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PENSAMIENTO POLÍTICO EN EL ÁRBOL IMPERIAL Y EN EL ÁRBOL

APOSTOLICAL DE RAMON LLULL

Traducción al castellano de la obra de Ramon Llull ÁRBOL DE LA CIENCIA a partir de


la obra ARBRE DE SCIENCIA (Moss.Salvador Galmés, 1917) r

Realizada por

Juan Mansilla Sepúlveda1

Capítulo I

ÁRBOL DE LA CIENCIA

Escrita en la ciudad de Roma el año 1295.

Traducción desde el catalán realizada por Moss. Salvador Galmés. Tomo I. Palma de
Mallorca. Comisión Editorial Luliana, 1917

[Octava parte de El Árbol de la ciencia]

Del Árbol apostolical

El Árbol apostolical se divide en siete partes, que son [1] raíces, [2] tronco, [3]
brancas, [4] ramas, [5] hojas, [6] flores y [7] fruto y es árbol general por las causas y
órdenes espirituales que recogen las inscripciones de la vicaría de San Pedro cuyo soporte
es la piedra blanca, pura y limpia, escrita desde la santidad, en la cual están inscritas las
letras del sello de Jesucristo: estas letras son sus obras y su buen ejemplo, que da a las
gentes en amar y honrar a Dios y a su prójimo. Y por cuanto aquellas letras están inscritas

1
Doctor en Filosofía y letras. Universidad Pontifica de Salamanca y Doctor en Culturas del Mediterráneo
Medieval por la Universidad Autónoma de Barcelona.

1
en piedra, son más fuertes que si estuviesen esculpidas en cera; y por razón que la piedra es
blanca, son mejor parecidas que si estuviesen esculpidas en la arena, pues resulta que las
letras son bellas y limpias, porque la piedra es blanca.

De las raíces del árbol apostolical

[1] Las raíces del árbol apostolical son las virtudes cardinales y teologales, según
hemos tratado en el Árbol moral2; por ello el apóstol debe ser justo por la justicia sabio por
la prudencia, fuerte por la fortaleza, atemperado por la templanza, cultivador de los
cristianos por la fe y les debe dar esperanza de la otra vida por la esperanza y debe amar a
su pueblo por la caridad. Y si el apóstol hace lo contrario, lo hace contra las raíces de sus
principios.

[2] La justicia del papa debe ser buena por la bondad, grande por la grandeza,
durable por la duración, poderosa por el poder, iluminada por la sabiduría, amada por la
amabilidad, virtuosa por la virtud y verdadera por la verdad; y debe ser el reposo en el que
descansen las justicias particulares de su pueblo. Lo mismo se deduce de la prudencia y de
las otras virtudes y raíces del árbol.

[3] Conviene que la justicia del papa sea diferente por la diferencia, de manera que
debe ser justo según las virtudes morales de una manera y justo según las virtudes
teologales de otra.

[4] En la justicia del papa debe existir concordancia entre una virtud y otra en
coherencia con el fin por el que existen.

[5] La justicia del papa debe existir contra la injuria por la contrariedad que hay
entre las virtudes y los vicios.

2
Se trata de la sexta parte de El árbol de la ciencia, en la que, efectivamente, se analizan las virtudes
cardinales (por este orden: justicia, prudencia, fortaleza y templanza) y las teologales (fe, esperanza y
caridad).
2
[6] Y la justicia del papa debe ser principio de la justicia de su pueblo por principio
de agencia3 y formal.

[7] Y la justicia del papa debe ser medio4 entre Dios y su pueblo, como (en tanto)
medio general, el cual (cuyo) pueblo Dios entregó al papa, así como las ovejas se encargan
a su pastor.

[8] Y la justicia del papa debe llevar al fin por el cumplimiento, porque es justo que
el papa haga aquello, por lo cual ha sido establecido prelado universal y general de todos
los otros prelados.

[9] Y la justicia del papa debe ser mayor que la mayoridad (mayoría) de oficio que
ninguna otra justicia, que sea de su pueblo, porque es justo que sea así, porque es prelado y
vicario general;

[10] Y la justicia del papa debe tener amor a Dios por la igualdad, porque es justa
cosa devolver a cada uno lo que es suyo.

[11] Y la justicia del papa se debe inclinar a las minoridades (minorías) de su pueblo
por la minoridades de aquellos, y por la mayoridad del papa (de sí mismo), por cuanto es
justo que el señor que es mayor se humille e incline a las ovejas menores, para que las
guarde del poder de los lobos carniceros.

[12] Conviene que el papa tenga aquella fe que tuvo san Pedro, pues es su vicario. Y
conviene que tenga aquella fe debajo del hábito de la bondad, de tal manera que papa sea
bueno, ya que la fe es buena.

[13] Conviene que el papa tenga gran fe, porque fue grande la fe de san Pedro, y
conviene que el papa tenga tan gran fe, para que así responda a la fe de su pueblo.

[14] Y conviene que la fe del papa sea duradera, pues que es general, ya que en la
privación de la causa general son privadas las duraciones particulares.

[15] Y conviene que la fe del papa sea fuerte, para que la fortaleza de aquella
fortifique la fe de cualquier hombre; y por ello la ordenanza de Dios fue que el Imperio
Romano fuese dado al papa parta que con brazo seglar fuese el papa fuerte para contrastar a
los enemigos de la fe.

3
Agent: Que obra; principi d'acció. Agent és aquell qui obra de alguna cosa, LIull Am. 390. Passen les
species en l'enteniment agent, Egidi Romà, ll. 1, pt. 1.a, cap. 2. Als jouens sols mou la vil cobeiança, per ser
en lo medi del seu viu agent, Proc. Olives 1794.Diccionari catalá-valenciá-balear. Intitvt d’ Estvdis Catalans.
http://dcvb.iecat.net/
4
Aparece claramente la idea de vicariato respecto de la función que debe cumplir el papa.
3
[16] Después de todo, la fe del papa debe ser clara a la gente por sabiduría y el buen
ejemplo, porque aquella claridad ilumina a cualquier hombre su fe, como el sol que ilumina
muchas estrellas, iluminado con su gran luz muchas luces pequeñas.

[17] Y la fe del papa debe ser caritativa y amable, para que mueva en sus súbditos la
caridad y el calor del amor por el gran fervor.

[18] Y la fe del papa debe ser virtuosa para que sea contra los vicios.

[19] Y la fe del papa debe ser verdadera, para que sea contra la falsedad y el error, y
por eso dijo Jesús Cristo a san Pedro, que si lo amaba debía apacentar a sus ovejas; y lo dijo
tres veces, para significar que las ovejas son de Dios Padre, y de Dios Espíritu Santo, y de
Dios Hijo y hombre, que son un todo Dios, un Cristo que eligió un pastor para sus ovejas,
para que les de comer la verdad de la fe, para que con aquella verdad vivan; y en la
persona de san Pedro están encargadas las ovejas a la fe de cualquier papa; y por eso hace
mal aquel papa que no aumenta la fe en muchas ovejas, y para que sea muy general y que
vivan en ella muchas ovejas, porque es mucho mayor la gracia de la vida espiritual, que la
de la corpórea.

[20] También la fe del papa, debe ser reposo de la fe de cualquier hombre, así como
lo bueno particular que reposa en lo general.

[21] Asimismo, en la fe del papa no debe existir diferencia entre su fe y la de su


pueblo, por cuanto debe ser una fe en él y en sus ovejas.

[22] También, el papa con su fe debe concordar la fe de cualquier hombre.

[23] Y con su fe, debe el papa ser contra aquellos que con contrarios a las causas de
la fe, por razón de cuya contrariedad se debe esforzar en destruir los errores que han sido
sembrados entre los sarracenos, tártaros y judíos que son contra la fe cristiana. Además,
debe destruir los cismas sembrados en los cristianos desviados de la fe cristiana.

[24] También, la fe cristiana debe ser principio y luz con el buen ejemplo
caminando delante de las ovejas, para que vean el sitio donde están los lugares, donde están
los pastos y beber las aguas de la vida eterna.

[25] Y la fe del papa debe estar mediada, en la cual reciba de Dios la luz y que la
done a su pueblo, como la luna que recibe del sol la virtud y las dona a las plantas y
sustancias sensibles.

[26] Y también la fe del papa debe llevar al fin, porque él es papa, porque se sabe
que el fin es para que ilumine con su fe los caminos, y muestre aquellos por los que van los
santos a la vida santa, contemplativa y penitente.

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[27] Asimismo, la fe del papa debe ser mayor, como es mayor el pastor que sus
ovejas.

[28] Y también, la fe del papa debe ser igual a la fe de sus ovejas en creer aquellas
cosas, que son las verdades de Dios; y asimismo, por cuanto el papa es pastor, y está en una
fe mezclada con sus ovejas, se debe inclinar a sus minoridades, para que las haga subir a lo
alto para recibir el beneficio de su mayoridad, así como el fuego que se inclina ante el aire,
que no es de tan gran virtud como él, y le hace subir a un grado más superior, en cuanto le
mayorifica en virtud; y lo mismo hace el sol con el fuego, porque le hace ascender en
cuanto multiplica su calor.

[29] De esta manera hemos aplicado los primeros principios de la justicia y fe que
son las raíces del Árbol apostolical, así se pueden aplicar a las otras raíces del árbol, de las
cuales es el tronco, y de esta manera pasan los primeros principios a las raíces, pasan al
tronco, según conviene a su disposición, pasan a los brazos; y a las otras partes del árbo

Del tronco del Árbol apostolical

[1] El tronco apostolical es la persona general, que se denomina apostólico, y en


este tronco, pone el tronco elemental las partes que pertenecen al cuerpo, y el Árbol vegetal,
sensual, imaginal a su modo; y el Árbol racional pone en aquella persona general las
partes, que pertenecen al alma, y el oficio apostólico pone la generalidad de la persona con
la primera parte del Árbol moral. Por ello el tronco apostolical es mayor y más pleno de la
grandeza de la bondad, y de las otras virtudes, que otro tronco alguno; porque en él están
los otros troncos ordenados y dispuestos al fin, porque son creados.

[2] Empero, si el papa es malo, ningún tronco es tan dañino como su tronco, ni en la
cual tanta fe convierta lo bueno en lo malo, ni que seas digno de mayor pena, de la misma
manera que si es bueno, e es el tronco digno que tenga mayor gloria.

[3] El sol es mayor que la luna; y por eso la luna recibe del sol el beneficio, y no
sería conveniente que el sol recibiese de la luna beneficio, por cuanto es mayor y superior
que la luna. Pero, hay una opinión natural que la luz del sol es punto, el cual es centro de
muchas líneas, que son de la luz de las estrellas fijas en el firmamento, las cuales agregan y
juntan sus virtudes en el sol, para que de él se haga en lo interior la influencia de las
estrellas, que están en lo superior en muchas partes, según la necesidad que tienen estos
cuerpos inferiores de las influencias superiores.

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[4] En semejante manera el tronco apostolical es supremo en virtud por la influencia
superior de Jesús Cristo y de los santos, y es congregación en la cual se divide y transfiere
la influencia de su oficio y de su virtud a los troncos inferiores (particulares), que necesitan
ser iluminados y adoctrinados (enseñados) por él y dispuestos a recibir la influencia de lo
superior.

[5] Es, pues, el tronco apostolical semejante al sol en resplandor y oficio, y por eso
los troncos, que son inferiores y sus particulares y encargados a él, le deben reverenciar y
honrar, así como las partes a su todo: es, pues, bella y noble semejante situación de
esplendor que está en medio de las influencias superiores y de las influencias inferiores; y
si sucede que alguna niebla oscura, que sea de la segunda parte del Árbol moral, está en el
tronco apostolical general, es la figura de aquella niebla muy intensa en la sombra contra la
luz, y en lo malo contra la bondad y en el vicio contra la virtud; y por eso está en lugar alto,
es vista por muchos hombres, y porque es sombra grande impide la gran claridad la cual no
puede bajar descender desde el tronco superior a los troncos inferiores; y tanto multiplica el
mal aquella sombra, aumentando la privación del bien.

[6] Y en aquel pasaje se conoce que así como el tronco apostolical es por causa
virtud y por esplendor causa gran bien, y así puede ser causa por el vicio y las tinieblas el
gran mal; y por eso es gran maravilla como los hombres amen tanto ser colocados en el
oficio apostolical, siendo tan peligroso.

[7] El tronco está en medio de las raíces y de los brazos, por cuanto él es por las
raíces, y los brazos son por el tronco; cuando desfallecen las raíces, desfallece el tronco; y
cuando desfallece el tronco, desfallecen los brazos, han desfallecido los ramos, flores y
frutos.

[8] Es pues, muy necesario que el tronco tenga buenas raíces, porque si las tiene
malas, las tiene contra sí mismo, produce y hace malos brazos, y en ellos se secan los
ramos, hojas, flores y frutos. Y de ello tenemos experiencia en las plantas y en el desorden
del mundo y en movimientos breves de san bienaventurado Pedro, debajo de cuyas alas
debieran reposar todos los hombres del mundo, para que con ella volasen a la santa vida
eterna.

[9] La extensión de las alas y la multiplicación está en la disposición del tronco, y la


disposición del tronco está en la disposición del crecimiento y multiplicación de las raíces;
y esta disposición de crecimiento y de multiplicación consiste en la libertad del tronco, que
es el poder general, para así mover a las raíces con la grandeza de la bondad y de las otras
raíces, así como la substancia que atrae a sí sus otras partes naturales, por eso es grande en
la bondad, duración y poder.

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3

De los brazos del Árbol apostolical

[1] Los brazos del Árbol apostolical son los cardenales, patriarcas, arzobispos,
obispos, abades, priores, ministros y otras personas comunes; y aquellos brazos son sus
oficiales para que puedan regir según la naturaleza de su fin, por lo cual el tronco es
persona general y según las raíces que pertenecen al tronco, así como muchas partes, que
pertenecen a su todo.

[2] De buen tronco, buenos brazos, y cuanto mayores y mejores son los brazos, es
mejor y mayor el tronco, y al contrario, porque en la bondad y grandeza del tronco está y
consiste la bondad y grandeza de los brazos. Conviene pues, que sea grande la
concordancia entre el tronco y los brazos, entre un brazo y otro, para que entre el tronco y
la brazos esté la grandeza de la bondad y de las otras raíces del tronco, las cuales son
generales a las raíces de los brazos particulares; y cuando sucede que hay contrariedad entre
el tronco y los brazos se convierte la grandeza de la bondad en grandeza de la malicia que
hiere el tronco y los brazos, por cuyas heridas se enferman los ramos y las hojas, y las
flores y frutos del árbol. Es pues, gran privación del bien la contrariedad, si es que está en
el Árbol apostolical.

[3] Es así como el tronco es un punto agregado de muchos términos, que son los
términos de sus raíces, así es un punto y un centro, al cual se llevan y refieren muchos
brazos; y por esto el tronco es un punto doble, porque es un punto por la naturaleza inferior,
y es otro por la naturaleza superior, y si estas dos naturalezas están en cantidad discreta y
no continua, entonces enferman; por lo cual la salud de las dos naturalezas está y consiste
en la cantidad continua, para que una naturaleza esté en la otra y el tronco esté pleno en
todas sus partes en ambas naturalezas, y semejantemente los brazos, y que exista influencia
y re-influencia de las cantidades discretas en una cantidad continua.

[4] Y por tal influencia y re-influencia crece el tronco por las raíces, y crecen los
brazos por el tronco. Y el tronco da a los brazos su semejanza, que es la que recibe de lo
inferior, y los brazos dan al tronco sus semejanzas, de la cual provienen de él, y por eso
cuando se produce la concordancia de las cantidades discretas en la cantidad continua, tales
cosas de la grandeza de la bondad son posibles en los brazos, que son imposibles cuando
las cantidades discretas no están conjuntas en la cantidad continua.

[5] Según lo que se ha dicho en el tronco del Árbol elemental, el tronco pasa a tercer
número, en cuanto un número se hace de muchos números. Así, semejantemente, el tronco
del Árbol apostolical pasa a tercer número, por cuanto es general a muchos números
particulares.

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[6] De similar manera los brazos del tronco apostolical deben pasar al número del
brazo, por la naturaleza del tronco, como el tronco elemental pasa por la naturaleza de sus
raíces a tercer número, y así como el tronco elemental retiene la naturaleza de sus raíces,
aunque pase a tercer número, en cuanto no es sus raíces, de la misma manera los brazos del
tronco apostolical deben conservar y retener la naturaleza del tronco del cual son, aunque
ningún brazo sea el tronco; y de la manera que ninguna raíz del árbol elemental tiene
apetito de ser tronco, siendo así que naturalmente cada raíz tiene apetito en conservar su
número, y además la parte no tiene apetito según el curso natural a ser todo, y ninguno de
ellos debe tener apetito a ser tronco, ni el tronco debe tener apetito a que el brazo no sea
brazo, con lo que conserva la naturaleza del tronco.

[7] Y en este pasaje se tiene gran conocimiento por el cual se manifiesta y ve el


estado del tronco y los brazos.

De los ramos del Árbol apostolical

[1] Los ramos del Árbol apostolical son diez entre los otros. Llamamos ramos a los
siete que están puestos en el Árbol imperial, los cuales pertenecen también al oficio
apostólico.

[2] Los diez ramos son los diez mandamientos, los cuales son: Amar un Dios,
guardar el sábado, no tomar ni jurar el nombre de Dios en vano, honrar el padre y la madre,
no levantar falso testimonio, no hurtar, no matar, no fornicar , no desear la mujer de otro, ni
desear las cosas de su prójimo.

[3] Empero, muchos otros mandamientos se entienden debajo de estos diez. Y estos
diez mandamientos se pueden aplicar a los dos mandamientos, los cuales son: Ama a Dios
tu señor con todo tu corazón, toda tu mente y con todas las fuerzas de tu alma, y ama a tu
prójimo como a ti mismo.

[4] Y de estos dos mandamientos intentaremos tratar.

De la división de los mandamientos del Árbol apostolical

[5] El primer mandamiento se divide en cuatro partes. La una es en cuanto dice:


Ama a Dios con todo tu corazón., este mandamiento es hecho para la voluntad, porque el
corazón es el lugar en que la voluntad elige el objeto, que dese o aborrece.

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[6] Y en cuanto dice: con toda tu mente, es mandamiento hecho para el
entendimiento y la memoria, los cuales anteceden a la voluntad cuando se hace la mente
para que elija para sí su objeto; y este segundo mandamiento es doble: uno es hecho para la
memoria y otro para el entendimiento, y así son tres mandamientos.

[7] Y en cuanto dice: con todas las fuerzas de tu alma, se multiplican los
mandamientos en la multiplicación de las almas que son las potencias, que es un saber del
alma vegetativa y sensitiva, además, podemos entender la potencia imaginativa y la
potencia elementativa.

[8] En cuanto el alma tiene poder en las causas elementales, donde los
mandamientos son siete. De la parte del alma racional son tres y de la parte vegetativa es
uno, de la parte de la sensitiva es otro, de la parte elementativa es otro, y de la parte
imaginativa el restante; así estos cuatro mandamientos que están contenidos en la primera
parte, se multiplican en siete partes.

[9] El segundo mandamiento es en cuanto dice: Ama a tu prójimo como a ti mismo


se multiplica en las siete partes, siendo así que el hombre es amable en cuanto su voluntad,
su entendimiento, memoria, potencia imaginativa, sensitiva y vegetativa, y también, en
cuanto a la elementativa que es una parte del hombre, es amable por él, así como la parte es
amable por su todo.

[10] Y por eso queremos guiar el progreso de estos ramos multiplicando los dos
mandamientos en siete, de manera que la primera parte es el mandamiento de la voluntad,
la segunda del entendimiento, la tercera de la memoria, la cuarta es el mandamiento de la
imaginativa, la quinta de la sensitiva, la sexta de la vegetativa y la séptima parte es el
mandamiento de la potencia elementativa.

[11] Por lo cual, todos estos mandamientos son hechos al señor papa y todos sus
súbditos, y tanto más a él que a otro alguno, en tanto puede servir más a Dios que ningún
otro; así de los cardenales y de otros grados superiores que están constituidos en ellos,
como el fuego que según su curso natural quiere que la pimienta que tiene cuatro grados de
calor use más el calor que la canela que está entre grados de calor, y el cinamomo que el
hinojo que tiene sólo dos grados de calor, el hinojo más que el anís, que tiene el primer
grado de calor.

[12] Y en este pasaje se conoce que las personas públicas o comunes cuando están
en más alto grado, tanto más están obligadas a guardar los mandamientos de Dios, y son
más desobedientes si no le obedecen, que las personas que son comunes.

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1. Del primer mandamiento del Árbol apostolical, que es la voluntad.

[13] Se hace fe el mandamiento al santo padre apostólico que ame a Dios con todo
su corazón; y porque Dios es gran señor, hace gran mandamiento y le hace gran persona,
por cuanto el apostólico es grande, en tanto es persona común; el mandamiento está hecho a
su voluntad debajo de la cual asisten muchas voluntades para obedecer su voluntad
superior, y porque la voluntad es grande, que es superior y dice Dios que de toda ella ame,
en esto hace el mandamiento toda la grandeza de la voluntad y a toda la grandeza que tiene
la voluntad en amar; y semejantemente a toda su bondad, duración, virtud, verdad,
concordancia, principio, medio, fin, mayoridad e igualdad.

[14] Y por eso se hace el mandamiento de muchas cosas y grandes y para que se
ame lo grande, es amar la bondad de Dios y su grandeza, y así las demás formas que los
esenciales. Y es gran cosa que la voluntad del apóstol, que es tan suprema porque es
general y es señora sobre tantas y tan diversas voluntades ame a Dios de toda ella misma, es
decir, toda su bondad, grandeza, duración y las demás. Debe, pues, amar todo lo bueno, y
debe amar lo bueno tan grande como puede durar su amar.

[15] Y en este pasaje se conoce que la voluntad del apostólico está obligada a amar
cuanto pueda la honra de Dios y la utilidad de su pueblo.

2. Del segundo mandamiento del Árbol apostolical, que se hace al


entendimiento.

[16] Dios manda al entendimiento apostólico, que le entienda y que haga que sea
entendido de toda su bondad, grandeza, poder, duración, virtud y verdad, y así todas las
otras formas y aquel mandamiento significan la conversión de las gentes sacadas del error y
seducidas a entender la verdad de Dios y de sus obras, para que puedan descansar en la
gloria de Dios.

[17] Es, pues, mandamiento grande, porque es de gran señor, y se hace gran señor
que tiene entendimiento general a muchos entendimientos y está hecho de grandes cosas
que son buenas y durable y que pueden ser grandes, porque Dios no hace mandamiento
alguno de cosas imposibles.

[18] Por eso el apostólico puede obedecer el mandamiento que se le hace y está
obligado a obedecerlo el señor supremo tanto, cuanto el mandamiento es grande y tanto,
cuanto las cosas son posibles que se entiendan para la honra de Dios y la utilidad de su
pueblo. Y este mandamiento lo hace Dios, en cuanto lo dice, que ame a Dios de toda su
mente.

3. Del tercer mandamiento del Árbol apostolical, que se hace a la memoria.

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[19] La memoria del apostólico es creada para recordar a Dios; y es también creada
para que Dios sea recordado; y se hace mandamiento de que todo el poder que tiene en la
grandeza de su bondad, duración, virtud, verdad, entre otras formas. Y aquello significa que
sea recordado por su pueblo, y que este cometido sea para rememorar a Dios y sus obras; y
este mandamiento lo hace Dios, en cuanto le dice que los ame con toda su mente.

[20] Es, pues, mandamiento grande, y se hace de cosas grandes y gran señor, debajo
del cual están obligados tantos y tan diversos hombres a seguir su voluntad y lo que su
entendimiento entiende y que puede justamente recordar su memoria, según lo que se le ha
mandado. Porque como el mandamiento es grande, debe ser grande la obediencia; y si la
obediencia no es grande la desobediencia es grande, y de esta manera la grandeza se
convierte de obediencia en desobediencia. De donde se sigue mal grande, poderoso,
durable, falso y vicioso, de este se siguen muchos males.

