Está en la página 1de 142

Revista de Psicoanálisis

Publicación semestral de la
Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Sociedad componente de la
Federación Psicoanalítica de América
Latina y de la Asociación
Psicoanalítica Internacional
Comité editor Año 1 Número 0
Primavera 2003
Mariano Horenstein
Director Redacción y administración APC:
Independencia 1091
Victoria Cané Córdoba – República Argentina
Elizabeth Chapuy de Rodríguez Telefax: (++54) (351) 4697186
Eduardo Kopelman E- mail: apcba@arnet.com.ar
Silvia Tulián
Correspondencia a:
revistadocta@yahoo.com.ar
Secretaría administrativa: Las opiniones de los autores de los artículos
Norma Arroyo son de su exclusiva responsabilidad y no
María Fontanetti reflejan necesariamente las de los editores
de la publicación.
Se autoriza la reproducción citando la fuente.

Arte & diseño:


Di Pascuale estudio Comité de lectura
Ricardo Bernardi (APU)
Cuidado de la edición:
Marta Baistrocchi (APC)
Gastón Sironi
Mario Bugacov (APR)
Traducción: Alberto Cabral (APA)
Gastón Sironi Cláudio Eizirik (SPPA)
Ricardo H. Etchegoyen (APdeBA)
Impresión: Beatriz Gallo (APC)
Ediciones del Boulevard
Javier García (APU)
Carola Kuschnir (APC)
Miguel Leivi (Apdeba)
Comisión Directiva APC Mario López Vinuesa (APC)
Jorge Maldonado (APdeBA)
Emilio Roca Norberto Marucco (APA)
presidente
Clara Nemas de Urman (APdeBA)
Juan Chiappero Jorge Olagaray (APA)
secretario general Oscar Paulucci (APA)
Leonardo Peskin (APA)
Cristina Hernando
Diego J. Rapela (APC)
prosecretaria
Abraham Reznichenco (APC)
Susana Ciceri Emilio Roca (APC)
tesorera Daniel Rodríguez (APdeBA)
Elizabeth Tabak de Bianchedi (APdeBA)
Carola Kuschnir
directora de Instituto Enrique Torres (APA)
José Luis Valls (APA)
Juan Baena Marcelo Viñar (APU)
secretario científico Felipe Votadoro (APF)
Jorge Winocur (APA)
Bruno Winograd (SAP)
Índice

Editoriales 7

Texturas freudianas
Transformaciones en las teorías psicoanalíticas / Ricardo Avenburg 17
Acerca de las ideas del joven Freud / José Luis Valls 23

Texturas inglesas
El poder de las teorías / Ricardo Bernardi 45
El “o”mbligo del sueño y el infinito “o”bjeto del conocimiento analítico
(“y toda la vida es sueño...”) / E. T. de Bianchedi, E. Chapuy, A.
Hefesse, B. K. de Kakov, D. Nuesch 67
Algunas notas acerca del coraje para analizar/se / Clara Nemas 73
El rol de la “impensabilidad” en los individuos y en los grupos
implicados en situaciones extremas / Riccardo Romano 81

Texturas francesas
De identidades y fronteras / A. Finola, M. López Vinuesa, A.
Reznichenco 91
La interpretación en psicoanálisis / Daniel Rodríguez 96
Sostener la apuesta / Oscar Paulucci 105
El sujeto para el psicoanálisis / Leonardo Peskin 110
Pluralidad y psicoanálisis / Emilio Roca 126

Dossier: literatura y psicoanálisis


Pluralidad incontrolable de discursos y balbuceo teórico / Hugo
Achugar 131
Dos amores: Psicoanálisis y literatura / Marcos Aguinis 142
Lacan y la literatura / Jorge Castillo 157
Lo fantástico. Conversaciones entre Freud y Cortázar / Miriam di
Gerónimo 161
El lugar de la novela en el universo freudiano / Gloria Gitaroff 170
Los sujetos trágicos. Literatura y psicoanálisis / Ricardo Piglia 179

Índice
Duelo y melancolía en la traducción (la travesía imposible hacia la
equivalencia) / Susana Romano-Sued 184

Palabras cruzadas
Jean Allouch: “Las trifulcas teóricas exhiben salvajismo” 199
Silvia Bleichmar: “Prefiero la diversidad con riqueza a la unificación
aplanada” 205
Elizabeth Tabak de Bianchedi: “Los límites del intercambio son los
grupos o las instituciones fanáticas” 210

Contextos
Tiempos difíciles / B. Gallo, N. Chena, G. Gianello, N. Peralta, L. Tavip 217
Argentina, cambalache y omertà / Grupo Sygma 222
Algunas observaciones sobre la guerra, el pacifismo y el
fundamentalismo contemporáneos / Alberto C. Cabral 233

Con memoria y con deseo


El psicoanálisis y las instituciones psicoanalíticas ayer, hoy y mañana,
aquí en Córdoba (parte I) / José Rapela 241
Psicoanálisis de provincia / Enrique Torres 263

Lecturas
El psicoanálisis frente al pensamiento único. Historia de
una crisis singular / Soler, Colette; Soler, Louis; Adam,
Jacques y Silvestre, Daniele 275
Clinica psicoanalitica y neogénesis / Silvia Bleichmar 276
Psicoanálisis como literatura y terapia / Antonino Ferro 279

Índice
Docta

Ochenta y cinco años atrás, desde este mediterráneo rincón del sur del plane-
ta, un grupo de universitarios lanzaba su proclama reformista, aseverando en-
tonces: “Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país con una vergüen-
za menos y una libertad más.”
En esta primavera del año dos mil tres, en este rincón del planeta cada vez
más alejado del mar y cada vez más cercano al sur, queremos recuperar los es-
tandartes de aquel pensamiento libre y crítico, queremos también rebelarnos
contra los vestigios “monárquicos y monásticos” que, como en aquel entonces
en la universidad, hoy han querido concebir el psicoanálisis en términos de igle-
sia o realeza, de secta o corporación.
Pretendemos que Docta sea un espacio abierto al pensamiento plural, libre
en la medida de lo posible de artículos de fe y fidelidades ciegas que oscurez-
can nuestra posibilidad de pensar.
Tanto como nos nutrimos en las corrientes fundamentales del pensamiento
analítico, propiciaremos que esta publicación colabore en el desarrollo y la di-
fusión de ideas novedosas y críticas arraigadas en lo local, ajenas a la repetición
de lo generado en las metrópolis habitualmente productoras de conocimiento.
Trabajaremos para que este espacio sea fértil para la puesta en juego de las
diferencias, en un debate en que los autores den cuenta de las razones que sos-
tienen su práctica. Ello exigirá tanto respeto entre las personas como fervor en
la discusión de las ideas.

7
Respetaremos más la autoridad de los principios que los principios de autori-
dad, incompatibles con las consecuencias del descubrimiento del inconsciente.
Siendo un vehículo y un incentivo a la expresión de las ideas de los integran-
tes de la APC, Docta estará abierta a pensadores originales o contribuciones crí-
ticas más allá de las fronteras institucionales, siempre y cuando aporten a la dis-
cusión y a la política editorial desde el respeto y la creatividad.
Rescataremos el pionero espíritu freudiano de considerar el psicoanálisis co-
mo una disciplina del campo de la cultura, en constante intercambio con artes
o ciencias que no hacen más que enriquecer la práctica clínica en la que nos em-
peñamos cotidianamente.
Pensamos que, en un momento histórico en que los agoreros vaticinan la
muerte del psicoanálisis en cada oportunidad que se les presenta, embarcarnos
en una nueva empresa editorial representa una apuesta por el futuro de nues-
tra disciplina, confiando en que compartiremos con el lector -desde esta Cór-
doba que hoy nuevamente se redime- la máxima que Freud recogiera de los
marinos de la liga hanseática: navegar es necesario, vivir no lo es.

El Comité Editor.

8
Docta, el librepensador y el psicoanálisis en plural

Atrapados. En las democracias actuales, cada vez son más los


ciudadanos que se sienten atrapados, empapados en una
especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve
cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo
paraliza y acaba por ahogarlo. Esta doctrina es el pensamiento
único, el único autorizado por una invisible y omnipresente
policía de la opinión.
I. Ramonet.

El librepensador es un sujeto que sustenta ante todo el pensamiento crítico,


guiado por una verdadera declaración de principios: el pensamiento no delin-
que1. Dados a imaginar al lector destinatario de este número, lo vislumbramos
como un librepensador. Deseamos colaborar en la formación de librepensado-
res dentro del psicoanálisis.
Docta es el nombre que hemos elegido para la revista de la APC, que extiende
así el espacio plural que existe en su seno y en el de la formación que imparte.
Docta por Córdoba. Docta por ser de doctrina buena parte de su contenido. Doc-
ta, pero en el sentido de la “docta ignorancia” de Nicolás de Cusa, donde el saber
se cuestiona a sí mismo y se posterga en la escucha desprejuiciada.
Si hay una práctica eminentemente singular -lo sabemos- es la del psicoa-
nálisis. Tanto por el infrecuente encuentro que éste implica, entre alguien que
habla ante alguien que escucha, como por el particular empeño que nuestra
disciplina pone en rescatar la particularidad de cada sujeto en medio de la vo-

1 E. Taro Hecglen en “Pensamiento crítico vs. pensamiento único”. Le Monde Diplomatique, Ed. Temas de Debate,
Madrid, 1998.

9
rágine cotidiana que tiende a normalizar, a generalizar. Para un psicoanalista,
cada caso, cada intervención, cada momento de cada cura son únicos, y es esta
originalidad la que dificulta las formulaciones generales en psicoanálisis. Aho-
ra bien, si el apelativo general -como opuesto al de particular- no es propicio
a nuestra praxis, no sucede lo mismo con otra de las contrapartidas de la pala-
bra singular. Psicoanálisis se escribe igual en singular y en plural, pero elegimos
-y apostamos aquí nuestro deseo- conjugarlo en plural.
Pluralidad en psicoanálisis no significa eclecticismo en psicoanálisis, donde
se apela a la indefinición como resguardo frente a las diferencias, donde la mo-
dorra intelectual se disfraza de amplitud de criterio. Pluralidad no significa ecu-
menismo, pues no apuntamos a ninguna ilusoria unificación ni mucho menos
consideramos como religiosa nuestra causa. Pluralidad en psicoanálisis implica
reconocer la existencia del otro, implica hacer palanca en la diferencia inexpug-
nable para obligarnos a dar cuenta de nuestra práctica y pedir cuentas a la del
otro. Implica reconocer que, epistemológicamente, estamos lejos -y quizás no
sea tan indeseable esa distancia- del grado de avances y unificación doctrinaria
que han alcanzado otras disciplinas, y que coexisten diferentes maneras de
aprehender y pilotear la clínica psicoanalítica, diferentes formas de concebir la
agrupación y la formación de los analistas, diferentes estilos de ser analista
dentro de cada grupo.
Pluralidad en psicoanálisis no significa renunciar a tomar posiciones teórico-
clínicas y a ser consecuentes con las mismas. Pero sí implica asumir la posibili-
dad de un encuentro con otros, aun sabiendo que éste cabalgará sobre un fun-
damental desencuentro.
Los artículos doctrinarios que se encolumnan -siempre hay alguna arbitra-
riedad en la búsqueda de un orden interno- bajo las rúbricas de Freud, Lacan o
Klein y los post-kleinianos han sido denominados texturas, textos hilados con
hebras de diferente origen teórico, para que cada lector ingrese por la puerta
que quiera al espacio de lectura de Docta.
Del lado de Freud, reeditamos en este número una ponencia de Ricardo
Avenburg acerca de las transformaciones en las teorías analíticas. Publicamos
además, como un adelanto que se hace en exclusiva a través de nuestras pági-
nas, la introducción del próximo libro de José Luis Valls sobre psicoanálisis y
modernidad. En el preámbulo devenido artículo aquí, Valls reflexiona sobre el

10
joven Freud y su “Proyecto”, arrojando un guante que pensamos dará lugar a
respuestas entusiastas por parte de quienes estén dispuestos a recogerlo.
Desde la tradición de la escuela inglesa de psicoanálisis, Clara Nemas nos
acerca, en un trabajo inédito, sus ideas acerca del coraje que ha de asistir a los
participantes de la aventura analítica para que ésta sea digna de tal nombre.
Elizabeth Tabak de Bianchedi, junto a Elizabeth Chapuy et al., trabajan, tam-
bién de manera inédita, sobre “O”, concepto de raigambre bioniana, a través
de la clínica y la literatura. Allí aventuramos una invitación a profundizar los
caminos paralelos o cruces de teorías, entre “O”, el ombligo del sueño freudia-
no, aquí aludido, y lo Real lacaniano, maneras diferentes y coherentes dentro
de sistemas de pensamiento específicos, de aludir a algo que puede encontrar
al menos algún punto de contacto. Publicamos también por primera vez en es-
pañol un trabajo de Riccardo Romano, analista italiano que ha tomado de su
práctica en tierras de la Mafia, en Sicilia, los elementos para formular un nue-
vo supuesto básico, el de omertà, para comprender nuevos aspectos de la vida
mental de los grupos humanos. Finalmente, decidimos reeditar un clásico tra-
bajo de Ricardo Bernardi, “El poder de las teorías”, que excede el marco de es-
ta sección al proponerse investigar el papel de los determinantes paradigmáti-
cos de las diferentes teorías en la aprehensión analítica.
Hay una serie de trabajos construidos bajo la orientación del pensamiento
de Lacan, todos inéditos. Desde Córdoba, Emilio Roca nos habla tanto de la ne-
cesidad como de los riesgos del pluralismo en psicoanálisis; Mario López Vinue-
sa, Abraham Reznichenco y Alfredo Finola discuten -desde una institución y
una publicación pertenecientes a la IPA- sobre los límites y preconceptos exis-
tentes acerca de las prácticas lacanianas en la misma IPA, en un verdadero ejer-
cicio de librepensamiento. Desde Buenos Aires, Oscar Paulucci invita a sostener
la apuesta analítica a partir de darle lugar al deseo, de cuyo sujeto nos habla
Leonardo Peskin en otro trabajo. Por su parte, Daniel Rodríguez presenta un
fresco artículo acerca de la interpretación en psicoanálisis, instrumento desti-
nado a “producir olas” más que a inducir comprensión en el analizante. Segu-
ramente estos trabajos funcionarán también en ese sentido, cuestionando las
maneras tradicionales de pensar la clínica y la teoría analíticas, revisitando las
verdades supuestamente atemporales para revelar su prosaica historicidad.
Presentamos también un dossier: Literatura y psicoanálisis, y en ese or-

11
den. Más que el intento de aplicar el psicoanálisis a la literatura, quisimos
aprender de ésta, siguiendo la tradición de pensadores que, como Freud, Lacan
y Winnicott, reconocieron la ventaja con que siempre corren los escritores fren-
te a los analistas, a la hora de descubrir los meandros del alma humana. De es-
to tratan -entre otras cosas- una formidable conferencia de Ricardo Piglia cuyo
texto publicamos, “Los sujetos trágicos”, artículos como el de Marcos Aguinis
sobre las influencias literarias en Freud, y otros de destacados escritores y ana-
listas (Hugo Achugar, Susana Romano-Sued, Miriam di Gerónimo, Jorge Casti-
llo, Gloria Gitaroff) que pasan revista a Borges y a Cortázar, a Joyce y a Duras
-entre otros escritores-, en ese difícil nudo que conforman en su intersección el
psicoanálisis y la literatura. La literatura funciona también como un espejo fres-
co donde mirarnos cuando la repetición de consignas y contraseñas de perte-
nencia muchas veces nos adormece. No nos despegamos aquí ni un ápice de la
artesanía clínica, sino que retomamos el espíritu freudiano y humanista, que
muchas veces la “profesionalización” del psicoanálisis nos hace perder de vista.

Contradecimos a Bion para, desde la sección Con memoria y con deseo,


acercar nuestro aporte para escribir la historia del psicoanálisis en nuestro me-
dio, de manera subjetiva y acaso arbitraria, tal como se construye la historia de
forma retroactiva en un análisis. No son historiadores los autores, sino analis-
tas que, desde la memoria y el deseo, nos acercan sus apuntes personales. Ree-
ditamos una versión actualizada del trabajo de Enrique Torres titulado “Psicoa-
nálisis de provincia”, donde analiza los antecedentes doctos y clericales del psi-
coanálisis en Córdoba. Publicamos también la primera parte de un trabajo de
José Rapela, acerca de la construcción de las instituciones analíticas en Córdo-
ba. Nombres conocidos por muchos pueblan las páginas de esta sección, invi-
tan a reconocernos, y abren el juego a aportes de lectores devenidos quizás en
futuros cronistas.

En una jugosa encrucijada de discursos, la sección Palabras cruzadas orde-


na las opiniones, densas, estimulantes, fundadas, que acerca del eje de este nú-
mero, la pluralidad, esbozan autores de la talla de Jean Allouch, Silvia Bleich-
mar y Elizabeth Tabak. Las largas y meditadas respuestas que nos enviaran a un
mismo cuestionario serán con seguridad, más allá de la adhesión o el disenso
que generen en los lectores, un poderoso acicate para el trabajo reflexivo so-
bre nuestra práctica.

12
En la sección denominada Contextos, abrimos un espacio a la reflexión de los analistas
sobre las circunstancias sociales donde se desenvuelve nuestra práctica, deber insoslayable,
al menos en los tiempos y en el lugar del mundo en que nos ha tocado vivir. El grupo Syg-
ma trabaja, atravesando fronteras geográficas, sobre el tango Cambalache y la ley de la
“omertà” en relación a la Argentina. Por su parte, un grupo de analistas conformado por
Beatriz Gallo, Noemí Chena, Liliana Tavip, Niris Peralta y Griselda Gianello, estudia la crisis
desatada en nuestro país a la luz de conceptos de Freud y Bion. Luego, Alberto Cabral tra-
baja sobre la guerra, el pacifismo y el fundamentalismo.
Finalmente, Lecturas, una sección que reseña publicaciones psicoanalíticas preservando
la debida subjetividad en el comentario, que en esta oportunidad recae sobre textos de Sil-
via Bleichmar, Antonino Ferro y Colette Soler et al.
El número de Docta que el eventual lector tiene entre manos no es homogéneo, está te-
jido en telares diferentes, con hilos de diferente espesor y textura, y en esta urdimbre re-
vela a la vez su virtud y defecto. Invitamos al lector, a quien imaginamos -lo decíamos- un
librepensador, a sumarse a la travesía editorial que hoy emprendemos.
Mariano Horenstein.

13
Texturas Freudianas
Transformaciones en las
teorías psicoanalíticas

Ricardo Avenburg*

¿La teoría o las teorías psicoanalíticas? En nálisis original? Los puntos de vista tópico y
sus comienzos se postuló al psicoanálisis co- estructural dentro de la misma obra de
mo una teoría, en principio unitaria; apar- Freud, ¿son dos teorías diferentes? ¿Hay
tamientos de esta teoría dejaban de ser pa- una teoría tópica y otra estructural? Ésta es,
ra Freud, psicoanálisis. Pero la misma teoría desde mi modo de ver, una distinción artifi-
psicoanalítica fue sufriendo transformacio- cial: los sistemas correspondientes a la así
nes dentro de la misma obra de Freud, cosa llamada teoría tópica son también estructu-
que no puede dejar de darse en cualquier ras, así como las así llamadas estructuras
teoría que se mantenga viva. Esta vitalidad (yo, superyó y ello) de la llamada teoría es-
hace que la teoría se vaya complejizando tructural son también lugares dentro de lo
progresivamente, desarrollando nuevas di- que Freud conceptualizó como espacio psí-
ferencias dentro del mismo cuerpo teórico, quico. Por otra parte, no son concepciones
y es natural que estas diferencias se vayan excluyentes, ya que la “teoría estructural”
desplegando en nuevas teorías derivadas comprende dentro de sí a los sistemas Prec.
de este cuerpo teórico original. El problema e Inc. (desde mi punto de vista, lo que Freud
aparece cuando estas nuevas teorías entran llamó sistema Cc. deja de ser sistema para
en contradicción con el cuerpo original, pu- pasar a ser una función del yo). En otras pa-
diendo o no interactuar con este último labras, son diferentes niveles de conceptua-
(que fue el primero). lización que se integran dentro de una mis-
ma teoría. Lo mismo sucede con los instin-
El cuadro del psicoanálisis es, hoy, poli- tos; se habla de una primera y una segunda
morfo; el título de este artículo es correcto: teoría de los instintos. Ambas son dualistas:
las teorías. ¿Qué relación tienen las diversas el instinto de autoconservación en interac-
teorías que hoy se despliegan con el psicoa- ción con el instinto sexual en la supuesta

* Psicoanalista (APdeBA).

17
Ricardo Avenburg Texturas freudianas

primera teoría, y de vida y muerte en la se- en contextos diferentes de sus obras. Por eso
gunda. Pero entiendo yo, la segunda no ex- sugiero a mis alumnos, en la lectura de un
cluye a la primera; y si bien en este tema texto, que traten primero de entender el
Freud es menos explícito que en el de es- sentido de cada término (por ejemplo repre-
tructura o tópica, en ningún momento que- sión, libido, etc., y en particular todo lo que
da dicho (si mi memoria no me engaña) que se acompañe del adjetivo “primario”) en
la primera teoría no es válida: los instintos función del contexto específico en el que es-
de autoconservación y sexuales dejan de ser tá incluido y que no traten, de entrada, de
primarios, pero su interacción, que puede explicarlo en función de una supuesta defini-
ser entendida como la dialéctica entre la ción general; es a partir de los diferentes (o
parte (la autoconservación del individuo) y no diferentes) sentidos que se extrae de los
el todo (la presencia de la especie en la se- diferentes contextos que cada cual armará
xualidad) queda subsumida y derivando de su propia concepción de ese término. En
otra dialéctica que aquí aparece como pri- otras palabras, cada analista se arma su pro-
maria, la de la vida y la muerte, la del ser y pio Freud. Pero por supuesto, si bien Freud
el no ser biológico. creó el psicoanálisis, no es el único analista, y,
como dije antes, cada analista se crea su pro-
Pero aquí entra la posibilidad de otras pio Freud y cada discípulo de ese analista ex-
interpretaciones: que lo que yo veo como trae de su maestro una síntesis que le es par-
una teoría (la de Freud) que desde sus con- ticular. De este modo los diferentes psicoa-
tradicciones se supera a sí misma constitu- nálisis se multiplican al infinito y cada analis-
yéndose en una nueva síntesis más abarca- ta tiene, en última instancia, su propia teoría
tiva, sea vista por otro psicoanalista como armada en función de sus propias series com-
una teoría contradictoria que se resuelve en plementarias? De estas infinitas teorías, ¿hay
diferentes teorías. Y este otro psicoanalista un universal que se llama psicoanálisis? No
tendrá, de la obra de Freud, y posiblemen- sé, pero entre las transformaciones que su-
te también del psicoanálisis, una teoría di- frió el psicoanálisis, una de ellas es la de ha-
ferente a la mía (me imagino también la berse transformado de un valor de uso en un
cantidad de objeciones que ya se me esta- valor de cambio que hoy se cotiza en la bol-
rán planteando por mi traducir el término sa junto a otros valores de cambio: psiquia-
“Trieb” por instinto); de este modo se pue- tría biológica, cognitivismo, teoría sistémica,
den multiplicar las teorías psicoanalíticas y neurociencias, etc. De ahí que se hace nece-
si bien es discutible si la obra de Freud cons- sario, en función del mercado, poner todas
tituye o no un todo, creo que es indiscutible las teorías que se dicen psicoanalíticas en el
que el psicoanálisis hoy no constituye un to- mismo paquete. Pero dudo mucho que todo
do coherente (me parece que esto pasa en lo que se llama psicoanálisis sea algo en últi-
todas las ciencias humanas). ma instancia unitario.

Pero volvamos a la obra de Freud: cada Por lo pronto cada término usado por un
término que Freud usa en su teoría tiene, autor, al igual que cada término usado por
por lo común, más de un sentido, está im- Freud, no puede ser referido a un significa-
pregnado de una polisemia que deriva de su do general sino que, en principio, ha de ser
uso, o sea del lugar que muchas veces ocupa entendido en función del pensamiento de

18
Texturas freudianas Ricardo Avenburg

ese autor; no creo que haya una metapsico- Más aun, creo que hace mucho que no la
logía psicoanalítica en general, tampoco escucho en las reuniones psicoanalíticas: en
una psicopatología. Pero ¿no es común a to- vez de represión se escucha hablar mucho de
dos los psicoanalistas la concepción de un escisión o splitting, proyección, identificación
psiquismo inconsciente? Es común y creo proyectiva, etc. Puede ser que estos términos
que casi universal en los psicoanalistas el uso expresen, para los autores que los usan, con
del término “inconsciente”. Pero, cuando mayor precisión o con mayor profundidad
hablamos de inconsciente, ¿todos decimos que el término de represión, aquellos meca-
lo mismo? ¿Es el mismo inconsciente el de nismos de defensa (creo que este término se
Lacan, el de Klein, el de Hartmann? Por otra usa un poco más) que quieren describir, pero
parte, el concepto de inconsciente no es es- no son lo mismo que la represión. Cuando
pecífico del psicoanálisis, su utilización es Freud describió en el fetichismo una escisión
muy anterior a Freud. En “Psicología de las en el yo, dijo no estar seguro de si estaba des-
masas”, Freud, refiriéndose a la utilización cribiendo el mismo proceso de represión o es-
del término de inconsciente por Le Bon, di- taba diciendo algo nuevo, pero de todos mo-
ce que el de Le Bon es un concepto diferen- dos el concepto de represión no quedó pues-
te del usado por el psicoanálisis, puesto que to de lado en el resto de la obra de Freud. Es-
cuando los psicoanalistas hablamos de in- ta casi desaparición de un concepto que
consciente (o por lo menos cuando Freud Freud consideró como esencial al psicoanáli-
hablaba de inconsciente) se refería a lo in- sis, ¿es compatible con que se siga usando el
consciente reprimido, o sea al inconsciente término psicoanálisis en este caso?
dinámico además del meramente descripti-
vo. Creo que todos los psicoanalistas estaría- Ante la dificultad de definir al psicoaná-
mos de acuerdo con esto, aunque habitual- lisis a nivel conceptual se tendió progresiva-
mente no se usa la palabra “dinámico” (a mente a definirlo en función de considera-
partir de aquí me muevo con lo que es mi ciones formales: número de sesiones sema-
contacto personal con las teorías psicoanalí- nales, uso del diván, duración del trata-
ticas, de lo que oigo o no oigo hablar, y no miento. A partir de aquí se establecen nor-
he hecho un estudio sistemático de las diver- mas que, alejándose cada vez más de los
sas corrientes teóricas por lo que, en estas contenidos específicos, van dividiendo en
apreciaciones, seguramente peco de subjeti- dogmas, y el psicoanálisis se va convirtiendo
vidad, pero espero que dichas apreciaciones poco a poco en una religión: es más impor-
tengan el mérito de llamar la atención acer- tante cumplir con los preceptos analíticos
ca de las cuestiones tratadas). Si bien el tér- que el bienestar del analizando, y las nor-
mino “conflicto” (en el que se afirma la mas que devinieron dogmas confluyen en
perspectiva dinámica) sigue en pie, creo que un sistema de mandatos y tabúes que hacen
es usado más en un sentido descriptivo que que el analista se vea cada vez más constre-
conceptual, y la palabra represión jamás la ñido en su libertad de acción, ya que todo
escucho usar para definir la cualidad especi- aquello que se desvíe de dichas normas es
fica del inconsciente sobre el que, según considerado un “acting-out”. Desaparece el
Freud, trabaja esencialmente el psicoanálisis concepto de represión y aparece el de “ac-
(y, según yo, más específicamente en las psi- ting-out”: todo ha de ser desplegado en la
coneurosis de transferencia). transferencia (dicho en su sentido más ge-

19
Ricardo Avenburg Texturas freudianas

neral e inespecífico) y en forma verbal, de cionario Appleton). El uso del término “ac-
lo contrario es un “acting-in”. No sólo el ting-out” en psicoanálisis implica, creo yo,
analista es constreñido en su acción, también un acto impulsivo realizado fuera de la se-
lo es el analizando. Junto a “acting-out” sión analítica. No veo por qué “insight” no
aparece otro término: “insight”. Ninguno de podría traducirse por “toma de conciencia”,
estos dos términos fue acuñado por Freud y consecuencia del proceso de hacer precons-
realmente no sé dónde se originaron; segu- ciente lo inconsciente, o sea, consecuencia
ramente es ignorancia mía de la que no me del levantamiento de la represión: este pro-
vanaglorio, pero estoy seguro de que esta ig- ceso que aquí describo y que restituye al
norancia es compartida por muchos. Y me término represión es bloqueado y oscureci-
llevó años darme cuenta de esta ignorancia: do por la intromisión contrabandeada del
el “insight” es lo esencial del proceso psi- término inglés (por otra parte, usar un tér-
coanalítico. Así me lo enseñaron y yo no lo mino extranjero siempre queda bien) “in-
puse en duda. No me pasa lo mismo con sight”. “Acting-out” ni siquiera en inglés
otros términos que vienen con su sello de expresa lo que se quiere expresar en el cam-
fábrica, y tengo la impresión de que “in- po psicoanalítico, lo que tampoco es muy
sight” y “acting-out” entraron de contra- claro conceptualmente: es algo que pasa
bando en el psicoanálisis y entraron así, di- fuera de la sesión, tiene carácter impulsivo
rectamente sin traducción. ¿Por qué no se y no queda especificado si es una repetición
los traduce? En todo caso debería justificar- transferencial, expresión del retorno de lo
se (me refiero en ciencia, no en el uso colo- reprimido que se despliega en el afuera o es
quial de un idioma) su uso sin traducción, o otro tipo de impulso. Es, en principio, ac-
bien castellanizarlo, en el caso de que no tuar algo que debería ser verbalizado, pero
existiere un término equivalente en espa- no es clara la referencia psicopatológica a
ñol; pero para “Verdrängung” o para “Be- este actuar, es algo que en general se lo re-
setzung”, aunque no haya términos en es- laciona con la psicopatía, cuadro para mí no
pañol que expresen los diferentes sentidos claramente definido (no es una categoría
de cada uno de estos términos en alemán, psicopatológica que yo use): por todo esto
se ha usado “represión” e “investidura” (o me resulta difícil encontrar la traducción
“carga” o “catexis”) respectivamente. Tal adecuada (por otra parte no la necesito
vez “visión interior” o “intelección” no ex- porque tampoco me es útil el concepto de
presen el sentido que fue adquiriendo “in- “acting-out”). En todo caso, a aquéllos que
sight” (en el Diccionario Appleton dice bajo consideran la utilidad de la inclusión de es-
“insight”: “discernimiento, perspicacia; pe- te término, creo que el buscar la palabra es-
netración; comprensión; conocimiento, pañola adecuada ayudaría a comprenderlo
idea; percepción de la naturaleza interior con más precisión y, si no existe esta pala-
de una cosa”), descriptivo del momento en bra, que se justifique conceptualmente la
que el analizando cae en la cuenta del sen- inclusión del anglicismo.
tido del síntoma, acto, etc. “Acting-out” es
la traducción inglesa del término “agie- La represión tiene como objetivo que una
ren”, que usó Freud para referirse a la repe- determinada representación se haga pre-
tición en la transferencia. “To act out”: “re- consciente, de modo que no pueda hacerse
presentar dramática o teatralmente” (Dic- consciente; pero el objetivo final de la repre-

20
Texturas freudianas Ricardo Avenburg

sión es que una representación, más específi- Supongo que la referencia a la magnitud
camente, un deseo, no se haga consciente del yo, que depende del sentimiento que se
para que no pueda hacerse efectivo en la ac- tiene de sí mismo y ese sí mismo (Self), al no
ción. La represión atenta contra la acción es- considerar el carácter complejo del yo, deja
pecífica productora de aquella modificación de lado el hecho de que una parte del yo,
del mundo exterior adecuada a la realiza- aquélla que está incluida en el conflicto neu-
ción de ese deseo especifico. El psicoanálisis rótico, queda excluida de este sentimiento,
en su esencia tiene como meta posibilitar la aunque este sentimiento tenga que ver con
concienciación de los propios deseos para el conflicto neurótico y la presencia de un in-
que, en vez de ser reprimidos, puedan ser ju- consciente reprimido. Cuando se habla del sí
dicados por el yo con miras a su satisfacción mismo (Self) no se tiene, por lo tanto, en
efectiva en la medida en que la realidad y la cuenta ni la dinámica psíquica ni la estructu-
propia ética del yo lo permitan. El de la ac- ra que resulta de dicha dinámica. No estoy
ción específica es otro concepto que ha de- diciendo que necesariamente aquellos auto-
saparecido de las teorías analíticas en gene- res que hablan predominantemente del Self
ral, aunque, a decir verdad, Freud lo usó más (¿y por qué no del “sí mismo”?) dejen de la-
al comienzo de su obra, en sus trabajos pre- do la complejidad de la estructura psíquica;
psicoanalíticos, que ulteriormente, cuando por otra parte hablan del “Self” autores de
priorizó el hacer Prec. lo Inc. orientaciones diferentes y no quisiera meter
a todos en un paquete, pero la utilización de
Desaparece “represión” y aparece “in- este concepto marca una tendencia a excluir
sight”, desaparece “acción especifica modifi- este enfrentamiento en el sí mismo que se
cadora de la realidad” y se cuela el concepto produce a partir del sí mismo, cuando lo que
de “acting-out”: quede estigmatizada la ac- es placer para un sí mismo deviene displacer
ción y jerarquizada la mirada interior en la para otro sí mismo, de modo que este segun-
inmovilidad del diván. Analista y analizando do sí mismo deja de considerar al primer sí
encontrados en un sistema de dogmas que mismo como perteneciendo a sí mismo y lo
vienen de algún lado, no se sabe de dónde trata como a otro impersonal: no soy yo, es
(lo mismo que los “standards” -otra vez en ello. Dicho sea de paso: me parece que el tér-
inglés- del análisis didáctico), y al que todos mino “ello” casi no se escucha en los traba-
debemos someternos. Reprimimos el con- jos psicoanalíticos contemporáneos: si esto
cepto de represión y la represión se yergue fuera así, ¿es porque es un concepto supera-
omnipotente en la práctica del psicoanálisis. do o un concepto reprimido?
El uso del concepto de “Self”: dice Freud Por supuesto, los problemas que veo se
en “Introducción al narcisismo” (Zur Einfüh- presentan a lo largo del desarrollo de las
rung des Nerzissmus. Freud. Gesammelte teorías psicoanalíticas deberían ser estudia-
Werke. S. Fischer Verlag - Tomo X, pág. 165. dos en cada uno de los desarrollos teóricos
Traducción mía): “Ante todo el sentimiento específicos.
del sí mismo (Selbst=Self) se nos aparece co-
mo expresión de la magnitud del yo, cuya No me cabe duda de que a lo largo del
complejidad no entra ulteriormente en con- tiempo el psicoanálisis se enriqueció con
sideración.” aperturas en la clínica: análisis de niños, de

21
Ricardo Avenburg Texturas freudianas

problemáticas narcisistas, psicosomáticas, seguramente compartida por muchos, que


análisis de familia, institucional, grupos te- haya habido desarrollos en lo que respecta a
rapéuticos, etc.; el tema es cómo estas expe- la esencia de la producción de placer; cómo
riencias fueron procesadas teóricamente. un estímulo “centralmente condicionado”
puede ser satisfecho por otro estímulo exte-
¿Qué pasa con el otro pilar de la teoría rior, qué pasa con el componente rítmico en
psicoanalítica? Me refiero al contenido de lo la producción del placer sexual. Aparecieron
reprimido, o sea a la sexualidad infantil; las endorfinas y posiblemente algunas cosas
creo que si hubo una revolución con la apa- más: creo que es importante abrirse al tema
rición del psicoanálisis, ésta se debió a que, del cuerpo. Al alejarnos del cuerpo nos ale-
al descubrir el inconsciente reprimido, se pu- jamos también de un sector importante de
do poner de manifiesto la sexualidad infan- la realidad, dejamos de lado las necesidades
til, la que nos abre la puerta para empezar a relacionadas tanto con la autoconservación
escuchar a los niños con sus necesidades es- como con la libido, las cuales se expresan
pecíficas, a prestar atención a lo que nos di- también a nivel social a partir de sectores
cen, pero no para ponerles límites en fun- marginados (¿por qué no reprimidos?) de la
ción de las necesidades, o más bien de los comunidad. Como consecuencia de este des-
ideales de los adultos, sino para crear las conocimiento tendemos a abroquelarnos en
condiciones de modo que sus necesidades elucubraciones teóricas cada vez más abs-
representadas por sus deseos, puedan, en la tractas que nos llevan a un estancamiento li-
medida de lo posible, ser satisfechas por me- bidinal típico del malestar específico de
dio de las acciones específicas correspon- nuestra cultura psi.
dientes. Me refiero tanto a las necesidades
vinculadas a los instintos de autoconserva-
ción (que, al igual que los sexuales, tienen su
expresión psíquica como deseos) como las
necesidades sexuales (que no son meramen-
te deseos) que, al no satisfacerse, traen fe-
nómenos que pueden llegar a tener la mag-
nitud de los que Spitz describió en el hospi-
talismo. Y acá toco un tema que me parece
está bastante puesto de lado en los desarro-
llos teóricos; el cuerpo. Éste aparece por el
lado de la patología: las afecciones llamadas
psicosomáticas, aquéllas que nos presentan
el tema aún lleno de incógnitas de la rela-
ción cuerpo-mente, pero hay en general una
tendencia a manejarse con una sexualidad
abstracta, habiéndose alejado de aquello
que a Freud tanto le interesaba: la relación
entre la expresión psíquica de la sexualidad
y su fundamento material; por ej., no conoz-
co, y esto es ignorancia mía, pero también

22
Acerca de las ideas del joven Freud
Adelanto del libro “Metapsicología y
modernidad (El ‘Proyecto’ freudiano)”

José Luis Valls*

La psicología -metapsicología en verdad- me ocupa sin cesar, el libro de Taine,


’L’intelligence’, me viene extraordinariamente bien. Las ideas más antiguas son jus-
tamente las más aprovechables según lo descubro con retardo. Espero estar absor-
bido hasta el final de mi vida por ‘intereses científicos’. Es cierto que fuera de ello
apenas si soy ya un hombre. A las 10 y _ de la noche, después del consultorio, estoy
muerto de cansancio.
Sigmund Freud

Carta a Wilhelm Fliess, fechada en Viena el 13/2/1896. Dos meses después de haber termina-
do el manuscrito del Proyecto de psicología (1895-1950).

¿Por qué Freud, la modernidad, el Proyecto, más lejana. Después porque el discurso freu-
hoy, a principios del siglo XXI? diano, si bien no contó con algunos de los
desarrollos del pensamiento y la ciencia des-
Primero porque para el autor de este li-
de mediados de siglo para aquí, también es
bro el pensamiento freudiano en sí sigue
cierto que no fueron tomadas en cuenta, de
siendo actual pese a haber sido escrito con
manera suficiente al menos y a la luz de
el despertar del siglo XX, Freud no tiene la
aquellos desarrollos, elucubraciones y descu-
culpa de haber sido un adelantado para su
brimientos freudianos por ese mismo pensa-
época, en doble sentido: en su forma de
miento y esa misma ciencia, que bien pue-
pensar y en el contenido de su pensamiento.
den hoy servir para dar cuenta de problemá-
Por otro lado por la profundidad con la que
son tratados los temas en este texto que ticas actuales no demasiado resueltas aún.
después no tocó más en el resto de su obra Además, porque si bien Freud fue un repre-
(o se extravió lo por él escrito), como el de la sentante de esa modernidad, de esa ideali-
atención y el pensamiento, por nombrar al- zación del concepto de ciencia, de ese some-
gunos. También porque si bien el texto de timiento a la razón como al más complejo
Freud sobre el que fundamentalmente tra- de los logros humanos, nunca consideró que
baja este libro lleva el nombre de Proyecto, esta razón se lograba por el solo hecho de
pienso que se puede considerar a toda la nacer perteneciendo a esa especie, más bien
obra freudiana un proyecto que se va des- diría que dedicó su vida a demostrar que no,
plegando a medida que aquélla es escrita; se que no es así. Freud fue un crítico de la ra-
esboza ahí una idea de un hombre mejor, in- zón cartesiana y kantiana, de la razón como
dividual y socialmente. Por eso hoy, en épo- la concebía la modernidad, pero no de la ra-
cas en las que esta posibilidad se ve cada vez zón. Criticó duramente a la “razón oficial”

* Psicoanalista (APA).

23
José Luis Valls Texturas freudianas

en todo caso, a la razón de una conciencia criterio anatómico-fisiológico por cierto, si-
desconocedora de los propios deseos incons- no significacional-histórico, por así decir. En
cientes, de las propias pulsiones. Enjuició a es- otras palabras: inventó el psicoanálisis. Diría
ta cultura basada en la represión-desalojo in- que con ello lo hizo con una de las discipli-
consciente y su producto: el desconocimiento nas científicas que nacieron con el siglo XX y
de la base pulsional humana inserta en su que fueron más importantes en él. Por eso y
psiquismo y la ignorancia de la relación ínti- por mucho más, desde luego, principalmen-
ma de éste con lo biológico y lo social. te por su manera de hacerlo, por la rigurosi-
dad metódica, la seriedad de su obra, es que
Voy a hacer una salvedad, a lo largo del creo que vale la pena, entonces, volver a es-
libro decidí traducir así: como represión- tas bases de la teoría con dos miradas: una,
desalojo al concepto clásico de represión, la inocente y si se quiere ingenua que sim-
mi intención es la de que de esta manera plemente busca aprender de ella, y otra, con
quede más manifiesto el sentido que le qui- todo el caudal de conocimientos adquiridos
so dar Freud al concepto de Verdrängung, a posteriori en el resto de su misma obra es-
que es el de desalojar una representación crita, para poder reentender esas ideas en
de la conciencia, en otras palabras, desco- bruto del joven Freud y con ello volver a ela-
nocerla. No lo es en cambio el de prohibir, borar los desarrollos posteriores inclusive.
que puede estar subrepticiamente implícito
La metapsicología es el aspecto teórico
dentro del de represión cuando éste está
del psicoanálisis. Es una “psicología” que
solo, pues lo prohibido puede ser pensado,
nos “conduce tras la conciencia”. Es una psi-
lo reprimido-desalojado no. Pienso que las cología que nos traslada hacia y luego toma
dos palabras unidas recién expresan en como centro de su estudio al inconsciente,
nuestro idioma lo que Freud pretendió de- de éste parte luego para estudiar su mane-
cir en el suyo. Con ellas estoy en claro que ra de influenciar sobre los fenómenos de la
sacrifico en parte la estética en aras de la conducta y la conciencia del ser humano. En
claridad, pero tenga en cuenta el lector que otras palabras, es la razón (en el sentido
lo hago a sabiendas, elijo. El problema es más general de reflexión, de pensamiento,
que a los fines de la posibilidad de pensar, que es como va a ser tomada a lo largo del
entonces, no es lo mismo desalojar-reprimir texto), el logos humano, intentando dar
que prohibir, y de eso se trata: del pensa- cuenta de su propio origen “irracional” (vis-
miento, de la posibilidad de pensar. to así desde una conciencia desconocedora
de sus bases, en realidad pertenece a una
Sigamos: Freud pretendió fortalecer esa lógica diferente y desconocida por aquélla),
razón debilitada en su propia base por esa en primer lugar reconociendo esta raíz no
represión-desalojo sobre la que se apoyó la racional, afectiva, sexual infantil (que fun-
cultura. Propuso conocer al hombre en su ciona por fuera de la lógica formal pertene-
totalidad, no únicamente en su apariencia, ciente a esa razón) como existente aun en
en su historia de formación y no sólo en su el presente de cada persona, aunque nacida
resultado final, quiso conocer su funciona- en su pasado infantil, en segundo lugar
miento psíquico desde sus bases más pro- pretendiendo volver razón a lo hasta ahora
fundas. Lo de “profundidad” no es en él un inconsciente, engrosando así las filas yoicas

24
Texturas freudianas José Luis Valls

racionales y el conocimiento del hombre de te nivel de organización inconsciente de la


sí mismo. Es la prehistoria de la constitución psique, el que tiene sus propias característi-
del sujeto, el cómo ese sujeto, su res cogi- cas, leyes de funcionamiento, formas como
tans (a veces utilizaré términos propios de influye en el funcionamiento consciente y
la filosofía, en este caso cartesiana, con la demás, lo va a describir con meticulosidad
esperanza de que me escuchen también mis rigurosa y detallista. Precisando más: a la ri-
amigos los filósofos), se fue constituyendo gurosidad con que se estudia en forma har-
desde su res extensa predominante inaugu- to detallada los fenómenos relacionados
ral a través del vínculo con el otro. “Sinra- con lo inconsciente como núcleo de lo psí-
zón” que por lo tanto no está superada y es quico, podemos decir que es a lo que preci-
más, participa de cada acto y cada pensa- samente más apunta la explicación metapsi-
miento en apariencia racional. En tercer lu- cológica. La metapsicología en parte resulta
gar, extendiendo esta base no racional y por tanto una psicología de denuncia, de-
afectiva universalmente a todo aparato psí- nuncia de la base no racional y afectiva de
quico humano y por último mostrando el la conducta humana. Pero no se queda en
hecho de que lo psíquico inconsciente po- eso, decía que describe en detalle el cómo,
see a su vez, además de lo afectivo, un nivel el porqué y el dónde psicológico de ese fun-
sumamente complejo de organización, damento lejano a la razón que no desapa-
complejidad diferente a la del yo precons- rece ni cuando aparece esta razón en el psi-
ciente, la que es vista desde este último “yo quismo. Muy por el contrario, sigue influ-
oficial”, sede del lenguaje y con él de la po- yendo algunas veces más, otras menos, so-
sibilidad de la ratio, como una falta, una fa- bre la racionalidad, y más lo hace aun si la
lla de su misma organización, como errores racionalidad desconoce la existencia de esta
propios, hasta como “caos”. Lo de caos es raíz irracional que tanto influye sobre sus
visto así desde una psicología que sólo reco- “razones”, creyendo éstas, de manera ilusa,
noce a lo consciente racional como lo psí- haber superado aquella base. La metapsico-
quico, además lo de caótico es un adjetivo logía es a su vez el cuerpo teórico que sirve
relativo que el propio Freud le pone al ello de fundamento para el quehacer psicoana-
observándolo desde la óptica yoica (El yo y lítico, para el camino de la cura. En esa mis-
el ello, 1923). El ello, sin embargo, es una ma ruta investigativa realizada en el pa-
estructura psíquica con sus propias leyes, di- ciente sobre el significado de sus síntomas,
ferentes de las del yo preconsciente, no una actos fallidos y demás, está el conocimiento
falta de organización, entonces pensamos de la historia de cómo se modelaron sus
que tiene una lógica, una lógica distinta a pulsiones y las defensas inconscientes que
lo que entendemos por lógica desde Aristó- estableció la parte inconsciente defensiva
teles primero y Frege después, pero una ló- del yo contra ellas. Al poder conocerlas, a
gica al fin, pues una lógica es un nivel de or- través de sus historias olvidadas por el pre-
ganización y quizá lo que más descubrió consciente y recordadas merced a las carac-
Freud son las leyes de esa organización. terísticas de sus fallas (a las pulsiones, las
defensas contra ellas y el porqué y origen
Al describir Freud las leyes de funciona- de ambas), se encuentra la posibilidad de li-
miento del inconsciente lo hace también garlas, domeñarlas y, dentro de ciertos lími-
con su cota de organización, entonces. A es- tes de posibilidades, recuperarlas para y con

25
José Luis Valls Texturas freudianas

ello poder manejarlas con la ratio, por así zón oficial como fallas de la conducta huma-
decir, o por lo menos con una mayor posibi- na a las que esa razón no les encuentra mo-
lidad de elección yoica del camino a seguir tivo. Así resultan los casos de los síntomas
al incluir a lo reprimido-desalojado y a lo re- neuróticos, las psicosis, los sueños y demás,
presor-desalojador dentro de las variables los que entonces son vistos como errores, fa-
posibles, con mayor conocimiento y con llas y hasta algunas “enfermedades menta-
más libertad por lo tanto, del yo precons- les” (en realidad, en eso parcialmente el yo
ciente para elegir sus destinos. oficial preconsciente acierta, lo que no sabe
es que son cosas propias no reconocidas por
Freud piensa que en la base de nuestra
él como propias, están condenadas a un des-
cultura se encuentra la sofocación pulsional,
tierro muy particular del que pueden retor-
o mejor dicho, que la cultura se edifica sobre
nar merced a los errores de la represión-de-
esa sofocación. Se produce así, la paradoja
salojo. Sobre la posibilidad de éxito de esa
de que para poder dar forma a la razón,
queda fuera de la conciencia, dejado de la- represión-desalojo, sobre ese desconoci-
do como no conocido, lo llamado irracional miento de uno mismo, entonces, estaría
o gran parte de ello al menos (aquello rela- apoyado esto que conocemos como razón
cionado con lo pulsional que en el momen- en un aparato psíquico así escindido y de tal
to edípico toma características incestuosas y manera constituido). El creador del psicoa-
por eso parricidas y que no alcanza a ser su- nálisis propone atacar directamente esta ba-
blimado), por lo que podríamos llamar a és- se y modificar las cosas, no acepta lo “fun-
ta la “razón oficial”. Eso reprimido-desaloja- dante” de la represión-desalojo en el apara-
do no es más que el camino por el que se lle- to psíquico así como así; en realidad el he-
gó a la actual razón, camino olvidado en cho de la represión-desalojo es lo que él des-
gran parte como resultado de los propios su- cubre, pero no por eso debe aceptarla, está
cesos con los semejantes en esa historia muy lejos de eso. Sí reconoce que en parte
acaecidos, por lo que quedaron ocultos en existe esa “fundación” (es nada menos que
ese camino los significados más íntimos e in- su descubridor, decíamos), pero no por ello
dividuales (caminos por donde nació el indi- la da como dada, como natural, es para él
viduo singular por lo tanto) de lo actual, lle- un hecho histórico-social en la vida de cada
gándose de esta forma a esta razón tapado- individuo. Lo lamenta entonces y pretende
ra de su propia historia, por lo que en reali- rectificar, pues esta represión-desalojo “pri-
dad es manejada por esa historia. Lo que se maria”, fundadora del cambio de afecto res-
busca es recuperar esa historia, esa verdad pecto de lo que originariamente es placen-
histórica, reencontrar así el significado his- tero tornándolo asqueroso, vergonzante,
tórico y por ello individual de la razón ac- inmoral o angustiante, es también por ello
tual, para que así ésta pueda volver a ser desconocedora como propio de aquello que
dueña de su propio discurso. Lo de aquella ahora siente como asqueroso, vergonzante,
forma reprimido-desalojado pugna sin em- inmoral o angustiante, eso fundador de pa-
bargo por retornar, cosa que a veces consi- tología y con ello de sufrimiento para el ser
gue merced a las fallas de la represión-desa- de la cultura. Esto, el psicoanálisis lo preten-
lojo. Estos retornos que escapan al entendi- de “curar” volviendo al camino de la ver-
miento racional común son vistos por esa ra- dad, buscando incluir aquello irracional del

