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UNIDAD 3.

POLÍTICAS SOCIALES Y DESIGUALDAD


El objeto de la política social: desigualdad, pobreza, exclusión, necesidades y riesgo
social. Estrategias de medición: enfoque tradicional y nuevas concepciones.

Palabras clave: desigualdad - pobreza - exclusión - riesgo

CEPAL (2016) La matriz de la desigualdad social en América Latina. Sgo. de Chile.


Cap. 3 (p. 45 a 59)

Edad: eje determinante de la distribución del bienestar y del poder en la


estructura social y base de organización donde se asignan responsabilidades y
roles.
4 son las etapas básicas del ciclo de la vida: Infancia; Juventud; Adultez y Vejez.
Cada una presenta oportunidades, desafíos y riesgos específicos.
Tres aspectos cobran relevancia a la hora de considerar a la edad como eje
estructurante de las desigualdades sociales.
1. Relativo a los derechos de las personas que atraviesan los distintos ciclos de
la vida (ingreso, trabajo, protección social, cuidados, nutrición, salud,
educación y participación). La pobreza y vulneración de derechos puede ser
más marcada en ciertas etapas de la vida. Estas brechas intergeneracionales
pueden ser agravadas a su vez por otras desigualdades como ser: las
vinculadas al género o a la pertenencia étnico-racial
2. Los cambios producidos en el sesgo etario del bienestar y de derechos. La
modificación de la estructura demográfica, transformaciones socio-culturales
y tecnológicas, el funcionamiento del mercado laboral, las desigualdades de
género, las características y carencias del sistema de protección social entre
otros
3. La acumulación de privaciones y desventajas o en contra partida (ventajas y
privilegios) en el tiempo y en la reproducción intergeneracional que se
encadenan en círculos viciosos formando constelaciones de desventajas
sociales.

El ciclo de vida no es una variable fija a diferencia de los demás factores de la


matriz de desigualdad social. La edad es una característica que muda con el
correr del tiempo, y al variar su edad, la persona cambia su estado.

En los últimos decenios en América Latina y el Caribe han entrado en un proceso


sostenido de envejecimiento, disminución de fecundidad, aumento de esperanza
de vida (con las diferencias propias de cada país) llevan a que las nuevas
necesidades sean abordadas mediante políticas públicas que garanticen la
inclusión social y el pleno goce de derechos para todos.

Infancia: la primera infancia es de particular importancia en el desarrollo humano


porque es el período donde se sientan las bases para el futuro desarrollo de las
personas, convergiendo dimensiones de riesgo para la salud , nutrición,
estimulación temprana y la educación como así también posibilidad de crecer y
desarrollar en entornos familiares y comunitarios de apoyo y seguros.
La vulneración de derechos en esta etapa puede tener efectos profundos y
perdurables para el bienestar y futuras posibilidades de desarrollo de las
personas.
Diversos factores como ser alto nivel de dependencia de otros para asegurar el
bienestar físico, intelectual y emocional, vulnerabilidad vinculada a su
invisibilidad como sujetos de derecho y como actores políticos.
Esta se hace patente en la pobreza posicionándolos en clara desventaja: en los
hogares pobres nacen más números de niños, relacionado con esto, la
transformación de las estructuras familiares donde cada vez más mujeres son
cabeza de familia, la imposibilidad de insertarse en el mercado laboral, asimismo
a medida que la población envejece existe la tendencia a destinar una proporción
cada vez mayor de recursos públicos destinados a atender a la población en
edad avanzada.

También existen brechas al interior de la propia población infantil dadas por el


género, pertenencia étnico-racial, o territorial. El indicador que evidencia esto es
el de asistencia escolar, particularmente la secundaria donde la entrada precoz
al mercado laboral, la maternidad adolescente, las tareas domésticas y de
cuidados y la desmotivación escolar son algunos factores que explican el
elevado porcentaje de no asistencia a la secundaria particularmente de
adolescentes indígenas y de zonas rurales.

