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El Santo Rosario
CONSAGRACIÓN DE SI MISMO A JESUCRISTO, SABIDURÍA
ENCARNADA
A TRAVÉS DE LAS MANOS DE MARÍA
de San. Luis De Montfort - Verdadera Devoción a María
Oh! Sabiduría eterna y encarnada! Oh! amabilísimo y adorable Jesús, verdadero Dios y hombre, Hijo único
del Padre Eterno y de María, siempre virgen! Os adoro profundamente en el seno y en los esplendores de vuestro Padre, durante la eternidad,
y en el seno virginal de María, nuestra dignifica Madre, en el
tiempo de vuestra Encarnación.
Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia Santificación.
Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por
tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos
vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que
descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida íntegramente
cristiana.
Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros
pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de
confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu
fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos
mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te
consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo
dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que después de haberte
glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y
reinas por los siglos de los siglos.
Así sea.
http://oracionesydevocionescatolicas.com/novena_senora_buen_consejo.htm
NOVENA A LA VIRGEN MARÍA
EN SU ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO
17 al 25 de abril
A poca distancia de Roma se encuentra la Basílica de Nuestra Señora del Buen Consejo, imagen que en el
siglo XV se trasladó allí milagrosamente desde Scútari, Albania, huyendo de la invasión turca y en respuesta
a una fervorosa oración de dos piadosos albaneses
La ciudad de Genazzano (60 km al sur de Roma), remonta al tiempo del Imperio romano. En ella los
patricios y la corte imperial establecieron sus mansiones o “villas” junto a templos, anfiteatros, circos y
termas, cuyas ruinas atestiguan hasta hoy su antiguo fausto. Este lugar era escenario de fiestas en honra de
los dioses, algunas de las cuales eran mero pretexto para orgías paganas. Una de esas celebraciones se
realizaba el día 25 de abril, en honor de la diosa Flora.
Después que Constantino el Grande diera libertad a la Iglesia, bajo el pontificado del Papa San Marcos (336)
desaparecieron en Genazzano todos los trazos de paganismo en las costumbres, y se edificó allí una primera
iglesia dedicada a María Santísima, bajo la tierna invocación de Madre del Buen Consejo. Posteriormente los
Agustinos levantaron en un extremo de la ciudad un modesto convento.
Con el paso de los siglos la importancia de ese primitivo templo fue decayendo, hasta que, ya bastante
deteriorado, de su antigua preeminencia sólo le restaban el nombre, un bonito bajorrelieve en mármol
representando a la Virgen Madre del Buen Consejo, y el privilegio de ser punto de afluencia de peregrinos
que venían a pedir gracias, que María Santísima continuaba prodigándoles maternalmente.
A mediados del siglo XIV, se confió el cuidado del antiguo templo a la Orden de los Eremitas de San Agustín,
a fin de asegurar la asistencia pastoral a los fieles y la conservación del venerable edificio. El trabajo de los
frailes produjo una notable elevación moral y religiosa de toda la ciudad, y muchos fieles de ambos sexos
ingresaron en la Orden Tercera de San Agustín.
No obstante, las dificultades financieras seguían impidiendo la tan urgente y ansiada reforma del templo de
la Madre del Buen Consejo.
Pero esta gran Señora tenía prevista para esa dificultad extrema una solución providencial y maravillosa,
que los hombres eran incapaces de imaginar. Ella quiso valerse de una simple terciaria agustina para
realizar un prodigio único en la Historia de la Iglesia, que traería como consecuencia no sólo la restauración
del templo, sino un nuevo e incomparable esplendor de aquel recinto sagrado.
Petruccia de Nocera, viuda desde 1436 y sin hijos, dedicaba la mayor parte de su tiempo a la oración y a
ejecutar pequeños servicios en la iglesia de la Madonna del Buen Consejo. Le dolía ver el estado del templo,
y rezaba con fervor para que pudiese ser restaurado. Por fin, decidió asumir ella misma la iniciativa. Con
licencia de los frailes, entregó todo su patrimonio para el costeo de las obras de restauración y ordenó
iniciarlas, contando con la ulterior ayuda de los fieles para llevarlas a buen término.
El plan había sido bien estudiado, se ampliarían todas las dimensiones de la vieja iglesia, reedificando su
estructura. Pero a la mitad de las obras, Petruccia, que ya contaba 80 años de edad, constató que el monto
que había ofrecido no alcanzaba para continuar los trabajos, y que nadie se había presentado para auxiliarla.
Así, al momento de agotarse sus recursos las nuevas paredes se elevaban irónicamente a poco más de un
metro del suelo... Entonces, algunos conocidos de la pobre terciaria comenzaron a enrostrarle la
imprudencia que había cometido; otros se burlaban de ella, y hasta hubo quienes la reprendiesen
severamente en público. A todos ella se contentaba en decirles: “No deis, hijos míos, tanta importancia a
esta infelicidad aparente, pues os aseguro que antes de mi muerte la Santísima Virgen y nuestro Santo
Padre Agustín terminarán la iglesia comenzada por mí”.
Nadie podía imaginar entonces hasta qué punto ese anuncio de Petruccia era profético.
La Santa Iglesia había cambiado el contenido del festejo realizado en Genazzano el 25 de abril. El pueblo que
en tiempos de paganismo se reunía para entregarse al desenfreno, ya convertido pasó a festejar en la misma
fecha al patrono de la ciudad, San Marcos. En la mañana de ese día, en la Iglesia de la Madre del Buen
Consejo comenzaban las celebraciones con una Misa solemne, en presencia de las autoridades eclesiásticas
y civiles e incontables fieles venidos de toda la región del Lacio. Había después una gran feria montada en la
Plaza frente al templo, llena de pintorescas barracas de toda clase de productos, y se armaban estrados de
diversiones para entretener sanamente al gentío durante el resto del día.