26
Texturas freudianas José Luis Valls

lado de la razón, profundizando su conoci- cesita especular sobre lo observable, necesi-


miento y con ello su tramitación lógica, su ta una construcción teórica coherente que
ligadura, su posibilidad de elaboración, de dé cuenta del fenómeno. No le alcanza con
pensamiento racional. No se quiere que la describirlo, debe explicarlo.
defensa frente a lo ahora “temido” consis-
La teoría psicoanalítica no surge a su vez
ta en el desconocimiento, sino todo lo con-
de la simple ocurrencia o como fruto del ra-
trario, se pretende ampliar el campo del
zonamiento lógico únicamente, su verdade-
pensamiento, de la razón, el campo del yo
ro origen proviene de la interpretación del
de la persona en cuestión, para que el do-
hecho clínico experiencial al que compren-
minio de la acción esté más en poder de ese
de, organiza, universaliza en sus formas ge-
yo más libre para pensar, ligar, conducido
nerales a la par que resguarda su individua-
por esa razón.
lidad particular, otorgándole sentido de
La metapsicología nos muestra así un una manera coherente y sólida, consiguien-
modelo del funcionamiento del alma hu- do así incluir la explicación de fenómenos
mana. Podríamos decir, usando figuras mé- que pertenecen a lo psíquico y que no ha-
dicas, que la radiografía (nos da una “to- bían alcanzado antes de ella otra explica-
mografía computada”, para poner como ción más coherente y articulada, además
prototipo a una figura más a tono con los con toda una teoría amplia de la psique (co-
avances de la “prosperity” tecnológica, ha- mo sucede con los sueños, los síntomas, los
ciendo uso ahora y fuera de su contexto ori- actos fallidos, los chistes, las compulsiones
ginal, de aquella alusión irónica hecha por repetitivas y demás). El quehacer clínico es-
Freud respecto del avance estadounidense tá entonces firmemente entrelazado con la
sobre la cultura europea, en “El malestar en teoría metapsicológica, es el que la origina.
la cultura” [1929]) nos muestra sus mecanis- La teoría psicoanalítica sobre el funciona-
mos, a la manera de una fisiología o una fi- miento psíquico surge de la observación, el
siopatología del alma. A su vez especula y interjuego es constante, asimismo pienso
profundiza en algunos temas caros para y a que la teoría no puede perder su propia co-
la manera de la filosofía pero con un senti- herencia interna frente a la aparición de un
do a su vez muy relacionado con la praxis, fenómeno nuevo, debe servir para explicar-
teniendo como última meta la cura. La me- lo manteniendo las explicaciones anterio-
tapsicología freudiana surge de una síntesis res, cosa que probablemente genere cam-
entre dos posiciones antitéticas, el positivis- bios en algunas de sus ramas, pero no pue-
mo científico como expresión máxima del de hacerlo con el tronco principal (tomando
pensamiento de la modernidad por un lado a la metáfora del árbol con su tronco y sus
(la medicina, fisiología y fisiopatología jun- ramas como más valiosa que la del rizoma,
to a la física y sus leyes), en las antípodas de que se usó para discutir al psicoanálisis).
una lectura metafísica de la realidad, y jus-
tamente esta misma metafísica y su método Si esto no es así, no sirve. No se puede ve-
y forma de estudio, por el otro. Si bien par- nir el edificio abajo ante la primera dificul-
te del hecho observable y no se aparta de tad. No caben contradicciones flagrantes en
él, su nivel de especulación alcanza por mo- un pensamiento que pretenda ser coheren-
mentos altísimo vuelo. Es que un trabajo te, el yo preconsciente no las puede ni las de-
teórico psíquico profundo requiere eso, ne- be tolerar. Eso no quiere decir que las contra-

27
José Luis Valls Texturas freudianas

dicciones no existan, quiere decir que se de- intento de entenderlas de una manera de-
be intentar resolverlas, deben funcionar co- terminada, mostrar sus contradicciones apa-
mo acicate para el pensamiento, en ese ca- rentes buscando su resolución e intentando
mino se inscribe este libro. Durante el deve- crear a partir de ellas. Existen ocasiones en
nir dinámico del pensar surgen constante- que determinados autores psicoanalíticos se
mente dudas, antinomias a resolver, tesis y manifiestan respecto de tal tema pensando
antítesis buscando una síntesis, es muy de según un lineamiento teórico y respecto de
desear que eso ocurra, indica movimiento, tal otro tema siguiendo una línea de pensa-
creatividad, proceso. No obstante, no se pue- miento diferente. El tema del psicoanálisis
de mantener opiniones opuestas en forma es muy intrincado, y por eso lo incompleto
paralela como si hubiera diferentes carriles de la teoría para explicarlo invita y hasta
para el pensar. El psicoanálisis no es materia obliga en ocasiones a ello. Pero la libertad
opinable alegremente, cada opinión debe para pensar no debe ser tomada como para-
ser coherente con toda una teoría basada en digma para entonces volverse contradicto-
hechos clínicos. Probablemente digo esto rio, es libertad para pensar, pero este pensar
porque muchas de las discusiones psicoanalí- debe ser coherente. Al descubrimiento freu-
ticas que he presenciado me han parecido diano del funcionamiento del proceso pri-
eso: opiniones no muy fundamentadas que mario no lo debemos utilizar como permiso
en muchos casos se daban de patadas con para funcionar según sus leyes, sino conocer
postulados básicos de la teoría, mas no reba- el funcionamiento de éstas para poder tras-
tiéndolos por fundamentos más completos, ladar sus contenidos al proceso secundario
sino porque sí nomás. A eso yo lo llamo dog- en la búsqueda permanente de la verdad,
matismo (en el sentido de un saber autorita- dentro de lo que queda incluida la no con-
rio, no de un racionalismo puro), no en cam- tradicción. Obvio. En el punto en que apare-
bio a la lectura sistemática y rigurosa de la cen contradicciones no hay que cejar hasta
obra freudiana, como corresponde a cual- conseguir resolverlas, insisto, pienso que así
quier rama del saber, lo que sí nos servirá, debe ser en todos los hechos de la vida, ha-
entre otras cosas, para adquirir las armas que ce a una ética, mucho más en una teoría que
nos sirvan para pensar más allá de Freud, pa- pretende ser científica. Si ocurre lo contrario
ra no volver atrás, al pensamiento anterior a nos encontramos ante lo que Freud llamó
él, creyéndonos que vamos hacia adelante. escisiones en el yo. No estoy en una cruzada
contra éstas tampoco, pero espero que que-
Mi tarea será así: partiré del trabajo teó- de clara mi opinión de que no las creo pre-
rico freudiano sobre el que me apoyaré, cisamente el paradigma de la búsqueda de
profundizándolo, entendiendo por profun- la verdad. Cuando la coherencia metapsico-
dizar al encontrar más y más vinculaciones lógica es sólida, en cambio, debe tolerar los
con otros textos del mismo Freud y en algu- embates del avance de la complejidad y no
nos casos de otros autores, a lo que agrega- perder ante ella ninguna pata de su mesa.
ré ocurrencias obtenidas de mi propia expe- Pese a todo entonces, a lo difícil, casi diría
riencia clínica. Los textos de Freud también imposible, de encontrarla de manera defini-
me dan un ordenamiento para pensar, de tiva, quiero dejar bien en claro que todavía
manera que espero este trabajo no sea un creo en la verdad, su búsqueda es la luz que
simple intento de resumir sus ideas sino un ilumina mi camino esperanzado.

28
Texturas freudianas José Luis Valls

Por otro lado no me parece que se de- habla en sus diferentes países sino en el sig-
ban tomar como punto de partida del pen- nificado de los conceptos vertidos, no en el
samiento las teorías filosóficas dominantes cómo hablamos sino en el qué hablamos.
en un determinado momento de la historia En parte esto quizá no nos debería preocu-
(aunque de alguna manera esto esté implí- par pues hace a la riqueza del pensamiento,
cito en cualquier aventura del pensamien- pero en parte sí, pues éste puede perder va-
to, lo reconozco, pero uno se puede mover lidez y ser fragmento de una crisis de dis-
más o menos libremente, especialmente si persión, teórica por lo menos. Quizá una so-
tiene cierto conocimiento de ellas, tenemos lución se las podamos sí copiar a la filosofía
el principal ejemplo de esto en el mismo o a los filósofos, mas manteniendo nuestra
Freud) y adaptar la teoría psicoanalítica a autonomía como disciplina diferente, me
ellas como si fueran la verdad en cuestión, refiero a citar al autor de cualquier manera
el punto de partida y el de llegada, tenien- de entender cierto concepto, que por lo
do en algunos casos que estirar la teoría, que vemos suele ser bastante diferente se-
como si fuera de goma, sometida a los pos- gún las diversas líneas de pensamiento (las
tulados de una determinada ideología filo- que tienen sus distintos autores, por lo que
sófica, por más actual que ella sea. No es propongo citarlos cada vez que se lo hace
ésa la postura freudiana, al menos. El psi- con un concepto, por ejemplo: disociación,
coanálisis freudiano trató de ser una nueva según Melanie Klein, o escisión del yo, se-
ciencia, y si bien como toda ciencia tuvo sus gún Freud) dentro mismo del psicoanálisis.
basamentos filosóficos, creo que se inde- Las diferencias conceptuales me resultan
pendizó lo suficiente de ellos para ser una absolutamente válidas, desde el momento
teoría autónoma del psiquismo, una nueva que considero al psicoanálisis una nueva
manera de estudiarlo, a la que se puede disciplina científica, con objeto de estudio y
agregar otras ideas siempre que no le ha- método de investigación diferentes, habría
gan perder coherencia o la desarmen dema- que explicitarlas nomás, en eso los filósofos
siado hasta desvirtuarla. Menos todavía se nos pueden enseñar mucho.
puede hacer alegremente cambios en sus
conceptos básicos utilizando nombres per- Propongo entonces volver a los orígenes
tenecientes a conceptos anteriores. Eso me freudianos para recordar de dónde veni-
suena a algo así como vaciamiento signifi- mos, y retrabajar sobre ellos, elaborarlos.
cacional. Tampoco el hecho contrario. No se No me preocupa la época, el momento en
puede así nomás llamar a lo que ya tenía que las cosas fueron dichas, sino si éstas me
nombre con un cambio de carátula, sobre convencen. Considero que lo convincente
todo si en este “nuevo nombramiento” no está en el camino de la verdad aunque, co-
queda lo suficientemente claro cuál es el mo señalara Nietzsche, no sea ella.
paso adelante que se da al adoptarlo. Todo
este tipo de cosas han pasado, continúan Mi posición es por lo tanto una forma,
pasando y a veces han producido y produ- como cualquier otra, de ubicarme en este
cen el raro hecho de que los psicoanalistas atolladero teórico. Las crisis en general me
no se entiendan entre sí, como si la dificul- enriquecieron, y si ésta es una crisis de la
tad no estuviera sólo en la lengua que se teoría, también espero sacar provecho de

29
José Luis Valls Texturas freudianas

ella. Quizá suene extraño, incluso hasta re- La metapsicología freudiana nació así en
trógrado, este tipo de afirmaciones en el epistolario de Freud a Fliess, principalmen-
nuestra época aparentemente dominada te en ese escrito de “megalomanía teórica”
por lo que tampoco ni todos los científicos al decir de André Green (supongo que mara-
ni todos los filósofos aceptan como existen- villado por la capacidad de síntesis y concep-
te siquiera, me refiero a lo llamado por al- tualización que hace el joven Freud en ese
gunos post-modernidad (me refiero a ella texto no destinado a la publicación), que se
como escuela filosófica, no como nombre dio en llamarlo el Proyecto, pero también en
de un momento social), pero como sí coin- algunos “manuscritos” y cartas, incluso en
cido con algunos aspectos del pensamiento las primeras publicaciones. Voy a intentar re-
hegeliano (dicho sea de paso pertenecien- visarla siguiendo la rigurosidad científica
te a fines del siglo XVIII y principios del XIX aprendida de Freud, adquirida por él en su
y en gran parte todavía vigente, me refiero formación y en las clases con Brücke y con
en especial a la dialéctica, en eso me mani- Charcot y con algo de su profundidad filosó-
fiesto moderno), pienso que toda síntesis fica estudiada con Brentano. Intentaré ob-
debe incluir dentro de sí a las tesis y antíte- viamente poner algo de su creatividad y li-
bertad de pensamiento, partiendo de sus
sis que la precedieron. Por lo tanto el pen-
textos, por lo menos en la manera de enten-
samiento post-moderno debe incluir al mo-
derlos y articularlos entre sí, éstos me servi-
derno dentro de sí, si es que es una nueva
rán algunas veces de pretexto para acercar
síntesis, aunque según yo lo veo me parece
mis propias reflexiones, de las que no puedo
en todo caso una nueva antítesis o una ne-
echarle la culpa a Freud, obviamente, y las
gación, pese a que no esté muy claro en
que asumo absolutamente intentando sus-
qué consiste (no veo negación de negación,
tentarlas en las bases más sólidas que estén a
síntesis), más allá de mostrar de manera
mi alcance. Luego de la lectura del Proyecto
cruda las contradicciones de la razón mo-
comprendí mucho más la complejidad del
derna. Por eso vuelvo a traer el pensamien- pensamiento freudiano, asimismo me llené
to freudiano elaborado por mi persona pa- de nuevas preguntas que antes no me había
ra que quizá éste sirva como aporte para hecho, espero que este libro sirva asimismo
un nivel de negación de la negación en el como invitación al lector a navegar en el
devenir del pensamiento en general y por “mar freudiano”. Sin el edificio teórico, el
supuesto, psicoanalítico, del que sus prime- psicoanálisis es nada, un método psicotera-
ros pasos, qué duda cabe, son la base funda- péutico más, una de las “terapias alternati-
mental. Después de todo, el descubrimiento vas”, una técnica que no se diferencia dema-
y estudio sistemático del inconsciente hecho siado de la “sugestión” contra la que lucha-
por Freud todavía no sabemos si ubicarlo ba Freud. Pero esto no es así. El psicoanálisis
dentro de la modernidad o como verdadero tiene su propia teoría, hasta podríamos decir
superador de ella, desde luego es una pro- que es una teoría, su acción se sustenta en
testa (diferente de la crítica kantiana) ante ella, de esa teoría abrevaron la mayoría de
el poder de la “razón” cartesiana, pero, des- las otras “teorías” psicológicas a hurtadillas
de luego, no es solamente una protesta, co- en la noche, para luego llegar en algunos ca-
mo sí me suena la posición post-moderna. sos a desestimarla. Pienso que de ninguna

30
Texturas freudianas José Luis Valls

manera se puede proceder así, menos en ma- reciera que es el que ha predominado en Ar-
teria científica. No se puede ignorar una teo- gentina en los últimos años, aunque de esos
ría de la coherencia, amplitud y solidez de la exagerados predominios intelectuales (co-
freudiana o decir alegremente que fue supe- mo el kleiniano en su tiempo) tenemos ma-
rada por el paso del tiempo o porque haya los recuerdos los argentinos. También quizá
mermado últimamente en algo la clientela por eso mismo sea el que más confusiones
de los psicoanalistas (esto más producto de conceptuales generó, tal vez por su famosa
hechos político-económicos, incluso dentro “vuelta a Freud” desde el estructuralismo y
del movimiento psicoanalítico mismo, que post-estructuralismo francés y la lingüística,
por hechos científicos, para mi gusto). A esos los que pienso podrían resultar interesantes
esfuerzos del pensamiento humano se los aportes. Sin embargo el resultado más direc-
debe cuanto menos intentar rebatir, por es- to es la confusión que se generó en el signi-
to, aquello o por lo otro; a su vez este reba- ficado de los conceptos, a los que gracias a
tir tendría que ser demostrado, bien que aquélla les fueron subvertidos sus valores en
dentro del terreno de demostración posible aras de una presunta “actualización”, o me-
en estos temas, o por lo menos expuesto en jor dicho de una “otra lectura”, que a veces
una lógica más abarcativa, que pueda incluir transforma al psicoanálisis en algo así como
con la coherencia debida nuevas problemáti- un estudio de las neurosis actuales y no de
cas dentro de su desarrollo teórico, superan- las psiconeurosis históricas. Esta metáfora
do e incluyendo en él a la “doctrina” freu- sea dicha en términos freudianos estrictos y
diana. A esos esfuerzos habría que rebatirlos basada por ejemplo en el hecho de que a
con argumentos psicológicos que los supe- partir del estructuralismo se pueda pensar
ren, que expliquen con fundamentos mejo- cosas como que el significado del síntoma
res y más coherentes los fenómenos psíqui- está en la estructura socio-psíquica actual,
cos, normales y anormales. Esto no lo he vis- por así decir, y no en la historia del sujeto
to, o lo que he visto ha sido pobre, pequeño, ¿La estructura psíquica no se genera en la
teorías edificadas en un edificio con planta historia acaso? ¿No es producto de un pro-
baja y una ventanita sola o dos, en otras pa- ceso, histórico-social-individual? ¿O es natu-
labras: reduccionistas. Los desarrollos teóri- ral? A su vez, ¿la biología no interviene pa-
cos más complejos suelen tomar su compleji- ra nada en ella? ¿Por qué está fuera del
dad prestada de otros lados, pero ninguna se tiempo? ¿Es esto último una petición de
acerca en algo a lo múltiple y variado, intrin- principios? Si lo es, pareciera proveniente de
cado y coherente, sólido y a su vez abierto, un dogmatismo autoritario y fundamental-
de la construcción teórica freudiana. mente erróneo (¿hay algo fuera del tiempo?
¿Tenemos acaso un nuevo Dios?), en espe-
Asimismo, en algunos casos pareciera cial si lo que se pretende es explicar todo
que algunas corrientes psicoanalíticas usan con la estructura. A lo sumo ésta puede ser
el pensamiento psicoanalítico como enri- un agregado interesante, pero ¿por qué ti-
quecedor de otros saberes, más que como rar la historia a la basura? ¿Qué hacemos
hacía Freud, para “arrimar agua para su mo- con ella? ¿Decimos que es un mito y deja-
lino”. El aporte lacaniano muestra una ima- mos de investigar? La reconstrucción de la
gen de ser uno de los más interesantes, pa- historia del sujeto (tomando como centro la

31
José Luis Valls Texturas freudianas

historia de la sexualidad infantil, la que Aufgabe (superación con inclusión de lo su-


otorga luego, desde el olvido, el significado perado), a la manera hegeliana y freudiana.
básico al resto) es algo demasiado central en La realidad es dinámica, está en cambio
Freud como para dejarlo de lado así como permanente, no es estática, por más que a
así, aunque sólo sea como un cambio sobre su vez existan estructuras estáticas, o casi
la concepción de esa historia, algo que de- estáticas (Freud habla aquí de la facilita-
bería ser discutido más, por otro lado, y no ción, del principio de inercia, como tenden-
llegar a conclusiones demasiado rápidas con cias básicas que tienden a repetir, a mante-
el pretexto, por ejemplo, de que la “evolu- ner las estructuras). Pasa que a veces la fun-
ción” no llegó al “progreso” que había pro- ción sintética yoica es una virtud y otras
metido. Está por verse si la concepción de la simplifica demasiado las cosas, que en cam-
historia que tiene Freud es lineal (como la bio, son más y más complejas. El creador del
de la modernidad, aunque la historia indivi- psicoanálisis piensa que los mitos son defor-
dual empieza y termina irremisible y lamen- maciones de la historia realizados por esa
tablemente), o en círculo (¿y la compulsión forma de pensamiento que llama proceso
a la repetición?) o un nivel de síntesis de las primario, pero para él la historia existió (en
dos concepciones. Esto no habilita a dejar de todo caso podremos discutir o deberemos
lado la importancia del hecho histórico, sino reconstruir cómo), por lo menos como ver-
por el contrario, amerita para la profundiza- dad histórica; esta verdad histórica no es lo
ción de su estudio, creyendo en él (como mismo que un mito por supuesto, está ocul-
verdad histórica, no como mito, nadie habla ta por él, sólo que hay que redescubrirla es-
de verdad material, que es otra cosa, pero tudiando el mito y volverla así nuevamente
eso no habilita a confundir la verdad histó- historia. Por ello, quizá entiendo mal, pero
rica con el mito) y en especial como origen me parece por lo menos que el psicoanálisis
de la estructura psíquica. en manos lacanianas resulta más un aporte
a la lingüística y a la filosofía estructuralista
Dentro de esa misma estructura psíquica y existencialista francesa y alemana, que és-
(y sus dificultades) habría que ubicar la ten- tas un aporte al psicoanálisis, el que pienso
dencia a la reducción del pensamiento, a que en este desarrollo queda bastante dilui-
querer explicar todo con una sola cosa, esto do. Más que una lectura “no ingenua” de
no es necesariamente la función sintética Freud me resulta una nueva contrainvesti-
del yo, o a lo mejor sí, pero entonces ésta dura y envío al fundamento de lo esencial
pasa a ser una resistencia, una resistencia al freudiano entonces, pretendiendo funcio-
avance del conocimiento. Que de eso se tra- nar a la manera en que explica el creador
ta. Si pretendemos explicar todo con una del psicoanálisis el mecanismo de la repre-
sola cosa, sepamos que no vamos a explicar sión-desalojo, o sea como “esfuerzo de de-
nada. Existía conocimiento antes del aporte salojo”, buscando desalojar la teoría freu-
estructuralista y ya era complejo. No lo po- diana desplazándola, regalándosela “ag-
demos perder. Se debe agregar lo nuevo giornada” al existencialismo, estructuralis-
(cuando es interesante, puede aportar nue- mo y postestructuralismo francés. Pues no,
vas perspectivas, complejiza), para mi gusto no me parece que el lacanismo haya logra-
a lo anterior, pero incluyendo esto último. do una nueva síntesis pues nunca hubo te-

32
Texturas freudianas José Luis Valls

sis y antítesis, me parece que está buscando no me refiero únicamente al “positivismo” o


regalar los descubrimientos freudianos y “empirismo” de Freud, de lo que suelo ser
desplazar lo verdadero, los fundamentos acusado confundiéndome con los teóricos
(nada menos que el inconsciente sexual in- de la psicología del yo, por lo que siento por
fantil queda para mi gusto mezclado con momentos que, en vez de ser una discusión
demasiada soda en la “lectura estructuralis- conmigo, es algo aprendido en la lectura de
ta de Freud”). ¿En aras de qué? No necesita- las discusiones de Lacan con la psicología del
mos ser tan dadivosos, a la manera del ena- yo estadounidense [la que por otro lado, sí
morado que vacía su yo por la idealización me resulta una discusión vieja], y que no se
del objeto. Quizá exagero o me equivoco. me escucha a mí, o a “mi lectura” freudiana)
Lo que sí no me parece para nada correcto, uno tuviera una posición obcecada y re-
es que esto se haga en nombre de Freud, al nuente a los avances del pensamiento. Qui-
que me parece ver con expresión de asom- zá sea así, pero tengo mis dudas, las que in-
bro, no sé si en la vereda de enfrente, pero tentaré exponer a lo largo de este texto. Por
por lo menos no en la misma vereda. ejemplo: ¿por qué dice Lacan en el Semina-
rio sobre la ética, de manera reiterada, que
Complica mucho las cosas, venía dicien-
Freud dice que el principio de realidad se
do, la confusión conceptual que muchas ve-
ces genera el léxico lacaniano, producto de opone al de placer? ¿Oposición en qué sen-
un interesante desarrollo teórico, repito (en tido? Si lo es en el filosófico, ¿por qué no lo
realidad lo que me parece interesante es la aclara? Pues ahí no pareciera estar hablando
idea estructuralista, no demasiado en cam- de Hegel, ni de Kant, sino de Freud. Tampo-
bio el uso que hacen Lacan y muchos estruc- co dice en todo caso oposición a la alucina-
turalistas de ella), pero que quizá demasia- ción, como podría o debería, lo que hace es
das veces me resulta otra teoría, dirigida a oponer un principio a otro y eso es un error.
otra cosa, proveniente de otro lugar de par- Un error importante. Dicho como él lo hace
tida y en la que el psicoanálisis me parece un (por lo menos como figura en la traducción
simple lugar de paso. Bienvenido fuera el castellana) parece una interpretación anto-
nuevo desarrollo teórico si éste me parecie- jadiza del hecho de que el principio de pla-
ra mejor, más abarcativo, produjera mejores cer, que es alucinatorio de por sí, necesita
efectos clínicos y nos diera un mejor conoci- del de realidad para realizarse en la acción.
miento de la psique, vuelvo a repetir. En La acción humana ocurre en la realidad, es
parte así lo hace. No obstante, hasta ahora lo que la “cambia”, dice Freud. No se opone
en las lecturas de Lacan que he hecho y en entonces (por lo menos en el sentido que da
las discusiones que he tenido (algunas públi- la Real Academia sobre el término), sino
cas, otras como charlas de café entre ami- según creo entender todo lo contrario. La
gos) nunca he sentido que esto me haya si- que, en cambio, sí se va a oponer luego, es
do demostrado ni mucho menos, salvo en la represión-desalojo, guiada por ese mismo
pequeñas cosas superficiales y más discuti- principio de placer y no por el de realidad;
bles que otras. Más bien todo lo contrario, pero ésa es otra cuestión, aunque nada me-
pareciera que al marcar los puntos en que su nos que la cuestión psicoanalítica por exce-
“discurso” se aparta del camino freudiano (y lencia. Como ese “error”, muchos más.

33
José Luis Valls Texturas freudianas

El objetivo es avanzar en el pensamiento norado o no mencionado como opinión ac-


psicoanalítico, pienso que el más profundo tual valedera, o el argumento del paso del
de los autores psicoanalíticos es Freud y que tiempo como superación, como si esto últi-
se merece el respeto de ser escuchado. No mo tuviera demasiada o alguna validez en
hay que “volver” a él. Hay que leerlo pro- el conocimiento profundo del alma huma-
fundamente y con respeto por su letra, co- na. El argumento de que alguna teoría sea
mo a cualquier autor (algo que paradójica- vieja por el hecho de haber sido escrita an-
mente no se hace como debiera en psicoa- tes en el tiempo parece extraído de la medi-
nálisis, donde la lectura rigurosa de Freud cina, que es una ciencia que depende actual-
parece que fuera algo del pasado, dejado mente del desarrollo tecnológico, y por ello
atrás por la presente moda, como si las mo- es razonable que lo último sea de alguna
das tuvieran algo que ver con la verdad manera superior a lo anterior en general,
científica), para saber por lo menos cuándo pero no en nuestra materia, en la que la tec-
es un aporte algo referido a su coherencia nología no tiene vinculación alguna. Tam-
teórica, sino lo nuevo que generemos corre bién podría ser un germen de aquello con lo
el peligro de no ser más que confusión, o in- que aparentemente se pelea, me refiero a
cluso nos puede ocurrir que lo que creíamos un elemento evolucionista, como si las ideas
superador de Freud, en realidad termine evolucionaran per se, en fin, nada de esto
ubicándose pasos detrás de él. Sin ir más le- tiene que ver seriamente con una discusión
jos, en la descripción, por ejemplo, del prin- de ideas. Las épocas y con ellas las circuns-
cipal descubrimiento freudiano, para mi tancias cambian, podríamos pensar que las
gusto, nada más y nada menos que el in- características del yo preconsciente también
consciente, la diferente forma de lógica y lo hacen con ellas, pero lo esencial del hom-
de pensamiento “inventada” por Freud. bre (¿podría decir lo estructural?), lugar en
el que sin duda ubicaría al inconsciente, que
En cambio, sí percibí un gran desconoci- es el tema freudiano, no creo que tanto, los
miento del pensamiento freudiano, y en es- cambios que uno podría esperar en él no
to incluyo a la mayoría de los psicoanalistas, creo que dependan de la época, justamente.
como si el pensamiento del creador del psi- La tragedia de Edipo la escribió Sófocles, si
coanálisis fuera cosa acabada para ellos (lo mal no recuerdo, y ya hace unos cuantos si-
que paradójicamente lo tornaría “indiscuti- glos de ello. Freud la eligió como paradigma
ble”, de lo que se desprende que no se lo de los sucesos de la culminación de la sexua-
podría discutir. Lo que en verdad entonces lidad infantil, y nada me hace sospechar que
ocurre, es que no se lo deja entrar en la dis- esa elección sea desechable así nomás, no
cusión, o se lo usa solamente como autori- fue escogida por él al azar, eligiendo alguno
dad de un supuesto tribunal, que es otra de los mitos griegos por elegancia intelec-
manera de anularlo, no a él, sino a lo princi- tual, o porque quisiera rescatar a Sófocles
pal de él para nosotros, que es su pensa- del olvido, sino porque su historia mítica da
miento). Esto me parece un error funda- cuenta de la forma de estructuración del psi-
mental para poder conseguir avances en el quismo humano, por lo menos el de Occi-
psicoanálisis. También vi y escuché hasta el dente. Aunque ya a esta altura del partido
cansancio el no porque no, o peor, el ser ig- es evidente el avance del psicoanálisis en

34
Texturas freudianas José Luis Valls

Oriente, así que no creo que haya diferen- complejo de Edipo universal es lo propio e
cias esenciales en la constitución del incons- irrepetible de la historia de cada individuo
ciente por el hecho de las culturas diferen- infantil con sus padres. Ya no hace falta más
tes. Lévi-Strauss), podríamos decir uno de los demostración para esto. Hoy ya se debería
creadores del estructuralismo francés, entre demostrar, para poder poner a esta hipóte-
otras cosas, además de desplazar a Sartre en sis freudiana en tela de juicio, el hecho de
las preferencias filosóficas francesas de la se- que exista alguna cultura en que esto no sea
gunda parte del siglo pasado, se encargó de así, más que demostrar que en todas lo sea.
demostrar a la prohibición del incesto como
condición esencial para el establecimiento Tampoco se puede aceptar, por otro la-
de una cultura, cualquiera que fuera. Así, in- do, la separación del psicoanálisis como mé-
directamente, demostró los quilates del todo, de la metapsicología, pues los dos
pensamiento freudiano, que había llegado provienen del mismo lado y apuntan a lo
a la misma conclusión a partir de su expe- mismo, uno en la práctica clínica y la otra en
riencia clínica, observando la resolución de la organización y fundamentación teórica
los síntomas neuróticos de sus pacientes en de esa práctica clínica. El psicoanalista prác-
su consultorio. Mas hay una diferencia: tico, alejado de los fundamentos teóricos
Freud habla de la represión-desalojo del in- de su tarea diaria, corre riesgo de eso, de
cesto, no de la prohibición. No es lo mismo. quedarse en un psicoanálisis empobrecido,
La prohibición es consciente, la represión- cerrado en sí mismo, transformado en una
desalojo no. Su razón (la de Freud) se com- práctica con poco conocimiento de lo que
prueba sola, si estuviera prohibida no habría hace y por qué lo hace. Tocando música de
necesidad de descubrirla, se conocería, sólo oído, por así decir, sin la partitura. Por el
que estaría prohibida. Se pudo desconocer otro lado, al teórico alejado de la experien-
durante tanto tiempo y fue y es desconoci- cia clínica, el mismo Freud lo comparó con
da como ley social, y en cambio fue y es sen- la esquizofrenia, en la que las representa-
tida como natural por la mayoría de los in- ciones-palabra están investidas pero las re-
dividuos, porque es reprimida (o sea desalo- presentaciones-cosa no. Dicho de otra ma-
jada de la posibilidad de ser pensada), y la nera, las palabras pueden empezar a girar
represión-desalojo no es lo mismo que la en el aire cuando no se apoyan en las cosas,
prohibición, tiene un paso más que esta úl- en las representaciones de ellas, de los he-
tima, la represión-desalojo implica descono- chos vividos con ellas, significándolas, o con
cimiento, inconcienciación. La forma de im- más precisión: en las representaciones-cosa.
pedir la acción (incestuosa y parricida) no es Con las dos unidas, la praxis y la teoría, en
prohibirla (por lo menos no solamente), es cambio, el psicoanálisis cobra sentido y jus-
más que eso, es desconocerla, olvidarla. tifica su existencia. Pasa a ser palabras que
hacen cosas. Claro que debemos saber el
A la represión-desalojo del complejo de qué hacer (la teoría) para desarrollar el có-
Edipo, Freud la pensó como universal, un mo (la práctica). Lo que yo entiendo que en
paso previo requerido para la instalación de nuestros tiempos está más en crisis, en este
toda cultura, más que como característica de mundo convulsionado, es la práctica, por
una cultura determinada. El cómo de ese eso y pese a la aparente paradoja, me meto

35
José Luis Valls Texturas freudianas

con las bases teóricas, para saber bien el flexión sobre el funcionamiento del alma
qué, desde ahí pienso que surgirá la posibi- humana lo suficientemente profunda y con
lidad de las diferentes prácticas posibles se- la indispensable dosis de verdad que nos
gún las circunstancias reales. hace sospechar que, pese a quien pese, in-
cluyo en este pesar al pensamiento de algu-
Asimismo, también el edificio teórico nos psicoanalistas, a los ataques a que ha si-
metapsicológico es dinámico. Esto quiere do sometido en las últimas épocas, en algu-
decir que acepta modificaciones siempre nos casos por intereses que no tienen nada
que se mantengan dentro de su coherencia que ver con la búsqueda de la verdad, por
básica, no es una estructura rígida, se le ahora goza de buena salud, permanece con
puede agregar nuevas observaciones y es- su tónica subversiva inicial, está, y probable-
peculaciones que abarquen en su explica- mente seguirá estando por mucho tiempo,
ción otros fenómenos además de los que hasta que sea realmente superado. El psi-
aquél ya explica (cada psicoanalista, me in- coanálisis es el legado científico que dejó
cluyo, pareciera creerse en la obligación de Freud a la humanidad y va mucho más allá
hacerlo, lo que a veces enriquece la teoría y del accionar práctico y político de los mis-
otras agrega confusión). Eso sí, esos agrega- mos psicoanalistas y de los diferentes tipos
dos enriquecedores deben mantener cohe- de instituciones que éstos organicen, su fu-
rencia con la teoría toda, si no más que en- turo estará dado fundamentalmente por las
riquecimiento corremos el peligro del em- batallas del pensamiento venideras, de las
pobrecimiento teórico. que hasta ahora y pese a todo, ha salido
bastante bien parado.
Ésta es mi manera de pensar. Por eso es-
toy saliendo al ruedo para recordar que el La metapsicología es la estructura de un
edificio metapsicológico freudiano existe, edificio tan completo y coherente que hace
que tiene un alto grado de complejidad, del psicoanálisis una psicología diferente. Es-
que es discutible, es verdad, pero hay que ta teoría es una estructura lógica de pensa-
discutirlo y ganarle la discusión. Lo que no miento que nace de la observación, que ex-
es tan fácil si se hace en buena ley. Que el plica en gran parte los fenómenos psíquicos
discurso freudiano es lógico, que no intenta y que además produce efectos sobre ellos y
ser una verdad sino una teoría apoyada en sus derivados (la conducta entre otros), algu-
los hechos y en la especulación científica y nos más comprobables, otros menos, pues el
que no se puede descreer así como así de él material con el que trabaja no es materia
pues no es una simple creencia, o si lo es, es concreta, es el alma humana, son seres hu-
una creencia científica con todo un basa- manos. Como una manera de acercarla a los
mento lógico-experiencial que la sostiene y hechos, de la misma manera en que lo hace
que es muy complejo. Justamente en eso se Freud constantemente en su obra, intercala-
diferencia de una creencia religiosa, como ré algún ejemplo clínico para aclarar mejor
toda ciencia. La diferencia es el basamento problemas puntuales. Aparte, a esta altura
en que se apoya esa creencia, no es una de los avances del conocimiento, ¿a qué se
creencia basada en la fe, por lo menos úni- puede llamar materia concreta?
ca ni de manera preponderante. No es sólo
una ilusión, diría Freud. Es a su vez una re- Freud dio una existencia suficientemen-

36
Texturas freudianas José Luis Valls

te clara al inconsciente: pertenecen a él, bá- que algunos se produjeron y aunque de algu-
sicamente, las huellas mnémicas que devi- na forma se sigan produciendo, pese a que la
nieron representaciones-cosa de los sucesos conciencia ya no los posea, los desconozca,
de la sexualidad infantil, sexualidad que de- los haya olvidado y crea que por eso dejaron
be irse al fundamento, reprimirse-desalojar- de existir. Incluso con la idea peregrina de
se, olvidarse, sublimarse, al acceder el suje- que es mejor que sea así. El que algo no po-
to a la cultura. Me estoy refiriendo al in- sea palabra no quiere decir que no tenga
consciente reprimido-desalojado, obvio, el existencia, por lo menos en lo que a represen-
que es fundamental en el descubrimiento taciones psíquicas se refiere. Existen otro tipo
freudiano. Pero las huellas del pasado quie- de representaciones que no son las de pala-
ren despertar, sacudirse y retornar “como bra, y precisamente son las pertenecientes al
los titanes de la saga cuando se les da de inconsciente. Freud mostró los efectos con-
beber sangre”, por lo tanto influyen, pro- cretos que ellas pueden producir sobre el ser
ducen efectos en el hombre de la cultura, se humano y su conducta. Entonces sí lo puedo
transfieren a las circunstancias de su presen- entender respecto de la reflexión metafísica
te, quien así se cree libre pero en verdad es- sobre las cosas del mundo y en el sentido que
tá preso de ellas. Existen otros elementos se le da y tiene para el ser humano, lo entien-
en el inconsciente, los mecanismos defensi- do. Entiendo, por ejemplo, que la existencia
vos del yo y gran parte del superyó entre de la Cordillera de los Andes “exista” cuando
ellos (nos podríamos asimismo plantear, co- el lenguaje del hombre la nombra, pero tam-
mo en parte lo hace Freud, si no es que el bién pienso que así directamente no se pue-
superyó es de manera principal inconscien- de trasladar ese razonamiento a la represen-
te, en especial en el varón, entendiendo tación intrapsíquica, me parecen cosas dife-
que la ética y la moral le pertenecen en rea- rentes. A lo reprimido-desalojado también se
lidad al yo preconsciente y no a la inmensa lo nombró en todo caso, pero la represión-
formación reactiva antipulsional que es desalojo se encargó de hacer desaparecer la
aquél, disfrazado de moral, o por lo menos palabra, que no es lo mismo que el hecho de
que existe una ética yoica conduciendo al no tener nombre en todo caso. Además, si en
deseo a su satisfacción de acuerdo a la rea- la experiencia individual aún no tenía nom-
lidad, con su contrato social, que la ética no bre (era traumático, no correspondía al “fue-
ro”), por lo que fue reprimido-desalojado pri-
es patrimonio superyoico).
mariamente por la contrainvestidura, lo que
El psicoanálisis propone por tanto una for- bloqueó la posibilidad de otorgarle el nom-
ma de liberación del sujeto que será produci- bre cuando correspondía o ya se lo dio como
da por la aptitud que otorga el acceso a la contrainvestidura (se le cambió así el afecto),
palabra de aquellos contenidos reprimidos- no quiere decir que no haya existido como
desalojados y represores-desalojadores, los representación, sino todo lo contrario, se le
que contarán con la posibilidad, con ello, de impidió en todo caso la posibilidad de acce-
participar del pensamiento lógico, de la ela- der a la palabra. Los psicoanalistas que a par-
boración, ampliando de esta manera los me- tir de aquel tipo de razonamiento, correcto
dios del ser cultural, enriqueciéndolo con las para la metafísica, sostienen ese tipo de argu-
representaciones de su propio pasado en el mento dentro del psicoanálisis (que por no

37
José Luis Valls Texturas freudianas

tener palabra no se tiene existencia, permi- en tantas otras explicaciones de otros dife-
tiendo así la confusión entre reprimido-desa- rentes fenómenos, todos referidos al alma
lojado e inexistente. Será inexistente para la humana? Por lo menos debería considerarla.
conciencia, y en ese caso, ¿cuál es la novedad El ser humano, entre otras cosas, es un cuer-
con respecto a Freud entonces?), están dán- po con historia, y la “historia oficial” se com-
dole sustento al mecanismo con el que lucha pone de mitos heroicos. Sabemos desde
a brazo partido el psicoanálisis: la represión- Freud que éstos además de ser mitos o justa-
desalojo. Ésa es, precisamente, la materia de mente por el hecho de serlo, tienen un nú-
la que está hecha la represión-desalojo, que cleo de verdad histórica, y a ese núcleo apun-
consiste en desinvestir a la representación- ta el psicoanálisis. El psicoanálisis es desmitifi-
palabra para que esa representación no pue- cador, por eso es subversivo, pues la historia
da ser pensada conscientemente. Si el yo pre- oficial, que sí es mítica, está escrita por los
consciente desconoce su historia, ésta se re- vencedores, o sea las fuerzas que mantienen
petirá de alguna manera, es decir, se transfor- el poder antipulsional y desconocedor de la
mará nuevamente en hechos. Los hechos psí- verdad en el aparato psíquico ¿Esta misma
quicos existen más allá de las palabras, acá forma de negación acaso no muestra que hay
me parece que no caben las explicaciones de otra historia tapada que puede explicar mu-
la “lingüistería” filosófica, los síntomas exis- chas más cosas de lo que hace aquélla? ¿Aca-
ten, el sufrimiento como forma de vida exis- so no queremos transformar la prehistoria en
te, los actos compulsivos existen, los sueños, historia? ¿No investigamos cómo comenzó la
los recuerdos encubridores, los actos fallidos vida? ¿Por qué no hacerlo con nosotros mis-
y demás, existen, de hecho son nombrados, mos, con nuestro psiquismo? Algunas de es-
se llaman así. Lo que sucede es que el sujeto tas preguntas pretendió contestar Freud tam-
desconoce sus porqués. Pues señores: el psi- bién. Él habló de verdad histórica diferen-
coanálisis creado por Freud ha averiguado ciándola de verdad material. En especial
que sus porqués están en ese pasado, en la cuando habla de la percepción y sus vericue-
memoria, o, mejor dicho, en la falta de me- tos, muestra con claridad cómo se deslinda
moria (en el significado común del término, desde un principio, la verdad material de la
como memoria del yo preconsciente, del pen- histórica para él. A la verdad histórica me re-
samiento, de la palabra) de ese pasado infan- fiero cuando hablo de historia, pero de una
til está el sentido de lo actual. Sin embargo el historia que además de ser historia debe ser
sujeto de la cultura puede quedarse con verdad, cuanto menos debe acercarse lo más
aquéllos aceptándolos como manera de vida posible a ella, debe “encajar” lógicamente
o designio del destino (nombre ya tienen), sin cada trozo de esa historia en el “puzzle” del
saber que existiría la posibilidad de corregir historial del analizando.
eso que se le aparecía como incambiable.
Al grado de verdad obtenido con nues-
¿Cómo puede la “ciencia” aceptar que es- tro trabajo psicoanalítico lo comprobare-
to sea simplemente así, darlo como “dado”, mos principalmente en la desaparición de
habiendo teorías como la psicoanalítica, que los síntomas de nuestro paciente, en la dis-
puede dar una explicación tan abarcativa del minución de sus rasgos de carácter patoló-
psiquismo y que es coherente consigo misma gicos, lo veremos en la libertad que adquie-

38
Texturas freudianas José Luis Valls

re el sujeto al poder pensar y comprender nuinamente debemos llamar yo.


su propia historia “a posteriori”, vinculán-
Estaba hablando, un párrafo arriba, de
dola con su presente y pudiendo así llegar a
los tratamientos exitosos, obviamente. Ha-
diversas formas de acción específica. Lo pal-
blo de aquellos tratamientos psicoanalíticos
pamos en el sentirse mejor consigo mismo,
en los que se logró hacer una construcción
autoestima que se puede sostener en el
casi completa de las situaciones traumáticas
tiempo firmemente y de frente a los dife-
de la sexualidad infantil, habiendo sido és-
rentes contratiempos que le presenta la vi-
ta comprendida, entendida y elaborada por
da, sobreentendiendo que sin la rigidez de
el paciente predominantemente en el aná-
una megalomanía delirante, o de una ca-
lisis de la transferencia, mejoría que se pro-
racteropatía rígida, por lo tanto mante-
duce al adquirir de esa manera su yo más li-
niéndose profunda y firmemente, al mismo
gaduras lógicas, por lo tanto cambiables,
tiempo que fiel a sus propios estilos caracte-
variables, adaptables a las circunstancias en
rológicos originados en su historia y pese a
que aparecen nuevos elementos que com-
los distintos avatares que se le presenten,
plejizan la lógica ya lograda, ligaduras no
eso sí, con mayores armas yoicas para supe-
rígidas por lo tanto. Un yo con menor des-
rar las circunstancias difíciles.
gaste en los mecanismos de defensa, más li-
En el transcurso del texto trataremos de bre para tomar sus decisiones, con más
entender mejor qué quiero decir con “armas aperturas libidinales para llegar a las accio-
yoicas”, entre tantas otras cosas, pues no me nes adecuadas. Pero bueno, no voy a contar
refiero a los mecanismos de defensa incons- ya el final de esta historia, intentaré desa-
cientes (las diferentes formas de represión- rrollarla palmo a palmo como lo hizo Freud,
desalojo), de los que pienso con Freud que si siguiendo atentamente, en la medida de
bien en algún período de la historia infantil mis posibilidades, el desarrollo de la gran
complejidad de su pensamiento.
individual pudieron haber servido para de-
fender al sujeto de los embates pulsionales, Empezaré por el Proyecto de psicología,
al mantenerse “eternamente” como defen- el que vendrá acompañado por algunas car-
sa inconsciente terminan convirtiéndose en tas y manuscritos dirigidos a Fliess y algún
todo lo contrario de un componente cons- otro texto que pueda complejizar la teoría
tructivo del yo, más bien resultan alterado- actual desde esa época “a posteriori”
res de él, como lo dice taxativamente en (Nachträglich), pensando, quizá en contra
Análisis terminable e interminable [1937] y de la opinión de Freud, que ese texto no
el “Esquema” [1938] al explicar el sentido destinado a la publicación, escrito teórico
del concepto de “alteración del yo”. Cuando con el objetivo de ensayo que forma parte
digo armas yoicas, entonces, me refiero en de su epistolario con un amigo y colega, es
especial a la capacidad del yo de hallar rela- un momento de inspiración genial freudia-
ciones lógicas entre las representaciones, en no y que en él, como en un diamante en
otras palabras: a la capacidad de pensa- bruto, está en germen y, lo que me parece
miento (incluyendo en ésta la fantasía, el más interesante, se percibe con mayor clari-
“pensar común”, como la llama en este tex- dad, el nacimiento lógico de la mayoría de
to), propia y casi definitoria, de lo que ge- las ideas desarrolladas luego con el desplie-

39
José Luis Valls Texturas freudianas

gue de la teoría. Nos da así mejor la oportu- amigo que correspondían a su vida privada,
nidad de explicarnos de dónde provienen que no tenía por qué querer publicar, pues
algunos conceptos fundantes, por qué los ha demostrado (incluso en esa parte publi-
trae, otorgándonos la libertad de no tener cada de su autoanálisis que pertenece a la
que aceptarlos como postulados básicos así Interpretación de los sueños) no poseer afa-
como así. Este “empezaré” implica un cier- nes exhibicionistas que no estuvieran liga-
to compromiso a seguir con otros temas de dos por el proceso secundario de su yo, por
la metapsicología más adelante. su capacidad de pensamiento.

