caminos del GIA 133


evaluaciones con respecto al vínculo padre-hijos y evaluaciones de riesgo, que se realizan con otros
equipos de salud o de las áreas de desarrollo social, niñez, educación y justicia.
Decimos que el GIA es un modelo de atención privilegiado para atender estas complejidades, por
su heterogeneidad, diversidad, apertura que permite debatir y revisar estos temas en relación a los
prejuicios, mitos, discriminaciones e injusticias producto de aprendizajes culturales.
“Hoy nuestro trabajo terapéutico debe ayudar a desentrañar estas profundas razones del padeci-
miento humano. Solemos detenernos en el trabajo individual o en los grupos familiares, buscando
allí causales y soluciones. Sin duda que esa tarea es irreemplazable. El mundo que todos estamos
viviendo, no girar en torno de la sustancia sino descubrir lo que ella tapa u oculta; no siquiatrizar
o sicologizar el fenomenal proceso de manipulación social presente en la dinámica de las drogode-
pendencias; develar que estamos frente a planes de subordinación de pueblos y naciones enteras”.1
Es por eso que quienes transitan su recuperación en el GIA, incorporan en sus prácticas mayor
flexibilidad, comprensión de situaciones y en el caso de la perspectiva de género pueden incorporar
preguntas y dudas acerca de lo naturalizado.
Debatir en el seno del GIA estas ideas y conceptos culturales determinados por sistemas que prio-
rizan el poder, el sometimiento, generando violencias y maltratos; invadiendo los hogares sin que
nos demos cuenta, es un compromiso ineludible de todo el equipo de coordinación GIA.

Algunas citas que nos ayudan a comprender conceptos y normas


El Informe de la Secretaría General sobre la Implementación de los Resultados de la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas (Beijing, 1995), aconseja que los derechos
humanos sean interpretados a través de la perspectiva de género. Lo mismo hace la Asamblea
General: “La perspectiva de género es indispensable para elaborar la nueva cultura de los dere-
chos humanos” (Resolución 50/203).

Unicef, comunicación, infancia y adolescencia


Perspectiva de Género. Publicación de mayo 2017.
“La perspectiva de género es imprescindible como herramienta para entender y contextualizar
la información que producimos y difundimos, pero también porque su incorporación puede cola-
borar en la modificación de las estructuras patriarcales”. “La transversalidad de género es la apli-
cación del principio de igualdad de trato y no discriminación y de oportunidades a las políticas
públicas entre las personas que conviven en una sociedad. También es importante incluir la pers-
pectiva de género para informar adecuadamente, señalando en las descripciones las diferencias
entre personas adultas, mujeres, varones, colectivos GLTTBIQ (gay, lesbianas, travestis, transgé-
nero, bisexuales, intersexuales, queer), también para la población de niñas, niños y adolescentes”.

Definiciones
“Sexo: Es el conjunto de características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas que definen
como varón o mujer a los seres humanos. El sexo está determinado por la naturaleza. El reconoci-
miento de la intersexualidad pone en jaque algunos de estos saberes que sin embargo siguen siendo
útiles a la hora de las conceptualizaciones.”

1 Pellegrini, J. L. (2008) Salud Pública y Economía Política. San Luis. Ed. Polemos.

134 Libro Colectivo del GIA


“Género: es el conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas
y económicas que las diferentes sociedades asignan a las personas en forma diferenciada como
propias de varones o mujeres. Son construcciones socioculturales que varían a través de la historia
y se refieren a los rasgos psicológicos y culturales y a las especificidades que la sociedad atribuye
a lo que se considera ‘masculino o femenino’. Esta atribución se concreta utilizando, como medios
privilegiados, la educación, el uso del lenguaje, el “ideal” de la familia heterosexual, las institu-
ciones y la religión.”
“La perspectiva de género es una opción política para develar la posición de desigualdad y subor-
dinación de las mujeres en relación a los varones. Pero también es una perspectiva que permite
ver y denunciar los modos de construir y pensar las identidades sexuales desde una concepción de
heterosexualidad normativa y obligatoria que excluye.”

Un aporte para tener en cuenta


“Si bien en las últimas décadas se han dado pasos importantes hacia el logro de la igualdad entre
hombres y mujeres, esta aspiración dista mucho de ser una realidad. Parte de las consecuencias
de la mundialización es el hecho de que las mujeres estén cada día más afectadas por los procesos
de pauperización. Esto sucede sobre todo en los países llamados del Sur, pero sucede en las clases
sociales explotadas de los países del Norte también. Se observa que cada vez más mujeres nos incor-
poramos a sistemas desvalorizados de la economía, de la producción, del mercado. Y así como se
habla de la incorporación de las mujeres al trabajo, debería reconocerse que es una incorporación
a áreas previamente desvalorizadas de la economía, donde ya no sólo encontramos problemas de
diferencias salariales entre mujeres y hombres, sino también problemas de división política del
trabajo por géneros. Los economistas llaman a esas áreas del trabajo el sector informal. Pero en
nuestros países es el más formal de todos, no constituyen hechos marginales, discontinuos, subal-
ternos a los temas económicos, sino que constituyen núcleos económicos que dan cohesión al
conjunto del sistema. La feminización de la pobreza conlleva otro fenómeno, y es que la pobreza
de las mujeres es invisible.”2

Avances en la legislación argentina sobre la violencia contra las mujeres


En la Argentina desde principios del Siglo XX, las mujeres reclamaron sus derechos e igualdad
ante la ley. Las primeras organizaciones de las mujeres reclamaban sus derechos cívicos. Estas
luchas lograron la sanción de la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre
hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina el 9 de septiembre de 1947, un gran avance.
Aun con estos logros la igualdad de derechos y oportunidad continúa siendo una lucha desigual
con quienes sostienen el Patriarcado como un bastión de poder para el beneficio de unos y el some-
timiento de otras. Sin embargo mujeres visionarias han llevado adelante la lucha por los derechos
de las mujeres y logrando avances en legislaciones nacionales, provinciales y municipales. Estas
acciones han ido sumando voluntades y generando colectivos de lucha por los derechos y la aten-
ción en particular de la violencia de género.

2 Lagarde, Marcela (1994) Perspectiva de género.

Construyendo los Caminos del GIA 135


Uno de esos avances es la Sanción de la Ley 26.485 de 2009.
Ley 26.485. Sancionada: marzo 11 de 2009. Promulgada de Hecho: abril 1 de 2009. El Senado y
Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:
Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres
en los Ámbitos en que desarrollen sus Relaciones Interpersonales.
Título I: Disposiciones Generales.
Artículo 1º Ámbito de aplicación. Orden Público. Las disposiciones de la presente ley son de orden
público y de aplicación en todo el territorio de la República, con excepción de las disposiciones de
carácter procesal establecidas en el Capítulo II del Título III de la presente.
Artículo 2º Objeto. La presente ley tiene por objeto promover y garantizar:
La eliminación de la discriminación entre mujeres y varones en todos los órdenes de la vida;
El derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia;
Las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y la
violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos;
El desarrollo de políticas públicas de carácter interinstitucional sobre violencia contra las mujeres
(1947);
La remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y
las relaciones de poder sobre las mujeres;
El acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia;
La asistencia integral a las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales y privadas que
realicen actividades programáticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados de
violencia.
Artículo 3º Derechos protegidos. Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos por la
Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Convención
sobre los Derechos de los Niños y la Ley 26.061 de Protección Integral de los derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes y, en especial, los referidos a:
Una vida sin violencia y sin discriminaciones;
La salud, la educación y la seguridad personal;
La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial;
Que se respete su dignidad;
Decidir sobre la vida reproductiva, número de embarazos y cuándo tenerlos, de conformidad
con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento;
Recibir información y asesoramiento adecuado;
Gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad;
Gozar de acceso gratuito a la justicia en casos comprendidos en el ámbito de aplicación de la
presente ley;

136 Libro Colectivo del GIA


La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres;
Un trato respetuoso de las mujeres que padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión
que produzca revictimización.
Artículo 4º Definición. Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u
omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada
en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas
las perpetradas desde el Estado o por sus agentes.
Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción omisión,
disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto
al varón.
Artículo 5º Tipos. Quedan especialmente comprendidos en la definición del artículo precedente,
los siguientes tipos de violencia contra la mujer:
1. Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de produ-
cirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que afecte su integridad física.
2. Psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba
el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creen-
cias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra,
descrédito, manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante,
exigencia de obediencia, sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono,
celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cual-
quier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.
3. Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso
genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva
a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del
matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la
prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.
4. Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos econó-
micos o patrimoniales de la mujer, a través de:
La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;
La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos
de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales;
La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de
los medios indispensables para vivir una vida digna;
La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual
tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.
5. Simbólica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos trans-
mita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturali-
zando la subordinación de la mujer en la sociedad.

Construyendo los Caminos del GIA 137


Artículo 6º Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos, quedando
especialmente comprendidas las siguientes:
Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del
grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el
bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, compren-
diendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por
grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio,
las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no
siendo requisito la convivencia;
Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por los funcionarios, profesionales,
personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que tenga como
fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan
los derechos previstos en esta ley.
Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organiza-
ciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil;
Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de
trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad
o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia
física o la realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el
ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo,
incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con
el fin de lograr su exclusión laboral;
Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a
decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos, de
conformidad con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable;
Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos repro-
ductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y pato-
logización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
Violencia mediática contra las mujeres: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes
estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o
indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre,
humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres,
adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato
o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia
contra las mujeres.
Título II: Políticas Públicas (Se recomienda leer estas normativas vigentes y obligatorias para
todo el territorio nacional).

138 Libro Colectivo del GIA


Bibliografía
Declaración de Beijing (1995). Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas.
Faur, E. (2008). Desafíos para la igualdad de género en la Argentina. 1ra edición. Buenos Aires: Programa Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD)
Lagarde, M. (1994). Perspectiva de Género.
Ley 26.485, sancionada: marzo 11 de 2009. Promulgada: abril 1 de 2009. Ley de Protección integral para prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.
OMS (2002). Integración de la perspectiva de género en la labor de la OMS.
Pellegrini, J. L. (2008). Salud Pública y Economía Política. San Luis. Ed. Polemos.
Pellegrini, J. L. (2011). Escritos sobre alcoholismo. 1989–2011. San Luis. Ed. Payné.
UNICEF (2008). Comunicación Infancia y Adolescencia; Perspectiva de Género.

Construyendo los Caminos del GIA 139


140 Libro Colectivo del GIA
Pacientes en
contexto judicial

Construyendo los Caminos del GIA 141


142 Libro Colectivo del GIA
Pacientes judicializados. Casos del Hospital
Dr. Carlos Saporiti, Rivadavia, Mendoza

Rosa Liliana De la Mota


Médica Clínica

María Elodia Andriani


Walter Mestorino
Graciela Guardia
Colaboradores GIA Hospital Dr. Carlos Saporiti, Rivadavia, Mendoza.

Resumen
Trabajamos con pacientes del Grupo GIA del Hospital Saporiti. Asisten a la consulta médica y/o
al grupo, pacientes que llegan por una decisión judicial. Muchas veces ellos no tienen conciencia
de enfermedad y en otros casos se encuentran en proceso de recuperación de su alcoholismo. Con
el devenir de los hechos estos pacientes judicializados deben lidiar con un sinnúmero de trámites
y situaciones cada vez más complejas.
Los pacientes que comienzan la recuperación deben estar atentos al difícil proceso que es alejarse
del alcohol y prescindir de la sustancia. Sustancia que tanto “placer” les produce y que tanto “daño”
les hizo, dichos éstos al momento de iniciar el tratamiento, ya que luego cambiarán su mirada con
respecto a este punto. A la vez deben prestar atención a una serie de hechos judiciales totalmente
desconocidos. Saben que tienen que transitar un camino difícil porque tienen el riesgo de perder
la familia. Familia que siempre quieren recuperar. Sabemos que en los GIA se realiza un trata-
miento integral, es decir abordamos la problemática desde lo biológico, lo psicológico y lo social.
Contemplamos al paciente como individuo y como ser social, como integrante de una familia, de un
grupo social, con determinada capacidad cultural, creencia religiosa y en determinado momento
histórico. Enfocando el aspecto social, los pacientes refieren tener dificultades: familias desinte-
gradas, con inconvenientes de convivencia, dificultades laborales, inclusive pérdidas de fuente de
trabajo, problemas económicos, abandono familiar, violencia en la vía pública, accidentes viales,
marginación y delincuencia.
Son pacientes “en crisis” ya que llegan con una notificación, orden judicial de realizar trata-
miento. De alguna manera quedan expuestos como alcohólicos, que la sociedad visibiliza a través
de fiscalía u otro organismo y toma la decisión de buscar salud para un integrante de la comu-
nidad ante la negación del principal afectado o de los afectados. Cuando las distintas instituciones
del estado trabajan complementariamente y tienen un fin común, tendremos más probabilidad de
éxito terapéutico.

Construyendo los Caminos del GIA 143


Introducción ¿Qué es el GIA?
El Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA) es un sistema de atención, prevención, rehabilita-
ción, docencia e investigación en alcoholismo y sus consecuencias. El enfoque es grupal. Se busca
la recuperación del enfermo alcohólico, su entorno familiar y social. Se trata de grupos abiertos y
heterogéneos insertos en el sistema público de salud. La salud es una construcción social que nos
involucra a todos. Es por eso que en el GIA se reúnen todos los interesados en la problemática del alco-
holismo. Es allí donde también se pone sobre el tapete quienes lo promueven y quienes lo sostienen.
Los coordinadores de los GIA deben recibir capacitación básica en los temas jurídicos, para
desempeñar la tarea con responsabilidad. Trabajar, coordinar, contener y sugerir lo mejor para el
paciente, la familia y el grupo. Acompañarlos a superar los miedos y la reestructuración familiar,
a adaptarse a la permanente necesidad de buscar mejor calidad de vida, por ende, buscar salud.

¿Quiénes son sus beneficiarios?


Los pacientes alcohólicos judicializados inician su tratamiento en el grupo GIA y reciben un
tratamiento integral. A la vez de ser grupo de atención, es un grupo de capacitación. Un paciente
alcohólico puede transformarse en un reproductor de salud en beneficio propio y de su entorno.
Así, podemos decir que los beneficiarios del tratamiento en el GIA pueden ser directos e indirectos.

Beneficiarios directos:
• Pacientes que sufren de alcoholismo.
• Familias con un integrante alcohólico, ya que ellos enferman junto al emergente.

Beneficiarios indirectos:
Instituciones gubernamentales u organismos con empleados alcohólicos.
Obras sociales con afiliados alcohólicos.
Hospital Saporiti, GIA Comunidad de Rivadavia.

¿Cuál es el aporte desde lo jurídico?


La salud es un derecho inherente al derecho a la vida y al bienestar. Ha tenido la atención en
todas las sociedades al punto que en Naciones Unidas se crea la Organización Mundial de la Salud.
Este organismo define a la SALUD como el “estado de completo bienestar físico, mental y social,
y no sólo la ausencia de la enfermedad o dolencia”. En cada país se crearon organismos adminis-
trativos, jurídicos y prestacionales que resguardan a la población frente a la pérdida de la salud.
En nuestra Constitución Nacional, en el art. 14 bis se reconocen todos los derechos sociales y labo-
rales, responsabilizando al Estado por el otorgamiento de los beneficios de la Seguridad Social que
tendrán el carácter de integral e irrenunciables.

¿Qué podemos decir de las obras sociales?


Las obras sociales existen en nuestro medio y debemos tenerlas en cuenta. Estos organismos pres-
tacionales cuentan entre sus afiliados a personas que padecen de alcoholismo.

144 Libro Colectivo del GIA


Al GIA del Hospital Saporiti asisten pacientes que poseen distintas coberturas sociales. A saber:
OSEP (empleados públicos provinciales), OSPAV (obreros vitivinícolas), OSPRERA (empleados rurales),
PAMI (personas con beneficio previsional), OSPLAD (docentes), entre otras.
Las obras sociales se hacen cargo de los gastos de tratamiento de sus afiliados, sin quitar la respon-
sabilidad que tiene el Estado de otorgar dicho beneficio. Consideramos que el Estado no debe ser
excluyente, en todo caso la sumatoria de los esfuerzos realizados por el Estado y el sector Privado,
debe redundar en beneficio de todos.
En resumidas palabras, el GIA es un modelo de tratamiento que trabaja desde el hospital público:
el paciente tenga o no tenga cobertura social, es atendido.

Caracterización de un paciente alcohólico judicializado


Son pacientes muy sensibles, temerosos, que demuestran ser fríos, rudos a veces, violentos, que
tienen la situación bajo control, que nada los afecta. Sin embargo, son pacientes muy vulnerables, se
sienten centro de agresiones, que cualquiera los puede dañar aún más, que pueden recibir lesiones
físicas o morales. Ser discriminados, que su familia sea discriminada. Sienten que su padecer es
por la adicción, pero tienen culpa de ocasionar tanto daño a la familia, ya que ésta se ve involu-
crada tarde o temprano. Se los notifica que “alguien” los denunció de golpear algún familiar o de
agredir a alguien de su entorno, en estado de ebriedad. Quizás el denunciante es el menos espe-
rado como tal y deben aceptar la realidad con mucho dolor. La fuerza pública los detiene porque
manejaban un auto en estado de ebriedad o por presentarse a su lugar de trabajo en ese estado. Se
los considera peligrosos para la integridad de otros o de ellos mismos, eso es suficiente para que
la justicia intervenga y el paciente sea obligado a cumplir con requisitos, trámites, tratamientos,
cumplir plazos, como si fuese que eso les devolverá la salud, que hará de ellos seres “no peligrosos”
para vivir en libertad, para vivir en familia y en sociedad. Estos pacientes nos motivan a continuar
en el estudio, en el aprendizaje, en capacitarnos para guiarlos en el camino de la recuperación y de la
reinserción familiar y social.
En uno de sus libros, el doctor Jorge Pellegrini se refiere al Proceso de Transformación Institucional
del exHospital Psiquiátrico de San Luis, hoy Hospital-Escuela de Salud Mental. “Otra institución
olvidada en el proceso de reinserción social es la familia. Más bien los resortes asilares y judiciales
tienden a dejarla del otro lado de la puerta (…) Legalmente el enfermo no debe ser abandonado por
su familia y es necesario que la institución sanitaria solicite al poder judicial, que éste convoque a
la familia para recordarle sus obligaciones respecto de un miembro lesionado y garantizar la conti-
nuidad del tratamiento.” (Pellegrini, 2011)
Nosotros consideramos que el alcohólico pertenece al grupo de pacientes que necesitan trata-
miento mental, con asistencia de psicólogos y psiquiatras, pero no deben ser aislados por consi-
derarlos peligrosos ni separarlos de su familia sin antes conocer su contexto de vida, su realidad.
Además de este tratamiento, deben tener una evaluación del médico clínico y fundamentalmente
necesitan de la contención familiar.

¿Qué sucede con un paciente alcohólico al que le ordenan restricción


al hogar, prohibición de acercamiento y/o medida perimetral?

Construyendo los Caminos del GIA 145


Con el oficio judicial se inicia el proceso de judicialización, hablábamos de enfermo y ahora
hablamos de un “caso”. Se trataba de una situación de enfermedad y conflicto, que sólo afectaba a
una persona, al enfermo, a su entorno y a lo sumo al ámbito de la salud. Con la judicialización del
paciente ingresamos al ámbito de lo legal, tanto paciente como médico recibimos una orden judi-
cial. Esto es un tema de incumbencia de poderes muy bien tratado por el Dr. Pellegrini.
Siguiendo con el paciente judicializado, en los GIA nos enfocamos en el enfermo y su familia,
ya que sabemos que el alcohólico no enferma solo sino con otros. Por lo tanto, en esa trama tan
íntima que es la familia, podemos encontrar muchas respuestas, re-vincular y fortalecer lazos
entre familia y paciente. También encontraremos modos y conductas a seguir y poder salir de esta
encrucijada jurídica.
“Un cambio en la estrategia –el principio de autonomía– implica, a la vez, un cambio de lugar del
profesional médico, del enfermo, de su familia y del poder judicial. Quedan todos aunados en un
camino que marcha rápidamente a la reinserción social, a la continuidad del tratamiento (de ser
necesaria) involucrando todas las responsabilidades según el lugar social que tienen, y mostrando
que, así como nadie enferma solo, nadie puede curarse o mantener su salud solo.” (Pellegrini)

¿Qué no es necesario en un paciente judicializado?


Considerarlo peligroso por el hecho de estar ebrio.
Separar al paciente de su familia, ni permitir su abandono.
Que la legislación no lo ampare.
Que lo despidan de su trabajo sin tratamiento previo.
Que se lo considere incapaz para decidir sobre su vida.

¿Qué contención le ofrecemos a la familia comprometida?


En el GIA del Hospital Saporiti la familia tiene un lugar. La familia del paciente alcohólico judi-
cializado concurre a las reuniones con o sin el paciente. Son reuniones muy enriquecedoras, con
gran intercambio de experiencias. Se hacen sugerencias, se dan pareceres, hay acompañamiento
de cada familia, hijos, cónyuges, padres, hermanos, etc. Quien quiera que sea el acompañante, sabe
que no está solo. Ya hay un camino a recorrer. Los pacientes alcohólicos y sus familiares deben
comprender que el tratamiento debe tener en cuenta un plus y que ese plus es dedicarle tiempo,
esfuerzo, dinero a la parte legal. Aunque no nos resulta agradable deberán atender plazos, pres-
cripciones, acuerdos, leyes y tantas cosas de ese tenor.
Con el transcurrir de las reuniones, de una a otra reunión ya es evidente la evolución favorable
entre los familiares o de uno de los integrantes de esa familia, incluido el paciente. Debemos subrayar
que la base de los pilares del tratamiento es el respeto mutuo desde el comienzo y para siempre.
Mirarse, reconocerse, colaborar, tolerar, contener, poner límites, acompañar. Dejarse ayudar,
confiar en el grupo. De esto se trata el GIA, tener un lugar, un espacio físico y temporal para hablar
y decir lo que está pasando. Aprender y perder miedo por todo “lo legal”.
Sobre manera trabajar con sinceridad sobre sus sentimientos, sus creencias, sus hábitos, sus
costumbres, sus sueños, sus proyectos. Aceptar y entender la necesidad de cumplir con el “circuito”
interno que es el examen clínico, la consulta con el psicólogo y psiquiatra. Además de asistir

146 Libro Colectivo del GIA


semanalmente a las reuniones GIA y si es posible con familiares. Tendrán que desandar una
historia que fue enredándose y entramando un entuerto difícil de enfrentar y de “desmenuzar”
sin ocasionar más daño. Muy por el contrario, debe ser una tarea reparadora, que cure heridas.
El grupo simplemente acompaña ese desandar. Por ahí leí:

La Filosofía del Acompañar. Acompañar se trata de estar presente para el dolor


de otra persona, no de hacer que su dolor desaparezca. Acompañar se trata de
caminar al lado, no de conducir ni ser conducido. Acompañar se trata de descubrir
los dones del silencio sagrado, no significa llenar con palabras cada momento.
Acompañar se trata de respetar el desorden y la confusión, no de imponer orden
y lógica. Acompañar se trata de aprender de otros, no de enseñarles.

Familia
Desde lo jurídico, es importante a la hora de tener en cuenta los deberes y derechos de la familia
y del paciente alcohólico. Ya sea el padre/madre, hijo/hija u otro integrante de la familia.
Para establecer el concepto de familia encontramos diversas asignaciones: una amplia, otra
restringida y una más, intermedia.
Familia en sentido amplio: conjunto de personas con los cuales existe algún vínculo jurídico de
orden familiar. (Parentesco, “parientes por afinidad” y agregar al propio cónyuge, que no es un
pariente).
Familia en sentido restringido: pequeña familia, familia conyugal, parentesco inmediato o
núcleo paterno filial, es decir formada por el padre, la madre y los hijos que viven con ellos o que
están bajo su potestad. Asume mayor importancia social que jurídica. Es el núcleo más limitado
de la organización social.
En la Constitución Argentina, en el Art. 14 bis dice: “La familia como célula social, se proclama
institución fundamental y se recomienda que el Estado dicte medidas para asegurar su estabi-
lidad moral, su mejoramiento económico y su bienestar social por la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre, dictada por la ONU en 1948, “la familia es el elemento natural y fundamental
de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad del estado”.
Familia en sentido intermedio (como un orden jurídico autónomo). Es el grupo social integrado
por la gente que vive en una casa, bajo la autoridad del señor de ella. Comprende la mujer y los
hijos legítimos y naturales, número de simientes y de las personas que, al momento de la habita-
ción, vivan con el habitador y las personas a quienes éstos deban alimentos.

Dinámica familiar
La dinámica familiar en aquellas familias con un miembro alcohólico judicializado, tiene carac-
terísticas propias. Trata de ajustar el sistema familiar ante la enfermedad y las complicaciones de
orden legal, de uno de sus integrantes.
De diferentes maneras sobrellevan la enfermedad y ésta afecta a los diferentes miembros que
la integran. Sobreviven ante la crisis y los roles van cambiando, afectando a los hijos, inclusive en
la edad adulta.

Construyendo los Caminos del GIA 147


El impacto de la dependencia al alcohol, así como a otras sustancias, es enorme en los familiares
y otras personas significativas al adicto. Las repercusiones pueden ser: violencia verbal, violencia
física, separaciones, abandono, divorcio, proyectos truncos y muchos otros.
El paciente judicializado y su entorno, deben tener la disposición y la fortaleza de superar paso
a paso cada instancia judicial.

La familia y la problemática de las adicciones


Se puede concluir que los alcances de la enfermedad del alcoholismo son muy amplios, no sola-
mente para el individuo que la padece, sino también para la familia y por ende, para la sociedad.
También sucede con otras sustancias, lo que se conoce como poliadicción. Hoy se considera que
la poliadicción es el flagelo más grande de fines del siglo XX y lo transcurrido del siglo XXI.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adicción es una enfermedad física y psicoe-
mocional, que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se carac-
teriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos,
psicológicos y sociales. Es una enfermedad progresiva y fatal, caracterizada por episodios conti-
nuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad.
El alcoholismo, en cambio, es la pérdida de libertad frente al alcohol (Fouquet, 1951, en Kalina,
2014).
En la “I” de “Institucional”, enfatizamos que el grupo GIA está en el hospital público porque desde
el estado se debe dar respuesta a este flagelo ante la comunidad.
Desde cada consultorio de cada hospital debe haber compromiso ante la realidad y dignificar
nuestra tarea cuando anotamos lo que diagnosticamos. No tergiversar la realidad cuando decimos
el motivo de consulta (gastritis, hemorragia digestiva aguda, polineuritis, desnutrición, accidente
vial, violencia familiar, etc.) y decir el verdadero diagnóstico: Alcoholismo.
En todo caso decir, por ejemplo:
Alcoholismo crónico. Inmunodepresión. Neumonía.
También desde lo Institucional, llámese Policía, Fiscalía, Juzgado, Defensoría o cualquier otro
organismo o estamento, debe haber contemplación y consideración de que ese paciente alcohólico
es, ante todo, un ser humano.
Debemos tener el compromiso como ciudadanos de que pertenecemos a una sociedad jaqueada por
las adicciones, donde el alcoholismo sigue siendo la droga portera. En las escuelas, en los distintos
niveles educativos, debería considerarse como tema obligatorio en Ciencias Sociales, como lectura
de temas generales, o conociendo que esta sustancia es de peligrosidad creciente por su condición
de sustancia adictiva. En la Universidad, tanto en la carrera de Medicina como en otras, se debería
incorporar al espacio curricular el tema del alcoholismo.

Consecuencias
En el ser humano el alcohol tiene consecuencias nefastas, pero tiene consecuencias más nefastas,
amplificadas cuando se encuentra cumpliendo sus tareas laborales, en puestos claves de distintas
reparticiones: chofer de transporte público, piloto de avión, maestro de grado o juez. Hasta magni-
ficadas cuando esa persona es, por ejemplo, el presidente de un país.

148 Libro Colectivo del GIA


El estado, desde el hospital, debe dar respuesta ofreciendo una alternativa de tratamiento.
Contar con un equipo de salud mental y grupo GIA, trabajando en forma sincronizada.
Complementando el trabajo con otros servicios, entidades y organismos públicos, por ejemplo,
Juzgados. Con información que circula y optimiza el tratamiento y la recuperación del paciente.
Además de paciente, ese ser humano, cumple un rol muy importante dentro de la familia a la que
pertenece. Puede ser esposo/a, padre/madre, hijo/a, hermano/a, es decir, es una familia enferma.
Cada integrante de la familia asume un rol que es funcional a esa dolorosa realidad. Los términos
que mejor describen la vida de una familia alcohólica, son lo incoherente y lo impredecible.
También podemos decir, que el paciente alcohólico judicializado es un trabajador, empleado/a
de una empresa privada u organismo oficial, por ende, su rendimiento como tal, es una realidad
y estará seriamente afectado.
Si existe la figura de “abandono de persona”, además de afectar a los integrantes de la familia,
esta figura también afecta al empleador que obviamente, en muchos casos es el mismo Estado.

Docencia en el GIA
Por definición el modelo GIA es un sistema de atención, prevención, rehabilitación, docencia e
investigación en alcoholismo. Se hace docencia entre los integrantes del grupo, incluidos los coor-
dinadores. También asisten los alumnos residentes o pasantes de distintas disciplinas como psico-
logía, fonoaudiología, asistente social, enfermería, minoridad y familia, entre otras. Esto es acep-
tado por los pacientes.
Las autoridades de la institución respetan nuestro accionar, apoyan nuestras propuestas y ante la
evidencia de los resultados incluyen como política de salud nuestra tarea en la oferta de servicios.
Los residentes se llevan un abultado aprendizaje y a la vez dejan el aporte enriquecedor al
quehacer cotidiano, multiplicando los conocimientos.

Aporte de familiares que asisten al GIA del Hospital Saporiti

Caso I
Esther, de profesión docente, de 45 años, esposa de un paciente alcohólico, asiste al GIA y relata
su caso. Llega al GIA toda la familia, esposa, hijos, padres, hermanos y cuñadas. Ellos tienen mucha
angustia, vergüenza, miedos y desorientación. Por dichos de ellos en el GIA encuentran respuestas,
asesoramiento, contención psicológica, comprensión y respeto. Comenzó su asistencia al GIA cuando
el ambiente familiar era caótico, ruptura matrimonial, reclamo de hijos y desencuentros entre
padres y hermanos. El paciente bebía de manera incontrolada, con pérdidas de conciencia y sobre
todo pérdida de dignidad. Su familia, la esposa, deambula por juzgados, fiscalías, abogados, comi-
sarías donde recibía una sola respuesta: él está enfermo y es la familia quien debe responsabili-
zarse de su contención (según la nueva Ley 26.657 de Salud Mental).
Ingresa con internación, en la comunidad de “Levántate y Anda”. Javier fue rehabilitándose en
San Luis, mientras su familia se fue recuperando en el GIA. Al decir de su esposa, hoy gran cola-
boradora del grupo GIA: “En el Grupo encontré apoyo, interés por el seguimiento del tratamiento
y sobre todo respeto por el accionar de otros profesionales: siempre apuntalando y sosteniendo la
familia, atendiendo necesidades y temores planteados y dando tips para acompañar la sobriedad.”

Construyendo los Caminos del GIA 149


Caso II
Juan, padre de un niño de 8 años, que padecía de alcoholismo crónico. Tras la denuncia de la madre
del niño, y de la prohibición de acercamiento, Juan decide cambiar esa realidad. Decide no alcoholi-
zarse, ya asistía al grupo GIA y en sobriedad, con toda lucidez se interioriza de sus derechos como
padre. Tiene asesoramiento de un abogado, abogado de pobres y ausentes. Conoce algunas leyes y
manteniendo su estado de sobriedad, que reafirma en el grupo, sabe con seguridad que logrará
recuperar a su hijo.
Consiguió tener régimen de visitas con su hijo, que su hijo lo visite, tener una vivienda digna
donde recibirlo, salir a cenar con su hijo y otras hermosas realidades.
Cuando el niño se hizo adolescente tuvo diferencias con su padre, se distanciaron. Pero Juan
sigue en el grupo GIA, logró hacerse respetar como padre, empleado y paciente. Con sobriedad y
decisión nos acompaña, es un “multiplicador de salud”.
Hoy está esperando su primer nieto y agradece seguir recuperándose en familia. Es un gran
apoyo para la joven pareja, quienes también son asistidos por la DINAF, su hijo tiene 17 años y la
novia solo 16 años. Juan está atento a todas las necesidades y tiene relación directa con el orga-
nismo de contralor.

Caso III
Nancy, esposa de paciente alcohólico crónico, que sufre violencia de género, refiere que su hija
de 11 años estaba presenciando uno de esos tantos episodios, decide llamar al 911 desde su celular
y pedir ayuda porque su padre ebrio golpeaba a su madre.
Marcelo A., el padre, llega al GIA por decisión judicial, con prohibición de acercamiento. Se deriva
para tratamiento psicológico-psiquiátrico y asistencia al grupo GIA. Luego de asistir apenas cuatro
meses se constata buena evolución. Debe continuar en tratamiento, pero ya hay rasgos notorios de
integración favorable a su familia. Su esposa también tiene asistencia psicológica, lo mismo que
las dos hijas.
Las niñas en sus juegos ya no imitan a sus padres, no hay violencia en sus juegos. La maestra
informa que Milagros, la niña héroe, ha mejorado notablemente su rendimiento escolar.
Marcelo con mucho temor hizo caso omiso de la disposición judicial, siguió viviendo con su familia.
En familia está sanando.

Caso IV
Juana F., de 35 años, madre de tres hijos, de distintos padres. Llega sola y trae una orden judi-
cial, por la cual debe asistir al grupo GIA. Los niños viven con su abuela materna, ella refiere que
se alcoholiza con cerveza y tiene su grupo de amigos que también se alcoholizan, son la “mala
junta”. Asistió al GIA por un par de meses, con cierta regularidad, algunas veces la acompañó su
hijo mayor. Lloran mucho, ella sabe manipular. Dice que quiere recuperar a sus hijos, pero siempre
pone excusas para decir por qué no hace lo que tiene que hacer. Nos relata que pudo resolver situa-
ciones conflictivas y dolorosas, dentro y fuera del ámbito familiar, sin recurrir al alcohol. Nos dijo

150 Libro Colectivo del GIA


que alquiló una casa, que cambió su entorno. Tenía una pareja, que no la acompañó nunca. Hace
aproximadamente un año que Juana no viene al grupo. No sabemos nada de ella. Los pacientes que
necesitan una constancia de asistencia, se les da una planilla donde el coordinador firma la asis-
tencia del día. Juana tenía su planilla para presentarla donde la requirieran. ¿Nadie le requiere
ese control de asistencia? ¿Y los controles judiciales? Nunca se comunicaron desde el Poder Judicial
con el Hospital Saporiti para hacer el seguimiento de Juana.

Caso V
Susana es hermana de la paciente alcohólica. Cuenta que Claudia, divorciada, siempre fue la
mimada de sus padres y de ella misma ya que tienen una gran diferencia de edad. Claudia fue estu-
diante de tercer año de abogacía, pero regresó a Mendoza con muchas frustraciones. Ya consumía
alcohol, también su marido. Había abandonado sus estudios. A los pocos años se le realizó una
histerectomía que la castigó mucho. Luego fallece su madre.
Perdió su trabajo como locutora en una radio local. Su trabajo y su hermana eran lo que le daban
dignidad. Eran días de total oscuridad, tenía denuncias en la policía y el ingreso al neuropsiquiátrico.
Por decisión judicial y un diagnóstico de insanía, un psiquiatra le permitió el ingreso al Hospital
El Sauce. Al poco tiempo decidieron darle el alta institucional y le otorgaron una pensión por
discapacidad.
Por ese entonces se derivó al GIA del Hospital Saporiti ya que ella no quería asistir al hospital de
su lugar de residencia.
Tiene largas etapas de abstinencia, pero a veces algo ocurre y recae drásticamente.
La Justicia cree en el encierro para recuperar la salud, también creyeron que con una pensión
solucionaban su adicción.

Caso VI
Mariana, de 30 años, divorciada, con una hija de diez años. Maestra de grado. Por un accidente
vial la justicia interviene y separa a Mariana de su hija. Deciden que, por su alcoholismo, control
de alcoholemia, necesita asistir al grupo GIA y dejan a su hija a cargo del padre, por el plazo de 90
días. Desde el GIA se sugiere continuar asistiendo y elaborando un proyecto escolar, colaborando
en la prevención del alcoholismo. De esa manera conseguimos que restituyan a la niña a la casa
de su madre.
¿La Justicia qué pretende separando a la niña de su madre?
¿Considera peligrosa a la madre?
La Justicia no colaboró en la recuperación de Mariana, quien dice no considerarse alcohólica.

Caso VII
Pablo, de 42 años, es paciente alcohólico judicializado. Tiene dos hijos de su primer matrimonio,
de 12 y 15 años. Su nueva pareja lo denunció por violencia de género. Deciden darle “la prohibición
de acercamiento”. Un día fue sorprendido junto a su pareja y llevado al penal. Cuenta su hermano

Construyendo los Caminos del GIA 151


Carlos, que lo acompaña a las reuniones del GIA, que ahora tiene libertad condicional. Que les costó
encontrar un abogado que tomara el caso. Tiene que venir al grupo terapéutico… “o sino vuelve al
penal”. Tiene planilla con Registro de Asistencia a las reuniones del grupo GIA.
Cuando se expresa, Pablo dice “Me gusta venir al grupo y quiero seguir viniendo.”. Asegura que
no está bueno terminar en el penal.
Cree que “el sistema está podrido, los mismos guardias llevan drogas, alcohol, etc. Convivíamos
con violadores y asesinos.”

Caso VIII
Jaquelina, de 26 años, divorciada. Tiene una hija de 12 años. Llega al grupo GIA del Hospital
Saporiti por derivación de la Dra. Sosa de La Paz. La señora Jaquelina recibió una denuncia por alco-
holismo, realizada por el padre de su hija. Interviene la DINAF (Dirección de Infantes, Adolescencia
y Familia), que toma una medida preventiva por 90 días en protección de la menor.
Ella dice: “Me separaron de mi hija por 90 días”. Cumplido ese plazo, debía presentar certificado
con informe de Psicólogo y certificado Médico. “No los presenté en tiempo y forma, por razones
ajenas a mi voluntad”, agrega. La DINAF decide prorrogar la medida preventiva por 90 días más.
Además, continúa, “me notifican que en la Fiscalía está la denuncia por molestias en la vía pública
(Código de Faltas: Art. 49) que también realizó mi ex-pareja.”
Antes de prorrogar la medida preventiva, no se hizo lugar al derecho de defensa que solicitó la
paciente ni la pericia del Psicólogo, que también solicitó ella por propia iniciativa, que demuestre
su buen estado de salud psicológica.
Esta paciente, oriunda de La Paz, Mendoza, ya asistía al GIA del Hospital Illia. Allí cumplió sus
primeros 90 días. Actualmente concurre al Hospital Saporiti y desde el GIA la acompañaremos a
“recuperar a su hija”. Tiene planilla con Registro de Asistencia al grupo GIA.
Jaquelina dice “Usaré mi derecho de defensa en la Fiscalía. Nunca me consideré víctima, no le
doy importancia al qué dirán. ¡Yo sé quién soy! ¡Estoy segura de lo que hago, tengo que demostrar
en la DINAF que no soy alcohólica!”

Temas jurídicos a tener en cuenta


Para los cuales el equipo de salud necesita capacitación:
Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657.
Ley de Tránsito Nº 24.449.
Ley de Obras Sociales.
Derecho de Familia.
Estado de Familia.
Ley de los empleados públicos.

152 Libro Colectivo del GIA


Bibliografía
Belluscio, A. C. (2007). Manual de derecho de familia T.I. y II. Editorial Astrea.
De la Mota, R. L. (2015). Caracterización de la población de pacientes alcohólicos que asisten al grupo GIA. Mendoza.
Kalina, E. y Merenzon, A. (2014). Conversaciones sobre Adicciones y Tratamientos. Ediciones Baobab.
Pellegrini, J. y Di Giácomo, L. (1989). Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos. Ediciones Cinco.
Pellegrini, J. (2011). Salud es sin encierros. San Luis: Payné S.A.

Construyendo los Caminos del GIA 153


154 Libro Colectivo del GIA
Alcoholismo, identidad, derechos humanos

Victoria Correas
litacorreas@yahoo.com.ar
Enfermera Profesional
Las Heras, Mendoza.

Al alcoholismo se lo ha negado históricamente. Lo niega el estado, lo niega la sociedad, lo niega


la familia y lo niegan los planes de salud y de educación. Lo niega el paciente mismo… Queda aquí
señalada la primera tarea del GIA (Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos, Pellegrini, 1990: 39).
El grupo ayuda a ayudar, contiene el sufrimiento y la ignorancia del qué hacer. No es posible
despreciar el recurso terapéutico que pueden ser los familiares cuando enfrentan también ellos
sus negaciones y nadie mejor que el grupo para orientarlos y enseñarles cómo operar.
Los GIA son grupos terapéuticos centrados en la tarea de la recuperación. Su objetivo no es sólo
frenar la ingesta, sino también seguir los pasos para que puedan estructurar un proyecto de vida
sin alcohol, en este caso es muy importante el continente familiar (Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos,
Pellegrini, 1990: 40).
El grupo busca y deja que aparezcan aquellos aspectos más creativos que hasta la persona más
lesionada tiene.
Nos apoyamos en las capacidades preservadas de crear y recrear, expresarse con la palabra, con
el baile, etc.
A decir de Pichón Riviere “El grupo puede transformar lo siniestro en maravilloso” (Alcohol,
Alcoholismo, Alcohólicos, Pellegrini, 1990).
En el GIA es el propio grupo que va alumbrando el mundo interior de cada uno de sus miembros.
Lo que un compañero expresa es escuchado por todos, pero cada cual retiene palabras diferentes,
la percepción de cada uno está atravesada por las vivencias y sistema de valores de cada uno. No
escuchamos ni vemos todos lo mismo.
Cada nuevo miembro que ingresa al grupo llega sabiendo sobre él, su familia, y sobre su carrera
alcohólica, no le alcanza para saber su adicción. Es justamente por eso que le falta conocer y aprender
que llega al GIA.
Allí encuentra un saber colectivo que se ha ido elaborando en el proceso grupal, encuentra las
reflexiones de los compañeros que van recuperándose y le van transmitiendo la historia de ese GIA.
Los pacientes en este grupo se encuentran con un conocimiento científico y con coordinadores
que vienen haciendo un proceso de estudio, investigación y formación permanente.
“El recién llegado cuenta lo que quiere y sabe, se encuentra con un proceso grupal que ya tiene
una historia previa y él no sabe si incluirse, sucede que tiene miedo, miedo a perder la muleta y la
identidad que para él ha obtenido quizás por años siendo el borracho de la familia, del barrio, del
trabajo, y así adquirió un lugar en el mundo, un lugar de maltrato, de humillación y violencia, un
lugar al fin”. (Escritos sobre alcoholismo, Pellegrini, 2011: 186).

Construyendo los Caminos del GIA 155


El paciente encuentra en el GIA nuevos espejos en los que puede mirarse y a la vez sigue arras-
trando imágenes de su carrera alcohólica. Su mente por un tiempo será un campo de batalla entre
lo que trae de su historia y lo que aprende en el grupo. A veces triunfa lo nuevo y a veces lo viejo,
es cuando vemos que vienen las recaídas o el abandono del tratamiento.
La oportunidad que se abre en el ingreso a un GIA es el difícil camino a estructurar una iden-
tidad basada en los apoyos internos de cada ser humano.
Apoyos internos sostenidos en la red grupal que acaba con la soledad y el abandono.
Una identidad en la que el paciente recupera el nombre y apellido, luchando contra la enfermedad
propia y la de la sociedad. Identidad que se entrelaza con pasos hacia la independencia, que son
débiles al comienzo, luego se hacen más firmes y es cuando se descubre que su padecimiento es el
de millones y que es preciso buscar soluciones transformadoras del sistema social. Un sistema que
usa el alcohol como cepo y yugo de tantos argentinos.
Eso de la identidad expresado en el nombre y apellido, de definir las cosas por su nombre es
tarea importante en un país como el nuestro donde hay que leer los diarios entre líneas, hay que
adivinar qué nos quieren decir muchos dirigentes sociales, recordar también que el poder repre-
sivo más atroz que sufrimos los argentinos negó la identidad de sus víctimas calificándolos como
NN o recordar también que muchos mecanismos siguen encerrando centenares de seres humanos
desprovistos de su identidad como modo máximo de negar su existencia, de humillación y conde-
narlos al espacio marginal.
Por ello también es que insistimos que los GIA funcionen en los hospitales públicos, dentro de
los espacios y tiempos en que el hospital atiende a la comunidad de cualquiera de sus dolencias
(Escritos sobre alcoholismo. Pellegrini, 2011: 200).
La familia, grupo fundamental en la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de
todos sus miembros, debiendo dar y recibir protección y asistencia necesaria para poder asumir plena-
mente sus responsabilidades dentro de la comunidad, en un ambiente de felicidad y comprensión.

Identidad

Personal Familiar Social

Identidad Hábitos y Pertenencia Capacitación


psicológica costumbres
Clases sociales Provincial
Identidad
Tipos de Nacional
sexual Principios
trabajos Política
Identidad
afectiva Valores Geográficas Religiones

156 Libro Colectivo del GIA


Sujeto Lo que trae Congénito, en el embarazo

Herencia, constitución física +


Temperamento, se adopta

Ambiente Lo que se le da 1. Madre


2. Familia
Carácter Identidad
3. Familia grande
4. Sociedad

Sujeto + Lo que el Crisis, cambio,


Ambiente sujeto pone personalidad.

La identidad de la persona se construye en una familia, “se nace pero también se hace”.
Según el aporte del Dr. Roberto Guembe, médico psiquiatra del Hospital Lagomagiore (fallecido
en 2001), la identidad nacional se va rompiendo con los mensajes subyacentes de la propaganda.
En épocas pasadas tuvimos imposibilidad de ejercer autocríticas.
Nosotros hemos deteriorado la conciencia nacional desde las elites oficiales al no poder asumir
nuestro pasado común (época militar), no podemos construir nuestra propia identidad nacional,
que por otra parte acepta modelos foráneos.
El aumento de la pobreza obligó a gran número de personas a no quererse a sí mismos, a quedarse
sin esperanzas de mejorar.
Identidad provincial: Las características geográficas determinan muchos de los rasgos de iden-
tidad. El mendocino tiene la cultura de la reconstrucción, es luchador, solidario.
Las políticas de educación y salud no acompañan los horarios, esfuerzos individuales de algunos
agentes de esos organismos, sobre todo en zonas inhóspitas.
La globalización pretende determinados tipos de pensamientos, de estilos de vestimenta, etc. Es
un atentado contra la identidad y una forma de avasallamiento, la pérdida de la identidad va de la
mano de la enfermedad.
“Largo es el camino -y nada lineal- de definición de los derechos que identifican la condición del
hombre.” (Cuando el manicomio ya no está. Jorge Luis Pellegrini, 2011: 112).
La identidad es definida como el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad
que los caracterizan frente a los demás, la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y
distinta a los demás, el modo de ser algo o alguien. el mismo que se supone o se busca.

