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GUIA COMPRENSIÓN DE LECTURA

Comprensión de Lectura I

Esta guía le presenta un conjunto de fragmentos de distinta índole y extensión a fin de que
practique la comprensión de lectura de textos narrativos. Lea cada texto por completo y luego
responda seleccionando la opción correcta.

TEXTO 1 (1 – 12)

1. “De mi país y mi familia poco tengo que decir. Un trato injusto y el andar de los años me
arrancaron del uno y me alejaron de la otra. Mi patrimonio me permitió recibir una educación
esmerada, y la tendencia contemplativa de mi espíritu me facultó para ordenar metódicamente las
nociones que mis tempranos estudios habían acumulado. Las obras de los moralistas alemanes me
proporcionaban un placer superior a cualquier otro; no porque admirara equivocadamente su
elocuente locura, sino por la facilidad con que mis rígidos hábitos mentales me permitían descubrir
sus falsedades. Con frecuencia se me ha reprochado la aridez de mi inteligencia, imputándome
como un crimen una imaginación deficiente; el pirronismo de mis opiniones me ha dado fama en
todo tiempo. En realidad temo que mi predilección por la filosofía física haya inficionado mi mente
con un error muy frecuente en nuestra época: aludo a la costumbre de referir todo hecho, aun el
menos susceptible de dicha referencia, a los principios de aquella disciplina. En general, no creo que
nadie esté menos sujeto que yo a desviarse de los severos límites de la verdad, arrastrado por los
ignes fatui de la superstición. Me ha parecido apropiado hacer este proemio, para que el increíble
relato que he de hacer no sea considerado como el delirio de una imaginación desenfrenada, en vez
de la experiencia positiva de una inteligencia para quien los ensueños de la fantasía son letra muerta
y nulidad.

2. Después de varios años pasados en viajes por el extranjero, me embarqué en el año 18... en el
puerto de Batavia, capital de la rica y populosa isla de Java, para hacer un crucero al archipiélago de
las islas de la Sonda. Me hice a la mar en calidad de pasajero, sin otro motivo que una especie de
inquietud nerviosa que me hostigaba como si fuera un demonio.

3. Nuestro excelente navío, de unas cuatrocientas toneladas, tenía remaches de cobre y había sido
construido en Bombay con teca de Malabar. Llevaba una carga de algodón en rama y aceite
procedente de las islas Laquevidas. También teníamos a bordo bonote, melaza, aceite de manteca,
cocos y algunos cajones de opio. El arrumaje había sido mal hecho y, por lo tanto, el barco escoraba.

4. Iniciamos el viaje con muy poco viento a favor, y durante varios días permanecimos a lo largo de
la costa oriental javanesa, sin otro incidente para amenguar la monotonía de nuestro derrotero que
el encuentro ocasional con alguno de los pequeños grabs del archipiélago al cual nos
encaminábamos.

5. Una tarde, mientras me hallaba apoyado en el coronamiento, observé hacia el noroeste una nube
aislada de extraño aspecto. Era notable tanto por su color como por ser la primera que veíamos
desde nuestra partida de Batavia. La observé continuamente hasta la puesta del sol, en que
comenzó a expandirse rápidamente hacia el este y el oeste, cerniendo el horizonte con una angosta
faja de vapor y dando la impresión de una dilatada playa baja.

Pronto mi atención se vio requerida por la coloración rojo-oscuro que presentaba la luna y la extraña
apariencia del mar. Operábase en éste una rápida transformación, y el agua parecía más
transparente que de costumbre. Aunque me era posible distinguir muy bien el fondo, lancé la sonda
y descubrí que había quince brazas. El aire se había vuelto intolerablemente cálido y se cargaba de
exhalaciones en espiral semejantes a las que brotan del hierro al rojo.

