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CAPÍTULO 5

PROCESOS DEFENSIVOS PRIMARIOS (PRIMITIVOS)


Psychoanalytic Diagnosis, Nancy McWilliams, Ph.D.

La familiaridad con el concepto de defensa y con la variedad de mecanismos de


defensa disponibles para el ser humano es crítica para entender lo que es el diagnóstico de
carácter psicoanalítico. Las categorías diagnósticas más importantes usadas por terapeutas
analíticos para denotar tipos de personalidad refieren implícitamente a la persistente
operación en un individuo de una defensa específica o de una constelación de defensas.
Entonces, una etiqueta diagnóstica es una especie de resumen de un patrón defensivo
habitual de una persona.

El término “defensa” en la teoría psicoanalítica, es en muchos modos desafortunado.


Lo que terminamos llamando defensas en adultos maduros comienza como formas más
globales, inevitables, adaptativas, sanas, de experienciar el mundo. Freud es el responsable
de haber originalmente observado y nombrado estos procesos; su opción del término
“defensa” refleja al menos dos aspectos de su pensamiento. Primero, a Freud le gustaban
las metáforas militares. Cuando intentaba hacer al psicoanálisis atractivo para un público
escéptico, frecuentemente hacía analogías, con propósitos pedagógicos, comparando las
operaciones psicológicas con maniobras tácticas del ejército, o compromisos sobre
objetivos militares, o batallas con resultados complejos. Segundo, cuando por primera vez
se encontró con los ejemplos más dramáticos y memorables de lo que ahora llamamos
defensas, más notablemente la represión y la conversión, vio estos procesos operando en su
función defensiva. Los dañados emocionalmente, especialmente la gente histérica con los
que primero se fascinó, estaban tratando de evitar re-experimentar lo que ellos temían sería
un dolor insoportable. Estaban haciendo esto, observó Freud, a un costo alto para su
funcionamiento general.

En definitiva, sería mejor para ellos sentir plenamente esas emociones abrumadoras
que tanto temían, liberando así sus energías (como por teoría de las pulsiones), con el
objetivo de poder seguir con sus vidas. De hecho, el primer contexto en el que se habló de
defensas, fue uno en el cual la tarea del doctor era la de disminuir su poder.

En ese contexto, el valor terapéutico de debilitar o romper las defensas no


adaptativas de una persona era evidente. Desafortunadamente, en el clima de excitación en
el que se recibieron las primeras observaciones de Freud, la idea de que las defensas son de
alguna manera, por naturaleza, desadaptativas se expandió entre el público lego, al punto
que la palabra adquirió inmerecidamente una connotación negativa. Llamar a alguien
“defensivo” o “defendido” se entiende universalmente como una crítica. Los analistas
también usan la palabra de esa forma en el discurso común, pero cuando están
discutiendo mecanismos de defensa de una manera teórica, académica, no necesariamente
asumen que algo patológico esté teniendo lugar cuando una defensa está operando. De
hecho, terapeutas analíticamente influenciados han entendido a veces determinados
problemas, notablemente descompensaciones psicóticas y cercanas a la psicosis, como
evidencia de defensas insuficientes.
Los fenómenos a los que nos referimos como defensas tienen muchas funciones
benignas. Comienzan como adaptaciones creativas, sanas, y continúan trabajando
adaptativamente a través de la vida. Cuando operan para defender al self de la amenaza,
son discernibles como “defensas”, una etiqueta que cabe en esas circunstancias. La persona
cuyo comportamiento manifiesta defensividad está generalmente intentando de forma
inconciente lograr uno o ambos de los siguientes puntos: 1. la evitación o manejo de algún
sentimiento poderoso, amenazante, generalmente ansiedad pero a veces pena, angustia
abrumadora y otras experiencias emocionales desorganizadoras; y 2. el mantenimiento de
la autoestima.
Los psicólogos del yo hicieron énfasis en la función de las defensas de lidiar con la
ansiedad; los psicólogos de las relaciones objetales, que enfatizan apego y separación,
introdujeron la comprensión de que las defensas operan también contra la angustia; y los
psicólogos del self subrayaron el rol de las defensas en el esfuerzo de mantener un sentido
de identidad (o self) fuerte, consistente, y positivamente valorado.

Los pensadores psicoanalíticos asumen, a pesar de que no está dicho de esta forma
en la literatura acerca del diagnóstico, que todos tenemos defensas preferidas que se han
vuelto parte integral de nuestra estilo de enfrentar situaciones.
Este recurrir automático y preferencial a una defensa particular o a un set de defensas es el
resultado de una compleja interacción entre por lo menos cuatro factores:
1. El temperamento constitucional de un individuo
2. La naturaleza del stress que uno sufrió en la infancia temprana
3. las defensas modeladas – y a veces deliberadamente enseñadas – por los padres u
otras figuras significativas.
4. Las consecuencias experimentadas de usar defensas particulares (en el lenguaje de
la teoría del aprendizaje, efectos del reforzamiento).

En el decir psicodinámico, la opción inconciente de los modos de defensa de cada uno está
“sobredeterminada”, expresando el principio analítico cardinal de “función múltiple”
(Waelder, 1960).
En este capítulo y el que sigue, desarrollaré las defensas más importantes tal como son
entendidas por la mayoría de los practicantes analíticos. A pesar de que no hay evidencia
que indique que las defensas emergen una después de la otra en una secuencia u orden
predecible mientras el niño se desarrolla, hay cierto consenso entre los clínicos
psicodinámicos de que algunas defensas representan un proceso más “primitivo” que otras.
En general, las defensas a las que se refiere como primarias, o inmaduras, son aquellas que
tienen que ver con los límites entre el self y el mundo externo.
Aquellas que son concebidas como secundarias, o más maduras o avanzadas, tienen que ver
con límites internos, como los que existen entre el yo y el superyo y el ello, o entre las
partes del yo que observan y las que experimentan.
Las defensas primitivas operan de manera global, indiferenciada, en la total sensoriedad de
una persona, fusionando las dimensiones cognitivas, afectivas y comportamentales mientras
que las más avanzadas son responsables de transformaciones específicas de tanto el
pensamiento, sentimiento, sensación, comportamiento o alguna combinación de éstos.
Esta división conceptual entre defensas más arcaicas o de más alto orden, es de algún modo
arbitraria, ya que en algunas defensas teóricamente más maduras – somatización, acting
out, u erotización – por ejemplo, pueden ser automáticas e inmodificables por el
pensamiento de proceso secundario.
De todos modos, desde que Kernberg llamó la atención sobre la operación de formas más
arcaicas de proyección e identificación en pacientes fronterizos, se ha vuelto convencional
en la escritura psicoanalítica el identificar las siguientes defensas entre las intrínsicamente
primitivas: retiro, negación, control omnipotente, idealización primitiva y desvalorización,
identificación proyectiva e introyectiva y escisión del yo.
Excepto por la adición de la disociación a la lista de las operaciones primitivas (por razones
que explicaré enseguida), he elegido adherir a esta convención, a pesar de sus
ambigüedades y limitaciones conceptuales.

Para calificar como primaria, una defensa tiene que mostrar evidencia de poseer dos
cualidades asociadas a la fase preverbal del desarrollo: una falla en cuanto a poder atenerse
al principio de realidad y una falta de apreciación de la separación y constancia de aquellos
fuera del self. Por ejemplo, la defensa de negación se piensa como una manifestación de un
proceso más primitivo que el de represión. Para que algo pueda ser reprimido, debe de
haber sido sabido de alguna manera y luego consignado a lo inconciente. La negación es
un proceso instantáneo y no racional. “Esto no está sucediendo” es una forma más mágica
de lidiar con algo desagradable que “esto sucedió, pero lo olvidaré porque es demasiado
doloroso”.

Similarmente, el mecanismo de defensa conocido como escisión, en el que una persona


segrega experiencias en categorías de todo-bueno y todo-malo, sin lugar a la ambigüedad y
a la ambivalencia, se considera primitivo, porque se cree que deriva de un tiempo anterior a
aquel en que el niño ha logrado la constancia objetal. La percepción de mamá cuando uno
se siente gratificado es la de “madre buena”, mientras que la percepción de la misma
persona cuando uno es frustrado, tiene que ver con la experiencia de “madre mala”.
Mientras el niño no alcanza el punto maduracional en que logra darse cuenta de que se trata
en la realidad de la misma persona en cada situación, un persona cuya presencia por
momentos se siente “buena” y en otros “mala”, asumimos que cada experiencia tiene una
cualidad de tipo total. Contrariamente, y contrastando, una defensa como la
racionalización se considera madura porque requiere de ciertas habilidades de pensamiento
y verbales más sofisticadas, y un estar “más en frecuencia con la realidad” para que una
persona pueda lograr explicaciones razonables que justifiquen un sentimiento.

