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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación

Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012

Código deontológico para profesionales de


la comunicación, en Nuevo León
Dr. Jesús Morales León, Dr. Sergio Manuel de la Fuente Valdez y M.C. Lucinda
Sepúlveda García
jemole@gmail.com, sermanfuen@yahoo.com, ly.sepulveda@hotmail.com

Resumen: Después de hacer una investigación de la Ética de los


Comunicadores en Nuevo León (2004 – 2011) y como parte de la sociedad, he
encontrado evidencias de negligencia, de irresponsabilidad, de falta de
objetividad, de veracidad y de respeto a los valores éticos-morales.
Hay desprecio también a las disposiciones legales, tanto de la Constitución
Mexicana como de los reglamentos, que regulan las actividades comunicativas.
Esto lo constatamos en casos concretos así como con las opiniones de
expertos y de profesionales de la comunicación en diferentes especialidades.
Las conclusiones del análisis de los hechos y de los comentarios de los
expertos conscientes de estas situaciones, nos prueba que el problema de las
transgresiones a la ética, por parte de los comunicadores en el estado, es un
problema verdaderamente serio.
Esto motiva incredibilidad e incertidumbre en los responsables de ser puentes
de la información entre la realidad y la sociedad, daña el crédito público de los
medios e impacta negativamente sobre la cultura, los referentes morales y los
valores de la propia población.
En virtud de los resultados de la investigación, que confirman nuestra premisa
sobre la necesidad de que los comunicadores nuevoleoneses dispongan de
regulaciones en lo que respecta a su conducta ético-moral se fundamenta esta
Propuesta de bases teórico-metodológicas para un modelo de código de
normas deontológicas que pudiera ser elaborado por las asociaciones, colegios
o agrupaciones de comunicadores de la región a fin de contribuir a fortalecer la
responsabilidad social de los comunicadores nuevoleoneses.

Palabras clave: violencia, ética, deontología, código deontológico,


comunicador profesional

ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012 Página 1


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1.- Introducción
En los últimos años, nuestra País, y especialmente algunos estados del norte,
han vivido una escala de violencia. Además, los medios de comunicación nos
proporcionan diariamente información de asuntos relacionados con conductas
bochornosas, de hechos de escándalo, soborno, fraude, robo, negligencia, no
sólo en el gobierno, sino también en la iniciativa privada, en las actividades
deportivas, educativas, religiosas, sociales, culturales o artísticas.
El deterioro en el comportamiento moral ha afectado todas las dimensiones
humanas con consecuencias lamentables para la sociedad. Desde luego que
estos hechos lastiman seriamente a nuestra sociedad y han generado un
impacto severo en la sociedad, pero hay otra violencia que ha estado constante
desde hace muchos años: la violencia de los mismos medios de comunicación.
Al terminar un milenio e iniciar otro, muchos comunicadores y entidades de la
información están en el centro de los debates en torno a la ética y la
deontología debido a sus conductas irresponsables: Lo mismo son periodistas,
publicistas y medios de comunicación, por difundir mensajes sin fundamento o
por errores que dañan la imagen y reputación de personas inocentes o por
utilizar medios deshonestos e ilegales para obtener y/o difundir información.
Ante estos hechos cada vez menos aislados, y que ya son parte de la forma de
trabajar de muchos medios de comunicación y de las actividades de
comunicadores en las organizaciones públicas y privadas, se registran algunos
esfuerzos de legisladores de administraciones federales pasadas y actuales
quienes han presentado propuestas de reformas constitucionales para regular
la actividad de los profesionales de esta especialidad.
Por coyunturas principalmente políticas se han relegado su análisis y
formalización legal. Quizá esta regulación jurídica contribuiría en alguna
medida a resolver el problema de irresponsabilidad, pero faltaría otro
aspecto fundamental como es el de la formación de una conciencia para actuar
conforme a los valores deontológicos por parte de los comunicadores.
En México hay esfuerzos aislados que se dirigen a proponer normas
deontológicas que contribuyan a hacer conciencia acerca de la
responsabilidad ética en la función comunicativa; sin embargo, otros opinan
que ello puede atentar contra la libertad de expresión. Ante esta situación,
como maestros universitarios y comunicadores se nos plantea el insoslayable
deber de participar activamente en la búsqueda de un mundo mejor.
Ser parte de esta sociedad implica una obligación moral no sólo de actuar con
plena responsabilidad, sino también de proponer alternativas que puedan
contribuir a la creación de condiciones dignas para el desarrollo pleno de los
seres humanos.
Esta investigación se plantea como objetivo fundamental el sistematizar la
información en torno a la Deontología de la Comunicación mediante el análisis
de datos contextuales, el quehacer profesional, la opinión de expertos y
comunicadores y la experiencia personal para y, en consecuencia, presentar
una propuesta teórico-metodológica para un código de normas deontológicas

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que regulen, desde esta óptica, la actividad profesional de los comunicadores
de Nuevo León.

2.- Fundamentos teórico-metodológicos


La ética y la deontología están muy relacionadas, sin embargo no son lo mismo
como algunos autores los consideran. La primera es o debe ser fundamento
axiológico de las normas. Los valores éticos son presentados a la sociedad de
manera abstracta y general, además están sujetas al fuero interno de las
personas y éstas los asumen en la medida de su convicción personal; en
cambio, la deontología establece las normas que respondan a realidades
concretas propias del carácter de cada profesión y acordadas por las personas
que pertenecen a esas asociaciones en alguna actividad laboral para que los
miembros se conduzcan conforme a ellos.
En la ética la satisfacción o remordimiento es interno, aunque en algunos casos
la sociedad también juzga estos comportamientos; en la deontología la sanción
es aplicada por la asociación a que pertenece y que acepta voluntariamente
cumplir con sus responsabilidades. El objetivo en ambas es lograr la
interiorización de las disposiciones establecidas a fin de lograr el
comportamiento por una convicción personal más que por una presión externa.
La deontología es más dinámica que los principios éticos debido a que busca
resolver situaciones que enfrentan los miembros propios del ambiente laboral
en que se desenvuelven. La primera expresa los valores éticos que son
universales y generales de manera concreta y práctica para atender una
situación específica en su actuar profesional. La ética es la línea medular de la
deontología como lo afirma Barroso Asenjo: “la deontología debe estar
fundamenta en la Ética” (1985:22).
La palabra deontología viene de dos palabras griegas: , que
significa deber y , que significa tratado o estudio. Este término fue
creado por Jeremy Bentham (1748-1832). Para el moralista y jurisconsulto, el
fin de la vida es el placer buscado inteligentemente considerando también el
interés colectivo, ya que afirmaba según Vargas Montoya (1990:45) “es una
aritmética cuyas cifras son las penas y los placeres: suma, resta, multiplica y
divide, y en eso consiste toda su ciencia”.
En la actualidad, la deontología es concebida en un doble sentido. En un
significado amplio Desantes Guanter (1973:43) la define como: “La ciencia que
está constituida por todas las normas éticas objetivas para una colectividad
profesional, sea cualquiera el grado de positivación a que hayan llegado:
normas legales en su distinta cualidad jerárquica; normas estatutarias de las
organizaciones profesionales; normas convencionales incorporadas o no a
convenios colectivos de trabajo; costumbres, principios de general aceptación”
según lo señala Barroso Asenjo (1985:35).
Otros autores son más concretos ya que la consideran como los derechos y
obligaciones expresados mediante un conjunto de normas o códigos de
conducta surgidos de instituciones, grupos, o asociaciones con el fin de regir su

