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FIN DEL DOLOR IRREMEDIABLE

La eutanasia o “muerte asistida” es un acto que a lo largo del tiempo ha causado


polémica en los diferentes ámbitos de la sociedad, religión, política, etc. Al inicio de su
aplicación, se le practicaba a los adultos que según estudios son quienes poseen la
madurez y capacidad mental para decidir sobre su propio cuerpo, sin embargo, con el
paso de los años se ha planteado la posibilidad de aplicársela a los niños quienes
guiados por leyes pueden ver la oportunidad de “morir dignamente” sin ser visto
directamente como un suicidio. Desde el ambiente médico y de la salud, “el estado
mental y la edad de los niños son aspectos importantes si la eutanasia es el camino
para acabar con su sufrimiento” lo que se ha convertido en una enunciación
controversial al tratarse de algo tan delicado como es la vida y la absurda afirmación
donde se declara que cada persona posee el derecho de acabar con ella en el momento
que lo crea oportuno.

La niñez y la adolescencia, ambos comprendidos respectivamente entre 0 a 12 y 12 a 17


años de edad, tienen una forma diferente de contemplar el mundo. Sin embargo, el
cambio de perspectiva que cada uno presenta permite la presencia de conocimiento o
en otra instancia la llamada “madurez”, la cual va directamente relacionada con las
emociones, actitudes y decisiones tomadas por ellos respecto a su vida y el entorno
donde se quieren desenvolver durante ella. Un niño enfermo no solo física sino también
mentalmente, es muy difícil que encuentre paz y seguridad en el ambiente donde se
encuentra, es por ello que la salud mental es esencial para interactuar individual y
colectivamente con los demás, ya que ayuda a manifestar sentimientos, hallando y
manteniendo la sensación de sentirse bien consigo mismo sin importar las circunstancias
en las que se encuentre.

Es doloroso pensar en la espantosa situación que significa estar postrado en una cama,
con una alteración del estado de salud y poca posibilidad de vida. Es difícil ver que una
criatura a corta edad, empezando a vivir y explorar el mundo, experimente tan rápido el
sufrimiento, en el momento menos esperado e indicado. La mentalidad de un niño al que
se le ha diagnosticado una enfermedad incurable, es tan frágil e inocente que siempre
creerá que hay solución y confiará en que será sanado tan rápido como un abrir y cerrar
de ojos. Hay que resaltar que los padres son un ente importante para que los pequeños
sobrepasen el padecimiento que los agobia, de esta manera, son ellos quienes velan y
deciden sobre el posible futuro que tendrá su pequeño dependiendo de la gravedad de
la situación. Noticias Caracol (2018) informó: “Sonia Flórez, madre de Lina María
Mosquera, quien duró 9 años en estado vegetativo, fue quien interpuso con éxito la tutela
que obligó a la reglamentación del procedimiento, afirmando que fue en favor de su hija”.

Acabar con la vida de un ser humano se considera un caso aberrante y fuera de los
parámetros humanos y éticos de la sociedad aun cuando se tiene la aprobación de la
misma persona. Al tratarse de un niño, se convierte en un suceso tan delicado que se
necesita una gran responsabilidad para hacer uso de él; en otras palabras, la eutanasia
es una acción de sumo cuidado que no se le puede aplicar a cualquier persona que lo
desee, ya que contiene unos parámetros que lo limitan. El Ministerio de Protección Social
mediante el Protocolo para la Aplicación del Procedimiento de Eutanasia en Colombia
(2015) afirma: “Todo paciente que solicite la muerte sin dolor debe cumplir con 7
requisitos: condición médica, evaluación del sufrimiento, inexistencia de alternativas de
tratamiento o cuidado razonable, persistencia en la solicitud explícita, segunda
valoración, evaluación de la competencia e integridad de la evaluación o evidencia del
estudio cualitativo” (p.58).

