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Medellín sufre un problema crónico de

contaminación

La quema de combustibles fósiles está causando la muerte de miles


de personas cada año. Aunque no hay cifras oficiales, un estudio
muestra que la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón es 3,4
veces la de Bogotá y 2,7 veces la de Colombia.

En Medellín muere una persona cada tres horas por causas relacionadas con la
contaminación del aire”, afirma el profesor Elkin Martínez, investigador de la
Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia. Esta
inquietante cifra proviene de un estudio en el que se contabilizaron los certificados
de defunción asociados a enfermedades respiratorias crónicas, cáncer de pulmón
y accidentes cerebrovasculares registrados en el Dane entre 1980 y 2012.

Ese ejercicio arrojó que de las cerca de 15.000 muertes registradas en el último
año del informe, al menos 3.000 fueron reportadas como consecuencia de esos
factores. “Eso es diez veces más que los fallecimientos que causan los accidentes
de tránsito, por ejemplo. Pero a diferencia de estas, que suelen ser más
dramáticas, las otras ocurren ‘silenciosamente’ sin que nadie pueda conectarlas
con las verdaderas causas”, explica el profesor Martínez. Para él, sin embargo, las
razones son evidentes.

En marzo pasado, Medellín fue noticia porque la mala calidad del aire en la ciudad
se convirtió en una contingencia ambiental. Las autoridades restringieron la
circulación de vehículos inicialmente por una semana, pero la medida se levantó a
los tres días porque las mediciones de las estaciones de monitoreo arrojaron
resultados dentro de los límites de lo permisible. Voces críticas también dijeron
que la presión de los comerciantes aceleró la decisión.

Le recomendamos: Calidad del aire en Colombia, cuando respirar mata

En cualquier caso, el episodio demostró que la segunda ciudad de Colombia tiene


problemas serios con su aire. La urbanización acelerada y, sobre todo, el
crecimiento inusitado del parque automotor en un estrecho valle de menos de
siete kilómetros, han causado una congestión crónica que, según el profesor
Ramírez, se ha traducido en la muerte de miles de personas con nombre propio y
cédula de ciudadanía.

Para Ramírez, en Medellín ha ocurrido una epidemia de fallecimientos que se


relaciona directamente con la contaminación del aire. Según el estudio, mientras
que en 1980 murieron 200 personas por enfermedades obstructivas crónicas, en
2012 esa cifra ascendió a 1.000. Lo mismo ocurre con el cáncer de pulmón, cuya
tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes pasó de 11,8 a 21,4 en ese
periodo. En Medellín la tasa de mortalidad por esta causa es 3,4 veces la de
Bogotá y 2,7 veces la de Colombia.

“Las enfermedades respiratorias crónicas suelen asociarse también a la


exposición permanente al humo del cigarrillo o de la leña, pero las cifras muestran
que el tabaquismo y la cocina con carbón han descendido notablemente en los
últimos años. Mientras tanto, el número de vehículos se cuadruplicó en la última
década y según las autoridades el 80 por ciento de las sustancias que contaminan
el aire que respiramos provienen de las fuentes móviles”, precisa Ramírez.

En efecto, cifras del Área Metropolitana del Valle de Aburra, la entidad que se
encarga de los temas ambientales en esa zona, indican que entre 1985 y 2015 la
tasa de motorización por cada 1.000 habitantes pasó de 50 a 350. Asi mismo,
entre 2005 y 2015 el número de automotores creció de 478.000 a 1.347.000, lo
que significa que en la capital de Antioquia hay un vehículo por cada tres
habitantes.

Este auge ha tenido un gran costo ambiental, pues la quema de combustibles


fósiles para el transporte es la responsable del 79 por ciento de las emisiones de
material particulado al ambiente y del 27 por ciento de los gases de efecto
invernadero que se liberan a la atmósfera cada año. En otras palabras, el modelo
de movilidad basado en la combustión de gasolina y ACPM no solo está
contribuyendo al calentamiento global, sino que está poniendo en riesgo la vida de
todos los habitantes de la ciudad.