Construyendo los Caminos del GIA 157


Derechos humanos
“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de
morir, que se mueran porque el estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto,
como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad que se le de dinero.
¿Qué importa que el estado deje morir al que no puede vivir con sus defectos?” (Fragmento del
discurso de Domingo Faustino Sarmiento, Senador de Buenos Aires, el 13 de septiembre de 1859,
extraído del libro Cuando el manicomio ya no está, de Jorge Luis Pellegrini, 2011: 111).
Un principio orientador de esta década de trabajo en el Hospital Escuela de Salud Mental de la
Provincia de San Luis, ha sido la relación derechos humanos-salud mental de la cual devienen preci-
siones éticas, estrategias, posturas ideológicas, marcas de políticas sanitarias y dispositivos institu-
cionales que lograron la transformación del asilo manicomial en un hospital digno de ese nombre
hospitalario. (Cuando el manicomio ya no está. Jorge Luis Pellegrini, 2011: 111).
Derechos humanos son aquellos que gozamos por el sólo hecho de ser personas sin distinción
social, económica, política, jurídica o ideológica.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano mencionada en la Asamblea Nacional
durante el proceso de la Revolución Francesa aseguraba entre otros los derechos de la libertad,
igualdad y afirmaban el principio republicano de la soberanía popular.

Características
Distinguimos a los derechos humanos por una fina serie de características que expresan que los
derechos humanos son:
• Universales: toda persona posee dignidad y nadie puede ser discriminado o excluido.
• Inalienables: no se pueden negociar ni renunciar estos derechos, el Estado no puede disponer
de estos derechos de los ciudadanos.
• Inviolables: no pueden ser destruidos ni lesionados porque atentaría contra la dignidad del
hombre.
• Obligatorios: deben ser respetados tanto por las personas como por los Estados a pesar de que
no existen leyes que lo establezcan.
• Indivisibles: si se suprime alguno de ellos se pone en peligro la vigencia del resto de los derechos.
Jurídicamente los derechos humanos son facultades o prerrogativas que las normas constitucio-
nales reconocen a las personas para asegurar su dignidad, su libertad y su igualdad.
Si no fueran respetados por los Estados o por otras personas o grupos, el titular de los derechos
puede exigir que se cumplan a través del ejercicio de la Ley.
Normativa: Secretaría de Derechos Humanos.
¿Qué son los derechos humanos?
Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de sexo, nacio-
nalidad, lugar de residencia, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, edad, partido polí-
tico o condición social, cultural o económica. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin
discriminación alguna.

158 Libro Colectivo del GIA


¿Cuáles son los derechos humanos?
Toda persona tiene derechos:
A la vida.
A la integridad personal, física, psíquica y moral.
A la libertad personal.
A la libertad de expresión, opinión de ideas y culto.
A la igualdad.
A la seguridad jurídica.
A peticionar ante las autoridades.
A no estar sometido a la esclavitud o servidumbre.
A no ser sometidos a torturas ni penas o tratos carnales, inhumanos o degradantes.
A la protección de la libertad de conciencia y de religión.
A la privacidad.
Al honor.
A reunirse libremente y asociarse.
A la identidad.
A la nacionalidad.
A la propiedad privada.
A buscar asilo y a disfrutar de él en cualquier país en caso de persecución política.
A circular libremente, a migrar y elegir su residencia.
A un juicio justo en un plazo razonable, ante un tribunal objetivo, no dependiente e imparcial
y a la doble instancia judicial.
A la presunción de inocencia.
A la defensa.
A no ser discriminado.
A trabajar en condiciones equitativas y satisfactorias.
A la huelga.
A la salud física y mental.
A la cultura.
A la protección y a la asistencia familiar.
A la asistencia de niños y adolescentes.
A recibir protección y asistencia durante el embarazo y parto.
A una alimentación, vestido y vivienda adecuada.
A la educación pública y gratuita en todos los niveles de enseñanza.
A un medio ambiente sano y equilibrado.
A la autodeterminación de los pueblos.
A la seguridad social.
Al desarrollo humano, económico y social sostenible.
A vivir en paz.

Construyendo los Caminos del GIA 159


¿Quién garantiza el ejercicio de los derechos Humanos?
Es el Estado quien debe garantizar y promover el ejercicio de los derechos humanos. Es el prin-
cipal responsable de adoptar las medidas necesarias para lograr el ejercicio real y efectivo de los
derechos humanos por parte de los seres humanos.
Los derechos humanos están en la primera parte de la Constitución Nacional en su Artículo 75,
inciso 22 el cual reconoció jerarquía constitucional a los principales instrumentos internacionales
sobre derechos humanos.
¿Qué son los delitos de lesa humanidad?
Son crímenes cometidos por el propio Estado en contra del pueblo y tienen como característica
ser parte de un ataque generalizado o sistemático.
Estos delitos se consideran cometidos en detrimento de toda la humanidad y son imprescriptibles,
esto significa que la acción del delito no se extingue a pesar del paso del tiempo, por eso pueden ser
juzgados en cualquier momento.
“Todos los derechos humanos están relacionados entre sí, son universales, indivisibles e inter-
dependientes y debe tenerse en cuenta la importancia de las particularidades nacionales y regio-
nales, así como los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos; pero los Estados tienen
el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger
todos los derechos humanos y las libertades fundamentales”. (Conferencia Mundial de Derechos
Humanos, Viena, 1993).
La clasificación de carácter histórico basada en la aparición o reconocimiento cronológico de los
derechos humanos, surgen en cada momento pero no reemplazan las anteriores sino que se agregan
a esas categorías, por lo tanto se complementan.

Derechos de Primera Generación


Son los que consideran a la persona como individuo que está dotado de libertad y autonomía, dentro
de estos derechos el más importante es el derecho a la vida constituyendo el fundamento básico
de la prohibición de las torturas y humillaciones. Otros derechos comprometidos en este conjunto
son el derecho a la propiedad, al honor, a la libertad de expresión, a la libertad de conciencia, a la
intimidad, entre otros.

Derechos de Segunda Generación


Se agregan en conjunto los derechos económicos y sociales que ya no consideran exclusivamente
al individuo, sino que lo sitúan en un grupo social determinado, sea por su actividad o por nece-
sidad de protección especial como la ancianidad, la niñez, el desempleo, etc.

Derechos de Tercera Generación


Corresponden a los derechos de solidaridad que son reconocidos a partir de la década de 1980.
Quienes lo poseen son los sujetos colectivos como un Pueblo, una Nación, una etnia, una comunidad.
Si bien la Declaración de los Derechos Humanos significó un avance muy importante, ya que se
universalizó la concepción de la dignidad del hombre, no terminó con las violaciones de los derechos.
Escribiendo estos derechos es posible pensar en el sufrimiento que el pueblo argentino vio y
sintió por las violaciones de los derechos, por acción, inacción y /o exclusión.

160 Libro Colectivo del GIA


Estas violaciones dejaron huellas difíciles de borrar, consecuencia del terrorismo del Estado en
relación a la cadena generacional, dado que afectó al menos a tres generaciones: la de los desapa-
recidos, la de sus padres y las de sus hijos, muchos de ellos ya padres. La doctora Diana Kordon nos
señala el doble carácter de la afectación en tanto multigeneracional y transgeneracional recordán-
donos que ya Freud había observado cómo lo traumático no resuelto en una generación, es trans-
mitido a la siguiente. (Derechos Humanos, 2017, sitio web).
Con respecto a los derechos humanos, cuando entramos en sus páginas vemos como en nuestra
Argentina se han avasallado los mismos, resultando productos de una doble violencia, la de un
régimen que transforma el terror y lo siniestro en práctica diaria y el silenciamiento que se imponía
a cambio de sobrevivir.
“La relación entre formas de poder que privan de los derechos básicos a las grandes mayorías,
que avasallan el derecho a la libertad, se articulan con concepciones que colocan la problemá-
tica de salud mental también en el campo de lo que debe ser contratado y castigado. (Dra. Diana
Kordon, abril de 2002).
“Formando parte de un dispositivo que articula diversos criterios caros a la tradición de la psiquia-
tría social y comunitaria, opuesta al viejo sistema hospitalocéntrico asilar, uno de los ejes orienta-
dores del trabajo en esa institución ha sido la relación derechos humanos–salud mental” de la cual,
nos dice Pellegrini, “devienen precisiones éticas, estrategias, posturas ideológicas, marcos de polí-
ticas sanitarias y dispositivos institucionales que lograron la trasformación del asilo manicomial
en un hospital digno de ese nombre.” (Salud Pública y Economía Política, Jorge Pellegrini, 2003, 18).
Pensando y actuando incesantemente en los pliegues de nuestra adversa realidad.
Escribe el Dr. Juan Carlos Stagnaro en Salud Pública y Economía Política (Jorge Pellegrini, 2003:
19): “Jorge Pellegrini nos viene a dar un ejemplo de la posibilidad de llevar a cabo contra viento y
marea un trabajo intelectual y una política de salud pública al servicio del pueblo. En la estela de
hombres como Enrique Pichón Riviere, Ramón Carrillo y Arturo Jauretche, Pellegrini se consti-
tuye en un implacable fiscal que devela la injusticia y propone ejemplos y soluciones apoyándose
en nuestras propias experiencias.”

Construyendo los Caminos del GIA 161


162 Libro Colectivo del GIA
Evaluación GIA

Construyendo los Caminos del GIA 163


164 Libro Colectivo del GIA
Un análisis en relación a la
efectividad de los GIA

Mónica Pereira
Lic. en Trabajo Social
GIA Municipalidad de Cipolletti, Río Negro.

Crear y transformar… ¿Hace a la efectividad en los GIA? Mirando el recorrido


Desde sus comienzos los GIA tuvieron como objetivo principal transformar la realidad de las
personas enfermas de alcoholismo, su entorno familiar y social.
Los GIA, grupos institucionales de alcoholismo, creados en 1984 en Río Negro, en su denominación
se indica una de sus principales condiciones, lo institucional y desde allí su proyección comunitaria.
Sus experiencias a lo largo de todo el territorio Argentino han sido y son muy variadas. Sus geogra-
fías, sus condiciones históricas y políticas son escenarios singulares en un contexto nacional. El
alcoholismo, enfermedad prevalente, su tarea. El desarrollo realizado en la historia de los GIA, da
cuenta de una evolución, producto del trabajo científico de investigación.
A poco de andar quienes habían iniciado esta práctica, a través de una tarea minuciosa, basada
en los registros, en la observación rigurosa y el análisis de la información que ésta producía, se
da lugar a la conceptualización. Ya para entonces otros grupos, cuya semilla fue esparcida por los
vientos de la patagonia habían comenzado a germinar en los hospitales públicos.
Detenerse a mirar una y otra vez el proceso de esta práctica es preguntarse cómo se fueron produ-
ciendo los cambios en las técnicas, la lectura del material clínico, en el dispositivo grupal, la coor-
dinación, la composición y las dinámicas.
¿Qué tipo de grupos son?, ¿grupos de autoayuda?, ¿grupos operativos centrados en una tarea?,
¿grupos terapéuticos?, ¿grupos institucionales?
Estos interrogantes no se resolvieron sin otras preguntas que precedieron sus comienzos. Una de
ellas relacionada a las teorías de las cuales se partió. Sin duda otros conocimientos, otros saberes
imprescindiblemente alumbraron este hacer. Desde la psicología, la medicina, la antropología, la
economía política, la historia, la sociología, la política, la cultura y el saber popular. Todas fuentes
que permitieran conocer esta enfermedad.

La práctica y el conocimiento. Práctica y teoría. La conceptualización.


Un paso fundamental en este recorrido ha sido la tarea de revisar, sistematizar la experiencia
en la búsqueda de nuevos conocimientos.

Construyendo los Caminos del GIA 165


La concepción del conocimiento que postula la dialéctica materialista sostiene que la práctica
social del hombre es el único criterio de verdad de su conocimiento del mundo exterior y que queda
confirmado ese conocimiento solo cuando se logran los resultados esperados en el proceso de la
práctica social. El conocimiento comienza por la práctica y todo conocimiento teórico adquirido a
través de la práctica, debe volver a ella.
Esta tarea encuentra su principal impulso desde los inicios, de la mano del Dr. Jorge Pellegrini,
quien ya en uno de sus primeros libros sostuviera: “Y es esa práctica social fuente de nuestro cono-
cimiento, la que nos permite verificar el conocimiento: cuando logramos los efectos esperados,
cuando nuestros resultados en la práctica científica son los que perseguíamos, nuestro conoci-
miento previo se confirma válido… En el proceso reiterado de nuestro trabajo asistencial, de inves-
tigación, de prevención hemos ido avanzando en conceptualizaciones más abarcativas, pasando
de un conocimiento fragmentario y disperso a enunciados de comprensión más amplia. La verifi-
cación de ello está en el creciente número de grupos GIA, de pacientes en recuperación, de coordi-
nadores formados” (…) “Nuestra práctica social en el campo de la ciencia de la salud muestra que
el resultado logrado coincide con el buscado: la recuperación de pacientes alcohólicos y el acrecen-
tamiento de la red asistencial” (Pellegrini, 1992).
Toda práctica implica una teoría que la orienta.
Ya entonces estaba presente un método que orientara la búsqueda de nuevos conceptos. Fuente
necesaria para la transmisión del modelo a través de la formación continua, a su vez fuerza gene-
radora del nacimiento de nuevos grupos en distintas provincias.
Este crecimiento es el ejemplo de saltos cualitativos en el desarrollo, dando paso a nuevos cono-
cimientos, aportando así las particularidades de este padecimiento en las distintas regiones de
nuestro país, investigando las necesidades históricas y colectivas.
Crecimiento en organización, generando espacios desde donde conducir y planificar la tarea del
conjunto de la red. El surgimiento de la Mesa Nacional de conducción primero y luego, de la Red
Nacional con coordinación rotativa por provincia, hasta la actualidad.

Recursos para pensar la efectividad


La efectividad es la capacidad o facultad para lograr un objetivo o fin deseado, que se ha definido
previamente y para el cual se han desarrollado acciones estratégicas para llegar a él.
El interrogante sobre qué hace a la efectividad de los GIA, invita a releer los textos producidos
por quienes forman parte de esta experiencia. Estos conocimientos están plasmados en diversos
escritos, algunos convertidos en libros, trabajos presentados en distintos eventos, publicaciones
variadas. Todas surgidas del hacer cotidiano en los GIA.
En todos ellos es posible encontrar material de enorme valor, desde donde poder demostrar resul-
tados de recuperación de la salud individual y colectiva.
La historia del desarrollo de este modelo de abordaje del alcoholismo está repleta de importantes
avances como también de grandes obstáculos, al ser ésta una tarea que promueve el desoculta-
miento de uno de los padecimientos más graves de nuestra población, la denuncia de condiciones

166 Libro Colectivo del GIA


que propician la enfermedad, de defensa de derechos conculcados, como por ejemplo cada vez
que una persona con alcoholismo no recibe atención. ¿Algo habrá cambiado desde la fundación
del primer GIA hasta hoy? (1984-2017) Será útil para ello, saber cuántos grupos existen, cuántos
programas, cuántos servicios en los hospitales atendiendo el alcoholismo, cuántos grupos siguen
y se sostienen en algunos casos desde hace más de veinticinco años. ¿Algo de esto tendrá que ver
con la efectividad de este modelo?
Susana Scarano, Trabajadora Social, en su aporte al libro Alcoholismo, Identidad y Grupo, editado
en 1992, describe la tarea en el hospital público de Comodoro Rivadavia, provincia del Chubut, siendo
ella coordinadora de un GIA. Comparte cómo se sintió impactada al conocer lo que nombra como
una respuesta terapéutica, en las II Jornadas Regionales de Alcoholismo y el II Encuentro del Sistema
GIA realizadas en 1988, en la localidad de Luis Beltrán, provincia de Río Negro. La define como
un modelo “que cuenta con un ciclo operacional, descriptivo y prescriptivo, transformador, donde
hay previsión, control y evaluación de los resultados”. Esta definición hace pensar en un proceso,
que en sus distintos momentos da cuenta de una acción planificada tendiente a lograr eficiencia.
Sostiene que, si el espacio hospitalario ofrece a través del GIA, una prestación, le otorga a quienes
padecen directa o indirectamente la enfermedad un menor grado de incertidumbre. El encuadre
aparece aquí como uno de los principales componentes, como un dispositivo de seguridad en el
que se desarrolla la tarea, condición necesaria. Dice Bleger:
“Este encuadre se puede definir como el conjunto de condiciones en las cuales
se realiza la observación y constituye una fijación de variables (…) fijación de un
conjunto de constantes (...) una vez caracterizado el método a seguir (incluidos los
criterios derivados del objetivo de la tarea), que consta fundamentalmente de un
encuadre riguroso y de una observación operativa, se hace ahora necesario fijar la
técnica del encuadre, es decir el conjunto de operaciones y condiciones que conducen
a establecer el encuadre y que constituyen también una parte del mismo.”

Los días de reunión del GIA, horario de comienzo y finalización, el lugar y disposición y todo
aquello que se considera que es necesario sostener para lograr el objetivo propuesto, constituyen
el encuadre. Es lo estático, lo que se repite.
Encuadre como elemento organizador, imprescindible, teniendo en cuenta que “lo que se pretende
habilitar es un espacio de tratamiento donde quienes concurran se dispongan a realizar un cambio
significativo en su vidas, en sus vínculos.” (Sans, 1992)
Elizabeth Layseca nos recuerda en su aporte realizado en el libro Trabajando en y con Grupos,
que se cuenta “con un encuadre definido que organiza la tarea, un espacio y un tiempo constante
dentro de la institución, un coordinador o un equipo de coordinación dedicado a esta tarea, como
referentes claros”.
Y así podemos encontrar referencias sobre este tema en distintos trabajos escritos. Cada uno con
sus características, compartiendo este elemento técnico como una condición esencial. Es decir que
sin ello no llegaríamos al objetivo planteado. Por lo tanto el encuadre es uno de los elementos que
nos permiten desarrollar la tarea y a su vez desde su instalación, sus modificaciones, las resisten-
cias al mismo, entender, analizar qué está sucediendo grupalmente y de este modo hacer las correc-
ciones que el proceso terapéutico requiera.

Construyendo los Caminos del GIA 167


Cuál sería entonces la diferencia entre establecer un encuadre para la tarea terapéutica y carecer
de ello sino precisamente perseguir la eficacia y la obtención de resultados en relación a la recupe-
ración de la salud, al servicio del cambio. Pues lo que se ha podido comprobar es que estas condi-
ciones tienen relación directa con los resultados esperados. En oposición a la desorganización que
produce el proceso de la enfermedad.
Referentes claros, toda vez que una persona afectada por la enfermedad del alcoholismo o su
familia acude a la institución a solicitar atención. La experiencia nos ha enseñado que es de vital
importancia que desde ese momento se ofrezca asistencia inmediata, oportunidad para comenzar a
trabajar sobre la conciencia de enfermedad. Los pasos siguientes de este proceso deben estar enca-
minados a lograr la adherencia al tratamiento. Lo que caracteriza esta instancia en quien padece
directamente la enfermedad, es la desorientación, la lucha interna fortalecida por el mecanismo
psicosocial de la negación y la desesperanza de su entorno. Que exista un lugar claramente identi-
ficado, con condiciones estables de funcionamiento ofrece mayores posibilidades de lograr la recu-
peración de la salud.
Daniel Sans escribe acerca de los factores de efectividad terapéutica en Alcoholismo, Identidad y
Grupo.
Nuevamente, la pregunta sobre los recursos, elementos e indicadores de efectividad de los GIA.
Menciona la epistemología sobre la que se asienta la práctica. El grupo inserto en la institución de
la salud pública, operando sobre la negación, ocupando espacio y tiempo, grupo que asiste, informa
e investiga, rehabilita, promueve la salud y previene la enfermedad.
Lo grupal como apoyo y sostén del psiquismo. De allí que en el GIA se reedita esta situación
grupal de sostén, “acá vengo y salgo bien…”, “me hizo bien venir al grupo, pensaba en que nadie
tuviera una recaída el finde largo”, “identificado y aliviado, bastó para sentirme integrante de este
grupo…”, “me siento contenido, tenemos un problema en común, hay una salida, hay otra manera
de vivir” (crónicas de reuniones de marzo y abril de 2013 en GIA Cipolletti, Río Negro).
Espacio de identificaciones, en el que el encuentro con los otros a partir de situaciones en común,
se abre espacio a la confianza, a la resignificación de las situaciones vividas, a entender que el pade-
cimiento es colectivo y aporta a la reelaboración de la identidad individual.
Tanto en los registros escritos, en relatos de los pacientes, crónicas grupales, exposiciones en
Jornadas y encuentros, diversos espacios de presentación de la experiencia, aparece subyaciendo
la pregunta acerca de si los GIA dan resultados.
Esos resultados, ¿en qué se traducen?
Hay quienes han investigado sobre sus efectos y lo han podido cuantificar. Las investigaciones
desde perspectivas cualitativas han dado también conclusiones acerca de esto.
Este modelo aporta al conocimiento de esta enfermedad una mirada abarcativa, que incluye el
análisis de factores de diversa índole, en tanto es un problema sanitario causando daño individual
y social. De ahí la necesidad de realizar prevención, asistencia y rehabilitación. Los GIA se ocupan
de esta tarea, dentro de las instituciones de la salud pública.
Tengamos en cuenta que los GIA desde sus inicios afrontaron grandes resistencias institucionales.

168 Libro Colectivo del GIA


Estos se ocupan de atender a los enfermos de alcoholismo quienes históricamente han sido recha-
zados por desconocimiento y por no haber considerado nunca la posibilidad de transformación de
esta problemática, apoyados en el discurso social de incurabilidad, reforzando el estigma en las
personas alcohólicas y sus familias.
Se promueve que el GIA tenga una activa participación en la vida de la institución y se proyecte
a través de múltiples acciones en su comunidad.
“La relación institución/grupo es una fuente inagotable de conocimientos.” (Pellegrini, 2011).

El GIA es un recurso terapéutico también para la institución en tanto aporta visibilidad al problema
negado, aporta conocimientos surgidos de la propia práctica grupal, ofrece apoyos al equipo profe-
sional, promueve la incorporación al espacio grupal de los pacientes internados.
“El grupo es pensado como articulado con la institución a la que pertenece, con los distintos
individuos, núcleos organizacionales y grupos que dentro de esta conviven, por lo tanto es
necesario articularlo con los distintos sectores, con los que se va ligando explícitamente por
iniciativas asistenciales, preventivas y rehabilitadoras surgidas del GIA.” (Bustos, 2008)

La vasta tarea hacia la comunidad, que se lleva adelante desde los GIA, es otra de las características
que es preciso considerar a la hora de hacer un análisis acerca de sus condiciones de efectividad.
Si la comunidad consiste en un grupo muy heterogéneo de personas, instituciones y sus orga-
nizaciones, y está atravesada por innumerables acontecimientos históricos y políticos, el accionar
desplegado desde los GIA se planifica desde esa perspectiva.
Un GIA tiene como condición su permanente conexión con la comunidad a la que pertenece, sin la
cual su planificación no estaría en consonancia con la realidad y por ende sus acciones no acordes
a las necesidades de la misma.
Se estudia y revisa en las diversas instancias de formación que posee la Red GIA, cómo nos
encontramos trabajando, qué dificultades estamos transitando, en qué momento estamos, qué está
ocurriendo en el contexto local, provincial y nacional. Es decir que si no existe una relación cons-
tante con la comunidad, se corre el riesgo de burocratización del espacio grupal. Muchas veces esto
ha sucedido, y son grupos que no logran los resultados en relación a la recuperación de la salud y
a los procesos de transformación. Quedan metidos para adentro, aislados, se hacen frecuentes las
recaídas y pierde vitalidad su accionar. Situaciones como estas, han sido revisadas y poder visua-
lizar las dificultades que influyen para alcanzar los resultados esperados en este sentido, ha resul-
tado beneficioso para poder corregir y modificar la práctica. Espacio de puertas abiertas, el GIA
es efectivo porque fue concebido como espacio de recuperación de la salud colectiva. Su constitu-
ción, su configuración permite pensar en una amplia posibilidad de tareas hacia la comunidad,
no es solo un grupo, dentro de un espacio cerrado que se reúne algunas veces por semana, dentro
de una institución.
“En el GIA trabajamos el concepto de comunitario desde todas las áreas y actividades de inter-
vención, individuales, familiares y grupales”. Bien lo describe la Licenciada Elizabeth Layseca de
Avellaneda, provincia de Buenos Aires, cuando sostiene que en el GIA se trabaja con varios grupos

Construyendo los Caminos del GIA 169


de familias a la vez, que luego serán agentes multiplicadores del desocultamiento de la enfermedad,
de transmitir la esperanza de resolver el problema. Se realiza prevención en cada entrevista, traba-
jando con toda la familia, previniendo los problemas vinculares que puedan dar origen al surgi-
miento de la enfermedad del alcoholismo.
La difusión de las actividades de cada programa, servicio y grupo forma parte también del trabajo
comunitario, explicando que el alcoholismo existe y que es una enfermedad de alta incidencia en
el país, alertando y comprometiendo a la comunidad.
Siguiendo estas ideas acerca del trabajo comunitario en el modelo GIA, se puede encontrar en
las distintas provincias donde se trabaja con esta modalidad, que con las mismas premisas se fue
dando cumplimiento a la tarea promocional y preventiva con la perspectiva comunitaria.
Un ejemplo de ello se da en uno de los grupos más antiguos de la Red, el GIA de Cipolletti, Río
Negro, el cual surge dentro de un trabajo comunitario en 1989 y en ese camino se logró la creación
de un Programa Municipal de Alcoholismo en 2009 que hoy cuenta con presupuesto y reconoci-
miento de la comunidad. A partir de la imprescindible condición de su existencia, el GIA despliega
desde su creación una rica actividad en distintos espacios desde donde se articula un importante
trabajo en red. Vale entonces detenerse aquí para mencionar otra de las condiciones que aportan
efectividad a la labor de los GIA: Abordar la complejidad en conjunto con otros sectores, formando
parte de la red social.
Ámbitos diversos: escuelas primarias y secundarias, realizando talleres, charlas e intervenciones
artísticas. Universidades públicas y privadas (UNCo y UFlo) a través de exposiciones en jornadas,
congresos y posgrados. Realización de prácticas pre-profesionales y pasantías en el grupo terapéu-
tico, para estudiantes de Psicología en convenio interinstitucional. Espacios de consultas con estu-
diantes de medicina, servicio social, enfermería y escuelas de psicología social.
Talleres de concientización sobre consumo excesivo de alcohol en conductores en articulación
con el departamento de tránsito de la municipalidad, educación vial, desde hace tres años.
Coordinación y articulación con centros de promoción comunitaria municipales.
Articulación sistemática con hospital local, médica psiquiatra y departamento de actividades
programadas, a través de los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) y el equipo de agentes
sanitarios.
Participación en medios de comunicación (prensa escrita, redes sociales, radios y TV).
Articulación con distintos estamentos de gobierno, local, provincial y nacional (intendencia,
Concejo Deliberante, Agencia Provincial de Adicciones, gobernación, ministerio de gobierno provin-
cial y Sedronar).
Articulación con organizaciones de la sociedad civil: sindicatos, clubes, empresas e iglesias.
Actividades callejeras con intervenciones sorpresivas organizadas por grupo Apuntalarte (preven-
ción a partir del arte integrado por el equipo GIA e integrantes del grupo, con participación de la
comunidad). Obras en construcción, plazas y parques, calles de la ciudad, eventos deportivos.

170 Libro Colectivo del GIA


Actividad física en coordinación con el Área de Deportes Municipal.

Talleres de concientización en articulación con el Área Tránsito.

Construyendo los Caminos del GIA 171


Participando con pacientes y familiares en la Fiesta de la Juventud. 16/09/2017.

Espacio de creatividad y expresión: Cuidando la Salud.

172 Libro Colectivo del GIA


Espacio de expresión abierto a la comunidad (participan integrantes del equipo, pacientes, fami-
liares, otros trabajadores del área, personal de salud).
Actividad Física en articulación con el Área de Dirección General de Deportes de Cipolletti.
Espacio de huerta en articulación con Área de Huertas Comunitarias de la Secretaría de Desarrollo
Humano Municipal.
Articulación con Juzgados Civiles, Penales, Juzgado de Paz. IAPL (Instituto de presos y liberados).
Organización de actividades de obtención de fondos para viajes (ventas de comida, rifas).
Articulación con Área de la Juventud.
¿Es posible pensar la efectividad del GIA, observando y revisando las acciones que cada programa
viene desarrollando? ¿Qué instrumentos serían los adecuados para acercarnos a ese conocimiento?
Algunos principios o valores referidos al ser de los actores sociales comprometidos en el trabajo
comunitario, que describe Maritza Montero, resultan útiles para pensar nuestro quehacer en el
GIA, ideas que lo sustentan y orientan en función de lograr mejores resultados.
• La consideración que los participantes son actores sociales, constructores de realidad, con ca-
pacidad de decisión, de acción y de transformación de su vida cotidiana y de su entorno. Para el
primero de los principios mencionados los valores de base son la construcción de conocimiento
ligada a la vida, la igualdad y el carácter activo, transformador, creador de los seres humanos.
• Igualdad está ligado al de libertad y transformación social.
• Conciencia, para ser y estar en el mundo. Problematización de la realidad, búsqueda del
bienestar.
• La diversidad, la justicia y la igualdad son valores en los cuales el ser y el hacer muestran su
unión.
• La Dra. Graciela Bustos, a partir de un trabajo de investigación realizado en el GIA del Hospital
Escuela de Salud Mental de San Luis realiza un aporte de gran valor para entender el proceso
de recuperación de la salud y producto del mismo fue construyendo algunos indicadores de ese
proceso.
Conciencia de enfermedad.
Internalización de la prohibición.
Relación pasado-presente-futuro.
Aprendizaje personal, familiar y social.
Estos indicadores que sirven para evaluar el proceso de recuperación que se da en el seno del
GIA, a su vez resultan un instrumento de lectura acerca de los cambios operados grupalmente y
que permiten aproximarnos a resultados.
Desde hace varios años, en el GIA de la ciudad de Cipolletti, el equipo de coordinación al fina-
lizar cada año, realiza una devolución a cada integrante del grupo sobre el proceso transitado y se
utilizan los indicadores antes mencionados para ese análisis. El material recogido de las reuniones
del GIA (crónicas), resulta un insumo valioso para realizar esta lectura.

Construyendo los Caminos del GIA 173


En el trabajo de investigación mencionado se indaga acerca de cómo recupera la salud una persona
en el GIA, pregunta que orienta siempre a pensar en la efectividad. En ese proceso grupal sus inte-
grantes aprenden a actuar y desenvolverse a partir de un movimiento que facilita la escucha, la
observación y el registro de los otros. Manifiestan progresivamente sus vivencias, integrándose
en el acontecer diario. El apoyo grupal posibilita la confianza y el análisis de los conflictos. En
esa tarea en el GIA se verá confrontado con su realidad hasta generar conciencia de enfermedad.
Aceptar el tratamiento es un paso posterior. Los múltiples apoyos operan en ese sentido, fortale-
ciendo su decisión y voluntad.
Poder describir este proceso y verlo multiplicado configura para quienes transitamos esta expe-
riencia, en principio, un logro y quizás una respuesta posible acerca de la efectividad de los GIA,
verificable en la práctica concreta.
Es necesario continuar profundizando en la adquisición de herramientas técnicas y metodoló-
gicas que permitan acercarnos a un conocimiento que sirva para seguir aplicando el modelo de
los Grupos Institucionales de Alcoholismo como respuesta efectiva a la creciente problemática de
este padecimiento. Que no excluya a la comunidad en esta búsqueda, disminuya la incertidumbre
y jerarquice esta tarea sanitaria.

Bibliografía
Bleger, J. (1966). Psicohigiene y Psicología Institucional. Buenos Aires: Editorial Paidós.
Bustos, G. (2008). Alcoholismo Hoy. Buenos Aires: Editorial Dunken.
Kordon, D., Edelman, L., Díaz, M., Kersner, D., Layseca, E., Linne, B., Mesquita, A. y Montero, M. (2011). Introducción a la
Psicología Comunitaria: desarrollo, conceptos y procesos. Buenos Aires: Editorial Paidós.
Pellegrini, J., Novarino, P., Sans, D. y Scarano, S. (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Buenos Aires: Ediciones Cinco.
Pellegrini, J., Pintos, S., Quinteros, N., Rattagan, M., Turnes, J. y Zanghellini, A. (2011). Trabajando en y con grupos. Buenos
Aires: Psicolibro ediciones.
Pichon Rivière, E. (1985). El proceso grupal. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

174 Libro Colectivo del GIA


¿Qué hace eficientes, eficaces
y efectivos a los GIA?

Claudia Inés Villafañe


Médico Psiquiatra. Médico de Familia. Mg. en Salud Mental
claudiavillafane60@hotmail.com
GIA Hospital Regional de Río Gallegos, Santa Cruz.

En homenaje a Clemente José Cárcamo, compañero GIA


del hospital de Puerto San Julián, Santa Cruz.

Introducción
Es necesario preguntarse respecto de la eficiencia y porqué luego de 33 años de marcha incesante
del movimiento GIA en nuestro país. Ese fue el objetivo de las investigaciones desarrolladas en dos
ámbitos hospitalarios, tiempos y métodos diferentes cuyos resultados intentan dar respuesta a los
interrogantes planteados. La primera experiencia estudiada fue la del GIA del Hospital de Pto. San
Julián, provincia de Santa Cruz en su desarrollo entre los años 1994 al 2000. Se trató en este caso de
una investigación con metodología cualitativa sobre el análisis de entrevistas semiestructuradas
aplicadas a pacientes tratados allí. De ese estudio que utiliza el método comparativo constante surgió
fundamentalmente la explicación de lo que sostenemos en los GIA: que las personas que enferman
de alcoholismo, tratamiento mediante, pueden curarse y cómo es que el proceso salud/enfermedad/
salud se desarrolla en el seno de la comunidad donde el sujeto y sus vínculos familiares/sociales
transitan su cotidianeidad. Destaca asimismo el rol relevante que tienen en este proceso la institu-
ción hospitalaria y dentro de ella, el Grupo Institucional de Alcoholismo (Villafañe, 2009).
En continuo y sobre los mismos ejes, años después, el segundo trabajo analiza con metodología
cuantitativa la experiencia del GIA del Hospital Nacional Dr. Baldomero Sommer, de Gral. Rodríguez,
provincia de Buenos Aires en su desarrollo entre los años 2011 a 2014 (Villafañe, 2015). En este caso
se realizó un exhaustivo análisis de todos los datos numéricos registrados respecto de las tareas
que ese GIA llevó adelante en los años citados centrado en describir y medir la adherencia tera-
péutica, como los factores individuales, sociales e institucionales que la favorecen. Hablar de adhe-
rencia terapéutica y el porqué, aplicar ese concepto respecto de enfermedades crónicas e invali-
dantes no es común (Macía y Méndez, 1999; OMS, 2004), mucho menos en el caso de las adicciones
y en particular en el del alcoholismo (Bravo y Gual, 2010; Gutiérrez, 2009; Laso, 2008; McQueen,
Howe, Allan et al. 2009 y Suelves, 2014); demostrarla y describirla con rigurosidad científica fue
entonces el gran desafío.

Construyendo los Caminos del GIA 175


Los resultados evidenciaron, entre otros datos, la fuerte adherencia terapéutica de los pacientes
en relación de tratamiento con ese GIA: sobre un total de 126 pacientes incluidos en el estudio 75
(60 %) no interrumpieron su tratamiento; fueron dados de alta de tratamiento un promedio de 2,5
pacientes por año y se observó que hubo solo un reingreso por recaída durante los cuatro años
estudiados.
Este mismo trabajo investigó respecto a los factores favorecedores de la adherencia terapéu-
tica hallada; surgieron con relevancia, entre otros, el encuadre de la tarea GIA y el compromiso
del equipo con el trabajo de rehabilitación, la inclusión de la familia/núcleos de pertenencia de
los pacientes asistidos en la labor de reparar y repararse en el vínculo obstruido por el alcohol,
las acciones de sensibilización y capacitación permanentes del equipo hacia la institución hospita-
laria como también hacia la comunidad y el acompañamiento institucional en el proceso de recu-
perar la salud.
Podría sostenerse, fundamentado en lo descripto precedentemente, que el trabajo de estos GIA
es eficiente, eficaz y efectivo.
El porqué de esta afirmación es lo que se desarrolla a continuación.

Eficiencia, eficacia y efectividad


Estos términos fundamentalmente se usan en economía para describir procesos y resultados. Su
aplicación al campo de la salud permite evaluar resultados respecto de políticas sanitarias.
¿Qué describimos cuando hablamos de Eficiencia, Eficacia y Efectividad? Tomo aquí los conceptos
explicados por María Rosa Lam Díaz (Lam Díaz, 2008):

Eficiencia
Cociente entre los resultados obtenidos y el valor de los recursos empleados. Consiste en un
buen uso de los recursos, en lograr lo mayor posible con aquello que contamos. Se califica como
eficiente a quien logra la mayor productividad con el menor número de recursos. Esto es alcanzar
los objetivos por medio de la elección de alternativas que pueden suministrar el mayor beneficio.
La eficiencia supone conseguir un resultado concreto a partir de un mínimo de recursos o bien
obtener el máximo beneficio de unos recursos limitados. Un sistema de salud se considera eficiente
cuando es capaz de brindar un producto sanitario adecuado para la sociedad con un uso mínimo
de recursos. Lograr eficiencia en salud, significa también alcanzar los mejores resultados con los
recursos disponibles.

Eficacia
Relación objetivos prefijados/resultados bajo condiciones ideales. La eficacia de un procedimiento
o tratamiento en relación con la condición del paciente, se expresa como el grado en que la aten-
ción/intervención ha demostrado lograr el resultado deseado o esperado.

Efectividad
Relación objetivos prefijados/resultados bajo condiciones reales (cuando previamente se cumplieron
los objetivos prefijados en condiciones ideales y se lograron similares resultados en condiciones
reales). Cuando se llevan a la práctica acciones para lograr el propósito que previamente se alcanzó

176 Libro Colectivo del GIA


bajo condiciones ideales y este se consigue en las condiciones reales existentes, entonces los recursos
puestos en función para ese fin fueron efectivos. La efectividad es un término de mayor alcance
que la eficacia, pues expresa la medida del impacto que un procedimiento determinado tiene sobre
la salud de la población; por lo tanto, contempla el nivel con que se proporcionan pruebas, proce-
dimientos, tratamientos y servicios, y el grado en que se coordina la atención al paciente entre
médicos, instituciones y tiempo. Es un atributo que solo puede evaluarse en la práctica real de la
Medicina. Para demostrar que un nuevo procedimiento es efectivo, se requiere tener evidencias de
que produce más bienestar que daño cuando se emplea en la práctica clínica habitual.
Los trabajos de análisis científicos descriptos brevemente más arriba en sus metodologías y
resultados permiten inferir la eficiencia, eficacia y efectividad con que ambos GIA desarrollaron
su trabajo centrados en el objetivo común a toda la Red Nacional GIA: habilitar dentro del Hospital
Público, con los recursos disponibles y en forma sostenida, un servicio para el tratamiento inte-
gral del alcoholismo, la prevención, la investigación y la docencia.
A continuación intentaré mostrar los principales constructos teóricos extraídos de las entrañas de
ambas investigaciones confrontándolo con el material bibliográfico consultado; asimismo los datos
numéricos hallados más relevantes y las correspondientes significaciones mixturando, a modo de
viñetas clínicas, palabras o dichos obtenidos del análisis de las entrevistas a pacientes incluidos
en la primera investigación; seguramente de esta manera la lectura de este trabajo será más inte-
resante por su lazo a la práctica cotidiana. Aquí va.

La adherencia terapéutica
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004) refiere que es el grado en que el comporta-
miento de una persona, tomar medicamentos, seguir un régimen alimentario y ejecutar cambios
en el estilo de vida, se corresponde con las recomendaciones acordadas por un prestador de asis-
tencia sanitaria, otorgándole al paciente el rol de agente de cambio, activo y participativo en rela-
ción a su enfermedad, haciendo hincapié en la necesidad de considerar su conformidad respecto a
las recomendaciones y la buena comunicación con el equipo tratante. Agrega: cambio en el conjunto
o repertorio de conductas del paciente, entre las que se incluyen aceptar formar parte de un plan o
programa de tratamiento, poner en práctica de manera continuada sus indicaciones, evitar compor-
tamientos de riesgo e incorporar al estilo de vida conductas saludables. Refiere asimismo que la
adherencia al tratamiento es un fenómeno multidimensional determinado por factores que agrupa
en cinco dimensiones:
Factores socioeconómicos: el estado socioeconómico, el nivel educativo, la situación laboral, la
red de apoyo familiar y social, las condiciones de vida, la accesibilidad a los centros de tratamiento
y la cultura, entre otros aspectos.
Factores relacionados con el equipo o el sistema de asistencia sanitaria: la relación médico o
equipo/paciente, la capacitación o adiestramiento recibido por los equipos de salud, la capacidad
de informar y educar durante las intervenciones a pacientes y familiares, entre otros.
Factores relacionados con la enfermedad que enfrenta el paciente: la gravedad de los síntomas,
el grado de discapacidad física, psíquica, social y vocacional, la disponibilidad de tratamientos,
entre otros.

Construyendo los Caminos del GIA 177


Factores relacionados con el tratamiento: complejidad del régimen recomendado, la duración,
los fracasos previos, los cambios frecuentes, la disponibilidad de apoyo médico o del equipo entre
otros aspectos.
Factores relacionados con el paciente: algunos de ellos son la conciencia o no de enfermedad y la
necesidad de ayuda, la motivación y recursos personales para afrontar la misma, las expectativas.
El cumplimiento de las prescripciones terapéuticas, en tanto comportamiento humano relacio-
nado con la salud y la enfermedad, ha sido objeto de constante atención; se considera una de las
líneas actuales de investigación por ser un problema priorizado y no estar aún resuelta su defini-
ción e incidencia, los factores que la afectan, los procedimientos para su evaluación y las estrate-
gias para su intervención (Macía y Méndez, 1999).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado la importancia de atender el problema
de la adherencia a los tratamientos de larga duración en el marco de la salud pública. Esta organi-
zación reconoce las deficiencias en la adherencia al tratamiento así como sus repercusiones para
la salud de la población y considera que su atención debe ser una estrategia de trabajo priorizada
por los sistemas de salud, los científicos e investigadores de las disciplinas de las ciencias de la salud
(OMS, 2004). En 2001 el Grupo de Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de esta organiza-
ción lanzó como iniciativa mundial, el “Proyecto sobre adherencia terapéutica a largo plazo”, enca-
minado a abordar este problema en varias enfermedades crónicas y se generó un informe técnico
divulgado entre 2003 y 2004 dirigido básicamente a los formuladores de políticas y directivos de
los sistemas de salud donde se hace un llamado a realizar, entre otras intervenciones, acciones
investigativas (OMS, 2004).
La falta de adherencia a los tratamientos, especialmente en las enfermedades crónicas y complejas,
es un problema con repercusiones desde el punto de vista médico-clínico, económico y psicosocial.
En el primero, pueden mencionarse los retrasos en la curación, recaídas y aparición de complica-
ciones. Desde el punto de vista económico constituye un gasto en tiempo y recursos invertidos en
los sistemas sanitarios. Por otra parte, puede generar pérdidas desde el punto de vista personal,
social y familiar. El paciente puede presentar complicaciones y secuelas que traigan consigo una
carga de sufrimiento físico y psíquico, pudiendo evitarse los mismos, así como limitaciones irre-
versibles y progresivas que afectan de modo significativo su calidad de vida (Ginarte, 2001). En la
esfera de lo vocacional y laboral del paciente puede implicar un desajuste en su vida económica y
en lo que respecta al entorno familiar puede interferir en la comunicación con las otras personas,
en los roles y responsabilidades (Martín y Grau, 2004, 2005). Lo hasta aquí referido puede también
aplicarse al caso del alcoholismo en tanto enfermedad crónica y compleja. Las dificultades que
plantea la adherencia terapéutica puede evidenciarse en los estudios consultados, algunos de ellos
referidos a ésta patología (Bravo y Gual, 2010; Gutiérrez, 2009; Laso, 2008; McQueen, Howe, Allan et
al., 2009 y Suelves, 2014) y otros enmarcados en las adicciones en general (Lefio y Villarroel, 2013;
Roncero, 2012).

La adherencia terapéutica en los GIA


Considerando lo expuesto más arriba, podemos definir cuál es el grado de adherencia terapéu-
tica y las condiciones que la rodean. En el caso del GIA del Hospital Sommer (2011 a 2014), la tabla
y gráfico siguientes muestran el grado de adherencia terapéutica hallada:

178 Libro Colectivo del GIA


Fuente: elaboración propia a partir de los datos primarios.

En proceso terapia grupal GIA

Indecisos
En Abandonaron
Altas GIA Fallecidos Totales
Dejaron tratamiento tratamiento
Que asisten de asistir

2011 3 12 6 4 2 0 27

2012 2 10 16 1 0 3 32

2013 5 12 12 0 2 1 32

2014 2 8 13 4 6 2 35

n=126
Total n=12 (10 %) n=42 (33 %) n=47 (37 %) n=9 (7 %) n=10 (8 %) n=6 (5 %)
(100 %)
Adhirieron al tratamiento: n=75 (60 %)

Población total: n=126 (100 %)

No adhirieron Adhirieron al
al tratamiento tratamiento
(n=51) 40 % (n=75) 60 %

Fuente: elaboración propia a partir de los datos primarios.

Esta información surge del análisis de la planilla donde se registran, en números/datos medi-
bles, las evoluciones de los pacientes admitidos y en proceso terapéutico en el GIA. Las evoluciones
son efectuadas en las reuniones de equipo GIA mes a mes y al finalizar el año, considerándose la
marcha del proceso terapéutico paciente por paciente. Resultado de esta acción, se ubica a cada afec-
tado directo en la sección/variable que corresponda a su cuadro evolutivo, siendo éste un proceso
dinámico resultante del trabajo conjunto de pacientes y sus vínculos afectivos en relación terapéu-
tica con el equipo GIA y el hospital (Villafañe, 2010).
Puede observarse, discriminando de los 126 (100 %) pacientes incluidos en el estudio, de acuerdo
a la evolución del tratamiento en el lapso de los años 2011 a 2014, fueron 75 (60 %) pacientes los que
presentaron continuidad terapéutica en el GIA, según el siguiente detalle:
Pacientes indecisosque continuaron asistiendo al GIA: n=12 (10 %).
Pacientes en tratamiento que continuaron asistiendo al GIA: n=47 (37 %).

Construyendo los Caminos del GIA 179


Pacientes dados de alta: n=10 (8 %).
Pacientes que fallecieron mientras asistían al GIA: n=6 (5 %).
Las descripciones de las variables “pacientes indecisos, en tratamiento, dados de alta y que falle-
cieron” pueden leerse en el Manual de Procedimiento para el registro y sistematización de datos
de actividades GIA, material organizativo interno GIA (Villafañe, 2010).
Retomaré aquí el término Alta GIA por considerarlo importante a la hora de hablar de reha-
bilitación y de cura; además, como interpelación al mito de la incurabilidad de esta enfermedad
y la mirada de cronicidad con que se planifica frecuentemente su abordaje. En base a los princi-
pales hallazgos de la investigación desarrollada respecto del GIA del Hospital de Puerto San Julián
(Villafañe, 2009), en cuanto a la efectividad respecto del sujeto en tratamiento GIA, pude elaborar
con posterioridad este constructo teórico “Criterios de Alta” que tomamos a partir de allí para medir
grado de efectividad en otras experiencias GIA, entre ellas, la del Hospital Sommer.