Para introducir otro nivel de complicación a las variadas, contradictorias y siempre en


evolución colecciones de observaciones que constituyen la teoría psicoanalítica
contemporánea, también se debe notar que algunos procesos defensivos se ven
implícitamente en esta aproximación teórica como teniendo tanto formas primitivas como
más maduras. Por ejemplo, la idealización puede denotar una convicción incuestionable y
de adoración de que otra persona es perfecta, o puede referir a una idea sutil de que alguien
es especial o superior, a pesar de que sus limitaciones sean conocidas. “Retirarse”, puede
referir a la total renuncia de la realidad en favor de un estado mental psicótico, o puede
referir a una tendencia suave de manejar el stress en una forma de “daydreaming” (soñar
despierto). Los autores tienden a ver a una defensa en un continuum de desarrollo desde lo
más arcaico y temprano a formas más evolucionadas y discriminadas; mostraré en lo que
sigue la convención que hace que una defensa reciba el adjetivo de primitiva.

El lector observador notará que las tan nombradas defensas primitivas son
simplemente formas a través de las cuales creemos que el infante percibe naturalmente el
mundo. Los pensadores analíticos creen que estas formas de experienciar, siguen viviendo
en cada uno de nosotros, más allá de que tengamos o no una patología significativa. Los
procesos preverbales, pre-principio de realidad, pre-constancia de objeto, son la base sobre
la cual la psicología de cada uno se construye. Representan un problema, solo si uno carece
de habilidades psicológicas más maduras o si estas defensas son usadas persistentemente
excluyendo así la posibilidad de otras. Todos negamos, todos escindimos, todos tenemos
intentos omnipotentes. La mayoría de nosotros incluso complementa estas reacciones con
modos más sofisticados de procesar la ansiedad y de asimilar una realidad compleja y
perturbadora. Es la ausencia de defensas más maduras, no la presencia de aquellas
primitivas, lo que define una estructura fronteriza o psicótica.

Es mucho más difícil describir las defensas primitivas que aquellas más
evolucionadas. El hecho de que sean preverbales, pre-lógicas, comprensivas, imaginarias,
y mágicas las hace inasibles a la representación por medio de la palabra escrita. Haré lo
mejor para capturarlas en lenguaje formal, pero el lector debería ser conciente de que la
representación de procesos pre-verbales en palabras es en algún grado un oxímoron. El
siguiente resumen dará una imagen general de aquellas defensas que convencionalmente
entendemos como primarias.

RETIRO PRIMITIVO

Cuando un niño está sobreestimulado o perturbado por el ambiente, muchas veces


simplemente se dormirá. El retiro psicológico hacia un estado de conciencia diferente es
una respuesta automática, de auto-defensa que uno observa en los humanos más pequeñitos.
Versiones adultas del mismo proceso pueden ser vistas en personas que evitan situaciones
sociales o interpersonales, sustituyendo el stress de relacionarse con otros por la
estimulación del mundo de fantasía interno. La propensión a usar químicos para alterar la
conciencia de uno mismo también puede ser considerado un tipo de “retiro”. Algunos
profesionales, incluyendo quienes han contribuído a las recientes ediciones del DSM,
prefieren el término “fantasía autística” al de retiro.
Algunos bebés son temperamentalmente más propensos a esta manera de responder
al stress que otros; los observadores de infantes han notado en casos que son aquellos
bebés especialmente sensibles los que tienen más probabilidades de retirarse. Estas
personas constitucionalmente impresionables pueden generar una vida de fantasía interna
muy rica y considerar el mundo externo como problemático o afectivamente empobrecido.
Las experiencias de intrusión emocional por parte de los cuidadores y otros objetos
tempranos pueden reforzar el retiro. Cuando una persona se retira habitualmente y a la
exclusión de otras formas de responder a la ansiedad, los analistas lo describen como
esquizoide.

La desventaja obvia de la defensa de retirada es que la persona es removida de una


participación activa en la resolución de problemas interpersonales. Las personas que tienen
compañeros esquizoides se sienten frecuentemente perdidos cuando quieren lograr de ellos
algún tipo de respuesta emocional. Una queja típica sería: “El simplemente se entretiene
con el control remoto y se niega a responderme”. .... Las personas que crónicamente se
aislan en su propia mente ponen a prueba la paciencia de aquellos que les aman con su
resistencia a entablar una relación a nivel de sentimientos.
Aquellos con disturbios emocionales serios son difíciles de ayudar por su aparente
indiferencia a los trabajadores en salud mental que intentan atraer su atención y su apego.
La ventaja principal de la “retirada”, como estrategia defensiva, es que a pesar de que
implica un escape psicológico de la realidad, requiere de poca distorsión de la misma.
A pesar de su dificultad para expresar sus sentimientos estas personas pueden ser altamente
perceptivas de los sentimientos de los demás. En el lado más sano de la escala esquizoide
encontramos personas con una marcada y genial creatividad: artistas, escritores,
científicos teóricos, filósofos, místicos religiosos y otros talentosos cuya capacidad de
“pararse al costado” de lo convencional les da una capacidad única de originalidad.

NEGACIÓN

Otra forma temprana en que pueden ser manejadas las experiencias desagradables es para
un niño o niña negarse a aceptar lo que está sucediendo. La negación se dispara
automáticamente en todos nosotros como una primera reacción a cualquier catástrofe; las
personas a las cuales se les avisa de la muerte de alguien importante para ellas
inevitablemente dirán: “Ay, no”, como su reacción inicial.
Esta reacción es la sombra de un proceso arcaico que tiene sus raíces en el egocentrismo
infantil, en el cual la convicción pre-lógica “si yo no me entero, no está sucediendo”
gobierna la experiencia.
Fueron estos procesos los que impulsaron a Selma Frailberg (1959) a titular su clásico y
popular libro sobre la temprana infancia “Los años Mágicos”.
Ejemplos de individuos que utilizan de manera estereotipada la negación son aquellos para
quienes “siempre todo está bien” y “es lo mejor”.
Los padres de uno de mis pacientes continuaban teniendo un hijo tras otro, a pesar de que
tres de los que habían nacido murieron al poco tiempo por una aflicción genética que otros
padres que no hubieran estado con tanta negación habrían podido reconocer.
Se negaban a hacer el duelo por los niños muertos, ignoraban el sufrimiento de sus dos
hijos sanos, rechazaban los consejos de asesorarse genéticamente, e insistían en que su
condición representaba la voluntad de Dios, que sabía lo que era mejor para ellos.

Todos usamos algo de negación hasta cierto punto, con la intención de hacer la vida mas
placentera, y muchas personas tienen áreas específicas en las cuales predomina esta
defensa.
Alguien cuyos sentimientos se ven heridos en una situación en la que es inapropiado llorar,
tiene mayor tendencia a negar los sentimientos dolorosos, que hacerlos concientes
plenamente e inhibir concientemente el llanto.
En crisis y emergencias, una capacidad de negar que la existencia y la supervivencia propia
se ve amenazada puede salvar la vida: Uno puede actuar de manera realista y muy efectiva
e incluso heroica usando la negación.
Menos benignamente, la negación puede contribuir al resultado opuesto o contrario.
Personas que niegan que su pareja abusiva es peligrosa, alcohólicos que insisten en que no
tienen ningún problema con la bebida, madres que niegan abusos sexuales que recibieron
sus hijas, personas adultas que no quieren renunciar a su libreta de conducir a pesar de los
obvios impedimentos – todos son ejemplos familiares de negación en su peor grado.

Un componente de la negación puede ser encontrado en las operaciones de la mayoría de


las defensas más maduras. Tomemos, por ejemplo, la creencia consoladora de que la
persona que nos rechazó realmente nos deseaba, pero nosotros no estábamos listos para
asumir el compromiso. Tal conclusión incluye la negación del rechazo así como también
una más sofisticada acción de encontrar una excusa a la que llamamos “racionalización”.
Similarmente, la defensa de formación reactiva, en la cual una emoción es transformada en
la opuesta (ej: odio en amor) constituye una específica y más compleja forma de negación
del sentimiento del cual se defiende que la simple negación de la emoción.
El ejemplo más obvio de psicopatología que es definido por el uso de negación es la
“manía”. En un estado maníaco, las personas pueden negar a extremos asombrosos sus
limitaciones físicas, su necesidad de sueño, sus exigencias financieras, sus fragilidades
personales, e incluso su mortalidad.
Cuando la depresión hace que los eventos dolorosos de la vida sean imposibles de ignorar
en la mente de la persona deprimida, la manía las vuelve psicológicamente insignificantes.
Las personas que usan la negación como defensa principal son caracterológicamente
maníacos y son llamados hipomaníacos por los clínicos de orientación analítica.
(El prefijo “hipo”, los diferencia de los individuos que sufren de completos episodios
maníacos).
La ciclotimia (alternar emociones) también ha sido usada para esta categoría de personas
por su observada tendencia a ciclar entre humores de manía y depresión, cuando no hay
elementos clínicos suficientes para hablar de bipolaridad.
CONTROL OMNIPOTENTE