Espero poder hacerlo, por supuesto. Para romper con todos esos esquemas y
dada la extrema complejidad teórica que se
El problema principal con que nos en- despliega en el Proyecto, en el que, como es
contramos en el Proyecto desde un princi- costumbre en toda la obra freudiana pero
pio, es el lenguaje en el que está escrito; és- en particular en este texto, dice muchas co-
te intenta ser neurológico, lo que no consi- sas y muy complejas con muy pocas pala-
gue, pues como él mismo dice en la carta a bras (la de él no es precisamente una pala-
Fliess citada en el epígrafe, ya está pensan- bra vacía), tanto que si se lo lee un poco rá-
do en términos metapsicológicos y el Pro- pido muchas pasan desapercibidas y se ge-
yecto no es un libro de divulgación de la neran confusiones teóricas.
psicología para que tengan en cuenta los
neurólogos, ni el escrito de un neurólogo Este texto, dada la época de su publica-
que quiere delirar sobre la psicología o que ción (1950, en alemán), probablemente no
quiere reducir la psicología a procesos his- haya sido leído por Melanie Klein ni por sus
tológico-fisiológicos, o como una adelanta- seguidores, entre los que cuento a los fun-
da de la cibernética, por lo menos no es és- dadores del psicoanálisis argentino en gene-
ta la principal manera de entenderlo del ral, incluido lamentablemente para noso-
autor de este libro. Es un escrito metapsico- tros Ángel Garma, el más freudiano de to-
lógico plagado de ideas originales que van dos ellos, ni por discípulos suyos que en la
a ser los cimientos del pensamiento freudia- actualidad continúan profundizando su lec-
no y al que todavía no se le ha otorgado el tura de Freud, como Jorge Winocur y José
valor que merece en la historia de los avan- Treszezamsky, con quienes mantengo un
ces científicos ni en los escritos psicoanalíti- fluido y permanente intercambio de ideas
cos mismos, entre otras cosas porque fue re- (amén de una estrecha amistad). Camadas
cién publicado en 1950 (once años después posteriores a Garma, de psicoanalistas ar-
de la muerte de Freud), con lo que ya se co- gentinos a principios de la década del sesen-
noció como si únicamente tuviera valor de ta, entre los que podemos incluir a Ricardo
reliquia histórica póstuma. Probablemente Avenburg y Jorge Carpinacci (éste último ya
hayan ayudado también a ello la negativa lamentablemente fallecido), sí lo hicieron,
de Freud mismo a publicarlo dados sus pa- también Ernesto S. Fainblum, Jorge Aven-
sos posteriores, hechos en forma mucho burg, Claudio Jonás, Leonardo Goijman, El-
más orgánica y explícita del lado de la vira Nicolini, Enrique Torres, Oscar e Inés
“nueva psicología”, y al hecho de que su Zentner, Ariel Schere, Abraham Apter y Jor-
publicación llevaba incluida las cartas a un ge E. Canteros (todos con destinos ulteriores

40
Texturas freudianas José Luis Valls

muy diferentes), entre otros. Me incluyo en- cuenta de que ciertas líneas de pensamiento
tre ellos, como creo haberlo probado con la por él esbozadas en este texto tienen fuertes
publicación de mi Diccionario freudiano coincidencias con criterios neurológicos
(1995), en el que mi lectura freudiana se ma- avanzados (por ejemplo me parecen intere-
nifiesta como “a posteriori” de la lectura del santes las correspondencias por ellos resalta-
Proyecto, así como muchos otros colegas das entre el concepto freudiano de facilita-
más, que de manera injusta aunque no de- ción y el de feedback o retroalimentación),
seada olvido, también lo hicieron. Si bien no en ese sentido me parece otra apertura enri-
podemos decir que hayamos logrado pasar quecedora en la búsqueda de la verdad y a la
de la característica de grupos de estudio pri- que el psicoanálisis puede aportar mucho,
vados, o de grupos de gente que piensa de pero no estoy muy seguro de que le pueda
modo parecido en muchos temas, pues per- aportar algo al psicoanálisis. También fue leí-
manecemos dispersos, sin enriquecernos do por Jacques Lacan, quien se dio cuenta de
mutuamente demasiado. Vaya esto como su importancia según consta en sus “Semina-
autocrítica, ya que de ningún modo se con- rios” (como en el 2 y el 7).
siguió armar un verdadero movimiento
freudiano como deberíamos, lo que de to- El texto freudiano en cuestión lleva in-
das formas aún estamos a tiempo de hacer. cluida una “primera” descripción del funcio-
Quizá una causa de esta dispersión resida namiento psíquico inconsciente y de la re-
en el hecho de que pareciera que se debe- presión-desalojo, aunque todavía no quede
ría descontar que si uno es psicoanalista de aclarada la función que le cabe a esta última
alguna manera siempre es freudiano. No en la inconcienciación y a pesar de que no
veo por qué. Si así fuera no estaría conci- incluya tampoco en su desarrollo teórico la
biendo el psicoanálisis como ciencia o disci- conceptualización definitiva de la sexuali-
plina científica, más bien lo sentiría como dad infantil. Sí aparece en él la sexualidad
en el sentido social del término y lo repre-
una experiencia religiosa. Es una cuestión
sor-desalojador de representaciones de la
de mantener una coherencia y poder soste-
sexualidad en ese sentido y generador de
nerla después de oponerle todos los obstá-
síntomas que resultan con posterioridad los
culos que se le crucen en el camino, para ver
hechos traumáticos sexuales. Lo traumático
su solidez, plasticidad y amplitud. No es una
de los mismos conducirá en el avance de la
cuestión de mera creencia o de líderes caris-
teoría irremediablemente hacia lo infantil,
máticos.
esto habrá que demostrarlo analizando ni-
El Proyecto también fue leído por autores ños o estudiando su evolución sexual (como
estadounidenses como Karl Pribram y Mer- corolario de ello publicará en 1905 el caso
ton Gill, tomándolo en términos generales, Juanito o Hans). De cualquier modo, por to-
do lo expuesto en este borrador y mucho
como si fuera una avanzada de las neuro-
más que espero poder fundamentar aquí, lo
ciencias y la cibernética, no de la metapsico-
considero el primer texto metapsicológico.
logía o lo que el autor de este libro entiende
por ella precisamente (ya expresé mi opinión Este Proyecto de psicología para neuró-
al respecto). Aquellos autores, de todas ma- logos está escrito en un lenguaje neurológi-
neras, muestran el genio freudiano al darse co (lo único importante neurológico que

41
José Luis Valls Texturas freudianas

tiene es el lenguaje y el hecho de que todo Mi lectura no será pasiva, intentaré tra-
transcurre en el sistema nervioso central y bajar con la letra freudiana además de acla-
periférico y específicamente en las neuro- rarla y traducirla, intentaré pelear con ella
nas, por lo demás casi todo el razonamien- cuando sienta que es preciso, exponer sus
to hace a problemas y soluciones psicológi- problemáticas y repensarlas en la medida
cas, que por partir de Freud y por los temas de mis posibilidades. Espero tomarla enton-
y la manera de encararlos, podemos ya lla- ces como lo que pretendió su autor, como
mar psicoanalíticos), lo debemos entonces un escrito científico, por lo tanto como un
retornar “a posteriori” al lenguaje metapsi- discurso pasible de discutir, no como una
cológico, para que pueda ser mejor com- verdad religiosa indiscutible. Mi esperanza
prendido por los psicoanalistas, y transfor- es reabrir un surco complejizándolo, acer-
marlo en un “Proyecto de psicología para carme un poco más a la verdad.
psicoanalistas”. Intentaré entonces en parte
“retraducir” su lenguaje a la psicología o al La palabra complejidad me temo se va a
psicoanálisis, pensando que en su “dialec- repetir a lo largo de todo el texto, pues los
to” original resulta casi una formación sus- niveles de explicación en el escrito freudia-
titutiva, sustituto del psicoanálisis, al que en no van de menor a mayor y alcanzan preci-
realidad pertenece. Mi objetivo no es obvia- samente niveles altamente complejos, y
mente ése, recobrarlo para el psicoanálisis, uno a veces, con cierto afán de hacerlos en-
reincluirlo en él. Únicamente, al menos. Pre- tendibles, corre el peligro de simplificarlos
tendo repensarlo utilizando categorías demasiado (uno también tiene función sin-
freudianas posteriores, “a posteriori”. Por tética, pese a que ésta no le guste al estruc-
ejemplo, si de entrada hacemos lo que turalismo, y ella misma, a veces, le juega
Freud comienza a hacer durante el texto y una mala pasada), lo que ha sucedido con
hace en forma definitiva en La interpreta- muchas lecturas freudianas y quizá suceda,
ción de los sueños, y entendemos lo que él pese a mis esfuerzos, con ésta también (es-
llama en el Proyecto neuronas (por lo me- peremos los resultados que, como siempre,
nos las que llama neuronas psi), pasando a decidirá el lector). Lo siento como una deu-
considerarlas en términos generales como da que nos debemos los psicoanalistas y yo
representaciones, lo que hicimos ya a fi- en especial. Esa deuda espero, en parte, pa-
nales de la década del setenta y principios gar con este libro.
de los ochenta en varios trabajos conjuntos
con mi colega y amigo Ernesto S. Fainblum,
creo que se nos allana el camino conducen-
te a la comprensión psicológica del texto.

Respecto de las citas de Freud quiero


aclarar el hecho de que aquéllas de las que
no se menciona su procedencia, pertenecen
al “Proyecto”, las del resto de su obra, las
ubico dentro del mismo texto (esto nomás
por un criterio propio de lo que me parece
más cómodo para el que lee).

42
Texturas Inglesas
El poder de las teorías
El papel de los determinantes paradigmáticos
en la comprensión psicoanalítica*

Ricardo E. Bernardi**

Introducción blemente, en cuanto a la práctica.

Cuando se reflexiona desde la perspectiva Por tratarse de un grupo pequeño y con


de un país del Tercer Mundo, periférico en un fuerte sentimiento de unidad, estas pos-
relación a los grandes centros de producción turas entraron inevitablemente en contacto
teórica, como lo es el Uruguay, llaman la entre sí. Este contacto fue a la vez conflicto:
atención no sólo la multiplicidad de orienta- ¿rivalidad entre las teorías y sus defenso-
ciones en las que se desarrolla el psicoanáli- res?, ¿complementariedad?, ¿aislamiento?,
sis actual y lo radical de sus diferencias, sino ¿embanderamiento?, ¿eclecticismo?, ¿es-
también el aislamiento que mantienen unas cepticismo?
respecto de otras. ¿Qué ocurre cuando las
distancias entre ellas se acortan? A este res- Estas preguntas hicieron necesaria una
pecto la experiencia del grupo uruguayo, reflexión acerca de qué representan las teo-
abierto a textos y visitantes de distinta pro- rías para los psicoanalistas, para las institu-
cedencia, puede ser ilustrativa. ciones psicoanalíticas, para el psicoanálisis
como práctica y como empresa de conoci-
Luego de un período fundacional, mar- miento y de investigación.
cado por la convicción de que el pensamien-
to de Melanie Klein prolongaba y desarro- Este tercer punto, que interesa tanto al
llaba el de Freud, se dio, junto con el interés psicoanálisis como a la epistemología, será
por otros autores (como Lacan, Bion, Kohut, el abordado aquí. Partiré del cotejo entre
Winnicott, etc.), un momento de revisión y las teorías, dejando de lado los juicios de
cuestionamiento que desembocó en un plu- valor, para atender a la descripción compa-
ralismo en cuanto a lo teórico y, menos visi- rativa de sus diferencias. Estas diferencias se

* Reeditado, con autorización del autor, del International Journal of Psychoanalysis (70: 341-347) y de la Revista de Psicoanálisis,
1989 (XLVI, 6:904-922).
** Psicoanalista (APU).

45
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

utilizarán como una vía de acceso para con mayor o menor grado de generalidad,
comprender mejor la naturaleza y la fun- pero que no llegan a reformular la totali-
ción de las teorías, o, dicho de otra forma, dad del campo (por ejemplo: la obra de
su poder y sus límites. Winnicott, o de Kohut).

Para este fin conviene considerar las teo- Esta situación puede compararse con lo
rías no sólo como formulaciones abstractas que ocurre con las lenguas. Con Freud y con
sino también y esencialmente como modos su relación con los freudianos actuales acon-
concretos de ver y de pensar lo que se ofre- tece como con el griego antiguo, que sigue
ce en la práctica analítica, aproximándonos vigente en el griego actual y por más que los
de este modo a la noción de paradigma pro- eruditos inventen, como lo hizo Erasmo,
puesta por T. S. Kuhn1. Existen al menos tres nuevas formas de pronunciarlo, la misma es-
teorías que, en mi opinión, cumplen con es- critura permanece reconocible. Pero con los
tas características: son las que se inician con lenguajes lacaniano y kleiniano la situación
la obra de S. Freud, J. Lacan y M. Klein. es diferente. Su relación con Freud se pare-
ce más bien a la que existe entre las lenguas
Si presentamos la evolución de las teo-
romances y el latín: ha surgido una nueva
rías psicoanalíticas por una línea (que re-
manera de hablar que se puede estudiar a
presentaría la corriente freudiana) en la
partir de sus determinaciones internas, con
que a determinada altura nacen otras dos
relativa prescindencia de su origen.
progresivamente divergentes (Lacan,
Klein), podemos estudiar -diacrónicamen- ¿Cuáles son las relaciones de estas distin-
te- cómo se va produciendo en estas dos úl- tas lenguas entre sí? Me ha parecido que la
timas la derivación de muchos de sus con- noción de inconmensurabilidad (en el senti-
ceptos a partir de los de Freud. Pero si estu- do de carecer de medida común) propuesta
diamos estas tres teorías sincrónicamente; por Kuhn y Feyerabend para caracterizar las
en un corte en el momento actual, descu- relaciones entre teorías separadas entre sí
brimos que cada una de ellas pasó a consti- por una revolución científica, es la que más se
tuir un sistema independiente de hipótesis aproxima a la situación que he descrito más
interconectadas entre sí, con sus propias le- arriba. Tanto uno como otro autor sostienen
yes de organización interna y de articula- que en el paso de una teoría a la otra las pa-
ción con la práctica, y por lo tanto no nece- labras cambian por vías sutiles su significado
sita apoyar o derivar lógicamente sus con- o sus condiciones de aplicabilidad. Se modifi-
ceptos a partir de otras de estas teorías, por ca el modo en que las palabras se asocian en-
más que Lacan o Klein hagan muchas veces tre sí y con aquello a lo que se refieren.
decir a Freud lo que en realidad dicen Lacan
o Klein. Podríamos agregar a este esquema El problema es filosóficamente complejo
una infinidad de líneas quebradas, repre- porque dos teorías pueden resultar incon-
sentando otras tantas propuestas teóricas mensurables desde cierta perspectiva o en

1 A. Bourguignon y J. Allouch también utilizan la noción de paradigma de Kuhn, pero con un enfoque diferente. Bourguignon parece
referirse exclusivamente a las diferencias a nivel metapsicológico, lo que restringe el sentido de paradigma. Allouch, por su parte,
considera que existe un solo paradigma, el de Lacan, que ha desplazado al de Freud, pero no da ninguna explicación de por qué con-
sidera que no existen otros. Sin embargo, la noción de paradigma exige que se tome a las teorías tal como se dan como hecho his-
tórico y social, y en este sentido la situación del psicoanálisis se aproxima a la de las disciplinas con múltiples paradigmas de acuer-
do a la descripción de Masterman (1970).

46
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

relación a determinadas conclusiones y no usado con el mismo sentido por las tres teo-
en relación a otras. Estas ideas de Kuhn y Fe- rías, aunque sus autores utilicen la misma
yerabend no dejan de estar emparentadas palabra. Por ejemplo: pulsión, inconsciente,
con toda una tradición epistemológica que represión, yo, ello, Edipo, etc. Al pasar de
ha puesto el énfasis en las discontinuidades una teoría a la otra se produce una modifi-
en el discurso científico: A. Koyré, G. Bache- cación de su sentido, el cual se vuelve no
lard, M. Foucault. También se vinculan con conmensurable con el que tenía en el con-
los problemas de la indeterminación de la texto anterior. Más claros aun son los casos
traducción, que ha desarrollado W. Quine. de intraducibilidad. Por ejemplo: significan-
te, Otro, Nombre del Padre, etc. en Lacan, o
En un grupo de investigación junto con posición, continente, contenido, elemento
Marta Nieto y otros analistas uruguayos alfa, elemento beta, etc., en Klein o en
(Bernardi: 1982, 1983, 1984; Nieto y Bernar- Bion. Pudimos también comprobar lo diso-
di: 1984), estudiamos la importancia de es- nante que resultan los esfuerzos de un ana-
tos problemas para el futuro de la investiga- lista por expresarse en el lenguaje de otra
ción en psicoanálisis, y en especial las dificul- teoría con la cual no está familiarizado. Co-
tades semánticas y sintácticas que se crean mo ocurre con las traducciones, se puede
cuando se quiere explorar un mismo fenó- hablar en términos de Klein o Lacan en for-
meno, por ejemplo: el de la angustia, desde ma gramaticalmente correcta, pero no co-
la teoría de Freud, Klein o Lacan. Intercam- mo lo haría un kleiniano o un lacaniano.
biamos ideas con O. Mannoni, quien soste-
nía que las distintas teorías podían conside- Estas teorías-lenguajes son, vistas desde
rarse como otras tantas perspectivas sobre otro ángulo, poderosos instrumentos colo-
un mismo objeto abstracto (que podía ser nizadores no solamente de las voluntades,
visto como el geometral de esas perspecti- como bien lo sabemos en el Tercer Mundo,
vas)2. Por nuestra parte nos pareció que no sino también de esa zona desde donde ob-
está demostrado que se trate de perspecti- servamos y pensamos sobre lo que ocurre
vas acerca del mismo objeto. Existe un tipo en nuestra práctica.
de diferencia muy peculiar entre las teorías
El núcleo del poder de los paradigmas
que hace que ellas no se puedan reducir radica en que son necesarios porque repre-
unas a otras, que no sean acumulables, ni sentan un modo de resolver los problemas
constituyan unas el desarrollo de otras, ni de un campo que antes de su aparición per-
que se excluyan por contradicción lógica. manecía opaco e inabordable. Ellos son -co-
Más bien, lo que ocurre es que no existe mo dice Freud- concepciones {Auffassun-
entre ellas compatibilidad lógica ni con- gen} que hacen nacer orden y transparencia
gruencia semántica. en la materia bruta de la observación. En el
principio muchas veces son un modo feliz
Prosiguiendo el análisis, parece difícil de solucionar un enigma, procedimiento
poder encontrar un solo término que sea que se vuelve ejemplar para una comuni-

2 Mannoni, O. Comunicación al grupo.


W. Baranger (1980). Estudiando la noción de objeto, no cree que puedan unificarse el objeto del mundo interno kleiniano, viviente y
concreto, con el objeto “a” de Lacan, con el objeto transicional de Winnicott, etc. G. Maci (1983), en cambio, cree posible una refor-
mulación de las descripciones kleinianas a partir de las categorías lacanianas. Pero su trabajo muestra que, por el momento, todo in-
tento de reducción implica una pérdida de contenido en la teoría reducida.

47
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

dad científica, la cual pasa a generalizarlo y cionales, preaceptaciones, actitudes, valo-


formular otros problemas en términos simi- res y fantasías. Este anudamiento explica su
lares, para intentar aplicarles la solución en- resistencia al cambio. J. Schlanger ha subra-
contrada o variantes de la misma. Así ocu- yado el carácter útil y fecundo de los mo-
rrió con la forma en la que Freud relacionó mentos de crisis, en los que se hace sentir
cumplimiento de deseo y censura en la dramáticamente el agotamiento de un pa-
Traumdeutung y que se generalizó luego radigma, impulsando la búsqueda de uno
para el síntoma, el lapsus, el chiste, etc. Al- nuevo. Es posible que esta sucesión de para-
go similar volvió a ocurrir con el modo klei- digma-crisis-nuevo paradigma se dé en for-
niano de ligar ansiedades y defensas en la ma más compleja en la disciplina con múlti-
fantasía inconsciente; y también, en el caso ples paradigmas; pero además es casi segu-
de Lacan, con el análisis de los hechos a par- ro que en el caso del psicoanálisis, tanto el
tir de los tres órdenes: de lo imaginario (a aislamiento como la mezcla de los distintos
partir de la experiencia especular), de lo paradigmas, sumados a la común invoca-
simbólico (siguiendo el modelo del lengua- ción nominal a Freud, tiendan a actuar co-
je) y de lo real (como lo imposible). mo una barrera de protección contra la po-
sibilidad de crisis3. Y sin embargo seria con-
Sería mejor si, en vez de designar a estas
veniente que las teorías psicoanalíticas pu-
teorías-paradigmas por el nombre de su au-
dieran periódicamente exponerse al menos a
tor, pudiéramos denominarlas por su conte-
pequeñas crisis metodológicas que evitaran
nido, por ejemplo: teoría del conflicto psí-
su estereotipia y pusieran a prueba su capa-
quico, teoría de las relaciones objetales y
cidad de respuesta ante lo nuevo. Pienso que
teoría del significante o de los tres regis-
dos situaciones -que por lo general nuestras
tros. Pero esto exigiría una sistematización
costumbres evitan cuidadosamente- pueden
de los enunciados teóricos.
ser útiles a este respecto:
Estos paradigmas tienden inevitablemen-
a. Del mismo modo que en las experien-
te a convertirse en dispositivos para resolver
cias de la Gestalt, cotejar la forma en
enigmas que ellos mismos permiten recono-
que un material es visto desde distin-
cer y formular, o para producir interpretacio-
tos paradigmas, llevando entonces al
nes en situaciones que ellos mismos hacen
analista ubicado en una teoría, a te-
interpretables. Sin embargo no son tautoló-
ner que dar cuenta de los aspectos
gicos, o al menos la circularidad no es total,
del material que otra teoría saca a luz
mientras puedan devolver en sus mallas algo
y que no eran visibles desde la pers-
más de lo que se había puesto en ellas, o sea, pectiva anterior.
mientras sirvan para extraer algo de la expe-
riencia aunque sea digerido y metabolizado, b. Desarrollar un lenguaje descriptivo,
descompuesto y vuelto a recomponer. en una franja un poco mas acá de las
teorías, que nos permita hablar de lo
Mientras el termino “teoría” hace refe- que no comprendemos en el material.
rencia a aspectos esencialmente cognitivos,
en el paradigma confluyen elementos no- La primera de estas propuestas va en la

3 Podríamos en realidad preguntarnos si la multiplicación de teorías, al igual que la de símbolos fálicos en la cabeza de la Medusa, no
equivale a la falta de teoría.

48
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

misma dirección del camino que estamos lobos” no es muy diferente de la que se pre-
siguiendo. senta en cualquier discusión sobre un mate-
rial clínico. Ciertamente siempre se puede
Para cotejar la forma en la que estos dis-
discutir si el registro ha sido más o menos
tintos paradigmas dan cuenta de una situa-
completo o más o menos fiel (de hecho,
ción analítica me pareció útil comparar lo ex-
Rank y Ferenczi polemizaron acerca de la
puesto por Freud en el historial del “Hombre
de los lobos” (1918), con las relecturas del exactitud de la fecha del sueño y el hombre
mismo realizadas por J. Lacan y por M. Klein. de los lobos debió dar nuevamente testimo-
Podrían diseñarse otros modelos de investi- nio). Pero nada de esto es relevante en rela-
gación pero éste tiene la ventaja de ser senci- ción a la relectura de Lacan o de Klein. Am-
llo a la vez que representativo de los autores. bos parten aparentemente del mismo ma-
terial registrado. ¿Pero es realmente el mis-
A partir del estudio comparativo de cier- mo material? Pues no exactamente, porque
tos fragmentos del historial y de sus reinter- la interpretación no se apoya en el material
pretaciones, intentaré mostrar: registrado en su totalidad sino sólo en cier-
I. El modo en que los paradigmas con- tos aspectos de él y estos aspectos no son
dicionan la percepción del material, los mismos para los tres. Esto es lo que in-
atrayendo la atención sólo sobre cier- tentaré mostrar a continuación.
tos aspectos del mismo, que son los
Esta selección se realiza a nivel de la per-
que servirán de punto de apoyo para
cepción como un efecto de la formación
la interpretación. O sea, los paradig-
previa y sin que el analista se lo proponga;
mas como modos de ver (o escuchar)
por esta razón puede creer y asegurar que
y de seleccionar el material.
todo lo que él subraya está también desta-
II. El tipo de preguntas y de respuestas cado en el material.
propio de cada paradigma y el ideal
Para detectar estos determinantes que
que anima estas distintas formas de
provienen de la teoría, compararemos en
plantear y de solucionar los proble-
cada autor el material registrado con aque-
mas, o sea, los paradigmas como mo-
llo que ha sido retenido por la interpreta-
dos de pensar psicoanalíticamente.
ción y que llamaremos indistintamente as-
III. Las diferentes formas de desarrollar pectos destilados o filtrados.
el nivel de las formulaciones metapsi-
cológicas.
1- Los lobos que ve Freud

Recordemos primeramente el sueño que


Serguei, el hombre de los lobos, tuvo a los
I. Los paradigmas como modo de cuatro años: “Es de noche y estoy en mi ca-
ver el material ma [...]. De repente la ventana se abre sola
y veo con gran temor que sobre el nogal
La situación en la que se encuentran Klein o grande frente a la ventana están sentados
Lacan frente el material del “Hombre de los unos cuantos lobos blancos. Eran seis o sie-

49
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

te. Los lobos eran totalmente blancos y pa- Escuchemos a Freud:


recían más bien unos zorros o perros oveje-
ros, pues tenían grandes rabos como zorros - Los lobos: “Padre y madre -ambos-
y sus orejas tiesas como de perros al acecho. devinieron lobos. En efecto, la madre
Presa de gran angustia, evidentemente de representaba el papel del lobo castra-
ser devorado por los lobos, rompo a gritar y do que hacía que los otros se le mon-
despierto” (1918, p. 29). Junto a este sueño taran encima y el padre el del lobo
aparece la fobia a la imagen de un lobo, re- que se montaba” (1918, p. 47).
presentado en un libro de cuentos. - El ser devorado: es “la expresión, de-
gradada en sentido regresivo, de una
Freud trabaja este sueño “en détail”, re-
moción tierna pasiva” (1926, p. 105).
cogiendo aquellas asociaciones que tienen
el carácter de ocurrencias casuales o inmoti- - La angustia es angustia de castración,
vadas: “... sobre esto se le ocurre [fallt] “renuncia por angustia de castración
(1918, p. 30); “... una ocurrencia [Einfall] al deseo de ser amado por el padre
que afloró de repente...” (íbid, p. 35). como objeto sexual, pues ha com-
prendido que una relación así tendría
Surgen así recuerdos de cuentos infantiles:
como premisa que él sacrificara sus
Caperucita Roja, los siete cabritos y el cuento
genitales” (1926, p. 108).
del lobo al que el sastre le cortó la cola, y que
quería que los demás se montaran sobre él Lobos erguidos, lobos que son monta-
para trepar al árbol donde el sastre se había dos, lobos que pierden la cola, cabritos
refugiado. Aparecen también recuerdos de que son devorados... Éstos son los aspectos
las majadas de ovejas, de cómo morían, y de entresacados del material que reencontra-
los perros que las cuidaban. El árbol le recuer- mos en las conclusiones. En todos ellos la
da el árbol de Navidad y la furia cuando que- postura del lobo juega un papel especial:
daba insatisfecho por los regalos. “... esa conexión entre la escena primor-
dial y la historia del lobo es dada por la
Todo esto, más las manifestaciones
postura y sólo por ella...” (1918, p. 42). Si
transferenciales (querer esconderse en la
nos fijamos bien, Freud siempre destaca
caja de un reloj, como el cabrito), más lo
los verbos: la postura es sólo un indicador
que Freud nos dice de sí mismo (sus sorpre-
de la acción de montar.
sas, sus vacilaciones, sus convicciones), cons-
tituye el material registrado. Estos aspectos retenidos del material se
articulan con la teoría. Lo primero y más fá-
¿Cómo ve Freud este material, es decir,
cilmente visible es que estos aspectos desti-
cuáles son los aspectos del mismo que
lados son los que reaparecen, reformulados
atraen su atención y que él retiene como
en forma abstracta como los términos ele-
significativos? Para responder a esta pre-
mentales del sistema metapsicológico.
gunta es preciso tomar un cuenta cuáles
son los elementos efectivos tomados en Veámoslo. La postura erguida o agacha-
cuenta en la interpretación (en el sentido da es considerada como la “huella mnémi-
amplio que le dan Laplanche y Pontalis). ca” de una escena a la que “la intensidad

50
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

del deseo consiguió refrescar” (1918, pp. Intentaré mostrar dónde es posible de-
35-36) para mostrarle el aspecto que tenía tectar esta influencia.
la satisfacción sexual por el padre. “Lo que
esa noche se activó del caos de las huellas Freud plantea dos etapas de reconstruc-
de impresiones inconscientes fue la imagen ción. En la primera llega a ciertos “jirones
de un coito entre los padres...” (íbid, p. 36). de reconstrucción” y los resume así: “Un
La imagen de los lobos sustituye luego a la episodio real - de una época muy temprana
de los padres. - mirar - inmovilidad - problemas sexuales -
castración - el padre - algo terrorífico”
Compararemos ahora estas referencias (1918, p. 34).
con la definición que da Freud de la repre-
sentación-cosa en “Lo inconsciente”: ella De estos “jirones de reconstrucción” só-
“... consiste en la investidura, si no de la lo dos (la castración y los problemas sexua-
imagen mnémica directa de la cosa, al me- les) provienen realmente de las asociacio-
nos de huellas mnémicas más distanciadas, nes del sueño. En efecto: al padre se lo da
derivadas de ella” (1914, p. 201). La relación por dilucidado sin que se indique cómo (en
entre el modo de aprehender el material y realidad Freud lo introduce no a partir del
las hipótesis metapsicológicas es evidente. sueño sino de la biografía), y los restantes
elementos son tomados del sueño manifies-
También en el historial encontramos la to e interpretados según las reglas de la
forma aproximada que podrían tomar en el Traumdeutung. Sobre los doce elementos
preconsciente las representaciones-pala- centrales en los cuales se apoyará el avance
bras que se corresponden con estas repre- de la interpretación (el mirar y la inmovili-
sentaciones-cosa. “Si quieres ser satisfecho dad) no se nos ofrece ninguna asociación.
por el padre tienes que consentir en la cas- Esto resulta sorprendente, tanto más cuan-
tración como la madre, pero yo no quiero” to que se trata del paciente que, hablando
(1918, p. 47). literalmente, ha pintado el sueño más mira-
do de la historia del psicoanálisis, y en el
Podríamos encontrar el tema de la re- cual la inmovilidad de su posición junto a
presión a partir de este “yo no quiero”, lo Freud no pudo ser modificada ni siquiera
mismo que el del cumplimiento alucinato- con las medidas más coercitivas. A primera
rio del deseo a partir de la alucinación del vista no queda nada claro por qué en estos
dedo cortado, etc. Pero esta corresponden- casos se acepta que la cadena asociativa se
cia entre los aspectos del material y los tér- detenga en un determinado punto (en el
minos teóricos está determinada por una cual se apoyará la interpretación), mientras
articulación previa, menos visible, sobre la que en otros casos (por ejemplo: en lo refe-
que volveré más adelante, y que puede ser rente al número de lobos) se juzga necesa-
descrita como un modo de solución para- rio proseguir la investigación.
digmático que es el que en realidad esta-
blece la forma del recorte y ensamblado del Pero si observamos bien, esta primera se-
material. Los requerimientos de esta solu- lección está en realidad al servicio de la
ción paradigmática son el filtro que deter- construcción de la escena primaria hacia la
mina la selección del material percibido. cual el paciente y el analista son llevados por

51
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

una fuerza irresistible. El análisis final del 2- Los lobos que ve M. Klein
sueño, en el cual los elementos de la “Ursze-
ne” se entremezclan con recuerdos poste- Mientras que Freud, como dijimos, atendía
riores en una reestructuración de lo tiempos al significado sexual de la postura del lobo, a
vividos, deja una impresión particular. M. Klein, en cambio, se le destaca funda-
mentalmente la angustia ante la devoración.
Si la primera reconstrucción tenía cierto
aire arbitrario, esta impresión queda ahora En una de sus primeras obras, comparan-
suprimida (en el sentido dialéctico de nega- do sus ideas con las de Freud, dice: “Nosotros
da y a la vez reinstalada en un nivel supe- consideramos el miedo del niño a ser devo-
rior) frente a un producto que tiene todas rado por el lobo no sólo como un sustituido
las características de lo inédito y de lo origi- por desfiguración de la idea de ser castrado
nal propias de todo momento de descubri- por su padre, sino, según yo sugeriría, como
miento. Ciertamente podemos preguntar- una ansiedad primaria que ha persistido en
nos cuánto debe esta construcción a Ser- forma inalterable junto con sus versiones
guei y cuánto a Freud. posteriores y modificadas” (1932, p. 172).

Pero, para retomar una expresión de Prestemos atención a las modificaciones


Freud (1919, p. 168), ¿es posible hallar el operadas. El aspecto que Klein retiene tiene
oro puro de lo que se subraya en el material que ver antes que nada con la cualidad de la
con un trazo que proviene sólo del pacien- angustia: “... a nosotros nos interesa no sólo
te, libre del cobre de lo que el analista in- el contenido de una idea sino y sobre todo la
troduce como un modo de ensamble que le ansiedad ligada a ella”, aclara en una nota al
otorga inteligibilidad? Ésta es la pregunta a pie. Mientras Freud se dejaba conducir por
la que una vez y otra volveremos en esta las representaciones, Klein, en cambio, se
trabajo. Agregaremos aquí tan sólo que en guía por el hilo rojo de la angustia.
esta amalgama han también entrado las
propias fantasías del analista. Cuando se re- En segundo lugar, el miedo a la devora-
flexiona sobre el efecto que este sueño tu- ción constituye en sí mismo el recuerdo a
vo en Freud, ¿cómo dejar de relacionar, co- recuperar; “a la luz de nuestra discusión
mo se ha señalado, esta ventana abierta del previa, la idea de ser devorado es vista... co-
sueño en cuyo fondo oscuro aparecen las mo una reliquia de un estadio de desarrollo
imágenes blancas de los lobos, con aquella muy temprano”. En Envidia y gratitud, obra
boca abierta de Irma en el interior de cuya que culmina su pensamiento, dirá que se
garganta Freud descubre, él también, unas trata de capacitar al paciente para “revivir
manchas blancas en el sueño inaugural del situaciones fundamentales”, revivencias
psicoanálisis? que a menudo ha descrito como “memories
in feeling” (1957, p. 124). Si trabajáramos
Pasemos ahora a examinar lo que Mela- sobre un historial de Klein veríamos que es-
ni Klein percibe en los lobos. tas revivencias son buscadas no en una his-
toria a reconstruir sino en la relación trans-
ferencial, cuyas modificaciones serían segui-
das minuciosamente.

52
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

Por último señalemos que angustia y obje- por alto lo que podríamos llamar las varia-
to, o mejor dicho, relación de objeto, forman ciones intrateóricas entre ambos autores.
una unidad y se desarrollan en un escenario
corporal concreto. Distintos mecanismos, y en Del lobo erguido que amenazaba con de-
especial la identificación proyectiva, jugarían vorar, Leclaire sólo retiene la boca abierta.
Pero esta boca abierta, al ser ahora conside-
un papel preponderante. Klein habla del lo-
rada no en su significado sino como elemen-
bo como animal-ansiedad, y ve en él la pro-
to significante, puede articularse con el abrir-
yección de un objeto parcial, el pene del pa-
se de los ojos, de los oídos, con el grafismo V
dre, cargado de impulsos oral-sádicos. Si
que se repite en el material (V, W, M, etc.).
Klein continuara el análisis, veríamos segura-
“La atención flotante designa esta especie de
mente que la escena primaria postulada por
escucha más aguda cuando se trata de captar
ella tendría que ver con la fantasía del pene
los fenómenos marginales, los obstáculos im-
del padre contenido en el cuerpo de la ma-
previstos o las sombras” (1966, p. 109).
dre, con la envidia a esta situación gratifican-
te y con el ataque a los contenidos (pene, be- Esto responde a una definición progra-
bés) de este interior materno. mática: “Escuchar psicoanáliticamente con-
siste en diferenciar los significantes y en pri-
Cabe agregar que el análisis habría se-
vilegiar necesariamente algunos que po-
guido otro rumbo, dado que Klein hubiera
seen mayor significancia” (íbid, p. 106).
dirigido su atención hacia esos otros lobos
“Psicoanalizar es ante todo dejar aparecer
cuyo vientre es abierto para sacar a los ob-
los significantes en su serie...” (íbid, p. 133).
jetos devorados y hacia el esconderse en la
caja del reloj en la relación transferencial. Del mismo modo que si hubiéramos
La transferencia y la contratransferencia, y cambiado los efectos de iluminación o los
no la historia, serían el campo privilegiado filtros de un lente, los contenidos sexuales o
de la observación. agresivos que se destacaban en Freud o
Klein ahora se desdibujan y cobran relieve
otros elementos y otras articulaciones.
3- Los lobos que ven Lacan y Leclaire ¿Qué es lo que determina este cambio en la
Gestalt? Es interesante que Leclaire afirme
Cuando Lacan se refiere al historial de Lobos que proviene del material: “Este camino (el
en “Función y campo de la palabra”, propo- que va del significante de apertura al de
ne una anamnesis psicoanalítica que hable desgarramiento) nos lo indican también las
de “verdad” y no de “realidad”: lo que la es- asociaciones del sueño...”
cena primaria muestra son las sucesivas re-
subjetivizaciones del acontecimiento en los Pero desde nuestra perspectiva es evi-
distintos momentos en que el sujeto se re - dente que aquí también encontramos una
estructura. Ésta es, pues, una de las perspec- amalgama entre lo que proviene del mate-
tivas que guían su visualización del material. rial y lo que proviene del paradigma, o sea,
entre lo que está en los dichos del paciente
Para estudiar con más detalles el modo en forma no perceptible y lo que adquiere
de percepción, tomaremos dos trabajos de visibilidad por medio de una reorganiza-
S. Leclaire (1958, 1966) al respecto, pasando ción gestáltica de la percepción. Esto mismo

53
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

lo encontramos en el trabajo de Nicolás to cabe hablar de “inconmensurabili-


Abraham y María Torok (1976): por medio dad empírica”, como dice Stegmüller,
de un procedimiento metodológico especí- noción “llena de escondrijos y de re-
fico sobre las palabras tomadas en distintas covecos” (1979), pero que se ajusta a
traducciones, los lobos blancos [white wol- los problemas lógicos y semánticos
ves] mostrarán su referencia a la bragueta hallados. La conclusión es que para
abierta del padre [wide goulfik], en una es- poder seguir la recomendación de
cena de seducción a la hermana. Freud de discutir las concepciones di-
vergentes a partir de casos y proble-
Conclusión: los modos de ver mas singulares, sería necesario que
son diferentes. los psicoanalistas lográramos primero
Resumamos lo dicho: clarificar algo más nuestros diferen-
tes modos de percibir el material.
1. El lobo que ve Freud es un lobo de pos-
tura erguida, pronto para realizar un b. Estos aspectos del material no están
acto sexual. Este lobo está frente a un ahí visibles, sino que sólo pueden ser
adulto que recuerda o reconstruye su extraídos por medio del dispositivo
deseo infantil de ser penetrado por el teórico que los recorta y que les ofre-
lobo padre, y el temor ante este deseo. ce un engarce (como modos de ver-
pensar).
2. Para Klein se trata de un lobo que
amenaza con devorar a un niño que, Queda por ver, y es un problema a in-
en medio de su temor actualizado en vestigar empíricamente, hasta dónde
la transferencia, busca defenderse de podemos ajustar nuestra escucha a
sus propios impulsos destructivos. elementos del material que surjan
con fuerza propia sin que tengamos
3. Leclaire no ve del lobo sino el ele- lista la malla teórica en la cual atra-
mento significante capaz de determi- parlos. Esto es, si podemos crear un
nar en su encadenamiento, la posi- instrumental teórico de investigación
ción del sujeto y de su deseo. que nos permita trabajar con esquir-
las del material en estado preteórico.
Un gesto sexual, un gesto amenazador,
un determinante formal (aun en su corpora- c. La formación analítica, al igual que to-
lidad); tales son los aspectos que cada autor do proceso de formación, tiende a ha-
percibe en el lobo. De este análisis surgen va- cer que estas formas de “gestaliza-
rias reflexiones: ción” se vuelvan automáticas, con lo
cual, por un lado se agudiza y por otro
a. Podemos confirmar que, en sentido se limita la atención flotante. Nueva-
estricto, no se trata de teorías acerca mente como en el punto anterior, el
de lo mismo, dado que no manejan el problema es cómo dejar la atención
material registrado como tal sino que flotante abierta a lo inesperado y a lo
se ocupan de un objeto formal más no comprensible del material.
abstracto, constituido por ciertos as-
pectos de ese material. A este respec-

54
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

II. Los paradigmas como modos de Freud reúne pacientemente todos los ele-
pensar el material mentos del material hasta llegar a un punto
en el que se propone dar sentido a todo lo
Hemos señalado de qué manera los deter- reunido merced a la hipótesis de la escena
minantes paradigmáticos realizaban una primaria. Al llegar a este punto Freud da un
selección de los aspectos del material a ser salto: “Me veo obligado -dice- a dejar de
interpretados. Examinaremos ahora el pa- apuntalarme en la trayectoria del análisis”
pel de estos determinantes en la produc- (1918, p. 36). Pero volvamos al párrafo ante-
ción de la interpretación. rior para ver cuáles son los interrogantes que
Laplanche y Pontalis definen la interpre- Freud se formula antes de que la interpreta-
tación, en sentido amplio, como el descu- ción cobre vuelo: “Ahora bien, ¿qué imagen
brimiento de un sentido en los dichos y las pudo ser convocada por esa añoranza sexual
conductas de un paciente. Generalmente la eficaz durante la noche, qué imagen capaz
interpretación parece estar sugerida en de provocar un terror tan intenso ante el
forma directa por el material: a tales dichos cumplimiento deseado?”
del paciente, tal interpretación. Pero cuan-
Esta pregunta tiene una estructura com-
do comparamos diferentes interpretacio-
pleja y encierra una triple condición para su
nes de un mismo material se pone de mani-
constelación:
fiesto que existe una estructura más com-
pleja. Vemos así que la interpretación res- a. Tiene que aportar la imagen -recuer-
ponde, en primer lugar, a un tipo de inte- do o construcción- que constituya el
rrogantes sobre el material que es específi- fragmento olvidado de la historia, y
co de cada paradigma. A su vez estas pre- sin el cual ésta se vuelve lacunar.
guntas condicionan el tipo de respuestas
que se busca. b. Tiene que mostrar en ese fragmento
cuál es el deseo que corresponde a
Existe en tercer lugar otro elemento, más ese estado de añoranza sexual, y
difícil de explicitar, que se puede describir co-
mo la conjunción de ciertos requerimientos c. debe establecer por qué su cumpli-
metodológicos con un ideal de comprensión. miento resulta displacentero desde
Tal vez una forma de visualizar estos reque- otro lugar psíquico.
rimientos sea a través de los “shibolet” que
La respuesta que se ajusta a la pregunta
hacen que una interpretación sea aceptable
es bien conocida:
para los analistas de un grupo determinado.
a. El fragmento olvidado de la historia:
A continuación señalaré las interrogantes,
la imagen real o fantaseada del coito
las soluciones y los requisitos valorados por
de los padres.
los tres autores que estamos considerado.
b. El deseo sexual: el deseo homosexual
hacia su padre, y
1. El modo de pensar freudiano
c. el conflicto: el yo rechaza ese deseo a
Volviendo al sueño de los lobos vemos que causa de la angustia de castración.

