Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Docta00 A PDF
Docta00 A PDF
Publicación semestral de la
Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Sociedad componente de la
Federación Psicoanalítica de América
Latina y de la Asociación
Psicoanalítica Internacional
Comité editor Año 1 Número 0
Primavera 2003
Mariano Horenstein
Director Redacción y administración APC:
Independencia 1091
Victoria Cané Córdoba – República Argentina
Elizabeth Chapuy de Rodríguez Telefax: (++54) (351) 4697186
Eduardo Kopelman E- mail: apcba@arnet.com.ar
Silvia Tulián
Correspondencia a:
revistadocta@yahoo.com.ar
Secretaría administrativa: Las opiniones de los autores de los artículos
Norma Arroyo son de su exclusiva responsabilidad y no
María Fontanetti reflejan necesariamente las de los editores
de la publicación.
Se autoriza la reproducción citando la fuente.
Editoriales 7
Texturas freudianas
Transformaciones en las teorías psicoanalíticas / Ricardo Avenburg 17
Acerca de las ideas del joven Freud / José Luis Valls 23
Texturas inglesas
El poder de las teorías / Ricardo Bernardi 45
El “o”mbligo del sueño y el infinito “o”bjeto del conocimiento analítico
(“y toda la vida es sueño...”) / E. T. de Bianchedi, E. Chapuy, A.
Hefesse, B. K. de Kakov, D. Nuesch 67
Algunas notas acerca del coraje para analizar/se / Clara Nemas 73
El rol de la “impensabilidad” en los individuos y en los grupos
implicados en situaciones extremas / Riccardo Romano 81
Texturas francesas
De identidades y fronteras / A. Finola, M. López Vinuesa, A.
Reznichenco 91
La interpretación en psicoanálisis / Daniel Rodríguez 96
Sostener la apuesta / Oscar Paulucci 105
El sujeto para el psicoanálisis / Leonardo Peskin 110
Pluralidad y psicoanálisis / Emilio Roca 126
Índice
Duelo y melancolía en la traducción (la travesía imposible hacia la
equivalencia) / Susana Romano-Sued 184
Palabras cruzadas
Jean Allouch: “Las trifulcas teóricas exhiben salvajismo” 199
Silvia Bleichmar: “Prefiero la diversidad con riqueza a la unificación
aplanada” 205
Elizabeth Tabak de Bianchedi: “Los límites del intercambio son los
grupos o las instituciones fanáticas” 210
Contextos
Tiempos difíciles / B. Gallo, N. Chena, G. Gianello, N. Peralta, L. Tavip 217
Argentina, cambalache y omertà / Grupo Sygma 222
Algunas observaciones sobre la guerra, el pacifismo y el
fundamentalismo contemporáneos / Alberto C. Cabral 233
Lecturas
El psicoanálisis frente al pensamiento único. Historia de
una crisis singular / Soler, Colette; Soler, Louis; Adam,
Jacques y Silvestre, Daniele 275
Clinica psicoanalitica y neogénesis / Silvia Bleichmar 276
Psicoanálisis como literatura y terapia / Antonino Ferro 279
Índice
Docta
Ochenta y cinco años atrás, desde este mediterráneo rincón del sur del plane-
ta, un grupo de universitarios lanzaba su proclama reformista, aseverando en-
tonces: “Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país con una vergüen-
za menos y una libertad más.”
En esta primavera del año dos mil tres, en este rincón del planeta cada vez
más alejado del mar y cada vez más cercano al sur, queremos recuperar los es-
tandartes de aquel pensamiento libre y crítico, queremos también rebelarnos
contra los vestigios “monárquicos y monásticos” que, como en aquel entonces
en la universidad, hoy han querido concebir el psicoanálisis en términos de igle-
sia o realeza, de secta o corporación.
Pretendemos que Docta sea un espacio abierto al pensamiento plural, libre
en la medida de lo posible de artículos de fe y fidelidades ciegas que oscurez-
can nuestra posibilidad de pensar.
Tanto como nos nutrimos en las corrientes fundamentales del pensamiento
analítico, propiciaremos que esta publicación colabore en el desarrollo y la di-
fusión de ideas novedosas y críticas arraigadas en lo local, ajenas a la repetición
de lo generado en las metrópolis habitualmente productoras de conocimiento.
Trabajaremos para que este espacio sea fértil para la puesta en juego de las
diferencias, en un debate en que los autores den cuenta de las razones que sos-
tienen su práctica. Ello exigirá tanto respeto entre las personas como fervor en
la discusión de las ideas.
7
Respetaremos más la autoridad de los principios que los principios de autori-
dad, incompatibles con las consecuencias del descubrimiento del inconsciente.
Siendo un vehículo y un incentivo a la expresión de las ideas de los integran-
tes de la APC, Docta estará abierta a pensadores originales o contribuciones crí-
ticas más allá de las fronteras institucionales, siempre y cuando aporten a la dis-
cusión y a la política editorial desde el respeto y la creatividad.
Rescataremos el pionero espíritu freudiano de considerar el psicoanálisis co-
mo una disciplina del campo de la cultura, en constante intercambio con artes
o ciencias que no hacen más que enriquecer la práctica clínica en la que nos em-
peñamos cotidianamente.
Pensamos que, en un momento histórico en que los agoreros vaticinan la
muerte del psicoanálisis en cada oportunidad que se les presenta, embarcarnos
en una nueva empresa editorial representa una apuesta por el futuro de nues-
tra disciplina, confiando en que compartiremos con el lector -desde esta Cór-
doba que hoy nuevamente se redime- la máxima que Freud recogiera de los
marinos de la liga hanseática: navegar es necesario, vivir no lo es.
El Comité Editor.
8
Docta, el librepensador y el psicoanálisis en plural
1 E. Taro Hecglen en “Pensamiento crítico vs. pensamiento único”. Le Monde Diplomatique, Ed. Temas de Debate,
Madrid, 1998.
9
rágine cotidiana que tiende a normalizar, a generalizar. Para un psicoanalista,
cada caso, cada intervención, cada momento de cada cura son únicos, y es esta
originalidad la que dificulta las formulaciones generales en psicoanálisis. Aho-
ra bien, si el apelativo general -como opuesto al de particular- no es propicio
a nuestra praxis, no sucede lo mismo con otra de las contrapartidas de la pala-
bra singular. Psicoanálisis se escribe igual en singular y en plural, pero elegimos
-y apostamos aquí nuestro deseo- conjugarlo en plural.
Pluralidad en psicoanálisis no significa eclecticismo en psicoanálisis, donde
se apela a la indefinición como resguardo frente a las diferencias, donde la mo-
dorra intelectual se disfraza de amplitud de criterio. Pluralidad no significa ecu-
menismo, pues no apuntamos a ninguna ilusoria unificación ni mucho menos
consideramos como religiosa nuestra causa. Pluralidad en psicoanálisis implica
reconocer la existencia del otro, implica hacer palanca en la diferencia inexpug-
nable para obligarnos a dar cuenta de nuestra práctica y pedir cuentas a la del
otro. Implica reconocer que, epistemológicamente, estamos lejos -y quizás no
sea tan indeseable esa distancia- del grado de avances y unificación doctrinaria
que han alcanzado otras disciplinas, y que coexisten diferentes maneras de
aprehender y pilotear la clínica psicoanalítica, diferentes formas de concebir la
agrupación y la formación de los analistas, diferentes estilos de ser analista
dentro de cada grupo.
Pluralidad en psicoanálisis no significa renunciar a tomar posiciones teórico-
clínicas y a ser consecuentes con las mismas. Pero sí implica asumir la posibili-
dad de un encuentro con otros, aun sabiendo que éste cabalgará sobre un fun-
damental desencuentro.
Los artículos doctrinarios que se encolumnan -siempre hay alguna arbitra-
riedad en la búsqueda de un orden interno- bajo las rúbricas de Freud, Lacan o
Klein y los post-kleinianos han sido denominados texturas, textos hilados con
hebras de diferente origen teórico, para que cada lector ingrese por la puerta
que quiera al espacio de lectura de Docta.
Del lado de Freud, reeditamos en este número una ponencia de Ricardo
Avenburg acerca de las transformaciones en las teorías analíticas. Publicamos
además, como un adelanto que se hace en exclusiva a través de nuestras pági-
nas, la introducción del próximo libro de José Luis Valls sobre psicoanálisis y
modernidad. En el preámbulo devenido artículo aquí, Valls reflexiona sobre el
10
joven Freud y su “Proyecto”, arrojando un guante que pensamos dará lugar a
respuestas entusiastas por parte de quienes estén dispuestos a recogerlo.
Desde la tradición de la escuela inglesa de psicoanálisis, Clara Nemas nos
acerca, en un trabajo inédito, sus ideas acerca del coraje que ha de asistir a los
participantes de la aventura analítica para que ésta sea digna de tal nombre.
Elizabeth Tabak de Bianchedi, junto a Elizabeth Chapuy et al., trabajan, tam-
bién de manera inédita, sobre “O”, concepto de raigambre bioniana, a través
de la clínica y la literatura. Allí aventuramos una invitación a profundizar los
caminos paralelos o cruces de teorías, entre “O”, el ombligo del sueño freudia-
no, aquí aludido, y lo Real lacaniano, maneras diferentes y coherentes dentro
de sistemas de pensamiento específicos, de aludir a algo que puede encontrar
al menos algún punto de contacto. Publicamos también por primera vez en es-
pañol un trabajo de Riccardo Romano, analista italiano que ha tomado de su
práctica en tierras de la Mafia, en Sicilia, los elementos para formular un nue-
vo supuesto básico, el de omertà, para comprender nuevos aspectos de la vida
mental de los grupos humanos. Finalmente, decidimos reeditar un clásico tra-
bajo de Ricardo Bernardi, “El poder de las teorías”, que excede el marco de es-
ta sección al proponerse investigar el papel de los determinantes paradigmáti-
cos de las diferentes teorías en la aprehensión analítica.
Hay una serie de trabajos construidos bajo la orientación del pensamiento
de Lacan, todos inéditos. Desde Córdoba, Emilio Roca nos habla tanto de la ne-
cesidad como de los riesgos del pluralismo en psicoanálisis; Mario López Vinue-
sa, Abraham Reznichenco y Alfredo Finola discuten -desde una institución y
una publicación pertenecientes a la IPA- sobre los límites y preconceptos exis-
tentes acerca de las prácticas lacanianas en la misma IPA, en un verdadero ejer-
cicio de librepensamiento. Desde Buenos Aires, Oscar Paulucci invita a sostener
la apuesta analítica a partir de darle lugar al deseo, de cuyo sujeto nos habla
Leonardo Peskin en otro trabajo. Por su parte, Daniel Rodríguez presenta un
fresco artículo acerca de la interpretación en psicoanálisis, instrumento desti-
nado a “producir olas” más que a inducir comprensión en el analizante. Segu-
ramente estos trabajos funcionarán también en ese sentido, cuestionando las
maneras tradicionales de pensar la clínica y la teoría analíticas, revisitando las
verdades supuestamente atemporales para revelar su prosaica historicidad.
Presentamos también un dossier: Literatura y psicoanálisis, y en ese or-
11
den. Más que el intento de aplicar el psicoanálisis a la literatura, quisimos
aprender de ésta, siguiendo la tradición de pensadores que, como Freud, Lacan
y Winnicott, reconocieron la ventaja con que siempre corren los escritores fren-
te a los analistas, a la hora de descubrir los meandros del alma humana. De es-
to tratan -entre otras cosas- una formidable conferencia de Ricardo Piglia cuyo
texto publicamos, “Los sujetos trágicos”, artículos como el de Marcos Aguinis
sobre las influencias literarias en Freud, y otros de destacados escritores y ana-
listas (Hugo Achugar, Susana Romano-Sued, Miriam di Gerónimo, Jorge Casti-
llo, Gloria Gitaroff) que pasan revista a Borges y a Cortázar, a Joyce y a Duras
-entre otros escritores-, en ese difícil nudo que conforman en su intersección el
psicoanálisis y la literatura. La literatura funciona también como un espejo fres-
co donde mirarnos cuando la repetición de consignas y contraseñas de perte-
nencia muchas veces nos adormece. No nos despegamos aquí ni un ápice de la
artesanía clínica, sino que retomamos el espíritu freudiano y humanista, que
muchas veces la “profesionalización” del psicoanálisis nos hace perder de vista.
12
En la sección denominada Contextos, abrimos un espacio a la reflexión de los analistas
sobre las circunstancias sociales donde se desenvuelve nuestra práctica, deber insoslayable,
al menos en los tiempos y en el lugar del mundo en que nos ha tocado vivir. El grupo Syg-
ma trabaja, atravesando fronteras geográficas, sobre el tango Cambalache y la ley de la
“omertà” en relación a la Argentina. Por su parte, un grupo de analistas conformado por
Beatriz Gallo, Noemí Chena, Liliana Tavip, Niris Peralta y Griselda Gianello, estudia la crisis
desatada en nuestro país a la luz de conceptos de Freud y Bion. Luego, Alberto Cabral tra-
baja sobre la guerra, el pacifismo y el fundamentalismo.
Finalmente, Lecturas, una sección que reseña publicaciones psicoanalíticas preservando
la debida subjetividad en el comentario, que en esta oportunidad recae sobre textos de Sil-
via Bleichmar, Antonino Ferro y Colette Soler et al.
El número de Docta que el eventual lector tiene entre manos no es homogéneo, está te-
jido en telares diferentes, con hilos de diferente espesor y textura, y en esta urdimbre re-
vela a la vez su virtud y defecto. Invitamos al lector, a quien imaginamos -lo decíamos- un
librepensador, a sumarse a la travesía editorial que hoy emprendemos.
Mariano Horenstein.
13
Texturas Freudianas
Transformaciones en las
teorías psicoanalíticas
Ricardo Avenburg*
¿La teoría o las teorías psicoanalíticas? En nálisis original? Los puntos de vista tópico y
sus comienzos se postuló al psicoanálisis co- estructural dentro de la misma obra de
mo una teoría, en principio unitaria; apar- Freud, ¿son dos teorías diferentes? ¿Hay
tamientos de esta teoría dejaban de ser pa- una teoría tópica y otra estructural? Ésta es,
ra Freud, psicoanálisis. Pero la misma teoría desde mi modo de ver, una distinción artifi-
psicoanalítica fue sufriendo transformacio- cial: los sistemas correspondientes a la así
nes dentro de la misma obra de Freud, cosa llamada teoría tópica son también estructu-
que no puede dejar de darse en cualquier ras, así como las así llamadas estructuras
teoría que se mantenga viva. Esta vitalidad (yo, superyó y ello) de la llamada teoría es-
hace que la teoría se vaya complejizando tructural son también lugares dentro de lo
progresivamente, desarrollando nuevas di- que Freud conceptualizó como espacio psí-
ferencias dentro del mismo cuerpo teórico, quico. Por otra parte, no son concepciones
y es natural que estas diferencias se vayan excluyentes, ya que la “teoría estructural”
desplegando en nuevas teorías derivadas comprende dentro de sí a los sistemas Prec.
de este cuerpo teórico original. El problema e Inc. (desde mi punto de vista, lo que Freud
aparece cuando estas nuevas teorías entran llamó sistema Cc. deja de ser sistema para
en contradicción con el cuerpo original, pu- pasar a ser una función del yo). En otras pa-
diendo o no interactuar con este último labras, son diferentes niveles de conceptua-
(que fue el primero). lización que se integran dentro de una mis-
ma teoría. Lo mismo sucede con los instin-
El cuadro del psicoanálisis es, hoy, poli- tos; se habla de una primera y una segunda
morfo; el título de este artículo es correcto: teoría de los instintos. Ambas son dualistas:
las teorías. ¿Qué relación tienen las diversas el instinto de autoconservación en interac-
teorías que hoy se despliegan con el psicoa- ción con el instinto sexual en la supuesta
* Psicoanalista (APdeBA).
17
Ricardo Avenburg Texturas freudianas
primera teoría, y de vida y muerte en la se- en contextos diferentes de sus obras. Por eso
gunda. Pero entiendo yo, la segunda no ex- sugiero a mis alumnos, en la lectura de un
cluye a la primera; y si bien en este tema texto, que traten primero de entender el
Freud es menos explícito que en el de es- sentido de cada término (por ejemplo repre-
tructura o tópica, en ningún momento que- sión, libido, etc., y en particular todo lo que
da dicho (si mi memoria no me engaña) que se acompañe del adjetivo “primario”) en
la primera teoría no es válida: los instintos función del contexto específico en el que es-
de autoconservación y sexuales dejan de ser tá incluido y que no traten, de entrada, de
primarios, pero su interacción, que puede explicarlo en función de una supuesta defini-
ser entendida como la dialéctica entre la ción general; es a partir de los diferentes (o
parte (la autoconservación del individuo) y no diferentes) sentidos que se extrae de los
el todo (la presencia de la especie en la se- diferentes contextos que cada cual armará
xualidad) queda subsumida y derivando de su propia concepción de ese término. En
otra dialéctica que aquí aparece como pri- otras palabras, cada analista se arma su pro-
maria, la de la vida y la muerte, la del ser y pio Freud. Pero por supuesto, si bien Freud
el no ser biológico. creó el psicoanálisis, no es el único analista, y,
como dije antes, cada analista se crea su pro-
Pero aquí entra la posibilidad de otras pio Freud y cada discípulo de ese analista ex-
interpretaciones: que lo que yo veo como trae de su maestro una síntesis que le es par-
una teoría (la de Freud) que desde sus con- ticular. De este modo los diferentes psicoa-
tradicciones se supera a sí misma constitu- nálisis se multiplican al infinito y cada analis-
yéndose en una nueva síntesis más abarca- ta tiene, en última instancia, su propia teoría
tiva, sea vista por otro psicoanalista como armada en función de sus propias series com-
una teoría contradictoria que se resuelve en plementarias? De estas infinitas teorías, ¿hay
diferentes teorías. Y este otro psicoanalista un universal que se llama psicoanálisis? No
tendrá, de la obra de Freud, y posiblemen- sé, pero entre las transformaciones que su-
te también del psicoanálisis, una teoría di- frió el psicoanálisis, una de ellas es la de ha-
ferente a la mía (me imagino también la berse transformado de un valor de uso en un
cantidad de objeciones que ya se me esta- valor de cambio que hoy se cotiza en la bol-
rán planteando por mi traducir el término sa junto a otros valores de cambio: psiquia-
“Trieb” por instinto); de este modo se pue- tría biológica, cognitivismo, teoría sistémica,
den multiplicar las teorías psicoanalíticas y neurociencias, etc. De ahí que se hace nece-
si bien es discutible si la obra de Freud cons- sario, en función del mercado, poner todas
tituye o no un todo, creo que es indiscutible las teorías que se dicen psicoanalíticas en el
que el psicoanálisis hoy no constituye un to- mismo paquete. Pero dudo mucho que todo
do coherente (me parece que esto pasa en lo que se llama psicoanálisis sea algo en últi-
todas las ciencias humanas). ma instancia unitario.
Pero volvamos a la obra de Freud: cada Por lo pronto cada término usado por un
término que Freud usa en su teoría tiene, autor, al igual que cada término usado por
por lo común, más de un sentido, está im- Freud, no puede ser referido a un significa-
pregnado de una polisemia que deriva de su do general sino que, en principio, ha de ser
uso, o sea del lugar que muchas veces ocupa entendido en función del pensamiento de
18
Texturas freudianas Ricardo Avenburg
ese autor; no creo que haya una metapsico- Más aun, creo que hace mucho que no la
logía psicoanalítica en general, tampoco escucho en las reuniones psicoanalíticas: en
una psicopatología. Pero ¿no es común a to- vez de represión se escucha hablar mucho de
dos los psicoanalistas la concepción de un escisión o splitting, proyección, identificación
psiquismo inconsciente? Es común y creo proyectiva, etc. Puede ser que estos términos
que casi universal en los psicoanalistas el uso expresen, para los autores que los usan, con
del término “inconsciente”. Pero, cuando mayor precisión o con mayor profundidad
hablamos de inconsciente, ¿todos decimos que el término de represión, aquellos meca-
lo mismo? ¿Es el mismo inconsciente el de nismos de defensa (creo que este término se
Lacan, el de Klein, el de Hartmann? Por otra usa un poco más) que quieren describir, pero
parte, el concepto de inconsciente no es es- no son lo mismo que la represión. Cuando
pecífico del psicoanálisis, su utilización es Freud describió en el fetichismo una escisión
muy anterior a Freud. En “Psicología de las en el yo, dijo no estar seguro de si estaba des-
masas”, Freud, refiriéndose a la utilización cribiendo el mismo proceso de represión o es-
del término de inconsciente por Le Bon, di- taba diciendo algo nuevo, pero de todos mo-
ce que el de Le Bon es un concepto diferen- dos el concepto de represión no quedó pues-
te del usado por el psicoanálisis, puesto que to de lado en el resto de la obra de Freud. Es-
cuando los psicoanalistas hablamos de in- ta casi desaparición de un concepto que
consciente (o por lo menos cuando Freud Freud consideró como esencial al psicoanáli-
hablaba de inconsciente) se refería a lo in- sis, ¿es compatible con que se siga usando el
consciente reprimido, o sea al inconsciente término psicoanálisis en este caso?
dinámico además del meramente descripti-
vo. Creo que todos los psicoanalistas estaría- Ante la dificultad de definir al psicoaná-
mos de acuerdo con esto, aunque habitual- lisis a nivel conceptual se tendió progresiva-
mente no se usa la palabra “dinámico” (a mente a definirlo en función de considera-
partir de aquí me muevo con lo que es mi ciones formales: número de sesiones sema-
contacto personal con las teorías psicoanalí- nales, uso del diván, duración del trata-
ticas, de lo que oigo o no oigo hablar, y no miento. A partir de aquí se establecen nor-
he hecho un estudio sistemático de las diver- mas que, alejándose cada vez más de los
sas corrientes teóricas por lo que, en estas contenidos específicos, van dividiendo en
apreciaciones, seguramente peco de subjeti- dogmas, y el psicoanálisis se va convirtiendo
vidad, pero espero que dichas apreciaciones poco a poco en una religión: es más impor-
tengan el mérito de llamar la atención acer- tante cumplir con los preceptos analíticos
ca de las cuestiones tratadas). Si bien el tér- que el bienestar del analizando, y las nor-
mino “conflicto” (en el que se afirma la mas que devinieron dogmas confluyen en
perspectiva dinámica) sigue en pie, creo que un sistema de mandatos y tabúes que hacen
es usado más en un sentido descriptivo que que el analista se vea cada vez más constre-
conceptual, y la palabra represión jamás la ñido en su libertad de acción, ya que todo
escucho usar para definir la cualidad especi- aquello que se desvíe de dichas normas es
fica del inconsciente sobre el que, según considerado un “acting-out”. Desaparece el
Freud, trabaja esencialmente el psicoanálisis concepto de represión y aparece el de “ac-
(y, según yo, más específicamente en las psi- ting-out”: todo ha de ser desplegado en la
coneurosis de transferencia). transferencia (dicho en su sentido más ge-
19
Ricardo Avenburg Texturas freudianas
neral e inespecífico) y en forma verbal, de cionario Appleton). El uso del término “ac-
lo contrario es un “acting-in”. No sólo el ting-out” en psicoanálisis implica, creo yo,
analista es constreñido en su acción, también un acto impulsivo realizado fuera de la se-
lo es el analizando. Junto a “acting-out” sión analítica. No veo por qué “insight” no
aparece otro término: “insight”. Ninguno de podría traducirse por “toma de conciencia”,
estos dos términos fue acuñado por Freud y consecuencia del proceso de hacer precons-
realmente no sé dónde se originaron; segu- ciente lo inconsciente, o sea, consecuencia
ramente es ignorancia mía de la que no me del levantamiento de la represión: este pro-
vanaglorio, pero estoy seguro de que esta ig- ceso que aquí describo y que restituye al
norancia es compartida por muchos. Y me término represión es bloqueado y oscureci-
llevó años darme cuenta de esta ignorancia: do por la intromisión contrabandeada del
el “insight” es lo esencial del proceso psi- término inglés (por otra parte, usar un tér-
coanalítico. Así me lo enseñaron y yo no lo mino extranjero siempre queda bien) “in-
puse en duda. No me pasa lo mismo con sight”. “Acting-out” ni siquiera en inglés
otros términos que vienen con su sello de expresa lo que se quiere expresar en el cam-
fábrica, y tengo la impresión de que “in- po psicoanalítico, lo que tampoco es muy
sight” y “acting-out” entraron de contra- claro conceptualmente: es algo que pasa
bando en el psicoanálisis y entraron así, di- fuera de la sesión, tiene carácter impulsivo
rectamente sin traducción. ¿Por qué no se y no queda especificado si es una repetición
los traduce? En todo caso debería justificar- transferencial, expresión del retorno de lo
se (me refiero en ciencia, no en el uso colo- reprimido que se despliega en el afuera o es
quial de un idioma) su uso sin traducción, o otro tipo de impulso. Es, en principio, ac-
bien castellanizarlo, en el caso de que no tuar algo que debería ser verbalizado, pero
existiere un término equivalente en espa- no es clara la referencia psicopatológica a
ñol; pero para “Verdrängung” o para “Be- este actuar, es algo que en general se lo re-
setzung”, aunque no haya términos en es- laciona con la psicopatía, cuadro para mí no
pañol que expresen los diferentes sentidos claramente definido (no es una categoría
de cada uno de estos términos en alemán, psicopatológica que yo use): por todo esto
se ha usado “represión” e “investidura” (o me resulta difícil encontrar la traducción
“carga” o “catexis”) respectivamente. Tal adecuada (por otra parte no la necesito
vez “visión interior” o “intelección” no ex- porque tampoco me es útil el concepto de
presen el sentido que fue adquiriendo “in- “acting-out”). En todo caso, a aquéllos que
sight” (en el Diccionario Appleton dice bajo consideran la utilidad de la inclusión de es-
“insight”: “discernimiento, perspicacia; pe- te término, creo que el buscar la palabra es-
netración; comprensión; conocimiento, pañola adecuada ayudaría a comprenderlo
idea; percepción de la naturaleza interior con más precisión y, si no existe esta pala-
de una cosa”), descriptivo del momento en bra, que se justifique conceptualmente la
que el analizando cae en la cuenta del sen- inclusión del anglicismo.
tido del síntoma, acto, etc. “Acting-out” es
la traducción inglesa del término “agie- La represión tiene como objetivo que una
ren”, que usó Freud para referirse a la repe- determinada representación se haga pre-
tición en la transferencia. “To act out”: “re- consciente, de modo que no pueda hacerse
presentar dramática o teatralmente” (Dic- consciente; pero el objetivo final de la repre-
20
Texturas freudianas Ricardo Avenburg
sión es que una representación, más específi- Supongo que la referencia a la magnitud
camente, un deseo, no se haga consciente del yo, que depende del sentimiento que se
para que no pueda hacerse efectivo en la ac- tiene de sí mismo y ese sí mismo (Self), al no
ción. La represión atenta contra la acción es- considerar el carácter complejo del yo, deja
pecífica productora de aquella modificación de lado el hecho de que una parte del yo,
del mundo exterior adecuada a la realiza- aquélla que está incluida en el conflicto neu-
ción de ese deseo especifico. El psicoanálisis rótico, queda excluida de este sentimiento,
en su esencia tiene como meta posibilitar la aunque este sentimiento tenga que ver con
concienciación de los propios deseos para el conflicto neurótico y la presencia de un in-
que, en vez de ser reprimidos, puedan ser ju- consciente reprimido. Cuando se habla del sí
dicados por el yo con miras a su satisfacción mismo (Self) no se tiene, por lo tanto, en
efectiva en la medida en que la realidad y la cuenta ni la dinámica psíquica ni la estructu-
propia ética del yo lo permitan. El de la ac- ra que resulta de dicha dinámica. No estoy
ción específica es otro concepto que ha de- diciendo que necesariamente aquellos auto-
saparecido de las teorías analíticas en gene- res que hablan predominantemente del Self
ral, aunque, a decir verdad, Freud lo usó más (¿y por qué no del “sí mismo”?) dejen de la-
al comienzo de su obra, en sus trabajos pre- do la complejidad de la estructura psíquica;
psicoanalíticos, que ulteriormente, cuando por otra parte hablan del “Self” autores de
priorizó el hacer Prec. lo Inc. orientaciones diferentes y no quisiera meter
a todos en un paquete, pero la utilización de
Desaparece “represión” y aparece “in- este concepto marca una tendencia a excluir
sight”, desaparece “acción especifica modifi- este enfrentamiento en el sí mismo que se
cadora de la realidad” y se cuela el concepto produce a partir del sí mismo, cuando lo que
de “acting-out”: quede estigmatizada la ac- es placer para un sí mismo deviene displacer
ción y jerarquizada la mirada interior en la para otro sí mismo, de modo que este segun-
inmovilidad del diván. Analista y analizando do sí mismo deja de considerar al primer sí
encontrados en un sistema de dogmas que mismo como perteneciendo a sí mismo y lo
vienen de algún lado, no se sabe de dónde trata como a otro impersonal: no soy yo, es
(lo mismo que los “standards” -otra vez en ello. Dicho sea de paso: me parece que el tér-
inglés- del análisis didáctico), y al que todos mino “ello” casi no se escucha en los traba-
debemos someternos. Reprimimos el con- jos psicoanalíticos contemporáneos: si esto
cepto de represión y la represión se yergue fuera así, ¿es porque es un concepto supera-
omnipotente en la práctica del psicoanálisis. do o un concepto reprimido?