Asumimos que para el recién nacido, el mundo y el self son percibidos como uno. Piaget
reconoció esto (1937) en su concepto de “egocentrismo primario” (una fase cognitiva algo
equivalente al narcisismo primario de Freíd, 1914) durante el cual prima el pensamiento de
proceso primario.
Se desprende entonces, que la fuente de todos los eventos es entendida por el recién nacido
Como interna de algún modo; es decir, si el infante tiene frío, por ejemplo, y el cuidador
percibe esto, le dará calor y el bebé tendrá una experiencia pre-verbal de haber
“mágicamente” elicitado, producido el calor. La noción de que parte del control está en
otros-separados, fuera del self, todavía no se ha desarrollado. La sensación de que uno
puede influenciar el mundo, que uno es agente, es por supuesto una dimensión crítica de la
auto-estima, una que comienza con fantasías de omnipotencia infantiles e irreales pero
normales en el desarrollo (en determinada etapa).
Fue Sandor Ferenczi (1913) quien se ocupó de las “etapas en el desarrollo del sentido de
realidad”.
Señaló que en el estadio infantil de omnipotencia primaria o grandiosidad, la fantasía de
tener uno el control del mundo es normal, y que esto naturalmente va cambiando a medida
que el niño madura hacia una fase de secundaria o derivada omnipotencia en la cual uno o
más cuidadores son vivenciados como “todopoderosos”, y que eventualmente, cuando el
niño madure más aún, se encontrará y aceptará la poco atractiva idea de que no existen
personas cuyos poderes estén ilimitados.
La mayoría de los analistas sospechan que una pre-condición para la actitud adulta de
saberse no-omnipotente, es paradójicamente la experiencia emocional opuesta en la
infancia: una vida temprana lo suficientemente segura para que la persona pueda disfrutar,
primero, las ilusiones de omnipotencia propias del desarrollo, y después, aquella de las
personas de las cuales uno depende.
Algunos efectos residuales sanos del sentido de omnipotencia infantil sobreviven en todos
nosotros y contribuyen a los sentimientos de competencia y efectividad en la vida. Existe
una natural sensación de bienestar cuando logramos hacer nuestra voluntad.
Para algunas personas, la necesidad de sentir una sensación de control omnipotente, y de
interpretar las experiencias como resultantes de su propio e irrefrenado poder, es
completamente necesaria.
Si la personalidad de una persona está organizada en torno a buscar y disfrutar la sensación
de que ha hecho ejercicio de su omnipotencia, relegando todos los efectos secundarios y
éticos a un segundo plano, entonces puede ser pensado como “psicopático” (sociopático y
antisocial son sinónimos que aparecieron luego en la historia).
Aun así, muchas personas que rara vez transgreden la ley, tienen personalidades dirigidas
por la defensa de control omnipotente.
Idealización Primitiva (y Desvalorización)

La formulación de Ferenczi acerca de cómo las fantasías primitivas de omnipotencia del


self son gradualmente remplazadas por fantasías primitivas de la omnipotencia del
cuidador, continúa siendo valiosa para la teoría clínica psicoanalítica.
Uno puede ver con qué fervor necesita el niño pequeño creer que papá o mamá podrán
protegerlo de cualquier peligro de la vida. A medida que crecemos, olvidamos lo aterrador
que le resulta a un niño enfrentarse por primera vez con las realidades de la hostilidad, la
vulnerabilidad a las enfermedades y la desgracia, la moralidad y otros terrores (ver Brenner,
1982). Una forma por la cual pueden los niños “acolchonarse” a sí mismos contra estos
temores que les sobrepasan, es el creer que alguien, alguna autoridad benévola, todo
poderosa, está a cargo. (De hecho, este deseo de creer que las personas que lideran el
mundo son de alguna manera más inherentemente inteligentes, sabias y poderosas que las
personas comunes y falibles, vive en la mayoría de nosotros, y puede ser inferido por el
grado de desilusión cuando los eventos nos recuerdan que tal construcción es solamente un
deseo).
Todos nosotros idealizamos. Traemos remanentes de la necesidad de adjudicar un valor y
poder especial a las personas de las cuales dependemos emocionalmente.
La idealización normal es un componente esencial del amor maduro (Bergmann, 1987). Y
la tendencia evolutiva de ir des idealizando con el tiempo a aquellos con quienes tenemos
apegos de la infancia, parecería ser parte importante y normal del proceso de separación –
individuación.
Sin embargo, en algunas personas, la necesidad de idealizar parecería mantenerse
inmodificada desde la infancia. Su comportamiento muestra evidencia de la supervivencia
de esfuerzos arcaicos y desesperados para confrontar el terror interno mediante la
convicción de que alguien a quien se pueden apegar es omnipotente, omnisciente y
omnibenevolente, y que a través de la fusión psicológica con este Otro fantástico, se
encontrarán seguros. También esperan verse libres de vergüenza: un sub-producto de la
idealización y la creencia en la perfección asociada, es que las imperfecciones se toleran
menos en el self; la fusión con un objeto idealizado es un remedio natural.

• ME FALTA TERMINAR IDEALIZACION, Y TBN,


AGREGAR IDENTIFICACION PROYECTIVA, ESCISION
Y DISOCIACION.
Capítulo 6
Defensas secundarias (de Nivel superior)

Ningún sumario de defensas puede ser completo ya que básicamente cualquier


proceso psicológico puede ser utilizado a modo de defensa. Por la misma razón, cualquier
selección de operaciones defensivas es arbitraria. He elegido las “maduras” o de “nivel
superior” a partir de dos criterios: 1 la frecuencia con la que son mencionadas en la
literatura clínica psicoanalítica y en la practica terapéutica y 2 su relevancia con respecto a
características particulares. El lector debería entender que la lista de cualquiera sería
diferente, podría enfatizar otros aspectos de defensa o reflejar otra experiencia o teoría
psicoanalítica.

REPRESIÓN

La más básica de las así llamadas defensas de nivel superior es la represión. Fue
además la primera en fascinar a Freud y cuenta con una larga trayectoria en la clínica
psicoanalítica y en la investigación empírica. La esencia de la represión esta motivada por
el olvido o ignorar algo. La imagen que representa nos evoca el modelo psicoanalítico
primario donde los impulsos y los afectos buscan revelarse y deben ser contenidos por una
fuerza dinámica. Freud escribió “la esencia de la represión se encuentra en el hecho de
guardar algo y mantenerlo a cierta distancia de la conciencia”. Si una disposición interna o
una circunstancia externa es lo suficientemente perturbadora o confusa puede ser
deliberadamente llevada al inconsciente. Este proceso puede ser aplicado al total de las
experiencias, al afecto conectado con una experiencia o a las fantasías y deseos asociados a
él.

No todas las dificultades en prestar atención o recordar constituyen una represión.


Solo cuando existe evidencia de que una idea, emoción o percepción se ha vuelto
concientemente inaccesible por su poder a disturbar puede ser considerado una defensa.
Otros problemas atencionales y de memoria pueden ser el resultado de tóxicos, problemas
orgánicos o simplemente un común olvido de información trivial. Un ejemplo de la
represión en una forma global y masiva sería la experiencia de violación y tortura que la
victima luego, no puede recordar. Lo que anteriormente se denominaba “neurosis de
guerra”, ahora denominadas reacciones postraumáticas al stress, han sido explicadas desde
la postura psicoanalítica por la represión. En estos casos, la persona en incapaz de recordar
voluntariamente ciertos eventos que fueron horribles y amenazaron su vida, pero puede ser
atormentada por “flashbacks”, un fenómeno que Freud hubiese denominado “el regreso de
lo reprimido”

La teoría psicoanalítica posterior ha aplicado el término represión a ideas generadas


internamente más que al trauma. Represión ha sido vista como el medio a partir el cual los
niños manejan los vaivenes, normales pero terroríficos, del desarrollo como el deseo de
destruir un padre para poseer al otro; lentamente, aprenden a relegar estos contenidos al
inconsciente. Los analistas contemporáneos asumen que uno debe lograr una idea de
totalidad y continuidad del self antes de ser capaz de manejar los impulsos molestos a
través de la represión. Para aquellas personas cuyas experiencias tempranas no le
permitieron obtener esta constancia de identidad, los sentimientos conflictivos suelen ser
manejados de maneras mas primitivas, como ser la negación, la proyección y la escisión.

Un ejemplo clínico de la represión, del tipo que Freud describió como parte de la
“patología de la vida cotidiana”, seria el caso de una persona que se olvida del nombre de la
persona que iba a presentar en un contexto donde hubiese evidencia de algún sentimiento
inconsciente y negativo hace esa persona. En cualquiera de las tres variantes de represión
(el trauma, los experimentados por los niños en su desarrollo normal y los accidentes y
olvidos de todos los días) uno puede ver la esencia adaptativa de este proceso. Si
estuviéramos continuamente concientes de todos nuestros impulsos, sentimientos,
memorias, imágenes y conflictos, sin duda nos sentiríamos abrumados. Como otras
defensas inconscientes, la represión puede volverse problemática cuando 1 falla en su tarea
(las ideas conflictivas no se mantienen fuera de la conciencia) o 2 interfiere con ciertos
aspectos positivos de la vida o 3 no permite que se desarrollen otras formas efectivas de
lidiar con los conflictos. Una extrema dependencia en la represión, junto con otros procesos
defensivos que conviven con ella, ha sido generalmente considerada la marca de la
personalidad histérica.