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ejercicio profesional en sociedad. O como lo menciona Barroso Asenjo (1990)
“recogen el conjunto de reglas que rigen las relaciones y deberes de los
profesionales de la comunicación entre sí y con sus instituciones, y de éstos y
la sociedad en que ejercen su profesión”.
A través del desarrollo de las diferentes profesiones, cada una se ha formado
una idea de lo que se debe hacer o evitar en la actividad profesional. De esta
manera se protegen los intereses de la profesión, de quienes la desempeñan,
de las empresas para quien trabajan y del público a quien sirven, buscando,
con eso, un equilibrio entre derechos y obligaciones y en donde todos salgan
beneficiados.
De acuerdo a la consideración de Aquiles Meléndez, la deontología tiene un
doble objeto: “En el orden especulativo: analiza los principios fundamentales de
la moral individual y social y los pone de relieve en el estudio de los deberes
profesionales. En el orden práctico: son las conveniencias y consecuencias
que mutuamente rigen las relaciones entre profesionistas y clientela” (1969:42).
Esta doble dimensión de la deontología ayuda a orientar las conductas de las
actividades profesionales cotidianas en las que se desempeñan los
comunicadores o de personas de cualquier otra área laboral. Son como un
faro de luz axiológico que ilumina el entendimiento y establece parámetros de
comportamiento ideal para bien tanto de los profesionistas como de la misma
sociedad.
La deontología parte de esos comportamientos sociales establecidos por la
misma sociedad en determinadas circunstancias históricas concretas y los
analiza para establecer normas y reglas que garanticen –de respetarse- la
armonía entre los miembros de la asociación y con las diferentes instituciones.
En ella se manifiestan normas morales, valores y principios éticos, que de
acuerdo a la asociación, pueden contribuir a darle solidez a las normas
deontológicas.

3.- Los códigos deontológicos


Todas las actividades profesionales están reguladas por el Estado. Éste debe
contribuir con un marco jurídico para que todas las acciones ciudadanas se
desarrollen en orden y armonía y se logre el bien común de la sociedad; sin
embargo, muchas veces ello es insuficiente ante la irresponsabilidad de
muchos ciudadanos. Y porque las leyes establecidas no alcanzan a tipificar
todas las formas de conducta que poseen significación para la sociedad.
Lamentablemente el campo de la comunicación no está exento de este tipo de
personas que con todo el poder que confiere los medios, violan estas
disposiciones apelando al derecho de información o a la libertad, sin considerar
su obligación de ser responsables en sus comportamientos personales y
laborales.
En otras ocasiones, son asuntos que van más allá del orden jurídico y
dependen de los valores éticos personales y profesionales con que puedan
orientarlos en su juicio y actuación en su labor comunicativa. Esta es la base

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para considerar que es necesario que las mismas organizaciones profesionales
guíen la actuación entre los miembros de la asociación para bien tanto de los
comunicadores, como de la sociedad en general.
Los códigos de ética o deontológicos deben ser, pues, un complemento al
marco jurídico para cubrir aquellos aspectos profesionales que aún no están
regulados por alguna ley, como lo señala la filósofa española Victoria Camps:
“La función de la ética no es sustituir la ley, sino más bien ayudar a su justo
cumplimiento”; y Hugo Aznar, refiriéndose a la autorregulación, coincide con
ella cuando dice que los códigos no buscan “suplantar los papeles del Estado y
del mercado, sino compensar sus insuficiencias” según lo señala Martínez (
2000).
Desde luego, que de aceptarse los Códigos Deontológicos, serán una gran
ayuda en la regulación del comportamiento de los comunicadores; las normas
no van a resolver todos los problemas de trasgresión a los valores éticos, pero
sí son una fuerza moral importante que pueda enfrentarse al monstruo de las
empresas, que sirven a un interés editorial y casi siempre chocan con los
códigos establecidos dado que tienen intereses económicos más fuertes que
los de sus empleados.

4.- Valores éticos básicos para un código deontológico


La definición clara y precisa y sobre todo fundamentada de los valores es una
de las tareas más importantes en la elaboración de un código. Esto facilita su
comprensión y la correcta interpretación para propiciar el consenso, y la
aceptación del mismo. Entre los valores que consideramos fundamentales en
las normas deontológicas tenemos:

4.1.- Legalidad
El jurista mexicano don Ignacio Burgoa (1999:89) comenta el sentido de
legalidad al afirmar que es el respeto al “Estado de derecho, régimen de
derecho; respeto a las leyes; todo conforme a la ley, nada contra la ley”. Ser
mexicano implica el respeto a todas las disposiciones legales vigentes en
nuestro país que garantizan el orden básico para el progreso social de las
personas. Este es sentido también deontológico: el acatamiento, en todas las
actividades, a las disposiciones jurídicas que rigen nuestra nación.
En el caso de México, todas las actividades de los ciudadanos están sujetas a
un régimen legal y, por lo tanto, también las comunicativas. Pero en especial el
manejo de información y la difusión de mensajes están claramente delimitadas
por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y las leyes
reglamentarias a los artículos 6º y 7º Constitucionales como la Ley de
Imprenta, la Ley de Radio y Televisión, la Ley Federal de Derechos de Autor y
otras, por lo que las normas deontológicas nos exigen respetar esas
disposiciones establecidas.