El uso del concepto de “Self”: dice Freud Por supuesto, los problemas que veo se
en “Introducción al narcisismo” (Zur Einfüh- presentan a lo largo del desarrollo de las
rung des Nerzissmus. Freud. Gesammelte teorías psicoanalíticas deberían ser estudia-
Werke. S. Fischer Verlag - Tomo X, pág. 165. dos en cada uno de los desarrollos teóricos
Traducción mía): “Ante todo el sentimiento específicos.
del sí mismo (Selbst=Self) se nos aparece co-
mo expresión de la magnitud del yo, cuya No me cabe duda de que a lo largo del
complejidad no entra ulteriormente en con- tiempo el psicoanálisis se enriqueció con
sideración.” aperturas en la clínica: análisis de niños, de
21
Ricardo Avenburg Texturas freudianas
22
Acerca de las ideas del joven Freud
Adelanto del libro “Metapsicología y
modernidad (El ‘Proyecto’ freudiano)”
Carta a Wilhelm Fliess, fechada en Viena el 13/2/1896. Dos meses después de haber termina-
do el manuscrito del Proyecto de psicología (1895-1950).
¿Por qué Freud, la modernidad, el Proyecto, más lejana. Después porque el discurso freu-
hoy, a principios del siglo XXI? diano, si bien no contó con algunos de los
desarrollos del pensamiento y la ciencia des-
Primero porque para el autor de este li-
de mediados de siglo para aquí, también es
bro el pensamiento freudiano en sí sigue
cierto que no fueron tomadas en cuenta, de
siendo actual pese a haber sido escrito con
manera suficiente al menos y a la luz de
el despertar del siglo XX, Freud no tiene la
aquellos desarrollos, elucubraciones y descu-
culpa de haber sido un adelantado para su
brimientos freudianos por ese mismo pensa-
época, en doble sentido: en su forma de
miento y esa misma ciencia, que bien pue-
pensar y en el contenido de su pensamiento.
den hoy servir para dar cuenta de problemá-
Por otro lado por la profundidad con la que
son tratados los temas en este texto que ticas actuales no demasiado resueltas aún.
después no tocó más en el resto de su obra Además, porque si bien Freud fue un repre-
(o se extravió lo por él escrito), como el de la sentante de esa modernidad, de esa ideali-
atención y el pensamiento, por nombrar al- zación del concepto de ciencia, de ese some-
gunos. También porque si bien el texto de timiento a la razón como al más complejo
Freud sobre el que fundamentalmente tra- de los logros humanos, nunca consideró que
baja este libro lleva el nombre de Proyecto, esta razón se lograba por el solo hecho de
pienso que se puede considerar a toda la nacer perteneciendo a esa especie, más bien
obra freudiana un proyecto que se va des- diría que dedicó su vida a demostrar que no,
plegando a medida que aquélla es escrita; se que no es así. Freud fue un crítico de la ra-
esboza ahí una idea de un hombre mejor, in- zón cartesiana y kantiana, de la razón como
dividual y socialmente. Por eso hoy, en épo- la concebía la modernidad, pero no de la ra-
cas en las que esta posibilidad se ve cada vez zón. Criticó duramente a la “razón oficial”
* Psicoanalista (APA).
23
José Luis Valls Texturas freudianas
en todo caso, a la razón de una conciencia criterio anatómico-fisiológico por cierto, si-
desconocedora de los propios deseos incons- no significacional-histórico, por así decir. En
cientes, de las propias pulsiones. Enjuició a es- otras palabras: inventó el psicoanálisis. Diría
ta cultura basada en la represión-desalojo in- que con ello lo hizo con una de las discipli-
consciente y su producto: el desconocimiento nas científicas que nacieron con el siglo XX y
de la base pulsional humana inserta en su que fueron más importantes en él. Por eso y
psiquismo y la ignorancia de la relación ínti- por mucho más, desde luego, principalmen-
ma de éste con lo biológico y lo social. te por su manera de hacerlo, por la rigurosi-
dad metódica, la seriedad de su obra, es que
Voy a hacer una salvedad, a lo largo del creo que vale la pena, entonces, volver a es-
libro decidí traducir así: como represión- tas bases de la teoría con dos miradas: una,
desalojo al concepto clásico de represión, la inocente y si se quiere ingenua que sim-
mi intención es la de que de esta manera plemente busca aprender de ella, y otra, con
quede más manifiesto el sentido que le qui- todo el caudal de conocimientos adquiridos
so dar Freud al concepto de Verdrängung, a posteriori en el resto de su misma obra es-
que es el de desalojar una representación crita, para poder reentender esas ideas en
de la conciencia, en otras palabras, desco- bruto del joven Freud y con ello volver a ela-
nocerla. No lo es en cambio el de prohibir, borar los desarrollos posteriores inclusive.
que puede estar subrepticiamente implícito
La metapsicología es el aspecto teórico
dentro del de represión cuando éste está
del psicoanálisis. Es una “psicología” que
solo, pues lo prohibido puede ser pensado,
nos “conduce tras la conciencia”. Es una psi-
lo reprimido-desalojado no. Pienso que las cología que nos traslada hacia y luego toma
dos palabras unidas recién expresan en como centro de su estudio al inconsciente,
nuestro idioma lo que Freud pretendió de- de éste parte luego para estudiar su mane-
cir en el suyo. Con ellas estoy en claro que ra de influenciar sobre los fenómenos de la
sacrifico en parte la estética en aras de la conducta y la conciencia del ser humano. En
claridad, pero tenga en cuenta el lector que otras palabras, es la razón (en el sentido
lo hago a sabiendas, elijo. El problema es más general de reflexión, de pensamiento,
que a los fines de la posibilidad de pensar, que es como va a ser tomada a lo largo del
entonces, no es lo mismo desalojar-reprimir texto), el logos humano, intentando dar
que prohibir, y de eso se trata: del pensa- cuenta de su propio origen “irracional” (vis-
miento, de la posibilidad de pensar. to así desde una conciencia desconocedora
de sus bases, en realidad pertenece a una
Sigamos: Freud pretendió fortalecer esa lógica diferente y desconocida por aquélla),
razón debilitada en su propia base por esa en primer lugar reconociendo esta raíz no
represión-desalojo sobre la que se apoyó la racional, afectiva, sexual infantil (que fun-
cultura. Propuso conocer al hombre en su ciona por fuera de la lógica formal pertene-
totalidad, no únicamente en su apariencia, ciente a esa razón) como existente aun en
en su historia de formación y no sólo en su el presente de cada persona, aunque nacida
resultado final, quiso conocer su funciona- en su pasado infantil, en segundo lugar
miento psíquico desde sus bases más pro- pretendiendo volver razón a lo hasta ahora
fundas. Lo de “profundidad” no es en él un inconsciente, engrosando así las filas yoicas
24
Texturas freudianas José Luis Valls
25
José Luis Valls Texturas freudianas
ello poder manejarlas con la ratio, por así zón oficial como fallas de la conducta huma-
decir, o por lo menos con una mayor posibi- na a las que esa razón no les encuentra mo-
lidad de elección yoica del camino a seguir tivo. Así resultan los casos de los síntomas
al incluir a lo reprimido-desalojado y a lo re- neuróticos, las psicosis, los sueños y demás,
presor-desalojador dentro de las variables los que entonces son vistos como errores, fa-
posibles, con mayor conocimiento y con llas y hasta algunas “enfermedades menta-
más libertad por lo tanto, del yo precons- les” (en realidad, en eso parcialmente el yo
ciente para elegir sus destinos. oficial preconsciente acierta, lo que no sabe
es que son cosas propias no reconocidas por
Freud piensa que en la base de nuestra
él como propias, están condenadas a un des-
cultura se encuentra la sofocación pulsional,
tierro muy particular del que pueden retor-
o mejor dicho, que la cultura se edifica sobre
nar merced a los errores de la represión-de-
esa sofocación. Se produce así, la paradoja
salojo. Sobre la posibilidad de éxito de esa
de que para poder dar forma a la razón,
queda fuera de la conciencia, dejado de la- represión-desalojo, sobre ese desconoci-
do como no conocido, lo llamado irracional miento de uno mismo, entonces, estaría
o gran parte de ello al menos (aquello rela- apoyado esto que conocemos como razón
cionado con lo pulsional que en el momen- en un aparato psíquico así escindido y de tal
to edípico toma características incestuosas y manera constituido). El creador del psicoa-
por eso parricidas y que no alcanza a ser su- nálisis propone atacar directamente esta ba-
blimado), por lo que podríamos llamar a és- se y modificar las cosas, no acepta lo “fun-
ta la “razón oficial”. Eso reprimido-desaloja- dante” de la represión-desalojo en el apara-
do no es más que el camino por el que se lle- to psíquico así como así; en realidad el he-
gó a la actual razón, camino olvidado en cho de la represión-desalojo es lo que él des-
gran parte como resultado de los propios su- cubre, pero no por eso debe aceptarla, está
cesos con los semejantes en esa historia muy lejos de eso. Sí reconoce que en parte
acaecidos, por lo que quedaron ocultos en existe esa “fundación” (es nada menos que
ese camino los significados más íntimos e in- su descubridor, decíamos), pero no por ello
dividuales (caminos por donde nació el indi- la da como dada, como natural, es para él
viduo singular por lo tanto) de lo actual, lle- un hecho histórico-social en la vida de cada
gándose de esta forma a esta razón tapado- individuo. Lo lamenta entonces y pretende
ra de su propia historia, por lo que en reali- rectificar, pues esta represión-desalojo “pri-
dad es manejada por esa historia. Lo que se maria”, fundadora del cambio de afecto res-
busca es recuperar esa historia, esa verdad pecto de lo que originariamente es placen-
histórica, reencontrar así el significado his- tero tornándolo asqueroso, vergonzante,
tórico y por ello individual de la razón ac- inmoral o angustiante, es también por ello
tual, para que así ésta pueda volver a ser desconocedora como propio de aquello que
dueña de su propio discurso. Lo de aquella ahora siente como asqueroso, vergonzante,
forma reprimido-desalojado pugna sin em- inmoral o angustiante, eso fundador de pa-
bargo por retornar, cosa que a veces consi- tología y con ello de sufrimiento para el ser
gue merced a las fallas de la represión-desa- de la cultura. Esto, el psicoanálisis lo preten-
lojo. Estos retornos que escapan al entendi- de “curar” volviendo al camino de la ver-
miento racional común son vistos por esa ra- dad, buscando incluir aquello irracional del
26
Texturas freudianas José Luis Valls
27
José Luis Valls Texturas freudianas
dicciones no existan, quiere decir que se de- intento de entenderlas de una manera de-
be intentar resolverlas, deben funcionar co- terminada, mostrar sus contradicciones apa-
mo acicate para el pensamiento, en ese ca- rentes buscando su resolución e intentando
mino se inscribe este libro. Durante el deve- crear a partir de ellas. Existen ocasiones en
nir dinámico del pensar surgen constante- que determinados autores psicoanalíticos se
mente dudas, antinomias a resolver, tesis y manifiestan respecto de tal tema pensando
antítesis buscando una síntesis, es muy de según un lineamiento teórico y respecto de
desear que eso ocurra, indica movimiento, tal otro tema siguiendo una línea de pensa-
creatividad, proceso. No obstante, no se pue- miento diferente. El tema del psicoanálisis
de mantener opiniones opuestas en forma es muy intrincado, y por eso lo incompleto
paralela como si hubiera diferentes carriles de la teoría para explicarlo invita y hasta
para el pensar. El psicoanálisis no es materia obliga en ocasiones a ello. Pero la libertad
opinable alegremente, cada opinión debe para pensar no debe ser tomada como para-
ser coherente con toda una teoría basada en digma para entonces volverse contradicto-
hechos clínicos. Probablemente digo esto rio, es libertad para pensar, pero este pensar
porque muchas de las discusiones psicoanalí- debe ser coherente. Al descubrimiento freu-
ticas que he presenciado me han parecido diano del funcionamiento del proceso pri-
eso: opiniones no muy fundamentadas que mario no lo debemos utilizar como permiso
en muchos casos se daban de patadas con para funcionar según sus leyes, sino conocer
postulados básicos de la teoría, mas no reba- el funcionamiento de éstas para poder tras-
tiéndolos por fundamentos más completos, ladar sus contenidos al proceso secundario
sino porque sí nomás. A eso yo lo llamo dog- en la búsqueda permanente de la verdad,
matismo (en el sentido de un saber autorita- dentro de lo que queda incluida la no con-
rio, no de un racionalismo puro), no en cam- tradicción. Obvio. En el punto en que apare-
bio a la lectura sistemática y rigurosa de la cen contradicciones no hay que cejar hasta
obra freudiana, como corresponde a cual- conseguir resolverlas, insisto, pienso que así
quier rama del saber, lo que sí nos servirá, debe ser en todos los hechos de la vida, ha-
entre otras cosas, para adquirir las armas que ce a una ética, mucho más en una teoría que
nos sirvan para pensar más allá de Freud, pa- pretende ser científica. Si ocurre lo contrario
ra no volver atrás, al pensamiento anterior a nos encontramos ante lo que Freud llamó
él, creyéndonos que vamos hacia adelante. escisiones en el yo. No estoy en una cruzada
contra éstas tampoco, pero espero que que-
Mi tarea será así: partiré del trabajo teó- de clara mi opinión de que no las creo pre-
rico freudiano sobre el que me apoyaré, cisamente el paradigma de la búsqueda de
profundizándolo, entendiendo por profun- la verdad. Cuando la coherencia metapsico-
dizar al encontrar más y más vinculaciones lógica es sólida, en cambio, debe tolerar los
con otros textos del mismo Freud y en algu- embates del avance de la complejidad y no
nos casos de otros autores, a lo que agrega- perder ante ella ninguna pata de su mesa.
ré ocurrencias obtenidas de mi propia expe- Pese a todo entonces, a lo difícil, casi diría
riencia clínica. Los textos de Freud también imposible, de encontrarla de manera defini-
me dan un ordenamiento para pensar, de tiva, quiero dejar bien en claro que todavía
manera que espero este trabajo no sea un creo en la verdad, su búsqueda es la luz que
simple intento de resumir sus ideas sino un ilumina mi camino esperanzado.
28
Texturas freudianas José Luis Valls
Por otro lado no me parece que se de- habla en sus diferentes países sino en el sig-
ban tomar como punto de partida del pen- nificado de los conceptos vertidos, no en el
samiento las teorías filosóficas dominantes cómo hablamos sino en el qué hablamos.
en un determinado momento de la historia En parte esto quizá no nos debería preocu-
(aunque de alguna manera esto esté implí- par pues hace a la riqueza del pensamiento,
cito en cualquier aventura del pensamien- pero en parte sí, pues éste puede perder va-
to, lo reconozco, pero uno se puede mover lidez y ser fragmento de una crisis de dis-
más o menos libremente, especialmente si persión, teórica por lo menos. Quizá una so-
tiene cierto conocimiento de ellas, tenemos lución se las podamos sí copiar a la filosofía
el principal ejemplo de esto en el mismo o a los filósofos, mas manteniendo nuestra
Freud) y adaptar la teoría psicoanalítica a autonomía como disciplina diferente, me
ellas como si fueran la verdad en cuestión, refiero a citar al autor de cualquier manera
el punto de partida y el de llegada, tenien- de entender cierto concepto, que por lo
do en algunos casos que estirar la teoría, que vemos suele ser bastante diferente se-
como si fuera de goma, sometida a los pos- gún las diversas líneas de pensamiento (las
tulados de una determinada ideología filo- que tienen sus distintos autores, por lo que
sófica, por más actual que ella sea. No es propongo citarlos cada vez que se lo hace
ésa la postura freudiana, al menos. El psi- con un concepto, por ejemplo: disociación,
coanálisis freudiano trató de ser una nueva según Melanie Klein, o escisión del yo, se-
ciencia, y si bien como toda ciencia tuvo sus gún Freud) dentro mismo del psicoanálisis.
basamentos filosóficos, creo que se inde- Las diferencias conceptuales me resultan
pendizó lo suficiente de ellos para ser una absolutamente válidas, desde el momento
teoría autónoma del psiquismo, una nueva que considero al psicoanálisis una nueva
manera de estudiarlo, a la que se puede disciplina científica, con objeto de estudio y
agregar otras ideas siempre que no le ha- método de investigación diferentes, habría
gan perder coherencia o la desarmen dema- que explicitarlas nomás, en eso los filósofos
siado hasta desvirtuarla. Menos todavía se nos pueden enseñar mucho.
puede hacer alegremente cambios en sus
conceptos básicos utilizando nombres per- Propongo entonces volver a los orígenes
tenecientes a conceptos anteriores. Eso me freudianos para recordar de dónde veni-
suena a algo así como vaciamiento signifi- mos, y retrabajar sobre ellos, elaborarlos.
cacional. Tampoco el hecho contrario. No se No me preocupa la época, el momento en
puede así nomás llamar a lo que ya tenía que las cosas fueron dichas, sino si éstas me
nombre con un cambio de carátula, sobre convencen. Considero que lo convincente
todo si en este “nuevo nombramiento” no está en el camino de la verdad aunque, co-
queda lo suficientemente claro cuál es el mo señalara Nietzsche, no sea ella.
paso adelante que se da al adoptarlo. Todo
este tipo de cosas han pasado, continúan Mi posición es por lo tanto una forma,
pasando y a veces han producido y produ- como cualquier otra, de ubicarme en este
cen el raro hecho de que los psicoanalistas atolladero teórico. Las crisis en general me
no se entiendan entre sí, como si la dificul- enriquecieron, y si ésta es una crisis de la
tad no estuviera sólo en la lengua que se teoría, también espero sacar provecho de
29
José Luis Valls Texturas freudianas
ella. Quizá suene extraño, incluso hasta re- La metapsicología freudiana nació así en
trógrado, este tipo de afirmaciones en el epistolario de Freud a Fliess, principalmen-
nuestra época aparentemente dominada te en ese escrito de “megalomanía teórica”
por lo que tampoco ni todos los científicos al decir de André Green (supongo que mara-
ni todos los filósofos aceptan como existen- villado por la capacidad de síntesis y concep-
te siquiera, me refiero a lo llamado por al- tualización que hace el joven Freud en ese
gunos post-modernidad (me refiero a ella texto no destinado a la publicación), que se
como escuela filosófica, no como nombre dio en llamarlo el Proyecto, pero también en
de un momento social), pero como sí coin- algunos “manuscritos” y cartas, incluso en
cido con algunos aspectos del pensamiento las primeras publicaciones. Voy a intentar re-
hegeliano (dicho sea de paso pertenecien- visarla siguiendo la rigurosidad científica
te a fines del siglo XVIII y principios del XIX aprendida de Freud, adquirida por él en su
y en gran parte todavía vigente, me refiero formación y en las clases con Brücke y con
en especial a la dialéctica, en eso me mani- Charcot y con algo de su profundidad filosó-
fiesto moderno), pienso que toda síntesis fica estudiada con Brentano. Intentaré ob-
debe incluir dentro de sí a las tesis y antíte- viamente poner algo de su creatividad y li-
bertad de pensamiento, partiendo de sus
sis que la precedieron. Por lo tanto el pen-
textos, por lo menos en la manera de enten-
samiento post-moderno debe incluir al mo-
derlos y articularlos entre sí, éstos me servi-
derno dentro de sí, si es que es una nueva
rán algunas veces de pretexto para acercar
síntesis, aunque según yo lo veo me parece
mis propias reflexiones, de las que no puedo
en todo caso una nueva antítesis o una ne-
echarle la culpa a Freud, obviamente, y las
gación, pese a que no esté muy claro en
que asumo absolutamente intentando sus-
qué consiste (no veo negación de negación,
tentarlas en las bases más sólidas que estén a
síntesis), más allá de mostrar de manera
mi alcance. Luego de la lectura del Proyecto
cruda las contradicciones de la razón mo-
comprendí mucho más la complejidad del
derna. Por eso vuelvo a traer el pensamien- pensamiento freudiano, asimismo me llené
to freudiano elaborado por mi persona pa- de nuevas preguntas que antes no me había
ra que quizá éste sirva como aporte para hecho, espero que este libro sirva asimismo
un nivel de negación de la negación en el como invitación al lector a navegar en el
devenir del pensamiento en general y por “mar freudiano”. Sin el edificio teórico, el
supuesto, psicoanalítico, del que sus prime- psicoanálisis es nada, un método psicotera-
ros pasos, qué duda cabe, son la base funda- péutico más, una de las “terapias alternati-
mental. Después de todo, el descubrimiento vas”, una técnica que no se diferencia dema-
y estudio sistemático del inconsciente hecho siado de la “sugestión” contra la que lucha-
por Freud todavía no sabemos si ubicarlo ba Freud. Pero esto no es así. El psicoanálisis
dentro de la modernidad o como verdadero tiene su propia teoría, hasta podríamos decir
superador de ella, desde luego es una pro- que es una teoría, su acción se sustenta en
testa (diferente de la crítica kantiana) ante ella, de esa teoría abrevaron la mayoría de
el poder de la “razón” cartesiana, pero, des- las otras “teorías” psicológicas a hurtadillas
de luego, no es solamente una protesta, co- en la noche, para luego llegar en algunos ca-
mo sí me suena la posición post-moderna. sos a desestimarla. Pienso que de ninguna
30
Texturas freudianas José Luis Valls
manera se puede proceder así, menos en ma- reciera que es el que ha predominado en Ar-
teria científica. No se puede ignorar una teo- gentina en los últimos años, aunque de esos
ría de la coherencia, amplitud y solidez de la exagerados predominios intelectuales (co-
freudiana o decir alegremente que fue supe- mo el kleiniano en su tiempo) tenemos ma-
rada por el paso del tiempo o porque haya los recuerdos los argentinos. También quizá
mermado últimamente en algo la clientela por eso mismo sea el que más confusiones
de los psicoanalistas (esto más producto de conceptuales generó, tal vez por su famosa
hechos político-económicos, incluso dentro “vuelta a Freud” desde el estructuralismo y
del movimiento psicoanalítico mismo, que post-estructuralismo francés y la lingüística,
por hechos científicos, para mi gusto). A esos los que pienso podrían resultar interesantes
esfuerzos del pensamiento humano se los aportes. Sin embargo el resultado más direc-
debe cuanto menos intentar rebatir, por es- to es la confusión que se generó en el signi-
to, aquello o por lo otro; a su vez este reba- ficado de los conceptos, a los que gracias a
tir tendría que ser demostrado, bien que aquélla les fueron subvertidos sus valores en
dentro del terreno de demostración posible aras de una presunta “actualización”, o me-
en estos temas, o por lo menos expuesto en jor dicho de una “otra lectura”, que a veces
una lógica más abarcativa, que pueda incluir transforma al psicoanálisis en algo así como
con la coherencia debida nuevas problemáti- un estudio de las neurosis actuales y no de
cas dentro de su desarrollo teórico, superan- las psiconeurosis históricas. Esta metáfora
do e incluyendo en él a la “doctrina” freu- sea dicha en términos freudianos estrictos y
diana. A esos esfuerzos habría que rebatirlos basada por ejemplo en el hecho de que a
con argumentos psicológicos que los supe- partir del estructuralismo se pueda pensar
ren, que expliquen con fundamentos mejo- cosas como que el significado del síntoma
res y más coherentes los fenómenos psíqui- está en la estructura socio-psíquica actual,
cos, normales y anormales. Esto no lo he vis- por así decir, y no en la historia del sujeto
to, o lo que he visto ha sido pobre, pequeño, ¿La estructura psíquica no se genera en la
teorías edificadas en un edificio con planta historia acaso? ¿No es producto de un pro-
baja y una ventanita sola o dos, en otras pa- ceso, histórico-social-individual? ¿O es natu-
labras: reduccionistas. Los desarrollos teóri- ral? A su vez, ¿la biología no interviene pa-
cos más complejos suelen tomar su compleji- ra nada en ella? ¿Por qué está fuera del
dad prestada de otros lados, pero ninguna se tiempo? ¿Es esto último una petición de
acerca en algo a lo múltiple y variado, intrin- principios? Si lo es, pareciera proveniente de
cado y coherente, sólido y a su vez abierto, un dogmatismo autoritario y fundamental-
de la construcción teórica freudiana. mente erróneo (¿hay algo fuera del tiempo?
¿Tenemos acaso un nuevo Dios?), en espe-
Asimismo, en algunos casos pareciera cial si lo que se pretende es explicar todo
que algunas corrientes psicoanalíticas usan con la estructura. A lo sumo ésta puede ser
el pensamiento psicoanalítico como enri- un agregado interesante, pero ¿por qué ti-
quecedor de otros saberes, más que como rar la historia a la basura? ¿Qué hacemos
hacía Freud, para “arrimar agua para su mo- con ella? ¿Decimos que es un mito y deja-
lino”. El aporte lacaniano muestra una ima- mos de investigar? La reconstrucción de la
gen de ser uno de los más interesantes, pa- historia del sujeto (tomando como centro la
31
José Luis Valls Texturas freudianas
32
Texturas freudianas José Luis Valls
33
José Luis Valls Texturas freudianas
34
Texturas freudianas José Luis Valls
Oriente, así que no creo que haya diferen- complejo de Edipo universal es lo propio e
cias esenciales en la constitución del incons- irrepetible de la historia de cada individuo
ciente por el hecho de las culturas diferen- infantil con sus padres. Ya no hace falta más
tes. Lévi-Strauss), podríamos decir uno de los demostración para esto. Hoy ya se debería
creadores del estructuralismo francés, entre demostrar, para poder poner a esta hipóte-
otras cosas, además de desplazar a Sartre en sis freudiana en tela de juicio, el hecho de
las preferencias filosóficas francesas de la se- que exista alguna cultura en que esto no sea
gunda parte del siglo pasado, se encargó de así, más que demostrar que en todas lo sea.
demostrar a la prohibición del incesto como
condición esencial para el establecimiento Tampoco se puede aceptar, por otro la-
de una cultura, cualquiera que fuera. Así, in- do, la separación del psicoanálisis como mé-
directamente, demostró los quilates del todo, de la metapsicología, pues los dos
pensamiento freudiano, que había llegado provienen del mismo lado y apuntan a lo
a la misma conclusión a partir de su expe- mismo, uno en la práctica clínica y la otra en
riencia clínica, observando la resolución de la organización y fundamentación teórica
los síntomas neuróticos de sus pacientes en de esa práctica clínica. El psicoanalista prác-
su consultorio. Mas hay una diferencia: tico, alejado de los fundamentos teóricos
Freud habla de la represión-desalojo del in- de su tarea diaria, corre riesgo de eso, de
cesto, no de la prohibición. No es lo mismo. quedarse en un psicoanálisis empobrecido,
La prohibición es consciente, la represión- cerrado en sí mismo, transformado en una
desalojo no. Su razón (la de Freud) se com- práctica con poco conocimiento de lo que
prueba sola, si estuviera prohibida no habría hace y por qué lo hace. Tocando música de
necesidad de descubrirla, se conocería, sólo oído, por así decir, sin la partitura. Por el
que estaría prohibida. Se pudo desconocer otro lado, al teórico alejado de la experien-
durante tanto tiempo y fue y es desconoci- cia clínica, el mismo Freud lo comparó con
da como ley social, y en cambio fue y es sen- la esquizofrenia, en la que las representa-
tida como natural por la mayoría de los in- ciones-palabra están investidas pero las re-
dividuos, porque es reprimida (o sea desalo- presentaciones-cosa no. Dicho de otra ma-
jada de la posibilidad de ser pensada), y la nera, las palabras pueden empezar a girar
represión-desalojo no es lo mismo que la en el aire cuando no se apoyan en las cosas,
prohibición, tiene un paso más que esta úl- en las representaciones de ellas, de los he-
tima, la represión-desalojo implica descono- chos vividos con ellas, significándolas, o con
cimiento, inconcienciación. La forma de im- más precisión: en las representaciones-cosa.
pedir la acción (incestuosa y parricida) no es Con las dos unidas, la praxis y la teoría, en
prohibirla (por lo menos no solamente), es cambio, el psicoanálisis cobra sentido y jus-
más que eso, es desconocerla, olvidarla. tifica su existencia. Pasa a ser palabras que
hacen cosas. Claro que debemos saber el
A la represión-desalojo del complejo de qué hacer (la teoría) para desarrollar el có-
Edipo, Freud la pensó como universal, un mo (la práctica). Lo que yo entiendo que en
paso previo requerido para la instalación de nuestros tiempos está más en crisis, en este
toda cultura, más que como característica de mundo convulsionado, es la práctica, por
una cultura determinada. El cómo de ese eso y pese a la aparente paradoja, me meto
35
José Luis Valls Texturas freudianas
con las bases teóricas, para saber bien el flexión sobre el funcionamiento del alma
qué, desde ahí pienso que surgirá la posibi- humana lo suficientemente profunda y con
lidad de las diferentes prácticas posibles se- la indispensable dosis de verdad que nos
gún las circunstancias reales. hace sospechar que, pese a quien pese, in-
cluyo en este pesar al pensamiento de algu-
Asimismo, también el edificio teórico nos psicoanalistas, a los ataques a que ha si-
metapsicológico es dinámico. Esto quiere do sometido en las últimas épocas, en algu-
decir que acepta modificaciones siempre nos casos por intereses que no tienen nada
que se mantengan dentro de su coherencia que ver con la búsqueda de la verdad, por
básica, no es una estructura rígida, se le ahora goza de buena salud, permanece con
puede agregar nuevas observaciones y es- su tónica subversiva inicial, está, y probable-
peculaciones que abarquen en su explica- mente seguirá estando por mucho tiempo,
ción otros fenómenos además de los que hasta que sea realmente superado. El psi-
aquél ya explica (cada psicoanalista, me in- coanálisis es el legado científico que dejó
cluyo, pareciera creerse en la obligación de Freud a la humanidad y va mucho más allá
hacerlo, lo que a veces enriquece la teoría y del accionar práctico y político de los mis-
otras agrega confusión). Eso sí, esos agrega- mos psicoanalistas y de los diferentes tipos
dos enriquecedores deben mantener cohe- de instituciones que éstos organicen, su fu-
rencia con la teoría toda, si no más que en- turo estará dado fundamentalmente por las
riquecimiento corremos el peligro del em- batallas del pensamiento venideras, de las
pobrecimiento teórico. que hasta ahora y pese a todo, ha salido
bastante bien parado.