[21] Y en este paso se conoce que Dios hace gran mandamiento, y es un gran señor
de cosas grandes, que Dios, por las que él quiere ser recordado con la grandeza de la
bondad, duración, poder, virtud y verdad, cuya grandeza es amable e inteligible y posible
por el poder y buena por la bondad y virtuosa por la virtud y verdadera por la verdad y
durable por la duración. Es por esto, que debe conocerse también que Dios no quiere ser
recordado con la pequeñez del recordar, pues que puede ser el recordar con la grandeza de
la bondad, duración y las demás.

4. Del cuarto mandamiento del Árbol apostolical, que se hace a la imaginación.

[22] En cuanto Dios manda que él sea amado con todas las fuerzas que el hombre
tiene, y el hombre tiene fuerza en imaginar lo bueno que puede hacer, es hecho el
mandamiento a el hombre, de que ame a Dios con la imaginación.

[23] Y este mandamiento significa que Dios hace el mandamiento al apostólico para
que haga amar a su gente de las artes mecánicas que obran con la imaginación, así con los
maestros de las ciencias y de las artes liberales que operan con la mente del entendimiento,
de la cual se ha dicho arriba. Es pues hecho el mandamiento al apostólico para que haga
que sus hombres amen a Dios, es a saber los hombres que son de las artes mecánicas.

[24] Es, pues, grande este mandamiento, porque es del gran señor y es hecho al
señor, que tiene gran poder para hacer que Dios sea amado en muchas cosas y grandes; es
por ello que es admirable que un papa pueda vivir mucho, ni dormir, ni puede estar ocioso
en alguna cosa, estando obligado obedecer a Dios en tantas y tan diversas cosas.

5. Del quinto mandamiento del Árbol apostolical, que se hace al poder sensual.

[25] Sentir es fuerza humana, el cual consiste en seis modos, según lo que se ha
dicho en los brazos del Árbol sensual. Porque en cuanto Dios mandó al hombre que le
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amase con todas sus fuerzas, le hizo mandamiento de que le amara con todos los sentidos,
que son los instrumentos del poder del hombre con los cuales puede amar, honrar y servir a
Dios. Porque, como el herrero puede amar los dineros que tiene por el cuchillo con las
tenazas y el martillo, con las cuales hace el cuchillo, así el hombre puede amar a Dios con
el ver, oír, oler, gustar, tocar y hablar, tratando con todas estas cosas el honor de Dios.

[26] Y por cuanto el apostólico es hombre y grande en el poder ver, y así de los
otros sentidos, por cuanto debajo de su vista hay muchas vistas, de la misma manera que
debajo de su voluntad muchas voluntades, y debajo de su palabra muchas palabras, por eso
en él es mandamiento grande.

[27] En este pasaje se conoce que Dios quiere que se le sirva con todos los sentidos
del hombre en cuanto manda que el hombre le ame con todas sus fuerzas que tiene en
sentir, y en toda la grandeza de su sentido y bondad de aquel, y así de su duración, poder y
virtud y de las demás formas sensitivas y sensibles de las cuales nace y procede el sentir. Y
no es maravilla que Dios quiera ser amado con todas estas cosas, siendo así que Dios las
creó para que le amasen, honrasen y sirviesen. Y aquel que no le sirve con todas ellas pues
no tiene poder, pone sus fuerzas en ociosidad y las evacua del fin, como el hombre rico y
avaro que pone los dineros en las arcas, donde no procede fruto alguno, cuyos dineros son
verdaderamente de los pobres que tienen hambre y sed y frío por razón de que no pueden
tener aquellos dineros. Por eso ilustró Dios que él tenía hambre, sed y frío de las cosas que
los hombres negligentes ponen en ociosidad, cuando dice: Me habéis visto sufrir y no me
disteis hartura (manjar/que comer). Este pasaje sea excitación para mover la conciencia a
que tenga gran contrición, satisfacción y temor; y aquellos, que ponen todos sus sentidos en
la ociosidad, en cuanto no sirven a Dios con todas sus fuerzas, no son obedientes a sus
mandamientos.

6. Del sexto mandamiento del Árbol apostolical, que se hace a la poder vegetal.

[28] En la potencia vegetativa tienen los hombres poder, así como en las plantas y
en el grano que tienen en sus graneros y en el vino que tienen en las tinajas, y así de otras
cosas semejantes a estas; así como en los brazos del Árbol vegetativo, los cuales tienen
poder se der vestidos con los brazos de la primera parte del Árbol moral. Y por cuanto
Dios hizo mandamientos al hombre de que le ame con todas sus fuerzas, y el apostólico es
hombre, es a él que se le hace el mandamiento de que le ame con todo el Árbol vegetal,
pues tiene fuerza en él y gran fuerza, por cuanto su árbol es general a muchos árboles.

[29] Y en este pasaje se conoce que Dios quiere que el hombre le sirva con todos los
frutos que crecen en la tierra y haga limosna a los pobres, cuya limosna verdadera la debe

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procurar el papa con todo su poder, que es general a los poderes de los hombres que cogen
los bienes que crecen en la tierra.

7. Del séptimo mandamiento del Árbol apostolical, que se hace por razón del poder
elemental.

[30] Los dineros están compuestos de los cuatro elementos, y también las villas,
castillos, ciudades, aguja, espada y cuchillo, y así de todas las otras cosas elementales,
como el hilo de Martín, la gallina y el buey, y en todos estos tienen los hombres poder.

[31] Por eso hizo Dios mandamiento al hombre, de que le sirva con todas las cosas
elementales. Y por cuanto el papa es hombre, se le hace mandamiento de que sirva a Dios
con todas las cosas elementales, y requiere servicio de él en cuanto puede servirle con ello,
y por cuanto su poder es grande requiere de él gran servicio, cuyo servicio verdaderamente
grande no puede el papa ejecutar cumplidamente sin gran caridad, amor y poder; y por eso
Dios le honró tanto, que le puso sobre todos los hombres en grandeza de dignidad, para que
él tenga a Dios gran amor y caridad, con los cuales mueva su gran poder al fin, por el cual
se le ha dado tanto poder, es a saber para honrar a Dios y servirle.

[32] Ya se ha dicho de los siete mandamientos por los cuales debe el hombre amar a
Dios y a su prójimo; y en lo que habemos dicho arriba está significado cuán grande y cuán
grave es el pecado, con que el hombre es desobediente a Dios en cuanto el mismo pecado
es la privación del fin, por razón del cual fin hizo Dios y ordenó los mandamientos al
hombre, cuyo pecado dispone de muchos tormentos, que han de durar eternamente
sustentados en los hombres desobedientes a Dios, y muertos en los pecados mortales, que
cometieron contra Dios.

De las hojas del Árbol apostolical

[1] Estas hojas intentaremos tratarlas de dos maneras. El primer modo es según los
siete sacramentos de la Iglesia por los cuales está adornada y fortificada; y son: bautismo,
confirmación, matrimonio, eucaristía, orden, penitencia y extrema unción.

[2] El otro modo es desde los accidentes del Árbol apostolical, como son las reglas
estrictas en el derecho canónico, porque aquellas reglas son adornos de la Iglesia y su
fortalecimiento.

a) De la primera parte de las hojas del Árbol apostolical

1. Del bautismo
13
[3] El bautismo es sacramento necesario por razón del pecado original, lo cual se ha
probado en el Comentario de la Tabla general.

[4] El bautismo es semejanza por figura de la santidad, cuya santidad es impresión


en el sacramento que convierte a sí mismo el fin por el cual ha sido el hombre creado, así
como el olivo ingerido en el alcornoque que convierte a sí la materia y la influencia que se
influye del alcornoque; por cuanto la forma del sacramento posado en el paciente que
recibe el bautismo, purifica, limpia y transmuda la inmundicia en pureza y las tinieblas en
luz; y esto hace con el poder divino dado al hombre, como instrumento, para usar de ella en
lugar de Dios que quiere recuperar lo que perdió en esta materia: por cuanto de la manera
en que el martillo es instrumento para el herrero para que haga con él el clavo y el cuchillo,
de esta forma el poder divino es instrumento al presbítero para que con ella santifique y
limpie el sujeto inmundo del pecado original.

[5] Y esto es gran maravilla, que el hombre pueda usar el poder de Dios como Dios,
y esto que es tan maravilloso que excita el entendimiento del hombre a entender el gran
poder de Dios, la voluntad para amarla y la memoria para recordar la gracia de la fe, de las
esperanza y de la caridad.

[6] El Árbol elemental pone agua en aquel sacramento, el vegetal, sensual, imaginal
y moral ponen en él sus propiedades y naturalezas en cuanto son formas pasivas en el sujeto
del sacramento, en cuyas formas está hecha la impresión de las formas superiores que están
en el Árbol racional, en la cual el instrumento hace las impresiones que reciben las formas
inferiores, para que sean santificadas al fin porque fueron creadas, retornadas y participadas
con Dios, como las letras de la cera que participan en la semejanza de las letras del sello.

2. De la confirmación

[7] La confirmación es para que el joven incrédulo, que no estaba dispuesto para
entender cuando fue bautizado, reciba la impresión del primer sacramento en su entender; y
los mismo es de su memoria y voluntad. Por eso este sacramento de la confirmación es
instrumento del primer sacramento, el cual en cuanto a sí mismo estaba dispuesto a ser la
impresión en las potencias del alma del sujeto, pero no la pudo hacer en el acto de aquellas
potencias, es a saber, en el recordar, entender y amar; pero solamente hace las impresiones
en las potencias. Y por el sacramento de la confirmación se gravan los caracteres del
sacramento en los actos de las potencias, en cuanto el bautizado consiente ser mundificado
del pecado original recordando, entendiendo y amando.

3. Del matrimonio

14
[8] El matrimonio es sacramento que ordena la copula del hombre y de la mujer al
fin, porque son la masculinidad y feminidad, es a saber, para multiplicar la especie humana,
para que Dios sea honrado y amado por más hombres.

[9] Y este sacramento especifica tal hombre y tal mujer con el orden de las palabras
y el orden de la concepción interior, que mueve las palabras de aquel que obra el
sacramento y de aquellos que recibe los caracteres del sacramento interior y exteriormente,
el agente los liga y ata; y ellos quedan atados y ligados.

[10] El sacramento está de tal manera sostenido en los que se casan, como las letras
del sello están sustentadas en la cera, y este ligamiento del sacramento es para que la
intención de la cópula sea para engendrar la prole por razón de los primeros brazos del
Árbol moral y no por razón del placer sensual, porque el fin del sensual es se coge en el
Árbol racional.

4. De la eucaristía

[11] La eucaristía es el sacramento del altar, cuyo sacramento realmente es para que
Dios pueda participarle mucho más al hombre en la grandeza de la bondad, duración,
poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, concordancia, principio, medio, fin, mayoridad y
humildad.

[12] Dios participa con el hombre en la grandeza de la bondad por razón del
sacramento, porque muy bien es al hombre tratar y tener el cuerpo de Cristo que es
complemento de todas las cosas corporales, y tocar con sus manos aquello cuerpo tan
bueno y ponerlo en su cuerpo, para que el cuerpo tocado limpie del pecado al cuerpo que
toca, de manera que en aquel tocar del tocante y del tocado consiste la participación de las
dos bondades.

[13] Y aquel bien es tan grande depositado en el cuerpo humano, que no hay
persona que lo pueda imaginar.

[14] En el sacramento participan Dios y el hombre en la grandeza de la duración;


porque es muy gran duración y conservación que Cristo que es hombre y Dios permanezca
sin aumento ni disminución de sí mismo en el sacramento, recibiendo el hombre a Cristo,
que no crece por la transmutación substancial de pan en la carne de Cristo; y de vino en la
sangre de Cristo; ni se disminuye en cuanto aquel que la recibe, transmuda la materia de
pan transmudada en Cristo, en la carne del mismo que la recibe, y lo mismo es del vino
transmudado en sangre.

15
[15] Este es gran milagro, figura e impresión de la gran duración, cuya figura es el
carácter del sacramento que es el instrumento para significar la gran duración de Cristo
Dios hombre. En el sacramento del altar participan Dios y el hombre en la grandeza del
poder, porque es gran poder que Dios da al sacerdote que hace carne del pan, y de tan
pequeño pan, carne tan grande como es la carne de Cristo, que es grande en cuanto está en
conjunto con la deidad; lo mismo es del vino y la sangre. Y gran poder es aquel que tiene el
sacerdote en el lugar donde hace el sacramento, porque en aquel lugar hace del vino la
sangre de Cristo que está en el cielo. Esto lo hace, pues el sacerdote, con el poder infinito
de Dios que se da al sacerdote como instrumento movido por el agente a su voluntad, así
como el martillo es instrumento del herrero para que con él haga el clavo a su voluntad.

[16] Y esta participación de grandeza y de poder está en el sacramento, así como


está en el arte del herrero, entre el agente y el martillo, pero mayor es la participación en el
sacramento que es infinito, cuyo instrumento es realmente el agente en cuanto hace el
sacramento, como el martillo que es agente en cuanto hace al clavo; y de la misma manera
que el martillo es paciente en cuanto es movido por la mano del herrero; asimismo, el poder
infinito es el instrumento paciente en cuanto se dona al sacerdote para que haga con él, el
sacramento.

[17] En la grandeza de la sabiduría participan Dios y el hombre por el sacramento;


porque en cuanto el sacerdote cree hacer del pan la carne de Cristo y del vino la sangre de
Cristo, su creencia excita su entendimiento, a saber, el gran poder de Dios, bondad grande,
duración grande, voluntad grande y así de las demás formas divinas. Por lo cual, la creencia
que el sacerdote tiene, significa las formas de la que se ha dicho, las cuales toca el
entendimiento en la forma de entender, y se deja cautivar, en cuanto cree ser verdadero
sacramento; y así la creencia es la luz con que el entendimiento toca la ciencia 5. Y en este
pasaje se da el conocimiento de que la ciencia causa al sacerdote ciencia en el sacramento;
por razón de la participación que es grande en el entendimiento del sacerdote y en el
entendimiento de Cristo, que entiende es sacramento verdadero; y así, participan la ciencia
y la creencia del sacramento6. Este pasaje es muy agradable para que sea entendido y
significa que el argumento y la creencia pueden estar en un mismo tiempo en el
sacramento; y lo mismo en los otros sacramentos y también en los artículos de la fe romana
católica: por eso dijo el profeta Elías que el hombre no podía entender sino creía. Es, pues,
la creencia la luz del entender, de manera que por el creer ésta recibe un mismo objeto,
como el sacerdote que sienta ser el verdadero sacramento y por aquel objeto que cree,
entiende ser verdaderos otros muchos objetos, que son la grandeza de poder, bondad,
duración, y otras según se ha dicho arriba.

5
Primera vez que en el Árbol apostolical Lull explícitamente nos habla de ciencia.
6
¿Episteme y doxa?
16
[18] En la grandeza de la voluntad participan Dios y el hombre por el sacramento;
porque es grande la grandeza de la voluntad de Dios que quiere estar en el sacramento de
Cristo, y grande es la grandeza de la voluntad del sacerdote en cuanto está dispuesta a amar
mucho aquel sacramento, por cuanto según lo que es grande en la bondad y en las demás
formas de Cristo es amable.

[19] Y es por eso el sacramento, para que la participación de Dios y el hombre sea
grande entre la voluntad y el amar, y no podría ser tan grande si no fuese sacramento.
Luego Dios, ordenó que sea sacramento, para que la participación del amor sea grande.

[20] El sacramento del altar es la razón por la cual están en participación grande la
virtud de Dios y la del hombre, porque gran virtud es de Cristo que él esté en el cielo y en
sacramento, y gran virtud tienen aquellas palabras del sacerdote que hacen ser un Cristo y
no muchos, en muchos lugares, en muchos altares, en un mismo tiempo. Y esta
participación de la grandeza de la virtud que hay entre Cristo y el sacerdote, no podría ser
sin el sacramento, que es el sujeto de la participación de la grandeza de la virtud. Por lo
cual, siendo la virtud y los vicios contrarios, mal hacen aquellos sacerdotes que están en
pecado mortal, y celebran el sacramento, y lo mismo es de aquellos hombres que reciben el
sacramento y están en pecado mortal.

[21] En la grandeza de la verdad Jesús Cristo y el hombre participan en el


sacramento; por cuanto en él hay gran participación entre verdad y verdad, en que la verdad
superior multiplica en sí la verdad inferior en la grandeza de la bondad, poder y lo demás,
en cuanto hace ser verdadero lo que dice el sacerdote en el sacramento cuando dice este es
mi cuerpo. Y este es gran milagro de la verdad, que sea uno el cuerpo de Cristo y otro el
cuerpo del sacerdote, y que el cuerpo de Cristo y el cuerpo del sacerdote sean agentes en un
cuerpo, que es el sacramento.

[22] Esto pues, no podría ser fin del sacramento que hace el sacerdote en figura de
Cristo, que, en cuanto representa a Cristo, habla y hace el sacramento; y así es grande la
participación entre el procurador y el señor, y entre la verdad de cada uno. Y a esta verdad
participada no puede bastar el curso natural; así como el olivo atrae a su especie la materia
del alcornoque en el cual está ingerido, así la verdad superior atrae a su grandeza a la
verdad inferior, que sube a la verdad superior; por eso se dice que el sacramento es sobre el
curso natural en cuyo sacramento la verdad superior se muestra tan grande, como lo hace la
duración, poder, sabiduría, voluntad y virtud, que son superiores, de manera que la
grandeza de la participación que hay entre verdad y verdad es el espejo en que se
manifiestan las grandezas superiores; cuyo espejo no podría ser sino fuese el sacramento

17
en grandeza tan grande como es aquella que habíamos dicho que puede ser por el
sacramento.

[23] En la grandeza de la concordancia, Dios y el hombre participan por el


sacramento; porque Dios y el sacerdote concuerdan tan fuerte y estrechamente por el
sacramento, que la contrariedad no puede contradecir naturalmente ni por el lugar, ni por el
tiempo, ni por la cantidad, ni por el color, ni por el sabor, ni por algún otro accidente, como
ni por la ponderosidad y figura. El lugar no puede contradecir, porque Cristo en un mismo
tiempo está en muchos lugares, es saber, en muchos altares: esto no puede ser naturalmente,
que un hombre esté en el cielo, en la tierra y en muchos lugares, y al mismo tiempo.

[24] Son pues vencidos el lugar y el tiempo y todos los susodichos accidentes
naturales, que son según el curso natural por la concordancia que hay entre Cristo y el
sacerdote; y esta concordancia7 tan grande es a saber la que hay entre Cristo y el hábito del
sacramento del cual está vestido el sacerdote, no hay hombre viviente que la pueda
apreciar. Por eso hace mal aquel sacerdote que es lujurioso, soberbio, avaro y glotón,
porque es grandemente contrario a esta hermosa vestidura; por cuanto no podrá tener
vestidura más hermosa, ni más noble, que el hábito del sacramento.

[25] El sacramento del altar es principio grande del cumplimiento de la forma


eficiente y de la materia. Es gran cumplimiento del sacerdote que el principio superior, que
es principio de todas las criaturas, completa todos sus principios creados, es a saber, su
bondad natural, grandeza, duración y poder, sabiduría y voluntad, virtud y verdad; y está
informado de este cumplimiento grande y tiene reposo su materia en las formas de los
principios; y por eso aquel gran principio que comienza cuando hace carne del pan y del
vino sangre y llena lo vacío, no hay hombre viviente que pueda decirlo, ni tampoco la
grandeza de aquel principio sostenido en la bondad, duración y demás formas.

[26] El sacramento del altar es instrumento y el medio entre Dios y el hombre en


cuanto conjuntas las formas superiores e inferiores, de manera que la forma está en la
forma, como el aire que es medio en el cual el fuego y el aire se conjuntan (unen/fusionan)
recíprocamente existiendo cada uno en el otro. Es en aquella conjunción entran las formas
inferiores con la contrariedad natural, cuya contrariedad convierte las formas superiores en
concordancia sobre el curso natural, lo cual se representa en la concordancia que tienen el

7
Es interesante anticipar el problemas de las concordancias y contrariedades, pues estas se ven analizadas en
la obra de Nicolás de Cusa, quien al parecer revisó y estudió estás diadas que están a la base del pensamiento
de Llul. Nicolás de Cusa fijó su mirada en el ‘Uno Absoluto’ y se empeñó en entender desde allí al ‘Dios
Trino’ la realidad entera, para lo cual concibe toda la realidad desde lo absoluto, que se encuentra en
Jesucristo. En sus sermones aunque son primordialmente teológicos, siempre se incluye la filosofía, y,
asimismo en sus escritos filosóficos, también ocupa un lugar importante lo teológico. Esto también se refleja
en el hecho que logra integrar todos los saberes de los cuales podía disponer en el proceso de despliegue
‘explicatio’ y en el proceso de comprensión ‘complicatio’, de tal forma que se pueda entender bien que en
Dios está el todo. La ‘explicatio’ de la unidad absoluta sería la creación y la ‘complicatio’ es Dios
18
fuego y el agua en el aire, siendo la pimienta para que el fuego tenga en ella la gran acción
y el agua gran pasión; así es en el sacramento en el cual las formas inferiores tienen gran
pasión y las formas superiores gran acción, y tan gran acción y pasión, que no pueden ser
mayores entre Cristo y el sacerdote. Y es muy gustoso y deleitable entender y considerar
esta tan grande acción y pasión y de las criaturas.

[27] El fin por el cual el mundo es creado se conoce en el sacramento del altar, cuyo
fin es verdaderamente, para que se conozca la grandeza de la divina bondad, duración y
poder y las otras formas de Dios, y también, para que se conozca la grandeza de la humana
bondad, duración y poder, sabiduría y voluntad, y de las otras formas de la humanidad de
Cristo; y este fin se conoce en el sacramento, en el cual está el fin grande de la bondad
superior e inferior, y así de las demás formas.

[28] Y por esto el sacramento es el hábito en el que se conoce el fin de la creación


del mundo, y por cuanto aquel hábito es el más hermoso espejo que haber en esta vida entre
Dios y el hombre, es a saber viendo también aquel espejo tantos para tantas grandezas de
fines y de cumplimiento de las formas superiores, que cumplen y completan las formas
inferiores.

[29] En el sacramento del altar participan Dios y el hombre con la mayoridad,


porque Dios no puede influir más de su bondad, grandeza, duración, poder, sabiduría,
voluntad, y de las demás formas, ni el hombre puede recibir de la influencia superior más
de su bondad, grandeza, duración, poder. Participan, pues, Dios y el hombre con su
mayoridad de la influencia y esta participación de la mayoridad que hay entre Dios y el
hombre, no podría ser en esta vida sin en el sacramento. Y por esta causa hacen mal
aquellos hombres, que son sacerdotes, y que pueden celebrar más veces el sacramento, y
hacen lo contrario.

[30] En el sacramento del altar participa Dios con el hombre con la gran humildad
de su bondad, duración, poder, sabiduría, verdad y voluntad; por cuanto es gran cosa que
aquel que es Dios y hombre quiera participar lo inferior, y humillarse tanto a sí mismo con
todas sus soberanías que son tan sublimes que no lo pueden ser más, que permita ser
movido de un lugar a otro, y darle a los hombres. Y por esto mal hacen aquellos sacerdotes,
y aquellos hombres, que reciben el sacramento, cuando son soberbios, siendo así que la
soberbia y la humildad son contrarias. Y en este pasaje se conoce que los sacerdotes deben
ser más humildes que los otros hombres en el hablar, vestir, comer, andar a caballo, en las
casa que habitan, y así de las demás cosas que convienen a la gran humildad, así como
Jesús Cristo que fue humilde en todo este mundo.
19
5. De la orden

[31] La orden es sacramento necesario a los demás sacramentos, porque es el


instrumento con se hacen los demás sacramentos.

