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Literatura y crisis de
la civilización europea
KrauI. Musil, Kalka
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Literatura y crisis
de la civilización europea
Ernst Fischer
Literatura y crisis
de la civilización europea
Karl Kraus, Robert Musil, y Franz Kafka
ICARIA
13·20
Titulo original: Musil, Kafka und Kraus
© Louíse Eisler-Físcher
Traducción: Pedro Madrigal
(O de la edición española: ICARIA Editorial. S. A.
e/. de la Torre. 14 • Barcelona-6
1,' edición: octubre 1m
ISBN: 84-742Ml20-S
Depósito leglll: B. 39321 • 1977
DiscAo de la cubierta: Loni Gecst(fonc Hoverstad
Imprime: Conmar Color. ColOminas, 28 Hospitalet de L10bregat
NOTA EDITORIAL
De la muerte, danza,
del odio. chanza
planta de la necesidad.
¿qu¿ es lo que serd?
Cuando está yerto
lodo es lo mismo.
pues incluso allf
somos nosotros nosotros.
Un cristiano cabal
dice: «tmuchachos, rezad!••
y si uno es verdugo.
lo es azuzado.
2
34 KARL XRAUS, ROBBRT AfUSIL. FRANZ KAPKA
eVoz de abajo:
Voz de abajo:
¡Aplastad!
¡FulmitlGnte!
¡Bufa uu chillido ... !
(Trueno universal)
Voz de abajo:
¡Esto es lluevo!
¿Qué significa?
Estd firme y fiel...
(Hundimiento)
Voz de abajo:
Voz de arriba:
Voz; de Dios:
Experimentos
Musil trabajó durante años, después de esta su primera
novela, en dos relatos, publicadas en 1911 bajo el título Las
asociaciones. Trabajos que son, a pesar de la gran belleza
que muchas de sus particularidades presentan, experimentos
fallidos en 10 literario. Llevado por un tozudo pathos de
oposición contra la mentira moral que supone el mundo
burgués (cercano al pathos de Frank Wedekind O del joven
Karl Kraus l, Musil se enreda en la temática, exagerando los
particulares grotescos que presenta. (En la primera narra-
ción, por ejemplo, la infidelidad sexual sería más que la
ruptura de un gran amor su confirmación, el descenso a la
más baja de las realidades, a fin de medir desde ella toda la
altura de un sentimiento. En el segundo relato es la soledad
del amor la que hace el argumento; la soledad del amor, el
supertono sentimiento que ninguno de los amantes puede
soportar, sea Dios o sea un animal.) Se ha metido, además,
tanto en estas narraciones, se las ha cargado de tal modo que,
con este peso, sólo a duras penas pueden seguir el hilo del
relato. Musil lo sabía; en relación con la primera de ellas,
hacía observar en su Diario: «Hermosos pasajes, pero dema-
siado ensayo, demasiadas consideraciones pegadas unas a
otras, demasiadas paráfrasis intelectuales con el pretexto de
desarrollar un tema. Estaba yo muy deprimido. De camino
para casa tomé la determinación de agudizar aún más. en mi
última elaboración, las originales perspectivas intelectuales,
que son las que constituyen el núcleo de cada una de las
escenas; tomé la determinación de ser todavía más intelec-
tual, a fin de no provocar el cansancio con el peso de las
imágenes.•
46 KARL KRAUS, ROBERT MVSIL, FRANZ KAFXA
El principio de la grandeza
Este escritor se hacia a sí mismo tan dificil la tarea de
escribir como acaso ningún otro en la historia. En él había
una voluntad, apasionada, de lo grande; e, indisolublemente
vinculada a ella, una despiadada autocrítica, Musil tenía el
poder de relatar de un modo compacto y conciso, de crear
de su plenitud poética, y quería más, quería casi lo impo-
sible. Este hombre, con una profunda formación científica
y filosófica (<<multilateral Ignorancias, la llamaba él mismo),
LITER.ATURA y CRISIS 41
este hombre, que había estudiado a fondo Matemáticas, Psi-
cología, Filosofia, aspiraba a una totalidad goetheana, inal-
canzable en el sígío xx, e.1 mismo se planteaba la pregunta:
«¿Cómo se imagina él al poeta? He aquí la respuesta: «En
todo caso, no creando por intuición... Sino a partir de la
ciencia de la época, y de los intereses de la misma. Sólo que
de una forma más rápida que su época, con un lempo que
se adelanta tanto a ella como para darle la impresión de que
él está en contradicción con la misma. Su mejor yo, el abo-
gado de la época contra la época ...• Durante el período de
elaboración de su gran novela, observaba Musil: -¡Hay que
reforzar el elemento pedagógico del libro, exponer una fór-
mula práctica... !. :I!ste era su sueño y su tormento, no sola-
mente describir la época, sino darla un modelo; no limitán-
dose meramente a decir: ¡Así est, sino más bien: ¡Asl debe
ser! cLa tarea es la siguiente: Descubrir siempre nuevas so-
luciones, relaciones, constelaciones, variables, presentando
prototipos del transcurso del acontecer, modelos atractivos,
de cómo uno puede ser hombre, de cómo uno puede encono
trar al hombre interior.... Y en una conversación con Oskar
.Maurus Fontana, dice lo siguiente: .Yo quisiera contribuir a
una superación espiritual del mundo. También por medio de
la novela. Por ello, yo estaría muy agradecido al público si
prestase menos atención a mis cualidades estéticas y más a
mis deseos. El estilo no es para mí más que elaboración
exacta de un pensamiento...• Y más tarde: «La poesía no
tiene la tarea de describir lo que algo es, sino lo que debe
Ser. O por decirlo con otras palabras: La poesía da símbolos.
