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El Neolítico como referente ante el cambio climático

Investigadores de la Universidad de Plymouth buscan respuestas en el último


periodo intenso de calentamiento global, hace entre 10.000 y 15.000 años

https://www.lavanguardia.com/cultura/20171116/432921659154/edad-de-piedra-lucha-
cambio-climatico.html (adaptado)

Aunque hace años había mucha discusión sobre la existencia o no del cambio climático
actual, hoy en día ya no se cuestiona. Todo indica que estamos viviendo una etapa de
calentamiento global, y que está siendo acentuada por la contaminación que producimos
los seres humanos. Sabemos que el planeta ya ha vivido otras épocas de calentamiento o
enfriamiento global. Ha habido, por ejemplo, al menos cuatro grandes edades glaciales
intercaladas con otros periodos en los que parece que la Tierra ha estado libre de hielo,
incluso en los polos.

La última de esas épocas “calientes” comenzó durante el Holoceno, a finales del


Paleolítico Superior, entre hace 15.000 y 10.000 años. Tras una Edad de Hielo, que había
convertido al Hemisferio Norte en una estepa helada, comenzó un periodo mucho más
cálido y húmedo. Estos cambios comportaron una variada gama de respuestas y
consecuencias para las personas.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Plymouth se han remontado en el tiempo


para buscar ideas del Neolítico que permitan a los humanos adaptarse mejor al cambio
climático actual. “El mundo que vemos hoy es obviamente muy diferente de cómo era
hace 15.000 años, pero hay ciertas similitudes. El cambio hacia un clima más cálido, por
ejemplo, no fue gradual, sino que incluyó dos saltos muy rápidos separados por una
inversión térmica”, explica Neil Roberts, profesor de Geografía Física en la Universidad de
Plymouth y director de la investigación.

El equipo científico ha examinado los registros arqueológicos y ambientales -en el polen y


el carbón vegetal- de ese período y considera que se pueden aprender muchas cosas de
las experiencias humanas pasadas. Para ello se ha centrado en el suroeste de Asia, una
zona que limita con el extremo oriental del Mediterráneo, el lugar donde nació la
agricultura y otros aspectos de la vida sedentaria. Esta zona del planeta es el Oriente
Próximo y también se conoce como el Creciente Fértil.

Los investigadores examinaron los registros climatológicos y de vegetación de las cuevas,


lagos y sitios arqueológicos y descubrieron que el clima de la región pasó de ser frío y
seco a ser significativamente más cálido y húmedo. “A medida que la temperatura
ambiental subió, la población aumentó. Pero esta tendencia comenzó antes en algunas
áreas que en otras, a pesar de que el calentamiento climático se produjo al mismo tiempo
en todas partes”, afirman.

Existen diversas teorías sobre la influencia del cambio climático en la Revolución


Neolítica. Todo parece indicar que la agricultura, la ganadería y las ciudades nacieron de
la mano. La prueba de ello está en que las ciudades más antiguas del mundo están
situadas en el denominado Creciente Fértil, es decir donde comenzó la neolitización.
Mientras el norte estaba congelado, el Oriente Próximo era un lugar con un clima muy
benigno, con praderas y bosques, siendo muy poblado por diversas especies animales. El
cambio climático hizo huir a los rebaños de renos hacia el norte, provocando una
disminución de la caza. Poco a poco se incrementaron las precipitaciones y fue
aumentando la población de seres humanos también. Durante el calentamiento de finales
del Paleolítico, esta zona se fue convirtiendo en el paisaje que todos conocemos:
desiertos y oasis cerca de los ríos.

El aumento de la población hizo que hombres y animales se vieran obligados a reunirse


en torno a las zonas más fértiles y con agua, donde los humanos empezaron a ejercer la
agricultura como modo de subsistencia y fueron domesticando a los animales. En las
áreas donde se mantuvo un equilibrio entre los seres humanos y los recursos del entorno
natural (lo que se conoce como “sostenibilidad”) durante los períodos de clima adverso,
las comunidades pudieron responder rápidamente al cambio climático. En cambio, en las
zonas donde hubo un abandono de los asentamientos de esta época, parece que las
poblaciones reaccionaron más lentamente ante los nuevos retos que requería el nuevo
clima más seco.

Todo esto parece indicar que les fue mejor a aquellas poblaciones que consiguieron
mantener la continuidad agrícola durante el período del cambio climático. “El Neolítico nos
ha dejado un mensaje claro: un entorno natural transformado y bien regulado puede
alimentar un gran número de bocas”, explica Guilaine.

Parece que éste también es el reto que debemos afrontar con el cambio climático actual:
que la explotación agrícola del planeta sea sostenible, alimentando a la numerosísima
población del planeta sin agotar los recursos naturales, que están en disminuyendo
debido a la acción del hombre y al calentamiento global. La humanidad está llevando la
naturaleza y sus recursos al límite de sus posibilidades, con la explotación irracional del
medio, acumulación de semillas, desigualdades sociales, y espíritu de supremacía sobre
los más débiles. Para Guilaine, “la esperanza de una sociedad en armonía con la nueva
economía fracasó por el rechazo a compartir”.

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