[32] Y la orden es tan grande, como conviene a la grandeza de los otros


sacramentos, así como el martillo, que se debe proporcionar a la grandeza del clavo. Por lo
cual siendo tan grande el sacramento del altar y el de la penitencia, conviene que el de la
orden, que recibe el sacerdote, sea grande para que él sea poderoso por aquella orden para
hacer y celebrar el sacramento del altar y para dar la penitencia a los hombres,
absolviéndoles o ligándoles con las llaves del bienaventurado de san Pedro, que cierran o
abren los hombres en el cielo y en la tierra, a cuya apertura y cierre responde la orden del
sacerdote, cuya orden es verdadero sacramento. Y la grandeza de este sacramento es
entendida en la bondad de la justicia y misericordia y poder de juzgar y perdonar, ninguno
la podrá escribir ni pensar.

[33] Y por eso hacen mal aquellos sacerdotes que teniendo orden tan grande se
inclinan a algún pacto, siendo así que la orden y el pacto son contrarios.

6. De la penitencia

[34] La penitencia es sacramento entendido en la constricción de los hombres que se


arrepienten de los pecados que han cometido, de los cuales se confiesan y se someten al
juicio del sacerdote para que se haga la satisfacción con la virtud contra el vicio.

[35] Estas tres formas de confesión, constricción y satisfacción, son pasivas, las que
reciben las semejanzas de las formas activas, que tiene el sacerdote, quien imprime
activamente las semejanzas de aquellas formas en el juicio que da y en lo que perdona con
las llaves, que cierra y abren aquellas formas pasivas.

[36] Por este sacramento de la penitencia se excitan los hombres debido al temor
por constricción y a la esperanza por el perdón; donde la confesión y satisfacción mueven
la constricción, y por lo contrario, la constricción las mueve a ellas, moviendo una forma a
la otra para su fin, así como el fuego que en la pimienta adquiere forma del calor, mueve la
forma de la humedad, frialdad y sequedad; y la sequedad, mueve en la pimienta la
humedad y frialdad.

[37] Y lo mismo en las formas espirituales, así como la voluntad que mueve el
entendimiento a entender buenos objetos y amables por razón de sus bondades, y a entender
los malos objetos que son aborrecibles por razón de su malicia; y lo mismo hace el
entendimiento que mueve la voluntad a amar lo amable y a aborrecer lo aborrecible.
20
7. De la extrema unción

[38] La extrema unción es el sacramento que conviene sea por razón del fin: por
cuanto de la manera que el bautismo es por la razón del principio y la confirmación por
razón del medio, así la extremaunción es por razón del fin; en la extremaunción el pecador
confiesa sus pecados, y manifiesta los fines de las formas que están en la vida eterna y los
fines de las formas que le privan de esta vida; y así la extremaunción es un punto en el cual
el pecador confiesa y declara las líneas que fallecen en esta presente vida por la muerte que
es la división del cuerpo y el alma y las líneas venideras de la vida eterna.

[39] Esta confesión por la extremaunción es sacramento en el paciente en el agente;


y si falta la discreción en el paciente por la grande enfermedad, se restaura en el agente que
hace el sacramento, así como un hombre naturalmente perdiese un ojo, la virtud de él en
gran parte se restaura en el órgano del otro ojo. Y en este pasaje se conoce de qué manera
se restauran el bautismo y la confesión en el tiempo de la necesidad en la ausencia del
sacerdote, en cuanto se pueden hacer los sacramentos por otro hombre que no es sacerdote.
También se manifiesta en este pasaje que Dios ama que los sacramentos sean grandes.

[40] Hasta ahora se ha dicho de los siete sacramentos y de la Iglesia Santa, que son
sus adornos, de la manera que el sol es adorno de la tierra en cuanto da la luz; y los mismo
es de la antorcha que remueve en la noche las tinieblas del aposento y que descubre todo
aquello que está en él, así los siete sacramentos con la luz y participación de las formas
superiores e inferiores descubren y muestran la nobleza del creador y de la criatura.

b. De la segunda parte de las hojas del Árbol apostolical.

[41] Las hojas del Árbol apostolical son los cánones, que son los accidentes que
necesita el papa para su gobierno, cuyos cánones están esparcidos en los decretales y
decretos; y así otros muchos están en disposición para ser conocidos. Y aquellos que lo
están, pueden ser aplicados a cierto número de los otros más conocidos y más generales, de
manera que se podrían aplicar artificialmente muchos particulares y pocos universales. La
donación de aquella práctica, según el modo, que habíamos dado en el Árbol imperial; el
cual queremos repetir en una hoja solamente, esto discurriendo por los accidentes
generales. Y el modo, que daremos en discurrir, es doctrina por el cual el hombre sabrá
discurrir por las hojas artificialmente y por los accidentes generales; y por esta doctrina
podría el hombre deducir la ciencia necesaria con brevedad la larga retórica positiva
llamada derecho canónico.

De la summa Trinidad, y primeramente


21
1. De la cantidad

[42] Creemos firmemente la summa trinidad y la consideramos implícita en la


cantidad continua y discreta; por cuanto creemos un Padre, un Hijo, un Espíritu Santo y
todos tres un Dios y no tres dioses, creemos y confesamos que en la trinidad no hay
cantidad, por cuanto en ella no la puede haber, porque todos tres quedan y permanecen una
esencia, un Dios, una naturaleza, una bondad, y así de las demás formas o razones
esenciales, por cuanto, la cantidad discreta no puede ser sin diversidad de esencias o sin
diversidad de esencias y supuestos o de concreto, como en la bondad creada en la cual el
bonificativo, bonificable y bonificar son distintos, en cuanto el uno no es el otro8, y aunque
es así, que son de una esencia de la bondad, ninguno de ellos es la bondad, y por eso cada
uno de ellos se alcanza y es tocado por la cantidad, y se termina en la cantidad de la
bondad.

[43] Pero eso no es la Trinidad de Dios, porque el Padre es la esencia, y el Hijo es


toda la esencia divina y el Espíritu Santo es toda la esencia divina; y el padre de todo sí
mismo produce el espíritu Santo. Y por cuanto el Padre es infinito y el Hijo es infinito y
cada uno de ellos produce de toda su esencia, no puede el producido de ellos ser cuanto en
eternidad, ni en eternidad, porque el producto es de esencia infinita porque el producto es
de esencia infinita y eterna, por lo cual de ninguna manera puede tener lugar la cantidad en
aquella bendita producción.

[44] Creemos, pues, firmemente y simplemente que no hay cantidad (ni la puede
haber) en la Trinidad de Dios.

2. De la cualidad

[45] En la summa Trinidad no hay cualidad que sea accidente, porque la bondad del
Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es cualidad esencial y substancial, en cuanto el Padre
es cual (tal), el Hijo es cual (tal) y el Espíritu Santo es cual (tal), de manera que cada uno
está determinado por la cualidad para que sea conocido y cada uno con su propiedad es
distinto y determinado del otro, como el Padre por la propiedad paternal, el Hijo por la
propiedad filial, y el Espíritu Santo por la propiedad espirable.

8
Nuevamente se aprecia la influencia en el Cusano. La tesis de Nicolás de Cusa de la coincidencia de los
opuestos propone que todo lo desplegado en el mundo se debe entender en la unidad absoluta, como
comprimido y coincidente. N. De Cusa elucida esta tesis con la teoría de la ‘complicatio’, donde se trata de
pensar la relación entre ‘Uno’ y lo ‘Múltiple’8. Al respecto, no debemos olvidar que nosotros tenemos
experiencia de lo múltiple. En este sentido se aprecia que su reflexión parte de la evidencia que sólo puede
exhibir un máximo absoluto aquello que es la unidad, y que a ésta nada se puede oponer, por tanto concluye
que Dios en tanto que todo es en él, es la ‘complicatio’ del todo, y en cuanto que él es todo, es también la
‘explicatio’ ( por eso Juan Wencks lo acusó de panteísmo),
22
[46] Todas estas tres propiedades personales son una propiedad divina, eterna e
infinita en bondad y en las demás formas divinas, cada una de las cuales es cual quedando
cada una de ellas en la otra por esencia. Y cada una es cual por la operación de la
generación y espiración en la cual hay distinción de personas, de manera que el Padre
engendra buen Hijo por la bondad, y por la grandeza grande, y por la eternidad eterna, y así
esta bondad en la generación y espiración es cual y la grandeza cual y la eternidad
semejantemente; por eso, las formas en la producción son razones reales quedando todas
una forma por esencia, naturaleza, deidad y unidad de un Dios.

[47] Y este pasaje está lleno de deleitación y es digno de ser considerado, y es


principio para dar solución a muchas objeciones hechas contra la summa Trinidad, cuyas
objeciones verdaderamente son graves y difíciles de entender para los que saben poco o que
creen poco en Dios.

3. De la relación

[48] En la santa Trinidad de Dios creemos y confesamos relación substancial y no


accidental: substancial, en cuanto en Padre produce el Hijo de su esencia substancial, y de
toda, no de parte, porque no puede haber parte en la substancia infinita y eterna; por eso la
relación es realmente substancial sin accidente alguno: y de lo mismo es la relación de la
espiración activa y de la pasiva.

[49] La semejanza de esta relación substancial y divina que hay en Dios está acá en
el mundo entre los hombres, que son Padre e Hijo; pero esta relación no se siente por
sentido alguno, porque interiormente está tan secreta que ningún sentido la puede alcanzar,
pero el entendimiento la alcanza en la especie que multiplica de la relación, la cual es
consideración accidental, de manera que si no hubiese Padre, tampoco habría Hijo, y al
contrario.

[50] La causa por la cual es necesaria la relación substancial es por cuanto Martín
engendra a su hijo de su substancia y de sus accidentes, de manera que aquella relación
tiene un pie en el padre y otro en el hijo, y esto es según el modo que dijimos en los brazos
del Árbol elemental, vegetal y sensual.

[51] Y por cuanto Martin engendra su hijo por medio de sus accidentes como el
herrero que hace de los accidentes del hierro los accidentes del clavo, así se da la relación
accidentalmente entre Martín y su hijo, por lo cual la relación es en tres maneras: una es
substancial y real, otra es accidental y real y la tercera intencional multiplicada en el
entendimiento en cuanto la entiende, y viste su entender en su especie fantástica, la cual
está en el género de la relación.

23
4. De la acción y pasión

[52] En la santa Trinidad de Dios no creemos ni afirmamos acción ni pasión


accidental, por cuanto no puede haber accidente en la producción que es terna e infinita,
pero creemos en las divinas personas acción y pasión substanciales, porque decimos que el
Padre es agente en cuanto produce, el Hijo es paciente en cuanto es producido. Pero por
cuanto el Padre produce de la substancia el substanciado, y el produciente y producto
quedan una substancia, convienen que la acción y pasión sean personas reales
substanciales, y la acción y pasión accidentales no pueden tener lugar en ellos, porque el
Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre en cuanto son una misma substancia.

[53] Y lo mismo del tiempo que no puede tener principio en ellos, ni movimiento,
porque el Padre es infinito en extensidad (espacialidad), como lo es en eternidad, y de la
misma manera el Hijo; y lo mismo es de la cantidad que no puede haber en ellos según lo
que se ha dicho. Por lo cual la acción y pasión que son formas accidentales no puede estar
en el substanciado, en quien no hay tiempo, lugar, cantidad ni movimiento, y en el cual la
acción y pasión son una misma substancia y una misma esencia.

[54] Lo mismo se sigue del Espíritu Santo, que es la inspirabilidad pasiva


procedente y procedida de la espiralidad activa sin tiempo y sin las otras formas
accidentales, pues queda una substancia con es espiratividad activa, la cual es el Padre y el
Hijo.

[55] Y en este pasaje se tiene el modo para absolver las cuestiones que proponen los
sarracenos contra la santa Trinidad por razón de la acción y pasión, las cuales niegan en la
deidad, afirmando que en Dios no cabe accidente alguno.

5. Del hábito

[56] En la santa Trinidad de Dios no creemos en el hábito, siendo así que el hábito
es accidente, y Dios es puro acto en existir y obrar, así como su grandeza de bondad que es
el existir eterno, y su grande de bondad que es la obra eterna; y lo mismo de las otras
formas divinas.

[57] Por eso, el Padre es su misma grandeza que es Padre eterno infinitamente
engendrando el Hijo eterna e infinitamente; y lo mismo es del Espíritu Santo que eterna e
infinitamente procede del Padre y del Hijo.

[58] Por esta razón ni en la santa Trinidad de Dios ni en su esencia puede haber
hábito, ni las criaturas que creó fueron habituadas en él, antes que las hubiese creado,
fueron ideas en su sabiduría, cuyas ideas no eran otra cosa sino de Dios. Y eran muchas
24
ideas en cuanto convenía que fuesen muchas criaturas, pero no era sino una idea sola en
cuanto Dios es uno, como en un espejo en el cual hay virtud por la cual recibe muchas y
diversas figuras como la figura del hombre, del caballo y del castillo y es una misma, una
parte misma del espejo, así Dios antes que fuesen las criaturas con su sabiduría que es la
forma divina esencial y substancial, conoció las criaturas venideras, y esto actual y no
habitualmente.

[59] Y en ese pasaje yerra Aristóteles y sus secuaces que afirmaron que el mundo
era eterno, para que la creación no fuese habitualmente en Dios y que su operación fuese
actual y eternamente en el mundo, porque el hombre, que crea hábito si el mundo fuese
creado, es puro acto de la sabiduría de Dios que preveía las cosas venideras, de la misma
manera que la virtud receptiva del espejo pase a recibir las cosas de antes que fuesen, lo
cual no puede hacer según el curso natural, más la sabiduría de Dios puede hacer eso
porque su virtud y su poder están en puro acto infinito alcanzando todo lo que es y está
dentro y fuera de sí.

6. De la situación

[60] En la Trinidad de Dios no hay situación por cuanto Dios no es cuerpo ni alguna
naturaleza corpórea; porque el ente infinito en eternidad no puede ser cuerpo, siendo así
que el cuerpo no puede consistir sin lo largo (lo extenso), ancho y profundo, ni sin la figura
circular, cuadrangular o triangular, pero ninguna de estas puede saber en la infinidad.

[61] Y por eso mal hicieron aquellos filósofos antiguos y aun algunos filósofos
sarracenos que dijeron que Dios no está fuera ni dentro del firmamento esencialmente, sino
solo potencial y virtualmente, y así de las demás formas. Y esto negaron porque temían
afirmar que Dios fuese cuerpo, si esencialmente estuviese dentro y fuera del firmamento,
como el fuego que es cuerpo, suponiendo que esté fuera y dentro del aposento, porque
como Dios es infinito por la eternidad, en la cual está el tiempo del mundo, y el
movimiento del firmamento, y ella está fuera, en cuanto el mundo no es eterno, sino
principio (comienzo), y la eternidad está dentro del mundo porque no es ente divisible, de
la misma manera la eternidad de Dios infinita está dentro del mundo y fuera, siendo así que
no es cuerpo.

[62] Y esta eternidad divina y espiritual es la esencia que el Padre que produce de sí
mismo el Hijo, y del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, por lo cual la situación que es
criatura es el espejo y semejanza, en la cual el humano entendimiento toma el modo según
el cual las personas divinas son en su esencia como semejanza de su situación, como el
Padre que es en la esencia como engendrante y espirante, y el Espíritu Santo como
espirado, y lo mismo es de la esencia que es por un modo Padre, y por otro Hijo, y por otro
Espíritu Santo, y ella que da indistinta en sí misma, aunque haya en ella personas.

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[63] Y el espejo de situación y figura es la criatura es dispuesta y ordenada de tal
manera, que el entendimiento humano pueda ver por ella ele modo de la esencia y de las
personas divinas; como en la divina bondad en la cual está el Padre bonificado, el Hijo
bonificado y bonificable, el semejantemente el Espíritu Santo; y el bonificar que es entre el
Padre y el Hijo es por el modo de engendrar, y entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
por el modo de espirar. Pero esto el entendimiento humano no lo puede entender, sino
hubiese la situación que es instrumento tan necesario para entender el modo de las
personas, como el color es necesario para imaginar el colorido.

7. Del tiempo

[64] En la trinidad de Dios no hay tiempo, siendo así que el tiempo no puede ser sin
principio ni movimiento de las cosas movidas y principiadas, en el cual el tiempo está
sostenido y sustentado; y también por cuanto el Padre engendra al Hijo desde la eternidad,
en cuanto le engendra de sí mismo, que es la eternidad misma.

[65] Y lo mismo es del Padre y del Hijo que espiran el Espíritu Santo. Por lo cual de
la misma manera que el herrero que hace el clavo de hierro, no lo puede hacer de palo,
después que lo ha hecho de hierro, así y mucho mejor el producto esencial, natural y
substancialmente de la eternidad no puede ser del tiempo ni de alguna naturaleza temporal,
siendo el producido de la eternidad y en la eternidad.

[66] Y por eso hacen mal los sarracenos y judíos que niegan en Dios la Trinidad;
juzgando que si afirmasen la Trinidad de Dios, creerían afirmar tiempo en él y negar la
eternidad.

[67] Y en este pasaje puede el hombre conocer de qué modo el humano


entendimiento de los cristianos es más elevado y relevado que el entendimiento de las otras
gentes en Dios la operación del produciente y producido sin tiempo, y sin movimiento del
uno ni del otro.

8. Del lugar

[68] En la trinidad de Dios no se da lugar, siendo así que el lugar no puede ser, sino
en los entes finitos, así como la garrafa o ampolleta que es el lugar del vino, y el aposento,
que es lugar del hombre, que está en él, según lo que se ha dicho en el Árbol elemental.

[69] Por lo cual el lugar no puede ser un sujeto infinitamente eterno, así como es
Dios Padre, que es infinito en extensividad sin lo largo, ancho y profundo, y sin toda

26
naturaleza del lugar. Y de todo sí mismo produce el Hijo; por cuanto él no puede estar en
un lugar; y el Hijo en otro, porque sería supuestos finitos, si el Padre estuviese en un lugar
y el Hijo en otro, ni el Hijo sería producido de la esencia del Padre que es ente infinito en
eternidad ni de todo el Padre.

[70] Y lo mismo del Espíritu Santo, que infinitamente sin cantidad, sin la cual no
puede ser el lugar, procede del Padre y del Hijo, y procede en el Padre y en el Hijo, para
que proceda en infinidad y procede en sí mismo para que sea infinito; y así de ningún modo
puede ser el lugar en la divina Trinidad.

[71] Por lo cual hacen mal los sarracenos y judíos que tienen opinión de que los
cristianos creen que el Padre está en un lugar, el Hijo en otro, y el Espíritu Santo en otro;
por cuanto ellos se persuaden que todas las cosas son distintas, requieren lugares distintos,
así como el hombre, el árbol, Martín y su hijo. Y de esto decimos, que el Padre está en el
Hijo, y el Hijo en el Padre; y así del Espíritu Santo, no se dice que digamos que uno esté en
el otro, como una parte está en la otra, siendo así que las personas divinas no son partes;
porque la parte no cae en la infinidad, como se ha dicho, pero el Padre está en el Hijo, y el
Hijo está en el Padre, y así del Espíritu Santo, tan esencial y naturalmente, que son una
misma cosa por esencia y naturaleza.

[72] Se ha dicho de los accidentes, en los cuales se da la doctrina y enseñanza de


qué modo el hombre ha de saber, y debe negar aquellos accidentes en la summa Trinidad, y
excusarla de ellos, y así mismo de qué modo el hombre ha de saber responder las
objeciones, que le hacen contra la santa Trinidad con los susodichos accidentes.

[73] Por lo cual se puede tener semejante doctrina para usar de aquellos accidentes
afirmándolos o negándolos en otro cánones, así como de los cánones de los rescriptos
(prescripciones) y de las constituciones, y así de los demás; porque por la aplicación de los
cánones a los nueve accidentes generales podrá tener el juez conocimiento en juzgar, y el
abogado en abogar, y el actor en acusar, y el reo en defender las cosas verdaderas de las
falsas. Y por eso se ha dado doctrina según lo que se ha dicho, de qué manera sabrá el
hombre hacer una ciencia de las formas generales, a las cuales se reduzcan los derechos
canónicos y para tener conocimiento en las formas universales de las que son particulares.
Y tal libro sería muy útil al señor Papa y sus oficiales.

De las flores del Árbol apostolical

[1] Las flores del Árbol apostolical son los catorce artículos de nuestra fe cristiana:
un Dios, Padre, Hijo, Espíritu Santo, creador, recreador y glorificador. Estos siete artículos
pertenecen a la deidad; y los otros siguientes a la humanidad, los cuales son los siguientes:

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que Jesús Cristo es concebido del Espíritu Santo, nacido, crucificado, muerto, resucitó,
subió al cielo y juzgará el día del juicio a los buenos y malos.

[2] Y estos catorce artículos llamados flores, porque son las cosas más altas que
podemos creer de Dios y de sus obras, y la creencia que tiene el hombre de ellos, es flor
desde donde nace el fruto que es la santa Iglesia, sustentada en los hombres justos, santos
católicos, que son las ovejas del apóstol, vicario o sucesor de san Pedro que en Roma fue
crucificado.

[3] Ahí está la silla de su vicaría, y ésta se denomina piedra, y sus condicione son
que sea fuerte, viva y blanca. Y por eso mal hacen aquellos, que guardan aquella piedra de
la muerte, fragilidad e inmundicia; siéndoles encargada a ellos según sus condiciones, las
cuales requieren hombres vivos, fuertes y limpios de pecados.

[4] Y antes que lleguemos a probar que hay un solo Dios, probaremos después los
artículos, y cada uno de los artículos, lo queremos probar con cinco razones, por las formas
primeras y sus definiciones. Estas formas primeras son las siguientes: bondad, grandeza y
las demás. Empero, si algo se puede decir contra la fe romana, no lo diremos científica ni
sabiamente, sino ignorantemente; y todo esto que diremos lo sometemos humildemente a la
santa Iglesia romana, porque creeremos lo que ella hiciese.

1. De las razones de Dios

[5] Si Dios es, su ser es bueno, grande y eterno, siendo así que consideramos a Dios
un ser perfecto en bondad, grandeza y duración; y si no hay Dios, su privación es mala y la
grandeza eterna mala, por cuanto Dios nunca fue ni será.

[6] De donde se sigue que la grandeza del mal es eterna, si no hay Dios; de la misma
manera que se sigue por lo contrario, que si hay Dios, la grandeza del bien es eterna.
Luego, conviene, que haya Dios de toda necesidad, porque la grandeza tiene mayor
concordancia con la bondad en la duración que con la malicia, porque la privación y la
duración son contrarias; y la duración y el ser tienen concordancia, y la grandeza y la
bondad tienen concordancia; y la pequeñez que es contraria a la grandeza, y el mal
contrario a la bondad, tienen concordancia con el no ser. Luego, se ha probado, que hay
Dios.

[7] Si Dios es, más es de la posibilidad que de la imposibilidad en la eternidad de la


grandeza y de la bondad; y si no hay Dios, es lo contrario; porque aunque se suponga que
no hay Dios, es conveniente de necesidad que haya eternidad; porque si no hubiese la
eternidad. Esto es, que sería principiado por sí mismo, lo cual es imposible. Y alguna
substancia se pueda principiar a sí misma, porque si pudiese principiar, y producir a sí

28
misma, sería su potencia en algún objeto, que sería antes, así se multiplicaría la
contradicción, que sería algo y no sería, cuya contradicción es imposible.

