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LITERATURA EN LOS LIBROS PROFÉTICOS

Rubén Darío Ramírez Arroyave

RESUMEN

El texto es un breve rastreo a la manera como aparece la literatura como género


o figura estética en los textos proféticos; más aún es un acercamiento a la manera
como la escritura deja que aparezca de forma implícita ese lenguaje que trasciende los
límites de la racionalidad y que posibilita, con eso el dibujo en líneas del tiempo
teológico, narrativas que desvelan el acontecer de Dios que se hace palabra y que se
transmite bajo lenguaje humano y que por tal motivo, es en condición un lenguaje que
en sí mismo está cargado de sentido, de profundidad y de belleza.

Palabras clave Profetas, Literatura, Escritura, Narración teológica.

INTRODUCCIÓN

En La tradición bíblica el texto sagrado sin ser una obra de literatura, está
cargado de imágenes sutiles y profundas cargadas de vitalidad narrativa, de
profundidad simbólica (…) de un lenguaje auténticamente literario que deja ver por
ejemplo, como el testimonio profético no solamente es un mensaje de anuncio y
denuncio sino también contiene una palabra estética.
Elaborar tales afirmaciones es ya causa de análisis de discurso con lo cual
habría ya que profundizar los lenguajes propios de una narrativa que sin conocer los
sucesos literarios del acaecer narrativo sobrepuso su propia interceptación de la
palabra como tal, y la traspuso en los lenguajes de una época, convirtiéndose entonces
en portavoz de la idea de una literatura que llegaría un día a la idea de género o figura
retórica o literaria.

Como insinúa (Sicre, 2011) muchos le quitan el criterio de validez literaria a los
textos ya que lo asimilan más como un tipo de sermón sobre el cual se vuelca toda la
atención formativa mediante los ímpetus de las costumbres, la conciencia moral, la
identidad social, cultual y religiosa, y esto como un asunto propio de la discursiva u
oratoria sagrada, que dista de la correspondiente tendencia literaria que no es
sermocinal sino estética.

Pienso que, sin exagerar su importancia, el estudio de los géneros


literarios resulta muy útil para profundizar en los textos proféticos, lo
mismo puede decirse de otros ámbitos, como la pintura o la arquitectura.
Una producción artística se disfruta y se comprende en la medida en que
se estudia. (Sicre, 2011)

LITERATURA EN LOS LIBROS PROFÉTICOS

Siguiendo con la línea teórica propuesta por (Sicre, 2011) se puede además
afirmar a partir de su postulado, que la literatura que aparece como el límite entre la
pregunta por la realidad y la estética del lenguaje se vuelca a la interceptación del
análisis signico y no solamente a lo que se aduce por sola percepción, como se puede
pensar de la lectura profética donde se capturan imágenes en las cuales se expresan
diversos sentimientos de fe, en la que el autor sagrado involucra su idea de mundo, de
las cosas, de Dios, de la naturaleza y de su propia experiencia de relación con el pueblo
y la vida que circunda en su acontecer histórico. . Tales prescripciones deben dar la
posibilidad de análisis de fondo que converja entre lo meramente formal y lo que
subyace en su profundidad.

La semiótica estudia tanto la estructura abstracta de los sistemas de


significación, así como los procesos en cuyo transcurso los usuarios
aplican de forma práctica las reglas de estos sistemas con la finalidad de
comunicar; es decir, de designar estados de mundos posibles o de criticar
y modificar la estructura de los sistemas mismos. (Reyes, 1999)

Tal distinción es básica para adentrarse en el análisis de la semiótica literaria del


texto profetico, lo plantea (Reyes, 1999) desde la idea misma de mundo posible, es
decir aquella vertiente narrativa que propone la creaciòn de un estado ideal, por lo
general mental que concreta una realidad, que luego, por supuesto supondrá la
creacion de un mundo material, real y latente que por obvias razones, adquiere una
tendencia propia del lenguaje en tanto se puede: Decir, expresar, explicar, explcitar,
comunicar… verbalizar. Tal adscrición de juicio es la propuesta que afirma que toda
palabra pasará primero por el tamiz de lo puramente intepretativo mediatne lo signgico
para luego volcarse a la definiciòn como forma plausible de la realidad.