6. A medida que caía la noche cesó la más ligera brisa y hubiera sido imposible concebir calma más
absoluta. La llama de una bujía colocada en la popa no oscilaba en lo más mínimo, y un cabello,
sostenido entre dos dedos, colgaba sin que fuera posible advertir la menor vibración. Empero, como
el capitán manifestara que no veía ninguna indicación de peligro pero que estábamos derivando
hacia la costa, mandó arriar las velas y echar el ancla. No se apostó ningún vigía y la tripulación,
formada principalmente por malayos, se tendió sobre el puente a descansar. En cuanto a mí, bajé a
la cámara, apremiado por un penoso presentimiento de desgracia. Todas las apariencias me hacían
ver la inminencia de un huracán. Transmití mis temores al capitán, pero no prestó atención a mis
palabras y se marchó sin haberse dignado contestarme. Mi inquietud, sin embargo, no me dejaba
dormir, y hacia media noche subí a cubierta. Cuando apoyaba el pie en el último peldaño de la escala
de toldilla, me sorprendió un fuerte rumor semejante al zumbido que podría producir una rueda de
molino girando rápidamente y, antes de que pudiera asegurarme de su significado, sentí que el
barco vibraba. Un instante después un mar de espuma nos caía de través y, pasando sobre el puente,
barría la cubierta de proa a popa.

7. La excesiva violencia de la ráfaga significó en gran medida la salvación del navío. Aunque
totalmente sumergido, como todos sus mástiles habían volado por la borda, surgió lentamente a la
superficie al cabo de un minuto y, vacilando unos instantes bajo la terrible presión de la tempestad,
acabó por enderezarse. 8. Imposible me sería decir por qué milagro escapé a la destrucción.
Aturdido por el choque del agua volvía en mí para encontrarme encajado entre el codaste y el
gobernalle. Me puse de pie con gran dificultad y, mirando en torno presa de vértigo, se me ocurrió
que habíamos chocado contra los arrecifes, tan terrible e inimaginable era el remolino que
formaban las montañas de agua y espuma en que estábamos sumidos. Un momento después oí la
voz de un viejo sueco que se había embarcado con nosotros en el momento en que el buque se
hacía a la mar. Lo llamé con todas mis fuerzas y vino tambaleándose. No tardamos en descubrir que
éramos los únicos supervivientes de la catástrofe. Todo lo que se hallaba en el puente había sido
barrido por las olas; el capitán y los oficiales debían haber muerto mientras dormían, ya que los
camarotes estaban completamente inundados. Sin ayuda, poco era lo que podíamos hacer, y nos
sentimos paralizados por la idea de que no tardaríamos en zozobrar. Como se supondrá, el cable del
ancla se había roto como un bramante al primer embate del huracán, ya que de no ser así nos
habríamos hundido en un instante. Corríamos a espantosa velocidad, y las olas rompían sobre
cubierta. El maderamen de popa estaba muy destrozado y todo el navío presentaba gravísimas
averías; empero, vimos con alborozo que las bombas no se habían atascado y que el lastre no
parecía haberse desplazado. Ya la primera furia de la ráfaga estaba amainando y no corríamos
mucho peligro por causa del viento; pero nos aterraba la idea de que cesara completamente,
sabedores de que naufragaríamos en el agitado oleaje que seguiría de inmediato. Este legítimo
temor no se vio, sin embargo, verificado. Durante cinco días y cinco noches —durante los cuales nos
alimentamos con una pequeña cantidad de melaza de azúcar, trabajosamente obtenida en el castillo
de proa—, el desmelenado navío corrió a una velocidad que desafiaba toda medida, impulsado por
sucesivas ráfagas que, sin igualar la violencia de la primera, eran sin embargo más aterradoras que
cualquier otra tempestad que hubiera visto antes.

8. Con pequeñas variantes navegamos durante los primeros cuatro días hacia el sud- sudeste y
debimos de pasar cerca de la costa de Nueva Holanda.

9. Al quinto día el tiempo se puso muy frío, aunque el viento había girado un punto hacia el norte.
El sol se alzó con una coloración amarillenta y enfermiza y remontó unos pocos grados sobre el
horizonte, sin irradiar una luz intensa. No se veían nubes y, sin embargo, el viento arreciaba más y
más, soplando con furiosas ráfagas irregulares. Hacia mediodía —hasta donde podíamos calcular la
hora— el sol nos llamó de nuevo la atención. No daba luz que mereciera propiamente tal nombre,
sino un resplandor apagado y lúgubre, sin reflejos, como si todos sus rayos estuvieran polarizados.
Poco antes de hundirse en el henchido mar, su fuego central se extinguió bruscamente, como si un
poder inexplicable acabara de apagarlo. Sólo quedó un aro pálido y plateado, sumergiéndose en el
insondable mar”. Edgar Allan Poe, Manuscrito hallado en una botella (fragmento)

1. ARIDEZ
A) improductividad
B) amenidad
C) cortedad
D) vulgaridad
E) fomedad

2. POPULOSA
A) famosa
B) pobladísima
C) conocida
D) ahíta
E) popular

3. APOSTÓ
A) ubicó
B) arriesgó
C) jugó
D) compitió
E) quedó

4. ZOZOBRAR
A) naufragar
B) morir
C) desfallecer
D) fracasar
E) peligrar
5. Según el primer párrafo, el protagonista del relato

A) invirtió su fortuna en educarse.

