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Juventud
La infancia es un período donde se sientan las bases para un desarrollo futuro,
pero la juventud es una etapa crítica en la que las desigualdades sociales pueden
ensancharse o reducirse. sin la intervención de Políticas Públicas, las
trayectorias desiguales y las vulneraciones de derechos pueden consolidarse.
En esta etapa se definen aspectos que marcarán la vida adulta:
finalización de estudios
iniciación de una trayectoria laboral
formación de una familia (aunque en L.A.no se sigue una trayectoria
lineal).
Pese a su importancia, esta etapa está bastante invisibilizada por las políticas
públicas y cuando se los menciona solo se hace en referencia a objetos de la
política y no como sujetos de derecho y agentes del desarrollo y cambio
productivo.
Hay que invertir en esta etapa ya que es la etapa de la emancipación de núcleo
de vida familiar y definición de proyectos de vida independiente de cara a
construir una sociedad más justa e igualitaria.
Un desafío que obstaculiza ese tránsito a la emancipación es la transición de la
educación al trabajo que insume entre 5 y 7 años promedio, que en el caso de
las mujeres puede llegar a extenderse(Gontero y Weller, 2015), viéndose
obstruido por las dificultades para concluir el proceso educativo (tasas de
graduación cada vez más bajas, y de deserción cada vez más altas) y la
adquisición de habilidades que requiere el mercado laboral, como así también
por las barreras al acceso en condiciones adecuadas a éste. Procesos marcados
por las desigualdades socioeconómicas de los hogares de origen, entre otras.
Los jóvenes que no han podido adquirir la formación necesaria requerida por el
mercado laboral, como así también por las barreras al acceso se posicionan en
situación de desventaja respecto del resto, a lo que se le suma la dificultad de
construir una trayectoria laboral adecuada digna, por distintas cuestiones:
periodos de inactividad laboral para procesos de formación o capacitación,
formación de familia, altas cargas de actividades domésticas, desempleo, etc.)
Los jóvenes que no estudian ni están ocupados en el mercado laboral
constituyen un grupo altamente estigmatizado y si bien en el imaginario social su
rostro es masculino y se lo asocia a delincuencia y vagancia, en la región, las
más afectadas son las mujeres, siendo su porcentaje altamente desigual en
distintos países de la región, constituyendo la expresión de la desigualdad
asociada a la división sexual del trabajo, pues en esta situación la mayoría de
las jóvenes se desempeña en trabajos domésticos y de cuidado no remunerado
y la mayoría de hombres jóvenes está desempleado o buscando trabajo por
primera vez.
En algunos casos la situación es estructural y en otros, coyuntural.
En el caso de las mujeres: la ausencia de servicios de cuidado es un factor que
dificulta o impide la finalización de los estudios o el acceso al mercado laboral,
limitando sus posibilidades de obtener ingresos propios.
Los jóvenes que logran insertarse lo hacen en trabajos precarios e inestables,
en actividades informales y sin acceso a mecanismos de protección.
Problemática que se agudiza en el caso de las mujeres, indígenas y jóvenes afro
descendientes lo que evidencia diferentes entrecruzamientos de la matriz de la
desigualdad social.
Por ello las políticas e instituciones de mercado constituyen un rol fundamental
donde mecanismos de creación directa de empleos, subsidios a las empresas
destinados a la creación de empleo joven u otros incentivos para su contratación.
Vejez:
Durante el S XX se produjo un marcado aumento de la esperanza de vida de la
población de LA y el Caribe, como resultado de mejoras en materia de nutrición,
salud, saneamiento ambiental y cambios tecnológicos que implican que el
número personas de más de 60 años irá en aumento sostenido. El hecho de que
las personas alcancen la vejez y vivan una vejez más larga vaya acompañada
de acceso efectivo y universal a niveles adecuados de bienestar y goce de
derechos.
Las desigualdades que se manifiestan en esta etapa están relacionadas con la
adquisición de diversas patologías discapacitantes por cambios en la salud que
repercuten en su autonomía debiendo en algunos casos realizar arreglos de
convivencia familiar.
