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DERECHOS HUMANOS Y GESTIÓN DE RIESGOS DE DESASTRE

"«Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién
es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso
los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa,
pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en
práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la
que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.»"

Lucas, 6, 47-49

La intención de esta intervención es constatar la relación que hay entre los derechos
humanos y la prevención de riesgos de desastres. Si bien se puede partir de algunas
consideraciones teóricas, que son necesarias, considero que el camino apropiado debe ser
acercarse a experiencias donde esta relación (y riesgo mutuo) sea evidente. En ningún
momento pretendo hacer un juicio de valor sobre lo que se pudo o no haber hecho, pues no
es el objetivo de esta ponencia. Y si de antemano escojo casos emblemáticos, inclusive con
situaciones de proporciones exageradas, es porque considero que es una manera adecuada de
poner en evidencia dicha relación. Funcionaría el estudio de casos de manera similar a esas
experiencias de laboratorio donde se someten ciertas variables a condiciones inusuales, para
observar su comportamiento estructural de diseños de ingeniería o la aplicación de líquidos
de contraste para observar tejidos, identificar estructuras biológicas u organismos patógenos
microscópicos.

No es el lugar para extenderse en el recorrido de gestación de los textos que conforman


hoy la Declaración Universal de los DDHH (10 de diciembre de 1948): bastaría sin
embargo que, como se expresa, con toda su riqueza y limitaciones, es un aporte de Occidente.
Corresponde a la gestación donde ha confluido el pensamiento de la Grecia clásica, centrada
en el valor del ser humano, con las tradiciones judeocristianas, que en su origen son de tipo
oriental. Sin negar el particular aporte de la Edad Media (porque también aportó) y la
contribución de la Universidad de Salamanca para que se diera cierto reconocimiento del
indígena, dentro de la mentalidad de aquel tiempo, por el aporte del padre Francisco de
Vitoria y Bartolomé de las Casas, que desemboca en el Tratado de Indias, la concepción
actual se la debe, sobre todo, a la Ilustración francesa, que se plasma tanto en la Constitución
de los Estados Unidos como en la Revolución Francesa y que fue difundido (a su manera)
por las tropas napoleónicas y las gestas independentistas en la América española.
Esta consideración de entrada la considero de utilidad irrenunciable, no para meternos en los
laberintos teóricos de la concepción de los DDHH (¿acaso es una imposición de Occidente
de su mentalidad al resto de pueblos del mundo?), sino porque el tema y la preocupación
es de índole totalmente práctica: cualquier cuerpo legislativo que busque prevenir los riesgos
de desastres, no puede ser letra muerta. De una u otra manera implica una intervención en la
vida de los pueblos y de la gente. La articulación entre las culturas autóctonas y los DDHH
también se transforma en algo práctico que debe cuidar las formas y métodos de intervención.
Si bien es cierto que estamos en Venezuela, y ello implica una variedad de culturas
entrelazadas en el reconocimiento mutuo, y que nuestra influencia occidental es notable en
cantidad de aspectos, igual me parece importante la aproximación cuidadosa para evitar tanto
neocolonialismos, el desprecio por lo autóctono como también ha ocurrido o
comportamientos chauvinistas que incluso exaltan como virtudes lo que son defectos.

Creo que la conexión entre los DDHH y la prevención de riesgos de desastres tiene la
misma lógica interna que la relación entre los llamados DDHH de primera generación
(los políticos y civiles) y los de la segunda generación (los económicos, sociales y
culturales).