En consideración (Barthes, 1996) explicita una manera para adentrarse en los


límites de la narrativa como manifestación de los signos que determinan una época;
para ello el lingüista, va a proponer la escritura como modelo de toda tendencia
literaria, acuñado tal asunto con lo propio y que es su principal característica, la
estilística que surge claro está, desde la aplicación inmediata del mismo lenguaje.
Asume tal postura no solamente desde las funciones del habla, sino también como
aquello que logra trascender los propios referentes históricos, donde se van a
contrastar los procesos de significación que será en ultimas lo que otorgue la
importancia no solo a la clasificación del lenguaje sino su funcionalidad estricta, que en
el caso de la profecía será la de advertir con todo rigor las palabras que desvela Yahvé
y que luego serán exegéticamente posibles en la voz del profeta, quien será el
traductor, el que le dará todo su peso narrativo…

La voz de Dios que se comunica debe ser exaltada, debe ser embellecida, debe ser
enaltecida sin ningún miramiento. Tal asunto es lo que el (Barthes, 1996) también
llamara la acomodación lingüística, es decir; las voces técnicas que son producto de
otras voces narrativas que deberán ser asumidas por el intérprete y que luego pasarán
a formar parte de un discurso común.

Por ello ningún autor se asume su libro como una creación suya ni mucho menos
como una obra terminada, en caso de hacerlo estaría faltando al principio de
acomodación lingüística. Esta acomodación será luego una recomprensión estructurada
de términos en orden al lenguaje mismo, que será la que clasifique la forma en que
aparece el tono del texto; con dejes particulares que trascienden la misma forma, esto
es lo que se define como el estilo.

(Barthes, 1996) en el grado cero de la escritura tal estilística es necesariamente


una obligación interpersonal, es decir una doble o triple narrativa que será
consecuencia de una actitud del hombre frente a un acontecimiento propio de una
época, lo que equivale a decir que el lenguaje en consecuencia o mejor aún es el
resultado de implicar un proceso de significación en las tramas características de un
momento histórico, tal asunto se convertirá luego en la clave de la interpretación de las
realidades, lugares, y diversos acontecimientos teológicos que adquieren su valor
protagónico en el tiempo.

Para (Barthes, 1996) la narrativa escrita circunda en datos históricos y narrativos;


que van a acoplar a manera de eslabones a las sociedades… uniéndolas por un vínculo
eterno como es la palabra. La historia deviene como una trama mágica donde se
advierte el paso de los años y con ellos esa misma producción de hechos que se hacen
latentes e interesantes. Es la palabra escrita, en este caso de los textos sagrados, la
que permite que no se asuman solo como una tradición mítica sino que sean
profundizados con ese tinte sacro que los caracteriza y que les da ese peso dinámico y
profundo en la historia de la salvación; de esa realidad trascendente del ser humano.
Realidad que oscila entre las transformaciones de índole religiosa, moral, ideológica, o
simplemente la renovación substancial de las ideas que corresponden al momento. Tal
distinción ente un texto sacro y uno cualquiera de tradición literaria será lo que (Barthes,
1996) llamará provocación ética de la escritura.

Por eso la escritura es una realidad ambigua: por una parte nace, sin
duda, de una confrontación del escritor y de su sociedad; por otra, remite
al escritor, por una suerte de transferencia trágica, desde esa finalidad
social hasta las fuentes instrumentales de su creación. No pudiendo
ofrecerle un lenguaje libremente consumido, la historia le propone la
exigencia de un lenguaje libremente producido. (Barthes, 1996, p. 17)

Se logra concebir analogamnte el asunto de la temporalidad con la función


narrativa, donde convergen los terminos en la definiciòn de una idea que luego será
manifestación de la realidad que se desea comunicar, desde luego lo que va
predominar es su aplicabilidad en contexto, de las tales manifestaciones de la palabra y
la escritura.

Para el hombre del Medioevo por ejemplo las prescripciones literarias eran una
huella de héroes adscrita a los términos morales donde la semblanza de toda narrativa
sería luego una impresión simbólica, que aducirá sin mayores pretensiones el estado de
un hombre y por ende de una sociedad ideal. Por ello (Barthes, 1996) afirma con todo
rigor que una época va acompañada de una forma singular de escritura que abrirá a la
comprensión de un estado de formas individuales que propenderán por enraizar ideas y
situaciones que luego, serán por supuesto la madeja interpretativa del tiempo y que
suscitará una manera de comprender el mundo y sus transformaciones.

La definición “no moral” de la libertad para la escritura empotrada en los signos que
la determinan en el tiempo dependerá exclusivamente de la manifestación arraigada en
la posesión implícita en la misma temporalidad.