El 25 de abril del año 1467 era sábado. La fiesta en honor de la Madre del Buen Consejo transcurría
normalmente, con gran concurso de pueblo. La incansable Petruccia iba de aquí para allá, siempre muy
servicial en los oficios que le cabían, y respondiendo con paciencia a los que la interpelaban acerca de su
“pretencioso” proyecto. Cuando de repente, a eso de las 4 de la tarde, se dejaron oír los acordes de una
melodía agradabilísima, que parecía venir del Cielo. Todos se pusieron a escudriñar de dónde podían venir
esos sones maravillosos. Entonces, por encima de los tejados y de las torres de las iglesias, en el cielo
primaveral y poético del Lacio, se dejó ver una pequeña nube blanca que desprendía rayos luminosos y venía
bajando al son de una melodía excepcionalmente bella. Poco a poco la nube de luz bajó hasta la misma
iglesia de la Madre del Buen Consejo, donde quedó suspendida junto a la pared del fondo de la capilla
inconclusa. Al mismo tiempo las campanas de la vieja torre se pusieron a repicar por sí mismas, seguidas de
inmediato, en un unísono milagroso, por todos los campanarios de Genazzano. En pocos segundos la capilla
quedó repleta de gente que, asombrada, acudía a admirar aquel fenómeno celestial. La nubecita se fue
disipando y dejó ver un objeto bellísimo, una pintura que representa a Nuestra Señora trayendo tiernamente
a su Divino Hijo en los brazos.
En el local de la aparición ya se oían vivas desbordantes de alegría a la madre de Dios, al lado de gritos:
“¡Milagro! ¡Milagro!” Los que ya habían partido hacia sus ciudades volvían atrás rápidamente, pues el
repique inesperado de campanas les había llamado la atención y de lejos habían podido ver la misteriosa
nube luminosa que bajaba sobre Genazzano.
Muchas personas enfermas o probadas se sintieron inspiradas a pedir cura y consuelo a la imagen llegada
milagrosamente, y de inmediato comenzaron a ser atendidas, como consta en documentos emitidos por las
autoridades eclesiásticas locales.
La noticia se esparció por el Lacio y después a toda Italia. Multitudes fervorosas comenzaron a acudir para
venerar aquella imagen, milagrosamente suspendida en el aire. Comenzaron a llover las limosnas, como una
respuesta providencial a la confianza inquebrantable de la buena Petruccia. Sus esperanzas se veían ahora
realizadas. La Madonna del Paradiso, como fue llamada la imagen en el primer momento, logró así que las
obras de la iglesia fuesen retomadas y en poco tiempo ésta adquiriera un aspecto majestuoso. Artistas y
artesanos unieron sus talentos para construir un rico y solemne altar en la pared junto a la cual se
mantenía suspenso el fresco maravilloso. Se fundieron veinte lámparas de plata que ardían en honor de la
Virgen Santísima.
Para Petruccia, su misión estaba cumplida: ya podía decir, como el anciano Simeón, “Ahora puedes llevar a
tu siervo”. Colmadas sus esperanzas por María, sólo le quedaba cerrar los ojos a esta vida para contemplar
los de su dulcísima Abogada y Madre. Cuando falleció, los Agustinos depositaron sus restos en la iglesia,
bien próximos de la sagrada imagen. Junto al altar fijaron una lápida recordando algunos trazos de su santa
vida. Y desde entonces el pueblo la llamó “Beata”.
De Scutari a Genazzano
Pasado algún tiempo de la aparición, la Madonna del Paradiso quiso dar a conocer el origen del maravilloso
fresco, relacionado con la penosa situación que vivía la Iglesia al otro lado del mar Adriático.
Entre los peregrinos llegados a Genazzano había dos personajes que provocaban extrañeza por sus ropas y
por los trazos fisonómicos que los identificaban como extranjeros. Uno de ellos era aún joven, y el otro ya
adulto. Venidos a Roma desde Albania a comienzos del año, contaron una singular historia a la cual
inicialmente nadie quería dar crédito.
En enero de ese año de 1467 había muerto el último y gran monarca de los albaneses Jorge Castriota, más
conocido como Scanderbeg. Él había dado altas pruebas de fidelidad heroica a la Iglesia en la lucha contra
los turcos que amenazaban aplastar la pequeña nación cristiana. Desde su juventud había tomado parte en
combates contra los musulmanes; en uno de ellos, en Croja, entonces capital de Albania, derrotó
fragorosamente al propio sultán Amurat II. A lo largo de una serie de campañas victoriosas, en las cuales
había derrotado numerosas hordas turcas que durante años hostilizaban a sus compatriotas, Scanderbeg
ocupó varias fortalezas en toda Albania. Después, con su pequeño ejército de soldados montañeses bien
adiestrados, quedó a la espera de nuevas embestidas turcas. Éstas no se hicieron esperar y un número
incontable de infieles asoló nuevamente el territorio cristiano.
Lamentablemente el pueblo albanés sufría desde hacía tiempo la influencia del cisma bizantino, y oscilaba
entre la adhesión y el rechazo a la Santa Sede. Así, a la muerte del fiel Scanderbeg Albania pagó las
consecuencias de su prolongada inconstancia y tibieza. Los ejércitos turcos, viéndose libres del que
llamaban “fulminante león de la guerra”, embistieron contra Albania y la ocuparon casi totalmente.