Ésta es mi manera de pensar. Por eso es-
toy saliendo al ruedo para recordar que el La metapsicología es la estructura de un
edificio metapsicológico freudiano existe, edificio tan completo y coherente que hace
que tiene un alto grado de complejidad, del psicoanálisis una psicología diferente. Es-
que es discutible, es verdad, pero hay que ta teoría es una estructura lógica de pensa-
discutirlo y ganarle la discusión. Lo que no miento que nace de la observación, que ex-
es tan fácil si se hace en buena ley. Que el plica en gran parte los fenómenos psíquicos
discurso freudiano es lógico, que no intenta y que además produce efectos sobre ellos y
ser una verdad sino una teoría apoyada en sus derivados (la conducta entre otros), algu-
los hechos y en la especulación científica y nos más comprobables, otros menos, pues el
que no se puede descreer así como así de él material con el que trabaja no es materia
pues no es una simple creencia, o si lo es, es concreta, es el alma humana, son seres hu-
una creencia científica con todo un basa- manos. Como una manera de acercarla a los
mento lógico-experiencial que la sostiene y hechos, de la misma manera en que lo hace
que es muy complejo. Justamente en eso se Freud constantemente en su obra, intercala-
diferencia de una creencia religiosa, como ré algún ejemplo clínico para aclarar mejor
toda ciencia. La diferencia es el basamento problemas puntuales. Aparte, a esta altura
en que se apoya esa creencia, no es una de los avances del conocimiento, ¿a qué se
creencia basada en la fe, por lo menos úni- puede llamar materia concreta?
ca ni de manera preponderante. No es sólo
una ilusión, diría Freud. Es a su vez una re- Freud dio una existencia suficientemen-
36
Texturas freudianas José Luis Valls
te clara al inconsciente: pertenecen a él, bá- que algunos se produjeron y aunque de algu-
sicamente, las huellas mnémicas que devi- na forma se sigan produciendo, pese a que la
nieron representaciones-cosa de los sucesos conciencia ya no los posea, los desconozca,
de la sexualidad infantil, sexualidad que de- los haya olvidado y crea que por eso dejaron
be irse al fundamento, reprimirse-desalojar- de existir. Incluso con la idea peregrina de
se, olvidarse, sublimarse, al acceder el suje- que es mejor que sea así. El que algo no po-
to a la cultura. Me estoy refiriendo al in- sea palabra no quiere decir que no tenga
consciente reprimido-desalojado, obvio, el existencia, por lo menos en lo que a represen-
que es fundamental en el descubrimiento taciones psíquicas se refiere. Existen otro tipo
freudiano. Pero las huellas del pasado quie- de representaciones que no son las de pala-
ren despertar, sacudirse y retornar “como bra, y precisamente son las pertenecientes al
los titanes de la saga cuando se les da de inconsciente. Freud mostró los efectos con-
beber sangre”, por lo tanto influyen, pro- cretos que ellas pueden producir sobre el ser
ducen efectos en el hombre de la cultura, se humano y su conducta. Entonces sí lo puedo
transfieren a las circunstancias de su presen- entender respecto de la reflexión metafísica
te, quien así se cree libre pero en verdad es- sobre las cosas del mundo y en el sentido que
tá preso de ellas. Existen otros elementos se le da y tiene para el ser humano, lo entien-
en el inconsciente, los mecanismos defensi- do. Entiendo, por ejemplo, que la existencia
vos del yo y gran parte del superyó entre de la Cordillera de los Andes “exista” cuando
ellos (nos podríamos asimismo plantear, co- el lenguaje del hombre la nombra, pero tam-
mo en parte lo hace Freud, si no es que el bién pienso que así directamente no se pue-
superyó es de manera principal inconscien- de trasladar ese razonamiento a la represen-
te, en especial en el varón, entendiendo tación intrapsíquica, me parecen cosas dife-
que la ética y la moral le pertenecen en rea- rentes. A lo reprimido-desalojado también se
lidad al yo preconsciente y no a la inmensa lo nombró en todo caso, pero la represión-
formación reactiva antipulsional que es desalojo se encargó de hacer desaparecer la
aquél, disfrazado de moral, o por lo menos palabra, que no es lo mismo que el hecho de
que existe una ética yoica conduciendo al no tener nombre en todo caso. Además, si en
deseo a su satisfacción de acuerdo a la rea- la experiencia individual aún no tenía nom-
lidad, con su contrato social, que la ética no bre (era traumático, no correspondía al “fue-
ro”), por lo que fue reprimido-desalojado pri-
es patrimonio superyoico).
mariamente por la contrainvestidura, lo que
El psicoanálisis propone por tanto una for- bloqueó la posibilidad de otorgarle el nom-
ma de liberación del sujeto que será produci- bre cuando correspondía o ya se lo dio como
da por la aptitud que otorga el acceso a la contrainvestidura (se le cambió así el afecto),
palabra de aquellos contenidos reprimidos- no quiere decir que no haya existido como
desalojados y represores-desalojadores, los representación, sino todo lo contrario, se le
que contarán con la posibilidad, con ello, de impidió en todo caso la posibilidad de acce-
participar del pensamiento lógico, de la ela- der a la palabra. Los psicoanalistas que a par-
boración, ampliando de esta manera los me- tir de aquel tipo de razonamiento, correcto
dios del ser cultural, enriqueciéndolo con las para la metafísica, sostienen ese tipo de argu-
representaciones de su propio pasado en el mento dentro del psicoanálisis (que por no
37
José Luis Valls Texturas freudianas
tener palabra no se tiene existencia, permi- en tantas otras explicaciones de otros dife-
tiendo así la confusión entre reprimido-desa- rentes fenómenos, todos referidos al alma
lojado e inexistente. Será inexistente para la humana? Por lo menos debería considerarla.
conciencia, y en ese caso, ¿cuál es la novedad El ser humano, entre otras cosas, es un cuer-
con respecto a Freud entonces?), están dán- po con historia, y la “historia oficial” se com-
dole sustento al mecanismo con el que lucha pone de mitos heroicos. Sabemos desde
a brazo partido el psicoanálisis: la represión- Freud que éstos además de ser mitos o justa-
desalojo. Ésa es, precisamente, la materia de mente por el hecho de serlo, tienen un nú-
la que está hecha la represión-desalojo, que cleo de verdad histórica, y a ese núcleo apun-
consiste en desinvestir a la representación- ta el psicoanálisis. El psicoanálisis es desmitifi-
palabra para que esa representación no pue- cador, por eso es subversivo, pues la historia
da ser pensada conscientemente. Si el yo pre- oficial, que sí es mítica, está escrita por los
consciente desconoce su historia, ésta se re- vencedores, o sea las fuerzas que mantienen
petirá de alguna manera, es decir, se transfor- el poder antipulsional y desconocedor de la
mará nuevamente en hechos. Los hechos psí- verdad en el aparato psíquico ¿Esta misma
quicos existen más allá de las palabras, acá forma de negación acaso no muestra que hay
me parece que no caben las explicaciones de otra historia tapada que puede explicar mu-
la “lingüistería” filosófica, los síntomas exis- chas más cosas de lo que hace aquélla? ¿Aca-
ten, el sufrimiento como forma de vida exis- so no queremos transformar la prehistoria en
te, los actos compulsivos existen, los sueños, historia? ¿No investigamos cómo comenzó la
los recuerdos encubridores, los actos fallidos vida? ¿Por qué no hacerlo con nosotros mis-
y demás, existen, de hecho son nombrados, mos, con nuestro psiquismo? Algunas de es-
se llaman así. Lo que sucede es que el sujeto tas preguntas pretendió contestar Freud tam-
desconoce sus porqués. Pues señores: el psi- bién. Él habló de verdad histórica diferen-
coanálisis creado por Freud ha averiguado ciándola de verdad material. En especial
que sus porqués están en ese pasado, en la cuando habla de la percepción y sus vericue-
memoria, o, mejor dicho, en la falta de me- tos, muestra con claridad cómo se deslinda
moria (en el significado común del término, desde un principio, la verdad material de la
como memoria del yo preconsciente, del pen- histórica para él. A la verdad histórica me re-
samiento, de la palabra) de ese pasado infan- fiero cuando hablo de historia, pero de una
til está el sentido de lo actual. Sin embargo el historia que además de ser historia debe ser
sujeto de la cultura puede quedarse con verdad, cuanto menos debe acercarse lo más
aquéllos aceptándolos como manera de vida posible a ella, debe “encajar” lógicamente
o designio del destino (nombre ya tienen), sin cada trozo de esa historia en el “puzzle” del
saber que existiría la posibilidad de corregir historial del analizando.
eso que se le aparecía como incambiable.
Al grado de verdad obtenido con nues-
¿Cómo puede la “ciencia” aceptar que es- tro trabajo psicoanalítico lo comprobare-
to sea simplemente así, darlo como “dado”, mos principalmente en la desaparición de
habiendo teorías como la psicoanalítica, que los síntomas de nuestro paciente, en la dis-
puede dar una explicación tan abarcativa del minución de sus rasgos de carácter patoló-
psiquismo y que es coherente consigo misma gicos, lo veremos en la libertad que adquie-
38
Texturas freudianas José Luis Valls
39
José Luis Valls Texturas freudianas
gue de la teoría. Nos da así mejor la oportu- amigo que correspondían a su vida privada,
nidad de explicarnos de dónde provienen que no tenía por qué querer publicar, pues
algunos conceptos fundantes, por qué los ha demostrado (incluso en esa parte publi-
trae, otorgándonos la libertad de no tener cada de su autoanálisis que pertenece a la
que aceptarlos como postulados básicos así Interpretación de los sueños) no poseer afa-
como así. Este “empezaré” implica un cier- nes exhibicionistas que no estuvieran liga-
to compromiso a seguir con otros temas de dos por el proceso secundario de su yo, por
la metapsicología más adelante. su capacidad de pensamiento.
Espero poder hacerlo, por supuesto. Para romper con todos esos esquemas y
dada la extrema complejidad teórica que se
El problema principal con que nos en- despliega en el Proyecto, en el que, como es
contramos en el Proyecto desde un princi- costumbre en toda la obra freudiana pero
pio, es el lenguaje en el que está escrito; és- en particular en este texto, dice muchas co-
te intenta ser neurológico, lo que no consi- sas y muy complejas con muy pocas pala-
gue, pues como él mismo dice en la carta a bras (la de él no es precisamente una pala-
Fliess citada en el epígrafe, ya está pensan- bra vacía), tanto que si se lo lee un poco rá-
do en términos metapsicológicos y el Pro- pido muchas pasan desapercibidas y se ge-
yecto no es un libro de divulgación de la neran confusiones teóricas.
psicología para que tengan en cuenta los
neurólogos, ni el escrito de un neurólogo Este texto, dada la época de su publica-
que quiere delirar sobre la psicología o que ción (1950, en alemán), probablemente no
quiere reducir la psicología a procesos his- haya sido leído por Melanie Klein ni por sus
tológico-fisiológicos, o como una adelanta- seguidores, entre los que cuento a los fun-
da de la cibernética, por lo menos no es és- dadores del psicoanálisis argentino en gene-
ta la principal manera de entenderlo del ral, incluido lamentablemente para noso-
autor de este libro. Es un escrito metapsico- tros Ángel Garma, el más freudiano de to-
lógico plagado de ideas originales que van dos ellos, ni por discípulos suyos que en la
a ser los cimientos del pensamiento freudia- actualidad continúan profundizando su lec-
no y al que todavía no se le ha otorgado el tura de Freud, como Jorge Winocur y José
valor que merece en la historia de los avan- Treszezamsky, con quienes mantengo un
ces científicos ni en los escritos psicoanalíti- fluido y permanente intercambio de ideas
cos mismos, entre otras cosas porque fue re- (amén de una estrecha amistad). Camadas
cién publicado en 1950 (once años después posteriores a Garma, de psicoanalistas ar-
de la muerte de Freud), con lo que ya se co- gentinos a principios de la década del sesen-
noció como si únicamente tuviera valor de ta, entre los que podemos incluir a Ricardo
reliquia histórica póstuma. Probablemente Avenburg y Jorge Carpinacci (éste último ya
hayan ayudado también a ello la negativa lamentablemente fallecido), sí lo hicieron,
de Freud mismo a publicarlo dados sus pa- también Ernesto S. Fainblum, Jorge Aven-
sos posteriores, hechos en forma mucho burg, Claudio Jonás, Leonardo Goijman, El-
más orgánica y explícita del lado de la vira Nicolini, Enrique Torres, Oscar e Inés
“nueva psicología”, y al hecho de que su Zentner, Ariel Schere, Abraham Apter y Jor-
publicación llevaba incluida las cartas a un ge E. Canteros (todos con destinos ulteriores
40
Texturas freudianas José Luis Valls
muy diferentes), entre otros. Me incluyo en- cuenta de que ciertas líneas de pensamiento
tre ellos, como creo haberlo probado con la por él esbozadas en este texto tienen fuertes
publicación de mi Diccionario freudiano coincidencias con criterios neurológicos
(1995), en el que mi lectura freudiana se ma- avanzados (por ejemplo me parecen intere-
nifiesta como “a posteriori” de la lectura del santes las correspondencias por ellos resalta-
Proyecto, así como muchos otros colegas das entre el concepto freudiano de facilita-
más, que de manera injusta aunque no de- ción y el de feedback o retroalimentación),
seada olvido, también lo hicieron. Si bien no en ese sentido me parece otra apertura enri-
podemos decir que hayamos logrado pasar quecedora en la búsqueda de la verdad y a la
de la característica de grupos de estudio pri- que el psicoanálisis puede aportar mucho,
vados, o de grupos de gente que piensa de pero no estoy muy seguro de que le pueda
modo parecido en muchos temas, pues per- aportar algo al psicoanálisis. También fue leí-
manecemos dispersos, sin enriquecernos do por Jacques Lacan, quien se dio cuenta de
mutuamente demasiado. Vaya esto como su importancia según consta en sus “Semina-
autocrítica, ya que de ningún modo se con- rios” (como en el 2 y el 7).
siguió armar un verdadero movimiento
freudiano como deberíamos, lo que de to- El texto freudiano en cuestión lleva in-
das formas aún estamos a tiempo de hacer. cluida una “primera” descripción del funcio-
Quizá una causa de esta dispersión resida namiento psíquico inconsciente y de la re-
en el hecho de que pareciera que se debe- presión-desalojo, aunque todavía no quede
ría descontar que si uno es psicoanalista de aclarada la función que le cabe a esta última
alguna manera siempre es freudiano. No en la inconcienciación y a pesar de que no
veo por qué. Si así fuera no estaría conci- incluya tampoco en su desarrollo teórico la
biendo el psicoanálisis como ciencia o disci- conceptualización definitiva de la sexuali-
plina científica, más bien lo sentiría como dad infantil. Sí aparece en él la sexualidad
en el sentido social del término y lo repre-
una experiencia religiosa. Es una cuestión
sor-desalojador de representaciones de la
de mantener una coherencia y poder soste-
sexualidad en ese sentido y generador de
nerla después de oponerle todos los obstá-
síntomas que resultan con posterioridad los
culos que se le crucen en el camino, para ver
hechos traumáticos sexuales. Lo traumático
su solidez, plasticidad y amplitud. No es una
de los mismos conducirá en el avance de la
cuestión de mera creencia o de líderes caris-
teoría irremediablemente hacia lo infantil,
máticos.
esto habrá que demostrarlo analizando ni-
El Proyecto también fue leído por autores ños o estudiando su evolución sexual (como
estadounidenses como Karl Pribram y Mer- corolario de ello publicará en 1905 el caso
ton Gill, tomándolo en términos generales, Juanito o Hans). De cualquier modo, por to-
do lo expuesto en este borrador y mucho
como si fuera una avanzada de las neuro-
más que espero poder fundamentar aquí, lo
ciencias y la cibernética, no de la metapsico-
considero el primer texto metapsicológico.
logía o lo que el autor de este libro entiende
por ella precisamente (ya expresé mi opinión Este Proyecto de psicología para neuró-
al respecto). Aquellos autores, de todas ma- logos está escrito en un lenguaje neurológi-
neras, muestran el genio freudiano al darse co (lo único importante neurológico que
41
José Luis Valls Texturas freudianas
tiene es el lenguaje y el hecho de que todo Mi lectura no será pasiva, intentaré tra-
transcurre en el sistema nervioso central y bajar con la letra freudiana además de acla-
periférico y específicamente en las neuro- rarla y traducirla, intentaré pelear con ella
nas, por lo demás casi todo el razonamien- cuando sienta que es preciso, exponer sus
to hace a problemas y soluciones psicológi- problemáticas y repensarlas en la medida
cas, que por partir de Freud y por los temas de mis posibilidades. Espero tomarla enton-
y la manera de encararlos, podemos ya lla- ces como lo que pretendió su autor, como
mar psicoanalíticos), lo debemos entonces un escrito científico, por lo tanto como un
retornar “a posteriori” al lenguaje metapsi- discurso pasible de discutir, no como una
cológico, para que pueda ser mejor com- verdad religiosa indiscutible. Mi esperanza
prendido por los psicoanalistas, y transfor- es reabrir un surco complejizándolo, acer-
marlo en un “Proyecto de psicología para carme un poco más a la verdad.
psicoanalistas”. Intentaré entonces en parte
“retraducir” su lenguaje a la psicología o al La palabra complejidad me temo se va a
psicoanálisis, pensando que en su “dialec- repetir a lo largo de todo el texto, pues los
to” original resulta casi una formación sus- niveles de explicación en el escrito freudia-
titutiva, sustituto del psicoanálisis, al que en no van de menor a mayor y alcanzan preci-
realidad pertenece. Mi objetivo no es obvia- samente niveles altamente complejos, y
mente ése, recobrarlo para el psicoanálisis, uno a veces, con cierto afán de hacerlos en-
reincluirlo en él. Únicamente, al menos. Pre- tendibles, corre el peligro de simplificarlos
tendo repensarlo utilizando categorías demasiado (uno también tiene función sin-
freudianas posteriores, “a posteriori”. Por tética, pese a que ésta no le guste al estruc-
ejemplo, si de entrada hacemos lo que turalismo, y ella misma, a veces, le juega
Freud comienza a hacer durante el texto y una mala pasada), lo que ha sucedido con
hace en forma definitiva en La interpreta- muchas lecturas freudianas y quizá suceda,
ción de los sueños, y entendemos lo que él pese a mis esfuerzos, con ésta también (es-
llama en el Proyecto neuronas (por lo me- peremos los resultados que, como siempre,
nos las que llama neuronas psi), pasando a decidirá el lector). Lo siento como una deu-
considerarlas en términos generales como da que nos debemos los psicoanalistas y yo
representaciones, lo que hicimos ya a fi- en especial. Esa deuda espero, en parte, pa-
nales de la década del setenta y principios gar con este libro.
de los ochenta en varios trabajos conjuntos
con mi colega y amigo Ernesto S. Fainblum,
creo que se nos allana el camino conducen-
te a la comprensión psicológica del texto.
42
Texturas Inglesas
El poder de las teorías
El papel de los determinantes paradigmáticos
en la comprensión psicoanalítica*
Ricardo E. Bernardi**
* Reeditado, con autorización del autor, del International Journal of Psychoanalysis (70: 341-347) y de la Revista de Psicoanálisis,
1989 (XLVI, 6:904-922).
** Psicoanalista (APU).
45
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
utilizarán como una vía de acceso para con mayor o menor grado de generalidad,
comprender mejor la naturaleza y la fun- pero que no llegan a reformular la totali-
ción de las teorías, o, dicho de otra forma, dad del campo (por ejemplo: la obra de
su poder y sus límites. Winnicott, o de Kohut).
Para este fin conviene considerar las teo- Esta situación puede compararse con lo
rías no sólo como formulaciones abstractas que ocurre con las lenguas. Con Freud y con
sino también y esencialmente como modos su relación con los freudianos actuales acon-
concretos de ver y de pensar lo que se ofre- tece como con el griego antiguo, que sigue
ce en la práctica analítica, aproximándonos vigente en el griego actual y por más que los
de este modo a la noción de paradigma pro- eruditos inventen, como lo hizo Erasmo,
puesta por T. S. Kuhn1. Existen al menos tres nuevas formas de pronunciarlo, la misma es-
teorías que, en mi opinión, cumplen con es- critura permanece reconocible. Pero con los
tas características: son las que se inician con lenguajes lacaniano y kleiniano la situación
la obra de S. Freud, J. Lacan y M. Klein. es diferente. Su relación con Freud se pare-
ce más bien a la que existe entre las lenguas
Si presentamos la evolución de las teo-
romances y el latín: ha surgido una nueva
rías psicoanalíticas por una línea (que re-
manera de hablar que se puede estudiar a
presentaría la corriente freudiana) en la
partir de sus determinaciones internas, con
que a determinada altura nacen otras dos
relativa prescindencia de su origen.
progresivamente divergentes (Lacan,
Klein), podemos estudiar -diacrónicamen- ¿Cuáles son las relaciones de estas distin-
te- cómo se va produciendo en estas dos úl- tas lenguas entre sí? Me ha parecido que la
timas la derivación de muchos de sus con- noción de inconmensurabilidad (en el senti-
ceptos a partir de los de Freud. Pero si estu- do de carecer de medida común) propuesta
diamos estas tres teorías sincrónicamente; por Kuhn y Feyerabend para caracterizar las
en un corte en el momento actual, descu- relaciones entre teorías separadas entre sí
brimos que cada una de ellas pasó a consti- por una revolución científica, es la que más se
tuir un sistema independiente de hipótesis aproxima a la situación que he descrito más
interconectadas entre sí, con sus propias le- arriba. Tanto uno como otro autor sostienen
yes de organización interna y de articula- que en el paso de una teoría a la otra las pa-
ción con la práctica, y por lo tanto no nece- labras cambian por vías sutiles su significado
sita apoyar o derivar lógicamente sus con- o sus condiciones de aplicabilidad. Se modifi-
ceptos a partir de otras de estas teorías, por ca el modo en que las palabras se asocian en-
más que Lacan o Klein hagan muchas veces tre sí y con aquello a lo que se refieren.
decir a Freud lo que en realidad dicen Lacan
o Klein. Podríamos agregar a este esquema El problema es filosóficamente complejo
una infinidad de líneas quebradas, repre- porque dos teorías pueden resultar incon-
sentando otras tantas propuestas teóricas mensurables desde cierta perspectiva o en
1 A. Bourguignon y J. Allouch también utilizan la noción de paradigma de Kuhn, pero con un enfoque diferente. Bourguignon parece
referirse exclusivamente a las diferencias a nivel metapsicológico, lo que restringe el sentido de paradigma. Allouch, por su parte,
considera que existe un solo paradigma, el de Lacan, que ha desplazado al de Freud, pero no da ninguna explicación de por qué con-
sidera que no existen otros. Sin embargo, la noción de paradigma exige que se tome a las teorías tal como se dan como hecho his-
tórico y social, y en este sentido la situación del psicoanálisis se aproxima a la de las disciplinas con múltiples paradigmas de acuer-
do a la descripción de Masterman (1970).
46
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
relación a determinadas conclusiones y no usado con el mismo sentido por las tres teo-
en relación a otras. Estas ideas de Kuhn y Fe- rías, aunque sus autores utilicen la misma
yerabend no dejan de estar emparentadas palabra. Por ejemplo: pulsión, inconsciente,
con toda una tradición epistemológica que represión, yo, ello, Edipo, etc. Al pasar de
ha puesto el énfasis en las discontinuidades una teoría a la otra se produce una modifi-
en el discurso científico: A. Koyré, G. Bache- cación de su sentido, el cual se vuelve no
lard, M. Foucault. También se vinculan con conmensurable con el que tenía en el con-
los problemas de la indeterminación de la texto anterior. Más claros aun son los casos
traducción, que ha desarrollado W. Quine. de intraducibilidad. Por ejemplo: significan-
te, Otro, Nombre del Padre, etc. en Lacan, o
En un grupo de investigación junto con posición, continente, contenido, elemento
Marta Nieto y otros analistas uruguayos alfa, elemento beta, etc., en Klein o en
(Bernardi: 1982, 1983, 1984; Nieto y Bernar- Bion. Pudimos también comprobar lo diso-
di: 1984), estudiamos la importancia de es- nante que resultan los esfuerzos de un ana-
tos problemas para el futuro de la investiga- lista por expresarse en el lenguaje de otra
ción en psicoanálisis, y en especial las dificul- teoría con la cual no está familiarizado. Co-
tades semánticas y sintácticas que se crean mo ocurre con las traducciones, se puede
cuando se quiere explorar un mismo fenó- hablar en términos de Klein o Lacan en for-
meno, por ejemplo: el de la angustia, desde ma gramaticalmente correcta, pero no co-
la teoría de Freud, Klein o Lacan. Intercam- mo lo haría un kleiniano o un lacaniano.
biamos ideas con O. Mannoni, quien soste-
nía que las distintas teorías podían conside- Estas teorías-lenguajes son, vistas desde
rarse como otras tantas perspectivas sobre otro ángulo, poderosos instrumentos colo-
un mismo objeto abstracto (que podía ser nizadores no solamente de las voluntades,
visto como el geometral de esas perspecti- como bien lo sabemos en el Tercer Mundo,
vas)2. Por nuestra parte nos pareció que no sino también de esa zona desde donde ob-
está demostrado que se trate de perspecti- servamos y pensamos sobre lo que ocurre
vas acerca del mismo objeto. Existe un tipo en nuestra práctica.
de diferencia muy peculiar entre las teorías
El núcleo del poder de los paradigmas
que hace que ellas no se puedan reducir radica en que son necesarios porque repre-
unas a otras, que no sean acumulables, ni sentan un modo de resolver los problemas
constituyan unas el desarrollo de otras, ni de un campo que antes de su aparición per-
que se excluyan por contradicción lógica. manecía opaco e inabordable. Ellos son -co-
Más bien, lo que ocurre es que no existe mo dice Freud- concepciones {Auffassun-
entre ellas compatibilidad lógica ni con- gen} que hacen nacer orden y transparencia
gruencia semántica. en la materia bruta de la observación. En el
principio muchas veces son un modo feliz
Prosiguiendo el análisis, parece difícil de solucionar un enigma, procedimiento
poder encontrar un solo término que sea que se vuelve ejemplar para una comuni-
47
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
3 Podríamos en realidad preguntarnos si la multiplicación de teorías, al igual que la de símbolos fálicos en la cabeza de la Medusa, no
equivale a la falta de teoría.
