El amor
El amor como pasión.
Curso dictado durante el
semestre de verano de 1969
prometeo
l i b r o s
Luhmann, Niklas
El amor / Niklas Luhmann ; con prólogo de Ernesto
Funes. - la
ed. - Buenos Aires : Prometeo Libros, 2012.
98 p.; 21x15 cm.
Traducido por: Florencia Martín y Silvia
Villegas
ISBN 978-987-574-551-3
1. Medios de Comunicación. 2. Sociología. 3.
Filosofia. 1.
Funes, Ernesto, prolog. II. Martín, Florencia , trad. III.
Villegas,
Silvia, trad. IV Título
CDD 302.2
I
La teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann es considerada
junto con el modelo sociológico de Jürgen Habermas, que veremos en la
próxima clase, la formulación más compleja, ambiciosa y sofisticada de que
se dispone en el campo de la teoría sociológica a fines del siglo XX y principios
del XXI. Ambos autores fueron alumnos del ‘último Parsons’, a mediados de
los años ’60, y son herederos y recuperadores intelectuales del ambicioso pro-
yecto parsoniano de formulación de una ‘teoría de la sociedad’. Pero, así como
la formulación habermasiana se propone integrar toda la teoría sociológica
clásica a partir del paradigma de la acción, Niklas Luhmann se propone un
proyecto de refundación y reformulación de la teoría sociológica, y de
la comprensión sociológica de la sociedad, y de la modernidad, a partir del
herramental teórico proporcionado por la teoría de sistemas.
La obra de Luhmann se extiende desde fines de los años sesenta (su pri-
mer libro se publica en el año 1967) hasta fines de los años ’90 del siglo XX
(murió en el año 1998). Una repetida anécdota cuenta que cuando el comité
académico de la Universidad de Bielefeld decidió encargarle la dirección del
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Sirva esta larga introducción para explicar por qué habremos de comenzar
esta exposición presentando algunas de las categorías sistémicas utilizadas
por Luhmann en su proyecto refundacional de la teoría sociológica. Comen-
zando, por cierto, con la mismísima categoría de ‘sistema’.
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dical. Esto entre otras cosas supone decir que sus definiciones no consisten
en decirnos ‘lo que las cosas son’ (tal y como lo haría la ontología y todos
sus sucedáneos), sino, por así decir, ‘lo que las cosas hacen’; o, con más
precisión, ‘qué problema resuelve esto’ (o se resuelve de este modo, o por
medio de esto que estudiamos). Este criterio general se pone de manifiesto
en su propia definición acerca de qué es un sistema. Un sistema -nos dice-
no es ‘una cosa’ (ni ‘una totalidad formada por partes ordenadas de tal o
cual modo’, ni ‘un tipo de relación entre las partes de un todo’, etc.; ya que
precisamente se trata de abandonar la lógica ‘todo/partes’). Lo que un sistema
‘es’ se define por su función. Existen múltiples tipos de sistemas, pero todos
ellos tienen una única y misma función; que consiste en ‘reducir complejidad’.
Dicho en otros términos, en resolver problemas del universo.
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hay ahora es lo que es; lo que hay en este momento es esto, y no otra cosa. Es
decir, a pesar de la premisa o el trasfondo del desorden, puede observarse en
el cosmos, en el mundo y la naturaleza, un cierto orden. ¿Por qué hay estos
islotes de orden, y no más bien la nada? ¿Qué provoca o produce que finalmente
esto que efectivamente hay exista u ocurra así, y no de otra manera?
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Los sistemas son reales, existen en el mundo, y de hecho todo aquello que la
ciencia estudia tiene para esta teoría la forma de un sistema. Hay sistemas astro-
nómicos -galaxias, sistemas solares-, hay sistemas físicos y químicos, sistemas
biológicos -modos en que las leyes de la química orgánica, operando sobre la
materia, consiguen resolver y estabilizar soluciones a los problemas de la materia
viviente en miles de múltiples y variadas formas- ; en suma, múltiples modos
en que la materia inorgánica y orgánica se ordena y organiza para resolver pro-
blemas de complejidad, estabilizando ciertas soluciones no menos contingentes
que aquellas que han quedado (quizás provisoriamente) descartadas.
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Estas dos operaciones se hallan, pues, en la base de los dos grandes sistemas
significativos que por medio del sentido operan las reducciones de complejidad
-las operaciones resolutorias de problemas- del hombre. Es en base a la operación
que Luhmann denomina conciencia que surgen los que él denomina ‘sistemas
psíquicos’ -equivalentes a los ‘sistemas de la personalidad’ de Parsons, o a los
‘sujetos’ o ‘individuos’ de la lengua cotidiana-. En cambio, es en base a la comu-
nicación que surge un determinado tipo de sistemas que Luhmann denomina
‘sistemas sociales’.
Esta definición es para Luhmann satisfactoria, porque entre otras cosas de-
limita claramente el objeto de estudio de la sociología, y permite reconocer con
claridad ‘cuáles son’ y cuáles no los ‘fenómenos sociales’ -qué es social, y qué
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Que la comunicación del sentido permite formar ‘sistemas’ quiere decir que
por medio de la comunicación los seres humanos pueden resolver problemas
-esto es, reducir complejidad- de modos que no pueden hacerlo por medio
únicamente del pensamiento -esto es, ‘solos’-. Que existen sistemas sociales quiere
decir que los hombres resuelven problemas de complejidad por medio de la comuni-
cación del sentido. Pero también que por medio de la comunicación es posible
producir una diferencia de complejidad en términos selectivos, por medio de
mecanismos de inclusión y exclusión de la comunicación, esto es, creando una dife-
rencia entre sistema y entorno.
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Por último, las ‘sociedades’ son sistemas sociales cuyo criterio de dis-
tinción entre sistema y entorno consiste en la diferencia entre comunicación y
no-comunicación; o también, entre participación y no-participación comuni-
cativa. Por ende, forman parte del sistema todas las comunicaciones, todos
los que se comunican o se pueden comunicar; y forman parte del entorno
de una sociedad todo lo que no es comunicación, y todos aquéllos que no se
comunican, o no se pueden comunicar. Por ende, los límites de la sociedad
son los límites de la comunicación, y la misma se extiende hasta donde se
extiende la posibilidad de comunicación. La sociedad ‘incluye’ todas las co-
municaciones, y ‘excluye’ todo lo que queda fuera de la comunicación (esto
es, lo que no participa de la misma, o no ‘es’ comunicación). Incluyendo la
naturaleza, los cuerpos, los pensamientos, y a todos aquellos seres humanos
que son excluidos de su participación en las comunicaciones sociales, en
virtud de las mismas reglas o criterios que ordenan la comunicación.
Una vez que hemos presentado los distintos tipos de sistemas sociales,
podemos ahora pasar a analizar los distintos tipos de ‘estructuras sociales’,
o de ordenamientos internos de los sistemas sociales -incluyendo especial-
mente, los de ese tipo de sistema social que conocemos con el nombre de
‘sociedad’-. De lo que estamos hablando es de la teoría de la diferenciación
social, esto es, de los sub-sistemas sociales.
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En primer lugar es preciso puntualizar que los tres sirven, a nivel societal,
para indicar el tipo de ordenamiento predominante en una sociedad, según
su grado de complejidad. Pero también es preciso tener en cuenta que: a)
los tres tipos de sistemas sociales (interacciones, organizaciones, sociedades)
se pueden diferenciar según estos tres criterios; y b) que el predominio de
un tipo más complejo de diferenciación no elimina, sino que desplaza a un
nivel subsidiario, a los menos complejos.