Solamente Scútari, una pequeña plaza al norte del país, aún no había sido conquistada, porque contaba con
una guarnición veneciana que el mismo Scanderbeg había llamado poco antes de su muerte. Pero su caída
era sólo cuestión de tiempo. Comenzó entonces el éxodo de los que no querían poner en riesgo su fe y
tradiciones hacia países vecinos donde pudiesen mantener la fidelidad a la Santa Sede. Entre ellos estaban
Giorgio y De Sclavis, los dos protagonistas de esta historia. Ellos también pensaban emigrar, pero algo los
retenía todavía en Scútari.
Se trataba de una pequeña iglesia donde se veneraba una imagen de Nuestra Señora, misteriosamente
descendida del cielo hacía doscientos años. Se decía que había venido del Oriente, y por las gracias que
concedía, su santuario se había hecho el principal centro de peregrinación de Albania. El propio príncipe
Scanderbeg lo había visitado varias veces con sus soldados victoriosos.
Ésta era la gran aflicción de Giorgio y De Sclavis: dejar la patria en el infortunio, abandonando con ella
aquel don celestial, el gran tesoro de Albania. Con lágrimas fueron un día al viejo templo para rogar a
aquella santa Madre, en su dolorosa perplejidad, que Ella les diese el buen consejo que necesitaban. Pues les
parecía que debían preservarla de la furia mahometana, pero al mismo tiempo buscar en el exilio la
seguridad para sus propias almas.
Esa misma noche la Santísima Virgen les hizo saber, en sueños, lo que esperaba de ellos. Les mandó que
preparasen todo lo necesario para dejar aquel país ingrato, al que nunca más verían. Agregó que el milagroso
fresco iba a retirarse de Scútari para escapar a la profanación, y que iría a otro país para continuar allí
derramando sus gracias. Por fin, les ordenó que siguiesen a la imagen adonde ésta fuese.
A la mañana siguiente los dos amigos ya estaban listos y fueron al santuario. Aún sin saber el rumbo que los
hechos tomarían, se arrodillaron ante la bienamada pintura. De repente vieron, con indescriptible emoción,
que ésta comenzaba a desprenderse de la pared donde se había apoyado desde su misteriosa venida de
Oriente, y habiendo dejado su nicho, quedó un momento suspendida en el aire, hasta ser envuelta por una
nube blanca. Sin embargo continuaba visible para ellos a través de esta nube. Después, saliendo del templo
la imagen comenzó a apartarse de Scútari, desplazándose por los aires a buena altura del suelo.
Fue avanzando hacia el Mar Adriático, a una velocidad que permitía a los dos amigos seguirla. Así
anduvieron cerca de 40 km. hasta llegar a la costa. Sin detener su curso, la imagen abandonó la tierra y
avanzó sobre el mar, llevando detrás suyo a los fieles Giorgio y De Sclavis, que ahora caminaban sobre las
olas como lo hiciera su Divino Maestro en el lago de Genezaret.
A la noche, la nube misteriosa que de día los preservaba de los ardores del sol con su sombra benéfica, los
guiaba con su luz. Así llegaron a las costas de Italia, y continuaron siguiendo la nube atravesando montañas,
ríos y valles, hasta que días después avistaron las torres y las cúpulas de Roma. Pero, llegados a las puertas
de la ciudad, de repente la nube desapareció...
Entonces Giorgio y De Sclavis comenzaron a deambular por la ciudad, afligidos, preguntando de iglesia en
iglesia y en las calles, si allí había posado una imagen venida del Cielo. Pero no obtenían ninguna
información que los pudiese reconfortar.
Éste es el extraño relato que aquellos singulares personajes insistían en hacer, despertando desconfianza y
la sospecha de que estuviesen delirando...
Fue entonces que corrió por toda Roma la asombrosa noticia de que una imagen de Nuestra Señora había
aparecido en los cielos de Genazzano, en las circunstancias ya descritas. Para Giorgio y De Sclavis se
encendió una luz de esperanza, y hacia allí fueron, ansiosos por saber si sería la misma Santa Madre de
Scútari.
¡Cuál no fue su alegría cuando, llegados al local donde reposaba ahora la pintura milagrosa, constataron que
era exactamente la misma imagen! Postrados en señal de profunda veneración e intenso afecto, alabaron y
agradecieron a la Virgen el inmenso favor que les había concedido.
En poco tiempo se comprobó que la extraordinaria historia de los dos albaneses era absolutamente cierta.
Los dos peregrinos fijaron su residencia definitiva en la ciudad y nunca más se apartaron de su Señora. Allí
se casaron, colocando sus vidas y su descendencia bajo la protección de la Madre del Buen Consejo.
Fue así que María Santísima, con la humilde participación de una piadosa terciaria agustina y dos fieles
albaneses, trasladó su maravillosa efigie de la infeliz Albania a una pequeña ciudad próxima al centro de la
Cristiandad. Y desde su nuevo santuario derrama sobre el mundo un nuevo caudal de gracias, bajo la
invocación de Madre del Buen Consejo.
Oración inicial
Virgen Santa, movido (a) por la dolorosa incertidumbre que experimentamos en la búsqueda y adquisición de
la verdad y el bien, nos arrojamos a tus pies y te invocamos bajo el dulce título de Madre del Buen Consejo.
Te imploramos: ven en nuestro auxilio, durante nuestra estancia terrenal, en estos momentos en que la
pareja de la oscuridad o error y el mal trazan nuestra ruina guiando las mentes y los corazones
descarriados.
Trono de la Sabiduría y Estrella del Mar, ilumina las víctimas de la duda y del error de modo que no puedan
ser seducidas por el mal que se disfraza como bueno; fortalécelas contra la hostilidad y las fuerzas de
corrupción de la pasión y del pecado.