B) concordaba con las ideas de los moralistas y filósofos físicos.

C) consideraba criminal tener una desenfrenada imaginación.

D) era un hombre de rígidos hábitos mentales.

E) está sujeto a desviarse de los límites de la verdad.

6. ¿Cuál de los siguientes términos sintetiza la intención del párrafo inicial?

A) Advertencia.
B) Introducción.
C) Comentario.
D) Reseña.
E) Semblanza.

8. La frase “hasta donde podíamos calcular la hora”, del último párrafo, quiere decir en su
contexto que

A) los relojes de que disponían los marinos ya no funcionaban del todo.

B) luego de la tempestad los sobrevivientes perdieron el sentido del tiempo.

C) después del huracán tenían sólo una idea aproximada sobre qué hora era.

D) hubo momentos en que los viajeros estaban completamente desorientados.

E) sólo hasta el mediodía podían tener certeza de la hora.


9. Puede inferirse de las descripciones y conclusiones del protagonista en el sexto párrafo que

I. éste era un marinero experto.


II. la vida le había enseñado a ser temeroso.
III. una tensa calma produce, en el seno del mar, las tempestades.

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo I y II
D) Sólo II y III
E) I, II y III

10. ¿Cuál de los siguientes enunciados presenta una síntesis adecuada del texto leído?

A) El relato nos presenta un hecho fantástico en los mares de Java. B) El fragmento narra las
aventuras de un marino sobreviviente. C) Se presentan los insólitos hechos marinos en un viaje
comercial. D) La historia se centra en un naufragio en las costas javanesas. E) La narración sobre un
inesperado, violento y fatal huracán marino.

11. El texto precedente podría formar parte de

A) un diario de vida.

B) un informe náutico especializado.

C) una crónica de viajes.

D) un reportaje.

E) una carta.

12. El narrador puede ser descrito como

I. analítico.
II. imaginativo.
III. racional.

A) Sólo
II B) Sólo
III C) Sólo I y II
D) Sólo I y III
E) Sólo II y III

TEXTO 2 (13 – 24)

1. “¿Que era Santiago en 1814? ¿Qué era entonces esta ciudad de tan aventajada estatura hoy para
su corta edad, y que a las pretensiones más o menos fundadas de gran pueblo reúne aún las
pequeñeces propias de la aldea?
2. Santiago de 1814, para sus felices hijos un encanto, era para el recién llegado extranjero, salvo el
cielo encantado de Chile y el imponente aspecto de los Andes, una apartada y triste población, cuyos
bajos y mazacotudos edificios, bien que alineados sobre rectas calles, carecían hasta de sabor
arquitectónico. Contribuía a disminuir el precio de esta joya del titulado Reino de Chile, hasta su
inmundo engaste, porque si bien se alzaba sobre la fértil planicie del Mapocho; limitaba su extensión
al norte el basural del Mapocho; al sur, el basural de la Cañada; al oriente, el basural del recuesto
del Santa Lucía, y el de San Miguel y San Pablo al occidente.

3. Si la orla de Santiago era basura ¿qué nombre podría cuadrar a los campos que arrancaban de
ella, vista la índole apática y satisfecha de sus ceremoniosos hijos?

4. Sólo el valle oriental del pueblo, merced a las aguas del Manzanares chileno ya las de los
cristalinos arroyos que surgen de los primeros escalones de los Andes, era un verdadero jardín,
comparado con los yermos campos que se extendían al norte, al oriente y al sur de nuestra capital.

5. El llano de Maipo, verdadera hornaza donde el sol estival caldeaba sin contrapeso el sediento
pedrero, sólo ostentaba, en vez de árboles, descoloridos romeros, y en vez de pastos, el fugaz Pelo
de ratón. Allí, según el poético decir de nuestros huasos ni el canto de las diucas se escuchaba.