Juventud
La infancia es un período donde se sientan las bases para un desarrollo futuro,
pero la juventud es una etapa crítica en la que las desigualdades sociales pueden
ensancharse o reducirse. sin la intervención de Políticas Públicas, las
trayectorias desiguales y las vulneraciones de derechos pueden consolidarse.
En esta etapa se definen aspectos que marcarán la vida adulta:
 finalización de estudios
 iniciación de una trayectoria laboral
 formación de una familia (aunque en L.A.no se sigue una trayectoria
lineal).
Pese a su importancia, esta etapa está bastante invisibilizada por las políticas
públicas y cuando se los menciona solo se hace en referencia a objetos de la
política y no como sujetos de derecho y agentes del desarrollo y cambio
productivo.
Hay que invertir en esta etapa ya que es la etapa de la emancipación de núcleo
de vida familiar y definición de proyectos de vida independiente de cara a
construir una sociedad más justa e igualitaria.
Un desafío que obstaculiza ese tránsito a la emancipación es la transición de la
educación al trabajo que insume entre 5 y 7 años promedio, que en el caso de
las mujeres puede llegar a extenderse(Gontero y Weller, 2015), viéndose
obstruido por las dificultades para concluir el proceso educativo (tasas de
graduación cada vez más bajas, y de deserción cada vez más altas) y la
adquisición de habilidades que requiere el mercado laboral, como así también
por las barreras al acceso en condiciones adecuadas a éste. Procesos marcados
por las desigualdades socioeconómicas de los hogares de origen, entre otras.
Los jóvenes que no han podido adquirir la formación necesaria requerida por el
mercado laboral, como así también por las barreras al acceso se posicionan en
situación de desventaja respecto del resto, a lo que se le suma la dificultad de
construir una trayectoria laboral adecuada digna, por distintas cuestiones:
periodos de inactividad laboral para procesos de formación o capacitación,
formación de familia, altas cargas de actividades domésticas, desempleo, etc.)
Los jóvenes que no estudian ni están ocupados en el mercado laboral
constituyen un grupo altamente estigmatizado y si bien en el imaginario social su
rostro es masculino y se lo asocia a delincuencia y vagancia, en la región, las
más afectadas son las mujeres, siendo su porcentaje altamente desigual en
distintos países de la región, constituyendo la expresión de la desigualdad
asociada a la división sexual del trabajo, pues en esta situación la mayoría de
las jóvenes se desempeña en trabajos domésticos y de cuidado no remunerado
y la mayoría de hombres jóvenes está desempleado o buscando trabajo por
primera vez.
En algunos casos la situación es estructural y en otros, coyuntural.
En el caso de las mujeres: la ausencia de servicios de cuidado es un factor que
dificulta o impide la finalización de los estudios o el acceso al mercado laboral,
limitando sus posibilidades de obtener ingresos propios.
Los jóvenes que logran insertarse lo hacen en trabajos precarios e inestables,
en actividades informales y sin acceso a mecanismos de protección.
Problemática que se agudiza en el caso de las mujeres, indígenas y jóvenes afro
descendientes lo que evidencia diferentes entrecruzamientos de la matriz de la
desigualdad social.
Por ello las políticas e instituciones de mercado constituyen un rol fundamental
donde mecanismos de creación directa de empleos, subsidios a las empresas
destinados a la creación de empleo joven u otros incentivos para su contratación.

Adultez: en esta etapa:


el acceso a los ingresos y al bienestar dependen de las capacidades de las
personas para insertarse en el mercado laboral. (Rossel y Filgueira, 2015b)
Las presiones de cuidado son más apremiantes debido a la presencia de hijos y
de progenitores de edad avanzada u otros miembros de la familia.
La vinculación de cada persona con el mercado laboral en esta etapa tiene sus
consecuencias para el bienestar futuro: si esta es de carácter informal no tendrá
acceso a la jubilación en el futuro.
Aquí también se acentúan las diferencias por género en cuanto a cantidad de
horas y remuneración por género.

Vejez:
Durante el S XX se produjo un marcado aumento de la esperanza de vida de la
población de LA y el Caribe, como resultado de mejoras en materia de nutrición,
salud, saneamiento ambiental y cambios tecnológicos que implican que el
número personas de más de 60 años irá en aumento sostenido. El hecho de que
las personas alcancen la vejez y vivan una vejez más larga vaya acompañada
de acceso efectivo y universal a niveles adecuados de bienestar y goce de
derechos.
Las desigualdades que se manifiestan en esta etapa están relacionadas con la
adquisición de diversas patologías discapacitantes por cambios en la salud que
repercuten en su autonomía debiendo en algunos casos realizar arreglos de
convivencia familiar.
La mayor parte de los ingresos de esta edad están destinados a gastos en salud
(acompañamientos, medicamentos, servicios médicos).
Las políticas deben direccionarse a la prevención de enfermedades no
transmisibles y crónicas.

Ciclo de Vida: acumulación de desventajas y privaciones

Genero acceso a jubilaciones y pensiones contributivas al final del ciclo de


la vida
La informalidad del empleo, la limitadas cobertura de los sistemas de seguridad
social (con aportantes cada vez más bajos y en menor número) repercute a
futuro en el financiamiento y sostenimiento del sistema previsional, cuestión que
se agrava aún más cuando se cruza con el género (en general las mujeres están
en desventaja ya que continúa siendo obstaculizado el ingreso al mercado
laboral por su rol de cuidadora hogareña.)

La maternidad adolescente

A pesar de ser cada vez menor la tasa de nacimientos en la región, se observa


un elevado índice de maternidad adolescente con consecuencias profundamente
negativas sobre todo en la maternidad temprana identificado esto como un
patrón de transmisión intergeneracional de la pobreza.
Las diferencias se acentúan en poblaciones rurales e indígenas donde prevalece
esta situación.
También afecta la escolarización, los proyectos de vida, etc debido a la falta de
información, a cuestiones emocionales, etc
Atender y prevenir el embarazo adolescente es tarea prioritaria. como así
también facilitar el acceso a la educación o a la finalización de los estudios.
Estos son algunos ejemplos de cómo las desigualdades sociales se manifiestan
en dimensiones de riesgo y vulnerabilidad que presentan las etapas de la vida y
que pueden encadenarse a la trayectoria de la vida de las personas, como así
también, el entrecruzamiento de género, raza y etnia.

D’Uva, M. (2010) La categoría de necesidad a través de una lectura de


género. En Heler, M.; Casas, J. M. y Gallego, F. M. Lógicas de las
necesidades. La categoría de necesidades en las investigaciones e
intervenciones sociales. Buenos Aires: Espacio Ed.