Madre del Buen Consejo, obtennos de tu Divino Hijo el amor a la virtud y la fuerza para elegir, en
situaciones dudosas y difíciles, el camino acorde a nuestra salvación. Sostenidos por tu mano haremos este
viaje de tránsito terrenal sin daño a lo largo del sendero enseñado por la palabra y el ejemplo de Jesús
nuestro Salvador, tras el sol de la verdad y la justicia en libertad y seguridad a través del campo de batalla
de la vida bajo la dirección de tu maternal estrella, hasta que finalmente lleguemos al puerto de salvación
para disfrutar contigo la paz eterna y pura. Amén.
Amada Hija del Padre Eterno Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Depositaria de los Secretos del Altísimo Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
En todos los acontecimientos de nuestra vida Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Por las Angustias de tu Maternal Corazón Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Por los sufrimientos de tu Doloroso Corazón Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Ten misericordia de nosotros, Señor.
Jaculatoria
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, Nuestra Señora del Buen Consejo
R. Y alcánzanos el don del Buen Consejo. Amén
Oraciones a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo
Señor Jesús, Autor y Dispensador de todo bien, que a través de tu Encarnación en el seno de la
bienaventurada Virgen María, le has comunicado a ella tus luces sobre todo lo referido a la inteligencia
celestial.
Concédeme que al honrarle bajo el título de Nuestra Señora del Buen Consejo, pueda merecer, siempre, el
recibir sus bondadosos consejos de sabiduría y salvación, que me conducirán al puerto de la feliz eternidad.
Amén.
Gloriosísima Virgen María, escogida por el Consejo Eterno para ser Madre del Verbo Encarnado, tesorera de
las divinas gracias y abogada de los pecadores.
Yo, el (la) más indigno (a) de tus siervos (as), recurro a ti a fin de que te dignes ser mi guía y consejo en este
valle de lágrimas.
Alcánzame, por la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo el perdón de mis pecados, la salvación de mi alma y
los medios necesarios para conseguirla.
Alcanza para la Santa Iglesia el triunfo sobre sus enemigos y la propagación del Reino de Jesucristo por toda
la tierra. Amén.
¡Oh Dios!, dispensador de todos los dones buenos y perfectos, has que poniendo mi refugio en María,
obtenga de su mano maternal el consejo, ayuda y asistencia que necesito en todos los acontecimientos,
incertidumbres y tribulaciones de mi vida terrenal.
Por tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo. Amén.
Por eso te necesito: “Ven conmigo”, guíame, tú, Madre del Buen Consejo y acompáñame en la búsqueda de
aquello que tu Hijo ha pensado hoy para mí y para cada uno de nosotros.
Jaculatoria
V. Nuestra Señora del Buen Consejo
R. Aconséjanos Madre y ruega por nosotros
Acto de Contrición
Dios y Señor mío: yo tu humilde criatura postrada en tierra, te adoro con profundo rendimiento, te alabo y
te bendigo con todo mi corazón. Creo en ti, espero en ti y te amo sobre todas las cosas.
Con todas mis fuerzas: te pido perdón de mis pecados por la Sangre de tu Hijo mi Señor Jesucristo, y
propongo la enmienda de mi vida, confiado (a) en su santísima gracia, la que pretendo alcanzar de tu
misericordia por la intercesión de la Virgen María, mi Medianera y Abogada. Amén.
Primer día
Omnipotente Dios y Señor nuestro, que haces ostentación de tu poder enlibertar á tus amigos, y escogidos
de los insultos de sus contrarios, tú Señor, que sacaste a Israel de Egipto y lo libraste de la tiranía de
Faraón, tú, que libraste la casa en dónde encarnó tu Unigénito Hijo en las purísimas entrañas .de la Virgen
María, de las profanaciones de los Griegos.
Tú, Señor, manifestaste también tu omnipotencia librando la milagrosa imagen de María Santísima del Buen
Consejo, de los insultos y profanaciones de los Turcos, que se apoderaron de Escurati, sacándola de aquel
lugar que se infestó de Mahometismo.
Nosotros te bendecimos, y damos gracias, porque así como preservaste a la Virgen de la mancha del pecado
original, haciéndola quebrantar la cabeza de la Serpiente; así preservaste su sagrada Imagen de las
irreverencias de los impíos, haciéndola develadora de todas las herejías.
Te suplicamos, Señor, por la intercesión de esta misma Señora, nos des luz para conocer la fealdad y error
de toda herejía, gracia para huir de ella, y para morir en defensa de nuestra Santa Fe Católica. Amén.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Segundo día
Todo poderoso Señor y Dios mío, que en favor de tus escogidos, has obrado siempre muy estupendas
maravillas.
Tú que dividiste el mar Rojo para que Israel pasase por él a pie enjuto:
Tú, Señor, has hecho también estas y mayores maravillas en favor detu Santa Madre, como que ella es más
amada y estimada de ti, que todos los Ángeles, y que todos los Bienaventurados juntos, como dice San
Alberto.
Así para que la Sagrada Imagen de María del Buen Consejo saliese de entre los desórdenes de los Turcos,
consolidaste las aguas del Golfo de Venecia, e hiciste que por sobre ellas pasase en manos de Ángeles, desde
Albania hasta Italia, no permitiendo que su Retrato perseverase entre gentes tan impías y pecadoras, como
los descendientes que los seitas.
Te damos gracias, Señor, por este prodigio obrado en honor de nuestra Señora María: y te pedimos por su
intercesión la gracia de apartarnos de todo pecado, y de sus ocasiones, y lo que solicitamos en esta Novena.
Amén.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Tercer día
Dios y Señor Todo poderoso, que premiaste al Pueblo de Israel la fidelidad en seguir tu Santa Ley, sacándolo
a la tierra de promisión por medio de muchos prodigios.