Los primeros esfuerzos de Freud para lograr que los pacientes histéricos trajeran a la
conciencia tanto los eventos traumáticos como sus historias y las necesidades y
sentimientos que habían borrado por considerar inaceptable, cedió información fascinante.
Trabajando con esta población originalmente concluyo, como fue mencionado en el
capitulo 2, que la represión causaba ansiedad. De acuerdo con su modelo mecanicista
original, la ansiedad que comúnmente originaba la histeria era causada por la represión de
afectos y deseos. Estos sentimientos buscaban ser descargados y así causaban un estado
crónico de tensión. Posteriormente, cuando reviso su teoría a partir de nuevas
observaciones derivadas de la clínica, reformulo su versión de causa y efectos y considero,
a la represión como a otros mecanismos de defensa, como el efecto en lugar de la causa de
la ansiedad. En otras palabras, el miedo irracional generaba la necesidad de ser olvidado.

Esta formulación posterior de la represión como la defensa fundamental del yo, el


supresor automático de muchas ansiedades que forman parte de la vida, se ha vuelto una
premisa psicoanalítica. Aun así, los postulados originales de Freud con respecto a la
represión como el instigador de la ansiedad no ha sido completamente desechada, ya que la
represión puede crear tantos problemas como los que soluciona. Este proceso, etiquetado
por Mowrer (1950) como “la paradoja neurótica” ya que los intentos de lidiar con la
ansiedad generan ansiedad y es el centro característico de lo que fue (en un sentido mucho
más comprensivo que el que se usa típicamente ahora) llamado neurosis. Teodor Reik, solía
contrastar a la persona emocionalmente sana, aquella que podía pararse frente a la vidriera
de Tiffany, admirar las joyas y soportar la fantasía de robarla, de aquella neurótica, que
mira la ventana y corre en la dirección opuesta. Cuando las ideas psicoanalíticas capturaron
por primera vez la imaginación del público educado, ejemplos popularizados de formas
patológicas de represión contribuyeron a que se extendiera una sobre valorización de la
importancia de remover la represión, de no contener las inhibiciones, junto con la idea de
que estos procesos eran la esencia del tratamiento psicoanalítico.

Un elemento de la represión se encuentra presente en todas las demás defensas de


nivel superior (aunque es discutible si no es la negación en lugar de la represión la que se
encuentra operando en instancias donde no queda claro si la persona originalmente
reconoció el contenido antes de sacarlo de su conocimiento). Por ejemplo, en la formación
reactiva, el cambio de una actitud a su opuesta, como el odio al amor o la idealización a la
desvalorización, la emoción original a sido reprimida (o negada dependiendo de si fue
sentida concientemente). En el “aislamiento” el afecto conectado con una idea es reprimida
(o negada). En la “inversión”, hay una represión del escenario original y se invierte. Y así
sucesivamente. La creencia original de Freud de que la represión era el abuelo de todos los
procesos defensivos puede ser aceptada si se tiene en cuenta, a pesar de los consensos
actuales en la comunidad analítica de que los procesos descriptos en el capitulo 5 dominan
sobre la represión al menos hasta el año, año y medio de vida.

REGRESION

La regresión es un mecanismo relativamente simple, común para cada padre que ha


observado las idas y vueltas de los hábitos de desarrollo de su hijo cada vez que tiene
hambre o se encuentra cansado. El desarrollo emocional y social no progresa en una línea
recta; hay variaciones en el crecimiento personal que se vuelven menos dramáticas con la
edad, pero nunca se van enteramente. Casi cualquiera, si se encuentra lo suficientemente
cansado, empezaría a quejarse y patalear (“whine”). La subfase de “rapprochement” del
proceso de separación-individuación que Mahler describe como un rasgo universal de cada
niño en su segundo año de vida, cuando el pequeño que ha declarado independencia de su
madre vuelve a esconderse detrás de su falda, es solo un ejemplo de la tendencia humana a
volver a aquellas cosas familiares a las que nos aferramos en el pasado inclusive cuando ya
hemos logrado cierto nivel de competencia.

En la terapia psicoanalítica, esta tendencia es fácil de observar. El paciente que


finalmente a juntado el coraje de intentar una nueva forma de comportamiento,
especialmente si tiene que ver con una nueva forma de comportarse frente al terapeuta (por
ejemplo expresar criticas o enojo, fantasías de masturbación, o pedir un reajuste en la cuota,
o volver a acomodar horarios con mas seguridad de la que es permitida en un niño)
frecuentemente volverá a sus viejos hábitos de pensamiento, sentimiento y conducta en
sesiones siguientes. El terapeuta que no aprecie que las idas y venidas forman parte del
cambio puede sentirse frustrado por este fenómeno (la contratransferencia será similar a los
sentimientos del padre que logra que su hijo duerma toda la noche y luego obtiene una
semana donde el niño se despierta a las tres de la mañana) hasta que le quede claro que a
pesar de esta dimensión regresiva de la lucha de su paciente, la dirección general es hacia
delante.

Hablando estrictamente, no es regresión cuando una persona es conciente de su


necesidad de cierta seguridad extra y pide ser reasegurado, ni tampoco es regresión cuando
uno deliberadamente busca medios (a través del deporte por ejemplo) para descargar cierta
cantidad de energía (“drive” / pulsión). Para que califique como un mecanismo de defensa,
el proceso debe ser inconsciente, Así, la mujer que vuelve a una forma inmadura de queja
en el relato de que alguna ambición o el hombre que azota a su mujer luego de haber
logrado un nuevo nivel de intimidad con ella, son regresiones en el significado
psicoanalítico del termino, ya que sus respectivas acciones no han sido concientemente
elegidas y perseguidas.

Algunas personas usan la defensa de la regresión más que otra. Por ejemplo,
algunos de nosotros reaccionamos al estrés del crecimiento y el cambio poniéndose
enfermos. Muchos que no son diagnosticados con alguna enfermedad, pueden igualmente
sentir un terrible dolor físico y volver a sus camas. Este proceso nunca es conciente (si lo
es, es llamado “manipulación”) y puede causar angustia tanto a la persona que regresa
como a aquellos relacionados con el o ella. Esta variante de regresión, conocida como
somatización, es usualmente resistente al cambio y desafía a la terapéutica.

Algunas personas hipocondríacas, aquellas personas que distraen a los médicos con
vagos y cambiantes malestares que nunca responden al tratamiento, usan la regresión como
una forma primitiva de lidiar con aspectos molestos de sus vidas. Para el momento en que
se los convence de consultar con un terapeuta, ellos han generalmente construido un fuerte
e indestructible muro de defensas que surgen de haber sido repetidamente tratados como
niños mimados o buscadores de atención. Ellos esperan que los clínicos traten de
exponerlos como manipuladores. Consecuentemente, el terapeuta, cuyo cliente usa la
regresión a la enfermedad como una defensa básica, debe tener reservas casi super humanas
de tacto y paciencia –mucho mas cuanto mayor ha sido el beneficio secundario.

La conclusión que a una persona que se queja de dolores físicos o cansancio


extremo se encuentra usando la defensa de la regresión como primera reacción al estrés
emocional no debe ser hecha rápida e irreflexivamente, ya que el stress causado por una
enfermedad causa una reacción regresiva en una persona sana. La persona puede
enfermarse porque esta inconscientemente deprimida; pueden además deprimirse porque se
encuentran enfermos. Ha sido ampliamente observado, aún así, que la somatización y la
hipocondría, así como también otros tipos de regresión a modos indefensos e infantiles de
lidiar con la vida, puede ser la piedra angular del carácter de la persona. Donde la regresión
constituye el centro de la estrategia de alguien para filiar con los cambios de la vida, el o
ella puede ser legítimamente caracterizada como una personalidad infantil.

AISLAMIENTO DEL AFECTO

La forma en que uno maneja las ansiedades y otras formas dolorosas de conciencia
puede ser a través de aislar el afecto del conocimiento. De manera más técnica, la parte
afectiva de una experiencia o una idea puede ser separada de su dimensión cognitiva.
Aislamiento del afecto puede ser de gran valor: los cirujanos no podrían trabajar
efectivamente si constantemente estuvieran concientes de la agonía del paciente o del asco,
distress o sadismo cuando cortan la carne de alguien; los generales no podrían planear
batallas y estrategias si continuamente se sintieran invadidos con el horror de la guerra; los
policías no podrían investigar crímenes violentos sin desarmarse emocionalmente.

El “adormecimiento psíquico” que Lifton (1968) ha sido descrito como la


consecuencia a catástrofes, ejemplifica la operación de aislamiento del afecto en un nivel
social. Los terapeutas que han trabajado con sobrevivientes del holocausto tienen que
soportar descripciones de atrocidades que desafían la imaginación. El politólogo Herman
Kahn (1962) escribió un libro muy importante sobre el posible resultado de una guerra
nuclear, en el cual todas las consecuencias del desastre atómico son detalladas en un tono
jovial y frío. Con respecto a su función adaptativa en situaciones extremas, aislamiento del
afecto es un poco más discriminativa que la disociación. La experiencia no es totalmente
borrada de la conciencia, pero su significado emocional si.