48
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
misma dirección del camino que estamos lobos” no es muy diferente de la que se pre-
siguiendo. senta en cualquier discusión sobre un mate-
rial clínico. Ciertamente siempre se puede
Para cotejar la forma en la que estos dis-
discutir si el registro ha sido más o menos
tintos paradigmas dan cuenta de una situa-
completo o más o menos fiel (de hecho,
ción analítica me pareció útil comparar lo ex-
Rank y Ferenczi polemizaron acerca de la
puesto por Freud en el historial del “Hombre
de los lobos” (1918), con las relecturas del exactitud de la fecha del sueño y el hombre
mismo realizadas por J. Lacan y por M. Klein. de los lobos debió dar nuevamente testimo-
Podrían diseñarse otros modelos de investi- nio). Pero nada de esto es relevante en rela-
gación pero éste tiene la ventaja de ser senci- ción a la relectura de Lacan o de Klein. Am-
llo a la vez que representativo de los autores. bos parten aparentemente del mismo ma-
terial registrado. ¿Pero es realmente el mis-
A partir del estudio comparativo de cier- mo material? Pues no exactamente, porque
tos fragmentos del historial y de sus reinter- la interpretación no se apoya en el material
pretaciones, intentaré mostrar: registrado en su totalidad sino sólo en cier-
I. El modo en que los paradigmas con- tos aspectos de él y estos aspectos no son
dicionan la percepción del material, los mismos para los tres. Esto es lo que in-
atrayendo la atención sólo sobre cier- tentaré mostrar a continuación.
tos aspectos del mismo, que son los
Esta selección se realiza a nivel de la per-
que servirán de punto de apoyo para
cepción como un efecto de la formación
la interpretación. O sea, los paradig-
previa y sin que el analista se lo proponga;
mas como modos de ver (o escuchar)
por esta razón puede creer y asegurar que
y de seleccionar el material.
todo lo que él subraya está también desta-
II. El tipo de preguntas y de respuestas cado en el material.
propio de cada paradigma y el ideal
Para detectar estos determinantes que
que anima estas distintas formas de
provienen de la teoría, compararemos en
plantear y de solucionar los proble-
cada autor el material registrado con aque-
mas, o sea, los paradigmas como mo-
llo que ha sido retenido por la interpreta-
dos de pensar psicoanalíticamente.
ción y que llamaremos indistintamente as-
III. Las diferentes formas de desarrollar pectos destilados o filtrados.
el nivel de las formulaciones metapsi-
cológicas.
1- Los lobos que ve Freud
49
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
50
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
del deseo consiguió refrescar” (1918, pp. Intentaré mostrar dónde es posible de-
35-36) para mostrarle el aspecto que tenía tectar esta influencia.
la satisfacción sexual por el padre. “Lo que
esa noche se activó del caos de las huellas Freud plantea dos etapas de reconstruc-
de impresiones inconscientes fue la imagen ción. En la primera llega a ciertos “jirones
de un coito entre los padres...” (íbid, p. 36). de reconstrucción” y los resume así: “Un
La imagen de los lobos sustituye luego a la episodio real - de una época muy temprana
de los padres. - mirar - inmovilidad - problemas sexuales -
castración - el padre - algo terrorífico”
Compararemos ahora estas referencias (1918, p. 34).
con la definición que da Freud de la repre-
sentación-cosa en “Lo inconsciente”: ella De estos “jirones de reconstrucción” só-
“... consiste en la investidura, si no de la lo dos (la castración y los problemas sexua-
imagen mnémica directa de la cosa, al me- les) provienen realmente de las asociacio-
nos de huellas mnémicas más distanciadas, nes del sueño. En efecto: al padre se lo da
derivadas de ella” (1914, p. 201). La relación por dilucidado sin que se indique cómo (en
entre el modo de aprehender el material y realidad Freud lo introduce no a partir del
las hipótesis metapsicológicas es evidente. sueño sino de la biografía), y los restantes
elementos son tomados del sueño manifies-
También en el historial encontramos la to e interpretados según las reglas de la
forma aproximada que podrían tomar en el Traumdeutung. Sobre los doce elementos
preconsciente las representaciones-pala- centrales en los cuales se apoyará el avance
bras que se corresponden con estas repre- de la interpretación (el mirar y la inmovili-
sentaciones-cosa. “Si quieres ser satisfecho dad) no se nos ofrece ninguna asociación.
por el padre tienes que consentir en la cas- Esto resulta sorprendente, tanto más cuan-
tración como la madre, pero yo no quiero” to que se trata del paciente que, hablando
(1918, p. 47). literalmente, ha pintado el sueño más mira-
do de la historia del psicoanálisis, y en el
Podríamos encontrar el tema de la re- cual la inmovilidad de su posición junto a
presión a partir de este “yo no quiero”, lo Freud no pudo ser modificada ni siquiera
mismo que el del cumplimiento alucinato- con las medidas más coercitivas. A primera
rio del deseo a partir de la alucinación del vista no queda nada claro por qué en estos
dedo cortado, etc. Pero esta corresponden- casos se acepta que la cadena asociativa se
cia entre los aspectos del material y los tér- detenga en un determinado punto (en el
minos teóricos está determinada por una cual se apoyará la interpretación), mientras
articulación previa, menos visible, sobre la que en otros casos (por ejemplo: en lo refe-
que volveré más adelante, y que puede ser rente al número de lobos) se juzga necesa-
descrita como un modo de solución para- rio proseguir la investigación.
digmático que es el que en realidad esta-
blece la forma del recorte y ensamblado del Pero si observamos bien, esta primera se-
material. Los requerimientos de esta solu- lección está en realidad al servicio de la
ción paradigmática son el filtro que deter- construcción de la escena primaria hacia la
mina la selección del material percibido. cual el paciente y el analista son llevados por
51
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
una fuerza irresistible. El análisis final del 2- Los lobos que ve M. Klein
sueño, en el cual los elementos de la “Ursze-
ne” se entremezclan con recuerdos poste- Mientras que Freud, como dijimos, atendía
riores en una reestructuración de lo tiempos al significado sexual de la postura del lobo, a
vividos, deja una impresión particular. M. Klein, en cambio, se le destaca funda-
mentalmente la angustia ante la devoración.
Si la primera reconstrucción tenía cierto
aire arbitrario, esta impresión queda ahora En una de sus primeras obras, comparan-
suprimida (en el sentido dialéctico de nega- do sus ideas con las de Freud, dice: “Nosotros
da y a la vez reinstalada en un nivel supe- consideramos el miedo del niño a ser devo-
rior) frente a un producto que tiene todas rado por el lobo no sólo como un sustituido
las características de lo inédito y de lo origi- por desfiguración de la idea de ser castrado
nal propias de todo momento de descubri- por su padre, sino, según yo sugeriría, como
miento. Ciertamente podemos preguntar- una ansiedad primaria que ha persistido en
nos cuánto debe esta construcción a Ser- forma inalterable junto con sus versiones
guei y cuánto a Freud. posteriores y modificadas” (1932, p. 172).
52
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
Por último señalemos que angustia y obje- por alto lo que podríamos llamar las varia-
to, o mejor dicho, relación de objeto, forman ciones intrateóricas entre ambos autores.
una unidad y se desarrollan en un escenario
corporal concreto. Distintos mecanismos, y en Del lobo erguido que amenazaba con de-
especial la identificación proyectiva, jugarían vorar, Leclaire sólo retiene la boca abierta.
Pero esta boca abierta, al ser ahora conside-
un papel preponderante. Klein habla del lo-
rada no en su significado sino como elemen-
bo como animal-ansiedad, y ve en él la pro-
to significante, puede articularse con el abrir-
yección de un objeto parcial, el pene del pa-
se de los ojos, de los oídos, con el grafismo V
dre, cargado de impulsos oral-sádicos. Si
que se repite en el material (V, W, M, etc.).
Klein continuara el análisis, veríamos segura-
“La atención flotante designa esta especie de
mente que la escena primaria postulada por
escucha más aguda cuando se trata de captar
ella tendría que ver con la fantasía del pene
los fenómenos marginales, los obstáculos im-
del padre contenido en el cuerpo de la ma-
previstos o las sombras” (1966, p. 109).
dre, con la envidia a esta situación gratifican-
te y con el ataque a los contenidos (pene, be- Esto responde a una definición progra-
bés) de este interior materno. mática: “Escuchar psicoanáliticamente con-
siste en diferenciar los significantes y en pri-
Cabe agregar que el análisis habría se-
vilegiar necesariamente algunos que po-
guido otro rumbo, dado que Klein hubiera
seen mayor significancia” (íbid, p. 106).
dirigido su atención hacia esos otros lobos
“Psicoanalizar es ante todo dejar aparecer
cuyo vientre es abierto para sacar a los ob-
los significantes en su serie...” (íbid, p. 133).
jetos devorados y hacia el esconderse en la
caja del reloj en la relación transferencial. Del mismo modo que si hubiéramos
La transferencia y la contratransferencia, y cambiado los efectos de iluminación o los
no la historia, serían el campo privilegiado filtros de un lente, los contenidos sexuales o
de la observación. agresivos que se destacaban en Freud o
Klein ahora se desdibujan y cobran relieve
otros elementos y otras articulaciones.
3- Los lobos que ven Lacan y Leclaire ¿Qué es lo que determina este cambio en la
Gestalt? Es interesante que Leclaire afirme
Cuando Lacan se refiere al historial de Lobos que proviene del material: “Este camino (el
en “Función y campo de la palabra”, propo- que va del significante de apertura al de
ne una anamnesis psicoanalítica que hable desgarramiento) nos lo indican también las
de “verdad” y no de “realidad”: lo que la es- asociaciones del sueño...”
cena primaria muestra son las sucesivas re-
subjetivizaciones del acontecimiento en los Pero desde nuestra perspectiva es evi-
distintos momentos en que el sujeto se re - dente que aquí también encontramos una
estructura. Ésta es, pues, una de las perspec- amalgama entre lo que proviene del mate-
tivas que guían su visualización del material. rial y lo que proviene del paradigma, o sea,
entre lo que está en los dichos del paciente
Para estudiar con más detalles el modo en forma no perceptible y lo que adquiere
de percepción, tomaremos dos trabajos de visibilidad por medio de una reorganiza-
S. Leclaire (1958, 1966) al respecto, pasando ción gestáltica de la percepción. Esto mismo
53
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
54
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
II. Los paradigmas como modos de Freud reúne pacientemente todos los ele-
pensar el material mentos del material hasta llegar a un punto
en el que se propone dar sentido a todo lo
Hemos señalado de qué manera los deter- reunido merced a la hipótesis de la escena
minantes paradigmáticos realizaban una primaria. Al llegar a este punto Freud da un
selección de los aspectos del material a ser salto: “Me veo obligado -dice- a dejar de
interpretados. Examinaremos ahora el pa- apuntalarme en la trayectoria del análisis”
pel de estos determinantes en la produc- (1918, p. 36). Pero volvamos al párrafo ante-
ción de la interpretación. rior para ver cuáles son los interrogantes que
Laplanche y Pontalis definen la interpre- Freud se formula antes de que la interpreta-
tación, en sentido amplio, como el descu- ción cobre vuelo: “Ahora bien, ¿qué imagen
brimiento de un sentido en los dichos y las pudo ser convocada por esa añoranza sexual
conductas de un paciente. Generalmente la eficaz durante la noche, qué imagen capaz
interpretación parece estar sugerida en de provocar un terror tan intenso ante el
forma directa por el material: a tales dichos cumplimiento deseado?”
del paciente, tal interpretación. Pero cuan-
Esta pregunta tiene una estructura com-
do comparamos diferentes interpretacio-
pleja y encierra una triple condición para su
nes de un mismo material se pone de mani-
constelación:
fiesto que existe una estructura más com-
pleja. Vemos así que la interpretación res- a. Tiene que aportar la imagen -recuer-
ponde, en primer lugar, a un tipo de inte- do o construcción- que constituya el
rrogantes sobre el material que es específi- fragmento olvidado de la historia, y
co de cada paradigma. A su vez estas pre- sin el cual ésta se vuelve lacunar.
guntas condicionan el tipo de respuestas
que se busca. b. Tiene que mostrar en ese fragmento
cuál es el deseo que corresponde a
Existe en tercer lugar otro elemento, más ese estado de añoranza sexual, y
difícil de explicitar, que se puede describir co-
mo la conjunción de ciertos requerimientos c. debe establecer por qué su cumpli-
metodológicos con un ideal de comprensión. miento resulta displacentero desde
Tal vez una forma de visualizar estos reque- otro lugar psíquico.
rimientos sea a través de los “shibolet” que
La respuesta que se ajusta a la pregunta
hacen que una interpretación sea aceptable
es bien conocida:
para los analistas de un grupo determinado.
a. El fragmento olvidado de la historia:
A continuación señalaré las interrogantes,
la imagen real o fantaseada del coito
las soluciones y los requisitos valorados por
de los padres.
los tres autores que estamos considerado.
b. El deseo sexual: el deseo homosexual
hacia su padre, y
1. El modo de pensar freudiano
c. el conflicto: el yo rechaza ese deseo a
Volviendo al sueño de los lobos vemos que causa de la angustia de castración.
55
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
56
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
57
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
tración? Pero la respuesta sólo es posible a cribirse con otro término que no sea el de
partir de la distinción entre los registros de inconmensurabilidad la situación de proxi-
lo imaginario, de lo simbólico y de lo real. midad a la vez que de distancia que relacio-
Este parece ser el núcleo paradigmático na al padre freudiano con el pene del padre
desde el cual se organiza la comprensión que aparece en el vientre de la madre y con
del material. el Nombre del Padre y la metáfora paterna?
Se trata de la misma zona sin coincidencia
Este paradigma permite, a la vez que exi- posible que existe entre la preocupación
ge, una perspectiva transindividual a la vez kleiniana por lograr una modificación del
abierta a una dimensión hasta entonces iné- mundo objetal del paciente y el replanteo
dita de radical incompletud, de ausencia, de lacaniano de la cuestión del sujeto.
imposibilidad, como un fondo desde el cual
se puede plantear la cuestión del sujeto (di- Si pensamos en relación al trabajo clíni-
vidido), del objeto (imposible) y del deseo. co, no es para nada indiferente el hecho de
que el acento sea puesto en la angustia o
¿Cuál sería la proposición central del pa- en el deseo; que el origen de este último se
radigma freudiano, kleiniano y lacaniano? remita a un límite con lo orgánico (la pul-
sión) o a un campo transindividual; que al-
1. Reconstruir una historia tomando
go sea considerado como una fantasía ar-
como hilo conductor las impasses de
caica con valor estructurante o que sea vis-
la sexualidad infantil fijadas en la
to como una fantasía encubridora expresa-
represión.
da en lenguaje regresivo; que el objeto sea
2. Aproximarse a las experiencias emo- pensado como representación reprimida,
cionales más básicas en las que la men- como alguien viviente en el mundo interno
te se encuentra enfrentada tanto a sus o como mítico e inalcanzable.
fuerzas destructivas como vitales.
Todo esto replantea el problema de có-
3. Dejar sin llenar un lugar vacío para mo puede nuestra práctica tener un verda-
que pueda decirse una verdad. dero carácter de investigación y no sólo de
aplicación de teorías. Para ello parece nece-
Enseguida se ve que, mientras el primer sario prestar atención no sólo a lo que los
paradigma pone el énfasis en la sexualidad, paradigmas aportan como potencialidad de
el segundo lo coloca en la destructividad y comprensión sino también lo que implican
el tercero en el narcisismo, o mejor dicho, de condicionamiento de nuestra capacidad
en su negativo, es decir, en lo que puede de observar y pensar.
advenir en su ligar. A su vez, mientras en el
primero se trata de reintegrar una historia
y en el segundo una experiencia emocional
básica, en el tercero, la cuestión es precisa-
mente la de lo no reintegrable. III. Las invariantes
Sin duda, para los tres autores la relación
paradigmáticas
con el padre es esencial, pero ¿puede des- Si miramos juntos distintos casos clínicos
58
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
59
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
nocimiento del objeto viril, Dora no puede mita postular los estadios iniciales de
preguntarse de otra forma qué significa para la mente humana;
ella ser objeto de deseo del hombre.
- que el inconsciente (no) esté estructu-
En todos los casos se trata de tomar en rado como un lenguaje.
cuenta no sólo a la madre y el padre sino
Éste es el tipo de cuestiones que cada
fundamentalmente a la distinción entre el
paradigma no puede entrar a discutir, por-
padre real y el simbólico, y al lugar del otro,
que sólo a partir de su aceptación adquiere
de la identificación imaginaria y del deseo.
capacidad de respuesta. El término “inva-
Un estudio que tomara en cuenta otros riantes” busca reflejar ese carácter de lími-
materiales mostraría tal vez en forma me- tes dentro de los cuales el paradigma pue-
nos simplificada el juego de variaciones y de modificarse para hacer frente a proble-
de modelos alternativos de los que dispone mas nuevos pero que no puede sobrepasar
cada paradigma para hacer frente a las pe- sin poner en juego su identidad. Podría de-
culiaridades de cada caso. Mostraría tam- cirse, con cierto humor, que son las catego-
bién que los paradigmas, tal como los esta- rías del pensamiento analítico y las formas
mos considerando ahora, existen más bien de su sensibilidad y que, aunque histórica y
en nuestros hábitos mentales que en la culturalmente condicionadas, tienen un
obra de autores que muchas veces van mu- cierto carácter de “a priori” en cuanto a la
cho más allá de sus propias sistematizacio- experiencia individual.
nes. Pero estas restricciones a lo que expusi- No deja de ser llamativo que estas inva-
mos no vuelven inexistente el problema. riantes o determinantes paradigmáticos,
¿Hasta dónde llega el poder homogeneiza- pese a tener el carácter más marcadamente
dor de los paradigmas? hipotético, son, sin embargo, las que des-
La respuesta me parece que radica en el piertan mayor convicción y las que se de-
peso, no tanto de lo que cada paradigma fienden con mayor apasionamiento.
puede aportar -porque se trata de ideas ge- Lo expuesto aboga a favor de devolver-
niales que abren campos nuevos- sino en lo les a estos supuestos su papel hipotético y
que pueden restringir. heurístico: es algo muy diferente encontrar-
La zona de mayor claridad de los para- se en el curso de un análisis coincidiendo
digmas es también su punto ciego: lo que con lo que describe una teoría, que partir
ayudan a pensar es también lo que no pue- de ella para intentar encontrar desde allí al
den dejar pensar: analizando.
60
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
1. El nivel metapsicológico en Freud Pasemos ahora a Klein. Vimos que ella, co-
mo Freud, jerarquizaría el complejo de Edi-
En el capítulo IV de Inhibición, síntoma y an- po y la escena primaria. Pero aquí el coito
gustia, Freud retoma la fobia del hombre de de los padres es visto en relación a la fanta-
los lobos, comparándola con la de Hans. Pa- sía terrorífica de la pareja combinada, que
ra avanzar en la comprensión de ambas, di- corresponde con los estadios tempranos del
ce, es necesario tomar en cuenta el comple- complejo de Edipo. Veamos a continuación
jo de Edipo. ¿Cómo procede a analizarlo? El cómo las mismas palabras (Edipo, escena
examen del texto muestra que Freud va pa- primaria) nos conducen a concepciones cla-
so a paso considerado el destino de las mo-
ramente diferentes.
ciones tiernas y hostiles hacia cada uno de
los padres, las circunstancias que inciden so- Para Klein la relación con el padre se ini-
bre ellas, la modalidad según la cual son re- cia en el seno de la experiencia con la ma-
primidas, las causas de esta represión. dre: el pene es postulado por el bebé a par-
tir de la insuficiencia del pecho para brin-
Analizar el complejo de Edipo consiste
darle la gratificación esperada. Este pene
pues; para Freud, en analizar el destino de
del padre es, en realidad, un contenido del
las mociones pulsionales que lo componen.
interior del cuerpo de la madre y la relación
Esta concepción del Edipo se sostiene en
con él es moldeada a partir de la relación
una serie de hipótesis presupuestas: acerca
con el pecho (para Meltzer la relación trian-
de las pulsiones, de la sexualidad infantil,
gular comenzaría incluso en la experiencia
de las fantasías originarias, de la represión,
misma con el pecho (como “objeto combi-
de la castración y de la identificación.
nado”, pecho-pezón, existiendo así una si-
Estas hipótesis van a constituir el conte- tuación edípica previa al pasaje del pecho al
4 Podría intentarse una reconstrucción lógica de las teorías psicoanalíticas, de modo que su comparación partiera de estos enunciados de
nivel superior para pasar luego por vía deductiva a los niveles de menor generalidad. Pero ni las teorías analíticas permiten hacer tal sis-
tematización ni obtendríamos de esa forma una aproximación al núcleo vivo de los paradigmas tal como se da en su funcionamiento real.
61
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
pene). En la perspectiva kleiniana, el Edipo necesita una referencia al padre (al Nombre
descrito por Freud, llamado ahora Edipo tar- del Padre) que lo arranque de la domina-
dío, es secundario, tanto lógica como crono- ción materna para poder constituirse como
lógicamente, a la relación con el pecho. sujeto de deseo.
Esta concepción del Edipo es correlativa La conocida exposición de los tres tiem-
de una serie de hipótesis fundamentales pro- pos del Edipo se relaciona con una serie de
pias del pensamiento kleiniano: la hipótesis afirmaciones más estrictas referentes al in-
del yo temprano y del funcionamiento men- consciente estructurado como un lenguaje,
tal primitivo, la del papel estructurante de las a la relación con el deseo del Otro, a la re-
proyecciones e introyecciones, la de las rela- lación entre el deseo y la ley, al sujeto, al
ciones objetales, de la fantasía inconsciente y objeto a, a los cuatro discursos, etc. Proba-
del mundo interno, la de los fenómenos es- blemente los desarrollos en torno a la rela-
quizo-paranoides y depresivos, y la de la en- ción entre el deseo y la cadena significante,
vidia primaria y la del instinto de muerte. la derivación de los tres órdenes (o “dimen-
sions”) de lo imaginario, lo simbólico y lo
Pero estas hipótesis no se corresponden
real, y la concepción del nudo borromeo ex-
más con los puntos de vista freudianos. Es
presan el nivel más general y abstracto de
necesario postular, como lo ha señalado
este paradigma. Más que un punto de vista
Bianchedi (1983), una metapsicología con
tópico, dinámico o económico, encontra-
puntos de vista diferentes:
mos una perspectiva topológica, estructural
a. un punto de vista posicional, referido y en cierto sentido existencial.
a las posiciones esquizo-paranoide, y
depresiva; Ignoro si existen trabajos que comparen
los puntos de vista metapsicológicos freudia-
b. un punto de vista más bien de “polí- nos o kleinianos con el nivel equivalente a la
tica económica” que económica; teoría lacaniana. Es necesario también tener
en cuenta que esta teoría, en forma cohe-
c. un punto de vista espacial, relaciona-
do con el mundo interno como espa- rente con sus propios postulados, más que la
cio corporal; positividad de los enunciados procura efec-
tos de metáfora, lo que hace muy difícil esta-
d. un punto de vista dramático, relativo blecer puntos de comparación adecuados.
despliegue de las relaciones objetales
en la fantasía. Todo lo expuesto sugiere que si bien pa-
ra las tres teorías hay un inconsciente, si
analizáramos las ontologías implicadas en
cada una de ellas (en el sentido del “onto-
El nivel metapsicológico en Lacan
logical commitment” de Quine), encontra-
Como hemos dicho, la posición de Lacan, ríamos que no son similares. Es probables
reflejada con el texto de Leclaire, coincidiría que también halláramos que la diferencia
con la de Freud en jerarquizar la relación entre Freud y Klein a este respecto se sitúa
con el padre y la castración. Pero el modo en un nivel diferente de la que existe entre
de análisis es totalmente distinto: Serguei Freud y Lacan.
62
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
Tanto la teoría freudiana como las otras ¿Significa esto dar por perdida la unidad
tienen un carácter a la vez parcial y total: del psicoanálisis? Me parece que no, porque
parcial, en tanto cada teoría parte de una la unidad reside más en el campo común de
perspectiva determinada; total, porque ca- problemas que en las respuestas que les de-
da una reformula el conjunto del campo mos. Resta el problema de la verdad. Tal vez
psicoanalítico y tiene un poder creciente de una manera feliz de plantearlo sea la de
expansión. Esta situación, que hemos anali- Kuhn, cuando dice que sólo se puede ha-
zado en torno a un material clínico, sugiere blar de verdadero o falso en el marco de
algunas reflexiones e interrogantes. una teoría cuyos presupuestos se dan por
aceptados. En el marco de la discusión in-
1. En relación a la unidad y a la diversi- terteórica sólo cabe hablar de preferencias
dad de nuestro campo. Hemos inten- o criterios de mayor fecundidad, profundi-
tado demostrar que estos distintos pa- dad, etc. Lakatos propone hablar del carác-
63
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
64
Texturas inglesas Ricardo E. Bernardi
cían un efecto determinante sobre los como de “buena clínica”, aunque no tenga
aspectos del material que iban a ser traducción teórica?
tomados en cuenta. Pues bien, para
que sean útiles como instrumento de Lo expuesto en este trabajo permite
conocimiento es preciso que algo que abordar estos problemas desde otro ángu-
provenga del material pueda a su vez lo. En la búsqueda difícil y problemática de
tener efecto sobre ellos. lo que proviene de la experiencia, podemos
al menos avanzar en el condicionamiento
El fracaso de la pretensión empirista de de las condicionantes que provienen de
un acontecimiento sin presupuestos llevó a nuestras teorías, del mismo modo en que
muchos a no reconocer un lugar para la ex-
buscamos como analistas hacer explícitas
periencia. Y sin embargo, entre un en sí o
nuestras propias fantasías para poder apro-
un real demasiado inaccesible y una reali-
ximarnos mejor a las del paciente. Pero este
dad demasiado conocida existe una franja
conocimiento de nuestros conocimientos
ambigua, oscura, apenas vislumbrable, pe-
no resulta tranquilizador. En cierto modo
ro que forcejea con nuestras creencias y
puede rechazar el engarce que le ofrecen acrecienta el carácter de “unheimlich” de
nuestras teorías, o reclamar otras nuevas nuestra tarea: intentando escalar el monte
formas de aprehensión. ¿Debemos, pode- desde el cual queremos alcanzar la tierra
mos, queremos trabajar en esa zona siem- prometida del conocimiento, no sólo no en-
pre difícil de constituir y de mantener, fren- contramos allí la tumba de Moisés, porque
te a la solidez avasallante de las teorías? hace tiempo que le hemos dado muerte en
¿Tenemos un lenguaje para referirnos a el camino, sino que, para habitar, sólo dis-
ella? ¿Qué andamios metodológicos nece- ponemos, en definitiva, de los andamios
sitamos para recoger eso que reconocemos que hemos construido.
65
Ricardo E. Bernardi Texturas inglesas
-(1984) Sobre los “sueños hipócritas” en el caso de homosexua- Leclaire, S. (1958): “A propósito del episodio psicótico del ‘Hom-
lidad femenina de S. Freud. Cuadernos Clínicos Nº 2. Buenos Ai- bre de los lobos’”. La Psychanalyse, T. 4 [Imago: pp. 108-135].
res, Actualidad Psicológica, pp. 74-80. -(1966): “Los elementos en juego en un psicoanálisis”. En: El ob-
Bianchedi, E. T. de; Antar, R.; Fernández, M.; Grassano, E.; Mira- jeto del psicoanálisis. Siglo XXI, pp. 97-141, 1972.
vent, I.; Pistiner, I.; Scalozub, L.; Wasserman, M. (1983): “Más Maci, F. (1983): “Repetición del fundamento de la problemática
allá de la metapsicología freudiana”. Rev. de Psicoanálisis, XL, 2, kleiniana a partir de Lacan. Rev. de Psicoanálisis, Xl, 5-6, pp.
pp. 353-367. 1183-1197.
Bourguignon, A. (1981): Quelques problèmes épistémologiques Masterman, M. (1970): “La naturaleza de los paradigmas”. En: I.
posés dans le champ de la psychanalyse freudienne. Psychanaly- Lakatos y A. Musgrave: La crítica y el desarrollo del conocimien-
se à I’Université. 6: pp. 381-414. to. Barcelona, Grijalbo.
Brum, J. L.; Fernández, Gines, A.; Muller, L.; Nieto, M. (coords.) Meltzer, D. (1975): Adhesive Identification. Contemporary Psi-
(1982): Problemas con la diversidad de teorías y la articulación choanalysis 11, 3, pp. 289-310.
con la experiencia (Futuro del psicoanálisis en América Latina).
XIV Congreso Psicoanalítico de América Latina. Buenos Aires. -(1978): The Kleinian Development. Part I: Freud’s Clinical Deve-
FEPAL. lopment. Escocia, Clunie Press.
Feyerabend, P. K. (1970): Contra el método. Barcelona, Ariel. Nieto, M; Bernardi, R. (1984): “La investigación en psicoanáli-
1974. sis”. Rev. de Psicoanálisis, XLI, 5.
-(1970) Consuelos para el especialista. En: I. Lakatos y A. Mus- Schlanger, J. (1976): Mutations ou révolutions? Communica-
grave: La crítica y el desarrollo del conocimiento. Barcelona, Gri- tions. París, du Seuil, pp. 138-148.
jalbo. Pp. 354-38. Stegmüller, W. (1979): La concepción estructuralista de las teo-
Freud, S. (1900): The Interpretation of Dreams. Standard Ed., 4, 5. rías. Un posible análogo para las ciencias físicas del programa de
Bourbaki. Madrid, Alianza, 1981.