Tú, Señor, has querido premiar la devoción de dos familias de Albania, que servían a la Sagrada Imagen de
María Santísima del Buen Consejo, sacándolas desde Escurati hasta Italia por medio de muchos milagros.
Así quisiste que se renovasen los portentos de todos los siglos, para premiarles su tierna devoción a María,
pues las hiciste caminar sobre las aguas del mar, como por sobre un duro suelo y los proveíste de alimentos
y de bebida dulce en el mar salado, les conservaste los vestidos sin envejecerse, como a los Israelitas, y las
llenaste de alegría poniéndolas en salvamento para que prosiguiesen sirviendo con fervor a tan Gran Señora.
Nosotros te damos infinitas gracias por los favores que haces a los devotos de María y te pedimos nos des la
gracia de agradarla. Amén.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Cuarto día
Todo poderoso Dios y Señor mío, que para guiar a tu pueblo por el desierto le diste de día una columna de
nube y de noche otra columna de fuego que lo precediese.
Tú, Señor, quisiste renovar este prodigio en honor de la Sagrada Imagen con el título del Buen Consejo,
haciendo que apareciesen dos columnas de fuego y de nube en su traslación hasta Italia, que sirviesen de
antorchas en su sagrado culto y, al mismo tiempo, de guía a las dos familias que le acompañaban, contra los
ardores del sol, en el día, y en la tinieblas de la noche.
Te damos, Señor, rendidas gracias por esta maravilla que obraste en honor de María y en favor de sus
devotos; y te pedimos por su intercesión la gracia de caminar siempre con la luz de tu santa ley y de no
apartarnos jamás dela guía de tus Mandamientos. Amén.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Quinto día
Señor y Dios Eterno, que para acrisolar la virtud de tus escogidos, les permites en esta vida muchas
tribulaciones.
Tú, Señor, para probar la virtud de las dos familias que seguían la Sagrada Imagen de María Santísima del
Buen Consejo, hiciste que se les desapareciese la Imagen al entrar por las puertas de Roma.
¡Oh!, cuánto fue el dolor de aquellas piadosas almas, al verse privadas de aquél sagrado Tesoro.
¡Oh!, cómo atribuían a sus pecados aquella pérdida y los lloraban para alcanzar el perdón y la restitución de
aquél divino simulacro.
Más tú, Señor, como consolaste a Abraham en otro tiempo, les diste también el consuelo de revelarles que
encontrarían la Sagrada Imagen en Genazzano.
Nosotros te damos gracias por estos prodigios obrados en favor de los devotos de Nuestra Señora, la Santa
Virgen, y te pedimos la gracia de buscar por la penitencia la imagen de tus perfecciones, que grabaste en
nuestras almas y que borramos con nuestros pecados. Amén.
Hoy se dedicará a ejercicios de penitencia, se resolverá a tener los ejercicios espirituales por diez días y
hacer una confesión general, con consejo del Director.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; y para obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Sexto día
Soberano Dios y Señor nuestro, que has querido honrar a Nuestra Señora la Virgen María con singulares
prodigios y maravillas, para que conociésemos todos, lo mucho que la amas y lo que te interesan sus cultos.
Tú, Señor, quisiste que fuese milagrosa en su entrada en Genazzano, haciendo que todas las campanas se
repicasen por sí mismas e hiciesen la salva a su Gran Reina, y que los pueblos y todas las criaturas, movidos
de tu poder, corriesen a postrarse a sus pies, tributándole sus rendimientos y repitiendo voces e himnos de
alegría y de júbilo, por la gran felicidad que Dios les hacía con darles esta sagrada Imagen.
Te damos, Señor, las gracias por estos prodigios obrados en honor de Nuestra Señora y te pedimos, por su
intercesión, que de tal suerte hagamos penitencia de nuestras culpas, que nuestra conversión sea celebrada
con alegría y júbilo por los Ángeles en el Cielo y lo demás que te pedimos en esta Novena. Amén.
Hoy formaremos propósitos de hacer cuanto esté de nuestra parte para convertir los pecadores y dar este
gozo a los Ángeles, haciendo en honor de Nuestra Señora: paz entre los discordes, predicando,
amonestando, corrigiendo y enseñando a los pecadores.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Séptimo día
Soberano Dios y Señor mío, que eres admirable en los prodigios que obras en honor de tus Santos para
testificar sus merecimientos y el aprecio que haces de sus virtudes.
Tú, Señor, quisiste hacer en honor de Nuestra Señora María Santísima, una muy estupenda maravilla, pues
hiciste que por manos de Ángeles fuese arrancado un lienzo de la pared en que estaba pintada su prodigiosa
Imagen del Buen Consejo y que entero lo trasladasen a Genazzano en cuyo Templo se ve la maravilla de que
esté el pedazo de pared suspenso en el aire, sin arrimo ni apoyo alguno.
Te damos, Señor, rendidas gracias por este milagro hecho en honor de Nuestra Señora y te pedimos que
apartes nuestros corazones de los afectos terrenos y eleves nuestras almas en deseo de la vida eterna.
Amén.
Hoy se considerará la vanidad de los bienes terrenos y la grandeza de los bienes eternos.
Se hará resolución de sólo aspirar a los bienes celestiales y de reprimir los ímpetus de la vanidad y de la
impureza y demás pasiones.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Octavo día
Soberano Señor y Dios Eterno, que creaste la luz para que sirviese con la variedad de colores al adorno de
Nuestra Señora María Santísima y que la vestiste del sol y la luna.
Tú, Señor, has hecho en su honor un estupendo prodigio, pues has conservado vivos y frescos los colores de
la prodigiosa Imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo por espacio de cuatrocientos años, sin que el
terreno de la pared los borre, ni la injuria de los temporales los marchite, para darnos a conocer la
integridad de su Pureza Virginal, que no recibió mancha ni mengua alguna con su Santísimo parto.