Se lee en el artículo de DDHH en Wikipedia: “De acuerdo con De Souza Santos, hoy es
innegable la hegemonía de los derechos humanos como lenguaje de la dignidad humana. Sin
embargo, esta hegemonía debe convivir en una realidad alarmante. La gran mayoría de la
población mundial no es sujeto de derechos humanos, sino el objeto de los discursos de
derechos humanos”. Ya en el partido de la Montaña, los jacobinos de la Revolución
Francesa, se daba la preocupación del nexo entre la libertad y la igualdad, no de manera
declarativa sino fáctica. Las búsquedas socialistas, sobre todo en su justificación (para no
entrar en el complejo tema de su valoración en la historia), giran en torno a la misma
preocupación de las condiciones justas para desarrollar la vida humana. En efecto, parte de
esa preocupación se encuentra presente en la relación que existe entre los derechos civiles y
políticos (de primera generación), que busca mantener al Estado alejado de la vida de las
personas, y los económicos, sociales y culturales, en los que se busca que el Estado tenga un
rol activo, de algún tipo, para que se den las condiciones materiales necesarias y suficientes
para el desarrollo de la vida personal.
Dice el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Asamblea
General de las Naciones Unidas (del 16 de diciembre de 1966), en su preámbulo:
“Reconociendo que, con arreglo a la Declaración Universal de Derechos Humanos, no
puede realizarse el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, a
menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos
económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos…” De
esta manera justifican la necesidad, ya en el año 1966. Y en palabras de Jesús González
Amuchástegui:
La autonomía individual -desde una concepción socialista- requiere de la creación de unas
condiciones económicas y sociales para su ejercicio, condiciones que podemos resumir en la
satisfacción de unas necesidades básicas. Fijadas, aunque sea de manera tentativa, las
necesidades básicas en las relacionadas con la integridad corporal, la salud, la educación, el
alimento y el cobijo, la conclusión de este apartado es que una concepción liberal de los
derechos humanos que descansa en el principio de autonomía puede ampliar su catálogo de
derechos humanos para incluir junto a los tradicionales derechos de libertad, los derechos a
la educación, a la salud, al alimento y a la vivienda… (González Amuchástegui, 2008, pág.
37)

En otra parte constata lo siguiente:


Sólo podemos hablar de derechos subjetivos en el seno de sistemas normativos; no hay
derechos al margen de las normas (debe quedar claro que estamos hablando de normas en
general, y no de normas jurídicas); en definitiva, lo que estamos diciendo es que en un
hipotético estado de naturaleza -en el que por definición no hay normas- no puede en rigor
hablarse de derechos y libertades (González Amuchástegui, 2008, pág. 32).

Ese nexo que hay entre “la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana” (Preámbulo de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, del 10 de diciembre de 1948), una normativa jurídica que los proteja
y unas condiciones materiales, psicológicas y morales que permita su ejercicio (yo me
atrevería a añadir también espirituales), es que puede ayudar a comprender su relación (de
amenaza) ante el desastre y la importancia añadida a la prevención del mismo. Pero ¿qué se
entiende por “desastre”? En la Terminología de Reducción de Riesgos de Desastres de la
Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR)
se considera así a…
Una seria interrupción en el funcionamiento de una comunidad o sociedad que ocasiona una
gran cantidad de muertes al igual que pérdidas e impactos materiales, económicos y
ambientales que exceden la capacidad de la comunidad o la sociedad afectada para hacer
frente a la situación mediante el uso de sus propios recursos.

Y el objetivo del Marco de Sendei (2015), que ha establecido 7 objetivos distribuido en 7


años, del 2016-2022, es…
La reducción sustancial del riesgo de desastres y de las pérdidas ocasionadas por los desastres,
tanto en vidas, medios de subsistencia y salud como en bienes económicos, físicos, sociales,
culturales y ambientales de las personas, las empresas, las comunidades y los países.
(Objetivo del Marco de Sendei 2015)

Si bien el objetivo del año pasado fue la reducción de la mortalidad y el del año próximo el
de los daños económicos, ambos se consiguen en el objetivo de este año, que es la reducción
de la cantidad de personas afectadas o víctimas. Esto incluye un variado espectro, pues puede
incluir tanto a personas heridas, afectadas psicológicamente, con pérdidas totales o parciales
de viviendas y propiedades, de su cultura, de su capacidad para mejorar y progresar, o
negocios y empresas (que afecten la colocación de empleo):
Meta b) Reducir considerablemente el número de personas afectadas a nivel mundial para
2030, y lograr reducir el promedio mundial por cada 100.000 personas en el decenio 2020-
2030 respecto del período 2005-2015;