Alta: criterios de alta


Cuando el afectado directo incluido en tratamiento logra:
Deconstruir el rol asumido socialmente como alcohólico.
Reconstruir la identidad.
Recuperar la trama de los vínculos familiares, laborales y sociales.
Identificar aspectos sanos de su personalidad para recuperar las capacidades obturadas por la
enfermedad.
Aprender a resolver colectivamente los conflictos gracias al funcionamiento grupal.
Poder informar para desestigmatizar la enfermedad.
Elaborar un proyecto de vida saludable.
Ninguno de los criterios cita en forma directa la relación sujeto/alcohol; sin negar que el alcohol
es un problema en la vida de la persona que enferma de alcoholismo, en los GIA, una vez superada
la etapa de desintoxicación, hablamos de lo que oculta la acción de beber esa sustancia; surgen así
los verdaderos conflictos cotidianos y las distintas estrategias que se van desplegando en el seno
grupal para resolverlos.

Los criterios de alta en palabras de los protagonistas

“También, después que salí del GIA formé mi familia, formé mi pareja con los hijos y mi
familia totalmente ha cambiado... realmente mi verdadera familia.” (Entrevista N°4. J.C.T.)

“Hoy en día cambió todo, cien por ciento de lo que era antes. Mis problemas los trato de
solucionar, los hablo… ahora reflexiono, no soy tan impulsivo de andar golpeándome con
nadie ni de andar levantándole la voz a nadie, por ahí tengo conflictos como cualquier
ser humano ¿no?, pero trato de llegar a que entienda la otra persona, escucho un poco
más y hablo un poco menos también. Ya no me llevo la vida por delante. A veces pienso
que si hoy no estoy tan bien, mañana puede ser mejor.” (Entrevista N°1. C.J.C.)

180 Libro Colectivo del GIA


“...ahora soy capaz de entregar mi afecto, desinteresadamente, en fin,
soy otra persona que aquella otra.” (Entrevista N°3. M.A.P.)

“...tranquilo, honesto, con visión de futuro, respetuoso, y cariñoso.” (Entrevista N°3. M.A.P.)

“Puedo trabajar, puedo desempeñarme en diferentes áreas de trabajo, en toda clase de


trabajo, lo que yo antes no sabía hoy lo sé, económicamente estoy bien gracias a que he
podido dejar de tomar y...., proyectando día a día cosas nuevas.” (Entrevista N°4. J.C.T.)

Tomando los conceptos de eficiencia, eficacia y efectividad explicados con anterioridad, podemos
afirmar que este GIA lo es: un espacio grupal semanal, un equipo mínimo de trabajo constituido
con recursos humanos del hospital (un trabajador social, un psicólogo social, dos fisioterapeutas y
una enfermera) con dedicación exclusiva de seis horas, ese día de la semana para esa tarea especí-
fica, se consiguió una adherencia terapéutica del 60 % a lo largo de cuatro años de trabajo.
¿Y cómo es que se consiguió ese grado de adherencia terapéutica?, ¿Cuáles son los factores indi-
viduales, sociales e institucionales relacionados? (Villafañe, 2015).
Veamos.
Respecto a los factores individuales relevantes y asociados a la continuidad de permanencia en
el proceso de tratamiento se hallaron los siguientes: ser soltero 44 %, separados o divorciados 37 %,
vivir en el predio del hospital 33 %, bajo nivel educativo: el 73 % de los casos se encontraba entre
no haber ido nunca a la escuela y el nivel secundario incompleto. Esta información pueden expli-
carse contextualizándola en la historia del Hospital Sommer (hospital colonia fundado en 1941
para el tratamiento de la lepra que se ubica en pleno campo bonaerense; hasta hace no mucho
tiempo la ley exigía el encierro como forma de evitar el contagio) podría decir que la adherencia
al tratamiento está relacionada a factores como: el padecer una enfermedad crónica que significó
el alejamiento de los afectos o el haber sufrido el traslado compulsivo a la institución (Véghelyi de
Szilvássy, 2011); el estado civil “soltera/o” propio del impedimento de elegir libremente una rela-
ción y en caso de haberlo hecho, el haber sido separado de la familia por las razones antes citadas;
el nivel educativo bajo (hecho quizás marcado por la inaccesibilidad a la continuidad del sistema
educativo conociendo que en dependencias del hospital funciona desde su creación solo una escuela
primaria). Sobre todos estos factores es que justamente trabajó con intensidad el GIA: dos de los
afectados directos, internados crónicos, fueron dados de alta GIA; algo en ellos se transformó y
algo en el hospital también se transformó: la idea de que es posible vivir y trabajar de otra manera
respectivamente.
En cuanto al diagnóstico de ingreso se halló que el alcoholismo está presente en el 71 % de los
casos en contrapartida de otras adicciones (29 % de los casos). Puede inferirse que el padecer alco-
holismo es un factor favorecedor de la adherencia terapéutica.
Respecto a la situación crítica determinante del ingreso a GIA en el 44 % de los casos fue el problema
psicofísico y en el 37 % los estallidos familiares. Puede sostenerse entonces que estas vivencias de
crisis, que determinan el contacto del sufrimiento con la posibilidad de ayuda (Pellegrini, 1992,
1997, 2011; Quiroga de Pampliega, 1998 y Villafañe, 2009) en tanto ruptura de los mecanismos de
negación del alcoholismo, se relacionan con la adherencia al tratamiento.

Construyendo los Caminos del GIA 181


La crisis en palabras de los protagonistas

“Ya estaba nuevamente en la carrera alcohólica hasta que ya no pude más. Alguien me
dijo mirá, podés ir allá, una iglesia evangélica o podés hacer esto. Yo tenía vergüenza, una
terrible vergüenza de caer y que me vean, yo... Mi ropa... Nunca fui un hombre desastroso,
sucio, barbudo, a pesar de mi alcoholismo yo era un hombre... Como dije, porque era un
hombre público, pero ya no pude soportar... y llegué al GIA.” (Entrevista N°7. E.M.)

“No tenía visión de futuro, no tenía ningún proyecto, tenía la mente como quien
dice nula, ciega, cerrada y sin proyectos de nada.” (Entrevista N°4. J.C.T.)

Al respecto del acompañamiento familiar y su incidencia en la adherencia terapéutica, encuentro


coincidencia con lo referido en la bibliografía consultada (Martín y Grau, 2004):
“El apoyo social y familiar también puede contribuir a incrementar la ejecución de las pres-
cripciones al animar al paciente a mantener el régimen médico; de igual manera, el refuerzo de la
familia y otras personas significativas puede facilitarlo.
Cuando las recomendaciones incluyan cambios en los estilos de vida y el apoyo de otros, puede
ser especialmente necesario ese refuerzo de los allegados para iniciar y mantener los cambios.”
En el caso del GIA del Hospital Sommer, analizando las planillas de registros de actividades GIA
en el sector de acompañamiento familiar, se encontró que 117 familiares y 11 amigos acompañaron
en su proceso terapéutico a los 75 pacientes adherentes al tratamiento. Madres y hermanos, dentro
del grupo de la familia de origen, fueron los más comprometidos en la lucha por la recuperación de
la salud de sus familiares afectados. Asimismo fue muy importante el apoyo de hijos y cónyuges o
parejas en el grupo de familia constituida.
Hoja 2. Acompañantes: n=128 (100 %)
Fuente: elaboración propia a partir de los datos primarios.
Es de destacar el trabajo de revisión efectuado por Salinas Cruz y Nava Galán (2012) por consi-
derar que la información y apoyo brindados en los espacios terapéuticos respecto de la enfermedad
que se padece y las formas en que los vínculos afectivos pueden ayudar es vital para una buena
adherencia al tratamiento. Esos autores refieren:
“Algunas causas de incumplimiento terapéutico se deben a no aceptar el
diagnóstico, la negación de la enfermedad, la estigmatización, los efectos
secundarios, la percepción de falta de beneficio del tratamiento, los cambios en
el entorno y aspectos económicos que son de los más predominantes.”

“Por ello, se debe concientizar a los familiares y al enfermo sobre su padecimiento,


explicándoles todas sus dudas sobre la enfermedad, de que es un padecimiento de tipo
crónico, que requiere de constancia y compromiso; identificar las medidas de prevención
acerca de las complicaciones, para evitar recaídas y síntomas adversos que pueden
aumentar o reaparecer debido a la falta de información; se debe de preguntar acerca de
la comprensión de toda la información brindada, o replantearla; los resultados de las

182 Libro Colectivo del GIA


investigaciones sobre el tema refieren que si esto se lleva a cabo con eficacia, contribuye
en el binomio enfermo/familiar para tener una adecuada adherencia terapéutica”.

La familia en palabras de los protagonistas: el proceso de alcoholización

“Bueno, mi familia en ese momento no se daba cuenta de lo que me pasaba a


mí o no querían mirar hacia mí, por lo que estaba pasando yo, por el problema
que yo estaba ¿no es cierto?, estaba solo totalmente, abandonado, aislado,
mi familia acá y yo, borracho, allá, aparte.” (Entrevista N°4. J.C.T.)

El proceso de recuperación

“Despacito, cuesta pero despacito se fueron acercando, se fueron arrimando, si, muy
bien…, me pasó de que yo, puedo decir que en mi trabajo me dieron las llaves de un edificio
público, como es el jardín maternal, me dan las llaves para sacar mis herramientas para un
sábado y un domingo, que no creo que a cualquiera se la darían... Mi familia me empezó a
acompañar de a poco, fui aceptado nuevamente en las casas... Con mi familia estoy ahora
cien por ciento seguro, seguro, estoy bien en y con mi familia.” (Entrevista N°3. M.A.P.)

Por último ¿cuáles fueron los resultados encontrados respecto a los factores relacionados a la
adherencia al tratamiento considerando las acciones del equipo GIA y del hospital en general? Para
enmarcar los hallazgos, brevemente describiré la tarea cotidiana del GIA del Hospital Sommer
durante los cuatro años estudiados:

Acción 1: Las reuniones grupales


Son la principal herramienta terapéutica que propone el modelo. A ellas asisten afectados directos
por la problemática del consumo de alcohol (independientemente del tiempo que este lleve, de
las consecuencias, el grado y componentes de la alteración funcional-estructural), sus familiares,
amigos o personas allegadas, como también trabajadores del hospital que desean adquirir conoci-
miento respecto a la problemática y su modo de abordaje (ver en la tabla siguiente, sector capaci-
tación en servicio); también asisten al mismo espacio alumnos de carreras terciarias y universita-
rias afines y personas de la comunidad que desean interiorizarse a fin de colaborar. En el caso del
Hospital Sommer las reuniones grupales GIA se desarrollan una vez a la semana, los días jueves,
de 10 a 11,30 hs., en uno de los salones dependientes del Departamento de Docencia e Investigación.
Son coordinadas por dos o más de los integrantes del equipo. Concurren cada vez entre 15 y 20
personas. El acceso a las mismas es gratuito, no requiere admisión previa garantizándose así una
atención inmediata, sin necesidad de turnos ni listas de espera. Quienes concurren por primera
vez, a continuación de la reunión, son entrevistadas en consulta externa.
Como puede observarse en la siguiente tabla, en el transcurso de los cuatro años, se realizaron
195 reuniones de terapia grupal GIA, y durante las mismas 1.969 atenciones individuales. Asimismo
se desarrollaron 470 instancias de capacitación.

Construyendo los Caminos del GIA 183


TABLA: Reuniones grupales GIA
Fuente: elaboración propia a partir de los datos primarios.

Capacitación
Nacionalidad Grupo de Edades Sexo Motivo de Asistencia
en Servicio

Afectados Directos

Concurren como

Colaboradores
observadores
Internados
Reuniones

Extranjera
Asistentes

Masculino
Femenino
Argentina

Pasantes
Ambul.
36 - 45
26 - 35
16 - 25

Famil.
56 o +
46-55

Otros
0 - 15
Total

Total

Cl. Psico Otros

GIA
Med pat. Serv.

2011 49 288 283 5 5 12 51 24 48 148 42 246 62 240 10 0 58 18 65 11 0

2012 50 534 479 55 5 4 84 73 203 165 254 280 163 107 0 0 135 129 71 12 37

2013 49 680 636 44 16 45 162 64 273 120 373 307 234 26 19 0 223 178 80 5 62

2014 47 467 460 7 3 32 120 34 196 82 209 258 219 10 10 10 88 130 38 18 71

TOTAL 195 1969 1858 111 29 93 417 195 720 515 878 1091 678 383 39 10 504 455 254 46 170

Acción 2: El trabajo complementario


Distinto a las reuniones de terapia grupal GIA puede observarse en la tabla siguiente las tareas
asistenciales desarrolladas complementarias a las prestaciones grupales, como interconsultas
provenientes de y hacia los otros servicios hospitalarios, recorridas de sala que el Equipo hace en
forma reglada en busca de afectados directos internados, visitas en sala de internación y domici-
liarias a aquellos pacientes o sus familiares que por diversas razones dejan de concurrir al grupo
para conocer las causas y realizar intervenciones personalizadas invitando a la continuidad del
tratamiento.
Otra actividad es la atención en consulta externa, instancia donde se realizan las admisiones y
evoluciones en las correspondientes historias clínicas de cada persona incluida en tratamiento, en
forma semanal.
Entre las tareas realizadas dentro del hospital también es de importancia destacar la promo-
ción del espacio GIA en los distintos servicios como asimismo la sensibilización y capacitación que
realiza el Equipo en las salas de internación a enfermeros, médicos y demás profesionales que allí
se desempeñan y con los que se articula la atención de los pacientes.
Puede observarse en una de las primeras columnas de la tabla, el término “postreuniones”;
corresponde a lo que el Equipo realiza luego de cada reunión de terapia grupal GIA, por espacio de
media hora, para analizar el transcurso de la misma.
En otro espacio, Reuniones de Equipo, se analiza la marcha de la integralidad de la tarea, se
realiza la planificación interna, la evaluación de actividades desarrolladas y la planificación que
permite la articulación de acciones con los otros servicios hospitalarios y con otras instituciones.
Es función del Equipo asimismo, toda la tarea administrativa; ella es: sistematización de datos
que son elevadas en forma semanal al servicio de estadísticas del hospital, elaboración de estadís-
ticas, informes a juzgados, informes semestrales y anuales de funcionamiento del servicio a direc-
ción hospitalaria, elaboración de material de difusión GIA, prevención, y espacio también desti-
nado a la sistematización de la formación continua y la investigación.

184 Libro Colectivo del GIA


El Equipo lleva adelante, además, actividades desarrolladas fuera del ámbito físico hospitalario
con la participación de pacientes que recuperan su salud en el GIA, sus familiares, allegados y cola-
boradores en espacios radiales, televisivos y medios gráficos como en organizaciones barriales e
instituciones educativas de la zona con el fin de realizar acciones de promoción de la salud, preven-
ción y sensibilización respecto de la problemática del alcoholismo. Asimismo participan en acti-
vidades de capacitación y actualización técnica organizadas por la Red GIA en distintos puntos de
la provincia y el país.

TABLA: Trabajo complementario desarrollado por el equipo GIA

Actividades Intrahospitalarias Actividades Extrahospitalarias

Radio, TV, diarios


Administrativas
Inter-Consultas
Post-reuniones

Capacitaciones
comunitarias
domiciliarias

Consultorios
capacitación

con Red GIA


preventivas

preventivas
Actividades

Actividades

Actividades

Actividades

Actividades
en escuelas

equipo GIA
Recorridas
Reuniones

atendidos
de Equipo

Pacientes

externos
o en sala
de sala

Visitas

2011 49 41 57 68 282 197 84 123 14 17 2 12 13

2012 50 22 51 98 183 132 263 52 42 24 3 11 12

2013 49 49 69 98 144 86 494 50 28 24 1 27 20

2014 47 50 27 68 87 52 281 51 10 33 4 26 33

TOTAL 195 162 204 332 696 467 1122 276 94 98 10 76 78

Con la descripción precedente pretendo lograr en el lector una fugaz imagen del intenso movi-
miento que requiere del Equipo, de la Institución y de la comunidad cada paciente que ingresa al
GIA en tanto problema colectivo y emergente de una red a fin de construir, entre todos, la posibi-
lidad de la salud; movimiento que tiene relación con la adherencia al tratamiento de los pacientes;
movimiento que refiere también al compromiso de los trabajadores que asumen la responsabilidad
de esta tarea como a la de la institución hospitalaria en su conjunto que en la acción de habilitar este
servicio a la comunidad deja de negar el alcoholismo en tanto enfermedad que necesita ser tratada.
Es importante citar lo referido por la OMS en relación a los Equipos de Salud como a los Sistemas
Sanitarios en relación a la adherencia terapéutica en las enfermedades crónicas y complejas (OMS,
2004: Cap. IV y V). Respecto a los Equipos de Salud dicen los autores:

“Las variables relacionadas con el modo en que los prestadores de asistencia


sanitaria interactúan y se comunican con sus pacientes son determinantes
clave de la adherencia y los resultados de salud de los pacientes” (…)

“Los estudios de correlaciones han revelado relaciones positivas entre la adherencia


de los pacientes a su tratamiento y los estilos de comunicación del prestador
caracterizados por: proporcionar información, la ‘conversación positiva’ e
interrogar a los pacientes con preguntas específicas sobre la adherencia” (…)

Construyendo los Caminos del GIA 185


“La continuidad de la atención (seguimiento) es un factor correlativo positivo de la
adherencia. Los pacientes que se consideran socios en el proceso de tratamiento y se
ocupan activamente del proceso de atención tienen mejor comportamiento de adherencia
y resultados de salud. La calidez y la empatía del médico surgen una y otra vez como los
factores centrales. Los pacientes de los prestadores que comparten la información, crean
asociaciones y prestan apoyo emocional presentan mejores resultados que los de los
prestadores que no interactúan de esta manera. Los pacientes que están satisfechos con
su prestador y régimen médico, se adhieren más diligentemente a las recomendaciones de
tratamiento. Los resultados como estos pueden guiar a los prestadores para crear una relación
de tratamiento que refleja una asociación con sus pacientes y apoya la exposición de las
opciones terapéuticas, la negociación del régimen y la exposición clara de la adherencia.”

“Los prestadores de asistencia sanitaria a menudo tratan de suministrar


información a los pacientes y motivarlos, y reconocen la importancia
de las aptitudes comportamentales para mejorar la salud.”

“Para comprender las mejoras en la adherencia es esencial contar con interacciones


más estructuradas, meditadas y complejas entre el prestador y el paciente.”

Y en relación a los sistemas sanitarios:


“El sistema de prestación de asistencia sanitaria tiene gran potencial para influir en el
comportamiento de adherencia de los pacientes. Las políticas y los procedimientos del
propio sistema de salud controlan el acceso a, y la calidad de la atención. Las variables
del sistema son: la disponibilidad y accesibilidad de los servicios, el apoyo a la educación
de los pacientes, la recopilación de datos y la gestión de la información, la provisión de
retroalimentación a los pacientes y los prestadores de asistencia sanitaria, los soportes
de la comunidad a disposición de los pacientes y el adiestramiento proporcionado a los
prestadores del servicio de salud. Los sistemas dirigen el plan de trabajo de los prestadores,
estipulan la duración de los nombramientos, asignan los recursos, fijan las tarifas de los
honorarios y establecen las prioridades de organización. El funcionamiento del sistema
de salud influye sobre el comportamiento de los pacientes en muchos aspectos.”

En el caso del GIA del Hospital Sommer, producto del análisis sobre los 75 adherentes al trata-
miento, se constató que el 100 % de los pacientes recibieron en forma sostenida intervenciones de
acompañamiento.
Con estos elementos podría concluirse que el servicio integral que brindó el GIA a los pacientes
dentro y fuera del ámbito físico del hospital serían los posibles factores relacionados a la adhe-
rencia terapéutica.
La eficiencia, eficacia y efectividad está marcada por el movimiento que ambos GIA generaron
en el ámbito hospitalario para hacerlo receptivo y resolutivo respecto a esta problemática. De igual
forma respecto de las actividades que el equipo desarrolló junto a pacientes y familiares en el seno
comunitario; cuando la comunidad visibiliza el movimiento transformador se suma, se solidariza
y repara actitudes otrora discriminatorias; modo de círculo virtuoso que vuelve en refuerzos espe-
ranzadores hacia pacientes, familiares y hacia quienes trabajamos en el sostén de estos espacios
honrando así la Salud Pública Argentina.

186 Libro Colectivo del GIA


La eficiencia, eficacia y efectividad GIA en palabras de sus protagonistas:

“Que si yo hubiese pensado como decía antes de que no me iban a curar hablando,
ahora mi opinión es completamente distinta porque es lo mejor que pude haber
encontrado, para mi salud, para todo. Porque ahí aprendí a hablar, aprendí a ser más
solidario, a comprender a las otras personas, saber de que soy humano y no como
yo decía, un duro que no lloraba por nada, por el solo hecho de que por ser hombre a
mí no me conmovía nada, y realmente ahora sé que no soy así, porque detrás de ese
hombre duro soy un blando (se ríe). Realmente me siento muy bien y para mí el GIA es
realmente una de las grandes cosas que encontré en la vida.” (Entrevista N°2. O.L.O.)

“Hoy estoy bien, estoy feliz, tengo salud, cuando uno tiene salud tiene todo, por más
que anda por ahí uno jodido del hígado porque come mal. Mi familia está bien, mis
amigos están bien, los conocidos también. Sé que soy respetado, ya me olvidé que
se cagaban de risa. No importa, alguien tenía que dar el primer paso como decimos
siempre, yo tengo que cambiar para que cambie el otro. Yo cambié y cambiaron un
montón de personas, cambiaron la actitud hacia mí también.” (Entrevista N°1. C.J.C.)

“Si, trabajar, progresar en el trabajo. Estando sano uno puede elegir qué
hacer, dónde ir y que nadie decida por uno.” (Entrevista N°2. O.L.O.)

“Nunca me olvido del GIA. Siempre digo que el GIA es el que me dio la liberación del
alcohol. Fue el GIA el que a mí me ayudó a seguir adelante. Siempre recuerdo cuando
fuimos a Buenos Aires, a la Facultad de Medicina, cuando dijimos pudimos hacerlo, lo
logramos, llorábamos todos, eso vale la pena, como yo que tengo la suerte de decir que
estuve allí, en ese lugar tan importante donde se preparan gentes tan importantes, nos
aplaudieron a los GIA, nos dieron tanta cosa, tanto amor que yo me sentí muy bien. Todo
lo que el GIA hizo por mí hoy tiene en mí sus frutos, soy feliz.” (Entrevista N°7. E.M.)

Entrevistador: José ¿qué sentís al mirar esta foto?


José: “Cuando estaba en el mástil se me vino a la memoria las palabras del Dr. Pellegrini en home-
naje al Dr. Ramón Carrillo y desde allí me puse a investigar quién era el Dr. Carrillo, pero sería
muy extenso hablar de ese médico argentino, pero volviendo a tu pregunta, levantar el cartel de
salud en mi pueblo me hacía sentir orgulloso como si estuviera levantando la bandera argentina
en el servicio militar. Afirmar la salud es ver alegría alrededor de uno, de nuestros seres queridos
y amigos, ver niños corriendo, ver el sol, sentir alegría por respirar, ver todo lo bueno y bello que
hay dentro de la salud. Un individuo como yo que estuvo muy enfermo, que alrededor de uno
también había enfermedad, se siente feliz de poder hoy trabajar en la salud, ser solidario con los
demás, que lo único que piden a veces es ser escuchados y atendidos por uno, creo que hay muchas
cosas más...” (C.J.C.)

Construyendo los Caminos del GIA 187


Pto. San Julián, Santa Cruz, Día Mundial de la Salud, 7 de abril de 2004.

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Construyendo los Caminos del GIA 189


Grupos Institucionales de alcoholismo,
poliadicción y dependencia con drogas

Carlos Luis Miguel Cornaglia


Dr. Med. Cir., Médico Cirujano, Lic. en Psicología
carloslmcornaglia@gmail.com
Toay, La Pampa.

A Jorge Luis Pellegrini


Con profundo agradecimiento por sus enseñanzas, aportes y toda la labor compartida desde
marzo de 1984.
A Octavio Leyes, Domingo Tomadini y Ricardo Antoín por sus presencias y trabajo desde los
inicios. A Javier Alonso, Graciela Taquella, Francisco Marín, por la organización de toda la tarea GIA
en Córdoba. A Héctor Chiche Cabral, Leandro Chirino (creador de los GIA Juveniles en La Pampa),
José García, Rosa Chiaraviglio, Gladys Krüger, Elsa Escobedo, José Vilouta, Estella Obregón, Olga
Palacio y todos quienes en La Pampa construyeron los GIA; y a todos los compañeros del Sistema y
la Red GIA, con profundo agradecimiento por la compañía, respaldo y sostén en la tarea conjunta.
A Graciela del Valle Fiore por su constante compañía, aportes, sugerencias, correcciones y todo
el trabajo clínico y teórico conjunto. A Rubén García por colaborar en la prolongación de la tarea
GIA en el PIAF.
En memoria de Fidel Moccio, Marta Helen Giorgis, Eleazar Bustos, José Evertz, José Cárcamo,
Alfredo Leiva, Luis Ricardo Cortéz, y de todas/os quienes con su co-operación y empatía, en los
grupos, siguen integrando nuestro mundo interno…
A mis hijos: Valentina y Ezequiel por todo su respeto, paciencia y empatía con mi tarea.
Epígrafe:

Conquista I / La peste y la gloria

Al comprobarlo, el caballero supo que disponía de un arma silenciosa letal


–un virus-, más terrible que las balas del Remington. No vaciló en usarla y así
informó a sus jefes: ‘Los indios vienen con mucha viruela, los pocos a quienes no
les ha dado antes, la tienen ahora y les sigue a todos: es una verdadera epidemia
entre ellos. Voy a mandarle una remesa de esa gente al cacique Purrán.’

Precursor olvidado de la guerra biológica, Napoleón Uriburu va en ancas del Gualicho.


Edgar Morisoli (2010: 33). Pliegos del Amanecer. Santa Rosa. Pitanguá.

190 Libro Colectivo del GIA


Conquista II / Los ladrones del cielo

El alcoholismo, la viruela y la tuberculosis –¡benditas sean!– habían diezmado


a la población indígena y africana de la provincia capital, depurando
sus elementos étnicos, europeizándolos, españolizándolos.

Carlos Octavio Bunge. Nuestra América, 1903.

Los dueños del Poder y sus epígonos,


sin pudor celebran los efectos
se las enfermedades, el estrago del alcohol.
¿Pensarían que así perfeccionaban
“La Limpieza”, el exterminio?...
Pero se equivocaron.
Y aquí están los paisanos,
de pie frente al despojo,
Todavía.

Edgar Morisoli (2010: 69). Pliegos del Amanecer. Santa Rosa. Pitanguá.

Grupos Institucionales de Alcoholismo, poliadicción y dependencia con drogas

Resumen
Objetivo: postular el modelo del GIA como un componente fundamental de la teoría, investigación
y praxis referida a la explicación y tratamiento de la poliadicción, del policonsumo de “sustancias”
y de la dependencia con drogas. Material: síntesis de la producción práxica, epistémica, metódica y
sociotécnica de los GIA de 1984 al 2017. Método: análisis ontológico científico, semántico, metodoló-
gico, epistemológico, praxiológico y sociotecnológico de las producciones de los GIA. Comparación
de los componentes del Sistema GIA, y de constructos de él derivados, con otros modelos referidos
a la dependencia de drogas. Comparación de la eficacia de los diferentes modelos. Resultados: es
posible conjeturar, sostener, fundamentar y demostrar la pertinencia y relevancia del modelo GIA
como componente fundamental de todo modelo teórico-metódico-práxico referido a la poliadic-
ción, al policonsumo de “sustancias” y a la dependencia con drogas, en Argentina, en Occidente y
posiblemente en el resto del mundo. Conclusiones: el análisis y comparación de diferentes modelos
nacionales y extranjeros, referidos a la poliadicción, al policonsumo de “sustancias”, y a la depen-
dencia de drogas, permite conjeturar que el modelo GIA podría resultar más eficaz y eficiente que
los restantes modelos teóricos y de prevención (primaria, secundaria y terciaria) disponibles en
Argentina y el extranjero. Además, el modelo GIA podría constituir el fundamento de una Política
de Estado para afrontar la polidependencia con drogas.

1. Introducción y planteo de problemas


En la actualidad coexisten, en Argentina, América del Sur, Centroamérica y del Norte, en Europa,
Oceanía y en el Occidente cultural, como también quizás en Asia y África, diferentes formas de
tratamiento de la dependencia de drogas y de otras formas de alteraciones de la salud humana

Construyendo los Caminos del GIA 191


relacionadas con la asimilación humana de alcoholes (Cf. por ejemplo West & Brown, 2013; West,
Gosop, 1994; Milanese et al., 2001; National Institute for Clinical Excellence, 2007, 2010a, 2010b,
2011a, 2011b ; Künzel et al., 2017 – IFT ; UE; SEDRONAR, 2016; Cornaglia, 2015b). Estos modelos tera-
péuticos (Cornaglia, 2015) se relacionan, a su vez: a) con diferentes constructos (conceptos, teorías,
proposiciones (Cf. West & Brown, 2013) explícitamente enunciados; o, b) con pre-conceptos (en el
sentido psicológico genético de este término); c) con diferentes métodos y técnicas; 4) con diversas
estrategias, tácticas y logísticas (praxis); d) con diferentes políticas estatales y gubernamentales.
La mayoría de todos estos modelos (terapéuticos, también de prevención primaria y terciaria; epis-
témicos; metódicos; práxicos; políticos) se crearon en países de Europa y de América del Norte y
se basan, algunos de ellos, en teorías psicológicas y/o neurobiológicas generales; siendo aplicados
dogmáticamente, en el resto de los continentes. Otro tanto ocurre con las estrategias y políticas
específicas de diferentes naciones, e incluso de la OMS (2014) y de la ONU (2017).
Los paradigmas más conocidos, de esa tendencia estadounidense-europeocéntrica (Morisoli, 2013),
en la terapéutica de la “dependencia de drogas” y de “ trastornos debidos al consumo de sustancias
psicoactivas” (CIE-10; DSM IV; OMS, 1992; CIE-11; WHO, 2017), son: a) “Alcohólicos Anónimos” (AA),
creado en EE.UU. (y sus equivalentes, como “Narcóticos Anónimos”, etc.); b) la “comunidad tera-
péutica” (Jones, 1970; Grimson, 1999, 2007) y sus derivados (por ejemplo: “granjas terapéuticas”);
c) el modelo de tratamiento usual de diversos signos de esos trastornos, tratados como síntomas,
síndromes y/o enfermedades autónomas (con omisión de diagnóstico y terapéutica específicos) en
hospitales, sanatorios, clínicas, centros de salud (públicos y privados). Estas tres modalidades y
tendencias generales de tratamiento, de la “dependencia de drogas” y de otros “trastornos” rela-
cionados y sus modelos derivados, directa o indirectamente, son las más difundidas en el mundo
occidental.
Si bien el modelo de AA no explicita constructos teóricos singulares, implica, necesariamente, un
trasfondo de conocimiento específico, como puede captarse en la investigación comparativa refe-
rida a AA y GIA realizada por Dragotto (1993). Por ejemplo, la implicancia conceptual del porqué del
anonimato (aunque no se haya postulado un modelo teórico al respecto) en relación con el hecho
de que alguien sea etiquetado (Scheff, 1973) como alcohólico; o recíprocamente, por qué alguien
“alcohólico” debe permanecer en el anonimato; o por qué alguien diagnosticado como alcohólico
será alcohólico toda la vida, aunque considerado como “alcohólico en recuperación”; todo lo cual
implica, por lo menos, una teoría de la identidad (Pellegrini et al., 1992; Bustos, 2008) contraria a la
distinción de identidad de rol e identidad del yo (Cf. Mead, 1968; Kraus, 1984); así como del cambio
y del no cambio (Cf. Watzlawick et al.,1976); de la estereotipia (Pichon Rivière, 1984); de la compul-
sión a la repetición y de la elaboración (Freud 1914).
Por otro lado, el concepto de comunidad terapéutica (Jones, 1970; Grimson, 1999, 2007), inicial-
mente desarrollado en el entorno de instituciones psiquiátricas inglesas y europeas, se ha aplicado
en nuestro país de una forma cada vez más laxa y desvirtuada de su concepción originaria. Es decir,
como la designación de alguna actividad desarrollada en alguna “granja” o espacio pseudo-terapéu-
tico -de instituciones públicas y generalmente privadas- en el cual se juntan “adictos” (a veces con
la presencia de “ex-adictos”, en el rol de “operadores” y/o cuasiterapeutas), durante algunos meses,

192 Libro Colectivo del GIA


con el fin de reducir costos y justificar internaciones supuestamente eficaces. En esos espacios se
promueve, de hecho, la asimilación de cigarrillos de tabaco, benzodiacepinas y la aplicación de
polifarmacia durante todo el período de estadía y a posteriori. A su vez, ese encuadre promueve los
“permitidos” tragos de bebidas alcohólicas (tras el alta), omitiéndose simultáneamente todo análisis
y referencia a otras bebidas con contenidos xantínicos (es decir, con cafeína, mateína, teína, cola,
entre otras), a las designadas como “energizantes” y a las bebidas con cola y coca.
En esos contextos, la “adicción” se define pre-conceptualmente y pragmáticamente en referencia
al “consumo” de “drogas ilegales”, quedando omitido, excluido, renegado y repudiado (Laplanche
et al., 1974), rechazado (Saurí, 1989), el diagnóstico y tratamiento de todos los problemas de salud
relacionados con la asimilación de toda clase de productos alcohólicos y de otras drogas legales; así
como toda referencia a las múltiples dependencias correlacionadas. Más allá de estos modelos (presu-
miblemente terapéuticos), que suponen preconceptos, como también diversas creencias y concep-
ciones político-ideológicas, aunque no explicitadas, existen modelos de estrategias y políticas expli-
citados en leyes nacionales, extranjeras o internacionales. Entre ellos podemos mencionar la Ley
argentina Nº 26.934, referida a un Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos;
el Plan Nacional de Reducción de la Demanda de Drogas 2016-2020 (SEDRONAR, 2016); o supuestas
estrategias como la de la Unión Europea (European Union, 2013): European Union Drugs Strategy
2013-2020; o el plan alemán Plan Nacional de Lucha contra la Droga. Medidas de lucha contra la
droga, medidas de asistencia para drogadictos potenciales y para toxicómanos (Ministro Federal de
Sanidad, 1992; y la Fiscalización de drogas, prevención del delito y lucha contra el terrorismo inter-
nacional (ONU, 2017); y la National Drug Control Policy (White House, 2017).
El documento de la ONU (2017) expresa con absoluta precisión todos los componentes de este para-
digma ideológico (desde sus componentes políticos, hasta sus referencias conceptuales y práxicas).
Con el título de “Fiscalización de drogas”, el texto enuncia:
“El problema mundial de las drogas sigue siendo una preocupación apremiante. Según
el Informe Mundial sobre las Drogas 2010, 29,5 millones de personas padecen trastornos
provocados por el consumo de drogas y los mercados de drogas se caracterizan por la
rápida evolución de la naturaleza de las sustancias. Los consumidores de drogas suelen
verse atrapados en un ciclo de marginación, que entorpece su recuperación e integración
social. Las Naciones Unidas siguen apoyando las políticas sobre drogas basadas en los
derechos humanos y el desarrollo de la capacidad de los sistemas de salud pública, justicia
penal, administración penitenciaria y de la sociedad civil con el fin de aumentar el acceso
de los consumidores de drogas y los reclusos a los servicios, incluidos los relacionados con
el VIH. En la esfera del desarrollo alternativo como vía para reemplazar los cultivos de
drogas, las Naciones Unidas apoyan a las comunidades rurales creando oportunidades de
generación de ingresos legítimos mediante cultivos comerciales con mercados sostenibles.
En el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre el problema
mundial de las drogas, celebrado en 2016, los Estados Miembros reafirmaron un enfoque
amplio que coloca a las preocupaciones relativas a la salud pública, el desarrollo y los
derechos humanos al mismo nivel que las relacionadas con la aplicación de la ley. Las
naciones reafirmaron la importancia fundamental de los tres tratados de fiscalización

Construyendo los Caminos del GIA 193


internacional de drogas y otros instrumentos pertinentes. En el documento final (resolución
S-30/1) se enuncian más de 100 recomendaciones operacionales que los países están
llevando a la práctica bajo la dirección de la Comisión de Estupefacientes” (ONU, 2017).

Queda claro que este modelo de la ONU se refiere a conceptos y hechos relacionados, parcialmente,
con el “consumo” de algunas “drogas ilegales”, aunque en ningún segmento de este texto se enuncie
la comprensión y extensión del término “drogas”. En efecto, la única cuantificación enunciada en
el texto “29,5 millones de personas” y su supuesta referencia fáctica a quienes “padecen trastornos
provocados por el consumo de drogas”, pone en evidencia toda su concepción ideológica, su urdimbre
creencial (Saurí, 1969), su concepción del mundo (Freud, 1932-1933; Jaspers, 1967) y política. Cualquier
evaluación epidemiológica medianamente científica mostrará que esa cuantificación resulta abso-
lutamente errónea y carente de toda referencia fáctica, si se incluyen, solamente, las “clases” diag-
nósticas de la CIE-10 referidas a “F.10-F.19 Trastornos Mentales y del Comportamiento debidos al
Consumo de Sustancias Psicotropas”, referidas a “(F.10) Alcohol”; (“Intoxicación”, “Consumo perju-
dicial”, “Síndrome de dependencia”, “Síndrome de abstinencia”, “Trastorno psicótico”, “Síndrome
amnésico”, “Trastornos psicótico residual y de comienzo tardío inducido por alcohol u otras sustan-
cias psicótropas”, “Otros trastornos mentales o del comportamiento”).
Es decir, si se cuantifica la magnitud de todos esos “trastornos mentales y del comportamiento
debidos” al “alcohol” la prevalencia (de punto, de período o de vida) que se obtendrá, referida a
la población mundial de 15 y más años de edad, excederá totalmente la mencionada por la ONU.
También, se constatará como totalmente ajena a las realidades nacionales, continentales y globales,
si se incluye la prevalencia de todas esas “clases” de “trastornos” relacionadas con las restantes
“sustancias psicótropas” legales, mencionadas en la CIE-10 “(F.13) sedantes o hipnóticos; (F.15) otros
estimulantes (incluyendo la cafeína); (F.17) tabaco; (F.18) disolventes volátiles; (F.19) otras sustan-
cias psicotropas”.
En otro lugar (Cornaglia, 2015) hemos planteado la falta absoluta de consistencia y validez lógica
de todas esas supuestas clasificaciones de la OMS (tanto de la CIE-10, como también de la CIE-11), así
como de todos los métodos y técnicas epidemiológicas por medio de las cuales se ha intentado dar
cuenta de los hechos referidos a los “trastornos debidos” a “drogas”. Así por ejemplo, en América
Latina, Magri et al. (2008), han demostrado la presencia de alcoholes y cafeína, en meconio; con lo
cual queda claro, que en tanto y cuanto no se incluyan todas las formas ontogenéticas humanas,
desde los embriones y fetos hasta ancianas y ancianos, y todas las “clases” químicas de “drogas
Legales” (y no las pseudo-clases, o agregados, de la CIE-10, CIE11 y DSM IV o V), cualquier estudio
epidemiológico resultara erróneo.
Contrariamente a todo este paradigma (dominante globalmente) los Grupos Institucionales de
Alcoholismo vienen demostrando (desde el comienzo de la tarea grupal e institucional, iniciada
por Pellegrini en febrero de 1984, en el hospital de la ciudad de General Roca, Río Negro, Argentina;
hasta el año 2018), la falsedad de las clases de juicios fácticos como los de la ONU, la OMS. Y la AAP
(Asociación Americana de Psiquiatría, EE.UU); de las agencias de regiones continentales (por ejemplo:
UE); de las mayorías de las naciones (como es el caso de SEDRONAR en Argentina y la Casa Blanca);
así como la de los enunciados incluidos en el discurso del Presidente Macri (2015) ante la Asamblea

194 Libro Colectivo del GIA


Legislativa en el Congreso de la Nación, tras asumir su mandato presidencial, al mencionar “(…)
hay jóvenes que matan y mueren sin saber por qué, actuando bajo los efectos del paco y de la droga.
La droga arruina la vida de familias enteras…”. Desde nuestra perspectiva tanto la Ley 26.934 (de
Argentina), como la Estrategia de drogas de la Unión Europea, así como el plan alemán de 1990,
la ONU, la OMS, la Casa Blanca y SEDRONAR se refieren, centran y focalizan su concepción única-
mente en la cosa “droga” (o sustancia, o sustituto) y no, en primer lugar, en todos los actores sociales,
sus diversas relaciones, determinaciones y mediaciones; todos ellos componentes del problema,
además de las “drogas”.

1.1. Los consumos problemáticos


La Ley 26.934 (Argentina) entiende por “(…) consumos problemáticos aquellos consumos que –
mediando o sin mediar sustancia alguna– afectan negativamente, en forma crónica, la salud física
o psíquica del sujeto, y/o las relaciones sociales. Los consumos problemáticos pueden manifestarse
como adicciones o abusos al alcohol, tabaco, drogas psicotrópicas –legales o ilegales– o producidos
por ciertas conductas compulsivas de los sujetos hacia el juego, las nuevas tecnologías, la alimenta-
ción, las compras o cualquier otro consumo que sea diagnosticado compulsivo por un profesional
de la salud (Art.2º)”. Queda claro que este concepto se refiere: a) al “consumo”, no a la producción y a
la oferta; b) a la cosa consumida (“mediando o sin mediar sustancia alguna”), designada aquí como
“sustancia” (o sus sustitutos: “juego, las nuevas tecnologías, la alimentación, las compras o cualquier
otro consumo…”). Además, este agregado, designado como “consumos problemáticos”, no cumple
las condiciones básicas de una clasificación, puesto que no se enuncia, ni se diferencia, su clase
complementaria, es decir, el ‘consumo no problemático’. Toda clasificación implica que: “Tampoco
existen clases aisladas, es decir que toda clase específica A caracterizada por la propiedad a, se
opone a su complementaria A’ (caracterizada por no-a) bajo el género más próximo B, tal que A + A’
= B” (Piaget, Inhelder, 1967: pp.167-168). Esto implica, necesariamente, una cuestión política-ideoló-
gica fundamental, ya que no analiza el problema mismo del consumo; menos aún la producción y
los modos de producción, promoción, distribución, publicidad y venta de las mercancías “drogas” y
sus diversas marcas. Además, todo consumo forma parte de un sistema que lo incluye, cuyos compo-
nentes ensamblados se determinan recíprocamente, pero con una capacidad de mayor determina-
ción por las leyes que lo rigen. Las bebidas alcohólicas no son algo que los seres humanos consumen
como el agua o una cosa vegetal o animal; son productos derivados de modos de producción creados
históricamente, en función de determinaciones económico-políticas (Cf. Pellegrini 2008).

1.2. La estrategia sobre drogas de la Unión Europea


La estrategia sobre drogas de la Unión Europea, implica, ya en su misma designación, la foca-
lización en las “drogas” (“Drugs Strategy”). La meta de esta estrategia es contribuir a la reduc-
ción de la demanda de droga y de la sustitución de la droga dentro de la EU (The Strategy aims to
contribute to a reduction in drug demand and drug supply within the EU…). Una meta similar, es la
propuesta por el gobierno de EE.UU., para la política nacional de control de la droga (The Office of
National Drug Control Policy): trabajar para reducir el uso de “drogas” y sus consecuencias, diri-
giendo y coordinando el desarrollo, la implementación y la evaluación de la política de drogas de

Construyendo los Caminos del GIA 195


EE.UU. (“…works to reduce drug use and its consequences by leading and coordinating the develop-
ment, implementation, and assessment of U.S. drug policy”) (White House, 2017). Desde el inicio de
la tarea, del primer grupo institucional de alcoholismo (Pellegrini, 1984, 1989), en febrero de 1984,
en General Roca (Río Negro, Argentina), cuando esa actividad grupal e institucional no había sido
designada aún como Grupo Institucional de Alcoholismo, hasta la actualidad, Pellegrini y todos los
aportes subsiguientes a su labor, han planteado una praxis, conocimientos y metas muy diferentes
a las propuestas en relación con los constructos, modelos, estrategias y políticas antes mencionadas.

1.3. Planteo de problemas


En lo que sigue intentaremos sostener y demostrar que la praxis, los constructos, las teorías, los
conceptos, los métodos, las técnicas, y las estrategias, que componen el GIA, el Sistema y la Red GIA:
son, no sólo relevantes y pertinentes para trabajar en alcoholismo, sino también que esa relevancia y
pertinencia puede extenderse y aplicarse a todos los problemas relacionados con la producción, distri-
bución, venta, comunicación, imposición, inducción y consumo de las diferentes clases de cosas y actos
humanos designados generalmente como “drogas” y como “poliadicción”.
En relación con todas estas cuestiones, nos formulamos las siguientes preguntas y problemas:
¿Cómo es interpretada, desde la praxis, la teoría, el método y las técnicas GIA, la postulación del
consumo de drogas, como objeto de los modelos de tratamiento y políticas respectivas? ¿Cómo
interpreta GIA la concepción que sostiene que la “droga” debe ser la meta de toda política referida
a los consumos de esa clase de cosas? ¿Es posible transferir todos o algunos componentes del GIA
a la formulación de políticas y modelos de prevención (en los tres niveles: primaria, secundaria y
terciaria) de los problemas determinados por la producción y asimilación de múltiples productos
designados como “drogas” (“poliadicción”)? ¿Si es posible esa transferencia, cómo puede aplicársela
a otras clases de actos humanos, referidas a otras clases de “drogas”, que incluyan componentes
diferentes de las bebidas alcohólicas, de la alcoholización y del alcoholismo?
Aquí no es posible referir en detalle toda la construcción práxica, teórica, metódica y técnica
de los GIA, de la Red y del Sistema GIA, para ello es necesario la consulta pormenorizada de todas
las publicaciones específicas y relacionadas (Pellegrini, 1984, 1987, 1989; Pellegrini et al. 1992;
Pellegrini, 1988, Pellegrini y Di Giácomo,1989-1990; Pellegrini, 1989; Pellegrini, 1992; Pellegrini, 1993,
1995a, 1995b; Pellegrini, 1997a, b; Pellegrini, 1990, 1995a, 1995b, 1995c, 1997, 2001, 2011; Novarino,
1992; Sans, 1992; Scarano, 1992; Cornaglia1984a, b, c; 1985, 1993a, b, c, d, e, f; 1994a, b, 1995a, b, c;
Cornaglia, Modini, 1995; Cornaglia, 1996a, b, c, 1997, 1998a y b, 1999a, b, c; Cornaglia, Fiore, Vera,
2002; Cornaglia, 2010b, 2011a, b, 2012a, b, 2014, 2015a, b, c, 2016; Dragotto, 1993; Layseca, Valerio,
Peña, Cabo, González, Practico, 1995; Layseca, 1996a y b; Quinteros, 1996; Stefanowsky, 1996; Giorgis,
2012; Giorgis, Páez, 1996; Quiroga, 1995; Grupo Institucional de Alcoholismo. Hospital TJ Schestakow,
1996; Bustos, 2001; Bustos, 2008; Ciancibella, Aliprandi, 1996; Figueroa, Orellano, Portela, Reyes,
1996; Villa, Starnatori, 1996; Villafañe, 1996, 2009; Municipalidad de Avellaneda. Consejo Municipal
de la Mujer, 1995; Bavaresco, Bustos, Ruiz Luquez, Trovarelli, 2001; Bavaresco, 2001; Ruiz Luquez,
2001, 2013; Trovarelli, 2001; entre otras), así como el conocimiento in vivo de la tarea desarrollada
en cada GIA, el Sistema, la Red GIA y durante las Jornadas regionales y nacionales.