Apenas una aproximación

A pesar de la contundencia con la que el profesor expone sus conclusiones, las


autoridades ambientales dudan que las afectaciones de la calidad del aire a la
salud pública tengan esa magnitud. Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana
del Valle de Aburrá, afirma que “es una especulación que mueran ocho personas
diariamente por cuenta de este tema. Los estudios que hay al respecto son de
principios ecológicos, no epidemiológicos y por tanto no son concluyentes”.

La investigadora de la Universidad de Antioquia, Luz Yaneth Orozco, concuerda


con esa apreciación. Para ella, el subregistro y la carencia de información
detallada sobre aspectos claves como los tiempos de exposición y las rutinas de
vida hacen que estos estudios sean meras aproximaciones a la dimensión del
problema. “Es un hecho que hay una tendencia en el aumento de la incidencia del
cáncer de pulmón y de las enfermedades cardiovasculares, así como de los
contaminantes en el aire. Pero en retrospectiva no se puede saber la relación
entre ambos fenómenos porque no se le hizo seguimiento desde los propios
consultorios médicos”.
A pesar de la contundencia con la que el profesor expone sus conclusiones, las
autoridades ambientales dudan que las afectaciones de la calidad del aire a la
salud pública tengan esa magnitud. Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana
del Valle de Aburrá, afirma que “es una especulación que mueran ocho personas
diariamente por cuenta de este tema. Los estudios que hay al respecto son de
principios ecológicos, no epidemiológicos y por tanto no son concluyentes”.

La investigadora de la Universidad de Antioquia, Luz Yaneth Orozco, concuerda


con esa apreciación. Para ella, el subregistro y la carencia de información
detallada sobre aspectos claves como los tiempos de exposición y las rutinas de
vida hacen que estos estudios sean meras aproximaciones a la dimensión del
problema. “Es un hecho que hay una tendencia en el aumento de la incidencia del
cáncer de pulmón y de las enfermedades cardiovasculares, así como de los
contaminantes en el aire. Pero en retrospectiva no se puede saber la relación
entre ambos fenómenos porque no se le hizo seguimiento desde los propios
consultorios médicos”.

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Para llenar este vacío de información, dice Orozco, se necesitan investigaciones


prospectivas que empiecen por trazar una línea base de las relaciones entre
calidad del aire y salud pública. Ella, por ejemplo, estudió durante un año y en seis
lugares diferentes de la ciudad el efecto de la contaminación ambiental sobre
células in vitro. La conclusión es igual de inquietante que la del profesor Ramírez.

“La exposición a este tipo de agentes provocó mutaciones en el ADN de las


células, lo que significa que son potenciales generadores de múltiples
enfermedades, entre ellas el cáncer. El hallazgo más importante es que cuestiona
los niveles permisibles de los contaminantes porque causa efectos aunque la
concentración de material particulado esté por debajo de la norma. Eso quiere
decir que el límite trazado por las autoridades ambientales no es la única variable
para determinar el riesgo sobre una persona. Pero ahí todavía queda mucho por
investigar”, explica.

Aun con sus limitaciones, los estudios de Elkin Martínez son por ahora la
perspectiva más cercana a la realidad de los efectos de la contaminación del aire
sobre la salud pública en Medellín. Mientras que los datos del profesor indican que
una de cada cinco muertes está relacionada con este factor, el Área Metropolitana
estima que la proporción es de una a diez. Sin embargo, esta última cifra es un
cálculo de la Organización Mundial de la Salud para ciudades del mismo tamaño
que la capital antioqueña, pero que no tiene en cuenta las particularidades
sociales y ambientales de la ciudad.

En diciembre del año pasado, no obstante, esta misma entidad firmó un convenio
de un año de duración con la Facultad Nacional de Salud Pública de la
Universidad de Antioquia para determinar el comportamiento de la contaminación
atmosférica y su relación con la morbilidad y la mortalidad de los habitantes de
Medellín y los nueve municipios que conforman el Valle de Aburrá. Solo hasta ese
momento se sabrá con claridad qué tan peligroso es el aire que respiran todos los
días los habitantes de esta región antioqueña.

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