Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Galán de Ultramar
El Galán de Ultramar
(Fragmento)
PERSONAJES
ESCENA I
NARRADORA: El muelle. Una plataforma con un pedacito de mar. Acaba de bajar de un barco
un hombre de veintiséis años. Es un español de clase alta, hermosamente vestido con chaleco,
levita, camisa blaquísima, corbata. El atractivo de este hombre es evidente pero nada dice de
su carácter.
Se acerca una mujer joven al cuidado de Doña Francisca dueña del burdel del lugar; apenas
llega a los veintidós años; es notablemente bella, lleva alhajas, el abanico colgando del cuello.
Entre el español y la mujer se da una mirada atónita, la de una pareja aterrorizada del rostro
que nunca se ha atrevido a soñar que fuera realidad. Ella aminora el paso y casi se detiene
(Sale).
A Amanda le hace brincar el corazón la voz hispana, el acento. Los ojos se le nublan de
lágrimas.
AMANDA (Con esfuerzo): No sé que me pasó, usted disculpe, fue un… yo no sé, ¿Llega de
usted de ultramar?
ESCENA II
NARRADORA: Jardín de la casa de Amanda Baeza. Los perfumes sofocan. Son las doce del día.
Frente a frente están Juan José y Amanda. El lujo en el vestuario de ella es excesivo y sensual.
De lejos se oye la música del burdel, violín, piano, un instrumento de viento, una polca.
AMANDA (Seca): Verme, puede. También en la calle, como algunas mañanas, pero no estoy en
venta. De este lado de la casa se compra, no se vende.
JUAN JOSÉ: A París me llegó el último dinero de mi familia y decidí gastarlo en ropa. Quizá hice
mal, pero creo en la buena presentación; se tienen mejores oportunidades.
AMANDA: Desprecio. Asco ¿No lo sabe? ¿Va a casarse con la muñequita rubia?
JUAN JOSÉ: Tengo trabajo, como acabo de decirle. Y soy libre. No tengo que casarme con ella y
por supuesto tampoco ella conmigo.
AMANDA: ¿Se da cuenta del dinero que tendría si se casara con ella? También ventajas
sociales.
JUAN JOSÉ (Quien no las tiene consigo): Yo puedo casarme con usted. Si usted quiere.
AMANDA (Desarmada, violenta, no sabe): ¡No! ¿Cuánto tiempo cree que le duraría el trabajo
si se casara conmigo? ¿Cuántas amistades tendría? ¿Adónde me llevaría? ¿Podría soportar que
lo comprara yo?
Aparece doña Francisca. Ella, a estas horas de la mañana, está vestida con sencillez. Pero no se
hace ilusiones: es y parece la dueña de un burdel.
Amanda calla. No sabe porqué está ofendida, ni por qué quisiera llorar tanto.
DOÑA FRANCISCA: Válgame Dios, pero qué cosa nos ha traído el último barco de Francia.
JUAN JOSÉ (Hace un esfuerzo de normalidad): Juan José Fierro de Lugo, para servirla.
Amanda, de pronto, se pone a llorar con verdadero dolor. Doña Francisca no puede soportar
que Amanda llore; la ve con angustia y se enfrenta a Juan José.
DOÑA FRANCISCA: ¿Qué le hizo? ¿Qué le dijo? Mi sobrina es una mujer tan decente como la
que más en este pueblo de mierda. Usted no es nada frente a ella… ¿Cree usted que ella es
como aquellas que hablan con el novio a media noche, con la ventana abierta y hasta hijos les
hacen entra las rejas? Ella nunca ha tenido un novio.
JUAN JOSÉ (Quien mira el llanto de Amanda): Señora, nunca fue mi intención ofender a su
sobrina. Pero si en algo la ofendí, me arrepiento mil veces.
Doña Francisca lo mira de arriba abajo. Es una mujer Experimentada: está viendo un hombre
pobre que ama la ropa.
JUAN JOSÉ: Al contrario. Si me aceptara la generosidad sería de ella. (Se humilla y sabe que se
humilla.) Yo vivo de mi trabajo como administrador de haciendas. O de lo que sea.
DOÑA FRANCISCA: Vamos, nena, no es para tanto. Siempre te he dicho que podrías casarte
con el hombre que tú quisieras. ¿No es cierto?
AMANDA: Sí, pero nadie me ha propuesto matrimonio; son cosas que dices para hacerme
sentir bien.
DOÑA FRANCISCA (Algo impaciente): Pues éste. Éste te propone matrimonio. ¿No lo estás
oyendo?
AMANDA (De pronto de pie, con fuerza): ¡No! Nunca me casaré con él. (Decidida a ofender y a
ofenderse a sí misma.) Puedo ser su amante. Si quiere.
JUAN JOSÉ (Furioso de pronto): Claro que no quiero. ¿Piensa ahorrar así su dinero? Usted
Amanda, es una loca y sin duda yo soy otro, pero si quiere amantes han de sobrarle y más
pudientes que yo.
AMANDA (Hondamente trastornada): Lo odio. A estas alturas, no hay muchacha soltera que
no sueñe con él, me lo han dicho. Y tú lo sabes, tía Francisca; las niñas Santander sueñan con
él. Y yo lo odio, ¿Sabes por qué? Porque no tiene pudor ni vergüenza. (Amanda sigue llorando
desconsoladamente.)
Oscuro.