La necesidad es siempre una relación (X necesita Y, para alcanzar Z) y por este


carácter se constituye en una fuente de poder.
Para el caso de las mujeres la categoría de necesidad se construye sobre
regulaciones previas establecidas por el sistema de género, el cual designa
espacios y funciones jerarquizadas para los cuerpos dentro del orden social.
Para trabajar la categoría de necesidad desde un enfoque de género debemos
ver ¿Cómo se configuran algunas nuevas relaciones sociales y políticas que
emergen en la nueva concepción moderna de sociedad?, comenzando por
establecer la esfera pública y la esfera privada delineadas a partir de la tradición
contractualista y luego con la idea de individuo que se configura con la
modernidad cuyos atributos de racionalidad, autonomía y propiedad son
imprescindibles para establecer territorios de pertenencia, exclusión y
reconocimiento.

Matriz espacial: División sexual del trabajo


Las relaciones existentes en los ámbitos de lo público y lo privado obligan a
ejercer sobre ellas una atenta critica que posibilite su politización en el término
en que Jacque Ranciere define al orden policial o policía al conjunto de procesos
mediante los cuales se efectúa la agregación y el consentimiento de las
colectividades, la organización de los poderes, la distribución de los lugares y
funciones y los sistemas de legitimación de esta distribución.
El orden policial determina los campos de significación a partir de los cuales una
actividad es visible para el sistema mientras que otra es vedada, una palabra
puede significar discurso o significar ruido. En este orden se resuelven los modos
legítimos del hacer, de ser y de decir
La política por el contrario, es una actividad antagónica que hace ver lo que no
tenía razón para ser visto, modo de manifestación que deshace las divisiones
sensibles del orden policial.
Conduciendo a los sujetos a un nuevo escenario permitiendo desplazar el
sentido de sus prácticas que se hallan naturalizadas por los discursos
hegemónicos vigentes en un momento dado.
En la Europa ilustrada la actividad feminista ha puesto en juicio el carácter
infundado de la división sexual del espacio, donde lo domestico/privado es
asignado al orden femenino, mientras que lo publico/político es asignado al orden
de lo masculino.
Amoros señala que el feminismo es político en su entraña por ser una
irracionalización de las relaciones de poder identificadas bajo otros ropajes
ideológicos: el amor y los afectos en el natural e intimo ámbito de lo privado. El
feminismo es político por el solo hecho de impugnar lo definido como política
(=policía) por quienes ejercen el poder, de este modo el patriarcado ha podido
ser caracterizado como "poder de asignar espacios".
Carole Pateman critica al contrato social en el sentido de que este establece la
subordinación y repliegue de la mujer al ámbito familiar/domestico, mientras que
el ámbito público/político es atribuido a las relaciones entre iguales de la fratria
de los varones.

Naturaleza y sociedad civil


El pensamiento clásico encontraba en el derecho natural la base de legitimidad
necesaria para sostener sus instituciones, este derecho respondía tanto por el
orden de la naturaleza como por el orden de lo social ya que no estaban
escindidos y el social recibía de la naturaleza su estructura y funcionamiento.
El lugar y función de cada individuo dentro de la sociedad estaban dispuestos
por un orden natural inapelable. La polis se ajusta a esa naturaleza que justifica
un orden social dado donde unos gobiernan y otros son gobernados, unos
ocupen funciones y otros sean gobernados, unos sean libres y otros esclavos.
La verdad oculta en la naturaleza y su éxito consistía en adecuar la mente al
mundo.
En la polis griega la subordinación de las mujeres (no iguales, no libres, no
ciudadanas) y su reclusión en el espacio domestico/privado se opone
naturalmente al espacio público de los ciudadanos (varones, libres, iguales).
En contraposición, la episteme moderna se enfrenta a cualquier fundamento de
lo dado: teológico, natural o basado en la tradición.
El contrato social surge en contestación al orden estamentario jerarquizado y
legitimado en vistas a un orden natural previo. El punto de partida es una
instancia pre-política, ficción del estado de naturaleza mediante la cual por medio
de pactos realizados voluntariamente entre individuos racionales y libres
acuerdan constituir la sociedad civil.