Es Interpretación. Hermenéutica de la vida. La realidad es
para ella el material. (Y da también modelos. Y hace pro-
puestas parciales.)» Al principio que él quena seguir lo lla-
maba Musil «un principio heroico. Un principio prornetelco,
que libera a las fuerzas combativas del alma de toda ton-
tería y las pone al servicio de lo esencial. Un principio ~e
gún mi opinión- clásico y que lleva adelante. El principio
de la grandeza •.
Manteniéndose fiel a dicho principio (corriendo el peligro
de vivir en pobreza), Musil estaba continuamente preocupado
por acertar a decir algo esencial. Se puede expresar lo esen-
cial, lo característico, lo típico en un caso corriente, o bien
en uno extremo. Balzac, Stendhal, Dostoievski han preferido
tomar un caso extremo, Díckens, Flaubert, Tolstoi, en cam-
48 KARL KRAUS. ROBERT MUSIL, FRANZ KAFKA
liento, que velaba sobre sus pueblos con los dos ojos ce-
rrados, tenía realmente también ataques de dureza y domina-
ción violenta; cosa que sucedía siempre que él hubiera de-
jado marchar las cosas demasiado lejos y no había manera
de encontrar una vía de solución, que permitiese ir para
adelante o para atrás. Entonces él procedía echando mano
de medidas policiales, del fiscal y disposiciones absolutistas,
para volver de nuevo a retroceder, angustiosamente, al cabo
de algunos momentos, aterrado por la enconada resistencia
que por todas partes encontraba; y entonces se ponía a
"abrenunciar" de sus propios órganos... Se puede calificar
al espíritu de este Estado de absolutista contra su voluntad;
pues él procedería con gusto al modo democrático, si hu-
biera entendido lo que era esto. ¿Pero qué era este Estado?
No le servía de base ni una nación ni una federación libre
de naciones, que formara su esqueleto en el mismo, y cuyos
tejidos ella se encargara de regar continuamente con el vigor
de su sangre; no había un espíritu que le alimentase, un
espíritu que se hubiera configurado en privado y que des-
pués de haber alcanzado en alguna cuestión fuerza suficiente
se hubiera incorporado al Estado, penetrándole; a pesar del
talento de su funcionariado y de algunos buenos trabajos
particulares, propiamente carecía dé cerebro, pues faltaba
una instancia central donde se formara una constelación de
deseos y de ideas. No era más que un anónimo organismo
administrativo; propiamente, no era más que un fantasma,
forma sin materia, atravesado de confín a confín por co-
rrientes incesantes de influjos, ilegítimos, a falta de legi-
timas....
¡Y qué ironía en el Hombre sin atributos! ¡Qué ironia,
fluctuando entre el amor y el desprecio, entre la ternura y
el enojo, entre la gracia y la ojeriza! /1 Glaciares y mar, había
allí, y el Carso, y trigales bohemios, y noches en el Adriático,
llenas a reventar del chirriar del grillo, y aldeas eslovacas,
donde el humo de las chimeneas subía como de orificios
nasales vueltos hacia arriba, donde la aldea se acurrucaba
entre dos pequeñas colinas, como si la tierra hubiera abierto
un poco los labios, para calentar entre ellos a su criatura.
Naturalmente que también rodaban ya sobre estas carrete-
ras automóviles, ¡pero no demasiados automóviles! Tam-
bién aquí se tomaban las medidas oportunas para la con-
quista del aire, también aquí; pero no demasiado intensa-
LITERATURA Y CRISIS 51
Problemas de la decadencia
Contra el irracionalismo
gura que respeta sólo unas pocas leyes externas por mor de
la libertad interna. Pero esta libertad interior consiste en
poder pensar a discreción, en saber en cada situación hu-
mana por qué uno no se necesita vincular a ella, sin saber
nunca a qué le gustaría vincularse.