[8] Luego, de toda necesidad hay eternidad, en la cual hay más posibilidad de
grandeza, bondad y demás, y así hay Dios, porque si Dios es la eternidad, puede ser infinita
en la grandeza de la bondad, siendo Dios aquella eternidad; y si no hay Dios, no puede ser
infinita en la grandeza de la bondad; y así, la grandeza y eternidad tendrían mayor
concordancia con la imposibilidad de los bueno, que con la posibilidad, existente esta
posibilidad en acto puro, cuya mayor concordancia es realmente imposible, para que la
grandeza y eternidad no tengan concordancia con la malicia e imposibilidad, y que tengan
concordancia con la bondad, y con lo bueno puesto y posible a nuestro modo de hablar.

[9] Luego hay Dios de necesidad. Si hay Dios, la verdad está en la mayor realidad
de bondad, grandeza y eternidad; y si no hay Dios, está en la minoridad; y la falsedad en la
mayoridad de la opinión y especie fantástica, la cual se considera el ser de Dios, que es la
infinita bondad, grandeza y eternidad. Y esta consideración es falsa, y es mayor que la
realidad de la grandeza y bondad que son infinitas en la eternidad.

[10] Y así la eternidad tiene la mayor concordancia con la grandeza de la bondad y


con la falsedad en la fantasía, que el humano entendimiento toma, que no es de la eficacia
de la eternidad, ni substancia, que con la grandeza de la verdad real, que es verdad y
substancia. Y tal concordancia, por cuya imposibilidad se prueba que hay Dios
necesariamente.

[11] Si hay Dios, su ser es amable, y si no lo hay, es aborrecible. Y esto es, por
cuanto en la amabilidad la grandeza, bondad y eternidad tienen concordancia; y si no hay
Dios, no es amable su ser, pues que no es, ni puede ser; y es amable aquello por lo cual no
puede ser, siendo así que la verdad es amable naturalmente. Siguese, pues, si no hay Dios,
que su privación sea amable, y que su ser sea aborrecible, y que el amar sea bueno y
grande, y semejantemente el aborrecer. De donde se sigue naturalmente que los menores
bienes son más amables que los mayores, y que el bien es aborrecible, y el mal amable, y
que los mayores males son más amables que los menores. Y esto es imposible según lo que
estamos experimentando, y según la razón natural.

[12] Luego, hay Dios necesariamente, porque si no hubiese Dios en la conveniencia


susodicha se seguirían cosas, que no pueden ser.

[13] Si no hay Dios, no hay fin de cosa alguna en alguna substancia, y el fin estaría
solamente en los accidentes. Llamamos fin el complemento sin algún defecto; porque si no
hay Dios, el fin consiste en los actos de las potencias y de las primeras formas como el fin
del fuego, que consiste en calentar, y el fin de la vegetativa que consiste en vegetar, y de la
sensitiva en sentir, y de la imaginativa en imaginar, y de la racionativa en recordar,
29
entender y amar. Y el fin del Árbol moral consiste en virtuosificar, y del Árbol imperial en
juzgar, y lo mismo del Árbol apostolical; y el fin del sol consiste en alumbrar, y el fin del
firmamento en el mover; y así de otros, en tanto que el obrar es el fin, y no lo obrado; y está
en el principio y medio de los entes, los cuales, pues, están vacíos de las cosas
substanciales, y llenos de las cosas accidentales, que son el fin.

[14] Y por eso dijeron algunos filósofos antiguos, que era necesario que la
generación, corrupción y privación fuesen principios eternos y generales, para que la
operación de Dios haya sido eterna. Y por eso dicen que conviene que algunas formas
antiguas lleguen a la privación y corrupción para que las formas nuevas puedan venir en
acto; y después en la privación y corrupción, y esto eternamente engendrado y
corrompiendo.

[15] De donde se sigue que los fines de los entes son el general corromper y privar;
y por cuanto están más en la privación, que en el ser, es la privación el fin de las cosas que
son, y el ser se lleva y refiere a aquel fin, que es su contrario y tiene reposo en él. Y esto es
imposible y contra el curso natural; cuya imposibilidad sería posibilidad si no hay Dios.
Pero, por cuanto hay Dios, es lo contrario, es a saber, que la operación es, para que sea lo
operado, es a saber el accidente es para que sea la substancia, que es el fin y complemento
del accidente, el cual tiene en ella reposo, como las tenazas y el martillo, que tiene reposo
en el clavo; y el clavo en los maderos, que conjunta; y los maderos tienen su fin en la nave.

[16] Lo mismo es del fuego, en el cual el calor tiene su quietud en lo calentado, y el


vegetar en lo vegetado, y el sentir en la substancia sentada, el imaginar en lo imaginado; y
el entender, recordar y amar en la substancia recordada, entendida y amada. Y el
virtuosificar en el hombre virtuoso, y el juzgar en la justicia, y la justicia en la paz, y la paz
en ser instrumento a los hombres para conocer, recordar y amar a Dios; y para ir de esta
vida, y quedar con él eternamente, y recibir la gloria de su mano, existiendo Dios
recordado, entendido y amado por el hombre, cuyas tres formas son los fines y
complementos de todos los entes creados.

[17] Y así se sigue, si hay Dios, que los principios y medios de los entes se han y se
refieren al fin, y alcanzan aquel fin y en él tienen reposo. Y si no hay Dios, se siguen los
inconvenientes susodichos, que no pueden ser según el curso natural, ni tampoco según el
curso sobrenatural; siendo así, que si no hay Dios, ningún ente es sobre curso natural,
porque si lo fuese, el no ser sería causa del ser, o de aquella cosa que es; y así sería algo, lo
cual es imposible.

2. De la unidad de Dios

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[18] Como el bendito Dios es bueno por la bondad y grande por la grandeza, eterno
por la eternidad, poderoso por el poder, así es necesario que sea uno por la unidad; porque
si no fuese uno por la unidad, serían en Dios otras formas mayores que la unidad; y sería la
unidad en Dios en la minoridad, que es ente propio a un no ser. Y así la unidad de Dios no
sería Dios, ni su naturaleza, y así Dios sería menor por la unidad; cuya minoridad sería
mala contra la bondad, y pequeña contra la grandeza, y privación contra la eternidad, y la
fragilidad contra el poder: y así de los demás: lo cual es imposible, es a saber que en Dios
haya contrariedad o defecto, siendo él la pura concordancia y el complemento.

[19] Es pues Dios uno por la unidad completamente en dos modos: el uno es que es
uno; como Martin que es uno, y el Caballo que es uno, es a saber una substancia; el otro
modo es, que no son muchos dioses, sino uno solamente, como un sol, una luna y un fuego.
Y por estos dos modos de unidad Dios es uno completamente, sin los cuales la unidad no
podría ser a Dios la razón de que sea uno completamente. Luego Dios es solamente uno, y
no muchos.

[20] En Dios el poder, sabiduría y voluntad son una y misma cosa en número;
porque si no sería fuerza que en Dios hubiese accidente; de manera que el poder no sería
por sí mismo sabio, ni amado o amante, ni la sabiduría poderosa por sí misma, ni amada, ni
la voluntad por sí misma poderosa ni sabia; por cuanto el poder sería por la sabiduría
entendido o inteligente, y por la voluntad amado o amante; y la sabiduría podría entender
por el poder y amar por la voluntad, y la voluntad podría amar por el poder y entender por
la sabiduría; pero no por sí misma, como el aire que no puede ser cálido por sí mismo, sino
por el fuego: y como el fuego que no puede ser seco por sí mismo, sino por la tierra.

[21] Luego, es necesario que en Dios su poder, sabiduría y voluntad sean una y
misma cosa en número, para que en él no haya accidente, ni pequeñez de grandeza, bondad,
poder, sabiduría, ni de voluntad.

[22] Luego, hay un Dios y no muchos, y por cuanto en Dios el poder, sabiduría y
voluntad son una y misma cosa en número; puede ser por el poder si su voluntad quiere, y
puede saber su sabiduría por la voluntad, y lo debe la voluntad querer, pues que puede ser;
porque la grandeza es de su voluntad, poder, sabiduría, y de su bondad, si es un Dios y no
muchos; y si son muchos y no uno solamente, la voluntad es contra la grandeza de su
bondad, poder y sabiduría. Y lo mismo es de su sabiduría, que es contra la grandeza de su
bondad, de su mismo poder y de su voluntad. Y lo mismo es de la potestad, que puede
contra la grandeza de la bondad de sí misma, de la sabiduría y de la voluntad, y esto es
imposible, que en Dios alguna forma sea contra sí misma, o contra otra.
31
[23] Empero, no decimos que en Dios haya muchas formas, sino una forma; pero
nos conviene hablar así, en cuanto llamamos formas las razones, que hay en Dios. Se ha
probado pues que hay un Dios y no muchos.

[24] Y así es forzoso que la bondad de Dios sea tan grande, que no pueda ser mayor;
porque si pudiese ser mayor, sería grande en potencia y pequeña en acto, cuya pequeñez
sería realmente contra la grandeza, y contra la bondad y contra las otras formas, lo cual es
imposible.

[25] Luego, la bondad de Dios es tan grande que no puede ser mayor, y la mayor
bondad que puede ser, es que sea una, la cual sea Dios, de manera que otro dios no tenga
otra bondad; para que la bondad sea infinita en grandeza, cuya infinidad es, que sea una y
no muchas.

[26] Empero, el hombre es bueno, y el caballo es bueno; y la bondad de ninguno de


ellos es contra la grandeza de la bondad de Dios, porque ella es infinita, y es Dios, y las
bondades de afuera, que son creadas, son finitas. Luego, hay un Dios solamente y no
muchos, para que la grandeza de su bondad sea infinita. y lo mismo es de su extensidad,
eternidad y poder; que no podrían ser formas infinitas si fuesen muchos dioses.

[27] Si fuesen muchos dioses uno no podría ser suficiente por sí mismo a ser fin de
sus formas, como la bondad de un Dios, que no podría tener reposo en su grandeza, la cual
sería terminada y finita, en cuanto habría alguna grandeza, que sería otro dios.

[28] Y lo mismo de la grandeza, que no tendría quietud en la bondad; pues que la


otra bondad sería Dios; y así ningún Dios tendría su fin en sí mismo, ni en otro; porque si lo
tuviese en otro, no sería dios. Serían, pues, las formas de cada Dios evacuadas de su fin, lo
cual es imposible. Luego, hay un Dios, y no muchos, en el cual reposa cada una de sus
formas, existiendo el infinito y completo sin defecto alguno.

[29] Si hay muchos dioses, son muchas las eternidades, y cada una de ellas es dios;
y como cada dios es infinito por la eternidad, conviene que sea infinito por la estensidad,
siendo así que en Dios la estensidad y eternidad convergen y son iguales en sí mismas, y en
la grandeza de la bondad, poder y de las demás.

[30] Pero esto no podría ser, si fuesen muchos dioses, porque la eternidad sería
mayor que la grandeza extensa, la cual tocaría la grandeza del otro dios, y tendría cada dios
las seis rectitudes9, en las cuales las grandezas se contrariarían a sí mismas recíprocamente;
como las rectitudes de un cuerpo, que se encuentran mutualmente con las rectitudes de
otros cuerpos; y así cada dios tendría substancia terminada hasta un lugar, y no se
extendería a más, y sería forzoso que un dios estuviese en el otro, como parte en parte; de

9
Es a saber: arriba, abajo, adelante, atrás, a diestra y a siniestra.
32
manera que no se siguiese el todo; lo cual es imposible y contra la grandeza de la bondad,
eternidad e infinidad, y también contra el curso natural. Luego hay un Dios solamente y no
muchos.

[31] Hemos pues probado el primer artículo, es a saber haber un Dios.

[32] El segundo artículo es creer y afirmar que es Padre. El tercer artículo es creer y
afirmar que es Hijo. El cuarto artículo es creer y afirmar que es Espíritu Santo. Y queremos
probar estos tres últimos artículos probando la Trinidad, la cual intentamos probar en tres
modos, según lo que se ha probado en el quinto libro de los hombres sabios.

 El primer modo es para probar la Trinidad, probar en Dios la pluralidad de muchas


cosas.

 El segundo modo es probar, que aquellas muchas cosas son personas, las cuales son
propiedades; de manera que una sea propiedad paternal, otra filial, y la otra
espirabilidad pasiva.

 El tercer modo es probar, que en Dios hay tres personas, de manera que no son ni
menos, ni más.

3. De la pluralidad de Dios

[33] Dios es uno y es bueno, grande, eterno, poderoso. De la manera que Dios se
entiende por sabiduría, y el amar por voluntad, así se une por unidad, y bonifica por
bondad; y magnifica por grandeza, se eternifica por la eternidad, y poderifica por el poder;
y esto conviene que sea así, para que la sabiduría y la voluntad no se hayan y refieran más
al fin, que la unidad, bondad, grandeza, eternidad y poder.

[34] Dios, pues, se ha y refiere al unificar por la unidad, de manera que produzca lo
uno, que en tanto sea uno, que no sea otro; para que la unidad sea así la razón del uno, para
que produzca lo uno, así como la bondad es razón de lo bueno, y que produzca lo bueno y
la voluntad es la razón del amante, y que produzca lo amado; y la sabiduría lo que se
entiende, para que produzca lo entendido.

[35] Dios en cuanto es uno no puede producirse a sí mismo, es a saber su unidad:


porque ningún ente se puede producir a sí mismo. y por cuanto es necesario que produzca
uno, para que la unidad sea la razón y el fin de sí misma, es forzoso que sea un Dios, que
produzca un Dios, de manera que sea uno el produciente, y otro sea el producido; y que uno
sea de uno, y que de ambos sea el unificar, de manera que debajo de la razón de la unidad

33
sean tres concretos de su esencia y naturaleza; y no muchas esencias ni naturalezas; para
que la unidad sea grande; y los tres concretos son unificante, unificable y unificar.

[36] Conviene, pues, de necesidad, que haya entre ellos distinción, en tanto que el
uno no es el otro, sin cuya distinción la unidad no podría ser la razón de uno, de que
produzca lo uno, y sería ociosa, y por ella no se seguiría algo en su esencia, ni de su esencia
y naturaleza: y sería pequeña en sí misma, y grande en las criaturas, en las cuales es a razón
a una criatura de que produzca otra criatura por el modo de generación, y según el curso
natural, como Martin que es uno, al cual la unidad de Dios es la razón de que produzca a
Pedro, que es uno, hijo suyo. Conviene, pues, que la unidad de Dios, que no puede ser
mayor razón a otro que a sí misma, sea la razón en su misma esencia a un Dios de que
produzca un Dios. Se ha probado, pues, que en Dios hay pluralidad necesariamente según
la grandeza de la unidad y de su bondad, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, virtud,
verdad y gloria.

[37] Toda unidad es mayor en la grandeza de la bondad y poder por el existir y


obrar, que solamente por el existir, o solamente por el obrar, como el fuego que es mayor
por su ser y por su calentar, que por su ser solamente, o solamente por su calentar, y que no
fuese lo que es.

[38] Luego, es la unidad de Dios mayor en la grandeza de la bondad, eternidad y


poder por el existir y obrar, que sería por uno de ellos solamente; y por cuanto conviene que
en ella sea la mayor grandeza de bondad, eternidad y poder, que puede ser, es necesario que
en ella sea aquello que es, y que tenga operación en sí del unificativo, unificable y unificar,
en cuya operación no podría tener fin la distinción de muchos, siendo así, que el obrar de la
unidad no puede ser sin el unificar; de manera que uno no sea el otro, como el herrero que
no puede obrar del hierro, ni de su unidad sin el unificar, de suerte que del hierro haga un
clavo o un cuchillo o muchos.

[39] Luego, hay en la unidad de Dios la pluralidad de muchos, de tal suerte que el
uno no es el otro, para que su unidad, pueda ser grande en el existir y obrar.

[40] Dios es Dios por la deidad; así como es bueno por la bondad y uno por la
unidad, porque él tiene en sí el obrar, en cuanto se entiende a sí mismo, y ama a sí mismo,
es forzoso que tenga en sí deificar; como contiene en sí entender y amar: porque si tuviera
el entender y amar, y no deificar, sería mayor por la sabiduría y voluntad en la bondad,
poder, eternidad y fin que por la deidad, lo cual es imposible.

[41] Luego, hay en la deidad el deificar, el cual no podría ser en sí mismo sin el
distinguir del deificante, deificable y deificar: y no se puede deificar a sí mismo, porque ya
es Dios, y es deidad; de la misma manera que no puede eternizarse a sí mismo, siendo ya

34
eterno y siendo eternidad: pero puede de sí mismo deificar lo deificado del deificante por el
deificar.

[42] Luego, se ha probado que en Dios hay pluralidad sustentada en el deificante,


deificable y deificar con el distinguir.

[43] Dios es Dios por su existir; como el martillo, que es martillo por su existir, y el
pan que es pan, porque es de harina y de agua, y así de las otras substancias. Donde, así
como el martillo es, para que sea el clavo, y el pan para que el hombre viva de él, así y
mucho mejor es Dios, para que sea Dios; porque si no fuese Dios por razón del fin, sino por
razón de la existencia, sería en la menor bondad de la grandeza, eternidad, poder, sabiduría,
voluntad, gloria, virtud y verdad, y el martillo y el pan estarían en mayor grandeza de
bondad que Dios, en cuanto serían por el modo de ser, lo que son, y que por su existir se
seguiría algún bien, y Dios no sería sino solamente por su existir, y en sí no se seguiría
algún bien, sino sólo en las criaturas: y sería más dispuesto a producir las cosas pequeñas,
que las grandes, y en aquellas consistiría el fin de su existir, como el fin del martillo, que
consiste en el fin del clavo, y el fin de el pan en la vida del hombre; y es imposible que
algún fin, que no sea de la esencia de Dios, sea fin de su existencia, ni que el martillo y pan
estén en mayor grandeza que Dios, que es causa primera.

[44] Luego, hay en Dios existencia y agencia; y es forzoso que Dios sea tan bueno y
tan grande por la agencia. Luego, Dios es tanto Dios por el obrar, como por el existir.

[45] Donde siendo Dios por el existir, es forzoso que sea Dios por el obrar, es a
saber, por el deificar; de manera que Dios sea de Dios, y que sea deificante, para que sea el
deificado, y deificable el deificar; y el deificado y deificable, para que sea el deificante y
deificable. Esto, pues, no puede ser sin la pluralidad. Luego, de necesidad hay en Dios
pluralidad.

[46] Dios es puro acto, y es puro acto infinitamente. Luego, es forzoso que haya en
él el infinitar; por cuanto si en su actualidad infinita no hubiese el infinitar, se seguiría
contradicción en él; es a saber, que sería acto infinito y no finito: sería acto infinito en
cuanto lo es por el modo de existir, de manera que su existencia no tendría término en
extensidad, así como la eternidad, en la cual no hay término de principio, medio y fin; y
seria infinidad finita en el infinitar, en cuanto no lo tendría, y así sería infinita; y finita
porque no podría ser en acto infinito.

{47] Luego, es necesario que el infinitar sea del infinitante y del infinitable; de los
cuales no podría ser sin la pluralidad de todos tres. Y también convendría que en Dios no
fuese el infinitar de la bondad en el bonificar, que es del bonificante y bonificable; y en el

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eternizar, que es del eternizante y eternizable; y en el poderificar, que es del poderificante y
del poderificable; y en el entender, que es del inteligente y del inteligible; y en el querer,
que es del queritivo y querible; y así de las otras formas, sería la bondad ociosa en que no
sería bondad, para infinitar lo bueno de lo bueno, cuya ociosidad le sería mala; y lo mismo
es de la eternidad, que sería ociosa, para infinitar del eternificante y del eternificable, cuya
ociosidad sería de privación de la infinidad. Y también del poder, que sería ocioso, en
cuanto no sería la razón para infinitar, cuya ociosidad le sería la imposibilidad de lo posible
y de lo puesto; y lo mismo es de las otras formas.

[48] Luego, es forzoso, de necesidad que cada una de las formas se lleve y refiera a
el infinitar, para que en él ellas sean acto tan puro, como lo son en la infinidad; así mismo,
conviene que sea el acto tan puro en el infinitante e infinitable, como lo es en la infinidad.
Pero esto no podría ser, sino hubiese pluralidad en Dios. Luego, de toda necesidad, hay en
Dios pluralidad.

4. De las propiedades divinas

[49] Se ha probado arriba que en Dios hay pluralidad: y ahora queremos probar que
aquella pluralidad está en las propiedades personales, es a saber en la propiedad paternal,
filial y espiritual espirable.

[50] En la divina bondad hay bonificante, bonificable y bonificar; y en la grandeza,


el grandificante, grandificable y grandificar; y en la eternidad, el eternizante, eternizable, y
eternizar; y en su poder, el poderificante, poderificable y poderificar; y en la sabiduría, el
inteligente, inteligible y el entender; en la voluntad, el amante, amable y amar; y así de las
demás dignidades de Dios. Y esto es forzoso que sea de necesidad, para que las mismas
dignidades no sean ociosas, y tengan en sí mismas su cumplimiento; como el entender de
Dios, que conviene sea bueno por la bondad y de la bondad, y de la grandeza, por cuya
razón conviene que sea grande; y lo mismo es del eternizar por cuya razón es eterno y de la
eternidad; y lo mismo es del entender, que conviene sea por la sabiduría y de la sabiduría; y
así del amar, que conviene sea de la voluntad.

[51] Y si esto no fuese así, el entender de Dios no sería grande en la bondad, ni de la


bondad; y así de la grandeza y demás; por cuanto el entender es grande, conviene que el
inteligente sea grande, y el inteligible grande; y cada uno tan grande, que no pueda ser
mayor ni mejor, ni más eterno; y así de los otros.

[52] Es necesario que el inteligente sea el Padre, y el inteligible el Hijo; de manera


que Dios extendiéndose a sí mismo produzca tan grande entender en sí mismo, que se
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extienda de él al entendido, que sea de la esencia del inteligente; y que el inteligente y el
entendido sea en el entender esencialmente, y que la distinción quede entre el inteligente y
el entendido, y que sea del Padre y del Hijo, porque es forzoso que el entendido sea del
inteligente, para que el entender sea mayor; porque si no fuese de la esencia del inteligente,
sería menor, cuya minoridad no tiene lugar en la deidad.

[53] Porque como Martin engendra el hijo de sí mismo, se debe llamar padre;
porque le engendra de sí mismo; así Dios inteligente que engendra de sí mismo a el
entendido, se debe llamar Padre, y consiguientemente, el entendido se debe llamar Hijo; y
conviene que cada uno sea supuesto persona y substancia, para que la grandeza sea
suficiente de sí misma y de la bondad, eternidad, poder, y de todas las otras dignidades.
Luego, se ha probado que la pluralidad es de la paternidad y de la filiación.

[54] La pluralidad de Dios conviene que sea del amante, del amable y del amar, y en
el amante, amable y amar, y por el amante, amable y amar; por cuanto si faltase alguna de
estas formas, sería vacua de una, o de dos, o de todas tres. Luego, es la pluralidad del amar
en el amar, y por el amar, y en el amante, y en el amable, y del amante, y del amable, y por
el amante y por el amable; y de esta manera es a todos tres, suficiente la grandeza de la
bondad y de las demás formas.

[55] Conviene pues que el amante sea el Padre y que el amado sea el Hijo, siendo
así que entre el Padre y el Hijo puede haber mayor bondad y grandeza de amor, por cuanto
el Hijo es del Padre, que entre otros cuales quiera supuestos, que no son de la esencia del
amor, ni son el Padre ni el Hijo; y por cuanto el Padre ama el Hijo, y el Hijo ama el Padre;
es necesario, que la grandeza sea suficiente y muy fuertemente de sí misma; y de la bondad,
eternidad, poder, y de las otras al mismo amar, que hay entre el Padre y el Hijo, y que aquel
amar sea tan grande en todas las dignidades, y por todas las dignidades, y de todas las
dignidades; como son el Padre y el Hijo.