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4.2.- Honestidad
Es un valor por el cual la persona se manifiesta conforme a lo que piensa y
siente. Una persona honesta es sincera, auténtica, objetiva, congruente y leal
con su conciencia personal, con la empresa en la que trabaja, con los
compañeros, con la profesión y con el público.
Ser honestos es ser íntegros de pensamiento, palabra y obra conforme a sus
principios personales porque se respeta a sí mismo y respeta a los demás,
pero también exige el respeto de sus semejantes a su posición personal.
Es uno de los valores más apreciados en la actualidad ya que es difícil porque
muchas veces se pretende conseguir objetivos más fácilmente sacrificando los
criterios morales personales y sociales; frecuentemente se aparenta lo que no
es o se expresan ideas que no se creen con el fin de congraciarse con los
demás y obtener de ellos sus favores.
El Comunicador está más expuesto a que alguien detecte alguna
incongruencia y se pierda la credibilidad y el respeto de los receptores por lo
que es fundamental revisar continuamente los principios personales para
compararlos con la actuación diaria.

4.3.- Verdad
Ayllón (2003:31) identifica la verdad con el bien ya que afirma: “La ética, por
definición se logra cuando se conoce y se respeta la verdad. ¿Qué hace bueno
el diagnóstico de un médico? ¿Qué hace buenas las decisiones de un árbitro o
la sentencia de un juez? Sólo esto: la verdad. Por eso, obrar bien es obrar
conforme a la verdad, conforme a lo que son las cosas. Sin embargo, el autor
se refiere a la verdad ontológica más que a la verdad ética-moral.
De acuerdo a Herrán y Restrepo (1992:45) “se suele usar el sustantivo
“exactitud”. Para ellos, la verdad del periodista es su fidelidad en la descripción
de los hechos en que es testigo o sobre lo que ha reunido documentación.
Pero ¿qué es la verdad? Para esto vale la pena conocer la distinción que hace
Márquez Muro (1977:143) en la filosofía tomista sobre la verdad, la cual es
dividida en: ontológica, lógica y moral. Esta división responde al estudio del ser,
del conocer y del deber ser, respectivamente.
La verdad moral es “el perfecto acuerdo, la exacta correspondencia entre las
palabras, gestos o acciones, que expresan el pensamiento, con lo que
realmente se piensa”. Es decir la congruencia entre lo que se dice y se hace
con lo que se piensa. Es la adecuación entre las palabras, gestos y acciones
con el pensamiento y expresión del comunicador. El comportamiento del
hombre debe ser congruente no sólo consigo mismo, sino también con la recta
razón, manifestada en la conciencia moral de la sociedad.
Aunque los hombres exigimos la verdad en la información, en el fondo la
consideramos un problema, le tenemos miedo porque es difícil de aceptar, no
conviene o es muy cruda. Así lo afirma García-Monge (1997) “La verdad a
veces es difícil. Nos cuesta decir la verdad porque contradice nuestros

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intereses egocéntricos, del tipo que sean; cuando desenmascara mentiras y
autoengaños con lo que nos encubrimos y defendemos intereses
inconfesables. La verdad es difícil cuando pactamos mentiras con nosotros
mismos, con los otros, con la sociedad”. Sin embargo, el comunicador
profesional debe buscar y luchar por la verdad en sus diferentes enfoques
porque como dice la Biblia: "La verdad libera al hombre".
El modo en que están constituidas las rutinas productivas hace que, en muchas
ocasiones, se conviertan en un dilema ético. El trabajo del comunicador está
sujeto a una empresa lucrativa, a un jefe de edición, a un gerente de
mercadotecnia o de relaciones públicas que presiona u obliga a modificar la
información para no afectar sus intereses, los de un grupo político o
económico. Su conciencia y su sentido de responsabilidad es la que determina
su comportamiento profesional.
La mentira es lo contrario a la verdad moral. Esta provoca una desinformación,
la que daña a los receptores, por ello Durandin (1995:45) argumenta: “La
desinformación se hace en interés del desinformador y apunta, muy a menudo,
a perjudicar al interlocutor (o bien a un tercero, por intermediación de un
interlocutor)”.

4.4.-Dignidad
Kant al formular el segundo imperativo categórico: “Obra de manera de tratar a
la humanidad, tanto en tu persona como en la persona del otro, siempre como
un fin y nunca como un medio” manifiesta el valor intrínseco de la persona por
su dignidad.
En este sentido también Rodríguez Lozano et al. (1991:153) comentan que
“Tener dignidad, o ser digno, expresan, en este caso, una cualidad de la
persona humana que supone un merecimiento de algo considerado valioso”
por lo que la calidad de ser persona, es lo que determina el valor de la
dignidad.
Por su parte Sada (1997:97) menciona dos tipos de dignidad humana: óntica o
metafísica porque es inherente a su naturaleza y se tiene desde que el hombre
comienza a vivir, se recibe sin mérito alguno, siempre está en la persona
independiente de su comportamiento personal y es incomunicable. La dignidad
operativa o ética la define como: “la que se deriva del comportamiento y la
conducta de la persona”. Para él, la dignidad se construye ya que el ser
persona no es algo terminado, sino un proceso continuo de hacer realidad su
ser con todas sus capacidades.
Las características de la dignidad ética son el dinamismo, el crecimiento o
decrecimiento de ella, según cada persona la enriquezca o la devalúe con sus
actos, como en el caso de la persona que se autodestruye con las drogas, o
que no se comporta como ser racional.

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4.5.-Respeto
Abbagnano (1974:993) lo define como: “El reconocimiento de la propia
dignidad o la dignidad de otros y el comportamiento fundado en este
reconocimiento”. Es dar un trato digno de palabra y de obra a una persona por
lo que es como ser humano.
Entre los aspectos fundamentales está el respeto a la vida de una persona con
todo lo que esto significa: su integridad física y social, pero también son su
dignidad, su fama y reputación, su intimidad, no sólo por parte de los demás,
sino también por sí mismo.