196 Libro Colectivo del GIA


2. La praxis GIA, su teoría, los datos epidemiológicos y la realidad
La primera formulación del modelo de tratamiento grupal del alcoholismo (Pellegrini, 1984),
iniciado el 15 de febrero de 1984, en el Hospital Zonal de la ciudad de General Roca, en la provincia
de Río Negro, implicaba una concepción práxica y teórica tan precisa y objetiva que sus postulados
han permitido juicios fácticos adecuados a la realidad, así como predicciones y retrodicciones epide-
miológicas, desde entonces hasta la actualidad, referidas tanto a la población de General Roca, de la
provincia de Río Negro, de la Región Patagónica, Argentina, de América Latina, América anglo-fran-
coparlante; como así también globalmente.
Un ejemplo de la capacidad predictiva, del modelo que Pellegrini comenzaba a desarrollar en
1984 puede captarse, si se tiene en cuenta que las observaciones epidemiológicas, juicios fácticos,
conjeturas e hipótesis, inferibles a partir de este modelo, posibilitaban realizar predicciones, refe-
ridas, no sólo a la posible ocurrencia de ciertos hechos, a corto plazo, sino también a mediano y
largo plazo. Así, dicho modelo ha logrado predecir la posibilidad y ocurrencia de hechos como los
acontecidos en el caso Soria/Freydoz y retrodecir con su determinación socio-política-demográfica
y psíquica-neuroquímica-funcional:
“Hace 28 años Señor Juez (a comienzo del año 1984) el Dr. Jorge Pellegrini asumía como Jefe
del Servicio de Salud Mental del hospital de la localidad de General Roca, provincia de Río
Negro. Con precisión y sin contar con los medios pertinentes, mediante el buen sentido,
su formación profesional, científica y social, podía decir: “En nuestro medio la patología
del hospital es el alcoholismo, como fuera del hospital es también la patología dominante
en la sociedad” (Jorge Pellegrini, General Roca, 4 de abril de 1984)” (Cornaglia, 2012a).

En un texto ulterior decía, junto al Dr. Luis Di Giácomo, bajo el título de “Algunos Términos del
problema en la provincia de Río Negro”: “El alcoholismo es el principal problema de salud de la
población” (Pellegrini, Di Giácomo, 1987). Toda su producción ulterior lo constituye en el experto
nacional quien más ha investigado la problemática individual, psicosocial, social, económica y polí-
tica (junto a otros aspectos terapéuticos sanitarios: Cf. todas sus publicaciones) relacionada con la
alcoholización histórica de la población de nuestro país. Una y otra vez ha subrayado la ausencia
de diagnóstico en todos los ámbitos y niveles de integración humana, en todo lo que atañe a los
problemas relacionados con el consumo de bebidas alcohólicas” (Cornaglia, 2012a).
Desde aquella formulación de Pellegrini, hasta el año 2018, tanto Pellegrini, como Scarano,
Novarino, Sanz, Pereyra, Giorgis, Villafañe, Bustos, Ruiz Luquez, Layseca, Cornaglia, entre otras/
os han desarrollado diversos aportes a las cuestiones epidemiológicas referidas al alcoholismo y a
otras formas de dependencia de drogas.
En 1984, siguiendo nuestra forma de planificar (Bertucelli, Cornaglia, 1983), junto a la postula-
ción epidemiológica de Pellegrini (antes mencionada) y los escasos datos disponibles, planteábamos
que, en la provincia de Río Negro (Cf. Cornaglia, 1984):
“(…) el alcoholismo era el problema de Salud Mental prioritario, a elaborar en el Programa
de Salud Mental de la Provincia.” (…) “De acuerdo a los datos directamente recogidos a
partir de las internaciones de los hospitales de Gral. Roca, Allen, Cipolletti y Villa Regina;

Construyendo los Caminos del GIA 197


surge que el ALCOHOLISMO constituye un problema prioritario. En el servicio de Allen un
30,6 % de los internados, al momento de la observación, lo están por patología alcohólica.
Cinco de los seis pacientes atendidos por el psiquiatra del hospital de Regina, lo son por
problemas relacionados al alcoholismo. Datos de años anteriores (“El alcoholismo en la
nor-patagonia: factores antropológicos y culturales”. Marcelo Monetta, 1979) hacen pensar
que tal problemática, vista al menos desde la perspectiva de la internación, es central. El
Sr. Jefe del Servicio de Salud Mental del hospital de Gral. Roca dice: “En nuestro medio la
patología del hospital es el alcoholismo, como fuera del hospital es también la patología
dominante de la sociedad.” (Jorge Pellegrini, Gral. Roca, 04.04.84). Todo esto implica que los
problemas que provocan el alcoholismo, las consecuencias que éste a su vez desencadena,
constituyen el objeto principal de nuestras actividades en Salud Mental. Un segundo
grupo, al menos dentro del contexto hospitalario, que requiere una atención prioritaria
por su prevalencia y por las consecuencias que provoca, lo constituyen los trastornos
denominados “ESQUIZOFRENIA”. Un tercer grupo de problemas prioritarios según surge
de los datos, lo constituye la EPILEPSIA.” (Cornaglia, 1984b; Cornaglia, 2016: 220).

Diez años después, en base al trabajo terapéutico, preventivo y epidemiológico que veníamos
realizando en GIA, nos fue posible plantear que: “Habitualmente existe una escisión y una no
correspondencia entre la voluminosa producción en investigación y las realizaciones de organiza-
ciones gubernamentales y de otras instituciones. Analizamos diferentes tipos de investigaciones
referidas a la adicción al etanol en Latinoamérica y EE.UU., caracterizadas por métodos explorato-
rios y técnicas de cuestionario y entrevistas a individuos, todas de aparente excelencia metódica.
Tras esta apariencia surgen notables limitaciones (…) Como referencia básica para la investigación
de la adicción al etanol (a signos y mensajes relacionados) proponemos el dispositivo grupal de los
Grupos Institucionales de Alcoholismo (G. I. A). Estos grupos, surgidos hace 10 años en Argentina
y distribuidos hoy, en 11 provincias argentinas son concebidos como comunicantes claves para la
investigación. (Cornaglia, 1995: 1; publicado en Cornaglia, 1996a).
En esa investigación podíamos demostrar que el GIA y el sistema GIA, como comunicantes claves
para la investigación, podían exponer resultados epidemiológicos más pertinentes y válidos para la
acción, que todos los estudios epidemiológicos, que habíamos evaluado (publicaciones de Argentina,
EE.UU., Chile, Costa Rica y de diferentes países europeos –referidos por OMS). A diferencia de todas
las líneas de investigación epidemiológica y de planificación, programación y acción, relacionadas
con el alcoholismo, tanto en 1996 como en la actualidad (2017), consideramos que: “(…) el Grupo
Institucional de Alcoholismo, aparece como mediador operativo cualificado para el estudio de las
vinculaciones humanas con la droga etanol y los mensajes ligados a ella. Constituye así, un repre-
sentante “micro” de ese conjunto de interacciones de grupos, instituciones, actos comunicativos,
códigos, etc.” (Cornaglia, 1996: 20).
Además, los GIA, durante toda su historia han elaborado y trascendido esa escisión tan frecuente
entre formulación teórica, investigación epidemiológica, planificación, programación y realización
de actividades, actos, acciones y tareas preventivas en los tres niveles. En efecto, aún en la actua-
lidad la mayoría de los estudios epidemiológicos se disocian de las acciones terapéuticas, mientras
que en los GIA, ambas tareas son sincrónicas:

198 Libro Colectivo del GIA


“Desde el punto de vista epidemiológico resulta muy operativo, rápido, económico, eficaz,
excelente y relevante socialmente, conocer la prevalencia de uso, abuso y dependencia
por medio del Grupo Institucional de Alcoholismo considerado como “comunicante
clave”. Si bien tomamos como referencia conceptual el concepto de “informante clave”
(Ferrero, 1994) entendemos que en los GIA se verifica solamente un proceso informativo,
sino fundamentalmente comunicacional y semiótico.” (Cornaglia, 1996: p 21) (…). Ahora
bien, a partir de los grupos que se fueron y siguen formando en diferentes localidades
del país, se va configurando una red grupal que permite captar realidades locales,
provinciales, regionales y nacionales en cualquier momento que se desee” (Op. Cit. p. 22).

En aquella publicación de 1996 postulábamos las “Características centrales de la investigación


según la modalidad GIA” y describíamos la sucesión de sus componentes de la siguiente forma:
“Primero: conformación de un grupo comunicante y operativo clave: el Grupo Institucional
de Alcoholismo. Una vez formado el grupo, éste se da a la tarea de prevenir en los tres niveles
de prevención (primaria, secundaria y terciaria) comenzando siempre por Prevención
secundaria. Tercero: sobre la base de la atención grupal, de los individuos, atención de la
institución de salud a la que pertenece el grupo; al mismo tiempo, aprendizaje y enseñanza
de contenidos biológicos, psicológicos, sociológicos, culturales, económicos, políticos,
legales implicados en los problemas abordados. Investigación de todos estos aspectos
comenzando por la indagación cotidiana que se realiza dentro del grupo, de problemas
personales, grupales, institucionales, comunitarios, socioculturales, en vinculación con
las bebidas alcohólicas, con los mensajes inductores y con la destrucción, reconstrucción y
construcción de la identidad enferma y sana. Desde el punto de vista técnico esta indagación
se realiza a partir del registro de la actividad diaria de cada grupo, que es luego analizada
en reuniones extragrupales por el equipo coordinador y que es luego vuelta a analizar
en el intercambio entre diferentes grupos. Desde el punto de vista teórico, la actividad de
indagación grupal coincide con la acción de prevención en los tres niveles y en el proceso de
enseñanza–aprendizaje. Consideramos que el proceso de cura, rehabilitación, recuperación,
reconstrucción coincide con la posibilidad de aprendizaje y la ruptura de estereotipos de
orden biológico, psicológico, social y cultural. (…) Desde febrero de 1984 a diciembre de 1994
hemos recorrido un difícil camino. Dada la inexistencia, en nuestro país, de una política
a nivel nacional, que promueva y sostenga investigación de excelencia y relevancia de los
problemas relacionados con la droga etanol, hemos tenido que ir construyendo nuestras
propias referencias y apoyos. Entre ellos, hemos contado y contamos con apoyos de los
propios grupos, de diversas instituciones de salud y de algunos gobiernos municipales
y provinciales. Si bien nuestro dispositivo ha demandado y demanda un gran esfuerzo
en su construcción, nos parece que el tiempo requerido aporta un medio heurístico, que
por lo menos, para las circunstancias argentinas de investigación y acción se muestra
con notable pertinencia operativa (Pichon Rivière, 1984)” (Cornaglia, 1996a: pp.24-25).

Siguiendo esa secuencia de acción-investigación comenzamos a organizar un GIA en la Cátedra


de Clínica Psiquiátrica de la Universidad Nacional de Córdoba que, entre sus tareas, realizó una
indagación en los aproximadamente 1334 estudiantes quienes cursaban la asignatura en 1995,
de los cuales, 213 respondieron a la encuesta “Exposición a sustancias, de uso legal, con potencial

Construyendo los Caminos del GIA 199


adictivo, en la familia nuclear y grupo de convivencia de estudiantes de la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba, que cursan la materia Clínica Psiquiátrica durante
el ciclo lectivo 1995” (Cornaglia, Modini, 1995d). El estudio demostró que:
“(…) habiendo antecedentes de consumo de alcohol por parte de al menos uno de
los integrantes del grupo familiar nuclear del encuestado, es más frecuente que se
observe el consumo de alcohol en el encuestado o en alguno de los integrantes de su
grupo de convivencia actual, en un porcentaje de 61,76 %, en relación a un porcentaje
de 38,23 % en el que no se verifica el consumo” (Fleming, Ábalos, 1995: 2)

Este estudio verificaba estadísticamente las relaciones existentes entre individuo, familia proceso
de alcoholización y alcoholismo. También en este sentido podíamos constatar porqué resultaba tan
relevante incluir a la familia en la tarea grupal terapéutica, de rehabilitación y preventiva; como
lo veníamos realizando en los GIA. Esa inclusión marcaba otras de las tantas diferencias con AA y
con otras modalidades de tratamiento, que incluían e incluyen solamente a los “alcohólicos” anoni-
mizados y no a sus familiares en una misma actividad grupal. Una vez más la actividad de los GIA
mostraba su capacidad anticipatoria y predictiva referida a los hechos microsociales (socializa-
ción primaria en la familia) y su relación con los procesos de alcoholización. Al respecto mencio-
nábamos que:
“En los Grupos Institucionales de Alcoholismo podemos observar la lenta, pero permanente
inclusión de los grupos familiares. No nos podemos extender aquí sobre las características
de los GIA (ver al respecto Pellegrini et al., 1992; Dragotto, 1993).” (Cornaglia, 1996a: 21)

Promediada la década de 1990 no poseíamos la cantidad y calidad de producciones de los GIA,


disponibles desde entonces hasta el año 2018, ni tampoco los conocimientos pertinentes de cada
disciplina científica; ni los datos de las diversas corrientes de investigación y modelos terapéuticos,
referidos a lo que suele designarse como “poliadicción” y/o “policonsumo de sustancias”, pero toda
la labor de cada uno de los GIA, el sistema y la red GIA nos permitía ir transfiriendo su praxis y
conocimientos (teórico-metódicos) a la captación, interpretación y acción de esa clase de problemas
de salud humanos.
Aunque en las “Propuestas programáticas para las Tareas en Salud Mental de la Zona Sanitaria I.
provincia de Río Negro (Argentina)”, presentadas el 30 de mayo de 1984 en Allen, proponíamos: la
“Psicoprofilaxis de la utilización de drogas (actuando sobre médicos, farmacéuticos y educadores,
especialmente)” (Cornaglia, 1984c: 31), no nos fue posible avanzar en esa dirección, dadas las limi-
taciones de nuestros conocimientos, la magnitud y cualidad prioritaria del problema del alcoho-
lismo; así como las condiciones del contexto socio-político.
Tampoco pudimos desarrollarnos, más profundamente, en esa dirección, cuando, en Setiembre
de 1984, una colega Psicóloga del Servicio de Salud Mental del hospital de Allen, Liliana Ingold,
captaba un componente fundamental del problema de la prescripción de psicofármacos y escribía
lo siguiente: “El día 21 de Setiembre de 1984 los internados en el Servicio de Salud Mental son invi-
tados por primera vez, a salir a una excursión a la isla Jordán. Sus coordinadores olvidaron de llevar
los “medicamentos”. La excursión fue todo algarabía, disfrute y gozo.” (Ingold, 1984). Tuvieron

200 Libro Colectivo del GIA


que transcurrir varios años para que pudiéramos llegar a indagar las consecuencias individuales,
grupales, institucionales, comunitarias, socio-económico-políticas de la asimilación de fármacos
y psicofármacos en nuestra praxis, como emergente epidemiológico y social.
En síntesis: 1) La capacidad sincrónica operativa y diacrónica predictiva del modelo GIA supera
la de otras propuestas políticas y supuestamente terapéuticas (tanto nacionales como extranjeras).
2) La mayor parte de esas propuestas, como las de la UE (2013-2020), la de Sedronar (2016), la de AA,
Narcóticos Anónimos, etc., se basan en pre-conceptos y pseudoteorías que no se corresponden con los
datos de la historia, la antropología, la sociología, la ciencia política, la economía política, la psico-
logía, la sociopsicología, la psicología social, la semiótica, la socio-psicobiología, la psico-bio-neu-
roquímica, la bioquímica, la biofísica, y la epidemiología, entre otras ciencias relevantes para
la investigación y la operación referida a estas clases de hechos humanos (en los tres niveles de
prevención de la salud-enfermedad). 3) El desarrollo histórico de los GIA, del Sistema y la Red GIA
por el contrario, demuestran que su operatividad terapéutica (prevención secundaria) y preven-
tiva primaria y terciaria se basa en un permanente trabajo interdisciplinario (que incluye todos
los aportes científicos antes mencionados y sus respectivas relaciones), interprofesional e interper-
sonal, intragrupal e institucional y comunitario, cuyos resultados permiten transformaciones de los
estados de enfermedad-salud y predicciones epidemiológicas no alcanzadas por otros modelos. 5)
Las referencias fácticas de los modelos pre-conceptuales y pragmáticos, usuales, son siempre: a) la
“sustancia” (designada como “alcohol”, “droga”) y/o, b) individuos (“alcohólicos anónimos”, “adictos”).
A continuación intentaremos mostrar y demostrar que la capacidad operativa (preventiva en los
tres niveles) y predictiva del modelo GIA puede aplicarse también a otras “adicciones”, al “policon-
sumo de sustancias” y a la “poliadicción”. Con ese fin describiremos sucintamente las fases de un
complejo proceso práxico-epistémico, que contiene no sólo emergentes incluibles en una secuencia
diacrónica, sino también una dialéctica y dialógica de diversas proacciones y retroacciones, cuya
explicitación no siempre es representable en una línea de tiempo unidireccional.

3. De los GIA a la praxis e indagación de los problemas de salud


relacionados con la asimilación de productos tabáquicos (1985)
Sincrónicamente con el trabajo en GIA, en 1985, durante el transcurso del primer año de desarrollo
de la Residencia Interdisciplinaria de Salud Mental en Córdoba, escribimos un trabajo (Cornaglia,
1985c), referido a los comportamientos de los residentes cuando fumaban cigarrillos de tabaco
en el aula del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, Córdoba. Ese trabajo, titulado “¿El aula de
la residencia es un cenicero?” (en alusión a todas las colillas arrojadas en el piso del aula), si bien
permitió un señalamiento y la elaboración grupal –entre todos los residentes, los instructores y
jefes de residentes de ese emergente grupal/institucional/social (con la inclusión de las trabajadoras
que debían higienizar el aula)- no nos permitió avanzar en la profundización de la captación de
la relevancia epidemiológica de esos hechos (el fumar cigarrillos de tabaco, en un grupo de profe-
sionales, en instituciones de salud) y en la necesidad de continuar trabajándolo grupalmente, en
la institución.

Construyendo los Caminos del GIA 201


En efecto, no podíamos captar ni sus singularidades, ni sus relaciones emergentes con el alco-
holismo. Tampoco podíamos focalizar nuestra indagación y acción, durante esa década, en lo que
hoy denominamos la “asimilación” de benzodiacepinas, otros “psicofármacos” y fármacos. En lo
que sigue esbozaremos la secuencia histórica de ese desarrollo y sus relaciones con el modelo GIA.
Fue necesario que transcurriera una década para que pudiéramos dedicarnos a indagar todo lo
referido a la industria tabacalera y sus consecuencias en la vida humana, y hasta que pudiéramos
organizar una labor grupal destinada a la atención de fumadores. Volveremos específicamente a
esta cuestión una vez que hayamos captado la secuencia de actividades que nos condujeron a tratar
en detalle el consumo de benzodiacepinas (“tranquilizantes” en el léxico médico y popular) en la
población argentina, a partir de todo lo que veníamos elaborando en los GIA.

4. De los GIA a la indagación y enseñanza universitaria referida a los problemas


de salud relacionados con el alcoholismo y otras clases de drogas (1988-1989)
Hacia 1988 un grupo de estudiantes de la Escuela de Psicología de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) propuso al autor, dirigir una
Cátedra Libre de Psicopatología (clase de Cátedra incluido en los estatutos de la Universidad
Nacional de Córdoba). Con ese concepto y siendo consciente de la tarea desarrollada por Pellegrini
y Di Giácomo (desde el GIA del hospital de General Roca, los estudiantes de la cátedra libre podían
optar por la pasantía en el grupo, ofrecida en el servicio de salud mental). Pellegrini describía esta
posibilidad así:
“En 1988 nuestro servicio ha comenzado a funcionar como cátedra universitaria. Es
parte de la Cátedra Libre de Psicopatología de la Escuela de Psicología de la Facultad
de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba. Su Profesor titular es el Dr. Carlos
Cornaglia. Los estudiantes que así lo desean pasan por nuestro Servicio para hacer
una experiencia docente. Son alumnos de tercer año de la carrera. Hicimos primero
una entrevista que nos permitiera conocer sus expectativas y las ideas que orientan su
formación académica. Debemos aclarar previamente que trabajamos en conjunto con el
titular de la Cátedra y compartimos plenamente su marco teórico y sus ideas sobre la salud
mental y el tipo de enseñanza que debería impartirse en nuestras universidades. (…) De
las entrevistas con los estudiantes nos quedaron dos grandes ideas: que la enseñanza que
en general recibían en la Universidad no les permitía comprender la realidad sanitaria
de los hospitales y que transitan un camino por el que difícilmente podrían enfrentar los
problemas cotidianos de salud de nuestro pueblo” (Pellegrini, Di Giácomo, 1989: 57).

De ahí en más el modelo GIA estuvo presente en todas las actividades universitarias
de grado, posgrado, investigación y “extensión” que fuimos organizando. En
aquella Cátedra Libre de Psicopatología también se incluyó la tarea en alcoholismo
realizada por Willie Arrúe (médico generalista del Hospital Ramón Carrillo de la
localidad de San Martín de los Andes, El Neuquén; Cf. Kalinsky, Arrúe, 1996).

En 1989, al comenzar nuestra actividad a cargo de la titularidad de la Cátedra de Clínica Psiquiátrica


de la UNC, incluimos por primera vez, en un programa de Cátedra, de la Facultad de Ciencias Médicas,
la enseñanza del modelo GIA y de todos los contenidos referidos al alcoholismo, comenzando incluso

202 Libro Colectivo del GIA


con la teratogenia alcohólica y el síndrome fetal de alcoholismo (Molina et al., 1995,1999), temas
nunca tratados en esa Facultad. Pero hasta entonces, no habíamos logrado plantearnos la relación
entre estos problemas, las benzodiacepinas y los productos tabáquicos.
En 1989 habíamos iniciado, también, nuestra actividad a cargo de la Cátedra y la asignatura
Psicología Sanitaria (Cornaglia, 1989a) en la Escuela de Psicología (Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina) proponiendo que los estudiantes realizaran investigaciones, con temas a su elección,
referidas a sus localidades y regiones de origen (a la UNC concurrían y concurren estudiantes
de muy diversas provincias y regiones argentinas). Una de las estudiantes, Ogas (1993), propuso
realizar un listado, con referencia temática y registro de la distribución geográfica, de todas las
investigaciones realizadas por los estudiantes, comenzando por el período 1989-1991, incluyendo
luego lo producido hasta 1993 (Ogas, 2017) El total de investigaciones producidas (en grupos de
hasta cuatro estudiantes), en el período 1989-1993 (junio) fue de 354, realizadas en 15 provincias
argentinas. Entre los estudios referidos a temas relacionados con alguna clase de “droga”: siete
fueron referidos al “alcohol” y “alcoholismo”; uno referido una institución cordobesa de atención
del “alcoholismo” y la “drogadicción”; uno referido a la cocaína; cuatro referidos a la “droga”, la
“drogadicción”, al “uso indebido de droga”; uno referido a los “tranquilizantes” y su publicidad. (Cf.
Ogas, 1993, 2018). Las investigaciones del estudiantado nos aportaban una percepción y represen-
tación de referentes fácticos relacionados con el “alcohol” y el “alcoholismo”, ubicándolos como la
clase de investigaciones más frecuentes (entre todas las investigaciones referidas a alguna clases
de “drogas”). Además, introducían específicamente la cuestión de las “drogas” y “drogadicción” en
general, así como un estudio específico referido a la “cocaína”. Solamente un trabajo se refería a
los “tranquilizantes” y ninguno a los productos tabáquicos. Todo ello iba contribuyendo a ampliar
y completar los conceptos y teoría que veníamos construyendo en el Sistema y la Red GIA, cuyo
desarrollo práxico, estratégico, táctico, logístico, metódico y técnico nos permitía interpretar todos
esos nuevos hallazgos y datos desde un trasfondo de conocimiento cada vez más sólido, relevante
y pertinente a los hechos emergentes en diferentes ámbitos.

5. De los GIA a la praxis e indagación referida a la asimilación de


productos benzodiacepínicos y otros psicofármacos (1990)
Aun cuando en los “Primeros lineamientos programáticos para las tareas de la Salud Mental de
la Zona Sanitaria I. Provincia de Río Negro” (Cornaglia, 1984c) habíamos mencionado la necesidad
de trabajar en la psicoprofiláxis de la utilización de drogas (actuando sobre médicos, farmacéuticos
y educadores) no habíamos logrado analizar, focalizar y trabajar específicamente este problema;
recién hacia 1990 logramos focalizarnos en el problema de las benzodiacepinas.

5.1. El supuesto bajo poder adictivo de las benzodiacepinas


Recién a partir de 1990, por la convergencia de: a) la observación de signos de presunta intoxi-
cación y abstinencia determinados por la asimilación de un producto benzodiacepínico, en una
mujer de 70 años (madre de una colega psicóloga) quien había concurrido a nuestra consulta; y,
b) la lectura de dos investigaciones de Eva Condemarín pudimos hacernos conscientes que: “En los
últimos años se han puesto en duda las afirmaciones tradicionales sobre el bajo poder adictivo de
las benzodiacepinas.” (Condemarín, Poser, 1990: 1).

Construyendo los Caminos del GIA 203


A partir de ese hallazgo comenzamos a indagar clínicamente todos los hechos y signos presun-
tivos de alguna consecuencia (somática, psíquica-subjetiva y comportamental-) benzodiacepínica
y profundizar progresivamente la bibliografía disponible. También por entonces, recibimos una
solicitud de Pellegrini para realizar una pericia en un ámbito institucional, cuya realización contri-
buyó a captar relaciones entre ciertos hechos, previamente no registradas ni entendidas.

5.2. Las prescripciones de benzodiacepinas y psicofármacos a internados


en el Servicio de Salud Mental del Hospital Santa Teresita (1990)
Pellegrini había asumido como director de Salud Mental de la provincia del Chubut y a poco de
iniciar esa labor intervino el Servicio de Salud Mental del Hospital Santa Teresita (Rawson, Chubut),
a partir del pormenorizado estudio que realizó (1990) de la forma y contenido de los tratamientos
efectuados a los seres humanos, allí internados. En relación a esos hechos y a su tarea, Pellegrini
solicitó a nuestra cátedra, de Clínica Psiquiátrica (Universidad Nacional de Córdoba), la realiza-
ción de una pericia de las historias clínicas de 32 pacientes internados en el mencionado servicio
(Cornaglia, 1991).
Mediante el análisis detallado de aquella casuística pudimos demostrar que del total de inter-
nados (N 32: F 13, M 19):

“El 59,1 % de los internados reciben entre 5 y 10 fármacos. El 24,9 % de los


internados reciben tres o cuatro fármacos. La terapéutica no muestra relación
lógica con el diagnóstico. Las historias clínicas no son actualizadas. Las
indicaciones tienden a repetirse indefinidamente” (Cornaglia, 1991).

Respecto a las benzodiacepinas:

“28 de los 32 internados, un 87,50 %, reciben fármacos relacionadas con dependencia física y
psíquica. Las benzodiacepinas constituyen el grupo más prescripto y con mayor variedad de
marcas y tipos. El 59,3 % recibe benzodiacepinas (algunos hasta tres subclases)” (Cornaglia,
1991). Además las marcas y fármacos benzodiacepínicos “(…) relacionados con dependencia
somática-neuroquímica (“física”) y psíquica” eran: “Grupo 1 (Benzodiacepinas): Valium
10 (diazepam), Rohypnol (flunitrazepan), Trapax (lorazepan), Dormicum (midazolam),
Tranxilium Digest (clorazepato dipotásico), Creosedin (bromazepan), Insomnium (triazolam),
Xanax (alprazolam). Grupo 2 (Antiparkinsonianos): Artane (trihexifenidilo), Akineton
(Biperideno). Grupo 3 (Anticonvulsivantes): Luminal (Fenobarbital)” (Cornaglia, 1991, 2010b).

5.3. Consumo de fármacos, psicofármacos y benzodiacepinas en la


obra social de la Universidad Nacional de Córdoba (1990-1991)
En la tarea de intentar comprender, cada vez con mayor detalle, las consecuencias patogénicas
de la prescripción indiscriminada de psicofármacos, en especial, de benzodiacepinas, pudimos
conocer un estudio, realizado por Aguirre (1993) quien demostraba que, durante los ocho meses
estudiados, los 40.000 afiliados a DASPU (Obra Social de la UNC) habían consumido, con mayor
frecuencia, dos clases de drogas:

204 Libro Colectivo del GIA


Aminopenicilina y Bromazepan (benzodiacepina producida por la industria suiza Roche). Entre los
18 fármacos más recetados y asimilados por la población de DASPU, estaban incluidas cinco benzo-
diacepinas (tres de ellas producidas por Roche: Bromazepam, Flunitrazepam, Diazepam; Lorazepam
por Pfizer, y Alprazolam por Gador), tres de ellas entre los diez primeros (indicadas en cursiva).
Desde entonces, hasta 2018, hemos indagado este componente fármaco-epidemiológico (Neutel
et al., 2002; Cornaglia, 2015a), generalmente excluido de la mayor parte de los estudios epidemio-
lógicos usuales, como así también de la mayor parte de los planes y programas de prevención (en
los tres niveles).
Partiendo de los hallazgos clínicos, en las consultas individuales y familiares que recibíamos
(cada vez más frecuentemente), así como a partir de la observación de que, los seres humanos diag-
nosticados como “alcohólicos”, recibían la frecuente prescripción de Diazepam (en especial Valium-
Roche, u otras benzodiacepinas), nos dimos a la tarea de profundizar clínica-experimentalmente
y bibliográficamente (Cornaglia, 2014ª: pp. 71-142) la relación que podría existir entre la depen-
dencia relacionada con las bebidas “alcohólicas” y con las benzodiacepinas (BZDs). Entre esas inda-
gaciones tuvimos la oportunidad de realizar un estudio en las farmacias de los hospitales gene-
rales de la provincia de La Pampa.

5.4. La existencia de psicofármacos y benzodiacepinas en


hospitales generales de la provincia de La Pampa (1993)
Simultáneamente con la continuidad en la tarea de construcción del Sistema y la Red GIA (con
Pellegrini y el conjunto de miembros de los GIA), en diferentes regiones de Argentina, con base
por entonces –de mí parte– en la provincia de La Pampa (Cornaglia, 1993b), propusimos realizar,
dirigir y coordinar (desde la Dirección de Salud Mental de la Subsecretaria de Salud de la provincia
pampeana) un estudio de la “Existencia de Psicofármacos en Hospitales Generales”. Seis referen-
cias (profesionales, docentes y de investigación), que no habíamos podido coordinar conceptual-
mente, con anterioridad, motivaron esa indagación:
1) Los resultados obtenidos en la investigación comparada de dos instituciones psiquiátricas
argentinas: Hospital Dr. Emilio Vidal Abal, durante el período comprendido entre 1982-1984 (Oliva,
Córdoba, Argentina) y del Servicio de Salud Mental del Hospital de Área Programática de Allen,
en 1984-1985 (Río Negro, Argentina). Los datos obtenidos demostraban que la labor del hospital
de Oliva (en los tratamientos y la cantidad de altas), era más eficaz cuando no se aplicaban psico-
fármacos (como los neurolépticos y las benzodiacepinas) que cuando se los prescribía (desde su
fundación en 1914 hasta la década de 1950 aproximadamente). 2) Los resultados de la pericia reali-
zada en el Servicio de Salud Mental del Hospital Santa Teresita de Rawson (Cf. ut supra). 3) Los
hallazgos clínicos en el transcurso de las consultas individuales, de pareja y familia (ver síntesis,
más adelante), desde el primer caso arriba referido y los estudios de publicaciones específicas, a
partir de entonces. 4) La observación, realizada en especial en La Pampa, de la prescripción de
benzodiacepinas (más frecuentemente Valium) en seres humanos diagnosticados como alcohólicos.
5) La recepción de consultas por parte de familiares (en La Pampa) referidas a intentos de suicidio,
empleando benzodiacepinas. 6) La comparación retrospectiva y retroactiva, de todo lo anterior, con

Construyendo los Caminos del GIA 205


la experiencia profesional en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Heidelberg (Alemania),
entre octubre de 1980 y abril de 1982, donde había podido constatar, grosso modo, que la prescrip-
ción de benzodiacepinas (al menos en la sala donde trabajaba) era la excepción antes que la regla,
comparada con lo observado, a posteriori, en Argentina. También contribuyó a dicha comparación
uno de los primeros casos que pudimos observar en aquella sala: se trataba de un caso, con posi-
bles derivaciones penales, en el cual un varón, de alrededor de 50 años, quien había cometido un
delito, trataba de justificar sus actos mencionando haber sufrido una amnesia total de sus acciones,
tras el consumo de Valium (Diazepam, Hoffmann-La Roche, Suiza).
En la provincia de La Pampa realizamos un estudio en 14 hospitales (sólo tres de ellos con servi-
cios de Psiquiatría) mediante la: a) observación directa en las farmacias de cada hospital; b) inven-
tario cuali-cuantitativo; c) entrevista dirigida a los responsables de cada farmacia; y d) compara-
ción, de la disponibilidad de cada farmacia hospitalaria, con los registros de envío de la farmacia
y depósito central del Gobierno provincial. Los resultados así obtenidos demostraron que:
“a) Sumando todas las marcas de productos farmacéuticos clasificados como psicofármacos,
se disponía de 53 marcas comerciales; b) 53 marcas correspondían a 36 monodrogas, de
las cuales; c) 10 correspondían a “ansiolíticos” benzodiacepínicos; d) 7 a “neurolépticos”;
e) 6 a “antidepresivos”; f) 7 a “anticonvulsivantes” (no benzodiacepínicos); g) 2
“antiparkinsonianos” (biperideno; h) 4 a diversas combinaciones de diferentes monodrogas;
i) no existía ningún protocolo referido a la prescripción de psicofármacos. j) La mayor
parte de los pacientes, quienes eran provistos de benzodiacepinas, por la farmacia de
cada servicio, las asimilaban ininterrumpidamente durante años. k) En algunos casos
las farmacias disponían de mayor cantidad de unidades de benzodiacepinas, que las
enviadas por la farmacia central. Esta diferencia surgía del siguiente hecho: los familiares,
de quienes fallecían, donaban los “ansiolíticos” e “hipnóticos” (todos benzodiacepínicos)
que habían sido prescriptos, en vida, a los después fallecidos” (Cornaglia, 1993b).

Los resultados de este estudio coincidían con los hallazgos en el hospital Santa Teresita (Cf. ut
supra) puesto que la mayoría de los psicofármacos existentes en los hospitales pampeanos estu-
diados, se relacionaban con dependencia física y psíquica (benzodiacepinas, barbitúricos –anticon-
vulsivantes-; biperideno, trihexifenidilo -antiparkinsonianos-).
A partir de esos hallazgos comenzamos a trabajar grupalmente, en cada hospital y desde la
Dirección de Salud Mental (con todas las áreas de la Subsecretaria de Salud), para promover un
mayor conocimiento acerca de los fármacos más frecuentemente existentes y prescriptos (las
benzodiacepinas, en su mayoría producidos por la firma Roche: diazepam, bromazepam, fluni-
trazepam, midazolam) y una mínima protocolización que advirtiera de los riesgos y consecuen-
cias de su indicación. También intentamos sustituir esas prescripciones mediante la tarea grupal
en alcoholismo con el modelo GIA (hasta ahí, en la Provincia, se había desarrollado una actividad
grupal denominada ASRA, organizada a partir del servicio del Hospital Molas).
También propusimos a la Subsecretaria de Salud, ir reduciendo la compra de esa clase de fármacos,
destinando las fuentes de financiación, de los mismos, a la actividad de los GIA y de otras medidas
para intentar transformar el estado de cosas constatado. Fue así como logramos crear varios GIA,

206 Libro Colectivo del GIA


en diferentes hospitales provinciales, uno de los primeros GIA juveniles nacionales (en la ciudad de
Realicó, al norte de la provincia), actividades formativas para cada Servicio de Salud Mental (en los
tres hospitales de mayor complejidad de la Provincia), actividades de creatividad (en el Servicio de
Salud Mental de la ciudad de Gral. Acha, en la región centro-sur provincial) organizando además
la VII Jornada Nacional GIA, en la que conformamos la Mesa Nacional de GIA. La renuncia de la
Ministro de Bienestar Social y del Subsecretario de Salud no permitió la continuidad del programa.
Pero esta experiencia motivó la prosecución de esa clase de acción-investigación, desde la Cátedra
de Clínica Psiquiátrica de la Universidad Nacional de Córdoba, a partir de 1994, incluyendo estruc-
turalmente la tarea GIA en cada componente de la labor universitaria: investigación, enseñan-
za-aprendizaje y extensión.

5.5. La a-dicción epidemiológica. Análisis de los datos referidos


a enfermedades relacionadas con el alcohol y psicofármacos en
la epidemiología psiquiátrica oficial de Argentina (1994)
En un estudio crítico analítico epidemiológico (Cornaglia, 1994) señalábamos que a pesar de
lo que veníamos observando y registrando, en nuestra labor en los GIA y en los estudios antes
mencionados, referidos a la prevalencia e incidencia de todos los componentes del alcoholismo y
de la asimilación de BZDs, era posible constatar la ausencia de datos epidemiológicos nacionales,
que dieran cuenta de la cantidad y cualidad de los hechos captados y datos obtenidos, en diez años
de praxis en los GIA. En efecto, el análisis del Programa de Epidemiología Psiquiátrica (PEPSI) del
CONICET (Pagés Larraya, 1981; Casullo, 1985), realizado en hospitales psiquiátricos y servicios de
psiquiatría de hospitales generales (N 166) y en localidades (N 32) de Argentina se hacía evidente:
“1) La “a-dicción” (un no decir) epidemiológica referida al consumo de drogas legales, especial-
mente el alcohol, la nicotina y los psicofármacos, puesta de manifiesto en el estudio poblacional
del CONICET.” (Cornaglia, 1994: 64); y que: 2) “Las categorías diagnósticas que ocupan el tercer
(Retraso mental) y cuarto lugar (303.9 Síndrome de dependencia del alcohol: 5.04 %) en la preva-
lencia institucional no son registradas en la prevalencia poblacional.” (Op. Cit., p. 40). 3) “Dentro de
estas dos categorías una de ellas corresponde al síndrome de dependencia del alcohol.” (Op. Cit., p.
40). 4) “Todas las categorías que incluyen algún tipo de drogas no son consideradas en el estudio
poblacional”, mientras que su prevalencia sí era incluida en el estudio institucional (Dependencia
de las drogas 0.15; Abuso de drogas, sin dependencia 0.7; Psicosis alcohólicas 1.21; Psicosis debidas
a drogas 0.20).” (Op. Cit., 41).
Así se mostraba la inconsistencia e incoherencia de toda la investigación. En efecto, si el estudio
institucional indicaba la prevalencia, en esas categorías, se debía lógicamente, suponer que: I) o bien
la prevalencia institucional indicaba que los sujetos incluidos en esas muestras habían contraído esas
condiciones de enfermedad en las instituciones; o bien, II) los resultados de esas medidas respon-
dían a errores en la medición y las prevalencias institucionales tendrían que haber sido nulas,
dado que si, en la población el resultado era nulo, en las instituciones tendría que haber ocurrido
otro tanto; o bien, iii) todos los resultados de ambos estudios se debían a sendos errores. El análisis
pormenorizado de esas investigaciones del CONICET, demostró que la nula prevalencia poblacional

Construyendo los Caminos del GIA 207


referidas a la “Dependencia del alcohol” y “Psicosis alcohólicas” y las demás categorías diagnósticas
relacionadas con drogas (de acuerdo a la CIE-9 empleada para la clasificación) estaba determinada
por el instrumento de origen inglés, aplicado para la evaluación poblacional: el Examen del Estado
Actual (“Present State Examination”), el cual no incluye ninguna clase referida a trastornos rela-
cionados con drogas, incluido el “alcohol” (Cornaglia, 1994). Todo ello probaba no sólo las posibi-
lidades epidemiológicas, de aprehensión de hechos y predictivas del modelo GIA, sino también las
implicancias praxiológicas, metodológicas y epistemológicas de uno y otro modelo. Esas propiedades
operativas e instrumentales del modelo GIA volverían ser puestas a prueba, en otra instancia de
trabajo académico en la Universidad Nacional de Córdoba, como mencionaremos a continuación.

6. El modelo GIA de la epidemiología en hospitales y poblaciones a la continuidad


de la praxis académica y epidemiológica dentro de la universidad (1994)
Siguiendo el modelo GIA, tan pronto como asumimos la titularidad de la Cátedra de Clínica
Psiquiátrica de la UNC (Cornaglia, 1994d) propusimos cuatro tareas estrechamente relacionadas
entre sí, basadas en todo lo anterior:
Dar prioridad, en la enseñanza-aprendizaje, a la temática de alcoholismo, iniciada en 1989.
Crear un GIA en la cátedra (por entonces situada en el Hospital Neuropsiquiátrico, del gobierno de
la provincia de Córdoba) destinado en primera instancia a los estudiantes, sus familiares y además,
a quienes quisieran concurrir (como tarea de extensión). 3) Realizar tres cursos internacionales
de posgrado, uno de los cuales referido a las “adicciones”. En este curso el primer modelo terapéu-
tico y preventivo que presentamos fue el GIA y todo el desarrollo correspondiente a ese módulo del
curso estuvo a cargo de Jorge Pellegrini (Pellegrini, junio de 1995). Los contenidos presentados por
Pellegrini, en esa oportunidad fueron: Alcohol, alcoholismo, alcohólicos. Grupos Institucionales de
Alcoholismo. Neuroinmunología y grupo. Adicciones, epidemiología y terapéutica. Ese curso fue el
primero en su tipo, sobre “adicciones” realizado en la Universidad Nacional de Córdoba. 4) Crear
y realizar una encuesta destinada a todos los estudiantes cursantes en la asignatura (en el 5º año
de la carrera), en la que pudiéramos registrar todos los problemas (que hasta entonces podíamos
captar) referidos a la relación de la población estudiantil y sus respectivas familias nucleares, con
las “sustancias de uso legal, con potencial adictivo” (ver ut supra, Cornaglia, Modini, 1995d).
Esas cuatro tareas daban cuenta claramente de las posibilidades didácticas académicas de los
GIA y de cómo el concepto de la tarea universitaria (de acuerdo a lo presentado en el programa de
nuestra cátedra) se correspondía totalmente con el trasfondo de conocimiento del Sistema y la Red
GIA. Nuestro programa de clínica psiquiátrica concebía la labor universitaria de acuerdo a los tres
componentes enunciados en el nombre de nuestras Universidades: lo universal (la Universidad), lo
nacional (Universidad Nacional) y lo local (Universidad Nacional de Córdoba). Precisamente este
concepto encontraba su total correspondencia con los tres registros de la tarea que siempre teníamos
en cuenta en los GIA. De entrada esta dirección y sentido de nuestra tarea académica sufrió destruc-
tivas resistencias (no menores de las que veníamos atravesando en los GIA).

208 Libro Colectivo del GIA


6.1. Investigación y análisis estadístico descriptivo de una encuesta realizada en
la cátedra de Clínica Psiquiátrica de la Universidad Nacional de Córdoba (1995)
En las “Ideas Básicas para una posible planificación en Salud Mental” (presentadas en Río Negro
en 1984; Bertucelli, Cornaglia, 1983) habíamos intentado relacionar la tarea institucional, que
veníamos realizando en el Hospital Dr. Emilio Vidal Abal (Oliva, Córdoba), (Cornaglia et al., 1983)
con el trabajo de Bertucelli (1995) con las “familia llave”, en el marco del “Proyecto Brochero”, en
el Barrio Comercial, en la zona sur de la ciudad de Córdoba, Argentina.
Entre tanto la tarea de los GIA incluía progresivamente a más familiares, amistades e intere-
sados en la labor grupal, partiendo de la premisa que el alcoholismo es un problema de todos y no
sólo de los alcohólicos (como en AA, aun cuando sus familiares puedan colaborar desde fuera del
grupo de alcohólicos, por medio de ALANON y ALATIN).
Entendíamos que la “alcohólica” y el “alcohólico” constituían un emergente grupal (Pichon Rivière,
1984) en el cual se depositan componentes del grupo familiar (y de otros grupos secundarios, insti-
tuciones y organizaciones) pudiéndose interpretar ese rol como portavoz y chivo emisario (Pichon
Rivière, 1984) de ese grupo, pero también de la institución, de una comunidad y en definitiva de
una sociedad. Entonces, al mismo tiempo que trabajábamos en los grupos, nuestra labor epidemio-
lógica, sincrónica con el grupo –no escindida espacial y temporalmente– intentaba demostrar que el
alcoholismo era un problema de la Universidad y no de algo que acontece fuera de esta institución.
Para intentar demostrar esa hipótesis, nos dimos a la construcción de la encuesta mencionada
más arriba (Cornaglia, Modini, 1995d) intentando verificar si los problemas de la alcoholización, del
alcoholismo y otras “adicciones” a “drogas legales” eran solamente, hechos emergentes en la pobla-
ción extrauniversitaria, o también en la población estudiantil, sus grupos familiares o de convi-
vencia, y no ‘patologías’ cuyas descripciones se presentan en las Cátedras como si fueran problemas
de otros seres humanos.
Con ese fin, con los estudiantes que cursaban Clínica Psiquiátrica, realizamos una triple tarea: 1)
Estudio teórico y conceptual del alcoholismo. 2) Posibilidad de participar en el GIA que la Cátedra
iniciaba, en el Hospital Neuropsiquiátrico. 3) Aplicación de la encuesta referida a la familia nuclear
o grupo de convivencia de cada estudiante. ¿El problema negado y renegado en la Facultad de
Ciencias Médicas, era un problema de todos?
Dos colaboradores de la Cátedra (Fleming, Ábalos, 1995) realizaron un estudio específico de
los resultados de uno de los componentes de la encuesta, referido a la relación entre consumo de
bebidas alcohólicas en los estudiantes y en su familia nuclear. Los resultados fueron los siguientes:

“El valor de p obtenido indica que la diferencia de los porcentajes obtenidos es


estadísticamente significativa, y que la posibilidad de que dichos porcentajes se deban al azar
corresponde a 1/1000. Por lo tanto encontramos que habiendo antecedentes de consumo de
alcohol por parte de al menos uno de los integrantes del grupo familiar nuclear del encuestado,
es más frecuente que se observe el consumo de alcohol en el encuestado o en alguno de los
integrantes de su grupo de convivencia actual, en un porcentaje de 61,76 %, en relación a
un porcentaje de 38,23 % en el que no se verifica el consumo” (Fleming, Ábalos, 1995).