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Por cierto, Luhmann nos dice en varios de sus textos que, a nivel macro-
socíetal, la estratificación aparece frecuentemente asociada en los casos
históricos con otro tipo de organización diferencial, de carácter territorial,
que se rige por la distinción entre “centro” y “periferia”. La combinación de
ambos principios da lugar a las sociedades tradicionales o ‘imperios antiguos’,
que articulan un ‘centro’ caracterizado por una organización estratificada
de la sociedad, con una ‘periferia’ de territorios y colonias de organización
segmentaria, sobre la que la metrópoli impone su dominio (que entre otras
cosas se funda en la diferencia entre comunicación escrita -ejercida por
‘profesionales de la escritura’, o funcionarios burocráticos- y comunicación
oral de poblaciones pre-alfabetas).
Principios de Diferenciación
Sistema Entorno
Segmentación semejanza semejanza
Estratificación semejanza diferencia
Difer. Funcional diferencia semejanza
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cualquier sociedad del pasado (esto es, resuelven más problemas), y a la vez
su propia organización y funcionamiento genera muchísima mayor comple-
jidad comunicativa (social) que cualquier otra sociedad del pasado. A la vez
que reducen -y a fin de reducir- cada vez mayor complejidad, incrementan
su propia complejidad interna a niveles desconocidos para cualquier otro
tipo de sociedad.
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tífico; etc. Eso significa que -a diferencia de los clanes segmentarios, o los
estamentos estratificados- los subsistemas funcionales no tienen la capa-
cidad de definir la identidad total de una persona. Pero como la sociedad
se organiza institucionalmente en torno a dichas funciones (y desde cierto
punto de vista es igual a la sumatoria de dichos sistemas funcionales), eso
es lo mismo que decir que la sociedad no puede definir exhaustivamente
de ninguna manera la identidad individual; por lo que la subjetividad del
individuo no se halla completamente subsumida en las instituciones de la
sociedad. Por ello, sólo en este tipo de sociedad surge una clara diferencia
entre ‘individuo’ y ‘sociedad’ -y los individuos pueden desarrollar, cada uno,
su propia ‘identidad individual’-: se explica así el fenómeno característica-
mente moderno del ‘individualismo’ (la ‘sociedad de los individuos’, como
dijera Norbert Elias).
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Por otro lado, si como hemos hecho anteriormente, afirmamos que los
límites de la sociedad son los límites de la comunicación, y como para el
caso de la SFD sus distintos subsistemas no encuentran hoy en día límites
espaciales a la comunicación planetaria acerca de temas científicos, econó-
micos; artísticos, políticos, etc., Luhmann sostiene que es necesario carac-
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Para ir finalizando esta clase sería bueno retomar nuevamente las cues-
tiones metateóricas más generales, incorporando tres o cuatro conceptos
que caracterizan la etapa final de la obra de Luhmann -y que entre otras
cosas permitirán entender mejor desde qué perspectiva este autor sostiene
los análisis presentados al final del párrafo anterior-.
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Por su parte, a nivel del sistema social ‘sociedad’, los diversos subsistemas
funcionalmente diferenciados no pueden comunicarse entre sí para coordinar sus
operaciones -pues no existe un código común, un ‘metalenguaje’, o lo que es
lo mismo, un ‘centro’ de la sociedad-. Sólo pueden ‘acoplar’ sus estructuras,
‘irritarse’ mutuamente, provocarse disfunciones recíprocas que los obligan
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II
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mas funcionales. Estos son, por así decir ‘indiferentes a las diferencias’ no
funcionalmente pertinentes en cada caso. Ahora bien: á la vez, en este tipo
de sociedad nadie ‘es’ nada-más-que comprador, o propietario, o votante,
o paciente, o alumno, o profesor, o padre, o artista, o inocente, o creyente,
etc.; y como resultado de ello cada persona pasa más tiempo en los entornos
de cada sistema funcional, que en cada uno de estos sistemas mismos. Y
como en los entornos de cada sistema, todos somos, como se ha dicho, para
cada sistema, in-diferentes, y en ese sentido ‘iguales’ (pues a cada sistema le
interesan las diferencias ‘internas’, no las externas al mismo), el resultado de
todo esto es que una sociedad funcionalmente diferenciada da lugar a un alto
grado de impersonalismo e indiferencia mutua, pero a la vez de igualitarismo
social (esta sociedad incrementa los criterios de desigualdad y diferencias,
pero a la vez los vuelve particulares, específicos, y no generalizables o re-
levantes a nivel de la sociedad en su conjunto, sino sólo al interior de cada
subsistema especial; y las personas resultan simultáneamente portadoras de
una multiplicidad de diferencias parciales, y distinciones clasificatorias).
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comunicación. Pero a su vez, precisamente por ello, este ‘verdadero yo’ que
se quiere comunicar se verá él mismo forzado a estilizarse, a sobreactuarse,
porque si lo que aquí está en juego es la necesidad de aprecio y reconoci-
miento, este reconocimiento apunta a ser, él mismo, el reconocimiento por
parte un ‘otro’ que no es cualquier otro, sino un otro único: una persona en
especial; ella, y ninguna otra. Se tratará, por tanto, de un tipo de comunica-
ción que seleccione individuos distinguidos como únicos, en tanto que tales
individuos en sí mismos, y en base exclusivamente a un criterio distintivo
que proviene, exclusivamente, de la propia subjetividad de cada quien. Aquí
la comunicación se volverá, por tanto, selectiva al extremo: la selección, en
base a criterios puramente subjetivos, de una individualidad enteramente
singular (igual en todo a todos, y para todos; excepto para mí).
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El amor
del sentido, tienen dos modos básicos de reducir complejidad que pueden
ser entendidos como ‘funcionalmente equivalentes’. Uno de ellos es la reduc-
ción de complejidad por parte del propio sistema significativo: a este tipo lo
denomina ‘acción’. El otro es una forma de reducción de complejidad que el
sistema significativo interpreta como ya previamente realizada, y proveniente
del entorno. A este tipo de selección la denomina ‘vivencia’. Una acción es,
por tanto, una selección realizada por el sistema; una vivencia es una selección
realizada por el entorno. En una comunicación, por su parte, las selecciones
de un ‘ego’ son condicionadas, orientadas o inducidas por las selecciones de
un ‘alter’. Alter y ego son, en esta fase intermedia de la obra de Luhmann,
entendidos como los participantes de una comunicación; ‘alter’ como el ‘emi-
sor’, y ‘ego’ como el ‘receptor’ (y la propia comunicación es entendida como
‘transmisión de complejidad reducida’); de tal modo que toda comunicación
se inicia por iniciativa de ‘alter’, y culmina en una selección realizada por ‘ego’,
pero inducida por la comunicación de ‘alter’. La prioridad otorgada a alter es
aquí la prioridad otorgada al factor ‘social’, o ‘comunicacional’, por sobre el
‘subjetivo’ o psíquico, en una explicación sociológica.
Alter
Vivencia Acción
Vivencia Verdad Dinero
Ego
Acción Amor Poder
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Bibliografía
Niklas Luhmann:
El amor como pasión;
edics. Península, colecc. Homo Sociologicus
nro. 32; Barcelona,
1985 (1982)
Complejidad y modernidad. De la unidad a la diferencia;
edic. y traduce, de
Josetxo Beriain
y J. M. García Blanco; edit. Trotta, Madrid, 1998
(incluye como cap. 5: “Considera-
ciones introductorias a una teoría de los medios de
comunicación simbólicamente
generalizados”; 1982.)
Univ. Iberoamericana; México
Teoría de los Sistemas Sociales (artículos);
D.F., 1998 (incluye:
“Los medios generalizados y el problema de la
contingencia”; orig. de 1976)
Univ. De Guadalajara; Univ. Iberoamericana;
Teoría de la Sociedad;
ITESO; Guadalajara,
1993 (conj. con Raffaele De Georgi) (1992)
Sistemas Sociales; Anthropos Editorial, Barcelona, 1998 (1984)
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EL AMOR. UN EJERCICIO
El amor. Un ejercicio
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texto puede ser leído por personas que no tienen conocimientos de sociología
o por quienes comienzan a adentrarse en la teoría de los sistemas.