55
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

La noción de conflicto (con sus aspectos 2. El modo de pensar de M. Klein


tópicos, dinámicos y económicos) podría re-
La pregunta inicial de un analista segura-
sumir lo esencial de este paradigma. Sin
mente sería: ¿qué es lo que ha sido escindi-
embargo, es necesario agregar algo que co-
do y proyectado en el lobo? Y a continua-
rrespondería a esa exigencia metodológica,
ción: ¿cuáles son las ansiedades primitivas
a la vez que el ideal de comprensión que en
que se definen por medio de esa identifica-
Freud corresponda al completo ajuste entre
ción proyectiva?
los elementos encontrados, que hace inteli-
gible la historia del sujeto. A nivel de la pregunta, el lugar central le
corresponde a la identificación proyectiva.
Por eso Freud puede pedir una creencia
A partir de 1946 la historia del movimiento
provisional en la escena primaria hasta que
kleiniano es en buena medida la investiga-
pueda exponer sus vínculos con el sueño,
ción de las posibilidades explicativas de los
con los síntomas y con la biografía del pa- procesos de clivaje y de identificación pro-
ciente (1918, p. 39), pues en este tipo de en- yectiva (Meltzer, 1975).
samble radica la fuerza probatoria de un
análisis (íbid, pp. 44-51). La respuesta está en los impulsos des-
tructivos que ponen en marcha estos meca-
Cuando Freud está preocupado por el nismos. En este caso lo proyectado en el lo-
papel que puede jugar la sugestión en la bo sería el pene del padre cargado de im-
producción de sueños confirmatorios, recu- pulsos oral-sádicos que lo vuelven hostil.
rre a este criterio de ajuste para obtener la
confirmación. “Lo que en definitiva le pro- M. Klein relacionaría este pene peligroso
porciona [al analista] certeza es justamente con el sufrimiento abdominal de la madre
la complicación de la tarea que le presenta, (“así no se puede vivir”), a través de la fan-
comparable a la solución de uno de esos tasía de la pareja combinada (la madre con-
juegos infantiles llamados ‘rompecabezas’ teniendo en su interior el pene del padre),
[...]. Si se consigue ordenarlo de tal modo fantasía que se vuelve terrorífica a conse-
que el dibujo adquiera cierto sentido, que cuencia de los ataques envidiosos orales,
no quede laguna entre las junturas y que el anales y uretrales del niño a esa relación de
todo llene el marco, si todas esas condicio- la que se siente excluido.
nes se cumplen, uno sabe que ha hallado la Podemos ver que, a continuación, todo
solución del rompecabezas y no existe el esquema explicativo cambia: la homose-
otra” (19, p. 116). xualidad de Serguei es consecuencia de su
Podemos resumir diciendo que esta me- problemática paranoica y no a la inversa co-
ta consiste en poder volver “congruente, mo en Freud. También la neurosis obsesiva
compresible y sin lagunas” (1905, p. 18) el es reformulada: es una tentativa de mane-
historial, intercalando aquellos elementos jar las ansiedades psicóticas subyacentes. El
de la sexualidad infantil aportados por la conflicto, en definitiva, no es más con la se-
investigación del inconsciente. xualidad sino con la pulsión de muerte en-
tendida como destructividad (el sadismo en
Klein no tiene carácter sexual), pero tampo-

56
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

co el término “conflicto” es el más adecua- grupo de investigadores que pasan a consi-


do, puesto que no se trata de una incompa- derarla evidente y a generalizarla y a apli-
tibilidad entre instancias. carla. ¡Y bien, nos hallamos ante una nueva
forma de ver y de pensar problemas!
D. Meltzer (1978), al comentar el historial
de lobos, nos permite comprender algo más el Volviendo a lo que está en el corazón del
espíritu de la relectura kleiniana. Meltzer sos- paradigma kleiniano, creo que lo que allí
tiene que Freud llegó muy cerca de la situa- encontramos es el intento de lograr la ma-
ción dramática básica: los padres teniendo un yor proximidad posible con el mundo inter-
coito, el niño percibiéndolo, con emociones no del paciente, especialmente en esa zona
muy intensas o temibles en ambos lugares. donde las fuentes mismas del amor del co-
Pero Freud tomó un camino reconstructivo y nocimiento son atacadas.
arqueológico que lo alejó de la inmediatez de
Esta exigencia (requerimiento e ideal) se
la escena que estaba transcurriendo bajo sus
desarrolla en el pensamiento poskleiniano
ojos. Dice Meltzer: “... Me parece que como
especialmente a través de las nociones del
Freud no puede ubicar la escena primaria co-
continente-contenido y de “rêverie” en
mo una situación interna y admitir que el im-
Bion y de “holding” en Winnicott.
pacto sigue y sigue continuamente, y como
no puede ver al sueño de los lobos (que ocu-
rre a la edad de cuatro años) y al otro sueño
(a los veintitrés, cuando él comenzó el análi- 3. El modo de pensar de Lacan
sis) como siendo la misma escena primaria Subyacente a la interpretación de Lacan o
que sigue y sigue en el interior, produciendo de Leclaire encontramos una pregunta
todavía el mismo impacto en el paciente, no acerca de la relación del hombre de los lo-
logra desarrollar un sentido de la inmediatez bos con la castración.
de la vida infantil” (p. 98).
La respuesta que da Leclaire a esta pre-
Meltzer cree que si Freud no pudo descu- gunta es que Serguei, demasiado precoz-
brir el mundo interno como lugar concreto, mente catectizado por la madre como falo
actual y vivo, fue porque le faltaba la eviden- separado y reinstalado en el santuario del
cia que le aportaron a M. Klein los datos que goce materno, se encuentra inmóvil en un
obtuvo a partir de 1920 del análisis del juego paraíso obsesivo del que debe ser expulsa-
de los niños de dos y tres años de edad. Hu- do. Para ello necesita encontrar un padre
biera podido así descubrir en Schreber su que lo marque con la castración, permitién-
mundo interno destruido o el significado de dole asegurarse un punto de amarre en el
la cesta en la que Hans decía que había via- orden significante, es decir, en el orden de
jado con su hermana antes de nacer, etc. la identidad imposible y por lo tanto del de-
seo. Si esta referencia a la castración queda
Hemos aquí con una sorpresiva ilustra-
forcluida se abre la vía de la psicosis.
ción de nuestra tesis: una solución a un
campo nuevo de problemas (el considerar el Toda esta explicación gira en torno a es-
juego de los niños como expresión de su tos dos problemas: ¿qué es un padre? y
mundo interno) es juzgada exitosa por un ¿cuál es la relación entre el deseo y la cas-

57
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

tración? Pero la respuesta sólo es posible a cribirse con otro término que no sea el de
partir de la distinción entre los registros de inconmensurabilidad la situación de proxi-
lo imaginario, de lo simbólico y de lo real. midad a la vez que de distancia que relacio-
Este parece ser el núcleo paradigmático na al padre freudiano con el pene del padre
desde el cual se organiza la comprensión que aparece en el vientre de la madre y con
del material. el Nombre del Padre y la metáfora paterna?
Se trata de la misma zona sin coincidencia
Este paradigma permite, a la vez que exi- posible que existe entre la preocupación
ge, una perspectiva transindividual a la vez kleiniana por lograr una modificación del
abierta a una dimensión hasta entonces iné- mundo objetal del paciente y el replanteo
dita de radical incompletud, de ausencia, de lacaniano de la cuestión del sujeto.
imposibilidad, como un fondo desde el cual
se puede plantear la cuestión del sujeto (di- Si pensamos en relación al trabajo clíni-
vidido), del objeto (imposible) y del deseo. co, no es para nada indiferente el hecho de
que el acento sea puesto en la angustia o
¿Cuál sería la proposición central del pa- en el deseo; que el origen de este último se
radigma freudiano, kleiniano y lacaniano? remita a un límite con lo orgánico (la pul-
sión) o a un campo transindividual; que al-
1. Reconstruir una historia tomando
go sea considerado como una fantasía ar-
como hilo conductor las impasses de
caica con valor estructurante o que sea vis-
la sexualidad infantil fijadas en la
to como una fantasía encubridora expresa-
represión.
da en lenguaje regresivo; que el objeto sea
2. Aproximarse a las experiencias emo- pensado como representación reprimida,
cionales más básicas en las que la men- como alguien viviente en el mundo interno
te se encuentra enfrentada tanto a sus o como mítico e inalcanzable.
fuerzas destructivas como vitales.
Todo esto replantea el problema de có-
3. Dejar sin llenar un lugar vacío para mo puede nuestra práctica tener un verda-
que pueda decirse una verdad. dero carácter de investigación y no sólo de
aplicación de teorías. Para ello parece nece-
Enseguida se ve que, mientras el primer sario prestar atención no sólo a lo que los
paradigma pone el énfasis en la sexualidad, paradigmas aportan como potencialidad de
el segundo lo coloca en la destructividad y comprensión sino también lo que implican
el tercero en el narcisismo, o mejor dicho, de condicionamiento de nuestra capacidad
en su negativo, es decir, en lo que puede de observar y pensar.
advenir en su ligar. A su vez, mientras en el
primero se trata de reintegrar una historia
y en el segundo una experiencia emocional
básica, en el tercero, la cuestión es precisa-
mente la de lo no reintegrable. III. Las invariantes
Sin duda, para los tres autores la relación
paradigmáticas
con el padre es esencial, pero ¿puede des- Si miramos juntos distintos casos clínicos

58
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

analizados a la luz de un mismo paradigma, de reparación. El primer sueño de Dora


impresiona la capacidad de estos últimos de expresa, de acuerdo a Garbarino, sus ata-
mantenerse fieles a sí mismos y de imprimir ques a la casa-cuerpo de su madre a la que
una fisonomía similar a la conflictiva y a los quema con orina, a causa de la envidia
mecanismos en juego en las distintas situa- que le despiertan los penes y los bebés
ciones clínicas. que ésta contiene en sus genitales-alhaje-
ro. La ansiedad y la culpa persecutoria que
Comparemos, por ejemplo, los historia- esto provoca es lo que aparece proyectado
les de lobos, Hans y Dora (un análisis más en las acusaciones al padre. Para M. Klein
detenido de un fragmento del caso de ho- (1932) Hans, al igual que Serguei, proyec-
mosexualidad femenina, siguiendo estos ta en el animal fobígeno el miedo a su
mismos lineamientos, lleva a iguales resul- propio instinto destructivo (aunque ha-
tados [Bernardi, 1984]). bría logrado modificar mucho más sus an-
siedades tempranas). En su relectura del
En Hans o en Dora, al igual que en los
caso D. Meltzer (1975, 1978) señala que la
lobos, Freud busca el fragmento de histo-
preocupación de Hans se dirigía el interior
ria no disponible al inicio (por ej.: en Dora,
del vientre materno y hacia los sucesos pe-
el recuerdo de la institutriz en la escena
ligrosos y dolorosos que podrían ocurrir
del lago; en Hans, el episodio de la caída
allí, expresados en el juego de la muñeca,
del caballo y del amigo) que le permita re- o en las reiteradas alusiones a la cesta en
construir el conflicto entre los deseos se- la cual Hanna y él habrían estado antes de
xuales (la rivalidad edípica en Hans, los de- nacer, y a las que Freud sistemáticamente
seos hetero y homosexuales en Dora) y el no da valor.
yo amenazado por la angustia relacionada
con la castración. Si pasamos por último a Lacan, vemos
que en su perspectiva Hans, al igual que
Resulta interesante observar las poten- Serguei para Leclaire, está sujetado a su
cialidades de crecimiento colectivo del pa- madre para la cual encarna el falo. Lo que
radigma: mientras en Dora, Freud sólo ha- sujeta a Hans a su madre es la falta de valor
bla de deseos de venganza, esto podrá ser ante ella de la palabra de su padre. Hans
ligado más tarde, como rasgo de carácter, necesita un padre que castre, es decir, que
con la envidia del pene (Abraham). niegue momentáneamente su pene para
que pueda simbolizarlo. A falta de un pa-
Desde una perspectiva kleiniana vemos
dre por el cual sentir miedo, llenará su au-
en cambio cómo en los tres casos se reite-
sencia con la fobia.
ra una concepción del mundo interno que
es reflejo de las relaciones objetales en un Toda la observación de Dora también está
espacio corporal concreto: cuerpo mater- atravesada por una carencia fálica. No sólo el
no, cuyos contenidos son envidiados y ata- padre es incapaz de aportar el falo faltante,
cados; cuerpo-mundo interno propio, cu- sino que Freud, demasiado poco libre en la
ya organización en una posición esquizo- contratransferencia, no logra penetrar en el
paranoide o depresiva dependerá del pre- secreto que une a Dora con el cuerpo fasci-
dominio de esos ataques o de los intentos nante de la Sra. K. Cerrado el acceso al reco-

59
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

nocimiento del objeto viril, Dora no puede mita postular los estadios iniciales de
preguntarse de otra forma qué significa para la mente humana;
ella ser objeto de deseo del hombre.
- que el inconsciente (no) esté estructu-
En todos los casos se trata de tomar en rado como un lenguaje.
cuenta no sólo a la madre y el padre sino
Éste es el tipo de cuestiones que cada
fundamentalmente a la distinción entre el
paradigma no puede entrar a discutir, por-
padre real y el simbólico, y al lugar del otro,
que sólo a partir de su aceptación adquiere
de la identificación imaginaria y del deseo.
capacidad de respuesta. El término “inva-
Un estudio que tomara en cuenta otros riantes” busca reflejar ese carácter de lími-
materiales mostraría tal vez en forma me- tes dentro de los cuales el paradigma pue-
nos simplificada el juego de variaciones y de modificarse para hacer frente a proble-
de modelos alternativos de los que dispone mas nuevos pero que no puede sobrepasar
cada paradigma para hacer frente a las pe- sin poner en juego su identidad. Podría de-
culiaridades de cada caso. Mostraría tam- cirse, con cierto humor, que son las catego-
bién que los paradigmas, tal como los esta- rías del pensamiento analítico y las formas
mos considerando ahora, existen más bien de su sensibilidad y que, aunque histórica y
en nuestros hábitos mentales que en la culturalmente condicionadas, tienen un
obra de autores que muchas veces van mu- cierto carácter de “a priori” en cuanto a la
cho más allá de sus propias sistematizacio- experiencia individual.
nes. Pero estas restricciones a lo que expusi- No deja de ser llamativo que estas inva-
mos no vuelven inexistente el problema. riantes o determinantes paradigmáticos,
¿Hasta dónde llega el poder homogeneiza- pese a tener el carácter más marcadamente
dor de los paradigmas? hipotético, son, sin embargo, las que des-
La respuesta me parece que radica en el piertan mayor convicción y las que se de-
peso, no tanto de lo que cada paradigma fienden con mayor apasionamiento.
puede aportar -porque se trata de ideas ge- Lo expuesto aboga a favor de devolver-
niales que abren campos nuevos- sino en lo les a estos supuestos su papel hipotético y
que pueden restringir. heurístico: es algo muy diferente encontrar-
La zona de mayor claridad de los para- se en el curso de un análisis coincidiendo
digmas es también su punto ciego: lo que con lo que describe una teoría, que partir
ayudan a pensar es también lo que no pue- de ella para intentar encontrar desde allí al
den dejar pensar: analizando.

- que las formaciones de transacción


(no) permitan reconstruir los aconte-
cimientos cruciales de la historia se-
xual infantil; IV. Las diferencias a nivel
metapsicológico
- que la fantasía inconsciente (no) ten-
ga un papel estructurante, ni nos per- Resta por último considerar el nivel más

60
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

general y abstracto: el de las concepciones nido teórico de la noción de inconsciente


acerca del Edipo y del inconsciente, el de en la primera tópica, y del modelo estructu-
la metapsicología y el del estatuto del psi- ral en la segunda.
coanálisis en relación al conocimiento
científico. Podemos ver que en ambos casos se tra-
ta de un conflicto de fuerzas que tienen dis-
Partiré pues del hombre de los lobos pa- tinta localización psíquica. Hace falta, pues,
ra mostrar cómo las diferencias que hemos que esto se organice en un sistema de pos-
encontrado se prolongan a nivel de la con- tulados generales que intenten definir de
cepción de Edipo y de la metapsicología4. qué orden son los fenómenos de los que se
Por fuerza me he de limitar a unas breves ocupan las hipótesis psicoanalíticas. Tal es la
indicaciones, como quien traza algunas tarea de los puntos de vista tópico, dinámi-
marcas sobre un mapa para calibrar el án- co y económico.
gulo en el que divergen los caminos y los
puntos a que conduce cada uno.
2. El nivel metapsicológico en M. Klein

1. El nivel metapsicológico en Freud Pasemos ahora a Klein. Vimos que ella, co-
mo Freud, jerarquizaría el complejo de Edi-
En el capítulo IV de Inhibición, síntoma y an- po y la escena primaria. Pero aquí el coito
gustia, Freud retoma la fobia del hombre de de los padres es visto en relación a la fanta-
los lobos, comparándola con la de Hans. Pa- sía terrorífica de la pareja combinada, que
ra avanzar en la comprensión de ambas, di- corresponde con los estadios tempranos del
ce, es necesario tomar en cuenta el comple- complejo de Edipo. Veamos a continuación
jo de Edipo. ¿Cómo procede a analizarlo? El cómo las mismas palabras (Edipo, escena
examen del texto muestra que Freud va pa- primaria) nos conducen a concepciones cla-
so a paso considerado el destino de las mo-
ramente diferentes.
ciones tiernas y hostiles hacia cada uno de
los padres, las circunstancias que inciden so- Para Klein la relación con el padre se ini-
bre ellas, la modalidad según la cual son re- cia en el seno de la experiencia con la ma-
primidas, las causas de esta represión. dre: el pene es postulado por el bebé a par-
tir de la insuficiencia del pecho para brin-
Analizar el complejo de Edipo consiste
darle la gratificación esperada. Este pene
pues; para Freud, en analizar el destino de
del padre es, en realidad, un contenido del
las mociones pulsionales que lo componen.
interior del cuerpo de la madre y la relación
Esta concepción del Edipo se sostiene en
con él es moldeada a partir de la relación
una serie de hipótesis presupuestas: acerca
con el pecho (para Meltzer la relación trian-
de las pulsiones, de la sexualidad infantil,
gular comenzaría incluso en la experiencia
de las fantasías originarias, de la represión,
misma con el pecho (como “objeto combi-
de la castración y de la identificación.
nado”, pecho-pezón, existiendo así una si-
Estas hipótesis van a constituir el conte- tuación edípica previa al pasaje del pecho al

4 Podría intentarse una reconstrucción lógica de las teorías psicoanalíticas, de modo que su comparación partiera de estos enunciados de
nivel superior para pasar luego por vía deductiva a los niveles de menor generalidad. Pero ni las teorías analíticas permiten hacer tal sis-
tematización ni obtendríamos de esa forma una aproximación al núcleo vivo de los paradigmas tal como se da en su funcionamiento real.

61
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

pene). En la perspectiva kleiniana, el Edipo necesita una referencia al padre (al Nombre
descrito por Freud, llamado ahora Edipo tar- del Padre) que lo arranque de la domina-
dío, es secundario, tanto lógica como crono- ción materna para poder constituirse como
lógicamente, a la relación con el pecho. sujeto de deseo.

Esta concepción del Edipo es correlativa La conocida exposición de los tres tiem-
de una serie de hipótesis fundamentales pro- pos del Edipo se relaciona con una serie de
pias del pensamiento kleiniano: la hipótesis afirmaciones más estrictas referentes al in-
del yo temprano y del funcionamiento men- consciente estructurado como un lenguaje,
tal primitivo, la del papel estructurante de las a la relación con el deseo del Otro, a la re-
proyecciones e introyecciones, la de las rela- lación entre el deseo y la ley, al sujeto, al
ciones objetales, de la fantasía inconsciente y objeto a, a los cuatro discursos, etc. Proba-
del mundo interno, la de los fenómenos es- blemente los desarrollos en torno a la rela-
quizo-paranoides y depresivos, y la de la en- ción entre el deseo y la cadena significante,
vidia primaria y la del instinto de muerte. la derivación de los tres órdenes (o “dimen-
sions”) de lo imaginario, lo simbólico y lo
Pero estas hipótesis no se corresponden
real, y la concepción del nudo borromeo ex-
más con los puntos de vista freudianos. Es
presan el nivel más general y abstracto de
necesario postular, como lo ha señalado
este paradigma. Más que un punto de vista
Bianchedi (1983), una metapsicología con
tópico, dinámico o económico, encontra-
puntos de vista diferentes:
mos una perspectiva topológica, estructural
a. un punto de vista posicional, referido y en cierto sentido existencial.
a las posiciones esquizo-paranoide, y
depresiva; Ignoro si existen trabajos que comparen
los puntos de vista metapsicológicos freudia-
b. un punto de vista más bien de “polí- nos o kleinianos con el nivel equivalente a la
tica económica” que económica; teoría lacaniana. Es necesario también tener
en cuenta que esta teoría, en forma cohe-
c. un punto de vista espacial, relaciona-
do con el mundo interno como espa- rente con sus propios postulados, más que la
cio corporal; positividad de los enunciados procura efec-
tos de metáfora, lo que hace muy difícil esta-
d. un punto de vista dramático, relativo blecer puntos de comparación adecuados.
despliegue de las relaciones objetales
en la fantasía. Todo lo expuesto sugiere que si bien pa-
ra las tres teorías hay un inconsciente, si
analizáramos las ontologías implicadas en
cada una de ellas (en el sentido del “onto-
El nivel metapsicológico en Lacan
logical commitment” de Quine), encontra-
Como hemos dicho, la posición de Lacan, ríamos que no son similares. Es probables
reflejada con el texto de Leclaire, coincidiría que también halláramos que la diferencia
con la de Freud en jerarquizar la relación entre Freud y Klein a este respecto se sitúa
con el padre y la castración. Pero el modo en un nivel diferente de la que existe entre
de análisis es totalmente distinto: Serguei Freud y Lacan.

62
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

Por último podemos ver que está en radigmas permanecen irreductibles


cuestión lo que se pretende del psicoanáli- entre sí, dado que no es posible poner-
sis como disciplina. ¿El psicoanálisis es una los de acuerdo ni a partir de sus premi-
empresa científica? Para Freud era incues- sas generales (que no son comparti-
tionable que sí, y su ideal sería que sus des- das) ni a partir de la experiencia (que
cubrimientos pudieran expresarse en len- no es vista de igual manera). Tampoco
guaje fisicalista. Según Meltzer, en la postu- es fácil decir si tienden en el tiempo a
ra kleiniana se está más cerca de un nivel fe- una mayor convergencia o a una dife-
nomenológico e idealista que de uno realis- renciación creciente entre ellos.
ta y explicativo, mientras que Bion no des-
carta la posibilidad de que el conocimiento Esta situación de inconmensurabilidad
analítico pueda expresarse en términos de plantea interesantes aunque inquietantes
un sistema deductivo científico o incluso al- cuestiones. ¿Debemos considerar todo avan-
gebraico. Lacan, por su parte, cree posible ce como un desarrollo de las ideas de Freud?
una formalización que no excluya al sujeto. ¿La profundización en la perspectiva freu-
diana ayuda realmente al analista kleiniano
En una palabra, no hay acuerdo sobre
o lacaniano a desarrollar su propio punto de
cuál es el estatuto que el psicoanálisis pre-
vista? ¿Cuál es el lugar y el papel de los orí-
tende para sí.
genes? Éstas y otras preguntas posibles con-
citan algo de lo “unheimlich”, que no reside
por cierto en el fantasma de la escena pri-
maria sino en el del parricidio. La existencia
de paradigmas diferentes implica reconocer
V. Algunas reflexiones a modo de
diversas generaciones en el psicoanálisis y
conclusión
una filiación indirecta respecto de Freud. Tal
Resumamos. Entre la multiplicidad de desa- vez el hecho de que formemos una horda a
rrollos surgidos a partir de la obra de Freud, veces tan poco fraternal se debe a que que-
algunos de ellos se han constituido como remos colocar un tótem único allí donde hay
sistemas teóricos alternativos. que ir construyendo un panteón.

Tanto la teoría freudiana como las otras ¿Significa esto dar por perdida la unidad
tienen un carácter a la vez parcial y total: del psicoanálisis? Me parece que no, porque
parcial, en tanto cada teoría parte de una la unidad reside más en el campo común de
perspectiva determinada; total, porque ca- problemas que en las respuestas que les de-
da una reformula el conjunto del campo mos. Resta el problema de la verdad. Tal vez
psicoanalítico y tiene un poder creciente de una manera feliz de plantearlo sea la de
expansión. Esta situación, que hemos anali- Kuhn, cuando dice que sólo se puede ha-
zado en torno a un material clínico, sugiere blar de verdadero o falso en el marco de
algunas reflexiones e interrogantes. una teoría cuyos presupuestos se dan por
aceptados. En el marco de la discusión in-
1. En relación a la unidad y a la diversi- terteórica sólo cabe hablar de preferencias
dad de nuestro campo. Hemos inten- o criterios de mayor fecundidad, profundi-
tado demostrar que estos distintos pa- dad, etc. Lakatos propone hablar del carác-

63
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

ter progresivo o degenerativo de los pro- donde se recombinan problemas y solucio-


gramas de investigación. nes, y un dorso reluciente en el que se ins-
criben las formulaciones más abstractas. Es-
2. Planteado así el problema, sólo es po- tos parásitos nos son indispensables para
sible evaluar los paradigmas como que podamos metabolizar lo dado en la ex-
maneras globales de qué interpretar.
periencia, pero pueden también ocupar de-
La forma más útil es, como dijimos,
masiado espacio en nuestra mente y pensar
imaginar de qué forma se escucharía y
por nosotros, lo que nos lleva a que tome-
cómo se explicaría desde otra perspec-
mos sus productos (significantes, represen-
tiva teórica un material que estamos
tantes pulsionales, relaciones de objeto) co-
acostumbrados a escuchar y pensar de
mo si fueran la realidad última.
una determinada manera. Esto es en
realidad una tarea colectiva, puesto Más aun, estos pequeños monstruos
que no parece fácil pensar desde un pueden ocupar no sólo nuestro aparato de
paradigma distinto de aquél con el pensar sino también entrar en una combi-
que estamos familiarizados. nación estable con nuestra fantasía, coloni-
zando la zona de contacto con nuestro in-
¿Podemos decir que elegimos la teoría
consciente, pudiendo entonces hacerse pa-
que preferimos? Parece más bien que adop-
sar por nosotros mismos, tanto en los análi-
tamos un modo de pensar sin que sepamos
sis que hacemos como analistas, como en
bien cómo, llevados tal vez por nuestras fan-
los que nos hacemos como pacientes.
tasías inconscientes amasadas en los análisis
didácticos, en las supervisiones y en los semi- Pueden, por último, mezclarse en las lu-
narios con el saber analítico ya constituido. chas de poder y de prestigio de las institu-
ciones, aparecer en sus banderas y ocupar
Esta determinación oscura de la elección
un lugar en el trono y en el altar que toda
de teoría podría parecer fruto de nuestros
institución cobija en su interior, reclamando
tratos con Aqueronte; sin embargo, se ha
desde allí obediencia y veneración.
señalado que también en las regiones de
los dioses superiores -en realidad en todas ¿Cómo lograr que crezcan como instru-
las disciplinas- se darían pasos similares a mentos de conocimiento en vez de como me-
una “conversión” cuando se trata de prefe- dio de identificación y de poder? Podemos in-
rir un paradigma a otro. tentarlo en nuestros análisis, y en especial en
el análisis de por qué detestamos ciertas teo-
Todo sugiere que no es fácil tomar fren-
rías. Pero esto no alcanza. Es necesario, antes
te a los paradigmas una distancia crítica
que nada, evitar que suplanten la experiencia
adecuada. Los he descrito como formas de
(por experiencia me refiero simplemente a
ver-pensar el material. Podría referirme a
esa falta de docilidad de los hechos para aco-
ellos como pequeños monstruos de ciencia
modarse a nuestras convicciones). Ésta es la
ficción que anidan en la mente del analista primera restricción al poder de las teorías y
y que pueden crecer ilimitadamente si en- de ella dependen las demás.
cuentran las condiciones adecuadas. Poseen
una cara ventral vuelta hacia la realidad, a 3. Esto nos conduce al último punto. He-
la que desmenuzan y absorben; un interior mos dicho que los paradigmas ejer-

64
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi

cían un efecto determinante sobre los como de “buena clínica”, aunque no tenga
aspectos del material que iban a ser traducción teórica?
tomados en cuenta. Pues bien, para
que sean útiles como instrumento de Lo expuesto en este trabajo permite
conocimiento es preciso que algo que abordar estos problemas desde otro ángu-
provenga del material pueda a su vez lo. En la búsqueda difícil y problemática de
tener efecto sobre ellos. lo que proviene de la experiencia, podemos
al menos avanzar en el condicionamiento
El fracaso de la pretensión empirista de de las condicionantes que provienen de
un acontecimiento sin presupuestos llevó a nuestras teorías, del mismo modo en que
muchos a no reconocer un lugar para la ex-
buscamos como analistas hacer explícitas
periencia. Y sin embargo, entre un en sí o
nuestras propias fantasías para poder apro-
un real demasiado inaccesible y una reali-
ximarnos mejor a las del paciente. Pero este
dad demasiado conocida existe una franja
conocimiento de nuestros conocimientos
ambigua, oscura, apenas vislumbrable, pe-
no resulta tranquilizador. En cierto modo
ro que forcejea con nuestras creencias y
puede rechazar el engarce que le ofrecen acrecienta el carácter de “unheimlich” de
nuestras teorías, o reclamar otras nuevas nuestra tarea: intentando escalar el monte
formas de aprehensión. ¿Debemos, pode- desde el cual queremos alcanzar la tierra
mos, queremos trabajar en esa zona siem- prometida del conocimiento, no sólo no en-
pre difícil de constituir y de mantener, fren- contramos allí la tumba de Moisés, porque
te a la solidez avasallante de las teorías? hace tiempo que le hemos dado muerte en
¿Tenemos un lenguaje para referirnos a el camino, sino que, para habitar, sólo dis-
ella? ¿Qué andamios metodológicos nece- ponemos, en definitiva, de los andamios
sitamos para recoger eso que reconocemos que hemos construido.

65
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas

Bibliografía -(1923): Remarks on the Theory and Practice of Dream Interpre-


tation. S.E., 19.
Abraham, K. (1920): Manifestations du complexe de castration
-(1926): Inhibitions, Symptoms and Ánxiety. S. E., 20.
chez la femme. En: Oeuvres Complètes, II, pp. 101-126. París, Pa-
yot, 1966. Garbarino, H. (1983): “Los sueños de Dora desde la teoría klei-
niana”. Rev. Uruguaya de Psicoanálisis 62, pp. 65-73.
Abraham, N.; Torok, M. (1984): Le Verbier de L’Homme aux
Loups. París, Aubier. Klein, M. (1932): El psicoanálisis de niños. Buenos Aires, Hormé,
1964.
Allouch, J. (1984): Freud déplacé. Littoral, 14: pp. 5-15.
-(1957): Envidia y gratitud. Buenos Aires, Hormé, 1961.
Baranger, W. (1980): “Aportaciones al concepto de objeto de psi-
coanálisis”. En: El concepto de objeto de psicoanálisis. W. Baran- Kuhn, T. S. (1962): The Structure of Scientific Revolution. Univ.
ger et al. Buenos Aires, Amorrortu. of Chicago Press.
Bernardi, R. (1978): “Representación de palabra y representa- -(1977): Segundos pensamientos sobre paradigmas. Madrid,
ción de cosa en la concepción freudiana del inconsciente”. Rev. Tecnos, 1978.
Uruguaya de Psicoanálisis, 57: pp. 111-12.
Lacan, J. (1966): Écrits. París, du Seuil.
-(1983) Diferentes teorías: ¿acerca de los mismos hechos? Se-
gundas Jornadas Argentinas de Epistemología del Psicoanálisis. Laplanche, J.; Pontalis, J. B. (1967): Vocabulaire de la Psycha-
Buenos Aires. ADEP. nalyse. París, P.U.F.

-(1984) Sobre los “sueños hipócritas” en el caso de homosexua- Leclaire, S. (1958): “A propósito del episodio psicótico del ‘Hom-
lidad femenina de S. Freud. Cuadernos Clínicos Nº 2. Buenos Ai- bre de los lobos’”. La Psychanalyse, T. 4 [Imago: pp. 108-135].
res, Actualidad Psicológica, pp. 74-80. -(1966): “Los elementos en juego en un psicoanálisis”. En: El ob-
Bianchedi, E. T. de; Antar, R.; Fernández, M.; Grassano, E.; Mira- jeto del psicoanálisis. Siglo XXI, pp. 97-141, 1972.
vent, I.; Pistiner, I.; Scalozub, L.; Wasserman, M. (1983): “Más Maci, F. (1983): “Repetición del fundamento de la problemática
allá de la metapsicología freudiana”. Rev. de Psicoanálisis, XL, 2, kleiniana a partir de Lacan. Rev. de Psicoanálisis, Xl, 5-6, pp.
pp. 353-367. 1183-1197.
Bourguignon, A. (1981): Quelques problèmes épistémologiques Masterman, M. (1970): “La naturaleza de los paradigmas”. En: I.
posés dans le champ de la psychanalyse freudienne. Psychanaly- Lakatos y A. Musgrave: La crítica y el desarrollo del conocimien-
se à I’Université. 6: pp. 381-414. to. Barcelona, Grijalbo.
Brum, J. L.; Fernández, Gines, A.; Muller, L.; Nieto, M. (coords.) Meltzer, D. (1975): Adhesive Identification. Contemporary Psi-
(1982): Problemas con la diversidad de teorías y la articulación choanalysis 11, 3, pp. 289-310.
con la experiencia (Futuro del psicoanálisis en América Latina).
XIV Congreso Psicoanalítico de América Latina. Buenos Aires. -(1978): The Kleinian Development. Part I: Freud’s Clinical Deve-
FEPAL. lopment. Escocia, Clunie Press.

Feyerabend, P. K. (1970): Contra el método. Barcelona, Ariel. Nieto, M; Bernardi, R. (1984): “La investigación en psicoanáli-
1974. sis”. Rev. de Psicoanálisis, XLI, 5.

-(1970) Consuelos para el especialista. En: I. Lakatos y A. Mus- Schlanger, J. (1976): Mutations ou révolutions? Communica-
grave: La crítica y el desarrollo del conocimiento. Barcelona, Gri- tions. París, du Seuil, pp. 138-148.
jalbo. Pp. 354-38. Stegmüller, W. (1979): La concepción estructuralista de las teo-
Freud, S. (1900): The Interpretation of Dreams. Standard Ed., 4, 5. rías. Un posible análogo para las ciencias físicas del programa de
Bourbaki. Madrid, Alianza, 1981.
-(1905): Fragment of an Analysis of a Case of Hysteria. S. E., 7.

-(1915): The Unconscious. S. E., 14.

-(1918): From the History of an Infantile Neurosis. S. E., 17.

-(1919): Lines of Advance in Psychoanalytic Therapy. S. E., 17.

66
El “o”mbligo del sueño y el infinito
“o”bjeto del conocimiento analítico
(“y toda la vida es sueño...” )

Elizabeth T. de Bianchedi
Elizabeth Chapuy
Alicia Hefesse
Betty K. de Kakov
Dora Nuesch*

Introducción llando formidablemente en ya casi cien


años de evolución psicoanalítica. Por ejem-
En este trabajo queremos explicitar las ex- plo, desde entender el sueño en su función
tensiones del concepto del “soñar” para in- de proteger el dormir a través de la realiza-
cluir una amplia serie de fenómenos de ción alucinatoria de deseos (Freud) a enten-
nuestra vida, así como también reformular der el soñar, como lo han hecho entre otros,
la idea de la realidad psíquica y su devela- como Garma (1970), que considera al sueño
miento. Para ello, haremos algunas formu- como una dramatización enmascaradora de
laciones acerca del “origen” (“O”, en los conflictos inconscientes, traumáticos y de
términos introducidos por Bion en Trans- sus soluciones ficticias, hasta Meltzer
(1983), que dice que el soñar es una moda-
formaciones) de los sueños, así como de los
lidad de pensar inconsciente que elabora si-
síntomas y de todo aquello aún no conoci-
tuaciones emocionales durante el dormir,
do, que es el objeto de conocimiento de
hay mucho camino recorrido.
nuestra práctica psicoanalítica (Bion, 1962
El suponer que ejercitamos esta función
y Grotstein).
de elaboración mental no solamente duran-
te la noche sino también durante el día es
una extensión propuesta por Bion, con hi-
El “o”mbligo del sueño pótesis definitoria del “trabajo del sueño
Freud inauguró un amplio campo, tanto clí- alfa”, recién conocida en 19921. En esta
nico como teórico, en su Interpretación de nueva manera de conjeturar el funciona-
los sueños (1900), y éste se ha ido desarro- miento mental, el soñar deja de ser una

* Psicoanalistas (APdeBA).
1 Seguramente todos ustedes saben que es así como llama él, en el libro “Cogitaciones” (una recopilación de sus notas privadas res-
catadas por su viuda y publicadas en 1992), a lo que en sus trabajos y libros publicados llamó función alfa, la función mental encar-
gada de transformar, en datos almacenables, soñables y pensables, nuestras percepciones y emociones. Las notas de “Cogitaciones”
donde aparece por primera vez este término son del 10 de agosto de 1959.

67
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas

función que nuestra mente sólo ejerce du- ción e interpretación (1970, cap. 3), dice:
rante el dormir, para ser entendida como “Utilizaré el signo “O” para denotar aque-
una función mental implícita en muchas llo que es la realidad esencial representada
otras actividades de la vida de vigilia, como por términos tales como realidad esencial,
el ensoñar, el imaginar, el jugar, el recordar, verdad absoluta, la divinidad, el infinito, la
el pensar, el metaforizar, el poetizar, el cosa en sí misma”; se refiere con este signo
componer, el crear, etc. a un universo infinito en evolución, inescru-
table e incognoscible, que puede ser “deve-
Queremos recordar aquí que ya en su li-
nido” pero no conocido.
bro Aprendiendo de la experiencia (1962)
Bion, formulando su particular modelo de En 1966 Bion escribe un artículo llamado
aparato psíquico -que implicaba la co-exis- “Cambio catastrófico”3, en el que habla por
tencia de una personalidad psicótica con primera vez de “pensamientos sin pensa-
una personalidad no psicótica- llama “sue- dor”, a los que plantea como contraparte
ño” (entre comillas) a la parte del aparato de la verdad absoluta, “O”. Los “pensa-
psíquico capaz de pensar, soñar, reprimir, mientos sin pensador” existen en forma in-
recordar, etc., es decir, a la parte de la es- dependiente del pensador. Se puede fácil-
tructura mental que tiene función alfa, ba- mente inferir que “O”, los pensamientos sin
rrera de contacto y por lo tanto aspectos pensador, no tienen ubicación en la Tabla
conscientes, preconscientes e inconscien- (1963,1971), que solamente se utiliza para
tes. Este “sueño” nos parece que remite a clasificar pensamientos menos o más abs-
la formulación freudiana de 1923 en ade-
tractos (desde los elementos beta hasta el
lante acerca del yo. La formulación de Bion
cálculo algebraico), y/o proto-emociones y
también implica que hay zonas del aparato
emociones.
o aspectos que no pueden ser reprimidos,
ni soñados, ni recordados, ni pensados: lo En este punto queremos introducir las
que en esta primera teoría2 él llama los as- hipótesis acerca de que las transformacio-
pectos psicóticos de la personalidad. Una nes mentales, en elementos beta y/o en
de nosotras (E. T. L. de Bianchedi), con un elementos alfa más o menos conjugados4 y
grupo de colegas, analiza este cambio en abstractos son transformaciones de “O”,
“Pre-natales/post-natales: La personalidad ese universo infinito y desconocido, y que
total” (1977).
la parte de la mente que realiza esto es lo
En 1965, en su libro Transformaciones, que denominamos, junto con Grotstein,
Bion plantea diferentes tipos de transfor- “pareja soñante”. Muy resumidamente, lo
maciones mentales, que tienen como ori- que este autor formula, en su trabajo
gen a “O”. Al final de ese libro (capítulo 10 “Who is the Dreamer who Dreams the
en adelante) dice que “O representa la in- Dream and who Is the Dreamer who Un-
cognoscible realidad esencial...”, y en Aten- derstands it?” (1979), es que en todo sue-

2 Más adelante en su obra, considera que estos aspectos son sumamente primitivos, probablemente pre-natales, y ya no se refiere a
ellos como pertenecientes a la “parte psicótica de la personalidad”.
3 Este artículo, nunca publicado como tal, aparece luego, con muy pocos agregados, como capítulo 12 de “Atención e interpretación”,
con el nombre de “Continente y contenidos transformados”.
4 En un trabajo llamado “Los fósiles vivientes” (1995), E. T. de Bianchedi et al. discriminan la capacidad de conjugación narrativa de
elementos alfa o su falta, que es modelizada con el cuento “La bella durmiente del bosque”.

68
Texturas inglesas Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch

ño soñado hay un bebé que proyecta ele- mental, para quitarle la posible interpreta-
mentos beta y una madre con rêverie y con ción determinista de que “O” es la “causa”
capacidad para transformar esas proyec- primera de todas las transformaciones.
ciones al lenguaje de la poesía, de la narra-
tiva y del drama. El fracaso de su armoni- Queremos agregar otra ampliación del
zación es la psicosis. soñar. Siguiendo a Freud, los sueños son
básicamente representaciones en imágenes
Retomando el planteo ontológico de la visuales aunque algunas veces también au-
incognoscibilidad esencial de un aspecto ditivas. Bion extiende esta idea al suponer
de la realidad, creemos que Freud, muy que sensaciones corporales, gustativas, ol-
tempranamente, también intuyó algo de fativas, etc., podrían considerarse “sueños”
esto. En 1900, en algunos de sus comenta- en el sentido de una definición amplia de
rios sobre el olvido de los sueños, hace re- la transformación de “O”. La base teórica
ferencia al ombligo del mismo como aque- de esta formulación toma en cuenta las
lla parte que se asienta en lo no conocido. contrapartes mentales de los órganos sen-
Dice Freud: “Aun en los sueños mejor in- soriales, hasta llegar a preguntarse si cier-
terpretados, es preciso dejar un lugar en tos dolores corporales al despertar no po-
sombras, porque en la interpretación se drían ser el contenido manifiesto de un
observa que de ahí arranca una madeja de sueño, es decir, transformaciones oníricas
pensamientos oníricos que no se dejan de- equivalentes a sueños.
senredar, pero que tampoco han hecho
otras contribuciones al contenido del sue- Otra extensión que pensamos posible es
ño. Entonces ése es el ombligo del sueño, la del modelo del socio capitalista y socio in-
el lugar en que él se asienta en lo no cono- dustrial colaborando en la formación de los
cido”5. Sin embargo, en esta cita parece sueños. En Freud, el capitalista es el o los
considerar el ombligo como parte de los deseos inconscientes infantiles reprimidos,
pensamientos oníricos a los cuales no se y el socio industrial es, en gran medida, el
puede acceder. Pero en sus comentarios al preconsciente. Desde la hipótesis de Bion y
sueño de Irma6 dice: “Sospecho que la in- las nuestras, pensamos que lo que Freud
terpretación de ese fragmento no avanzó plantea como el socio capitalista (desde un
lo suficiente... todo sueño tiene por lo me- punto de vista económico) es “O”, la reali-
nos, un lugar en el cual es insondable7, dad esencial infinita y no sensorial, y el so-
un ombligo por el cual se conecta a lo no cio industrial, que hace el trabajo del sue-
conocido.” Creemos que en esta nota ño, como la función alfa (función original-
Freud hace referencia a aspectos insonda- mente materna, e introyectada por el bebé
bles (¿incognoscibles?) de la realidad, el niño en algún momento de su evolución).
“O” de Bion, origen de las transformacio- Pensamos que hay también un tercer socio
nes mentales. Sin embargo, más que ori- afiliado, creativo y poiético.
gen, nosotras preferimos pensarlo como
aquello en lo que se asienta nuestra vida

5 La interpretación de los sueños, (A.E., T.V, p. 519).


6 A.E., T. IV, nota al pie, p. 132.
7 Las negritas son nuestras.

69
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas

El “o” objeto de conocimiento de M. Klein, como un conocer/poner en pa-


psicoanalítico labras una fantasía inconsciente; desde una
postura bioniana, como un develar de una
Para Bion, el “objeto psicoanalítico” realidad que está “siendo” en forma “rap-
(Aprendiendo de la experiencia, 1962) es el sódica”10 y poiética.
objeto de conocimiento de nuestra discipli-
na, sea ésta un complejo, una fantasía in- Como dice muy bien G. Agamben, en El
consciente, un sueño, un síntoma, un aspec- hombre sin contenido: “Los griegos, a los
to del vínculo trasferencial, etc. Pensamos que les debemos casi todas las categorías a
que el objeto de conocimiento de nuestra través de las cuales juzgamos la realidad
disciplina es “O”8, que aunque incognosci- que nos rodea y a nosotros mismos, distin-
ble y solamente devenible (transformacio- guían claramente entre poiesis (poiein, pro-
nes en “O”, sin memoria ni deseo ni com- ducir en el sentido de llevar a ser) y praxis
prensión...) es sin embargo cognoscible a (prattein, hacer en el sentido de realizar).
través de sus múltiples transformaciones en Mientras que en el centro de la praxis esta-
K9. Las transformaciones en K en la sesión ba la idea de la voluntad que se expresa in-
analítica, al hacer finito lo infinito, sin em- mediatamente en la acción, la experiencia
bargo implican una opinión más que un co- que estaba en el centro de la poiesis era la
nocimiento, un des-cubrimiento en el senti- producción hacia la presencia, es decir, el
do de pasar del no ser al ser, una creación, hecho de que, en ella, algo pasase del no
un pasaje a la plena luz de la obra. Son ser al ser, de la ocultación a la plena luz de
transformaciones más artísticas que científi- la obra. El carácter esencial de la poiesis no
cas, intuición mediante, pero no del arte co- estaba en su aspecto de proceso práctico,
mo praxis sino como poiesis. El sueño soña- voluntario, sino en su ser una forma de la
do y recordado (y tal vez relatado en una verdad entendida como develamiento.”
sesión), el juego (tal vez realizado en una
sesión analítica infantil), una poesía recita-
da o escrita, o cualquier creación humana, Viñeta clínica
es una transformación de “O” parcialmente
sensorial, apta para la publicación, en len- Queremos relatar un fragmento clínico de
guaje de logro o en lenguaje de sustitución una niña de unos diez años puesta en tra-
o en una alucinación (puramente sensorial) tamiento por sus dificultades escolares (ha-
o en una acción en lugar de pensamiento. bía repetido quinto grado) y que tenía, se-
gún relatan los padres, dificultades en su
Las interpretaciones o construcciones capacidad de pensar desde el inicio de la
pueden ser pensadas desde Freud como un escolaridad. Su cociente intelectual era ba-
llegar a conocer/hacer consciente un deseo jo. La paciente relata los siguientes sínto-
inconsciente o un recuerdo reprimido, des- mas (no contados a sus padres): juega con

8 Dejamos abierta la cuestión de si “O” es la realidad o solamente la realidad psíquica, a la cual Bion define como amorfa, intangible,
invisible, inodora e insípida. Dice: “ Estos elementos, psíquicamente reales (en el sentido en que pertenecen a la realidad psíquica)
son aquéllos con los que tiene que trabajar el analista” (Atención e interpretación).
9 Y también en -K si el analista logra reconocer las transformaciones en alucinosis (Bion, 1965).
10 Rapsodia: forma musical formada por fragmentos de otras obras, que no tiene, como la sonata, una forma ordenada lógica. Rap-
sódico: frases desconectadas, dichas apresuradamente, extravagantes. El origen de la palabra viene de raposa, “zorra”, y está rela-
cionada con rapiña y los instintos rapaces.

70
Texturas Inglesas Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch

sus muñecas con la puerta cerrada de su puestas y muchas asociaciones al mismo,


pieza y de noche las guarda en el placard asociaciones claras y coherentes. El sueño y
porque tiene miedo que la ahorquen, duer- sobre todo las asociaciones fueron evocati-
me quietita sin moverse, tapando sus ma- vas en la analista de muchos elementos del
nos, porque tiene miedo que sus propias consultorio, del juego del “tutti fruti”, y de
manos la ahorquen, etc. aspectos de la historia de la paciente que
conocía por las entrevistas con los padres.
En los tres primeros meses de tratamien-
to su propuesta predominante durante las Bastante tiempo después (varios años, ya
sesiones era un juego denominado “tutti que los padres interrumpieron el tratamien-
fruti”. En el mismo respondía adecuada- to y la analista sólo veía a su paciente espo-
mente a muchas de sus consignas, pero en rádicamente en entrevistas de evaluación...)
algunas oportunidades, en el rubro comes- la analista le pregunta por la poesía, y ella
tibles, escribió feto y brazo. Si bien la ana- le dice el nombre. La analista la encuentra
lista le pidió asociaciones, su respuesta fue entre los sonetos de Shakespeare (el lector
en un tono con el cual se deducía que la te- puede leerla en el apéndice) y, entre sus ri-
rapeuta no comprendía algo tan obvio co- quísimos significados, está lo sensorial, dán-
mo “Feto es... feto”. La vivencia emocional dole importancia al vértice visual y a la mi-
de la analista fue de algo siniestro, pero rada. También hay en él imágenes de espe-
consideró que aún era prematuro incluirlo jos, alusiones a la relación con la figura ma-
en una interpretación. terna, y la necesidad de una figura materna
reparada para a su vez devenir mujer. Sha-
En dos oportunidades, la paciente reali- kespeare en el soneto pone lo visual como
zó un recitado memorioso de un poema, un factor importante en la transformación,
del cual la analista sólo alcanzaba a enten- por ejemplo en el espejo, que implica ver a
der que era de W. Shakespeare y de un li- la madre y la posibilidad de identificarse in-
bro que era de su padre. Su relato era tan troyectivamente con ella, o sino una eva-
rápido que la analista no podía tener el re- cuación donde el espejo queda chato y no
gistro de qué poema se trataba ni de su hay conexión con las imágenes internas y
contenido. externas de los objetos primarios. La analis-
ta le comenta a la paciente haber encontra-
A los tres meses de tratamiento, relata do y leído la poesía.
por primera vez un largo sueño en la prime-
ra sesión de la semana. En el sueño (que no
relataremos aquí...) hay un asesinato del
Síntesis y conclusiones
padre, robos, una madre que desaparece,
una casa derruida con telas de arañas. El En términos de lo que hemos planteado,
mismo fue soñado en un largo fin de sema- tanto jugar, como decir y hacer una poesía,
na. Por una huelga de transportes no había como soñar, o tener un síntoma, son trans-
podido concurrir a la tercera sesión de la se- formaciones de “O”. En la mente, pueden
mana anterior. El relato del sueño tuvo mo- aparecer como: a) elementos beta (senso-
mentos poco claros, pero ante la pregunta riales, solamente aptos para la evacuación o
de la analista, la paciente dio algunas res- la acción), b) como una combinación de ele-

71
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas

mentos beta y alfa, o c) transformados en Pues ¿cuál tan bella habrá que su vientre en
elementos alfa (simbólicos, con significados barbecho
diversos). En el juego “tutti fruti” de la pa- desdeñe la aradura de tu maridaje?
ciente, donde la palabra “feto” aparece co- ¿O quién tan engreído que haga de su
mo comida, parecía ser más un elemento pecho
beta o un elemento alfa degenerado que tumba de su amor propio y fin de su linaje?
un símbolo auténtico. El relato memorioso Tú de tu madre eres cristal, y en ti los días
de la poesía parece también ser una eva- gentiles ella evoca de su flor granada
cuación de elementos beta, sin correlato tal tú por las ventanas de tu edad verías,
emocional para ella, aunque en la analista pese a canas y arrugas, esta edad dorada.
despierta la curiosidad y perplejidad por de- Pero si vives para no dejar testigo,
cir la niña que el autor era Shakespeare. En muere sola, y tu imagen morirá contigo.”
el sueño relatado, donde hay también aso-
ciaciones, hay elementos alfa y beta mezcla-
dos, y permite una comprensión y un deve-
nir de algún aspecto de “O”.

El “O”mbligo del sueño, del juego, del


relato memorioso de la poesía también rela-
cionados con sus síntomas (dificultades para
pensar, temores severos con ansiedades psi- Bibliografía
cóticas, etc.), es el objeto psicoanalítico del Agamben, G. El hombre sin contenido.
conocimiento. En un proceso analítico, el/la
Bianchedi, E. T. de et al. (1995) Asociación libre/ Disociación li-
analista, con su capacidad de contención y bre. Los fósiles vivientes.
transformación (función psicoanalítica de la
- (1997) Pre-natales - Post-natales: La personalidad total.
personalidad) podrá tener y formular opi-
niones sobre el aspecto de “O” del material, Memoria del futuro/Futuro del psicoanálisis.
con la expectativa de que el/la paciente pue- Bion, W. R. (1962) Aprendiendo de la experiencia. Paidós, 1975.
da devenir un aspecto de su “O” (transfor-
- (1963) Elementos del psicoanálisis. Paidós, 1976.
maciones en “O”) y además lograr alguna
comprensión (transformaciones en K) del - (1965) Transformaciones... Centro Editor, 1972.
objeto psicoanalítico en cuestión. - (1970) Atención e interpretación. Paidós, 1974.

- (1971) La tabla y la censura. Gedisa, 1980.

- (1992) Cogitaciones. Londres, Karnak Books, 1992.


Apéndice: soneto
Freud, S. (1900) La interpretación de los sueños. A. E. T. IV y T. V.
“Mira tu espejo, y di a la faz que en él
Garma, A. (1970). Nuevas aportaciones al psicoanálisis de los
reflejas sueños. Paidós.
‘Ya es tiempo de que esa faz se copie en
Grotstein. J. (1981) Do I Dare Disturb de Universe Caesura.
otra plana’;
que si hoy su fresco apresto no reparas, dejas Meltzer, D. (1983) Dream Life. Cluie Press.
burlado al mundo, a alguna madre seca y Shakespeare, W. (1609) Sonetos de amor. Barcelona, 1996, Ana-
vana. grama.

72
Algunas notas acerca
del coraje para analizar/se

Clara Nemas*

Presentación no tiene el coraje de afirmar que efectiva-


mente vio un pene1 (The disavowed percep-
El trabajo analítico con algunos pacientes, tion does not, however, remain entirely wit-
inquietudes personales en este momento hout influence for, despite of everything,
de mi vida y un encuentro casual con una ci- he has not the courage to assert that he ac-
ta de Freud, fueron el punto de partida de tually saw a penis). Y continúa diciendo más
una serie de reflexiones sobre el coraje pa- adelante: La creación del fetiche se debió a
ra analizar y analizarse. la intención de destruir la evidencia de la
posibilidad de castración, de modo que el
La cita a la que me refiero se encuentra
miedo a la castración pudiera ser evitado2.
en el Cap. VIII de la Parte 3 de “An Outline
(The creation of the fetish was due to an
of Psychoanalysis”; allí Freud se refiere al
intention to destroy the evidence for the
splitting del yo como un proceso defensivo.
possibility of castration, so that fear of
Plantea que en el fetichismo el paciente no
castration could be avoided). Me sorpren-
reconoce que las mujeres no tienen pene,
dió que Freud hiciera referencia al coraje;
ya que esa falta podría ser una prueba de la
¿a qué equivaldría este reconocimiento pa-
posibilidad de su propia castración. El pa-
ra el que se necesita coraje? Parecería que
ciente desmiente (disavows) su propia per-
este fetiche -solución de compromiso entre
cepción sensorial, que le ha mostrado que
la locura y la cordura- evidencia la falta de
el genital femenino carece de pene y sostie-
coraje para reconocer y enfrentar el temor
ne la convicción contraria. Y aquí propone
a la castración.
esta llamativa afirmación: La percepción
desmentida no deja, sin embargo, de ejer- En una entrevista inicial, una paciente
cer su influencia, ya que, a pesar de todo, él habló del coraje necesario para analizarse;

* Psicoanalista (APdeBA).
1-2. La traducción es mía.