Construyendo los Caminos del GIA 209


Estos resultados permitían constatar algunas hipótesis postuladas en los GIA y además, formular
otras conjeturas. En la tarea de los GIA se mostraba una y otra vez que el problema del alcoholismo
es un problema grupal, institucional, comunitario y no sólo individual, es decir, un problema social.
El análisis estadístico, del componente de la encuesta, referido a productos alcohólicos, su presencia
y consumo en los estudiantes y en su familia nuclear, parecía mostrar que el grupo primario deter-
minaría, al menos en parte, el consumo de bebidas alcohólicas en sus integrantes. Dados los obstá-
culos de índole administrativo-político, interpuestos a cada paso de nuestra labor en la Cátedra
no pudimos concluir el resto de la evaluación de aquella encuesta. Pero los primeros resultados
bastaban para ir probando que la Universidad no era ajena a todos los emergentes institucionales
de hospitales, organizaciones sociales, laborales y en la población en general. La institución univer-
sitaria enajenada, se enajenaba al no incluir en los estudios y la investigación (salvo escasas excep-
ciones) todos los componentes del problema de la alcoholización y el alcoholismo; o en el caso de la
Psiquiatría a creerlo como un problema de los demás, solamente.
Basados en estos hallazgos y pruebas nos dimos a la tarea de postular que lo observado, postu-
lado y probado en los GIA a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio nacional, en la población en
general, también podía verificarse en la academia universitaria, pero además, referido a las adic-
ciones en general y no solo a la alcoholización y al alcoholismo.

6.2. La a-dicción académica en la universidad (1995)


Por la misma época intentábamos demostrar lo que denominábamos “A-dicción en la Universidad”
(Cornaglia, 1995b), poniendo a prueba lo ya constatado en la praxis grupal, institucional hospitalaria,
comunitaria y epidemiológica (Cf. ut supra) y mencionando la ausencia o escasa labor de investiga-
ción, docencia y extensión referida al alcoholismo y a otras adicciones: “La mayor parte de la pobla-
ción universitaria (alumnos, docentes, no docentes) consume sustancias con potencial de depen-
dencia psíquica y física.” (Op. Cit., p. 1) Postulábamos una “Dicción intensa y extensa como táctica
de promoción de la adicción.”, cuyos resultados podían captarse a partir de ciertos hechos no estu-
diados en la Universidad como, por ejemplo, la producción de cigarrillos de tabaco y de aspirinas
(con o sin cafeína). Solamente en las Cátedras de Psicología Sanitaria y de Psiquiatría (a nuestro
cargo), y en los aportes de J. Levstein (Neurólogo, quien comenzó la tarea de prohibir el fumar en
la Universidad) de la Cátedra de Medicina Interna podían encontrarse aportes específicos.
De estas referencias podemos inferir que nuestras interpretaciones carecían aún de cohe-
rencia y de suficiente fundamento científico, al mismo tiempo que podíamos extender nuestra
indagación y captación a otros hechos, además del alcoholismo. La magnitud y la cualidad de los
problemas observados referidos a las mercancías tabáquicas, a los fármacos y los psicofármacos,
y las limitaciones impuestas por las condiciones de nuestro trabajo (sin aporte de ninguna organi-
zación estatal gubernamental) nos imponían un lento pero incesante desarrollo, por ejemplo, en lo
que podíamos hacer e indagar en referencia a la creciente asimilación de psicofármacos, en espe-
cial los benzodiacepínicos.

7. GIA Alcoholismo. Psicotropos: bienestar y malestar (1995)


Una fase más de ampliación y profundización de la indagación, de otra clase de problemas, aparen-
temente diferentes del alcoholismo, pudimos concretarla por la misma época, cuando presentábamos:

210 Libro Colectivo del GIA


a) resultados epidemiológicos construidos colectivamente (desde la continuidad del trabajo GIA y de
las Cátedras de Clínica Psiquiátrica y Psicología Sanitaria) y, b) casuística referida a seres humanos
con signos de intoxicación, dependencia y abstinencia relacionados con BZDs (Cornaglia, 1995c).
Concientizados cada vez más y con mayor detalle de las consecuencias somáticas, psíquicas y
psicosociales de las BZDs, como veníamos observando y estudiando desde 1990 (Cf. ut supra) en las
consultas que recibíamos, a partir del primer caso; y durante el período 1993-1994 en La Pampa
(junto a lo constatado en Chubut), íbamos acumulando una casuística cada vez más numerosa y
diversa. Ello nos permitía describir y captar con mayor precisión los signos de las intoxicaciones y la
dependencia “física” y “psíquica” condicionada por la asimilación de esos productos farmacéuticos.
Todas estas referencias fueron presentadas en una jornada, sobre los conceptos de “bienestar”
y “malestar”, organizada por el Sanatorio Adventista del Plata, en la ciudad de Villa Libertador ,
Entre Ríos. En ese sanatorio, la prescripción de productos benzodiacepínicos era la regla, como en
cualquier otro hospital de Argentina y en cualquier consulta privada o pública. Pudimos infor-
marnos que el modus operandi de las benzodiacepinas, conocido generalmente como “mecanismo
de acción”, consistía en un agonismo gabaérgico (en el sistema de neurotransmisión del mismo
nombre, en el SNC). Entre tanto ya sabíamos que el alcohol (U.S. Department of Health and Human
Services, 1990; también confirmado en diversas investigaciones ulteriores, por ejemplo: Schäfer,
Heinz, 2005) se relacionaba con el mismo sistema; de ahí la supuesta “eficacia” de las BZDs en el
tratamiento de la abstinencia alcohólica y del delirium tremens. Es sabido que la religión adven-
tista, a diferencia de la católica, se opone totalmente al consumo de bebidas alcohólicas, pero en el
sanatorio mencionado se prescribían BZDs, desconociendo que éstas y el etanol se relacionan con
el sistema gabaérgico. El conocimiento de estos hechos neurobioquímicos nos fueron conduciendo
a las siguientes conclusiones y conjeturas: 1) La industria farmacéutica había seguido la pista de
los efectos químico-bióticos del alcohol (Cf. Litter, 1973, más abajo) para producir dos fármacos con
“acción” gabaérgica: los barbitúricos (Bayer) y las benzodiacepinas (Roche). 2) Las BZDs (diazepam,
bromazepam, midazolan, flunitrazepan, clonazepan, de Roche), presentadas como sustitutos de los
barbitúricos, con supuestos menores efectos adversos y menores riesgos, representaban un gran
logro comercial y económico-financiero para Roche, logrando su consumo en todo el mundo, conde-
nando no sólo a los alcohólicos a continuar su dependencia gabaérgica, por medio de la sustitución
ya mencionada y haciendo creer a profesionales y pacientes, que se obtenía una cura del “alcoho-
lismo” y de otros síntomas.
Recuérdese que tanto nuestro trabajo en GIA como toda la epidemiología “psiquiátrica”, más
elemental de esa época, ya indicaba que la mayor parte de la población (al menos de Occidente)
consumía bebidas alcohólicas. Entonces, la prescripción de benzodiacepinas (no sólo a enfermos
“alcohólicos” sino también para todos los síntomas enunciados en los vademecums) era asimi-
lada por una población que, en su mayoría, asimilaba previamente bebidas alcohólicas, determi-
nando una potenciación de los efectos gabaérgicos, con una aparente e ilusoria mejoría de diversos
síntomas, por ejemplo la ansiedad y la angustia, pero con una apetencia dependiente de BZDs, de
Roche y de otras industrias, de sus publicidades, de sus manipulaciones.

Construyendo los Caminos del GIA 211


El negocio y el control social logrado por medio del alcohol (mencionado por Pellegrini desde el
comienzo de sus aportes en 1984) se prolongaba así en estos productos farmacéuticos, impuestos
por Roche, en nuestro país y globalmente (Cf. Ashton, 2002); haciéndonos creer que una cosa sólida
(la “pastilla” de BZD) era algo muy diferente neurobioquímicamente y en sus efectos, a los líquidos
vendidos como bebidas alcohólicas. Así se lograba un notable medio de control social, mediado por
la medicina y prescripto por los médicos.
Por otro lado, dado que a partir de los estudios realizados en el Hospital Colonia Dr. Emilio Vidal
Abal, en Córdoba; en el servicio de psiquiatría de Allen, en Río Negro; hospitales generales de
Chubut y La Pampa habíamos comenzado a desarrollar una teoría antropo-semiótica de las insti-
tuciones y del componente semiósico de la comunicación y códigos de salud-enfermedad humana
(Cf. Cornaglia, 1992a), pudimos vincular observaciones realizadas en y por medio de los GIA refe-
ridas al “alcohol” con los resultados de las indagaciones referidas a las “benzodiacepinas”.

8. Tranquilización, normalidad y salud-enfermedad. GIA, alcohol y


benzodiacepinas. Cambio y códigos de salud-enfermedad (1994)
En función de todos los hechos mencionados hasta aquí, los resultados obtenidos, los datos reco-
pilados y el intento de formular una teoría antropo-semiótica de la salud-enfermedad humana,
basada en los aportes de la antropología estructural (Lévi Strauss, 1968) y la semiótica (Eco, 1985)
postulábamos la mediación de ciertos códigos de salud-enfermedad y de actos comunicativos (Verón,
1968, 1963) en todos los procesos dialógicos y dialécticos de desarrollo y génesis de la salud-enfer-
medad humana (Cornaglia, 1994c, 1999b). En relación a los cambios logrados, en nuestra praxis y
en nuestras concepciones, desde y con la tarea de los GIA:
“(…) planteábamos en nuestra praxis modelos de programación, de la atención del problema
del alcohol, de los alcohólicos, del alcoholismo, de la alcoholización, que implican un cambio
de las reglas instituidas por Alcohólicos Anónimos, mientras que sostenemos como invariante
(sincronía) el modelo grupal; por otro lado, no se trata más de Grupos de Alcohólicos, ni
de Anónimos, sino de Grupos Institucionales de Alcoholismo” (Cornaglia, 1999: 107).

Postulábamos y distinguíamos los siguientes códigos de salud-enfermedad: a) código de la insti-


tución psiquiátrica argentina; b) código de la institución escolar primaria argentina; c) código de
la planificación de la organización de instituciones de salud-enfermedad en Argentina (ministe-
rios, hospitales, centros de salud, dispensarios, etc.); d) código de organización de la atención de la
salud-enfermedad en Argentina; e) código ideológico, sanilógico-nosológico. Caracterizábamos este
último mediante el siguiente esquema: “Depresión = Escisión = Tranquilización = Inmovilización
= Confusión = Desorganización = Normal = Salud / Actividad = Reunión = Intranquilidad (ansie-
dad-angustia) = Claridad (diferenciación) = Organización = Anormal = Enfermedad” (Op. Cit., p.
102). El desarrollo teórico sintetizado en este esquema (actualmente lo representaríamos de otra
forma) ponía en evidencia lo que veníamos captando acerca de las relaciones entre el “alcohol” y las
“benzodiacepinas”: las relaciones de equivalencia y sinergia entre el modo de producción industrial
de alcoholes y el de la industria farmacéutica benzodiacepínica; cuyas mercancías son instrumen-
tadas política y económicamente para prolongar las formas de dominación, control social y depen-
dencia logradas históricamente por medio de los productos alcohólicos (Cf. más abajo Litter, 1973).

212 Libro Colectivo del GIA


8.1. Antroposemiótica de la salud. Dos estudios de caso:
consumo de bebidas alcohólicas y de ansiolíticos (1997)
La construcción del concepto de antroposemiótica nos permitía postular que, en la determina-
ción de la salud-enfermedad humana, los códigos semiósicos y la comunicación resultan impres-
cindibles para la explicación de la génesis de cierta clase de hechos. El trabajo práxico y teórico en
los GIA y la tarea de indagación del consumo de “psicofármacos ansiolíticos” en diversos ámbitos
(organizaciones sociales, instituciones públicas gubernamentales e instituciones privadas) nos
posibilitaba la realización de:

“(…) un estudio antroposemiótico de la salud– enfermedad humana, considerando todo


fenómeno de salud– enfermedad en términos estructural– genéticos y semióticos. Todas las
formas y contenidos de patologías humanas, que afectan a las más diversas poblaciones,
pueden ser estudiadas como comunicación de salud– enfermedad y como código que sostiene
esa comunicación. Diferenciando estos dos niveles de investigación, toda acción aislada sobre
fenómenos también aislados (por ejemplo Mal de Chagas, Fiebre Hemorrágica Argentina,
SIDA, Diarrea Infantil, etc.) sólo representa una posibilidad de acción que tiende a generar
cambios de tipo 1 (Watzlawick et al., 1976) proponíamos la diferenciación entre dificultades y
problemas y mencionábamos que: “No existe, hasta el momento, una actividad investigativa y
de acción que facilite una construcción práxica que corresponda a la magnitud cuantitativa y
cualitativa de los hechos. Las dificultades pueden ser anunciadas hoy de la siguiente manera:
1. Aumento permanente del consumo de bebidas alcohólicas y de ansiolíticos en toda América
Latina. 2. Aumento de las variadas consecuencias para la salud humana de los diversos tipos
de consumo (desde el consumo esporádico en situaciones de riesgo -por ejemplo, de conducir
automóviles-, hasta la dependencia). 3. Consumo de estas sustancias desde la vida intrauterina
hasta el momento de la muerte (…). 4. Consumo en todas las regiones de nuestro continente.
5. Erogaciones de miles de millones de dólares en la economía de cada país, vinculado a esta
situación económica. 6. Manifestaciones de las dificultades en toda la vida cotidiana y en
todos los ámbitos de desarrollo de la conducta humana (individual, grupal, institucional y
comunitario)” (Cornaglia, 1997: pp. 1-3). Es decir, lo que habíamos aprendido conceptualmente
y práxicamente en la tarea de los GIA podía constatarse y postularse (al menos como
conjetura) también, al indagar las relaciones entre la alcoholización, el alcoholismo y el
consumo de benzodiacepinas: la negación y la renegación de ciertos hechos fundamentales y
determinantes, constatados en los GIA parecía incluir, no sólo el consumo de benzodiacepinas,
sino también la relación de estos tres componentes en la determinación de otros problemas de
salud-enfermedad humana aparentemente no relacionados con ellos” (Cornaglia, Op. Cit.).

De acuerdo a todas estas relaciones postulábamos una hipótesis central. El enunciado, de aquella
hipótesis debería ser, actualmente, reformulado en sus referencias químicas, ya que no se trata,
solamente, de “señales etílicas” sino “alcohólicas”, dado que las “bebidas alcohólicas” contienen
diversos alcoholes, según la clase de bebidas alcohólicas de que se trate (Cf. Singer, Teyssen, 2005).
Por entonces enunciábamos la siguiente hipótesis:

Construyendo los Caminos del GIA 213


“(…) los fenómenos de salud-enfermedad de nuestra época podrían ser entendidos como moda-
lidades comunicativas correlacionadas con un código cuya regla central establece la vinculación
comunicativa de los seres humanos con los signos llamados “ansiolíticos” y/o “bebidas alcohólicas”
y al mismo tiempo las relación del organismo humano con las señales informativas etílicas y benzo-
diazepínicas.” (Cornaglia, 1997: pp. 7-8) (…) todo ser humano que nace en Latinoamérica entrará
desde antes de su nacimiento hasta el fin de su vida, ineludiblemente, en contacto con algunos de
los sistemas del léxico, de la sintáctica, de la semántica, de la pragmática, que se encuentran en la
base de la elaboración de las conductas de a-dicción y/o dependencia de psicofármacos ansiolíticos
de tipo benzodiazepínico o de bebidas alcohólicas, o de los mensajes a ellas vinculados.”
“Sean entonces, por ejemplo, las “enfermedades” o “problemas de salud” cólera, diarrea
infantil, neumonía, Chagas, SIDA, depresión, enuresis infantil, esquizofrenia, síndrome de
dependencia a cocaína, infarto de miocardio, diabetes, hipertensión arterial, meningitis, etc.
Es decir problemas A, B, C, D,... X, que requieren de una solución teórica y práctica, entonces
podemos considerar que todas ellas forman parte del sub–código “benzodiazepínico” y
este a su vez del código “etílico”. (…) Podemos hablar de una economía de acción sanitaria,
de intentar resolver varios problemas a la vez por medio de una solución unitaria; realizar
una acción sanitaria constructiva y reconstructiva actuando en un fragmento especial de
los fenómenos de salud–enfermedad (con valor determinante y englobante para el resto);
prever el desarrollo ulterior de la acción sanitaria (tanto en la investigación como en la acción)
partiendo de los datos actuales. Si examinamos empíricamente estas cuestiones pragmático
sanitarias, a la luz de nuestros programas de salud, que comenzaron a ser organizados en
el año 1984 en la provincia de Río Negro (Sur de Argentina, región Patagónica) podemos
constatar que, al elegir, a partir de ciertos datos básicos (Cornaglia, 1984) los problemas que
denominamos de “alcoholismo” (y sin tener aún conciencia de nuestro método) pudimos
actuar de acuerdo a los principios del método estructural. La tarea entonces comenzada,
constituye en la actualidad el único programa con acciones concretas sobre el alcoholismo
que se desarrolla en 11 provincias argentinas (sin ningún apoyo del gobierno central y sólo
de algunas provincias y municipios). Ello nos permitió rever varios fenómenos, partiendo de
un fragmento: pudimos adelantarnos en la organización de actividades para jóvenes antes
de que se evidenciaran claramente las tasas de incidencia y prevalencia creciente en los
jóvenes (tanto respecto al consumo, como al consumo vinculado a conductas problemáticas);
pudimos resolver de manera unitaria diversos problemas de salud en el interior de una
familia (maltrato, violencia, enfermedades somáticas en diversos miembros, reconstrucción
de la situación laboral, organización de la vida cotidiana) apuntalando y apoyando desde los
Grupos Institucionales de Alcoholismo (Cornaglia, 1985; Pellegrini et al., 1989; Pellegrini et
al., 1992) al miembro de la familia designado como “enfermo alcohólico”; pudimos prever el
aumento creciente del consumo de bebidas alcohólicas y de la importancia de este consumo
para la entrada (en el proceso de socialización secundaria) en el consumo de otras sustancias,
etc. (…) Recordemos, para concluir, las palabras de Piaget, quien demostró, claramente,
cómo partiendo de la biología se puede llegar, sin reduccionismo, a la psicología genética, a
la epistemología de todas las ciencias y a la sociología. Piaget (1971), en la conclusión de sus
textos sobre el estructuralismo mencionaba que “(…) la conclusión esencial que se desprende

214 Libro Colectivo del GIA


de nuestros exámenes sucesivos es la de que el estudio de las estructuras (agregamos, de los
códigos) no puede ser exclusivo y no suprime, en especial en las ciencias del hombre y de la
vida en general, ninguna de las otras dimensiones de la investigación. Muy por el contrario,
este estudio tiende a integrarlas y de la manera en que se hacen todas las integraciones
en el pensamiento científico: según el modo de la reciprocidad y de las interacciones”. En
este sentido, la dialéctica y la dialógica (dos de los opuestos básicos de la antroposemiótica)
constituyen tanto a nivel interdisciplinario, como en el contacto con los seres humanos
que sanan y enferman, una forma posible del diálogo entre los hombres.”(Op. Cit. pp.12).

Comentarios retrospectivos: aún cuando muchos de los enunciados y conceptualizaciones mencio-


nados necesitarían de una nueva formulación, podemos inferir ciertos logros conceptuales, que
han permanecido casi invariantes hasta el año 2018:
A) Entendemos que en las condiciones históricas, económico-geopolíticas y epidemiológicas de
Argentina, de América Latina y América anglo-francoparlante la alcoholización y el alcoholismo
co-determinan y sobredeterminan todas las formas de salud-enfermedad humana, desde la vida
intrauterina hasta la ancianidad.
B) Esta determinación estructural-genética-sistémica, de la vida cotidiana, se comunica por medio
de códigos alcoholizantes (es un error enunciarlos sólo como “etílicos”) y también, mediante subcó-
digos como los “benzodiacepínicos”.
C) Esta condición, estructural-genética-sistémica y estructurante, relaciona (informativamente
y semiósicamente) los modos de producción, con los modos y estilos de vida (Breihl, 2003), en los
que se verifica la asimilación de esas mercancías y productos.
D) Dada la condición estructural-genética, de esos códigos, considerados hoy sistémicamente (en
el sentido de Bunge, 1999, 2012); toda teorización, praxis y estrategia de salud pública y colectiva,
destinada a mejorar la calidad de vida de la población de Argentina, de América y de todos los conti-
nentes, exige, ineludiblemente, la inclusión de los GIA como fundamento de todo plan, programa,
actividad y tarea, incluida en las políticas estatales respectivas (Cf. más abajo, Modelo de Política
de Estado para afrontar las adicciones).
A pesar de la magnitud y cualidad de todo el desarrollo conceptual, teórico, metódico, técnico,
estratégico en los GIA y en lo que podíamos ir aportando, a partir de los resultados de la labor clíni-
ca-social en diferentes ámbitos, no habíamos podido entender e indagar ciertos hechos cotidianos,
que se imponían socio-bióticamente (en la vida intrauterina, desde la concepción) y posteriormente,
desde el inicio de la vida extrauterina, en forma socio-biopsíquica. Aun actualmente, epidemió-
logos de renombre global, como Doherty (2016), premio Nobel de Fisiología y Medicina, no incluye
en las “Pandemias” ninguno de estos emergentes.
Aunque ya veníamos esbozando y formulando un protocolo práctico de lo que sería un programa
específico para afrontar la intoxicación y dependencia de BZDs (el programa CALMA, con cuerpo
y alma) no habíamos logrado, aún indagar todos los condicionamientos impuestos por la inhala-
ción de humo de cigarrillos de tabaco (sea en forma activa o pasiva). Cuando planteamos a nuestro
grupo de trabajo y a los residentes de la Residencia Interdisciplinaria de Salud Mental si, “¿El aula

Construyendo los Caminos del GIA 215


de la residencia es un cenicero?” (Cornaglia, 1985c), no habíamos logrado indagar todas las impli-
cancias de ese hecho, ni las de la tarea de Levstein (prohibición de fumar en la U.N.C., Cf. ut supra).
Sí habíamos podido observar en los GIA otros hechos equivalentes a los mencionados sobre
las benzodiacepinas: integrantes de los grupos, quienes habían transformado su vida alcoholizada
mantenían su comportamiento de fumadoras/fumadores. Ese comportamiento y el rol de fumador
lo veníamos observando en algunos coordinadores profesionales de los GIA, pero no habíamos
logrado indagar, más minuciosamente, su significación y consecuencias.
Pero la tarea en los GIA nos proporcionó, nuevamente la posibilidad de comenzar a investigar
específicamente todas estas cuestiones, como podremos captarlo a continuación.

9. Del GIA y las benzodiacepinas al programa integral


de atención a los fumadores (PIAF, 1996)
Durante el transcurso de las tareas del GIA, organizado en la Cátedra de Clínica Psiquiátrica de
la Universidad Nacional de Córdoba, en el Hospital Neuropsiquiátrico de la provincia de Córdoba
(Argentina), un colega, Rubén García (Licenciado en Psicología), quien se había incluido en la
tarea grupal, me preguntó si podía colaborar con él para tratar su problema: fumar cigarrillos de
tabaco. Mantuvimos una reunión, en la que planteó sus dificultades con el cigarrillo y su anhelo
de cesar, pero al mismo tiempo su desconsuelo por no hallar apoyos profesionales para realizarlo.
En Córdoba, se ofrecían escasas alternativas terapéuticas, en ese sentido. Le confesé mi gran igno-
rancia al respecto; pero que le ofrecía todo mi apoyo para conformar un grupo terapéutico a tales
fines. Junto a otra colega, Graciela del Valle Fiore (Lic. en Psicología), quien también estaba inten-
tando dejar de fumar, emprendimos en conjunto (1996) un estudio de la bibliografía disponible
(sobre todo en inglés) y nos dimos a la tarea de construir un grupo terapéutico, el cual comenzó
su tarea en 1997 (Cornaglia, 2003a). Por ese entonces, también una colaboradora alemana, en la
Cátedra de Psicología Sanitaria, Ingrid Wild Lüffe (Psicóloga y Pedagoga) nos facilitó la comunica-
ción con Heinz Dieter Basler (titular de la Cátedra de Psicología Médica, de la Fac. de Medicina de
la Universidad de Marburg (Alemania), a quien invitamos a participar en el Posgrado de la Cátedra
de Clínica Psiquiátrica (iniciado en 1995). Basler nos aportó diferentes publicaciones; entre ellas un
texto sobre estrés (Kaluza, Cornaglia, Basler, 2001) y otros referidos al trabajo grupal en la praxis
de la medicina general (Basler, 1989) con dos aportes referidos al tratamiento grupal de fuma-
dores (Brinkmeier, 1989; Erhardt Schmelzer, 1989). Así llegamos a formular un programa espe-
cífico designado por García como “Programa Integral de Atención a Fumadores (PIAF)”. Además
de nuestros obstáculos internos y de los obstáculos ideológicos e institucionales, pudimos hacer
consciente imágenes prototípicas de terapeutas que habían acompañado y determinado nuestra
formación psicológica y psicoterapéutica: Freud, fumando habanos; W. Reich fumando cigarrillos;
Pichon Rivière y Piaget fumando en pipa. Todos esos estereotipos habían sido internalizados como
“normales”, naturalizados y considerados casi necesarios e imprescindibles, como parte de la iden-
tidad de un psicoanalista o de un psicoterapeuta o psicólogo.
Por otra parte, ya en las Séptimas Jornadas Patagónicas de Alcoholismo y Drogadependencia y
Séptimo Encuentro del Sistema GIA en Caleta Olivia (Santa Cruz, Argentina) en noviembre de 1992;

216 Libro Colectivo del GIA


y/o en las Jornadas Nacionales sobre Alcoholismo, Tercer Encuentro Nacional del Sistema GIA, en San
Rafael, Mendoza, en octubre de 1995, si mal no recuerdo, habíamos comenzado a proponer que no
se fumara en los espacios de trabajo cerrados. Esa tendencia se fue consolidando en los GIA, con
notable antelación a las primeras ordenanzas municipales y leyes provinciales, antecesoras de la
primera Ley Nacional (Nº 26.687 promulgada el 13 de junio de 2011) que prohibió fumar en espa-
cios públicos cerrados y la publicidad de productos tabáquicos. Esa concientización en los GIA no
fue suficiente como para formular un programa sincrónico destinado, específicamente, a tratar ese
problema. La tarea referida al alcoholismo era por demás densa, dificultosa y compleja como para
que hubiéramos podido avanzar en tantas direcciones simultáneas. Motivados por todo lo ante-
dicho, pudimos, con García y Fiore, formular un esquema del primer PIAF grupal (Cornaglia, García,
Fiore, 1997c). Mucho más tarde pudimos llegar a conocer que los cigarrrillos de tabaco contienen
vinos, vinos-licores, bebidas espirituosas (“Wein, Likörwein, Spirituosen”) y que al fumar se generan
4800 componentes (Pötschke-Langer, Kunstmann, 2005: 15) y que la nicotina (y sus metabolitos)
inhalados se relacionan con diversos sistemas de neurotransmisión: acetilcolinérgico, dopaminér-
gico, gabaérgico, glutamatérgico, serotoninérgico, noradrenérgico y endorfínico.
Así pudimos entender diferentes hechos clínicos individuales, grupales, institucionales, comuni-
tarios y poblacionales, antes totalmente ignorados: 1) Las industrias farmacéuticas habían seguido
el camino del modus operandi y de los efectos del “alcohol” (bebidas alcohólicas) para crear los barbi-
túricos y las benzodiacepinas (conociendo el efecto depresor central, común y con estas últimas, sus
“acciones” gabaérgicas). Sabían que, por medio de estos productos, podían mantener, prolongar
e incrementar la dependencia creada durante siglos por medio de las bebidas alcohólicas y otros
productos alcohólicos (por ejemplo vinagre, bombones, helados, perfumes, alcohol puro, etc.). 2) La
industria tabacalera sabía, en primer lugar, empíricamente, que era fundamental agregar compuestos
alcohólicos al preparado conformado por los cigarrillos. Esos conocimientos de la industria tabaca-
lera se fueron perfeccionando con los conocimientos farmacológicos de los sistemas de neurotrans-
misión y de su relación con diferentes moléculas, como la nicotina. Sabían que el control socio-cul-
tural-geopolítico-económico-psíquico-biótico, alcanzado durante siglos, por medio de las bebidas
alcohólicas, podía prolongarse mediante la producción, venta e imposición del consumo dependiente
de productos tabáquicos, si sus productos contenían moléculas relacionables con el sistema gabaér-
gico. 3) Así también podíamos captar e interpretar otros hechos epidemiológicos indagados, en indi-
viduos, en grupos, instituciones, organizaciones, comunidades y poblaciones, entre los años 1990 y
2000: la industria farmacéutica y la tabacalera habían logrado que la mayor parte de la población
argentina adulta asimilara benzodiacepinas, que entre un 30 % a un 40 % inhalara activamente
cigarrillos de tabaco y otro tanto pasivamente.
Simultáneamente los metabolitos nicotínicos y benzodiacepínicos llegaban a los embriones y fetos
(por vía placentaria). Es decir, estas industrias habían seguido el camino del “alcohol” (con todas
sus consecuencias y derivaciones). Así, volvíamos a comprobar la conjetura inicial de Pellegrini:
el alcoholismo como madre de enfermedades; ahora no sólo de las determinadas por las bebidas
alcohólicas, sino también por sus sucedáneos, sustitutos y equivalentes. 4) De esta forma, las depen-
dencias, determinadas por la asimilación de cada una estas tres clases de productos (mercancías

Construyendo los Caminos del GIA 217


de notable rendimiento económico-financiero), con sus recíprocas interacciones, proacciones y
retroacciones, se potenciaban cada vez más, de tal modo que desde la vida intrauterina (Cf. Magri,
Miguez et al., 2008; Miguez, Magri et al., 2009) hasta la muerte (Cornaglia, Galván, Aliaga et al.,
2014) la mayor parte de la población argentina y del mundo quedaba sujetada y dependiente de estos
tres poderes esclavizantes: las industrias de productos alcohólicos; la tabacalera y la farmacéutica;
y no sólo a sus productos señuelos. Por lo tanto, los aportes de Pellegrini, del Sistema y la Red GIA,
en conjunto con los desarrollos ya mencionados, pueden indicar la dirección y el sentido de una
tarea que, iniciada en 1984, ha demostrado posibilidades casi inaccesibles de otro modo; tanto en
la praxis preventiva (en los tres niveles) como teóricamente, metódicamente y estratégicamente, en
la formulación de una política de salud en general, no sólo de salud mental o destinada solamente
a las “adicciones”. Las cosas materiales (los productos alcohólicos, los tabáquicos y benzodiacepí-
nicos) y sus respectivas marcas comerciales funcionaban como “señuelos” (Saurí, 1969) de notable
eficacia. 5) Más adelante nos referiremos a la “poliadicción”, incluyendo también las denominadas
“drogas ilegales”. Por ahora basta mencionar que todo lo hecho, aprendido y conceptualizado en rela-
ción al “alcohol”, la “alcoholización” (Bustos, 2001) y al “alcoholismo”, en los GIA, es totalmente apli-
cable a toda clase de “poliadicción”. Recordemos, por ejemplo, que el problema de la “droga ilegal”
más frecuentemente asimilada en Argentina y en el mundo, en la actualidad, esa cosa designada
como “marihuana”, “porro” e incluso como “canabis medicinal” (cuyos componentes, sensu strictu,
sólo pueden determinarse por medio de análisis químicos) contiene diferentes alcoholes, como el
Δ9-tetrahidrocannabinol, el Δ8tetrahidrocannabinol, el cannabidiol, el Δ9-tetrahidrocannabivarol
(Δ9-THCV), cannabidivarol (CDBV) y cannabivarol (CBNV), el cannabiciclol (CBL), el cannabigerol
(CBG) y el monometileter del cannabigerol (CBGM), cannabinodiol (CBND), cannabitriol (CBT), entre
otros diversos componentes (Bobes, Calafat, 2000). Nuestro organismo posee compuestos químicos
como la anandamida y el 2-araquidonilglicerina (Wallmichrath, Szabo, 2004) erróneamente desig-
nados como “endocanabinoides”. Estas moléculas se relacionan con neuroreceptores específicos
(Wallmichrath, Szabo, 2004) pero también con la neurotransmisión gabaérgica (como los alco-
holes de las bebidas alcohólicas; como la nicotina y otros componentes del humo de los cigarri-
llos de tabaco y como las benzodiacepinas). Entonces y considerando que la “marihuana” general-
mente se fuma (se inhala) como “porro”, podemos conjeturar que las moléculas alcohólicas, que la
componen, determinan una equivalencia condensada parcial de su “acción” bioneuroquímica con
la “acción” gabaérgica de las “drogas legales” referidas hasta aquí. Nos falta mencionar el café, entre
otras “drogas legales”, la cafeína (y otras xantinas como la mateína y la teína) y las bebidas coca y
colas, puesto que así se consolida la equivalencia con la cocaína (la otra “droga ilegal” más frecuen-
temente asimilada después de la “marihuana”). En síntesis, sólo si se sigue la pista, los indicios, las
huellas del “alcohol” (de todos los productos alcohólicos) y de sus productores, como hemos hecho y
hacemos en los GIA, estaríamos en condiciones de captar y explicar cada uno de los componentes,
sus relaciones y el sistema de la poliadicción y las leyes que lo rigen. 6) Pero, además, si en lugar de
emplear las designaciones “adicción” y “poliadicción”, empleamos las designaciones “dependencia” y
“polidependencia”, para designar los hechos tratados en los GIA y en los modelos derivables, a partir
del constructo GIA (como el PIAF y CALMA) entonces podremos captar que la operación de “correr
la botella o el vaso” (es decir, no enfocar la tarea práxica y teórica, en primer lugar y solamente en

218 Libro Colectivo del GIA


“el acohol”) implica referirse a otras clases de relaciones humanas: entre ellas a diferentes formas de
dependencia y no sólo la neurobioquímica. Estas relaciones componen el proceso de alcoholización,
tabacalización, farmacologización (asimilación y acomodación: adaptación; Cf. Piaget et al., 1970b) y
las inducciones e imposiciones del poder económicopolítico de las tres industrias y sus equivalentes
(productores de café, bebidas cola, energizantes, etc.). En efecto, en la tarea de los GIA es necesario
operar intragrupalmente para esclarecer todas las formas de dependencia observables e inferi-
bles a partir de los emergentes individuales, familiares (grupo primario), de grupos secundarios,
institucionales, comunitarios, organizacionales, culturales, políticos, económico-sociales, con sus
diversas expresiones en los niveles de integración: socio-psíquico, psíquico, psicobiótico-químico,
bioquímico, bioquímico físico (Bleger, 1972; Bunge, 2012). Es decir, en los GIA se tratan múltiples
formas de dependencia: una polidependencia. Si a esa polidependencia se la quiere designar con el
nombre de “poliadicción”, pues entonces es necesario no trasladar a este concepto el error ya seña-
lado y elaborado en el modelo GIA: es decir, entender que la “adicción” como la “poliadicción” no
se refieren solamente a las “sustancias” (como se plantea en todas las teorías de la “Adicción”, CF.,
por ejemplo, West & Brown, 2013). De ahí que preferimos designar estos conceptos y los hechos así
referidos, mediante la designación: “Dependencia con drogas” (Cornaglia, 2014b). 7) En la tarea tera-
péutica de los GIA se nos ha presentado, el emergente de la “poliadicción” (entendida en el sentido
restringido usual de dependencia de “sustancias”) expresada en el acto de fumar cigarrillos de
tabaco y asimilar benzodiacepinas (y otros agonistas gabaérgicos como el zolpidem, la zopiclona y
actualmente la pregabalina). Emergentes a su vez, de otras formas de dependencia y de las múltiples
determinaciones incluidas en el “sistema de la dependencia” (Cornaglia, 2014b) entre cuyos compo-
nentes históricos, ulteriores y sucedáneos de la industria de las bebidas alcohólicas, se encuentran
la industria tabacalera y la farmacéutica. 8) A esos emergentes de “poliadicción” (asimilar bebidas
alcohólicas, cigarrillos de tabaco y BZDs.; y acomodarse a los poderes sociales generadores) ya obser-
vados en las primera década del trabajo de los GIA, se les han ido integrando, isomórficamente (en
forma equivalente) las denominadas “drogas ilegales” (en primer lugar los productos con mezcla de
componentes canábicos y con menor prevalencia los con mezclas “cocaínicas”; los “alucinógenos”,
los “estimulantes”, entre otros); y todas las formas de dependencia determinantes de la asimila-
ción humana. Respecto a la relación con la producción cocaínica industrial resulta paradigmático
indagar la relación de dependencia de Freud con la industria Merck (Freud, 1999) y su relación
dependiente previa y ulterior con la industria de bebidas alcohólicas y tabacalera.

10. El afrontamiento del componente benzodiacepínico


de la “poliadicción”: El programa CALMA
Aunque con anterioridad a la formulación del PIAF (alrededor de 1990) pudimos captar y comenzar
a tratar las múltiples dependencias con la industria farmacéutica y sus productos benzodiacepí-
nicos, recién en 1998 pudimos formular un programa específico: “C.ALMA (Proyecto de atención
integral y sistemático para quienes consumen problemáticamente benzodiacepinas-tranquili-
zantes) grupo, actividad corporal, atención médica, fisioterapia, creatividad y otras actividades
(…)” (Cornaglia, 1998).

Construyendo los Caminos del GIA 219


Por entonces habíamos logrado construir un “Plan de atención y acción integral sistemático para
una vida sana fundado en el trabajo grupal”, integrado con: 1) GIA, 2) PIAF, 3) C.ALMA, 4) Proyecto
de atención integral y sistemático para quienes consumen problemáticamente múltiples sustancias
con potencial de dependencia” (Cornaglia, 1998: 5). Este programa integrado por diferentes activi-
dades grupales, era caracterizado así:
“El consumo de sustancias que transforman la conciencia, la conducta y el organismo
humano, condicionando diversas formas de dependencia o graves problemas de
salud, es un hecho cotidiano en nuestro país. (…) Por ello nuestro plan, nuestros
programas y proyectos incluyen en su acción la visión de estas interconexiones,
tanto en cuanto a las sustancias en si, como a las estructuras comunicativas
que sustentan su consumo, como en lo referido al ámbito microsocial en que se
verifica su existencia cotidiana: la actividad grupal.” (Cornaglia, 1998a: 17).

Estas nuevas actividades las desarrollábamos en un espacio perteneciente al Sindicato Unido de


Petroleros e Hidrocarburos, en un barrio situado en el oeste de la ciudad de Córdoba, ante la impo-
sibilidad de hacerlo en el marco de la Cátedra de Clínica Psiquiátrica, puesto que el Decano (Prof.
Onetti) me promovió juicio académico, por mi denuncia referida a robo realizado por su hijastro
y encubierto por otros miembros de su grupo (como el actual rector de la Universidad Nacional de
Córdoba, Prof. Dr. Hugo Juri). Aunque el juicio nunca se llevó a cabo y el Decano fue expulsado de
su cargo y de la Facultad, fui amenazado una y otra vez por medio de personas contratadas a tal fin
y se me impidió continuar mi actividad como Prof. Titular de Clínica Psiquiátrica, por concurso.
Las características micro-ecosistémicas, del nuevo espacio de trabajo, nos posibilitaban un
conjunto de tareas que no podíamos desarrollar en el marco del hospital (a pesar que en el mismo,
por ejemplo, habíamos colaborado con el Programa de Teatro dirigido por el Sr. Médico Psiquiatra
Eduardo Naides (Scarponetti, Naides, Burijojovich, 1995) mediante la coordinación con las Cátedras
de Clínica Psiquiátrica, de Psicología Sanitaria y la Cátedra Libre de Psicopatología que dirigíamos
por entonces). El predio de cuatro hectáreas contaba con espacios de parques naturales, piscina olím-
pica, canchas de fútbol, básquet, vóley, salón de usos múltiples, espacios para atención clínica y toda
clase de creatividad y expresión (Moccio, 1990). Todas las actividades de los programas se coordi-
naban, además, con las actividades de los afiliados de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburos
(SUPEH), en especial durante el período estival.
La demanda de atención que recibíamos en el marco del Plan y en el microecosistema de trabajo,
nos indicaba la creciente presencia en los consultantes de la “poliadicción”: en primer lugar relacio-
nada con “drogas legales” (bebidas alcohólicas, cigarrillos de tabaco, benzodiacepinas y fármacos
en general, Coca-Cola, cafeína); pero también con “drogas ilegales” (en especial “marihuana” y
“cocaína”); y con la combinación de algunas de ellas o todas ellas. Los casos más frecuentes y graves
se relacionaban con la presencia de drogas legales (en orden de frecuencia de cada una de ellas:
bebidas alcohólicas, benzodiacepinas, cigarrillos de tabaco, bebidas con cola y coca, otros fármacos,
“bebidas energizantes”). Por entonces no alcanzábamos a captar con precisión las consecuencias de
las xantinas (cafeína, mateína, teína, cola) y de la “coca” en las bebidas gaseosas, aunque incluíamos
su suspensión durante y después del tratamiento. En términos del DSM-IV (APA, 1995) recibíamos

220 Libro Colectivo del GIA


seres humanos que sufrían de todos los trastornos (referidos a “sedantes, hipnóticos o ansiolíticos”)
a enunciados en el capítulo referido a “Trastornos relacionados con sustancias”, incluidos en los
listados del DSM IV; pero que además presentaban los signos somáticos determinados por la/s
misma/s “clase/s de sustancias”.
El contenido de estos listados del DSM-IV, presentados como una “clasificación” por los autores
del manual (Cf. Cornaglia, 2015, para una crítica de esa “clasificación”) no es más que un listado
de designaciones de ‘agregados’ (Cf. “Aggregate”, Jaspers, 1991; Kraus, 1991). Esa pseudoclasifica-
ción excluye todos los conocimientos científicos de la época. La ideología que la sostiene permite
ocultar toda referencia específica a las clases químicas de “drogas”, por ejemplo las benzodiace-
pinas y a sus mecanismos de acción.
Así, aunque, a partir de la observación del listado, puede captarse la equivalencia (Cf. Piaget, 1977)
entre los “diagnósticos asociados a la clase de sustancias” designada como “alcohol” con la desig-
nada como “sedantes, hipnóticos o ansiolíticos”, no se enuncia el modus operandi común: agonismo
gabaérgico. Tampoco la designación “alcohol” se corresponde con los conocimientos de química,
preexistente, puesto que se trata de “alcoholes”. Cabe para todas estas designaciones, lo mencionado
por Bunge, en relación al concepto de significación imprecisa (Bunge, 2011a: 90) así: “Si un concepto
C es confuso, también lo será el término “t” que lo designe, aunque el término mismo sea un signo
nada ambiguo, esto es, aunque ‘t’ designe precisa y exclusivamente a C. Como un concepto puede
ser vago intensional y/o extensionalmente, el término correspondiente será indeterminado en la
misma medida. Y una indeterminación de la intención o la extensión de un concepto –de acuerdo con
nuestra definición de “significación”-, se reflejará en una imprecisión del término correspondiente”.
Nótese que las designaciones de los componentes de los listados de “diagnósticos”, de “trastornos”,
correspondientes a “alcohol” y a “sedantes, hipnóticos o ansiolíticos” son idénticos (Cf. tablas del
DSM IV): “dependencia, abuso, intoxicación, abstinencia, delirium por intoxicación, delirium por
abstinencia, demencia, trastornos psicóticos, trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad,
trastornos sexuales, trastornos del sueño” (APA, 1995: pp. 104-107).
Si bien el contenido posible de todos los trastornos relacionados con “sedantes, hipnóticos o
ansiolíticos” no se agota con los enunciados de los componentes de los listados del DSM IV (Cf. por
ejemplo las listas propuestas por Ashton, 2002) ello nos puede dar una idea precisa del problema
que estamos intentando plantear.
Por otro lado, otro componente imperceptible, en este ideológico y acientífico planteo de los DSM,
radica en la escisión y exclusión de todos las alteraciones somato-funcionales y tisulares relacio-
nados con la asimilación de los productos alcohólicos y benzodiacepínicos; así como de todos los
“trastornos” psicosociales implicados en la asimilación y acomodación (adaptación pasiva) de todos
los componentes del sistema de dependencia, en el cual se incluyen los productos de la industria
química (productoras de bebidas alcohólicas –y de otros productos alcohólicos– y en la industria
farmacéutica (para un análisis más extenso y detallado de todas estas cuestiones Cf. Cornaglia,
2014b, c; 2015a, b; 2016; Aguirre, 2016).
Las observaciones, cada vez más sistemáticas, realizadas desde 1984 en los grupos de alcoho-
lismo en Río Negro (cuando aún Pellegrini no los había designado como GIA) y a posteriori en los

Construyendo los Caminos del GIA 221


GIA, así como el análisis retrospectivo de lo observado en Alemania (durante el período 1980-1982,
en clínicas psiquiátricas), en los hospitales psiquiátricos de Córdoba (1982 a 1984; 1985 a1996) y los
resultados de las anamnesis individuales y familiares desde 1980 hasta 1998 nos iba permitiendo
elaborar un protocolo básico para el registro y análisis de las alteraciones de la salud determinadas
por los agonistas gabaérgicos “legales” (los alcoholes, las benzodiacepinas y sucedáneos); y por los
productos tabáquicos. A pesar que intentamos desarrollar actividades grupales equivalentes a los
GIA y al PIAF, no logramos organizar grupos terapéuticos destinados a transformar las relaciones
de dependencia en las que se incluían las BZDs. Por lo tanto, esa tarea quedó limitada solamente a la
terapéutica focalizada en individuos y sus respectivas familias (grupo primario). Correlativamente
a lo que habíamos aprendido en los GIA, acerca del trabajo interprofesional e interdisciplinario (por
ejemplo en la coordinación de los grupos, Cf. Pellegrini obras citadas; y Cornaglia, 1996c), el diag-
nóstico de los componentes individuales y grupales de la intoxicación y dependencia relacionadas
con las BZDz exigió, también, la conformación de un grupo interprofesional para afrontar todas las
dificultades emergentes en los tratamientos. Así la tarea diagnóstica y terapéutica era realizada, en
conjunto, por un grupo de profesionales de la medicina, psicología, fisioterapia, educación física,
enfermería, pedagogía, danzaterapia y del arte.
Gradualmente pudimos ir esbozando un protocolo de indagación, diagnóstico y psicoeducación.
Dado que, en la mayor parte de las consultas recibidas, las benzodiacepinas eran prescriptas por
médicos –en su mayoría no-psiquiatras– y tanto los consultantes, como sus familiares, conside-
raban imprescindible su toma, debido a la prescripción médica, debíamos desarrollar un minu-
cioso análisis de todos los efectos adversos (recurriendo generalmente a la lectura de los respectivos
prospectos, para evitar, en lo posible, la referencia a nuestra subjetividad) e iniciar así el proceso
diagnóstico, psicoeducativo y terapéutico correspondiente. Progresivamente fuimos elaborando un
listado de los errores más frecuentemente cometidos al indicar BZDs (Cuadro 1).

