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El anti-edipo.

Capitalismo y esquizofrenia
Deleuze y Guattari
Capítulo I Máquinas deseantes

La clave de la felicidad es la esquizofrenia

“Rico es el que puede satisfacer las exigencias de su imaginación”


Henry James, Retrato de una Dama

Dicen que las personas no cuerdas son más felices, más relajadas, sin
preocupaciones, hacen lo que quieren cuando quieren sin importar que piensen los
demás, si lo que hace esta bien o mal o si va en contra de las leyes.
Viven en su propio mundo, crean su propia realidad, la dibujan y si nadie la
entiende mejor para ellos porque saben que nunca entenderán lo que es vivir de
verdad.

Eugen Bleuler define la esquizofrenia para referirse a la ruptura con la


realidad, producida por la desorganización de las diversas funciones mentales, de
modo que pensamientos y sentimientos ya no van al unísono.
¿Quiénes son las personas esquizofrénicas?, ¿en verdad están locas?,
¿dónde están? Muchos artistas ya sean pintores, escritores, escultores o
bailarines... son tachados en esta sociedad capitalista por no desear más, tener una
vida fácil y hacer lo que les gusta; son incomprendidos, solo ellos mismos se llevan
al vacío y a la locura; pero al menos son felices y muren felices.

Pero ¿por qué los menospreciamos?, ¿acaso deseamos ser como ellos, ser
libres, ser auténticos y dejar una marca perdurable en el tiempo, ser recordados por
ser diferentes? Vicent Van Gogh es un claro ejemplo de romper las reglas y ser un
esquizofrénico por excelencia.

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Gillies Deleuze, filósofo francés contemporáneo (1925-1995) y Félix
Guattari (1930-1992) psicoanalista y filósofo francés cuya obra “El anti-edipo.
Capitalismo y esquizofrenia” escribieron en conjunto es una analogía y crítica no
sólo a la psicología, en especial al psicoanálisis, sino también a la sociedad, es
decir, cómo nos hemos convertido en máquinas en cadena que trabajan para los
demás en lugar de satisfacer nuestras verdaderas intenciones; máquinas que
estamos sujetas a un sistema capitalista cuya intensión de éste es crear nuestro
destino.

Somo máquinas deseantes; un sistema de producción, creemos saber que


es lo que deseamos, pero es la misma sociedad capitalista la que nos impone lo
que “deseamos” para no romper la cadena; así lo expresa Deleuz, la sociedad
reprime lo que queremos llegar a ser, rige nuestras acciones, incluso pensamientos,
sentimientos y emociones. ¿En qué momento somos máquinas deseantes? Cuando
traemos a nuestro consciente y representamos los objetos que “deseamos”, nos
convertimos en cuerpo con órganos.

Van Gogh nunca supo que es lo que quería durante la mayor parte de su
vida, todo fue impuesto por su familia, especialmente su padre, pero ¿por qué? ¿en
qué momento se dio cuenta que no era lo que deseaba?, ¿en qué momento decidió
ser un cuerpo sin órganos, en ser un esquizofrénico?

Las maquinas deseantes obedecen a un Edipo, ¿a quiénes obedecen los


artistas? A nadie, por eso son cuerpos sin órganos y un Anti-edipo, ellos no traen
sus deseos al consciente, los dejan en su inconsciente, son puros, son lo ideal.

¿Pueden ellos volverse cuerpo con órganos, máquinas deseantes? No,


rotundamente no, primero se suicidan antes de cometer el error de ser una máquina
de producción de deseos de otras personas; ellos no desean reconocimiento de
nadie, solo el de ellos mismos y eso está bien porque solo se satisfacen, por eso su
pensamiento nunca se vuelve consciente.

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Pero ¿puede una máquina deseante pasar a ser un esquizofrénico? Si;
¿cómo? Cuando deje de cumplir los deseos de los demás. Retomando la vida de
Van Gogh, él decidió dejar de ser una máquina deseante a pasar a ser un
esquizofrénico, desde muy joven se dio cuenta de su amor por la pintura, pero nunca
supo que esa era su anhelo hasta que vio que hacer lo que su padre le imponía no
le satisfacía y a pesar de eso empezó a hacer lo que quería a los 32 años lo hizo
con pasión y sin satisfacer a nadie más que a él mismo.