6. ¡Quien, al contemplar la satisfecha sorna de nuestro modo material de hilar la vida, hubiera
podido adivinar entonces que, andando el tiempo, esos inútiles eriazos visitados por vez primera el
año 20 por el turbio Maipo, época en que este río unió parte de su fecundo caudal con las escasas y
siempre disputadas aguas del Mapocho, habían de ser los mismos por donde ahora brama y corre
la locomotora a través de las frescas arboledas que circundan mil valiosas heredades rústicas, en
cada una de las cuales la industria, el arte y las comodidades de la vida, parece que hubiesen
encontrado su natural asiento! ¡Quién hubiera imaginado que aquellos inmundos ranchos que
acrecían la ciudad tras del basural de la Antigua Cañada, se habían de convertir en parques, en
suntuosas y regias residencias, y lo que es más, que el mismo basural se había de convertir en
Alameda de Delicias paseo que, sin ruborizarse, puede envidiamos para sí la más pintada ciudad de
la culta Europa!

7. Milagros todos, hijos Legítimos de nuestro inmortal 12 de febrero de 1818, época en la que, rota
definitivamente la valla que se alzaba entre nosotros y el resto del mundo civilizado, nos resolvimos
a campear por nuestra propia y voluntaria cuenta.

8. Pero no anticipemos.

9. Santiago, que veinticuatro años después de la época a que me refiero, sólo contaba con 46.000
habitantes, visto desde la altura del Santa Lucía, parecía, por sus muchos arbolados, una aldea
compuesta de casaquintas alineadas a uno y otro lado de calles cuyas estrechas veredas invadían
con frecuencia, ya estribos salientes de templos y de conventos, ya pilastrones de casas más o
menos pretenciosas de vecinos acaudalados; cosa que no debe causar maravilla, porque la Iglesia y
la Riqueza nunca olvidan sus tendencias invasoras.

10. Nuestra capital sólo contaba con una recova y con una sola plaza mayor, en la cual se
encontraban, junto con las mejores tiendas de comercio, la catedral, un convento de monjas, la
residencia de las autoridades, el cabildo, y la inexorable cárcel pública, que, a usanza de todos los
pueblos de origen español, ostentaba su adusta reja de fierro y las puercas manos de los reos que,
asidos a ella, daban audiencia a sus cotidianos visitantes. Era cosa común de ver todas las mañanas
tendidas, al lado de afuera de la arquería de este triste edificio, uno o dos cadáveres
ensangrentados, allí expuestos por la policía para que fuesen reconocidos por sus respectivos
deudos.

11.Desde la puerta de la cárcel, y formando calle con la que ahora llamamos del Estado, se veía
alineada una fila de burdos casuchos de madera y de descuidados toldos que, con el nombre de
baratillos, hacían entonces las veces de las graciosas y limpias tiendillas que adornan ahora las bases
de las columnas del portal Fernández Concha. Tras de aquellos repugnantes tendejones, se
ostentaba un mundo de canastos llenos de muy poco fragantes zapatos ababuchados, que
esperaban allí la venida de los sábados para proveer de calzado a los hijos de las primeras familias
de la metrópoli, porque parecía de ordenanza que a esos jovencitos sólo debía durar una semana
un par de zapatos de a cuatro reales el par.

12.En vez del actual portal Fernández Concha, existía una baja y oscura arquería donde estaban
colocadas las tiendas de más lujo, verdaderos depósitos de abastos, en los cuales encontraba el
comprador, colocados en la forma más democrática, ricos géneros de la China, brocados, lamas de
oro, gafetas zarazas, lozas y cristales, cuentas para rosarios, chaquiras, juguetes para niños, cuadros
de santos, cohetecitos de la China, azúcar, chocolate, yerba, quincalla y cuanto Dios crió, alumbrado
de noche con velones de puro sebo colocados en candeleros de no menos puro cobre, con su
obligado séquito de platillos de despabiladeras y de chorreras de sebo.

13.En medio de aquella plaza, que así servía para las procesiones y el lucimiento de las milicias, se
veía un enorme pilón de bronce rodeado siempre de aguadores, que después de llenar con mates
(calabazos) los barriles de sus cabalgaduras, proveían de agua potable a la población; y a uno y a
otro lado, con frecuencia una o dos horcas para los ajusticiados, sin que su tétrica presencia
desterrase ni por un instante de aquella aristocrática plaza la fatídica y permanente estaca que
llamaban Rollo.