Aislamiento del afecto puede también volverse, a través de cierto estilo infantil en
un niño de cierto temperamento, es el centro de la defensa en presencia del trauma. Todos
conocemos personas que aseguran no tener respuestas emocionales a cosas sobre las cuales
el resto de nosotros tendría poderosos sentimientos; estas personas a veces hacen de esta
defensa una virtud e idealizan la condición de expresar solo preocupaciones racionales.
Nuestra tendencia cultural de admirar el aislamiento del afecto se manifiesta en la devoción
al personaje de Star Trek, Mr Spock el Vulcano.

Aislamiento es considerado por los pensadores psicoanalíticos como uno de los más
primitivos de las “defensas intelectuales” y la más básica de las operaciones psicológicas en
mecanismos como intelectualización, racionalización y moralización. Estas defensas
pueden ser consideradas individualmente, pero tienen en común el relegar al inconsciente
las implicaciones personales de una situación, idea o acontecimiento. Cuando la defensa
primaria de una persona es el aislamiento, y la vida de esa persona refleja una
sobrevaloración del pensamiento y una desvalorización de las emociones, esa estructura de
carácter puede ser considerada obsesiva.

INTELECTUALIZACION

Intelectualización es el nombre que se le da a una versión más evolucionada de


aislamiento del afecto del intelecto. La persona que usa el aislamiento típicamente
manifiesta no tener sentimientos, mientras que uno que intelectualiza habla de sus
sentimientos en una forma que a quien lo escucha sorprende como fría y carente de
emoción. Por ejemplo el comentario “Bueno, naturalmente eso me genera cierta bronca”,
en un tono casual y desconectado, sugiere que la expresión del sentimiento esta inhibida.
Cuando los pacientes en terapia intelectualizan su tratamiento, tienden a resumir sus
experiencias en el diván en un tono que suena más a un reporte del estado del tiempo en su
psique que a una reflexión de algo que los ha movilizado. En la campaña presidencial de
1988, cuando Dukakis respondió con intelectualización a la respuesta sobre su reacción a la
supuesta violación de su esposa, el público lo repudió.

Intelectualización maneja la normal sobrecarga de emociones en la misma forma en


que el aislamiento maneja las situaciones traumáticas de sobrestimulación. Muestra una
fuerza considerable del yo el hecho de que una persona pueda ser capaz de pensar
racionalmente una situación llena de significado emocional y, siempre en cuando que los
aspectos emocionales de esa circunstancia sean en algún momento reconocidos, esta
defensa opera efectivamente. Algunas personas consideran un signo de madurez cuando
pueden intelectualizar bajo stress en lugar de darle una respuesta impulsiva. Cuando
alguien parece incapaz de dejar una defensa cognitiva, una posición anti emocional sin
embargo, aun cuando es provocado como en el ejemplo de Dukakis, otros tienden
intuitivamente a considerarlo como emocionalmente deshonesto. El sexo, las bromas, la
expresión artística y otras formas gratificantes y adultas de juego pueden ser
innecesariamente truncadas en una persona que depende de la intelectualización para
manejar su vida.

RACIONALIZACION

La defensa de racionalización es tan bien conocida que casi no necesita ser


explicada. No solamente el termino se ha vuelto de uso común con una connotación similar
a la que tiene el la escritura psicoanalítica, también es un fenómeno que la mayoría de
nosotros encuentra entretenido –al menos en otros. “Es muy conveniente ser una Criatura
razonable” expreso Benjamín Franklin, “ya que le permite a uno encontrar o hacer una
Razón para todo lo que uno tiene pensado hacer”. Racionalización puede entrar en juego
tanto cuando no conseguimos algo que queríamos, y concluimos en retrospectiva que en
realidad no lo queríamos (algunas veces llamado “uvas ácidas de racionalización por la
fábula del zorro y las uvas) o cuando algo malo ocurre y decidimos que, en realidad, no era
tan malo (racionalización tipo limón dulce). Un ejemplo del primer tipo seria la conclusión
de que la casa que no podemos pagar era demasiado grande para nosotros de todas formas;
un ejemplo de lo segundo seria la racionalización universalmente popular de aquellos que
valoran la educación: “Bueno, fue una experiencia de la que pude aprender”.

Mientras más inteligente y creativa es la persona, más común es que sea un buen
racionalizador. La defensa opera benignamente cuando le permite a alguien sacar lo mejor
de una situación difícil con el mínimo de resentimiento, pero puede tener efectos
contraproducentes como estrategia defensiva ya que, virtualmente, cualquier cosa puede ser
–y ha sido- racionalizada. Las personas rara vez admiten hacer algo simplemente porque se
siente bien; prefieren buscar razones que sustenten sus decisiones. Así, el padre que le pega
a su hijo, racionaliza que es por el bien del niño; el terapeuta que insistentemente sube los
honorarios al paciente racionaliza la codicia decidiendo que el pagar mas beneficia el
autoestima de la persona; la persona que vive en constante dieta, racionaliza vanidad como
salud.

MORALIZACION

Moralización se encuentra cerca de la racionalización. Cuando uno racionaliza,


inconscientemente busca un sustento cognitivo y aceptable para sus decisiones; cuando uno
moraliza, se busca una forma de sentir que debe hacer algo. Racionalización convierte lo
que la persona quiere hacer en un lenguaje razonable; moralización pone la necesidad de
que sea justificado por una razón moral. Donde el racionalizador habla del “valor
educativo” de una experiencia frustrante el moralizador insiste en que “construye carácter”.

Generalmente, el carácter bondadoso de esta transformación del impulso hace que


otros lo tomen como divertido o vagamente molesto, aunque en ciertas situaciones sociales
o políticas, los lideres que explotan su superioridad desean sentirse moralmente superiores
pueden producir una moralización masiva del publico que ha sido seducido sin ningún
esfuerzo. La creencia de los colonos de que ellos traían estándares superiores de
civilización a las personas cuyos recursos estaban robando es un buen ejemplo de
moralización. Hitler fue capas de cometer sus propias fantasías de asesinato a través de la
persuasión de un increíble número de seguidores que la aniquilación de judíos,
homosexuales y gitanos era necesaria para el mejoramiento ético y espiritual de la raza
humana. La inquisición española fue otro movimiento social con una notoria moralización
de la agresión, codicia y sentimientos de omnipotencia.

En un nivel menos catastrófico, la mayoría de nosotros ha presenciado a alguien que


defendía haber criticado brutalmente a un subordinado con los argumentos de que es el
deber del supervisor recaer en las fallas del empleado. En las defensas de doctorado,
examinadores hostiles han hecho comentarios como “no le hacemos un favor al estudiante
quedándonos con las criticas que se merece”. Uno de mis amigos, un decorador de
interiores, moralizo la vanidad detrás de su decisión de hacerse una cirugía plástica
explicando que era su obligación presentarse como agradable frente a sus clientes. Bette
Davis, luego de tener problemas por querer mantener su carrera actoral durante la segunda
guerra mundial, dijo que “Sentí que era o que el enemigo quería –destruir y paralizar
América. Así que decidí seguir trabajando”.

La moralización puede ser útilmente considerada como una versión mas


desarrollada del splitting. Aunque no la he visto presentarse de esta forma en la literatura
psicoanalítica, tiene sentido que la inclinación a moralizar sea una etapa posterior de la
tendencia primitiva a ha hacer gruesas distinciones de bueno y malo. Mientras que el
splitting ocurre naturalmente en los niños antes de que tengan un self integrado capaz de la
ambivalencia, la moralización resuelve, a través del recurso del principio, sentimientos
mezclados que el self mas desarrollado ha logrado sufrir. De la moralizacion uno puede
inferir la operación del superyo, generalmente rígido y punitivo.

Moralizacion es la defensa predominante en la organización caractegorial que los


analistas llaman masoquismo moral. Algunas personas obsesivas y compulsivas también
tienden a usar esta defensa. En psicoterapia, los moralizadores pueden crear complejos
dilemas para los clínicos, quienes encuentran que cuando ellos confrontan ciertas actitudes
o conductas auto castigantes (self-defeating) sus pacientes los encuentras deficientes en
virtud por no ver el problema de la forma que ellos lo ven. Un paciente mío, un hombre
obsesivo compulsivo del lado neurótico del continuo borderline, me imploraba que le dijera
un juicio moral sobre su masturbación compulsiva, con la esperanza de que eso le
resolviera el conflicto. “Como se sentiría si le dijera que pienso que su problema interfiere
con el desarrollo de su relación con mujeres” le pregunte. El respondió “Me sentiría
criticado y muy avergonzado –me gustaría meterme en un agujero”. “Que tal si yo dijera
que dado su pasado represivo, fue un logro haber encontrado cualquier tipo de satisfacción
sexual y su masturbación representa una tendencia hacia delante en su desarrollo sexual”
continué. “Pensaría que usted es una depravada”.

La moralización ilustra el hecho de que aunque una defensa pueda ser considerada
un mecanismo maduro, puede ser importuno y dificultar el proceso terapéutico. Trabajar
con alguien en el rango neurótico cuyo carácter se encuentra definido por una forma
crónica e inflexible de una defensa particular puede ser más arduo que trabajar con
pacientes psicóticos.