[56] Luego, es necesario, que el amar sea persona y propiedad espirable, por la cual
conviene sea llamada Espíritu Santo, el cual sale, y es producido del Padre y del Hijo: del
Padre amando el Hijo, y del Hijo amando el Padre; y de cada uno amando al otro cuanto a
sí mismo; y aquel éxito, que sale y emana del amor del Padre y del Hijo no fuese Espíritu
Santo, no le sería suficiente la grandeza de la bondad, eternidad, poder y de las otras
dignidades; y sería aquel éxito sujeto de la minoridad y pequeñez, que es contra la
grandeza; y no sería lo que es en alguna forma, lo cual es imposible.

[57] Luego, aquel éxito es Espíritu Santo, es a saber la persona pasiva, espirable y
espirada del amor, que es la espiratividad activa, del Padre y del Hijo, el uno amando al
otro.

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[58] Conviene que la divina pluralidad que habemos probado sea en la mayor
relación de bondad, grandeza, eternidad y las otras, como en el amor, en el cual el amante,
el amable y el amar que son de su esencia son en mayor relación, que el amante, amable y
el amar, que no son de su esencia. Como Martin que ama los dineros, honores, las delicias
carnales; y así de los otros.

[59] Y pues en la pluralidad de Dios está la mayor relación del amante, del amable y
del amar; conviene que el amante sea el Padre, y el amable el Hijo, y el amar el Espíritu
Santo; y que todos tres sean el amor y relación de uno a otro, siendo sustentados en ellos
mismos el amor y la relación; como la esencia de sus concretos, que son esencialmente de
ella.

[60] Luego, es la sustentación o sostenimiento de las propiedades personales, las


cuales son la paternidad, filiación y espiración, para que la relación sea grande en la
grandeza de la bondad, del amor y de las otras, como el amor, en el cual no puede ser el
amante sin el amable, ni el amante ni el amado sin el amar.

[61] Naturalmente la mayor concordancia de bondad, grandeza, eternidad, poder,


sabiduría, voluntad y de las demás, que puede haber en la pluralidad, es a saber en las
propiedades distintas y personales, la puede haber entre el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo; por cuanto el Padre de sí mismo y de todo aquello, que tiene, produce a el Hijo; y el
Hijo no es de otro sino del Padre; así como Pedro hijo de Martin y de su madre; el cual no
es solamente de Martin, sino de su madre; ni es todo Martin, porque no es de la esencia de
su alma racional; ni es Martin, porque Martin está en un lugar, y Pedro su Hijo está en otro.

[62] Pero en Dios no es así; por cuanto el Hijo es de todo el Padre, y en el Padre, y
el Padre en el Hijo; y el Padre de todo su amar ama su Hijo, y el Hijo de todo sí mismo ama
a el Padre, y el amar es de ambos; y de una amatividad, que es de ambos, queda permanente
una amabilidad; y por ello la mayor concordancia, que puede ser, es de los tres en la
grandeza de la bondad y de las demás. Pero esto no podría ser, si la pluralidad no fuese de
la paternidad, filiación y espiración.

[63] Conviene que la divina pluralidad sea en la mayor igualdad que puede haber
entre el uno y el otro, para que aquella mayor igualdad tenga la suficiencia de la grandeza,
bondad, eternidad y las demás. Luego, hay la mayor igualdad que puede haber entre Padre,
Hijo y Espíritu Santo, y como el Hijo es de toda la bondad del padre y de toda su grandeza,
así es de toda eternidad, de todo poder, sabiduría y voluntad.

[64] Esta igualdad tan grande no podría ser sino entre el Padre y el Hijo, el Padre
engendrando de todo sí mismo al Hijo, y de toda su bondad, grandeza, eternidad¸ y las
otras; y el Padre espirante con el Hijo el Espíritu Santo procedido, o espirado de toda su

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grandeza y de las demás, y existiendo medio igual de ambos en cuanto sale y procede de
ambos.

[65] Luego, conviene que la pluralidad divina que requiere según su bondad y
naturaleza la mayor igualdad de los supuestos sea en la igualdad de la paternidad, filiación
y espiracion pasiva.

5. Del número divinal y eternal

[66] Se ha probado que en Dios hay pluralidad de personas, es a saber la del Padre,
la del Hijo y la del Espíritu Santo. Ahora queremos probar que las personas no pueden ser
más ni menos que tres, según la grandeza de la bondad, eternidad, poder y las demás.

[67] La grandeza de la bondad es, que tenga en sí misma y de sí misma el


bonificativo, bonificable y bonificar: y la grandeza de la eternidad es, que tenga en sí
misma y de sí misma eternificativo, eternificable y eternificar, y lo mismo de las otras
formas.

[68] Y por esto está significado que las personas divinas son tres y no más, ni
menos: porque si fuesen más, convendría que en las formas aquello más fuese superfluo,
como en la bondad en la cual convendría que hubiese dos bonificativos, o más, y dos
bonificables, o más, y dos bonificar, o más: y no serían suficientes un bonificativo, un
bonificable y un bonificar; y así faltaría la grandeza de cada uno, cuyo defecto sería malo y
la pequeñez de cada uno.

[69] Y si en la bondad no hubiese sino un bonificativo, y que no hubiese el


bonificable, que fuese de su esencia, y el bonificar, que fuese de la esencia de ambos, no
podría ser la relación en la grandeza de la bondad, y le faltaría grandeza; esto sería malo.
Luego, hay en la bondad tres y no más, ni menos; y esto mismo en la eternidad y en las
demás formas. Y es el bonificativo, grandificativo, eternificativo, poderificativo e
intelectivo; y en el amor el amativo, que es el Padre. Y el bonificable, magnificable,
eternificable e inteligible, y en el amor el amable, que es el Hijo; en cuyo amor el amar es
el Espíritu Santo, el cual es bonificar, grandificar, eternificar, poderificar y entender.

[70] Y hay distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; de manera que en el
amor el Padre y el Hijo son el engendrar: y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son en el
amor el expirar; siendo el expirar distinto, en cuanto el Padre y el Hijo son expirativos, y el
Espíritu Santo expirable.

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[71] Luego, son tres personas y no más ni menos.

[72] Si en lo Divino hay un Padre y no muchos, un Hijo y no muchos, un Espíritu


Santo y no muchos, es suficiente la grandeza a cada una de las personas en la singularidad
de cada una; y del mismo modo es de la bondad, que es suficiente a la singularidad de cada
una, y lo mismo hacen la eternidad, poder, sabiduría y voluntad; como en un reino, en el
cual basta un rey bueno, grande, poderoso, sabio y virtuoso: y en el cielo, en el cual basta
un sol y una luna; y en las cosas elementales un fuego, un aire, una agua, y una tierra; y en
el alma, un entendimiento, una memoria y una voluntad; y en el argumento, dos máximas y
una conclusión; y en el cuerpo, un largo, un ancho y un profundo: y así de los demás
semejantes a estos.

[73] Luego, es necesario que en Dios sea suficiente un Padre, un Hijo y un Espíritu
Santo, que son un Dios y no muchos, como en el amor de Dios, en el cual el amante, el
amable y el amado son uno y sí mismo en número que es el Hijo; porque si el amado fuese
uno, y el amable fuese otro, el amado sería deducido de potencia en acto, y el amable sería
en potencia y en lo futuro, o venidero.

[74] Y el Padre es amante y es amado por el Hijo, y el mismo en número que el


amante y el amado, y la distinción consiste en esto, que en cuanto él es amante es Padre, y
en cuanto él es amado por el Hijo; y esto mismo es del Hijo, el cual en cuanto el Padre le
entiende es Hijo, que es amante en cuanto ama al Padre; y lo mismo es del Espíritu Santo, y
son amados el Padre y el Hijo por el Espíritu Santo, expirado de ambos, siendo el Padre y
el Hijo un amante, que aman, es a saber el Espíritu Santo produciéndole. Hay un otro modo
de amar, del cual no se sigue producción, como el Padre que se ama a sí mismo, en el cual
amor son el amante, el amado y el amar una y misma persona en número, y lo mismo es del
Hijo, que se ama a sí mismo y es una y misma persona amándose a sí mismo; como se ha
dicho del Padre; y lo mismo es del Espíritu Santo. Y el amar de cada uno es una misma
esencia y un amor; así como es una la bondad de cada uno, o de todos tres, y una grandeza,
una eternidad, un poder, una sabiduría, una voluntad, una deidad y un Dios.

[75] Y esto conviene que sea de necesidad, para que la grandeza de la bondad, y de
su misma eternidad, y de las otras formas sea suficiente a cada persona y a la comunidad de
todas tres. Y este pasaje es muy provechoso, útil, y digno de que se sepa: y necesario a
aquellos, que desean tener conocimiento de la santa Trinidad.

[76] La mayor concordancia, que hay en número alguno, consiste en el número


ternario, así es en la bondad la concordancia del bonificativo, bonificable y bonificar, y en
la grandeza la concordancia del grandificativo, grandificable y grandificar: y así de los
demás.
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[77] Y por cuanto conviene que la mayor concordancia de número, que puede ser,
sea en Dios, y no menor; conviene, pues, que sea de tres solamente, y no de más, no de
menos. No puede ser de menos, porque la concordancia sería menor, por cuanto mayor es la
concordancia de tres que no de dos. De cuatro no puede ser; por cuanto el cuarto sería
superfluo en la concordancia; como en la bondad, en la cual basta la concordancia de tres,
es a saber la concordancia del bonificativo, bonificable y bonificar.

[78] Luego, la concordancia de tres es mayor que la de otro número, porque el uno
nace de otro uno, y uno sale y procede de dos, y todos tres son y quedan una esencia, una
naturaleza, un Dios en número, de manera que no se sigue el cuarto número, que se sigue
en las criaturas; como el hombre que es del cuerpo y alma, y de la conjunción de ambos, y
pasa al tercer número, que no es alguna de sus partes, ni alguna de sus partes es hombre.

[79] Pero en Dios el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y
todos tres son un Dios; y este Dios es el Padre, es el Hijo y es el Espíritu Santo, y así queda
el número en tres personas, y en un Dios; y uno no es otra cosa sino tres personas, ni las
personas son otra cosa sino aquel uno.

[80] Y conviene que sea así de necesidad, para que en Dios no haya partes ni
composición; y que la grandeza de sí misma, y de la bondad, eternidad, poder y otras sea
suficiente a el número ternario, del cual se ha dicho arriba.

[81] La mayor igualdad que puede haber entre muchas cosas, puede ser en el
número ternario: como uno que puede estar igualmente entre dos, y más igualmente que
entre tres o cuatro, o entre muchos; por cuanto, el segundo estaría más apartado del cuarto
que del primero o del tercero; y el primero, estaría más cercano del segundo, que del tercero
y cuarto; y el tercero, estaría más cercano del cuarto que del primero.

[82] Y aunque, la igualdad se haga de manera que dos estén en el medio, y dos sean
primeros, y dos estén en el fin; no puede ser tan grande la igualdad de tres tan solamente;
por cuanto uno de los dos, que están en el medio, es más cercano de los dos, que están en el
principio, que el otro que es su compañero, el cual está más cercano de aquellos dos, que
están en el fin.

[83] Luego conviene considerar de necesidad el número ternario en Dios, para que
pueda haber en el número de las divinas personas la igualdad mayor y propinquidad, que
puede haber; como el Espíritu Santo, que está en medio del Padre y del Hijo, en cuanto sale
y procede de ambos; como el amar que está en medio del amante y del amable, en cuanto es
de ambos; y el Hijo que está en medio del Padre y del Espíritu Santo, en cuanto procede y
sale el Espíritu Santo tanto del Hijo, como del Padre, que está en medio del Hijo y del
Espíritu Santo, porque así el Padre expira al Espíritu Santo, como engendra al Hijo.

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[84] Toda la perfección puede consistir en el principio, medio, fin, y fuera de estos
no puede ser, ni puede ser sin estos tres. Y por cuanto el número de las divinas personas
debe ser perfecto, se perfecciona en las tres, es a saber que sea un principio, que no sea
principiado, y que sea principiante, y este es el Padre.

[85] Y conviene que sea otro principio que sea principiado y principiante, y este es
el Hijo, que principia al Espíritu Santo, y es principiado por el Padre.

[86] Y es otro principio que es principiado, que es el Espíritu Santo, y no principia


otro principio, para que cumpla el número y el fin de principio, y para que el principiar
pueda estar en medio; porque si el Espíritu Santo principiase otro, y aquel principiase otro;
y así en infinito, no podría ser el número completo, y siempre quedaría en potencia un
principiable no principiado. Donde el principiar no podría estar en medio del principiante y
principiable; y así, el número no sería de tres, sino de muchos, en los cuales no habría
reposo en el fin; porque no habría fin; y el principio y medio serían vacuos, en cuanto no
tendrían fin actual, sino potencial, al cual se habrían y referirían eternamente; y no le
podrían tener; y así faltaría la grandeza de la bondad y de las otras al principio, medio y fin;
cuyo defecto es imposible.

[87] Por cuya imposibilidad está probado que el número solamente ternario de
personas consiste en la trinidad, la cual hemos probado de necesidad con el auxilio de el
Señor supremo, el cual sea servido de que todos los hombres tengan conocimiento de ella,
para que por este conocimiento la puedan mejor memorar y amar, de manera que se pueda
también dar de ella conocimiento a los infieles, que no la creen, por cuyo conocimiento
puedan conseguir su gloria.

[88] Habemos probado arriba trinidad, que ignoran los sarracenos y judíos; y se
persuaden que los cristianos creen en otra trinidad, que sea de partes, de las cuales se
desagrega en tres dioses, porque dicen que los cristianos creen, que entonces cuando se
hacía la encarnación del Hijo de Dios, la esencia y naturaleza divina se dividía en tres
partes; una de las cuales es el Padre, otra el Hijo, otra el Espíritu Santo, y algunos dicen que
Santa María es la otra parte; y por ello arguyen que los cristianos están en error; siendo así
que la esencia de Dios es infinita, indivisible e inmudable; también dicen que el Padre es
antes que el Hijo, y el Padre y el Hijo antes que el Espíritu Santo, y que una persona está en
un lugar y otra en otro. Y oponen otros muchos inconvenientes e imposibles contra los
cristianos, cuyas oposiciones y posiciones no harían, si supiesen la Santa Trinidad, que
creen los cristianos.

[89] Y por eso el señor papa, y sus hermanos los cardenales harían bien si tratasen y
ordenasen, que hubiese hombres santos y devotos para morir por Jesucristo; y que fuesen
enseñados en la lengua arábiga para que fuesen a predicar a los sarracenos; y a disputar con

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ellos mostrándoles la santa trinidad, que creen los cristianos; negando aquella trinidad, que
piensan los sarracenos, y dicen que creen los cristianos. Y por este modo podría el Señor
papa y sus compañeros exaltar más la fe cristiana, que por la espada, escudo o cuchillo.

6. De la creación

[90] El quinto artículo es creer y afirmar que Dios es el Creador del mundo: cuya
creación fue probada por cinco razones en la Tabla general; y aun en este libro lo
probaremos por cinco razones.

[91] Y primeramente de esta manera: Si el mundo es eterno, hay dos eternidades: la


eternidad de Dios y la eternidad del mundo, estando la minoridad de la grandeza y de la
bondad en la eternidad de Dios; la cual es más noble y mayor, si es singular, que si son
muchas las eternidades, como un Dios que es más noble y mayor, si es uno, que si fuesen
muchos. Y lo mismo del sol, cuya singularidad es la razón de la grandeza de su bondad y de
su perfección, y esto mismo es de la luna, la cual es singular, y semejantemente del fuego; y
así de otros, de la misma manera que es la singularidad del rey en un reino, y del
entendimiento en el alma, y de la visitividad en el cuerpo de Martin y de su caballo y de su
halcón.

[92] Luego, es la divina eternidad, si son muchas eternidades, contra la grandeza de


su bondad: porque priva la singularidad de su eternidad, cuya privación es mala y la
pequeñez de la grandeza. Y por cuanto al hombre es imposible la contrariedad, para que
Dios no sea contra sí mismo, conviene de necesidad que Dios sólo sea eterno. Es pues, el
mundo principiado en tiempo, porque se principia el tiempo en él; ni otro alguno le podría
principiar; porque se principiaría o habría principiado a sí mismo. Ahora pues, es imposible
que algún ente se principie a sí mismo. Luego, Dios es el creador del mundo.

[93] Si el mundo es eterno, su eternidad es fin y complemento de sus partes, siendo


así que el infinito es el fin y complemento de lo finito. La eternidad del mundo es infinita,
en cuanto no es principiada en tiempo, ni tiene principio, medio ni fin, y su bondad es
finita, en cuanto no se extiende infinitamente, y en cuanto el mundo es sujeto a la malicia,
que es contra la bondad.

[94] Lo mismo es de la grandeza, que es finita en sí misma, en cuanto el mundo es


finito circularmente; siendo así, que es necesario que todo cuerpo sea finito, en cuanto no se
extiende a lo infinito, que sea de su esencia.
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[95] Lo mismo es de las otras formas y partes del mundo; todas las cuales son en sí
finitas, entre cantidades, como la línea entre dos puntos.

[96] Pero en cuanto la eternidad del mundo es infinita, todas las partes generales de
la substancia del mundo serán infinitas en la eternidad, en cuanto duran sin principio, medio
y fin. Y así se sigue que la bondad es mayor en otro que en sí misma, y semejantemente la
grandeza; y así del poder y de otras formas, lo cual es imposible según el curso natural, es a
saber que algún ente sea mayor y más noble en otro, que en sí mismo.

[97] Se ha probado pues que así como las formas del mundo son terminadas y
comprehendidas entre cantidades; de la misma manera la duración del mundo es terminada
en principio y fin, y en tiempo.

[98] Luego, el mundo es creado y no eterno; y le llamamos creado, por cuanto no es


producido de otro, sino que de la nada.

[99] Si el mundo es eterno, la grandeza tiene mayor concordancia con la malicia que
con la bondad; siendo así que hay más de lo malo que de lo bueno, y que siempre fue y será
esto, pues que el mundo no fue principiado; porque si hay un hombre bueno, hay otros mil
hombres malos; y si un hombre vive cien años, un millón de millones y más estarán en la
privación de la vida, y si en esta vida tiene un placer y un bien, padece cien males y
disgustos, y nunca fue el primer hombre ni será el último.

[100] Y así la grandeza se extiende más en el mal que en el bien, y en la posibilidad


del mal, que del bien; y del vicio que de la virtud; y de la falsedad que de la verdad; y de la
contrariedad que de la buena concordancia; y de la privación del fin, que del ser. Y así la
eternidad del mundo está más sujeta al mal que al bien; y al menor bien que al mayor; y al
mayor mal que al menor; y su fin es la privación de las cosas, que son engendrables y
corruptibles, las cuales se han y refieren por segunda intención al ser, y principalmente al
no ser; y se sigue según el curso natural, que los menores bienes son más amables que los
mayores, y los mayores males menos temibles que los menores; y esto es inconveniente.

[101] Luego, el mundo es creado de la nada; para que no se produzcan los


inconvenientes susodichos, y que la grandeza tenga mayor concordancia con la bondad que
con la malicia, en cuanto el mundo será mejor según la vida eviternal, la cual probaremos
en su árbol.

[102] Hemos probado la Trinidad de Dios, en la cual el Padre produce eternamente


al Hijo, y el Padre y el Hijo expiran eternamente el Espíritu Santo. Y si el mundo es eterno,
es igual la producción de la Divina eternidad con la eternidad del mundo según la duración;
de manera que en la eternidad son las dos producciones iguales, es a saber la divina
producción y la producción del mundo; y así se sigue que la operación ad intra no

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comprehende en todos modos la operación que es ad extra, cuya operación exterior es el
mundo; y será igual a la operación interior en duración: cuya igualdad es imposible así en
duración, como en bondad, grandeza y las demás; para que la eternidad de Dios sea tan
igual antes del mundo creado en tiempo; como la bondad de Dios antes de la bondad del
mundo, y antes de otras formas suyas existiendo ellas por cuantidad y en la cuantidad, y en
la bondad de Dios existente sin cuantidad: luego el mundo es creado y nuevo.

[103] Si el mundo es eterno, no hay en sus partes general principio, que sea de su
esencia, porque su eternidad no es principiada, ni su poder es principiado, ni alguna de sus
formas generales, que son de su esencia, ni puede haber un fin universal en el mundo; por
cuanto no puede haber fin universal sin principio universal, siendo el principio y el fin de la
esencia de la substancia; ni puede haber medio general en la substancia del mundo; por
cuanto no puede haber medio general sin principio y fin generales.

[104] Luego, no son el principio, medio y fin formas generales, que sean de la
esencia del mundo; por lo cual se sigue de necesidad que en el mundo las formas
particulares no son existentes debajo de principio, medio y fin generales; lo cual es
imposible y contra la experiencia que sentimos y palpamos, así como Pedro que tiene
principio, medio y fin, y su caballo, y semejantemente el halcón; y lo mismo es de la
manzana y del pez, y de todas las cosas existentes en la generación y corrupción.

[105] Luego, es necesario, que sean las formas generales y naturaleza, debajo de las
cuales estén las particulares inferiores existiendo debajo de la esencia y naturaleza superior;
como las partes existentes debajo de su todo, y que son regidas por él. Luego, se ha probado
que el mundo es creado por razón de la experiencia, que tenemos de los principios, medios
y fines, que son de la esencia del mundo y de sus partes, las cuales no podrían ser, si el
mundo fuese eterno.

[106] Habemos probado que el mundo es nuevo; y que Dios sea el creador, y el
mundo creado.

[107] Y por ello el señor Papa, y sus hermanos los señores cardenales harían bien si
procurasen destruir la opinión, que tienen los sarracenos, tártaros y muchos cismáticos
cristianos, de que el mundo es eterno, en la cual mueren y se van a las penas perpetuas
infernales, que no tienen fin.

[108] Y se hace perjuicio a Dios y a su eternidad en la opinión de aquellos, que


niegan que Dios sea el creador.

[109] Y se hace también perjuicio a Dios y a su eternidad por aquellos, que pueden
destruir aquella opinión, y son negligentes en destruirla.
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[110] Además, de esto aquella opinión es muy peligrosa; porque se va
multiplicando fuertemente en el mundo: y porque su multiplicación disminuye la fe y la
esperanza de la otra vida; por cuanto si el mundo es eterno, todo lo que creemos del nuevo
y viejo testamento, lo creemos contra la verdad.

[111] Bueno es pues, haber probado que el mundo ha sido creado de Dios.

7. De la recreación

[112] Recreación es el sexto artículo, y este lo dividimos en cuatro partes: la


primera parte es, que pecó el primer hombre. La segunda parte es, que su pecado fue
general sensualmente. La tercera parte es, que aquel pecado fue general espiritualmente. La
cuarta parte es, que ya está hecha la recreación.

a) Que pecó el primer hombre

[113] Dios creó el mundo, como habemos probado: el hombre es parte del mundo:
luego Dios creó el hombre. Y lo creó con la grandeza de la bondad, duración, poder,
sabiduría, voluntad, virtud, verdad, gloria, concordancia, principio, medio y fin, siendo así
que todas estas formas están en Dios, y que estuvieron en la creación del hombre.

[114] Luego, es necesario que el hombre haya sido creado en la grandeza y de la


bondad, duración y de las demás; para que entre aquellas formas agentes y pacientes haya
la concordancia de la grandeza y de la grandeza, de la bondad y de la bondad; y así de las
otras.

[115] Como el sol, que es grande en cantidad, en la luz, en la virtud y en el


movimiento, y fue creado con la grandeza de la bondad, duración, poder y las demás. Del
mismo modo, el hombre es grande, y mayor que el sol en la grandeza de bondad, poder y
virtud según el curso natural; por cuanto, naturalmente, muchas más bondades participan
con el hombre que con el sol, porque el hombre siente, imagina y puede recordar, entender
y amar a Dios; y esto no lo hace el sol. Y por cuanto, el hombre cuando ha nacido comienza
primero a sentir el mal que el bien y a hacer vanidades, cosas malas y pecados antes que las
virtudes; comienza contra el fin, por el cual es creado. Y lo mismo es de los elementos
plantas y los animales brutos.