4.6.- Justicia
Generalmente se le ha tomado como el dar a cada quien lo que le
corresponde. Aristóteles la divide en general y particular. La primera es la que
abarca toda virtud que tiene algún significado social y la segunda es la que se
divide en distributiva y correctiva o conmutativa, como se le llama en la
actualidad.
La justicia distributiva la define Fagothey (1999:162) como: “Una relación entre
la comunidad y sus miembros. Como su nombre lo indica, requiere una
distribución justa y propia de los beneficios y las cargas públicas entre los
miembros de una comunidad”. Esta se manifiesta en todas las organizaciones
en donde hay una relación superior y subordinados, pero se aplica
especialmente al estado, por ser el principal responsable de establecer equidad
en el bien común.
El mismo autor define la justicia conmutativa como “la que se da entre iguales,
esto es, entre individuo e individuo o entre grupos de personas que actúan
como si fueran personas privadas, negociando en términos iguales”. Esta
justicia es la que se pactan contratos entre particulares: renta de una casa, un
contrato laboral, etc. pero también se origina en actos no voluntarios como
cuando un comunicador involuntariamente falta a la verdad, o comente un error
en su trabajo, es responsable, por justicia, de reparar el daño que cause.
Ayllón (2003:108) dice: “Reina la justicia cuando las tres obligaciones
fundamentales de la vida en sociedad son cumplidas: obligaciones entre los
individuos (justicia conmutativa), obligaciones de la sociedad hacia el individuo
(justicia distributiva), y obligaciones del individuo con la sociedad (justicia
legal)”.
Se falla a la justicia en la actividad comunicativa cuando se privilegian los
intereses de unos, ordinariamente de los poderosos política y
económicamente, en detrimento de los más necesitados.

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4.7.-Bien común
El bien común -llamado también, bien social, bien comunitario, interés general,
interés del público- debe ser el valor supremo que guíe la conducta de una
persona que tiene una actividad netamente social.
Bentham (1748- 1832) consideraba al bien común como la suma de los bienes
particulares, en cambio la Constitución Gaudium et Spes #47 del Concilio
Vaticano II le dio un sentido más completo y lo definió como: "el conjunto de
aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno
de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su perfección". Esta
definición comprende todas las condiciones e instituciones públicas y privadas
que se requieren para que el hombre pueda cumplir su misión como miembro
de la sociedad y para que pueda contribuir con su comportamiento al bienestar
de los que le rodean.
El bien de cada persona está estrechamente unido al del bien de los demás,
dada nuestra naturaleza social. El bien común va más allá de la suma de los
bienes individuales, porque son valores supremos de los que no podemos
prescindir. El no tener sentido del bien común nos deshumaniza, nos destruye
como sociedad; en cambio, el compartir este bien nos une en grupos y nos
conduce a un mismo fin como personas.

4.8.- Solidaridad
Carmena (1997:44) define la solidaridad como “El principio social que rige las
relaciones humanas buscando la mutua compenetración entre los hombre y
entre las sociedades”. La solidaridad es una forma de fraternidad humana
mediante la que se pretende empatizar especialmente con los más débiles,
pero sobre todo buscar y promover un orden social más justo y humano.
Como personas y como profesionales en la comunicación tenemos más acceso
a las situaciones de injusticia, a las desgracias que aquejan a muchas
personas, incluso muchos muy cercanos a nosotros. La solidaridad nos lleva a
estar conscientes que en cualquier momento todos podemos necesitar unos de
otros, por lo que hay que trabajar por los más desprotegidos, pero no sólo con
bienes materiales, sino también con nuestro trato digno y respetuoso a sus
personas y sobre todo promover su desarrollo íntegro como seres humanos.

4.9.- Objetividad
Abbagnano (1974:845) la considera bajo dos aspectos 1) en sentido objetivo:
“carácter de lo que es objeto”, y 2) en sentido subjetivo “carácter tal y como es,
prescindiendo de las preferencias y de los intereses del que los considera y
basándose solamente en procedimientos intersubjetivos de comprobación y de
control”.
El segundo sentido es el que comúnmente se manifiesta en las normas
deotológicas como ideal en el proceso comunicativo. Sin embargo es necesario
mencionar que estrictamente no existe de manera total o absoluta debido que

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desde el punto de vista del emisor o del receptor, nunca podrá lograrse
completa o suficientemente la percepción de la misma, como lo afirma también
Brajnovic (1978:128) al referirse a la objetividad periodística: “nunca puede ser
total o completamente satisfactoria”.
Hay tantos factores internos y externos que intervienen siempre en las
personas que utilizan la información como emisores o receptores que hacen
que ésta tienda a ser subjetiva. La complejidad de la persona como la realidad
en que vive limita su capacidad perceptiva y comunicativa.
Por otra parte, en el proceso comunicativo ordinariamente participan otras
personas, lo cual dificulta la objetividad informativa. Esta es una meta o un
ideal no sólo de los profesionales en la comunicación, sino también de la
sociedad.
No es fácil dar una definición completa; sin embargo, sí podemos señalar
algunas características de la información objetiva, como son: claridad,
precisión, exactitud, fidelidad. Es fundamental que haya un verdadero empeño
de parte del comunicador por percibir los acontecimientos o hechos tal como
son, eliminando sus intereses y preferencias personales; además buscando
diferentes puntos de vista, investigando con personas maduras, sensatas y
desinteresadas con el fin de dar a los receptores la información más cercana al
hecho.

4.10.- Responsabilidad
La responsabilidad es asumir o responder las consecuencias de los actos (del
latín respondere = responder) que son resultado de decisiones, sean
conscientes o inconscientes. Cualquier actividad humana está sujeta a la
obligación moral de enmendar los errores o fallas que se cometen y de resarcir
los daños.

5.- Partes fundamentales de un código deontológico

5.1.- Introducción
Es fundamental que en la formulación de un código deontológico haya una
presentación o preámbulo donde se exponga el objetivo del código, el sistema
de valores a que este se adscribe y la visión general de la misión social que se
atribuye a sí misma la institución que lo promulga.
Este es un elemento vital para dar sentido y dirección a los valores
profesionales, principios y normas que conformarán los derechos y
obligaciones de los comunicadores. La solidez y claridad en los fundamentos
facilitará la aceptación, y por lo tanto, la actuación conforme a esas
disposiciones deontológicas.
Cuando los objetivos, los valores y la filosofía social que abraza una institución
son conocidos y aceptados voluntariamente, hay mayores posibilidades de que

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se lleven a cabo. Al menos en México no hay la obligación jurídica de
pertenecer a una asociación profesional para ejercer la profesión; sin embargo,
al aceptar libremente la pertenencia a la agrupación, sí hay la responsabilidad
de cumplir con el código establecido.
En la introducción conviene incluir el alcance del código, es decir, si las
normas serán aplicables a todos los comunicadores o en especialmente a
periodistas, publicistas, relacionistas públicos, locutores, etc. Otro aspecto
importante en la introducción es la definición de los conceptos básicos que se
emplearán en el código.