ANULACION RETROACTIVA

Así como la moralización puede ser considerada una versión más madura del
splitting, la anulación reactiva puede tomarse como la sucesora del control omnipotente.
Hay una cualidad mágica en la defensa que traiciona sus orígenes arcaicos aunque la
persona que utiliza esta defensa generalmente es seducida, por medio de la solicitud del yo
de el o ella, a ver el significado de cierta cantidad de conducta supersticiosa. Anulación
reactiva es un término que significa exactamente lo que uno pensaría: el esfuerzo
inconsciente de contrabalancear el afecto –usualmente culpa o vergüenza- con una actitud o
conducta que mágicamente lo borre. Un ejemplo del día a día seria el esposo que llega a
casa con un regalo que pretende compensar la pelea de la noche anterior. Si el motivo es
conciente, no podemos llamarlo técnicamente anulación retroactiva, pero cuando los
“anuladores” no son concientes de su vergüenza o culpa, y entonces no son concientes de
su propio deseo de ir contra ello, la etiqueta se aplica.

Muchos rituales religiosos tienen un aspecto de anulación. El esfuerzo de librarse de


pecados, incluso aquellos cometidos solo con el pensamiento, puede ser un impulso
humano universal. Cerca de la época en la que los niños pueden comprender
cognitivamente el hecho de la muerte, se buscan numerosos rituales mágicos con
componentes de anulación. El juego de la niñez de evitar grietas en la vereda e intentar que
la madre tropiece con ellas, es psicoanalíticamente comprensible como anulación de un
deseo inconsciente de muerte por la madre, que crea más miedo que cuando el concepto de
muerte no era maduro. Las fantasías omnipotentes son discernibles en la creencia implícita
expresada en esta conducta hostil: El pensamiento sostiene la acción.

Uno de mis pacientes solía darme flores ocasionalmente. Como era bastante
perturbada y hubiese experimentado mi rechazo a los regalos, o inclusive el análisis de su
disposición a dármelos, como un repudio a sus impulsos generosos, por mucho tiempo no
intente explorar el significado de esta conducta. Eventualmente, ella fue capaz de darse
cuenta por si misma que me traía flores cuando se había quedado enojada conmigo en la
sesión anterior. “Supongo que eran para tu tumba” ella explico sonriendo.

Las personas que han tenido un algo grado de remordimiento por sus pecados,
errores y fallas, así sean reales, exageradas o cometidas solo en pensamiento, pueden vivir
una vida dedicada a la anulación. Adlai Stevenson, por ejemplo, quien accidentalmente
mato a su primo menor cuando era niño, dedico el resto de su vida al servicio publico. Una
mujer blanca, de clase media, de 79 años de edad a quien estudie en conexión con una
investigación en psicología caractegorial de los altruistas dedico durante décadas su vida a
la causa de justicia igualitaria para los no-blancos; su pasado incluía haber insultado a una
mujer de color, a quien ella había amado mucho, cuando tenía nueve años. Tomkins
estudio abolicionistas y sugirió una similar organización de personalidad alrededor de la
defensa de anulación.

Cuando la anulación es la defensa central de una persona, y cuando actos que han
tenido significancia inconsciente de expiar crímenes pasados comprometen el soporte de la
autoestima del individuo, consideramos que esa personalidad es compulsiva. Quiero
remarcar que ya que los términos “compulsión” y “compulsivo” son generalmente
asociados con conductas indeseables, el concepto de compulsividad es neutral con respecto
a su contenido moral. En otras palabras, uno puede ser un bebedor compulsivo pero
también un humanitario compulsivo.

VUELTA CONTRA EL SELF

Ana Freud utilizaba lenguaje del día a día, y su uso del termino “vuelta contra el
self” no es una excepción. El concepto significa que la persona asume la redirección de un
afecto o actitud negativa contra un objeto externo contra uno mismo. Si uno es crítico de
una autoridad cuya buena voluntad parece esencial para la seguridad propia, y si uno piensa
que esa persona no puede tolerar criticismo, uno se siente mas seguro apuntando las criticas
a uno mismo. Para los niños, quienes no tienen la elección de donde vivir y quienes pueden
pagar un alto precio por ofender al cuidador, la defensa de vuelta contra el self puede
distraerlos del hecho mas molesto de que su bienestar depende de un adulto no confiable. A
pesar de ser molesto asumir críticas es emocionalmente preferible a reconocer la realidad
de que la supervivencia se encuentra bajo condiciones sobre las que uno no tiene ningún
poder de cambiar.

Uno de mis pacientes paso sus años de formación bajo el cuidado de una madre
suicida y de un padre inconstante y egocéntrico. La seguridad de su familia era tan precaria
que hasta la subsistencia se veía perturbada. Algunos de los recuerdos más tempranos de
esta mujer tenían que ver con sus padres siendo echados de apartamentos por no pagar el
alquiler. En lugar de sentir un terror crónico de que su madre podría suicidarse o que su
padre desaparecería en búsqueda de su propia felicidad –cualquiera de las dos eran
posibilidades reales- ella volvió costumbre el creer que si tan solo ella fuese una mejor
persona, sus padres le darían todo su amor y protección. Esta convicción que fue adaptativa
en su niñez, le causo sufrimiento de adulta cuando reacciono a una circunstancia infeliz
atacándose a si misma en lugar de esforzarse por mejorar su situación. Le tomo años de
terapia para darse cuenta en un nivel emocional que ella ya no era una niña desprotegida en
una familia disfuncional, cuyo única esperanza de mejorar se encontraba en mejorar
internamente.

La mayoría de nosotros mantiene una tendencia a girar afectos negativos, actitudes


y percepciones hacia uno mismo porque causan la ilusión de que el proceso nos da más
control sobre la situación perturbadora. La vuelta contra el self es una defensa popular entre
personas sanas que no son concientes y se resisten a las tentaciones de negar o proyectar el
problema de sus fallas en lugar de adjudicárselas a otros. El uso automático y compulsivo
de esta defensa en común en personalidades depresivas y masoquistas.

DESPLAZAMIENTO

El desplazamiento es otra defensa popular sin mucha distorsión de su significado


técnico. A los once años una de mis hijas, observando a nuestro perro atacando su juguete
justo después de ser castigado por su mala conducta dijo “Miren, esta poniendo su rabia en
el juguete. Igual que las personas.” El termino desplazamiento significa la redirección del
deseo, la emoción, preocupación o conducta de su inicial o natural objetivo a otro porque su
dirección original causa ansiedad.
La caricatura clásica del hombre que recibe un sermón de su jefe y luego va y le
grita a su esposa, quien a su vez castiga a los niños, quienes además patean al perro es un
estudio del desplazamiento. La triangulación enfatizada por el terapeuta familiar en la
tradición de Murria Bowen es un fenómeno de desplazamiento. He notado que en algunas
parejas en las cuales uno de ellos es infiel, el otro reacciona colocando la culpa a la “otra”
mujer u hombre. Dichos como “esa que rompió un hogar” como si el compañero fuera una
victima inocente de una cínica seducción, nos muestra una persona angustiada ante el
riesgo de que la relación se siga quebrando si colocan parte de la culpa en la pareja.

La lujuria puede ser también desplazada; los fetiches sexuales parecen poder ser
explicados como una reorientación del interés erótico de un ser humano y su cuerpo a un
objeto como zapatos. Si los eventos en la historia de un hombre han hecho que las vaginas
le parezcan peligrosas, otro objeto asociado con lo femenino puede sustituirlas. La ansiedad
es a su vez desplazada; El famoso paciente de Freud el “Hombre lobo” fue tratado en sus
últimos años por Ruth Mack Brunswick por una mórbida preocupación por su nariz que fue
entendida como desplazamiento del terroríficas fantasías de mutilación de su pene. Cuando
una persona usa el desplazamiento de la ansiedad desde un área a un objeto específico que
simboliza el fenómeno temido, el o ella tiene una fobia. Si una persona tiene un patrón de
desplazamiento de preocupaciones temerosas en muchos aspectos de su vida, es
considerado un fóbico.

Algunas lamentables conductas culturales como el racismo, el sexismo, el


heterosexismo y la tendencia general de echar la culpa de los problemas sociales en ciertos
grupos que tienen poco poder de defenderse de estos alegatos, contienen un componente de
desplazamiento.