73
Clara Nemas Texturas inglesas

tiempo después esta misma paciente se re- practicar el psicoanálisis: El objetivo es la es-
firió a sus dificultades para profundizar sus tabilidad, el secreto es la simplicidad, pero
inclinaciones artísticas, ya que temía aban- sugiero que el principio guía debiera ser el
donar a su familia y a su trabajo, como una ‘esfuerzo’ (strain), balanceado pero cercano
amiga de ella lo había hecho. Trataba de no al límite3 (Meltzer, 1967). Esta idea de
comprometerse con su arte, ya que no tenía ‘strain’, que traducida al español sería es-
el coraje de sostener una relación apasiona- fuerzo o tensión dolorosa, evoca en mí el co-
da con el mismo. raje al que me quiero referir en este trabajo.

Otra paciente se quejaba amargamen- Muchas veces nos preguntamos cómo al-
te de no tener el coraje para abortar un guien puede practicar el análisis sin dañar-
embarazo que no había sido planeado. se, y pensamos en los recaudos que hay que
Rechazaba enfáticamente la idea de que tomar para no enfermar; aunque no habría
al no abortar estaba tomando la decisión que quejarse, ya que todo trabajo tiene sus
de tener un hijo, para lo cual también se riesgos, los “gajes del oficio” diríamos tal
requiere ¡coraje! vez. Sin embargo, entiendo que no sólo
existen riesgos por trabajar como analistas,
Así fue surgiendo el interés por pensar al- sino que existen riesgos -deterioros- muy se-
gunas cuestiones del psicoanálisis como ana- veros debidos a no llevar adelante la tarea
lista y paciente, tomando como eje la idea y claudicar en el trabajo analítico.
del coraje para analizar/nos. El resultado son
estas notas, no muy articuladas aún, que sin En el año 1933, en las “Nuevas conferen-
habérmelo propuesto al comienzo, encon- cias introductorias”, Freud hace una afirma-
traron algún espacio en la frontera entre la ción contundente y de enorme vigencia. Di-
práctica analítica y problemas de ética. ce: “La actividad psicoanalítica es difícil y
exigente; no puede manejarse como un par
de anteojos que uno se pone para leer y
Propuesta que se saca para dar un paseo. Como regla,
el psicoanálisis posee al médico en su totali-
En nuestro trabajo como psicoanalistas, vol- dad o no lo posee para nada. Esos psicote-
vemos al análisis, a las supervisiones, al in- rapeutas que usan el psicoanálisis entre
tercambio con colegas y a algunos textos otros métodos, ocasionalmente, no están
como a las vías del ferrocarril; aunque el parados sobre tierra firme, no han acepta-
destino del viaje sea abierto, necesitamos do el psicoanálisis en su totalidad y lo han
de esas vías para evitar -o para recuperar- aguado, le han sacado sus colmillos, no
nos de- un descarrilamiento. Uno de esos pueden considerarse analistas.”4
textos es para mí el capítulo 9 de “El proce-
so psicoanalítico”, titulado “El psicoanálisis Todo este planteo se enmarca dentro de
como actividad humana”. los límites de las llamadas resistencias al
análisis. Podría objetarse que pensar el te-
Meltzer habla en ese artículo de un prin- ma de las resistencias desde el coraje desdi-
cipio guía que sostiene la condición para buja un concepto que tiene un lugar en la

3 “The aim is stability, the secret is simplicity, but the guiding principle, I suggest, should be ‘strain’, balanced but close to the limit”.
4 La traducción es mía.

74
Texturas inglesas Clara Nemas

teoría de la técnica, al llevarlo a términos mental abierto a la recepción de cualquier


relacionados con el lenguaje de la vida dia- “objeto” del objeto amado, y por lo tanto
ria. Después de todo, también podríamos es capaz de recibir las identificaciones pro-
decir que hace falta coraje para vivir. ¿Pero yectivas del bebé, tanto si son sentidas por
qué sentido tendría el análisis si no refleja- él como buenas o malas5 (Bion, 1962). Es de-
ra la vida cotidiana? Bion dice que el análi- cir, que a su propia cuota de angustias, la
sis constituye algo así como un preludio pa- madre -o la función rêverie materna- debe
ra la vida real. agregar las angustias del bebé, tolerarlas y
transformarlas, ya que el bebé depende de
Como psicoanalistas pensamos el proce-
la madre para que actúe como su función
so analítico como un camino, una búsqueda
alfa (Bion, 1963).
para aproximarnos a una verdad. Esta aspi-
ración es la que nos lleva a preocuparnos Para poder sostener a través del tiempo
por nuestras motivaciones, a pensar en un proyecto a largo plazo -como la crianza
nuestras emociones, a revisar nuestra posi- de un hijo o un análisis- se necesita una
ción ética frente a nuestros objetos internos gran dosis de confianza y esperanza que
y a los otros sujetos con los que nos relacio- permita enfrentar no sólo o no tanto los pe-
namos, y a cuestionarnos acerca de la au- ligros -que pueden o no estar presentes-, si-
tenticidad con que luchamos por nuestras no las consecuencias de nuestras decisiones.
pasiones. Sin embargo, suponer que hemos Parece que Aristóteles pensaba que la mo-
logrado estas metas es función de nuestra dalidad más elevada del coraje es “sin espe-
arrogancia. Propongo que sostener la lucha ranza”; por eso “ni quienes tienen esperan-
por mantener estas aspiraciones más allá de zas ni los que se sienten más vigorosos y
los logros es función de nuestro coraje. creen triunfar en la lucha son verdadera-
Tomar el camino del análisis requiere va- mente valientes”. Creo que desde el psicoa-
lentía y coraje. El coraje es una cualidad ne- nálisis, al ubicar esta lucha en el mundo in-
cesaria de la personalidad del analista y es, terno, podemos ofrecer otra perspectiva.
a mi entender, un componente de la actitud Pensamos que las cualidades de los objetos
analítica. A los efectos de esta presentación buenos en el mundo interno engendran
voy a discriminar coraje de valentía, arrojo confianza en la justicia y disponibilidad de
o audacia. Considero la valentía como una los padres frente a los aspectos infantiles,
cualidad emocional del aspecto paterno del posibilitando así tolerar y modular el dolor
objeto combinado: enfrenta el desafío liga- inherente a la vida emocional. Los aspectos
do a la lucha edípica, se relaciona con el res- infantiles, a su vez, sólo pueden mantener
cate heroico de la madre y con la firmeza en la esperanza durante un tiempo limitado
la derrota de la pandilla narcisista. El coraje que se va ampliando en la medida en que se
es una cualidad materna, es constante, sos- afirma la confianza en la capacidad repara-
tenido en el tiempo y su opuesto no es la toria de los objetos buenos. Esta mayor con-
cobardía sino la claudicación en la crianza fianza en los objetos internos refleja la po-
de los hijos. Esta propuesta se acerca a las sibilidad que tiene el self de tolerar no estar
ideas de Bion sobre la función rêverie ma- en el centro de la escena creativa, interfi-
terna, a la que describe como un estado riéndola con su omnipotencia.

5 La traducción es mía.

75
Clara Nemas Texturas inglesas

Veamos una pequeña viñeta: el coraje de atreverse a reconocer los he-


chos del universo en el que existimos sin re-
Una paciente de varios años de análisis y currir a la omnipotencia, la idealización o la
que tiene una hija pequeña, llega a la se- activa ignorancia (Bion, 1979). Reconocer al
sión muy preocupada por algunos temas: el objeto como total implica una tarea de dis-
secuestro de un niño, que el día anterior se criminación: es otro distinto de mí, no suje-
había perdido camino al trabajo que había
to a mis deseos, opaco a mi mirada, cuyo in-
retomado con gran dificultad después del
terior sólo puedo conjeturar y con quien
nacimiento de su beba, y una discusión con
puedo comunicarme trabajosamente. Estos
su mamá que insistió en llevarle comida
cambios en la relación con el objeto son to-
preparada desde su casa. Se siente culpable
lerados en distinto grado por el self infantil.
porque piensa que la madre intenta “sacar-
El objeto es al comienzo -y luego en algu-
le algo de las manos”; en lo manifiesto se
nos momentos- considerado predominante-
refiere a que la madre la quiere aliviar del
mente como un receptáculo para las pro-
trabajo de la cocina. La analista relaciona
yecciones del self, que al ubicarse de este
los distintos temas que reflejan el modo en
modo dentro del objeto, controla y se
que la paciente recibe las interpretaciones.
adueña de sus contenidos como modo de
Cuando las recibe siente que algo le sacan;
eludir la incógnita intolerable de su interio-
en otra sesión había dicho que encima ha-
ridad así como de su alteridad. En la medi-
bía que agradecer. Proyecta así en la analis-
da en que el self se va haciendo cargo de
ta-mamá el deseo de apropiarse del bebé y
sus propias emociones el objeto va adqui-
del pecho. La paciente dice que ella tiene
un reclamo para hacer, y es que cuando em- riendo límites más definidos. El interior de
pezó el análisis dejó de escribir cuentos, po- ese objeto deja gradualmente de ser consi-
siblemente, piensa ahora, para que no fue- derado un enigma a ser resuelto y/o un re-
ran interpretados, pero que lo siente como ceptáculo de las proyecciones invasoras de
una pérdida que la apena. Sin embargo, di- aspectos del self, para dar lugar a un conti-
ce que agradece al análisis no ser ya aque- nente misterioso que invita a ser explorado,
lla persona que escribía esos cuentos. La bajo ciertas condiciones. La base de estas
analista interpreta que el cuento que no condiciones es la aceptación -gradual y nun-
pudo seguir escribiendo en la sesión fue el ca completa- de la dependencia hacia una
de ella como una nena que podía hacerse pareja formada por sujetos autónomos, dis-
cargo sola del pecho y del bebé. criminados y libres de unirse en un coito que
debe ser admitido y reconocido por el self.
La teoría kleiniana describe un estado
mental de integración del self y un momen- Cuando se describe las ansiedades de la
to del desarrollo, la posición depresiva, en posición depresiva se acentúa el dolor por
el que el objeto es reconocido como total y el reconocimiento del daño ocasionado al
entonces puede perderse. Sostener este re- objeto bueno, como si se tratara de la con-
conocimiento del self y del objeto en la secuencia de algo que hubiera tenido lugar
mente, sin escisiones ni proyecciones de los en el pasado y de lo que el self se da cuen-
aspectos indeseados, ya sean buenos o ma- ta en el presente. En la medida en que ama-
los, equivale, parafraseando a Bion, a tener mos el objeto, sostenemos en la mente una

76
Texturas inglesas Clara Nemas

concepción unificada del mismo que incluye de técnica a los que me refiero, tienen como
los aspectos deseables y desagradables, base mecanismos maníacos muy sutiles que
amados y odiados. En esta síntesis de los forman un límite entre la auténtica respon-
distintos aspectos del objeto, reconocemos sabilidad por nuestros pacientes en nuestro
tanto su valor y su vulnerabilidad como su trabajo y la idealización que podría deslizar-
singularidad, y en tanto es único, tememos se hacia la temida megalomanía.
perderlo. Esta valoración del objeto, que
Necesitamos coraje para admitir el deseo
nos lleva a cuidarlo y hasta a sacrificarnos
de destruir algo que valga la pena ser des-
por él, estimula también nuestros aspectos
truido. R. H. Etchegoyen advierte que la en-
destructivos, y entonces el conflicto por la
vidia se evidencia en un buen análisis que
destrucción del objeto bueno se hace pre-
transita la elaboración de la posición depre-
sente, y los motivos que originan el penar
siva, ya que es el objeto bueno y no el idea-
son siempre vigentes y actuales. Éste es otro
lizado el que resulta intolerable para los as-
modo de hacer referencia a la actualidad y
pectos destructivos de la mente. Volviendo
vigencia de la fantasía inconsciente. Pensar
a Bion, en cuanto somos capaces de ser pa-
en estos términos tiene una consecuencia
dres, somos también vulnerables con res-
en nuestro trabajo como analistas, que en
pecto a las fuerzas que quisieran destruir lo
teoría de la técnica se denomina la inter- que los padres creativos, o potencialmente
pretación transferencial en el aquí y ahora. creativos podrían crear. Y continúa dicien-
En nuestro trabajo en el consultorio ha- do: Tenemos que acostumbrarnos a ser
cemos interpretaciones, señalamientos, miembros de ese particular grupo o cultura,
construcciones e indagamos en los conflictos pero no podemos habituarnos si no tene-
actuales, pero las vías del ferrocarril, para mos el coraje de existir en ello (Bion, Semi-
seguir usando nuestra metáfora inicial, son nario de Roma Nº 6). Por lo tanto, necesita-
mos coraje tanto para admitir nuestro po-
las interpretaciones transferenciales. El cora-
tencial creativo como nuestra destructivi-
je para sostener las interpretaciones transfe-
dad frente al mismo. Pienso que sostener
renciales va creciendo en la medida en que
este conflicto, no necesariamente resolver-
consolidamos nuestra identidad -y vamos
lo, es una tarea que una y otra vez enfren-
deviniendo- psicoanalistas. También el pa-
tamos analistas y pacientes en las idas y
ciente tiene que tener valentía y coraje para
vueltas del camino de nuestro desarrollo,
animarse a asociar libremente frente a un
de nuestros análisis, y en estos momentos
transferencialmente conocido pero desco-
quizás más que nunca en nuestro trabajo
nocido personaje con el que se encuentra en
como analistas y en nuestras instituciones.
el consultorio. Los analistas nos encontra-
mos a veces con dificultades para interpre- Si pensamos el decurso del análisis como
tar la transferencia positiva en particular y un proceso, el/los momentos de integración
las angustias de separación en especial; es del self suponen un contacto con una reali-
que se requiere de coraje para tolerar no só- dad psíquica y una cualidad emocional de-
lo la importancia que los pacientes nos otor- presiva que generan un dolor mental que es
gan, sino y principalmente, la que efectiva- sentido como intolerable aunque necesario.
mente tenemos para ellos. Estos problemas Este momento del proceso analítico, deno-

77
Clara Nemas Texturas inglesas

minado adecuadamente por Meltzer el por medio de un asalto epistemofílico a su


“umbral de la posición depresiva” (Meltzer. interior. Los contenidos de ese interior son
1967), pone a prueba la fuerza de la convic- las heces, el pene del padre incorporado
ción psicoanalítica y enfrenta a ambos por la madre voraz y los niños no nacidos,
miembros de la pareja analítica con riesgos ésos a los que la madre aman tanto que no
por la posibilidad de una irrupción violenta les ha hecho sufrir el nacimiento y menos
de aspectos del self escindidos que pueden aun el destete.
reaparecer como enfermedad mental o so-
mática. El precio que pagamos por tener y Grotstein plantea una conexión entre
reconocer una relación con un objeto bueno la ansiedad ontológica universal y las me-
puede ser alto, pero vale la pena. La lucha táforas inherentes al mito griego del la-
de los aspectos narcisistas de la personalidad berinto; correlaciona asimismo la figura
para eludir la dependencia y la preocupa- del Minotauro con la pareja combinada
ción por el bienestar del objeto, pone a descripta por Klein. Conjetura que el be-
prueba la fuerza y el coraje para sostener el bé tiene la tarea ontológica de confron-
análisis. Muchos análisis claudican en este tar el terror, desafiar y vencer al Minotau-
momento, lo cual no necesariamente impli- ro. El Minotauro es un objeto interno sub-
ca que fracasen, sino que analista y/o pa- jetivo y quimérico creado por el bebé,
ciente se han bajado del tren en alguna es- quien habiéndolo creado y habiendo sido
tación intermedia del recorrido posible. aterrorizado por él, debe heroicamente
rescatarse a sí mismo y a los buenos pa-
Seguramente hay otros momentos en dres de este demonio mítico, en prepara-
que el coraje se pone a prueba también, ción para y anticipación del auténtico so-
aunque las emociones que tenga que en- metimiento edípico a la ‘Ley del Padre’ en
frentar tengan otras cualidades. Grotstein, el climax del Complejo de Edipo en la po-
en su libro “Who is the Dreamer who sición depresiva”7.
Dreams the Dream?” propone que el coraje
es una tarea del desarrollo a llevarse a cabo Pero volvamos al análisis y a lo que po-
en la posición esquizo-paranoide. Dice lo si- dríamos quizás conjeturar junto con Grots-
guiente: El desarrollo del coraje ontológico tein como las tareas del desarrollo del “o”
es una tarea del desarrollo que ocurre en la en el análisis. Si bien hay una preocupación
dialéctica del “ser o no ser”. Esto es, acep- creciente acerca de por qué los pacientes no
tar la propia vida como una vida a ser vivi- acuden al análisis, no deberíamos dejar de
da y reclamar una posición propia en la fa- lado un interrogante opuesto, sin preten-
milia y en la cultura, así como las conse- der responderlo: ¿por qué una persona de-
cuencias de dicha decisión: ser, crear, explo- cide empezar un análisis y por qué esa per-
rar, hacer, desafiar, correr riesgos, rescatar, sona u otra decide ser psicoanalista? La ba-
iniciar, pensar6. nalización del psicoanálisis como terapia en
la cultura, la insistencia de las transferencias
La interesante propuesta de Grotstein preformadas con que los pacientes llegan al
ubica el coraje en respuesta al desafío que análisis, oscurecen transitoriamente el desa-
enfrenta el bebé en el destete, en un in- fío que propone el encuentro turbulento de
tento de recapturar a la madre perdida dos personalidades en el consultorio. La de-

6 - 7 La traducción es mía.

78
Texturas inglesas Clara Nemas

manda de psicoanálisis, tanto por parte de con la fuerza del coraje de los débiles y has-
personas que piden tratamiento como de ta de los vencidos. Una es el levantamiento
las que quieran formarse como psicoanalis- del Ghetto de Varsovia, acompañada por el
tas, ha disminuido en el mundo. Sin embar- primer verso de su himno: “Nunca digas
go, de tanto en tanto nos sorprendemos al que vas tu último camino.” La otra escena,
enterarnos de que en algún lugar que ubi- que quizás influyó en mí para pensar en el
camos como remoto, están apareciendo coraje como cualidad materna, son las Ma-
asociaciones psicoanalíticas y personas que dres de Plaza de Mayo y su lucha.
luchan por practicar el psicoanálisis y por
analizarse. Podemos suponer que en esos Bion ha dicho que los pacientes no nece-
lugares existe algo del coraje que acompa- sitan poner en juego sus resistencias, que
ñó a los pioneros que, décadas atrás, se ani- les basta con evocar las resistencias de sus
maron a plantar la bandera del psicoanálisis analistas. Pero también las resistencias de
en geografías, situaciones sociales y cultura- los analistas deben incidir en evocar las re-
les desconocidas. sistencias de los pacientes. Pienso que es en
esta doble lucha frente a las adversidades
externas y las oposiciones internas donde se
pone a prueba nuestro coraje.
Conclusiones
En estos momentos de la historia que nos
toca vivir, cuando hablar de crisis parece ser Resumen
optimista y los historiadores nos dicen que
las catástrofes han llegado para quedarse, Este trabajo se sitúa en las fronteras entre
me pareció importante tomar el tema del la práctica y la ética.
coraje en nuestro trabajo.
Propongo que el coraje es una cualidad
Cuando pensamos en el coraje relaciona- del self y que forma parte del equipamiento
do con el psicoanálisis, probablemente todos de la actitud analítica. Discrimino entre el co-
evoquemos historias que nos resultan casi fa- raje y otras cualidades como la valentía, la
miliares: Freud enfrentando a las pacientes audacia o el arrojo. Relaciono la valentía con
histéricas que superaron ampliamente a el aspecto masculino del objeto combinado,
Breuer, o escribiendo los artículos de la Me- ligado a la lucha edípica, al rescate heroico
tapsicología en plena guerra, pasando penu- de la madre y a la derrota de la pandilla nar-
rias y con sus hijos en el frente; reponiéndo- cisista. Propongo que el coraje está relaciona-
se de los desprecios del mundo académico de do con una cualidad materna del objeto com-
su época. O nos volvemos a sorprender al re- binado, es sostenido en el tiempo y su opues-
cordar las discusiones controversiales en me- to no es la cobardía si no la claudicación en la
dio de los bombardeos de Londres. crianza de los hijos. Relaciono el coraje con
las ideas de rêverie materno de Bion.
Al hablar de coraje seguramente todos
evocamos imágenes compartidas y priva- Como psicoanalistas pensamos el proce-
das. Dos de las escenas que más nítidamen- so analítico como un camino, una búsqueda
te me aparecen en la mente tienen que ver para aproximarnos a una verdad. Esta aspi-

79
Clara Nemas Texturas inglesas

ración es la que nos lleva a preocuparnos Bibliografía


por nuestras motivaciones, a pensar en
Bianchedi, Elizabeth Tabak de. Comunicación personal.
nuestras emociones, a revisar nuestra posi-
ción ética frente a nuestros objetos internos Bion, W. R. (1962) Learning from Experience. Londres, Karnak
Books, Elements of Psychoanalysis (1963). Londres, Karnak
y a los otros sujetos con los que nos relacio-
Books, Clinical Seminars and Four Papers (1987). Fleetwood
namos, y a cuestionarnos acerca de la au- Press.
tenticidad con que luchamos por nuestras
Etchegoyen, R. H. (1986) Los fundamentos de la técnica psicoa-
pasiones. Sin embargo, suponer que hemos
nalítica. Bs. As. Amorrortu. Un ensayo sobre la interpretación
logrado estas metas es función de nuestra psicoanalítica (1999). Buenos Aires, Ed. Polemos.
arrogancia. Propongo que sostener la lucha
Freud, Sigmund (1933). New Introductory Lectures on Psychoa-
por mantener estas aspiraciones más allá de
nalysis. S. E. Vol. XXII. An Outline of Psychoanalysis.
los logros es función de nuestro coraje. (1940[1938]) S. E. Vol XXIII.

Grotstein, J. S. (2000) Who is the Dreamer who Dreams the


Dream? Londres, The Analytic Press.

López, B. (1995) El analista y sus resistencias, Psicoanálisis, Vol


XVII, Nº 2, Buenos Aires.

Meltzer, D. The Psycho-Analytical Process. Pertshire, Clunie


Press, 1967. Sexual States of Mind. Pertshire, Clunie Press,
1973.

Nemas, C. Development is Beauty, Growth is Ethics en “Exploring


the Work of Donald Meltzer”. Londres y Nueva York, Karnak
Books, 2000.

Nemas, C. y Ungar, V. Relación entre el concepto psicoanalítico


de integración y el objeto íntegro. Presentación ante el II Congre-
so Argentino de Psicoanálisis.

80
El rol de la “impensabilidad” en los individuos
y en los grupos
implicados en situaciones extremas

Riccardo Romano*

La pensabilidad es un concepto psicoanalíti- ta y activando mecanismos psíquicos capa-


co que he utilizado para describir la función ces de dar respuestas reparatorias más o me-
mental capaz de transformar los estímulos nos adecuadas. La impensabilidad es la inca-
sensoriales en pensamiento, entendido no pacidad de pensar en lo que se está vivien-
como simple llamada y reproducción en re- do, o se ha vivido, o se podrá vivir, y tiene un
presentación mental de lo percibido, sino rol importante en la psicología y en el com-
como construcción transformativa del dato portamiento de los individuos implicados en
sensorial, y que implica siempre una diferen- situaciones de riesgo, crisis o catástrofes.
cia con la reproducción de lo percibido. Esto
quiere decir que el pensamiento está siem- Es necesario distinguir en las situaciones
pre acompañado por el dolor, por un sufri- de riesgo catastrófico, la psicología y el
miento relacionado a la experiencia de la comportamiento de los individuos de la psi-
falta, de la pérdida de la homeostasis. La cología y el comportamiento de los grupos;
pensabilidad es una importante función es útil e interesante además estudiar las re-
creativa de la mente para mantener una re- laciones que existen entre el individuo y el
lación sana con el mundo, porque es la ca- propio grupo de pertenencia.
pacidad de tolerar el dolor mental provoca-
do por la ruptura de la continuidad del ser Quisiera comenzar con el ejemplo del
en el mundo, y de elaborar la frustración de riesgo de una catástrofe que todos, al menos
la impotencia frente a la realidad externa, los que tienen una cierta edad, hemos vivi-
es decir atravesando la experiencia de la fal- do. Hace solamente algunas décadas, cuan-

* Psicoanalista miembro de la Sociedad Psicoanalítica Italiana, vive y trabaja en Catania (Sicilia). Discípulo de Francesco Corrao, quien fue-
ra uno de los introductores de las ideas de Bion en Italia, Romano ha dedicado buena parte de su tarea de investigación a los fenómenos
grupales. Propuso la existencia de un nuevo Supuesto Básico Grupal, el que él llama S.B de Omertà, para explicar algunos comportamien-
tos de los grupos. Asimismo interesado en la función del pensar y siguiendo caminos abiertos ya por Corrao, se interesa por la relación
entre el pensar y la grupalidad, proponiendo la “pensabilidad” como un objeto del psicoanálisis, tanto individual como de grupos.

81
Riccardo Romano Texturas inglesas

do la angustia de la catástrofe nuclear, que ción imprecisa del lenguaje, que debería ser
ahora parece haber desaparecido, se exten- estudiada. La verdad escondida que está de-
día sobre la humanidad, algunos psicoanalis- trás de este lapsus, podríamos decir que es
tas decidieron utilizar los conocimientos psi- simplemente la natural propensión defensi-
coanalíticos para estudiar los aspectos in- va del hombre, más bien del niño, que consi-
conscientes de la carrera a los armamentos dera que basta no pensar para anular lo que
nucleares. La organización International Psy- se rechaza o da miedo. De hecho, entre las
choanalists Against Nuclear Weapons fue fantasías inconscientes relacionadas con las
fundada en el seno de la International Psy- catástrofes se encuentran las de omnipoten-
choanalytical Association en la ocasión del cia y de inmunidad mágica personal. En esta
34° Congreso de la IPA, efectuado en 1985 dirección podemos notar cómo el hombre ci-
en Hamburgo. Sucesivamente se escribieron vil occidental, el de la “sociedad de riesgo”,
numerosos artículos sobre el tema. Aquí me tiende cada vez más a atacar y desvalorizar
interesa retomar un trabajo escrito por Part- el pensamiento y la memoria. “Si pudiera en-
henope Bion sobre “La impensabilidad de la cerrar en una imagen -escribe Primo Levi- to-
guerra nuclear”; incluso porque con la auto- do el mal de nuestro tiempo, escogería esta
ra, desgraciadamente fallecida, he podido imagen, que me es familiar: un hombre en-
profundizar el argumento personalmente a juto, con la frente inclinada y los hombros
propósito de un estudio mío sobre la pensa- encorvados en cuyo rostro y en cuyos ojos no
bilidad. Escribe P. Bion que el tema de la ca- se pueda leer trazas de pensamiento.” En el
tástrofe nuclear visto por un psicoanalista no rostro del protagonista del grito de Munch
puede tratarse “como exclusivamente políti- no hay pensamiento sino pura emoción. No
co, económico o social: es pleno de pensa- cambia mucho si en vez de la cabeza reclina-
mientos y fantasías inconscientes, y considero da y de los hombros encorvados ponemos los
que es muy importante tratar de tomar con- semblantes altaneros y joviales que aparecen
ciencia de estos elementos inconscientes para en la actual inundante publicidad. En esta
atenuar su potencia”. Más adelante la auto- comunicación quisiera profundizar el tema
ra cuenta: “Recientemente he tenido la opor- de la pensabilidad y de su negación. La pen-
tunidad de leer una reseña de un libro sobre sabilidad no es solamente la capacidad de
varios conceptos de defensa civil corrientes pensar sino de pensar en un cierto modo. No
en diferentes países -U.R.S.S., EE.UU., Suiza y es solamente la capacidad de usar la función
Gran Bretaña-, en el cual la guerra nuclear se mental de transformar las sensaciones endó-
describe como ’impensable’…” genas y exógenas en representaciones, sino
de mantener dichas representaciones, y de
Aparentemente el reseñador entendía, activar procesos mentales capaces de elabo-
con ello, que la guerra nuclear era considera- rarlas. La pensabilidad por lo tanto no es so-
da inaceptable, visto que estaba hablando lamente una capacidad mecánica aunque so-
de una serie de preparativos que implicaban fisticada, sino más bien una función creativa.
que al menos los gobiernos de aquellos cua-
tro países de alguna forma pensaban en la Trataré de aplicar los conceptos y el mé-
guerra, pero tengo la impresión de que hay todo psicoanalítico a las situaciones exami-
una verdad escondida detrás de esta utiliza- nadas aquí; esto comportará inevitable-

82
Texturas inglesas Riccardo Romano

mente relaciones aparentemente forzadas realidad: hechos, escenas, paisajes, diálogos,


que sin embargo pueden aceptarse por la expresiones emotivas, y podemos reprodu-
utilidad demostrada para la comprensión cirlas y volver a verlas todas las veces que
profunda de la psicología de los individuos queramos, pero todo esto no constituirá una
y de los grupos implicados en situaciones de película. Para que todas estas escenas se
riesgo, crisis y catástrofes. vuelvan un filme son necesarias algunas ope-
raciones que respeten algunas condiciones:
La pensabilidad es aquella función men- se necesita lo que se define como el argu-
tal capaz de contener, interpretar y elabo- mento, una idea general que dé un sentido
rar los pensamientos relativos a un evento unitario a los elementos dispersos; se necesi-
(en nuestro caso un evento catastrófico), de ta por lo tanto el montaje, una construcción
modo tal de producir otros pensamientos de una historia, una narración que no sea
nuevos, verdaderos y más adecuados. nunca cerrada, completa, sino más bien
abierta a diferentes posibilidades evolutivas;
Contener significa recibir y mantener en
se necesita también una motivación afectiva,
el espacio y en el tiempo, en un espacio
una pasión que justifique la intención comu-
mental libre de otros pensamientos intrusi-
nicativa; se necesita por último un director,
vos y confusos, en un tiempo adecuado pa-
un autor, un responsable de todas estas ope-
ra la elaboración.
raciones claramente reconocible.
Elaborar significa lograr imaginar una
La primera condición para que un objeto
continuidad, no quedarse bloqueado en
mental pueda acceder a la pensabilidad es
aquellas representaciones catastróficas.
que éste sea un objeto de los sentidos, es de-
Interpretar significa dar un significado cir que pueda ser reconocido por los senti-
más verdadero y completo del que aparece dos, que sea audible o palpable, visible, olo-
evidente, es decir que tenga en cuenta tam- roso, pero que tenga también un sentido, un
bién los aspectos inconscientes del pensa- significado reconocible, derivado del hecho
miento. La experiencia del evento catastrófi- de que exista un acuerdo entre los sentidos
co, percibida, recordada o fantaseada, es un para reconocerlo, que tenga por lo tanto un
objeto mental que puede ser estudiado pro- sentido común. Si es reconocido, de alguna
curando tener presentes todas las dimensio- forma es memorizado. La memoria, para la
nes en las que se extiende tal objeto mental. cual los sentidos tienen una importancia no-
Tales dimensiones, o quizás es mejor hablar table, efectúa una operación de recategori-
en este contexto de condiciones, son cuatro: zación de los datos sensoriales memorizados
sentido o memoria, mito o relato, afecto o en función de una intencionalidad. Podría-
pasión, ética o responsabilidad. Antes de co- mos decir que en nuestra mente no hay re-
menzar a describir estas condiciones del ob- cuerdos específicos, existen solamente los
jeto mental, quizás es útil que aclare la dife- medios para reorganizar las impresiones pa-
rencia que establezco entre objeto mental y sadas. La memoria no debe ser concebida so-
pensamiento, para lo cual usaré una metáfo- lamente como recuperación estática y pasiva
ra cinematográfica. Podemos registrar con de recuerdos, sino como función dinámica
una máquina cinematográfica datos de la de reorganización incesante de impresiones

83
Riccardo Romano Texturas inglesas

pasadas. Esto se complica aun más si conside- como liberación de las pasiones y no como se
ramos que la memoria representa un sentido debería entender más correctamente, como
ulterior a nuestra disposición para contactar liberación a través de las pasiones. Como se
el inconsciente. Para utilizar en el mejor mo- puede intuir fácilmente, este punto es fun-
do esta función propia de la memoria es ne- damental para nuestro discurso porque o se
cesaria una condición ulterior, la de la narra- cree que uno se puede defender de las emo-
ción o del mito. Es decir, para que el objeto ciones vinculadas al riesgo simplemente ne-
mental acceda a la pensabilidad tiene que gándolas o descargándolas lejos, o se cree en
poder integrarse en una historia, en una na- utilizar la fuerza de las emociones para res-
rración creativa incluso fantástica pero deci- ponder de la forma más adecuada y cons-
ble, narrable. Esta condición respeta el he- tructiva a la vivencia catastrófica. La última
cho de que el pensar tiene dos tendencias ca- condición para que el objeto mental pueda
racterísticas e insuprimibles: la tendencia co- volverse pensable es la que prevé la necesi-
nectiva y la cinética. “Así como el pensa- dad de individualizar y de reconocer al res-
miento no puede permanecer en un estado ponsable del pensamiento, ya sea por lo que
de quietud, y es siempre móvil y activo como se refiere al individuo (que se reconozca res-
expresión específica de nuestro ser en el ponsable del pensamiento y que no adopte
mundo, análogamente los pensamientos no mecanismos de negación o proyección), ya
pueden permanecer en un estado de singu- sea en los grupos.
laridad aislada; cada átomo de pensamiento
La negación de todo esto puede definir-
tiende espontáneamente a agregarse, a co-
se como impensabilidad. La impensabilidad
nectarse y a relacionarse con otros átomos
puede evidenciarse antes, durante o des-
de pensamiento” (Corrao). El pensar tiene
pués del evento catastrófico. Puede mani-
necesidad de un movimiento como de ida y
festarse en los individuos o en los grupos
vuelta, vinculado al pensamiento creativo: a
sociales, más aun, a menudo depende de la
la mitopoiesis. La tercera condición es que el
relación que los individuos tienen con el
objeto mental tenga algún contenido afecti-
propio grupo de pertenencia. Estudiar y
vo, que esté cargado de emociones o pasio-
comprender bien la incidencia y la calidad
nes. Es importante poner de relieve que el
de esta relación es fundamental para en-
psicoanálisis ha estado siempre más atraído
frentar colectivamente el problema.
por el estudio de la dinámica y de la cinética
de los fenómenos afectivos, por los aspectos La impensabilidad que se verifica antes
comunicacionales de los afectos, por su po- de la situación de riesgo se relaciona con lo
der de influencia interactiva y su empleo te- afirmado precedentemente sobre una posi-
leonómico y cognitivo. El modelo que consi- ble guerra nuclear, es decir con exorcizar el
dera los afectos como cargas o investiduras, peligro y la angustia con la negación, utili-
no puede prever su transformación, sino más zando mecanismos mentales infantiles o pri-
bien una modificación de cantidad, exten- mitivos que aplacan la angustia con fanta-
sión, fuerza, dirección. Esto significa que los sías de salvación mágico-omnipotentes indi-
afectos dolorosos pueden solamente repri- viduales o colectivas como aquellas religio-
mirse o desplazarse sobre otros objetos. En sas. Es impensable que me suceda a mí tener
esta dirección la catarsis ha sido interpretada que morir por una guerra o por un terremo-

84
Texturas inglesas Riccardo Romano

to y si luego morimos todos, será porque así de todos para cancelar o distraerse de aquel
lo quiere Dios y entonces, nadie muere sino recuerdo. De todo lo dicho resulta evidente la
que se renace. Sin embargo, este tipo de im- importancia que adquiere la información en
pensabilidad es esencialmente narcisístico, el caso de riesgo de catástrofe, que debe te-
no existe una evaluación objetiva de los de- ner forma y contenidos diferentes según cada
más. Cuando la impensabilidad se da duran- uno de los tres momentos de los que se ha ha-
te el evento catastrófico, es decir, cuando la blado. La regla fundamental corresponde al
experiencia del evento no permite ninguna principio deontológico que regula la relación
elaboración mental, como en las situaciones médico-paciente. En línea de máxima es justo
de pánico, se verifica una fuga de la realidad que todos los individuos estén informados so-
externa dentro de sí mismos, una introver- bre los peligros que corren. Los motivos que
sión masiva que interrumpe los vínculos con se adoptan para justificar la falta de informa-
el mundo y con el propio grupo; también es- ción o la substracción o manipulación de la in-
te mecanismo es de tipo narcisístico, pero formación dependen de la relación de con-
paradójicamente aunque sea más grave, es fianza que se instaura entre quien posee el
más natural que cultural. conocimiento y los que lo ignoran. Se puede
destacar los mecanismos de colusión tendien-
Sucede por un imprevisto y repentino cam- tes a llevar a cabo la impensabilidad; además,
bio de registro personal, es decir cuando en la preocupación de no provocar un daño ma-
una situación de relativo acuerdo con el am- yor a través de la comunicación, como el de-
biente un hecho imprevisto impone que uno sencadenamiento del pánico colectivo o de
ya no se sienta contenido positivamente por masa. También esto depende de la relación
el contexto en el que se halla. Este tipo de im- que se ha establecido sobre estos hechos y de
pensabilidad, como decía, seguramente es la la relación que se ha creado y mantenido en-
más grave, porque es muy difícil intervenir tre los individuos y el grupo. En otros térmi-
eficazmente con diligencia; sin embargo los nos, surge el problema de si se debe decir la
otros dos tipos de impensabilidad son más verdad, toda la verdad. ¿Pero la verdad de
graves por la responsabilidad colectiva en la qué cosa? La verdad del hecho, del evento de
falta de prevención, preparación y educación riesgo potencial o actual o pasado, ciertamen-
para enfrentar el riesgo a conciencia y con se- te que sí. Pero no es suficiente, es necesario
guridad. El tercer tipo de impensabilidad es saber interpretar la verdad, sobre todo la ver-
sucesivo al evento catastrófico y equivale a la dad escondida que no se quiere conocer. En-
represión, a la cancelación de la memoria ac- tre otros motivos hay que tener en cuenta
tiva. Significa que no se mantiene el recuerdo, que muchas de las resistencias al conocimien-
el pensamiento sobre el peligro porque es in- to de las condiciones de riesgo se deben al va-
soportable; también ésta es una defensa na- lor negativo que se atribuye a la angustia. La
tural y comprensible para poder seguir ade- cultura occidental del bienestar demoniza la
lante sin quedarse paralizados por el recuerdo angustia, que es considerada como un mal
permanente del peligro, pero en este tipo de que hay que eliminar, con la contrapartida de
impensabilidad hay mucha responsabilidad incrementar la impensabilidad. Se considera
colectiva. En una situación social es imposible que los responsables de la información sobre
aplicarla si no existe un acuerdo “omertoso” todo tienen que evitar inducir angustia y que,

85
Riccardo Romano Texturas inglesas

en cambio, tienen que tranquilizar lo más po- memoria, para que frente a la tendencia
sible, porque se presume erróneamente que la natural al olvido no se realice la impensabi-
angustia es dañina para los comportamientos lidad de lo que ya se ha vivido. Hay que te-
adecuados que se deberían asumir en las situa- ner presente que superar el riesgo puede
ciones de riesgo. Por el contrario, las situacio- conducir a un tipo particular de psicología
nes verdaderamente peligrosas que conducen del sobreviviente marcada sea por senti-
a comportamientos irracionales e inadecuados mientos de culpa, sea por elementos manía-
se deben a la impensabilidad que comporta cos omnipotentes. Por consiguiente es útil
también la incapacidad de tolerar la angustia. que la memoria, incluso la memoria mítica
del riesgo pasado, se transforme en una
La información preventiva no tiene sola-
atención preventiva hacia el futuro y que
mente el objetivo de advertir del riesgo posi-
no adquiera las características de una glori-
ble, sino que también tiene la tarea de edu-
ficación del riesgo evitado.
car a pensar en el riesgo, a crear un hábito
mental sin falsas alarmas ni negaciones hipó- Cualquier información que recibamos del
critas. Por este motivo es necesario que la in- mundo externo, sea que se obtenga directa-
formación preventiva adquiera una forma mente, sea que la recibamos a través de los
narrativa que sepa crear sentidos comunes medios de comunicación, debe atravesar
estables, repetidos, que puedan ser fácilmen- nuestras defensas. Para ilustrar mejor esta
te reconocidos y asociados en los momentos afirmación podemos usar la metáfora de la
de necesidad. La forma narrativa tiene ade- nave espacial que para poder aterrizar, debe
más la prerrogativa de que puede integrar la atravesar la atmósfera terrestre. La nave de la
dramatización de los afectos, de las emocio- información tiene solamente un reducido án-
nes, que se integran en una historia que vuel- gulo de incidencia respecto a la Tierra para
ve posible su desarrollo y transformación. Es- poder aterrizar suavemente. Si el ángulo es
demasiado reducido, la nave rebotará en la
te momento puede ser asimilado a la opera-
atmósfera y se perderá en el espacio; si el án-
ción de contar fábulas a los niños asustados,
gulo es muy alto la nave se quemará atrave-
fábulas ya conocidas y repetidas, aunque
sando rápidamente la atmósfera o, si la nave
contengan elementos que den miedo como
es demasiado grande, se precipitará catastró-
monstruos, brujas, etc. La información duran- ficamente sobre la Tierra dañándola o destru-
te el evento catastrófico tiene la tarea de lla- yéndola. La amplitud del ángulo de incidencia
mar al sentido común, de dar puntos de refe- es directamente proporcional a la amplitud
rencia reconocibles porque son ya conocidos, del continente (la Tierra en la metáfora) que
de dar el sentido de la dirección y del movi- tiene que recibir la información. Esto quiere
miento, de recrear y de mantener el sentido decir que el impacto de la información depen-
de la evolución de los eventos, de dar comu- de de quien la reciba, si se trata de un indivi-
nicaciones responsables en las que se pueda duo o de un grupo organizado y cohesiona-
reconocer al sujeto del que parte la informa- do. Es posible que nuestras defensas eliminen
ción con quien ya se ha establecido una rela- la información o que la quemen rápidamente
ción de confianza y de credibilidad. dejándola sin efecto, pensemos en la incesan-
te lluvia informativa que soportamos ininte-
La información sucesiva a los eventos de rrumpidamente y que rápidamente quema-
riesgo tiene la tarea de mantener viva la mos sin que deje ninguna huella permanente,

86
Texturas inglesas Riccardo Romano

simplemente hemos desconectado el conteni- de un lugar peligroso). La reacción de pánico


do afectivo duradero de la información, que- frente a las oleadas migratorias se debe a la
dando inmutable nuestra condición de identi- impensabilidad de un evento transformativo
dad; pero cualquier sistema que reciba del ex- de este tipo. La consiguiente incapacidad del
terior un elemento extraño no puede perma- continente se manifiesta en la tentativa de re-
necer inmutable, salvo que no se logre modi- solver el problema o rechazando de rebote al
ficar para ser capaz de acoger, absorber e in- inmigrante o aniquilándolo, lo que puede
tegrar aquel elemento extraño, tolerando el ocasionar un impacto esta vez sí ciertamente
sufrimiento que el cambio comporta. Esto de- catastrófico; y es a causa de la incapacidad de
pende de la amplitud del continente, es decir pensar en la ineluctabilidad del evento, pero
de la capacidad de tolerar las modificaciones sobre todo, en que el ingreso de lo nuevo no
y por eso, también de la calidad del continen- es una catástrofe sino un cambio catastrófico.
te. Existen modificaciones que la amplitud y la Es decir, habiendo superado el sufrimiento
calidad del continente individual no puede por la necesaria modificación, lo nuevo es
tolerar; como existen eventos que el conti- portador de vida y entonces de una mayor se-
nente colectivo no puede tolerar, y es necesa- guridad como lo demuestran las naciones que
rio recuperar la dimensión de la identidad han sido capaces de acoger la inmigración y se
personal para poder tolerarlos mentalmente, han vuelto grandes por esto.
para recrear las condiciones de una sucesiva
Quisiera hacer una enumeración de los
ampliación del continente. La capacidad de
puntos que me parecen esenciales:
tolerar lo nuevo y con mayor razón la capaci-
dad de tolerar el riesgo, depende de la capa- 1. En la experiencia de situaciones extre-
cidad de oscilación entre los varios registros mas se manifiesta la angustia de muerte.
de identidad, de no paralizarse con la ruptura
de un registro de identidad. Quizás resulte 2. La angustia de muerte es impensable: en
más claro el motivo del dolor por lo nuevo si el sentido de que no puede elaborarse
damos un ejemplo de un riesgo de crisis o ca- mentalmente sino negando la muerte
tástrofe muy actual, al menos en algunas zo- como el final de todo. Las fantasías in-
nas del mundo. Se trata de las fronteras, sabe- fantiles de la propia muerte están siem-
mos que las fronteras no terminan nunca por- pre relacionadas con un placer o con una
que pueden cambiarse de nuevo al infinito. ventaja para la propia vida de relación.
Me refiero a un problema que muchos consi- Para las religiones la muerte está ligada
deran como una catástrofe, la cada vez más a otra vida, así que el apocalipsis es visto
extendida e imparable inundación de migra-
como un momento de transición.
ción de gente procedente de lugares peligro-
sos e invivibles hacia lugares que se espera 3. La impensabilidad de la angustia de
sean más seguros. ¿No es la migración un muerte, es decir no poder elaborarla si-
efecto de las catástrofes? Los que acogen al no negarla, lleva a los individuos a
inmigrante tendrían que entender que la an- adoptar comportamientos inadecuados
gustia de pérdida de identidad que sienten respecto del peligro real.
frente a lo nuevo, es la misma angustia que
siente el inmigrante. Para la angustia no tiene 4. Comportamientos irracionales directa-
importancia que esté en crisis el continente mente dependientes de las fantasías in-
(acoger nuevas personas) o el contenido (huir conscientes vinculadas a la propia muerte.

87
Riccardo Romano Texturas inglesas

5. Por estas razones lo mejor que los indivi- 10. Es fundamental: acostumbrarse a tener
duos y los grupos tendrían que hacer puntos de referencia que no se vivan
preventivamente y en el acto, es separar pasivamente; la costumbre de participar
la idea de las situaciones extremas de la
efectivamente en el grupo; y la costum-
idea de la muerte, no para negarla sino
para permitir una mayor libertad mental bre de elaborar en el grupo las dificulta-
en la evaluación realista del peligro, co- des de relación con éste mismo.
mo para cualquier otro evento de la vida.
11. Los diferentes grupos de pertenencia
6. Por las mismas razones uno no se debe- que normalmente en la dinámica social
ría preocupar de aplacar la angustia y pueden estar en contraste entre ellos,
de tranquilizar. La eliminación de la an-
en el momento de la catástrofe debe-
gustia está directamente relacionada
con la impensabilidad, mientras que en rían señalar la excepcionalidad del
cambio la capacidad de sentir y conte- evento, demostrándolo a través del
ner la angustia permite elaborar las re- acuerdo general bajo la guía de un úni-
presentaciones dolorosas del peligro. co conductor (la protección civil).
7. Para contener el ansia a un grado sopor- 12. Para hacer pensable el objeto (en este
table, es necesario que exista un conti-
caso el evento catastrófico) es necesario
nente y es preferible que éste sea un
grupo lo más restringido posible, para que exista una información de un orga-
que pueda activarse un fuerte senti- nismo especializado en este aspecto de
miento de pertenencia. la protección civil, diferente de los me-
dios de comunicación usuales, que sepa
8. Más precisamente, es fundamental la rela-
ción que los individuos tienen con el pro- interpretar el evento. Es decir, que co-
prio grupo de pertenencia. El aislamiento munique utilizando todas las condicio-
es la peor condición para experimentar y nes del objeto pensable1.
elaborar la angustia. Si se está en contra,
en oposición, o aislado del propio grupo,
la angustia se vuelve insoportable porque
Bibliografía
no es referible a un continente mental y
comportamental adecuado. Bion, P. (1991) L’impensabilità della guerra nucleare. En “Immagini
dell’impensabile a cura”, de P. Messeri y E. Pulcini, Marietti, Génova.
9. Este concepto de pertenencia grupal de-
be ser construido y ejercitado preventi- Bion, W. R. (1963) Elements of Psychoanalysis. Heinemann,
vamente. Es más útil poner en práctica la Londres.
participación en pequeños grupos, aun-
Corrao, F. (1992) Modelli psicoanalitici. Mito Passione Memoria,
que no se refieran directamente a la
Laterza, Bari.
protección civil, que las ejercitaciones de
buenos comportamientos que puedan Romano, R. (1995) La pensabilità: un oggetto della psicoanalisi.
ser fácilmente borrados por el pánico. Koinos, Gruppo e funzione analitica. XVI, 2.

1 Publicado originalmente en el sitio http//w.w.w./proteccioncivil.org/ceisevirtual/. Texto traducido por la Dra. Ruby Mariela Mejía, psi-
cóloga psicoterapeuta, Instituto Italiano de Psicoanálisis de Grupo, y luego corregido, con autorización del autor, por Diego Rapela y
Amalia Giorgi de Rapela.

88
Texturas Francesas
De identidades y fronteras

Alfredo Finola
Mario López Vinuesa
Abraham Reznichenco*

El reclutamiento doctrinal acaba siempre en el


encierro; la obligación técnica, en la esclerosis...

Elizabeth Roudinesco, Lacan.