-(1905): Fragment of an Analysis of a Case of Hysteria. S. E., 7.
66
El “o”mbligo del sueño y el infinito
“o”bjeto del conocimiento analítico
(“y toda la vida es sueño...” )
Elizabeth T. de Bianchedi
Elizabeth Chapuy
Alicia Hefesse
Betty K. de Kakov
Dora Nuesch*
* Psicoanalistas (APdeBA).
1 Seguramente todos ustedes saben que es así como llama él, en el libro “Cogitaciones” (una recopilación de sus notas privadas res-
catadas por su viuda y publicadas en 1992), a lo que en sus trabajos y libros publicados llamó función alfa, la función mental encar-
gada de transformar, en datos almacenables, soñables y pensables, nuestras percepciones y emociones. Las notas de “Cogitaciones”
donde aparece por primera vez este término son del 10 de agosto de 1959.
67
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas
función que nuestra mente sólo ejerce du- ción e interpretación (1970, cap. 3), dice:
rante el dormir, para ser entendida como “Utilizaré el signo “O” para denotar aque-
una función mental implícita en muchas llo que es la realidad esencial representada
otras actividades de la vida de vigilia, como por términos tales como realidad esencial,
el ensoñar, el imaginar, el jugar, el recordar, verdad absoluta, la divinidad, el infinito, la
el pensar, el metaforizar, el poetizar, el cosa en sí misma”; se refiere con este signo
componer, el crear, etc. a un universo infinito en evolución, inescru-
table e incognoscible, que puede ser “deve-
Queremos recordar aquí que ya en su li-
nido” pero no conocido.
bro Aprendiendo de la experiencia (1962)
Bion, formulando su particular modelo de En 1966 Bion escribe un artículo llamado
aparato psíquico -que implicaba la co-exis- “Cambio catastrófico”3, en el que habla por
tencia de una personalidad psicótica con primera vez de “pensamientos sin pensa-
una personalidad no psicótica- llama “sue- dor”, a los que plantea como contraparte
ño” (entre comillas) a la parte del aparato de la verdad absoluta, “O”. Los “pensa-
psíquico capaz de pensar, soñar, reprimir, mientos sin pensador” existen en forma in-
recordar, etc., es decir, a la parte de la es- dependiente del pensador. Se puede fácil-
tructura mental que tiene función alfa, ba- mente inferir que “O”, los pensamientos sin
rrera de contacto y por lo tanto aspectos pensador, no tienen ubicación en la Tabla
conscientes, preconscientes e inconscien- (1963,1971), que solamente se utiliza para
tes. Este “sueño” nos parece que remite a clasificar pensamientos menos o más abs-
la formulación freudiana de 1923 en ade-
tractos (desde los elementos beta hasta el
lante acerca del yo. La formulación de Bion
cálculo algebraico), y/o proto-emociones y
también implica que hay zonas del aparato
emociones.
o aspectos que no pueden ser reprimidos,
ni soñados, ni recordados, ni pensados: lo En este punto queremos introducir las
que en esta primera teoría2 él llama los as- hipótesis acerca de que las transformacio-
pectos psicóticos de la personalidad. Una nes mentales, en elementos beta y/o en
de nosotras (E. T. L. de Bianchedi), con un elementos alfa más o menos conjugados4 y
grupo de colegas, analiza este cambio en abstractos son transformaciones de “O”,
“Pre-natales/post-natales: La personalidad ese universo infinito y desconocido, y que
total” (1977).
la parte de la mente que realiza esto es lo
En 1965, en su libro Transformaciones, que denominamos, junto con Grotstein,
Bion plantea diferentes tipos de transfor- “pareja soñante”. Muy resumidamente, lo
maciones mentales, que tienen como ori- que este autor formula, en su trabajo
gen a “O”. Al final de ese libro (capítulo 10 “Who is the Dreamer who Dreams the
en adelante) dice que “O representa la in- Dream and who Is the Dreamer who Un-
cognoscible realidad esencial...”, y en Aten- derstands it?” (1979), es que en todo sue-
2 Más adelante en su obra, considera que estos aspectos son sumamente primitivos, probablemente pre-natales, y ya no se refiere a
ellos como pertenecientes a la “parte psicótica de la personalidad”.
3 Este artículo, nunca publicado como tal, aparece luego, con muy pocos agregados, como capítulo 12 de “Atención e interpretación”,
con el nombre de “Continente y contenidos transformados”.
4 En un trabajo llamado “Los fósiles vivientes” (1995), E. T. de Bianchedi et al. discriminan la capacidad de conjugación narrativa de
elementos alfa o su falta, que es modelizada con el cuento “La bella durmiente del bosque”.
68
Texturas inglesas Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch
ño soñado hay un bebé que proyecta ele- mental, para quitarle la posible interpreta-
mentos beta y una madre con rêverie y con ción determinista de que “O” es la “causa”
capacidad para transformar esas proyec- primera de todas las transformaciones.
ciones al lenguaje de la poesía, de la narra-
tiva y del drama. El fracaso de su armoni- Queremos agregar otra ampliación del
zación es la psicosis. soñar. Siguiendo a Freud, los sueños son
básicamente representaciones en imágenes
Retomando el planteo ontológico de la visuales aunque algunas veces también au-
incognoscibilidad esencial de un aspecto ditivas. Bion extiende esta idea al suponer
de la realidad, creemos que Freud, muy que sensaciones corporales, gustativas, ol-
tempranamente, también intuyó algo de fativas, etc., podrían considerarse “sueños”
esto. En 1900, en algunos de sus comenta- en el sentido de una definición amplia de
rios sobre el olvido de los sueños, hace re- la transformación de “O”. La base teórica
ferencia al ombligo del mismo como aque- de esta formulación toma en cuenta las
lla parte que se asienta en lo no conocido. contrapartes mentales de los órganos sen-
Dice Freud: “Aun en los sueños mejor in- soriales, hasta llegar a preguntarse si cier-
terpretados, es preciso dejar un lugar en tos dolores corporales al despertar no po-
sombras, porque en la interpretación se drían ser el contenido manifiesto de un
observa que de ahí arranca una madeja de sueño, es decir, transformaciones oníricas
pensamientos oníricos que no se dejan de- equivalentes a sueños.
senredar, pero que tampoco han hecho
otras contribuciones al contenido del sue- Otra extensión que pensamos posible es
ño. Entonces ése es el ombligo del sueño, la del modelo del socio capitalista y socio in-
el lugar en que él se asienta en lo no cono- dustrial colaborando en la formación de los
cido”5. Sin embargo, en esta cita parece sueños. En Freud, el capitalista es el o los
considerar el ombligo como parte de los deseos inconscientes infantiles reprimidos,
pensamientos oníricos a los cuales no se y el socio industrial es, en gran medida, el
puede acceder. Pero en sus comentarios al preconsciente. Desde la hipótesis de Bion y
sueño de Irma6 dice: “Sospecho que la in- las nuestras, pensamos que lo que Freud
terpretación de ese fragmento no avanzó plantea como el socio capitalista (desde un
lo suficiente... todo sueño tiene por lo me- punto de vista económico) es “O”, la reali-
nos, un lugar en el cual es insondable7, dad esencial infinita y no sensorial, y el so-
un ombligo por el cual se conecta a lo no cio industrial, que hace el trabajo del sue-
conocido.” Creemos que en esta nota ño, como la función alfa (función original-
Freud hace referencia a aspectos insonda- mente materna, e introyectada por el bebé
bles (¿incognoscibles?) de la realidad, el niño en algún momento de su evolución).
“O” de Bion, origen de las transformacio- Pensamos que hay también un tercer socio
nes mentales. Sin embargo, más que ori- afiliado, creativo y poiético.
gen, nosotras preferimos pensarlo como
aquello en lo que se asienta nuestra vida
69
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas
8 Dejamos abierta la cuestión de si “O” es la realidad o solamente la realidad psíquica, a la cual Bion define como amorfa, intangible,
invisible, inodora e insípida. Dice: “ Estos elementos, psíquicamente reales (en el sentido en que pertenecen a la realidad psíquica)
son aquéllos con los que tiene que trabajar el analista” (Atención e interpretación).
9 Y también en -K si el analista logra reconocer las transformaciones en alucinosis (Bion, 1965).
10 Rapsodia: forma musical formada por fragmentos de otras obras, que no tiene, como la sonata, una forma ordenada lógica. Rap-
sódico: frases desconectadas, dichas apresuradamente, extravagantes. El origen de la palabra viene de raposa, “zorra”, y está rela-
cionada con rapiña y los instintos rapaces.
70
Texturas Inglesas Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch
71
Bianchedi, Chapuy, Hefesse, Kakov, Nuesch Texturas inglesas
mentos beta y alfa, o c) transformados en Pues ¿cuál tan bella habrá que su vientre en
elementos alfa (simbólicos, con significados barbecho
diversos). En el juego “tutti fruti” de la pa- desdeñe la aradura de tu maridaje?
ciente, donde la palabra “feto” aparece co- ¿O quién tan engreído que haga de su
mo comida, parecía ser más un elemento pecho
beta o un elemento alfa degenerado que tumba de su amor propio y fin de su linaje?
un símbolo auténtico. El relato memorioso Tú de tu madre eres cristal, y en ti los días
de la poesía parece también ser una eva- gentiles ella evoca de su flor granada
cuación de elementos beta, sin correlato tal tú por las ventanas de tu edad verías,
emocional para ella, aunque en la analista pese a canas y arrugas, esta edad dorada.
despierta la curiosidad y perplejidad por de- Pero si vives para no dejar testigo,
cir la niña que el autor era Shakespeare. En muere sola, y tu imagen morirá contigo.”
el sueño relatado, donde hay también aso-
ciaciones, hay elementos alfa y beta mezcla-
dos, y permite una comprensión y un deve-
nir de algún aspecto de “O”.
72
Algunas notas acerca
del coraje para analizar/se
Clara Nemas*
* Psicoanalista (APdeBA).
1-2. La traducción es mía.
73
Clara Nemas Texturas inglesas
tiempo después esta misma paciente se re- practicar el psicoanálisis: El objetivo es la es-
firió a sus dificultades para profundizar sus tabilidad, el secreto es la simplicidad, pero
inclinaciones artísticas, ya que temía aban- sugiero que el principio guía debiera ser el
donar a su familia y a su trabajo, como una ‘esfuerzo’ (strain), balanceado pero cercano
amiga de ella lo había hecho. Trataba de no al límite3 (Meltzer, 1967). Esta idea de
comprometerse con su arte, ya que no tenía ‘strain’, que traducida al español sería es-
el coraje de sostener una relación apasiona- fuerzo o tensión dolorosa, evoca en mí el co-
da con el mismo. raje al que me quiero referir en este trabajo.
Otra paciente se quejaba amargamen- Muchas veces nos preguntamos cómo al-
te de no tener el coraje para abortar un guien puede practicar el análisis sin dañar-
embarazo que no había sido planeado. se, y pensamos en los recaudos que hay que
Rechazaba enfáticamente la idea de que tomar para no enfermar; aunque no habría
al no abortar estaba tomando la decisión que quejarse, ya que todo trabajo tiene sus
de tener un hijo, para lo cual también se riesgos, los “gajes del oficio” diríamos tal
requiere ¡coraje! vez. Sin embargo, entiendo que no sólo
existen riesgos por trabajar como analistas,
Así fue surgiendo el interés por pensar al- sino que existen riesgos -deterioros- muy se-
gunas cuestiones del psicoanálisis como ana- veros debidos a no llevar adelante la tarea
lista y paciente, tomando como eje la idea y claudicar en el trabajo analítico.
del coraje para analizar/nos. El resultado son
estas notas, no muy articuladas aún, que sin En el año 1933, en las “Nuevas conferen-
habérmelo propuesto al comienzo, encon- cias introductorias”, Freud hace una afirma-
traron algún espacio en la frontera entre la ción contundente y de enorme vigencia. Di-
práctica analítica y problemas de ética. ce: “La actividad psicoanalítica es difícil y
exigente; no puede manejarse como un par
de anteojos que uno se pone para leer y
Propuesta que se saca para dar un paseo. Como regla,
el psicoanálisis posee al médico en su totali-
En nuestro trabajo como psicoanalistas, vol- dad o no lo posee para nada. Esos psicote-
vemos al análisis, a las supervisiones, al in- rapeutas que usan el psicoanálisis entre
tercambio con colegas y a algunos textos otros métodos, ocasionalmente, no están
como a las vías del ferrocarril; aunque el parados sobre tierra firme, no han acepta-
destino del viaje sea abierto, necesitamos do el psicoanálisis en su totalidad y lo han
de esas vías para evitar -o para recuperar- aguado, le han sacado sus colmillos, no
nos de- un descarrilamiento. Uno de esos pueden considerarse analistas.”4
textos es para mí el capítulo 9 de “El proce-
so psicoanalítico”, titulado “El psicoanálisis Todo este planteo se enmarca dentro de
como actividad humana”. los límites de las llamadas resistencias al
análisis. Podría objetarse que pensar el te-
Meltzer habla en ese artículo de un prin- ma de las resistencias desde el coraje desdi-
cipio guía que sostiene la condición para buja un concepto que tiene un lugar en la
3 “The aim is stability, the secret is simplicity, but the guiding principle, I suggest, should be ‘strain’, balanced but close to the limit”.
4 La traducción es mía.
74
Texturas inglesas Clara Nemas
5 La traducción es mía.
75
Clara Nemas Texturas inglesas
76
Texturas inglesas Clara Nemas
concepción unificada del mismo que incluye de técnica a los que me refiero, tienen como
los aspectos deseables y desagradables, base mecanismos maníacos muy sutiles que
amados y odiados. En esta síntesis de los forman un límite entre la auténtica respon-
distintos aspectos del objeto, reconocemos sabilidad por nuestros pacientes en nuestro
tanto su valor y su vulnerabilidad como su trabajo y la idealización que podría deslizar-
singularidad, y en tanto es único, tememos se hacia la temida megalomanía.
perderlo. Esta valoración del objeto, que
Necesitamos coraje para admitir el deseo
nos lleva a cuidarlo y hasta a sacrificarnos
de destruir algo que valga la pena ser des-
por él, estimula también nuestros aspectos
truido. R. H. Etchegoyen advierte que la en-
destructivos, y entonces el conflicto por la
vidia se evidencia en un buen análisis que
destrucción del objeto bueno se hace pre-
transita la elaboración de la posición depre-
sente, y los motivos que originan el penar
siva, ya que es el objeto bueno y no el idea-
son siempre vigentes y actuales. Éste es otro
lizado el que resulta intolerable para los as-
modo de hacer referencia a la actualidad y
pectos destructivos de la mente. Volviendo
vigencia de la fantasía inconsciente. Pensar
a Bion, en cuanto somos capaces de ser pa-
en estos términos tiene una consecuencia
dres, somos también vulnerables con res-
en nuestro trabajo como analistas, que en
pecto a las fuerzas que quisieran destruir lo
teoría de la técnica se denomina la inter- que los padres creativos, o potencialmente
pretación transferencial en el aquí y ahora. creativos podrían crear. Y continúa dicien-
En nuestro trabajo en el consultorio ha- do: Tenemos que acostumbrarnos a ser
cemos interpretaciones, señalamientos, miembros de ese particular grupo o cultura,
construcciones e indagamos en los conflictos pero no podemos habituarnos si no tene-
actuales, pero las vías del ferrocarril, para mos el coraje de existir en ello (Bion, Semi-
seguir usando nuestra metáfora inicial, son nario de Roma Nº 6). Por lo tanto, necesita-
mos coraje tanto para admitir nuestro po-
las interpretaciones transferenciales. El cora-
tencial creativo como nuestra destructivi-
je para sostener las interpretaciones transfe-
dad frente al mismo. Pienso que sostener
renciales va creciendo en la medida en que
este conflicto, no necesariamente resolver-
consolidamos nuestra identidad -y vamos
lo, es una tarea que una y otra vez enfren-
deviniendo- psicoanalistas. También el pa-
tamos analistas y pacientes en las idas y
ciente tiene que tener valentía y coraje para
vueltas del camino de nuestro desarrollo,
animarse a asociar libremente frente a un
de nuestros análisis, y en estos momentos
transferencialmente conocido pero desco-
quizás más que nunca en nuestro trabajo
nocido personaje con el que se encuentra en
como analistas y en nuestras instituciones.
el consultorio. Los analistas nos encontra-
mos a veces con dificultades para interpre- Si pensamos el decurso del análisis como
tar la transferencia positiva en particular y un proceso, el/los momentos de integración
las angustias de separación en especial; es del self suponen un contacto con una reali-
que se requiere de coraje para tolerar no só- dad psíquica y una cualidad emocional de-
lo la importancia que los pacientes nos otor- presiva que generan un dolor mental que es
gan, sino y principalmente, la que efectiva- sentido como intolerable aunque necesario.
mente tenemos para ellos. Estos problemas Este momento del proceso analítico, deno-
77
Clara Nemas Texturas inglesas
6 - 7 La traducción es mía.
78
Texturas inglesas Clara Nemas
manda de psicoanálisis, tanto por parte de con la fuerza del coraje de los débiles y has-
personas que piden tratamiento como de ta de los vencidos. Una es el levantamiento
las que quieran formarse como psicoanalis- del Ghetto de Varsovia, acompañada por el
tas, ha disminuido en el mundo. Sin embar- primer verso de su himno: “Nunca digas
go, de tanto en tanto nos sorprendemos al que vas tu último camino.” La otra escena,
enterarnos de que en algún lugar que ubi- que quizás influyó en mí para pensar en el
camos como remoto, están apareciendo coraje como cualidad materna, son las Ma-
asociaciones psicoanalíticas y personas que dres de Plaza de Mayo y su lucha.
luchan por practicar el psicoanálisis y por
analizarse. Podemos suponer que en esos Bion ha dicho que los pacientes no nece-
lugares existe algo del coraje que acompa- sitan poner en juego sus resistencias, que
ñó a los pioneros que, décadas atrás, se ani- les basta con evocar las resistencias de sus
maron a plantar la bandera del psicoanálisis analistas. Pero también las resistencias de
en geografías, situaciones sociales y cultura- los analistas deben incidir en evocar las re-
les desconocidas. sistencias de los pacientes. Pienso que es en
esta doble lucha frente a las adversidades
externas y las oposiciones internas donde se
pone a prueba nuestro coraje.
Conclusiones
En estos momentos de la historia que nos
toca vivir, cuando hablar de crisis parece ser Resumen
optimista y los historiadores nos dicen que
las catástrofes han llegado para quedarse, Este trabajo se sitúa en las fronteras entre
me pareció importante tomar el tema del la práctica y la ética.
coraje en nuestro trabajo.
Propongo que el coraje es una cualidad
Cuando pensamos en el coraje relaciona- del self y que forma parte del equipamiento
do con el psicoanálisis, probablemente todos de la actitud analítica. Discrimino entre el co-
evoquemos historias que nos resultan casi fa- raje y otras cualidades como la valentía, la
miliares: Freud enfrentando a las pacientes audacia o el arrojo. Relaciono la valentía con
histéricas que superaron ampliamente a el aspecto masculino del objeto combinado,
Breuer, o escribiendo los artículos de la Me- ligado a la lucha edípica, al rescate heroico
tapsicología en plena guerra, pasando penu- de la madre y a la derrota de la pandilla nar-
rias y con sus hijos en el frente; reponiéndo- cisista. Propongo que el coraje está relaciona-
se de los desprecios del mundo académico de do con una cualidad materna del objeto com-
su época. O nos volvemos a sorprender al re- binado, es sostenido en el tiempo y su opues-
cordar las discusiones controversiales en me- to no es la cobardía si no la claudicación en la
dio de los bombardeos de Londres. crianza de los hijos. Relaciono el coraje con
las ideas de rêverie materno de Bion.
Al hablar de coraje seguramente todos
evocamos imágenes compartidas y priva- Como psicoanalistas pensamos el proce-
das. Dos de las escenas que más nítidamen- so analítico como un camino, una búsqueda
te me aparecen en la mente tienen que ver para aproximarnos a una verdad. Esta aspi-
79
Clara Nemas Texturas inglesas
80
El rol de la “impensabilidad” en los individuos
y en los grupos
implicados en situaciones extremas
Riccardo Romano*
* Psicoanalista miembro de la Sociedad Psicoanalítica Italiana, vive y trabaja en Catania (Sicilia). Discípulo de Francesco Corrao, quien fue-
ra uno de los introductores de las ideas de Bion en Italia, Romano ha dedicado buena parte de su tarea de investigación a los fenómenos
grupales. Propuso la existencia de un nuevo Supuesto Básico Grupal, el que él llama S.B de Omertà, para explicar algunos comportamien-
tos de los grupos. Asimismo interesado en la función del pensar y siguiendo caminos abiertos ya por Corrao, se interesa por la relación
entre el pensar y la grupalidad, proponiendo la “pensabilidad” como un objeto del psicoanálisis, tanto individual como de grupos.
81
Riccardo Romano Texturas inglesas
do la angustia de la catástrofe nuclear, que ción imprecisa del lenguaje, que debería ser
ahora parece haber desaparecido, se exten- estudiada. La verdad escondida que está de-
día sobre la humanidad, algunos psicoanalis- trás de este lapsus, podríamos decir que es
tas decidieron utilizar los conocimientos psi- simplemente la natural propensión defensi-
coanalíticos para estudiar los aspectos in- va del hombre, más bien del niño, que consi-
conscientes de la carrera a los armamentos dera que basta no pensar para anular lo que
nucleares. La organización International Psy- se rechaza o da miedo. De hecho, entre las
choanalists Against Nuclear Weapons fue fantasías inconscientes relacionadas con las
fundada en el seno de la International Psy- catástrofes se encuentran las de omnipoten-
choanalytical Association en la ocasión del cia y de inmunidad mágica personal. En esta
34° Congreso de la IPA, efectuado en 1985 dirección podemos notar cómo el hombre ci-
en Hamburgo. Sucesivamente se escribieron vil occidental, el de la “sociedad de riesgo”,
numerosos artículos sobre el tema. Aquí me tiende cada vez más a atacar y desvalorizar
interesa retomar un trabajo escrito por Part- el pensamiento y la memoria. “Si pudiera en-
henope Bion sobre “La impensabilidad de la cerrar en una imagen -escribe Primo Levi- to-
guerra nuclear”; incluso porque con la auto- do el mal de nuestro tiempo, escogería esta
ra, desgraciadamente fallecida, he podido imagen, que me es familiar: un hombre en-
profundizar el argumento personalmente a juto, con la frente inclinada y los hombros
propósito de un estudio mío sobre la pensa- encorvados en cuyo rostro y en cuyos ojos no
bilidad. Escribe P. Bion que el tema de la ca- se pueda leer trazas de pensamiento.” En el
tástrofe nuclear visto por un psicoanalista no rostro del protagonista del grito de Munch
puede tratarse “como exclusivamente políti- no hay pensamiento sino pura emoción. No
co, económico o social: es pleno de pensa- cambia mucho si en vez de la cabeza reclina-
mientos y fantasías inconscientes, y considero da y de los hombros encorvados ponemos los
que es muy importante tratar de tomar con- semblantes altaneros y joviales que aparecen
ciencia de estos elementos inconscientes para en la actual inundante publicidad. En esta
atenuar su potencia”. Más adelante la auto- comunicación quisiera profundizar el tema
ra cuenta: “Recientemente he tenido la opor- de la pensabilidad y de su negación. La pen-
tunidad de leer una reseña de un libro sobre sabilidad no es solamente la capacidad de
varios conceptos de defensa civil corrientes pensar sino de pensar en un cierto modo. No
en diferentes países -U.R.S.S., EE.UU., Suiza y es solamente la capacidad de usar la función
Gran Bretaña-, en el cual la guerra nuclear se mental de transformar las sensaciones endó-
describe como ’impensable’…” genas y exógenas en representaciones, sino
de mantener dichas representaciones, y de
Aparentemente el reseñador entendía, activar procesos mentales capaces de elabo-
con ello, que la guerra nuclear era considera- rarlas. La pensabilidad por lo tanto no es so-
da inaceptable, visto que estaba hablando lamente una capacidad mecánica aunque so-
de una serie de preparativos que implicaban fisticada, sino más bien una función creativa.
que al menos los gobiernos de aquellos cua-
tro países de alguna forma pensaban en la Trataré de aplicar los conceptos y el mé-
guerra, pero tengo la impresión de que hay todo psicoanalítico a las situaciones exami-
una verdad escondida detrás de esta utiliza- nadas aquí; esto comportará inevitable-
82
Texturas inglesas Riccardo Romano
83
Riccardo Romano Texturas inglesas
pasadas. Esto se complica aun más si conside- como liberación de las pasiones y no como se
ramos que la memoria representa un sentido debería entender más correctamente, como
ulterior a nuestra disposición para contactar liberación a través de las pasiones. Como se
el inconsciente. Para utilizar en el mejor mo- puede intuir fácilmente, este punto es fun-
do esta función propia de la memoria es ne- damental para nuestro discurso porque o se
cesaria una condición ulterior, la de la narra- cree que uno se puede defender de las emo-
ción o del mito. Es decir, para que el objeto ciones vinculadas al riesgo simplemente ne-
mental acceda a la pensabilidad tiene que gándolas o descargándolas lejos, o se cree en
poder integrarse en una historia, en una na- utilizar la fuerza de las emociones para res-
rración creativa incluso fantástica pero deci- ponder de la forma más adecuada y cons-
ble, narrable. Esta condición respeta el he- tructiva a la vivencia catastrófica. La última
cho de que el pensar tiene dos tendencias ca- condición para que el objeto mental pueda
racterísticas e insuprimibles: la tendencia co- volverse pensable es la que prevé la necesi-
nectiva y la cinética. “Así como el pensa- dad de individualizar y de reconocer al res-
miento no puede permanecer en un estado ponsable del pensamiento, ya sea por lo que
de quietud, y es siempre móvil y activo como se refiere al individuo (que se reconozca res-
expresión específica de nuestro ser en el ponsable del pensamiento y que no adopte
mundo, análogamente los pensamientos no mecanismos de negación o proyección), ya
pueden permanecer en un estado de singu- sea en los grupos.
laridad aislada; cada átomo de pensamiento
La negación de todo esto puede definir-
tiende espontáneamente a agregarse, a co-
se como impensabilidad. La impensabilidad
nectarse y a relacionarse con otros átomos
puede evidenciarse antes, durante o des-
de pensamiento” (Corrao). El pensar tiene
pués del evento catastrófico. Puede mani-
necesidad de un movimiento como de ida y
festarse en los individuos o en los grupos
vuelta, vinculado al pensamiento creativo: a
sociales, más aun, a menudo depende de la
la mitopoiesis. La tercera condición es que el
relación que los individuos tienen con el
objeto mental tenga algún contenido afecti-
propio grupo de pertenencia. Estudiar y
vo, que esté cargado de emociones o pasio-
comprender bien la incidencia y la calidad
nes. Es importante poner de relieve que el
de esta relación es fundamental para en-
psicoanálisis ha estado siempre más atraído
frentar colectivamente el problema.