La mayor parte de los ingresos de esta edad están destinados a gastos en salud
(acompañamientos, medicamentos, servicios médicos).
Las políticas deben direccionarse a la prevención de enfermedades no
transmisibles y crónicas.
La maternidad adolescente
La letra chica:
En su libro el contrato sexual Pateman señala que el modelo de contrato se halla
a la base tanto del liberalismo como del marxismo y el anarquismo, basando su
estrategia en demostrar la dependencia de la esfera pública (instituida a través
del contrato social) de una escena originaria a la cual denomina "contrato
sexual". Por su parte María Luisa Femenias en su libro "sobre sujetos y género"
señala que "dentro de los límites del Estado Patriarcal, las mujeres reclamaron
que se extienda hasta incluirlas, lo que implica su acceso a la esfera pública,
pero por otro lado, también insistieron en las dificultades materiales de tal acceso
y los costos personales del mismo, lo que tradicionalmente ha sido utilizado para
recluirlas en el ámbito doméstico - la maternidad - y que continua operando como
punto de fuga de la esfera pública.
La comprensión patriarcal según ella consiste en entender ambas demandas
como necesariamente incompatibles entre sí constituyendo espacios público y
privado como excluyentes.
La garantía de la sociedad civil yace en hacer operativa esa dicotomía, el
contrato simboliza a la vez la libertad y la dominación, las libertades públicas
(con restricciones) para los varones y las sumisiones privadas o domésticas de
todas las mujeres.
Paterman intenta demostrar en qué medida las libertades públicas dependen del
Derecho Patriarcal (o se asientan sobre el).
Las tensiones generadas a partir de la revolución "libertad, igualdad, fraternidad"
del Siglo XVIII dan cuenta de ello. Por un lado se entiende a las nociones de
libertad e igualdad en términos universales incluyendo varones y mujeres, la
noción fraternidad era solo para los fráteres (hermanos varones) generándose
aquí tensiones y exclusiones que terminaron por excluir a las mujeres de la
ciudadanía.
Se apela al texto de Freud Tótem y Tabú mediante el cual por medio del parricidio
los hermanos libres e iguales acceden mediante pacto reglamentado al poder
político y al acceso reglado a las mujeres generándose el espacio público entre
ellos en el que se respetaran las leyes y acuerdos del cuerpo artificial constituido.
Por el mismo acto y como contra cara se constituye un espacio natural privado
sobre el cual un varón ejerce por naturaleza su poder sobre una esposa con
quien comparte la autoridad sobre los hijos menores, de esta manera el contrato
de matrimonio queda establecido como contrato social a la vez que instituye la
familia monogamica y heteronormativa asegurando la propiedad privada y la
reproducción de los seres humanos.
Subjetividades necesitadas
Mario Heler señala que el individuo moderno se imagina como unidad (indiviso)
y separado (dividido) que además debe ser autónomo. Autonomía expresada en
propiedades adquiridas que lo hacen autosuficiente, valiéndolo de recursos para
satisfacer sus necesidades en el mercado (ámbito público), en oposición el
pobre o individuo necesitado es considerado como carenciado, necesita ayuda
de otros por su incapacidad de autoabastecerse, alguien que debe ser
identificado como un menor de edad que requiere tutelaje, pero que a su vez se
lo hace responsable de su condición.
¿Quien eran los individuos para la lógica contractualista? y ¿entre pobre-
necesitado- y las mujeres?
Si es la autonomía la clave que permite el reconocimiento del sujeto moderno en
su rol de ciudadano, dueño de su fuerza de trabajo, productor, en el caso de las
mujeres se las ubica como reproductoras porque carecen de autonomía pues
están atadas a la especificidad de sus cuerpos x lo tanto volcadas al mundo
particular, material y privado de la familia donde se mantienen las leyes de la
naturaleza
Conclusión:
El establecimiento de la moderna sociedad industrial requirió de un complejo
mecanismo jurídico, epistemológico, ético y político que permitiera moldear
cuerpos e informar a las sociedades para asumir un nuevo estilo de producción
acaparado por la idea de un intercambio cada vez más libre, convirtiéndose el
individuo en artífice de su propio destino, autónomo y capaz de elección libre y
racional. Unificando individuos por medios de razones cívicas de igualdad y
libertad, como una razón de mercado cuya premisa era mayor capacidad de cada
quien de contar con su fuerza de trabajo.