Esto se debe a que las presentes páginas fueron escritas para responder a
necesidades en el marco académico: fueron redactadas como base para uno de
los primeros cursos dictados por Luhmann en la Universidad de Bielefeld. En
su momento no fueron publicadas, y sólo se tomaron unos pocos pasajes para
el libro de 1982. Con el tiempo, el manuscrito desapareció en la oficina del
sociólogo pero al ser hallado tras su muerte en una caja en las que se encontraba
el legado inédito, rápidamente se decidió publicar el texto para que su edición
coincidiera con el décimo aniversario del fallecimiento de su autor. Agrade-
cemos que Verónica Luhmann-Schröder y Andreas Gelhard hayan acordado
gentilmente con esta propuesta.
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I.
La situación general de vida del ser humano se caracteriza por desarro-
llarse en un mundo extremadamente complejo y contingente. El mundo es
complejo en la medida en que encierra una cantidad de vivencias y acciones
que supera la cifra de las que pueden ser actualizadas, y es contingente en
la medida en que estas posibilidades se vislumbran como algo que podría
ser de otra manera o cambiar. El recurso de orden más importante con el
que cuenta el ser humano en este mundo es la constitución de sentido y la
comunicación mediante las que las partes acuerdan estar haciendo referencia
a una misma cosa y se aseguran que continuarán haciéndolo de ese modo.
Mediante el lenguaje estructurado, la comunicación adquiere el grado de
efectividad que capacita al ser humano para perseverar en un mundo de estas
características y manejarse en él con una extensa selectividad. Pero además
de la comunicación verbal existe una comunicación no verbal como medio
auxiliar de la interpretación de la palabra hablada que también funciona
como transmisión autónoma de sentido. Precisamente en asuntos relacio-
nados con el amor, las formas de comunicación no verbales son importantes
e imprescindibles.
Ni la comunicación verbal ni la no verbal lograrán por sí solas que otra
persona acepte el sentido transmitido, es decir, que lo adopte como premisa
de sus propias vivencias y acciones.2 Precisamente lo que representa el ver-
dadero mérito de la comunicación con sentido, la selección de determinadas
perspectivas vivenciales dentro de un amplio margen de otras posibilidades,
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hace que la aceptación del sentido elegido sea cuestionable: el otro podría
hacer su elección de otra manera. Por eso mantener un mundo de un alto
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Por un lado, dejar abiertas las deliniciones funcionales
relacionadas con los rendimientos
tiene la ventaja de que permite comparar fenómenos
muy heterogéneos y, por otro, la
desventaja de que el concepto no permite ni hacer
deducciones ni llevar el control de la
totalidad de los rendimientos que debería aportar.
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4
Cfr. Niklas Luhmann, “Selbststeuerung der
Wissenschaft”, Jahrbuch für Sozialwissen-
schaft 19 (1968), pp. 147-170.
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y de todo lo que eso implica: la alegría que producen los pasos que cruzan
el dintel y la certeza de pensar en lo mismo en el mismo momento. 6
En lo que se refiere a la correlación entre el amor y la visión del mundo,
ya son numerosos los estudios experimentales que se han realizado, si bien
su enfoque, en muchos aspectos es demasiado sencillo y por eso no han
proporcionado resultados convincentes. El problema se había planteado
por doquier como hipótesis sobre la existencia de una correlación entre la
atracción del grupo y la similitud de las concepciones o posturas (una co-
rrelación que muchas veces pudo ser verificada y se considera relativamente
segura)7. Pero estos enfoques descuidaron la transmisión de la visión directa
del mundo que se realiza a través de la constitución intersubjetiva del mundo
y del Yo tanto como la intimidad y la “profundidad” de la relación (difícil-
mente variable desde lo experimental). Además, a esto debemos sumar que
los estudios aún no contemplan las nuevas investigaciones de la teoría de
la personalidad, lo que en conjunto llevará a que debamos desarrollar para
el amor como medio conceptos de mayor complejidad y a su vez mayor
especificidad.
La integración del Yo y la constitución del mundo a través del amor
están basadas en un nivel muy concreto de procesamiento de vivencias
en el mundo próximo para el que hay escasas alternativas. 8 Allí reside su
simplicidad y su poder de convicción: no problematiza ni en el Yo ni en el
Tú ni en el mundo la total contingencia de otras posibilidades. Esta base
funcional hace que el amor sea en cierto modo imprescindible a nivel social.
Por más imaginable que sea llevar una vida individual sin amor y llegar de
todas formas (por ejemplo, a través del rendimiento y del éxito) a sentirse
confirmado en el mundo, es impensable sustituir el amor como mecanismo
6
Cfr. Meter I. Berger / Hansfried Kellner, “Die Ehe und
die Konstruktion der Wirklich-
keit. Eine Abhandlung zur Mikrosoziologie des Wissens”,
Soziale Welt 16 (1965), pp.
220-235.
7
Cfr. por ejemplo Leon Festinger, “Informal Social
Communication”, Psychological Review
57 (1950), pp. 271-282; John W Thibaut / Harold H.
Kelley, The Social Psychology of
Groups, Nueva York, 1959, p. 42 ss.; Theodore M. Newcomb,
“The Prediction of Inter-
personal Attraction”, The American Psychologist 11 (1956), pp. 575-
586; op.cit., The Ac-
quaintance Process, Nueva York, 1961; Donn Byrne,
“Interpersonal Attraction and Attitude
Similarity“, The Journal of Abnormal and Social Psycholog)' 62 (1961), pp. 713-
Niklas Luhmann
715.
8
V el desarrollo de la dimensión concreto/abstracto
como variable básica del procesa-
miento psíquico de vivencias en Kurt Goldstein / Martin
Scheerer, “Abstract and Con-
crete Behavior. An Experimental Study with Special
Tests”, Psychological Monographs 53
(1941), Nro. 2: y O. J: Harvey/David E. Hunt/Harold M.
Schroder, Conceptual Systems
and Personality Organization, Nueva York/Londres, 1961, que
presenta la tendencia tan
interesante como cuestionable de interpretar el estilo
concreto del procesamiento de
vivencias como algo patológico.
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9
Cfr. como estudio empírico de este aspecto Marjorie
Fiske Lowenthal / Clayton Haven,
“Interaction and Adaptation. Intimacy as a Critical
Variable”, American Sociological Review
33 (1968), pp. 20-30.
69
II.
Con el paso de la evolución del sistema social crece la complejidad de
la sociedad y del mundo con el que esta puede cargar. Esto produce un
cambio, a veces en olas abruptas, de la situación de partida en la que operan
los medios de comunicación. Todo sentido transmitido se convierte en una
elección hecha de entre más posibilidades y todo lo que es determinado
requiere una mayor selectividad. En consecuencia, los medios de comunica-
ción son más requeridos. La contingencia del mundo se torna cada vez más
visible, el lenguaje pierde su nexo con la naturaleza, aumenta la necesidad de
justificar, y la motivación que lleva a aceptar este y no otros aspectos de las
vivencias y de las acciones se vuelve cada vez más difícil. Entonces el hecho
de que la selección al mismo tiempo motive pasa a ser un problema y, de esta
manera, se convierte en el punto al que se remite la especificación funcional
dé los mecanismos sociales. Es por eso que, con el correr de la evolución,
los medios de comunicación se van desacoplando y separando. De pronto
es posible que el más poderoso no sea en simultáneo el más rico ni crea ser
muy amado; o que el amor genere un mundo en gran parte ficticio y no
obedezca las órdenes de los poderosos, de los padres de familia; o que el arte
se burle de las leyes de la naturaleza y del lenguaje. Al mismo tiempo, los
medios, tal como nos proponemos demostrar en detalle en el caso del amor,
ya no deben tener miramientos de carácter social general; las sujeciones a la
moral continuamente vigente son reducidas y sustituidas por valoraciones
especiales (como pueden ser el método de investigación heurístico, escéptico
de las verdades, o la razón de Estado política de la Edad Moderna). 10 Este tipo
10
Este proceso sostiene la diferenciación funcional de la
sociedad de la Edad Moderna.