El beneplácito de los progenitores o tutores para el proceso de asentimiento y posterior


uso de la eutanasia varía en cada niño según su edad. “Está claro que entre 0 y 6 años
no será permitido aplicar la eutanasia; de 7 a 12 años, cumpliendo con los requisitos
podrán acceder a este derecho, pero se debe contar con la aprobación de ambos padres
de familia; entre 12 y 14 años, si hay discrepancia de los padres, prevalecerá el deseo
del paciente y, finalmente, de 14 años en adelante, primará la voluntad del adolescente,
pero siempre dejando claro que se harán las valoraciones necesarias” (Ricardo Luque,
Asesor del Ministerio de Salud). En suma, una persona con una enfermedad terminal
que desee “morir sin dolor”, debe contar con la mayoría de edad para considerarse adulto
y tomar sus propias decisiones respecto a lo que quiere, de lo contrario, es obligatorio
contar con el respaldo del progenitor el cual se hará responsable de los hechos prontos
a suceder.

Una situación de vida o muerte mezclada con la abrumante necesidad de aliviar el dolor
de una persona que se encuentra en un estado de salud crítico se torna aún más delicado
cuando hay niños involucrados; en este caso, no se pueden tomar decisiones a la ligera
con relación a cuándo y cómo se les puede tranquilizar debido a que ellos son más
vulnerables a comparación de un adulto, por eso, cada infante que crea que la eutanasia
es un camino factible para acabar con su sufrimiento debe estar psicológica y
neurocognitivamente evaluado por un especialista infantil quien se asegurará de la
gravedad de su situación, dogmatizando el estado real que lo aqueja y reuniendo cada
uno de los componentes donde se confirme que está sufriendo de manera insoportable
tanto física como mentalmente, lo cual se hace con la finalidad de desarraigar la
eventualidad de que el paciente pueda vencer la enfermedad y dejar de sentir dolor sin
hacer uso de la eutanasia.

Dar fin a una vida no se debe basar en aceptar o no la eutanasia, sino en reunir un
conjunto de posibles soluciones para acabar de manera “silenciosa” con un dolor que ha
atormentado por mucho tiempo a un cuerpo que a la larga no ha hecho más sino persistir
y luchar sin recibir una respuesta positiva. Aunque un niño al igual que todo ser humano
tiene derecho a vivir, experimentar, soñar y crecer, al ser desahuciado y degradado,
donde el malestar y la imposibilidad de valerse por sí solo lo limitan llevándolo a la
desesperación y en muchos casos a causar lástima y humillación, es preferible otorgarle
la posibilidad de “morir dignamente”. Sin embargo, al considerarse la oportunidad de
aplicarle la “inyección letal” que concluirá por completo su ciclo de existencia, es
necesario que preexista tanto la decisión del niño como la del padre, la cual varía de
acuerdo a la edad del infante y con el estado de ánimo, capacidad mental y madurez del
mismo.

AUTORES:

SALCEDO DIEGO
SÁNCHEZ ANGIE JOHANA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aguirre, Richard (2018). Eutanasia a menores de edad, casi lista en Colombia. Disponible
en: http://www.elcolombiano.com/colombia/eutanasia-a-menores-de-edad-casi-lista-en-
colombia-DI8280252 (Publicado el 02 de marzo, 2018).

Noticias Caracol (2018). Eutanasia para niños: este documento de Minsalud abre camino
a muerte asistida de menores. Trámite, procedimiento y polémica. Disponible en:
https://noticias.caracoltv.com/salud/eutanasia-para-ninos-este-documento-de-minsalud-
abre-camino-muerte-asistida-de-menores (Publicado el 01 de marzo, 2018).

Mera, Alda (2014). Reportera El País. La eutanasia, un debate entre la muerte digna y el
homicidio piadoso. Disponible en: http://www.elpais.com.co/colombia/la-eutanasia-un-
debate-entre-la-muerte-digna-y-el-homicidio-piadoso.html (Publicado el 09 de
noviembre, 2014).

MINSALUD (2015). Protocolo para la aplicación del procedimiento de eutanasia en


Colombia. “Requisitos para la práctica de la Eutanasia” p58. Disponible en:
https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/CA/Protocolo-
aplicacion-procedimiento-eutanasia-colombia.pdf.

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