FORMACION REACTIVA

La defensa de formación reactiva es un fenómeno intrigante. Evidentemente el


organismo humano es capaz de cambiar algo a su polo positivo opuesto con el objetivo de
volver indefenso aquello amenazante. La definición tradicional de la formación reactiva
tiene que ver con esta conversión de lo negativo a positivo o viceversa. La transformación
del odio a amor, del deseo al rechazo, o envidia a atracción, por ejemplo, puede ser inferida
por muchas transacciones comunes.
Quizás la edad más temprana en la que el proceso es apreciable para el observador
es en el tercer o cuarto año de edad; para esta época, si un bebe nuevo llega el hermano
mayor desplazado debe tener un yo suficientemente fuerte para manejar su rabia y celos
convirtiéndolos en un sentimiento conciente de amor hacia el recién nacido. Es típico de la
formación reactiva que algunos de los afectos desasociados traspasen la defensa al punto de
que los observadores pueden sentir que hay algo un poco excesivo o falso en esta
disposición emocional conciente. Con una hermana preescolar que ha sido desplazada por
su hermano menor, por ejemplo, puede haber un distintivo “sabor” de “amar el bebe hasta
la muerte”; abrazándolo demasiado fuerte, cantando demasiado alto, hamacándolo
agresivamente, y así sucesivamente. La mayoría de los hermanos mayores cuando son
adultos recuerdan pellizcar las mejillas de sus hermanos hasta que gritaran u ofrecerle algo
para comer que resulta ser venenoso, o cometer alguna transgresión similar que
supuestamente se motivaba por el amor.
Una forma mas precisa de describir la formación reactiva que la vuelta de una
emoción a su positivo puede ser notar que funciona para negar la ambivalencia. Es una
asunción psicoanalítica básica que ninguna disposición es totalmente pura. Podemos odiar a
una persona que amamos o resentir la persona hacia quien tenemos un gran sentimiento de
gratitud; nuestra situación emocional no se reduce simplemente a una u otra posición. Es un
malentendido común en la interpretación psicoanalítica el hecho de que el analista disfruta
de exponer que uno cree sentir x pero en realidad siente y; en realidad es
psicoanalíticamente correcto solo decir que mientras uno puede sentir x, además
(inconscientemente quizás) siente y. En la formación reactiva uno se persuade que todo es
sentido en polaridad en una respuesta emocional compleja.

Uno puede ver del ejemplo del hermano desplazado quien encuentra una forma de
evitar sentir sentimientos negativos y experimentar solo los afectos positivos, en una edad
cuando las discriminaciones mas finas entre los diferentes matices del sentimiento y, mas
importante, entre sentimientos y acciones no han madurado lo suficiente, que tan valiosa la
defensa puede llegar a ser. Otras situaciones en las que esta operación es mayormente
benevolente incluyen circunstancias en las cuales los sentimientos de competencia, que
incluyen aspectos tanto destructivos como admirables, llevan al niño a imitar a un amigo
competente en lugar de rechazarlo. En los adultos uno puede ver la formación reactiva, pero
comúnmente asumimos que la persona madura se encontraría mejor reconociendo todos
los aspectos de sus reacciones emocionales en cualquier situación y aplicando sus
inhibiciones para dominar las conductas más que los sentimientos.

La formación reactiva es una defensa favorecida en aquellas psicopatológicas donde


los sentimientos hostiles y agresivos son el centro de atención y son vividos como
peligrosos y descontrolados. Las personas paranoicas, por ejemplo, generalmente sienten
solamente odio y desconfianza cuando el observador externo sospecha que ellos también
sienten deseo y dependencia; las personas obsesivas y compulsivas frecuentemente creen
que solo tienen respeto y aprecio por las autoridades que otros creen que además resienten.

IDENTIFICACION
Puede parecer extraño que la identificación sea incluida en una lista de mecanismos
de defensa ya que la mayoría de nosotros la consideramos la capacidad de identificarnos
con otra persona o con algún aspecto de otra persona, y la vemos como una tendencia no
defensiva. Que algunos tipos de identificación tengan muy pocos componentes defensivos
(por ejemplo el tipo que los psicoanalistas sociales llaman “modelaje”) es aceptado, pero
los pensadores psicoanalíticos continúan investigando muchas formas de identificación
motivadas por la necesidad de evitar ansiedad, pena, vergüenza o algún otro afecto
doloroso; o para restablecer un sentido amenazado de cohesión del self y autoestima. Como
las otras defensas maduras, la identificación es un aspecto normal del desarrollo
psicológico que se vuelve problemático solo bajo ciertas circunstancias.

Freud (1923) fue el primero en sugerir una distinción entre la identificación no


defensiva y la defensiva a partir de diferenciar lo que el llamaba identificación “anaclítica”
(del griego, la palabra significa “apoyarse”) de la identificación con el agresor. El primer
tipo, el consideraba que se encontraba motivado por un simple deseo de ser como una
persona valorada (Mi madre es generosa y reconfortante, y quiero ser como ella). El
segundo se refiere a una solución igualmente automática pero motivada como una defensa
al sentimiento de amenaza por una persona con poder (Le tengo miedo al castigo de mama
por mis impulsos hostiles; si yo me vuelvo ella, su poder estará dentro mí en lugar de
afuera). Freud asumió que muchos actos de identificación contenían elementos de estas dos
formas de identificación.

Los analistas usan la palabra identificación para significar un nivel maduro de


deliberación, en parte inconsciente, en el proceso de volverse como otra persona. Esta
capacidad evoluciona en una línea natural de desarrolla desde tempranas e infantiles formas
de introyección, que tienen una cualidad de tragarse a la otra persona como un todo, a una
discriminación más sutil y subjetivamente voluntaria en un proceso de elección y asunción
selectiva de los rasgos de otra persona. El potencial identificatorio se supone que
evoluciona y modifica a lo largo de la vida y se vuelve la base emocional del cambio y
crecimiento psicológico. En realidad, la oportunidad que las relaciones cercanas proveen de
establecer mutuas identificaciones, muestra el valor que los analistas tradicionalmente
colocan en la intimidad emocional. En una forma similar a como la proyección se
transforma a lo largo de la vida de una persona emocionalmente sana en una capacidad
cada vez mayor de empatía, las formas arcaicas de identificación, gradualmente se
transforman en formas mas discriminativas de enriquecer el self a través de acumular
cualidades admiradas en los otros.

El paradigma más familiar de Freud de identificación defensiva es el complejo de


Edipo. En este famoso escenario, el niño llega a una edad, generalmente cerca de los tres
años, en la que sus deseos de posesión exclusiva de la madre se encuentran contra el duro
hecho de que el padre pide su amor y presencia física. Sus temores de que el padre, que
tiene un poderío obvio, pueda matarlo o lastimarlo en retribución de sus deseos de matar o
lastimar al padre, quien es visto como rival, genera ansiedad en el niño conectadas con
fantasías de identificación (tal vez no me pueda liberar de mi padre, a quien amo de todas
formas y no lastimaría, y tampoco puedo tener a mama para mi, lo que también traería sus
problemas, pero puedo ser como papa y crecer para tener alguien como mama como mi
compañera exclusiva). Freud sentía que esta fantasía, que es considerada normal y
universal, era el prototipo de la identificación con el agresor, en este caso un agresor
imaginario.

La identificación es, inherentemente, un proceso neutro; puede tener efectos


positivos o negativos dependiendo de quien es el objeto de la identificación. Gran parte del
proceso de psicoterapia se dedica a repensar identificaciones viejas y nuevas hechas
automáticamente y que terminaron siendo un conflicto para el niño y ahora causan conflicto
al adulto. Por ejemplo, un ministro de iglesia con el que trabaje había sobrevivido un padre
abusivo y alcohólico y una madre poco efectiva y fóbica gracias a que imito a su tío Harry,
un hombre que solucionaba todos los problemas a golpes. Esta resolución fue muy
adaptativa para mi paciente durante el curso de su adolescencia en esta caótica familia en
un barrio hostil; el pudo esquivar a cualquiera que se pusiera en su camino, y como
resultado, nadie se metía con el. Esta era la forma en la que el lograba deshacerse de
ansiedad, deshacerse de sentimientos problemáticos que no eran bien recibidos en casa, la
restauración de su autoestima y la garantía del respeto de otros. En su vida profesional, sin
embargo, cuando amenazo golpear a varios superiores de la iglesia que le resultaban
molestos, perdió el respeto de muchas personas de la congregación, que no aceptaban su
conducta dentro de la sensibilidad cristiana. El se presento en la terapia sabiendo que había
desarrollado nuevas formas de lidiar con el stress, y llego a entender la naturaleza de sus
identificaciones tempranas y el precio que había pagado por ellas.
Porque la identificación puede parecer el remedio a todas las complejidades de la
vida, puede ser mas frecuentemente como defensa, cuando una persona se encuentra bajo
stress emocional, especialmente el tipo que pone un peso en versiones mayores y subjetivas
de quien uno es. La muerte o pérdida puede llevar a la identificación, tanto con el objeto
amado ausente y luego con aquellos que vienen a sustituir a la persona en el mundo
emocional del sobreviviente. El deseo de los adolescentes de encontrar héroes a quien
imitar en su esfuerzo de responder a demandas complejas de la adultez ha sido notado por
siglos; en realidad, la insatisfacción de los adolescentes contemporáneos con los héroes
ofrecidos en la cultura occidental ha sido conectada por algunos observadores
psicoanalíticos en un alarmante incremento de suicidios adolescentes en las ultimas
décadas.

Algunas personas parecen identificar de manera más fácil y reflexiva que otros,
como si hubiese manchas para cualquier tinta psicológica que se dirija a ellos. Aquellos que
sufren de una confusión básica de identidad de cualquier nivel de severidad, se encuentran
en un obvio riesgo, como cualquiera que haya estudiado la conducta de cultos puede
atestiguar. Las experiencias de conversión contienen un fuerte componente de
identificación defensiva. Aun personas bastante sanas con algún área de su identidad
confusa, como una mujer de organización histérica con sentimientos inconscientes de que
su genero es un problema, puede ser sujeto de identificación con alguien del ambiente que
le de la impresión de tener un mejor manejo de las dificultades de la vida.