La escritura, libre en sus comienzos, es finalmente el lazo que encadena

al escritor a una Historia también encadenada: la sociedad lo marca con

los signos claros del arte, con el objeto de arrastrarlo con más seguridad

en su propia concepción de los fenómenos. (Barthes, 1996, p. 24)

Según esto se puede entonces afirmar:

-La demostración de un hecho simbólico está arraigado a la manifestación de una

identidad propia del tiempo.

-La escritura como fenómeno sígnico, parte también de una necesidad estética de

afirmar las concepciones mentales arraigadas en el establecimiento de una voluntad

determinada por las voces íntimas que adjudican la realidad de los hechos. A este punto

la historia es la clave para interpretar los hechos narrativos. Como se refiere a

continuación:

EI regreso a la historia de una manera nueva es característico de los más

recientes estudios sobre el texto. Se aprecian nuevos enfoques, un tanto

diferentes de los tradicionales análisis históricos, en esta nueva perspectiva,

la historia de una obra es la vida de esta en la historia humana, desde su

primera aparición, en un momento y lugar dados, hasta su última

manifestación, en el aquí y ahora, en el acto socialmente determinado de su


lectura. La historia de la Biblia es, en consecuencia, la historia de su lectura;

más aún, la historia del impacto y del efecto que, como escritura, ha dejado

en el mundo por la mediación de sus lectores. Descubrir el sentido de la

Biblia es, por tanto, conocer también lo que se ha hecho con ella en la

historia, es entenderla en su función histórica y social. (Rincón González,

2005, p. 17)

-Existe un elemento que conecta la glosa inquietante con los hechos arraigados

en la realidad.: la literatura será una base ontológica mediante la cual se pondrá de

manifestó esa realidad acaecida entre la realidad y la posibilidad.

-En la profecía de Israel, por ejemplo las palabras propias del momento profético,

eran una manifestación profunda del salto de lo que se concebía como histórico, con la

realidad que circunda los mismos momentos propios que el profeta vivía, por ello la

escritura era una manera posible de narrar lo que el acontecimiento de fe manifestaba

en contra de la realidad que condenaba las acciones de los personajes de la época.

SIMBOLOS Y SEMBLANZAS DE LA LITERATURA

PROFÉTICA

Ya al inicio esta perspectiva, crea un cierto estado de estupor en la conciencia del

intérprete de las narrativas Bíblicas. Puesto que como se dijo anterior mente

referenciando a (Sicre, 2011) no se puede decir que lo que compendia la Biblia sea
literatura. Sin embargo y sin pretensiones arraigadas en la mera hermenéutica del

texto, ¿cómo escapar a una reflexión de esta índole en un libro que está cargado de

figuras o más precisamente de elementos que adornan la narrativa y la elevan a una

contemplación estética que no basta el mero criterio teológico para dilucidarlo y

especificarlo porque desborda las mismas palabras que le adjudican el sentido?

En los libros proféticos el término literario aparece dilucidado en toda su forma

explícita en el lenguaje. La formas de la narrativa están al alcance de la interpretación

del hecho que desborda la mera interpretación literal de los hechos: es decir dejan ver

el mundo posible como creación lingüística, que aboca a la construcción de imágenes

extemporales y que las define luego, con ese callado lenguaje trascendente que esboza

realidades que se combinan con la realidad; donde todo lo narrado a modo de verso,

poética, exhortación, ayes, lamentos, alegorías, himnos, metáforas, antítesis... y una

cantidad considerable de figuras refieren sobre todo la bondad de lo dicho y permite

vivir la experiencia narrada como acontecimiento, en cualquier momento de la vida, por

llevar implícito la narrativa el hecho en sí mismo.

Las imágenes brindan también un lenguaje interior a nuestros

sentimientos, seleccionando determinados elementos de la realidad y

combinándolos de tal manera que responda a nuestro estado interior del

ánimo y no a la lógica exterior de estas propias imágenes. (Vygotsky,

2012, p. 53)
Como se leyó, se sigue entonces que la simbología que está latente en la profecía es

ya clave para comprender lo literario como posibilidad de narrar con hechos concretos

de la narrativa, lo que acontece en la experiencia de fe, vinculada claro está con estas

formas particulares de escritura.