Tal vez es lo que todos debemos hacer, ser esquizofrénicos, ser auténticos,
ser felices, ir sonriendo como locos por las calles pero haciendo lo que nos gusta;
Van Gogh murió feliz, murió pintando y esquizofrénico, pero al menos es recordado
y tal vez eso es lo que odiamos de los artistas, que al revelarse por hacer lo que
quieren dejan una marca hermosa que odiamos y amamos porque en el fondo
sabemos que queremos ser cómo ellos, libres y felices.

Lloramos cuando vemos su arte, se nos pone la piel chinita, no podemos


encontrar ningún defecto en sus obras por que son perfectas y es algo que nosotros
las máquinas deseantes no podemos hacer porque nos han reprimido nuestro
inconsciente.

¿Por qué escribir sobre el deseo y el esquizofrénico? Para mi el artista es un


ser envidiable que a todos nos gustaría ser, aun cuando muchos lo neguemos, en
el fondo los reprimidos queremos dejar de serlo y expresarnos como los artistas lo
hacen con el cuerpo, con la voz, con las manos...

Así como Deleuz el esquizofrénico es el ser ideal porque cumple sus propios
deseos, para mí los artistas son mi ideal.

Muchos nos hemos dado cuenta muy tarde de lo que en verdad deseamos
es ser artistas: pintores, bailarines, músicos, escritores… y nos lamentamos de lo

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que pudimos ser, de la hermosa marca que pudimos dejar, de lo felices que pudimos
ser, de lo maravilloso que pudimos estar satisfechos con nuestro trabajo.

Y ¿cómo estoy segura de esto? bueno es impresionante lo que puedes


encontrar en el alma de las personas cuando conversas sobre sus deseos reales,
muchas de mis amigos e incluso familiares se han arrepentido de no haber seguido
su deseo inconsciente, ser bailarina, ser diseñador, ser escritor, ser músico…

Pero ¿y qué hacemos?, ¿por qué no dejamos todo y empezamos de nuevo


como lo hizo Van Gogh? ¿qué nos detiene?, es acaso lo sociedad que ya nos tiene
planeado cada uno de nuestros movimientos o es el miedo a ir en contra de los
demás y pintar nuestro destino o es el miedo a fracasar en el intento.

Si bien para muchos empezar de nuevo no es una opción ¿cómo hacemos


para ser más esquizofrénicos que máquinas deseantes?, la respuesta tal vez no es
la mejor, pero es lo que muchos hacemos o al menos yo hago, intentarlo, intentar
buscar o seguir tu deseo de manera alterna.

Aquellos que no nacemos esquizofrénicos, lo intentamos, hacemos lo posible


por tener lo más cerca nuestro deseo y cuando lo tenemos lo hacemos con pasión,
con amor, con lágrimas, con alegría, con desesperación, aunque sabemos que no
podremos hacerlo tan hermoso como los esquizofrénicos.

¿Qué haríamos nosotros sin los esquizofrénicos? ¿sin su arte perfecto? Los
artistas le dan sentido a nuestro mundo triste, depresivo y egoísta, ellos pueden
convertir el alma más oscura y desolada en la más hermosa y con sentimientos
puros; si bien es cierto que no todos entendemos a los esquizofrénicos si nos
sentimos conmovidos por alguno de ellos, tocan nuestra alma.

Cuando vemos a los esquizofrénicos hacer sus propios deseos y


exhibiéndolos nos entra un cosquilleo de satisfacción, de felicidad, de motivación de
que todo es posible y que podemos ser como ellos.

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Para concluir, si todos nos volviéramos esquizofrénicos la humanidad sería
muy diferente a lo que es ahora, sin tantas personas llenando su vacío con la
tecnología, sin personas consumidoras de ropa, accesorios o cosas inservibles, una
sociedad sin egoísmo, sin odio, sin rencor.

El arte es hermoso, los artistas son perfectos, ellos solo necesitan de su


imaginación y de su cuerpo para hacer lo que ellos quieran, cuando quieran, sin
miedo, no dejan que nadie los molde.

Y si no quieres ser esquizofrénico, entonces no has entendido el concepto


del ser humano ideal, no has encontrado la verdadera felicidad, la satisfacción por
hacer arte; pierdes tu tiempo alimentando a la sociedad que está diseñando tu vida;
así que aquellos que no saben lo que desean hacer con su cuerpo, sus manos, su
voz, lo que revela su inconsciente mejor suicídense porque no van a ser felices
nunca sin hacer arte o estar cerca del arte.

“El arte es para consolar aquellos que están rotos por la vida”

Vicent Van Gogh.

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