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El Derecho Italiano en El Perú PDF
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2015
I N S T I T U T O P A C Í F I C O
EL DERECHO ITALIANO
EN EL PERÚ
El presente texto El Derecho Italiano en el Perú fue publicado en Lima el 28 de
julio de 1921 en la Revista Italo Peruana. Su autor Julián. G. Romero, fue un ilus-
tre procesalista peruano que en 1884 fue secretario de la Comisión encargada de
formular el primer proyecto de modificación del código de enjuiciamiento civiles
de 1852. Se a tomado como fuente la Revista del Foro, vol. 8, Lima, 1921, pp.
401-408.
EL DERECHO ITALIANO EN EL PERÚ
índice general
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EL DERECHO ITALIANO EN EL PERÚ
Para darle gusto voy a concentrar los recuerdos de lo que oí decir hace más
de cuarenta años cuando ingresaba como estudiante a los claustros de San
Carlos, y lo que vi de entonces acá, hasta que por efecto de acontecimien-
tos que no debo recordar, suspendí mis ejercicios de enseñanza y mi íntimo
contacto con una juventud ávida de estudio y de labor científica.
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Pero el primero que rompió de frente con esa escuela expialista acatada por
el respeto reverencial que todos tributaban al sabio maestro D. Bartolomé
Herrera, fue el doctor D. Ricardo Heredia quien inspirándose principalmente
en las doctrinas de los maestros italianos y no esencialmente en Pacheco
como ha querido suponerse, enseñó desde el año 1884 cuál era la natu-
raleza y el verdadero fin de la pena; señaló las cualidades de la misma;
combatió con calor digno de encomio, la pena capital; sobrepuso el derecho
de castigar al criterio que lo hacía descansar en la venganza privada o la ex-
piación por el daño, y procuró aportar al llamado problema de la proporción
penal, muchos elementos no considerados como factores de la ecuación
que plantea la comisión del delito y la necesidad de restablecer el orden
social que por él fuera perturbado.
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Vivimos aún bajo el imperio del código promulgado el año 1862, donde
se hace con criterio anacrónico, calificación de los delitos que ese Código
defectuosamente clasifica señalando penas que no corresponden con fre-
cuencia a los actos delictuosos, y aunque es cierto que últimamente se han
modificado las leyes del juzgamiento inspirándose en muchos procedimien-
tos de la jurisprudencia italiana, en cambio se ha hecho de ella importación
nada juiciosa dé preceptos dislocados: muy buenos para constituir con otros
un todo orgánico capaz de llenar los fines que se persigue en el juzgamiento
penal; pero muy malos como trasplante exótico y no destinados a la singular
existencia que quisieron darle sus autores.
Queda aún por hacerse la reforma sobre lo principal o sea sobre el Código
sustantivo donde la bibliografía jurídica italiana puede aportar con Alimena,
Pessina, Frola, Longo Setti y tantos más, elementos de mérito y valor incom-
parables.
Entre nosotros y después de haber promulgado el Código del año 1851, casi
siempre se le ha querido juzgar e interpretar con el criterio de los jurisconsul-
tos franceses y españoles.
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En las defensas judiciales sobre todo es muy raro escuchar citas a esos
maestros del derecho y puede afirmarse que el más ilustre de los civilistas
italianos, el profesor Borsari, solo vino por primera vez a resonar su nombre
en los Estrados judiciales, cuando el año de 1897 invocó sus opiniones el
eminente jurisconsulto doctor D. Eleodoro Romero en la defensa del célebre
proceso Anselmo-Ferrari.
El Código del año de 1912, deja algo traslucir la influencia de los autores y
las leyes italianas, aunque no con la eficacia deseable.
Alguien dijo que ese Código era adaptación de otro que fue producto adap-
tado, lo que no interesa por ahora averiguarlo. Lo positivo, lo cierto es que
en esta materia la jurisprudencia italiana se halla a la vanguardia.
Con todo, y hay que decirlo bien alto: lo bueno que ese Código tiene, se
debe sin duda alguna a la ciencia del Derecho Procesal en el país a que nos
estamos refiriendo.