En Los relatos de Isaías, por ejemplo y a modo de curiosidad, se nota en cada

expresión un vínculo estrecho con la poética de Homero. Así:

HOMERO ISAIAS

de tu marcha refrena el ardor para oír nuestro Sión será rescatada por el derecho y

canto, y porque nadie en su negro bajel pasa los que se conviertan, por la justicia.

aquí sin que atienda a esta voz que en Los rebeldes y pecadores serán

dulzores de miel de los labios nos fluye. destrozados juntamente y

Quien la escucha contento se va conociendo desaparecerán los que abandonan al

mil cosas: ustedes saben los trabajos que allá Señor. Ustedes se avergonzarán de

por la Tróade y sus campos de los dioses las encinas que tanto amaban, se

impuso el poder a troyanos y argivos y sonrojarán de los jardines que

aún aquello que ocurre doquier en la tierra eligieron; porque serán como una

fecunda" (Homero, 1992, p. 45) encina de hojas secas, como un

jardín sin agua. Is 1,27-31

En los dos relatos se logra encontrar un tono similar en su estructura de

composición. La forma literaria de ambos relatos es la antítesis narrativa, en uno se

exhorta con miras de la grandeza, el triunfo. En el otro, el relato es exhortativo con

dejes de denuncia.
Lo que si llama enormemente la atención es que en su estructura se observa una

trasposición de hecho, como si el uno y el otro texto fueran contados por el mismo autor

pero con sentido estrictamente disímil.

En este mismo libro: Isaías, los Ayes abundan con gran implicación literaria: se

podría decir, si se unieran todos en un solo relato, se evidenciaría la figura de la

anáfora, la cual da un cierto rigor de solicitud al texto. Lo ayes a parte de la anáfora se

convierten en una deprecación constante que en literatura es un juego de palabras que

exaltan poéticamente voces internas de súplica, que implican al solicitante como el

receptor de sus ruegos.

En Isaías 3:9, 11 se observa una pronosticación de desgracias. Narrado

bellamente en ritmo y en sonido versal. En 5:8-22 aparece una expresión de los

asuntos morales que van a corresponder a lo largo del texto: advertencia del juicio de

Yahvé contra el abuso contra el derecho. Es muy bello el relato que aparece en 6:5

donde aparte del aye, surge la exclamación poética que reclama contra la deshonra,

contra la piedad y los deseos de una conciencia espiritual (…) los ayes constituyen gran

parte del mensaje de Isaías y aparece desde la queja retórica del autor por manifestar

a Yahvé y su mensaje de unidad, salvación, auxilio, buenas costumbres.

¡Ay del que desafía al que lo modela,

siendo sólo un tiesto entre los tiestos de la tierra!

¿Acaso la arcilla dice al alfarero: "¿Qué haces?"


o "Tu obra no tiene asas"?

¡Ay del que dice a un padre:

"¿Qué has engendrado?",

o a una mujer: "¿Qué has dado a luz?"

os que pleitean con su Hacedor. Is 45, 9.10

Se sigue en Isaías por ejemplo la gran reiteración de Cánticos, donde prevalecen las

voces polifónicas. Es decir toda la manifestación de narrativas que en boca del profeta

se vuelven cánticos, alabanza, cantos, y que tienen como fin manifestar una única

palabra y con ella declarar sus sentimientos de conexión con Dios. De esta semblanza

se viene a narrar todo tipo de imágenes, expresiones y experiencias sobrenaturales

que le llevan a deducir el mensaje que luego debe ser contado.

Los himnos o cánticos en la literatura son caracterizados por ser una manifestación

espontánea, que surgen como voces narrativas, cargadas de metáforas y símiles; que

ajusten la sonancia y la métrica con el mensaje que suele ser profundo, exhortativo,

exclamativo, que realza la idea que se desea trasmitir mediante la combinación de

antítesis o retruécanos en contraste con la misma realidad que manifiesta los

sentimientos del cantor. ..

(Sicre, 2011) Lo expresaría así: 119

ALOCUCIÓN “Tú Israel siervo mío, Jacob mi elegido,

Estirpe de Abraham, mi amigo.

Tú a quien cogí en los confines del orbe,


A quien llamé en sus extremos,

A quien dije, tú eres mi siervo,

te he elegido y no te he rechazado”

PROMESA No temas que yo estoy contigo,

No te angusties que yo soy tu Dios.

MOTIVACIÓN Te fortalezco, te auxilio,

Te fortalezco con mi diestra victoriosa.