El eslogan de este año pudiese parecer reductivo a la vivienda familiar: “Hogar seguro hogar”
(Home, sweet home y home, safe home). Tiene todo el sentido del mundo, cuando en los
últimos 20 años, como dice la motivación a la celebración de este 13 de Octubre por la
Oficina de Naciones Unidas, han muerto 1,35 millones de personas y unos 4 mil millones
entre quienes han quedado sin hogar, han sido lesionadas o han recibido algún tipo de ayuda
de emergencia. Las muertes por inundaciones, tormentas y olas de calor han ido aumentando
año tras año. Incluso se ha duplicado en los últimos 40 años. Además de los eventos tipo
terremoto, tsunamis y erupciones volcánicas, que se llevan más de la mitad de quienes
mueren por desastres.
HOGAR SEGURO HOGAR … Un hogar que se salva es una familia que también se
salva del desplazamiento, la pobreza, heridas, lesiones y enfermedades.
#cambiateasendai el 13 de octubre #DIDR2017
Pudiese pensarse que no engloba otra serie de aspectos que se acaban de enumerar. Pero el
hogar siempre ha funcionado como un refugio o lugar seguro para el núcleo familiar. El
calor del afecto está unido a la seguridad contra las inclemencias atmosféricas habituales
(frío, calor, lluvias, sol) o de defensa contra intrusos o el derecho a la inviolabilidad de la
vivienda ante la posible intromisión arbitraria del Estado (recordemos el contexto de la
Ilustración, que era el del absolutismo monárquico). En el hogar habitualmente conservamos
nuestras pertenencias e, inclusive, el patrimonio que será repartido entre quienes hereden.
Además, que muchos su casa es el lugar donde puede funcionar un taller de costura, o
mecánico, o de herrería, o un pequeño comercio…
Los estudios han detectado una mayor vulnerabilidad, ante los desastres naturales, en
países de bajos o mediados ingresos. Y la población más afectada siempre ha estado en los
sectores considerados como pobres. Si bien ante un fenómeno natural como terremotos,
sequías, inundaciones, huracanes, tifones, tormentas, tornados, olas de calor o de frío,
erupciones volcánicas y otros tales, hay poco que hacer para evitarlos, sí se puede reducir su
impacto en la medida en que se reducen la exposición y vulnerabilidad a los mismos. Hay
que recordar que el cambio climático ha incrementado una serie de fenómenos, como lo son
las inundaciones en ciertos países, como en China y en la India. La diferencia es que el caso
Week 38-2017: September 18 - September 24
Natural disasters:
2017-0379 Disease (AWD) outbreak; Sudan
de China, la toma de
previsiones redujo la 2017-0383 Carribean; Hurricane Maria
cantidad de víctimas,
mientras que en la India fue 2017-0387 Earthquake; Mexico
todo lo contrario. 2017-0391 Floods; Bihambwe et Matanda, Congo (Dem Rep)
Si por supuesto es 2017-0395 Floods; Uganda
importante todo el tema de
infraestructuras (que será Technological disasters:
también uno de las metas 2017-0386 Road accident; Uganda
del Marco Sendai en estos
años) para dar cobertura de 2017-0388 Shipwreck of migrants; near Sabratha, Lybia
emergencia en alimentos y 2017-0389 Road accident, Bordj Badji Mokhtar region, Algeria
de tipo sanitario para zona
de desastres, hay que tener 2017-0390 Shipwreck with migrants, near Kocaeli, Turkey
en cuenta las dificultades
que pudiesen existir a nivel
de refugios para Week 37-2017: September 11 - September 17
damnificados o inclusive
Natural disasters:
desplazados.
2017-0385 Dengue outbreak; Khyber Pakhtunkhwa, Pakistan
En agosto de 1979 tuve la
oportunidad de estar en 2017-0405 Hurricane Max; Mexico
Miami, cuando todavía se
2017-0406 Typhoon Doksuri; Vietnam
podía. Para mí fue entre
interesante y emocionante 2017-0407 Storm; Romania
(era un adolescente) ver
2017-0408 Thunderstorms and floods; Italy
como la ciudad y
alrededores se preparaba Technological disasters:
para el impacto del huracán
David. Este era de 2017-0401 Shipwreck; Nigeria
categoría 5 y había 2017-0403 Fire in a school; Kuala Lumpur, Malaysia
impactado mortalmente a la
República Dominicana 2017-0404 Shipwreck; Uttar Pradesh, India
dejando atrás 2000
personas fallecidas. Estaba
en un modesto hotel frente Week 36-2017: September 4 - September 10, 2017
al mar, en compañía de mi Natural disasters:
madre, por lo que nos
fuimos familiarizando con 2017-0375 Wildfires; West, United States
cuestiones como no estar
2017-0380 Violent storm; Boghé, Mauritania
cerca de las ventanas, el uso
de adhesivo para los 2017-0381 Caribbean; Hurricane Irma
vidrios, contar con agua,
2017-0382 Earthquake; Mexico