por el estudio de la dinámica y de la cinética
de los fenómenos afectivos, por los aspectos La impensabilidad que se verifica antes
comunicacionales de los afectos, por su po- de la situación de riesgo se relaciona con lo
der de influencia interactiva y su empleo te- afirmado precedentemente sobre una posi-
leonómico y cognitivo. El modelo que consi- ble guerra nuclear, es decir con exorcizar el
dera los afectos como cargas o investiduras, peligro y la angustia con la negación, utili-
no puede prever su transformación, sino más zando mecanismos mentales infantiles o pri-
bien una modificación de cantidad, exten- mitivos que aplacan la angustia con fanta-
sión, fuerza, dirección. Esto significa que los sías de salvación mágico-omnipotentes indi-
afectos dolorosos pueden solamente repri- viduales o colectivas como aquellas religio-
mirse o desplazarse sobre otros objetos. En sas. Es impensable que me suceda a mí tener
esta dirección la catarsis ha sido interpretada que morir por una guerra o por un terremo-
84
Texturas inglesas Riccardo Romano
to y si luego morimos todos, será porque así de todos para cancelar o distraerse de aquel
lo quiere Dios y entonces, nadie muere sino recuerdo. De todo lo dicho resulta evidente la
que se renace. Sin embargo, este tipo de im- importancia que adquiere la información en
pensabilidad es esencialmente narcisístico, el caso de riesgo de catástrofe, que debe te-
no existe una evaluación objetiva de los de- ner forma y contenidos diferentes según cada
más. Cuando la impensabilidad se da duran- uno de los tres momentos de los que se ha ha-
te el evento catastrófico, es decir, cuando la blado. La regla fundamental corresponde al
experiencia del evento no permite ninguna principio deontológico que regula la relación
elaboración mental, como en las situaciones médico-paciente. En línea de máxima es justo
de pánico, se verifica una fuga de la realidad que todos los individuos estén informados so-
externa dentro de sí mismos, una introver- bre los peligros que corren. Los motivos que
sión masiva que interrumpe los vínculos con se adoptan para justificar la falta de informa-
el mundo y con el propio grupo; también es- ción o la substracción o manipulación de la in-
te mecanismo es de tipo narcisístico, pero formación dependen de la relación de con-
paradójicamente aunque sea más grave, es fianza que se instaura entre quien posee el
más natural que cultural. conocimiento y los que lo ignoran. Se puede
destacar los mecanismos de colusión tendien-
Sucede por un imprevisto y repentino cam- tes a llevar a cabo la impensabilidad; además,
bio de registro personal, es decir cuando en la preocupación de no provocar un daño ma-
una situación de relativo acuerdo con el am- yor a través de la comunicación, como el de-
biente un hecho imprevisto impone que uno sencadenamiento del pánico colectivo o de
ya no se sienta contenido positivamente por masa. También esto depende de la relación
el contexto en el que se halla. Este tipo de im- que se ha establecido sobre estos hechos y de
pensabilidad, como decía, seguramente es la la relación que se ha creado y mantenido en-
más grave, porque es muy difícil intervenir tre los individuos y el grupo. En otros térmi-
eficazmente con diligencia; sin embargo los nos, surge el problema de si se debe decir la
otros dos tipos de impensabilidad son más verdad, toda la verdad. ¿Pero la verdad de
graves por la responsabilidad colectiva en la qué cosa? La verdad del hecho, del evento de
falta de prevención, preparación y educación riesgo potencial o actual o pasado, ciertamen-
para enfrentar el riesgo a conciencia y con se- te que sí. Pero no es suficiente, es necesario
guridad. El tercer tipo de impensabilidad es saber interpretar la verdad, sobre todo la ver-
sucesivo al evento catastrófico y equivale a la dad escondida que no se quiere conocer. En-
represión, a la cancelación de la memoria ac- tre otros motivos hay que tener en cuenta
tiva. Significa que no se mantiene el recuerdo, que muchas de las resistencias al conocimien-
el pensamiento sobre el peligro porque es in- to de las condiciones de riesgo se deben al va-
soportable; también ésta es una defensa na- lor negativo que se atribuye a la angustia. La
tural y comprensible para poder seguir ade- cultura occidental del bienestar demoniza la
lante sin quedarse paralizados por el recuerdo angustia, que es considerada como un mal
permanente del peligro, pero en este tipo de que hay que eliminar, con la contrapartida de
impensabilidad hay mucha responsabilidad incrementar la impensabilidad. Se considera
colectiva. En una situación social es imposible que los responsables de la información sobre
aplicarla si no existe un acuerdo “omertoso” todo tienen que evitar inducir angustia y que,
85
Riccardo Romano Texturas inglesas
en cambio, tienen que tranquilizar lo más po- memoria, para que frente a la tendencia
sible, porque se presume erróneamente que la natural al olvido no se realice la impensabi-
angustia es dañina para los comportamientos lidad de lo que ya se ha vivido. Hay que te-
adecuados que se deberían asumir en las situa- ner presente que superar el riesgo puede
ciones de riesgo. Por el contrario, las situacio- conducir a un tipo particular de psicología
nes verdaderamente peligrosas que conducen del sobreviviente marcada sea por senti-
a comportamientos irracionales e inadecuados mientos de culpa, sea por elementos manía-
se deben a la impensabilidad que comporta cos omnipotentes. Por consiguiente es útil
también la incapacidad de tolerar la angustia. que la memoria, incluso la memoria mítica
del riesgo pasado, se transforme en una
La información preventiva no tiene sola-
atención preventiva hacia el futuro y que
mente el objetivo de advertir del riesgo posi-
no adquiera las características de una glori-
ble, sino que también tiene la tarea de edu-
ficación del riesgo evitado.
car a pensar en el riesgo, a crear un hábito
mental sin falsas alarmas ni negaciones hipó- Cualquier información que recibamos del
critas. Por este motivo es necesario que la in- mundo externo, sea que se obtenga directa-
formación preventiva adquiera una forma mente, sea que la recibamos a través de los
narrativa que sepa crear sentidos comunes medios de comunicación, debe atravesar
estables, repetidos, que puedan ser fácilmen- nuestras defensas. Para ilustrar mejor esta
te reconocidos y asociados en los momentos afirmación podemos usar la metáfora de la
de necesidad. La forma narrativa tiene ade- nave espacial que para poder aterrizar, debe
más la prerrogativa de que puede integrar la atravesar la atmósfera terrestre. La nave de la
dramatización de los afectos, de las emocio- información tiene solamente un reducido án-
nes, que se integran en una historia que vuel- gulo de incidencia respecto a la Tierra para
ve posible su desarrollo y transformación. Es- poder aterrizar suavemente. Si el ángulo es
demasiado reducido, la nave rebotará en la
te momento puede ser asimilado a la opera-
atmósfera y se perderá en el espacio; si el án-
ción de contar fábulas a los niños asustados,
gulo es muy alto la nave se quemará atrave-
fábulas ya conocidas y repetidas, aunque
sando rápidamente la atmósfera o, si la nave
contengan elementos que den miedo como
es demasiado grande, se precipitará catastró-
monstruos, brujas, etc. La información duran- ficamente sobre la Tierra dañándola o destru-
te el evento catastrófico tiene la tarea de lla- yéndola. La amplitud del ángulo de incidencia
mar al sentido común, de dar puntos de refe- es directamente proporcional a la amplitud
rencia reconocibles porque son ya conocidos, del continente (la Tierra en la metáfora) que
de dar el sentido de la dirección y del movi- tiene que recibir la información. Esto quiere
miento, de recrear y de mantener el sentido decir que el impacto de la información depen-
de la evolución de los eventos, de dar comu- de de quien la reciba, si se trata de un indivi-
nicaciones responsables en las que se pueda duo o de un grupo organizado y cohesiona-
reconocer al sujeto del que parte la informa- do. Es posible que nuestras defensas eliminen
ción con quien ya se ha establecido una rela- la información o que la quemen rápidamente
ción de confianza y de credibilidad. dejándola sin efecto, pensemos en la incesan-
te lluvia informativa que soportamos ininte-
La información sucesiva a los eventos de rrumpidamente y que rápidamente quema-
riesgo tiene la tarea de mantener viva la mos sin que deje ninguna huella permanente,
86
Texturas inglesas Riccardo Romano
87
Riccardo Romano Texturas inglesas
5. Por estas razones lo mejor que los indivi- 10. Es fundamental: acostumbrarse a tener
duos y los grupos tendrían que hacer puntos de referencia que no se vivan
preventivamente y en el acto, es separar pasivamente; la costumbre de participar
la idea de las situaciones extremas de la
efectivamente en el grupo; y la costum-
idea de la muerte, no para negarla sino
para permitir una mayor libertad mental bre de elaborar en el grupo las dificulta-
en la evaluación realista del peligro, co- des de relación con éste mismo.
mo para cualquier otro evento de la vida.
11. Los diferentes grupos de pertenencia
6. Por las mismas razones uno no se debe- que normalmente en la dinámica social
ría preocupar de aplacar la angustia y pueden estar en contraste entre ellos,
de tranquilizar. La eliminación de la an-
en el momento de la catástrofe debe-
gustia está directamente relacionada
con la impensabilidad, mientras que en rían señalar la excepcionalidad del
cambio la capacidad de sentir y conte- evento, demostrándolo a través del
ner la angustia permite elaborar las re- acuerdo general bajo la guía de un úni-
presentaciones dolorosas del peligro. co conductor (la protección civil).
7. Para contener el ansia a un grado sopor- 12. Para hacer pensable el objeto (en este
table, es necesario que exista un conti-
caso el evento catastrófico) es necesario
nente y es preferible que éste sea un
grupo lo más restringido posible, para que exista una información de un orga-
que pueda activarse un fuerte senti- nismo especializado en este aspecto de
miento de pertenencia. la protección civil, diferente de los me-
dios de comunicación usuales, que sepa
8. Más precisamente, es fundamental la rela-
ción que los individuos tienen con el pro- interpretar el evento. Es decir, que co-
prio grupo de pertenencia. El aislamiento munique utilizando todas las condicio-
es la peor condición para experimentar y nes del objeto pensable1.
elaborar la angustia. Si se está en contra,
en oposición, o aislado del propio grupo,
la angustia se vuelve insoportable porque
Bibliografía
no es referible a un continente mental y
comportamental adecuado. Bion, P. (1991) L’impensabilità della guerra nucleare. En “Immagini
dell’impensabile a cura”, de P. Messeri y E. Pulcini, Marietti, Génova.
9. Este concepto de pertenencia grupal de-
be ser construido y ejercitado preventi- Bion, W. R. (1963) Elements of Psychoanalysis. Heinemann,
vamente. Es más útil poner en práctica la Londres.
participación en pequeños grupos, aun-
Corrao, F. (1992) Modelli psicoanalitici. Mito Passione Memoria,
que no se refieran directamente a la
Laterza, Bari.
protección civil, que las ejercitaciones de
buenos comportamientos que puedan Romano, R. (1995) La pensabilità: un oggetto della psicoanalisi.
ser fácilmente borrados por el pánico. Koinos, Gruppo e funzione analitica. XVI, 2.
1 Publicado originalmente en el sitio http//w.w.w./proteccioncivil.org/ceisevirtual/. Texto traducido por la Dra. Ruby Mariela Mejía, psi-
cóloga psicoterapeuta, Instituto Italiano de Psicoanálisis de Grupo, y luego corregido, con autorización del autor, por Diego Rapela y
Amalia Giorgi de Rapela.
88
Texturas Francesas
De identidades y fronteras
Alfredo Finola
Mario López Vinuesa
Abraham Reznichenco*
Escribía Freud en 1912, a modo de testamen- vidad propia de cada analista, entra en un
to ético: “... Pero estoy obligado a decir ex- cono de sombra a partir de la aparición en
presamente que esta técnica ha resultado la escena de la “doctrina”3 Eitingon que regi-
única adecuada para mi individualidad; no rá los pasos a seguir por la práctica psicoa-
me atrevo a poner en entredicho que una nalítica. Eitingon, miembro del Comité y
personalidad médica de muy diversa consti- primer presidente del Comité Didáctico
tución pueda ser esforzada a preferir otra creado, al decir de Ernest Jones, biógrafo
actitud frente a los enfermos y las tareas por de Freud, “... con la esperanza de propor-
solucionar...”1. Y más adelante, en 1913, di- cionar las oportunidades de discusión co-
ce: “... Por otra parte obro bien al presentar- mún de los problemas técnicos, dio lugar
los como unos ‘consejos’ y no pretenderlos más adelante ‘por desgracia’, a nuevos in-
incondicionalmente obligatorios. La extraor- convenientes cuando el Comité sostuvo que
dinaria diversidad de las constelaciones psí- tenía el derecho de imponer en todas par-
quicas que intervienen, la plasticidad de to- tes los mismos principios...”. De esta mane-
dos los procesos anímicos y la riqueza de los ra, se abrieron las puertas a la canonización
factores determinantes se oponen, por cier- del psicoanálisis.
to, a una mecanización de la técnica...”2.
Y ahora... nosotros, analistas de la I.P.A.,
Sin embargo, la esencia de la propuesta interesados y seguidores de la obra de Jac-
freudiana, que es una invitación a la creati- ques Lacan, en nuestro recorrido de interro-
* Psicoanalistas (APC).
1 S. Freud, Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912).
2 S. Freud, Sobre la iniciación del tratamiento (1913).
3 Doctrina: en América: Curato colativo atendido por regulares (curato: cargo espiritual del cura de almas. Colativo: dícese de los be-
neficios eclesiásticos y de todo aquello que no se puede gozar sin colación canónica). Diccionario Granda.
91
Finola, López Vinuesa, Reznichenco Texturas francesas
gantes sobre nuestra práctica, nos encon- pueden llevarnos al núcleo de los proble-
tramos con un corto pero no menos contun- mas que existen entre nosotros”.
dente y lleno de consecuencias artículo del
presidente de la I.P.A. que redobla nuestras Nos permitiremos ahora hacer algunas
inquietudes. reflexiones acerca de afirmaciones que hace
Widlöcher en el informe sobre el apasio-
En efecto, en el informe del presidente, nante tema que será motivo del próximo
con el título “Trabajando en las fronteras: Congreso Internacional de Psicoanálisis.
las prácticas denominadas lacanianas”, pu-
Coincidimos plenamente con él que no
blicado en la Revista de Actualidad de la
es cierto que “nuestras prácticas” son simi-
I.P.A., Nº 2 de diciembre de 2002, el Dr. Da-
lares a las lacanianas, ya que “existen dife-
niel Widlöcher propone que “debatir con
rencias pronunciadas en el interior de la es-
quienes se encuentran al otro lado de la
cuela lacaniana, así como entre ésta y noso-
frontera no sólo es un medio para determi-
tros”. Pero aquí debería aclararse a quiénes
nar las diferencias y consolidar nuestra
se refiere nuestro presidente cuando habla
identidad, sino que también conlleva el
de “nosotros” y de “nuestras prácticas”.
descubrimiento de áreas comunes para el
¿No estará pasando por alto que en el seno
intercambio”.
de la I.P.A. hay miembros que adhieren a las
Más adelante agrega que, en su opinión, ideas y prácticas lacanianas? Salvada esta
“... los únicos temas que pueden producir omisión se debería reconocer, entonces,
un diálogo fructífero son aquéllos que tie- que las “diferencias pronunciadas” no sólo
nen su base en la práctica, es decir, en la habitan en el interior de las asociaciones la-
teoría del tratamiento y sus implicaciones canianas, lo que hace de las fronteras un te-
técnicas. Al contrario de lo que opinan mu- ma de imprevisibles derivaciones, que desa-
chos de quienes han sido entrenados o es- fía nuestra inteligencia y amplitud de miras.
tán interesados en la escuela lacaniana, no
Volviendo al lugar en que, de acuerdo a
es cierto que lo único que nos separa es la
Widlöcher, se separan radicalmente ambas
teoría y que nuestras prácticas son similares
concepciones psicoanalíticas, no es de ex-
(...). El punto es, precisamente, comparar
trañar que por su singular importancia haya
nuestras prácticas. Aquí existen diferencias
elegido, entre otras diferencias, la duración
pronunciadas en el interior de la escuela la-
de las sesiones. Pasemos a ocuparnos, por
caniana, así como entre ésta y nosotros, y
tanto, de este tema como parte inherente
sólo un debate clínico puede permitirnos
al encuadre psicoanalítico.
determinarlas y, especialmente, compren-
der las razones de su existencia. Por ejem- Joel Zac, psicoanalista argentino conoci-
plo, el tema de la duración de las sesiones do por sus trabajos publicados sobre el en-
es muy importante, no solamente porque es cuadre, trata de demostrar de qué manera
una diferencia en cuanto a la técnica sino éste corresponde al plano de las constantes,
porque apunta a maneras distintas de escu- y cita a Bleger cuando dice “un encuadre es
char e interpretar. En este sentido, los deba- un no-proceso en el sentido que son las
tes sobre la utilización de la contratransfe- constantes dentro de cuyo marco se da el
rencia o sobre el manejo de la transferencia proceso”.
92
Texturas francesas Finola, López Vinuesa, Reznichenco
De esta manera, con los recursos que ins- ción, sino que la palabra es usada para cau-
trumenta, Zac teoriza algo que es sustan- sar la división subjetiva del otro: causar la
cial: por ser el análisis lo que es, donde to- aparición de un sujeto como enigma para sí
do quiere decir otra cosa, algo tiene que es- mismo; como enigma productivo, capaz de
tar incorporado al funcionamiento del dis- generar esos significantes que han marcado
positivo analítico que no sea otra cosa sino su vida, descubrir su poder de dominio y
eso, para evitar su desnaturalización y caída deshacerse de ellos.
en un diálogo convencional.
Por ende, desde esta perspectiva, donde
Siguiendo estas ideas, se puede afirmar el eje es el discurso, los elementos del en-
que el psicoanálisis no es una conversación cuadre jerarquizados por Zac, al no tener
cualquiera, es otra cosa. Esa “otra cosa” se que soportar el peso de contener lo cons-
define justamente por lo que es constante tante, se pueden convertir en un instrumen-
en el análisis. Zac, a su manera, resalta su to del analista; y no es que resulte secunda-
importancia y ubica como tal lo enumerado rio el número, frecuencia y duración de las
en categorías ampliamente conocidas (lu- sesiones o la forma de pago, sino que tie-
gar, duración, frecuencia y distribución de nen un lugar completamente distinto.
las sesiones, honorarios, etc.). De este modo
Opuesto a la posición de los “encuadris-
toda la psicopatología y la clínica se organi-
tas”, que se caracteriza porque los elemen-
zan alrededor de estas especificaciones, pu-
tos formales de su práctica son iguales para
diendo un análisis estudiarse en relación a lo
todos (las sesiones duran siempre cincuenta
que el paciente hace o deja de hacer con
minutos, cuatro veces por semana, etc.),
ellas. La propuesta lacaniana, en cambio, es
desde la perspectiva lacaniana es exacta-
distinta: lo fijo, constante, en el análisis, es
mente lo contrario: los elementos del en-
la estructura del discurso analítico.
cuadre nunca son iguales para todos, ni en
Sabemos que la palabra relaciona una cuanto a frecuencia ni duración de las sesio-
persona con otra. A ese lazo social, basado nes, ni en cuanto a honorarios, ya que cada
en el lenguaje, Lacan llama “discurso”. uno de éstos se puede utilizar como una he-
rramienta de la acción del psicoanalista con
La variedad de discursos o lazos sociales ese paciente. De esta manera, podría tener
que establecemos los humanos es infinita. Sin efecto de interpretación agregar o quitar
embargo Lacan los reduce estructuralmente sesiones, espaciarlas o alterar su ritmo.
a cuatro: el discurso del amo, el de la univer-
sidad, el histérico y el discurso analítico. Nos aproximamos ahora, específicamen-
te, al tema de la duración de las sesiones que
En el discurso del amo, la palabra es uti- señala acertadamente el presidente Widlö-
lizada para dar órdenes; en el de la universi- cher como parte de las diferencias que sepa-
dad, para transmitir un saber; en el de la his- ra a ambas concepciones psicoanalíticas.
teria, para seducir, enamorar, hacer desear.
En su artículo “Lo inconsciente”, Freud
En el discurso analítico, la palabra no es afirmó que lo inconsciente no conoce el
utilizada para dar una orden, ni para ense- tiempo. ¿Qué figura adoptará, entonces,
ñar algo, ni para causar el amor o la seduc- esta dimensión en el análisis? A veces la for-
93
Finola, López Vinuesa, Reznichenco Texturas francesas
Bibliografía
Bleger, José. “Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico”, en Sim-
biosis y ambigüedad; Ed. Paidós, Bs. As., 1972.
Lacan, J.: “El reverso del psicoanálisis”, Seminario, Libro 17, Ed.
Paidós, Bs. As., 1970.
94 95
La interpretacion en
psicoanalisis 1
Daniel Rodríguez*
* Psicoanalista (APdeBA).
1 Con algunas modificaciones, agregados y alguna costura imperfecta, este trabajo reúne con la mayor armonía que he podido lograr,
lo dicho en dos presentaciones sobre el tema llevadas a cabo en la APdeBA, durante el 13er Simposio y Congreso Interno sobre “Cam-
bio Psíquico II. Hipótesis y conclusiones”, en diciembre de 1991, y en una mesa redonda sobre “Interpretación”, el 15 de octubre de
1996. A pesar del tiempo transcurrido sigo estando de acuerdo conmigo mismo.
2 Lacan. J. Conf. en la Universidad de Yale, 24/9/75.
96
Texturas francesas Daniel Rodríguez
hacemos de ella, la vida cotidiana recoge al- de su posición subjetiva de goce-queja maso-
gunos efectos de interpretación que pueden quista del tipo “roban a un niño”, más como
ser de utilidad para iniciar nuestras reflexio- quien despierta de un sueño que como al-
nes acerca de la responsabilidad y función guien que realiza una tarea consciente de re-
del analista en el proceso interpretativo. composición avergonzada de su persona.
97
Daniel Rodríguez Texturas francesas
versión del hecho, ahora que ya “podía ha- intentan hacer un listado acabado de los dis-
blar de sexualidad”. tintos tipos de interpretación posibles, ya
que sería infinita e impredecible la lista de
Interpretaciones sin analista intervenciones, el silencio incluido, capaces
Ambos ejemplos me parecieron útiles para de provocar estos esperables resultados.
discutir acerca de la función del analista en
Desde una perspectiva centrada en los
lo que hace a la labor interpretativa, porque:
efectos más que en las intenciones, la afir-
1. Se dan fuera del marco de una sesión mación tantas veces oída de que “le hicimos
analítica. a nuestro paciente una buena interpreta-
ción que éste no aceptó, o rechazó”, no
2. Si bien en un caso hubo analistas en tendría justificación, porque una buena in-
juego, éstos no actuaron en carácter terpretación, vista desde la perspectiva de
de tales; no hubo de parte de ellos sus resultados, sería sólo aquélla que produ-
ninguna intención de interpretación. jo algún efecto. En la definición freudiana
del chiste, una de las formaciones del in-
3. Los cambios en la posición subjetiva
consciente freudiano, sólo se considera co-
y/o en el sistema de identificaciones,
mo tal a aquél que logra despertar la risa
esperables como efectos de interpre-
del otro, y esto no puede nunca saberse de
tación, no se dieron en Martín o en
antemano. El chiste y la interpretación com-
Emma como producto de un trabajo
partirían siempre una dimensión de apues-
de elaboración o reflexión conscien-
ta por parte del que los emite.
te, sino de un modo sorpresivo, como
es de esperar suceda como efecto de Es de suponer, como señaló más de un
una interpretación lograda. autor, que la interpretación no podría al-
canzar el inconsciente si le fuera estructu-
ralmente extraña, y este isomorfismo de-
Sobre efectos e intenciones seable entre la interpretación y las forma-
ciones del inconsciente, también nos aleja
Al contar con estos ejemplos, que nos per-
de lo que convencionalmente se entiende
miten separar la “intención de interpreta-
ción” de los “efectos de interpretación”, por interpretación.
podemos reflexionar acerca de aconteceres
cotidianos, ahora sí de la clínica psicoanalí-
tica, que nos demuestran con bastante fre- El analista dador de sentido
cuencia, que ambos elementos no van to-
En la acepción más tradicional Laplanche y
mados de la mano como uno habitualmen-
Pontalis4, comentan que la interpretación se-
te supondría o esperaría.
ría tanto la deducción de parte del analista
Si definimos la interpretación en función del sentido latente de las manifestaciones
de sus efectos, más que por su configuración, verbales y conductuales de un sujeto, como la
le quitamos algo de interés a la expectativa comunicación de dicha deducción al mismo,
de los tratados de técnica psicoanalítica que con miras a hacerle accesible dicho sentido.
98
Texturas francesas Daniel Rodríguez
99
Daniel Rodríguez Texturas francesas
100
Texturas francesas Daniel Rodríguez
valdo cambia sorpresivamente de dirección algún Pedro en análisis, ese momento difícil-
cuando, conmovido, apuntando a su ser, y a mente llega, siempre se puede agregar al-
su lugar en el mundo, empieza a preguntar- gún dato más para redondear la idea; y
se quién es él en definitiva para sus amigos, cuando a veces Pedro hace una pausa, como
ya que al poseer una hermosa quinta a la para darle un lugar a su analista, y éste acce-
que todos concurren gustosos los fines de de balbuceando algo, casi por cortesía, que-
semana, la autenticidad de la amistad y da con una gran sensación de esterilidad.
compañía de éstos, así como su valor como
sujeto, son puestos en tela de juicio. Pedro está en una sesión, retomando con
su estilo habitual, el relato de una cuestión
que lo preocupa; resulta que está por hacer
un negocio importante con un primo que no
De obsesivos en análisis goza de mucho prestigio dentro de la fami-
1. Cuando está todo dicho lia, que pone en tela de juicio su honestidad.
La noción de acto analítico guarda rela- Todos temen que la cosa termine mal, y
ción con la puesta en primer plano del psi- Antonio, su hermano mayor que es odontó-
coanálisis como praxis, así como de la in- logo, es uno de los más interesados en de-
terpretación en su función instrumental, tenerlo. Luego de esta referencia, como
en la que está implícita una modificación quien hace un punto y aparte, y sin mediar
de la forma convencional de entender las intervención alguna de su analista, Pedro se
relaciones entre el decir y el hacer, o entre enfrasca en uno de sus temas preferidos: las
el saber y la acción. dificultades en el manejo de su comercio,
las quejas por los clientes que no le pagan
El paciente obsesivo es el que con mayor correctamente, etc...
frecuencia hace perder a su analista la di-
mensión pragmática de su quehacer, y mu- Su analista sigue silencioso, ya ha pasado
chas de las modificaciones técnicas que des- un rato de sesión, y como suele sucederle,
de Freud en adelante se fueron planteando, está como amodorrado frente a un relato
fueron sugeridas como un intento de recu- que no le ofrece ningún resquicio como pa-
peración de esta dimensión que la estructu- ra hacer una baza, hasta que un nuevo ses-
ra obsesiva, en su acomodación al dispositi- go del largo monólogo, lo saca del letargo.
vo, anula con bastante frecuencia.
Pedro, que por distintas razones, prefie-
Pedro es uno de esos pacientes que tra- re no ser atendido odontológicamente por
tan de amortizar el malentendido del len- su hermano, ha ido a ver un dentista, quien
guaje; por eso supone que tiene que pro- le ha dicho que sería necesario extraerle
veer al analista de la debida y suficiente in- dos piezas dentarias, y como suele suceder,
formación como para que, llegado el mo- Pedro consulta a su hermano, quien le dice
mento de una intervención, éste lo haga que antes de llevar a cabo la sugerencia del
con todos lo elementos de juicio en la ma- colega pase a verlo por su consultorio, para
no, cosa de no equivocarse. ver si esto es necesario.
Como supondrán todos lo que han tenido Hay en el relato algo que se repite, y su
101
Daniel Rodríguez Texturas francesas
analista alertado de ello, se tienta de seña- go más, ya que respetando las mismas letras
larlo en un comentario, y entonces sin mu- del abecedario se podrán componer infini-
chas expectativas le dice a Pedro: “Parece tas poesías, pero, también es cierto que hay
que Antonio es el encargado de vigilar que cosas que se terminan, la vida entre otras. El
no le saquen lo que no corresponde.” tema, o la discusión sobre el final del análi-
sis se percibe en el horizonte.
No tiene la impresión de haber dicho nada
brillante, ya que simplemente ha correlacio- A esto queda enfrentado Pedro cuando
nado dos fragmentos, que le resuenan como dice que está todo dicho y aunque sea por
isomórficos y que aparecen aislados entre sí. un momento, esta disociación entre el pen-
samiento y la acción, entre el decir y el ha-
Sin embargo, como en el caso menciona- cer, se suelda. Unos minutos más y Pedro
do de Osvaldo y sus vacaciones, el resultado empezaba con su tarea de relleno, de anu-
es inesperado, porque Pedro se sobresalta, lación, y si bien caben otras posibles res-
se queda paralizado, y cosa muy rara en él, puestas del analista a lo dicho por su pa-
por unos minutos sin palabras. Ya pasados
ciente, ¿no sería una suerte de desmentida
los primeros momentos de sorpresa le dice
de su parte dejar que Pedro, para quien las
a su analista: “Con eso que usted dijo, está
palabras parecen valer tanto, siga hablando
todo dicho”, y su analista, que no es justa-
después de lo que dijo?
mente un militante de la interrupción de las
sesiones como recurso técnico, decide dar
por terminada allí esta sesión.
2. Esas cosas que se dicen...
También es bueno detener la película en
este momento de esta viñeta sin saciar la Como contrapartida para todos los que sos-
curiosidad del lector interesado por evaluar pechan, en tiempos de crisis, sobre las razo-
los “resultados terapéuticos” ulteriores con nes que llevan a los analistas a interrumpir
el afán de coleccionar recursos técnicos efi- sesiones antes de tiempo, podríamos citar el
caces para la práctica. Porque aunque esta caso de Alfredo.
intervención condujo no sólo a la revisión
Alfredo también es un paciente de mar-
del tema manifiesto de la sesión, sino tam-
cadas características obsesivas que tuvo, por
bién a un cuestionamiento sobre su forma
razones que nunca quedaron del todo cla-
de estar en análisis, no puede decirse que
ras, un vuelco espectacular en su análisis
produjo una revolución.
luego de que su analista lo visitara en su do-
Nuestra intención no es la de mostrar al- micilio en la convalecencia de una interven-
gún recurso novedoso que cambie lo traba- ción quirúrgica.
joso de éste o de cualquier otro análisis, si-
no la de ilustrar una manera de pensar so- Previo a este hecho se registra el caso de
bre el lugar del analista y sus modos posi- una sesión, que como tantas había transcu-
bles de intervención. rrido sin pena ni gloria, cuando al finalizar
la misma Alfredo, ya incorporado, le dice a
Hay dos cosas válidas en cuanto al ha- su analista: “Éste es un día en los que me
blar; es cierto que siempre se podrá decir al- gustaría seguirla.” Si bien la afirmación no
102
Texturas francesas Daniel Rodríguez
103
Daniel Rodríguez Texturas francesas
Nuestra práctica carece de garantías, Tan válido como para generar las mejo-
aunque no cese de aspirar a un estatuto res condiciones para que eso acontezca es
científico para el que la predictibilidad es estar despierto para no dejarlo pasar cuan-
un elemento a tener muy en cuenta, y nues- do sucede, porque un rato más y se nos es-
tros instrumentos técnicos no son como en curre de las manos, ya que como alguien di-
otros campos, la mera o mecánica aplica- jo, la ocasión, como el salto del león del que
ción de un saber ya establecido. hablaba Freud, es una diosa a la que hay
aprender a tomar por los cabellos.
