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Primera entrega de trabajo

Sobre “Sociedades, culturas y hecho


literario” de Meletinsky.

Profra: Dra. Gloria Prado


gloria.prado@ibero.mx

Francisco Correa
1° Semestre, otoño 2019
Maestría en Letras Modernas
Universidad Iberoamericana
Desde una perspectiva antropológica y genealógicamente lingüística, el ruso Eleazar
Meletinsky plantea en este ensayo un breve recorrido histórico del fenómeno literario y
un análisis del hecho literario en sus distintas facetas de estudio. Comienza por definir el
hecho literario como aquello “[...] que se entiende habitualmente por obra, pero también lo que

acontece en torno a la obra -contexto, público -, lo que la precede -antecedentes, autor - y

lo que la sigue - la recepción, sus influencias.” (Meletinsky, 1993: 17) En otras palabras, el
hecho literario no se limita únicamente a la obra en sí misma, sino a todo el fenómeno
que en torno a ella ocurre.

En este sentido, tenemos que preguntarnos por la naturaleza misma de lo que

denominamos como ‘literario’ -aquello que Ingarden denomina como estatuto óntico-, y es
aquí donde la escritura aparece como la ramificación presente en la genealogía del fenómeno
literario. En ella, los rituales primitivos se presentan como las primeras formas culturales de
expresión literaria, pues suponían la conjunción de sonidos, movimientos, intenciones y
significados, que hacen posible la transmisión de un mensaje meta-cotidiano, que bien podríamos
llamar ‘poético’.

Este mensaje yacía presente en las más diversas manifestaciones rituales. Desde
los intentos del mythos por explicar los fenómenos de la naturaleza, hasta las más
elaboradas ceremonias litúrgicas en donde la palabra hablada constituía la fuente
primordial de la comunión divina o el sincretismo cultural. Es por ello que Meletinsky
considera que tanto ritos como mitos poseen una unidad semántica común (Cfr.
Meletinsky, 1993: 20), pues ambos parten de la interpretación de lo imaginario.

Ahora bien, se debe reconocer igualmente el papel que en esta genealogía ha


jugado la oralidad, pues es precisamente en la expresión fonética y sintáctica donde el
folklore y la cultura se han manifestado a lo largo del tiempo. De tal forma que sin la
sonoridad, el fenómeno literario quedaría incompleto. Esto lo podemos ver más
claramente en la poesía, donde la intencionalidad del lenguaje va necesariamente ligada
a la fonética del mismo.

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Bajo este contexto podemos decir que es precisamente en el folklore donde la
literatura escrita tiene su origen (Cfr. Meletinsky, 1993: 23). Lo anterior resulta evidente si
consideramos la necesidad inmanente en las culturas humanas de mantener vigentes
sus rituales y liturgias; y de que éstas no se queden únicamente en el plano oral, pues de
ser así son susceptibles a sufrir modificaciones de fondo que atentarían contra su propia
naturaleza y significado. Tómese por caso los distintos textos fundacionales en donde la
palabra hablada sufre la necesidad de convertirse en enseñanza escrita y, de esta
manera, mantener perenne su significado.

Otro de los elementos de estudio que considera Meletinsky es el concepto de autor, donde
éste evoluciona desde una óptica colectiva y cooperativa, hasta la hiper-individualización o la
negación del propio autor (véanse las posturas de Barthes y Foucault en torno a la concepción del

autor). Valdría la pena preguntarnos aquí la posibilidad de la existencia del texto mismo -

rebatiendo a Foucault- sin que exista previamente el autor; o la categórica necesidad de ‘matar’
al autor para darle existencia al texto. ¿O es que acaso son necesariamente incompatibles el texto
y el autor?

Estas preguntas nos llevan a cuestionarnos entonces la presencia de un ‘valor


artístico’ per se en la obra, que depende ya no del contenido (o fondo) sino de la forma y
estructura en cómo se presenta el texto; lo que a su vez conlleva a la ‘percepción
estética’ de la obra, es decir, su recepción en los lectores y en la tradición en la que se
acomoda.

Finalmente, se hace menester cuestionarnos sobre la importancia de los géneros,


no sólo en la clasificación de las obras literarias, sino en su concepción misma dentro del
canon en que se inscriben. Es aquí donde el fenómeno literario se presenta con más
claridad, aunque las preguntas por el ser mismo de la literaturidad, de la percepción de la
obra literaria como obra de arte, y de la naturaleza misma del fenómeno, siguen estando
presentes y su planteamiento sigue generando discusiones.

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