Technological disasters:
2017-036
linterna, radio… y saber que el refugio más cercano era una especie de teatro de construcción
moderna.
Por muy emocionante que fuese (igual yo estaba en un 4° piso y suponía que llegase el viento,
pero no el mar), la sensatez sugirió que intentásemos irnos tierra adentro, mientras otros
turistas venezolanos, como el resto de la población, huía hacia el norte del estado. El error
fue no saber a dónde llegar. De hecho, los otros hoteles estaban ya abarrotados y solo
conseguimos una habitación, en un primer piso y cerca de uno de los tantos canales, por Coral
Gables, cerca de donde estaba el Centro Nacional de Huracanes de la Universidad de Florida.
Una vez instalados y viendo un partido de futbol americano (todavía no se había ido la señal
de aquellas antenas de bigotes), nos acordamos de los tíos maternos de unos primos, que
estaban viviendo en Miami. Por lo que decidimos abandonar el hotel y buscar la protección
“familiar”.
En verdad la decisión afectiva no lo era tanto en cuanto a la calidad efectiva: caímos en cuenta
que, como en el cuento de los 3 cerditos, era una casa toda de madera y de un único nivel.
Dormir, podíamos dormir hasta en el suelo, pero en caso de inundación, poco se hubiese
podido hacer. Me imaginaba todas las amenazas posibles: desde los aligátores (caimanes) y
culebras hasta el tendido eléctrico sumergido en el agua y creando una trampa para cualquier
afectado. De hecho, esa casa que tenía clausuradas todas las ventanas solo tenía un lugar
realmente seguro: el baño. En caso que el huracán cargase con toda su fuerza sobre la
vivienda, los cinco adultos de esa casa íbamos a terminar compartiendo largas y quizás
oscuras horas entre las 4 paredes del minúsculo baño.
Al final el huracán se desvió hacia el norte cuando faltaban unos 50 kilómetros para tocar la
costa de Miami Beach. Quienes huyeron hacia el norte, tuvieron que regresar por la costa
oeste de Florida hacia el sur. Pero quedó la experiencia y aprendizaje.
Si para el siglo XVIII el Estado de Derecho, la separación de poderes y los Derechos
Humanos constituían un dique que liberaba al individuo de la arbitraria voracidad del Estado.
Si el ser humano necesita de unas condiciones y entorno para poder desarrollar toda su
dignidad, por lo que se ha hablado de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En estos
momentos se tiene una mayor conciencia de la amenaza que representan fenómenos naturales
de cierta envergadura para la consecución de tales fines. A los que se une el impacto de la
actividad humana, sea por tomar prevenciones, por el impacto que puede tener en el medio
ambiente (como en el caso del calentamiento global), por eventos tecnológicos o, a la hora
de incluirlos dentro de la lista de desastres, un volcamiento de alguna nave en el Mediterráneo
con desplazados de la guerra, también entraría.
Esta afirmación podría enriquecerse si se intenta abordar desde varios ángulos:
 El primero, y más obvio, es que un fenómeno natural o un evento tecnológico cuyo
impacto pudiese considerarse tal como para llamarlo “desastre”, afecta de tal manera
el entorno que todos los DDHH quedan en entredicho o sin aplicabilidad práctica. No
solo el Derecho a la Vida o a la Vivienda, sino cuestiones tales como el de la Salud,
la integridad física o a la propiedad privada. Tras el fatídico terremoto de Haití siguió
una mortal epidemia de cólera, que era complicadísima de controlar. En zonas donde
se ha vivido el impacto de huracanes, como Katrina en Nueva Orleans, o en el caso
del deslave de Vargas, se agudiza el problema del vandalismo ante la virtual y
momentánea situación de ausencia del Estado. Problemas de cumplimiento de las
normas de construcción estuvieron a la base de las estructuras que colapsaron en
México o cuando aconteció el terremoto de Cariaco (1997), en el que un centro
educativo enterró a sus alumnos (se supone que la estructura debía tener unas
características propias para fungir de centro de operaciones en caso de emergencia).
O, también, de estructuras tradicionales no aptas para enfrentar movimientos telúricos
(además de la falta de supervisión adecuada por parte de las autoridades), como en
Amatrice, Italia, en agosto 2016, o antes, en L’ Aquila, en abril del 2009, donde hay
también un patrimonio cultural que se hubiera querido preservar…
No está demás considerar lo complicado que puede ser atender a los damnificados,
cuando su número llega a ser importante, y no solo en lo referente a la alimentación
y salud, sino a los refugios…
 Un segundo elemento, ligado a la parte de DDHH, lo enfocaría sobre los procesos de
recuperación luego de un desastre. Como todo, no debería improvisarse y todo evento