5.2.- Derechos
Todos los derechos que tenemos los mexicanos están establecidos en la Carta
Magna o Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para cualquier
actividad que se realicen en el territorio nacional. En actividades específicas,
como es el caso de la actividad comunicativa, las garantías se establecen
principalmente en los artículos 6º y 7º de la Constitución Política.
Estos artículos han sido reglamentados mediante la Ley Federal del Trabajo,
Ley de Imprenta, la Ley Federal de Radio y Televisión, Ley de la Industria
Cinematográfica, La Ley Federal de Derechos de autor, y otras disposiciones
jurídicas donde se garantizan los derechos para la actividad comunicativa.
Ninguna norma deontológica puede ir más allá de estas disposiciones legales.
De esta manera se garantiza que los comunicadores puede realizar su
actividad profesional amparados jurídicamente para ejercer el derecho a la
información y a la libertad de expresión, pero con la responsabilidad de
respetar derechos de terceros como son la vida privada, la moral y la paz
pública, señalados constitucionalmente.
El ejercicio de la comunicación en Nuevo León está sujeto a esas
disposiciones, pero la publicidad tiene además aspectos regulados por la Ley
del Equilibrio Ecológico y la Protección al Medio Ambiente del Estado de Nuevo
León, por los Reglamentos de Anuncios vigentes en el Área Metropolitana de
Monterrey y en los otros municipios del Estado en lo referente a evitar la
contaminación visual y el daño al medio ambiente como ya se ha señalado.

5.3.- Compromisos
Dado el carácter social de la comunicación, pero sobre todo por la importancia
de la actividad en el sano desarrollo y progreso de una nación, las normas
deontológicas deben comprometerse con:
Las personas, sin importar raza, creencia religiosa, política o social,
estrato social o educativo.
La familia, como núcleo esencial de la sociedad porque proporciona
armonía para la realización del ser humano, base del progreso y desarrollo de
la sociedad. Ya lo dice Sada Fernández (1997:19: “El mejor momento de todas
las culturas se ha producido cuando la institución familiar es sólida y estable”.
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El Estado, es decir el conjunto de organismos y autoridades que tienen
la responsabilidad de gobernar a la sociedad y de proveer el bien común.
La Nación, en definición del jurista Moto Salazar (1998:231): “Una
comunidad social, unida por sentimientos, ideas, tradiciones, costumbres, y
necesidades propias, que no se confunde con otros grupos humanos y que se
perpetúa en el tiempo”. Es decir, el conjunto de personas que comparten
creencias, sentimientos y valores históricos, sociales, culturales, religiosos
fundamentales para tener conciencia social y unidad nacional.
Las instituciones sociales u organismos que tiene la finalidad de
satisfacer diferentes tipos de necesidades: educativas, laborales, financieras,
comunicativas, de salud, de seguridad, indispensables para el logro del bien
común, la paz y justicia social.

5.4.- Normas básicas de carácter deontológico


La actividad comunicativa, como cualquier otra profesión, requiere de vocación.
Es fundamental en ella la entrega absoluta ya que esta profesión tiene una
tarea singular: integrar a los seres humanos. Es decir, de actuar conforme a las
características propias de la naturaleza física, intelectual, volitiva, emocional y
sensitiva.
Aunque toda persona comparte esos factores fundamentales de la naturaleza,
cada individuo los asume de una manera particular; sin embargo, cuando se
carece de ella no habrá suficiente motivación para un desarrollo profesional
acorde a la exigencia de la actividad comunicativa y las normas deontológicas
serán una carga que lo pueden llevar a la negligencia o al abandono del
ejercicio comunicacional.
Además, es fundamental la entrega y la pasión ya que esta actividad tiene una
enorme misión: integrar a los seres humanos mediante la comunicación a fin de
contribuir a lograr el entendimiento que conduzca, entre otros factores
económicos, políticos y jurídicos al desarrollo armonioso de la sociedad. Entre
estas normas tenemos:

5.4.1.- Respeto irrestricto a la verdad


La verdad ético-moral es la congruencia entre lo que se expresa con lo que
realmente se piensa, cree o siente. Esta no se puede dar si no hay primero una
relación coherente objeto-sujeto mediante un esfuerzo para percibir la realidad
lo más completa posible.
El Comunicador tiene la responsabilidad de buscar la verdad lógica para
transmitir la información con veracidad, objetividad y certeza a fin de que los
receptores tomen decisiones adecuadas a sus intereses, los cuales afectan
muchas veces directamente a los comunicadores mismos.
Esto no es fácil cuando hay aspectos de la realidad muy complejos y además
intereses que intervienen en este proceso y que no siempre permiten que ésta

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llegue a su destinatario tal y como fue percibida por el profesional de la
comunicación.
Como humanos puede haber errores, pero estos se evitan con el cuidado, el
esmero y sobre todo con la honestidad en el trabajo. Cuando el comunicador
detecta el error, la inexactitud, la falta de objetividad o la imprecisión es
necesario rectificar la información. No esperar a que la persona afectada
demande su enmienda y al hacerlo, darle el mismo valor en espacio y tiempo
al motivo de la corrección.
Además la persona y organismo afectado tiene el derecho de réplica cuando la
información dada afecta a la imagen moral o reputación de la persona, por lo
que se debe evitar la calumnia y la difamación. Los medios locales cumplen
con el derecho a replica como lo hemos señalado; sin embargo, el daño moral
no se repara completamente por la irresponsabilidad del comunicador.