La letra chica:
En su libro el contrato sexual Pateman señala que el modelo de contrato se halla
a la base tanto del liberalismo como del marxismo y el anarquismo, basando su
estrategia en demostrar la dependencia de la esfera pública (instituida a través
del contrato social) de una escena originaria a la cual denomina "contrato
sexual". Por su parte María Luisa Femenias en su libro "sobre sujetos y género"
señala que "dentro de los límites del Estado Patriarcal, las mujeres reclamaron
que se extienda hasta incluirlas, lo que implica su acceso a la esfera pública,
pero por otro lado, también insistieron en las dificultades materiales de tal acceso
y los costos personales del mismo, lo que tradicionalmente ha sido utilizado para
recluirlas en el ámbito doméstico - la maternidad - y que continua operando como
punto de fuga de la esfera pública.
La comprensión patriarcal según ella consiste en entender ambas demandas
como necesariamente incompatibles entre sí constituyendo espacios público y
privado como excluyentes.
La garantía de la sociedad civil yace en hacer operativa esa dicotomía, el
contrato simboliza a la vez la libertad y la dominación, las libertades públicas
(con restricciones) para los varones y las sumisiones privadas o domésticas de
todas las mujeres.
Paterman intenta demostrar en qué medida las libertades públicas dependen del
Derecho Patriarcal (o se asientan sobre el).
Las tensiones generadas a partir de la revolución "libertad, igualdad, fraternidad"
del Siglo XVIII dan cuenta de ello. Por un lado se entiende a las nociones de
libertad e igualdad en términos universales incluyendo varones y mujeres, la
noción fraternidad era solo para los fráteres (hermanos varones) generándose
aquí tensiones y exclusiones que terminaron por excluir a las mujeres de la
ciudadanía.
Se apela al texto de Freud Tótem y Tabú mediante el cual por medio del parricidio
los hermanos libres e iguales acceden mediante pacto reglamentado al poder
político y al acceso reglado a las mujeres generándose el espacio público entre
ellos en el que se respetaran las leyes y acuerdos del cuerpo artificial constituido.
Por el mismo acto y como contra cara se constituye un espacio natural privado
sobre el cual un varón ejerce por naturaleza su poder sobre una esposa con
quien comparte la autoridad sobre los hijos menores, de esta manera el contrato
de matrimonio queda establecido como contrato social a la vez que instituye la
familia monogamica y heteronormativa asegurando la propiedad privada y la
reproducción de los seres humanos.

Subjetividades necesitadas
Mario Heler señala que el individuo moderno se imagina como unidad (indiviso)
y separado (dividido) que además debe ser autónomo. Autonomía expresada en
propiedades adquiridas que lo hacen autosuficiente, valiéndolo de recursos para
satisfacer sus necesidades en el mercado (ámbito público), en oposición el
pobre o individuo necesitado es considerado como carenciado, necesita ayuda
de otros por su incapacidad de autoabastecerse, alguien que debe ser
identificado como un menor de edad que requiere tutelaje, pero que a su vez se
lo hace responsable de su condición.
¿Quien eran los individuos para la lógica contractualista? y ¿entre pobre-
necesitado- y las mujeres?
Si es la autonomía la clave que permite el reconocimiento del sujeto moderno en
su rol de ciudadano, dueño de su fuerza de trabajo, productor, en el caso de las
mujeres se las ubica como reproductoras porque carecen de autonomía pues
están atadas a la especificidad de sus cuerpos x lo tanto volcadas al mundo
particular, material y privado de la familia donde se mantienen las leyes de la
naturaleza

Conclusión:
El establecimiento de la moderna sociedad industrial requirió de un complejo
mecanismo jurídico, epistemológico, ético y político que permitiera moldear
cuerpos e informar a las sociedades para asumir un nuevo estilo de producción
acaparado por la idea de un intercambio cada vez más libre, convirtiéndose el
individuo en artífice de su propio destino, autónomo y capaz de elección libre y
racional. Unificando individuos por medios de razones cívicas de igualdad y
libertad, como una razón de mercado cuya premisa era mayor capacidad de cada
quien de contar con su fuerza de trabajo.
Los que tuvieron oportunidad de acaparar propiedades tuvieron ventajas en el
disfrute de los nuevos bienes civiles, políticos, materiales, a los otros solo les
quedo la esperanza de algún día alcanzarlos.
Esta diferencia entre poseedores y no poseedores producto de una emanación
residual de la lógica del sistema económico- liberal, mantuvo detrás de ella otra
lógica: la de mantener un conjunto de individuos necesitados (ejército de reserva)
como amortiguador del efecto social de no posesión un ejemplo a NO seguir y
motivador para ingresar en el engranaje productivo.
Quedando inscripta la carencia adjudicándole al individuo la propia
responsabilidad que va desde la culpa por la propia incapacidad de procurarse
el sustento hasta el esfuerzo renovado de exigir la inclusión a cualquier costo

Kessler, G. (2014) Controversias sobre la desigualdad. Argentina 2003-


2013. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Cap. 2

¿Qué ha sucedido con la distribución del ingreso desde 2003 hasta el presente?
Sin una disminución de la inequidad en los ingresos, no podría sostenerse que
la igualdad se ha acrecentado.
La distribución funcional, la distribución de riquezas entre propietarios y
asalariados
2Posturas:
Consolidación de un polo marginal focalizada en la evolución de los salarios
después de 2007 y su depreciación por la inflación
Lo sucedido con la pobreza y la indigencia por la forma de medición de la misma
Y las desigualdades de género.
Coeficiente GINI: indicador más utilizado para graficar el decurso de un país en
el tiempo, para establecer ranking de inequidades entre naciones.
Mide con valores entre 0 y 1 las dispersiones de los ingresos entre hogares y
personas en relación con lo que sería una línea de igualdad perfecta. Diferencia
absoluta promedio en niveles de ingresos entre 2 individuos tomados al azar en
población relacionándolos con el promedio del conjunto de esta.

seguir

Krmpotic, C. (1999) El concepto de necesidad y políticas de bienestar.