Cuadro 1. Errores más frecuentes al indicar benzodiacepinas


(Woggon, Cornaglia 2004: pp. 62-63)

• Prescribirlas de manera generalizada, sin conocimientos neurobiológicos y psicopatológicos


específicos.
• Creer que todo tipo de ansiedad y/o angustia requiere prescripción de benzodiacepinas u
otros ansiolíticos sin diferenciar entre las formas sanas de ansiedad/angustia y las enfermas.
• Diagnosticar sólo un síntoma (por ejemplo ansiedad/angustia) sin considerar el síndrome del
que forman parte (frecuentemente depresión y/o trastorno bipolar).
• Creer que la potencia de cada tipo de benzodiacepina resulta del número entero que indica
la cantidad de miligramos (es decir, que cuantos menos miligramos contiene un preparado,
comparado con otra benzodiacepina de más miligramos, menos potente es).
• Creer que la potencia es mayor cuanto más unidades contiene el número entero (por ejem-
plo: recetar una benzodiacepina cuya presentación contiene una dosis máxima de presen-
tación 2 mg. por comprimido (Ej. clonazepan), porque su potencia es menor que la de otra
benzodiacepina cuya dosis alcanzan a 5 mg., 6 mg., o 10 mg. (Ej. diazepan). La potencia de
las benzodiacepinas es inversamente proporcional al número entero que indica la dosis
de presentación en miligramos. A mayor potencia, presentaciones con menor cantidad de

222 Libro Colectivo del GIA


miligramos (0,25-0,50-1-2-2,5 mg.); a menor potencia presentaciones con mayor cantidad de
miligramos (510 mg.)
• Desconocer las relaciones de equivalencia, en la potencia, entre los diversos tipos de
benzodiacepinas.
• Realizar la prescripción sin conocimiento de las características personales y familiares (ge-
néticas y comportamentales) del ser humano que las recibirá, en especial: antecedentes de
consumo de drogas de abuso y dependencia (nicotina, cafeína, etanol, analgésicos, etc.), o de
la actividad que realiza (por ejemplo: conducir vehículos o máquinas, ser maestro de escue-
la, cuidar niños, atender pacientes, etc.), o la edad (los ancianos en Argentina, y también en
otros países sufren frecuentes fracturas de cadera por recibir benzodiacepinas), o tipo de pa-
tología preexistente (por ej. enfermedades que determinan depresión del sistema nervioso
central).
• Confundir el tamaño del comprimido con su potencia. Por ejemplo: creer que, mientras más
pequeño el comprimido, por lo tanto menos potente.
• Creer que el paciente puede determinar por sí mismo la circunstancia y la dosis más adecua-
da para cada toma (Por ej.: “Tómelo cuando le haga falta”).
• Creer que pueden tomarse indefinidamente sin riesgo alguno.
• Creer que cualquier perturbación que aparezca durante su toma no debería relacionarse
nunca con la sustancia, sino que únicamente se debería a otras variables intrínsecas, única-
mente, al sujeto que las recibe.
• No considerar que la indicación a un adulto podría implicar su utilización por parte de un
niño o adolescente. Desconocer que cualquier sujeto más joven puede aprender a consumir-
las por imitación, refuerzo y/o identificación con integrantes adultos de su familia.
• Desconocer que las personas que las consumen tienen tendencia a indicarlas a otras.
• No informar adecuadamente a cada paciente y a sus familiares.
• No recomendar la lectura atenta de los prospectos.

Así, en nuestra praxis, indagábamos sistemáticamente todos los signos de asimilación alcohó-
lica, benzodiacepínica y de humo tabáquico (incluyendo tanto la inhalación activa como pasiva).
Conforme a nuestra experiencia en los GIA y a la relación histórica de asimilación de bebidas alco-
hólicas (aproximadamente desde 2000 a 3000 años a.C.) fuimos estableciendo una secuencia de
indagación individual y familiar comenzando siempre por explorar minuciosamente la asimila-
ción alcohólica directa (desde la vida intrauterina), las determinadas indirectamente por medio
de inducciones semiósicas (mensajes, signos comunicados intra y extrafamiliarmente, determi-
naciones culturales e ideológicas); y las determinaciones económico-geopolíticas. A continuación
indagábamos la asimilación de humo de cigarrillo de tabaco (con todos sus componentes) y segui-
damente la asimilación benzodiacépinica (emergente en Argentina en los últimos 60 años). En lo
posible tratábamos de extender esta investigación clínica a todos los miembros de la familia nuclear
y extensa de quienes consultaban. En todos los casos explicábamos en detalle las relaciones exis-
tentes entre cada uno de los componentes de esa clase de “poliadicción” y la necesidad de afrontar
y transformar la asimilación de todos ellos.

Construyendo los Caminos del GIA 223


En el proceso psicoeducativo y psicoterapéutico surgía un grave problema, en relación con las
BZDs (“tranquilizantes”, en el decir de la gente): todos los consultantes justificaban su “toma” por
las prescripciones de otros facultativos. Por lo demás, a esa justificación (entendible desde la pers-
pectiva de las relaciones de micro-poder que se dan en las consultas a médicos, cuando la mayoría
tiende a prescribir lo mismo) se le sumaban las conocidas racionalizaciones y negaciones referidas
al: “tomar media copa” o “muy poco” de bebidas alcohólicas; fumar “dos o tres cigarrillos”; y/o “tomo
una pastillita chiquita” (de 0,25 o 0,50, o 1 o 2 mg.). Más difícil era y es intentar comunicar las rela-
ciones de equivalencia e identidad en la neurotransmisión, resultantes de la asimilación de cosas
aparentemente tan diferentes como las bebidas alcohólicas, el humo de cigarrillo de tabaco y las
“pastillas tranquilizantes”, relaciones, todas ellas, no captadas por la mayor parte de los profesio-
nales dedicados a la salud humana (como también nos había ocurrido a nosotros durante años).
Así fuimos configurando el programa C.ALMA, primeramente en su forma pragmática y con
escasa formulación enunciativa. En 2008 definíamos C.ALMA como:
“Un programa terapéutico, con cuerpo y ‘alma’, para seres humanos afectados por
el consumo de benzodiacepinas y otros tranquilizantes.” (Cornaglia, 2010a)

Recién en 2010 fue posible delinear más en detalle todo lo que veníamos haciendo en la terapéu-
tica y en la prevención terciaria relacionada con esa clase de dependencia, alcanzando una concep-
tualización y definición más detallada (Cf. más abajo). En la introducción a ese texto (Cornaglia,
2010a) planteábamos los problemas usuales que se evidencian en diferentes estudios epidemioló-
gicos en relación a este componente de la “poliadicción”. En efecto, los nuevos datos de prevalencia
de “consumo”, en Argentina (totalmente ausentes en las publicaciones del PEPSI, ver más arriba)
sólo se referían a: “Sustancias consumidas sin indicación médica o en mayor cantidad o por más
tiempo de lo indicado por un/a médico/a” (INDEC, 2008: 1). Con lo cual quedaba escotomizado un
dato de la realidad, más que relevante: lo más frecuente en las consultas era la asimilación de
productos BZDs en myor cantidad o por más tiempo de lo indicado y, menos frecuentemente, sin
prescripción médica.
Así veníamos observando y registrando los hechos emergentes en nuestra praxis (consultas
domiciliarias y ambulatorias provenientes de diferentes provincias argentinas) y en conjunto con
otro colaborador (Alonso, 2000) habíamos podido elaborar nuestros propios datos de prevalencia
de punto y período de consumo de benzodiacepinas.
Lamentablemente, los problemas de salud, motivantes de las consultas, evidenciaban la creciente
combinación de “drogas legales” entre sí (no sólo de bebidas alcohólicas, cigarrillos de tabaco, “tran-
quilizantes”, otros psicofármacos, y fármacos analgésicos, digestivos, laxantes, antihipertensivos,
anticonceptivos; bebidas con coca y cola, “energizantes” y otros productos xantínicos); y de “drogas
ilegales” entre sí; o en combinación con las primeras. En los casos de la asimilación de “drogas
ilegales”, su incorporación había sido precedida regularmente, siempre, por las “drogas legales”,
según la secuencia antes mencionada.
La gravedad creciente de los hechos comunicados en las consultas nos iba demostrando las limi-
taciones de la terapéutica ambulatoria, por lo cual fue necesario e imprescindible crear nuevos

224 Libro Colectivo del GIA


dispositivos de trabajo, que permitieran atender a quienes, incluso, ya habían sido internados en
diferentes instituciones privadas y públicas (servicios generales, psiquiátricos y de salud mental)
sin obtener mejoría en su estado. En todos los casos, la “poliadicción” a drogas legales no había
sido diagnosticada, ni tratada. Generalmente la “internación” se centraba en la desintoxicación de
“droga ilegales”; manteniendo el “consumo permitido” de cigarrillos de tabaco, durante el período
de internación y la asimilación de bebidas alcohólicas, “reducida” y “regulada” tras el alta. Las
benzodiacepinas (y otras drogas agonistas gabaérgicas) por el contrario, se incluían dentro del
esquema de fármacos prescriptos. El resto de “drogas legales” (otros fármacos, bebidas con cola
y coca, “energizantes”, productos cafeínicos) no eran incluidos en el proceso diagnóstico, ni tera-
péutico. Dadas todas estas condiciones nos vimos en la necesidad de crear un dispositivo de aloja-
miento que permitiera superar las limitaciones del tratamiento ambulatorio, cuando la gravedad
del caso y las falencias de internaciones anteriores no permitía establecer un programa de posible
eficacia. Contiguamente al predio del SUPEH, en el que funcionaba nuestra institución, se dio la
posibilidad de contar con dos espacios para alojamiento (previamente existentes). Uno de ellos perte-
necía a otro sindicato y el restante a una comunidad religiosa católica (Schoenstatt). Así comen-
zamos a proponer estadías para tratamientos a las parejas y familias consultantes, organizando
estadías terapéuticas, con programas que cubrían las 24 horas del día, con una extensión de una o
más semanas. Este mismo esquema fue aplicado a la atención en el hogar, cuando las circunstan-
cias lo permitían. Progresivamente, conforme la organización de nuestro grupo profesional lo posi-
bilitaba, comenzamos a ofrecer tratamientos intensivos en diferentes lugares de las sierras cordo-
besas. Estos emergentes clínicos, condicionadas por las transformaciones endo-epidémicas (al decir
de Carrillo) y determinados por los modos de producción, modos y estilos de vida (Breihl, 2003) y
las determinaciones sociales, económicas, políticas globales y regionales; en conjunto con el desa-
rrollo de nuestras referencias epistémicas, praxis, métodos, técnicas, estrategia y táctica, basadas
históricamente en los GIA, nos posibilitaron crear un nuevo dispositivo de trabajo que comenzamos
a designar “Terapia Intensiva Focal”.

11. De los GIA, el PIAF y CALMA a la Terapia Intensiva Focal (2003)


Como había ocurrido con la construcción de los GIA, el PIAF y el Programa CALMA, la relación
dialéctica, dialógica (Herzka, 1995; Herzka et al., 1999ª; Herzka, 1999b) y recíproca entre praxis y
episteme, y las demandas de atención, referidas a los hechos antes mencionados, íbamos logrando
aportar programas intensivos, en los que íbamos integrando todas las experiencias y constructos
previos. Recién en 2003 pudimos realizar una primera formulación conceptual, de esa construc-
ción práxica-epistémica, asignándole el nombre de Psicoterapia Intensiva Focal (Fokale Intensive
Psychotherapie; Cornaglia, 2003). Las exigencias de los hechos de polidependencias, cada vez
más graves, requerían más frecuentemente la realización de programas terapéuticos intensivos.
Simultáneamente la elaboración epistémica, metódica y técnica, por medio de un trabajo cada vez
más interdisciplinario (Cf. Piaget, 1972; 1975a, b) con diferentes científicos y profesionales argen-
tinos y extranjeros, nos permitían complejizar y extender nuestro ECRO (Esquema Conceptual,
Referencial y Operativo. Pichon Rivière, 1983,1984). Tras sucesivas elaboraciones conceptuales,
en 2011, fue posible formular una definición más acabada (Cornaglia, Fiore, 2011): “La TIF es: un

Construyendo los Caminos del GIA 225


encuadre terapéutico, una metaterapia, un sistema terapéutico de transición, una urdimbre virtual,
una estrategia terapéutica. La TIF es terapia y salutogénesis. Lo intensivo y lo focal incluyen formas y
contenidos diversos” (Op. Cit., p 1). Desde entonces, hasta 2018, ha sido posible aplicar este modelo de
atención en muy diversas regiones de nuestro país, especialmente en la región de la Pampa Húmeda
y de la Patagonia. De esta forma hemos tratado de ir esbozando un conjunto de dispositivos terapéu-
ticos y salutogénicos que, partiendo de toda la labor GIA, pudieran complementar la labor fundante
y matricial del Sistema y la Red GIA, cuando la diversidad y gravedad de los hechos de poliadic-
ción así lo imponían. Es posible que en el futuro inmediato y mediato sea posible construir otros
modelos terapéuticos y salutogénicos para afrontar todos los componentes de los problemas gene-
rados por la poliadicción, pero desde nuestra perspectiva y de acuerdo a nuestra labor, desde 1984
hasta 2018, el constructo y el modelo GIA poseen propiedades y posibilidades praxiológicas, episte-
mológicas, metodológicas, socio-tecnológicas que por ahora, ningún otro modelo desarrollado en el
mundo occidental posee; tanto para la prevención secundaria, como para la prevención primaria
y terciaria en alcoholismo; sino también para dar sustento, a todos o algunos de los componentes,
de otros modelos que pueden derivarse, inferirse y desarrollarse partiendo de él.
Por medio del dispositivo de Terapia Intensiva Focal hemos atendido miembros de diferentes fami-
lias y la familia toda, a partir de los emergentes familiares que motivaron las consultas. El trata-
miento siempre ha sido en el domicilio familiar o en los domicilios alquilados ad-hoc. En algunos
casos, con grave descompensación somática (deshidratación severa, disfunción polisistémica; riesgo
cardíaco y/o respiratorio, etc.) hemos realizado parte del tratamiento en el marco de servicios sana-
toriales generales (con disponibilidad de UTI y profesionales de diversas especialidades médicas).
En todos los casos tratados existían antecedentes familiares, en tres generaciones, de polidepen-
dencia con bebidas alcohólicas y cigarrillos de tabaco, productos cafeínicos y bebidas con cola y
coca, y en algún miembro (hasta abuelos) con benzodiacepinas. En el depositario de la consulta, el
miembro de la familia designado como “enfermo”, existía siempre la polidependencia con bebidas
alcohólicas, cigarrillos de tabaco y productos cafeínicos; en algunos además, benzodiacepinas y
cantidad variable de otros fármacos (en especial analgésicos, incluidos los “opiáceos”) y “bebidas
energizantes”; y algunas “ilegales” (de acuerdo a la siguiente serie de mayor a menor: “porros de
marihuana”, “cocaína”, “alucinógenos”, “éctasis”, “hongos”, “quetamina” (y diversos preparados
sin identificación posible de su composición). En los casos de las designaciones de estas “drogas
ilegales” empleamos el nombre dado por quienes consultan, pero es sabido que la composición
química contiene muy diversos componentes y no una única molécula. Hemos atendido a seres
humanos quienes llegaron a la consulta con un estado de polidependencia con diversos fármacos
(siempre con benzodiacepinas y hasta 30 marcas comerciales de fármacos legales). En dos casos,
esposas de médicos, con dosis diarias de 2 a 6 ampollas de morfina diarias. En general la mayoría
de los casos llevaban años de tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico, con sucesivas interna-
ciones y desmejoría gradual. En todos ellos las benzodiacepinas habían sido prescriptas (nunca se
las había incluido como componentes del problema) y generalmente se había omitido el tratamiento
de la polidependencia con bebidas alcohólicas, cigarrillos de tabaco, bebidas xantínicas y energi-
zantes. Todos los intentos terapéuticos se habían referido a las “drogas ilegales”. Por el contrario,

226 Libro Colectivo del GIA


en el encuadre de la TIF, el problema era definido como polidependencia múltiple con “drogas” y
no sólo de “drogas” (incluyendo a todos los miembros de la familia en el problema) e incluyendo
todos los componentes de la polidependencia con drogas.
Es así como, siguiendo ese camino, nuestros desarrollos no concluyeron con el constructo de
la Terapia Intensiva Focal, sino que se diversificó también en otras direcciones, incluida la conti-
nuidad de la labor didáctica en las universidades, iniciada en 1988 (Cf. ut supra).

12. La poliadicción en las universidades, los aportes del GIA y del PIAF (2001)
Todos los componentes, del problema de la poliadicción, emergían como el evento de mayor preva-
lencia e incidencia en nuestras Universidades, como habíamos comenzado a captar, por las suce-
sivas observaciones en las Universidades Nacionales y Privadas, y por medio de la aplicación de la
encuesta mencionada ut supra. Impedido el trabajo del autor, en la Universidad Nacional de Córdoba,
llegaron invitaciones para trabajar en otras Universidades; entre ellas en la Universidad Nacional
del Comahue (Río Negro y Neuquén) y en la Universidad de Flores (privada, sede de Cipolletti).

12.1. GIA y PIAF. Facultad de Ciencias Médicas de


la Universidad Nacional del Comahue
En la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Comahue se nos encomendó la
tarea de organizar la primera Cátedra de Psiquiatría, de esa Universidad (y de la región Patagónica)
a partir de octubre de 2001. Como parte de las actividades, incluidas en el programa propusimos
a todos los estudiantes cursantes, la participación en un GIA (con la colaboración del GIA preexis-
tente en la administración municipal de la ciudad de Cipolleti, coordinado por Mónica Pereira, Lic.
en Trabajo Social, y una colega médica generalista del mismo grupo), y un PIAF (a cargo de la Lic.
Graciela Fiore), creados ad-hoc.
El modelo GIA nos había enseñado que el problema del alcoholismo es de todos; por lo tanto,
también de la población universitaria. Pero también la tarea en los GIA nos había enseñado la
magnitud y cualidad de la negación, de la renegación y el rechazo (Laplanche y Pontalis, 1974; Saurí,
1989) de esos problemas, extensiva también a la poliadicción a “drogas legales” y sus respectivas
determinaciones, por lo cual pensábamos que si estos hechos, estructurantes de la vida humana,
no encontraban un lugar en la enseñanza de la medicina, estaríamos contribuyendo a mantener
el status quo tan perjudicial para la salud de nuestro pueblo y de la población mundial.
Con los estudiantes, cursantes en la asignatura Clínica Psiquiátrica, como activos participantes
y observadores, en primera persona del singular y el plural, realizamos un estudio epidemioló-
gico, por medio de la encuesta aplicada en la UNC. En esta oportunidad nos fue posible estadificar
descriptivamente todos los resultados de la encuesta (Cornaglia, Fiore, Vera et al., 2002) y entre
otros datos, constatar que:

“En el 100 % de los hogares de los encuestados existía té, en el 94,9 % yerba mate,
café en el 84,6 % y cacao en el 76,9 %. En cuanto a las bebidas con etanol: el vino
se encontró en el 56,4 % de los hogares, la cerveza en un 25,6 % y las bebidas
blancas en el 38,5 %. Por su parte la presencia de fármacos en los hogares mostró la
siguiente distribución: El 89,7 % disponía de algún tipo de fármacos en su domicilio.

Construyendo los Caminos del GIA 227


Analgésicos el 89,7 %, ansiolíticos el 28,2 % y antidepresivos el 5,1 %. En lo referido
a cigarrillos de tabaco: el 51,3 % poseía entre 1 y 4 paquetes en su hogar”.

Durante todo el proceso de aplicación y evaluación de la encuesta los estudiantes podían parti-
cipar en el GIA ad-hoc y en el PIAF, así intentábamos mostrar y demostrar que la labor epidemió-
lógica incluye a quien investiga y que esa investigación es una tarea no solamente aloplástica (es
decir, dirigida a otros) sino, al mismo tiempo autoplástica, individual, grupal, institucional y recí-
procamente. Una tarea similar la realizamos con el estudiantado de la asignatura Psicología Clínica
III, en la carrera de Psicología de la Universidad de Flores (sede Cipolletti).

12.2. GIA PIAF. Poliadicción en la Universidad Nacional de


la Patagonia Austral y uso racional de fármacos
Años después comenzamos una labor académica en la Universidad Nacional de la Patagonia
Austral (UNPA), en la Unidad Académica de Puerto San Julián (UASJ, provincia de Santa Cruz), en la
costa atlántica, a partir de la interacción con Giorgis (Lic. en Psicología y Magister en Salud Mental),
coordinadora del GIA de la localidad de Gobernador Gregores (Santa Cruz), con Larry Andrade,
Profesor de la UASJ, quien facilitó la comunicación con las autoridades.
Propusimos comenzar actividades de posgrado referidas a la “Dependencia de Drogas. Diagnóstico
y Terapéutica”, siguiendo la misma estrategia aplicada en los GIA ya aplicada en la UNC, en la UNCO
y Universidad de Flores (Cf. ut supra). Es decir, postulando el problema del alcoholismo y la alco-
holización poblacional como objetivo prioritario a afrontar en todo plan, programa, proyecto de
salud tanto dentro de las Universidades como en la población en general.
Nuestra tarea fue desarrollar una actividad intrauniversitaria, partiendo de la hipótesis de
las determinaciones y consecuencias, de la alcoholización y del alcoholismo y su prolongación en
otras dependencias, en el proceso de construcción colectiva e individual de salud-enfermedad
(Con Pellegrini ya habíamos realizado, en la región Patagónica, incluso en Caleta Olivia –norte de
Santa Cruz-, un curso sobre “Formación del Recurso Humano en Salud”, durante 1992, además de
toda la tarea GIA en esa provincia y la primera experiencia en 1988 en el Hospital de Gral. Roca,
Cf. más arriba, Pellegrini, 1988). De ahí que nuestro programa de posgrado incluía la tarea GIA en
la Universidad y la aplicación de la Encuesta, ya empleada en Córdoba y Cipolletti.
En la localidad de Puerto San Julián existía un GIA coordinado por Villafañe (2004) y el Sr. José
Cárcamo (quien había padecido todas las consecuencias de la dependencia relacionada con bebidas
alcohólicas). Dado que Villafañe (Médica Generalista y Magister en Salud Mental, en ese entonces;
posteriormente también especialista en Psiquiatría) había continuado su actividad profesional en
la ciudad capital de Santa Cruz (Río Gallegos) y después en la Dirección Nacional de Salud Mental,
la actividad del GIA se había reducido a una expresión mínima. Por ello, con el Sr. Cárcamo y un
grupo de docentes y estudiantes de la UASJ (Carrera de Enfermería) coordinados por Marta Aliaga
(Prof., Magister en Salud Mental y Lic. en Enfermería, y Directora de esa Carrera) y Alfredo Benítez
(Enfermero profesional y docente de la UASJ, colaborando con Cárcamo en la coordinación GIA)
fuimos realizando simultáneamente la labor de enseñanza / aprendizaje, extensión e investiga-
ción, intentando reconstruir el GIA, revinculándolo con la Universidad, como fundamento de toda
la actividad a desarrollar.

228 Libro Colectivo del GIA


Como parte de la actividad de Posgrado, propuesta en la UASJ, incluimos un nuevo componente
curricular, el curso Uso racional de fármacos. El caso de los fármacos más prescriptos en Argentina,
contenidos ya desarrollados en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en la Universidad Nacional
de Cuyo (UNCuyo) y la Universidad Nacional del Comahue (UNCO). A partir de la labor conjunta
con Aliaga fuimos conformando un grupo de trabajo con enfermeras, enfermeros, estudiantes de
enfermería y psicólogos para realizar tanto una actividad intramuros (en la Universidad) como en
la comunidad de Puerto San Julián, en coordinación con el Sr. Cárcamo recreando el GIA incluyén-
dolo en la labor intrauniversitaria. Resultados de esa labor fueron: a) el reinicio de las actividades
del GIA en un Centro de Salud; b) enseñanza de grado y posgrado; c) extensión universitaria (con
escuelas primarias, secundarias, terciarias y con las diferentes instituciones públicas de las juris-
dicciones municipal, provincial y nacional; así como con diversas organizaciones comunitarias);
todas ellas referidas a la alcoholización, el alcoholismo (en primer lugar) y a todas las formas de
polidependencia; d) una labor de investigación por medio de un doble instrumento: la Encuesta
(aplicada en UNC y UNCO, reformulada) y la participación de comunicantes claves (integrantes del
GIA y miembros de la comunidad universitaria: estudiantes, docentes y no docentes).
A diferencia de nuestras anteriores investigaciones en universidades, destinadas sólo a la pobla-
ción estudiantil y su familia nuclear o grupo de convivencia, incluimos la población de docentes y
no-docentes de la UASJ y familia nuclear o grupo de convivencia. El componente cuali-cuantitativo,
de la primera fase de la investigación, realizada con el estudiantado, fue la aplicación de la encuesta
Exposición a sustancias químicas y su relación con intoxicación, dependencia psíquica y neuroquímica,
en la familia nuclear de estudiantes universitarios de la UASJ-UNPA (Cornaglia, Galván, 2012), publi-
cada en 2014 (Cornaglia, Galván, Aliaga et al., 2014).
Si bien los resultados de la investigación realizada en Cipolletti nos habían demostrado la mayor
prevalencia de la existencia de productos cafeínicos en los hogares de la población estudiantil,
comparada con las restantes “sustancias” indagadas, recién en el nuevo estudio realizado en Puerto
San Julián pudimos indagar, con mayor precisión, este componente de la exposición, poniendo a
prueba esa hipótesis. Los primeros resultados de este estudio ratificaron esa presunción. La mayor
parte de los estudios epidemiológicas, referidos a “drogas legales”, excluyen los productos cafeí-
nicos (sean: fármacos, bebidas envasadas, infusiones, chocolates, etc.), como otros productos xantí-
nicos y otras clases de fármacos. Esta tendencia epidemiológica se relaciona con diversos presu-
puestos no explicitados (la legalidad, la normalidad, la prescripción médica, las creencias acerca
de la inocuidad, la naturalización, etc.).
Los resultados de esta investigación mostraron la siguiente serie de prevalencia de vida en la
asimilación de los estudiantes de la UASJ-UNPA:

“…productos consumidos: cafeínicos / farmacéuticos / bebidas etílicas /


nicotínicos. (…) La observación del consumo cotidiano evidencia que los productos
xantínicos (cafeína, teína, mateína) y derivados de la hoja de coca (estimulantes
centrales) son asimilados diariamente como infusiones, bebidas cola, bebidas
‘energizantes’ y ‘fármacos’” (Cornaglia, Galván, Aliaga et al., 2014: 84)

Construyendo los Caminos del GIA 229


Esta tendencia a excluir de la investigación los hechos relacionados “con drogas legales” es
muy antiguo y se basa muy posiblemente, en primer lugar, en la determinación histórico-
cultural y a posteriori, también, en las determinaciones económico-políticas. Pareciera
que, tanto más tiempo, una población lleva asimilando ciertos componentes naturales y/o
culturales, y todos los comportamientos de dependencia implicados, tanto más se experimenta
ese hecho como natural, histórico y no cultural. Si, además, esta tendencia de la urdimbre
creencial se incluye en ideologías condicionadas por ciertos modos de producción (en el
marco de sistemas político-económicos específicos), entonces los intereses de ciertos grupos
de poder pueden inducir la asimilación en el sentido de sus conveniencias, ratificando la
naturalización ya preexistente. En los GIA se ha indagado, indaga y elabora intragrupalmente
esta determinación en todos sus sentidos y consecuencias. Pero esa tendencia normalizante y
naturalizante, se ha prolongado en otras costumbres de los pueblos, en especial, cuando esas
pautas culturales migran (por diversos medios, sobre todo por la comercialización y las rentas
eventuales) de un continente a otro, o de una isoidía cultural (Pagés Larraya, 1982) a otra.

En esas circunstancias, las mercancías, los mensajes y discursos correlacionados, componentes


de los actos de polidependencia, se constituyen en un medio para ejercer el poder geopolítico-econó-
mico sobre el pueblo a invadir, conquistar y dominar, como ha ocurrido con las bebidas alcohólicas
en la historia de nuestra América (Cf. entre otros Morisoli y Pellegrini obras citadas); con la coca,
en los pueblos andinos; el opio en India y China; con el café en Europa y en otros continentes; con
las bebidas con cola, coca y cafeína; con los psicofármacos barbitúricos, benzodiacepínicos (y deri-
vados) fármacos, entre otras mercancías, en la mayor parte de las regiones del mundo globalizado.
Generalmente, la nueva mercancía impuesta, es asimilada, culturalmente, por medio de diversas
inducciones, apoyándose en las estructuras prelógicas animistas (Piaget, 1970a) e imitativas (Piaget,
1961) y en los procesos de asimilación y acomodación, propios de la adaptación (Piaget, Inhelder,
1969; Piaget et al., 1970), o de la adaptación pasiva (Pichon Rivière, 1984) de nuestro psiquismo; y
de la interiorización (Laplanche y Pontalis, 1974) de relaciones interhumanas; así como de la inter-
nalización de la realidad social objetiva (Berger, Luckmann, 1984).
Por ello la preeminencia y prioridad a otorgar a la alcoholización y al alcoholismo, en el trabajo
terapéutico y preventivo, ha sido y es un componente originario, fundamental, sistémico, y estruc-
tural del modelo GIA. Un evento histórico ilustra paradigmáticamente esta asimilación cultural.
Cuando el café (como infusión) comenzó a ser introducido en Europa, desde Oriente, se lo designó
como el “vino negro” (Artusi, 2013). En Alemania, la legislación prohibió su consumo, para impedir
la eventual competencia del “vino negro”, de ahí que su consumo fuera concebido como una trans-
gresión (como lo relata la Cantata del café de Bach). Hoy la mercancía ‘café’ cotiza en diversas bolsas
de valores del mundo y su comercialización funciona como un commodity (Artusi, 2013).
El análisis de las determinaciones históricas (tanto individuales como colectivas) ha sido y es un
método siempre presente en el modelo GIA y este ejemplo nos muestra como (en la génesis socio-cul-
tural histórica de este hecho) el “café” quedó asimilado a las bebidas alcohólicas, en diferentes
circunstancias y contextos. Es infrecuente que el beber café anteceda (en la sucesión diacrónica
inmediata) a la ingesta de bebida alcohólica, generalmente le sigue; pero a posteriori le antecede
(si se consideran segmentos diacrónicos circadianos y semanales).

230 Libro Colectivo del GIA


Esta tendencia cultural puede correlacionarse con las propiedades bioquímicas de la interacción
del organismo con las bebidas alcohólicas-café. El conocimiento de estos hechos y las posibilidades
de obtener y mantener ganancias óptimas han sido captadas, también, por la industria farmacéu-
tica: la cafeína ha sido y es incluida en muy diversos productos y marcas comerciales (“Cafiaspirina”
de Bayer; “Ibuevanol plus” e “Ibuevanol Max”, de Glaxo-Smith-Kline, etc.). A pesar de su divulga-
ción y extendida asimilación, en gran parte de la población mundial, la farmacología, los epide-
miólogos y los terapeutas han tardado en entender todas estas complejas relaciones. Recordemos
que históricamente y en la actualidad la farmacología y la farmacéutica incluyeron diversos prepa-
rados alcohólicos y cafeínicos (Cf. Litter, 1973, capítulo sobre farmacología especial, depresores y
estimulantes centrales).

13. GIA, alcoholización y benzodiacepina con alcoholes. El Valium de Roche.


En el prospecto europeo español, referido a la ampolla de Diazepam, de la marca Valium, de
Roche Farma S.A., se enuncia:
“Composición de Valium. El principio activo es diazepam. Cada ampolla de 2 ml contiene 10 mg
de diazepam. Los demás componentes son etanol, alcohol bencílico, propilenglicol, hidróxido sódico,
ácido benzoico (E-210), benzoato sódico (E-211) y agua para inyección” (AEMPS 2017).
No sólo por medio de su producto farmacéutico, diazepam, Roche trataba y trata de prolongar
la polidependencia gabaérgica (según conocemos actualmente), iniciada históricamente con las
bebidas alcohólicas; sino además mediante la inclusión de alcoholes en sus preparados de Valium.
En el mismo prospecto pueden leerse diferentes enunciados que evidencian la manipulación, induc-
ción e imposición que ha realizado y realiza esta firma globalmente:
“(…) Valium contiene etanol, alcohol bencílico, ácido benzoico y benzoato de sodio.
(…) Este medicamento contiene 8 % de etanol (alcohol); que se corresponde con una
cantidad de 170,5 mg por dosis, lo que equivale a 4,3 ml de cerveza o 1,8 ml de vino. Este
medicamento es perjudicial para personas que padecen alcoholismo.” (AEMPS 2017).

Litter (1973: 275) ya había mencionado hace cuatro décadas, el “Peligro de las drogas tranquilizantes”:
“En estos últimos años se ha hecho muy intensivo el uso de las drogas tranquilizantes (…).
Pero el empleo mayor corresponde a los tranquilizantes menores para aliviar los estados de
tensión y ansiedad (…) es así como en 1957, un tercio de todas las prescripciones médicas en
el citado país (EE.UU.) se hizo a base de tranquilizantes (…) y en 1960 se vendieron tres mil
millones de tabletas de meprobamato. (…) Como puede observarse se hace gran uso y abuso de
los tranquilizantes, lo que tiene su peligro, pues dichas drogas tienen serios inconvenientes
en su empleo. Dichos peligros son los siguientes (Dickel y Dixon, 1957; Hollister, 1964):
a) peligro físico para el paciente: reacciones adversas producidas por las drogas, con
casos de muerte; b) fenómenos de dependencia, que se observan con los tranquilizantes
menores; c) peligro emocional para el paciente, trastornos creados por la droga en personas
generalmente normales, en los que la misma puede precipitar una seria reacción de ansiedad;
d) peligro para el médico, debido a la presión por parte de la propaganda comercial y de
los mismos pacientes, que lo llevan al empleo indiscriminado de dichos fármacos, muchas

Construyendo los Caminos del GIA 231


veces sin realizar un diagnóstico correcto; e) peligro para la sociedad, pues un estado de
tranquilidad demasiado pronunciado es capaz de frenar tendencias sociales y hasta el
progreso de los pueblos (Dickel y Dixon, 1957). Los citados peligros se agravan por la venta
libre que existe de las citadas drogas en ciertos países; afortunadamente en la mayoría de
los mismos, dicho expendió está controlado y en el nuestro, por el decreto Nº 257/1964, los
psicofármacos sólo se despachan por prescripción médica y el farmacéutico únicamente
puede expender un envase, requiriéndose nueva receta para la venta del siguiente”.

Litter, además, podía discriminar las limitaciones ideológicas del “Comité de Expertos de la OMS
en Drogas Toxicomanígenas” (Litter, 1973: 117) al diferenciar “tipos de dependencia”. Justamente
ese comité no incluía el “tipo alcohólico”, ni el “nicotínico”, ni el “cafeínico”, en los tipos de depen-
dencia, si reconocidos por Litter. Aun en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-9),
de la OMS, no se mencionaba la dependencia de benzodiacepinas como forma especial, y sólo se
la aludía; como también lo señalaba Litter (Op. Cit., p118), como “304.1 Del tipo de los barbitú-
ricos: Barbitúricos. Sedantes y tranquilizantes no barbitúricos de efecto similar: clordiazepóxido,
diazepam, glutatimida, meprobamato” (OMS, 1978). Además, esta “clase” de “Dependencia de las
Drogas” excluía el “Sindrome de dependencia del alcohol” y la “dependencia del tabaco”, las cuales
en conjunto con la clase “305.4 Barbitúricos y tranquilizadores” eran incluidas como “Abuso de
drogas, sin dependencia” (OMS, 1978: pp. 4244).
Recordemos, también que el DSM-IV, en 1995 excluía a la “cafeína” de la “dependencia”, el “abuso”
y la “abstinencia” (APA, 1995: 104). Ni aquel comité de expertos de la OMS (1978), ni la Asociación de
Psiquiatría de “América” (1995) se habían anoticiado de los aportes de Litter. Mientras tanto el exce-
lente texto de Farmacología de Litter, Profesor Titular de Farmacología de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Buenos Aires, con el que fueron formados tantos médicos argentinos, fue desa-
parecido de las Facultades de Medicina para ser sustituido por el texto de Goodman y Gilman (Las
bases terapéuticas de la Farmacología). En este texto no existe referencia acerca de los peligros de
los tranquilizantes para la sociedad (Cf. Litter ut supra); el control social no existe para estos cien-
tíficos médicos y ni para quienes son sus últimos editores.
Toda la praxis y construcción teórica, grupal e institucional iniciada por Pellegrini en General
Roca, incluida y prolongada desde marzo de 1984, en el Programa de Salud Mental de la Provincia
de Río Negro, y a posteriori en las diferentes regiones y provincias argentinas; así como los nuevos
programas, que íbamos construyendo, para intentar afrontar el manifiesto polimorfismo de la
“poliadicción” y el “policonsumo”, fueron motivando nuestro desarrollo, no sólo en los sentidos y
direcciones singulares mencionados hasta aquí, sino también hasta lograr formular un Modelo de
Política de Estado en Adicciones.

14. Del modelo GIA y los programas PIAF, CALMA y TIF a


un modelo de política de estado en adicciones (2012)
En los primeros días de diciembre de 2012 presentábamos en Viedma, a solicitud del gobierno de
la provincia de Río Negro (Gobernador Alberto Weretilnek; Ministro de Gobierno Luis Di Giácomo)
un esbozo de un “Modelo de Política de Estado en Adicciones” (MOPEA). Cornaglia, 2012.

232 Libro Colectivo del GIA


En dos jornadas de trabajo, con la participación de representantes de los tres poderes del Estado
Provincial, comenzamos haciendo historia, refiriéndonos a los antecedentes políticos de un ‘Modelo
Argentino’, de la ‘Comunidad Organizada’, y del ‘Proyecto Nacional’ (Perón, 1974). En ese contexto
Perón había señalado que: “En las sociedades altamente competitivas devoradas por el consumo,
se debilitó el núcleo familiar y aparecieron diversas desviaciones, de las cuales las drogas y el alco-
holismo son las manifestaciones lamentables.” (Perón, 1974: 79). También mencionamos cómo ese
planteo, del entonces presidente, se vinculaba con los conceptos desarrollados en su segundo gobierno
en la década de 1950. Este concepto, publicado durante su tercer Gobierno, continuaba una línea de
trabajo político, económico, social y sanitario claramente definida en la Política Sanitaria Argentina,
en cuyo “Plan Sintético de Salud Pública” (Carrillo, 1952), para el período 1952-1958, se enunciaba:
“El problema de las toxicomanías debe resolverse mediante una coordinación entre el
Ministerio de Salud Pública, la autoridad policial y judicial. Centro especializado para
internación de toxicómanos. Reforma de la legislación en lo referente a toxicómanos que
deben equipararse a los enfermos mentales, como en el fondo lo son” (Carrillo, 1952).

La dictadura militar de 1955 y sus sucesivas réplicas destruyeron la posibilidad de desarrollar


aquella política, que tal vez hubiera permitido a nuestro país, no abandonar el lugar privilegiado
alcanzado en esa época, en todas sus expresiones, incluida la Salud Pública; y que nos hubiera
situado en el mismo nivel (o aún mejor) de las naciones que han desarrollado las mejores políticas
económicas, sociales y de salud existentes hasta la actualidad.
El “alcohol”, al decir de Cabred (1899), ya se había apoderado del Estado, en todas sus expresiones.
Por eso, no era para nada casual que, cuando en 1984 construimos el Programa de Salud Mental
Rionegrino, el problema del alcoholismo ya ocupaba el primer lugar en cualidad y magnitud; y
que, hubiéramos decidido afrontarlo por medio del trabajo grupal de acuerdo a la propuesta de
Pellegrini. Una vez mencionados, en aquella presentación, esos hitos históricos y la necesidad de
construir una política nacional a partir de la coordinación de diferentes ministerios (según algunos
lineamentos del Gobierno Nacional de 2008), nos referimos específicamente a la necesidad de cons-
truir un modelo político basado en el modelo del Sistema y la Red GIA. Para ese fin propuse, en esa
jornada en Viedma, a Mónica Pereira (Coordinadora del GIA de la ciudad de Cipolletti), realizar
una exposición acerca del modelo GIA. Así pretendíamos dejar en claro que el Modelo GIA, creado
en Río Negro, constituía el fundamento del Modelo de Política de Estado en Adicciones, que preten-
díamos esbozar.
Una vez que Pereira presentó en detalle todo el Modelo GIA, expuse un cuadro sintético de los
diferentes programas elaborados desde 1983 a 2012, que podrían constituir una referencia para la
eventual construcción de un modelo político para afrontar las “adicciones”.
En la secuencia de construcción de los programas presentados, el GIA constituye el antecedente
inmediato previo de todos ellos. Entendido de manera genética e histórica, el contenido y la estruc-
tura del Modelo GIA se aplica en primer lugar al problema históricamente prevalente, en nuestro
país y el mundo. Además, estructural y sistémicamente el modelo es aplicable a todos los problemas
humanos referidos a la dependencia con “drogas”. Lo cual no es idéntico a enunciar que el problema
es la droga, como surge de los enunciados mencionados en el “Plan Nacional de Reducción de la

Construyendo los Caminos del GIA 233


Demanda de Drogas 2016-2020” (SEDRONAR, 2016); o en la “European Union Drugs Strategy, 2013-
2020”; o en el plan alemán “Plan Nacional de Lucha contra la Droga. Medidas de lucha contra la
droga, medidas de asistencia para drogadictos potenciales y para toxicómanos” (Ministro Federal
de Sanidad, 1992; y en la “Fiscalización de drogas, prevención del delito y lucha contra el terro-
rismo internacional” (ONU, 2017).
De ahí entonces que, en base al Modelo GIA, con todos los componentes que lo fueron constru-
yendo desde 1984 al 2018 y todos los que se le podrán incluir sucesivamente, resulta posible a
nuestro juicio, no sólo desarrollar otros programas isomórficos, sino también postular un Modelo
de Política para afrontar la “dependencia con drogas”. Es decir, las formas de dependencia humana
que incluyen a las “drogas” como un medio más para someter a los seres humanos a los designios del
poder, que históricamente ha creado dispositivos sociales, económicos, políticos, culturales nacio-
nales y transnacionales para dominar, manipular, abusar, violentar y esclavizar la vida humana
en todas sus formas.
Las formas actuales de la polidependencia (que no incluye sólo a las “drogas”) han adquirido
configuraciones, que no hubiéramos podido pensar en 1984, entre ellas el emergente de las “fiestas
electrónicas”. En lo que sigue y para ir finalizando la exposición de nuestro concepto de “poliadic-
ción”, conceptualizado como “polidependencia”, presentaremos sintéticamente nuestra concepción
actual. Para ello reproduciremos el texto de un intercambio de ideas realizado con un prestigioso
jurista y profesor universitario pampeano, Eduardo Aguirre. (Ver http://www.derechoareplica.org).

Programas terapéuticos, preventivos (prevención primaria,


secundaria y terciaria) relacionados con la asimilación humana
de diferentes tipos de “drogas” (Cornaglia, 2010c, 2012)
1.Programa: Ideas
Referencias: Bertucelli, Cornaglia, 1983
Definición: Es un conjunto de ideas básicas para la planificación en Salud Mental.
Objetivos: Contribuir a la planificación, programación y organización de la atención de la Salud
Mental.
Indicaciones y aplicaciones: Aplicable en jurisdicciones municipales, provinciales y nacional.
2. Programa: Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA)
Referencias: Pellegrini, 1984-1989-1994, 2010 Pellegrini, Di Giácomo, 1989,1995
Definición: “El Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA) es la columna vertebral alrededor
de la cual se estructura el sistema de atención integral. De modo que hablamos de “Sistema GIA”
(Pellegrini, Di Giácomo, 1990: 91). Es un “sistema de atención, prevención y rehabilitación en alco-
holismo creado en Río Negro”. “La constitución de grupos de alcohólicos que luchan por su recu-
peración habilita en el hospital un espacio que afirma la existencia del problema” (Op. Cit., p.36) y
están constituidos “…por todos aquellos que sufren de modo directo el problema: alcohólicos, sus
familiares, sus acompañantes” (p.39), “…un grupo que se ofrece como sustento a la confusa decisión
de dejar de beber” (Pellegrini, Di Giácomo, 1990). “El GIA es una propuesta desde la institución de
la salud pública al principal problema de salud de la población”. “No separa asistencia de preven-

234 Libro Colectivo del GIA


ción, así como no descalifica la primera para idealizar la segunda”. “El GIA aborda los distintos
aspectos de la enfermedad desde la institución de la salud y lucha porque esta tenga un reconoci-
miento de la patología, como primer paso para desterrar el maltrato, la humillación y la cronifica-
ción…” (Pellegrini, 1994).
Objetivos: Dejar de beber y elaborar un proyecto de vida sin alcohol. Aprender “…sobre si mismo,
sobre los demás, sobre la enfermedad colectiva, sobre el padecer social, sobre las redes de apoyos
que se pueden constituir para salir adelante. Es un grupo en el que se van eliminado los obstáculos
que impiden saber” (Pellegrini 1996)
Indicaciones y aplicaciones: Seres humanos dependientes de la ingesta de alcohol; sus fami-
liares, amigos, todos quienes deseen participar de los grupos. / Alcohólicos, alcoholismo.
3.Programa: ITE Institución Terapéutica
Referencias: Cornaglia, 1984-1992
Definición: Es un programa para: 1) La investigación de instituciones de atención de la salud
mental; y de sus consecuencias patogénicas/ salutogénicas. 2) La evaluación y desarrollo de la
eficacia institucional.
Objetivos:Analizar la estructura y funcionamiento patogénico/ salutogénico de las Instituciones
de atención de la salud mental. Evaluar la eficacia institucional.
Indicaciones y aplicaciones: Instituciones de atención de la salud mental y de dependencia rela-
cionadas con drogas (hospitales, servicios, sanatorios, clínicas). Nota: en general todas nuestras
instituciones dependen del empleo de drogas.
4.Programa: Programa Integral para la atención del fumador (PIAF)
Referencias: Cornaglia, Fiore, García, 1998
Definición: Es un programa terapéutico grupal e individual. PIAF grupal se desarrolla en 12
sesiones, con tres fases (diagnóstico, terapéutica y estabilización). Consta de meso-programas y
microprogramas, destinados a atender los problemas somáticos, psíquicos y psicosociales relacio-
nados con el fumar tabaco. PIAF es integral pues incluye cada una de las estructuras y funciones de
integración (físicas, químicas, somáticas, psíquicas, psicosociales), relacionadas con el fumar tabaco.
Objetivos: Transformar las diversas formas de intoxicación y dependencia relacionadas con el
fumar tabaco (en cigarrillos y pipa).
Indicaciones y aplicaciones: Intoxicación crónica y aguda con humo de tabaco. Formas de depen-
dencia relacionadas con el fumar tabaco. Consecuencias somáticas, psíquicas y psicosociales del
fumar tabaco.
5.Programa: Calma (con cuerpo y alma)
Referencias: Cornaglia, 1994-2010
Definición:Calma es un programa salutogénico, terapéutico, preventivo para la atención de
seres humanos, quienes sufren problemas somáticos, psíquicos y psicosociales relacionados con el
consumo de los denominados “tranquilizantes” e “hipnóticos”.
Objetivos: 1) Diagnosticar los problemas relacionados con el consumo de las diversas clases de

Construyendo los Caminos del GIA 235


“tranquilizantes” e “hipnóticos” (en especial las benzodiacepinas y similares). 2) Transformar el
consumo individual y familiar de “tranquilizantes” e “hipnóticos”. 3) Promover el desarrollo de
capacidades humanas salutogénicas. 4) Contribuir a la desintoxicación determinada por los “tran-
quilizantes” o “hipnóticos”. 5) Transformar las relaciones de dependencia somática, psíquica y psico-
social, que sostienen el consumo de estos productos. 6) Promover la independencia, autonomía, y
autodeterminación individual y familiar.
Indicaciones y aplicaciones: Intoxicación crónica y aguda con “tranquilizantes” e “hipnóticos”
(benzodiacepinas y similares). Formas de dependencia relacionadas al consumo de Tranquilizantes
e Hipnóticos. Consecuencias somáticas, psíquicas y psicosociales del consumo de Tranquilizantes
y Psicofármacos.
6.Programa: Terapia Intensiva Focal (TIF)
Referencias: Cornaglia, Fiore, 2003
Definición: La TIF es una estrategia salutogénica (promoción y generación de salud) y terapéutica,
que se basa en la organización de un programa de atención que se desarrolla durante las 24 horas
del día (minuto a minuto) en un período de 2 a 4 semanas, totalmente personalizado y focalizado
en una persona (y/o cónyuges o una familia), sus capacidades saludables y sus problemas de salud.
Objetivos: 1) Regular los factores y circunstancias que determinaron una descompensación en
el sistema de salud de un ser humano singular (o de una pareja, o familia), en el tiempo más breve
posible. 2) Promover el desarrollo eficaz y pronto de las capacidades de salud que contribuyan a
mejorar y regular los problemas, que motivaron la consulta. 3) Potenciar la salud aún existente.
Indicaciones y aplicaciones: Intoxicación crónica y aguda; dependencia y sus consecuencias,
relacionadas con asimilación de: Etanol, Tabaco, Tranquilizantes e Hipnóticos, Cafeína, Cannabis,
Cocaína, LSD, Morfina, Polifarmacia; no accesibles por medio de otros métodos y técnicas terapéuticas.
7.Programa:Meditar
Referencias: Cornaglia, 2008
Definición: Es un programa que organiza empática y racionalmente las diferentes formas de
prescripción terapéutica y preventiva (primaria y terciaria). Incluye meso-programas destinados
a analizar: 1) La empatía vincular. 2) Las operaciones lógicas, los razonamientos y los juicios diag-
nósticos y terapéuticos. 3) Las relaciones entre epistemes, métodos y técnicas empleados en las
prescripciones.
Objetivos: 1) Evaluar el tipo de vínculo entre los sujetos/actores de los actos comunicativos rela-
cionados con las prescripciones y programas de salud/enfermedad. 2) Analizar las operaciones
lógicas, razonamientos y juicios implicados en esos actos. 3) Evaluar las relaciones entre las epis-
temes, métodos y técnicas empleados en las prescripciones y programas.
Indicaciones y aplicaciones: Desarrollo y resultados de todo acto comunicativo preventivo y/o
terapéutico.
8.Programa: EPI
Referencias:Cornaglia, 1999-2010

236 Libro Colectivo del GIA


Definición: Es un programa que organiza datos epidemiológicos cualitativos y cuantitativos, en
forma operativa y de inmediata aplicación.
Objetivos: 1) Evaluar programas epidemiológicos y sus resultados. 2) Establecer relaciones inme-
diatas entre la obtención de datos epidemiológicos y su aplicación.
Indicaciones y aplicaciones: Organización de planes, programas, tareas y acciones aplicables a
los problemas de salud-enfermedad humana.
9.Programa: EVA
Referencias:Cornaglia, 2010
Definición: Programa para asegurar y evaluar la calidad de programas, tareas y acciones desti-
nadas al desarrollo de la salud humana.
Objetivos: Asegurar la calidad estructural, de proceso y de resultados; de los servicios efectuados.
Indicaciones y aplicaciones: Programas, tareas, acciones realizadas por servicios de atención
de la salud humana.