La capacidad de los humanos de identificarse con nuevos objetos de amor es


probablemente uno de los principales vehículos a través de los cuales las personas se
recomponen del sufrimiento emocional, y los medios más importantes a través del cual la
psicoterapia de cualquier tipo logra el cambio. Repetidamente, la investigación en el
tratamiento encuentra que la calidad emocional de la relación entre el paciente y el
terapeuta se encuentra mas altamente correlacionada con el resultado que cualquier otro
factor. En los últimos escritos sobre el proceso terapéutico, la relación es remarcada a tal
muto que la interpretación, que una vez fue considerada el punto mas importante, llega a no
ser casi mencionada.

En el tratamiento psicoanalítico, el paciente es propenso a hacer identificaciones con


el terapeuta y esto es valorado por su potencial reparativo y además salvaguardado lo mas
posible del abuso. Los practicantes tratan de evitar explotar la capacidad del paciente a
identificar ejemplificando cualidades generales de virtud humana (como compasión,
curiosidad, tolerancia a la diferencia, y sentido de responsabilidad por la conducta propia)
mientras son reservados a mostrar sus atributos, dando consejos o compartiendo opiniones
particulares. Freud repitió su advertencia a los analistas de evitar caer en la tentación de
presentarse de manera grandiosa como salvadores, curadores o profetas a sus pacientes para
que sus pacientes se mantengan al máximo en la consulta; narcicisar indebidamente el
deseo de un paciente de identificarse se mantiene como un tabú profesional.

ACTING OUT

Otro mecanismo que merece discusión es la categoría general de “acting out”.


Utilizo las comillas para llamar la atención a la frecuencia en la que la etiqueta es aplicada
a todo tipo de conductas que el etiquetador no admira, usualmente en un tono bastante
extraño en relación al significado original no peyorativo del termino. La mayoría de los
lectores de este texto han oído probablemente del término y no tengan conocimiento de su
uso profesional y técnico.
A mi conocimiento, las apariciones mas tempranas del termino “actino out”
ocurrieron en las descripciones psicoanalíticas de las acciones de pacientes fuera del
consultorio, cuando su conducta parecía corporizar sentimientos hacia el analista que el
paciente desconocía o era demasiado ansioso para dejar conocer, especialmente en la
presencia del analista. Mas adelante “actino out” se volvió más general para describir la
conducta que es motivada por necesidades inconscientes de sobrellevar ansiedad asociada
con sentimientos y deseos internamente prohibidos y con miedos fantasías y memorias
poderosamente molestas. A través de la actuación, la persona inconscientemente ansiosa
vuelve lo pasivo en activo, transformando el sentimiento de desesperanza y vulnerabilidad
en una experiencia de poder, sin importan qe tan negativo sea el drama que ha actuado.
Una maestra que vi en terapia varios años atrás, cuya relación con su criticona
madre la había dejado tanto asustada como hambrienta por intimidad, comenzó un affaire
con un colega llamada Nancy unas semanas después de entrar en terapia. Me pareció que
ella asumía que yo (como su madre) le regañaría sus anhelos y manejaba sus inconscientes
y prohibidos deseos a través del “actino out” de aspectos que ella deseaba y temía con
alguien de mi mismo nombre. Este tipo de actuación, asumiendo mi interpretación como
correcta, ocurre frecuentemente en el análisis, especialmente con pacientes que han tenido
una niñez basada en el miedo al rechazo de la autoridad de sus necesidades y sentimientos.
El termino actino out se refiere a cualquier conducta que es asumida como una
expresión de actitudes transferenciales que el paciente no siente todavía la seguridad
suficiente como para traer en palabras a consulta. Puede además ser usado para etiquetar el
proceso en el cual cualquier actitud, adentro o fuera del consultorio, puede ser llevada a la
acción con el propósito inconsciente de manejar los miedos que lo rodean. Lo que es
actuado puede ser predominantemente destructivo o enriquecedor o un poco de ambos; lo
importante sobre acting out no es lo bueno o malo pero lo inconsciente y temerosa
naturaleza de los impulsos que motivan a la persona a la acción y la compulsiva y
automática forma en que la conducta actuada es llevada a cabo. La popularidad actual de
llamar cualquier conducta no apreciada actino out no tiene fundamento psicoanalítico. El
significado negativo que la frase ha adquirido puede reflejar el hecho de que formas
beneficiosas de acting out no llaman la atención en la misma forma en que las destructivas
lo hacen.
Un número imposible de etiquetas creada por los analistas para diferenciar las
diferentes conductas que son generalmente inconscientemente motivadas caen bajo el titulo
general de acting out. Esto incluye, por ejemplo, exhibicionismo, voyerismo, sadismo,
masoquismo, reversión y todos los “contra” términos; contrafobia, contradependencia,
contrahostilidad y sucesivamente. Todos tienden, cuando son aplicados a actos específicos
que son entendidos como defensivos, a asumir un miedo latente o sentimientos negativos.
La observación temprana de Freud que actuamos lo que no recordamos se mantiene sagaz,
especialmente si asumimos que la razón por la que no recordamos es que algo muy
doloroso se volvió no recordado y ahora actuado.
Existe una población identificables de personas que basan su vida en actino out para
manejar sus dilemas psicológicos, a este grupo puede caer dentro de la categoría de
personalidades impulsivas. Esta nomenclatura es engañosa, ya que implica una simpleza a
cualquier cosa que uno siente hacer en el momento. La experiencia psicoterapéutica ha
llevado a clínicos serios a creer que lo que puede verse espontánea y simple impulsividad
es generalmente una conducta inconsciente y muy compleja, cuando en realidad no es nada
mas que inocente expresión y azarosa. Las personas con organización histérica son famosas
por actino out escenarios sexuales inconscientes; las personas adictas de todos los tipos
pueden ser conceptualizadas como actuadotes que repiten su relación con la sustancia
preferida (en algunos casos, por supuesto, la dependencia química puede complicar lo que
era una adicción psicológica); las personas con compulsiones son por definición actino out
cuando sucumben a la presión interna al llevar a cabo sus actos compulsivos particulares;
sociopaticos pueden reactuar un complicado patrón de manipulación. Así la defensas puede
aparecer en muchos formas clínicas.

SUBLIMACION

En un momento, el concepto de sublimación fue extensamente entendido en el


público educado y representaba una forma popular de mirar muchas tendencias
individuales. Contemporáneamente, con la perdida de centralidad de la teoría sexual en el
pensamiento psicoanalítico general, ya no es tan mencionado en la literatura psicoanalítico
ni es un concepto tan popular. La idea original era que la sublimación era una defensa
“buena”, la única que por definición representaba creatividad, salud, que era socialmente
aceptada o una solución beneficial a los conflictos internos entre los deseos primitivos y
las fuerzas inhibitorias.
La sublimación era la etiqueta que Freud le dio originalmente a la expresión de los
impulsos basados biológicamente ( lo que para el incluía los impulsos de succionar,
morder, desordenar, pelear, copular, mirar a otros y ser mirado por otros, causar una herida,
soportar el dolor, proteger a los jóvenes, etc.) en una forma social aceptada. Por ejemplo,
Freud hubiese dicho que un dentista sublima el sadismo; un artista, el exhibicionismo; un
abogado, el deseo de matar enemigos. Los impulsos, según el, se veían influenciados por
las circunstancias de la niñez; algunos impulsos o conflictos pueden destacarse y pueden
direccionarse creativamente en actividades útiles.
Esta defensa fue considerada como la forma más sana de resolver los problemas
psicológicos por dos motivos: El primero, la conducta guiada beneficia la especie; la
segunda, permite la descarga de impulsos relevantes en vez de gastar mucha energía
emocional ya sea transformándola en algo diferente o manteniéndola oculta. Esa energía
descargada fue asumida como beneficial: mantenía el organismo en homeostasis.
La sublimación se mantiene como un concepto sobre el que uno encuentra
referencias en la literatura analítica cuando un escritor quiere encontrar una forma creativa
y útil de expresar impulsos problemáticos o conflictivos. En contraste al mal entendido
común de que el objetivo de la psicoterapia es liberarte de sus luchas infantiles, la posición
psicoanalítica sobre la salud y el crecimiento incluye la asunción de que las partes infantiles
de nuestra naturaleza se mantiene vivo durante la adultez. No tenemos la oportunidad de
separarnos de ellos, solo podemos manejarlo de mejor o peor formas.
Las metas de la terapia analítica incluye que entiende todos los aspectos del self,
incluyendo los mas primitivos y conflictivos, el desarrollo de la compasión por uno mismo
(y otros, ya que uno necesita proyectar y desplazar las cualidades personales) y la
expansión de la libertad de resolver viejos conflictos de una forma nueva. Ellas no incluyen
purgar el self de sus aspectos desagradables o deseos primitivos. Que la sublimación es
considerada la apología del desarrollo del ego habla de la actitud psicoanalítica básica hacia
el organismo humano y su potencialidad y limites inherentes y que valores implícitos
forman el diagnostico psicoanalítico.

Traducción: Prof. Psic. Julia Arrillaga Pombo

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