Buenos Aires: Espacio Ed. (p. 7-21; 11-124)

Cuando apelamos al concepto necesidades buscamos producir algún tipo de


movilización (acción). Inmediatamente surge la cuestión de la satisfacción y el
cómo alcanzarla.
La noción de necesidad es una categoría fundante del pensamiento social
moderno, objeto de análisis de distintos campos de ideas (economía, teología,
ciencia política, etc).
Las necesidades ofrecen un grado de materialización teórico y metodológico.
La medición de las necesidades y su satisfacción también han sido objeto de
rigurosos análisis.
Por lo tanto las necesidades se revelan como un problema concreto desde la
cotidianeidad que interpela al hombre y su organización social asignando
responsabilidades ante lo que hoy día se considera un derecho.
La frase que acuñara Eva Perón "donde hay una necesidad hay un derecho" y
que identifica el momento histórico en que se consolida el Estado Social en la
Argentina nos ubica entre la intersección de necesidad y política.

¿que se piensa acerca de las necesidades?


a) Necesidad como impulso instigada por un estado de desequilibrio o
tensión del sujeto frente a una carencia específica y que derivo en el
análisis de Maslow (Jerarquía de necesidades).
b) Necesidad como objetivos y estrategias universalizables condición
necesaria para la existencia humana y para que una sociedad exista a
través del tiempo (Malinowski: necesidad: sistema de condiciones las
cuales en el organismo humano, en el contexto cultural y en sus mutuas
relaciones con el ambiente, son necesarias y suficientes para la
sobrevivencia de un grupo o de un individuo.
Cosas elementales como: alimentación, un lugar protegido surge la necesidad
de vivienda ¿que es una vivienda digna? ahí entran en juego valores personales
y sociales
Progreso y modernidad a partir de la convergencia de la técnica y la ciencia
emanciparon al hombre de las constricciones materiales a partir del predominio
de la razón y del conocimiento. a partir de ahí la noción de necesidad se
encuentra imbrincada con la idea moderna de reproducción (organización
planificada).
La necesidad refiere a un estado del individuo con respecto a los medios
necesarios o útiles para su existencia y desarrollo, la utilidad está dada por la
función de preferencia, la cual es subjetiva, prima entonces la soberanía privada
del consumidor.
La necesidad social se distingue de la individual pues considera en toda su
extensión a las necesidades subjetivamente sentidas.
La satisfacción deriva de las cualidades del objeto, es decir es externa al sujeto
(por ello las causas de insatisfacción están en el sistema social, de producción,
etc)
(continuar pagina 20)

Mitjavila, M. (2006) El riesgo como instrumento de individualización social.


En Burkún, M. y C. Krmpotic (comp.). El conflicto social y político. Grados
de libertad y sumisión en el escenario local y global. Buenos Aires:
Prometeo Libros.