CONSECUIENCIAS Mira se avergonzarán derrotados,

Los que se enardecen contra ti;

Serán aniquilados y perecerán. Is 41,8-13

Se loga evidenciar como el canto se vuelve una narración completa y en la

misma convergen elementos que lo distinguen y lo clasifican en su unidad, dándole un

realce y una profundidad narrativa y teológica.

En el libro de Isaías vienen otros elementos abundantes en literatura como son

los canticos. En estos va a sobresalir la poética como unidad apreciativa de la

narración; sin embargo algunos se trasponen en las elegías, las cuales denotan en su

cometido definitorio, las claves para asomarse a unos textos con una etopeya y una

vaciedad que manifiesta el dolor del profeta.


"Este es mi siervo, yo lo sostendré;

mi escogido, en quien mi alma tiene se complace;

He puesto sobre él mi espíritu;

él traerá justicia a las naciones" (42:1).

Y sigue: Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de

los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, (52,4)

Ambos textos cargados de imágenes de la realidad mística del profeta,

sobrepuesta, con un lenguaje en ambos fragmentos completamente diferente…el

primero canto o poema verseado exhortativo. El segundo plantea una antítesis

narrativa, ya que lo que acuña el dato del primer verso lo sustenta de manera negativa,

en el dicho asombro que causa su imagen.

En Isaías se pueden concebir varias metáforas que vuelcan la atención en una

comparativa de la realidad inminente con una más profunda, dinámica, moral y política

de la época. Así por ejemplo, la metáfora de la Viña que aparece en los relatos del

autor sagrado, se puede ver la comparativa de dos realidades inminentes en contexto

profético: manifestar lo que Dios hace y lo que no, cuando no hay obediencia a sus

mandatos.

En la viña se puede ver también el género poético combinado con el cántico

donde nuevamente la figura retórica que acompaña a la metáfora es la antítesis

narrativa ya que sobrepone el lenguaje y lo invierte en una manifestación contraria a lo


esperado…

Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi

amado una viña En una ladera fértil. La había cercado y despedregado y

plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y

hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas

silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad

ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no

haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas

silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré

su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Is 5,1-5

Se advierten bellas elegías, contraste de angustia con una narrativa precisa y

sublime. 1:21 ¡Cómo se ha prostituido, la ciudad fiel! Estaba llena de equidad, la justicia

moraba en ella, ¡y ahora no hay más que asesinos! (1,21ss)

En el profeta se puede ver también la sátira: la cual es más que burla una

delicada expresión inteligente que conjetura un resultado nefasto para el adversario.

Entonarás esta sátira contra el rey de Babilonia. Tú dirás: ¡Qué fin ha tenido el tirano, en

qué acabó su frenesí! (c. 14, 4).

Se puede ver de una manera muy plena, como utiliza varios recursos en una

misma expresión literaria, donde establece la lirica con el género de la parábola. Y

ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi
viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba

que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios? (5, 3-4) sobresale en este fragmento la

figura retórica de la erotema o pregunta retórica, como manera de interpelar al oyente,

propiedad del profeta en toda su discursiva.

En el texto profético se advierte la ironía como una manera de propender por una

respuesta a una situación que en sí misma no se puede entender ni mucho menos

explicar. (23,16; 37,22; 28,7-13) que deviene luego en una acción simbólica, sobretodo

en el capítulo 20 y pasando luego a un modo poético trastocado en sapiencial, en 28.

Parábolas: discurso con metáforas y símiles que comparan sobre todo acciones

propias de Israel, con actividades características de la región y que enaltecen y

embellecen la moralidad, los paisajes, la vida familiar, cultual y tribal. 28.

Se vale el texto de varias erotemas o interrogación: como un modo de referir o invocar

mediante preguntas directas e indirectas la posible narrativa sapiencial, en (5 y 56)

BIBLIOGRAFÍA

Barthes, R. (1996). El grado cero de la escritura. México : Alfa Omega.


Biblia de Jersualen. (2002). Madrid: Desclee de Brower.
Homero. (1992, p. 45). La Odisea. Buenos Aires: Porrúa.
Reyes, A. (1999). La semiótica, análisis crítico de obras literarias. México: Alfaguara.
Rincón González, A. (2005, p. 17). Biblia Lingüistica y Literatura. Paideia U.de A, 13,14,15-16.
Sicre, J. (2011). Introducción al profetismo Biblico. Navarra: Verbo Divino.

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