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Libertad de Pensamiento o Pedagogía Dominante

Johanna Andrea Pérez Riveros

“En el arte de la educación se ha de cambiar lo mecánico en ciencia” (Kant, 1804 6).1

A través de este corto escrito, expongo lo que probablemente muy pocas personas saben sobre lo que
realmente está pasando con el sistema de enseñanza a nivel global, el cual viene desmejorando a pasos
agigantados como consecuencia del neoliberalismo, que pretende la intervención del capital financiero
en todas las ordenes de la economía, fortaleciendo intereses mundiales por fuera de los Estados desde
el siglo XX, al transformar la visualización que tenemos de la educación, que pasa a considerar un
derecho de la ciudadanía a un servicio que presta una empresa, en este caso representada por la
escuela, en donde invierte el cliente personificado por el estudiante, quien depende de esta educación
para poder acceder al mercado laboral en un futuro, siendo entendido como un emprendedor que se
entrena en competencias, destrezas y habilidades específicas.

La actual sociedad en donde se mercantiliza el conocimiento, se caracteriza por aspectos que la


identifican, entre los que se destacan: la agobiación, la discriminación, la burocracia, la carencia de
libertad de pensamiento, el consumismo, la industrialización, la fragmentación del individuo y las
estrategias neoliberales, que Fernández, García y Galindo (2017), ratifican cuando dicen que son:
“Formas complejas y estrategias mediante las que el capitalismo busca su supervivencia como sistema
de organización social basado en la dominación y en la explotación” (Fernández, García y Galindo, 2017:
29).
Todos estos aspectos, conducen a que la persona en medio de la globalización neoliberal se vea afectada
por la desaparición de la identidad local, al encontrarse inmerso en la era de las masas proveniente de la
modernidad, la post-modernidad, el capitalismo, la plusvalía y el fascismo en donde se llega al fenómeno
en el que el individuo se subordina plenamente al Estado, el cual ejerce un control absoluto de la
sociedad; estos últimos aspectos característicos, conllevan a un cuestionamiento primordial que surge
globalmente acerca del papel del ser humano en los diferentes campos de la sociedad, como los son: el
social, político, económico, cultural entre otros; produciendo un rol que emerge de forma individual, en
la búsqueda egoísta de intereses y beneficios propios y no en la indagación por el bien común equitativo
y enriquecedor en los diferentes ámbitos, principalmente en el educativo.

1
Kant, Immanuel. (2003). Pedagogía. pg. 6 (Ediciones Akal, S.A.)

1
Consideramos que al analizar lo que sucede actualmente, podemos asumir que en el campo educativo el
docente no solo enseña contenidos, sino que también entrena competencias, con el objetivo de producir
individuos en línea que sean empleables, concibiendo a la escuela como una industria que produce
“capital humano”, alterando los fines de sistema educativo (Fernández, García y Galindo, 2017, p.25). En
otras palabras, al divisar este panorama precario es totalmente posible que la escuela pública este
destinada a desaparecer, como efecto directo de la gestión que ejerce este gran mecanismo capitalista
por parte del gobierno y las políticas educativas globales.
Dicho de otra manera, la riqueza proviene de manera importante de la información generada y la
necesidad que se tiene por convertirla en conocimiento, que lleva a industrializar la educación como un
servicio obteniendo los resultados de su uso, subyugándolo para que responda a las demandas de la
actual sociedad neoliberal, dentro del modelo productivo, cambiando también la función del profesor
como motivador del aprendizaje por un entrenador administrativo heterónomo, con cada vez menos
reconocimiento social, devengando un salario irrisorio y reprimido, respondiendo no solo a las demandas
de sus clientes=estudiantes, sino a las exigencias de los padres de familia.

Esta situación se presenta como una causa más de la revolución educativa que inició a comienzos del
siglo XXI, cuya evidencia se encuentra en: “Las políticas educativas apoyadas por la UE, la OCDE, El Banco
Mundial e incluso la UNESCO, las cuales coinciden en que el camino para adaptar la educación a los
nuevos retos que plantea la <<sociedad del conocimiento>> pasa por <<educar en competencias>> y
<<evaluar por competencias>>” (Fernández, García y Galindo, 2017, p.30). Que nos muestran una
implicación directa de los sistemas educativos en la revolución educativa del siglo XXI. Esto significa que;
se instruye a la persona con ciertas destrezas y habilidades que le permitan desenvolverse en el mercado
laboral, dejando de lado la necesidad imperiosa que existe actualmente por crear un ciudadano crítico
que logre poner en cuestión las bases mismas del sistema, la cual se logra al incentivar y formar en el
educando un pensamiento crítico y creativo” (Fernández, García y Galindo, 2017, p.23).

Por estas razones, como ser humano educador y como individuo, me cuestiono sobre el tema que se
debate en el primer capítulo del texto: “Escuela o barbarie” acerca de la educabilidad desde el interés
del neoliberalismo, el cual considera a los estudiantes como los posibles clientes, que consumen un
servicio, que en este caso es la educación basada en un modelo de competencias, que los entrena para
ser empleables o útiles dentro de la sociedad; esta situación conlleva a Fernández, García y Galindo
(2017), a decir, retomando las palabras de Montserrat Gomendio: “…el modelo vigente hasta ahora pone
todo el énfasis en el aspecto memorístico del conocimiento y prácticamente ningún esfuerzo en enseñar

2
a resolver problemas complejos, desarrollar el pensamiento crítico y creativo, que es lo que “valora el
mercado”, por lo que pedía un “camino radical” de metodología docente ” (p.22).
Consolidando este modelo por competencias de manera impuesta, la escuela se aleja cada vez más de la
denominada ilustración, argumentada por Kant, que Fernández, García y Galindo, (2017) plantean que: “
el objetivo era alcanzar una época efectivamente ilustrada, en la que la libertad de pensamiento y el
ejercicio de los derechos fundamentales estuviera garantizado y en la que se realizara el progreso de la
humanidad”(p.26); no obstante, en la sociedad actual nos encontramos en un inmenso proyecto de
“ingeniería social”, basado en la estrategia por competencias, que le sirvan al individuo para
desenvolverse en el mercado al estar entrenado para dicho fin (Fernández, García y Galindo, 2017, p.24).

Por ende, los autores Fernández, García y Galindo, ven el origen de esta crisis en la implantación de este
modelo real en las instituciones educativas que viene creando problemas sobre el sujeto educado por
competencias, al formar y construir un ciudadano con figura de “emprendedor”, quien es dependiente
del “capital humano”, lo cual ocasiona una transformación en la manera de enseñar; dado que no es lo
mismo enseñar a ciudadanos que enseñar a emprendedores, visualizados como clientes que se
enfrentan de manera individual al mundo y que ya no son instruidos en conocimientos y materias, sino
que son entrenados en competencias, destrezas y habilidades técnicas y emocionales, que en otras
palabras es reconocido hoy en día como “aprendizaje integral” (Fernández, García y Galindo, 2017, p.8).

En conclusión, las instituciones educativas son vistas como empresas que forman sujetos competentes
para la mano de obra, que sean egoístas al pensar en beneficios propios dejando de lado la generosidad
y la solidaridad hacía los demás, convirtiéndose en individuos consumistas, productivos, poco críticos de
su realidad.

Fernández, García y Fernández (2017). Escuela o Barbarie-Entre el neoliberalismo salvaje y el Delirio de la izquierda.

Madrid-España: Ediciones Akal, S.A.

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