15. Del GIA, PIAF, CALMA, TIF y el Mopea a “time warp”, Basf, Bayer, Monsanto,
Soros y el sistema de poder global. Punta Salguero, Buenos Aires (2016)
Cualquier historia de los intentos científicos de describir e interpretar los hechos referidos a
cosas designadas usualmente “drogas”, será errónea e insuficiente en la medida que no considere
los modos históricos de producción, en sus relaciones sociales, culturales, económicas, semiósicas,
geopolíticas y ecosistémicas; y los modos de vida por ellos determinados, aunque todo ello no sea
en sí mismo, suficiente. De ahí que no podamos acordar con los relatos históricos de Escohotado
(1989) acerca de “La Historia de las drogas”, o de Gootenberg (2015) acerca de la “cocaína andina”.
Si el método historiográfico (Bunge, 1999b) no se ajusta a la producción científica contemporánea,
su rendimiento teórico y su referencia fáctica serán escasos, confusos y hasta nulos.
Muy diferente resultan las descripciones e interpretaciones históricas postuladas por Pellegrini
(Cf. en especial Pellegrini 2008, 2011) cuyos sentidos pueden captarse de entrada, cuando al consi-
derar el caso del alcoholismo, en relación a la Salud Pública y la Economía Política, hace referencia
a la “economía política”, como el “eslabón perdido”, en la “antropología respecto al uso y abuso
del alcohol” (Pellegrini, 2008: 21). La reducción pseudobiologista y pseudopsicologista, usual en
la mayor parte de la praxis y teorización referida a la “adicción” y a la “poliadicción”, excluye de
cuajo todos los componentes genéticos (de génesis), estructurales y sistémicos, macro-mesomicro-
históricos sociales, culturales, económico, políticos y ecosistémicos. Todas estas determinaciones y
su interpretación (en los grupos, en las instituciones y comunidades) se han incluido en el modelo
GIA y sus derivados. En lo referido a las relaciones geopolíticas económicas y socio-históricos en
América Latina, los aportes de Del Olmo (1985, 1992, 1994 a y b, 1998 a y b) referidas a las “drogas
ilegales” ofrecen referencias específicas en una dirección similar.
Tanto en los constructos y modelos postulados por los GIA, como en los desarrollados a partir de él,
se hace ineludible incluir una episteme interciencias; partiendo de una “epistemología convergente”
(Pichon Rivière, 1984) interciencias, que va desde lo macrosocial a lo microsocial, es decir desde lo

Construyendo los Caminos del GIA 237


socio-psíquico-biótico-químico-físico individual y simultáneamente, desde este último nivel de inte-
gración llegar nuevamente a lo macro-social, por medio de los restantes niveles de integración; en
cada uno de los ámbitos (individual, grupal, institucional, organizacional, comunitario). Es decir,
en una relación dialéctica, estructural, sistémica; representable en imágenes circulares (de pro y
retroalimentación) y espiraladas.
Con el antecedente de todo lo presentado hasta aquí resulta posible adentrarnos en la interpreta-
ción de lo acontecido en la Fiesta Electrónica de Costa Salguero, en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, el día 16 de abril de 2016 y por medio de este aporte, presentar una síntesis de nuestra concep-
ción, referida a “la situación actual de la Argentina en materia de adicciones” (Aguirre, 2016). Para
ello nos apoyaremos en las preguntas formuladas por Aguirre, con anterioridad a ese hecho y
respondidas a posteriori del mismo:
“Estimado Profesor Dr. Eduardo Aguirre (UNLPam); muchas gracias por las preguntas que Ud.
me envió el 10 de febrero de 2016 y que recién el 10.05.16 puedo contestar. Como acontece en muchos
otros sucesos de la vida humana, entre tanto, ha corrido mucha agua bajo el puente. Las huellas de
“Costa Salguero/Time Warp & Cia.” pueden constituir un signo (en diversos sentidos de este vocablo)
elocuente de un emergente en la CABA, en Buenos Aires, en Argentina, en América Latina, en América
toda y en los restantes continentes: un hecho con múltiples determinaciones. Este entorno cuasi inme-
diato podría contribuir a entender las respuestas que puedo ofrecer a sus preguntas. El enunciado de
su primera pregunta fue: P: “¿Cual es, en su opinión, la situación actual de la Argentina en materia
de adicciones, sobre todo cuando se hace referencia únicamente al consumo de drogas “prohibidas?”
Esbozar la situación actual de Argentina en materia de adicciones resulta una tarea difícilmente
accesible en el marco de esta comunicación, puesto que, en primer lugar, habría que realizar diversas
interpretaciones semánticas de cada componente del texto de su enunciado. Entenderé la significación
del lexema /adicciones/ como sinónimo de /dependencia de drogas/. A su vez la dependencia de drogas,
resulta ser, en mi concepción, un componente de la dependencia con drogas. Es decir, una forma de
relación, lazo, entre por lo menos dos sujetos/actores, en la cual, o en el cual, uno de los sujetos se
encuentra en una relación de menor poder que otro. Lo que generalmente se designa como /droga/
constituye un mediador en esa relación de poder; de tal manera que el actor de mayor poder puede
realizar actos de imposición de su poder, direccionados hacia el comportamiento del otro miembro,
por medio de diversos instrumentos, entre ellos la droga. En el mundo globalizado el poder que puede
imponer la “droga” (prohibida o no, en función de algunas leyes enunciadas en forma escrita) crea un
notable desequilibrio en la relación de poder entre el productor y el “consumidor”, o mejor dicho, entre
el amo y el esclavo. Decimos esclavo porque la supuesta capacidad de conciencia para decidir la asimi-
lación o no, de una droga, es ante todo una creencia y/o un juicio fáctico carente de toda fundamenta-
ción científica, moral y ética. En la Argentina actual, como en la mayor parte del resto del mundo
contemporáneo el embrión y el feto humano son sometidos a la asimilación de “drogas”, desde la
concepción intrauterina. Esta imposición se prolonga extra útero por medio de todas las imposiciones
que nos podamos imaginar. En la mayoría de los casos, el embrión humano recibirá componentes
químicos de las “drogas no prohibidas” actuales (pero prohibidas en diversas circunstancias y condi-
ciones de la historia: café, mate, bebidas alcohólicas, cigarrillos de tabaco, fármacos, bebidas energi-

238 Libro Colectivo del GIA


zantes, “nafta”, pegamentos, etc.). Este hecho emergente, complementado por la asimilación embrio-
naria de componentes químicos y bioquímicos de las llamadas “drogas prohibidas”, compone un hecho
nuevo en la historia de la humanidad y no sólo de los argentinos. Esta asimilación se prolonga por el
resto de la vida, hasta la muerte, en nuestro país y en la mayor parte de los habitantes del planeta. En
síntesis: la mayoría de los argentinos, desde el inicio de la vida intrauterina hasta el momento inme-
diato anterior a la muerte, somos obligados a asimilar ese mediador (mercancía) de las relaciones de
dependencia (micro, meso y macro). Queda escaso margen de poder al individuo, a cada persona adulta
(pues desde la vida intrauterina y hasta los 24 años aproximadamente no disponemos de la máxima
posibilidad de maduración del SNC) para poder decidir, conscientemente, qué hacer ante el impacto
del comportamiento del miembro con mayor poder en la relación de dependencia. Entiéndase que
cuando nos referimos a miembros de la relación de dependencia y poder, incluimos no sólo seres
humanos individuales, sino todas las formas de organización humana posibles (desde una empresa,
una pareja humana, una institución, un embrión humano intra-útero, un adulto, etc.). En las condi-
ciones actuales el miembro de mayor poder, en las relaciones de dependencia mediadas por drogas
(prohibidas o no), está constituido por las empresas monopólicas transnacionales productoras de
compuestos químicos (contenidos en el producto droga), por los Estados de la OTAN y sus respectivas
asociaciones de diverso tipo (políticas, económicas, financieras, culturales, bélicas, etc.). El miembro
de menor poder, es lógicamente y fácticamente el embrión humano y todas sus expresiones fenotípicas
ulteriores; así como todas las formaciones sociales humanas que carecen de interés económico-finan-
ciero en las operaciones de venta/compra de la mercancía droga. Todas las argentinas y todos los
argentinos somos afectados, abusados, usados, directamente y/o indirectamente por los actos del poder
productor, distribuidor y vendedor de la mercancía droga. Aun cuando esta afirmación podría parecer
exagerada a las percepciones y al entendimiento de legos y de muchos de quienes no lo son, tenemos
medios para demostrar, en detalle, nuestro juicio fáctico, pero ello es sólo posible mediante un exhaus-
tivo estudio realizado y presentado en otro lugar. P: ¿Cree que hay una política consistente en materia
de adicciones en el país? Toda la política del Estado referida a la ‘narcoproducción’ (incluimos aquí lo
que se designa como “droga”, “narcótico”, “estupefaciente”, “fármacos”, cigarrillos de tabaco, café,
bebidas colas, energizantes, etc.), distribución, venta, publicidad, etc., de esta mercancía es totalmente
inconsistente para transformar los problemas relacionados con la dependencia con drogas y por el
contrario es muy consistente para mantener e incrementar el status quo. Todos los poderes del Estado
Nacional, expresados en los diferentes gobiernos democráticos (incluido el actual) realizan por comi-
sión u omisión actos que promueven, favorecen y determinan el desarrollo del libre mercado de produc-
ción y venta de “droga”. Las adictas y los adictos son víctimas, en su mayoría impotentes, de la incon-
sistencia /consistencia de los actos del Ejecutivo Nacional, del poder Legislativo y Judicial de nuestro
país. Desde la denominada “Revolución Libertadora” hasta la fecha, con excepción de algunos actos
como los realizados por el Ejecutivo Nacional y por el poder Legislativo durante el gobierno de Illia
(con la denominada “Ley Oñativia”) y últimamente por lo ejecutado y legislado por los tres gobiernos
anteriores al actual (Presidente Mauricio Macri), en referencia a la publicidad de los cigarrillos de
tabaco y a la prohibición de fumar en determinados espacios públicos; la mayoría de los actos propios
de cada uno de los poderes (y sus respectivas relaciones) determinan inconsistencias de toda clase y

Construyendo los Caminos del GIA 239


materia, y consistencia en otras.” P: “¿Qué relación establece entre las adicciones y la alienación propia
de las sociedades occidentales postmodernas?” La capacidad desarrollada por los poderes narcopro-
ductores, financiadores, distribuidores y vendedores de seres humanos y drogas se expresa en la vida
cotidiana, de las/los argentinas/os y de la mayoría de quienes habitan las naciones occidentales (posi-
blemente también las orientales), como un nuevo componente de las posibilidades de alienación y enaje-
nación humanas. El ser humano, desde su forma embrionaria y hasta su muerte es vuelto otro, es
transformado fenotípicamente, somáticamente, comportamentalmente y subjetivamente por medio de
los actos de poder que expropian todos los componentes del ser humano. En ese volverse otro (posibi-
lidad ínsita a lo humano) el narcopoder (lícito e ilícito, legal e ilegal) introduce en todas las formas
humanas (al menos de occidente) una posibilidad de alienación tal vez no existente previamente, hasta
hace dos siglos aproximadamente. El ser humano individual o en grupo, paga a ese poder para que
éste (con todos y cada uno de sus componentes) lo venda en el mercado de la narcoventa, lo enajene al
más bajo costo posible y concrete así, por medio de todo tipo de actos materiales, la forma más extrema
de alienación conocida hasta la actualidad. Los narcoproductores y sus representantes no producen
solamente “drogas” para venderlas a los seres humanos, producen una nueva clase de seres humanos
para ser vendidos en el mercado del narcoconsumo. Esto acontece en todos los componentes de este
mercado, desde la producción de bebidas alcohólicas y de cigarrillos de tabaco hasta la últimas “pasti-
llas” producida por la industria farmacéutica, o la “cocina” más elemental de la droga sintética produ-
cida y vendida en las TIME WARP creadas (al parecer con el correspondiente derecho de patente) por
COSMOPOP (firma domiciliada en la ciudad de Ludwigshafen, Alemania). P: ¿Cuál es el rol que juegan
las grandes empresas multinacionales en materia de drogas? Estas empresas multi y trasnacionales,
como la arriba mencionada COSMOPOP, determinan todos y cada uno de los actos de cada uno de los
miembros dependientes (es decir la mayor parte de la población argentina, de occidente y tal vez de
todo el planeta), sea per se, y/o en asociación deliberada de conjunto, y/o por medio de la sinergia ideo-
lógica intrínseca a su poder económico, geopolítico, semiótico, cultural, publicitario, bélico. Las deno-
minadas “Guerras del Opio” constituyen, en Oriente, un modelo histórico del poder creado y desarro-
llado por el imperio británico en la población de indochina. Este modelo es equivalente a la invasión
guerrera impuesta a los pueblos originarios de nuestro continente, por los actos colonizadores del
imperio de España. En lugar del opio los instrumentos bélicos de los españoles y sus derivados nacio-
nales (en Argentina los genocidas de la “campaña del desierto”), incluyeron la coca (por ejemplo en
Potosí) y/o las bebidas alcohólicas (vino) de acuerdo a las regiones y las diferentes fases de la conquista.
COSMOPOP y la firma BASF (también radicada en Ludwigshafen; productora de efedrina, cafeína,
agroquímicos, pinturas para autos, casetes, etc.) son dos exponentes paradigmáticos del rol estructu-
ralmente y sistémicamente determinante de estas empresas en la imposición de la dependencia con
drogas.
Los productores de “drogas prohibidas” son sus subsidiarios de hecho (aunque no en los papeles, como
es lógico esperar). La primera producción de cocaína fue efectuada por la firma MERCK en Alemania, y
por la PARKE en EE.UU.; en ese entonces (fin del siglo XIX y comienzo del XX) este compuesto químico
no era prohibido; pues formaba parte de la Coca-Cola y de diferentes tónicos vendidos en cualquier
farmacia. BAYER (Alemania) creó la heroína (no prohibida entonces pero sí ahora). Una forma simple y

240 Libro Colectivo del GIA


directa de captar la unidad operativa de las productoras legales e ilegales de la dependencia de drogas,
de adictos y de drogas, es entender que todos los componentes de sus operaciones se transforman en
divisas (de cualquier signo monetario o sus equivalentes) y forman parte así del negocio financiero.
Toda cosa y todo ser humano se transforman en divisa en el negocio y en el mercado fármaco-nar-
co-estupefaciente-drogadictodependiente. P: “En los últimos tiempos han recrudecido en la Argentina
las referencias oficiales y mediáticas a la “lucha contra el narcotráfico”. “¿Qué lectura hace de esos
mensajes?” En mi concepto el “narcotráfico”, como se lo sobreentiende (sin definirlo la mayor parte de
las veces) no existe. Por lo tanto no puede realizarse una lucha contra algo inexistente. Si esta lucha
existiese, sólo podría concebirse como una lucha en la subjetividad fantasiosa, imaginaria, de algún
ser humano que pudiera así concebirla. Los procedimientos más frecuentes y comunes que los estados
nacionales organizan y ejecutan constituyen, generalmente, por acción u omisión, lo mejor que se puede
hacer para crear, mantener, desarrollar, promover, sostener, proteger, cubrir, encubrir, la producción
de seres humanos para el mercado narcoproductor (legal e ilegal); y la de “drogas” para los atrapados,
narcotratados y victimizados seres humanos que son ingresados a él. P: ¿Imagina que tras el ropaje de
una guerra contra un nuevo enemigo se encubran nuevas formas de intervención imperial, similares
al Plan Colombia? La Guerra fundamental es la que realizan los diferentes componentes de la narco-
producción victimaria contra quienes no poseen todos los instrumentos bélicos que ella si dispone: 1)
Guerra química de última generación (producción e imposición de: cigarrillos de tabaco, bebidas alcohó-
licas, bebidas cola, toda clase de fármacos, bebidas “energizantes”, productos xantínicos, pegamentos,
etc.; y todos los productos “ilegales”, compuestos con componentes legales). 2) Manejo de los capitales
materiales más voluminosos del mundo global. 3) Manejo de todas las formas y contenidos posibles
de capital simbólico. 4) Manejo ideológico de todos los poderes de gobierno de los estados nacionales.
5) Manejo de todos los componentes del mercado financiero. 6) Manejo de todas las relaciones entre
todos los componentes anteriores. En estas condiciones, este poder realiza una operación de hipos-
tasis atribuyendo poder a una cosa sin poder alguno (cosas químicas llamadas drogas; cosas que no se
trafican a sí mismas) y a un narcotráfico inexistente. Luego se publicitan notables operaciones contra
la “droga y el narcotráfico”, con lo cual se cierra el circuito ideológico imaginario, consistente, para
mantener el poder narco-financiero legal y dar continuidad a la manipulación enajenante y alienante
de todo ser humano quien se pueda enredar al mercado. El Plan Colombia ha sido y es un ejemplo
muy elocuente del modelo extendido y actualizado de la conquista del desierto y de la guerra del opio;
otro tanto vale para el Plan México y su distribución para todo el continente americano. Carlos L. M.
Cornaglia, Toay, 10 de mayo de 2016.”
Con la transcripción de esta apretada síntesis hemos pretendido delinear, en sus enunciados más
generales, el estado de nuestra concepción referida a las “poliadicciones”, que preferimos designar
como “polidependencia” y “dependencia con drogas”. Con esta designación pretendemos dejar en
claro que (como postuló Pellegrini desde 1984 y como hemos sostenido, desde entonces en el Modelo
GIA y a posteriori) no se trata de centrarnos, en primer lugar, en la “copa” o en la “botella”. Tampoco
nos centramos solamente en los equivalentes del “alcohol”, es decir, en todo las cosas designadas
como “drogas” legales” e “ilegales”, sino en todos los componentes del sistema de la “dependencia
con drogas”.

Construyendo los Caminos del GIA 241


Insistimos la “dependencia de drogas” es uno de los componentes de las múltiples formas de
dependencia (con sus respectivas relaciones) incluidas en la dependencia con drogas; la cual, lógi-
camente, es una polidependencia. Por lo tanto, el problema del alcoholismo, como el de las adic-
ciones, no es un problema sólo de los alcohólicos y de los adictos (y sus respectivas familias) sino
un “problema de todos”; cuyas determinaciones implican muy diversas formas de dependencia
(social, económica, cultural, geopolítica, ecosistémica e histórica, semiósica; expresada en cada
uno de los niveles de integración).
El proceso de la alcoholización, como el sistema del alcoholismo y de las “adicciones”, de la depen-
dencia con drogas, se compone con diversas clases de dependencia y no sólo de “drogas”. Por lo
tanto la organización de la atención en los tres niveles, la estrategia, la planificación y el desarrollo
de políticas pertinentes exige considerar la multiplicidad de componentes, la estructura (colección
de relaciones entre los componentes y entre ésta y el entorno) y el entorno; es decir el sistema de la
dependencia con drogas. A continuación esbozamos un esquema del método a seguir para la formu-
lación de programas para afrontar la polidependencia.
Si hemos mencionado a BASF, Bayer, Monsanto, Soros Fund Management, en el enunciado de
este apartado es porque estas sociedades transnacionales se articulan financieramente entre sí y
operan con el mismo modo de producción y estilo semiósico (Cf. Prieto, 1977) imponiendo su poder
“legal” globalmente, como fundamento de su poder geopolítico transnacional y supraguberna-
mental (es decir, por encima de cualquier gobierno). Las ventas de cada una de las tres primeras
superan el PBI de varias naciones de América Latina, de África, Asia y Oceanía. No es casual que
Bayer y Monsanto se hayan unido y que el señor Soros (Soros Fund Management y fundador del
Instituto de la Sociedad Abierta) invierta en acciones de las mismas. Para mantener las apariencias
del señuelo (Cf. Saurí, 1982) y pescar a todos los seres humanos posibles, el señor Soros proclama
la “Open Society”, y “una Global Drug Policy Program” (https://www.opensocietyfoundations.org/
people/george-soros).
Este Programa, para la Política Global de Droga (Global Drug Policy Program) y una Sociedad
Abierta (“Open Society”) promueven apoyar entidades nacionales y regionales en sus metas para
descriminalizar la posesión de todas las drogas y enfatizar aproximaciones alternativas para regular
el acceso a una variedad de drogas ilícitas corrientes (“support national and regional entities in
their aim to decriminalize posession of all drugs, and emphasize alternative approaches to regulated
access to a variety of currently illicit drugs”; Cf. web mencionada). Lógicamente si se descriminaliza
a quienes poseen todas las drogas; la industria de las bebidas alcohólicas, la farmacéutica, las de
bebidas colas y energizantes, las del café (es decir la “industria legal”), sus subsidiarias “ilegales”
serán lógicamente descriminalizadas y no criminalizadas como lo ha indicado Forcades i Vila,
(2006), ver más arriba y Consumers International. La “Open society foundations”, basándose en el
concepto de la “Sociedad Abierta y sus enemigos” –de Popper– pretende hacernos “comer gato por
liebre” y de paso “meternos el perro” incluyendo en esa “sociedad abierta” el encierro en un mani-
comio global (intocable por la desmanicomialización anunciada por el Sr. Cohen en Río Negro). En
ese manicomio global, las semillas de todo lo que se pretenda cultivar pertenecerán a Monsanto y
Bayer (creador de la heroína, los barbitúricos, la cafiaspirina), incluidas las semillas de cannabis

242 Libro Colectivo del GIA


que serán utilizadas para su aplicación “medicinal”. Abierta la boca, de la mayor parte de las
“bocas” humanas del mundo global, todas y todos serán “entruchados” (Saurí, 1982), por medio
de tan eficaces señuelos. Estas industrias, expresiones de la gran industria petroquímica y arma-
mentista, no necesitan, ni necesitarán solamente, armas convencionales para dominar a la mayor
parte de la población mundial. Todos pagaremos para que nos mantengan en el manicomio, con la
promesa de la sociedad abierta, con pobres-a cero (“pobreza cero”, al decir del Presidente Macri);
destruyendo el narcotráfico, según el mismo Presidente (puesto que ya no será necesario); con la
unidad de los argentinos (discurso inaugural del Presidente Macri) asimilando, ahora también, la
“cannabis medicinal”, por todos los medios de comunicación posibles y no sólo de la radio como
escribía el Poeta Puntano Agüero (ver más abajo).
¿Qué hacer, entonces, con los problemas del “policonsumo” y la “poliadicción”; de la “polide-
pendencia con drogas” ante tanto poder global? La respuesta, en movimiento permanente, a esta
pregunta, ha comenzado ya hace varias décadas a partir de todo lo realizado con el Modelo GIA y
todo lo construido por su intermedio; modelos de caminos que llevan a tantos otros caminos, con la
misma dirección y sentido. Intentando recopilar y sintetizar todo lo elaborado hasta aquí, mencio-
namos, a continuación el método que hemos seguido para desarrollar nuestros planes, sus respec-
tivos programas, actividades, tareas, actos y acciones, para afrontar el problema que nos ocupa.

16. Reglas generales para la formulación de planes y


programas para afrontar la polidependencia con drogas
De lo antedicho pueden inferirse un conjunto de reglas generales para la formulación de planes
y programas preventivos (en los tres niveles) y terapéuticos, aplicables a la dependencia con y de
drogas a la polidependencia con drogas:
a) En la formulación de un programa terapéutico (preventivo en los tres niveles) referido a la
dependencia con y de drogas, el primer paso requiere incluir los problemas de las relaciones con la
dependencia con y de bebidas alcohólicas. Postulamos que el modelo GIA resulta ser el más perti-
nente al respecto (al menos en Occidente y por ahora), hasta donde sabemos.
b) Esta inclusión exigiría distinguir y diferenciar todos los componentes del sistema de la poli-
dependencia con drogas y no sólo considerar la relación del organismo con la composición de la
cosa química asimilada (designado erróneamente como “alcohol”). La dependencia de los compo-
nentes químicos y bioquímicos es sólo un componente del sistema de la dependencia y no el único.
c) El programa (preventivo) terapéutico incluirá por lo tanto, por lo menos, todos los componentes
siguientes: 1) En primer lugar la identificación de todos los sujetos/actores presentes en el acto diag-
nóstico y de los materialmente ausentes, pero implicados en el problema. 2) Las clases de relaciones
de poder presentes entre los sujetos/actores (presentes y ausentes). 3) Los roles asignados, designados
y asumidos por cada uno de los sujetos/actores presentes y ausentes, en relación con el problema de
la dependencia. 4) Los automatismos, los reflejos, las reacciones circulares, los hábitos, las acciones,
incluidas en los actos, actividades, comportamientos y conductas desarrollados por cada uno de los
sujetos/actores, en el sistema emergente de la dependencia. 5) La ideología, las creencias, la concep-
ción del mundo, las representaciones implicadas en cada uno de los componentes anteriores. 6)

Construyendo los Caminos del GIA 243


Cada uno de los ámbitos implicados en el problema emergente: individuo, grupo primario (familia
nuclear y extensa), instituciones, organizaciones y comunidades. 7) Las reglas y normas de depen-
dencia (de y con la cosa asimilada) implicadas en cada uno de los componentes de la cultura de refe-
rencia de los sujetos/actores constituyentes del sistema de dependencia con drogas, emergente. 8)
Los niveles de integración de los individuos sujetos/actores. 9) Los componentes físicos, físicoquí-
micos, químicos, bioquímicos, bioquímico-psíquicos, psíquicos, psicosociales, económicos, econó-
mico-sociales, sociales, socio-culturales, geo-políticos, históricos y ecosistémicos y semiósicos del
sistema de la dependencia con drogas. 10) La clase de determinación, correspondiente a cada uno
de los componentes diferenciados en los puntos anteriores, en relación al problema de dependencia
emergente. 11) Las formas, estilos y contenidos de la comunicación y la información, que vincula
a todos los sujetos/actores incluidos entre sí y con las cosas, en el sistema emergente.
d) Toda operación, constitutiva de los actos (preventivos) terapéuticos, estará incluida en un
programa terapéutico (preventivo), el cual ensambla cada uno de sus componentes, tanto sincróni-
camente (es decir, en el aquí y ahora), como diacrónicamente (durante el transcurso de la secuencia
de las fases integrantes del proceso terapéutico).
e) La secuencia de los actos (preventivos) terapéuticos, incluidos en el programa terapéutico, de
acuerdo a las leyes antes formuladas implican, en primer lugar, la indagación y transformación de
los estereotipos (somáticos, en la acción e interacción y/o en la subjetividad) de asimilación depen-
diente de todos los componentes, de lo designado como “bebida alcohólica”; luego de lo designado
como cosa “tabaco”; y a continuación de lo designado como “medicamentos o fármacos”; seguida-
mente de todas las cosas que contienen lo designado como “café”; luego lo designado como “disol-
ventes”; es decir todo lo designado como “drogas legales” y; recién a continuación, todas las clases
de lo designado como “drogas ilegales”.
f) Todos estos componentes, del sistema-problema, no son considerados idénticos a las cosas
químicas asimiladas, sino que lo asimilado está compuesto por todas las variables enunciadas
hasta aquí (en este apartado y en los anteriores) y su asimilación está determinada por el sistema
asimilante (por ejemplo: un embrión humano; o una anciana o un anciano; un trabajador rural,
o un empresario, etc.); y no sólo por la composición y propiedades de las cosas designadas como
“drogas”; así como por el poder global que impone la asimilación, en relación al cual, el sistema
asimilante se acomoda, adaptándose.
g) Los componentes del programa terapéutico, los actos en él comprendidos y la secuencia de
su desarrollo, en el proceso terapéutico, se organizan y se orientan en función de cada uno de los
problemas constitutivos del sistema de la dependencia con drogas, a sus relaciones recíprocas y a
las relaciones de todos ellos con los entornos implicados.
h) Cada uno de los sujetos/actores, incluidos en los actos terapéuticos, y durante el proceso tera-
péutico, son concebidos, no sólo en su rol de sujetos pasivos de las determinaciones del sistema
(mega, macro, meso, micro-sistema) de dependencia emergente, sino como activos protagonistas
de los procesos de cambio posibles.

244 Libro Colectivo del GIA


i) Por lo tanto, la planificación del programa terapéutico, como la configuración de la secuencia
de los actos a seguir, son organizados con la activa participación de cada uno de los seres humanos
presentes, y en función de sus posibilidades (bióticas, psíquicas, psicosociales, comunicativas, cultu-
rales, sociales, económicas, etc.).
j) La labor de planificación de los programas preventivos-terapéuticos, constituye una actividad
grupal, institucional, organizacional, comunitaria. En el trabajo estrictamente terapéutico, la plani-
ficación incluye dos subgrupos: I. los consultantes designados; II. Los terapeutas designados, en una
unidad operativa.
k) En este concepto los terapeutas son componentes activos, no sólo del posible acto terapéutico,
sino también del sistema de la dependencia con drogas.
l) Por lo tanto, cada terapeuta, y el sub-grupo (equipo) terapéutico desarrollan una labor de escla-
recimiento, de reflexión, visión interior (insight), de re-visión, y elaboración autoplástica y aloplás-
tica; individual y con el grupo de rol (terapéutico), de todos los componentes del sistema. Es decir,
que se trata no sólo de un acto cuyo objeto es un tercero, sino que implica una labor reflexiva y de
elaboración, en el sentido que se dirige tanto a un objeto externo, como a los actores/sujetos de la
operación.
ll) La labor terapéutica, lato sensu, constituye no sólo una tarea de prevención secundaria, sino
también un prototipo isomórfico de la prevención primaria y terciaria, en sentido estricto.
m) El proceso de planificación de los programas y de los actos y secuencias que lo componen puede
plantearse isomórficamente para individuos, grupos, instituciones, comunidades, poblaciones,
estados (por ejemplo: municipio, provincia, nación), o internaciones, o inter-estados; o globalmente.
n) El programa terapéutico y sus componentes se basan en tres clases de teorías generales (de los
sistemas, de la génesis; de las estructuras); y sus correspondientes métodos: sistémico, genéticos y
estructurales; y técnicas.
ñ) Esta pluralidad de teorías generales implica, a su vez, otras teorías regionales, especiales
y se corresponde, desde el punto de vista práctico, con la aplicación de múltiples instrumentos
técnicos, ordenados y coordinados en función de su relevancia para el acto terapéutico o preven-
tivo a desarrollar.
Todos estos enunciados han sido construidos a partir de una prolongada labor de décadas y
mediante el análisis retrospectivo histórico crítico, de parte del material producido, durante la plani-
ficación del programa de Salud Mental de la Provincia de Río Negro (en los primeros meses de 1984,
basándonos en las “IDEAS…”, Cf. ut supra), en lo referido específicamente al problema prioritario
identificado, es decir, el “alcoholismo”; a la modalidad táctica propuesta: la grupal; y a la estrategia
institucional. Esa tarea fundante y todo el trabajo epistémico, metódico ulterior han facilitado la
inferencia de las proposiciones legaliformes mencionadas, para la formulación de programas tera-
péuticos, planes y política de estado referidos a la dependencia con y de drogas.
En aquella época (1984-1985) no disponíamos de medios pertinentes para obtener información
a distancia acerca de la eventual existencia de guías de tratamiento como, por ejemplo, las desa-
rrolladas desde hace algunos años en nuestro país (Cf. APSA, Kalina et al., 2010) o en otros países

Construyendo los Caminos del GIA 245


(Cf. NICE, 2007; 2010a, 2010b; 2011a, 2011b). Tampoco disponíamos de todos los aportes elaborados
durante la tarea del Sistema y la Red GIA.
En otro lugar hemos realizado una exposición descriptiva, analítico-retrospectiva e histórico crítica
de otros componentes del Programa de Salud Mental construido en 1984-1985 en Río Negro y de lo
referido al trabajo grupal en alcoholismo y su destino ulterior en dicha provincia (Cornaglia, 2013).
El desarrollo de un programa de Salud Mental, en la provincia de Río Negro (región de la Patagonia
Norte, Argentina), durante los años 1984-1985, basado en Ideas Básicas para la Planificación en
Salud Mental, focalizado prioritariamente en el alcoholismo y su tratamiento por medio de técnicas
grupales, constituye una matriz pragmática-conceptual a partir de la cual es posible inferir leyes
generales para la explicación y el tratamiento de la polidependencia con drogas. Estas leyes y las
fases de desarrollo de un programa de Salud Mental, focalizado en el problema del alcoholismo,
permiten derivar reglas generales para la formulación de programas terapéuticos de la depen-
dencia con y de drogas. Así como el programa de Salud Mental, construido en la provincia de Río
Negro durante 1984, partió de una conjetura diagnóstica epidemiológica, según la cual el problema
del alcoholismo constituye el problema prioritario, a tratarse por medio grupales e institucionales;
todo programa terapéutico de tratamiento de problemas de dependencia con drogas y de drogas
podría basarse en la misma conjetura. Por lo tanto, desde este punto de vista, todo programa tera-
péutico, todo plan y toda política de Estado, referida a la polidependencia con drogas, tendría que
incluir, en primer lugar, métodos y técnicas específicas para el tratamiento de todos los problemas
de dependencia relacionados con los componentes de la dependencia con bebidas alcohólicas.
Los programas desarrollados a posteriori (PIAF, CALMA, TIF, MEDITAR, EVA, entre otros) se
basan en esa matriz histórica y actual. Es posible que estos programas tengan que ser reformu-
lados o sustituidos con el transcurso del tiempo y de los emergentes correspondientes. Más allá de
las posibles y necesarias transformaciones a realizar (como de hecho ha ocurrido también con la
construcción del Modelo GIA), por ahora postulamos que es factible conjeturar la máxima eficacia
posible de los mismos si:
A) La planificación, la estrategia y la praxis comienza afrontando la polidependencia con bebidas
alcohólicas (la alcoholización y el alcoholismo).
B) Se incluyen, en esa labor, todos los aportes del Modelo GIA.
C) A continuación se formulan programas referidos a las restantes formas de dependencia con
y de drogas legales, siguiendo siempre los antecedentes históricos de su emergencia, desarrollo y
su prevalencia actual (como hemos propuesto, por ejemplo, con el PIAF, CALMA, TIF, MEDITAR).
D) La planificación, la programación y la praxis no se refiere sólo a las “drogas ilegales” desig-
nadas usualmente como “drogas”.
E) Los programas incluyen la referencia a todas las combinaciones posibles de los componentes
de la polidependencia con drogas y de la dependencia de drogas, en todos los ámbitos, niveles y
determinaciones, en sus recíprocas interacciones.
F) Todos los componentes de la praxis, de los programas y de las actividades se actualizan constan-
temente en función de los emergentes fácticos y del desarrollo de los métodos y epistemes pertinentes.

246 Libro Colectivo del GIA


G) Se formulan de entrada protocolos de evaluación y se evalúan los resultados de los planes,
programas y actividades correspondientes.
H) Todos los componentes antecedentes están incluidos en una Política de Estado para afrontar
la polidepencia con drogas y de drogas.
I) Esta Política de Estado está a su vez incluida en una política económica, social y de salud que
incluya todos los Poderes del Estado.
J) Se incluye a todos los protagonistas y actores de la construcción colectiva de la salud en la
formulación y en la praxis de todo lo anterior.
K) Se confronta estratégicamente con todos los poderes fácticos que determinan los emergentes
a afrontar.
L) Se construyen modelos argentinos (y de cada país) y continentales latinoamericanos, perti-
nentes a las realidades históricas de nuestros pueblos; en el marco de los cuales es posible asimilar
otros modelos extranjeros; sin partir de la copia automática, irreflexiva y colonizada de modelos
enajenantes e irrelevantes para nuestra praxis y facticidad.
Llegados a este punto estamos en condiciones de realizar algunas consideraciones finales: onto-
lógico-científicas, de semántica de la ciencia, metodológicas, epistemológicas, praxiológicas y socio-
tecnológicas de todo lo enunciado y propuesto hasta aquí.

17. GIA y podipendencia con drogas. Consideraciones


ontológico-científicas, de semántica de la ciencia, metodológicas,
epistemológicas, praxiológicas y sociotecnológicas
De acuerdo a todo lo analizado hasta aquí, podemos conjeturar que todo el desarrollo del modelo
GIA, de los modelos inferibles y derivables a partir de él (así como los que pueden prolongarlo y
complementarlo) aportan, en conjunto, diversos componentes imprescindibles para captar la realidad
de las “poliadicciones”, de la polidependencia con drogas y operar pertinentemente en ellas.
Desde un punto de vista ontológico científico entendemos que el constructo del GIA (modelo,
conceptos, teorías, red, sistema) es el único con una referencia material y real específica. Sus conceptos
y teorías se refieren a hechos concretos de la realidad y no a meras enunciados sin ninguna refe-
rencia real (por ejemplo “la droga”, “las adicciones”). Además los conceptos de sistema y de red,
incluidos en el constructo GIA, se corresponden con dos conceptos fundamentales de la ontología
científica contemporánea (Cf. Bunge: El Moblaje del mundo, 2011; Un mundo de sistemas 2012). Otro
tanto ocurre con el trasfondo de conocimientos de los programas (PIAF, CALMA, TIF, MEDITAR)
mencionados en la Tabla 1.
Desde un punto de vista de la semántica de la ciencia (no confundir con semántica lingüística) el
constructo GIA, así como el PIAF, CALMA, TIF, MEDITAR, poseen: i) ascendientes científicos precisos
(por ejemplo: una teoría social del control social; la teoría psicosocial de los grupos y de las institu-
ciones; la teoría de los roles y de la identidad; la teoría económico-política de los modos de produc-
ción; la teoría de la dependencia y del cambio, entre otras), ii) referencias reales concretas (como
las mencionadas en el parágrafo anterior); iii) un sentido específico; y iv) un modelo abstracto,
interpretable con los contenidos pertinentes.

Construyendo los Caminos del GIA 247


Metodológicamente los GIA poseen: a) métodos abstractos deductivos que facilitan inferencias con
un profundo poder explicativo, predictivo y de retrodicción; b) variados métodos lógicos concretos;
así como, c) técnicas precisas y flexibles para aplicar tanto al alcoholismo como también a todos los
componentes de lo que se conoce como “poliadicción” o polidependencia con drogas. Otro tanto es
posible metódicamente con los métodos del PIAF, de CALMA, de la TIF y del programa MEDITAR,
por ejemplo.
Epistemológicamente el GIA ha construido su propia episteme, en el marco de una epistemología
convergente. Ésta relaciona todas las ciencias pertinentes para conceptualizar y teorizar todos los
componentes del alcoholismo e inferir a partir de ella, las proposiciones necesarias para conocer
la polidependencia con drogas, en cada uno de sus niveles de integración (físico, químico, biótico,
psíquico, social, cultural, histórico, económico y político), ámbitos (individual, grupal, institucional,
organizacional y comunitario) y determinaciones y; al mismo tiempo, permanecer abierta para
incluir otros aportes disciplinarios adecuados y actualizados.
Praxiológicamente el modelo GIA, como los restantes modelos que lo prolongan, e intentan comple-
mentarlo, se sostienen y desarrollan desde y con una praxis estrechamente relacionada con todos
los componentes ya mencionados; y no referidos a abstracciones descontextualizadas y disociadas,
como pueden apreciarse en algunas teorizaciones reduccionistas; o basadas en pragmatismos
elementales (como los observables en las prácticas usuales en pseudocomunidades, granjas o pseu-
dogrupos; agregados de cosas e individuos).
Finalmente, pero no por eso menos importante, el modelo GIA ha construido un dispositivo socio-
tecnológico que incluye componentes biotecnológicos y psicotecnológicos complejos y únicos. Este
dispositivo es totalmente diferente a los modelos importados usuales, tales como por ejemplo, los
basados en la sustitución de la dependencia de heroína por la metadona, o de las internaciones de
desintoxicación, con aplicación de polifarmacia y continuidad de asimilación de “drogas legales”.
La matriz estructural del modelo GIA, además, presenta la particularidad de contribuir estructu-
ralmente a la formulación y aplicación de un modelo de Política de Estado, no sólo referido a la alco-
holización y el alcoholismo, sino al conjunto de las clases de polidependencia con drogas.

18. Conclusiones finales


Con el fundamento de los componentes enunciados en los apartados antecedentes, descriptos en
su diacronicidad y habiendo intentado una exposición de los constructos desarrollados, a partir
del modelo GIA, podemos presentar algunas conclusiones finales, provisorias.
Por medio del modelo GIA es posible conjeturar predictivamente y afrontar hechos de muy diversos
orden y complejidad, en diferentes ámbitos (individuales, grupales, institucionales, comunitarias,
culturales, sociales, económicas y políticas). Prolongando isomórficamente la estructura del sistema
GIA es posible construir otros modelos aplicables a la polidependencia con drogas, manteniendo el
GIA como el componente fundante y basal de cualquier planificación, programación, praxis y polí-
tica referidas a la polidependencia con drogas.
Por medio del modelo GIA y los modelos complementarios, de él derivados, resulta posible describir,
explicar y operar, no sólo en referencia a la alcoholización y el alcoholismo, sino también a la

248 Libro Colectivo del GIA


polidependencia con diversas clases de productos y mercancías, designados como “drogas”; como,
por ejemplo, la polidependencia con productos tabáquicos; benzodiacepínicos y otros farmacéu-
ticos (entre otras drogas legales); así como con mercancías consideradas “ilegales” (“marihuana”,
“cocaína”, etc.) y todas la relaciones de polidependencia implicadas en el sistema de la dependencia
con drogas.
Por todo lo descripto y postulado hasta aquí conjeturamos que tanto el constructo GIA y así como
los restantes constructos, construidos a partir de él y en conjunto con él (por ejemplo, el modelo
de Terapia Intensiva Focal) podrían constituir teorías más poderosas que todas las existentes en
Occidente. Siguiendo a Bunge y Ardila (2002) es posible plantear que: “Las teorías más poderosas
son las que combinan el máximo vigor y generalidad con la máxima exactitud, profundidad y
verdad.”(Op. Cit., p. 47).
En este sentido postulamos que la teoría del modelo GIA y sus derivadas son más fuertes que el
resto de las teorías listadas por West y Brown (2013) puesto que cualquiera de éstas se siguen de la
primera. La teoría del modelo GIA es más general que las demás puesto que la clase de referencia
de la teoría del modelo GIA y de sus derivadas incluyen todas las sub-clases comprendidas en lo
que designamos como polidependencia con drogas.
Hemos tratado de justificar porqué empleamos la designación dependencia con drogas o polide-
pendencia con drogas para diferenciar nuestra construcción y postulación de las nociones usuales
referidas solamente a las “drogas”.
Es decir, las teorías del modelo GIA y sus derivadas versan sobre todos los objetos sobre los cuales
versan otras teorías y sobre otros más. Además, las teorías del modelo GIA y sus constructos deri-
vados son más profundas que otras teorías y formas de praxis (hasta ahora existentes) puesto que
las primeras explican todo lo que explican las demás, pero ninguna de estas últimas, ni el agre-
gado de las mismas, explican lo que las primeras permiten explicar. Además desde el punto de vista
praxiológico y sociotécnológico, los modelos usuales no permiten operar sobre el conjunto de hechos
y relaciones que forman el sistema emergente de la dependencia o polidependencia con drogas.
Finalmente las teorías del modelo GIA y sus derivadas son más verdaderas que las restantes
puesto que permiten predicciones y retrodicciones más correctas que las demás (comparar con las
postulaciones de Bunge y Ardila, 2002: 47).
También hemos intentado demostrar que el modelo GIA y sus derivados también poseen las
propiedades suficientes para explicar no sólo las “poliadicciones” (para nosotros las diversas clases
de la dependencia con drogas) referidas a “drogas legales” y operar en ellas, sino también operar
en las diversas clases de dependencia con “drogas ilegales” y sus correspondientes combinaciones.
Los modelos de programas desarrollados a partir del modelo GIA y por medio de diversos aportes
de nuestra parte (PIAF, CALMA, TIF, MEDITAR) no poseen aún la suficiente puesta a prueba y
evaluación, como la que ha sido posible realizar durante 33 años de labor en los GIA. A pesar de
esa limitación pueden llegar a constituir una referencia para elaborar un conjunto de constructos
y dispositivos práxicos pertinentes y relevantes para afrontar el más grave problema de salud de
la población Argentina y del mundo global: la polidependencia con drogas.

Construyendo los Caminos del GIA 249


Los GIA y sus integrantes nos han enseñado a no negar, renegar y rechazar esos hechos y a sostener
la tarea en el transcurso de 33 años, en Libertad (como el nombre del primer grupo del Hospital de
General Roca), aun cuando hemos tenido y tenemos que luchar, segundo a segundo, para intentar
transformar lo siniestro en maravilloso (Pellegrini, Pichon Rivière):
“A pesar de la radio que destila
vino fatal y cáñamo siniestro
sobre la oreja de la muchedumbre,
Yo seré siempre libre.”
Canción del Hombre Libre. Agüero, 1996.