Escribía Freud en 1912, a modo de testamen- vidad propia de cada analista, entra en un
to ético: “... Pero estoy obligado a decir ex- cono de sombra a partir de la aparición en
presamente que esta técnica ha resultado la escena de la “doctrina”3 Eitingon que regi-
única adecuada para mi individualidad; no rá los pasos a seguir por la práctica psicoa-
me atrevo a poner en entredicho que una nalítica. Eitingon, miembro del Comité y
personalidad médica de muy diversa consti- primer presidente del Comité Didáctico
tución pueda ser esforzada a preferir otra creado, al decir de Ernest Jones, biógrafo
actitud frente a los enfermos y las tareas por de Freud, “... con la esperanza de propor-
solucionar...”1. Y más adelante, en 1913, di- cionar las oportunidades de discusión co-
ce: “... Por otra parte obro bien al presentar- mún de los problemas técnicos, dio lugar
los como unos ‘consejos’ y no pretenderlos más adelante ‘por desgracia’, a nuevos in-
incondicionalmente obligatorios. La extraor- convenientes cuando el Comité sostuvo que
dinaria diversidad de las constelaciones psí- tenía el derecho de imponer en todas par-
quicas que intervienen, la plasticidad de to- tes los mismos principios...”. De esta mane-
dos los procesos anímicos y la riqueza de los ra, se abrieron las puertas a la canonización
factores determinantes se oponen, por cier- del psicoanálisis.
to, a una mecanización de la técnica...”2.
Y ahora... nosotros, analistas de la I.P.A.,
Sin embargo, la esencia de la propuesta interesados y seguidores de la obra de Jac-
freudiana, que es una invitación a la creati- ques Lacan, en nuestro recorrido de interro-

* Psicoanalistas (APC).
1 S. Freud, Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912).
2 S. Freud, Sobre la iniciación del tratamiento (1913).
3 Doctrina: en América: Curato colativo atendido por regulares (curato: cargo espiritual del cura de almas. Colativo: dícese de los be-
neficios eclesiásticos y de todo aquello que no se puede gozar sin colación canónica). Diccionario Granda.

91
Finola, López Vinuesa, Reznichenco Texturas francesas

gantes sobre nuestra práctica, nos encon- pueden llevarnos al núcleo de los proble-
tramos con un corto pero no menos contun- mas que existen entre nosotros”.
dente y lleno de consecuencias artículo del
presidente de la I.P.A. que redobla nuestras Nos permitiremos ahora hacer algunas
inquietudes. reflexiones acerca de afirmaciones que hace
Widlöcher en el informe sobre el apasio-
En efecto, en el informe del presidente, nante tema que será motivo del próximo
con el título “Trabajando en las fronteras: Congreso Internacional de Psicoanálisis.
las prácticas denominadas lacanianas”, pu-
Coincidimos plenamente con él que no
blicado en la Revista de Actualidad de la
es cierto que “nuestras prácticas” son simi-
I.P.A., Nº 2 de diciembre de 2002, el Dr. Da-
lares a las lacanianas, ya que “existen dife-
niel Widlöcher propone que “debatir con
rencias pronunciadas en el interior de la es-
quienes se encuentran al otro lado de la
cuela lacaniana, así como entre ésta y noso-
frontera no sólo es un medio para determi-
tros”. Pero aquí debería aclararse a quiénes
nar las diferencias y consolidar nuestra
se refiere nuestro presidente cuando habla
identidad, sino que también conlleva el
de “nosotros” y de “nuestras prácticas”.
descubrimiento de áreas comunes para el
¿No estará pasando por alto que en el seno
intercambio”.
de la I.P.A. hay miembros que adhieren a las
Más adelante agrega que, en su opinión, ideas y prácticas lacanianas? Salvada esta
“... los únicos temas que pueden producir omisión se debería reconocer, entonces,
un diálogo fructífero son aquéllos que tie- que las “diferencias pronunciadas” no sólo
nen su base en la práctica, es decir, en la habitan en el interior de las asociaciones la-
teoría del tratamiento y sus implicaciones canianas, lo que hace de las fronteras un te-
técnicas. Al contrario de lo que opinan mu- ma de imprevisibles derivaciones, que desa-
chos de quienes han sido entrenados o es- fía nuestra inteligencia y amplitud de miras.
tán interesados en la escuela lacaniana, no
Volviendo al lugar en que, de acuerdo a
es cierto que lo único que nos separa es la
Widlöcher, se separan radicalmente ambas
teoría y que nuestras prácticas son similares
concepciones psicoanalíticas, no es de ex-
(...). El punto es, precisamente, comparar
trañar que por su singular importancia haya
nuestras prácticas. Aquí existen diferencias
elegido, entre otras diferencias, la duración
pronunciadas en el interior de la escuela la-
de las sesiones. Pasemos a ocuparnos, por
caniana, así como entre ésta y nosotros, y
tanto, de este tema como parte inherente
sólo un debate clínico puede permitirnos
al encuadre psicoanalítico.
determinarlas y, especialmente, compren-
der las razones de su existencia. Por ejem- Joel Zac, psicoanalista argentino conoci-
plo, el tema de la duración de las sesiones do por sus trabajos publicados sobre el en-
es muy importante, no solamente porque es cuadre, trata de demostrar de qué manera
una diferencia en cuanto a la técnica sino éste corresponde al plano de las constantes,
porque apunta a maneras distintas de escu- y cita a Bleger cuando dice “un encuadre es
char e interpretar. En este sentido, los deba- un no-proceso en el sentido que son las
tes sobre la utilización de la contratransfe- constantes dentro de cuyo marco se da el
rencia o sobre el manejo de la transferencia proceso”.

92
Texturas francesas Finola, López Vinuesa, Reznichenco

De esta manera, con los recursos que ins- ción, sino que la palabra es usada para cau-
trumenta, Zac teoriza algo que es sustan- sar la división subjetiva del otro: causar la
cial: por ser el análisis lo que es, donde to- aparición de un sujeto como enigma para sí
do quiere decir otra cosa, algo tiene que es- mismo; como enigma productivo, capaz de
tar incorporado al funcionamiento del dis- generar esos significantes que han marcado
positivo analítico que no sea otra cosa sino su vida, descubrir su poder de dominio y
eso, para evitar su desnaturalización y caída deshacerse de ellos.
en un diálogo convencional.
Por ende, desde esta perspectiva, donde
Siguiendo estas ideas, se puede afirmar el eje es el discurso, los elementos del en-
que el psicoanálisis no es una conversación cuadre jerarquizados por Zac, al no tener
cualquiera, es otra cosa. Esa “otra cosa” se que soportar el peso de contener lo cons-
define justamente por lo que es constante tante, se pueden convertir en un instrumen-
en el análisis. Zac, a su manera, resalta su to del analista; y no es que resulte secunda-
importancia y ubica como tal lo enumerado rio el número, frecuencia y duración de las
en categorías ampliamente conocidas (lu- sesiones o la forma de pago, sino que tie-
gar, duración, frecuencia y distribución de nen un lugar completamente distinto.
las sesiones, honorarios, etc.). De este modo
Opuesto a la posición de los “encuadris-
toda la psicopatología y la clínica se organi-
tas”, que se caracteriza porque los elemen-
zan alrededor de estas especificaciones, pu-
tos formales de su práctica son iguales para
diendo un análisis estudiarse en relación a lo
todos (las sesiones duran siempre cincuenta
que el paciente hace o deja de hacer con
minutos, cuatro veces por semana, etc.),
ellas. La propuesta lacaniana, en cambio, es
desde la perspectiva lacaniana es exacta-
distinta: lo fijo, constante, en el análisis, es
mente lo contrario: los elementos del en-
la estructura del discurso analítico.
cuadre nunca son iguales para todos, ni en
Sabemos que la palabra relaciona una cuanto a frecuencia ni duración de las sesio-
persona con otra. A ese lazo social, basado nes, ni en cuanto a honorarios, ya que cada
en el lenguaje, Lacan llama “discurso”. uno de éstos se puede utilizar como una he-
rramienta de la acción del psicoanalista con
La variedad de discursos o lazos sociales ese paciente. De esta manera, podría tener
que establecemos los humanos es infinita. Sin efecto de interpretación agregar o quitar
embargo Lacan los reduce estructuralmente sesiones, espaciarlas o alterar su ritmo.
a cuatro: el discurso del amo, el de la univer-
sidad, el histérico y el discurso analítico. Nos aproximamos ahora, específicamen-
te, al tema de la duración de las sesiones que
En el discurso del amo, la palabra es uti- señala acertadamente el presidente Widlö-
lizada para dar órdenes; en el de la universi- cher como parte de las diferencias que sepa-
dad, para transmitir un saber; en el de la his- ra a ambas concepciones psicoanalíticas.
teria, para seducir, enamorar, hacer desear.
En su artículo “Lo inconsciente”, Freud
En el discurso analítico, la palabra no es afirmó que lo inconsciente no conoce el
utilizada para dar una orden, ni para ense- tiempo. ¿Qué figura adoptará, entonces,
ñar algo, ni para causar el amor o la seduc- esta dimensión en el análisis? A veces la for-

93
Finola, López Vinuesa, Reznichenco Texturas francesas

Bibliografía
Bleger, José. “Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico”, en Sim-
biosis y ambigüedad; Ed. Paidós, Bs. As., 1972.

Diccionario Granda, Ed. Juan Carlos Granda, Bs. As., 1977.

Freud, S: “Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico”


(1912), Obras completas, Tomo XII, Ed. Amorrortu, Bs. As.,
1979.

Freud, S: “La iniciación del tratamiento” (1913), Obras comple-


tas, Tomo XII, Ed. Amorrortu, Bs. As., 1979.

Freud, S. “Lo inconsciente” (1915), Obras completas, Tomo XIV;


Ed. Amorrortu, Bs. As., 1979.

Jones, Ernest: “Vida y obra de Sigmund Freud”, Ed. Horme, Bs.


As., 1976.

Lacan, J.: “El reverso del psicoanálisis”, Seminario, Libro 17, Ed.
Paidós, Bs. As., 1970.

Lacan, J.: “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psi-


coanálisis”. Escritos. Vol. 1, Siglo XXI, Bs. As., 1995.

Lacan, J.: “ Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanáli-


sis”, Seminario. Libro 11, Paidós, Bs. As., 1999.

Roudinesco, Elizabeth: “Lacan, esbozo de una vida, historia de


un sistema de pensamiento”. Ed. Fondo de Cultura Económica,
Bs. As., 1994.

Zac, Joel: “Encuadre y acting-out. Relación semana-fin de sema-


na”. Trabajo presentado en la A.P.A, mayo de 1967.

94 95
La interpretacion en
psicoanalisis 1

Daniel Rodríguez*

La interpretación analítica no está hecha para


ser comprendida, está hecha para producir olas2.

Introducción terpretaciones, dado que tiende a darse por


descontado que las mismas quedan necesa-
La interpretación ocupó siempre un lugar riamente a cargo del analista.
de privilegio dentro del repertorio de re-
cursos técnicos, dando pie a que los analis- Hay algunas buenas razones que nos lle-
tas nos hiciéramos muchas preguntas al van a pensar que la interpretación, entendi-
respecto. da como un momento transitorio de deten-
ción del sentido consciente, con precipita-
¿Qué interpretar?, ¿cómo interpretar?, ción de uno nuevo, podría quedar ubicada,
¿cuándo y cuánto? Estas preguntas, que como tarea a realizar, del lado del bien lla-
suelen ser más acuciantes en los inicios de la mado analizante, denominación que indica
tarea como analista o psicoterapeuta, no que su lugar en el proceso no debería ser
debieran dejarse de lado en el progreso de sólo el de un atento oyente de elaboracio-
nuestra formación, de modo tal de intentar nes ajenas, sino también y fundamental-
volver a contestarlas periódicamente, sin mente, el de un agente de producción.
darlas por resueltas.
Así como la transferencia es un fenómeno
Un interrogante menos frecuente que detectable en muchas situaciones humanas,
los anteriores es preguntarse acerca de y su especificidad en el campo analítico pasa-
quién sería el encargado de formular las in- ría más bien por el manejo que los analistas

* Psicoanalista (APdeBA).
1 Con algunas modificaciones, agregados y alguna costura imperfecta, este trabajo reúne con la mayor armonía que he podido lograr,
lo dicho en dos presentaciones sobre el tema llevadas a cabo en la APdeBA, durante el 13er Simposio y Congreso Interno sobre “Cam-
bio Psíquico II. Hipótesis y conclusiones”, en diciembre de 1991, y en una mesa redonda sobre “Interpretación”, el 15 de octubre de
1996. A pesar del tiempo transcurrido sigo estando de acuerdo conmigo mismo.
2 Lacan. J. Conf. en la Universidad de Yale, 24/9/75.

96
Texturas francesas Daniel Rodríguez

hacemos de ella, la vida cotidiana recoge al- de su posición subjetiva de goce-queja maso-
gunos efectos de interpretación que pueden quista del tipo “roban a un niño”, más como
ser de utilidad para iniciar nuestras reflexio- quien despierta de un sueño que como al-
nes acerca de la responsabilidad y función guien que realiza una tarea consciente de re-
del analista en el proceso interpretativo. composición avergonzada de su persona.

Martín en las Jornadas Emma, la del Proyecto


Hace dos años compartí unas jornadas que Como se recordará Emma tiene una fobia
se realizaron en un país vecino con Martín, que le impide entrar sola a las tiendas, que
un querido colega. Al ir a ellas, nos detuvi- guarda relación con un hecho de sus doce
mos a comer algo en una avenida cercana al años, cuando al entrar a comprar en una de
evento, y llegado el momento de pagar, ellas, vio a dos dependientes riéndose entre
Martín comprobó que le habían robado la ellos con aire de complicidad. Ante este
billetera en la que guardaba su dinero, do- cuadro salió corriendo asustada, y nació a
cumentos y tarjetas de crédito. partir de allí su fobia.

No teníamos más tiempo, y conmovidos, La investigación hizo surgir una escena


partimos. Llegados al lugar, y frente al con- anterior de seducción padecida por Emma a
junto de los colegas, Martín contó apresura- los ocho años, inconsciente para el momen-
do el hecho padecido. Repetitivamente, co- to de la escena que desatara el cuadro fóbi-
mo se suele contar un trauma. co, que no tuvo en su momento repercusio-
nes sintomáticas.
Todos se ponían en su lugar, compren-
dían su insistencia, e intentaban infructuo- Freud explica el cuadro de Emma como
samente consolarlo. Pasado un rato se le resultado de una imbricación de las dos es-
acercó un colega para darle una cantidad cenas, produciéndose un enlace asociativo
de dinero que en improvisada colecta un entre una mueca sarcástica del pastelero de
grupo de analistas había juntado para él. los ocho años, y la risa de los dependientes
a los doce.
A Martín le sucedieron dos cosas; una
consciente: tomó la decisión de no aceptar el Entre una y otra escena, Emma se había
dinero que le estaban dando, y otra, ya no vuelto púber, y el recuerdo despertó “un
tan consciente: se curó de su enfermedad re- desencadenamiento sensual que se convir-
cientemente contraída. Automáticamente se tió en angustia”3. La evocación del hecho
alivió, no habló más del robo, y se pudo in- ocurrido a los ocho años, con esta nueva
cluir con soltura en un congreso en el que tu- configuración, se produjo en un momento
vo muy buena y desenvuelta participación. distinto de Emma, lo que hizo posible “una
nueva comprensión de lo recordado”. Se
Quiero destacar que el cambio operado podría decir que en Emma, a través de este
en Martín no fue el resultado de un llamado après-coup, se produjo una interpretación
a la reflexión, porque salió automáticamente del acontecimiento de los ocho, una nueva

3 Freud, S. Proyecto de una psicología para neurólogos.

97
Daniel Rodríguez Texturas francesas

versión del hecho, ahora que ya “podía ha- intentan hacer un listado acabado de los dis-
blar de sexualidad”. tintos tipos de interpretación posibles, ya
que sería infinita e impredecible la lista de
Interpretaciones sin analista intervenciones, el silencio incluido, capaces
Ambos ejemplos me parecieron útiles para de provocar estos esperables resultados.
discutir acerca de la función del analista en
Desde una perspectiva centrada en los
lo que hace a la labor interpretativa, porque:
efectos más que en las intenciones, la afir-
1. Se dan fuera del marco de una sesión mación tantas veces oída de que “le hicimos
analítica. a nuestro paciente una buena interpreta-
ción que éste no aceptó, o rechazó”, no
2. Si bien en un caso hubo analistas en tendría justificación, porque una buena in-
juego, éstos no actuaron en carácter terpretación, vista desde la perspectiva de
de tales; no hubo de parte de ellos sus resultados, sería sólo aquélla que produ-
ninguna intención de interpretación. jo algún efecto. En la definición freudiana
del chiste, una de las formaciones del in-
3. Los cambios en la posición subjetiva
consciente freudiano, sólo se considera co-
y/o en el sistema de identificaciones,
mo tal a aquél que logra despertar la risa
esperables como efectos de interpre-
del otro, y esto no puede nunca saberse de
tación, no se dieron en Martín o en
antemano. El chiste y la interpretación com-
Emma como producto de un trabajo
partirían siempre una dimensión de apues-
de elaboración o reflexión conscien-
ta por parte del que los emite.
te, sino de un modo sorpresivo, como
es de esperar suceda como efecto de Es de suponer, como señaló más de un
una interpretación lograda. autor, que la interpretación no podría al-
canzar el inconsciente si le fuera estructu-
ralmente extraña, y este isomorfismo de-
Sobre efectos e intenciones seable entre la interpretación y las forma-
ciones del inconsciente, también nos aleja
Al contar con estos ejemplos, que nos per-
de lo que convencionalmente se entiende
miten separar la “intención de interpreta-
ción” de los “efectos de interpretación”, por interpretación.
podemos reflexionar acerca de aconteceres
cotidianos, ahora sí de la clínica psicoanalí-
tica, que nos demuestran con bastante fre- El analista dador de sentido
cuencia, que ambos elementos no van to-
En la acepción más tradicional Laplanche y
mados de la mano como uno habitualmen-
Pontalis4, comentan que la interpretación se-
te supondría o esperaría.
ría tanto la deducción de parte del analista
Si definimos la interpretación en función del sentido latente de las manifestaciones
de sus efectos, más que por su configuración, verbales y conductuales de un sujeto, como la
le quitamos algo de interés a la expectativa comunicación de dicha deducción al mismo,
de los tratados de técnica psicoanalítica que con miras a hacerle accesible dicho sentido.

4 Laplanche y Pontalis. Vocabulario de psicoanálisis.

98
Texturas francesas Daniel Rodríguez

Desde esta perspectiva el discurso y el tá estructurado como un lenguaje”5.


comportamiento del paciente poseerían un
sentido que éste ignora, pero que su analis- También formó parte del aporte freudia-
ta, armado de su saber teórico y técnico se- no de la segunda tópica, señalar el anuda-
ría capaz de develarle. Así, la interpretación miento del síntoma a un más allá de las pa-
tendría el carácter de un metalenguaje que labras, a la pulsión, al fantasma, situaciones
aportaría sentido y claridad a los dichos del éstas que daban cuenta de las dificultades de
analizante. la cura, de las fijaciones, y de la resistencia
del síntoma a su resolución por la palabra,
Desde esta perspectiva se podría clasificar justificando los desarrollos relativos al más
las interpretaciones como verdaderas o falsas allá del principio del placer, la compulsión de
de acuerdo a su distancia con respecto al sen- repetición, el superyó, o el goce masoquista.
tido oculto, independientemente de sus efec-
tos, dando razón a aquellos analistas que di- Para este sector de la obra freudiana se
adecua mejor el segundo gran aforismo la-
cen haber hecho una interpretación correcta,
caniano que dice que “no hay relación se-
o a los temores de algunos pacientes, que en-
xual” entre el significante y el significado,
tendiendo el análisis como una actividad adi-
la pulsión y el objeto, los goces masculino y
vinatoria por parte de su analista, y el incons-
femenino, etc.
ciente como un reservorio de contenidos, no
se embarcan en el proceso analítico por te- Para la larga etapa de su obra que culmina
mor de que éste devele alguna verdad escri- en este aforismo, aquello de “palabra vacía y
ta en sus profundidades que le resulte intole- palabra plena”, que se cita con frecuencia co-
rable (“a ver si resulta que soy homosexual” mo un argumento para ubicar a Lacan como
o “que me tengo que separar”). alguien que sólo se preocupó por la palabras,
formaría parte casi de la prehistoria concep-
tual lacaniana, del mismo modo que la lectu-
La interpretación, el lenguaje ra del Seminario de la angustia desmiente las
y el significante reiteradas menciones acerca de su supuesto
desinterés por el tema de los afectos.
Fue una parte importante del aporte freu-
diano de la primera tópica, demostrar la es- Ya desde la “La dirección de la cura”6 se
tructura de lenguaje subyacente al síntoma plantea la incompatibilidad entre el deseo y
en psicoanálisis (“la mujer de la calle” como la palabra, la imposibilidad de que sólo el
imagen temida y rechazada por la agorafó- significante ocupe el campo del análisis, el
bica), y su sensibilidad al abordaje interpre- hecho de lo indecible del deseo. No existiría
tativo. De estas primeras aportaciones freu- entonces posibilidad alguna de palabra ple-
dianas se desprende el primer aforismo de na, y el síntoma, como las demás formacio-
Lacan, de “el inconsciente estructurado co- nes del inconsciente, tendría su ombligo, un
mo un lenguaje”, y su expectativa de que punto de resistencia a la interpretación, un
“el síntoma se resuelva completamente en más allá de las palabras, que la teoría psi-
un análisis de lenguaje, porque él mismo es- coanalítica tematizara como el terreno de

5 Lacan, J. (1953) Función y campo de la palabra en psicoanálisis. Escritos.


6 Lacan, J. (1958) La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos.

99
Daniel Rodríguez Texturas francesas

los afectos, de la emocionalidad, de lo pre- eximiría de la necesidad de pensar qué tipo


verbal, lo corporal, o lo real, planteando el de formulaciones posibles serían preferibles
difícil problema de cómo acceder a lo que a otras.
está más allá de las palabras por el camino
de la interpretación, hecha fundamental-
mente de palabras. Modelos alternativos
Esta problemática compartida dentro del En un trabajo llamado “Conjugar el fantas-
psicoanálisis tiene variadas formas de con- ma” Nestor Braunstein cita, entre otras op-
ceptualización y abordaje. Lacan dirá al res- ciones, el uso de verbos en infinitivo, o el
pecto que dentro del psicoanálisis no todo uso de refranes, como modalidades de
es significante, pero todo es estructura, con- enunciados ambiguos y abiertos a la satura-
trariando cierta visión de éste más allá del ción del analizante, agregando así nuevos
significante como el terreno de lo inefable7. ejemplos a los clásicos de Lacan del enigma
En los términos de este autor se plantearía y la cita, modelos todos de interpretaciones
la problemática de cómo tocar lo real del “poiéticas”, al decir de Braunstein.
síntoma -que no es sin lo simbólico- sin nu-
En los ejemplos que figuran a continua-
trirlo simbólicamente en nuestro accionar.
ción veremos tanto la función relanzadora
Si la interpretación debiera guardar cier- de la tarea asociativa generada por inter-
to isomorfismo con las formaciones del in- venciones analíticas como las recién men-
consciente, tendría que reunir ciertas carac- cionadas, como la importancia que puede
terísticas, de modo tal que el cálculo de la in- tener la recuperación del valor de la pala-
terpretación debería contener también una bra, muchas veces desgastada por los ries-
parte incalculable; la interpretación tendría gos de intelectualización que siempre ace-
entonces que tener como el ombligo del sue- chan en nuestra actividad.
ño, su parte de indecible, de no saturada.

El modelo de interpretación de un ana- Las vacaciones de Osvaldo


lista que aporta sentido no parece conve-
niente, ya que alimenta la cuota de sentido Osvaldo, que se encuentra relatando la or-
que el síntoma ya posee, reproduce la ten- ganización de sus vacaciones de invierno,
dencia del yo a dotar de coherencia a todo comenta que en total van a ir cinco parejas,
cuerpo extraño que invade su territorio, y y lo dice del siguiente modo:
entroniza a la conciencia en el reinado ima-
“Vienen cuatro parejas de amigos y yo
ginario, cuestionado tempranamente por
soy la quinta.”
Freud.
“¿Vos sos la quinta?”, interviene su ana-
Si definimos la interpretación por sus
lista, sorprendido por el error.
efectos, y no por la configuración dada por
el analista, cualquier intervención podría Repuesto de la perplejidad que le produ-
ser elevada a posteriori a la categoría de ce la devolución por parte de su analista de
una interpretación, pero este hecho no nos su enunciado equívoco, el discurso de Os-

7 Lacan, J. (1960) Observación sobre el informe de Lagache.

100
Texturas francesas Daniel Rodríguez

valdo cambia sorpresivamente de dirección algún Pedro en análisis, ese momento difícil-
cuando, conmovido, apuntando a su ser, y a mente llega, siempre se puede agregar al-
su lugar en el mundo, empieza a preguntar- gún dato más para redondear la idea; y
se quién es él en definitiva para sus amigos, cuando a veces Pedro hace una pausa, como
ya que al poseer una hermosa quinta a la para darle un lugar a su analista, y éste acce-
que todos concurren gustosos los fines de de balbuceando algo, casi por cortesía, que-
semana, la autenticidad de la amistad y da con una gran sensación de esterilidad.
compañía de éstos, así como su valor como
sujeto, son puestos en tela de juicio. Pedro está en una sesión, retomando con
su estilo habitual, el relato de una cuestión
que lo preocupa; resulta que está por hacer
un negocio importante con un primo que no
De obsesivos en análisis goza de mucho prestigio dentro de la fami-
1. Cuando está todo dicho lia, que pone en tela de juicio su honestidad.

La noción de acto analítico guarda rela- Todos temen que la cosa termine mal, y
ción con la puesta en primer plano del psi- Antonio, su hermano mayor que es odontó-
coanálisis como praxis, así como de la in- logo, es uno de los más interesados en de-
terpretación en su función instrumental, tenerlo. Luego de esta referencia, como
en la que está implícita una modificación quien hace un punto y aparte, y sin mediar
de la forma convencional de entender las intervención alguna de su analista, Pedro se
relaciones entre el decir y el hacer, o entre enfrasca en uno de sus temas preferidos: las
el saber y la acción. dificultades en el manejo de su comercio,
las quejas por los clientes que no le pagan
El paciente obsesivo es el que con mayor correctamente, etc...
frecuencia hace perder a su analista la di-
mensión pragmática de su quehacer, y mu- Su analista sigue silencioso, ya ha pasado
chas de las modificaciones técnicas que des- un rato de sesión, y como suele sucederle,
de Freud en adelante se fueron planteando, está como amodorrado frente a un relato
fueron sugeridas como un intento de recu- que no le ofrece ningún resquicio como pa-
peración de esta dimensión que la estructu- ra hacer una baza, hasta que un nuevo ses-
ra obsesiva, en su acomodación al dispositi- go del largo monólogo, lo saca del letargo.
vo, anula con bastante frecuencia.
Pedro, que por distintas razones, prefie-
Pedro es uno de esos pacientes que tra- re no ser atendido odontológicamente por
tan de amortizar el malentendido del len- su hermano, ha ido a ver un dentista, quien
guaje; por eso supone que tiene que pro- le ha dicho que sería necesario extraerle
veer al analista de la debida y suficiente in- dos piezas dentarias, y como suele suceder,
formación como para que, llegado el mo- Pedro consulta a su hermano, quien le dice
mento de una intervención, éste lo haga que antes de llevar a cabo la sugerencia del
con todos lo elementos de juicio en la ma- colega pase a verlo por su consultorio, para
no, cosa de no equivocarse. ver si esto es necesario.

Como supondrán todos lo que han tenido Hay en el relato algo que se repite, y su

101
Daniel Rodríguez Texturas francesas

analista alertado de ello, se tienta de seña- go más, ya que respetando las mismas letras
larlo en un comentario, y entonces sin mu- del abecedario se podrán componer infini-
chas expectativas le dice a Pedro: “Parece tas poesías, pero, también es cierto que hay
que Antonio es el encargado de vigilar que cosas que se terminan, la vida entre otras. El
no le saquen lo que no corresponde.” tema, o la discusión sobre el final del análi-
sis se percibe en el horizonte.
No tiene la impresión de haber dicho nada
brillante, ya que simplemente ha correlacio- A esto queda enfrentado Pedro cuando
nado dos fragmentos, que le resuenan como dice que está todo dicho y aunque sea por
isomórficos y que aparecen aislados entre sí. un momento, esta disociación entre el pen-
samiento y la acción, entre el decir y el ha-
Sin embargo, como en el caso menciona- cer, se suelda. Unos minutos más y Pedro
do de Osvaldo y sus vacaciones, el resultado empezaba con su tarea de relleno, de anu-
es inesperado, porque Pedro se sobresalta, lación, y si bien caben otras posibles res-
se queda paralizado, y cosa muy rara en él, puestas del analista a lo dicho por su pa-
por unos minutos sin palabras. Ya pasados
ciente, ¿no sería una suerte de desmentida
los primeros momentos de sorpresa le dice
de su parte dejar que Pedro, para quien las
a su analista: “Con eso que usted dijo, está
palabras parecen valer tanto, siga hablando
todo dicho”, y su analista, que no es justa-
después de lo que dijo?
mente un militante de la interrupción de las
sesiones como recurso técnico, decide dar
por terminada allí esta sesión.
2. Esas cosas que se dicen...
También es bueno detener la película en
este momento de esta viñeta sin saciar la Como contrapartida para todos los que sos-
curiosidad del lector interesado por evaluar pechan, en tiempos de crisis, sobre las razo-
los “resultados terapéuticos” ulteriores con nes que llevan a los analistas a interrumpir
el afán de coleccionar recursos técnicos efi- sesiones antes de tiempo, podríamos citar el
caces para la práctica. Porque aunque esta caso de Alfredo.
intervención condujo no sólo a la revisión
Alfredo también es un paciente de mar-
del tema manifiesto de la sesión, sino tam-
cadas características obsesivas que tuvo, por
bién a un cuestionamiento sobre su forma
razones que nunca quedaron del todo cla-
de estar en análisis, no puede decirse que
ras, un vuelco espectacular en su análisis
produjo una revolución.
luego de que su analista lo visitara en su do-
Nuestra intención no es la de mostrar al- micilio en la convalecencia de una interven-
gún recurso novedoso que cambie lo traba- ción quirúrgica.
joso de éste o de cualquier otro análisis, si-
no la de ilustrar una manera de pensar so- Previo a este hecho se registra el caso de
bre el lugar del analista y sus modos posi- una sesión, que como tantas había transcu-
bles de intervención. rrido sin pena ni gloria, cuando al finalizar
la misma Alfredo, ya incorporado, le dice a
Hay dos cosas válidas en cuanto al ha- su analista: “Éste es un día en los que me
blar; es cierto que siempre se podrá decir al- gustaría seguirla.” Si bien la afirmación no

102
Texturas francesas Daniel Rodríguez

viene a rematar una sesión particularmente El analista dador de sentido, expectativa


rica a juicio de su analista, y se parece más incluida tanto en la demanda de amor co-
bien a esas cosas que a veces nos decimos mo en la suposición de saber, corre el riesgo
un tanto convencionalmente los humanos de reforzar el componente de sugestión
del tipo de “Che, a ver cuándo nos ve- existente naturalmente en el proceso, y de
mos...”, su analista en un arranque no muy quedar ubicado, si tomamos el polémico
reflexivo de su parte se vuelve a sentar en ejemplo histórico del análisis de niños, más
su sillón y le dice “Y bueno, entonces la se- cerca del educador (A. Freud) que del ana-
guimos”. lista que interpreta (M. Klein).

El resultado le resulta sorprendente por- La posibilidad de que como analistas pu-


que Alfredo se vuelve a acostar, y en un cli- diésemos inducir con más frecuencia efec-
ma de conmoción en el que casi no puede tos como el que provocó en Martín la ines-
hablar por el llanto, pasa a comentar una perada colecta, o en Emma la entrada a la
historia nunca traída a sesión sobre un ami- tienda, se inscribe en la misma línea de
go muy querido de su adolescencia que re- preocupaciones que llevaron a Ferenczi, en
sultara una importante compañía en las su apasionado reclamo a Freud por sus as-
épocas en que perdió a su padre. pectos no analizados.

Ferenczi expresó en ellos su interés por


hacerle recobrar a la interpretación su di-
A modo de conclusión mensión de acto, su potencia, planteando
un conjunto de innovaciones técnicas, que
Como se señaló, muchas circunstancias a lo justificadamente a mi criterio no tuvieron
largo de la vida, sin la necesidad de un analis- buena acogida en el campo analítico, pero
ta, pueden producir efectos de develamien- que dieron cuenta de una preocupación a
to, de interpretación para el sujeto, y en todo tener muy en consideración.
caso correspondería a los analistas recrear
condiciones tales como para que aquello que A pesar de nuestras aspiraciones, no son
puede a veces ocurrir de modo espontáneo, tantas las veces en que a lo largo de un aná-
se multiplique lo más posible en el curso de lisis, se producen cambios tan espectacula-
un análisis, transferencia mediante. res como los comentados en los ejemplos
que hemos ido dando, en donde una cir-
Cabe señalar al respecto que si bien la cunstancia de la vida o una intervención
transferencia es condición para la inter- analítica, de manera inesperada, le toca jus-
pretación, es conveniente pensar la inter- to el ombligo al sujeto y lo conmueve. Lo
pretación como una tendencia operando más frecuente es que estos hechos ocurran
en disyunción con la transferencia, por lo de tanto en tanto, y que la actividad coti-
menos en los elementos que en ésta fun- diana se presente como un campo en don-
cionan como resistencias: el analista no de las variaciones son generalmente de me-
debería ni confirmar la demanda de amor, nor intensidad y donde la tarea, a pesar de
ni la suposición de saber que el analizante nuestras mejores intenciones, no se acerca
le atribuye. siempre a los puntos neurálgicos.

103
Daniel Rodríguez Texturas francesas

Nuestra práctica carece de garantías, Tan válido como para generar las mejo-
aunque no cese de aspirar a un estatuto res condiciones para que eso acontezca es
científico para el que la predictibilidad es estar despierto para no dejarlo pasar cuan-
un elemento a tener muy en cuenta, y nues- do sucede, porque un rato más y se nos es-
tros instrumentos técnicos no son como en curre de las manos, ya que como alguien di-
otros campos, la mera o mecánica aplica- jo, la ocasión, como el salto del león del que
ción de un saber ya establecido. hablaba Freud, es una diosa a la que hay
aprender a tomar por los cabellos.
Esto confiere a las intervenciones del
analista, como ya se dijo, cierta dimensión
de apuesta, o a veces de sorpresa, que ha-
cen que alguna participación, a priori ba-
nal, produzca un efecto inesperado.

Entendemos que cuando Lacan habla de


una “vacilación calculada de la neutralidad
analítica”8, incluye dos elementos, un cierto
imponderable y algo de cálculo. Y esto no
supone una llamada al vale todo sino la
idea de que todas nuestras intervenciones
han de incluir “un cálculo” en donde algo
de ese paciente en su singularidad quede
puesto en juego.

No hay lugar en nuestro campo para los


trucos técnicos, y cuando el mercado analí-
tico parece sacudirse por la importación de
algún “chiche nuevo”, pasa lo mismo que
con los paraguas de Taiwán, duran poco
(por lo menos a mí).

No contamos con ningún recurso técnico


que garantice por sí mismo la posibilidad de
que el análisis se mantenga vivo; el disposi-
tivo y el quehacer del analista mantienen
entre sí un vínculo muy especial donde no
siempre la relación es de armonía.

Pueden crearse condiciones para que


surja lo nuevo, allí es importante cierto rol
artesanal del analista, pero hay en la irrup-
ción de lo nuevo, como en cada oportuni-
dad en que redescubrimos el inconsciente,
algo de sorpresivo.

8 Lacan, J. La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos.

104
Sostener
la apuesta

Oscar A. Paulucci*

“Durante una noche muy activa de la se- nuestro campo.


mana pasada, cuando me hallaba presa de
Pregunta que acompaña toda la obra de
ese estado de doloroso malestar que re-
Freud, creador del psicoanálisis, y de Lacan,
presenta la condición óptima para mi acti-
que a mi entender, fue el que siguió y pro-
vidad cerebral, las barreras se levantaron
fundizó de un modo inigualado la huella
de pronto, los velos cayeron y mi mirada
trazada por el fundador.
pudo penetrar de golpe desde los detalles
de las neurosis hasta las condiciones mis- Así, en “Variantes de la cura tipo”, Lacan
mas de la conciencia”. Carta de Freud a nos dice que el psicoanálisis es ‘la cura que
Fliess, 20/10/1895. se espera de un psicoanalista’, aparente
tautología que retoma en el seminario so-
“Muchas veces uno cree discernir que bre los cuatro conceptos y en el del acto.
no es sólo la presión de la cultura, sino Allí, como en toda su enseñanza, pone el
algo que está en la esencia de la función énfasis en qué es un analista, su formación
(sexual) misma, lo que nos deniega la sa- y su posición en la cura para dar cuenta de
tisfacción plena y nos esfuerza por otros la especificidad de la experiencia analítica
caminos.” S. Freud, “El malestar en la frente a otras prácticas, como las psicotera-
cultura.” péuticas y psiquiátricas.
Reiterar hoy la pregunta ¿qué es el psi- Además, es importante reflexionar sobre
coanálisis?, es esencial para todos aquéllos el malestar del psicoanalista en este particu-
que sostenemos esta praxis y para quienes lar momento de la cultura, en que se hacen
desde diferentes ámbitos de la cultura se in- oír de un modo ostensible desde distintas
terrogan por la vigencia y especificidad de ópticas expresiones de los analistas, que

* Psicoanalista (APA).

105
Oscar A. Paulucci Texturas francesas

transitan desde las quejas sobre las condi- Frente a anuncios agoreros y proféticos
ciones económicas y de mercado del ejerci- sobre la desaparición del psicoanálisis, creo
cio profesional, hasta cierto grado de de- que el psicoanálisis como teoría y como
cepción e interrogación sobre el lugar de práctica representa uno de los espacios posi-
una práctica, la del psicoanálisis, frente a las bles de preservación de la subjetividad ja-
demandas actuales de la cultura. queada, en tanto mantenga su especificidad
frente a la demanda del hombre que pade-
Tiempo que nos toca vivir, en que el bri- ce y de la cultura en la que estamos insertos.
llo de la imagen, la oferta “massmediática”
con la “planetarización” de la voz y la mira- Esto no implica anquilosar al análisis en
da, el ideal de eficacia, rapidez y éxito, se el lecho de Procusto de una teoría sin desa-
dan de la mano con una oferta tecnológica rrollo ni mucho menos en la “rigidificación”
cuya obsolescencia veloz inunda de produc- mortífera de una ortodoxia formal. Pero
tos un mercado en el que el consumo y la tampoco caer en la ilusión de un progreso
rápida sustitución están a la orden del día. acrítico por aposición, donde los “aportes”
de la ciencia o desarrollos dentro del saber
Sustitución que se articula con la insatis- psicoanalítico sean incorporados sin una re-
facción metonímica que caracteriza a la neu- flexión crítica desde los fundamentos mis-
rosis, velando la insatisfacción estructural mos del psicoanálisis.
que conlleva el deseo, porque su objeto está
Ni pensar en un aggiornamiento como
perdido para el humano en tanto somos su-
un vale todo ecléctico donde la supuesta
jetos del lenguaje, lo que nos enajena de
flexibilidad del analista sea la contracara de
cualquier encuentro logrado con el objeto y
la rigidez formal, y sosteniéndose el ideal
con la obtención de la satisfacción plena.
de hacer el bien se evite la lectura psicoana-
Productos de la ciencia, real que como lítica de las consecuencias de nuestro acto.
desecho invade al planeta en su conjunto y Sabemos que en aras de hacer el bien se co-
revela al retornar al modo catastrófico, metieron algunos de los mayores horrores
donde Chernobyl es sólo un ejemplo, la ilu- de la humanidad.
sión de un progreso basado en el desarrollo No podemos pensar que el psicoanálisis
de la ciencia que parece eclipsar el espacio creado por Freud en cierto momento del
para la subjetividad. desarrollo de la humanidad tenga asegura-
da su supervivencia, pero sí me atrevo a
Si bien los determinantes y efectos de es-
afirmar que la mimetización con otros dis-
ta situación que bosquejamos exceden am-
cursos, que conduce a la pérdida de su espe-
pliamente el alcance de nuestro humilde po-
cificidad, abre la posibilidad de su desapari-
der de practicantes de esta artesanía llamada
ción frente a otras respuestas que se ofre-
psicoanálisis, tenemos desde el mismo ele-
cen al padecer humano.
mentos para reflexionar sobre la subjetividad
de nuestro tiempo y sobre las consecuencias Dentro de la demanda de la cultura en el
que para la práctica y la posición del analista orden de la eficacia y la rapidez, se le recla-
dicha tendencia globalizante y objetivante ma al psicoanálisis la rápida resolución sin-
en sus diferentes aspectos puede implicar. tomática, comparándoselo con otras tera-

106
Texturas francesas Oscar A. Paulucci

pias o recursos psicofarmacológicos. De- ferencia analítica, condición imprescindible


manda que nos resuena en lo que refiere para poder operar analíticamente sobre el
aquél que nos consulta en torno a un pade- síntoma.
cer o aquéllos que nos convocan por el su-
frimiento de quien está a su cargo en tanto Coordenadas de instalación en el dispo-
“infans” o adolescente. sitivo analítico basadas en los fundamentos
de una práctica cuyo eje pasa por la transfe-
Pero, ¿es que acaso el analista se desin- rencia, es en este sentido que podemos afir-
teresa del alivio sintomático del que nos mar que el psicoanálisis no se indica, tal co-
consulta? mo ocurre con un tratamiento médico o psi-
cológico.
Freud, en la nota necrológica dedicada a
Ferenczi, resalta que “la necesidad de curar Recuperar el eje de desarrollo de la
y asistir se volvió hiperpotente en él”, afir- transferencia como posibilidad de instala-
mación que se inscribe en las advertencias ción en el dispositivo, y por lo tanto plan-
-que compartimos- sobre los riesgos de la am- tearse el posible inicio de un análisis, nos
bición terapéutica y pedagógica del analista. permiten repensar algunas de las modalida-
des de presentación actuales a la consulta,
El psicoanálisis nos enseña que el sínto-
bajo la forma de “soy un ‘toc’, una ‘panico-
ma tiene un valor de verdad en tanto for-
sa’, una anoréxica o soy un adicto”, que
mación del inconsciente, un valor de men-
convocan al analista a un tiempo lógico pa-
saje a ser descifrado, ya que tiene la estruc-
ra intentar operar sobre la consistencia del
tura de una metáfora congelada.
orden del ser que esas respuestas intentan
El exceso de penar, de trabajo para obte- otorgar al sujeto que queda ubicado en po-
ner cierta satisfacción, es lo que justifica sición de objeto de goce.
nuestra intervención. Pero se necesita cier-
Implicación subjetiva, apertura a la consti-
tas condiciones para intentar acotar ese su-
tución de un enigma en relación al saber, po-
frimiento, y siempre ese intento se realiza
sibilidad de encarnar la suposición de saber la
de un modo indirecto, operación interpre-
significación sobre lo que resulta opaco al su-
tativa mediante.
jeto, son desafíos permanentes y actuales pa-
Sufrimiento del síntoma que implica un ra los analistas en cuanto a leer analíticamen-
goce, ligado al más allá del principio del te los efectos -o la falta de los mismos- en re-
placer; ese padecer es al decir de Freud la lación a nuestras intervenciones .
satisfacción sustitutiva de un deseo libidino-
Si seguimos la afirmación freudiana de
so reprimido.
que el psicoanálisis como método terapéu-
El síntoma implica por lo tanto un goce tico está fundado en el procedimiento de
engañoso, que se basta a sí mismo; necesita indagación de los procesos anímicos incons-
incluir una dimensión de acting-out entendi- cientes, queda por lo tanto subrogada la
do como apelación al Otro para poder “en- eficacia terapéutica del análisis a la eficacia
trar en la conversación”. Esta apelación al de la acción analítica por excelencia: el ad-
Otro es el inicio de la posibilidad de la trans- venimiento del sujeto del inconsciente.

107
Oscar A. Paulucci Texturas francesas

Lo que permite entender por qué no Dijimos que la condición que hace posi-
perseguimos la eliminación de los síntomas ble la interpretación analítica es el estable-
como meta, sino como algo que puede cimiento de la transferencia, con la consti-
obtenerse como “ganancia colateral, si el tución del sujeto supuesto al saber. Se hace
análisis se ejerce de acuerdo a las reglas”. necesario en este punto aclarar la distinción
Regla fundamental, regla de abstinencia, entre el carácter ficcional de la suposición
que posibilitan la apertura a la dimensión de saber que sostiene el analista de la pro-
inconsciente, obturada cuando la “ambi- ducción del saber no sabido, que es del in-
ción terapéutica” del analista “busca” dicha consciente y no del analista.
remisión.
La dimensión del amor es un componen-
Entonces se nos plantea una paradoja: te de la transferencia, vinculado al intento
para sostener el psicoanálisis como método de recubrir la sujeción del analizante al de-
terapéutico debemos renunciar en nuestra seo del analista como modo de persuadir al
práctica al deseo de curar. Y a nuestra preo- Otro que tendría lo que puede completarlo,
cupación por los efectos terapéuticos trasla- ignorando lo que le falta.
darla a la interrogación sobre la eficacia de
la operación analítica. Y si por la estructura de la transferencia
el analista ocupa el lugar del ideal del yo
Interpretación cuya eficacia debe ser leí- desde donde el sujeto intenta ubicarse co-
da en un a posteriori por la producción de mo amable, es decir amado desde el Otro,
nuevas asociaciones que puedan dar cuenta uno de los riegos permanentes de nuestra
de un cambio de posición subjetiva y no de práctica es quedar ubicado en ese lugar
un mero aumento de conocimiento, que no del Ideal. Así se aproxima el análisis al mo-
hace más que convalidar la posición neuró- delo de la hipnosis, donde el analista en-
tica y “engordar” el síntoma. carna al hipnotizador y abre el camino que
conduce en términos de fascinación a la
Lo que el psicoanálisis nos enseña es que identificación con el analista, y en la di-
en la base de los síntomas encontramos la mensión de servidumbre enamorada al sa-
fantasía inconsciente, verdadero sostén del crificio del sujeto.
deseo. Si apuntamos a la mejoría sintomáti-
ca sin operar sobre la fantasía que sostiene Tanto el deseo de curar, de hacer el
el síntoma y determina el devenir libidinal bien, como la apoyatura del analista en su
del sujeto, se puede precipitar una reacción intervención en el saber referencial -ya
terapéutica negativa. sea teórico o contratransferencial- en des-
medro del saber textual, operan en dicha
Si desoímos la cuestión del deseo, éste dirección.
insistirá en nuevas formaciones del incons-
ciente, pero si se persevera en reducirlo a la El deseo del analista, concepto teorizado
demanda o a “las verdaderas necesidades” por Lacan, opera como la “X”, que como
lo que nos espera es la apelación dramática deseo de diferencia posibilita intentar atra-
de un acting-out o la salida de la escena de vesar el conjunto de los deseos fantasmati-
un pasaje al acto. zados del analista en tanto persona, mante-

108
Texturas francesas Oscar A. Paulucci

niendo la distancia entre el Ideal del yo y el ma, lo que nos deniega la satisfacción plena
lugar de objeto “a”, causa del deseo que el y nos esfuerza por otros caminos”.
analista sostiene como apariencia.
¿Qué nos queda? Sostener la apuesta, la
Deseo del analista, que nos aleja de la del deseo.
posición de Amo que es el lugar desde el
que opera el psicoterapeuta en las psicote-
rapias, en las que el Otro “sabe”, lo que el
paciente es, lo que le conviene, es decir lo
que le falta.

Deseo del analista que posibilita no sólo


producir un efecto terapéutico sobre el sín-
toma sino operar sobre la estructura misma Bibliografía
de la neurosis, verdadera religión del Otro. Barredo, C., Dujovne, I., Paulucci, O., Rodríguez, D. La misterio-
Precisamente la neurosis intenta sostener un sa desaparición de las neurosis. Letra Viva, 1998.
Otro no castrado, es decir sin falta, ya sea Bion, W. Notas sobre la memoria y el deseo. Rev. Psic., T. XXVI,
ubicándose el sujeto como complemento 3, 1969.
del Otro en la vertiente obsesiva o como
Freud, S. Cartas a Fliess. Amorrortu Ed. I.
agente de la castración en la histeria, preser-
El malestar en la cultura. A. E. XXI.
vándose en ambos casos del Deseo del Otro.
Lacan, J. Seminario X. La angustia (inédito).
Deseo totalmente alejado de la suposi-
Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná-
ción de asepsia ligada a una forma de leer
lisis. Paidós.
la neutralidad analítica como apatía estoi-
ca; es lo que nos permite intentar alejarnos Seminario XV. El acto psicoanalítico.

del plano de la sugestión y del quedar ubi- El saber del psicoanalista (inédito).
cados en el lugar tentador del profeta, re- Variantes de la cura tipo. Escritos. Siglo XXI.
dentor o salvador.
La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos. Si-
Deseo que implica una renuncia a ejercer glo XXI.

el poder que la transferencia otorga a favor


del poder de la palabra, articulando la clíni-
ca con una ética, la del bien-decir, diferente
a cualquier moral ligada a los bienes.