5.4.2.- Preparación continua para el ejercicio profesional


No importa cuantos grados académicos o años de experiencia dentro de la
profesión se tenga, es imprescindible la preparación y actualización constante
de la formación profesional para satisfacer las expectativas y requisitos de los
clientes directos e indirectos: empresa, organización, colegas, público y
comunidad.
Las diversas actividades laborales se vuelven cada vez más complejas y
exigen mayor capacidad intelectual, moral y física del comunicador. Los
estudios universitarios nunca serán suficientes para dar por concluido el
proceso formativo que nos permita resolver satisfactoriamente la problemática
de la comunicación puesta en nuestras manos.
Por más esfuerzos que realicen las instituciones educativas en sus
actividades académicas‚ nunca lograrán una preparación plena en sus
egresados. Sin embargo, ésta debe ser suficiente como para iniciar el
desempeño fundamental para las tareas propias de comunicación.
En Nuevo León hay instituciones para estudiar comunicación, pero además en
muchas de ellas se pueden estudiar postgrados que son de especial utilidad
para áreas de comunicación como mercadotecnia, economía, deportes, diseño,
humanidades, filosofía, literatura. De esta manera, los comunicadores pueden
elevar su progreso personal y la calidad profesional de su actividad lo que
redunda también en beneficio de la sociedad y de la profesión comunicativa.
El progreso personal y profesional es el resultado del esfuerzo constante por
ser cada día mejor. Es el fruto de lo que se siembra con disciplina y tenacidad.
Sin embargo, la labor del profesional no termina con la mejoría de su estatus
social, sino que éste debe trascender a la sociedad de quien ha recibido tanto.
No debemos defraudar la confianza que la sociedad y las mismas
organizaciones han depositado en nosotros. El poseer un título profesional
quiere decir sólo que se está avalado por una institución educativa para ejercer
la profesión; sin embargo, la calidad y profesionalismo en el trabajo es

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responder personalmente a las expectativas de las organizaciones y en
muchos casos dar más de lo esperan por un determinado servicio.
El profesionalismo exige la constante preparación en los requerimientos de la
misma actividad laboral mediante la asistencia a especialidades, cursos,
seminarios, conferencias y la lectura constante de libros y revistas actualizadas
propias de su profesión.
Es necesaria también la entrega a la profesión no sólo cumpliendo como
profesional en todas las actividades, sino dedicando tiempo a desarrollar los
conocimientos propios de la labor comunicativa mediante el análisis, la
reflexión, y sobre todo la investigación personal para encontrar nuevos
elementos o herramientas que eleven la calidad de la vida en todos sus
aspectos.
En nuestro Estado abundan los foros, seminarios y eventos en los que se
abordan diversas temáticas comunicacionales; quizás sea una de las regiones
del país donde con más énfasis se desarrolla la investigación y el estudio de la
comunicación. No hay excusa para continuar con la preparación profesional
específica que requiere la actividad comunicativa.

5.4.3.- Respeto al secreto profesional


Entre los valores más importantes que posee el hombre está el poder
comunicar sus ideas, pensamientos, y sentimientos a sus semejantes mediante
la palabra.
En la convivencia con los demás es necesario destacar la confianza en la
transmisión de los mensajes. Ya habíamos señalado la importancia en la
veracidad -adecuación entre lo que se dice y lo que se piensa- como virtud del
comunicador. Sin embargo, hay ocasiones en las cuales no es conveniente ni
justo manifestar lo que se piensa o se sabe, sobre todo si se trata de asuntos
de terceras personas, lo que no quiere decir que se debe mentir o manifestar
algo diferente a lo que se piensa.
La Ley de Transparencia ha facilitado grandemente el trabajo del comunicador
en lo referente a la información pública; el Gobierno Mexicano está obligado a
proporcionar la información, sin embargo, en la información de carácter privado
sigue vigente el respeto que se merecen las personas e instituciones por
derecho constitucional.
Toda persona tiene derecho a mantener en el ámbito privado su vida personal
o íntima. Ella es la única que puede exteriorizar sus aspectos personales a los
demás, cuando lo considere conveniente. Lo mismo se puede decir de las
organizaciones, pues estas también tienen el derecho de mantener su
información para uso exclusivo y nadie de la misma organización o persona
externa debe usarla fuera de ella, sin el pleno consentimiento de las
autoridades competentes. El derecho a la información no se ve afectado
porque no se trata de aspectos de utilidad social, sino privado a lo cual todo
individuo tiene derecho a mantener en reserva.

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Una de las responsabilidades o compromisos morales más importantes de una
persona relacionada laboralmente con una empresa o que por el carácter de
su profesión tiene acceso a información privada o personal, es el Secreto
Profesional. Este consiste en mantener en reserva aquella información que fue
confiada implícita o explícitamente al profesional de la comunicación o de
cualquier otra profesión afín. Esto incluye no sólo el asunto profesional, sino
también la fuente de la información o todos aquellos elementos que puedan
afectar a los clientes o a la empresa.
La información proporcionada a cualquier profesional es un valor de vital
importancia. Para lograr el bien común de la sociedad es necesario confiar en
que la información proporcionada a sacerdotes, médicos, abogados, técnicos,
políticos, investigadores, diplomáticos, comunicadores y a todos los que
brindan un servicio público, será guardada con la reserva debida.
En el caso de los comunicadores, el secreto profesional es de mayor
importancia y responsabilidad, puesto que su función es precisamente
transmitir información al público. Sin embargo, el secreto profesional no es
absoluto.
Puede darse la situación que una información llega al comunicador de manera
confidencial, pero que ésta es de vital importancia para la seguridad nacional o
pudiera alterar la salud social; no por proteger la fuente se va a afectar a la
comunidad. El bien de la comunidad está sobre el interés de alguna persona.
Por ello el profesional de la comunicación necesita una formación muy sólida
desde el punto de vista académico y ético para saber discernir cuándo puede
publicar o no cierta información, aún con riesgos para su persona.
Hay otros dos conceptos muy relacionados: la ocultación y la omisión. La
ocultación es la reserva intencional de la información ya se por motivos del
informador o por razones expresas de la fuente, o como lo define Prado Galán
(2002): “Es una forma de manipulación informativa como forma de omisión
deliberada que afecta a la objetividad de la información”. Sin embargo, en la
vida se presentan muchas situaciones delicadas, en donde no es conveniente
o prudente expresar cierta información.
Luka Brajnovic (1978:65) en su libro Deontología Periodística dice al respecto:
“Desde hace mucho tiempo está comprobado que el gran poder de la prensa
no está sólo en lo que los periódicos publican, sino también en lo que quieren
publicar” o lo que se dice popularmente que el verdadero poder de la prensa
está no en lo que publica, sino en lo que calla. Este criterio es aplicable a
cualquier forma de comunicación, pero ordinariamente es empleado para lograr
objetivos particulares, no los de la sociedad.
Sin embargo, la ocultación de la información es lícita cuando:
• Se trata de asuntos meramente personales o íntimos que no
beneficiarían a los receptores y sí perjudicaría a la persona, su familia o a
instituciones.
• Es información que no ha sido solicitada expresamente.
• Es información que no afecta a alguien.