El término riesgo suele presentar diversos sentidos, dependiendo de quién lo


emplee y con qué finalidad, debido a que se ha convertido en un instrumento
abierto a la construcción de múltiples significados sociales.
Siendo una construcción primordialmente socio-histórica, suele concebírselo en
términos no históricos. La idea de riesgo tiende a exhibir la representación de un
espacio social reducido, en la medida que transporta un habla despolitizada, en
el sentido de la construcción de imágenes naturalizadas de las conductas y de
la realidad social en general (haciéndolo ver como limitado y cerrado), sin
embargo, es un instrumento extremadamente versátil para la gestión de lo social,
lo que le permite operar como un tipo de construcción móvil, susceptible de
circular ampliamente en el espacio social, siendo una de las principales
propiedades de la noción de riesgo: su intercambiabilidad.
Ductilidad que no se restringe a la ampliación ilimitada del campo de objetos y
significados, bajo condiciones de incertidumbre —como resultado del
desmoronamiento de los mecanismos de protección social y de los soportes
político-ideológicos que sustentaron por largos períodos la experiencia de la
modernidad—, los discursos y las prácticas que se apoyan en la lógica del riesgo
estarían representando una nueva modalidad de protección frente al fracaso.
Simultáneamente representan un poderoso mecanismo de legitimación de
intervenciones políticas sobre la vida humana, porque fundamenta la posibilidad
de un conjunto infinito de decisiones e intervenciones sobre la realidad social no
es simplemente lo que efectivamente ocurre y sí la probabilidad de que algún
evento —casi siempre indeseable— pueda acontecer.
La prevención de eventos posibles, y no la intervención sobre problemas
tangibles y experimentados como necesidades actuales, forma parte de un
nuevo de tipo de racionalidad que impulsa un funcionamiento autorreferencial
(Luhmann, 1992) de las decisiones políticas, en el sentido de que las
intervenciones realizadas para prevenir riesgos se tornan inmunes al fracaso: si
las predicciones se cumplen, serán obviamente validadas, pero si no se cumplen,
también lo serán en la medida que se apoyan, no en una certeza y sí en la
probabilidad de ocurrencia de determinado evento.
Conclusiones: la participación del saber experto involucra tanto la dimensión
anátomo-política como poblacional de la gestión de riesgos, ya que la
construcción de agendas y de códigos para definir, vigilar y corregir estilos de
vida involucra el trabajo simultáneo sobre el individuo —por medio de la clínica,
de la asistencia individual— y sobre la población —a través de la investigación,
la gestión de programas sociales, los bancos de datos.
El dispositivo del riesgo contiene dos dimensiones estrechamente
relacionadas entre sí: la gestión técnico-burocrática de las poblaciones y la
individualización de los riesgos sociales. La unidad, como señala Castel
(1981) deberá provenir de la complementariedad de ambos tipos de prácticas, a
partir de un sustrato institucional común a ambas. Asistimos, de esta forma, a
una estrategia general de las diferencias, de las fragilidades y de los riesgos que
parece constituir una de las marcas de distinción de las sociedades actuales.
El problema de la participación del saber experto y de las profesiones en estos
procesos requiere un examen más detallado, sin embargo podría hipotetizarse
que algunas profesiones —como la medicina y el trabajo social, por ejemplo—
deberán experimentar desafíos que podrán afectar hasta sus propias
configuraciones identitarias. De acuerdo a lo que sugieren los resultados de
algunas investigaciones empíricas (Mitjavila, 1999 y 2002) estarían surgiendo
nuevas funciones y competencias arbitrales como exigencias
institucionales para diversas categorías profesionales, tales como las de
asistentes sociales, psicólogos, educadores y médicos. En este sentido, se
puede pensar que las trayectorias socio-históricas de estas profesiones
podrán resultar profundamente alteradas, principalmente a partir de
mandatos institucionales inéditos asociados a los procesos de individualización
social. No obstante, se trata de una hipótesis cuyo valor actual se restringe a
impulsar y orientar investigaciones específicas sobre los campos profesionales
y sus conexiones con las nuevas formas de gestión de los riesgos sociales. En
este contexto, el saber experto se encuentra delante de peligros y desafíos
que presentan un carácter ciertamente inédito.
Al focalizar la cuestión de estilos de vida saludables o correctos, por ejemplo,
algunas categorías profesionales se hallan especialmente expuestas al riesgo
de exacerbar mecanismos de responsabilización y culpabilización de los
individuos, como si sus trayectorias biográficas fuesen apenas el resultado de
elecciones individuales y espontáneas, ignorando de esta forma, su verdadera y
profunda naturaleza social. También argumentarse que los modelos actuales de
gestión de riesgos, al promover el auto cuidado y defender los beneficios que
eso representa para el autogobierno de los individuos, permiten pensar, por lo
menos en términos de potencialidad, en las propiedades emancipatorias del
dispositivo. Problematización que permanece abierta: con el repliegue de las
estrategias punitivas y la expansión del campo de objetos de las estrategias
arbitrales, ¿se convertirá el riesgo en el punto de pasaje obligatorio para que los
individuos tengan acceso a un control mayor sobre sus propias biografías?
Respuestas elucidadoras deberían tener en cuenta que ninguno de los
dispositivos biopolíticos hasta ahora estudiado por las Ciencias Sociales existe
en sí mismo: el riesgo es pura forma y no-contenido; esto permite que
permanezca abierto, disponible para circular ampliamente en el espacio social y
así ofrecer un soporte para transportar una multiplicidad de proyectos y
significados sociales.

Sorbello, M. (2015) Salud, pobreza y desigualdad. En Collia, D. (comp.)


Salud Pública. Desarrollo participativo en los escenarios socioculturales
del siglo XXI. Buenos Aires: Ed. Nuestro Bienestar.