Los que tuvieron oportunidad de acaparar propiedades tuvieron ventajas en el
disfrute de los nuevos bienes civiles, políticos, materiales, a los otros solo les
quedo la esperanza de algún día alcanzarlos.
Esta diferencia entre poseedores y no poseedores producto de una emanación
residual de la lógica del sistema económico- liberal, mantuvo detrás de ella otra
lógica: la de mantener un conjunto de individuos necesitados (ejército de reserva)
como amortiguador del efecto social de no posesión un ejemplo a NO seguir y
motivador para ingresar en el engranaje productivo.
Quedando inscripta la carencia adjudicándole al individuo la propia
responsabilidad que va desde la culpa por la propia incapacidad de procurarse
el sustento hasta el esfuerzo renovado de exigir la inclusión a cualquier costo
¿Qué ha sucedido con la distribución del ingreso desde 2003 hasta el presente?
Sin una disminución de la inequidad en los ingresos, no podría sostenerse que
la igualdad se ha acrecentado.
La distribución funcional, la distribución de riquezas entre propietarios y
asalariados
2Posturas:
Consolidación de un polo marginal focalizada en la evolución de los salarios
después de 2007 y su depreciación por la inflación
Lo sucedido con la pobreza y la indigencia por la forma de medición de la misma
Y las desigualdades de género.
Coeficiente GINI: indicador más utilizado para graficar el decurso de un país en
el tiempo, para establecer ranking de inequidades entre naciones.
Mide con valores entre 0 y 1 las dispersiones de los ingresos entre hogares y
personas en relación con lo que sería una línea de igualdad perfecta. Diferencia
absoluta promedio en niveles de ingresos entre 2 individuos tomados al azar en
población relacionándolos con el promedio del conjunto de esta.
seguir
Exclusión social, si bien surgió del debate europeo, tiene amplia aplicación en
la región latinoamericana y específicamente frente a las nuevas situaciones de
pobreza y exclusión provocadas por las crisis. La exclusión social se refiere a
dos dimensiones: la falta de lazos sociales que vinculen al individuo con la
familia, la comunidad y más globalmente con la sociedad, y la carencia de
derechos básicos de ciudadanía. Lo que diferencia el concepto de exclusión
social del de pobreza es que el primero se refiere a las relaciones entre aspectos
de la pobreza. Los elementos de proceso que están incorporados en el debate
sobre la exclusión son interesantes de considerar en la medida en que se
relacionan los diversos mecanismos y tipos de exclusiones: de carácter
institucional, social, cultural y territorial. Los lazos que unen al individuo con la
sociedad pueden ser catalogados en tres niveles: los de tipo funcional, que
permiten la integración del individuo al funcionamiento del sistema (mercado de
trabajo, instituciones de seguridad social, legalidad vigente, etc.); los de tipo
social, que incorporan al individuo en grupos y redes sociales (familia, grupos
primarios, sindicatos, etc.), y los de tipo cultural, que posibilitan que los individuos
se integren a las pautas de conducta y entendimiento de la sociedad
(participación en las normas y creencias socialmente aceptadas). También
puede existir exclusión espacial, vinculada al territorio y la ubicación geográfica.
Conclusión:
El método tradicional de medición de la pobreza “la línea de pobreza”; equipara
la pobreza con los bajos ingresos, ignora y oscurece las dimensiones simbólicas,
las características específicas de los procesos de marginación y la cadena de
eventos y condiciones que conducen a los procesos de exclusión social.