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El Comunicador Profesional debe tener criterios éticos para no publicar o
transmitir aquella información que afecta a la sociedad o a un determinado
público, porque lejos de beneficiarlo únicamente provocan morbo, escándalo o
daño moral a esas personas.
Ahora bien, la ocultación de información social, económica o política que debe
ser de carácter público y que el comunicador tiene la responsabilidad de
transmitir, sí es una falta a la Ética Profesional.
Otro de los aspectos es la omisión. Esta es definida por el mismo Brajnovic
como “el resultado práctico de aquella actividad (dejar de hacer) o como un
acto que no incluye necesariamente un propósito o intención”. Es decir, es la
reserva de información, pero por causas involuntarias como errores
lingüísticos, técnicos, negligencia o de cualquier otra índole no sujeta a la
voluntad.
En este caso, cuando la información no es transmitida y se afecta a los
receptores, sí hay responsabilidad ética y profesional. Cuando esta omisión no
afecta a alguien, no la hay.

5.4.4.- Responsabilidad en el tratamiento informativo


El hombre es un ser social por naturaleza, por esa razón requiere de la
constante interacción con sus semejantes. La vida del hombre no tendría
sentido sin la comunicación.
La información, como elemento de la comunicación, debe estar regulada por
los criterios éticos, porque de la calidad de la misma dependerán las decisiones
de una persona. Por lo tanto, es necesario que esta tenga diferentes
cualidades esenciales para el logro de sus fines: objetividad, veracidad,
certeza, pertinencia, oportunidad y relevancia social.
La certeza en la información se da cuando la persona afirma o niega con
seguridad y sin temor a equivocarse de lo que está manifestando. La certeza
da tranquilidad a la mente de que el juicio externado hay verdad, gracias a que
se tienen las evidencias de ello. La duda es lo contrario, porque en ella no hay
firmeza por la falta de elementos para hacer un juicio y afirmar o negar algo.
El ser humano, como parte de esa realidad, es imperfecto y, por lo tanto, está
propenso al error. La actividad comunicativa requiere de la confianza en el
emisor, por lo que es indispensable que haya conciencia de la responsabilidad
moral al manejar un elemento indispensable en la sociedad como lo es la
información.
El Informador profesional debe tener la suficiente prudencia para evitar hacer
afirmaciones sin las bases mínimas o evidencias que le permitan tener la
certeza de la verdad, y así evitar el error. Sabemos que los errores se pueden
corregir, pero lo que no se repara totalmente es el daño moral.
Ya se han señalado ejemplos como el informar sobe el supuesto abuso de los
gastos del ex Canciller Jorge Castañeda en un viaje a España, las “obras en la
carretera a Rayones” la “irresponsabilidad de la policía federal al bajar

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pasajeros de un autobús”, situaciones que de no haber protestas de algún
receptor de los medios, la sociedad queda con una percepción equivocada del
hecho.
La responsabilidad implica también la transmisión de la información relevante
para la sociedad de manera precisa, dosificada y oportuna. Atiborrar a los
receptores de mensajes intrascendentes y tardíos provoca confusión y
desinterés, lo que no tiene sentido en las actividades comunicativas.

5.4.5.-Respeto a la intimidad
Cada día cobra más importancia el respeto a la intimidad o vida privada. Los
medios de comunicación han sobrevalorado el derecho a la información
invadiendo aspectos de la vida privada que antes eran más respetados. Los
casos mencionados como el acusar a una madre de familia de violencia familiar
y además exhibirla en el noticiero, o el presentar la imagen de la adolescente
que se escapó del centro de atención infantil Capullos y mencionar que estaba
embarazada, es evidentemente una falta de respeto a su intimidad, además de
que en el primer caso también se falta a la verdad.
Se han hecho esfuerzos por definir lo que es la intimidad; sin embargo, no se
ha logrado un consenso general dado su carácter subjetivo. La mayoría de las
personas reclama su derecho a ser respetado en ciertos aspectos de su vida
que sólo son reservados para miembros de la familia o amigos muy personales.
Ciertamente hay diferencia entre lo que unos consideran vida privada o íntima
y otros no. Lo que sí es seguro es el deseo de una persona en ser respetada
en su vida privada, cualquiera que sea su límite o dimensión.
Este derecho humano ha sido establecido por las ONU en su Declaración de
Derechos del Hombre en su artículo 12º Estos principios han sido aceptados
por la mayoría de las naciones quienes han firmado la Declaración Universal y
garantizados por la Constitución Mexicana en el artículo 7º.
El respeto a la intimidad se basa en la dignidad de la persona. La personalidad
de un ser humano tiene sentido, no por lo que le reconoce la sociedad, sino por
lo que es o tiene por el simple hecho de ser hombre. La vida privada es una
garantía de su libertad, lo cual no admite excepción. Ningún ciudadano, ni el
mismo Estado pueden afectar este derecho. Los aspectos de la vida íntima
señalados por los Derechos Humanos son el nombre de la persona, la imagen,
personal, información privada, las ideas y conceptos personales.
El derecho a la intimidad es uno de los grandes valores de la ética que también
corresponde al campo jurídico. Sin embargo, no ha sido protegido con la
debida dedicación y delicadeza que se merece.
Este valor fundamental para el sano desarrollo de la vida debe quedar
claramente establecido en un Código Deontológico dirigido a Comunicadores
Nuevoleoneses debido a su violación frecuente. Nuestra sociedad no puede
estar expuesta a los intereses mezquinos de los medios de comunicación
quienes principalmente han tomado este tipo de información como mercancía

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barata para elevar el nivel de audiencia y para satisfacer el morbo enfermizo de
receptores, por lo que debe quedar asentado en las normas de un Código
Deontológico para nuestra entidad.