Te damos, Señor, las gracias por esta maravilla obrada en honor de Nuestra Señora y te pedimos, por su
intercesión, que conserves en nosotros el adorno cándido de la pureza y demás virtudes y lo que pedimos en
esta Novena. Amén.
Hoy se harán resoluciones firmes en honor de Nuestra Señora de vivir en castidad según el estado y de
vestir o recoger doncellas y consagrarlas a Dios.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; y para obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Noveno día
Dios y Señor nuestro, que compadecido de nuestra miseria nos has dado por amparo a Nuestra Señora María
Santísima.
Tú, Señor, has querido manifestar lo que te agrada el que en nuestras necesidades recurramos a ésta
Soberana Reina con el nombre del Buen Consejo, pues otorgas todo lo que se te pide por su intercesión.
Así los ciegos han alcanzado vista, en Genazzano; los tullidos, pies; los tentados, fortaleza; las mujeres,
partos felices; los enfermos, salud; los tristes, consuelo; los pecadores, perdón y gracia para enmendarse.
Nosotros te damos gracias porque creaste a la Virgen Santísima para Madre tuya y refugio de nosotros,
pobres y miserables hijos de Adán y te pedimos, por su intercesión, la exaltación de la Fe Católica,
extirpación de las herejías, paz entre los Príncipes cristianos, salud para los enfermos, conversión y
salvación de los pecadores, perseverancia de los justos, serenidad de los vientos, fertilidad de la tierra,
salubridad de los frutos, perdón de nuestras culpas y la felicidad de la gloria eterna. Amén.
Hoy se hará carta de esclavitud a Nuestra Señora, se hará resolución de recurrir a su majestad en todas
nuestras tentaciones y necesidades y ganarle muchos devotos, procurándolo así con exhortaciones y
ejemplos.
Para ponerlo en práctica, pidamos a la Virgen Santísima nos alcance gracia; ypara obligarla la saludamos
con las oraciones siguientes.
Oraciones
Santísima y Bellísima María, más pura que el Sol al medio día, pues más de lo que te pido me otorgas, por el
Hijo Divino que adoras, sé la Consejera y Protectora mía, para que no ofenda a Dios en ningún día.
Ave María.
Ahora Virgen Santa, Bella Aurora, Mi dulce Consejera y mi Señora, pídele a Jesús tu Hijo amado queno me
deje caer en el pecado ni de noche, ni de día, ni en ninguna hora pues para eso eres mi Madre y Protectora.
Ave María.
Mi dulce Capitana, Gran Guerrera, Mi Divina Abogada y Consejera, dígnate amparar con brazo fuerte a éste
(a) tu criado (a), en la hora de la muerte, para que no caiga en culpa cuando muera, de ningún modo, ni
manera.
Ave María.
Ofrecimiento
¡Oh dulce Virgen María!, Madre de Dios, refugio de los pecadores, consoladora de los afligidos, confortación
de los atribulados, Soberana consejera de todos: yo, aunque indigno (a) de estar en tu presencia, recurro por
fin a ti, a implorar tu ayuda y socorro, para ser tu devoto (a), y para amarte a ti y a tu purísimo Hijo con
todo mi corazón.
¡Oh Madre mía del Buen Consejo!, bien puedes alcanzarme, si es de tu voluntad, los medios más eficaces
para abandonar la culpa, abrazar la virtud y conservarme fiel y constante en los santos propósitos.
Ea pues, Virgen amabilísima, ahora que vengo ati, acógeme en tu seno, y sé amorosa protectora en todas
mis necesidades temporales y espirituales, para que publique por todas partes, que eres aquella Virgen
graciosísima, de quien vienen los buenos consejos, para confortación de todos los que imploran tu santo
patrocinio. Amén.
LETANÍAS DE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO Nº 2
Por las Angustias de tu Maternal Corazón Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Por los sufrimientos de tu Doloroso Corazón Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Santa María, Madre del Buen Consejo Aconséjanos Madre y ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Ten piedad de nosotros, Señor
Oración
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, María Madre del Buen Consejo, no desprecies las
súplicas que te hacemos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo mal y peligro, ¡Oh
Virgen Gloriosa y Bendita!
Jaculatoria
V. Ruega por nosotros Virgen María, Madre del Buen Consejo y Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Jaculatoria
V. En todas nuestras dudas y tribulaciones.
R. Procúranos Buen Consejo, ¡Oh María!
Oraciones
¡Oh Dios!, Dispensador de todos los Dones buenos y perfectos, haz que poniendo nuestro refugio en María,
obtengamos de Su Maternal mano: Consejo, Ayuda y Asistencia en todos los acontecimientos,
incertidumbres y tribulaciones de nuestra vida. Por Jesucristo, Tu Hijo. Amén.
Admirable Administrador de todos los bienes, has preservado inmune de las manos de los turcos, la preciosa
imagen de la Madre de tu Hijo, en la región de Albania, y por tus Santos Ángeles, la quisiste preservar con el
admirable título del “Buen Consejo”, concédenos que, así como la veneramos con todo el corazón, así
también por sus méritos y venerables Consejos, logremos la Patria Celestial. Amén.
Concédenos Señor, Dios nuestro, a nosotros tus siervos gozar de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la
gloriosa intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María, seamos librados de las tristezas presentes y
gocemos de las eternas alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
GOZOS A LA VIRGEN MARÍA EN SU ADVOCACIÓN
DE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO Nº 1
Rezar una Salve al Purísimo Corazón de María Santísima, por todos sus devotos y para alcanzar una buena
muerte.