Pobreza: debe ser entendida como un fenómeno complejo y multidimensional,


por el cual existen múltiples formas de definirla. Entre los enfoques tradicionales
y más conocidos es posible encontrar aquellos que hacen hincapié en la
descripción del fenómeno y/o en el desarrollo de propuestas para su
identificación y medición.
Son enfoques que miden la pobreza de acuerdo con el nivel de ingresos o
de consumo de las personas individualmente o de las familias y las
posibilidades de satisfacer o no sus necesidades básicas, siendo los dos
métodos:
el de la Línea de Pobreza e Indigencia (LP y LI)
y el de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)
Haciéndose referencia a la pobreza absoluta o extrema, a la falta de ingreso
necesario para satisfacer las necesidades de alimentación básicas.
Paralelamente existe la conceptualización de pobreza relativa, entendida como
la falta de ingreso necesario para satisfacer tanto necesidades de
alimentación básicas como necesidades no alimentarias, tales como
vestimenta, vivienda, ocio, recreación, entre otras.
Para ambas, cada país elabora sus propias líneas de pobreza de acuerdo con
parámetros que responden a estándares o niveles de desarrollo, normas
sociales y valores de cada sociedad en su ámbito nacional; y esto,
definitivamente varía en el tiempo y entre sociedades.
Sin embargo, distintos autores han cuestionado este enfoque porque solo
proporciona formas de medirla y porque, aun siendo éste su aporte, es limitado.
Pues la línea de pobreza no contempla aspectos tales como causas,
duración, contexto y características de la situación de pobreza de las
personas. A este respecto Javier Auyero sostiene que “Al equipar la pobreza
con los bajos ingresos la línea de pobreza termina oscureciendo las
características específicas de los procesos de marginación.”
“Ya desde el siglo XIX, Karl Marx había identificado el vínculo entre la
generación de pobreza y la redistribución desigual del capital, y definido el
concepto de explotación de la fuerza de trabajo como fenómeno inseparable de
la acumulación capitalista, proceso generador de riqueza por un lado y de
creciente pauperización social por el otro, condición que convierte a la pobreza
en un fenómeno funcional al sistema capitalista."
Pese a este aporte teórico, la vigencia del enfoque de línea de pobreza se
mantiene aún cuando resulta ser insuficiente para dar solución al problema de la
pobreza. Asimismo, este enfoque omite, como contracara, aspectos relativos a
la participación social, ejercicio de derechos, seguridad, justicia, ciudadanía, así
como características socioculturales y subjetivas.
Una de las críticas más difundidas es la hecha por Amartya Sen quien considera
que no hay “una correspondencia estrecha entre la pobreza vista como escasez
del ingreso, y la pobreza vista como incapacidad para satisfacer algunas
necesidades elementales y esenciales”. De manera que la pobreza no debe
medirse sólo según el acceso a bienes materiales y sociales. Es necesario que
los individuos tengan la capacidad de utilizarlos eficazmente, que les permita ser
libres para procurarse su bienestar. La conversión del ingreso en capacidades
básicas puede variar de manera significativa entre los individuos, ya que está
afectada por variables sobre las que una persona puede tener escaso o ningún
control, como son la edad, el sexo, la localización y la epidemiología. De manera
que “utilizar una línea de pobreza que no varíe entre las personas, puede ser
muy equivocado para identificar y evaluar la pobreza”. Por ello propone definir la
pobreza en términos de la privación de la capacidad. Hay que fijarse en las
capacidades del individuo para poder vivir el tipo de vida que valora.
Los desarrollos teóricos de Sen constituyen un tercer enfoque más actual de la
pobreza –el de capacidades-, que la considera como un fenómeno
multidimensional caracterizado por la privación o déficit de derechos,
oportunidades y capacidades humanas necesarias en una sociedad específica
para que sus miembros generen recursos, se desempeñen cabalmente y logren
los objetivos sociales: es, en síntesis, la privación de capacidades y
funcionamientos que imposibilitan el logro de los objetivos sociales. Tal situación
impediría a las personas la realización de algunos derechos básicos como
permanecer vivo y vivir una vida larga y saludable, reproducirse y transmitir su
cultura a las generaciones siguientes, interactuar socialmente, acceder al
conocimiento y gozar de libertad de expresión y de pensamiento, con lo cual
serían seriamente comprometidos el desarrollo y dignidad humanos; por el
contrario, el bienestar se define como la libertad y oportunidad de los individuos
para vivir una vida que les permita la realización de sus capacidades. El aporte
de este enfoque consiste en trascender la visión de la pobreza como estado
exclusivamente carencial e incorporar nociones más amplias como libertad y
capacidad, y en correspondencia con ello inaugurar un camino diferente en la
lucha contra la pobreza consistente en la identificación y potenciación de las
capacidades de las personas para mejorar su bienestar; su limitación radica en
no proponer una vía o alternativa para su concreción en las actuales condiciones
de desarrollo imperantes.
Siguiendo a Sen, el UNDP (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
PNUD) define la pobreza tomando en consideración la carencia de capacidades
humanas básicas que se manifiestan en problemas tales como analfabetismo,
desnutrición, tiempo de vida corto, mala salud materna y padecimientos por
enfermedades prevenibles. Esta es la denominada pobreza humana, que no se
enfoca en lo que la gente tiene o no tiene sino en lo que la gente puede o no
puede hacer. Una manera indirecta de medirla es a través del acceso a bienes,
servicios e infraestructura (energía, educación, comunicaciones, agua potable)
necesarios para desarrollar las capacidades humanas básicas. El problema con
este enfoque radica en determinar qué tipo de bienes y servicios se deben
seleccionar y qué ponderaciones darle a cada uno.

Marginalidad: surgió en el decenio de 1960 en América Latina para denotar a


los grupos poblacionales que migran del campo y rodean las principales
metrópolis latinoamericanas con un cinturón de pobreza. Según Nun y Marín, la
marginalidad se define como un proceso estructural de formación de
proletariado, de nuevos pobres, y de constitución de clases sociales. La
población marginal pasó a ser caracterizada como carente de infraestructura, de
oportunidades educacionales y de empleo, constituyendo un ejército de reserva
de mano de obra, funcional para la economía porque su presión por puestos de
trabajo tendería a hacer bajar los salarios de los obreros.

Vulnerabilidad se relaciona con dos dimensiones: una externa y objetiva, que


se refiere a los riesgos externos a los que puede estar expuesta una persona,
familia o grupo (mayor inestabilidad de los ingresos familiares, aumento de la
precariedad en el mercado de trabajo reflejado en porcentajes crecientes de
personas empleadas con contratos no permanentes, a tiempo parcial, sin
contratos y sin seguridad social); y otra dimensión interna y subjetiva, que se
refiere a la falta de recursos para enfrentar esos riesgos sin sufrir ciertas
pérdidas. Este enfoque integra tres dimensiones centrales: los activos (físicos,
financieros, de capital humano y social) que poseen individuos y comunidades;
las estrategias de uso de esos activos, y el conjunto de oportunidades que
ofrecen los mercados, el Estado y la sociedad.