V en relación con el poder político por ejemplo Shmuel
N. Eisenstadt, The Political
Systems of Empires, Nueva York/Londres, 1963; en
relación con la economía de mercado
de capitales, por ejemplo, Karl Polanyi/Conrad M.
Arensberg/Harry W Pearson, Trade
and Market in the Early Empires, Glencoe/lll., 1957; en
67
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11
En este sentido, podría considerarse no traducir philia,
como suele hacerse, ni como
amistad
12
ni como amor, sino como solidaridad.
V en relación a este aspecto y a los siguientes Franz
Dirlmeier, y en la
Grecia prehelénica. Tesis doctoral, Múnich, 1931.
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13
Cfr. Manfred Riedel, “Zur Topologie des klassisch-
politischen und des modern-natur-
rechtlichen Gesellschaftsbegriffs”, Archivfür Rechts- und
Sozialphilosophie 51 (1965), pp.
291-318 (294 ss., 321 ss.).
14
V William J. Goode, Soziologie der Familie, Munich, 1967, p. 81
ss.
15
Cfr. Aristoteles, Ética a Nicómano 1157 b 28s. y su
diferenciación entre philesis como
pathos y philia como /texis (carácter fundamental). Según esta
clasificación, el amor apa-
sionado no es más que una vida paralela que consume
energías sin tener una función
social o de justificación familiar. V también Henry T.
Finck, Primitive Love and Love Stories,
Nueva York, 1889. En cuanto a la transición hacia el
71
Niklas Luhmann
trivial que se tiene hoy en día de la pasión abarca aspectos como: un estado
de conmoción emocional que excede la propia voluntad y una obsesión casi
patológica de la que se está a total merced; casualidad de los encuentros;
la sensación de haber sido unidos por el destino; un milagro insospechado
(pero esperado con ansiedad) que uno nunca hubiera creído experimentar
en la vida, hecho inexplicable16; impulsividad y duración eterna; la sensación
de sentirse forzosa y a la vez libremente realizado. Todas son definiciones
de sentido que dejan abierta la posibilidad de hacer una valoración positiva
o negativa, pueden contradecirse y brindar un esquema de interpretación
muy distinto según la situación,17 pero convergen en un punto básico: el ser
humano, cuando de amor se trata, se exime de las responsabilidades sociales
y morales. La “pasión” hace referencia a un estado en el que uno sufre en
forma pasiva, no busca tener efecto activamente, lo que en sí mismo no
implica que uno no deba ser responsable de sus actos pasionales. La pasión
no sirve de excusa si un cazador mata de un disparo a una vaca. Pero la
situación cambia cuando la pasión halla reconocimiento como institución y
pasa a ser esperada, o incluso exigida, como condición de un sistema social.
Tal es el caso cuando se espera vivir un arrebato pasional antes de contraer
matrimonio. De este modo, el simbolismo de la pasión es utilizado para
cubrir, es decir, escudar y encubrir libertades institucionalizadas. La pasión
se convierte entonces en una libertad institucionalizada que, como tal, no
precisa ser justificada. Se viste a la libertad de obligación.
En esto y en las ideas derivadas del mito romántico del amor se puede ver
que la institucionalización del amor como pasión simboliza la diferenciación
social de las relaciones íntimas. La prueba más importante de ello radica,
16
Y notables reflexiones que toman este aspecto en
Vilhelm Aubert, “A Note on Love”,
en ibid. The Hidden Society, Totowa/N.J., 1965, pp. 201-235. Por
lo demás, se trata de
un tema estándar de los manuales de sociología. V por
ejemplo Willard Waller/Reuben
Hill, The Family. A Dynamic Interpretation, 2da. edición, Nueva York,
1951, sobre todo
p.
17
113 ss.
Aubert también toma nota de esto, op. cit. p. 229: “Once
more one is struck by the
enormous variety and inconsistency of the norms and
beliefs involved in the social
structuring oflove. The normative system appears to
function less as a guidance than as
a rationalization for whatever might happen in this area
of life which is so extraordinarly
complex.”
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Teniendo en cuenta este aspecto, William J. Goode,
“Soziologie der Familie”, op. dt.,
p. 81, habla ele una “prescripción ideológica”; Waller/hill,
op. cit., p. 113, se refieren a
un “cultural imperative”.
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V en relación con esta diferencia Rodney Needham,
Structure and Sentiment. A Test
Case in Social Anthropology, Chigaco, 1962; además,
Claude Lévi-Strauss, Les structures
élémentaires de la párente, Paris, 1949. En la etnología no parece
existir un consenso acerca
de si estas estructuras contemplan (y en caso de hacerlo,
en qué medida) los sentimien-
tos individuales o hasta qué punto esa es precisamente
su función latente. V George C.
Homans/David M. Schneider, Marriage, Authority and Final Causes. A
Study of Unilateral
Cross-Cousin Marriage, Glencoe/Ill., 1955; y la tajante
critica de Needham, op. cit.
20
Tómese conto estudio de comparación George A.
Theodorson, “Romanticism and
Motivation to Marry in the United States, Singapur,
Burma and India”, Social Forces 44
(1965), pp. 17-27; y Robert O. Blood Jr., Love-Match and Arranged
Marriage. A Tokyo-
Detroit Comparison, Nueva York, 1967; y desde la perspectiva del
cambio social Hiroshi
Wagtsuma/George De Vos, “Attitudes Toward Arranged
Marriage in Rural Japan”,
Human Organization 21 (1962), pp. 187-200. Cfr. además Frank E
Furstenberg Jr.,
“Industrialization and the American Familiy. A Look
Backward’’, American Sociological
Review 31 (1966), pp. 326-337 (esp. p. 329 ss.). También es
notoria la contraposición
que hace Hegel entre estas dos posibilidades como
“extremos” en Principios de la Filo-
sofía del Derecho, i 162 (trad, de L. Vermal): “Se presentan dos
76
El amor
extremos. En el primero
es la organización de los padres bien intencionados lo
que constituye el comienzo, y
la inclinación surge en las personas recíprocamente
destinadas a la unión del amor al
reconocer que están destinados a ella. El otro extremo
consiste en que la inclinación de
las personas, en cuanto éstas personas infinitamente
particularizadas, aparezca en primer
lugar. El primer extremo o, en general, el método por el
cual la decisión matrimonial
constituye el comienzo y tiene como consecuencia la
inclinación, de manera tal que al
efectuarse realmente el matrimonio ambas resultan
reunidas, puede considerarse como
el más ético. En el otro extremo es la peculiaridad
infinitamente particular la que quiere
hacer valer sus pretensiones, lo cual concuerda con el
principio subjetivo del mundo
moderno. - En los modernos dramas y otras
representaciones artísticas en los que el
amor carnal constituye el interés principal, se lleva el
elemento más frío al ardor de la
pasión por medio de todas las contingencias relacionadas con
él; se considera que la
totalidad del interés reside en ellas, lo cual puede ser de
infinita importancia para ellas,
pero no en sí”. El hecho de que Hegel niegue la relevancia
en sí de la pasión y por eso dé
preeminencia al primer extremo de contraer matrimonio
se debe a que no reconoce, en
77
Niklas Luhmann
79
Niklas Luhmann
23
Cfr. Niklas Luhmann, Reflexive Mechanismen, Soziale Welt 17
(1966), pp. 1-23; reim-
preso en Niklas Luhmann, Soziologische Aufiilärung, op. dt., pp. 92-
112.
