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Sostiene que el lenguaje no se caracteriza por ser representación de la realidad sino que
es preformativo. Construye la realidad abstrayéndola, no representa hechos preexistentes,
porque el mundo se encuentra en constante cambio.
En una primera instancia Austin diferencia entre los enunciados constatativos, que son
aquellos que parecerían solo describir la realidad, el estado de las cosas con verdad o falsedad,
y los enunciados realizativos, que no describen nada, no son ni verdaderos ni falsos, y que el
enunciarlos es realizar la acción que estoy diciendo, como por Ej. prometer. Austin realiza esta
distinción llegando a la conclusión de que todo enunciado, todo acto del habla tiene una
dimensión perlocucionaria, no informan un estado de las cosas sino que generan efectos y
cambios en el mismo, no representan el mundo sino que lo performan, lo construyen.
Esto implica una RESPONSABILIDAD, y una ETICA, porque nuestro enunciado no describe sino
que performa la realidad, la genera, somos responsables de las construcciones que realizamos
a través del lenguaje.
Austin critica la idea del lenguaje como NOMENCLATURA de la realidad, como representación
de las cosas, porque no es que las cosas estén y las nombremos, sino que el lenguaje construye
el mundo, el sentido de las cosas se construye a través del habla.
El lenguaje no se caracteriza por ser representacionalista, la relación entre las palabras y las
cosas no es de representación sino de performatividad (teoría preformativa del lenguaje).
Todo DECIR ES HACER, construir y modificar el estado de las cosas. El sujeto no es un
espectador pasivo, sino que es un actor, es activo, el mundo no está dado, ya hecho, sino que
es a construir y reconstruir. Somos actores en el mundo, y es por eso que hablar implica
responsabilidad y compromiso, somos responsables de lo que decimos, de los cambios que
generamos, de las construcciones que realizamos, de lo que hacemos al decir. Todos los
enunciados cumplen una acción y generan una consecuencia.
Puede relacionarse con la postura de Aicher, que propone ver al mundo como un PROYECTO,
como algo que es construido por nosotros, que somos sujetos activos y que debemos tomar el
compromiso de nuestras construcciones. Proyectar es generar nuevos modelos, unir el
pensamiento con la acción, encontrar nuevas formas de pensamiento y percepción, entender
la libertad no como una vestidura sino como concientización, como proyecto. Como sujetos
activos no debemos aceptar el mundo como es, porque el mundo es a construir y podemos
cambiar el mundo en el que estamos.
Relacionando la performatividad del lenguaje con el diseño gráfico, toda pieza de diseño es
preformativa, porque diseñar no es decorativo, sino que es construir, influir, cambiar el
mundo. El diseño implica una responsabilidad y una ética social, porque no se trata solo de la
utilización de determinadas técnicas y herramientas, sino que por ser una práctica significante
deja marcas en todos los registros de la vida social, construye, configura identidades, sujetos y
subjetividades. Como diseñadores debemos tomar esta responsabilidad, no somos
decoradores sino que construimos sentido, ideología, construimos el mundo.