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Por fin se tradujo y llegó al Perú la obra del profesor italiano Serafini, y aun-
que según opinión autorizada, los libros de ese profesor no reunían todos
los requisitos apetecibles, se le aceptó y se mantiene como texto de ense-
ñanza complementado en muchas de sus partes con los tratados de Pade-
letti, Luzzati, Coglio, Capuano y otros: todos autores italianos de solidez,
erudicción y claridad incomparables.
Por los años 1900 y 1901 parecía que la reforma de nuestro vetusto Dere-
cho Comercial iba a realizarse tomando como modelo el Código de Italia.
Las leyes sobre cheques de 1888, sobre cuentas corrientes de 1900 y otras
inspiradas en la legislación de Italia y adaptadas, en el Perú por la feliz
iniciativa del prominente sociólogo y financista señor D. José Payán, pa-
recían indicar que íbamos a marchar por ese camino. Sin embargo, poco
más tarde, cuando la necesidad impuso la reforma total de lo existente, una
comisión compuesta del mismo señor Payán y de los eminentes jurisconsul-
tos señores doctores D. Luis Felipe Villarán y D. Felipe de Osma propuso la
adopción del Código de Comercio promulgado en España el año 1885.
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Para las teorías los libros de Francia. Para la enseñanza y las aplicaciones
prácticas de las leyes mercantiles, los de España. Tal es el criterio con que
la generalidad aplica la producción intelectual en la materia, relegando casi
siempre las sabias enseñanzas de un país que como Italia se encuentra tan
adelantado en tolos los ramos del saber jurídico:
Que lo diga ese otro derecho del porvenir, el derecho industrial de que solo
tenemos disposiciones dispersas, engendradas muchas de ellas por la cos-
tumbre y sin constituir aún los organismos codificados en cuya preparación
podrían entrar como elemento primordial, la jurisprudencia de Italia.
El curso de Derecho Natural dejó de enseñarse por el Sr. Dr. D. Luis Felipe
Villarán y fue sustituido por el de Filosofía del Derecho confiado al talento
erudito y al sólido criterio del señor Dr. D. Manuel Vicente Villarán, decano
ilustre de nuestra Facultad de Jurisprudencia.
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Allí la escuela italiana no tardó en hacerse sentir, desde que hace cerca
de 20 años hizo traer al Perú, y generosamente repartió entre sus amigos
las obras de Giovanni Bovio el ilustrado y patriota italiano señor D. Egidio
Sassone tan querido en este suelo que él ama con el mismo afecto que a su
propia patria.
De mucho sirvieron esos libros del sabio pensador italiano, no solo para
alentar los estudios de la filosofía y la historia del derecho, sino también para
evolucionar en la enseñanza del derecho penal, sin esas exageraciones de
doctrina que Bovio fue el primero en señalar y combatir.
Traducidas desde hace muchos años las obras de Pasquale Fiore, muchas
de sus teorías fueron acogidas por el eminente internacionalista y publicista
Sr. Dr. D. Antenor Arias, cuando escribió para nuestra Facultad de Ciencias
Políticas y Administrativas, esas brillantes lecciones de Derecho Marítimo
que desde el año 1876 sirve de texto allí con las variantes impuestas por el
trascurso de largos años durante los cuales no se ha producido entre noso-
tros, otro libro capaz de sustituirlo.
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uno de los más adelantados, tanto como derecho público externo o interna-
cional como en su manifestación de derecho público interno o constitucional.
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El movimiento legislativo y jurídico del mundo se hace cada día más intenso.
En esta labor los jurisconsultos italianos están en primer término, y dígase
lo que se quiera, en ellos hay que aprender lo suficiente para que podamos
operar en todas las manifestaciones del derecho patrio, la transformación
progresista que tanto ambicionamos los que aquí, en este desdichado Perú
deseamos de todo corazón que el derecho sea un enunciado práctico, que
la justicia internacional impere, que la libertad civil no sufra intercadencias,
que el orden se mantenga dentro de las normas jurídicas que tracen las le-
yes tutelares de todos en general, que cada uno tenga lo que es suyo, que
el orden social se consolide con justiciera eficacia y que podamos exhibirnos
ante el mundo como una nación próspera y respetable por nuestro respeto
a la ley y la justicia.
J. Guillermo Romero
Julio de 1921
(De la Revista Italo Peruana, del 28 de julio de 1921)
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