24
Pueden hallarse reflexiones paralelas referidas al
ámbito del Derecho y a su transforma-
ción positivista a través del establecimiento de normas
para las normas en mi sociología
del
25
Derecho (manuscritos de clases teóricas, Cap. 4,11).
Tiene una vigencia clásica en la gran controversia
80
El amor
después se impone una postura distinta que deja de proclamar que hay que
pensar lo sentido para decir que hay que sentir lo sentido, y lo empieza a
disfrutar. Entonces “el amor por el amor” pasa a sér el summum y su profeta
más imponente es Jean Paul.26
La reflexividad del amor es más que el simple, funcionamiento de la
conciencia del Yo en el amor. También es más que la mera conciencia sobre
el hecho de que uno ama y es amado. Debe existir un sentimiento acorde
y éste debe ser confirmado y buscado; uno se ama como amado y amante
y ama al otro como amado y amante, es decir que apunta su sentimiento
a esta coincidencia de sentimientos. El amor está dirigido a un Yo y a un
Tú en tanto ambos se encuentran en una relación de amor, es decir, en la
medida en quehacen mutuamente que una relación semejante sea posible,
y no porque sean buenos, bellos, nobles o ricos.
La reflexividad del amor es una posibilidad para todos los talentos y todas
las situaciones, no es una cuestión esotérica que les esté reservada a unos
pocos grandes amantes. Puede, pero no debe desembocar en una intensi-
ficación del sentimiento. Lo que genera una intensificación es la capacidad
de disfrutar el sentimiento y la posibilidad de sufrir por el sentimiento. Allí
se puede amar al amor sin tener una pareja o sólo teniendo una por la que
uno no se vea correspondido. Por el resto, se puede observar que para la
media es característico que haya una regulación externa cliché de este amor
que tiene como objeto el amor. En un primer momento, el amor puede
estar dirigido a un modelo de búsqueda generalizado que simplifique su
concreción pero que a su vez puede poner palos en la rueda a la hora de
buscar una concreción más profunda en lo sentimental. ¿Acaso el “amor a
primera vista” no parte de la base de que uno ya estaba enamorado antes
de la primera mirada?
Después de todo esto, la función de la reflexividad del amor no puede
82
III.
Con el apasionamiento del amor, la relación sexual entre los amantes
también adquiere una nueva importancia.27 El concepto y la vivencia del
amor toman matices nuevos, más distintivos. En una marcada acotación
del concepto de la tradición de philia-amicitia, el amor se reduce, según
la concepción generalizada, a las relaciones cuyo sentido se realiza en el
acto sexual. Los conceptos de intimidad y amistad adquieren un segundo
significado, una sospecha de sexualidad, en la medida en que la sexualidad
sea relevante según el tipo de pareja. Esto no significa, por supuesto, que
la sexualidad hasta ahora no haya sido importante o que haya adquirido
mayor importancia que en el pasado, sino más bien que ahora se inserta en
un medio de comunicación específico, diferenciado y de esa manera asume
una función social que va mucho más allá de la función de la procreación.
La sexualidad adquiere una función de base para el amor, comparable a la
función que cumplen la compulsión física para el poder político, la necesaria
certeza intersubjetiva de la percepción para la verdad científica, el respaldo
en oro, divisas u otras medidas estatales como garantía de satisfacción de
requerimientos para un tipo de cambio. La comparación no toma en cuenta
las importantes diferencias objetivas entre los medios de comunicación y
se extiende a la necesidad constante de instalar certezas, de “real assets”, en
todos los medios generalizados.428
En todos estos casos -en la sexualidad, la fuerza física, las percepciones
27
Jean Guitton, Essai sur l’amour humain, París, 1948, p. 9, habla
de una “sexología
positiva”
28
en expansión desde el siglo xix.
Formulación empleada por Talcott Parsons en la
comparación entre dinero, poder e
influencias como medios de intercambio. V On the Concept of
Political Power, Proceedings of
the American Philosophical Society 107,1963, pp. 232-262; reimpreso
en Talbott Parsons,
Sociological Theory and Modern Society, Nueva York, 1967, pp. 297-354.
83
Niklas Luhinann
84
Niklas Luhinann
llevada a cabo sobre esta base puede en cierta medida resultar persuasiva
para el organismo. Por lo tanto, la relación debe ser institucionalizada en los
medios de comunicación: no se trata solamente de generar consenso en la
esfera de lo racional sino de establecer relaciones simbióticas que garantizan
una intensidad de la relación con el otro capaz de soportar un alto grado de
disenso, incluso un desborde de las posibilidades reales de consenso. 29 La
capacidad de generalización significativo-simbólica de los medios se basa
en que no operan solamente en virtud de (y por ende dentro de los límites
de) un consenso real.
A esto se refiere la nueva importancia de esos mecanismos de base de
la estructura institucional. No se los puede seguir considerando un mal
necesario o una carga terrenal y oponiéndolos a los ideales. Fueron puestos
al servicio de un medio y dotados de una función social que permite su
revalorización. En este contexto deben excluirse ciertas formas de autosa-
tisfacción, de hecho, excluirse moralmente. Esto es evidente para el caso
de. la autosatisfacción erótica, pero es válido para los demás medios: para la
justicia violenta por mano propia; para la intuición de la verdad que sólo es
evidente para el individuo en cuestión (es decir, el “fanatismo” en el lenguaje
de la Ilustración); para la autarquía económica del individuo o su equivalente
funcional, la falsificación de dinero. Tales prácticas socavarían la función
comunicativa del medio al independizarse del mecanismo de base.
En el caso del amor con fundamento en la sexualidad, la relación entre
la base simbiótica y la generalización simbólica adopta rasgos particulares
que pueden ser descritos con mayor precisión. Esta fundamentación per-
mite en particular que la relación sea inmediata y cercana, y que se limite a
una pareja, limitación que es incorporada al ideal del amor como mandato
de permanencia. La relación sexual tiene además la posibilidad inherente
de cumplir con determinadas funciones fuera de la vista de extraños y, sin
necesidad de mostrarse, perfeccionar sutilmente dichas funciones: dar y
29
Puede hallarse una comparación entre simbiosis y
consenso hecha sobre la base de
fundamentos anteriores y con un concepto adicional de
simbiosis en Edward Gross, “Sym-
biosis and Consensus as Integrative Factors in Small
Groups”, en American Sociological
Review 21, 1956, pp. 174-179. Cfr. también Bert N. Adams,
“Interaction Theory and the
Social Network”, en Sociometry 30, 1967, pp. 64-78; Daniel
Katz/Robert L. Kahn, The
Social Psychology of Organizations, Nueva York-Sydney-Londres, 1966,
pp. 43 ss.
85
Niklas Luhinann
30
V. aquí también Aubert, op. cit, pp. 222 ss.
86
El amor
31
Cfr. Jürgen Habermas, Erkenntnis und Interesse, Fráncfort, 1968,
pp. 208 ss., que en
términos muy generales asume que el lenguaje coloquial
le debe la posibilidad de au-
tointerpretación “a la relación complementaria con las
formas no verbales de expresión
de la acción y de la expresión, que a su vez puede
expresar en el medio del lenguaje
mismo", p. 213.
32
En otros medios se dispone de determinadas palabras
para hacer referencia al resultado
de la generalización, no así en el caso del amor. La
generalización del poder político se
diferencia del medio mismo por el concepto de
legitimidad; la generalización de la verdad,
por el concepto de teoría; la generalización del dinero,
por el concepto de liquidez.