GOZOS A LA VIRGEN MARÍA EN SU ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO Nº2
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
De Escurati te viniste por no ver al Otomano, y gloriosa en Genazzano, mejor mansión elegiste.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Dos familias te siguieron, de tu devoción llevadas, y fueron afortunadas porque así te obedecieron.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
De luz y de nube dos columnas fueron la guía para que prodigios hiciese Dios en la noche y en el día.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Montes y mares pasaron a pié enjuto y sin temor debiéndote este favor, porque en ti confiaron.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
De Roma te desapareces y a Genazzano te vas, y allí a conocer te das milagrosa una y mil veces.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
No de tus glorias me alejo, cuando honrada, te diviso con nombre de Paraíso de gracia y de Buen Consejo.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Prodigiosamente tiene Dios a tu imagen Sagrada tan de su mano colgada, que en el aire la mantiene.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Tu antiguo Templo en Turquía se mira tan respetado, que quien profanarlo ha osado fue castigado en el día.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
En todos ¡Oh Gran Señora!, tu culto está tan estable; que todo el mundo te venera con amor inalterable.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Ruega a Dios por tus devotos y alcánzales Madre buena, que todos en tu novena te consagren muchos votos.
Señora por buena suerte, tu Buen Consejo imploramos, para que todos tengamos buena vida y buena
muerte.
Oración final
María, tú eres nuestra mejor Consejera, porque te asiste el Espíritu Santo en persona. Yo necesito tu
maravilloso consejo para los mil asuntos que ignoro.
Yo tengo los problemas y Tú tienes las soluciones. Guíame a la vida eterna, mi destino final, aquello por lo
que existo y para lo que fui creado (a).
Dame algo de tu sabiduría para resolver amablemente las dificultades de miles de hermanos míos que
sufren, que lloran y no logran encontrar sentido a su vida.
Enséñame cuál es el sentido del vivir, de sufrir, de morir.
Ayúdame a amar mucho esta vida, pero infinitamente más la otra. Enséñame a discernir los engaños del
Padre de la Mentira, de las luces del Espíritu Santo.
Madre del Buen Consejo, sé nuestra consejera en este mundo lleno de confusión y de sombras.
Madre del Buen Consejo, intercede ante Jesús por nosotros para que a lo largo de nuestra vida y
especialmente en los momentos inciertos y difíciles, sepamos siempre elegir todo aquello que nos lleva a Él,
siendo fieles seguidores de su Evangelio. Amén.
Agradecimiento a Nilda M.
ACTO DE CONTRICIÓN:
Señor Jesucristo, que por mi amor quisiste nacer en un pesebre y morir en la cruz, ¡qué grande ha sido mi deslealtad! ¡qué grande mi
atrevimiento cada vez que he faltado a tu ley de amor! Tú, Señor, mostrándote misericordioso conmigo te manifiestas Dios, pues en tu ser
infinito cabe infinita bondad. Imploro tu perdón tanto más necesario cuanto más pecador me confieso.
¡Perdón, Señor mío! Te ofendí y al considerarlo siento gran tristeza, pero al verte en la cruz, mi confianza renace, por eso, desde el fondo de
mi alma, te digo como el salmista: ¡Apiádate de mi Dios mío según tu gran misericordia! Amén.
OFRECIMIENTO:
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu
asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de ti. Animado por esta confianza, a ti acudo, oh Madre, Virgen de Vírgenes, y
gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. Oh Madre de Dios, no deseches mis súplicas,
antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
PADRE NUESTRO:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer
en tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA:
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIAS:
V. Mi corazón en amarte eternamente se ocupe.
R. Y mi lengua en alabarte, Madre mía de Guadalupe.
EN CADA MISTERIO DEL SANTO ROSARIO SE REZA UNA PLEGARIA: Primer Misterio: Primera Plegaria, Segundo Misterio:
Segunda Plegaria, y así sucesivamente.
PRIMERA PLEGARIA:
Madre nuestra, te suplicamos que en las horas amargas de la vida, cuando la angustia y la aflicción nos lastimen, sepamos escuchar en lo
íntimo del alma tu voz consoladora, como el dichoso Juan Diego en el Tepeyac. Concede a quienes contemplamos con fe tu bendita imagen
de Guadalupe gozar por anticipado la felicidad que en la casa del Padre nos espera, a cambio de lo cual aceptamos sobrellevar con firmeza
los trabajos que Dios nos enviare. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – San Juan Diego...
SEGUNDA PLEGARIA:
Madre de Dios y Madre nuestra, te pedimos que así como en el Tepeyac te dignaste salir al encuentro de Juan Diego temeroso y apocado que
te rehuía, te dignes asistirnos con tu presencia materna en el trance de la muerte y consolarnos en la agonía. De tu valiosa solicitud esperamos
la dicha de contemplar a Dios tal y como es por toda la eternidad. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – San Juan Diego...
TERCERA PLEGARIA:
Madre de todos los hombres, te suplicamos que así como consolaste a Juan Diego, abatido por la enfermedad que minaba la salud y fuerza de
su tío, acudas en auxilio nuestro cuantas veces nos apartemos de la virtud y atentemos contra el amor. Madre Santa, que resuene en nuestros
oídos aquel ¿A dónde vas, hijo mío?, que dijiste a Juan Diego y que al oírlo dejemos el camino de la mentira, del fraude, la irresponsabilidad
y comencemos de nuevo a servir a Dios Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – San Juan Diego...
CUARTA PLEGARIA:
Madre de los mexicanos, te suplicamos que así como brotaron rosas frescas y fragantes en el árido Tepeyac y se imprimía tu divina imagen
en la tilma de Juan Diego, te dignes hacer florecer en nuestra alma el amor para que en ellas te retrates tú, purísima Madre, y podamos
esperar con inquebrantable fe un tránsito feliz de esta vida a la eterna. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – San Juan Diego...