[116] Luego, es forzoso que el hombre haya tenido en el principio conversión del
bien en el mal, y de la grandeza en la pequeñez, y de la duración en la privación, y del
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poder en la debilidad, y de la virtud en el vicio en el hombre general primero creado; por el
cual el hombre ha caído en la perversión, que es por el pecado mortal: luego pecó el primer
hombre.

[117] El olivo que está ingerido en el alcornoque, atrae a sí la materia de el


alcornoque; y toma del crecimiento, y hace fruto en su especie, y no en aquella, que es la
especie de el alcornoque: ni el alcornoque tiene de que hacer fruto en su especie; por cuanto
el olivo convirtió en sí mismo la especie del alcornoque.

[118] Semejantemente, el Árbol racional está ingerido en el sensual; y según la


grandeza, bondad y virtud debía atraer el sensual al bien y no al mal, y a la virtud y no al
vicio. Y según comienza el hombre en su juventud, es lo contrario; como si el alcornoque
atrajese así la naturaleza del olivo, que es superior, y que el alcornoque hiciese fruto en su
especie, y el olivo no; así el cuerpo atrae el alma racional a lo inferior, para amar las
vanidades, y el pecado más que las virtudes, y el fin por el cual ha sido creado.

[119] Pero esto no podría ser, si es primer hombre no hubiese pecado; por cuando
este uso es general en todos los hombres en el Principio, cuando comienzan a venir a este
mundo: ni pudo principiarse de hombre, que no hubiese sido general y primero: como ni la
pimienta, ni el ajo serían de complexión cálida y seca, si el fuego en el principio no hubiese
sido cálido y seco; y un fuego general cálido y seco, del cual procediesen y descendiesen
todas las cosas cálidas y secas, que no podrían descender del fuego, que sale de la piedra y
hierro; el cual no es general a la generación de la pimienta ni del ajo.

[120] Luego, pecó el primer hombre, por razón de cuyo pecado el cuerpo inclina al
alma más levemente a los vicios, que el alma al cuerpo a las virtudes.

[121] Según lo que se ha dicho en el Árbol elemental, la bondad es la razón a lo


bueno para que obre lo bueno, y la grandeza es aquello, por cuya razón la bondad es
grande, y la duración es aquello, por cuya razón la bondad dura grande, y la grandeza
buena; y así de las otras; pero esto no es en el estado del hombre; porque después que el
mundo fue creado hasta ahora, hay más del mal que del bien, y es mayor el mal que el bien;
y siempre duró la grandeza del mal, y de esto tenemos experiencias sucesivamente, es a
saber que un hombre lo participa del otro.

[122] Luego, no se sigue que la bondad sea la razón al bueno para que obre el bien
grande; porque le falta la grandeza a la bondad y la bondad a la grandeza; y la duración les
falta a ambas; y consciente la grandeza que la malicia sea razón a el malo para que obre el
mal grande; y consciente la duración a la grandeza del mal permanece la bondad, razón
pequeña al bueno para que obre lo bueno, y esto según el estado del mundo.

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[123] Pero esto no podría ser si el primer hombre no hubiese pecado; porque el
hombre segundo, o tercero, o cuarto; y así de uno en otro, no bastaría a esta generalidad
pervertida del bien en mal, y de la gran bondad en la gran malicia; y de la gran duración de
la malicia y pequeñez.

[124] Luego, pecó el primer hombre: y por la razón del pecado se sigue esta
generalidad de la grandeza del mal, y que tanto duró y aún dura.

[125] Contrariedad es forma accidental; y la concordancia substancial por un modo,


y accidental por otro, según lo que se ha dicho en el Árbol elemental.

[126] Es, pues, la concordancia más próxima a la grandeza que la contrariedad; y


por eso más puede la concordancia naturalmente en el bien, que la contrariedad en el mal;
siendo así que el poder, que es menor; como el poder de la pimienta que puede calentar
más, que el poder del anís, y una libra de hielo puede enfriar más que una onza.

[127] Y por cuanto la contrariedad desencaminó en el hombre al mundo del fin por
el cual fue creado en mayor cantidad de desencaminamiento que de retención, la cual la
concordancia no pudo conservar en el hombre; para que el mundo permaneciese en el fin,
por el cual fue creado. Y en esto está significado que el primer hombre pecó, de a donde se
sigue que la contrariedad (que es naturalmente forma menor que la concordancia) haya
vencido a la concordancia; porque si no hubiese pecado el primer hombre, no hubiera
podido la contrariedad haber vencido generalmente la concordancia; y también, porque la
concordancia buena es según el curso natural, y según lo que es la criatura; más nosotros
hablamos de la contrariedad, que es privación de la concordancia; como la malicia, que es
el pecado y la privación de la bondad.

[128] El ser y la privación son contrarios, las virtudes y los vicios, lo bueno y lo
malo, lo grande y lo pequeño, la verdad y la falsedad; y así de las demás contrariedades: y
por eso lo malo, que es el pecado, no conviene con el ser; siendo así que lo bueno que es la
virtud conviene con el ser; como la falsedad no conviene con el ser, por cuanto la verdad
tiene con el ser concordancia; y lo mismo, es de la grandeza de lo malo y de la falsedad,
que no concuerdan con el ser; por cuanto, la grandeza de lo bueno y de la verdad tienen
concordancia con el ser.

[129] Y esto es según el curso natural, el cual está pervertido en el innatural: como
el calor natural del hombre, que está pervertido en lo innatural, por ocasión de haber
comido o bebido demasiadamente, o de otro exceso, o lesión de las complexiones, como el
hombre que tiene calentura por la demasiada cólera, o por la corrupción de algún humor; o
tiene dolor de cabeza por haber comido o bebido demasiadamente; porque sin alguna
ocasión no se podía hacer la perversión del calor natural en el innatural, ni de la salud en la
enfermedad.
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[130] Es forzoso pues que esta enfermedad en que están los hombres, en cuanto
están más prontos para hacer el mal, que para hacer el bien, y más el gran mal que el gran
bien, y son muchos más los hombres, que hacen el mal, y están en la falsedad sin fe, que
aquellos que están en la falsedad sin fe; y son hechos muchos más males, que bienes, y
muchos más hombres están en error entre los hombres, que en la verdad, sea por el primer
hombre, que ha pecado, de cuyo pecado procede nuestra enfermedad; que no podría ser
general sin el pecado del primer hombre general a todos los hombres, en cuanto todos son
derivados. Luego, pecó el primer hombre ha pecado.

[131] Habemos probado, pues, que pecó el primer hombre. Pero podrían decir
algunos que cada hombre peca entonces, cuando peca su libertad y actualidad; y no por el
primer hombre. Y en esto no nos contradecimos, según el modo del pecado actual
particular; como Pedro que es pecador, y semejantemente Martin; y podría ser que
Guillermo y Diego sean hombres justos; por lo cual el pecado actual no se extiende a todos;
pero es particular solamente; fuera de esto el hombre no peca por la libertad que tiene,
como el herrero que no pecó haciendo el cuchillo, que no hace bien por razón del martillo;
sino, por cuanto no lo sabe hacer bien, o porque no lo quiere hacer bien.

[132] Y la razón que habemos traído, para probar que ha pecado el primer hombre,
es de principios generales, es a saber del mayor apercibimiento o prontitud, que tenemos
para hacer el mal, que para hacer el bien; y que de más buena gana hacemos más el mal que
el bien, y antes hacemos el mal, que el bien, y primero sentimos el mal de la pena, que el
bien del reposo.

[133] Y por esta tal generalidad (que no puede ser sin ocasión; ni la ocasión puede
ser principiada en el hombre particular) habemos probado que el pecado es principiado de
hombre general, que se llama Adán, de quien habemos procedido todos.

b) Que el pecado de Adán es general sensualmente

[134] Habemos probado que el primer hombre pecó: y ahora queremos probar, que
fue aquel pecado original y general naturalmente a todos los hombres según el cuerpo de
cualquier hombre; pero de tal fuerte natural, como cierta doncella, que naturalmente fue
creada con veneno, la cual mataba naturalmente los hombres, así decimos que el pecado
original es natural, en cuanto está extendido y sembrado en todos los hombres contra el
curso natural de las virtudes, para cuya posesión son creados todos los hombres: como si
una doncella hubiese sido criada con triaca, con la cual hubiese vivido naturalmente contra
el veneno.

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[135] Dios es justo, por eso todo lo que hace, lo hace con justicia; y es bueno, y así
todo lo que hace, lo hace con su bondad; y es la vida, y por esto creó el hombre para vivir:
luego se sigue que Dios creó el hombre para vivir y no para morir.

[136] Donde siendo el hombre naturalmente mortal, y habiendo sido hecho inmortal
por la justicia original, conviene que aquella naturaleza de la mortalidad haya sobrevenido
por el pecado original; y así general a la mortalidad; como la mortalidad es general a todos
los hombres; y siendo algunos justos y buenos, y otros injustos y malos.

[137] Luego, el pecado original está extendido en la mortalidad del cuerpo de todos
los hombres, porque si el pecado no fuese general, Dios sería injusto y malo para los
hombres buenos y justos; en cuanto les privaría del fin de la vida, y les pondría en la
mortalidad, y en muchos trabajos corporales de hambre, sed, calor, frialdad y enfermedad;
y castigaría tanto a los hombres justos y buenos, como a los hombres injustos y malos: esto
no puede ser; porque dios es bueno y justo.

[138] Luego, se ha probado ser el pecado original en todos, por cuya razón están en
la mortalidad y pena general corporal y sensual.

[139] El alma racional es la forma del cuerpo, con el cual está conjunta, y le da el
ser en cuanto le sustenta/sostiene en el ser vital, y en cuanto es a la naturaleza del alma,
siempre mantendría el cuerpo vivo, con quien está conjunta, y con quien es parte, para que
de ella y del cuerpo sea el hombre, al cual tienen las partes apetito natural; como muchas
partes a su todo, que es el fin de cada una.

[140] Y por cuanto el cuerpo se inclina a la corrupción contra la naturaleza del alma,
y contra el instinto y apetito natural de muchas cosas a un todo, es forzoso que aquella
inclinación (a la cual se lleva e inclina el cuerpo contra su instinto y apetito natural, que son
por su fin) sea por razón del pecado original, que se desvía y desencamina del fin por el
cual fue creado; siendo así que el pecado y la virtud son contrarios, y que el cuerpo ha sido
creado con la virtud; y con el vicio ha sido desencaminado del fin. pero esto no pudo ser
principiado en el medio, es a saber en cualquier hombre; por cuanto el principio no
comienza en el medio; siendo así que el principio es antes del medio; como después del
medio es el fin.

[141] Luego, el pecado original es en todos los hombres, pues que todos los
hombres son mortales.

[142] La bondad es la razón de lo bueno, para que obre lo bueno, y por cuanto la
malicia es contra la bondad, no es razón del bueno para que haga lo malo: y lo mismo es de

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la malicia, la cual es razón del malo para que obre lo malo; porque como la bondad es razón
a la producción del ser; así la malicia es la razón a la privación del ser.

[143] Es, pues, la malicia la razón a la mortalidad, para que los hombres no tengan
ser; y para que sus cuerpos vengan a parar en tierra y polvo, y en la privación del
movimiento, de oír, ver; y así de los demás, que pertenecen al cuerpo vivo, y que tiene por
la producción del buen ser, al cual fue la razón la bondad.

[144] Luego, está significado que hay el pecado original en todos los hombres; por
cuya razón es su mortalidad corporalmente: por cuanto si no lo hubiese, no podría ser la
malicia general contra la bondad general.

[145] Empero, algunos podrán decir que mueren los animales brutos, aunque no
estén en pecado original- y a esto se puede responder racionalmente, que los brutos
animales son creados por razón de los racionales; porque como en la pimienta el fuego es el
señor, y los otros elementos siguen sus condiciones; y esto mismo en la guerra, en la cual el
rey es el señor, y los soldados siguen sus condiciones; de la misma manera en el curso
natural elemental, en el cual el cuerpo del hombre es el señor, y las condiciones de los otros
cuerpos animados siguen las condiciones del cuerpo del hombre, que requiere usar de ellas,
para que pueda vivir con ellas, y de ellas; como la luz en la lámpara vive del aceite, el cual
conviene que esté dispuesto así, para que la luz viva de él.

[146] El cuerpo del hombre es de la bondad, grandeza, duración, y así de las otras
formas substanciales; y es también de las formas accidentales, es a saber de la contrariedad,
cantidad, cualidad y demás: por eso, si el pecado original no estuviera extendido en el
cuerpo de los hombres, la contrariedad ni podría destruir la formas substanciales; cuya
contrariedad es forma accidental, contra quien están todas las formas substanciales y
accidentales naturales; pero no obstante la contrariedad vence, por cuya razón el cuerpo se
lleva e inclina a la corrupción y mortalidad; y esto hace la contrariedad con el ayuda del
pecado original, sin el cual no tendría tanto poder. Está pues, el pecado original en el
cuerpo de cada hombre, en cuanto cualquier cuerpo es mortal por razón de él.

[147] Empero, podían decir algunos, que el cuerpo se muere, por cuanto está
compuesto de los cuatro elementos, que son contrarios; como el fuego y el agua por el calor
y frialdad, y el aire y la tierra por la humedad y sequedad.

[148] A lo cual se puede responder racionalmente y según la verdad, que en


cualquier cuerpo es mayor la concordancia, que la contrariedad; como en cualquier
triángulo del cuerpo, en el cual hay dos líneas concordantes, y la tercera contrariante; como
el fuego y el aire concuerdan en el calor, y el fuego y la tierra en la sequedad; y la tierra y el
aire se contrarían por la humedad y sequedad: Es, pues, la concordancia mayor
naturalmente: y si no hubiese pecado original resistiría el cuerpo contra la mortalidad y
51
contrariedad (que es interior) con el ayuda de aquello que viene de afuera comiendo y
bebiendo; lo cual ayuda a la mayor concordancia. Pero, por cuanto hay pecado original se
ha perdido naturalmente la justicia en los hombres, y no comen templadamente; la cual no
habrían perdido si Adán y sus sucesores hubiesen sido justos. Pero, podría decir algunos
que entre el fuego y el aire hay contrariedad, por cuanto el fuego es seco y el aire húmedo,
por lo cual es fuerza haber mayor contrariedad que concordancia.

[149] Y a esto se puede responder verdaderísimamente, que es mayor la


contrariedad entre el calentante y el calentado (en cuanto el uno no resiste al otro; antes
cada uno tiene apetito a el otro) que la contrariedad del fuego y del aire, a cuya contrariedad
resiste cada uno de los otros por modo de disyunción; y la concordancia está por modo de
conjunción. Asimismo, por cuanto el fuego tiene mayor poder con la cualidad propia en la
concordancia, que con la cualidad apropiada en la contrariedad. Por esto aún queda
verdadera la razón, es a saber que en el cuerpo hay más de la concordancia según el curso
natural, que de la contrariedad.

c) Que el pecado general está en el alma

[150] Según el discurso y progreso, que tuvimos en los árboles naturales, dijimos
que el Árbol vegetal está ingerido en el Árbol elemental, el sensual en el vegetal y el
racional en el sensual.

[151] Y llamamos Árbol racional el alma del hombre ingerida en el cuerpo y


conjunta con él. Por lo cual de la manera que el fuego que está ingerido en el aire, en
cuanto está sobre él por modo de acción, y el aire está ingerido en el agua, en cuanto la da
el calor, que recibe del fuego, así la potencia elementativa atrae a la potencia vegetativa en
la plata para elementar; y la vegetativa en el caballo atrae a lo inferior, la sensitiva para
vegetar: y en el hombre la sensitiva atrae a lo inferior la raciocinativa para sentir. Y así las
formas superiores obran de las formas inferiores; y las formas inferiores por razón del
apetito, que tienen pasivamente en sí mismas, atraen las formas superiores; como la materia
a la forma. Y por eso la vegetativa mueve la elementativa en la planta, y la sensitiva mueve
la vegetativa en el caballo, y la raciocinativa mueve la sensitiva en el hombre.

[152] Y en este pasaje está significado que el pecado original se extiende a alma
racional de cualquier hombre según la inclinación, que habemos dicho, por cuanto el
cuerpo del hombre está infectado y corrupto, y tal corrupción como es, el alma racional le
mueve a elementar, vegetar y sentir, y le mueve a sus necesidades, es a saber a comer,
beber, habitar y vestir, y así de otras cosas que son exteriores, las que son criaturas de Dios,
y de las cuales no es digno el cuerpo de usar, en cuanto Adán fue contra su creador, y por el

52
modo el alma racional de Pedro o de Martin es instrumento por cuya instrumentalidad tiene
culpa general.

[153] Dos son los modos de pecar, es a saber, el pecado original y el pecado actual.

[154] El pecado actual se divide en pecado mortal, y venial, como el sarraceno o


judío, u otro alguno que no sea cristiano, en el cual se extiende el pecado original,
corporalmente según lo que habemos probado; y lo mismo es en los cristianos según la
naturaleza de la mortalidad y pena, pero no según la redención, que se ha hecho por la
pasión de Cristo, por razón de cuya pasión y recreación está lavada y limpia de la culpa el
alma del cristiano, y el cuerpo del pecado original; y el alma del sarraceno queda infectada,
aunque no sea de la esencia del alma de Adán; y aquella infección y culpa es a ella pecado
venial, pero por razón del cuerpo, es pecado mortal; como el cristal que es blanco en sí,
puesto sobre sujeto negro recibe el color negro, en el cual el color se juzga accidentalmente
negro; así como el hombre existente en la injuria es injuriador, y en la lujuria lujurioso.

[155] Y en este pasaje puede el hombre reconocer que el alma del sarraceno, o
judío, que cree seguir a la verdad, y que no peca mortalmente con pecado actual, no tendrá
pena espiritual, pero tendrá pena del cuerpo, en cuanto por él habrá ella perdido la gloria
espiritual. Luego, hay en las almas de los infieles, el pecado original, y ésta en ellos
mortalmente por el cuerpo por causa de la semejanza que toma, como el hombre que es
injusto en la injuria, está vestido de su hábito.

[156] En Adán fue exaltada toda la especie humana sobre todas las otras especies
corpóreas, todas las cuales son criaturas para servir al hombre, y pecó Adán según que
habemos probado; por lo cual, según la justicia de Dios, que es grande, conviene que como
gracia fue exaltada toda la especie humana en Adán en la grandeza de bondad, así después
toda fue precipitada en la grandeza de la malicia por razón de la justicia, en tanto que fue de
peor condición que otra criatura alguna por razón del pecado y la culpa, y subyugada a
mayor pena.

[157] Pero, esto no podría ser, si el alma de cualquier hombre no fuese infectada por
el pecado original, y que Dios pudiese dar más al hombre por gracia sin algún mérito suyo,
que la justicia de Dios castigar al hombre por la culpa. Y por cuanto la gracia de Dios y su
justicia son una y misma bondad y grandeza en número, conviene que pueda Dios castigar
tanto por la culpa, como dar por la gracia.

[158] Está, pues, la especie del hombre en peor condición por el pecado original,
que la especie del manzano, caballo, pez y grulla; porque estos individuos después de su
muerte no tiene pena, así no son de tan vil condición, como son los hombres, que mueren
en pecado original, y sería injuriar la justicia de Dios, que no pudiese castigar tanto, como
su gracia perdonar y dar.
53
[159] Si no fuese el pecado original en el hombre no recreado, su cuerpo no sería
atormentado después de la resurrección, porque no tendría con que sentir los tormentos, o
conviene que su alma tuviese gloria, y que el cuerpo tuviese pena, y que el cuerpo estuviese
en el infierno, y el alma en el paraíso. Luego, es forzoso, que el alma esté sujeta al pecado
original, para que sea instrumento, con el cual en el cuerpo del infiel, muerto en pecado
original, pueda ser atormentado y castigado de aquel pecado después de la resurrección.

[160] Pecó Adán, como está probado, y quedó el pecado original corporalmente en
todos los hombres, según lo hemos probado; y la perseverancia del pecado general no
podría permanecer sin sujeto; y el cuerpo del hombre no recreado no podría por sí mismo
solo ser sujeto de la perseverancia del pecado; el cual requiere sujeto, que sea el hombre, el
cual no puede ser son alma y cuerpo. Conviene, pues, que el alma entrase en la sujeción de
la perseverancia del pecado, para que el hombre fuese sujeto a aquella perseverancia; y por
esto indirecta y oblicuamente el pecado original cae en el alma de los hombres infieles, y
directamente y fin y medio en sus cuerpos. Por lo cual de la manera que un hombre es
amado por otro, y no por sí mismo, así el alma es infectada por el pecado original, y no por
sí misma, y esto es por razón de la gran conjunción y participación, que hay entre ella y el
cuerpo. Y en este pasaje se conoce como la santidad es alguna cosa grande, y de que modo
el pecado es grande.

[161] El cuarto modo de probar es la recreación, cuya prueba no cae, ni viene a


propósito de este lugar, porque tenemos que probar que el hijo de Dios se ha encarnado, y
que ha sido crucificado en cuanto hombre, por lo cual cuando se haya probado que ha
encarnado, y que ha sido crucificado por recrear al hombre, estará probado este artículo de
la recreación con la prueba de aquellos dos artículos.

8. Que Jesús Cristo resucita los hombres el día del juicio

[162] Este artículo, que es el séptimo, testifica que Dios es glorificador, es a saber
que es él quien da la gloria a los santos. Y la prueba de este artículo se hace de tres modos:

 El primer modo es probar la resurrección, para que sean glorificados los cuerpos de
los hombres justos.

 El segundo modo es probar que las almas de los hombres sean inmortales, es a saber
naturalmente incorruptibles, para que de ellas y de los cuerpos resucitados vuelvan a
ser los hombres como primero, y estos vayan a la gloria.

 El tercer modo es probar que la gloria es dada por Dios.


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a) De la Resurrección

[163] Dios creó el hombre con la grandeza de la bondad, duración, poder y las demás,
y por eso naturalmente hay en el hombre gran bondad, y su bondad es mayor por la
duración del alma y el cuerpo, que por la duración de uno solamente; y los mismo es de la
grandeza del poder.

[164] Conviene, luego, que haya resurrección, pues que hay creación de la grandeza de
la bondad por el agente en el paciente; cuyo paciente no podría ser, si no fuese la
resurrección, en la cual durase la grandeza de la bondad corpórea y espiritualmente en el
eviternidad.

[165] Si hay resurrección, puede la potestad de Dios en el hombre eviternamente, y si


no hay resurrección, no puede en el hombre, sino en esta vida en que estamos.

[166] Por lo cual, siendo el hombre más que su alma, como el todo que es mayor que
sus partes, es en esta vida mayor sujeto para el poder de Dios que en la otra. Y, es esta vida
es mejor y más noble que la otra, siendo así que aquel sujeto es más noble, en el cual puede
el poder de Dios poderificar mayor grandeza de bondad; y por cuanto es imposible que esta
vida sea más noble que la otra, conviene que sea la resurrección, para que el poder pueda
usar en el hombre la grandeza de la bondad, duración y de las demás.

[167] Luego, será de necesidad, la resurrección, es a saber según la grandeza de la


divina bondad, y el gran uso, que requiere en su efecto, y según la grandeza de la bondad de
la justicia, gracia y voluntad.

[168] Si no hay resurrección, en el otro siglo Dios es recordado, entendido y amado por
el alma, y no por el hombre; y por el alma injusta es recordado, entendido y aborrecido, y
no por el hombre; y así es defectuosa la justicia de Dios, porque en esta vida Dios fue por el
hombre memorado, entendido y amado, y por el hombre malo, memorado, entendido y
aborrecido; y así la justicia de Dios retribuye y remunera a otro, y no a aquel que amó,
castiga a otro y no a aquel que aborreció [desamó].