Pero, para poder soportar ese lugar, el del


analista, cuyo destino en tanto tal en el me-
jor de los casos es caer en el olvido como res-
to de la operación analítica, es necesario ha-
ber subjetivado por la única vía que eso es
posible, la del análisis del analista, que “... no
es sólo la presión de la cultura, sino algo que
está en la esencia de la función (sexual) mis-

109
El sujeto para el
psicoanálisis1

Leonardo Peskin*

… pienso donde no soy,


luego soy donde no pienso.

J. Lacan2

Antes de introducir el tema, debo aclarar Introducción y marco del tema


que no es sencillo reducirlo a estas pocas
páginas. Esto me obligó en algunos tramos El sujeto como cuestión, además de ser his-
a un agrupamiento sintético de conceptos tóricamente anterior al psicoanálisis, con-
que espero puedan ser útiles como referen- ceptualmente lo excede, ya que se trata de
cia; aunque debo admitir que llevan a desa- una noción muy amplia, que encontramos
rrollos complejos y de diferentes períodos tratada desde las más diversas perspectivas,
históricos de pensamiento, que no es fácil en la filosofía, la lingüística, la literatura y
simplificar o superponer. el arte en general.

También incluyo una viñeta que quizás Sin embargo, es a partir del psicoanálisis
haga posible un abordaje más ilustrativo que se intenta dar una diferente ubicación al
del tema, ya que estoy convencido de que sujeto, proponiendo un nuevo estatuto que
todos compartimos en nuestra práctica coti- es definido como subversivo con relación a
diana los mismos problemas, en muchos ca- una larga creencia, basada en un egocentris-
sos los teorizamos de un modo distinto, pe- mo, sobre todo en el mundo occidental.
ro sin embargo en el abordaje clínico, fre-
cuentemente hay menos diferencias que las Donde creíamos pensar, somos en reali-
que tememos si estamos dispuestos a escu- dad juguetes del pensamiento inconsciente,
charnos sin prejuicios. al decir de Lacan.

La religión, la ciencia y el arte buscaron por

* Psicoanalista (APA).
1 Trabajo presentado en la APdeBA como base para un ateneo que giró en torno al tema, inaugurando un espacio interinstitucional el
8 de abril de 2003.
2 “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud.” Escritos.

110
Texturas francesas Leonardo Peskin

mucho tiempo atenuar la egolatría mediante ma de aberraciones, así como alteraciones


un desplazamiento a una valoración e ideali- de lo más diversas de la condición sexual bio-
zación de un Otro trascendente, sea Dios, el lógica, y poder interrogarse sobre el sentido
Saber o lo Bello, pero perpetuaron directa o de la propia existencia de un modo que, por
indirectamente esa mancomunión entre un ahora, suponemos que los animales, los mi-
yo y una “subjetividad lógico racional”. La re- croorganismos o las plantas no alcanzan.
ligión construyó un mito del origen y la deter-
minación divina de lo humano, con cierta in- Según iremos considerando, además de la
tención de atenuar la omnipotencia que siem- herida narcisista que destituye al yo del lugar
pre amenazó la aceptación de las limitaciones imaginario que detentaba, se crea desde
de la especie que se supone superior. Freud un nuevo sujeto que se llama habitual-
mente del inconsciente, siendo el inconscien-
A este movimiento de renuncia relativa te la condición de esta subjetividad y el len-
al narcisismo para instaurar una instancia guaje la condición del inconsciente3.
idealizada e idolatrada, los analistas lo co-
nocemos como la compleja transformación Esta noción de subjetividad permite ilu-
del yo ideal en ideal del yo. minar retrospectivamente muchos aspectos
de la religión, la ciencia, el arte, la mitolo-
Es el psicoanálisis el que irrumpe como la gía, la historia, etc., dándoles una profundi-
tercera herida al narcisismo al destronar al dad y un sentido nuevos.
yo, como aconteció con Copérnico cuando
afirmando el heliocentrismo destituyó el No es sencillo para el psicoanálisis forma-
geocentrismo, o con Darwin con la teoría lizar estas ideas sin traicionar la esencia indo-
del origen del hombre. minable de lo humano, que se expresa siem-
pre de modo indirecto como retornos: de lo
En esta línea el animal humano no tiene
reprimido, de lo forcluido, de lo desmentido
tanto libre albedrío como pretendió, ni si-
y de cualquier otro mecanismo que podamos
quiera estaría al servicio de las divinidades
describir, incluyendo la sublimación.
que creó para representar una voluntad su-
prema ajena a la propia, sino que está sujeto Estamos entonces frente a un sujeto bi-
a un engrama complejo de determinismos fronte que se adecua y que al mismo tiempo
tan dominantes como pasa con cualquier se rebela frente a la cultura, nunca se apaci-
otra criatura o ser viviente, pero con la com- gua del todo, y cuando lo hace se excede en
plejidad de un lenguaje y un raciocinio. Esta su alienación opacando el sentido de la vida.
singularidad de la especie le da alternativas El malestar en la cultura es inevitable.
de excepción para una larga lista de produc-
ciones como: mentir, odiar inútilmente, amar Volviendo a la religión, la adoración a
pasionalmente, matar insensatamente, ha- una voluntad superior refleja lo no renuncia-
cer elucubraciones científicas de la máxima do de la omnipotencia yoica, aunque en al-
sofistificación, construir obras bellas sin una gunas religiones Dios se complejice, conserva
utilidad tan demostrable o hacer obras horri- una función de ideal ilusorio, cuestión simple
bles pero utilitarias, usar el chiste y el humor, de ser observada en la aseveración judeocris-
realizar con la sexualidad la más variada for- tiana: “Dios hizo al hombre a su imagen y se-

3 Leonardo Peskin: “El inconsciente freudiano y el nuestro.” Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP), 3, agosto de 2000.

111
Leonardo Peskin Texturas francesas

mejanza”, fácilmente reversible a: “el hom- ciente, consideran la existencia de territorios


bre hizo a Dios a su imagen y semejanza”. menos dominables y explicables por sus axio-
Por eso no tuvo más remedio que incorporar mas fundantes, al hacer una ciencia que inclu-
al Diablo como el ladero inevitable de esa ye lo imponderable5, el caso atípico, singular.
forma bella, pura y justa. Son interesantes al-
gunas formas que fue necesario introducir Quizás el arte expresaba anticipadamen-
en la religión, para que tuviesen eficacia sim- te la idea de una subjetividad menos yoica y
bólica en los procesos identificatorios y no se menos racionalista, pero fue a partir del psi-
basaran sólo en la adoración imaginaria, si- coanálisis que se pudo comprender en toda
no que a través de los misterios, los sacrifi- su magnitud el cuestionamiento que el arte
cios, los “errores” de Dios, el lugar de la fe- hace a lo aparentemente comprensible y ob-
minidad, etc., se presentifique lo real. vio, para resaltar una trama subyacente ex-
presiva del inconsciente, evidenciando la or-
Fue así como las religiones más difundi- ganización ética que caracteriza a ambos.
das tuvieron que amoldarse a una mitología
que el psicoanálisis puede ayudar a com- Precisamente es con relación a la dificul-
prender como caracterización de lo huma- tad de racionalizar y simbolizar el cuerpo
no. Por consiguiente incluyen lo imaginario que se suscita la aparición del inconsciente,
idealizador en el conjunto de representacio- éste resulta ser una respuesta “vicariante” a
nes religiosas, y por otro lado encontramos la cultura asumida por el sujeto. El incons-
lo simbólico como la organización doctrina- ciente es en realidad la creación de una re-
ria donde ubicaría lo que dice Lacan acerca serva, un territorio de singular interpreta-
de que “Dios es inconsciente”4, entendién- ción de la imposición obligada del lenguaje
dolo como la necesidad de lograr el sistema para alcanzar la humanización.
estructural de creencia para estabilizar al Un sujeto emerge como producto del en-
humano. Por último se evidencia lo real en contronazo entre un cuerpo sin destino ins-
los misterios, los martirios, la crucifixión, el tintual y un saber qué hacer con ese cuerpo
ascetismo como sacrificio del goce o el goce ordenado por la cultura. La acumulación de
del sacrificio de los santos. saberes legados por nuestros ancestros con-
La ciencia aporta su propio enfoque sobre figuran el ya legendario Otro, llamado teso-
la subjetividad, llegando a la desconsideración ro de los significantes, y como se denota, un
de la singularidad de cada uno aspirando a un tanto adorado. Pero el brillo idealizante se
sujeto pleno y preferentemente racional. Un opaca, ya que depende de cómo cada uno
referente ineludible es el “cogito cartesiano” entienda y aplique ese saber, que tiene in-
como el sujeto base de la ciencia moderna. numerables versiones posibles e infinidad
de historias de asunción del Otro en una
Todo esto se atenúa cuando los científicos misma cultura y familia; historias que el ana-
que aplican estas ciencias expulsivas del incons- lista debe descifrar en cada analizante.

4 Lacan. Seminario XI. “Porque la verdadera fórmula del ateísmo no es ‘Dios ha muerto’ -pese a fundar el origen de la función del pa-
dre en su asesinato, Freud protege al padre-, la verdadera fórmula del ateísmo es: ‘Dios es inconsciente’.”
5 Lacan, Seminario 13: “Es innegablemente la consecuencia estrictamente determinada de una tentativa, como lo hemos visto el año
pasado, de suturar al sujeto de la ciencia, y el último teorema de Gödel muestra que fracasa, lo cual quiere decir que el sujeto en
cuestión sigue siendo el correlato de la ciencia, pero un correlato antinómico, puesto que la ciencia se muestra definida por el no-
éxito del esfuerzo para suturarlo.”

112
Texturas francesas Leonardo Peskin

Freud lo descubrió, y descifró las claves pa- se basan en intensos debates sobre la defini-
ra poder entender el arreglo singular de cada ción de la subjetividad atinente al psicoanáli-
uno con la cultura en la que se inserta, Edipo sis, que se despliegan en varios frentes, y que
mediante. También podríamos decir que ci- encontramos en toda la obra de Lacan.
fró6 en lugar de descifró, ya que creó concep-
tualmente un modo de comprender estos he- En primer lugar situaría la polémica con
chos. Además queda claro que si alguno se la mayor parte de los filósofos que tocaron el
las arregla para encontrar nuevas soluciones, tema, la discusión se extiende a ciencias co-
éstas serán incorporadas como creación o in- mo las matemáticas, y en particular a cues-
vención y se sumarán a la acumulación alu- tiones de álgebra, grafos, teoría de conjun-
vional de saberes que configuran el Otro. tos y topología (formas, nudos y cadenas).
Deberíamos esperar que con el pasaje del Otra confrontación es con la lingüística, o
tiempo, los psicoanalistas acepten al mismo con las teorías del lenguaje, cuando Lacan in-
psicoanálisis como la acumulación de nuevos cluye la idea de invertir el algoritmo saussu-
aportes a la base inaugural freudiana, que riano, poniendo el significante por encima de
no sólo funda un nuevo sujeto sino que re- la barra y el significado por debajo. Además
significa toda la historia de la humanidad,
libera al significante de su atadura a un úni-
dándole mayor profundidad y alejándonos
co significado, haciendo que el significado
tanto de cualquier suposición de animalidad
emerja de la dinámica de la cadena de signi-
superior como de divinidades iluminantes.
ficantes. Luego veremos que el propio sujeto
El psicoanálisis propone un sujeto escin- es un significante más en este interjuego.
dido y singular que es la base ética que no
se debe alterar para que sobreviva el psi- También diría que hay discusiones con el
coanálisis como disciplina, lo que se contra- universo del resto de los psicoanalistas y
pone a toda pretensión unificante narcisís- que hay controversias localizables dentro
tica, discurso único. de la propia teoría de Lacan. Es decir, Lacan
debate con Lacan en la medida en que va
desarrollando su posición teórica o su pen-
samiento sobre todas estas cuestiones.
Reseña teórica
(El sujeto desde la teoría lacaniana) Es evidente que el campo que abre toda la
Si bien el sujeto está implícito en toda la problemática del sujeto es tan amplio que
obra freudiana hay que buscarlo en una re- abarca el psicoanálisis en toda su extensión.
lectura, ya que no se lo nomina tan explíci- Incluso cabría alguna definición epistemoló-
tamente. Eso lo encontramos en Lacan con gica que ubicaría al sujeto como el objeto del
su retorno a Freud, que al modo de los tra- psicoanálisis más que al inconsciente; ya que
bajos de refinamiento químico entre otros es por vía del sujeto que accedemos al incons-
productos, rescata este concepto de sujeto, ciente, y además el mismo sujeto nos lleva a
el que está presente en todos los textos pe- dimensiones que van más allá, como el Ello o
ro hay que extraerlo para apreciarlo. la realidad. Sin embargo sabemos que no
conviene restringirnos a un objeto teórico
Si se me permite continuar con la analogía único, ya que tarde o temprano deberemos
química, los procedimientos de refinamiento crear otro en contraposición al primero.

6 Leonardo Peskin: “El inconsciente freudiano y el nuestro.” Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP), 3, agosto de 2000.

113
Leonardo Peskin Texturas francesas

Pasemos a una breve reseña. En los pri- inicial esa manera de ver la incidencia del in-
meros escritos y seminarios, Lacan parte de consciente en la constitución del sujeto, sería
la hipótesis básica de que hay una condición solidaria con una serie de otros aportes. Co-
de desarraigo instintivo de la especie huma- mo que tendría que haber una organización
na, y que por lo tanto su única posibilidad de significante que acogiese al sujeto en un lu-
realización es por vía de un recurso a un gar donde hay una falta y además habría
Otro, el que en este enfoque se definió con cierto significante ordenador como Nombre
relación al lenguaje y la palabra, y que se tra- del Padre que carece de un significado. Insis-
ta de la humanización ligada al significante. to en que la estructura presenta faltas de sig-
Con relación al estadio del espejo, diferen- nificantes y de significados, por ende no es
cia moi7 de je, dadas las dos nominaciones en completa y permanece abierta, conservando
francés para el yo. El moi se refiere al yo y el un carácter de incertidumbre que se contra-
je va a ser sustituido en la teoría por el sujeto. pone a lo que podemos llegar a saber.
Este sujeto que se diferencia drásticamente
El sujeto se instaura en un lugar donde
del yo pertenece al registro simbólico, mien-
hay una falta, y él pasa a ser un significante
tras que el yo (moi) pertenece a lo imaginario.
más dentro de la estructura, y ahí vienen
A su vez, vamos a ver que el sujeto se ciertos tipos de aforismos que homologan
desdobla en “sujeto del enunciado” y “suje- al sujeto con el significante. Incluso Lacan
to de la enunciación”. Lo que dice y quién definió que un significante es: “lo que re-
lo dice, o desde dónde lo dice como posi- presenta un sujeto para otro significante”,
ción determinada por el inconsciente. y el sujeto mismo es un significante más
dentro de ese conjunto significante.
En relación a Lacan y el estructuralismo, ha-
bría una cierta estructura donde se constituiría La teoría del Nombre del Padre en ese
un sujeto como existente, para dar cuenta de
momento, me refiero a los seminarios 3 y 4,
un ser que no se puede realizar sino a través
se refiere a un significante o a un pequeño
del sujeto. Existir se refiere a ser en otro lugar,
conjunto de significantes fijos, que soportan
el sujeto emerge como falta o carencia en ser,
la estabilidad de la significación, al desplazar
la que termina expresada en ese otro lugar co-
mo sujeto, al resolverse en lo simbólico. Si bien por una operación de sustitución metafórica
es notoria la influencia estructuralista, luego el deseo de la madre como real incestuoso,
veremos que Lacan no lo fue en un sentido fijando así significados prohibidos y dando la
pleno, ya que tanto el Otro como el sujeto posibilidad de que emerja un deseo no inces-
siempre se irán presentando como incomple- tuoso. Ésta sería la organización ética del in-
tos, con dimensiones no estructuradas. consciente y por consiguiente del sujeto.

Esta teoría del significante con este suje- Para esta conformación, Lacan usa la ale-
to desdoblado (sujeto del enunciado/sujeto goría de un taburete apoyado en tres o cua-
de la enunciación), que definiría de un modo tro patas8, que podríamos decir representan

7 El moi como yo imaginario especular narcisístico y el je como la nominación simbólica del sujeto en un discurso.
8 Seminario 3 “Las psicosis”: “Todos los taburetes no tienen cuatro patas. Algunos se sostienen con tres. Pero, entonces, no es posible
que falte ninguna otra, si no la cosa anda muy mal. Pues bien, sepan que los puntos de apoyo significantes que sostienen el mundillo
de los hombrecitos solitarios de la multitud moderna, son muy reducidos en número. Puede que al comienzo el taburete no tenga sufi-
cientes patas, pero que igual se sostenga hasta cierto momento, cuando el sujeto, en determinada encrucijada de su historia biográfica,
confronta ese defecto que existe desde siempre. Para designarlo nos hemos contentado por el momento con el término de Verwerfung.”.

114
Texturas francesas Leonardo Peskin

al “nombre del padre”, y describe qué ble al momento en que Freud formula la
acontecería si faltase una de éstas en la for- pulsión de muerte y la repetición. Lacan
clusión9. Si el sujeto fuese llevado por exi- presenta este cambio como énfasis de la in-
gencias simbólicas a forzar la estructura, se cidencia de lo real, en particular la teoría
caería ese taburete, cosa que se evidencia del objeto a, a partir del Seminario de la an-
como desencadenamiento de la psicosis. gustia en el año ‘63, donde termina de ser
formalizado. Más tarde seguirá esta línea
Ahí hay también una teoría de la inter- para referirse a los goces.
subjetividad, es decir, no sólo se hablaría de
un sujeto, sino de un entre sujetos que sos- A partir del objeto a, el significante pasa
tendrían esta estructura mediante un pac- a ser la respuesta simbólica al empuje de lo
to. Esta función de la intersubjetividad co- real, y será por múltiples operaciones sim-
mo soporte luego es abandonada ya que el bólicas que se podrá comprender cómo se
Otro se sostiene a sí mismo. acota y se resuelve este objeto, como expre-
sión del goce que emerge del encuentro del
En los años ‘60 el artículo de los Escritos significante con el cuerpo. De qué manera
“La subversión del sujeto y la dialéctica del de ese arreglo deriva el sujeto como confi-
deseo en el inconsciente freudiano”, plas- guración sintomática.
ma este desarrollo teórico, proponiendo co-
mo eje al sujeto, y todas las consecuencias Estamos frente a dos posturas internas
que se podrían derivar de los otros registros dentro del pensamiento lacaniano, un La-
en estos procesos simbólicos. Es decir, lo can contrapuesto a otro Lacan, la opción es
simbólico se ve acotado por sus anudamien- si, como veníamos viendo, dar relevancia al
tos con lo imaginario y lo real. sujeto como producción simbólica, o jerar-
quizar lo real y sus incidencias causantes de
Aparece allí un grafo10 que es tomado de la subjetividad como respuesta simbólica. Si
seminarios anteriores (5 y 6), donde mues- bien estas alternativas no se excluyen lle-
tra el recorrido de la pulsión y los fenóme- van a criterios clínicos distintos. Y precisa-
nos relativos a la subjetividad con relación mente fueron búsquedas de profundiza-
al deseo, la demanda, el fantasma y la solu- ción clínica en procuración de la cura de
ción de la pulsión en la cadena significante. donde nacen estas ideas11, del mismo modo
Todo este movimiento se puede considerar que Freud llegó a la pulsión de muerte por
teniendo como punto central la teoría del obstáculos y hallazgos clínicos tratando de
sujeto, que ya incluye al objeto a, como ob- superar dificultades terapéuticas. Esto es
jeto de la pulsión descentrando al sujeto de así aunque se haya considerado un sacrile-
su hegemonía teórica. Ésta es una de las in- gio hablar de cura, a partir de la mala com-
flexiones internas en el pensamiento de La- prensión de una expresión de Freud que
can, que tiene una trascendencia equipara- Lacan retoma, acerca de que la cura se pro-

9 Forclusión: nombre que da Lacan a la Verwerfung como falta de inscripción. Término de origen jurídico que se refiere a la caducidad
de un plazo para la realización de un paso en el proceso jurídico, con lo cual se queda imposibilitado de hacerlo.
10 Grafo: gráfico que describe lógicamente las relaciones entre un conjunto de términos, mediante los cuales Lacan busca explicar su
concepción del funcionamiento psíquico; los elementos aparecen ubicados en ciertos lugares del gráfico, y tiene importancia cuá-
les son los elementos y qué lugar ocupan. Luego buscará trascender el plano y requerirá de figuras topológicas que abarquen tres
o más dimensiones.
11 A partir del objeto transicional de Winnicott.

115
Leonardo Peskin Texturas francesas

duce por añadidura12. cuerpo para lo psíquico. El sujeto no es sólo


lo que se aliena en el significante, sino lo
El sujeto habla, incluso habla de sí, pero que se separa de lo real, que tal como aca-
porque habla hay cosas que no logra decir, bamos de describir sigue estando íntima-
se le tornan imposibles. Los grados de im- mente presente, oscilando permanente-
posibilidad en el desarrollo teórico van va- mente entre acercarse y alejarse de ese ob-
riando, se va puliendo un sujeto más nítido jeto, configurado así la función de la fanta-
y también definiendo un imposible más li-
sía (fantasma).
gado a diferentes categorías de ausencia,
diferentes estatutos de “nada” como el ob- Es por esta vía que reaparece el Ello, co-
jeto a o el goce. mo una vertiente distinta del inconsciente
estructurado como un lenguaje. Es decir
Del mismo modo en que Freud buscó ir
que si el sujeto es del inconsciente, el obje-
más allá con “Más allá del principio del
to a y ciertas dimensiones que determina-
placer”, Lacan intentó ir más allá de la es-
rían ese objeto, tendrían más que ver con el
tructura y por ende más allá del sujeto,
ello freudiano.
más allá del Padre, buscando qué hacer
con lo irresuelto que acosa a la estructura, El ello es una categoría útil para diferen-
pero siendo paradojalmente parte de ella. ciar tipos de acto que pueden imponerse al
Esto abre el tema del borde entre lo sim- sujeto. El acting-out sería cuando el sujeto
bólico y lo real. es “tomado” por el pensamiento incons-
Si definimos al sujeto como una respues- ciente, una suerte de “verdad que habla”
ta simbólica al deseo, veremos que luego en ese decir con mímica de la actuación, por
hay una modificación, puesto que el énfasis eso se refiere al déficit de interpretación, y
se desliza clínicamente a la angustia en lu- aunque hubiese habido interpretación, no
gar del deseo y el sujeto pasa a ser causado habría una disponibilidad del sujeto para
por el objeto a (causa de deseo). Entonces recibirla por obstáculos de la transferencia,
tanto el sujeto como el deseo pasan a ser que pudieron ser circunstanciales.
producciones o respuestas frente a la insis-
En cambio el pasaje al acto no es una
tencia de lo real.
alienación en el significante, sino un acto
En el Seminario 11, aparece una redefi- que se define como una alienación en el
nición, donde el sujeto se constituye por ello, una alienación en alguna dimensión
alienación en el conjunto significante, pero que está más allá, que lo contrapone al ac-
a su vez esto implica una operación, y es ting-out al que llama pensamiento incons-
que el sujeto se separa, “se discrimina” del ciente u operación verdad. Son dos tipos de
objeto a, que es el estatuto que adquirió el actos totalmente distintos, y tienen cierta

12 Freud. “Dos artículos de enciclopedia”: “La eliminación de los síntomas patológicos no se persigue como meta especial, sino que
se obtiene, digamos, como una ganancia colateral si el análisis se ejerce de acuerdo con las reglas. El analista respeta la especifi-
cidad del paciente, no procura remodelarlo según sus ideales personales -los del médico-, y se alegra cuando puede ahorrarse con-
sejos y despertar en cambio la iniciativa del analizado.”
Lacan. Escritos 1. “Variantes de la cura tipo”: “Si admite pues el sanar como beneficio por añadidura de la cura psicoanalítica, se
defiende de todo abuso del deseo de sanar, y esto de manera tan habitual que por el solo hecho de que una innovación se motive
en él se inquieta en su fuero interno, reacciona incluso en el foro del grupo por la pregunta automática en erigirse con un ‘si con
eso estamos todavía en el psicoanálisis’.”

116
Texturas francesas Leonardo Peskin

importancia en relación a cómo concebir el En el Seminario 20 se nos presenta el su-


acto en general. ¿Cuán diferente es el acto jeto con relación a la sexuación, y haciendo
determinado por el ello o por el objeto a, de un uso paradojal de la lógica aristotélica, La-
un acto determinado por el inconsciente? can arma una configuración lógica de la se-
xuación humana. El sujeto queda lógica-
A todos los tipos de actos durante el aná- mente ubicado tal como venimos reiteran-
lisis hay que pensarlos en transferencia, la do, sólo en parte dentro de lo definible po-
que alcanza un estatuto ligado al asunto de sitivamente con relación al falo, “lo masculi-
la subjetividad cuando se la define como Su- no”, pero esta inscripción está apoyada en
jeto supuesto Saber (S.s.S.). La transferencia el sexo no definible positivamente, “el fe-
es un dispositivo basado en el inconsciente y menino”. Ambos sexos son posiciones posi-
por ende explicado, en parte, por la teoría bles para cualquier hablante, sea hombre o
del significante. Aunque es imposible teóri- mujer. No aparece una jerarquización de
camente que pudiera haber un sujeto posee- uno u otro, sino un par de opuestos lógicos,
dor del Saber, esta formación artificial re- el sujeto ubicado del lado masculino en-
quiere la cualidad de atribuirle la suposición cuentra del otro lado de un esquema lógico
del Saber a un sujeto. Es la condición para la feminidad que le atañe; así como veía-
que opere el análisis, pero a la vez es necesa- mos, un sujeto por más que simbolice no se
rio desbaratarla en el fin de análisis, desman- desprende de un goce corporal que no es
telarlo mediante la destitución de este Suje- simbolizable. Volvemos al requerimiento de
to supuesto Saber que se crea como ficción, una articulación paradójica tan afecta al
dando lugar a lo imposible de ser sabido. Lle- pensamiento lacaniano, que en este caso es-
gamos así a las severas limitaciones que tie- tá definida por una presencia positiva (el fa-
ne el simbolismo para resolver completa- lo), que se contrapone a lo que se define por
mente la muerte, la sexualidad, el origen y una ausencia (la falta del falo), lo que hace
otras cuestiones, sólo lo hace relativamente. que no sea definible más que como una
En un nuevo avance teórico, es en el Se- oposición a lo que sí pudo ser caracterizado.
minario 17 donde los discursos vienen a Esta lógica hace que lo femenino se abra co-
sustituir la concepción de estructuras clíni- mo otro goce ignoto pero que incide.
cas, y a proponer la existencia de términos En los últimos seminarios nos reencontra-
(matemas) que interjuegan entre sí: el suje- mos con la topología que había aparecido
to ($), el objeto a (a), un Nombre del Padre mucho antes, como en el seminario de la
(S1) y el saber (S2). A todos estos términos identificación, donde el sujeto ya había sido
los hemos ido mencionando, pero adquie- caracterizado por la banda de Moebius con
ren aquí otra dinámica, se ubican como la singularidad de ser externa-interna al te-
ecuaciones y según cómo interjueguen de- ner una sola cara y un solo borde, así es co-
finen cuatro discursos: el histérico, el del mo se comprende su relación con la realidad.
analista, el del amo y el universitario. La La “extimidad” como neologismo es esta
singularidad del tipo de subjetividad que cuestión afuera-adentro y hace que el sujeto
promueve cada discurso, depende tanto de pueda ser interno-externo en un continuo.
los significados de los matemas como de los
lugares que ocupan. Por último, hay un intento de concebir

117
Leonardo Peskin Texturas francesas

un sujeto ligado a la invención, o de cierto Por eso las currículas y los prontuarios
orden de creación, por el camino de poder son importantes, el humano y quizás en al-
hacer ahí con lo real desde lo simbólico y lo gún sentido los animales también tienden a
imaginario. Esto es referido a la escritura de repetir lo no resuelto en lo preformado. No
James Joyce, pero sería extensible a la crea- obstante, como psicoanalistas creemos en
ción, sea en el campo del arte, la ciencia o un cambio posible pero sobre la base de lo
los actos en general. anterior, no hay creación desde la nada, o
por lo menos desde una pura nada, sino so-
Lacan se iría acercando a resolver el sujeto
bre el antecedente de algún “algo” que
por vía del síntoma, pero no un síntoma en
responde a esa “nada”, que es la pulsión o
un sentido corriente, sino una especie de ra-
el objeto causa del deseo.
ra concepción del síntoma, que sería esa ma-
nera singular y propia de cada humano como Lacan abre la posibilidad de teorizar una
solución posible, una especie de subjetividad movilidad subjetiva, o que el fenómeno
nueva al transformar el síntoma en sinthoma. subjetivo entendido como estabilizado por
las identificaciones junto con el marco y la
Surge el interrogante de cómo se hace
red simbólica donde el sujeto anida, pueda
eso, quién lo logra, quién hace sinthoma,
tener cierta modificación. La expresión clí-
quién no, cómo es el fin de análisis haciendo
nica de estas variaciones posibles sería la
eso y cómo quedaría alguien que hizo eso.
llamada vacilación fantasmática que es evi-
Sin tener la pretensión de abordar estas denciada por la angustia, y el atravesamien-
preguntas debemos resaltar que la subjeti- to fantasmático como consecuencia del
vidad no es un hecho dado de un modo per- análisis, cuando éste muestra las cualidades
manente, se renovaría de manera intermi- de la subjetividad, al revelar el fantasma
tente en cada circunstancia con momentos donde se sostiene. La propuesta importante
de apertura y cierre, como el mismo incons- de Lacan alrededor del tema del sinthoma,
ciente. Sabemos que no hay una certeza ab- es alguna fórmula de producción no neuró-
soluta de que en el próximo movimiento tica con la cual identificarse y soportarse
volviese a aparecer un sujeto, sin embargo fuera de los determinismos que le acarrea-
habitualmente hay una perseverancia con- ban el padecimiento neurótico o psicótico.
cordante con los antecedentes históricos, ya
En definitiva, en la teoría hay múltiples
que los acontecimientos se producen sobre
sujetos: del inconsciente, de la pulsión (suje-
la base de una existencia anterior.
to acéfalo), del falo (el sujeto a la represión),
Una pregunta importante es pensar: ¿en del síntoma (otra formación de arreglo de la
el próximo intento logrará ese hecho?, ¿el represión que incluye el retorno de lo repri-
próximo movimiento de apertura y cierre mido vuelto a reprimir), de la sexuación (co-
producirá esa misma subjetividad?, ¿está mo hombre o como mujer, según asuma la
condenada a una repetición, que es el plan- represión), del fantasma, el sintomático, el
teo que aparecía cuando había un determi- sujeto del sinthoma, etc. Desde todas estas
nismo estructural?, o ¿podría en un nuevo diferentes perspectivas se puede afirmar
movimiento abrirse una otra forma, que se- que este tema abarca todo el psicoanálisis, y
ría quizás radicalmente distinta? que cuando hablamos del sujeto siempre te-

118
Texturas francesas Leonardo Peskin

nemos que aclarar a cuál nos referimos. Y Génesis del sujeto


según cómo lo abordemos en el campo del (Edipo y Narciso)
psicoanálisis estaremos en tal o cual enfo-
que, analizando por vía del fantasma al mo- Es legítimo interrogarse acerca de los oríge-
do kleiniano, por vía del falo al modo de nes tanto de los conceptos como de las co-
aquéllos que jerarquizan la sexualidad ma- sas, lo difícil es dar una respuesta que satis-
nifiesta o los valores aparentes, por vía del faga las expectativas de un saber posible, y
atravesamiento en búsqueda del objeto real por más que avancemos nos vamos a topar
en ciertos lacanianos, etc. Si la política y la con un saber de lo insabido. De todos mo-
ética variasen y se dirigiesen con ingenuidad dos, convencionalmente y por sus funciones
al yo, pretendiendo pactar con alguna di- aceptamos que el sujeto en su conforma-
mensión preconsciente, estaríamos en el ción recorre un camino lógico, no necesaria-
campo de la psicoterapia; si ésta fuese estra- mente cronológico, aunque habitualmente
tégica con relación al inconsciente sería psi- hay concordancias. Hay un pasaje de la ma-
coterapia psicoanalítica, y si no considerase dre al padre y un más allá del padre. Aun-
la dimensión ética del deseo inconsciente, que lleguemos a comprobar que una cría
sería una de las tantas formas de psicotera- humana se origine de una probeta o una in-
pia no psicoanalítica. Estas caracterizaciones cubadora o de algún aparato replicador de
un tanto amplias y desordenadas buscan seres humanos, nos encontraremos con esa
mostrar de qué manera el sujeto como ex- diferencia entre una sustancia gestante y
presión del inconsciente, es el referente cen- una significante, una reproductora orgánica
tral para definir una comprensión clínica y (homo) y otra productora de sujetos parlan-
una decisión de abordaje. tes o manejadores de alguna forma de saber
(sapiens). Esto no se produce de un modo fi-
Hay análisis en tanto opera la transfe-
jo, como una semilla que tiene pasos prefi-
rencia, y hay un sujeto que la denota en
jados de desarrollo, aunque la semilla tam-
tanto permanece en este eje referencial al
bién se ve afectada por muchos factores
analista, evidenciando formaciones del in-
contingentes. El humano, por una mayor
consciente como los sueños, los lapsus, las
ausencia de programa, depende mucho de
asociaciones, las actuaciones, etc. Éstas son
factores contingentes, sean como venimos
las expresiones clínicas de la subjetividad,
diciendo, externo-internos como el amor, o
los diferentes modos que Freud enseñó a
las vicisitudes del largo proceso de aprendi-
tener en cuenta para reconocer y discernir
zaje hasta asumir la condición adulta.
el inconsciente.
Ese pasaje de la Madre al Padre permite
En algunos casos es observable que pue-
localizar el sentido del Edipo, pero sabemos
de haber transferencia y sujeto aunque el
que el narcisismo y sus complejidades partici-
terapeuta no lo sepa y crea que está hacien-
pa al unísono en estos procesos de transfor-
do sólo psicoterapia, cuando en realidad
mación hasta alcanzar un sujeto “logrado”.
puede tratarse de un análisis.
Es a partir de la ubicación de estos mo-
mentos y funciones basadas en las vicisitu-
des de la subjetividad, que se puede hacer

119
Leonardo Peskin Texturas francesas

una clínica de la neurosis, la perversión y la la genealogía al buscar qué significado


psicosis. Tengamos en cuenta que el saldo adquiere en el deseo de los padres, o a
del pasaje logrado al padre, es la aparición quién sustituye en la red significante del
de la significación fálica que nos orienta en árbol genealógico, o el valor oracular de
cuanto a concebir toda diferencia, sea tan- que alguien se llame de tal o cual modo
to de presencia-ausencia en general, como en una cultura determinada, o juegos ana-
de la diferencia de los sexos y de la asun- gramáticos descifradores para discernir al
ción sexual de cada sujeto. Tal como fuimos modo de los cabalistas la importancia de
mencionando, en la psicosis, la significa- los significantes como determinantes ab-
ción fálica queda irrealizada, en la perver- solutos. Es evidente que en grado extremo
sión veremos los artilugios, fetiche median- esto nos lleva a ese sentido precisamente
te, para lograr resolver la castración y esta- cabalístico de la palabra, como creadora
bilizar al sujeto. En la neurosis, según el de las cosas.
inefable modo en que el padre falla, vere-
mos las diferentes entidades (fobia, obse- Desde otra perspectiva será menos jerar-
sión e histeria), caracterizadas cada una quizado el significante, si hubo cierto logro
por su síntoma. Es la posición del sujeto de resolver un real, aferrándose a significan-
frente al deseo lo que en última instancia tes disponibles de un modo casual o por vía
define las entidades clínicas: deseo preve- de sobrenombre o nuevos nombres, con mo-
nido (fobia), deseo insatisfecho (histeria), dificaciones que llegan a modos extremos
deseo imposible (obsesión), voluntad de en los transexuales. Pero hay muchos casos
goce (perversión) y transexualidad o empu- donde una modificación subjetiva se ve
je a la mujer (psicosis)13. acompañada por un cambio de nombre, re-
cordemos el tango que dice “… ya no sos mi
Estas descripciones abren un sinnúmero Margarita, ahora te llaman Margot”14. Otro
de matices y mixturas, que hacen naufragar ejemplo menos prosaico es la transforma-
toda pretensión psicopatológica para dar ción del nombre de Abram en Abraham a
lugar a formas clínicas existenciales, lectu- partir de su “unción” como patriarca judío.
ras transitorias y relativas, propias de los he-
chos humanos. De todas maneras hay pará- Incluso, cabe simplemente tener en
metros que se puede establecer como para cuenta la capacidad de simbolización o de
que esto nos autorice a no ser practicantes recursos significantes, más que el nombre
intuitivos, lo cual haría del psicoanálisis una específicamente, habiendo un sujeto consis-
mancia más de las que vemos proliferar, en tente que pueda dar respuestas.
parte autorizadas por nuestro propio escep-
También se puede analizar la posibilidad
ticismo y la declinación en la creencia en el
de anudamiento de los tres registros, Imagi-
inconsciente y sus reglas.
nario, Simbólico y Real, que en definitiva son
Hay diferentes orientaciones cuando se los que en su logro dan lugar al sujeto como
intenta comprender el sentido de deter- un cuarto elemento, que se teorizará como
minada subjetividad. Están las que enfati- síntoma o sinthoma, que puede resolverse
zan el significante, resaltando el nombre y por identificación como nombre propio.

13 Leonardo Peskin: “Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica.” Paidós, 2003.
14 Tango “Margot”. Letra de Celedonio Flores, música de Carlos Gardel y José Razzano, compuesto en 1919.

120
Texturas francesas Leonardo Peskin

No podemos agotar este tema ya que una oportunidad de enfermar o cambiar.


nos desviaría más hacia la importancia del
Padre como nominador y las vicisitudes de En la entrada en análisis se trataría, se-
este hecho, pero vale la pena mencionar gún los casos, de invocar la subjetividad, pa-
que todo esto tiene un gran valor clínico y ra desestabilizarla en el curso del análisis de
son hitos referenciales para situar al sujeto las neurosis procurando la cura, por vía del
en su inserción significante. Así es como la atravesamiento del fantasma. En la psicosis
asunción identificatoria de ciertos signifi- o en las patologías de ausencia subjetiva se
cantes rectores, que definen lo sexual y per- buscaría dar una oportunidad de crearla, o
manecen de un modo axiomático frente a estabilizarla.
un real del origen irresoluble, son los miste-
rios del nacimiento no tan basados en una
filiación natural de los padres genitores, si- Una viñeta como ejemplo
no como fruto de una inscripción simbólica
que lo legitime. Un texto paradigmático de las vicisitudes po-
sibles de la subjetividad dentro de un univer-
También tenemos que considerar las no- so significante es el cuento “La carta robada”
minaciones y las consecuencias de aceptar- de Poe, que Lacan analiza con minuciosidad
las tanto cuando se logran como cuando en un seminario15, donde estudia con deteni-
fracasan, tomemos por ejemplo a los analis- miento los movimientos de los personajes y la
tas que consiguen o no alcanzar una condi- función de la carta como elemento organiza-
ción como las de precandidato, candidato, dor de toda la dinámica. Así se van iluminado
adherente, titular, didacta y por qué no pre- las posiciones posibles de un sujeto frente a
sidente de una u otra organización. lo real, un real aún no demasiado jerarquiza-
do como registro, pero según la relación que
En Freud tenemos dos ejemplos de presi- se mantuviese con él se evidenciaría más o
dentes; uno, el de Schreber, que evidencia menos la verdad del enigma, verdad que en
el fracaso de la asunción de la presidencia, definitiva sería válida solamente dentro de la
y el otro, el de Wilson, que se caracteriza, lógica de valores en juego. Un rey, una reina,
según Freud, por la desmesura del papel un ministro canalla, un policía necio y un de-
asumido. A estos casos los podemos consi- tective sagaz, Dupin, permiten analizar lo
derar como diferentes vicisitudes de la res- cerca o lejos que se puede estar de algún dis-
puesta subjetiva a los movimientos simbóli- cernimiento, según haya o no capacidad de
co-imaginarios de la aceptación de un cargo pensar lo que se percibe, o un exceso de per-
y los efectos que resultan de la nueva subje- cepción sin ninguna ocasión para la reflexión
tividad que conlleva el manejo de lo real a subjetiva, es decir, la que provee el incons-
partir de ahí. ciente como trasfondo de las escenas en el ca-
En la clínica corriente, el pasaje a la esco- so de un eximio escritor como fue Poe.
laridad, la adolescencia con la definición se- Respecto de las posiciones subjetivas po-
xual, la paternidad y tantos otros reclamos sibles que acabo de describir relataré una
vitales de modificación subjetiva, suelen de- anécdota personal, en cuanto a la cuestión
sencadenar las desestabilizaciones como de llegar a ser analista, que tiene cierta se-

15 Mencionado en el Seminario 2 y otros seminarios, y en Escritos 1: “Seminario sobre la carta robada”.

121
Leonardo Peskin Texturas francesas

mejanza16. Se trata de un suceso vivido co- periencia llamativa, ya que se producía un


mo practicante de una guardia médica, “juego”: ¿quién informa a los parientes la
donde se reiteró una misma escena, que inesperada muerte? Entonces se hacía un
por repetitiva me quedó grabada. sorteo con unos palitos, y el que quedaba
estaba condenado a hacer de “tonto”17, el
Era un hospital donde algunos operados perdedor que tenía que enfrentar a los
que se infectaban severamente hacían ines- parientes para decirles que había muerto
perados shocks sépticos cuando la opera- su ser querido. Luego veremos que la po-
ción parecía haber sido un éxito. En el mo- sición de “tonto” es relativa, y quizás la
mento en que se descompensaban, toda la imbecilidad era de los que se suponían
guardia iba al lugar donde estaba ese en- “vivos”. La cuestión era salir uno a uno
fermo en agonía. Entonces se generaba una con diferentes excusas, para que el último,
misma escena. Algunos iban y se metían a el que perdía, tuviese que explicar la
ver si podían hacer algo concreto tratando muerte del pariente y cargar con el dolor
de salvar al enfermo, pasándole drogas o de los deudos. Esto más o menos se reite-
haciendo maniobras de todo tipo. Otros se ró como hecho.
ubicaban a un costado, abrían una discu-
sión que siempre era la misma, si dejar de Esta descripción es interesante para esa
dar drogas hipertensoras, ya que dismi- definición de que el psicoanalista es el médi-
nuían la vascularización general del orga- co judío que teme a la sangre, ya que la ac-
nismo a consecuencia de lo cual no llega- titud de estos médicos invierte el dicho en
ban los antibióticos, que según aquéllos tanto no temen a la sangre o a los cuerpos
aceleraba la muerte, o en lugar de eso dar sufrientes, pero temen hablar de eso. Descri-
antibióticos en dosis masivas, casi veterina- bo así diferentes posiciones frente a lo temi-
rias, porque tenían la teoría de que con mu- do y lo excluido como real angustiante.
chos antibióticos iban a controlar el cuadro En realidad, en este contexto, lo que da-
sin hipertensores. ba más miedo era transmitir a los parientes
Esto era una discusión al margen, no ha- que el paciente había muerto, porque el
cían nada con el enfermo, y debatían a viva que tenía que decirlo resultaba ser el que
voz al costado. había perdido en el juego de los palitos,
juego diseñado para que lo peor lo hiciese
Otros, los más jóvenes, miraban con el perdedor. Hasta ese momento ahí había
tensión todo lo que iba pasando. Mien- un clima de excitación. La tarea que realiza-
tras, alguno empezaba a decir la vulgar ban se refería a la manipulación del enfer-
expresión que augura la muerte: “Va pi- mo, el debate teórico, incluso los que mira-
diendo pista, va pidiendo pista”, y el en- ban impresionados no estaban muy com-
fermo se moría. Y ahí comenzaba una ex- prometidos, a nivel de angustiarse con la

16 Esto lo expuse en unas Jornadas de Salud Mental organizadas por el servicio de psicoapatología del Hospital Israelita, donde hice
guardias y muchos años después supervisé el equipo de interconsulta.
17 Uso “tonto” como el que no puede pensar dada cierta ausencia de autonomía subjetiva. Lacan se refiere a la debilidad mental co-
mo un caso particular de subjetividad, donde el sujeto flota en el discurso de los padres (del Otro). O como usa el concepto de “im-
bécil” en “La carta robada”: “Es la imbecilidad realista que no se para a cavilar…”

122
Texturas francesas Leonardo Peskin

cuestión. Estaban en una suerte de hiperrea- Se podría calificar el dolor y la muerte


lismo. La angustia se suscitaba en el mo- como reales imposibles. Según cómo se tra-
mento de tener que decirles a los parientes. ten serán soportables o inquietantes, como
Pero una angustia no registrada, sino trata- para esos médicos, pero para cada sujeto
da con sadismo, es decir sin angustia, la an- necesariamente hay un límite, un punto de
gustia estaba puesta en los otros, en el per- “debilidad” que se expresará por las dificul-
dedor y los parientes. La cuestión se reducía tades que podamos considerar para soste-
a un cálculo lúdico cruel de seres que no ner la subjetividad frente a la experiencia,
asumíamos la muerte. sino veremos disociaciones, negación, ma-
nía, crueldad, etc., como las actitudes que
Se había escamoteado que el cuerpo del intentamos caracterizar en esta anécdota.
que se discutía era de alguien, y que lo im-
portante de la muerte es el padecimiento del
moribundo y el dolor de los deudos. Esos
Clínica de ausencia de subjetividad
“médicos” trataban un cuerpo sin alma y eso
los ponía necesariamente en la posición “im- En nuestros días por múltiples razones hay
bécil”, del que por ver de un modo demasia- una pretensión social y seudocientífica de
do realista la situación, no ve lo esencial. abolir las diferencias y singularidades, lo
que lleva a promover algo que ya conocía-
Y esto viene con relación al ser analista. mos pero que se ve incrementado, que son
Yo de eso en ese momento no me daba las presentaciones clínicas que aparecen sin
cuenta, para mí era casi como la anécdota aquella subjetividad para lo cual el psicoa-
de la guardia, y entonces después todos nálisis tiene sus mejores recursos.
charlábamos acerca de qué hay que dar o La adicción como ausencia de dicción
no dar, quién canalizó, quién suturó, quién (de discurso) agrupa la anorexia, la psico-
le hizo el masaje, “la próxima vez déjenme somática, el delito y muchos actos en ge-
a mí.” Se armaba una acalorada conversa- neral, como la bulimia, la drogadependen-
ción. La cuestión de la subjetividad, en el cia, etc. Ésta es una serie que desafía al psi-
sentido más puro del psicoanálisis, no apa- coanálisis ya que presenta formaciones no
recía, sino más bien la alienación en un sis- subjetivas, que serán teorizables como for-
tema que pedía actos concretos, o el simple maciones narcisísticas o impulsiones y com-
hecho de un actuar sin noción. pulsiones, o una serie de alternativas don-
de el inconsciente no tiene oportunidad
Recién años después, cuando vuelvo al
de intervenir como soporte significante de
hospital como analista, lo que empiezo a
un modo directo.
encarar sistemática y únicamente es lo de
los parientes y lo del propio sujeto, como Vemos entonces que la subjetividad que
sufrientes. No me interesa más como analis- aparece en esos casos es fallida o que hay
ta la manipulación concreta de lo real del una presubjetividad, o formas alienadas en
cuerpo, sino el sufrimiento que esto impli- extremo refractarias a cualquier interven-
ca. Hay un giro ético en cuanto al deseo del ción que busque suscitar una transferencia.
analista frente al dolor y a la muerte. Los modelos de las sectas o de la psicología

123
Leonardo Peskin Texturas francesas

de masas como militancias ideológicas, ad- Se ha difundido tanto el uso de la sub-


quieren mayor eficacia a partir de la sofisti- jetividad como lema, que se perdió pers-
cación tecnológica al servicio de un “apara- pectiva. Cabe situar muchas formas de sub-
to”, del Estado o de otros grupos circuns- jetividad no necesariamente saludables, ya
tanciales que caracterizan la base de la lla- que subjetivizar un conflicto no es sufi-
mada globalización. El psicoanálisis está en ciente como para hablar de salida de la
condiciones de estudiar y comprender la neurosis. Además consideremos que se
mayoría de estos fenómenos, pero encuen- puede hablar de subjetividad en la psico-
tra dificultades para poder abordar dichos sis, la perversión y en los fenómenos extre-
casos. Es importante no adoptar una acti- mos de alienación y escisión, en tanto com-
tud diferente a la que siempre se tuvo con prendamos que puede coexistir la subjeti-
relación a los obstáculos clínicos, que Freud vidad con otras categorías no necesaria-
denominó resistencias al psicoanálisis y que mente vinculadas a un inconsciente estruc-
Lacan ubicó del lado de los analistas. Hay turado como un lenguaje.
épocas, lugares mejores y peores para el
abordaje y el pensamiento psicoanalíticos, Esa coexistencia de la subjetividad con
pero esto no debiera invalidar la investiga- otras dimensiones lleva a Lacan a recomen-
ción y el avance aun frente a la adversidad, dar no analizar a un canalla, ya que se vuel-
aunque reconozcamos que no todo es abor- ve necio18, es decir mejora su disposición
dable psicoanalíticamente. La mayor parte subjetiva para ser más canalla. Esto nos lle-
de los hechos que involucran a los humanos varía a temas que exceden el campo de lo
son comprensibles desde el pensamiento que hoy tratamos, pero es necesario aun-
psicoanalítico, aunque en algunos casos no que sea mencionar la vinculación entre la
sea pertinente aplicarlo y menos aun ago- subjetividad y el mal. Recordemos que Han-
tar la comprensión desde este enfoque ex- na Arendt dice de los nazis como Eichmann
clusivamente. o Heinrich Himmler: “… el padre de familia
es el criminal del siglo”, tema que en esta
apretada síntesis dejamos en suspenso.