87
Niklas Luhinann
33
debe entenderse a partir de las funciones del sistema.
33
Sería interesante comparar en sus premisas este
contraste basado en la confrontación
de acción y sistema con la centenaria discusión teológica
del problema del amor puro,
cuyo eje se encontraba en la cuestión del interés
personal del amante en la felicidad o en
la salvación que podia alcanzar su alma a través del
amor. En el punto culminante de esta
discusión, en la controversia ya mencionada entre
Bossuet y Fénélon, la instrumentalídad
y el mantenimiento del sistema pertenecen a las
premisas formuladas, pero aún no se
88
El amor
334; Theodorson,
esp.
op. cit.,
36
pp. 18, 25 ss.
Cfr. Waller/Hill, op. cit., pp. 126 s. ven por eso en el
compuesto del amor “romántico”
una forma de autodisciplina de una sociedad que se ha
tornado individualista.
90
El amor
37
Esta construcción de concepto que a primera vista
resulta un barbarismo es alentada por
el uso ya instalado en la teoría conductista del
aprendizaje, que designa precisamente la
indiferencia respecto de un exceso de información de
diversas clases a partir del entorno,
que es el que permite ordenar igualdades de acuerdo
con categorías.
91
Niklas Luhinann
92
El amor
carácter apasionado del amor.38 Lo general reside en que ese amor es com-
patible con entornos sociales muy diversos y cambiantes y con opiniones
diversas y discrepantes emitidas por extraños, de modo que no sólo posibilita
movilidad en la elección de pareja, sino también en cuanto a cuál será su
destino. Desde este punto de vista, la institucionalización del amor significa
un consenso de la sociedad en su conjunto -es decir, en gran medida ficticio
pero presumible- de que los amantes no necesitan preocuparse por el consen-
so de su entorno presente: pueden presuponer consenso para la indiferencia
respecto del consenso. Salta a la vista que esta estructura de expectativas
es improbable en lo evolutivo. El hecho de que una la exigencia plausible
de ser planteada al nivel del mecanismo de base de la sexualidad (¡Que no
participen terceros!) sea transferida al amor como medio de comunicación
confirma nuestra hipótesis de que la fundamentación sexual de la pasión se
ha convertido en un pilar esencial del amor como medio.
Pero tampoco debe exagerarse el alcance de la sexualidad, especialmente
como factor causal. Es evidente que la sexualidad debe ser compatible con los
resultados de la generalización del amor, pero no los crea por sí misma; sigue
dependiendo para ello de mecanismos psíquicos y sociales. Uno incluso se
debe preguntar si la sexualidad natural (si es que tai cosa existe) es suficiente
para motivar el inicio de una relación amorosa cuando existen obstáculos
culturales o dictados por intereses. Parecen ser necesarias fuentes adicionales
de estimulación que no pueden reducirse a la mera mediación o promesa de
satisfacción sexual. No cabe duda.de que antes la predisposición orgánica
y psíquica a tener ciertas experiencias aumentaba al tener conciencia los
implicados de que estaban cometiendo juntos un desvío, al tener conciencia
de la ilegitimidad inicial o persistente de la pasión. Hoy esto ha sido reempla-
zado por una amplia variedad de estímulos organizados desde lo comercial
y transmitidos a través de la palabra, la imagen, la música u oportunidades
de accióñ que tienen la ventaja de que pueden ser aislados y sincronizados
mejor dentro de un estilo de vida.39 Allí también se producen rendimientos
sociales cuyas condiciones de ubicación temporal, sus posibles relaciones de
sentido y sus posibilidades de comunicación y consenso están supeditadas
a cada sistema. Esto debería ser objeto de investigación ulterior.
33
Una de las pocas ideas útiles de la metafísica del amor
sexual de Schopenhauer: cfr.
Sämtliche Werke, Wolfgang Frhr. von Löhneysen (ed.), tomo u,
Darmstadt, 1961, pp.
696 s., 703.
39
Cfr. en este sentido Erwing Goffman, “Where the
93
Niklas Luhinann
94
IV.
La independencia y especificación funcional de los medios de comuni-
cación no pueden ser institucionalizadas exclusivamente a nivel de proceso
(por un ordenamiento de secuencias de sucesos). Presuponen la formación
de sistemas sociales correspondientes. El poder se articula en primer lugar
como un medio con características particulares en el sistema político; la
verdad en la ciencia; el dinero en la economía, en tanto que el arte sobrelleva
la dificultad de que diferenciar el sistema social correspondiente es especial-
mente problemático. En todos estos casos, como en el del amor, la existencia
de un grado considerable de diferenciación funcional del sistema social es
condición evolutiva previa para la autonomía de un medio. Sin embargo, el
medio individual sigue siendo relevante, incluso fuera del sistema parcial
respectivo, es decir, para la sociedad en su conjunto y para otros sistemas par-
ciales: la política también necesita verdades, la economía también construye
poder, en los grupos reducidos del mundo laboral se concretan relaciones
de simpatía. Pero sólo los sistemas parciales de la sociedad cuya estructura
está hecha a medida para esta función logran el aumento del rendimiento
en el medio individual, el pleno aprovechamiento de su estilo particular de
transferir procesos de selección.
La especificación funcional de estructuras y procesos, no obstante, está
sujeta a ciertos límites, porque exige la formación de un sistema. 40 Estos
límites deben ser definidos con mayor precisión para el caso de las relacio-
nes íntimas basadas en el amor apasionado. El amor que se origina en las
relaciones sexuales, el amor apasionado, encuentra un sistema perdurable
40
Parsons tiene en cuenta esta idea, por ejemplo, en
tanto repite en su totalidad su esquema
general de funciones del sistema en cada nivel de
diferenciación del sistema, incluso para
sistemas parciales y sistemas parciales de sistemas
parciales.
95
Niklas Luhinann
96
matrimonio monogámico,41 que a su vez se supone y presenta como fundado
en el amor. Pero la pasión es un estado aleatorio que no supone responsabi-
lidades y cuya aparición es tan poco controlable como su extinción: es un
principio extremadamente lábil del sistema. El simbolismo del amor apasio-
nado, sobre el que está basada la diferenciación y especificación funcional
del medio, no puede aplicarse también sin más a ese segundo requisito: las
interacciones adecuadas para la formación y el mantenimiento del sistema.
Las contradicciones en el concepto institucionalizado del amor que ya des-
tacamos en páginas anteriores42 (las contradicciones entre inevitabilidad
y libertad, impulsividad y duración) se basan en este dilema: trasladan el
problema de la formación del sistema según la función a una orientación
de valores ambivalente y lo transfieren a la conducta.
Numerosos debates han revelado cómo el amor exageradamente románti-
co puede perturbar la familia, si no destruirla. En principio se han referido a
la familia extendida, luego también a la familia reducida; a la relación amorosa
con extraños tras la formación de una familia43 y luego a la familia basada
en el amor.44 Debe notarse que los antiguos problemas como el de disuadir
a alguien de un matrimonio poco razonable o el del adulterio se agudizan
notablemente si el amor es una exigencia para el matrimonio y a su vez el
matrimonio lo es para el amor. Entonces una divergencia, sobre todo una
divergencia evidente entre amor y matrimonio pone en peligro el sistema en
sus fundamentos. El amor como principio estructural de un sistema social
incrementa al mismo tiempo oportunidades y riesgos.45 Ya se ha cobrado
41
La “noción inmediata” del matrimonio, según
formulara acertadamente Hegel para
distanciarse de la “vergonzosa” concepción de la pareja
basada en un contrato; cfr. Prin-
cipios de la Filosofía del Derecho, § 160 o § 75.
42
43
Cfr. pp. 31 ss.
Cfr., por ejemplo, Aubert, op. di.,pp. 218, 224, inspirado
sobre todo en la tradición
literaria.