La burguesía era para él algo acabado. La clase obrera
siguió siendo para él algo extraño. En profunda oposición
contra el viejo mundo e inclinado, lleno de presentimientos,
hacia uno nuevo por venir; desconfiado, no obstante, ante
toda clase de programa, ante lodo sistema idcológico, anti-
cipando, en su persona y en su obra, lo que hoy es tan
característico para muchos hombres y sobre todo para mu-
chos intelectuales de este mundo capitalista. Disconformes
con este mundo, absolutamente descontentos con él, retroce-
den espantados ante las perspectivas de uno nuevo, que se
va haciendo, ante los sufrimientos de un período de tran-
sición, ante las fatigas de su realización. En tal actitud anida
el peligro del nihilismo. Que aquellos que leen a Musil y
reconocen en su problemática la propia problemática no
cierren los oídos a su vigoroso «¡A pesar de todo!» «y a esta
evolución que ha tenido lugar desde la última guerra, que
encierra en sí una forma de solidaridad, así como también
una actitud de duda ante el pasado, yo la quisiera calificar
de colectivista, para subrayar así aqueUo que más interesa
al "espíritu libre". Claro que esto es optimismo; y hoy día,
cuando tanto optimismo político anda ya en circulaci6n, a
muchos se les hará difícil el confesarse optimistas; pero el
querer entender es una de las pocas funciones indiscutibles
que todavía le quedan al espíritu, y la mayoría de las veces
éste dará por supuesto que la humanidad posee algo que
nosotros ni vemos ni dejamos de ver: alguna meta, algún fin,
alguna clase de tarea, algo lleno de sentido que hacer. En una
palabra, su optimismo al contemplar el mundo se puede en-
cerrar en la fórmula: [Erramos hacia adelante!s
68 KARL I\RAUS, ROBERT MUSIL, FRANZ K.\FKA
La Acción Paralela
Los personajes
El amor hermano-hermana
La «otra dimensión-
Agathe
4
98 KARL kRAUS, ROBI!RT MUSIL. FRANZ KAFKA
La catástrofe
Genio de la debilidad
El advenedizo
El padre
Praga
La burocracia
La alienación
Revuelta y resignación
El método poético
La marquesa de O , de Heinrich von Kleist, empieza
con esta frase: «En M , una importante ciudad del norte
de Italia, la enviudada marquesa de O... , dama de inmejora-
ble reputación y madre de varios muy bien educados hijos,
hizo público, mediante los peri6dicos, lo siguiente: que ella
. había sido llevada, sin saberlo, a otras circunstancias, que
se pusiera en contacto con ella el padre del niño que iba a
dar a luz; y que ella, por consideraciones familiares, estaría
dispuesta a casarse con él.. .•
La metamorfosis de Kafka comienza con la frase siguien-
te: cCuando Gregor Samsa despertara una mañana de sus
desasosegados sueños se vio en la cama transformado en
un bicho monstruoso. Estaba echado allí sobre su espalda,
dura, de forma acorazada, y podía ver, si levantaba un poco
la cabeza, su abovedado vientre, marrón, dividido por rayas
en arco, a cuya altura a duras penas se podía mantener toda-
vía la colcha de la cama, a punto siempre de resbalarse com-
pletamente hasta el suelo .•
Lo excitante en el método empleado por Kleist y Kafka es
la intencionada falta de concordancia entre aquello que es
narrado y la forma como es narrado. la contradíccíén entre
lo extraordinario del acontecimiento y lo protocolario del
relato que del mismo se hace. Kleist, Stendhal, Mérimée
hablan de caracteres, pasiones, situaciones extremas (¡en
romántica oposición con la banalidad del mundo burgués!);
sin embargo, el más recalentado de los temas es narrado en
el más frio de Jos estilos. Y es precisamente por la fingida
ISO KARL KRAlJS, ROBERT MlJSIL, FRANZ KAFKA
La sátira fantástica
Nota Editorial . 7
Karl Kraus, Robert Musil, Franz Kafka . 9
KARL KRAUS . 11
ROBERT MUSIL 39
7
FRANZ KAFKA . 103
Genio de la debilidad • 104
El advenedizo 108
El padre. 110
Praga. • 114
El Estado de tos Habsburgo . 117
La burocracia 118
La alienación . 124
Lucha por la salida 131
Revuelta y resignación • 140
Personalidad y clase obrera. 145
El método poético . 149
La sátira fantástica • 156
El libro de imágenes del mundo 161
. le tfllaclón corrle nle de l Individuo COf'I una orvenllloclón
dem..lado g.e",,", como lo "O l. "ol.tol . COf'Iolot. en de].,
hacer : ..lo • • p•• olón .0 una tótmul. genull\ll, .nlr. 01....
d. . .l. "pace. 1.1I _.¡olenel. de 1M hombt"o .. hII IHK:ho
t.., g.o nde y ten tupid• • , lee tfllaclon.. .. hIIn _ 1•• lazado
, .mbrollado de forme 1... lncomprenolbl. que nl"ll un 010.
que ningune volunlad .. upar de ebel'U' eepecloe me,oree:
, cedo 110mb.. quede dependlttndo de otroo, en mlnari.
de edecI. fue,. "'1 ci.culo mte .elracho en que ....... ..oll.n
ouo propl. o funclon... Nunc.ll hIIbl. "ledo I.n Ilmllede
lo lnl.llgenclo de loe oubotdlnedoe como lo . 016 . hoto . ehor • •
cu.ndo todo lo hac. ell• . Oule,. o no. el lncllvlduo fi_
que de j• • hace" y 61 no hace.•
A08t AT MUSIL
icaria editorial