Esto confiere a las intervenciones del
analista, como ya se dijo, cierta dimensión
de apuesta, o a veces de sorpresa, que ha-
cen que alguna participación, a priori ba-
nal, produzca un efecto inesperado.
104
Sostener
la apuesta
Oscar A. Paulucci*
* Psicoanalista (APA).
105
Oscar A. Paulucci Texturas francesas
transitan desde las quejas sobre las condi- Frente a anuncios agoreros y proféticos
ciones económicas y de mercado del ejerci- sobre la desaparición del psicoanálisis, creo
cio profesional, hasta cierto grado de de- que el psicoanálisis como teoría y como
cepción e interrogación sobre el lugar de práctica representa uno de los espacios posi-
una práctica, la del psicoanálisis, frente a las bles de preservación de la subjetividad ja-
demandas actuales de la cultura. queada, en tanto mantenga su especificidad
frente a la demanda del hombre que pade-
Tiempo que nos toca vivir, en que el bri- ce y de la cultura en la que estamos insertos.
llo de la imagen, la oferta “massmediática”
con la “planetarización” de la voz y la mira- Esto no implica anquilosar al análisis en
da, el ideal de eficacia, rapidez y éxito, se el lecho de Procusto de una teoría sin desa-
dan de la mano con una oferta tecnológica rrollo ni mucho menos en la “rigidificación”
cuya obsolescencia veloz inunda de produc- mortífera de una ortodoxia formal. Pero
tos un mercado en el que el consumo y la tampoco caer en la ilusión de un progreso
rápida sustitución están a la orden del día. acrítico por aposición, donde los “aportes”
de la ciencia o desarrollos dentro del saber
Sustitución que se articula con la insatis- psicoanalítico sean incorporados sin una re-
facción metonímica que caracteriza a la neu- flexión crítica desde los fundamentos mis-
rosis, velando la insatisfacción estructural mos del psicoanálisis.
que conlleva el deseo, porque su objeto está
Ni pensar en un aggiornamiento como
perdido para el humano en tanto somos su-
un vale todo ecléctico donde la supuesta
jetos del lenguaje, lo que nos enajena de
flexibilidad del analista sea la contracara de
cualquier encuentro logrado con el objeto y
la rigidez formal, y sosteniéndose el ideal
con la obtención de la satisfacción plena.
de hacer el bien se evite la lectura psicoana-
Productos de la ciencia, real que como lítica de las consecuencias de nuestro acto.
desecho invade al planeta en su conjunto y Sabemos que en aras de hacer el bien se co-
revela al retornar al modo catastrófico, metieron algunos de los mayores horrores
donde Chernobyl es sólo un ejemplo, la ilu- de la humanidad.
sión de un progreso basado en el desarrollo No podemos pensar que el psicoanálisis
de la ciencia que parece eclipsar el espacio creado por Freud en cierto momento del
para la subjetividad. desarrollo de la humanidad tenga asegura-
da su supervivencia, pero sí me atrevo a
Si bien los determinantes y efectos de es-
afirmar que la mimetización con otros dis-
ta situación que bosquejamos exceden am-
cursos, que conduce a la pérdida de su espe-
pliamente el alcance de nuestro humilde po-
cificidad, abre la posibilidad de su desapari-
der de practicantes de esta artesanía llamada
ción frente a otras respuestas que se ofre-
psicoanálisis, tenemos desde el mismo ele-
cen al padecer humano.
mentos para reflexionar sobre la subjetividad
de nuestro tiempo y sobre las consecuencias Dentro de la demanda de la cultura en el
que para la práctica y la posición del analista orden de la eficacia y la rapidez, se le recla-
dicha tendencia globalizante y objetivante ma al psicoanálisis la rápida resolución sin-
en sus diferentes aspectos puede implicar. tomática, comparándoselo con otras tera-
106
Texturas francesas Oscar A. Paulucci
107
Oscar A. Paulucci Texturas francesas
Lo que permite entender por qué no Dijimos que la condición que hace posi-
perseguimos la eliminación de los síntomas ble la interpretación analítica es el estable-
como meta, sino como algo que puede cimiento de la transferencia, con la consti-
obtenerse como “ganancia colateral, si el tución del sujeto supuesto al saber. Se hace
análisis se ejerce de acuerdo a las reglas”. necesario en este punto aclarar la distinción
Regla fundamental, regla de abstinencia, entre el carácter ficcional de la suposición
que posibilitan la apertura a la dimensión de saber que sostiene el analista de la pro-
inconsciente, obturada cuando la “ambi- ducción del saber no sabido, que es del in-
ción terapéutica” del analista “busca” dicha consciente y no del analista.
remisión.
La dimensión del amor es un componen-
Entonces se nos plantea una paradoja: te de la transferencia, vinculado al intento
para sostener el psicoanálisis como método de recubrir la sujeción del analizante al de-
terapéutico debemos renunciar en nuestra seo del analista como modo de persuadir al
práctica al deseo de curar. Y a nuestra preo- Otro que tendría lo que puede completarlo,
cupación por los efectos terapéuticos trasla- ignorando lo que le falta.
darla a la interrogación sobre la eficacia de
la operación analítica. Y si por la estructura de la transferencia
el analista ocupa el lugar del ideal del yo
Interpretación cuya eficacia debe ser leí- desde donde el sujeto intenta ubicarse co-
da en un a posteriori por la producción de mo amable, es decir amado desde el Otro,
nuevas asociaciones que puedan dar cuenta uno de los riegos permanentes de nuestra
de un cambio de posición subjetiva y no de práctica es quedar ubicado en ese lugar
un mero aumento de conocimiento, que no del Ideal. Así se aproxima el análisis al mo-
hace más que convalidar la posición neuró- delo de la hipnosis, donde el analista en-
tica y “engordar” el síntoma. carna al hipnotizador y abre el camino que
conduce en términos de fascinación a la
Lo que el psicoanálisis nos enseña es que identificación con el analista, y en la di-
en la base de los síntomas encontramos la mensión de servidumbre enamorada al sa-
fantasía inconsciente, verdadero sostén del crificio del sujeto.
deseo. Si apuntamos a la mejoría sintomáti-
ca sin operar sobre la fantasía que sostiene Tanto el deseo de curar, de hacer el
el síntoma y determina el devenir libidinal bien, como la apoyatura del analista en su
del sujeto, se puede precipitar una reacción intervención en el saber referencial -ya
terapéutica negativa. sea teórico o contratransferencial- en des-
medro del saber textual, operan en dicha
Si desoímos la cuestión del deseo, éste dirección.
insistirá en nuevas formaciones del incons-
ciente, pero si se persevera en reducirlo a la El deseo del analista, concepto teorizado
demanda o a “las verdaderas necesidades” por Lacan, opera como la “X”, que como
lo que nos espera es la apelación dramática deseo de diferencia posibilita intentar atra-
de un acting-out o la salida de la escena de vesar el conjunto de los deseos fantasmati-
un pasaje al acto. zados del analista en tanto persona, mante-
108
Texturas francesas Oscar A. Paulucci
niendo la distancia entre el Ideal del yo y el ma, lo que nos deniega la satisfacción plena
lugar de objeto “a”, causa del deseo que el y nos esfuerza por otros caminos”.
analista sostiene como apariencia.
¿Qué nos queda? Sostener la apuesta, la
Deseo del analista, que nos aleja de la del deseo.
posición de Amo que es el lugar desde el
que opera el psicoterapeuta en las psicote-
rapias, en las que el Otro “sabe”, lo que el
paciente es, lo que le conviene, es decir lo
que le falta.
del plano de la sugestión y del quedar ubi- El saber del psicoanalista (inédito).
cados en el lugar tentador del profeta, re- Variantes de la cura tipo. Escritos. Siglo XXI.
dentor o salvador.
La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos. Si-
Deseo que implica una renuncia a ejercer glo XXI.
109
El sujeto para el
psicoanálisis1
Leonardo Peskin*
J. Lacan2
También incluyo una viñeta que quizás Sin embargo, es a partir del psicoanálisis
haga posible un abordaje más ilustrativo que se intenta dar una diferente ubicación al
del tema, ya que estoy convencido de que sujeto, proponiendo un nuevo estatuto que
todos compartimos en nuestra práctica coti- es definido como subversivo con relación a
diana los mismos problemas, en muchos ca- una larga creencia, basada en un egocentris-
sos los teorizamos de un modo distinto, pe- mo, sobre todo en el mundo occidental.
ro sin embargo en el abordaje clínico, fre-
cuentemente hay menos diferencias que las Donde creíamos pensar, somos en reali-
que tememos si estamos dispuestos a escu- dad juguetes del pensamiento inconsciente,
charnos sin prejuicios. al decir de Lacan.
* Psicoanalista (APA).
1 Trabajo presentado en la APdeBA como base para un ateneo que giró en torno al tema, inaugurando un espacio interinstitucional el
8 de abril de 2003.
2 “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud.” Escritos.
110
Texturas francesas Leonardo Peskin
3 Leonardo Peskin: “El inconsciente freudiano y el nuestro.” Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP), 3, agosto de 2000.
111
Leonardo Peskin Texturas francesas
4 Lacan. Seminario XI. “Porque la verdadera fórmula del ateísmo no es ‘Dios ha muerto’ -pese a fundar el origen de la función del pa-
dre en su asesinato, Freud protege al padre-, la verdadera fórmula del ateísmo es: ‘Dios es inconsciente’.”
5 Lacan, Seminario 13: “Es innegablemente la consecuencia estrictamente determinada de una tentativa, como lo hemos visto el año
pasado, de suturar al sujeto de la ciencia, y el último teorema de Gödel muestra que fracasa, lo cual quiere decir que el sujeto en
cuestión sigue siendo el correlato de la ciencia, pero un correlato antinómico, puesto que la ciencia se muestra definida por el no-
éxito del esfuerzo para suturarlo.”
112
Texturas francesas Leonardo Peskin
Freud lo descubrió, y descifró las claves pa- se basan en intensos debates sobre la defini-
ra poder entender el arreglo singular de cada ción de la subjetividad atinente al psicoanáli-
uno con la cultura en la que se inserta, Edipo sis, que se despliegan en varios frentes, y que
mediante. También podríamos decir que ci- encontramos en toda la obra de Lacan.
fró6 en lugar de descifró, ya que creó concep-
tualmente un modo de comprender estos he- En primer lugar situaría la polémica con
chos. Además queda claro que si alguno se la mayor parte de los filósofos que tocaron el
las arregla para encontrar nuevas soluciones, tema, la discusión se extiende a ciencias co-
éstas serán incorporadas como creación o in- mo las matemáticas, y en particular a cues-
vención y se sumarán a la acumulación alu- tiones de álgebra, grafos, teoría de conjun-
vional de saberes que configuran el Otro. tos y topología (formas, nudos y cadenas).
Deberíamos esperar que con el pasaje del Otra confrontación es con la lingüística, o
tiempo, los psicoanalistas acepten al mismo con las teorías del lenguaje, cuando Lacan in-
psicoanálisis como la acumulación de nuevos cluye la idea de invertir el algoritmo saussu-
aportes a la base inaugural freudiana, que riano, poniendo el significante por encima de
no sólo funda un nuevo sujeto sino que re- la barra y el significado por debajo. Además
significa toda la historia de la humanidad,
libera al significante de su atadura a un úni-
dándole mayor profundidad y alejándonos
co significado, haciendo que el significado
tanto de cualquier suposición de animalidad
emerja de la dinámica de la cadena de signi-
superior como de divinidades iluminantes.
ficantes. Luego veremos que el propio sujeto
El psicoanálisis propone un sujeto escin- es un significante más en este interjuego.
dido y singular que es la base ética que no
se debe alterar para que sobreviva el psi- También diría que hay discusiones con el
coanálisis como disciplina, lo que se contra- universo del resto de los psicoanalistas y
pone a toda pretensión unificante narcisís- que hay controversias localizables dentro
tica, discurso único. de la propia teoría de Lacan. Es decir, Lacan
debate con Lacan en la medida en que va
desarrollando su posición teórica o su pen-
samiento sobre todas estas cuestiones.
Reseña teórica
(El sujeto desde la teoría lacaniana) Es evidente que el campo que abre toda la
Si bien el sujeto está implícito en toda la problemática del sujeto es tan amplio que
obra freudiana hay que buscarlo en una re- abarca el psicoanálisis en toda su extensión.
lectura, ya que no se lo nomina tan explíci- Incluso cabría alguna definición epistemoló-
tamente. Eso lo encontramos en Lacan con gica que ubicaría al sujeto como el objeto del
su retorno a Freud, que al modo de los tra- psicoanálisis más que al inconsciente; ya que
bajos de refinamiento químico entre otros es por vía del sujeto que accedemos al incons-
productos, rescata este concepto de sujeto, ciente, y además el mismo sujeto nos lleva a
el que está presente en todos los textos pe- dimensiones que van más allá, como el Ello o
ro hay que extraerlo para apreciarlo. la realidad. Sin embargo sabemos que no
conviene restringirnos a un objeto teórico
Si se me permite continuar con la analogía único, ya que tarde o temprano deberemos
química, los procedimientos de refinamiento crear otro en contraposición al primero.
6 Leonardo Peskin: “El inconsciente freudiano y el nuestro.” Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP), 3, agosto de 2000.
113
Leonardo Peskin Texturas francesas
Pasemos a una breve reseña. En los pri- inicial esa manera de ver la incidencia del in-
meros escritos y seminarios, Lacan parte de consciente en la constitución del sujeto, sería
la hipótesis básica de que hay una condición solidaria con una serie de otros aportes. Co-
de desarraigo instintivo de la especie huma- mo que tendría que haber una organización
na, y que por lo tanto su única posibilidad de significante que acogiese al sujeto en un lu-
realización es por vía de un recurso a un gar donde hay una falta y además habría
Otro, el que en este enfoque se definió con cierto significante ordenador como Nombre
relación al lenguaje y la palabra, y que se tra- del Padre que carece de un significado. Insis-
ta de la humanización ligada al significante. to en que la estructura presenta faltas de sig-
Con relación al estadio del espejo, diferen- nificantes y de significados, por ende no es
cia moi7 de je, dadas las dos nominaciones en completa y permanece abierta, conservando
francés para el yo. El moi se refiere al yo y el un carácter de incertidumbre que se contra-
je va a ser sustituido en la teoría por el sujeto. pone a lo que podemos llegar a saber.
Este sujeto que se diferencia drásticamente
El sujeto se instaura en un lugar donde
del yo pertenece al registro simbólico, mien-
hay una falta, y él pasa a ser un significante
tras que el yo (moi) pertenece a lo imaginario.
más dentro de la estructura, y ahí vienen
A su vez, vamos a ver que el sujeto se ciertos tipos de aforismos que homologan
desdobla en “sujeto del enunciado” y “suje- al sujeto con el significante. Incluso Lacan
to de la enunciación”. Lo que dice y quién definió que un significante es: “lo que re-
lo dice, o desde dónde lo dice como posi- presenta un sujeto para otro significante”,
ción determinada por el inconsciente. y el sujeto mismo es un significante más
dentro de ese conjunto significante.
En relación a Lacan y el estructuralismo, ha-
bría una cierta estructura donde se constituiría La teoría del Nombre del Padre en ese
un sujeto como existente, para dar cuenta de
momento, me refiero a los seminarios 3 y 4,
un ser que no se puede realizar sino a través
se refiere a un significante o a un pequeño
del sujeto. Existir se refiere a ser en otro lugar,
conjunto de significantes fijos, que soportan
el sujeto emerge como falta o carencia en ser,
la estabilidad de la significación, al desplazar
la que termina expresada en ese otro lugar co-
mo sujeto, al resolverse en lo simbólico. Si bien por una operación de sustitución metafórica
es notoria la influencia estructuralista, luego el deseo de la madre como real incestuoso,
veremos que Lacan no lo fue en un sentido fijando así significados prohibidos y dando la
pleno, ya que tanto el Otro como el sujeto posibilidad de que emerja un deseo no inces-
siempre se irán presentando como incomple- tuoso. Ésta sería la organización ética del in-
tos, con dimensiones no estructuradas. consciente y por consiguiente del sujeto.
Esta teoría del significante con este suje- Para esta conformación, Lacan usa la ale-
to desdoblado (sujeto del enunciado/sujeto goría de un taburete apoyado en tres o cua-
de la enunciación), que definiría de un modo tro patas8, que podríamos decir representan
7 El moi como yo imaginario especular narcisístico y el je como la nominación simbólica del sujeto en un discurso.
8 Seminario 3 “Las psicosis”: “Todos los taburetes no tienen cuatro patas. Algunos se sostienen con tres. Pero, entonces, no es posible
que falte ninguna otra, si no la cosa anda muy mal. Pues bien, sepan que los puntos de apoyo significantes que sostienen el mundillo
de los hombrecitos solitarios de la multitud moderna, son muy reducidos en número. Puede que al comienzo el taburete no tenga sufi-
cientes patas, pero que igual se sostenga hasta cierto momento, cuando el sujeto, en determinada encrucijada de su historia biográfica,
confronta ese defecto que existe desde siempre. Para designarlo nos hemos contentado por el momento con el término de Verwerfung.”.
114
Texturas francesas Leonardo Peskin
al “nombre del padre”, y describe qué ble al momento en que Freud formula la
acontecería si faltase una de éstas en la for- pulsión de muerte y la repetición. Lacan
clusión9. Si el sujeto fuese llevado por exi- presenta este cambio como énfasis de la in-
gencias simbólicas a forzar la estructura, se cidencia de lo real, en particular la teoría
caería ese taburete, cosa que se evidencia del objeto a, a partir del Seminario de la an-
como desencadenamiento de la psicosis. gustia en el año ‘63, donde termina de ser
formalizado. Más tarde seguirá esta línea
Ahí hay también una teoría de la inter- para referirse a los goces.
subjetividad, es decir, no sólo se hablaría de
un sujeto, sino de un entre sujetos que sos- A partir del objeto a, el significante pasa
tendrían esta estructura mediante un pac- a ser la respuesta simbólica al empuje de lo
to. Esta función de la intersubjetividad co- real, y será por múltiples operaciones sim-
mo soporte luego es abandonada ya que el bólicas que se podrá comprender cómo se
Otro se sostiene a sí mismo. acota y se resuelve este objeto, como expre-
sión del goce que emerge del encuentro del
En los años ‘60 el artículo de los Escritos significante con el cuerpo. De qué manera
“La subversión del sujeto y la dialéctica del de ese arreglo deriva el sujeto como confi-
deseo en el inconsciente freudiano”, plas- guración sintomática.
ma este desarrollo teórico, proponiendo co-
mo eje al sujeto, y todas las consecuencias Estamos frente a dos posturas internas
que se podrían derivar de los otros registros dentro del pensamiento lacaniano, un La-
en estos procesos simbólicos. Es decir, lo can contrapuesto a otro Lacan, la opción es
simbólico se ve acotado por sus anudamien- si, como veníamos viendo, dar relevancia al
tos con lo imaginario y lo real. sujeto como producción simbólica, o jerar-
quizar lo real y sus incidencias causantes de
Aparece allí un grafo10 que es tomado de la subjetividad como respuesta simbólica. Si
seminarios anteriores (5 y 6), donde mues- bien estas alternativas no se excluyen lle-
tra el recorrido de la pulsión y los fenóme- van a criterios clínicos distintos. Y precisa-
nos relativos a la subjetividad con relación mente fueron búsquedas de profundiza-
al deseo, la demanda, el fantasma y la solu- ción clínica en procuración de la cura de
ción de la pulsión en la cadena significante. donde nacen estas ideas11, del mismo modo
Todo este movimiento se puede considerar que Freud llegó a la pulsión de muerte por
teniendo como punto central la teoría del obstáculos y hallazgos clínicos tratando de
sujeto, que ya incluye al objeto a, como ob- superar dificultades terapéuticas. Esto es
jeto de la pulsión descentrando al sujeto de así aunque se haya considerado un sacrile-
su hegemonía teórica. Ésta es una de las in- gio hablar de cura, a partir de la mala com-
flexiones internas en el pensamiento de La- prensión de una expresión de Freud que
can, que tiene una trascendencia equipara- Lacan retoma, acerca de que la cura se pro-
9 Forclusión: nombre que da Lacan a la Verwerfung como falta de inscripción. Término de origen jurídico que se refiere a la caducidad
de un plazo para la realización de un paso en el proceso jurídico, con lo cual se queda imposibilitado de hacerlo.
10 Grafo: gráfico que describe lógicamente las relaciones entre un conjunto de términos, mediante los cuales Lacan busca explicar su
concepción del funcionamiento psíquico; los elementos aparecen ubicados en ciertos lugares del gráfico, y tiene importancia cuá-
les son los elementos y qué lugar ocupan. Luego buscará trascender el plano y requerirá de figuras topológicas que abarquen tres
o más dimensiones.
11 A partir del objeto transicional de Winnicott.
115
Leonardo Peskin Texturas francesas
12 Freud. “Dos artículos de enciclopedia”: “La eliminación de los síntomas patológicos no se persigue como meta especial, sino que
se obtiene, digamos, como una ganancia colateral si el análisis se ejerce de acuerdo con las reglas. El analista respeta la especifi-
cidad del paciente, no procura remodelarlo según sus ideales personales -los del médico-, y se alegra cuando puede ahorrarse con-
sejos y despertar en cambio la iniciativa del analizado.”
Lacan. Escritos 1. “Variantes de la cura tipo”: “Si admite pues el sanar como beneficio por añadidura de la cura psicoanalítica, se
defiende de todo abuso del deseo de sanar, y esto de manera tan habitual que por el solo hecho de que una innovación se motive
en él se inquieta en su fuero interno, reacciona incluso en el foro del grupo por la pregunta automática en erigirse con un ‘si con
eso estamos todavía en el psicoanálisis’.”
116
Texturas francesas Leonardo Peskin
117
Leonardo Peskin Texturas francesas
un sujeto ligado a la invención, o de cierto Por eso las currículas y los prontuarios
orden de creación, por el camino de poder son importantes, el humano y quizás en al-
hacer ahí con lo real desde lo simbólico y lo gún sentido los animales también tienden a
imaginario. Esto es referido a la escritura de repetir lo no resuelto en lo preformado. No
James Joyce, pero sería extensible a la crea- obstante, como psicoanalistas creemos en
ción, sea en el campo del arte, la ciencia o un cambio posible pero sobre la base de lo
los actos en general. anterior, no hay creación desde la nada, o
por lo menos desde una pura nada, sino so-
Lacan se iría acercando a resolver el sujeto
bre el antecedente de algún “algo” que
por vía del síntoma, pero no un síntoma en
responde a esa “nada”, que es la pulsión o
un sentido corriente, sino una especie de ra-
el objeto causa del deseo.
ra concepción del síntoma, que sería esa ma-
nera singular y propia de cada humano como Lacan abre la posibilidad de teorizar una
solución posible, una especie de subjetividad movilidad subjetiva, o que el fenómeno
nueva al transformar el síntoma en sinthoma. subjetivo entendido como estabilizado por
las identificaciones junto con el marco y la
Surge el interrogante de cómo se hace
red simbólica donde el sujeto anida, pueda
eso, quién lo logra, quién hace sinthoma,
tener cierta modificación. La expresión clí-
quién no, cómo es el fin de análisis haciendo
nica de estas variaciones posibles sería la
eso y cómo quedaría alguien que hizo eso.
llamada vacilación fantasmática que es evi-
Sin tener la pretensión de abordar estas denciada por la angustia, y el atravesamien-
preguntas debemos resaltar que la subjeti- to fantasmático como consecuencia del
vidad no es un hecho dado de un modo per- análisis, cuando éste muestra las cualidades
manente, se renovaría de manera intermi- de la subjetividad, al revelar el fantasma
tente en cada circunstancia con momentos donde se sostiene. La propuesta importante
de apertura y cierre, como el mismo incons- de Lacan alrededor del tema del sinthoma,
ciente. Sabemos que no hay una certeza ab- es alguna fórmula de producción no neuró-
soluta de que en el próximo movimiento tica con la cual identificarse y soportarse
volviese a aparecer un sujeto, sin embargo fuera de los determinismos que le acarrea-
habitualmente hay una perseverancia con- ban el padecimiento neurótico o psicótico.
cordante con los antecedentes históricos, ya
En definitiva, en la teoría hay múltiples
que los acontecimientos se producen sobre
sujetos: del inconsciente, de la pulsión (suje-
la base de una existencia anterior.
to acéfalo), del falo (el sujeto a la represión),
Una pregunta importante es pensar: ¿en del síntoma (otra formación de arreglo de la
el próximo intento logrará ese hecho?, ¿el represión que incluye el retorno de lo repri-
próximo movimiento de apertura y cierre mido vuelto a reprimir), de la sexuación (co-
producirá esa misma subjetividad?, ¿está mo hombre o como mujer, según asuma la
condenada a una repetición, que es el plan- represión), del fantasma, el sintomático, el
teo que aparecía cuando había un determi- sujeto del sinthoma, etc. Desde todas estas
nismo estructural?, o ¿podría en un nuevo diferentes perspectivas se puede afirmar
movimiento abrirse una otra forma, que se- que este tema abarca todo el psicoanálisis, y
ría quizás radicalmente distinta? que cuando hablamos del sujeto siempre te-
118
Texturas francesas Leonardo Peskin
119
Leonardo Peskin Texturas francesas
13 Leonardo Peskin: “Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica.” Paidós, 2003.
14 Tango “Margot”. Letra de Celedonio Flores, música de Carlos Gardel y José Razzano, compuesto en 1919.
120
Texturas francesas Leonardo Peskin
121
Leonardo Peskin Texturas francesas
16 Esto lo expuse en unas Jornadas de Salud Mental organizadas por el servicio de psicoapatología del Hospital Israelita, donde hice
guardias y muchos años después supervisé el equipo de interconsulta.
17 Uso “tonto” como el que no puede pensar dada cierta ausencia de autonomía subjetiva. Lacan se refiere a la debilidad mental co-
mo un caso particular de subjetividad, donde el sujeto flota en el discurso de los padres (del Otro). O como usa el concepto de “im-
bécil” en “La carta robada”: “Es la imbecilidad realista que no se para a cavilar…”
122
Texturas francesas Leonardo Peskin
123
Leonardo Peskin Texturas francesas
Conclusión
La subjetividad como concepto atraviesa to-
da la obra lacaniana, y según cómo se lea
también la freudiana. Es posible hacer una
clínica y una nosografía fundamentadas en
la subjetividad, cuando el sujeto es eviden-
ciable y abordable como producciones del
inconsciente, y pensar la dirección de la cu-
ra desde esta perspectiva. Cuando está au-
sente la subjetividad, se debe invocar o pro-
mover para luego pensar en un análisis, o
en su defecto, conformarse con una psico-
terapia.
18 Télévision.
124
Texturas francesas Leonardo Peskin
Bibliografía
S. Freud. Amorrortu Ediciones 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós, 1992.
1900. Capítulo 7 del libro Los sueños. Psicología de los proce- 20. Aún. Paidós, 1981.
sos oníricos. 23. El Sinthoma (inédito).
(1916-17) Conferencias de introducción al psicoanálisis. 18ª
conferencia. La fijación al trauma, lo inconsciente.
Hannah Arendt
1914. Introducción al narcisismo.
1911. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de para- La condición humana. Paidós. 1993.
noia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.
1915. Pulsiones y destinos de pulsión. Lumen, 1999.
1923. Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis” y “Teoría de Libro en colaboración. El espesor de la realidad. Historia. Histo-
la libido”. riales. Ediciones Kargieman, 1994.
1923. El yo y el ello. ¿Hay neurosis hoy? Revista de la APA 1992, número internacional.
1930. El malestar en la cultura. La angustia y los sueños. Simposio de APdeBA, 1999, “La inter-
pretación de los sueños 100 años después.”
1938. El presidente Thomas Woodrow Wilson, un estudio psico-
lógico (Freud y William Bullit). Letra Viva. 1973. Del acto “cruel” a la psicopatología de la delincuencia cotidiana.
Revista de la APA. 2000. Nº 7.
