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El Pirata y La Sirena
El Pirata y La Sirena
Así que por esta razón, Zener Sparrow se sentía como un miembro de
la realeza: el rey de los piratas.
Hasta ahora había creído que tenía una buena vida: se divertía
cazando barcos mercantes, se rodeaba de comodidades y no tenía
que trabajar como los demás. Nadie le decía lo que tenía que hacer ni
cuando hacerlo y sus hombre obedecían todas y cada una de sus
órdenes como hijos obedientes.
El sol de la mañana baño con sus cálidos rayos su rostro y con la brisa
cargada de olor a mar, le llego una bellísima voz. El muchacho se
incorporó, buscando de donde provenía tan maravilloso sonido.
Y entonces la vio.
Zener Sparrow pensó que ninguna de sus joyas eran tan hermosa
como la muchacha que le observaba desde las rocas.
Al estar a su lado, pudo ver que la bella mujer era una increíble sirena.
El pirata aún más fascinado con su belleza, le dijo que no temiera, que
no le haría daño.
Hasta que encontrara el amor verdadero dejaría de ser una sirena, ella
al estar tan sola le gustaba cantar eso la hacía olvidar sus penas, El
pirata le pidió que cantara, por favor canta… canta para mí.
Vale contesto el, pero con una condición, que vengas a verme cada
mañana. La sirena acepto la propuesta y cada mañana Victoria y
Zener Sparrow se miraban en aquel acantilado, platicaban, sonreían y
algunas otras veces hasta lloraban juntos. Victoria nunca había sido
tan feliz, tanto que ya había olvidado los lamentos al cantar y ahora
solo tenía melodías de amor y alegría hacia Zener Sparrow. El pirata
por su lado demostraba a cada instante el amor que sentía hacia ella,
su rostro era otro, cada que la miraba sus ojos se iluminaban como
dos estrellas.
Bajo los rayos del sol cálido se dieron un tierno beso y en ese
momento fue todo tan mágico que rompió el hechizo donde Victoria
empezó a transformar su cola de sirena en sus dos piernas ante los
ojos del Pirata Zener Sparrow.
The end.