14. Valdivia ni soñó siquiera con la probable altura que, con el tiempo, debían alcanzar las casas de
la capital cuando su recto trazado ejecutaba, puesto que sus calles, de regular anchura para casas
de un solo piso, ya son angostas para casas de dos, y bastaría un piso más para que quedasen
condenadas a perpetua sombra.

15. Gozaban las casas de patios, de corrales y de jardines; todas ostentaban, por entrada, enormes
portones, en cuyas robustas manos lucían filas de abultados pernos de cobre para aumentar su
solidez; y a ninguna de aquellas que pertenecían a magnates hacía falta, a guisa de adorno
coronando el portón, un empingorotado mojinete triangular, en cuyo centro se veían esculpidas las
armas que acreditaban la nobleza de sus respectivos dueños”.

Vicente Pérez Rosales, Recuerdos del pasado (fragmento)

17. Con respecto al texto leído, la ciudad de Santiago es el (la)

A) idea central.
B) personaje.
C) tema.
D) sujeto.
E) tesis.

18. El fragmento nos informa desde un ámbito o perspectiva

A) turística.
B) literaria.
C) sociológica.
D) geográfica.
E) histórica.

19. En el texto se menciona a Valdivia con el propósito de

A) recordar su visionario trazado de la ciudad de Santiago.

B) aludir a lo diferente de las casas actuales con las del proyecto original.

C) criticar que el conquistador no diseño su proyecto con prolijidad.

D) enrostrar a Valdivia su poca imaginación arquitectónica.

E) demostrar que el proyecto original no contemplaba aprovechar la luz solar.

13. ORLA

A) extensión
B) vallado
C) inmediación
D) contorno
E) halo

14. SORNA

A) lentitud
B) burla
C) disimulo
D) crítica
E) timidez

15. RECOVA

A) paseo
B) mercado
C) malecón
D) mirador
E) tienda

16. EMPINGOROTADO

A) deleznable
B) ilustre
C) elevado
D) superior
E) presuntuoso

20. Considerando la lectura del texto, se puede concluir que

A) los basurales han permanecido en las mismas zonas de la ciudad de Santiago.

B) a vista de cualquiera, Santiago no tiene nada que envidiar a otras metrópolis.

C) el proceso de independencia de Chile ha impulsado el urbanismo de Santiago.

D) toda edificación descrita, que rodea la plaza de Armas, es hoy centenaria.

E) no había respeto, en los tiempos descritos, por ajusticiados ni cadáveres.

21. El último párrafo del texto se refiere a los (las)

A) edificaciones en el centro de Santiago hacia 1814.

B) atributos de los portones señoriales.

C) casas de los magnates cercanas al centro.

D) construcciones hechas por nobles y aristócratas.

E) rasgos típicos de las casas de la capital.

22. ¿Qué sentido contextual da el autor, en el párrafo doce, al enunciado en que aparece la frase
“la forma más democrática”?

A) Las mercancías estaban dispuestas según la libre voluntad de los vendedores.

B) Los productos se ofrecían dependiendo del gusto u opinión de los compradores.

C) Los precios estaban liberados a la competencia entre compradores y vendedores.

D) Los abastos, sin que se notase preferencia alguna, se presentaban al comprador.

E) Los vendedores elegían libremente cuáles productos ofrecer y cuáles no ofrecer.

23. ¿Cuál de las siguientes opciones es VERDADERA?

A) La plaza de Armas fue lugar habitual de torturas y fusilamientos.

B) La idiosincrasia chilena o santiaguina se acomoda a la parsimonia.

C) El sector de Alameda de las delicias ha sido tradicionalmente majestuoso.

D) La amenidad caracteriza toda área circundante a la ciudad de Santiago.

E) Para 1818, Santiago ya no presentaba las pequeñeces de una aldea.


24. ¿Cuál es el mejor título para el fragmento leído?

A) “La plaza de Armas de Santiago en sus primeros tiempos”

B) “Descripción literaria de los valles del Mapocho y del Maipo”

C) “Los asombrosos avances urbanísticos de Santiago de Chile”

D) “Permanencia y cambio en región metropolitana de Santiago”

E) “Visión retrospectiva de la ciudad en el Santiago del siglo XIX”

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