[169] Luego, hay resurrección, es a saber para que la justicia de Dios premie y
remunere a aquel, que amó a Dios, y castigue aquel, que aborreció a Dios.

[170] Y, en este mundo hay muchos hombres justos, que trabajan muncho por Dios,
Señor nuestro corporalmente, y que han sido y son muertos por su amor; y si no hubiese
resurrección, no sería el cuerpo remunerado de sus trabajos, que padeció en este mundo por
servir a Dios: y los mismo es de muchos hombres injustos, que en este mundo tuvieron
muchas prosperidades, y no fueron castigados en este mundo de los males, que hicieron
contra Dios en esta vida; y así el cuerpo o cuerpo de ellos no serían castigados, si no

55
hubiese resurrección, y sería defectuosa la justicia de Dios en juzgar, lo cual es imposible y
contra la grandeza de la justicia.

[171] Luego, será la resurrección, para después de esta vida tenga el cuerpo lo
merecido, y haga bien a el bueno, y castigue al malo.

[172] Todas las cosas corpóreas son creadas por amor por amor del cuerpo del
hombre, sirviendo a él, y por esto el cuerpo del hombre es como el centro y fin, al cual se
han y refieren todas las criaturas corpóreas, como los elementos, que se han y llevan a los
elementados, que se han y llevan a los elementados, y como los brazos del Árbol vegetal a
lo vegetado, y los brazos del Árbol sensual a lo sensuado.

[173] Por lo cual si no hubiese la resurrección de los cuerpos de los hombres después
del fin del mundo, todas las substancias corpóreas serían evacuadas del fin, siendo así que
después del fin del mundo no habrá generación, ni corrupción, ni operación de la naturaleza
elemental; y si hay resurrección, quedan llenas del fin en la glorificación de los cuerpos
santos, con cuya naturaleza participan los cuerpos elementados, y aquella participación será
eviterna; y los mismo es de los cuerpos celestiales.

[174] Luego, será la resurrección, para que los cuerpos permanezcan llenos, y tengan
centro, al cual se haya y lleven cumplidamente.

[175] Y en este pasaje se conoce que los hombres pecadores, que mueren en pecado
mortal, hacen grande injuria a las criaturas corpóreas, que le sirvieron en esta vida
comiendo, bebiendo, viendo, oyendo, palpando, hablando, alumbrando y de otros muchos
modos, cuyo servicio se pierde realmente en el hombre pecador, en el cual sus partes
corpóreas son vacías, o evacuadas del fin, y evacuan los fines de las otras partes exteriores.
Y así los hombres, que mueren en pecado mortal, son dignos de gran pena.

b) Que el alma racional sea inmortal

[176] En el hombre hay cinco potencias generales, es a saber la potencia


elementativa, vegetativa, sensitiva, imaginativa y racionativa. Y por la cuatro primeras es
cuerpo, y por la racionativa es alma, la cual no es de la naturaleza del cuerpo, porque si lo
fuese sería elemental y de las condiciones de los elementos, y no sería contra el sentir,
como el hombre que resiste con la templanza contra el demasiado comer, y contradice a la
imaginación con la razón, que alcanza la verdad superior, a la cual ni toca ni alcanza la
imaginación; como nosotros que estamos en esta tierra superior, que imaginamos que los
antípodas caen en la inferior. También imagina la imaginación que la manzana dulce sea
amarga, siendo tocada por el gustar enfermo; y el entendimiento alcanza que los antípodas

56
no caen hacia abajo, porque así subirían hacia arriba, y que la manzana dulce no es amarga,
sino que el gusto en gustar está enfermo, el cual en lugar de la dulzura toca la amargura.

[177] Luego, es el entendimiento, de otra naturaleza y esencia que la que es del


cuerpo; y por eso de la manera que el pudiese una saeta en el fuego, quemaría la leña, y no
el hierro; así muere el cuerpo y queda el alma.

[178] Luego, se ha probado, que el alma racional es inmortal según el curso natural, y
que muerto el cuerpo queda el alma.

[179] El cuerpo humano muere de dos modos.

[180] Uno es por razón del pecado original, como se ha probado, por el cual el alma
no muere naturalmente, siendo así que aquel pecado le es venial, como está probado.

[181] El otro modo es porque el cuerpo está compuesto de los cuatro elementos, cada
uno de los cuales contraría al otro, y por cuanto es engendrado de formas corruptibles y
vencido de formas nuevas.

[182] Pero, el alma no es elemental, ni de la naturaleza corpórea, ni tampoco es


engendrada, sino creada sin sucesión; y por eso no tiene en sí la misma naturaleza, por cuya
razón sea mortal. Es, pues, inmortal, así como la flor blanca es contraria a la negrura por la
blancura, y como la substancia cálida, que es contraria por el calor a la substancia fría.

[183] Dios creó el alma para memorarle, entenderle, y amarle, y asimismo la creó
para que memorase tan fuertemente, entendiese y amase a Dios con la grandeza de la
duración, así como con la grandeza de la bondad, poder, sabiduría, voluntad, virtud y
verdad, siendo así que Dios es tan memorable, inteligible y amable por su eternidad, como
por la grandeza de su bondad, poder y las otras.

[184] Luego, el alma es inmortal y eviterna, pues Dios eviternamente es recordable,


inteligible y amable; y también es inmortal, para que la grandeza de Dios satisfaga a la
grandeza de la memorabilidad, inteligibilidad y amabilidad de Dios en la eviternidad.

[185] Si el alma fuese mortal, siendo así que no es de la naturaleza elemental, ni


tampoco de la corpórea, como está probado, después de su muerte no habría sujeto alguno,
en que fuese sustentada; y lo mismo es de sus partes, que son las raíces de su árbol, y no
sería cosa alguna, y así Dios sería injusto, si no castigase el alma mala y no retribuyese y
premiase el alma justa. Y si la crease otra vez, no la podría crear en aquel número primero;
porque sus partes serían nuevas y otras; siendo así que en las dos creaciones conviene que
haya dos números, así distintos en pluridad como las dos creaciones. Y este paso es sutil y
digno de que se entienda.

57
[186] Luego, no es el alma creada otra vez: queda, pues, inmortal para que en su
número quede el sujeto de la justicia de Dios y de la gloria si fuese buena, y de la pena si
fuese mala.

[187] El alma justa en este mundo no es remunerada, por cuanto no tiene reposo en
este mundo, porque todo el mundo no la puede satisfacer ni llenar, por cuanto deseando el
hombre una cosa, al punto desea otra.

[188] Y porque Dios es justo conviene y es fuerza que el alma racional sea inmortal,
para que tenga reposo, en el cual consiga el mérito del bien, que hubiese hecho memorando,
entendiendo ya amando a Dios.

[189] Y lo mismo es del alma del hombre injusto, el cual no puede ser castigado en
este mundo, particularmente entre aquellos hombres, que tiene prosperidades y pocos
trabajos en él. Conviene, pues, que sea castigado en la otra vida con la grandeza de la
justicia, es a saber en la eviternidad, que queremos probar.

c) Que Dios dará la gloria a los santos en la gloria

[190] Creó Dios el mundo con la grandeza de la bondad, eternidad, poder, sabiduría,
voluntad, gloria y verdad; y por eso, su grandeza es la misma manera la razón a Dios, para
haber creado el mundo por razón de la gloria, como por razón de la bondad. Luego, es el fin
del mundo tan grande por la gloria, como por la bondad: es pues, bastante la bondad para
glorificar los hombres en la gloria, y para que la grandeza pueda ser tan suficiente al fin de
la gloria, como el fin de la bondad.

[191] Luego, se ha probado que Dios, que creó el mundo, dará gloria a los hombres
buenos. Y este pasaje es gustoso y digno de que se entienda, se alegra en tocar la verdad de
la gloria que aguarda, regocijase también en el nuevo modo de prueba que damos según el
Arte general.

[192] En Dios está la gloria, y él mismo es su gloria, y si no diese la gloria a aquellos


que aman la gloria, haría agravio a la amabilidad de su gloria, y a la amatividad de aquellos,
que aman su gloria; y así, sería injusto y avaro a su a amabilidad, y a la amatividad de los
hombres, y lo mismo se seguiría de su memorabilidad, y de la memoratividad, de la
inteligibilidad, y de la memoratividad e intelectividad de los hombres, cuya injuria es
imposible.

[193] Luego, Dios dará la gloria a todos aquellos que mueren en el estado de bondad,
virtud y verdad, y que le aman y esperan su gloria.

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[194] El artículo dice que Dios es glorificador, y la grandeza de la gloria de Dios
significa esto con la grandeza de la bondad, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud y
verdad.

[195] La grandeza de la gloria significa también esto con la grandeza de la bondad, en


cuanto es gran bien el dar la gloria y la gran duración, gran poder, gran sabiduría, gran
voluntad y gran virtud en la eviternidad; y si Dios no glorificase los hombres santos, sería
el significado contrario, es a saber que la gloria no significaría darle a los hombres con la
grandeza de la bondad, sino con la pequeñez de la bondad; y así sería contra la grandeza,
que tiene en la bondad, duración y demás, lo cual es imposible.

[196] Luego, conviene, que lo contrario sea verdadero, es a saber la concordancia de


la grandeza de la gloria, bondad, eternidad y demás.

[197] En cuanto lo dice el artículo que Dios glorificará, inquirimos si Dios glorificará o
no al hombre. Si tenemos la negación [negativa], y es verdadera, el artículo es falso, y es
deficiente la gloria con la grandeza de la bondad y la eternidad a su amabilidad: y si
tenemos la afirmación [afirmativa], es la gloria suficiente a su amabilidad con la grandeza
de su bondad, eternidad y demás. Luego, la verdad es la cumplida suficiencia que tiene la
gloria en su amabilidad. Luego, el artículo es verdadero y afirmable, y no negable.

[198] Pero, no obstante, queremos inquirir, y si Dios glorificara a los santos con
medio o sin medio. Si decimos que sin medio, afirmamos que Dios es visible a los ojos
corpóreos, pero es imposible.

[199] Luego, conviene que glorifique los cuerpos de los hombres con la gloria, que
sea el medio y que sea visible, el cual es el cuerpo de Cristo glorificado, que es lo que
intentamos probar. Así mismo, inquirimos si glorificara a los ángeles y a las almas de los
santos con la especie multiplicada de su semejanza, o sin la especie. Si entendemos con la
especie, afirmamos que la gloria está en la minoridad contra la mayoridad de la gloria,
grandeza, bondad, duración, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad, concordancia,
principio, medio, fin e igualdad. Luego, conviene tener y afirmar lo contrario, es a saber
que Dios glorifica sin medio y no con medio, porque no es como el fuego, que calienta el
agua con medio, y el herrero que con medio el clavo calentando el fuego y el aire, y
después el agua, y el herrero batiendo el clavo con el martillo movido por la mano, cuyo
clavo o cuchillo verdaderamente se haría sin medio, si queriendo el herrero hacer el clavo,
fuese hecho sin el golpe del martillo.

[200] Y en este pasaje se conoce de que manera la divina voluntad queriendo es


suficiente para la glorificación de las almas y de los ángeles, cuya fijación
perseverantemente en el objeto es gloria de Dios. Aquella gloria, pues, que tienen, ¿quién la

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podría describir o escribir? Se han dicho los siete artículos que pertenecen a la deidad.
Ahora conviene decir de los siete artículos que pertenecen a la Humanidad.

9. Que Jesús Cristo fue concebido por el Espíritu Santo

[201] Este artículo requiere tres pruebas. La primera es que ha sido encarnado. La segunda
es, que nuestro señor Jesús Cristo fue concebido por el Espíritu Santo, no por el hombre; la
tercera, es que ha encarna ya, y que no está por encarnar.

a) Que Dios se ha encarnado

[202] Cuando Dios creó el mundo, estuvieron en aquella creación su bondad, su


grandeza, su sabiduría y su voluntad.

[203] Y su sabiduría entendió la grandeza del fin, por cuya razón creó el mundo. Y
entendió aquel fin grande por razón de la grandeza de Dios, la cual estaba en la creación, y
lo bueno por razón de la bondad, y lo amable por razón de la voluntad. Luego, el mundo,
fue creado para fin grande, bueno, inteligible y amable.

[204] Síguese, pues, que si Dios ha encarnado que el fin, por el cual el mundo es
creado, haya sido en tan grande bonificabilidad, grandificabilidad, inteligibilidad y
amabilidad, que no pueda ser mayor, porque si pudiese ser en mayor, faltaría al mayor fin
la divinidad, bonificatividad, grandificatividad, intelectividad y amatividad, lo cual es
imposible.

[205] Luego, Dios a ha encarnado, siendo este el mayor fin, por el cual podría ser el
mundo creado, es a saber, que Dios haya encarnado en una parte del mundo, esto es en el
hombre, en el cual participan muchas más naturalezas, que en otra alguna criatura, hombre
que ha sido perdonado en Dios, y en conjunto con él, y que la divina y humana naturaleza
se haga una persona, un supuesto, un Dios y un hombre, no dos dioses ni dos hombres, sino
un hombre deificado, y el hijo de Dios hombrificado.

[206] Dios quiso tomar la carne humana, para que de la misma manera que sus
dignidades tienen reposo dentro de sí mismas en la operación, que es tan grande que no
puede ser mayor, así tuviesen reposo en las operaciones exteriores, es a saber en las
criaturas; pero, no podría ser hombre si no hubiese encarnado y si no hubiese deificado la
criatura; porque de la manera que su bondad no puede ser mayor razón a lo bueno para que
obre lo bueno, como siendo la razón el buen Dios para que produzca a Dios, y lo mismo es
de la grandeza y demás razones. Así la bondad divina no puede ser mayor razón al buen
creador de que produzca buena criatura, como es de que le sea a él la razón, de que le

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produzca para Dios, de la cual Dios sea vestido de tal suerte, que él sea aquella criatura, y
que él y aquella criatura sean una persona, que sea hombre Dios.

[207] Y así la bondad tiene reposo en la mayoridad de las criaturas, y semejantemente


en la sabiduría, porque no puede haber criatura más noble; y semejantemente, la voluntad
tiene reposo, porque no puede amar criatura más noble; y lo mismo es de su grandeza,
porque no la puede engrandecer más.

[208] Luego, Dios ha encarnado, para que sus dignidades tengan reposo en las obras
ad extra; y si Dios no ha encarnado, ni ha de encarnar, la bondad sería razón al buen
creador de que crease el bien grande con la grandeza; y Dios no lo crearía tan grande como
la bondad y grandeza, serían las razones para la creación, y esto sabría la sabiduría, en
cuanto habría mayor creabilidad de grandeza y bondad; y así la grandeza y bondad no
tendrían reposo, ni la sabiduría ni las otras formas en la creación; y Dios crearía
infinitamente criaturas buenas y grandes, y en ningún tiempo llegaría el fin, ni el
complemento, lo cual es imposible.

[209] Entre la causa y efecto hay concordancia, por cuya concordancia todo eficiente
ama naturalmente su operación.

[210] Es Dios causa primera, y el mundo es su efecto, es a saber su obra: luego, hay
concordancia entre él y el mundo, de cuya concordancia es el sujeto y participación de Dios
y de las criaturas, cuya participación quiere la voluntad sea tan grande que no pueda ser
mayor: no puede ser mayor, si Dios ha encarnado, porque en aquella encarnación participa
con todas las criaturas, en cuanto el hombre contiene en sí la naturaleza de todas las
criaturas; pero si no ha encarnado, la voluntad divina no ama la gran participación, ni la
concordancia entre Dios y la criatura; pero tiene concordancia con la pequeñez y
contrariedad contra la grandeza y concordancia; por cuya concordancias que tiene con la
pequeñez y contrariedad, es contra la operación de la grandeza, bondad, eternidad, poder,
así de las demás, cuya contrariedad es imposible. Luego, Dios ha encarnado.

[211] Dios creó el mundo por razón de la bondad, y por eso lo creó bueno; y lo creó
por razón de la grandeza, y por eso lo creó grande. Dios es deidad del mismo modo, que es
bondad y grandeza: luego, conviene que haya creado el mundo por razón de la deidad.

[212] Luego, conviene que el mundo haya sido deificado, pues que fue bonificado y
grandificado, porque si no hubiese sido deificado, habrían estado la bondad y grandeza en
la creación, y no la deidad, la cual estaría ociosa en la creación, cosa que es imposible,
siendo así que aquella bondad y grandeza son una misma cosa en número, y
semejantemente con Dios, que creó el mundo. Es, pues, el mundo deificado en un hombre
que es Dios, porque todo el mundo no es todo bueno e unidad de bondad, sí todo grande en
unidad de grandeza, cuyas unidades están en el hombre deificado, que es la parte del
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mundo, en cuya deidad fue la razón a Dios de que deificase el hombre, en el cual fuese
encarnado y hombrificado.

[213] Por cuanto Dios ha encarnado, puede existir el fin y complemento de todas las
cosas corpóreas en la eviternidad. Pero, esto no podría ser, si Dios no hubiese encarnado,
porque si Dios no se hubiese unido al cuerpo, ninguna naturaleza elemental, vegetal y
sensual podría alcanzar y tocar, ni participar con él, y así estaría vacías y evacuadas del fin,
al cual se habrían e inclinarían naturalmente en la eternidad, principio y medio de ellos; y
en ningún tiempo le alcanzarían; cuya vacuidad sería mala contra la bondad, y pequeña
contra la grandeza.

[214] Luego, Dios ha encarnado, para que aquel glorioso cuerpo, que tomó sea
visible, y su voy oíble; en cuyo cuerpo glorioso están las naturalezas del Árbol elemental,
vegetal y sensual, y así está pleno el principio y medio de las criaturas corpóreas en aquel
cuerpo glorioso, que es el fin de todas las cosas corpóreas, porque todo lo corpóreo reposa
en él según la naturaleza de la corporeidad; para cuyo reposo no sería suficiente criatura
alguna, que no fuese deificada.

b) Que nuestro señor Jesús Cristo fue concebido por el Espíritu Santo

[215] La potencia y el objeto tienen concordancia en la operación, como el visitivo y


visible, que tienen concordancia en el ver, y el intelectivo e inteligible en el entender, y el
bonificativo y bonificable en el bonificar, y así de las demás; y cuanto mayor es la
concordancia es el acto más simple y más propicio a la potencia y al objeto.

[216] Luego, conviene que Cristo sea concebido del Espíritu Santo en la virgen
gloriosa santa María, porque si hubiera sido concebida por el hombre, no hubiera sido el
acto tan puro, ni tan simple entre Dios y santa María, Señora nuestra, y Cristo tendría dos
padres, es a saber, uno Dios, y otro hombre, y nuestra Señora no tendría, entonces,
concepción tan pura en concebir a Dios, como tuvo sin la copula del hombre, y sería la
concepción menor, y semejantemente las potencias, por razón de cuya minoridad no podría
ser la encarnación, que conviene que sea en la mayor mayoridad de concordancia, que
puede ser entre la potencia y el objeto. Luego, Jesús Cristo fue concebido del Espíritu Santo
sin la copula del varón.

[217] Porque, si Jesús Cristo hubiera sido concebido por copula carnal del varón, el
Hijo de Dios hubiera tenidos dos padres y una madre, es a saber Dios Padre, y hombre
padre, cuyo hombre padre hubiera sido tan padre suyo, como la madre por su naturaleza.

[218] Pero, eso no conviene según la grandeza del Hijo de Dios Padre, por cuanto,
pues basta un Dios Padre no conviene que tenga hombre padre, y también es más natural la
filiación de un padre y de una madre, que de dos padres y una madre; por cuanto, la mayor

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concordancia del padre, de la madre, y del hijo conviene que sea en la encarnación, es
fuerza de necesidad que Cristo sea concebido por el Espíritu Santo, y no por hombre.

[219] Si Cristo fuera concebido del hombre, sería en la concepción de hombre padre y
de mujer madre, de tal manera hombre como otro hombre, y no podría ser la encarnación,
que es necesario que sea de necesidad, para que el hombre sea hombrificado en la deidad, y
no en sí mismo, y para que pueda ser una persona de ambas naturalezas, es a saber, de la
divina naturaleza y de la humana, cuya persona realmente no podría ser una. Si Cristo en
cuanto hombre fuese en sí mismo hombre, y no hombrificado en la deidad, porque ya sería
concebido de hombre padre y de mujer.

[220] Luego, Cristo es hombre engendrado por el Espíritu Santo y no por hombre,
pero producido de madre en la deidad.

[221] Si Cristo hubiera sido concebido por hombre, nuestra Señora santa María no
podría ser virgen en la concepción, porque habría sido corrompida por hombre, por cuya
corrupción la santidad e intención serían en la minoridad de la puridad, bondad, grandeza,
voluntad y poder en la encarnación, y lo mismo de las otras formas, y así la concepción no
habría sido digna de conjugar la naturaleza divina y humana en una persona y supuesto
Dios hombre.

[222] Conviene, pues que nuestra Señora haya sido virgen para que en la concepción
exaltase su dignidad y poder y la mayoridad de la grandeza, bondad, virtud, y demás.

[223] Dios hizo el hombre de la tierra, e hizo la mujer del hombre. Luego, según el
orden convino que hiciese el hombre de la mujer. Y si Cristo fuera hijo de hombre y mujer,
faltaría el tercer modo, es a saber, el producir el hombre de mujer sin hombre, cuyo defecto
sería vacuidad del orden, y de la grandeza, bondad y las otras, cuya vacuidad es imposible,
porque es contra la bondad de la grandeza y de las otras.

c) Que Jesús Cristo se ha encarnado

[224] Conviene que la encarnación sea con la grandeza de la verdad, para que en ella
pueda estar la grandeza de la bondad, la cual no podría estar en ella si estuviese con la
pequeñez de la verdad, cuya pequeñez resistiría la grandeza de la falsedad y de la malicia, y
así no podría ser la encarnación.

[225] Y por cuanto está probado que la encarnación debe ser, es, pues, la encarnación
con la grandeza de la verdad si Dios ya ha encarnado; porque si hubiese de encarnar todos
los hombres que creen, que ya ha encarnado, están en falsedad, y creen contra la verdad una
y misma encarnación, y así están en malicia y en pecado; y se van al fuego infernal; y se
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sigue la pequeñez de la verdad; y la privación de la grandeza de la bondad en la divina
voluntad y sabiduría, lo cual es imposible.

[226] Luego, ya Dios encarnó, para restaurar la grandeza de la bondad y de la verdad


de los hombres que creyeron, creen y creerán que ya encarnó.

[227] Si Dios no ha encarnado, está para encarnar, y cuando encarnare, los hombres
no tendrán en su encarnación lugar para creerla, porque la opinión de ellos sería que aquella
encarnación era falsa como la pasada, que creía los hombres ser verdadera, y así no
tendrían libertad para creer, y sería la creencia imposible según la grandeza de la bondad,
sabiduría, voluntad, verdad y virtud, por razón de cuya imposibilidad sería imposible la
encarnación.

[228] Luego, ya Dios encarnó, para que no se siga la susodicha imposibilidad.

[229] Si Dios encarnó ya, es justo que se haga reverencia y honor a Jesús Cristo,
señor nuestro, y a los apóstoles, mártires y confesores, que son autenticados y están tenidos
como santos; y si Dios no ha encarnado aun, Cristo fue nacido en Nazaret y crucificado en
Jerusalén, hombre falso, y todos los que creen en él, están en falsedad por él, si Dios es
contra la justicia, y contra el modo de la encarnación, y se sigue en Dios la minoridad de
misericordia y piedad, por cuanto todos los cristianos, judíos, sarracenos, y paganos se van
al infierno, en tanto Dios no tiene misericordia y piedad de ellos. Luego, ya ha encarnado,
para que Dios tenga misericordia grande y piedad, y que los santos, que creen en la
encarnación sean remunerados de los dolores que padecieron por la fe.