Conclusión
La subjetividad como concepto atraviesa to-
da la obra lacaniana, y según cómo se lea
también la freudiana. Es posible hacer una
clínica y una nosografía fundamentadas en
la subjetividad, cuando el sujeto es eviden-
ciable y abordable como producciones del
inconsciente, y pensar la dirección de la cu-
ra desde esta perspectiva. Cuando está au-
sente la subjetividad, se debe invocar o pro-
mover para luego pensar en un análisis, o
en su defecto, conformarse con una psico-
terapia.

18 Télévision.

124
Texturas francesas Leonardo Peskin

Bibliografía
S. Freud. Amorrortu Ediciones 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós, 1992.

1900. Capítulo 7 del libro Los sueños. Psicología de los proce- 20. Aún. Paidós, 1981.
sos oníricos. 23. El Sinthoma (inédito).
(1916-17) Conferencias de introducción al psicoanálisis. 18ª
conferencia. La fijación al trauma, lo inconsciente.
Hannah Arendt
1914. Introducción al narcisismo.

1911. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de para- La condición humana. Paidós. 1993.
noia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.
1915. Pulsiones y destinos de pulsión. Lumen, 1999.

1920. Más allá del principio del placer.

1921. Psicología de las masas y análisis del yo. L. Peskin

1923. Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis” y “Teoría de Libro en colaboración. El espesor de la realidad. Historia. Histo-
la libido”. riales. Ediciones Kargieman, 1994.
1923. El yo y el ello. ¿Hay neurosis hoy? Revista de la APA 1992, número internacional.
1930. El malestar en la cultura. La angustia y los sueños. Simposio de APdeBA, 1999, “La inter-
pretación de los sueños 100 años después.”
1938. El presidente Thomas Woodrow Wilson, un estudio psico-
lógico (Freud y William Bullit). Letra Viva. 1973. Del acto “cruel” a la psicopatología de la delincuencia cotidiana.
Revista de la APA. 2000. Nº 7.

“El inconsciente freudiano y el nuestro.” Revista de la Sociedad


J. Lacan
Argentina de Psicoanálisis (SAP), 3, agosto, 2000.
Escritos I. Siglo XXI, 1981. “Seminario sobre la carta robada.” “Conferencia sobre adolescencia”, pre-simposio de niñez y ado-
Escritos II. Siglo XXI, 1985. Autres écrits. Seuil, París, 2001. lescencia, APdeBA, 2001.

“Télévision”. El objeto no es la Cosa. Revista de la APA. 2001.

Seminarios: Mesa redonda: 60 años de la APA. Libro: “60 años del psicoaná-
lisis en Argentina”. APA, 2002.
1. Los escritos técnicos de Freud. Paidós, 1985.
Mesa redonda sobre los fundamentos del psicoanálisis. Revista
2. El yo en la teoría de Freud. Paidós, 1983 de la Asociación Escuela de Psicoterapia. 2002.
3. Las psicosis. Paidós, 1984. Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica. Pai-
dós, 2003.
4. La relación de objeto. Paidós, 1994.

5. Las formaciones del inconsciente. Paidós.

6. El deseo y su interpretación (inédito).

7. La ética del psicoanálisis. Paidós, 1988.

9. La identificación (inédito).

10. La angustia (inédito).

11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Pai-


dós, 1986.

125
Pluralidad
y psicoanálisis

Emilio Roca*

Si cerráis la puerta a todos los errores,


también la verdad quedará afuera.

Rabindranath Tagore

Hubo un tiempo en que sólo estaba el pen- tar que el psicoanálisis, la dinámica psicoana-
samiento de Freud, descubridor del incons- lítica, es la del caso por caso, lo que paradóji-
ciente, aventurero irredente, que no se de- camente nos coloca desde esa singularidad,
tuvo ni retrocedió frente a lo que otros se en el desafío constante del descubrimiento
amilanaron, pero él hizo escuela y así se su- de lo nuevo, lo distinto, lo sorprendente, con-
maron otros pensadores, y con ellos tam- figurando así el campo de la pluralidad.
bién las disidencias. Así surgió Melanie
Klein, así también Lacan (sería interminable Si seguimos atentamente el desarrollo
citar a todos, razón por lo que sólo tomo a conceptual de un pensador, como por ejem-
aquéllos considerados iniciadores de escue- plo Lacan, no tardamos en apreciar con
la). Hoy no podemos desconocer que esos cuánto respeto estudia el pensamiento de
pensamientos interactúan, es imposible los otros, aquéllos de los que se ocupa, res-
pensar un psicoanálisis ignorando las recí- peto para descubrir con dureza, como lo
procas influencias, esto es algo que está en hace en la crítica a la psicología del yo, res-
la calle, en distintas publicaciones, en escue- peto para discutir con dureza, como lo hace
las, hospitales, en el lenguaje popular; en- en la crítica a la psicología del yo, respeto
tonces, ¿cómo resistirnos a aceptar la plura- para usar conceptos como lo hace con Me-
lidad?, ¿cómo negar que cada uno abordó y lanie Klein al valerse de las relaciones de
aportó desde su propia experiencia y deseo objeto, para darles otro alcance conceptual,
a la complejización de nuestra práctica?, respeto con Winnicott al usar el objeto
¿cómo reducir a uno lo irreductible? transicional, etc., y por último, respeto para
con su propio pensamiento, como para, a lo
Estamos en el campo de la pluralidad, que largo de su obra, ir diferenciándose de sí
por otra parte es el correlato de otra plurali- mismo, elaborando nuevas conceptualiza-
dad; la subjetiva; ésa que declaramos al reci- ciones, y en esto mostrándose muy cerca de

* Psicoanalista (APC).

126
Texturas francesas Emilio Roca

Freud. Freud, a quien voy a designar como el ñe a las distintas escuelas, sino que es ya un fe-
primer pluralista en psicoanálisis, no sólo por nómeno observable dentro de las mismas es-
la diversidad de disciplinas en las que fue a cuelas en lo que dio en llamar “capillas”.
abrevar para desarrollar su pensamiento, si-
no porque en él vamos a encontrar varias Ahora, si esta denominación tiene valor,
teorizaciones: primera y segunda tópica, pri- deseamos reconocer a los integrantes de di-
mera y segunda teoría pulsional, primera y chas capillas como feligreses, y esto ya es un
segunda teoría de la angustia, etc., teorías signo de alarma.
que interactúan sin que podamos decir que No podemos negar que aquí también es-
una superó a la otra, o le quitó vigencia. ¿Po- tamos ante un fenómeno de pluralismo; pe-
demos negar en esto pluralidad? ro no del mismo que sirvió para construir la
Partí de uno, Freud, y los autores se fue- teoría psicoanalítica, sino de aquél que co-
ron multiplicando, y con ello los conceptos, mo Babel, amenazaba con su fragmenta-
y por qué no decir los códigos y así una evo- ción. Debemos reconocer que no son mu-
cación, la referencia bíblica de la Torre de chos los intentos para recuperar los muros
Babel, del Génesis: “Todo el mundo era de que distancian las teorías, y considero nece-
un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al sario hacerlo; ponerlas a interactuar, posibi-
desplazarse la humanidad desde Oriente, litar la recuperación de códigos que al
hallaron una vega en el país de Senaar y allí poder compartirse sirvan para saber qué di-
se establecieron. Entonces se dijeron uno a cen los que dicen con lo que dicen. La alar-
otro: ‘Ea, vamos a fabricar ladrillos y cocer- ma a la que me referí, no es la misma que
los al fuego.’ Así el ladrillo les servía de pie- suena mediáticamente a cada instante
dra y el betún de argamasa. Después dije- anunciando la muerte del psicoanálisis, por
ron: ‘Ea, vamos a edificarnos una ciudad y el contrario, a más de cien años de su crea-
una torre con la cúspide en los cielos, y ha- ción, goza de buena salud, hasta se podría
gámonos famosos, por si nos desperdiga- pensar que esta multiplicidad a la que hacía
mos por toda la faz de la Tierra’.” referencia es expresión de eso. Se trata en-
tonces de otra alarma, la de perder las ba-
Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que ses conceptuales, lo que se dio en llamar los
habían edificado los humanos, y dijo Yahvé: conceptos fundamentales, que hacen que el
“He aquí que todos son un pueblo con el mis- psicoanálisis sea tal y no otra cosa, a la vez
mo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. que asumir la posibilidad de que las dife-
Ahora nada de cuanto se propongan les será rentes teorizaciones hagan las veces de
imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allá unas interrogando a las otras, y viceversa,
confundamos su lenguaje de modo que no hacer las veces de lo que acota los desvaríos
entienda cada cual el de su prójimo”. reintentando evitar un todo vale.
Con esta misma cita comienza Carlos Mario Aslan en el citado artículo hace una pro-
Aslan su trabajo “El fundamento común en puesta por demás atendible: “¿Es posible evi-
psicoanálisis: fines y procesos clínicos”. Allí di- tar un destino tanático -también en el senti-
ce que el estado actual del psicoanálisis es el do freudiano- de posibles escisiones, convi-
de una verdadera Babel psicoanalítica; y debe- vencias tipo ‘guerra fría’ o eclecticismos? Tal
mos reconocer que es así; y que esta pérdida como lo veo yo, esa posibilidad pasaría por
del lenguaje compartido, no es algo que ata- transitar por la práctica de los principios, el

127
Emilio Roca Texturas francesas

pluralismo y la tolerancia. El pluralismo de C. Glasman), al decir que “el momento fecun-


marcos referenciales, escuelas o agrupaciones do de una lectura es aquél en que el lector se
ideológicas, no es su mera convivencia bajo el detiene y levanta la cabeza. En ese gesto, en
mismo techo de una sociedad. Es una actitud esa dramatización de la lectura, él encuentra
que depende de una idea filosófico-científica el momento donde algo sucede, donde algo
que sostiene que no hay ciencia terminada, ni acontece. Es allí donde se rompe una conti-
verdades absolutas ni completas, y por lo tanto nuidad, sueño o espejismo entre el lector y el
no existen poseedores de la verdad. El pluralis- texto. En el momento en que hay una distin-
mo en por lo tanto necesario, e implica una ac- ción, hay también el despertar de un pensa-
titud activa, de búsqueda de los otros, de sus miento, levantar la cabeza puede ser literal-
opiniones, pensamientos y teorías. No es, por mente levantar la cabeza”.
lo tanto, una graciosa concesión, ni algo que se
Glasman propone luego que un texto,
otorga. El principio de la tolerancia tampoco
más que leído, debe ser interpretado, ya que
se refiere simplemente a una convivencia to-
“citar sin interpretar es parasitar”. ”Parasitar
lerada y tolerable. Sostiene como punto cen-
el texto”, y sin querer parasitarlo he de citar
tral, la discusión racional y la confrontación
nuevamente a Glasman, ya que expresa e in-
como medio de dirimir, o no, diferencias.” terpreta un pensamiento, lo que quiero
Se me hace claro entonces que hasta transmitir: “En el principio un deseo; en un
aquí, he estado hablando de dos conceptos análisis, en una reunión de analistas y ¿por
diferentes de pluralidad, uno, que parafra- qué no? en una discusión entre analistas, la
seando a Freud, sería meramente descripti- condición, en el sentido fuerte, herético o
vo (el de Babel); y otro, que siguiendo la erótico del término que sostenga y haga po-
sible esta experiencia, esta práctica, este en-
misma tópica, se podría designar como di-
cuentro, es la que podría condensarse en la
námico u operativo; aquél que permite en
proposición: ‘¡Que haya texto!’”.
el interjuego, la creación de nuevas comple-
jidades, útiles para afirmar conceptos y pro- Me voy a permitir agregar “que haya tex-
veer instrumentos, “para destacar qué tos”, en plural, con analistas dispuestos a
aportan de nuevo la obra de Freud y la ex- leer, a leer-interpretar, interpretar-analizar,
periencia del psicoanálisis que de ella se como proponía Freud, evitando quedar co-
desprende”, es decir, lo que Lacan vincula mo Narciso atrapados en la imagen refleja-
con la ética del psicoanálisis. da, es decir, poder sumergirse en la fuente y
salir de ella empapados. No voy a llevar más
Este sentido de pluralidad, que da lugar al
lejos la metáfora, es tiempo de concluir.
interjuego de las distintas teorías, a las mu-
tuas interpelaciones, tomando como ejemplo
la clínica, debe ser preservado del apelativo
descalificante de eclecticismo, o de la idea de Bibliografía
ligereza o liviandad adonde tiende a condu- La Biblia.
círselo; es necesario estar dispuestos a mante-
Aslan, Carlos Mario (APA): “El fundamento común en psicoaná-
ner con los autores, con los pensadores, una
lisis: fines y procesos clínicos.”
relación de respetuosa crítica, que preserve de
la idealización, asistiéndola en la propia posi- Lacan, Jacques: “La ética del psicoanálisis.”
bilidad de pensar; conviene proceder siguien- Glasman, Claudio: “Psicoanálisis, política e interpretación” (Re-
do la propuesta de Roland Barthes (citado por vista Imago. Agenda Nº 66, febrero de 2003).

128
Literatura y psicoanálisis Dossier
Pluralidad incontrolable de discursos
y balbuceo teórico
Hugo Achugar*

La presente versión de este “ensayo in pro- bor teórica y laborar lo ya transitado... Inte-
gress” está motivada por la invitación a co- rrumpo, el párrafo introductorio me está
laborar en la revista de la Asociación Psicoa- llevando a actualizar el ensayo original, el
nalítica de Córdoba. Lamentablemente, no balbuceo inicial, el sueño primero, a pesar
pude elaborar algo especial para responder de haber aprendido que el sueño es inago-
a la invitación, por lo que me tuve que que- table y que, en cada actualización, el relato
dar con la repetición. “Repetir-recordar-ela- del sueño construye otra historia.
borar” es la conocida tríada, en este caso re-
ducida a la compulsiva repetición y sin po-
der introducir el cuarto elemento que pro- Primera parte: ¿Una pluralidad
pone Lacan. Sin embargo, quizás lo único incontrolable de discursos?
posible alrededor de este encuentro siem-
pre fallido entre literatura y psicoanálisis, 1. Situación de enunciación
que “se extiende entre el instante de ver y el
El presente ensayo surge como una respues-
momento de concluir”, haya sido la repeti-
ta a la convocatoria de un encuentro de li-
ción. ¿Cuánto hay de repetición en la actual
teratura comparada. Leyendo dicha convo-
pluralidad de discursos? ¿Cuánto hay de ela-
catoria, encontré algo que me inquietaba y
boración y cuánto de “acto analítico”?
me inquieta. No se trata de que se afirme la
Las preguntas, como siempre, me llevan existencia de una “diversidad de objetos de
al desborde, a la constelación de asociacio- interés” por parte de los investigadores, ni
nes, a la tentación de la reescritura, a preci- tampoco de que se aluda a la actual com-
sar lo dicho y lo no dicho, a la corrección del plejidad de la disciplina, explicada como re-
discurso siempre inacabado, a la compul- sultado de la crisis de las “clasificaciones, las
sión por elaborar, es decir, por elegir la la- jerarquías y los cánones”.

* Profesor de literatura latinoamericana, Uruguay.

131
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier

Lo que me parece más perturbador es el de ser Leonardo da Vinci, ya no puede dar


pasaje de cierre de dicha convocatoria, que cuenta del universo y sus alrededores, ya no
sostiene la “consiguiente inclusión, en el fo- puede vigilar y ordenar la lectura del mun-
co de las investigaciones del área, de una do. No lo acepta y se embarca en descubrir
pluralidad incontrolable de discursos”. Eso una nueva o vieja e ignorada “piedra filoso-
disparó mi imaginación. Me pareció y pare- fal” que le devuelva el macrorrelato, el pa-
ce que apunta a algunos de los temas cen- radigma, la llave mágica con que pensar el
trales de la discusión académica en la que universo. O, por lo menos, que le permita
estamos todos embarcados. Me parece más. comparar a Borges con Chico Buarque, el
Me parece que indica una situación particu- discurso de Madonna con el de Onetti, el de
larmente reveladora del escenario intelec- Mario de Andrade con el de Lezama Lima,
tual de este final de siglo/milenio que esta- la obra de Lygia Clark con la de Silviano
mos tratando de sobrevivir. Santiago, el testimonio de Rigoberta Men-
chú con la narrativa de Antonin Artaud, el
¿Por qué calificar de “incontrolable” la mapa invertido de Torres García con el dis-
pluralidad de discursos que nos ocupan? La curso poscolonialista del presente.
calificación parece sustentada por una rela-
tiva angustia, por un particular malestar in- Soy consciente de que el escenario que
telectual. No se trata de un malestar inédi- acabo de esbozar es, además de irónico, in-
to en la cultura occidental ni en las perife- justo. Sin embargo, dicho escenario debería
rias en que nos encontramos; al mismo o podría ser entendido como un instrumen-
tiempo, destila una suerte de atmósfera to que permitiera pensar. Al mismo tiempo,
apocalíptica, un escenario si no trágico, por la descripción de ese escenario posibilita
lo menos, altamente dramático. imaginar la existencia de otro, que se le
opone y lo contradice.
Un escenario que podría ser visualizado
de la siguiente manera: el investigador del Ese otro escenario que descarta el ante-
presente, hombre o mujer, no puede con- rior, calificable de nostálgico-apocalítptico,
trolar la diversidad que la caja de Pandora podría ser llamado festivo, y si festivo suena
del impulso desconstructor y desjerarquiza- frívolo, quizás podría también ser califica-
dor desató. Frente a ese pandemónium, se do, simplemente, como positivo. Un escena-
siente que los instrumentos son impotentes rio en el que lo que sería la línea o el tono
y se experimenta una fuerte nostalgia por dominante, estaría constituido por el entu-
el antiguo instrumental que se ha ido oxi- siasmo ante la maravilla del esplendor plu-
dando entre los infolios acumulados en la ral. Un escenario en el que la diversidad da-
vasta biblioteca. ría paso a la creatividad y no a la reiteración
del trabajo intelectual.
El investigador no se resigna a esta nue-
va situación en la que sólo puede dar cuen- Es posible pensar que, tanto este último
ta de lo mínimo. No puede aceptar este escenario como el anterior, tienen algo en
nuevo papel en el que sólo puede desarro- común; que “la pluralidad incontrolable de
llar una suerte de microexperiencia del or- discursos”, angustiante para unos, fuente
denamiento. Algo ha ocurrido y ya no pue- de entusiasmo para otros, es una de las po-

132
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar

sibles imágenes que tenemos para describir resolución de la crisis de los paradigmas
el problema planteado por Borges ante la científicos en las ciencias humanas- sería no
experiencia o la visualización del Aleph. plantear el problema en términos de la des-
Aquello que el escritor argentino resume cripción de un conjunto infinito o de una
diciendo: “¿Cómo transmitir a los otros el “pluralidad incontrolable de discursos”.
infinito Aleph, que mi temerosa memoria
apenas abarca?”. Su pregunta es similar a la Quizás, el modo de abordar el problema
que formulamos, en tanto investigadores, no sea conjugar todos los objetos posibles en
ante la creciente multiplicidad de objetos una única disciplina que, como si se tratara
de conocimiento a la que nos enfrentamos. del universo, operara en un campo de cono-
cimiento cuya suerte fuera la expansión per-
Se podría argumentar que, a diferencia manente, o un “Big Bang” sin término. Qui-
de Borges, el conocimiento del investigador zás estamos en una etapa en la que la crisis
se basa en reglas, métodos, teorías genera- debe ser entendida como proceso de trans-
les y particulares, que permiten comprobar formación, diferenciación y crecimiento.
en distintas situaciones y por distintos indivi-
duos, que las “pruebas de laboratorio” o las Quizás, seguimos aferrados a la necesi-
“lecturas crítico-académicas” son válidas, dad de considerar idénticos campo de cono-
por poder realizarse con independencia de cimiento y disciplina.
la subjetividad y de las coyunturas histórico- ¿No será que lo que estamos enfrentan-
sociales. O, dicho de otra manera, se basa en do es un campo de conocimiento y varias
eso que llamamos “disciplinas” y en institu- disciplinas? ¿No será hora de separar, en lu-
ciones científicas o de conocimiento. gar de seguir intentando integrar el todo
Sin embargo, el propio Borges, aun en un bajo un mismo paraguas disciplinario?
texto literario o de creación, plantea con luci- El problema parece consistir, por un la-
dez uno de los problemas, tal vez el funda- do, en el hecho de que quienes nos ocupa-
mental, que enfrenta el investigador: “El pro- mos de estos temas, venimos de los estudios
blema central es irresoluble: la enumeración, literarios o filológicos tradicionales, y con-
siquiera parcial, de un conjunto infinito.” secuentemente necesitamos, o sentimos ne-
cesitar, establecer una línea de continuidad
entre el pasado de nuestra disciplina y el
2. ¿Es irresoluble el problema presente desconcierto.
central?
Por otro lado, me parece que un mejor
Tal como Borges hace el planteo, el proble- modo de describir lo ocurrido sería sostener
ma es irresoluble. Es decir, si la tarea es la que estamos frente al surgimiento de nue-
enumeración o la descripción, siquiera par- vas disciplinas o de disciplinas que, al igual
cial, de un conjunto infinito, se trataría, sin que ha ocurrido en el pasado, vienen de un
lugar a mayores dudas, de un problema saber común y que están en un proceso de
irresoluble. Pero, quizás, lo que habría que diferenciación. En ese sentido, creo que se-
hacer -si no para intentar resolver, siquiera ría prudente preguntar si los objetos de co-
para proponer una vía que nos acercara a la nocimiento que nos ocupan son idénticos o

133
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier

solamente “primos hermanos” o “nietos” de su constitución.


de una misma tradición.
Esto plantea, sin embargo, otro proble-
Las imágenes genealógicas que acabo de ma. Problema heredado del debate intro-
utilizar indican, sin embargo, dónde puede ducido por la revolución, si es que así pode-
estar otro de los aspectos del problema. Es mos describirla, vanguardista; en particular
decir, el problema se vincularía con la ge- por Dada, aunque no sólo por este grupo. Si
nealogía, con la tradición y con la institu- un boleto de ómnibus puede constituir o
ción. ¿Por qué insistir en establecer conti- ser presentado como un poema (Tristán
nuidades, coherencias, tradiciones, historias Tzara), al igual que un urinario puede ser
consecutivas, filiaciones? ¿No será que par- presentado como una pieza escultórica (Du-
te del malestar disciplinario o científico del champ); si el acto artístico o, incluso, si la
presente radica precisamente en ese afán? cultura es equiparable a la performance, a
¿Por qué pensar dentro de las disciplinas tal la vestimenta, al diseño y a otras produccio-
como están o han sido definidas por las ins- nes no estrictamente identificables con “be-
tituciones académicas? Preguntas que, a su llas letras” o con “bellas artes”, entonces no
vez, abren otras posibilidades; por ejemplo, es posible establecer límites1. Y si no pode-
si es posible pensar fuera de nuestra o nues- mos establecer límites el terror de la indife-
tras disciplinas. renciación nos gana. Todo es lo mismo. Los
parámetros de medición se vuelven absur-
Consideremos algunos puntos concretos
dos y hacen patente su arbitrariedad. La to-
de la agenda que nos congrega:
lerancia es la consigna. Todo vale igual.
a) Indiferenciación del objeto de estudio.
Todos son discursos pasibles de ser anali-
La indiferenciación del objeto de estudio zados y comparados. La noción de discurso
apunta a diversos problemas: por un lado, se vuelve entonces central, y de este modo
se trata de una estrategia democratizadora parecería que Dada termina derrotando,
que aspira a eliminar los procesos de distin- históricamente, las nociones fuertemente
ción (Bourdieu), lo que supondría un repo- poéticas del vanguardismo formalista ruso.
sicionamiento por parte del investigador. El tema no refiere, sin embargo, al campo
Reposicionamiento que impediría ejercer de batalla de las poéticas de comienzos del
nuestra labor como un espacio o una activi- siglo XX sino al ámbito del conocimiento2.
dad reproductora de las desigualdades que,
La posibilidad de que todo valga lo mis-
a todo nivel, pautaron la práctica disciplina-
mo es saludable y bienvenida para una pos-
ria de los estudios literarios. Por otro lado,
tura fuertemente democrática y democrati-
lo anterior lleva implícito el rechazo a la
zadora. Pero, si todo vale lo mismo, si el es-
adopción de parámetros valorativos en la
tablecimiento de jerarquías es un acto auto-
constitución del canon literario.
ritario y antidemocrático, ¿cuál es la fun-
Es decir, otra vez, el rechazo a reproducir ción del conocimiento? ¿Es posible y sobre
las desigualdades que los estudios literarios todo deseable un conocimiento que no con-
consagraron en el mismo proceso histórico lleve diferenciaciones y clasificaciones? Bor-

1 O los límites que podemos establecer plantean nuevos y más complejos problemas.
2 No es posible ahora discutir las relaciones entre poéticas y posiciones teóricas del conocimiento.

134
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar

ges, para aludirlo una vez más, hizo trizas el Esto se vincula con otro de los puntos de
sueño y la utopía clasificatoria. la agenda en discusión: el de la ausencia de
criterios válidos para la evaluación/contras-
Mostró su absurda arbitrariedad. Pero,
tación del grado de comparabilidad entre
¿qué sería o en qué consistiría un conoci-
los elementos contrastados.
miento que no estableciera diferencias, que
no comparara? Aun en la eventualidad de b) Nuevamente surgen las preguntas: ¿cri-
que se pudiera comparar como el memorio- terios válidos para quién? ¿Para la discipli-
so Funes, ya que el recordar (el tener en na, para la institución? ¿Los criterios váli-
cuenta) todos los elementos de la realidad dos para la literatura o la cultura compara-
física (o cultural) le impide hacer generali- das son los de las llamadas ciencias históri-
zaciones, le impide pensar. cas, los de la antropología, o nos estamos
refiriendo a otros? ¿la coherencia o la ho-
En lo que vengo argumentando, sin em-
mogeneidad son algunos de esos valores?
bargo, hay un error. La indiferenciación del
Todas estas preguntas, lo sabemos, no son
objeto de estudio y el rechazo a la adopción
de parámetros valorativos no implican la nuevas y han ocupado a todas las llamadas
cancelación del conocimiento. O en todo ciencias humanas y sociales. Pero no se tra-
caso, lo que cancelan es un modo de cono- ta de cuestionar sino de proponer y de
cimiento. ¿Cuál es el conocimiento posible, “construir estrategias argumentativas.”
deseable? ¿En qué consiste ese conocimien-
Nuevamente, el horizonte ideológico es-
to que, sin establecer diferencias en el obje-
tá acotado por la necesidad de construir “un
to de estudio y rechazando los parámetros
territorio teórico-crítico común, capaz de ser
valorativos a los que hemos estado acos-
compartido por todos los investigadores (...)
tumbrados, permite realizar las funciones
empeñados en un objeto particular de estu-
centrales del acto de conocer? Es decir, per-
dio”. De ahí la necesidad de buscar esos “cri-
mite la comparación y la diferenciación sin
que ello implique autoritarismo y desigual- terios válidos para la evaluación del grado
dad, así como permite la formulación de hi- de comparabilidad entre los elementos con-
pótesis y de interpretaciones acerca de lo trastados”. La metáfora que soporta esta ex-
que estudiamos. ¿Es posible tal conocimien- pectativa y su horizonte ideológico es espa-
to? ¿Se trataría de un conocimiento univer- cial; se busca un “territorio” común.
sal? ¿El conocimiento universal escapa al
La preocupación, en este deseo por des-
tiempo, al devenir histórico? ¿La globaliza-
cubrir o fundar un “territorio teórico-crítico
ción financiero-económica y la mundializa-
común”, aparece en un momento histórico
ción del conocimiento son categorías equi-
en el que la propia noción de espacio ha si-
valentes a la de conocimiento universal?
do alterada en la casi totalidad de sus for-
¿Depende el conocimiento de la institu- mas. ¿Acaso este momento no se caracteri-
ción y de la disciplina, pero no del lugar za por la crisis y la reformulación de nocio-
desde donde se habla? ¿Cuál es la finalidad nes como “Estado-nación”, “frontera”,
del conocimiento? ¿Cuál, su legitimidad? “afincamiento”, “espacio real”? ¿Cuál, si
¿Qué buscamos: verdad o ciencia, aun y no, es el sentido de nociones como “cibe-
cuando ésta sea ciencia humana o social? respacio”, “nómada”, “migración”, “flujo”,

135
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier

“bloques regionales”, etc.? Y, todavía más Segunda parte: Sobre el balbuceo


pertinente, ¿cuál el de imágenes como glo- teórico latinoamericano
bal, local y glocal?
1. Las historias locales y
Permítaseme todavía, introducir un par el balbuceo teórico*
de espacios más. Hay un adentro y un afue-
Hace poco comenzaba un ensayo sobre el
ra de la disciplina, un adentro y un afuera
pensamiento de Roberto Fernández Reta-
de la institución, así como hay un sur y un
mar aludiendo a la peripecia del Plan de Sa-
norte que atraviesa todos esos espacios.
neamiento en la ciudad de Montevideo.
¿Cómo interactúa el territorio teórico-críti-
co común a construir con todos esos espa- ¿Por qué comenzar un ensayo sobre la
cios? ¿Será que estoy complicando las cosas obra crítica de Roberto Fernández Retamar
innecesariamente? ¿Será que mi discurso de comienzos de los ’70 y sus implicaciones
expresa “una resistencia a elaborar una re- teóricas, con una referencia a los avatares
flexión crítica capaz de fundamentar con del Plan de Saneamiento III del Departa-
eficacia los estudios comparados”? mento de Montevideo, a finales de la déca-
da de los ‘90? La respuesta tiene que ver
El problema no es que no haya o no ha- con las llamadas “historias locales” y la im-
ya habido teorías o reflexiones que ofrez- portancia de las mismas en la producción de
can fundamentaciones eficaces de los estu- los discursos teóricos vinculados con el o los
dios comparados. En cierto sentido, algu- “latinoamericanismos”. Me interesa lo que
nas versiones del estructuralismo, la semió- señala Walter Mignolo, en relación con los
tica o la semiología, la estética de la recep- cuatro proyectos críticos de superación de
ción, la poética, la sociología del arte y la la modernidad -posmoderno, poscolonial,
cultura, entre muchas otras, han ofrecido posoriental y posoccidental-. La “restitución
sistemas de reflexión o de lectura que, en de las historias locales como productoras de
apariencia y para algunos sectores acadé- conocimientos” o la condición de la lectura
micos, fundamentaban con eficacia los es- desde la periferia en función de “intereses
tudios comparados. El problema es que locales y concretos”, como es obvio, si bien
ninguna logró convertirse en un marco teó- pueden funcionar de igual modo, no nece-
rico universal; y si alguna lo logró fue por sariamente implican que las historias locales
un breve período. En ese sentido, me pare- sean las mismas para todo el mundo, inclu-
ce que la situación es similar a lo que decía, so en los “márgenes” o en las “periferias”.
palabras más palabras menos, el presidente La “historia local” de un sujeto social no es
Lincoln: alguien puede engañar alguna vez la “historia local” de otro, aun cuando am-
a todo el mundo, pero es imposible enga- bos pertenezcan a la misma comunidad; o,
ñar a todo el mundo todo el tiempo. dicho de otra manera, no sólo se produce
en función de una “historia local” sino en
No estamos satisfechos con los modelos función del “posicionamiento” -los “intere-
teóricos sucesivos que hemos visto en los úl- ses locales y concretos”- dentro de dichas
timos treinta o cuarenta años. Ésa es la cri- historias locales. No tienen el mismo posi-
sis en la que estamos. cionamiento los familiares de los desapare-

* Fragmentos de mi ensayo “El balbuceo teórico latinoamericano. Reflexiones a propósito de la obra de Roberto Fernández Retamar”.

136
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar

cidos que los militares, aun cuando todos, miento de un “mercado” teórico latino-es-
de algún modo, tengan la misma “historia tadounidense), así como con la creciente
local” de la dictadura, pues tanto unos co- “anglosajonización” de la reflexión sobre
mo otros tienen diferentes y muy concretos América Latina3.
intereses locales.
Claro está que, además, las dimensiones
El sujeto social piensa o produce cono- temporales de las respectivas “historias lo-
cimiento desde su “historia local”, es decir, cales” no tienen todas la misma duración -
desde el modo en que “lee” o “vive” la la revolución cubana, los “estudios de área”
“historia local” en virtud de sus obsesiones o los “estudios poscoloniales” en la acade-
y del horizonte ideológico en que está si- mia estadounidense y en el resto del “Com-
tuado. Es obvio pero también necesario re- monwealth teórico” y las dictaduras de los
cordar que las “historias locales” o los ‘60 y los ‘70-, y que bien se podría hablar de
“concretos intereses locales” desde los que “historias locales” de corta o larga dura-
Roberto Fernández Retamar, quien esto ción. Entre las últimas se podría señalar la
escribe y muchos otros reflexionamos, no “historia local” de la “conquista”, “inde-
son necesariamente equivalentes. No sólo pendencia”, “occidentalización” o “ingreso
las “historias locales” no son equivalentes al capitalismo” de América Latina. “Pre” o
sino que, como resulta de lo sostenido por “pos”, las “historias locales”, como todo re-
el propio Walter Mignolo, tampoco lo son lato, presuponen héroes y villanos, orígenes
los idiomas. A pesar de validar las “histo- y fines, nudos y conflictos, estrategias y mo-
rias locales” como productoras de conoci- delos narrativos.
miento que desplazan las epistemologías
globales, Mignolo sostiene que “el mo-
mento de enorme energía y producción in- 2. El “balbuceo” teórico y la
telectual de América Latina” (supuesta- “incoherencia” de Calibán
mente los ‘70) “tiende a desdibujarse en la
escena teórica internacional debido a la En The Tempest, de Shakespeare, el discur-
fuerza hegemónica del inglés, como idio- so de Calibán es interpretado por Próspero
ma, y de la discusión en torno al posmo- como “gabble”, es decir, como un “discurso
dernismo y del poscolonialismo, funda- incoherente”; de hecho, la “incoherencia”
mentalmente llevada adelante en inglés”. que Próspero le adjudica a Calibán es, más
El planteo de Mignolo parece sugerir que que la del “balbuceo”4, la del “pavo”, “a
la restitución de las “historias locales” co- thing most brutish” que no sabe hablar.
mo productoras de conocimiento sólo es Próspero ha intentado enseñarle a hablar a
posible en inglés. Lo cual habilitaría a pre- Calibán, pero éste sólo ha aprendido a “ha-
guntar si esa afirmación no tiene que ver blar incoherentemente”, a “decir pavadas”
con “las historias locales” desde donde (gabble), a “balbucear” (babble) como “a
Mignolo reflexiona y escribe (el campus thing most brutish”. En realidad, según
universitario estadounidense y el surgi- Próspero, Calibán sólo ha aprendido a “ha-

3 Al respecto, vale la pena recordar lo señalado por Antonio Cornejo Polar en su (¿póstumo?) ensayo “Mestizaje e hibridez: los riesgos
de las metáforas. Apuntes”, y su cuestionamiento y preocupación ante el crecimiento de la producción sobre América Latina en inglés.
4 Según el Webster Dictionary, “gabble” es “1. Loud or rapid talk without meaning. 2. Inarticulate sounds rapidly uttered, as of fowls”,
y “gabbling” es “rapid, indistinct utterance; babble”.

137
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier

cer ruidos como los pavos”. De “gabble” a culo, e incluye no sólo a “teóricos puros” o
“babble” se pasa del animal al niño, pero la “críticos” latinoamericanos -como Alfonso
idea que comparten ambos términos es la Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Antonio
degradación del discurso, la afirmación de Candido, etc.- sino también, en palabras de
que a Calibán le es imposible “hablar cohe- Fernández Retamar, a “protagonistas de
rentemente”. Calibán no puede hablar co- nuestra literatura” -como Martí, Darío, etc.-
rrectamente el idioma de los conquistado- . Al parecer no es posible o no es aconseja-
res aunque sí pueda maldecir, no puede ela- ble el “tratado o curso sistemático y metó-
borar un discurso mayor y sólo puede mal- dico” sino el “balbuceo” teórico: el ensayo,
decir/decir mal; es decir, elaborar un discur- el artículo y el discurso, o como se argumen-
so de resistencia, un discurso menor. tara recientemente, el “pensamiento” lati-
noamericano. Lo no sistemático y no metó-
El discurso de Calibán -que Próspero cali-
dico es mero balbuceo, nunca discurso “ri-
fica de “gabble”- sería a los oídos hegemó-
gurosamente estructurado”; y por lo mis-
nicos una mala imitación del discurso domi-
mo, el balbuceo pertenece al discurso mino-
nante, una mera “mimicry”. ¿Es esto cierto
ritario. ¿Qué es lo que se establece: una di-
o se trata de un discurso propio de Calibán
ferencia o una descalificación? Posiblemen-
que Próspero no comprende?5 No hay refe-
te ambas: diferencia y descalificación. La ac-
rencia acerca de la lengua original o propia
tividad teórica en América Latina (al menos
de Calibán. No hay registro de la lengua ori-
para José Gaos, según dice Fernández Reta-
ginal de Calibán, la lengua “aborigen” ha
mar) es diferente y también descalificable.
sido borrada, silenciada. La única que per-
manece, la única registrada es la lengua Al discutir la idea de Goethe acerca de la
aprendida. Por lo mismo, lo “mal” aprendi- “literatura universal”, Fernández Retamar
do sólo puede producir “balbuceo”. El esce- hace la siguiente afirmación: las teorías de la
nario de la lengua que diseñó Shakespeare literatura hispanoamericana, pues, no po-
no terminó con The Tempest, sino que se ha drían forjarse trasladándole e imponiéndole
prolongado hasta el presente. en bloque criterios que fueron forjados en
relación a otras literaturas, las literaturas
Lengua aprendida, ahora nuestra lengua,
metropolitanas. Tales criterios, como sabe-
en la que sólo es posible “maldecir”, “decir
mos, han sido propuestos -e introyectados
mal”, “balbucear”, y por lo mismo “lengua
por nosotros- como de validez universal. Pe-
menor”, “discurso menor”. El escenario de la
ro también sabemos que ello, en conjunto,
lengua que diseñó The Tempest se ha pro-
es falso, y no representa sino otra manifesta-
longado hasta el presente. El “balbuceo” de
ción del colonialismo cultural que hemos su-
la lengua menor no puede producir un pen-
frido, y no hemos dejado enteramente de su-
samiento “sistemático” y “metódico”.
frir, como una secuela natural del colonialis-
El discurso teórico latinoamericano no mo político y económico. Frente a esa pseu-
suele presentarse en forma de “tratado o douniversalidad, tenemos que proclamar la
curso sistemático y metódico” sino bajo la simple y necesaria verdad de que una teoría
forma menos rigurosa del ensayo y del artí- de la literatura es la teoría de una literatura.

5 Cabría discutir en esta oportunidad lo planteado por Roberto Schwarz en “Brazilian Culture” a propósito de la copia y la imitación,
pero ello rebasa ampliamente los límites del presente ensayo.

138
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar

La posición de Fernández Retamar es la a esa pseudouniversalidad” proclamando “la


de quien piensa que la “historia local” de- simple y necesaria verdad de que una teoría
termina la producción de conocimientos y de la literatura es la teoría de una literatura.”
teorías. También sostiene que existe la posi- La radicación del discurso teórico literario en
bilidad de “introyectar” teorías producidas “la teoría de una literatura” supone no sólo
en otras historias locales y propuestas como la vigencia de una “historia local” o, de
universales. Universalidad que aparece co- acuerdo a lo planteado por Schwarz, de la
mo “pseudouniversal” y “pseudouniversali- realidad de los proyectos de clase (o de una
dad” que aparece como “secuela natural clase), sino también la proclamación de la
pseudouniversalidad de ciertas propuestas
del colonialismo político y económico”.
teóricas; algo que el feminismo, entre otras
Fernández Retamar va más lejos y sostie- propuestas, ha señalado hasta el cansancio.
ne que el Tercer Mundo, en virtud de su pa- De hecho, supone el cuestionamiento de la
sado colonial, tiene todo en común -como es misma idea de la “mundialización”.
lógico esperar del momento histórico en
Fernández Retamar problematiza la idea
que se encontraban Cuba y la Revolución-,
de una literatura universal al preguntarse:
lo que abre una línea de discusión que no
“¿Existe ya esa literatura universal, esa lite-
seguiremos en esta oportunidad pues supo-
ratura mundial, no como agregado mecáni-
ne la problemática homogeneización del
co, sino como una realidad sistemática?” Al
“Tercer Mundo”. Esta homogeneización del
interrogar la idea de Goethe acerca de una
pasado colonial -muy posiblemente tributa-
“Weltliteratur”, sostiene que la expansión
ria de las necesidades políticas locales de la
capitalista europea había sentado las pre-
Revolución Cubana a mediados de los seten-
misas para una literatura universal, porque
ta- no parece mantener la argumentación
había sentado las premisas para la verdade-
de la determinación que la “historia local”
ra mundialización del mundo. Y agrega:
tendría en la producción de conocimientos.
“Pero esas premisas no podrían ser corona-
En ese sentido, Roberto Schwarz en su ensa-
das dentro del marco capitalista: esa tarea
yo “Cultura brasileña” parecería apuntar a
correspondería precisamente al sistema que
otra argumentación, estableciendo que la
iba a quebrar -por el momento, de modo
variable de clase en las historias locales se
todavía incompleto- ese marco.”
vuelve preponderante a la hora de estable-
cer “originalidades” o imposiciones (copias) Fernández Retamar fundamentaba la im-
coloniales. Lo que, parafraseando tanto a posibilidad de una teoría universal en el he-
Schwarz como a Fernández Retamar, permi- cho de que el mundo todavía no era uno ni
tiría afirmar que un discurso teórico es el en la época de Goethe ni en 1972, cuando él
discurso teórico de una clase; idea que, por escribe su ensayo. Leída hoy, en 1999, luego
otra parte, no hace sino recoger la larga tra- de la caída de la Unión Soviética y en plena
dición del pensamiento marxista6. época de la “globalización económico-fi-
nanciera” o de la “mundialización de la cul-
Pero hay otra dimensión en la observación tura”, la afirmación de Fernández Retamar
o en la afirmación de Fernández Retamar acerca de un futuro en que el mundo fuera
acerca de la necesidad de reaccionar “frente socialista, parece pensamiento deseoso.

6 No cabe en esta oportunidad entrar en la discusión clase versus etnia, género, etc.

139
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier

Sin entrar a discutir el tema más general los márgenes del mundo capitalista.
de la eventual “globalización” o “mundiali-
zación” que, como sostiene Appadurai, en Una vez más, el problema parece estar en-
muchos casos es apenas sinónimo de “nor- tre Calibán y Próspero, entre hablar o no ha-
teamericanización”, “japonización”, etc., blar, pensar o no pensar. Spivak ha sostenido
parecería necesario recordar que junto con o que el subalterno no puede hablar y que en el
como una parte indispensable de esos proce- momento de hablar abandona o deja de estar
sos “globales”, se dan también procesos “lo- en la situación de subalterno. Homi Bhabha y
Luce Irigaray han planteado, con distintas im-
cales” o de “localización”. El término “glo-
plicaciones y desde distintos posicionamien-
cal” es, al respecto, sumamente elocuente.
tos, que lo único que les queda a ciertos suje-
Lo anterior, sin embargo, no resuelve la tos “marginales” o “híbridos” es la “imita-
cuestión acerca de la posibilidad de un dis- ción” (mimicry)7. ¿Pueden teorizar los bárba-
curso teórico o científico válido de modo ros latinoamericanos, pueden hablar o sólo
universal. Por otra parte, la cuestión de un pueden balbucear? Hablar distinto era ser
discurso global o de un discurso local supo- bárbaro; literalmente, “balbucear”. ¿Hay una
ne además la cuestión del sujeto. A no ser sola forma de teorizar? ¿Es posible plantearse
que, dadas la actual relación de fuerzas y la el “balbuceo teórico” como una descripción
localización del poder hegemónico en el del discurso teórico latinoamericano? ¿O, in-
ámbito económico y militar, se entienda que cluso, como una descripción del discurso teó-
la producción de conocimientos sólo pueda rico no euro-estadounidense, o más aun co-
estar radicada en el Hemisferio Norte y, mo el discurso no Commonwealth teórico?
principalmente, en los EE.UU., y que los úni- ¿Es el “balbuceo teórico” una categoría de
cos sujetos capaces de producir conocimien- análisis válida, pertinente y productiva? ¿O es
tos sean aquéllos que están en el Norte aun apenas una caracterización equivalente a bár-
cuando originariamente hayan nacido en baro o barbarie, con la que se descalifica todo
América Latina, India, Pakistán, Australia o, discurso que no siga las reglas de producción
por qué no, en países “menores” de Europa. establecidas desde el lugar del saber hegemó-
nico o que aspira a la hegemonía? Es decir,
Pero aun en el eventual caso de que el lu- ¿en qué medida los que no teorizan como
gar del saber sea identificado con o sea de- “yo” son bárbaros que no saben hablar grie-
cidido por los nuevos Prósperos de la acade- go o, lo que sería lo mismo, apenas “balbu-
mia estadounidense o del Commonwealth cean”, pues no teorizan dentro mi sistema?
teórico, la universalidad del discurso teórico ¿En qué medida quienes no producen su co-
parece seguir siendo problemática, al menos nocimiento siguiendo las reglas discursivas y
en el campo de las ciencias humanas. Para “teóricas” del “centro” o de las “universida-
Fernández Retamar, el problema de la uni- des del Hemisferio Norte” son bárbaros que
versalidad pasa por la discusión del tema de sólo pueden balbucear? ¿Quiénes determi-
Occidente. Así, para él, Occidente y occiden- nan que un discurso es “balbuceo”, el sujeto
talismo son categorías que pertenecen a la que habla o el que escucha?8 ¿Es posible, pa-
dicotomía orden burgués/socialismo. De he- rafraseando libremente lo planteado por De-
cho, Fernández Retamar reclama el derecho leuze, pensar en un “uso menor” de la teoría?
al discurso teórico de quienes pertenecen a ¿Es posible pensar “uso menor” y “balbuceo

7 No podemos en este momento discutir en profundidad lo planteado por Bhabha e Irigaray, pero sería productivo confrontarlo con lo
argumentado por Roberto Schwarz al respecto.

140
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar

teórico” como categorías positivas o al menos revuelta de los pueblos sin historia”, se pre-
válidas? ¿La crítica cultural y el “ensayismo” o guntaba y se respondía Cioran. El eventual
el pensamiento latinoamericanos son balbu- optimismo que podría ser leído como inspi-
ceos teóricos carentes de validez por no regir- rador de ese pasaje sorprende en un pensa-
se con los parámetros académicos del pensa- dor poco dado al pensamiento “feliz” o utó-
miento “escolar” -en el doble sentido de la pico. La respuesta, aunque de apariencia
palabra- del Commonwealth teórico y de los simple y directa, plantea varios problemas.
jardines de la academia? ¿Cuáles son esos pueblos sin historia? ¿Qué
significa no tener historia? ¿Los que viven al
¿No está ocurriendo en el diálogo entre
margen de la historia en el sentido occiden-
latinoamericanistas del Norte y del Sur, algo
tal; es decir, fuera del “tiempo histórico occi-
similar a lo que ocurría en el diálogo entre
dental”, o los que viven dentro de la historia
Próspero y Calibán? ¿No sigue ocurriendo
de Occidente pero en una posición marginal
hoy, cuando desde el prosperiano discurso
o subordinada y por lo tanto con “una histo-
del Commonwealth teórico del poscolonia-
ria invisible”? Será que los que no tienen his-
lismo anglosajón o desde ciertas posiciones
toria o tienen una historia invisible son los
del “latino-norteamericanismo” se escucha
que no pueden hablar y sólo “balbucean”.
el “gabbling” latinoamericano?
¿Estoy proponiendo el balbuceo teórico
Planteado de otro modo, ¿cómo se rela-
latinoamericano como un territorio teórico
ciona todo esto con el problema de la “teo-
crítico común, como una vía de solución al
ría” en relación con América Latina?
desafío de la reconfiguración teórico-crítica?

¿Qué quiere decir eso? ¿Qué solución


Apuntes finales ofrece? No lo sé. Aunque más honesto, es-
peranzador y seguramente utópico -pala-
Supongo que es legítimo reformular la últi- bra devaluada en este fin de siglo- sería de-
ma pregunta en los siguientes términos: cir: no lo sé, todavía.
¿cuáles son los temas políticos en la agenda
de los académicos latinoamericanos? Y en re- Setiembre de 1999.
lación con el diálogo entre diferentes partici-
pantes, o lo que en otros contextos se ha lla-
mado la “esfera pública internacional”, ca-
bría preguntarse si las agendas del Norte y
del Sur son las mismas. Así como también có-
mo funcionan las relaciones de poder y quién
o quiénes constituyen el sujeto trascendental
en el discurso académico.

¿Cómo leer el presente, que es una forma


de leer el pasado y de construir el futuro?
¿Desde dónde leer el futuro? ¿El futuro de
quién o quiénes? “¿Cuál será el futuro? La

8 “Gregor, in Kafka’s ‘Metamorphosis’, warbles more than he speaks, but this again is according to the testimony of others” (Deleuze).

141

También podría gustarte