44
V por ejemplo Ernst W Burgess, “The Romantic
Impulse and Family Disorganization”,
en Survey Graphic 57,1926, pp. 290-294. Puede encontrarse un
panorama de la inves-
tigación estadounidense posterior sobre el
desencantamiento y el enfriamiento del amor
en el matrimonio en Robert O. Blood, Jr., Marriage, Nueva
York,
45
1962, pp. 200 ss.
“Love matches either succeed more gloriously or fail
more miserably than arranged marriages” concluye
Blood, op. cit, 1967, p. 83, en su investigación llevada a
97
Niklas Luhinann
cabo en
Japón.
98
El amor
Fue, sin embargo, una falsa alarma o al menos exagerada, por razones
similares y análogas a las referidas al derecho universal al voto. Era imposible
imaginar que libertades nuevas, no puestas a prueba, pudieran estabilizarse
por sí solas. Los hechos siguen dando muestra de un alto grado de estabili-
dad en los matrimonios. Es innegable que por razones diversas los índices
de divorcio se han elevado en las últimas décadas.46 Sin embargo, no llegan
a alcanzar niveles peligrosos en lo social, de consecuencias incontrolables,
ni inusuales, si se hace una comparación intercultural.47 Estos resultados
permiten deducir que en un matrimonio formado sobre la base del amor
se desarrollan mecanismos de estabilización que son más duraderos que la
pasión y la incorporan a una vida ordenada.
Como no contamos con un panorama de datos empíricos confiables ni
de la medida ni de las formas de desorganización de las familias existentes,
nuestras hipótesis al respecto quedan en el terreno de la especulación. Po-
demos sospechar, sin embargo, que hay un sistema de relaciones íntimas
que se ha construido un mundo propio y concreto en el amor a partir de
la selección de pareja y de la comprensión. Este sistema se sostiene re-
trospectivamente en virtud de ese mundo privado y puede prescindir de
la pasión. De manera casi imperceptible, la pasión se va transformando
en historia y al mismo tiempo es reemplazada por la historia. La atracción
impulsiva que llevó a adoptar los procesos de selección del otro es reem-
plazada por la realidad de la comprensión mutua, por la natural acción
conjunta en las decisiones permanentes de la vida cotidiana. Incluso los
cambios contundentes de la vida cotidiana pueden llevarse a cabo con-
juntamente para darle continuidad a este mundo, el mundo en el que Yo y
Tú podemos seguir siendo los mismos. El amor apasionado se transforma
en un amor establecido.
Un cambio tal no es una “ley natural del amor”; depende de la diferen-
ciación de este medio y de las condiciones institucionales ya discutidas.
Presupone que la sociedad les entrega a los amantes un sistema con la
complejidad suficiente como para que se desarrolle, mediante un accionar
selectivo, una historia del sistema que puedan percibir como propia y dife-
renciar de la historia general del mundo; y presupone que existe un mundo
de una complejidad suficiente como para poder establecer una diferencia
entre la generalidad y el mundo próximo personalizado desde el que uno
mira al otro. (Disponer de varias clases de crema para la piel es condición
46
Cfr. los datos de Goode, op. cit, 1967, p. 173.
47
Por ejemplo, comparados con las frecuencias de
divorcios entre los romanos o los
99
Niklas Luhinann
100
El amor
previa para que ella prefiera esta y él aquella; las cremas están una junto a
la otra en su lugar habitual en el baño; son un recordatorio mutuo, para él,
de ella y para ella, de él). Un mundo cercano personalizado de manera tan
concreta también adquiere una fuerza que mueve a completar y corregir,
a preservar y adaptar, porque en ese mundo y en las expectativas del otro
uno se encuentra como un ser distintivo. En este sentido, una separación
significaría una autotransformación y una pérdida o reinterpretación de la
propia historia.
Todo esto no excluye en modo alguno los conflictos matrimoniales, pero
les da un eje determinado que no está en el nivel del disenso inmediato
sobre el mundo, sino en el nivel de la espera de expectativas.48 A partir de
este nivel es posible sobrestimar satisfactoriamente, es decir, generalizar el
consenso fáctico disponible.49 En estos casos las peleas no son relevantes
en tanto se preguntan qué es, sino en tanto giran en torno al interrogante
de qué expectativas se pueden albergar respecto de las expectativas del
otro. Sólo en este nivel de reflexividad personal de la conciencia del otro
un conflicto puede convertirse en detonante, porque es allí donde se en-
cuentra el eje a partir del cual está constituido el mundo del sistema como
un sistema común-particular.50 Las diferencias de opinión sobre el mundo
sirven sólo como síntomas, como símbolos o como armas para ese conflicto
subyacente que destruye el amor. De esto se deduce que en los buenos
48
Sobre esta diferenciación, v. Ronald D. Laing/Herbert
H. Philippson/A. Russell Lee,
Interpersonal Perception, A Theory and a Method of Research, Londres, 1966.
49
Esto lo confirman investigaciones empíricas que
muestran que en las relaciones de
atracción el acuerdo presunto supera el acuerdo real. V
Donn Byrne/Barbara Blaylock,
“Similarity and Assumed Similarity of Attitudes between
Husbands and Wives”, en The
Journal of Abnormal and Social Psychology 67,1963, pp. 636- 640; George
Levinger/James
Breedlove, “Interpersonal Attraction and Agreement. A
Study of Marriage Partners”, en
Journal of Personality and Social Psychology 3, 1966, pp. 367-372.
50
En este retroceso en el nivel de la reflexividad también
se encuentra la solución para
el potencial de conflicto que se da con la condensación
cotidiano-simbiótica de las re-
laciones. Cfr. Kurt Lewin, “Die Lösung sozialer Konflikte”,
en Ausgewählte Abhandlungen
über Gruppendynamik, Bad Nauheim, 1953, pp. 128 ss., que vio el
peligro, pero no la
solución.
101
Niklas Luhinann
102
El amor
vivencias correspondiente.51 Allí puede hallarse una de las causas por las
que “el matrimonio saca a la luz más trastornos mentales latentes que la
guerra”.52 Porque la familia moderna basada en el amor parece estar cada
vez menos en condiciones de tolerar miembros con trastornos psíquicos
y por lo tanto contribuye en gran medida a definir los caso^ límite en el
marco de un tratamiento psiquiátrico.
Estas reflexiones llevan a dudar de que la definición cultural que
describe el amor como pasión sea objetivamente adecuada. No cabe duda
de que aplicarle un rótulo tal resulta funcional, pero esto no implica
necesariamente que el medio funcionará de acuerdo a dicho rótulo. Por
otra parte, nuestros análisis han captado con mayor precisión el nivel
de la función del amor como medio de comunicación. Permiten que se
vea con mayor claridad por qué el amor depende del amor recíproco
y por qué, como amar del amar, se torna reflexivo. Para poder saberse
no sólo amante sino también sentirse amante es necesario verse como
amante desde los ojos del otro y amar precisamente eso, interactuar con
el amado como amante. Ese es el fin con el que uno constituye un mundo
personal concretizado, que hace posible tal interacción. La pasión del
otro puede allanar el camino hacia esta interacción pero, ¿no sugiere
más bien vivenciarse a sí mismo no como amante, sino como alguien
de quien depende el otro para la satisfacción de su pasión? Si espero al
otro como ámante apasionado, me espero a mí mismo y disfruto de mí
mismo como amado cuya entrega -denegada, titubeante, concedida—
motiva al otro. Pero, ¿puedo verme a mí mismo como amado si debo
ver al que me ama como alguien que a su vez me ve como alguien que
puede confirmarlo -o dejarlo sufrir- en una pasión compulsiva e in-
51
Cfr. en este sentido la hipótesis puesta a prueba en la
psicología reciente de que los
sistemas de personalidad más complejos dependen en
menor medida de estructuras
predefinidas (reducción de complejidad) del sistema
social. Esto significa, a la inversa,
que los sistemas sociales estructurados (aquí: por el
amor) de manera indefinida de-
penden de personalidades más complejas, con vivencias
más ricas en alternativas, "más
reflexivas”. Cfr., por ejemplo, Harold M. Schroder/O. J.