[230] Conviene que la encarnación sea con la grandeza del fin en la duración, como
lo es con la grandeza del fin en la bondad, sabiduría, poder y voluntad. Y si Dios no ha
encarnado ya, el fin de la encarnación es con la mayor grandeza de la duración sujeta a la
grandeza de la bondad, poder, sabiduría y voluntad, en cuanto el tiempo que hubiere pasado
hasta el tiempo en que será encarnado, no fue sujeto a la grandeza de la bondad en la
duración del poder, sabiduría y voluntad. Luego, falta la duración a las formas, y al
contrario faltan las formas a la duración, lo cual es imposible.

[231] Luego, ya Dios encarnó, para que podamos ver al mismo Dios hombre en su
gloria por su grande piedad.

[232] Si Dios encarnó ya, el orden está constituido y puesto entre la primera y
segunda intención. Primera intención llamamos al nuevo Testamento, y segunda intención
al Testamento viejo, el cual tiene con el nuevo concordancia sucesivamente, y en cantidad
continua del tiempo.

[233] Y si Dios no ha encarnado, se sigue lo contrario, y está la concordancia de la


cantidad continua en privación, y está en cantidad discreta, y esta creencia que tienen los
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cristianos es medio falso si Dios no ha encarnado ya, cuya cantidad discreta realmente
constituye contrariedad entre la primera intención y segunda contra la mayor concordancia,
que está en la cantidad continua y en la discreta.

[234] Luego, Dios ya ha encarnado para que sea la mayor concordancia de cantidad
entre la primera y segunda intención.

10. Que Jesús Cristo ha nacido

[235] Se ha probado que Dios ha encarnado, y al consecuencia de la encarnación


según el medio y el fin sigue el principio de la encarnación, la cual es continua y concluye
que ha nacido; porque si no hubiese nacido, y hubiese encarnado, no se conseguirían el
principio, medio y fin de la encarnación, y faltaría la grandeza a la verdad de la encarnación
y de la humanidad, cuyo defecto sería malo contra la bondad, y vicio contra la virtud, así de
los otros.

[236] Luego, Jesús Cristo ha nacido nombre Dios, pues fue encarnado hombre Dios.

[237] Jesús Cristo nació naturalmente, para que su nacimiento fuese según el modo
de curso natural, que pertenece al nacimiento del hombre, y nació en especie humana,
porque fue hombre e Hijo de Dios. En cuanto fue hombre nació hombre y en especie de
hombre, y el hombre deificado nació Dios en la deidad; y así nació Dios en la humanidad, y
hombre en la deidad; y por eso conviene que fuese, por razón de la unidad personal, de
ambas naturalezas, es a saber de la divina naturaleza y de la humana.

[238] La natividad de Jesús convino ser así por lugar natural en cuanto a la naturaleza
del hombre, como convino haber sido sobre el curso natural en cuanto a la naturaleza
divina, que fue conjunta con la naturaleza humana sobre el curso natural. Y así. Jesús
Cristo, nació sobre el curso natural, en cuanto nuestra Señora quedó virgen después del
parto, como fue virgen primero en la concepción: porque de la manera que la deidad no
requería del modo del curso natural en tomar la humanidad, así no requería salir del cuerpo
de la virgen corrompiendo lugar, y el medio del tránsito.

[239] Y tal tránsito sobrenatural tuvo semejanza con la concepción, que sobre el
curso natural; en cuanto Jesús Cristo no fue hombre hombrificado, sino un supuesto divino,
en el cual fue producida y sustentada la hombrificación.

[240] Conviene que la natividad de Jesús Cristo conserve la intención de su madre


Señora nuestra, y la amatividad de su virginidad, para que la grandeza de la bondad divina
fuese suficiente a la grandeza de la voluntad de nuestra Señora, que tuvo la intención de
quedar virgen en el principio, medio y fin de la encarnación, y del nacimiento de su hijo,
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cuya suficiencia de bondad no sería, si Jesús Cristo no hubiese nacido de virgen, de la cual
nació, para que permaneciese la grandeza de la bondad en la intención de la virginidad.

[241] Si Jesús Cristo nació de virgen, y fue concebido de virgen, su virginidad,


pureza y santidad fueron en la mayor concordancia de bondad, grandeza, duración, poder,
sabiduría, voluntad, gloria, virtud y verdad. Y si Jesús Cristo, nuestro señor no ha nacido de
virgen, será la concordancia en la minoridad de la grandeza, bondad y otras, cuya
concordancia de minoridad es imposible.

[242] Luego, Jesús Cristo nació en la mayor concordancia de la virginidad.

11. Que Jesús Cristo fue muerto

[243] La deidad honró cuanto pudo la humanidad de Jesús Cristo, porque no pudo
honrarla más que habiéndola creado en la deidad, la cual fue conjunta con el Hijo de Dios.

[244] Conviene, pues, que la humanidad honrase cuanto pueda a la deidad, y no la


puede honrar con las prosperidades y delicias temporales, porque la deidad no requiere de
los honores y prosperidades, pero requiere que el hombre sea pobre en este mundo, y que
sufra trabajos y muerte para honrarla.

[245] Luego, conviene que Cristo en cuanto hombre muriese para que la humanidad
honrase a la deidad, y para que fuese ejemplo a los otros en honrarla.

[246] Jesús Cristo fue muerto para dar ejemplo de que el hombre mortal por causa
del pecado original, pero era inmortal en cuanto fue sostenido en la deidad. Y fue mortal
para que con su mortalidad especial muriese la muerte general, cuya muerte, pues general,
fue vencida, porque aquel, por quien todo el mundo fue creado, padeció la pasión para que
el mundo fuese recreado, cuya pasión especial es realmente suficiente, para quitar la culpa
general; así como fue suficiente fin a la generalidad del mundo, que fue creado para el fin
Cristo y su causa.

[247] Y este pasaje está probado que el mundo recreado por la muerte de Cristo, la
cual conviene que fuese, para que el mundo fuese recreado por ella, y para que fuese
restituido al fin, por el cual fue creado, porque si el mundo en la eviternidad fuese
desencaminando del fin, para el cual había sido creado, la grandeza, bondad y demás
formas divinas faltarían al fin de la creación, lo cual es imposible.

[248] Se ha probado que el mundo quedó apartado y desencaminado del fin por el
pecado original.
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[249] Quiso, pues, Jesús Cristo morir, para que su muerte fuese la razón a su pueblo,
por el cual fue muerto, para que le amase, cuya razón verdaderamente no podría ser en
grandeza tan grande de amabilidad, como fue por la muerte, porque el pastor no puede
amar más sus ovejas, que cuando muere por el bien de ellas; y por cuanto Jesús Cristo amó
su pueblo en la grandeza de la amatividad, quiso morir por la razón de la grandeza de la
amabilidad.

[250] Y en este pasaje puede conocer el hombre, que Jesús Cristo permite y sufre
que haya en el mundo sarracenos y paganos, para que los cristianos tengan gran materia de
amabilidad; y también para que en ella usen de la gran amatividad, de manera que estos
sufran y padezcan trabajos y muerte para convertir los infieles a Dios, y para recuperar la
Tierra santa.

[251] Y por esto los papas y cardenales hacen mal y otros prelados que no crían
cristianos para morir por Jesús Cristo, y así ejercer la gran amatividad.

[252] Jesús Cristo al comienzo fue hombre para honrar a Dios, amarle y servirle, y
quedó firme en el medio honrando a Dios y amándole en cuanto fue hombre, y esto cuanto
pudo. Conviene, pues, que en el fin cumpliese y llenase el honor grande, y la gran
amatividad y amabilidad, pero esto no podría ser en el fin, si no hubiese muerto para honrar
la deidad; por cuanto el fin no sería semejante al principio y medio con la grandeza de la
amatividad y amabilidad, cuyo fin conviene que sea, para que responda a la naturaleza del
principio y del medio, según la cantidad continua de la grandeza de la humana amatividad y
amabilidad.

[253] Luego, se ha probado que Jesús Cristo fue muerto y crucificado.

[254] Jesús Cristo fue muerto en cuanto hombre, no en cuanto Dios, como san
Pedro que fue muerto en cuanto el cuerpo, pero no en cuanto el alma; y también el cuerpo
de Cristo fue muerto estando en la cruz, en cuanto el alma le dejó, y no muerto en cuanto la
deidad no se apartó de él, ni fue disuelta la conjunción de la divina y humana naturaleza:
quedó, pues, Jesús vivo y muerto sin contradicción; porque fue muerto según la mortalidad
humana, y fue vivo según lo que fue deificado en la deidad viva, de la cual no se puede
apartar la vida.

[255] Asimismo, se sigue sin contradicción que Dios fue muerto en la cruz y no fue
muerto, fue muerto en cuanto hombre Dios, que fue muerto en cuanto hombre, y no fue
muerto en cuanto Dios hombre, el cual en cuanto Dios no fue muerto.

[256] Por eso Cristo fue muerto según el curso natural, y quedó vivo según el curso
natural. Y así se responden recíprocamente los artículos de la encarnación, natividad y

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pasión según la naturaleza humana y sobre su curso natural. Esta consideración es muy
deleitable y digna de ser considerada.

12. Que el alma de Jesús Cristo descendió a los infiernos

[257] El alma de Jesús Cristo descendió a los infiernos, adonde estaban Adán y los
santos Padres, que habían pasado de esta vida, a quienes redimió por su muerte, quiso bajar
a ellos para causales mayor gozo en su redención, porque mayor gozo fue el que les fuese
anunciada por el señor, que no por mensajero suyo.

[258] Y porque la redención fue grande, convino que se manifestase con mayor
regocijo y con mayor verdad; y esta mayor verdad realmente se manifestó mucho mejor por
aquel que obró la redención, que por otro alguno.

[259] Y cuando el alma de Cristo descendió a los infiernos, la cual estaba unidad
con la deidad, Adán y los profetas vieron a Dios, y le conocieron en el alma de Cristo, el
cual no podían conocer, ni ver por otro, con quien no estuviese conjunta la deidad; y así
vieron la parte del hombre, es a saber el alma, y vieron al Hijo de Dios en ella, por cuya
visión fue multiplicada la firmeza o certidumbre mayor de su redención, por la que la
mayor certidumbre conviene que el alma de Cristo descendiese a los infiernos, y que sacase
a los santos de aquellos lugares.

[260] El alma de Cristo descendió a los infiernos para manifestar hacer alarde de la
victoria que Cristo tuvo en la cruz, en la cual redimió el género humano con su propia
sangre; y significaba que en el infierno no tenía aflicción de las penas que había en él, y la
significación de esto fue la señal y manifestación a los profetas y santos, que estaba
confundida y acabada por la culpa del pecado original, pues que el alma, que era semejante
a ellos, no tenía pasión en el lugar donde estaban.

[261] Para que los condenados tuviesen mayor pena descendió el alma de Cristo a
los infiernos, porque en ella fue manifestada la victoria, que tuvo en salvar aquellos, que
creían en Jesús Cristo, quedando perpetuamente en el infierno aquellos que habían negado
su venida. Por lo cual del modo que a los justos fue de mayor gloria la representación de
Jesús Cristo, así convino que fuese una pena mayor a los injustos.

[262] De la manera que Jesús quiso en la cruz descender de la vida a la muerte, así
quiso descender y bajar de la vida adquirida en la cruz por su muerte a la muerte de los
santos, que estuvieron en las tinieblas por el pecado original. Y esto convino que fuese así,
para que su descendimiento fuese en la grandeza de la bondad, caridad y humildad. Pero
eso no podría ser, si Jesús Cristo no hubiese bajado a los infiernos.

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13. Que Jesús Cristo resucitó

[263] El mayor fin de la bondad, grandeza y de las otras consiste en el hombre más
que en alguna de sus partes solamente; por eso convino que Jesús Cristo resucitase para que
llegase el mayor fin; porque si no hubiese resucitado, convendría que en él hubiese alguna
culpa que impidiese el mayor fin, cuya culpa, pues, no pudo haber en Cristo, porque es
hombre conjunto y personado en la deidad y sustentado en ella.

[264] Jesús Cristo resucitó, para que fuese hombre de cuerpo y alma, como fue
antes que muriese, y cuando fue muerto fue hombre, en cuanto era Hijo de Dios hombre,
pero no era hombre, en cuanto el alma no estaba en el cuerpo; y porque el Hijo de Dios
quiso ser hombre constituido del alma y cuerpo, Jesús resucitó para que la divina voluntad
hubiese conseguido aquello que quería, lo que no habría conseguido si Jesús Cristo no
resucitase de la muerte a la vida.

[265] Por cuanto Jesús resucitó de entre los muertos, ese significado lo había
cumplido en la cruz, alcanzando la victoria contra el pecado original; y si Jesús Cristo no
hubiese resucitado, hubiese significado que la victoria no estaba cumplida.

[266] Por lo cual conviene que Jesús Cristo hubiese resucitado de entre los muertos,
pero no por otro, sino por sí mismo: porque, como el Hijo de Dios encarnó por sí, así el
alma de Cristo volvió por sí a su cuerpo, desde donde había salido.

[267] Jesús Cristo resucitó para ser el ejemplo y señal de la general resurrección de
los hombres, que ha de venir, por eso puso a los hombres por su resurrección en mayor
esperanza de la resurrección, contra cuya mayor esperanza hubiera sido, sino hubiese
resucitado contra la mayor esperanza, lo que no pudo hacer Jesús Cristo según la grandeza
de la bondad, justicia y caridad.

[268] Si Jesús Cristo no hubiese resucitado de entre los muertos, estaría su cuerpo
en la tierra y el alma en el cielo, y su cuerpo no habría tenido privilegio sobre los cuerpos
de los otros hombres en la grandeza de la bondad, gloria y voluntad, cuyo privilegio es
realmente necesario lo tenga Jesús Cristo por razón de la conjunción de la divina y humana
naturaleza, en cuya conjunción está exaltada la naturaleza humana de Jesús Cristo en la
mayor grandeza de bondad, gloria, fin y voluntad, que de alguna de las otras criaturas.

[269] Luego, Jesús Cristo resucitó de entre los muertos.

14. Que Jesús Cristo subió al cielo

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[270] Están las almas de los santos en el cielo imperial, allí contemplan a Dios, y lo
ven cara a cara, y ojos espirituales a espirituales ojos, y en esta vida mortal ningún alma
puede contemplar, ni ver a Dios sin medio, es a saber sin la especie fantástica: luego, es
más noble aquel lugar superior que el lugar de esta vida mortal.

[271] Luego, convino que Jesús Cristo subiese su cuerpo a aquellas cumbres o
alturas, en las cuales es el lugar más noble. Pero, esto no pudo ser, si Jesús Cristo no
hubiese subido a los cielos.

[272] Subió Jesús Cristo a los cielos para dar la gloria a los santos, por cuanto por
su visión tienen mayor gloria, y si no hubiera subido a los cielos, la tendrían menor; y así
Jesús Cristo hubiera sido contra la mayor gloria, y tendría gran concordancia con la menor
gloria, lo cual es imposible, siendo así que la gloria y la mayoridad tienen concordancia en
la grandeza de la bondad y de las otras.

[273] Y en cuanto Jesús Cristo subió a los cielos, constituyó las almas de los santos
en mayor esperanza de resurrección, por cuya mayor revelación y significación tuvieron los
santos mayor gloria y mayor esperanza de resurrección.

[274] Jesús Cristo recreó el género humano, y sacó las almas de los santos del
infierno, las cuales se fueron al paraíso, siendo así que el paraíso es el lugar donde se toca y
alcanza el fin, por el cual fue creado el mundo. Por eso esta vida en que estamos es en el
principio y en el medio; y la otra vida es en el fin.

[275] Por lo cual si las almas fueron al paraíso, convino bien que el alma de Jesús
Cristo hubiese ido, y su cuerpo hubiese también subido allá, siendo así que él es el fin y
complemento de la restauración de aquellas almas.

[276] Jesús Cristo es más noble por razón de la divina naturaleza, que por razón de
la humana, y por esto si no hubiese subido a los cielos la divina naturaleza hubiera sido
agraviada en la humana. Y lo mismo es del alma y del cuerpo, siendo así que el alma es
más noble que el cuerpo. De la misma suerte que si el olivo que está ingerido en el
alcornoque subiese hacia arriba, de manera que el olivo fructificase en la especie del
alcornoque, las aceitunas serían verdaderamente de la especie del alcornoque, y no del
olivo.

[277] Luego, Jesús Cristo, subió a los cielos, para que en él no se siguiesen los
inconvenientes susodichos.

[278] Dios es bueno y su bondad le es la razón de que obre lo bueno, y Dios es


grande. Luego, su bondad es razón a Dios de que obre lo grande bueno. Luego, su bondad
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no le es razón de que obre lo pequeño bueno, sino lo grande, y pues, que es deidad grande,
no podía hacer bien a la humanidad que tomó, si la retuviese en los lugares donde no se
alcanza lo grande, sino lo pequeño.

[279] Luego, subió la misma gloria la humanidad de Jesús Cristo a los lugares,
donde se alcanza lo grande bueno.

15. Que Jesús Cristo será el juez el día del juicio

[280] Conviene que sea el día del juicio de los hombres buenos y malos, para que se
consiga el fin de los entes, que han sido creados, cuyo juicio, pues conviene que sea
entendido, visto y oído, porque sin el entender, ver y oír no sería el fin de la grandeza de
bondad, verdad y las demás. Conviene que sea Dios, para que el juicio sea entendido en la
grandeza de la verdad; conviene que sea hombre, para que el juez sea visto, y que sea oída
su sentencia. Por esta causa conviene que se congreguen y se junten las gentes de un lugar,
para que puedan ver y oír al juez, pero esto no puede ser, si Jesús Cristo juzgara los buenos
y los malos el día del juicio.

[281] Conviene que el juicio esté en cantidad continua de principio, medio y fin; por
cuanto la cantidad queda sustentada en diversas cantidades distintas por la diferencia que
hay entre el principio, medio y fin, conviene que sea el juicio según lo que pertenece al
principio, medio y fin, por lo cual si Jesús Cristo es el juez, su juicio es de los principios, es
a saber de aquello, que pertenece para honrar la deidad y la humanidad conjunta con ella: y
lo mismo es del medio, siendo así que Jesús Cristo en cuanto hombre es medio entre Dios y
su pueblo. Y lo mismo es del fin, siendo así que todos los entes han sido creados para
honrar a Dios y a la humanidad de Cristo.

[282] Luego, Jesús Cristo será juez en el día del juicio. Jesús Cristo será el juez para
que sea mayor la gloria de los buenos, y mayor la pena de los malos; por cuanto es gloria
grande a los buenos, que ellos vean, que aquel, que es semejante a ellos, dará la sentencia, y
los llamará a la gloria perpetua.

[283] Y será gran pena para los malos el ver la potestad del hombre tan grande, que
los juzgará y los condenará a muerte perpetua, y por cuanto conviene que el juicio sea en la
grandeza de la verdad, será mayor en cuanto dará mayor gloria a los buenos, y mayor pena
a los malos.

[284] Luego, conviene que Jesús Cristo sea el juez.

[285] Uno y mismo calor es grande en un sujeto y pequeño en otro, como el calor
del fuego, que es grande en la pimienta, y pequeño en el anís. Es grande en la pimienta,
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porque puede recibir gran calor; es pequeño en el anís, por cuanto no es de sus condiciones
el que pueda ser sujeto a gran calor.

[286] Semejantemente será en el mayor juicio, que será en el fin del mundo, cuyo
juicio no puede ser verdaderamente grande, sino hubiese algún gran sujeto, en que fuese
sustentado: no podría ser gran sujeto, si aquel que dará el juicio y sentencia, no fuese el
primer juez y el mayor que pueda ser.

[287] De adonde, como Dios no es cuerpo, si él dice la sentencia, la daría por la voz,
y la voz no sería de él, ni sería parte de él, y así aquel que hablaría no sería el primer juez,
sino sería el medio, y así el juicio no podría ser grande.

[288] Luego, conviene que aquel juez, que juzgará los buenos y los malos, sea aquel
mismo que hablara, en cuanto dará el juicio o la sentencia; pero esto no podría ser, si Dios
no fuese hombre. Juzgará, entonces, Jesús Cristo, el cual en cuanto hombre será el mismo
que hablará, y en cuanto Dios será el primer juez, y así el juicio será grande.

[289] Es de la grandeza del juicio, que aquel que juzga sea el fin del juicio, y que
aquel que es juzgado se haya y refiera a aquel fin según la grandeza de la bondad y
concordancia del juez, y del juzgado; y lo mismo se sigue según la grandeza de la malicia y
de la contrariedad de aquellos que pecaron contra el juez.

[290] Luego, conviene que Jesús Cristo sea el juez, siendo él el fin en cuanto Dios y
hombre de todos los entes creados, a cuyo fin se han y tienen los justos con la grandeza de
la bondad y concordancia; y los malos que le manifiestan con la grandeza de la malicia y
contrariedad.

El Fruto del Árbol Apostolical

[1] El fruto del Árbol apostolical es aquel, en el cual se cogen todos los frutos de los
otros Árboles, de los cuales se ha dicho; porque todas las cosas cuantas hay, está presente la
vida según la divina ordenanza en que Dios puso las criaturas de esta vida en que estamos,
se dirigen y encaminan del tal modo al Árbol apostolical y general, como muchas líneas a
un punto constituyendo el centro de ellas, en el cual se encuentran recíprocamente, y tiene
su complemento, como muchas partes en su todo.

[2] El fruto apostolical es la salvación de las gentes y el ordenado misterio para que
Dios sea memorado, entendido, amado, honrado y se le sirva más que a otro alguno.

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[3] Y este fruto apostolical es tan noble, y de tan nobles condiciones, que requiere
una persona común que sea su cultivador, y que tenga señorío sobre todos los hombres,
entre cuyo cultivador y fruto conviene que sea tan grande la concordancia en la grandeza de
la bondad, santidad, virtud y verdad que no pueda ser mayor, para que la mayoridad no
salte a la gran concordancia, y que la concordancia no esté en la minoridad de la grandeza,
bondad, santidad, virtud y verdad, porque si estuviese serían agraviados e injuriados todos
los frutos de los otros Árboles en la menor concordancia, cuya injusticia sería contra la
grandeza de la bondad.

[4] El fruto del Árbol elemental es cosa elementada, como la piedra, manzana,
caballo, pez, grulla, hombre, oro, hierro, sal y así de los demás metales; y todos estos están
sujetos al fruto apostolical, de manera que todos los elementos ordenan por recta línea las
cosas elementadas que sirven al señor apostólico, para que por ellas pueda tratar la
salvación de las gentes, y para evitar su condenación, y hacer honra a Dios.

[5] Por la piedra entendemos los edificios de los aposentos o salas, torre, castillo y
ciudad; por el caballo el instrumento para que los soldados sean los brazos de la santa
Iglesia; por la grulla todo lo volátil sujeto al uso del papa; y los mismo de los peces, y
también del oro y del hierro, por el cual se entienden las artes mecánicas; y por la sal, el
sabor de los manjares.

[6] Y lo mismo se entiende en el fruto del Árbol vegetal y sensual, como la


manzana, la cual es necesaria para tener sabor, que se apetecible para comer, de la cual se
pueda seguir la vida; y lo sensual, que es el fruto por el cual pueden existir las ciencias
mecánicas y liberales. Y los mismo es de los Árboles imaginal, humanal y moral, para que
con las virtudes se coja el fruto en el Árbol apostolical y también en el imperial, para que el
emperador pueda mandar la paz en el mundo, y destruir los infieles rebeldes a los
mandamientos del santo Padre apostólico, para que se coja el fruto debajo de su
administración. ¿Quién pues podrá pensar o escribir la nobleza del fruto del Árbol
apostolical?

[7] Por eso, conviene que el fruto de este modo tenga noble pastor. Por lo cual,
cuando los cardenales eligen papa, deben con todo su poder proporcionar el cultivador del
fruto, y el papa electo conservase también en aquella proporción.

Fin del Árbol apostolical

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