Exclusión social, si bien surgió del debate europeo, tiene amplia aplicación en
la región latinoamericana y específicamente frente a las nuevas situaciones de
pobreza y exclusión provocadas por las crisis. La exclusión social se refiere a
dos dimensiones: la falta de lazos sociales que vinculen al individuo con la
familia, la comunidad y más globalmente con la sociedad, y la carencia de
derechos básicos de ciudadanía. Lo que diferencia el concepto de exclusión
social del de pobreza es que el primero se refiere a las relaciones entre aspectos
de la pobreza. Los elementos de proceso que están incorporados en el debate
sobre la exclusión son interesantes de considerar en la medida en que se
relacionan los diversos mecanismos y tipos de exclusiones: de carácter
institucional, social, cultural y territorial. Los lazos que unen al individuo con la
sociedad pueden ser catalogados en tres niveles: los de tipo funcional, que
permiten la integración del individuo al funcionamiento del sistema (mercado de
trabajo, instituciones de seguridad social, legalidad vigente, etc.); los de tipo
social, que incorporan al individuo en grupos y redes sociales (familia, grupos
primarios, sindicatos, etc.), y los de tipo cultural, que posibilitan que los individuos
se integren a las pautas de conducta y entendimiento de la sociedad
(participación en las normas y creencias socialmente aceptadas). También
puede existir exclusión espacial, vinculada al territorio y la ubicación geográfica.

Conclusión:
El método tradicional de medición de la pobreza “la línea de pobreza”; equipara
la pobreza con los bajos ingresos, ignora y oscurece las dimensiones simbólicas,
las características específicas de los procesos de marginación y la cadena de
eventos y condiciones que conducen a los procesos de exclusión social.
Para el diseño de políticas públicas que tiendan a reducir la pobreza, una visión
que considera la unicausalidad (bajos ingresos) como la tradicional; no ofrece
posibilidades de intervenir más allá que la de transferir ingresos para incrementar
los que el grupo genera y así poder superar el valor que se fija a través de la
línea de pobreza. Uno de los grandes desafíos será el de revertir la
estigmatización que cargan aquellos que se hallan en situación de pobreza,
especialmente los jóvenes.
Los enclaves donde se alojan esas familias, son los territorios y sus habitantes
los que cargan con esa marca diferencial. Según Erving Goffman , la sociedad
establece los medios para categorizar a las personas y lo hace mediante la
estigmatización y este proceso refiere a la posesión de una característica
profundamente desacreditadora, marcando la existencia de una relación
profundamente desigual con la doble función de estigmatizar a uno, a la vez que
confirmar la normalidad del que estigmatiza.(Dentro de las comunidades quienes
más la padecen son los jóvenes, que resultan ser los responsables de todo los
males que se generan en el entorno, siendo su principal manifestación lo que se
conoce como “los pibes chorros”).
Todo parece señalar que si es joven y portador de ciertos rasgos físicos y
además pobre, a juzgar por su forma de vestir entonces es un “joven peligroso”.
El estigma es entonces la marca de la desigualdad en las relaciones de clase
social
Desde el discurso hegemónico, muchos de estos jóvenes en situación de
vulnerabilidad de los sectores populares aparecen estigmatizados como
“delincuentes-marginales”, culpabilizados y condenados a la negación por
múltiples vías: enfermedades, drogas, muertes violentas, falta de atención
sanitaria, represión policial. Rossana Reguillo introduce la noción de “inclusión
desigual”, este concepto nos permite, superar la “oposición binaria
inclusión/exclusión” dando cuenta, “de un proceso de inclusiones cada vez más
desiguales, en el que millones de jóvenes se ven forzados a ocupar posiciones
que, si bien los mantienen en un “adentro” social, no son más que espacios
precarizados que se alimentan de la fantasía de la pertenencia”. La clave se halla
en disminuir la desigualdad y así poder incidir en la situación de pobreza que
atraviesa parte de la sociedad. Nuestro continente es un territorio desigual, es la
región más desigual del planeta; no la más pobre, pero sí la más desigual. La
distancia entre el diez por ciento de la población de mayores ingresos y el diez
por ciento de menores ingresos es de 50 a 1. En España es de 10 a 1, y en
Noruega de 6 a 1. Eso significa que un porcentaje vive como en Europa: tiene
las mejores condiciones de acceso a la salud, las mejores universidades, tiene
todo; y otro porcentaje: no tiene agua potable, ni alcantarillas, no come y se
muere. No es sólo una cuestión de distribución del ingreso inequitativa. En
América Latina, se encuentra la tercera parte del agua limpia del planeta y en
este momento hay aproximadamente 128 millones de personas sin instalaciones
sanitarias. Esto significa la muerte de niños por falta de condiciones de salud.
Además, en el continente se producen alimentos para alimentar tres veces a su
población, pero alrededor del 16 por ciento de todos los chicos de América latina
sufre de desnutrición crónica y hay 53 millones de personas con hambre. Esas
son desigualdades profundas, que no son solo las desigualdades de ingreso: la
falta de acceso a agua, a alimentación, a educación. El crecimiento del Producto
Bruto Interno (PBI) incide en la pobreza, pero de forma muy limitada si persisten
grandes desigualdades. La desigualdad permea todo. En cambio, una mejora en
los índices de desigualdad, aunque sea leve, tiene un enorme impacto sobre la
pobreza, mucho más que el crecimiento. No es sencillo, pero si requiere de una
fuerte decisión política. Recién a partir de esas medidas se logrará poder incidir
en la vida de quienes se hallan en esa situación y así poder mejorarla. Ahí será
cuando la elaboración de certificados en los que conste que no tienen recursos
propios para satisfacer sus necesidades básicas será solo un viejo recuerdo

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