Harvey, “Conceptual Organiza-
tion and Group Structure”, en O. J. Harvey (comp.),
Motivation and Social Interaction,
Cognitive Determinants, Nueva York, 1963, pp. 134-166; Paul
Stager, “Conceptual Level
103
Niklas Luhinann
104
El amor
53
Goode, op. di., (1959), p. 38, nota 1, formula: “Love is
the most projective of emotions,
as sex is the most projective of drives”.
54
Cfr. la interpretación del procesamiento proyectivo de
la
55
vivencia en Laing et al., op. dt.
Cfr., por ejemplo, Ernest W Burgess/Harvey J. Locke, The
Family. From Institution to
Companionship, Nueva York, 1945, o Robert O. Blood
Jr./Donald M. Wolfe, Husbands and
Wives. The Dymanics of Married Living, Glencoe, 111., 1960, pp. 146 ss.
105
Niklas Luhinann
106
El amor
107
V.
El amor apasionado es una institución poco viable. Así como es muy
probable que el individuo se enamore de manera apasionada, la institucio-
nalización del amor como pasión es absolutamente condicionada y proble-
mática. El matrimonio y la vida familiar construidos sobre este fundamento
constituyen un riesgo tanto personal como social. Para comprender esta
institución es necesario tener en cuenta en qué circunstancias es posible
asumir este riesgo, qué problemas resultantes es preciso resolver y cómo se
los resolverá para convertir una institución inviable en lo evolutivo en una
institución viable. Ya hemos dado un ejemplo de las dificultades de forma-
ción y mantenimiento de un sistema adecuado para el amor. Y si uno presta
atención a los problemas de la integración de esta institución arriesgada y
de los sistemas sociales basados en ella también quedan de manifiesto otros
aspectos.
La diferenciación y la especificación funcional conllevan inevitablemen-
te un alto grado de no integración del amor. Esto se manifiesta de manera
más inmediata en el hecho de que, desde el punto de vista específico del
amor apasionado, se esbozan posibilidades que no pueden concretarse
para la sociedad en su conjunto. La consecuencia es un recorte sobredi-
mensionado de expectativas legitimadas y de necesidades de reducción
dentro de la sociedad.56 El amor es una exigencia desmedida para la so-
56
Este proceso también tiene paralelos exactos en otros
medios: no todas las verdades o
las posibilidades técnicas de realización de las verdades
son aceptables desde un punto de
vista político, económico, religioso o en el marco de las
relaciones íntimas (problema de
la latencia necesaria o de los límites de realización de lo
técnicamente posible); no todo
poder político puede ser impuesto por una razón de
Estado (problema de los derechos
fundamentales); no todo lo que podría pagarse puede
venderse, por ejemplo, el amor,
91
Niklas Luhmann
57
La protección política más efectiva no reside, como en
otros sectores funcionales de la
sociedad, en la creación de las organizaciones
correspondientes y su equilibrio político,
sino
38
en la igualdad de los intereses de todos.
Ya encontramos este contraste, con un planteamiento
todavía teológico, en las discu-
siones del problema del amor a comienzos de la Edad
Moderna, en la mistificación del
amor como reacción al alejamiento de Dios
(=imposibilidad de interpretación teológica),
el extrañamiento y la “aridez” del mundo moderno.
93
Niklas Luhmann
59
V. supra el problema paralelo de las condiciones internas
de interacción, p. 50 del
original.
60
Esta pregunta también presenta rasgos de una
94
El amor
95
Niklas Luhmann
61
V por ejemplo Henry T. Finck. Romantic Love and Personal Beauty,
Londres, 1887.
Sin embargo, el ideal de belleza no está establecido en
modo alguno, ni en su forma,
ni en su contenido. Como lo demuestra su desarrollo en
las dos últimas décadas, pue-
de prescindir en gran medida del encanto e incluso
permite incorporar instancias de
brutalización vulgares como si se tratara de demostrar,
en lugar de amor, la naturaleza
inagotable de la potencia sexual.
62
La película estadounidense Marty fue una excepción
notable
63
hace algunos años.
Cfr. la descripción sociológica, si bien poco productiva,
de estos destinos privados en
Erich Stern, Die Unverheiratete, Stuttgart, 1957.
96
El amor
64
Sin embargo, estas desventajas no parecen basarse
tanto en barreras institucionales
como en el hecho de que los no casados carecen de la
iniciativa provista por una pareja
con mayor facilidad para relacionarse, que los inspire y
los presente a los demás.
97
Nikias Luhmann
65
Cfr. con sociedades cuya religiosidad se expresa
concretamente en el culto a los an-
tepasados y que prevén la realización de matrimonios
arreglados, obligatorios y a veces
forzados para asegurar la continuidad del culto. V por
ejemplo la descripción de un
orden casi en desuso en T’ung-Tsu Ch’ü, Law and Society in
Traditional China, Paris-La
Haya,
66
1901, pp. 49 ss.
Cfr. Aubert, op. cit., pp. 202, 206 ss. Además, con un
tratamiento muy superficial,
David R. Heise, “Cultural Patterning of Sexual
Socialization’’, en American Sociological
Review 32, 1967, pp. 726-739.
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El amor
dades más intensas.67 Pero para esas carreras en el amor tampoco existen
sendas institucionalizadas; existe, por el contrario, la desaprobación moral,
estimulada por la idea del amor.
Además de todo esto, falta proveer lo necesario para el desarrollo
de una sensibilidad corporal y social enriquecida; para todo lo que no
es innato, para lo que se debe aprender; también falta proveer todo lo
necesario para que el individuo pueda aprender a individualizar sus
experiencias consigo mismo y con su pareja. La “socialización de las re-
laciones sexuales” moderna de la que habla Klaus Dörner68 ofrece pocos
puntos de partida para el desarrollo de una cultura transmisible, pero al
menos posibilita hacer una prueba prematrimonial de compatibilidad
sexual en lugar de una enseñanza específica. Las normas culturales que
-bajo la presión de tensas expectativas en el ámbito de los sentimientos-
obligaban a dar la impresión de que existe compatibilidad han caído en
decadencia.69
Estos análisis presentan algunas de las disfunciones que gravitan
sobre nuestra sociedad como problemas estructurales, pero a las que
no puede asignárseles sin más un rango esencial para la supervivencia
que no pueda ser compensado. La institucionalización del amor como
medio de comunicación en procesos y sistemas parciales de la sociedad
no depende directamente del nivel de aspiración en el que se pretenden
solucionar los problemas resultantes de dicha diferenciación y especi-
ficación funcional. Aquí es fundamental destacar que la diferenciación
funcional abre la posibilidad de una proyección inagotable de posibilida-
des. En nuestra sociedad diferenciada en lo funcional, el análisis aislado
67
Cfr. Waller/Hill, op. cit., pp. 138 s., 144 s. en relación con
las investigaciones de Clif-
ford Kirkpatrick/Theodore Caplow, “Courtship in a Group
of Minnesota Students”, en
American Journal of Sociology 51, 1945, pp. 114-125.
68
“Die sexuelle Partnerschaft in der
Indusiriegesellschaft”. “Zu einer kritischen Sozio-
logie der Sexualität”, en Soziale Welt 17, 1966, pp. 329-345. V
también el comentario
de la p. 331 sobre la marcada disminución del poder de
formación de la sexualidad
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Nikias Luhmann
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