QUINTA PLEGARIA:
Madre de los mártires, te suplicamos que, así como el neófito Juan Diego, tu embajador, se sintió tan hondamente solidario ante las
necesidades de sus semejantes, y alcanzó por tu mediación ante Dios la salud de su afligido tío Juan Bernardino, te dignes alcanzarnos la
gracia de vivir ese espíritu de servicio a los demás como verdaderos hermanos de Jesús. Amén.
Rezar: Padre Nuestro – 10 Aves Marías – Gloria al Padre... – Mi corazón en amarte... – San Juan Diego...
V. Dios te salve María santísima, Estrella de la mañana, faro resplandeciente que nos conduce al puerto de salvación, luz divina que ilumina a
los bienaventurados. Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, virgen purísima y castísima antes del parto, en tus manos
encomendamos nuestra fe para que la ilumines. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, vida de los santos, alegría de los ángeles, esperanza de los hombres, nube luminosa a cuyo seno bajó el
Hijo de Dios. Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, virgen purísima en el parto, en tus manos encomendamos nuestra
esperanza para que la alientes. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, modelo de amor, lirio de pureza, imagen viva de castidad. Dios te salve María Santísima, esposa de Dios
Espíritu Santo, virgen purísima después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames, nuestras necesidades
para que las remedies, nuestras almas para que las salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, océano de gracias, manantial de misericordia, soberana emperatriz del cielo y de la tierra. Dios te salve María
Santísima, templo, trono y sagrario de la Santísima Trinidad. Virgen concebida sin la culpa del pecado original.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!.
Ruega por nosotros santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
De tus divinos ojos, oh María penden nuestras felicidades ¡Míranos, Señora, y no nos desampares!
LETAN ÍA
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros
V. Cristo, ten piedad de nosotros
R. Cristo, ten piedad de nosotros
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros
Santa María.
Hija predilecta del Padre.
Madre del Verbo Encarnado.
Templo del Espíritu Santo.
Virgen purísima, preservada del pecado original.
María, hija fiel de Sión.
María, obediente, pobre y humilde.
María, llena de gracia y de todas las virtudes.
María, discípula perfecta de Cristo.
María, atravesada por la espada del dolor.
María, entregada al apóstol Juan y a todos nosotros.
María, imagen purísima de la iglesia.
Santa María de Guadalupe.
Mujer vestida del sol eterno.
Mujer coronada de Estrellas del cielo.
Mujer con la luna perecedera bajo tus pies.
Estrella de la Evangelización.
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
Madre, tú que amparaste a Juan Diego y a los más pequeños.
Madre, tú que amparas a los indígenas, campesinos y obreros.
Madre, tú que amparas a los niños maltratados y abandonados.
Madre, tú que amparas a los enfermos, ancianos y presos.
Madre, tú que amparas la vida del niño no nacido.
Virgen, tú que comunicas el amor a la castidad y pureza.
Virgen, tú que comunicas la búsqueda de silencio y meditación.
Virgen, tú que comunicas el celo apostólico por una nueva Evangelización.
María, Reina del cielo y de todo el universo.
María, Reina de América.
Reina, tú que nos pides el respeto a toda vida humana.
Reina, tú que nos pides la obediencia a los derechos humanos.
Reina, tú que nos pides la real protección de los derechos humanos.
Reina, tú que nos pides la consagración a tu Corazón inmaculado.
Reina, tú que nos pides el rezo diario del santo rosario.
Reina, tú que comunicas la caridad con tus hermanos más indigentes.
Reina, tú que comunicas el deseo de la entrega total a Cristo y a su Iglesia.
Reina, tú que comunicas la superación de nuestros instintos egoístas.
Reina, tú que nos pides la reparación de tantos crímenes contra la vida del alma y del cuerpo.
Reina, tú que nos pides la solidaridad cristiana con los hermanos más pobres.
María, signo celestial de la caída final del maligno.
María, signo celestial que prepara la última venida de Cristo.
María, signo celestial de victoria sobre las herejías, sectas y el ateísmo.
María, signo celestial de consuelo y esperanza de nosotros peregrinos.
María, signo celestial de nuestra transformación gloriosa.
María, signo celestial de un nuevo cielo y una nueva tierra.
ORACIÓN:
Dios misericordioso, que quisiste que tu Hijo unigénito proclamara desde la cruz como Madre nuestra, a su propia Madre, haz que tu Iglesia,
por la mediación y cooperación maternal de la Virgen María, crezca cada día en santidad y atraiga a su seno a todas las naciones. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN:
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas y oraciones que te hacemos en nuestras necesidades. Antes
bien, líbranos de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de
alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
CONSAGRACIÓN A MARÍA:
¡Oh señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día, y pasa siempre, mis
ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡oh madre de bondad!, guárdame y defiéndeme
como instrumento y posesión tuya. Amén.
ORACION FINAL:
Reina y Madre de los mexicanos:
Atraídos por el encanto de tu ternura maternal y tu solicitud hacia nosotros, venimos a consagrarte nuestras alegrías, penas, sacrificios,
angustias y dolores.
Porque eres para todos los mexicanos una Madre que nos escucha, consuela y atiende nuestras necesidades.
Eres alivio en el dolor, luz que ahuyente nuestros temores; nos acoges siempre como a pequeñitos y delicados.
Nos consagramos totalmente a ti, y en ti depositamos nuestra confianza.
¡Santa María de Guadalupe, Reina de México, conserva nuestra fe y salva nuestra patria!