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La Idea de Progreso
La Idea de Progreso
Para la mayoría de los hombres a través del tiempo, esta idea es un juicio de
valor acerca de la historia. Esta puede ofrecer una idea de decadencia y regresión de la
humanidad, o de sucesión de períodos cíclicos, así como también tener presente la
inclinación secular o de la Providencia. Como quiera que sea, el optimismo o
pesimismo de lo que se vive en el mundo occidental, marca la pauta de los juicios de
valor de las personas.
Sin embargo, por los resultados de la ciencia y la tecnología, cada una de esas
premisas ha sido erosionada por las dudas y la desilusión de la gente, a partir de la
segunda mitad del siglo XX. De esta forma se puede decir que “el hombre [es]... el
resultado de una larga marcha del progreso, quien durante miles de años confeccionó
un mundo nuevo y más organizado, más y más complejo, para desembocar en el
triunfo de su conciencia y de su inteligencia.” [2] Octavio Paz, opina que “los hombres
están movidos por sus deseos, ambiciones y proyectos pero limitados por el poder real
de su inteligencia y de los medios de que disponen.” [3] Sin importar cuál sea su
motivación, el hombre ha progresado a través del tiempo y del espacio. El propio Nisbet
comenta que la idea de progreso “ha contribuido... tanto a fomentar la creatividad en
los más diversos campos como alimentar la esperanza y la confianza de la humanidad
y de los individuos en la posibilidad de cambiar y mejorar el mundo.” [4]
Así, a grandes rasgos el progreso es, por un lado, el lento y gradual perfecciona-
miento del saber en general; esto incluye los conocimientos técnicos, artísticos y
científi-cos. Por el otro, se centra en la situación moral o espiritual del hombre en la
Tierra, es decir, su felicidad, su tranquilidad y su libertad. El perfeccionamiento cada
vez mayor de la naturaleza humana. La idea de progreso, jugó el papel de incentivo
para que el hombre occidental realizara grandes hazañas y proezas a través del
tiempo.
Kenneth Bock hace una reseña histórica de la idea de progreso. [6] Dice que en
las civilizaciones antiguas de Grecia y Roma, se pensaba que la humanidad había
avanzado lenta y gradualmente desde sus orígenes llenos de incultura e ignorancia, a
niveles de civilización cada vez más altos. De esta forma, el avance en las artes y las
ciencias era percibido por estos pueblos como resultado de su gran amor nacionalista y
de la convicción de que su cultura era la mejor y más avanzada del mundo. Además,
creían en una idea de progreso que se manifestaba en ciclos; es decir, la historia era
una sucesión continua de fases ascendentes y descendentes, como el ir y venir de las
olas del mar. Los griegos identificaron muy bien este proceso en la naturaleza y más
concretamente, en los seres vivos, mediante el proceso de la vida: nacimiento,
crecimiento, madurez, decadencia y muerte.
Los últimos cinco siglos de historia nos presentan el momento en que Occidente
toma conciencia de sí mismo y esto lo vincula con el progreso de toda la humanidad, a
través de los viajes de Colón al nuevo mundo y de Vasco de Gama a la India. Nótese
que aún después de sus promulgaciones de independencia, los países, tanto
americanos, como africanos y asiáticos, adoptaron en cierto grado los valores y la
forma de vida de la civilización occidental. Gran parte del mérito lo tiene la difusión del
cristianismo, los valores políticos derivados de la Ilustración y de la Revolución
francesa, la Revolución Industrial, así como otros elementos de la cultura y la
conciencia occidentales o quizá la imposición que hicieron las naciones más
poderosas.
La idea del progreso, continúa expresando Bock, [11] cobra vida nuevamente en
los tiempos modernos con la “Querella entre los antiguos y los modernos” durante la
segunda mitad del siglo XVII. Esta obra es un debate literario entre lo antiguo y lo
nuevo con respecto a las obras artísticas, filosóficas y científicas, en la que se trata de
mostrar que lo segundo es superior a lo primero, tal y como lo supusieron los griegos y
romanos.
De esta manera, Descartes, según Bock, declaró que las leyes de Dios eran
constantes en el tiempo y uniformes en el espacio. Así, hombres de igual capacidad
existieron en todas las edades y por lo tanto, por simple acumulación, forzosamente
tuvo que producirse un avance o progreso en el saber. [13]
Bock menciona que Fontenelle, en su trabajo “Sobre los antiguos y los modernos”,
de 1688, resumió su posición de la siguiente manera: “Un espíritu bien cultivado
contiene... todos los espíritus de los siglos precedentes: es uno solo y el (sic) mismo
el espíritu que se ha desarrollado y perfeccionado todo ese tiempo.” [14] Así, desde
el comienzo del mundo, hasta el presente el hombre tuvo su infancia, pasó por su
juventud y ahora está en la madurez. Para ellos dos, los hechos y el azar
contribuyen enormemente a la sucesión ordenada de los cambios en la historia
humana; es decir, en el progreso.
Por otra parte, agrega Bock, [20] en Alemania se interesaban sobre todo, en el
perfeccionamiento moral. Para Herder, su máximo representante, la entidad que se
desarrolla en el tiempo es la humanidad; con la cual, se habrá de lograr un mayor
refinamiento en las artes, y en las ciencias; además habrá mayor felicidad y un mejor
orden moral.
Por otro lado, Adam Ferguson, que fue tomado como modelo por los teóricos
del siglo XIX por estudiar diversas sociedades no occidentales, establecía que “el
avance social era producto de la naturaleza humana en su automanifestación bajo
circunstancias favorables.” [23] Es decir, que el cambio era producto del esfuerzo
humano, ya que los inventos y descubrimientos favorecían el avance de la sociedad
total.
De esta forma, y debido a que no había quién rebatiera la “Querella a favor de
los antiguos”, afirma Bock, “la fe en el progreso de la humanidad y la supremacía
occidental acabaron siendo una sola cosa [y finalmente,]... Occidente había logrado
dominar el mundo gracias a las leyes del progreso.” [24]
Más adelante, en el siglo XIX, continúa narrando Bock, Auguste Comte prestó
atención a la historia intelectual de los pueblos para determinar en qué medida ésta
había sido la fuente y el medio para gobernar al progreso de la humanidad. [25]
Contrario a las opiniones de Ferguson, para Comte, “todos los pueblos [del
mun-do] tuvieron idéntica historia y recorrieron los mismos estadios de progreso.” [26]
De esta forma, el progreso está determinado por las variaciones; y éstas se explican
por causas accidentales o pasajeras, que sólo afectaban la velocidad de la evolución.
En concreto:
Por su parte, Carlos Marx tenía tanto interés como esperanza en un probable
mejoramiento de la situación humana. Él creía en el progreso como perfección. Dos
aspectos legitiman su participación en estas cuestiones:
A la vez, queda muy claro que los europeos de aquellos tiempos niegan o no en-
tienden las diferencias básicas entre las diversas culturas del mundo y la occidental, y
lo que es peor, las interpretan como si fueran etapas inferiores del desarrollo de la
sociedad o de la cultura occidentales. En una palabra, entienden al progreso como un
fenómeno lineal y en constante avance.