Seminarios: Mesa redonda: 60 años de la APA. Libro: “60 años del psicoaná-
lisis en Argentina”. APA, 2002.
1. Los escritos técnicos de Freud. Paidós, 1985.
Mesa redonda sobre los fundamentos del psicoanálisis. Revista
2. El yo en la teoría de Freud. Paidós, 1983 de la Asociación Escuela de Psicoterapia. 2002.
3. Las psicosis. Paidós, 1984. Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica. Pai-
dós, 2003.
4. La relación de objeto. Paidós, 1994.
9. La identificación (inédito).
125
Pluralidad
y psicoanálisis
Emilio Roca*
Rabindranath Tagore
Hubo un tiempo en que sólo estaba el pen- tar que el psicoanálisis, la dinámica psicoana-
samiento de Freud, descubridor del incons- lítica, es la del caso por caso, lo que paradóji-
ciente, aventurero irredente, que no se de- camente nos coloca desde esa singularidad,
tuvo ni retrocedió frente a lo que otros se en el desafío constante del descubrimiento
amilanaron, pero él hizo escuela y así se su- de lo nuevo, lo distinto, lo sorprendente, con-
maron otros pensadores, y con ellos tam- figurando así el campo de la pluralidad.
bién las disidencias. Así surgió Melanie
Klein, así también Lacan (sería interminable Si seguimos atentamente el desarrollo
citar a todos, razón por lo que sólo tomo a conceptual de un pensador, como por ejem-
aquéllos considerados iniciadores de escue- plo Lacan, no tardamos en apreciar con
la). Hoy no podemos desconocer que esos cuánto respeto estudia el pensamiento de
pensamientos interactúan, es imposible los otros, aquéllos de los que se ocupa, res-
pensar un psicoanálisis ignorando las recí- peto para descubrir con dureza, como lo
procas influencias, esto es algo que está en hace en la crítica a la psicología del yo, res-
la calle, en distintas publicaciones, en escue- peto para discutir con dureza, como lo hace
las, hospitales, en el lenguaje popular; en- en la crítica a la psicología del yo, respeto
tonces, ¿cómo resistirnos a aceptar la plura- para usar conceptos como lo hace con Me-
lidad?, ¿cómo negar que cada uno abordó y lanie Klein al valerse de las relaciones de
aportó desde su propia experiencia y deseo objeto, para darles otro alcance conceptual,
a la complejización de nuestra práctica?, respeto con Winnicott al usar el objeto
¿cómo reducir a uno lo irreductible? transicional, etc., y por último, respeto para
con su propio pensamiento, como para, a lo
Estamos en el campo de la pluralidad, que largo de su obra, ir diferenciándose de sí
por otra parte es el correlato de otra plurali- mismo, elaborando nuevas conceptualiza-
dad; la subjetiva; ésa que declaramos al reci- ciones, y en esto mostrándose muy cerca de
* Psicoanalista (APC).
126
Texturas francesas Emilio Roca
Freud. Freud, a quien voy a designar como el ñe a las distintas escuelas, sino que es ya un fe-
primer pluralista en psicoanálisis, no sólo por nómeno observable dentro de las mismas es-
la diversidad de disciplinas en las que fue a cuelas en lo que dio en llamar “capillas”.
abrevar para desarrollar su pensamiento, si-
no porque en él vamos a encontrar varias Ahora, si esta denominación tiene valor,
teorizaciones: primera y segunda tópica, pri- deseamos reconocer a los integrantes de di-
mera y segunda teoría pulsional, primera y chas capillas como feligreses, y esto ya es un
segunda teoría de la angustia, etc., teorías signo de alarma.
que interactúan sin que podamos decir que No podemos negar que aquí también es-
una superó a la otra, o le quitó vigencia. ¿Po- tamos ante un fenómeno de pluralismo; pe-
demos negar en esto pluralidad? ro no del mismo que sirvió para construir la
Partí de uno, Freud, y los autores se fue- teoría psicoanalítica, sino de aquél que co-
ron multiplicando, y con ello los conceptos, mo Babel, amenazaba con su fragmenta-
y por qué no decir los códigos y así una evo- ción. Debemos reconocer que no son mu-
cación, la referencia bíblica de la Torre de chos los intentos para recuperar los muros
Babel, del Génesis: “Todo el mundo era de que distancian las teorías, y considero nece-
un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al sario hacerlo; ponerlas a interactuar, posibi-
desplazarse la humanidad desde Oriente, litar la recuperación de códigos que al
hallaron una vega en el país de Senaar y allí poder compartirse sirvan para saber qué di-
se establecieron. Entonces se dijeron uno a cen los que dicen con lo que dicen. La alar-
otro: ‘Ea, vamos a fabricar ladrillos y cocer- ma a la que me referí, no es la misma que
los al fuego.’ Así el ladrillo les servía de pie- suena mediáticamente a cada instante
dra y el betún de argamasa. Después dije- anunciando la muerte del psicoanálisis, por
ron: ‘Ea, vamos a edificarnos una ciudad y el contrario, a más de cien años de su crea-
una torre con la cúspide en los cielos, y ha- ción, goza de buena salud, hasta se podría
gámonos famosos, por si nos desperdiga- pensar que esta multiplicidad a la que hacía
mos por toda la faz de la Tierra’.” referencia es expresión de eso. Se trata en-
tonces de otra alarma, la de perder las ba-
Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que ses conceptuales, lo que se dio en llamar los
habían edificado los humanos, y dijo Yahvé: conceptos fundamentales, que hacen que el
“He aquí que todos son un pueblo con el mis- psicoanálisis sea tal y no otra cosa, a la vez
mo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. que asumir la posibilidad de que las dife-
Ahora nada de cuanto se propongan les será rentes teorizaciones hagan las veces de
imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allá unas interrogando a las otras, y viceversa,
confundamos su lenguaje de modo que no hacer las veces de lo que acota los desvaríos
entienda cada cual el de su prójimo”. reintentando evitar un todo vale.
Con esta misma cita comienza Carlos Mario Aslan en el citado artículo hace una pro-
Aslan su trabajo “El fundamento común en puesta por demás atendible: “¿Es posible evi-
psicoanálisis: fines y procesos clínicos”. Allí di- tar un destino tanático -también en el senti-
ce que el estado actual del psicoanálisis es el do freudiano- de posibles escisiones, convi-
de una verdadera Babel psicoanalítica; y debe- vencias tipo ‘guerra fría’ o eclecticismos? Tal
mos reconocer que es así; y que esta pérdida como lo veo yo, esa posibilidad pasaría por
del lenguaje compartido, no es algo que ata- transitar por la práctica de los principios, el
127
Emilio Roca Texturas francesas
128
Literatura y psicoanálisis Dossier
Pluralidad incontrolable de discursos
y balbuceo teórico
Hugo Achugar*
La presente versión de este “ensayo in pro- bor teórica y laborar lo ya transitado... Inte-
gress” está motivada por la invitación a co- rrumpo, el párrafo introductorio me está
laborar en la revista de la Asociación Psicoa- llevando a actualizar el ensayo original, el
nalítica de Córdoba. Lamentablemente, no balbuceo inicial, el sueño primero, a pesar
pude elaborar algo especial para responder de haber aprendido que el sueño es inago-
a la invitación, por lo que me tuve que que- table y que, en cada actualización, el relato
dar con la repetición. “Repetir-recordar-ela- del sueño construye otra historia.
borar” es la conocida tríada, en este caso re-
ducida a la compulsiva repetición y sin po-
der introducir el cuarto elemento que pro- Primera parte: ¿Una pluralidad
pone Lacan. Sin embargo, quizás lo único incontrolable de discursos?
posible alrededor de este encuentro siem-
pre fallido entre literatura y psicoanálisis, 1. Situación de enunciación
que “se extiende entre el instante de ver y el
El presente ensayo surge como una respues-
momento de concluir”, haya sido la repeti-
ta a la convocatoria de un encuentro de li-
ción. ¿Cuánto hay de repetición en la actual
teratura comparada. Leyendo dicha convo-
pluralidad de discursos? ¿Cuánto hay de ela-
catoria, encontré algo que me inquietaba y
boración y cuánto de “acto analítico”?
me inquieta. No se trata de que se afirme la
Las preguntas, como siempre, me llevan existencia de una “diversidad de objetos de
al desborde, a la constelación de asociacio- interés” por parte de los investigadores, ni
nes, a la tentación de la reescritura, a preci- tampoco de que se aluda a la actual com-
sar lo dicho y lo no dicho, a la corrección del plejidad de la disciplina, explicada como re-
discurso siempre inacabado, a la compul- sultado de la crisis de las “clasificaciones, las
sión por elaborar, es decir, por elegir la la- jerarquías y los cánones”.
131
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier
132
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar
sibles imágenes que tenemos para describir resolución de la crisis de los paradigmas
el problema planteado por Borges ante la científicos en las ciencias humanas- sería no
experiencia o la visualización del Aleph. plantear el problema en términos de la des-
Aquello que el escritor argentino resume cripción de un conjunto infinito o de una
diciendo: “¿Cómo transmitir a los otros el “pluralidad incontrolable de discursos”.
infinito Aleph, que mi temerosa memoria
apenas abarca?”. Su pregunta es similar a la Quizás, el modo de abordar el problema
que formulamos, en tanto investigadores, no sea conjugar todos los objetos posibles en
ante la creciente multiplicidad de objetos una única disciplina que, como si se tratara
de conocimiento a la que nos enfrentamos. del universo, operara en un campo de cono-
cimiento cuya suerte fuera la expansión per-
Se podría argumentar que, a diferencia manente, o un “Big Bang” sin término. Qui-
de Borges, el conocimiento del investigador zás estamos en una etapa en la que la crisis
se basa en reglas, métodos, teorías genera- debe ser entendida como proceso de trans-
les y particulares, que permiten comprobar formación, diferenciación y crecimiento.
en distintas situaciones y por distintos indivi-
duos, que las “pruebas de laboratorio” o las Quizás, seguimos aferrados a la necesi-
“lecturas crítico-académicas” son válidas, dad de considerar idénticos campo de cono-
por poder realizarse con independencia de cimiento y disciplina.
la subjetividad y de las coyunturas histórico- ¿No será que lo que estamos enfrentan-
sociales. O, dicho de otra manera, se basa en do es un campo de conocimiento y varias
eso que llamamos “disciplinas” y en institu- disciplinas? ¿No será hora de separar, en lu-
ciones científicas o de conocimiento. gar de seguir intentando integrar el todo
Sin embargo, el propio Borges, aun en un bajo un mismo paraguas disciplinario?
texto literario o de creación, plantea con luci- El problema parece consistir, por un la-
dez uno de los problemas, tal vez el funda- do, en el hecho de que quienes nos ocupa-
mental, que enfrenta el investigador: “El pro- mos de estos temas, venimos de los estudios
blema central es irresoluble: la enumeración, literarios o filológicos tradicionales, y con-
siquiera parcial, de un conjunto infinito.” secuentemente necesitamos, o sentimos ne-
cesitar, establecer una línea de continuidad
entre el pasado de nuestra disciplina y el
2. ¿Es irresoluble el problema presente desconcierto.
central?
Por otro lado, me parece que un mejor
Tal como Borges hace el planteo, el proble- modo de describir lo ocurrido sería sostener
ma es irresoluble. Es decir, si la tarea es la que estamos frente al surgimiento de nue-
enumeración o la descripción, siquiera par- vas disciplinas o de disciplinas que, al igual
cial, de un conjunto infinito, se trataría, sin que ha ocurrido en el pasado, vienen de un
lugar a mayores dudas, de un problema saber común y que están en un proceso de
irresoluble. Pero, quizás, lo que habría que diferenciación. En ese sentido, creo que se-
hacer -si no para intentar resolver, siquiera ría prudente preguntar si los objetos de co-
para proponer una vía que nos acercara a la nocimiento que nos ocupan son idénticos o
133
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier
1 O los límites que podemos establecer plantean nuevos y más complejos problemas.
2 No es posible ahora discutir las relaciones entre poéticas y posiciones teóricas del conocimiento.
134
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar
ges, para aludirlo una vez más, hizo trizas el Esto se vincula con otro de los puntos de
sueño y la utopía clasificatoria. la agenda en discusión: el de la ausencia de
criterios válidos para la evaluación/contras-
Mostró su absurda arbitrariedad. Pero,
tación del grado de comparabilidad entre
¿qué sería o en qué consistiría un conoci-
los elementos contrastados.
miento que no estableciera diferencias, que
no comparara? Aun en la eventualidad de b) Nuevamente surgen las preguntas: ¿cri-
que se pudiera comparar como el memorio- terios válidos para quién? ¿Para la discipli-
so Funes, ya que el recordar (el tener en na, para la institución? ¿Los criterios váli-
cuenta) todos los elementos de la realidad dos para la literatura o la cultura compara-
física (o cultural) le impide hacer generali- das son los de las llamadas ciencias históri-
zaciones, le impide pensar. cas, los de la antropología, o nos estamos
refiriendo a otros? ¿la coherencia o la ho-
En lo que vengo argumentando, sin em-
mogeneidad son algunos de esos valores?
bargo, hay un error. La indiferenciación del
Todas estas preguntas, lo sabemos, no son
objeto de estudio y el rechazo a la adopción
de parámetros valorativos no implican la nuevas y han ocupado a todas las llamadas
cancelación del conocimiento. O en todo ciencias humanas y sociales. Pero no se tra-
caso, lo que cancelan es un modo de cono- ta de cuestionar sino de proponer y de
cimiento. ¿Cuál es el conocimiento posible, “construir estrategias argumentativas.”
deseable? ¿En qué consiste ese conocimien-
Nuevamente, el horizonte ideológico es-
to que, sin establecer diferencias en el obje-
tá acotado por la necesidad de construir “un
to de estudio y rechazando los parámetros
territorio teórico-crítico común, capaz de ser
valorativos a los que hemos estado acos-
compartido por todos los investigadores (...)
tumbrados, permite realizar las funciones
empeñados en un objeto particular de estu-
centrales del acto de conocer? Es decir, per-
dio”. De ahí la necesidad de buscar esos “cri-
mite la comparación y la diferenciación sin
que ello implique autoritarismo y desigual- terios válidos para la evaluación del grado
dad, así como permite la formulación de hi- de comparabilidad entre los elementos con-
pótesis y de interpretaciones acerca de lo trastados”. La metáfora que soporta esta ex-
que estudiamos. ¿Es posible tal conocimien- pectativa y su horizonte ideológico es espa-
to? ¿Se trataría de un conocimiento univer- cial; se busca un “territorio” común.
sal? ¿El conocimiento universal escapa al
La preocupación, en este deseo por des-
tiempo, al devenir histórico? ¿La globaliza-
cubrir o fundar un “territorio teórico-crítico
ción financiero-económica y la mundializa-
común”, aparece en un momento histórico
ción del conocimiento son categorías equi-
en el que la propia noción de espacio ha si-
valentes a la de conocimiento universal?
do alterada en la casi totalidad de sus for-
¿Depende el conocimiento de la institu- mas. ¿Acaso este momento no se caracteri-
ción y de la disciplina, pero no del lugar za por la crisis y la reformulación de nocio-
desde donde se habla? ¿Cuál es la finalidad nes como “Estado-nación”, “frontera”,
del conocimiento? ¿Cuál, su legitimidad? “afincamiento”, “espacio real”? ¿Cuál, si
¿Qué buscamos: verdad o ciencia, aun y no, es el sentido de nociones como “cibe-
cuando ésta sea ciencia humana o social? respacio”, “nómada”, “migración”, “flujo”,
135
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier
* Fragmentos de mi ensayo “El balbuceo teórico latinoamericano. Reflexiones a propósito de la obra de Roberto Fernández Retamar”.
136
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar
cidos que los militares, aun cuando todos, miento de un “mercado” teórico latino-es-
de algún modo, tengan la misma “historia tadounidense), así como con la creciente
local” de la dictadura, pues tanto unos co- “anglosajonización” de la reflexión sobre
mo otros tienen diferentes y muy concretos América Latina3.
intereses locales.
Claro está que, además, las dimensiones
El sujeto social piensa o produce cono- temporales de las respectivas “historias lo-
cimiento desde su “historia local”, es decir, cales” no tienen todas la misma duración -
desde el modo en que “lee” o “vive” la la revolución cubana, los “estudios de área”
“historia local” en virtud de sus obsesiones o los “estudios poscoloniales” en la acade-
y del horizonte ideológico en que está si- mia estadounidense y en el resto del “Com-
tuado. Es obvio pero también necesario re- monwealth teórico” y las dictaduras de los
cordar que las “historias locales” o los ‘60 y los ‘70-, y que bien se podría hablar de
“concretos intereses locales” desde los que “historias locales” de corta o larga dura-
Roberto Fernández Retamar, quien esto ción. Entre las últimas se podría señalar la
escribe y muchos otros reflexionamos, no “historia local” de la “conquista”, “inde-
son necesariamente equivalentes. No sólo pendencia”, “occidentalización” o “ingreso
las “historias locales” no son equivalentes al capitalismo” de América Latina. “Pre” o
sino que, como resulta de lo sostenido por “pos”, las “historias locales”, como todo re-
el propio Walter Mignolo, tampoco lo son lato, presuponen héroes y villanos, orígenes
los idiomas. A pesar de validar las “histo- y fines, nudos y conflictos, estrategias y mo-
rias locales” como productoras de conoci- delos narrativos.
miento que desplazan las epistemologías
globales, Mignolo sostiene que “el mo-
mento de enorme energía y producción in- 2. El “balbuceo” teórico y la
telectual de América Latina” (supuesta- “incoherencia” de Calibán
mente los ‘70) “tiende a desdibujarse en la
escena teórica internacional debido a la En The Tempest, de Shakespeare, el discur-
fuerza hegemónica del inglés, como idio- so de Calibán es interpretado por Próspero
ma, y de la discusión en torno al posmo- como “gabble”, es decir, como un “discurso
dernismo y del poscolonialismo, funda- incoherente”; de hecho, la “incoherencia”
mentalmente llevada adelante en inglés”. que Próspero le adjudica a Calibán es, más
El planteo de Mignolo parece sugerir que que la del “balbuceo”4, la del “pavo”, “a
la restitución de las “historias locales” co- thing most brutish” que no sabe hablar.
mo productoras de conocimiento sólo es Próspero ha intentado enseñarle a hablar a
posible en inglés. Lo cual habilitaría a pre- Calibán, pero éste sólo ha aprendido a “ha-
guntar si esa afirmación no tiene que ver blar incoherentemente”, a “decir pavadas”
con “las historias locales” desde donde (gabble), a “balbucear” (babble) como “a
Mignolo reflexiona y escribe (el campus thing most brutish”. En realidad, según
universitario estadounidense y el surgi- Próspero, Calibán sólo ha aprendido a “ha-
3 Al respecto, vale la pena recordar lo señalado por Antonio Cornejo Polar en su (¿póstumo?) ensayo “Mestizaje e hibridez: los riesgos
de las metáforas. Apuntes”, y su cuestionamiento y preocupación ante el crecimiento de la producción sobre América Latina en inglés.
4 Según el Webster Dictionary, “gabble” es “1. Loud or rapid talk without meaning. 2. Inarticulate sounds rapidly uttered, as of fowls”,
y “gabbling” es “rapid, indistinct utterance; babble”.
137
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier
cer ruidos como los pavos”. De “gabble” a culo, e incluye no sólo a “teóricos puros” o
“babble” se pasa del animal al niño, pero la “críticos” latinoamericanos -como Alfonso
idea que comparten ambos términos es la Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Antonio
degradación del discurso, la afirmación de Candido, etc.- sino también, en palabras de
que a Calibán le es imposible “hablar cohe- Fernández Retamar, a “protagonistas de
rentemente”. Calibán no puede hablar co- nuestra literatura” -como Martí, Darío, etc.-
rrectamente el idioma de los conquistado- . Al parecer no es posible o no es aconseja-
res aunque sí pueda maldecir, no puede ela- ble el “tratado o curso sistemático y metó-
borar un discurso mayor y sólo puede mal- dico” sino el “balbuceo” teórico: el ensayo,
decir/decir mal; es decir, elaborar un discur- el artículo y el discurso, o como se argumen-
so de resistencia, un discurso menor. tara recientemente, el “pensamiento” lati-
noamericano. Lo no sistemático y no metó-
El discurso de Calibán -que Próspero cali-
dico es mero balbuceo, nunca discurso “ri-
fica de “gabble”- sería a los oídos hegemó-
gurosamente estructurado”; y por lo mis-
nicos una mala imitación del discurso domi-
mo, el balbuceo pertenece al discurso mino-
nante, una mera “mimicry”. ¿Es esto cierto
ritario. ¿Qué es lo que se establece: una di-
o se trata de un discurso propio de Calibán
ferencia o una descalificación? Posiblemen-
que Próspero no comprende?5 No hay refe-
te ambas: diferencia y descalificación. La ac-
rencia acerca de la lengua original o propia
tividad teórica en América Latina (al menos
de Calibán. No hay registro de la lengua ori-
para José Gaos, según dice Fernández Reta-
ginal de Calibán, la lengua “aborigen” ha
mar) es diferente y también descalificable.
sido borrada, silenciada. La única que per-
manece, la única registrada es la lengua Al discutir la idea de Goethe acerca de la
aprendida. Por lo mismo, lo “mal” aprendi- “literatura universal”, Fernández Retamar
do sólo puede producir “balbuceo”. El esce- hace la siguiente afirmación: las teorías de la
nario de la lengua que diseñó Shakespeare literatura hispanoamericana, pues, no po-
no terminó con The Tempest, sino que se ha drían forjarse trasladándole e imponiéndole
prolongado hasta el presente. en bloque criterios que fueron forjados en
relación a otras literaturas, las literaturas
Lengua aprendida, ahora nuestra lengua,
metropolitanas. Tales criterios, como sabe-
en la que sólo es posible “maldecir”, “decir
mos, han sido propuestos -e introyectados
mal”, “balbucear”, y por lo mismo “lengua
por nosotros- como de validez universal. Pe-
menor”, “discurso menor”. El escenario de la
ro también sabemos que ello, en conjunto,
lengua que diseñó The Tempest se ha pro-
es falso, y no representa sino otra manifesta-
longado hasta el presente. El “balbuceo” de
ción del colonialismo cultural que hemos su-
la lengua menor no puede producir un pen-
frido, y no hemos dejado enteramente de su-
samiento “sistemático” y “metódico”.
frir, como una secuela natural del colonialis-
El discurso teórico latinoamericano no mo político y económico. Frente a esa pseu-
suele presentarse en forma de “tratado o douniversalidad, tenemos que proclamar la
curso sistemático y metódico” sino bajo la simple y necesaria verdad de que una teoría
forma menos rigurosa del ensayo y del artí- de la literatura es la teoría de una literatura.
5 Cabría discutir en esta oportunidad lo planteado por Roberto Schwarz en “Brazilian Culture” a propósito de la copia y la imitación,
pero ello rebasa ampliamente los límites del presente ensayo.
138
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar
6 No cabe en esta oportunidad entrar en la discusión clase versus etnia, género, etc.
139
Hugo Achugar Literatura y psicoanálisis Dossier
Sin entrar a discutir el tema más general los márgenes del mundo capitalista.
de la eventual “globalización” o “mundiali-
zación” que, como sostiene Appadurai, en Una vez más, el problema parece estar en-
muchos casos es apenas sinónimo de “nor- tre Calibán y Próspero, entre hablar o no ha-
teamericanización”, “japonización”, etc., blar, pensar o no pensar. Spivak ha sostenido
parecería necesario recordar que junto con o que el subalterno no puede hablar y que en el
como una parte indispensable de esos proce- momento de hablar abandona o deja de estar
sos “globales”, se dan también procesos “lo- en la situación de subalterno. Homi Bhabha y
Luce Irigaray han planteado, con distintas im-
cales” o de “localización”. El término “glo-
plicaciones y desde distintos posicionamien-
cal” es, al respecto, sumamente elocuente.
tos, que lo único que les queda a ciertos suje-
Lo anterior, sin embargo, no resuelve la tos “marginales” o “híbridos” es la “imita-
cuestión acerca de la posibilidad de un dis- ción” (mimicry)7. ¿Pueden teorizar los bárba-
curso teórico o científico válido de modo ros latinoamericanos, pueden hablar o sólo
universal. Por otra parte, la cuestión de un pueden balbucear? Hablar distinto era ser
discurso global o de un discurso local supo- bárbaro; literalmente, “balbucear”. ¿Hay una
ne además la cuestión del sujeto. A no ser sola forma de teorizar? ¿Es posible plantearse
que, dadas la actual relación de fuerzas y la el “balbuceo teórico” como una descripción
localización del poder hegemónico en el del discurso teórico latinoamericano? ¿O, in-
ámbito económico y militar, se entienda que cluso, como una descripción del discurso teó-
la producción de conocimientos sólo pueda rico no euro-estadounidense, o más aun co-
estar radicada en el Hemisferio Norte y, mo el discurso no Commonwealth teórico?
principalmente, en los EE.UU., y que los úni- ¿Es el “balbuceo teórico” una categoría de
cos sujetos capaces de producir conocimien- análisis válida, pertinente y productiva? ¿O es
tos sean aquéllos que están en el Norte aun apenas una caracterización equivalente a bár-
cuando originariamente hayan nacido en baro o barbarie, con la que se descalifica todo
América Latina, India, Pakistán, Australia o, discurso que no siga las reglas de producción
por qué no, en países “menores” de Europa. establecidas desde el lugar del saber hegemó-
nico o que aspira a la hegemonía? Es decir,
Pero aun en el eventual caso de que el lu- ¿en qué medida los que no teorizan como
gar del saber sea identificado con o sea de- “yo” son bárbaros que no saben hablar grie-
cidido por los nuevos Prósperos de la acade- go o, lo que sería lo mismo, apenas “balbu-
mia estadounidense o del Commonwealth cean”, pues no teorizan dentro mi sistema?
teórico, la universalidad del discurso teórico ¿En qué medida quienes no producen su co-
parece seguir siendo problemática, al menos nocimiento siguiendo las reglas discursivas y
en el campo de las ciencias humanas. Para “teóricas” del “centro” o de las “universida-
Fernández Retamar, el problema de la uni- des del Hemisferio Norte” son bárbaros que
versalidad pasa por la discusión del tema de sólo pueden balbucear? ¿Quiénes determi-
Occidente. Así, para él, Occidente y occiden- nan que un discurso es “balbuceo”, el sujeto
talismo son categorías que pertenecen a la que habla o el que escucha?8 ¿Es posible, pa-
dicotomía orden burgués/socialismo. De he- rafraseando libremente lo planteado por De-
cho, Fernández Retamar reclama el derecho leuze, pensar en un “uso menor” de la teoría?
al discurso teórico de quienes pertenecen a ¿Es posible pensar “uso menor” y “balbuceo
7 No podemos en este momento discutir en profundidad lo planteado por Bhabha e Irigaray, pero sería productivo confrontarlo con lo
argumentado por Roberto Schwarz al respecto.
140
Dossier Literatura y psicoanálisis Hugo Achugar
teórico” como categorías positivas o al menos revuelta de los pueblos sin historia”, se pre-
válidas? ¿La crítica cultural y el “ensayismo” o guntaba y se respondía Cioran. El eventual
el pensamiento latinoamericanos son balbu- optimismo que podría ser leído como inspi-
ceos teóricos carentes de validez por no regir- rador de ese pasaje sorprende en un pensa-
se con los parámetros académicos del pensa- dor poco dado al pensamiento “feliz” o utó-
miento “escolar” -en el doble sentido de la pico. La respuesta, aunque de apariencia
palabra- del Commonwealth teórico y de los simple y directa, plantea varios problemas.
jardines de la academia? ¿Cuáles son esos pueblos sin historia? ¿Qué
significa no tener historia? ¿Los que viven al
¿No está ocurriendo en el diálogo entre
margen de la historia en el sentido occiden-
latinoamericanistas del Norte y del Sur, algo
tal; es decir, fuera del “tiempo histórico occi-
similar a lo que ocurría en el diálogo entre
dental”, o los que viven dentro de la historia
Próspero y Calibán? ¿No sigue ocurriendo
de Occidente pero en una posición marginal
hoy, cuando desde el prosperiano discurso
o subordinada y por lo tanto con “una histo-
del Commonwealth teórico del poscolonia-
ria invisible”? Será que los que no tienen his-
lismo anglosajón o desde ciertas posiciones
toria o tienen una historia invisible son los
del “latino-norteamericanismo” se escucha
que no pueden hablar y sólo “balbucean”.
el “gabbling” latinoamericano?
¿Estoy proponiendo el balbuceo teórico
Planteado de otro modo, ¿cómo se rela-
latinoamericano como un territorio teórico
ciona todo esto con el problema de la “teo-
crítico común, como una vía de solución al
ría” en relación con América Latina?
desafío de la reconfiguración teórico-crítica?
8 “Gregor, in Kafka’s ‘Metamorphosis’, warbles more than he speaks, but this again is according to the testimony of others” (Deleuze).
141