deja un aprendizaje, aunque este sea triste. El esfuerzo de la Oficina para la Reducción
de Riesgos de Desastres de las Naciones Unidas se plantea, al final de estos 7 años,
la consecución de ciudades resilientes. Esto implica, por supuesto, un tipo de
ciudadano, pues la forma de llegar a ellas es con la participación de todos los sectores
de la sociedad en articulación con el Estado. Así que, en el caso de un desastre, no
cualquier forma de reconstrucción es adecuada. Debe hacerse siguiendo las
recomendaciones internacionales y la corrección de fallas. Y esto también es tema de
DDHH, puesto que el centro debe ser el ser humano concreto. Y, puesto que involucra
a toda la sociedad, la presencia de grupos que velen porque se cumplan proyectos y
se sigan recomendaciones es vital, pero mucho más importante cuando está en juego
el hábitat de personas con situaciones complicadas, sea por pobreza, enfermedad o
algún tipo de limitación. Que no se les ignore a la hora, por ejemplo, de adecuar las
diversas infraestructuras, es importante.
De los recuerdos más lejanos que tengo está el terremoto de Caracas, del año 1967.
Nos tomó por sorpresa, como a todos los caraqueños, solo que a mi familia fue en un
piso 13. El edificio estaba magníficamente construido (todavía se le puede contemplar
frente a la Plaza Tiuna en Los Rosales) y se bamboleó notablemente, pero no se
quebró. Por supuesto que esa experiencia, digna de una montaña rusa, hizo que mis
padres, un tío y yo nos abrazáramos (creo que yo les abracé, porque ellos se estaban
abrazando… o despidiendo, entre ellos). Acto seguido todos los vecinos se lanzaron
por las escaleras, y yo tuve el privilegio de bajar sobre los hombros de mi tío, sin dar
un solo paso. Pasamos creo que 2 días o así durmiendo en el carro. Pero traigo a
colación esta anécdota, porque mi padre no bajó con nosotros. Había una abuelita que
mi padre socorrió, pero tuvo que bajar con ella por el ascensor. Dudo que existiese
una normativa para una persona de su edad y condición (me parece que estaba en silla
de ruedas), pero supongo que la alternativa de bajar por el elevador sigue siendo
descabellada. Como fuera, supongo que la búsqueda de alternativas para personas
como ella sea algo urgente, más cuando en algunos países la pirámide poblacional
está invertida: hay más gente adulta mayor que jóvenes.
 Un tercer elemento, aunque parezca un flash-back, tiene que ver con la prevención.
O sea, antes de que el evento ocurra. Creo que el tema de los DDHH y las
organizaciones que tienen como fin su defensa es vital, siempre que haya buena
sinergia y no polémicas y diatribas. Sea por el levantamiento de la información (se
supone que las distintas organizaciones tienen un campo concreto de acción con una
experiencia muy rica) como, en caso de necesidad, actividades de concientización y
de exigibilidad ¿qué puede necesitar, por ejemplo, los niños sordos o ciegos en caso
de desastre, o los ancianos o los que se dializan, en caso de que ocurra un desastre?
Es interesante que el Marco de Sendai pide la inclusión de género, que se refiere
según se lee en el texto a la mujer. Aunque también toma en cuenta a ancianos o la
participación de los jóvenes, por lo del cambio generacional. El marco, luego de
recordar a la participación de los pobres, indica lo siguiente:

Deberían integrarse perspectivas de género, edad, discapacidad y cultura en


todas las políticas y prácticas, y debería promoverse el liderazgo de las
mujeres y los jóvenes. En este contexto, debería prestarse especial atención a
la mejora del trabajo voluntario organizado de los ciudadanos
El marco de Sendai afirma que:
La gestión del riesgo de desastres está orientada a la protección de las personas y sus bienes,
salud, medios de vida y bienes de producción, así como los activos culturales y ambientales,
al tiempo que se respetan todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo, y se
promueve su aplicación

Termino con esta última cita del mismo Marco, que creo que resume bien el sentido que
hemos querido darle a la relación entre DDHH y la prevención de riesgos de desastres,
anclado en el tema de la resiliencia:

Prevenir la aparición de nuevos riesgos de desastres y reducir los existentes implementando


medidas integradas e inclusivas de índole económica, estructural, jurídica, social, sanitaria,
cultural, educativa, ambiental, tecnológica, política e institucional que prevengan y reduzcan
el grado de exposición a las amenazas y la vulnerabilidad a los desastres, aumenten la
preparación para la respuesta y la recuperación y refuercen de ese modo la resiliencia.

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