Para el diseño de políticas públicas que tiendan a reducir la pobreza, una visión
que considera la unicausalidad (bajos ingresos) como la tradicional; no ofrece
posibilidades de intervenir más allá que la de transferir ingresos para incrementar
los que el grupo genera y así poder superar el valor que se fija a través de la
línea de pobreza. Uno de los grandes desafíos será el de revertir la
estigmatización que cargan aquellos que se hallan en situación de pobreza,
especialmente los jóvenes.
Los enclaves donde se alojan esas familias, son los territorios y sus habitantes
los que cargan con esa marca diferencial. Según Erving Goffman , la sociedad
establece los medios para categorizar a las personas y lo hace mediante la
estigmatización y este proceso refiere a la posesión de una característica
profundamente desacreditadora, marcando la existencia de una relación
profundamente desigual con la doble función de estigmatizar a uno, a la vez que
confirmar la normalidad del que estigmatiza.(Dentro de las comunidades quienes
más la padecen son los jóvenes, que resultan ser los responsables de todo los
males que se generan en el entorno, siendo su principal manifestación lo que se
conoce como “los pibes chorros”).
Todo parece señalar que si es joven y portador de ciertos rasgos físicos y
además pobre, a juzgar por su forma de vestir entonces es un “joven peligroso”.
El estigma es entonces la marca de la desigualdad en las relaciones de clase
social
Desde el discurso hegemónico, muchos de estos jóvenes en situación de
vulnerabilidad de los sectores populares aparecen estigmatizados como
“delincuentes-marginales”, culpabilizados y condenados a la negación por
múltiples vías: enfermedades, drogas, muertes violentas, falta de atención
sanitaria, represión policial. Rossana Reguillo introduce la noción de “inclusión
desigual”, este concepto nos permite, superar la “oposición binaria
inclusión/exclusión” dando cuenta, “de un proceso de inclusiones cada vez más
desiguales, en el que millones de jóvenes se ven forzados a ocupar posiciones
que, si bien los mantienen en un “adentro” social, no son más que espacios
precarizados que se alimentan de la fantasía de la pertenencia”. La clave se halla
en disminuir la desigualdad y así poder incidir en la situación de pobreza que
atraviesa parte de la sociedad. Nuestro continente es un territorio desigual, es la
región más desigual del planeta; no la más pobre, pero sí la más desigual. La
distancia entre el diez por ciento de la población de mayores ingresos y el diez
por ciento de menores ingresos es de 50 a 1. En España es de 10 a 1, y en
Noruega de 6 a 1. Eso significa que un porcentaje vive como en Europa: tiene
las mejores condiciones de acceso a la salud, las mejores universidades, tiene
todo; y otro porcentaje: no tiene agua potable, ni alcantarillas, no come y se
muere. No es sólo una cuestión de distribución del ingreso inequitativa. En
América Latina, se encuentra la tercera parte del agua limpia del planeta y en
este momento hay aproximadamente 128 millones de personas sin instalaciones
sanitarias. Esto significa la muerte de niños por falta de condiciones de salud.
Además, en el continente se producen alimentos para alimentar tres veces a su
población, pero alrededor del 16 por ciento de todos los chicos de América latina
sufre de desnutrición crónica y hay 53 millones de personas con hambre. Esas
son desigualdades profundas, que no son solo las desigualdades de ingreso: la
falta de acceso a agua, a alimentación, a educación. El crecimiento del Producto
Bruto Interno (PBI) incide en la pobreza, pero de forma muy limitada si persisten
grandes desigualdades. La desigualdad permea todo. En cambio, una mejora en
los índices de desigualdad, aunque sea leve, tiene un enorme impacto sobre la
pobreza, mucho más que el crecimiento. No es sencillo, pero si requiere de una
fuerte decisión política. Recién a partir de esas medidas se logrará poder incidir
en la vida de quienes se hallan en esa situación y así poder mejorarla. Ahí será
cuando la elaboración de certificados en los que conste que no tienen recursos
propios para satisfacer sus necesidades básicas será solo un viejo recuerdo