En los GIA, y con todo lo aprendido a partir de sus caminos, seguiremos luchando para construir y
vivir un proyecto de vida humana con otra escala de valores (axiología), de derechos y obligaciones
(deontología) al servicio de nuestro pueblo, intentando escudriñar y desentrañar las patrañas del
poder global dominante, el cual, por todos sus medios, pretende encarcelarnos en el manicomio más
grande de la historia. Este poder ya no emplea solamente la “radio” para destilar su “vino fatal” y
el “cáñamo siniestro”; sino también la televisión, y las “redes” virtuales “sociales”, de todo tipo. Sus
medios, son en primer lugar los legales (incluidas las “drogas legales”), tan legales como fueron en
Argentina el voto exclusivo de los varones (con total exclusión de las mujeres), tan legal como fue la
“esclavitud” engrillada previa a la primera Constitución Nacional; tan legal como fue la figura jurí-
dica del “avenimiento”, que costó la vida a Carla Figueroa; tan legal como pretende ser la investiga-
ción de la “cannabis medicinal”; tan legal como fue la “cocaína” producida por Merck, probada por
Freud y comercializada legalmente por doquier en Europa y en EE.UU. (por Parke); tan legal como la
heroína producida por Bayer; tan legal como la benzodiacepina con alcoholes y el clonazepan produ-
cidos por Roche; tan legal como la producción de cigarrillos de tabaco Philips Morris International
y otras tabacaleras; tan legal como BASF, Monsanto y la “Open Society Foundations”; y como toda la
industria productora de mercancía alcohólica; creadoras y productoras de todos los componentes
requeridos por la industria de las “drogas ilegales”; quienes, en conjunto, enferman y matan, con
el mismo modus operandi, directa e indirectamente, pero siempre legalmente, más seres humanos
que los generados por las guerras convencionales.

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Construyendo los Caminos del GIA 259


260 Libro Colectivo del GIA
Formación de
recursos humanos

Construyendo los Caminos del GIA 261


262 Libro Colectivo del GIA
El GIA como dispositivo de formación:
herramientas para “el rescate”

Ivana Mariel Scquizzato


Lic. en Psicología
scquizzato@hotmail.com
GIA Hospital General de Agudos Narciso López. Lanús, Buenos Aires.

Introducción
Un “rescate” según el diccionario significa: “La recuperación de una persona o una cosa a cambio
de dinero o por la fuerza. La salvación de una persona o cosa de un peligro o de una situación de
abandono.” La palabra “rescate” forma parte también de la jerga popular que nace en el ámbito
penal y en las zonas marginales para referirse a: “Recuperarse de una intoxicación etílica o química,
adoptar una actitud responsable frente al descontrol generalizado, cesar en cualquier actividad
perjudicial o condenable.” Al inicio de la práctica profesional muchas veces se conforma, en términos
de I. Lewcowicz, una “subjetividad heroica” (Lewkowicz y De la Aldea, 1999), se trata de una posi-
ción en la que el profesional intenta rescatar, salvar al paciente. El qué y cómo se aprende puede
abonar esta “deformación profesional” o interrogarla. Creo que el GIA como espacio de formación
ayuda a deconstruir esa posición, a partir de darle herramientas al propio paciente como agente
de su propio “rescate”.
Este trabajo relata un recorte de mi experiencia como Residente de Psicología del Programa de
Residencias Integradas Multidisciplinarias en la que se incluyó durante seis meses una rotación
por el Grupo Institucional de Alcoholismo del Hospital General Narciso López, de Lanús.
En este trabajo me gustaría tomar tres de los espacios del GIA en los que participé, para poder
iluminar algunos aspectos de esos espacios:
1. Espacio de orientación y asesoramiento
2. Trabajo en sala. Interconsulta
3. Grupo terapéutico

1. El espacio de orientación y asesoramiento: una


vuelta de tuerca al concepto de “admisión”
Como características distintivas el GIA ofrece un tratamiento ambulatorio e integral. No adhiere
al aislamiento y sustracción del paciente de su medio. La internación que protege al paciente en una
situación de crisis, hasta que esta cese, en otras ocasiones, puede reforzar el aislamiento, la margi-
nación y la vulneración de derechos que enfermaron al paciente. Se incluye a la familia desde el

Construyendo los Caminos del GIA 263


primer momento. En tanto: “Entendemos el proceso hacia la salud como una construcción colectiva
en la que todos somos actores y partícipes. Se concibe al paciente en relación a los vínculos. Al entra-
mado de redes que cada persona posee, familia, barrio, trabajo y que participan en el enfermar del
paciente (Cizmar, Tellechea, 2012).”
En la mayoría de los dispositivos del ámbito público la demanda es esperada pasivamente y a
su vez, a los que solicitan una consulta se los suele anotar en largas listas de espera, poniendo en
jaque un derecho esencial como es el del acceso a un tratamiento. Como sabemos la demanda de
un tratamiento no se da en cualquier momento y hacer esperar a una persona meses para tener
una admisión o sostener un encuadre rígido que el paciente no pueda cumplir, puede hacer que
este desista en su búsqueda de ayuda cuando no, llevarlo a terminar en una situación de riesgo que
repite la escena tantas veces vistas en la guardia: ¿Motivo de internación? “Falta de adherencia al
tratamiento ambulatorio, resistencias del paciente, fracaso de estrategias ambulatorias previas…”
Estas prácticas dejan a todos aquellos pacientes que no se avienen a los dispositivos, por fuera de
la posibilidad de una cura. Desde esta lógica el encuadre, que debería contribuir y servir al trata-
miento, se transforma en ocasiones en un capricho teórico.
En el GIA la primera escucha se produce en el momento que surge la demanda, y a su vez se busca
activamente a los pacientes (en la sala, en la guardia) en el intento de que esa oferta cree demanda.
Tampoco hay una regla de que el paciente pierde su “cupo en el tratamiento” por faltar “X” cantidad
de veces. Cuestiones que considero una forma de alojamiento coherente con las necesidades, dere-
chos y urgencias del paciente.

2. El trabajo en sala: algo más que una interconsulta


La interconsulta tal como la conocemos en la práctica tradicional implica la espera pasiva de una
consulta por parte del equipo médico al servicio de Salud Mental. Sin embargo el GIA le da también
una vuelta de tuerca a la tradicional interconsulta a través de las visitas a la sala y tratando de
hacer una búsqueda activa de pacientes. En estas “visitas”, de a poco, a partir del diálogo e inter-
cambio con los equipos de salud de las salas, se van trabajando los prejuicios y naturalizaciones
que existen entorno al alcoholismo. Ya que también en profesionales de la salud, esta problemática
parecería todavía asociada más a la incurabilidad y al vicio, que a un problema de salud y como
tal debe ser tratado en el hospital. A diferencia de otras patologías de las que el médico puede tener
cierto “control”, el alcoholismo muchas veces lo confronta a que su conocimiento no le basta, a que
solo no puede. Recuerdo la total seguridad con que una médica decía que el paciente internado se
escapaba para beber porque observó que había tenido una gran desmejoría en su tratamiento ¿Es
que señalar como motivo de desmejoría la “mala voluntad” del paciente que “no se quiere curar”, le
ahorra pensar en la insuficiencia de sus herramientas para ayudarlo? A su vez el “no tiene remedio”
no es más que un eco del entorno del paciente, que si son escuchados de la boca del médico, pueden
resultar devastadores para el paciente que en él deposita su confianza.
Considero que en este sentido fueron importantes las intervenciones en sala que incluyeron
también al médico agente de la interconsulta, así como a las familias, dándose una oportunidad
única, de acercarse a pacientes que quizás por sí mismos nunca hubieran consultado.

264 Libro Colectivo del GIA


3. El tratamiento grupal
Me gustaría ahora contar un poco sobre el principal dispositivo terapéutico del GIA que es la
terapia grupal, el grupo es la principal herramienta que se le ofrece al paciente para que lo use en
su recuperación. J. Pellegrini afirma que a partir de la introducción del sujeto en el grupo: “Se pasa
de la huida y la marginación en espacios sociales reservados para enclaustrar al alcohólico, a una
práctica social de salud que trata de ocupar tiempos y lugares de todos nosotros (…) haciendo una
lectura del camino social del enfermar, en el seno del trabajo grupal y en cada uno. Son grupos
donde se habla en primera persona singular, porque en el recuperar la propia verdadera historia
está quizás la mayor contribución a comprender la historia de todos. A la vez, esto requiere el
instrumento revelador del grupo...” (Pellegrini, 1993)
En el grupo comienzan así a recuperarse historias y a recuperarse lo que del lazo social, se
había perdido: ¿quién es allí autor de lo que dice? Recuerdo la efusividad con los que los compa-
ñeros respondieron luego de que S. contara que le sacaron a su hijo en un momento donde su enfer-
medad le impedía cuidarlo, y ahora no se lo dejan ver, a pesar de que lo crio él solo puesto que
su ex esposa, hasta hace un año, los había abandonado. La injusticia y el abandono, resuenan en
cada uno en una forma singular pero en espejo con el otro. ¿Si el otro lo recupera entonces podré
yo también recuperar lo perdido? “Rescatar” significa también: “recuperar una cosa que se había
perdido, olvidado o estropeado”.
Hay una necesidad de producción conjunta de sentido ante el vacío representacional de la época.
¿Será el grupo la herramienta óptima para generar y disparar dichas producciones en todos nosotros?
También el grupo puede significar por algún tiempo, ese amor que no se quiere perder. Como en
A., un paciente que angustiadísimo pide a los coordinadores no contar en el grupo su recaída, su
preocupación no es tanto que ha tomado sino que siente que “les ha fallado”, que no podrá volver a
mirarlos a los ojos por la vergüenza. Sentir que puede “decepcionarlos” y permitir al grupo demos-
trarle que pueden “sobrevivir” a eso, puede ser parte del mismo proceso terapéutico y del despren-
dimiento que de él se necesita. Según Pellegrini (Pellegrini, Scarano, Novarino, 1992), algunos
pacientes (y esto es un momento normal del proceso terapéutico) se adhieren al grupo con la misma
viscosidad con que antes se adherían a su enfermedad, aunque a su vez advierte que hay que lograr
cada vez menor dependencia del grupo, dependencia que quizá en un principio el paciente nece-
sitó pero debe ir deshaciéndose para promover su autonomía, y un proyecto por fuera del grupo,
en tanto desde el día en que se admite a un paciente el horizonte es el alta, ya que no se piensa a la
enfermedad cómo crónica ni al tratamiento como “para siempre”.
En mi experiencia como residente psicóloga creo que este grupo me aportó herramientas para
pensar el proceso de salud/enfermedad desde un marco de construcción colectiva e interdiscipli-
naria de la salud. Desde el marco académico y las prácticas efectivas que hoy predominan se privi-
legian los abordajes individuales y fragmentados del paciente, relegando lo vincular y lo grupal
a un segundo lugar. A su vez la existencia de un “equipo” a la inversa de la soledad de un consul-
torio promueve un mayor cuidado del profesional y un mayor cuidado del paciente, en la toma de
decisiones acerca de su salud. Mi sensación, es que los efectos salutogénicos atraviesan a todos los

Construyendo los Caminos del GIA 265


participantes del grupo incluyendo a los profesionales, a diferencia de otras prácticas en las que
uno queda mental y corporalmente cansado, luego del grupo uno no siente tal agobio, ¿será ese un
efecto del sostén grupal y del trabajo en equipo?

Los que no se avienen…


Para finalizar me gustaría dejar preguntas, en cuanto a lo que falta y la tarea a la que somos
llamados ante las formas actuales de enfermar. Pienso en aquellos pacientes que no se avienen al
dispositivo GIA, ni a otros… De las internaciones se escapan, al tratamiento ambulatorio no asisten
y uno no encuentra la palabra, la acción, la manera de parar esta carrera que parece que no para
hasta la muerte. Pienso en las palabras de un joven que convaleciente en la guardia del hospital
decía desafectivamente: “Yo estoy jugado, no tengo nada que perder”. Me pregunto: si una de las
brújulas más importantes de un tratamiento es la angustia ¿qué rumbo seguir con alguien aneste-
siado? Quedan planteados muchos interrogantes… A veces el aprendizaje más importante en una
experiencia de trabajo es que nos deje sembradas algunas preguntas fecundas… Cuestiones a seguir
trabajando ahora, desde mi inclusión en el equipo de coordinación desde 2016.

Bibliografía
Cizmar, N. y Tellechea A. (2012). Proyecto Interdisciplinario de atención de adicciones en un hospital general. Programa de
atención, rehabilitación y prevención del alcoholismo. Área de Salud Mental de Región Sanitaria VI.
Lewkowicz I. y De La Aldea, E. (1999). La subjetividad heroica. Un obstáculo en las prácticas comunitarias de la salud. Confe-
rencia Hospital Durand. Buenos Aires, Argentina.
Pellegrini, J. L. (1993). Grupo y Alcoholismo. Vertex. Revista Argentina de Psiquiatría. Buenos Aires, Argentina.
Pellegrini, J. L.; Scarano, S. y Novarino P. (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Buenos Aires. Ediciones Cinco.

266 Libro Colectivo del GIA


Las recaídas

Construyendo los Caminos del GIA 267


268 Libro Colectivo del GIA
Recaída

Carlos Hugo Goyeneche


Electricista
chgoyeneche@hotmail.com
GIA Hospital de Puerto Madryn, Chubut.

Elegí comentar mi recaída porque fue uno de mis procesos en camino hacia la salud.
Llevaba dos meses y medio en abstinencia concurriendo al grupo GIA de Puerto Madryn, Chubut.
Si bien en el grupo se hablaba de la recaída, esta negación que traemos los enfermos alcohólicos,
me decía: “A mí no me va a pasar”. Claro que cuando estaba con mis familiares o amigos que sabían
que concurría al GIA para dejar de consumir alcohol, se cuidaban de que no haya alcohol en los
cumpleaños o reuniones familiares.
El problema fue que en las obras en construcción, los asados eran cualquier día y yo no estaba
predispuesto a decir muchas veces “No”, entonces la tercera o cuarta vez que invitaron un trago...
Con eso que un traguito no hace nada, a mí se me vino el mundo abajo...
No tomé ni el uno por ciento de lo que consumía en mi carrera alcohólica antes de ir al GIA.
Fue la peor tarde de mi vida, nunca me había golpeado tanto, me dolía todo, pero lo que más me
dolía era el alma.
Llegué tarde a casa, mi familia estaba preocupada porque los días que iba al GIA, yo venía
temprano del trabajo. No me dijeron nada, solo Vamos al GIA. Al llegar el grupo se encargó de conte-
nerme, porque estaba preparado para trabajar la recaída. Fue el día que más me ayudó el grupo a
pesar que parecía que no escuchaba. Los compañeros y compañeras sabían cómo ir liberando las
cargas emocionales.
Me quisieron internar, no quise porque los raspones me dolían pero más me molestaba no haber
podido decir más veces “No”.
Lo que quiero resaltar de la recaída, es que cuando en el grupo se habla de la posibilidad de cada
compañero de recaer.
Este fantasma se hace visible y ayuda a los familiares a entender a sostenerlo y se rompe con las
creencia de que el alcohólico no se cura, que debe estar en un manicomio, como lo estaban antes
o con “chaleco de medicamentos” o escondidos en granjas de medio camino en las que los fami-
liares no acompañan el proceso de recuperación y entonces cuando vuelven a su ciudad no tienen
contención.
Esto es parte de mi experiencia en el camino hacia la salud en los Grupos Institucionales de
Alcoholismo.

Construyendo los Caminos del GIA 269


Pensar y sentir las recaídas

Tamara Walker
tamiswalk@gmail.com
GIA Municipalidad de Cipolletti, Río Negro.

Cuando se toca fondo y se mastica el polvo, te das cuenta, aprendés, que aún no lo has
perdido todo, que hay más para perder, que el fondo, en realidad, no tiene fondo, que aún
se puede descender y descender. (Juegos de espejos. Los Montes de la Loca. Marisa Wagner)

Pensar qué sentimos en cada recaída de los pacientes

El enfermo no puede prescindir de tomar y tampoco ponerle


un límite al consumo. (Pellegrini, 2010)

En este momento me siento frente a la computadora para poder escribir algo de lo que había
pensado, pero me detengo en la palabra recaída. Se viene a mi cabeza la imagen de una nueva
caída, de estar en bienestar con uno mismo y de repente (o no tan de repente) verse en el piso un
tanto lastimado y dolorido. Comienzo en este momento a preguntarme si es una recaída, en algunas
situaciones particulares, o si siempre estuvo en caída. Entonces considero necesario indagar sobre
el concepto.
Según el diccionario, en medicina, una recaída es aquella situación en la que un paciente se ve
aquejado nuevamente por la enfermedad de la que estaba convaleciente. Puede tratarse de una
afección física, de un padecimiento psicológico o bien de una adicción a una sustancia.
Posteriormente pienso en algunos ingresos a través de las entrevistas de admisión que el equipo
de coordinación realiza en el GIA. Las acciones pensadas y realizadas para cada situación particular,
a través de diferentes estrategias para el desarrollo del tratamiento en cada paciente, teniendo en
cuenta la disposición del mismo.
En cada una de las reuniones de equipo, se desarrollan ateneos deteniéndonos en cada situación,
en cada paciente que llega buscando de alguna manera herramientas para poder superar la enfer-
medad, determinando nuevas estrategias o dando fuerzas a las ya implementadas. Revisando la
modalidad planificada del Programa GIA, consultando material bibliográfico para sostenernos en
la teoría y reelaborando las acciones si fuera necesario.
En este momento me pienso en relación a las caídas que han tenido alguno de ellos. El sentir
frente a estas situaciones se ve teñido de diferentes emociones. Por una parte un poco de tristeza,
aun sabiendo o pensando que la recaída puede ser una posibilidad, una eventualidad de la enfer-
medad. Tristeza por considerar que el proyecto de recuperación del paciente se ve obturado por el
deseo de ingerir la sustancia. (Sustancia-ansia-ansiada-sustancia).

270 Libro Colectivo del GIA


Pensar en la disposición de los cuerpos, frente al deseo de querer proyectarse en un futuro sin la
enfermedad. Entender la coexistencia en el interior de cada persona del si y el no, cuando inician el
tratamiento. Por una parte la decisión de iniciar el proceso de recuperación y por otro la existencia
del deseo de ingerir la sustancia. Esta contradicción es trabajada en el seno del grupo. “Se trabaja
sobre los emergentes de la reunión… apuntamos a que se genere un proceso colectivo que respete
la tarea grupal: la recuperación de la salud”. (Pellegrini, 1992) ¿Qué y cómo se siente el equipo de
salud ante una recaída? ¿Se pudo hacer lectura de los indicadores que dan cuenta de la recaída de
un paciente? ¿Existe alguna relación o conexión entre las recaídas de los integrantes del grupo y el
funcionamiento del equipo de coordinación en ese momento?
Ante esta situación, se despierta en mí el pensamiento de que el acompañamiento profesional no
estuvo lo suficientemente fuerte… lo suficientemente acuerpado, para transitar los comienzos del
proceso de recuperación del paciente.
Proceso en el que debería trabajarse enérgicamente sobre el indicador de recuperación “conciencia
de enfermedad”, con el fin de poder fortalecer el NO. ¿Cómo trabajar las resistencias qué surgen
con el tratamiento? ¿Cómo pensar que la persona que vuelve al programa es el paciente pidiendo
ayuda frente al equipo de coordinación? ¿Cómo ser consecuente con esta concepción?
Se determina frente a esto una revisión del rol profesional, analizando experiencias, teniendo
en cuenta lo que generan las situaciones de recaídas en las personas atendidas, las transferencias
y contra-transferencias que componen la relación profesional-paciente.

“Trabajamos con los aspectos sanos de todo ser humano y que el grupo ayude a que esos
aspectos se desarrollen. Dicho despliegue coloca al paciente en otras condiciones respecto
de sus aspectos enfermos, de mejores posibilidades para resolverlo.” (Pellegrini, 1992)

Posteriormente se establece nueva entrevista de re-admisión, donde se señala la modalidad de


tratamiento e indicaciones de espacios/actividades que se pueden sostener para lograr una mejor
calidad de vida, donde se pretende enfocar la mirada en otras cosas, en otras formas que no sea a
través de la sustancia.

“Estos movimientos hacia la esperanza o desesperanza, son como la propia vida cotidiana, y
de allí aprendemos las oportunidades de cada crisis si las aprovechamos.” (Pellegrini, 2011)

“Ningún diagnóstico es de una vez y para siempre, ni el de sano ni el de


enfermo. Es decir que frente a un individuo que padece una enfermedad,
no debemos olvidar que, aunque disminuida o debilitada, también en
dicho individuo existen elementos de salud.” (Bustos, 2008)

Bibliografía
Bustos, G. (2008). Alcoholismo Hoy. Buenos Aires: Editorial Dunken.
Pellegrini, J. L. y otros (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Ed. Cinco.
Pellegrini. J. L. (2010). No quiero que me den una mano… quiero que me saquen las manos de encima. San Luis: Editorial
Polemos.

Construyendo los Caminos del GIA 271


272 Libro Colectivo del GIA
GIA Historias de vida

Construyendo los Caminos del GIA 273


274 Libro Colectivo del GIA
Mi aprendizaje en los GIA

Carlos Hugo Goyeneche


chgoyeneche@hotmail.com
GIA Hospital Puerto Madryn, Chubut.

En 1999 llegué al Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA), con mi enfermedad a cuestas, tras
varios años de negarla, porque para mí yo no era alcohólico. Trabajaba, no andaba en la calle tirado,
porque siempre en la sociedad se le dice borracho al que se cae en la calle, al que pelea. Tenía un
mal argumento de negación: “no soy borracho, dejo de tomar cuando quiero”. Dejaba 15 o 20 días
y volvía a lo mismo, lo único que cambiaba era la marca de bebidas. Así estuve un par de años sin
reconocer que estaba enfermo, a pesar que mi familia me lo decía.
Al llegar al GIA lo que más me costó fue romper con mi negación, mis contradicciones y hacerme
cargo de que estaba enfermo. Que esa resistencia al cambio fue bajando con la ayuda del grupo,
fue dándome herramientas para pensar qué hacer. Esto de multiplicar salud, de ser contenido para
poder contener. Saber que no estaba solo, que hay otros para apuntalar.
La lectura es lo que me dio más entendimiento sobre el proceso salud-enfermedad. Cada libro
de alcoholismo o psicología fueron instruyéndome y curando. El libro que me hizo sentir así fue
Salud Pública y Economía Política: el caso del alcoholismo.
Cuando en el seminario de capacitación teórico-científica de coordinadores de la Red Nacional
GIA realizado en Puerto Madryn, Chubut, en 2006, se trabajó con este libro y tuvimos que hacer
una monografía. Un capítulo que al leerlo empezó a jugar en mi cabeza fue Eslabón Perdido. Al
escribir situaciones que viví me fui sintiendo aliviado, sintiendo que vaciaba una mochila que por
décadas llevaba en mi espalda. Ahí me sentí curado del alcoholismo.
En 1999 fui a las IX Jornadas Nacionales sobre Alcoholismo y Sistema GIA en San Luis Capital.
Llegué maltrecho, salía de una recaída. Hasta ese momento no tenía pensado viajar, si bien había
colaborado con el grupo para recaudar fondos. Desde el grupo y mi familia me apoyaron para ir.
Todo era nuevo para mí, conocer compañeros que dejaron el alcohol, que se capacitaron y coor-
dinaban grupos, también profesionales de distintas partes del país. Fueron dos días muy movidos,
porque todo lo que veía y escuchaba, daba vueltas en mi cabeza. Al cierre de las jornadas, como a
mí me gusta cantar, terminé cantando el Himno Nacional abrazado al Dr. Jorge Pellegrini, a quien
no conocía y en su abrazo sentí que en su silencio me decía: vos podés. Recuerdo que allí compré el
primer libro: Alcoholismo, Identidad y Grupo, con el que inicié un camino distinto hacia la salud.
En marzo de 2001, la coordinadora del grupo me informa que debía viajar a San Luis a la reunión
de la Mesa Nacional de Conducción de la Red GIA, que en esta oportunidad se trabajaría en la orga-
nización de las jornadas nacionales. Sin mucha información, con la sugerencia de prestar atención

Construyendo los Caminos del GIA 275


y anotar, salí rumbo a San Luis y en el camino nos encontramos con la compañera Susana Scarano
de Comodoro Rivadavia, quien me tranquilizó respecto de la tarea a realizar. Llegamos a San Luis,
donde nos encontramos con compañeros de diferentes provincias. Todos los aportes realizados me
sirvieron como aprendizaje en mi proceso.
En julio de 2001 me ofrecieron la posibilidad de capacitarme como coordinador GIA. Una semana
más tarde estaba viajando a San Luis, Hospital Escuela de Salud Mental. Allí encontré un grupo de
profesionales maravillosos. Me designaron a la Licenciada Graciela Bustos como profesora, quien
me capacitó para coordinar.
Esta actividad se realizaba dentro y fuera del hospital y en las distintas ciudades, a las cuales iba
el equipo de Salud Mental a realizar el seguimiento de los pacientes externados.
Pasé muchas horas en la guardia, espacio de enorme aprendizaje. Con las enfermeras y compa-
ñeros recuperados coordinadores del GIA fui aprendiendo hacer contención en las crisis. Esa vivencia
me permitió incorporar otros conocimientos acerca de otras enfermedades psiquiátricas. Además
participé de talleres de creatividad con la profesora Nuris Quinteros.
Fueron 23 días con 300 horas de capacitación. Creo que no lo hubiera logrado si no hubiera sido
por el equipo de Salud Mental que me acompañó en todo momento, farmacéuticos, cocineros, jardi-
neros y el Dr. Pellegrini, quien puso todo el Hospital a mi disposición. Siempre estoy agradecido
por esta experiencia.
El 31 de agosto y el 1° de septiembre se realizaron las jornadas en Puerto Madryn. Recuerdo
que llegaron colectivos llenos de compañeros GIA de diferentes provincias. A cada delegación se
le designó un referente, yo elegí ser el de la provincia de San Luis para devolverle la hospitalidad
que me brindaron durante mi pasantía.
Puerto Madryn tuvo un “día GIA”, con mucho sol y sin viento. Los compañeros del norte que no
conocían el mar almorzaron en El Doradillo, fueron dos días hermosos. La realización de jornadas
o seminarios demanda grandes esfuerzos, tanto para los anfitriones como para los compañeros
de la Red Nacional GIA que viajan hasta allí. La mayoría de las veces con escasos apoyos estatales,
pero siempre con la consigna: “Si nos ayudan, podemos y si no nos ayudan, también podemos”.
El año 2001 fue de mucho movimiento: organización de jornadas, formación para coordinador,
reuniones de Mesa Nacional de Conducción de la Red GIA, seminario en Tilcara (Jujuy). En esa opor-
tunidad tomé contacto con material bibliográfico que me impactó fuertemente: Cinco Tesis Filosóficas
de Mao Tse Tung que me ayudó a trabajar nuevos conceptos. Los inconvenientes también presentes
en este proceso, también aportaron a este aprendizaje.
Recorrer mi país de la mano de los GIA fue el comienzo de mi camino como coordinador.
Mi sueño sería que hubiera GIA en todo el país.
En la actualidad sigo con esta tarea de coordinar GIA, porque sé que es efectivo. Trabajo ad honorem,
a veces con ayuda. Otras, no hay decisión política de enfrentar el alcoholismo como problemática
de la salud pública. Otro obstáculo es cuando desde los propios equipos de salud no consideran el
alcoholismo como una enfermedad, haciendo responsable de este padecimiento a los enfermos.

276 Libro Colectivo del GIA


¿Cómo un alcohólico va a decirle a un profesional que el alcoholismo es una enfermedad? Y que
por lo tanto es desde el hospital público que deben dar respuesta.
Debo destacar también que en los GIA he conocido grandes compañeros profesionales que me
han ayudado y acompañado.
Todo esto y muchas más anécdotas, historias y vivencias se lo debo al modelo GIA y a los tantos
compañeros… algunos ya no están.
Gracias Dr. Pellegrini por darnos la palabra.
En los GIA nos curamos hablando de nosotros.

Bibliografía
Bustos, G. (2008). Alcoholismo Hoy. Buenos Aires: Editorial Dunken.
Cuadernos de alcoholismo. Número Cinco. (2001). San Luis.
Mao Tse Tung (1985). Cinco Tesis Filosóficas. Beijing, China: Edición de lenguas extranjeras.
Pellegrini, J. y Di Giácomo L. (1989). Alcohol, Alcoholismo, Alcohólicos. Buenos Aires: Ediciones Cinco.
Pellegrini, J. (2005). Salud Pública y Economía Política. Buenos Aires: Editorial Polemos.
Pellegrini, J., Novarino, P., Sans, D. y Scarano S. (1992). Alcoholismo, Identidad y Grupo. Buenos Aires: Ediciones Cinco.

Construyendo los Caminos del GIA 277


Relatos sobre el GIA y otras yerbas…

Mario Sánchez
Trabajador Social
mariosanchez1972@hotmail.com
GIA Hospital SAMIC. El Calafate, Santa Cruz.

Introducción
Los relatos son producto de las experiencias vertidas por los compañeros de los Grupos GIA de
Puerto Deseado y Calafate, los cuales son un fiel reflejo de la tarea preventiva y asistencial de cada
uno de los integrantes del espacio grupal: la crítica a la vida cotidiana, el espacio de reflexión y de
clarificarnos en lo que nos está sucediendo, qué herramientas podemos utilizar para enfrentar
dicha situación y superarla; la construcción de nuestros proyectos de vida, el escucharnos la voz,
el ser constante en los tratamientos, sostenerlos, tener conciencia de enfermedad y no cristali-
zarnos en ella, aprender a participar en el grupo y tener todos la misma posibilidad de expresarnos,
respetando los tiempos de cada uno pero ejerciendo el derecho a opinar y reconocer errores para
cambiarlos, respetar que la palabra circule en el grupo y que no la capitalice ningún integrante
(incluidos los coordinadores), relación horizontal de ida y vuelta, enseñar-aprender (enseñaje) todos
aprendemos de todos, aprender a pensar, tomarnos un tiempo (hora y media que dura el grupo)
para poder pensar en nosotros, en qué nos está pasando y cómo resolver nuestros problemas, un
lugar donde recuperamos nuestra historia.

Los protagonistas

1. Héctor Barrientos Nahuelquén, el carpintero de barcos


En una reunión de GIA, varios compañeros estaban muy risueños, sin darse cuenta el coordinador
lo que pasaba, en el transcurso de la charla, donde la palabra circula al igual que los mates, percibe
que la risa era de burla hacia Héctor, quien es de profesión carpintero (y músico, toca el acordeón los
domingos en la iglesia); al culminar la reunión el coordinador conversa con el carpintero, quien le
cuenta que “está haciendo un barco” (nuevamente las risitas de los compañeros burlones), ante esto
y para evitar enojarse por la situación burlona, se ponen de acuerdo con Héctor de poder visitarlo al
galpón donde “está trabajando”, al día siguiente al pasar por el lugar se observa el esqueleto de un
barco en madera, de unos ocho metros de largo (eslora) y tres metros de ancho (manga), con unos
mates mediante Héctor relata que es nacido en Chiloé, una isla en Chile de tradición marinera, y que
ha construido en su vida unos 120 barcos (su padre también era carpintero naval), le pidió permiso
para sacar unas fotos y este accedió. En la siguiente reunión del GIA el coordinador le pregunta a
Héctor si podía contar al grupo lo que habían estado haciendo el día anterior y este relató que lo
habían visitado en el galpón donde está construyendo el barco (otra vez las risitas burlonas de los

278 Libro Colectivo del GIA


compañeros), le pidió permiso para mostrar las fotos tomadas y las hizo circular entre los compa-
ñeros. Se produjo un gran silencio, las risitas no volvieron a escucharse y Héctor pudo contar de su
oficio en Chile, del trabajo como constructor de barcos con su padre y que era la primera vez que
construía un barco en Calafate; esto nos dejó una reflexión: de que cada persona tiene un montón
de habilidades, capacidades, que a veces la enfermedad nos cristaliza con el rótulo de ser solamente
un “borracho” y desde esas capacidades, las partes sanas, es de donde nos agarramos para iniciar
un tratamiento de recuperación; todas las personas son mucho más que bebedores.

2. Marcelino Ojeda, mayordomo, viajero y labrador


Trabaja hace muchos años de portero de escuelas, se cambió del poli Nº 9 a la EPJA Nº 11, ya que lo
“perseguían” por su problema con el alcohol, pero en su nuevo destino lo controlaban más y más le
hablaban. Luego de hacer un gran esfuerzo en su proceso de recuperación, desde la escuela también
comenzaron a reconocerle su esfuerzo y dedicación en el trabajo (cuando uno se siente bien, su
rendimiento es mejor) por eso le ofrecieron ser Mayordomo (el mayor cargo que podía obtener y por
supuesto, con la mayor responsabilidad). Siempre presente con los alumnos, siempre lo buscan a él,
dándole a los chicos un lugar de escucha y de consejos. También aprendió a no enojarse, a manejar
la situación y también a no callarse, a plantear lo que corresponde, a quien sea.
Desde que está bien volvió a vacacionar y cómo disfruta de los viajes, reencontrándose con viejos
amigos y conociendo nuevos lugares.
¿Cómo nació la idea de hacer el invernadero? En la casa de Marcelino, sus padres siempre tuvieron
frutales y quinta, lo mamó de chico; una vez en una charla telefónica con Doña Esther, escuchó de
fondo el sonido del riego y le preguntó qué estaba haciendo y Doña Esther le cuenta que estaba en
Río Gallegos, regando la quinta de unos amigos. De allí, palabra va palabra viene, surgió la idea de
hacer en conjunto un invernadero en la casa de Marcelino, se compraron los materiales, lo cons-
truyeron, picotearon la tierra, desyuyaron y sembraron, ya tuvieron su primera cosecha y van por
más, que lindo mensaje nos dejan Esther y Marce, querer es poder, el invernadero es mucho más
que la cosecha, es la constancia, el sacrificio, la dedicación, la responsabilidad, el disfrute, cual-
quier parecido con el Grupo GIA es pura coincidencia.

3. Marcela Nieva, el embarazo deseado


En una época donde es difícil hacerse responsable de lo que uno hace, vemos con admiración
cómo una compañera como Marcela Nieva, quien se acercó al grupo al darse cuenta que no mane-
jaba la situación, que se estaba enfermando y que su vida estaba demasiado gris; para iniciar su
proceso de recuperación y más disfrutamos después de varios meses (casi dos años) cuando nos
cuenta que está embarazada, su primer embarazo en condiciones óptimas, está con trabajo estable,
no hay sustancia y tiene muchos proyectos a futuro: el bebé, el trabajo, la casa, la relación con su
familia y amigos. “No nos podemos olvidar el inicio de tu ingreso al GIA, que fuiste acompañada
por una amiga tuya quien estaba embarazada, te daba todo su apoyo y afecto para que te fuera
bien, además hablaste de la energía que te daba ese bebé desde la panza de su madre y desde allí
hasta tu maternidad se dio un largo camino de esfuerzo y disfrute, que vos nos enseñaste que vale
la pena recorrer.”

Construyendo los Caminos del GIA 279


4. Doña Ramona y el mate terapéutico
Doña Ramona, era una compañera de ochenta y pico de años, correntina, que aparece en nues-
tras vidas buscando atención, comprensión y afecto, típico de una persona de su edad. Alguien
que quería ser útil, sentirse viva, no está pintada, cuando le preguntamos ¿sabés hacer mate?, nos
contestó: “¡soy correntina!”, a partir de ese día es la cebadora oficial de mate del Grupo GIA Deseado.
Tenía la sabiduría popular adquirida con el tiempo, sabía esperar y escuchar, se tomó tan en
serio su rol, que se obligaba a concurrir al Departamento de Trabajo Social y Salud Comunitaria del
Hospital, todas las veces que podía; su accionar era mágico, solía alcanzar un amargo a las personas
que esperaban ser atendidas, casi siempre con mucha carga emocional encima (ya que las personas
que concurrían a dicha oficina hospitalaria, venían inmersas en su mundo de problemas) y esto
generaba una actitud positiva en el paciente (como la armadura oxidada, que se abría hacia las
personas), a veces conversaban un poquito pero las más se comunicaban con las miradas y le daban
las gracias por los mates recibidos. Cuando uno atendía la demanda, sorpresivamente percibía la
buena predisposición de la gente que esperaba, claro la primera atención la había brindado Doña
Ramona con su mate amargo y cómo brillaba en la oficina con su solo “estar”, con su acompaña-
miento, con su simpleza y comprensión; al final había venido por ayuda y terminó dándonos la
respuesta: con su presencia y su mate amargo estaba al servicio de la gente, en esta difícil tarea de
construir una vida saludable y mejorar nuestra calidad de vida.

5. Graciela Susana Berón, la risa y su lugar en el GIA


Susana fue en ese momento, la única mujer en situación de calle de Calafate, paciente psiquiátrica,
padeciente de alcoholismo, diabética y varias cosas más; tiene una hernia a la vista de abdomen,
la cual quiere operar hace varios años, pero lo logra, no cumple con la dieta, ni tampoco con los
demás tratamientos para la diabetes, el alcoholismo y el psiquiátrico. En su historia de vida tiene
el registro de haber estado internada tres años y medio en el Centro de Salud Mental (cuando las
internaciones no tenían fecha de alta). El participar de las reuniones del Grupo GIA le permite a
Susana, encontrar un espacio donde no se la discrimina, puede hablar y escuchar, tomar mate,
comer algo y sentirse bien; en una de las reuniones, cuando hubo mucha movida de funcionarios
provinciales ante un cambio de directivos del hospital, estábamos en una reunión grupal y nos inte-
rrumpieron muchas veces estos funcionarios antes mencionados, la única que se animó a decirles
algo fue Susana, todos nos sentimos molestos, pero la que encaró fue ella y como le sale, de forma
llana y fuerte: “estamos trabajando, déjense de joder que molestan”, ninguno de estos jerárquicos
se animó a contestarle, más bien bajaron la cabeza y no volvieron a interrumpir más la reunión.
Otra vez, estaba piropeando a un compañero guía de turismo, fachero y causó una risa general que
por más de 20 minutos no pudimos dejar de reír la totalidad de los integrantes del grupo, traba-
jamos esta situación y justamente la atención, concentración que demanda un grupo terapéutico,
nos permite en ciertos momentos este escape que es la risa, que es saludable y hace falta, ese día
creo que todos nos fuimos muy relajados, nos sentimos bien y con una sonrisa en la cara.

6. Don Pedro Parada: “Solo soy un peón rural”


En la última internación en el hospital, Don Pedro Parada venía tempranito al Servicio Social,
a eso de las siete, a cebar mates, una vez externado se fue a una estancia en la zona de Tres Lagos,

280 Libro Colectivo del GIA


mensualmente había que visitarlo, para saber cómo andaba, en uno de esos viajes (le habíamos
avisado por medio de los mensajes al poblador rural de Radio Provincia) nos estaba esperando
del otro lado del Río Chalía, para indicarnos por donde pasar y no caer en el pozón de dicho curso
de agua; una vez que pasamos fuimos recibidos con mate y tortas fritas hechas por Don Pedro, al
medio día sintonizó la radio LU 23 Radio Lago Argentino y qué sorpresa cuando escuchamos las
voces de nuestros compañeros del Grupo GIA Calafate en el programa radial La Citroneta, allí nos
comenta que nos escucha todos los miércoles; después de eso se preparó un rico guiso de cordero
con pan amasado por él. Qué bien que se lo veía en el campo, en su medio natural, servicial, activo
y ante todo feliz. Cuando nos enteramos de su fallecimiento, que ocurrió en el campo, al caerse
de un caballo, pero sin alcohol encima, sino solo la fatalidad, se nos vino a la mente esa preciosa
letra del cantautor Hugo Giménez Agüero que le dedicara a Don Pedro Parada en vida: “Solo soy un
Peón Rural”. En su tumba, que se encuentra en la localidad de Tres Lagos, nunca le falta una flor…

7. Fredy Vargas, Tetera


El apodo era Tetera, pero dejamos de usarlo, ya que era parte de identificarlo con su enfermedad,
cuando comenzó a ocuparse de su situación, mucho tuvo que ver su pequeña sobrina: Valentina, la
cual sufría cada vez que se alcoholizaba y siempre lo acompañaba, innumerables reuniones asistía
con su tío y varias veces lloraron juntos, qué fuerza que tienen los niños cuando se proponen algo;
al tiempo apareció Fredy, su verdadero nombre, el cual luchaba por estar mejor, por él, por su
sobrina y por toda su familia.
Dejó de concurrir al Grupo, pero nos encontramos seguido en la calle, siempre se lo ve muy bien,
la última vez que lo vi fue en una caminata a beneficio de un Jardín de Infantes y como no podía
ser de otra manera, Fredy iba acompañado por su pequeña sobrina Valentina.

8. Emilio Collinao, recuperando la lengua y haciendo pan


Luego de muchas internaciones y otras tantas “desapariciones”, volvimos a tener contacto con
este gaucho chubutano, estábamos organizando la juntada de plata, para poder viajar a Cipolletti
por los 30 años de creación del GIA, Emilio se encontraba internado nuevamente por el alcohol, se
nos prendió en todos los eventos que realizamos: los pollos a la parrilla, los ñoquis y los canelones,
siempre como cebador de mates, qué ricos que le salían cuando está con onda, ya que es bastante
hosco y tozudo, pero comenzó a cambiar; cuando le dieron el alta, se alquiló una habitación en una
pensión y comenzó a hacer pan para vender (qué rico le sale, al igual que las tortas fritas), desde el
GIA se le regaló un diccionario Mapuche Español, ya que contaba en las reuniones que los mayores
hablaban la “lengua”, pero delante de los chicos no y que tampoco les enseñaban (como resguardo
para que no los discriminaran, pero a la vez una forma de olvidarse de sus orígenes) por eso nos
parecía importante recuperar vocabulario mapudungun. Hubo otras recaídas, pero ahora hace un
año y tres meses que no consume, después de 17 años “volvió a sus pagos”, Chubut, restableciendo
contacto con sus hermanos y madre, e inclusive con un proyecto de vida de establecerse allí nueva-
mente, pero luego de cobrar las acciones que le corresponden por haber trabajado en una estancia
del Lago San Martín. Se le pagó así para que no se malgastara el dinero, según el patrón. Pero ahora
que se siente bien quiere reclamar lo que es suyo, para poder hacerse una casita en Chubut y dejarlo
de heredero a un sobrino, cuántos proyectos cuando uno “se sana”.

Construyendo los Caminos del GIA 281


9. Rolando Rodríguez, Manguera
Chubutano, gente de campo, trabajador del Consejo Agrario, lugar en el que se jubiló, se cons-
truyó su propia casa de material en el barrio Cerro Calafate y amigo de muchos perros, última-
mente practicante evangélico, que le ayuda a su abstinencia con el alcohol, participó muchas veces
del GIA, inclusive recitando versos propios, tocando la guitarra o la acordeona; quien siempre lo
visita y controla, es Marcelino Ojeda, ya que viven a dos cuadras de distancia, qué costumbre la de
cuidarse cuando uno de ellos está bien, capaz que de insistir logren salir juntos del alcoholismo,
nos resuena: “Solo no se puede, con otro sí”.

10. El encuentro con las hijas y nieta de Jorge Delbares


En el marco de los 30 años de la creación del GIA; nuestra delegación del GIA Calafate realizó
un trabajo extenuante juntando fondos para poder participar de dicho evento que se realizaría
en Cipolletti, provincia de Río Negro; en ese lugar nos fuimos a encontrar con las hijas de Jorge
Delbares, un compañero que había fallecido en Calafate de Cirrosis y que era oriundo de Choele
Choel (de donde también eran las chicas, pero se encontraban estudiando en Cipolletti porque había
Universidad); ellas al enterarse del Encuentro quisieron acercarse a conocernos, ya que en su casa
se hablaba de los intentos que había tenido su padre, para salir del alcohol; todos estuvimos muy
emocionados: ellas y nosotros, ya que se nos corrían las lágrimas sin poder frenarlas; parecía que
nos conocíamos de toda la vida; hubo una necesidad de contarnos los retazos de historia que cada
uno conocía, hablamos de cosas sencillas: las actividades de ellas, de sus hermanos, de las nietas
que Jorge no conoció y de los instantes comunes que no pudo disfrutar en conjunto con su familia;
el sabor amargo que nos dio el ver todo lo que se perdió Jorge por esa maldita enfermedad, pero nos
quedó un consuelo, el haber conocido una familia que siguió construyendo su vida con esfuerzo
y disfrute.

Bibliografía
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Bourdieu, P. (2014). Capital Cultural, Escuela y Espacio Social. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
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Fontanarrosa, R. (2012). No sé si he sido claro. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta.
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en la Argentina. Buenos Aires: Ed. Polemos.
Pichon Rivière, E. y Pampliega de Quiroga, A. (2007). Psicología de la Vida Cotidiana. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.

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Nota editorial
Para lograr la publicación del presente libro colectivo propusimos en su última etapa algunas
recomendaciones con la finalidad de brindar un marco de referencia de las buenas prácticas edito-
riales. El trabajo del editor no significa modificar la intención ni los contenidos desarrollados por el
autor, sino encarrilarlos para una mejor lectura, uso y aprovechamiento por parte de los lectores.
Estas recomendaciones se referenciaron en las normas APA y las recomendaciones de la RAE.
Las aplicaciones específicas más notorias en nuestro libro colectivo se aplicaron en evitar reitera-
ciones, hacer un uso apropiado de cursivas, comillas y mayúsculas, citado de textos, el modo de
escribir números, cómo incorporar la bibliografía y la filiación institucional, entre otros detalles.
También se contemplaron en el trabajo de edición los contenidos paratextuales, incluyendo titu-
lado y epigrafiado, las imágenes fotográficas, los esquemas y la compaginación integral de la obra.
Para la aplicación de mejoras del primero de los conjuntos aquí descriptos, -y contemplando que
no todos nosotros somos autores, pero esta también es una oportunidad para enriquecernos de una
habilidad tan importante como ésa-, propusimos oportunamente una pequeña guía para que los
autores apliquen esos cambios sobres sus textos, evitando así cualquier modificación de la inten-
ción de su mensaje.
Hubieron autores que se dieron a esa tarea en forma activa y participativa, como Susana Alarcón,
María Eugenia Albertini, Gabriela Centeno, Carlos Luis Cornaglia, Alejandro De Lisio, Ezequiel Goitia,
Isabel Ortiz, Mónica Pereira, David Romano, Nicolás Segovia, Romina Topp y Claudia Villafañe,
mientras que los demás autores consideraron esta tarea como ya realizada o no la identificaron
como de una relevancia a ser tenida en cuenta.
Consideramos que de todas formas, la naturaleza heterogénea y variedad de estilo de este libro
Construyendo los caminos del GIA mantiene el espíritu de toda actividad grupal, fundamentada
en el respeto mutuo, la libertad de expresión y un profundo conocimiento de la temática que nos
reúne, tan específica y tan humana.

Isabel Ortiz, Alejandro De Lisio, Mauricio Albacete


Caleta Olivia, 10 de julio de 2019

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Esta obra se terminó de editar el 26 de agosto de 2019
en Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz, Patagonia Argentina

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