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EL AUMENTO SALARIAL COMO ARMA POLÍTICA

En el breve programa de este domingo (porque el circuito debía transmitir el partido


Caracas-Cardenales), quise abordar este tema. Me pareció que el Dr. Ramón Piñango era la
persona adecuada para tratarlo: cuenta con la necesaria trayectoria, lucidez y credenciales
académicas.

Sin embargo, teniendo en cuenta la conversación sostenida en el programa, la


siguiente reflexión es mía. Quiero decir, lo que de acertado o errado pueda el lector
encontrar en estas líneas, son de mi entera responsabilidad. Solo que pretendo reflexionar
sobre un tema álgido, de interés, y no drenar, desahogarme o colocar desatinos de manera
inconexa y continuada. No presumo de iluminado ni verter por escrito impresiones fugaces.
Una de las cosas que más daño han hecho a este país es la confianza en nigromantes y
alucinados bajo el ropaje de experiencias de trance, como para considerar que estamos
ante la verdad. La verdad siempre tiene un aspecto razonable, aunque trascienda el
lenguaje. Solo es propositivo si usa de palabras comprensibles. Creer que algo es cierto,
porque no se entiende, es arriesgar nuestro destino en manos de embaucadores de gruesa
estirpe. No más ver a muchos que están en el gobierno, como para caer en cuenta su escasa
capacidad de abstracción y comunicación, cuya única explicación de cómo pudieron rodear
la persona del presidente Chávez, de meteórica carrera política (sagaz, con mucha
información fragmentaria, unida las interpretaciones de la realidad con alfileres de fe y no
con la costura recia de la razón) es porque a su alrededor siempre necesitó gente mediocre
y aduladora, sin capacidad de hacerle sombra. Así que, si es cierto que participaba en
sesiones esotéricas donde entraba en trance, por supuesto que tenía ante sí el público
adecuado.

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