5.4.6.- Respeto al idioma


El idioma es un valor cultural; es un regalo recibido de generación en
generación y que se va enriqueciendo con las aportaciones de los hablantes,
por lo cual merece el respeto de quienes lo tienen como principal herramienta.
La realidad es distinta en nuestro estado; periodistas sobre todo de sección de
“Seguridad Pública” o “Nota Roja” como se le conoce popularmente, locutores
de diversas estaciones y publicistas proyectan pobreza y, muchas veces,
vulgaridad en su lenguaje. No hay respeto a este valor nacional y como dice
Lázaro Carreter, ex Académico de la Real Lengua Española: “Quien habla o
escribe mal, piensa mal, poco o nada” según la periodista Sara Barderas
(2002) en su reseña de la obra “El nuevo dardo en la palabra” del insigne
maestro.
La articulista comenta más adelante otra preocupación del lingüista español
quien afirma que: “La anemia idiomática avanza”, y en la que responsabiliza del
problema a políticos y periodistas por el mal empleo del idioma. Este es
fundamental en la vida para la adecuada expresión de pensamientos y
sentimientos.
La comunicación no cumplirá su función de informar eficientemente para lograr
el entendimiento y comprensión entre los seres humanos si los principales
empleadores de idioma no lo respetan.
La educación es una de las funciones fundamentales de la comunicación, por
lo que el uso correcto del idioma debe quedar puntualizado en una norma
deontológica para atenuar considerablemente o evitar el abuso de un lenguaje
vulgar e irrespetuoso por los comunicadores de nuestra entidad.

5.4.7.-Servir a la comunidad, además de progresar personalmente


Una justa retribución debe ser la respuesta a la entrega generosa en el servicio
a la sociedad, a un cliente o a una organización. La retribución debe ser lo
suficiente para que el profesional y su familia puedan vivir con decoro y
dignidad y que le permita mantener una formación profesional constante y un
futuro tranquilo.
Ciertamente hay medios de comunicación muy consolidados económicamente
como lo es El Norte, en donde sus empleados son bien retribuidos; otro caso
es el de algunos publicistas y comunicadores organizacionales de los grandes
corporativos industriales y comerciales en donde sus salarios corresponden al
de ejecutivos de alto nivel de otras actividades laborales, pero, en general, se
puede afirmar que el comunicador no recibe una justa retribución por su
trabajo, lo que puede generar en posible corrupción en su trabajo.

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Parte del problema es que la sobreoferta de comunicadores ha excedido la
capacidad de demanda por parte de los empleadores; aunado al hecho de que
muchas áreas de comunicación son ocupadas por personas que no estudiaron
esa carrera lo que afecta directamente en su salario.
La misma Ley Federal del Trabajo sólo garantiza el mínimo salarial, pero es
evidente que éste no permite satisfacer las necesidades básicas de un
trabajador. Aunque legalmente pueden constituirse sindicatos que pugnaran
por los derechos laborales del comunicador como salarios y prestaciones, la
tendencia de los profesionistas es trabajar libremente y en especial el
comunicador; razón por lo que no han prosperado las asociaciones de los
mismos.
Esta situación no debe desalentar el hecho de luchar por una justa retribución,
sin olvidar que también tiene un compromiso con su comunidad; no puede
permanecer al margen de ella. Por lo tanto, debe contribuir mediante su
participación personal en todas las actividades de su medio ambiente.
Sus conocimientos profesionales son una aportación muy valiosa en tantas
situaciones sociales que no sólo mejorarán la calidad de esas comunidades,
sino que también enriquecerán la experiencia personal.

6.- Elaboración del código


Esta propuesta de normas deontológicas no precisamente agota las
disposiciones que se pueden establecer en el código de alguna de las
asociaciones de comunicadores nuevoleoneses. Es fundamental que la
asociación interesada en este proyecto establezca un tiempo prudente para el
análisis tanto de los valores éticos como de las normas de su Código.
Además es necesario el nombramiento de una Comisión Revisora con
personas de destacada trayectoria ética y profesional a fin de recibir las
opiniones y sugerencias de los compañeros asociados y de presentar un
borrador del Código con todas las sugerencias incluidas en las normas
deontológicas.
Una vez terminado el bosquejo por parte de la Comisión, es importante
distribuirlo a los miembros para su lectura y de no haber correcciones de
contenido o de redacción, se establece una fecha para su aprobación en una
Sesión Plenaria. A la vez, se puede disponer en el documento de alguna
cláusula que disponga una revisión periódica o a solicitud expresa de socios en
alguna sesión posterior.
De esta manera se garantiza participación activa de todos los miembros y
sobre todo, posibilita su aceptación y cumplimiento a fin de lograr una mejoría
en el comportamiento de los comunicadores nuevoleoneses.

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7.- CONCLUSIONES
A continuación se exponen las principales valoraciones que presentamos
como juicios conclusivos derivados de la investigación realizada:
1. La Ética, en una profesión como la del comunicador, tiene una connotación y
un alcance especialmente importantes, toda vez que la actividad de este se
ejerce en una esfera multidimensional por lo que contrae, de hecho, múltiples y
complejas responsabilidades.
2. Los valores éticos fundamentales para la práctica de la Comunicación son:
legalidad, honestidad, verdad, dignidad, respeto, justicia, bien común,
solidaridad, objetividad, responsabilidad, por cuanto ellos expresan las
relaciones de la profesión con la práctica social y las responsabilidades
morales y/o legales a las que está sujeta la actividad de los comunicadores.
3. Nuevo León es uno de los estados de la República Mexicana que cuenta con
más centros de estudios reconocidos nacional e internacionalmente. De las 38
universidades conque cuenta, l3 ofrecen la carrera de Comunicación (INEGI,
2004). Sin embargo, los programas de estudio relacionados con esta materia
son, en general, insuficientes para las necesidades del futuro profesional, amén
de que no se diseñan programas específicos dirigidos a la carrera, sino que
son los mismos para todas las carreras.
4. El sector que nos ocupa carece, en Nuevo León, de suficientes referentes
normativas concretadas en su entorno desde el punto de vista ético y
deontológico. Tampoco existen asociaciones de comunicadores en la región
que potencien y exijan el cumplimiento de los deberes éticos que estos
profesionales están obligados a observar, dado su alto nivel de responsabilidad
social y compromiso público.
5. En el estado de Nuevo León, que cuenta con uno de los estándares de
desarrollo más importantes del país, se registran frecuentes irregularidades de
carácter ético en las actividades propias de la profesión. En los espacios
periodísticos, tanto de prensa como de radio y televisión, abundan el morbo y
el sensacionalismo, la información no confirmada y la divulgación
indiscriminada de la violencia.
6. Las Bases Teórico-Metodológicas para un Código de Ética y Normas
Deontológicas dirigido a los comunicadores nuevoleoneses deben delimitar
alcances de los derechos y compromisos de los profesionales, así como
normas deontológicas básicas como el respeto al secreto profesional, la
responsabilidad en el tratamiento informativo, el respeto a la intimidad de las
personas, al idioma, y los deberes de servicio a la comunidad, entre otras.

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